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Recursos Lúdicos y Expresivos

para musicalizar las infancias


Capacitación

PROPUESTAS PARA LLEVAR A LA SALA


Autora: Magdalena Fleitas
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Juegos con la voz para los más chiquitos

Eco con nombres


Se trata de jugar con los nombres, las personalidades, el eco y el sonido de la voz. Es muy
emotivo, dulce y tranquilizador. Da un sentimiento de pertenencia, de reconocimiento. Nos
ayuda a conocer a los compañeros.
Nombrar a los amigos nos acerca a ellos y tiende un puente entre todo el grupo.
Escuchar el propio nombre cantado genera un sentimiento íntimo de empatía y gratitud.

La actividad consiste en decir los nombres en forma cantada y jugar con el eco y las
repeticiones. En la ronda de inicio, entonamos melódicamente uno a uno los nombres de
los chicos. Proponemos mirando a Ana: Aaaa naaaa… y en forma de eco repetitivo, los
ayudantes y adultos presentes responden en espejo: Aaaa naaa… Repetimos varias veces,
balanceando el cuerpo y acompañando la entonación.

A cada chico le buscamos una calidad sonora y una intención diferente. Al que es más
enérgico, lo nombramos con más fuerza. Al que es payaso, lo nombramos con gracia. 2"
Laleos, ruiditos y balbuceos
Una de las actividades más lindas para los más chiquitos.
Se trata de jugar con los sonidos al estilo bebé, como si no supiéramos hablar y nos
comunicáramos con ruiditos. Es una manera de decirles a los chicos: acepto tu modo de
hablar y disfruto de él. Puedo jugar con vos y comunicarme en forma igual para ambos y con
un placentero sentido musical. Hacemos empatía con los chicos y ellos sienten esta cercanía.
Enriquece el vínculo, el diálogo y genera un lazo contenedor de alegría y diversión.

En ronda, sentados en el piso y en un clima relajado y de escucha, investigamos la voz, los


labios, la lengua y toda la cara como si fuera un instrumento musical.
Jugamos a lalear, nos sacudimos los labios con el dedo índice, hacemos prrrr, como si
fuéramos indios, golpeando los labios en forma de “O” con la palma de la mano.
Investigando todos los sonidos y entonaciones que podemos producir.

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Una vez que los chicos nos siguen por imitación y disfrute del juego, podemos agregar
sencillas melodías. Cantando como hacen los más chiquitos: libremente.
Es una improvisación delirante y cada uno va encontrando su propia voz.

La voz ritual
Es muy oportuna para aquellos momentos enérgicos en los que la excitación del grupo
crece, hay dispersión y los chicos chiquitos no saben cómo manejar el ritmo grupal.
Entonces: o proponemos algo que organice este pulso grupal o es probable que algún nene
se caiga, llore asustado o empuje y en el peor de los casos: muerda al que está al lado. La
música es ideal para estos momentos.

El juego se puede desarrollar en varios espacios de la sala: si estamos volviendo del patio
para tomar la merienda, el maestro invita al juego sonoro sobre las mesas. Si estamos en la
sala en una situación de orden o cambio de actividad, el maestro golpea el piso con los pies
y a modo de cacique atrae las miradas de todos hasta desarrollar el juego, en una ronda
india… alrededor de una fogata imaginaria (que organiza el juego sin ser nombrada).
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La actividad consiste en un juego sonoro de carácter ritual.
Golpeamos la mesa con las manos, en forma regular, acentuando cada 4 tiempos…
Suena algo así como TUM tum tum tum, TUM tum tum tum. Con la voz acompañamos este
ritmo en forma gutural. Cantamos “OH oh oh oh” ó imitamos el sonido de las palmas en la
mesa, cantando DUM dum ó TUM tum. Cada tanto emitimos sonidos agudos, que captan la
atención de los que todavía no se sumaron al juego. Podemos dar las consignas en forma
explícita y rítmicamente: “con-las-ma-nos-en-la-me-sa”

Cuando ya todos nos siguen, y les aseguro que los chiquitines vienen corriendo a participar,
estamos a punto caramelo para agregar otros elementos musicales.
Si el clima llegó a lo máximo, podemos cantar fuerte y jugar con ecos y repeticiones, golpear
la boca con las manos y aullar, golpear las palmas, sacudir las manos como si nos
descargáramos.
Caminamos el pulso entre todos.

