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ÁREA DE FILOSOFÍA
GRADO DÉCIMO 2019
TALLER 2
LA FILOSOFÍA – PARTE I
Jorge Alberto Deháquiz Mejía
1. PROPÓSITO
Con el Taller N° 2 se pretende construir una primera aproximación al saber
filosófico, explorando su origen en la decisión personal de atreverse a pensar.
2. TÓPICO GENERADOR
“No se puede aprender filosofía, pero sí a filosofar” (…) “(El estudiante) no debe
aprender pensamientos, sino a pensar”
INMANUEL KANT
En este se puede preguntar: ¿Por qué filosofar? ¿Por qué un joven, de las
postrimerías del primer cuarto del siglo XXI, debe dedicar un tiempo de su vida
para filosofar? ¿Tú, qué respondes? Escribe en el cuaderno tu reflexión.
Para ayudarte con tu reflexión, he invitado a tres grandes maestros para que
dialoguen contigo y te den pistas acerca de por qué filosofar. Siempre es bueno
aprender al arrimo de los mejores.
(…) Por estas empresas vastas y profundas del espíritu se eleva a su dignidad,
bórrase lo que hay de vulgar en la vida e insignificante en los intereses, y las
opiniones y las miras superficiales son desnudas y desvanecidas. Este pensamiento
serio es el que, apoderándose del alma, cimienta el verdadero terreno sobre el
cual se ha de alzarse la filosofía. Ella es imposible allí donde la vida es absorbida
por los intereses y las necesidades cotidianas y donde dominan opiniones frívolas y
vanas. En el alma que estas necesidades y opiniones han esclavizado, no hay lugar
para esa actividad de la razón que indaga sus propias leyes. Pero estos
pensamientos frívolos deben desaparecer, cuando el hombre es obligado a
ocuparse de lo que hay de esencial en él y cuando las cosas han llegado a tal punto
que toda otra ocupación es a sus ojos subordinada a ésta, o, por mejor decir,
carece ya de valor para él.
(…) Por mi parte, saludo e invoco la aurora de este espíritu, del cual sólo he de
ocuparme, porque sostengo que la filosofía tiene un objeto, un contenido real, y
este contenido es el que quiero exponer a nuestra vista. Apelo sobre todo al
espíritu de la juventud, porque ella es la época feliz de la vida en que aún no se ha
extraviado el hombre en los fines limitados de la necesidad exterior, en que puede
ocuparse libremente en la ciencia, y amarla con un amor desinteresado, en el que
el espíritu, en fin, no ha tomado aún na actitud negativa y superficial frente a la
verdad, ni se ha perdido en indagaciones críticas, hueras y ociosas. Un alma aún
sana y pura experimenta la necesidad de alcanzar la verdad en cuyo reino habita
la filosofía, el cual funda y del cual participamos cultivándola. Todo cuanto hay de
verdadero, de grande y de divino en la vida, obra es de la idea, y el objeto de la
filosofía consiste en aprehender la idea en su forma verdadera y universal. En la
naturaleza, la obra de la razón está encadenada a la necesidad; pero el reino del
espíritu es el reino de la libertad. Todo cuanto forma el lazo de la vida humana,
todo cuanto tiene valor para el hombre, tiene una naturaleza espiritual y este
reino del espíritu no existe sino por la conciencia de la verdad y del bien, es decir,
por el conocimiento de las ideas.
Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más
inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso
público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier:
¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El financista: ¡no razones y
paga! El pastor: ¡no razones, ten fe! (Un único señor dice en el mundo: ¡razonad
todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced!) Por todos lados, pues,
encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿cuál de ellas impide la ilustración y
cuáles, por el contrario, la fomentan? He aquí mi respuesta: el uso público de la
razón siempre debe ser libre, y es el único que puede producir la ilustración de los
hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con frecuencia severamente limitado,
sin que se obstaculice de un modo particular el progreso de la ilustración.
Entiendo por uso público de la propia razón el que alguien hace de ella, en cuanto
docto, y ante la totalidad del público del mundo de lectores. Llamo uso privado al
empleo de la razón que se le permite al hombre dentro de un puesto civil o de una
función que se le confía. Ahora bien, en muchas ocupaciones concernientes al
interés de la comunidad son necesarios ciertos mecanismos, por medio de los cuales
algunos de sus miembros se tienen que comportar de modo meramente pasivo,
para que, mediante cierta unanimidad artificial, el gobierno los dirija hacia fines
públicos, o al menos, para que se limite la destrucción de los mismos. Como es
natural, en este caso no es permitido razonar, sino que se necesita obedecer. Pero
en cuanto a esta parte de la máquina, se la considera miembro de una comunidad
íntegra o, incluso, de la sociedad cosmopolita; en cuanto se la estima en su calidad
de docto que, mediante escritos, se dirige a un público en sentido propio, puede
razonar sobre todo, sin que por ello padezcan las ocupaciones que en parte le son
asignadas en cuanto miembro pasivo. Así, por ejemplo, sería muy peligroso si un
oficial, que debe obedecer al superior, se pusiera a argumentar en voz alta, estando
de servicio, acerca de la conveniencia o inutilidad de la orden recibida. Tiene que
obedecer.