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De a poquito vamos bajando la intensidad sin alterar el ritmo. Las manos golpean más
suave, el cuerpo indica bajar el volumen, nos agachamos un poquito, hacemos un gesto de
suavidad con las manos, mientras preparamos el cambio de clima. Golpeamos con los
dedos, vamos enlenteciendo el pulso, hacemos Shhh con la boca, bostezamos indicando el
relax y los deditos quedan golpeteando de a poco como gotitas de lluvia sobre el piso o
sobre la mesa.

La luz: shhhh-oohhh
Hay veces que en la sala, el ruido y la dispersión superan la actividad propuesta.
Los chicos están molestos, lloriquean, dan vueltas y es difícil escuchar.
No sirve gritar “SILENCIOOO” porque el silencio y la escucha son algo que se conquista, no
algo que se impone con un grito. Y menos con niños de 1 y 2 años. No queremos chicos
asustados.

La propuesta tiene que ser atractiva y fuerte como para romper la inercia del ruido o del
malestar. El carisma del maestro y la seguridad de su intervención son muy importantes.
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Se pueden utilizar distintos recursos visuales, sonoros y de movimiento. Son llamativos y van
a tener una relación directa con la respuesta de los chicos. La clave está en usar algo que sea
magnético y directo, que atraiga las miradas, que llame a las orejas, que haga que el
cuerpito sensible del niño gire a ver qué sucede.

En estas oportunidades usamos el SHHH-OOHHH junto con LA LUZ. Se trata de ir hacia el


interruptor de la luz y apagarla mientras se dice sonoramente: SSHHHH! Poniendo el dedo
sobre la boca y mirando expresivamente. Hay un instante de estupor. El cambio de luz los
chicos lo registran enseguida. Antes de que haya un puchero… volvemos a apretar el
interruptor para que la luz vuelva.
Pero cuando se enciende, decimos OOHHH… como si viéramos la luz por primera vez.

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Los chicos ya entendieron el juego. Si hay adultos en la sala, papás o ayudantes, se los
anima a que acompañen el SSHH y el OOHH… es importante que el campo sonoro nos
envuelva y que el estímulo invada los sentidos. Así estamos un ratito, la luz que se va, la luz
que vuelve, el SSHH y el OOHH que se hacen continuos.

Entonces, cuando de golpe se vuelve a conquistar el silencio, se respira un aire relajado y se


re-arma un buen clima.

Vocales ahhh
Es lo más parecido a una meditación budista, pero en medio de la sala y con los más
chiquitos!

Primero hay que generar una buena ronda, un clima de escucha atento e invitar a la
respiración. Con las manos indicamos la inhalación y nos llenamos de aire. Sostenemos.
Luego las manos bajan, como en un ejercicio de Tai Chi y el aire sale.

Una vez que sintonizamos una buena respiración grupal, el maestro emite una AAHHH
sonora y armónica. Los ayudantes lo siguen. Todos hacemos AAHHH. Los chicos también. El
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sonido llena el espacio, vibra y nos contiene. Se siente en el cuerpo.

Como si la AAHH tuviera una dinámica, un pulso, que va de fuerte a suave, de suave a
fuerte, la voz juega y despliega este recorrido. Despierta la audición grupal y la audición
interior.

Buceamos en la OOHH, luego en la UUHH… vamos subiendo por la EEHH, nos masajeamos
los cachetes y la IIII… que suena nasal y aprovechando eso nos tapamos todos la nariz
siguiendo el juego de investigación.

Desde esta conexión profunda podemos seguir investigando el sonido o pasar a otra cosa.
Puede durar solamente cinco minutos y ya nos alegró la manera de estar y disfrutar.

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El uso de canciones

Por supuesto que cantar y cantar canciones es parte de la voz y les encanta a los más chicos,
especialmente si involucra el movimiento, a través de coreografías o del simple baile.

Juegos-canción:
Gran parte del repertorio que acercamos a los chicos, podemos denominarlo como
repertorio de “Juego-canción”, ya que las coreografías con el cuerpo y las manos son la
posibilidad que les damos a los chicos de sumarse a la canción de manera grupal.
Traducimos al cuerpo lo que todavía no decimos verbalmente. Cantamos juntos.

La repetición es la manera de incorporar cada canción.


Los chicos nos piden que cantemos 100 veces la misma canción porque es forma de
apropiarse, cada día van participando más de cada movimiento, hasta que poco a poco
también las cantan. La anticipación, producto de la repetición, es lo que les da placer al
fortalecer su confianza y su seguridad. Por eso es importante que cada día se repitan, a
modo de ritual, las mismas canciones con las mismas coreografías. Si cada día cantamos 5 6"
canciones diferentes a las que cantamos el día anterior, o las mímicas o coreografías no son
iguales a las que ya hicimos, estaremos dejando a los chicos afuera de la propuesta y
seguramente se genere cierta dispersión. Es recomendable ir sumando canciones a poco,
espaciadas en el tiempo, para que los chicos puedan lograr apropiarse con todo el cuerpo
de ellas.

La canción es una unidad en sí misma.


En ese sentido es fundamental que haya (y sea claro) un inicio, un desarrollo y un cierre.
Inicio: Se puede presentar una canción a través de una imagen, de un títere o del recitado.
También jugando con las palabras o acciones que se asocien a la canción. Además de
invitar a cantarla, estos recursos enriquecen mucho el mundo interno de los chicos,
habilitando que la imaginación se despliegue en ellos aún más. Empezamos todos juntos.
Desarrollo: Acompañamos la canción con los gestos, la mímica o la dramatización, con el fin
de que los chicos participen. Es importante no cortar la canción, se perdería el hilo y, en

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definitiva, la trama que la hace interesante. El maestro tiene que guiar este momento con la
acción misma.
Cierre: Es importante que terminemos todos juntos. A veces se va yendo con un gesto del
maestro que indica hablar cada vez más bajito hasta que no se escucha nada y sólo hacemos
los gestos. Otras veces finaliza como empezamos: un dos tres y se va, con gesto de cierre y
ahí escuchamos el silencio y disfrutamos de ese hermoso momento musical grupal. El final
tiene que ser claro y como toda obra, la celebramos “Bravo!” “Viva!” y aplaudimos. De esta
manera cerramos esta canción y podemos pasar a la otra.

Rimas, poesías y el juego con la palabra

El Juego con la Musicalidad de las palabras, las rimas, el disparate y los juegos de palmas
son un gran tesoro para todos los maestros y los niños.

A veces perdemos el registro de lo placentero que puede ser jugar de esta manera. Los

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invito a investigar y armarse su propio repertorio de rimas y poesías. Es una manera muy
poética, lúdica y musical de acercarse al lenguaje. Por lo tanto, cada uno a su estilo, es
importante que explore este recurso que forma parte de nuestra infancia y es necesario
volver a circular y compartir con los pares.
Les doy algunas propuestas que a mí me han resultado muy fructíferas.
¿Cómo se dice (relata, canta, recita) una rima?
En las Rimas es muy importante seguir el pulso… con el pie, con las palmas, como sea pero
que mantenga un ritmo y que suene musical. A veces podemos “desarmar” ese tempo
grupal y hacerlo lánguido, disonante, como bostezando… pero eso también es una
intención musical. Además de juegos, son maneras de seguir escuchando, cantando y
disfrutando de la musicalidad de las palabras.

Entonces, el maestro puede dar la entrada siguiendo un pulso, por ej: un, dos, tres, cua… y
empieza la poesía, por más simple que sea. A partir de ahí, la cantamos-relatamos con
distintas intensidades: fuerte, suave, finiiito (agudo) grave, con distintas intenciones y caras
(como balbuceando, sacando la lengua, golpeando los cachetes, etc)

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Al igual que la canción, tiene un inicio un desarrollo y un cierre.


En relación al canto y la melodía de las rimas, es muy divertido recitar las poesías como si
fuéramos cantantes de ópera, empezando muy agudo y bajando hasta lo más grave
mientras recitamos, y luego volver a subir como una escalera de abajo arriba. O como si
fuéramos cantantes románticos que recitan muy suave frente a una radio. Esto también es
parte del disparate….¡todo se puede hacer!

Los invito a elegir las poesías que más les gusten, a probarlas, a recordar otras de su
infancia, juegos de palmas, algunas rimas más pícaras, palabras inventadas, disparates,
versos y todo aquello que implique jugar con las palabras, los ritmos y las distintas maneras
de hablar, desarmando y armando el lenguaje. Hagan su propia colección y pueden aplicarlo
cuando quieran, en la ronda, al ir de un lugar al otro, en el patio, al convocar la escucha,
antes de un cuento o como actividad en sí misma.

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