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Preliminar
El presente trabajo constituye un diario que reúne los apuntes y reflexiones surgidos
a partir de las clases dictadas por el profesor José Teruel Benavente en el curso de Poesía
española desde el Modernismo a la actualidad durante el segundo semestre del año
académico 2016-2017. Los textos que siguen a continuación corresponden a un total de
once sesiones llevadas a cabo hasta la fecha. El contenido abarca las unidades temáticas
correspondientes a la obra de los poetas Luis Cernuda, Jaime Gil de Biedma y Claudio
Rodríguez. Nuestro diario cubre, por lo tanto, el estudio de la poesía de tres poetas de los
cuatro que están contemplados en el programa del curso. Puesto que la última sesión,
dedicada a José Ángel Valente, coincide con la fecha de entrega del diario, el registro de los
apuntes correspondientes a ésta, quedará excluido.
Clase 1: 31 de enero
La vanguardia es una corriente artística que busca la ruptura con las dos estéticas
decimonónicas: por una parte, el romanticismo, que es la expresión de un yo; por otra, el
realismo, que es la (re)presentación de algo. En España, la vanguardia más popular fue el
surrealismo, cuya definición podemos encontrarla en el primer Manifiesto Surrealista de
Bretón: una definición irónica que parodia a las que se hallan en los diccionarios. De dicha
definición se desprende que su poética está basada en el automatismo psíquico puro, es
decir, en la libre asociación. El surrealismo es el pensamiento haciéndose antes de ser
traducido en lenguaje, palabras, formas. Su retórica intenta aproximarse a la simultaneidad
del pensamiento. El surrealismo no sólo es una revolución mental, sino también una
revolución del cuerpo. Coincide con el descubrimiento del homoerotismo y permite a los
poetas purgar sus sexualidades reprimidas y exorcizar sus crisis afectivas. El surrealismo es
una actitud ante la vida que busca cambiar la vida. También se nutre del marxismo: no sólo
busca el cambio individual sino también social. Para Bretón, la belleza está en lo dislocado,
en las imágenes fuera de lugar. En España, sin embargo, la ironía bretoniana no es bien
entendida y el automatismo psíquico es rechazado.
En Luis Cernuda encontramos a un poeta en crisis que busca liberar lo reprimido.
En su poema “Estoy cansado” del libro Un río, un amor, lo que el hablante quiere decir y la
forma en que lo dice coinciden, es decir, hay una unidad entre logos y lexis. El poeta
consigue hallar el modo de expresión de la inefable postración a través de la repetición del
enunciado inicial bajo la forma de la variación. Esta monotonía expresa el decaimiento, el
tedio y la melancolía. El poeta se siente como un loro. Es un poema circular que sólo
conduce a la destrucción del sentido y al retorno de la postración. En Cernuda sí hallamos
las imágenes dislocadas: “Estar cansado tiene plumas”. No hay una relación entre el
cansancio y las plumas, la libre asociación permite desplazar los significados a través de
“cansancio”, “plumas”, “balbuceo”, “loro”, “escritura”. Todo el libro trata en definitiva
sobre la incapacidad de decir y del cansancio que produce el desmoronamiento del mundo
adolescente. Lo que vendrá después es el derrumbamiento de un ideal: el fracaso del amor.
El libro Los Placeres Prohibidos, aún más provocador, constituye una declaración
de amor que coincide con la proclamación de la II República Española. La reivindicación
subjetiva del poeta coincide con las reivindicaciones sociales de la España Moderna. Es un
texto surrealista impregnado de toda una retórica revolucionaria. Cernuda expresa el ansia
de libertad para que nazca el deseo. Y para que dicha libertad se haga efectiva, es preciso
destruir los muros, los límites impuestos por la sociedad burguesa. En este libro Cernuda
busca la complicidad del lector, hay un afán de movere en el que se percibe el deseo de una
libertad política y sexual. Hay una esperanza de realización del ideal.
Clase 2: 7 de febrero
Después de la trilogía del ciclo juvenil, que corresponde a una poesía más pura,
vendrá el texto de Invocaciones, con el que, siguiendo el camino de la autobiografía
espiritual del gran libro de Cernuda, el poeta iniciará una reconciliación imaginaria entre la
Realidad y el Deseo. De ello da cuenta el poema “Soliloquio de Farero”, en el que el
hablante lírico se cierne como atalaya que contempla el mundo. El poeta se aparta de la
humanidad, se distancia, porque se sabe elegido, se siente unigénito, hijo de Dios. Se
constituye en faro de la existencia humana. Sólo retirándose a las sombras de la soledad
puede iluminar el mundo. El poema es un diálogo con la soledad. Se produce un
desdoblamiento en el que el poeta conversa con su soledad. De esta manera evita la falacia
de lo patético. En este texto, la soledad se ha conformado como nuevo espacio del deseo. El
poeta le da una forma a esta soledad: es un cuerpo oscuro y esbelto. Se produce una ruptura
de la antinomia fuerza/debilidad. La soledad es fuerza y debilidad. Es fuerza, porque
estando solo únicamente el poeta pueda amar a la humanidad. Es debilidad, porque el papel
de farero implica una pérdida, la pérdida de su condición de hombre común, y la
consiguiente imposibilidad de estrechar vínculos. Sólo en la soledad puede amar e iluminar.
El poeta no ama a los hombres en su individualidad, ama a la Humanidad como idea. El
farero sacrifica su deseo, diluye su identidad.
Invocaciones es el regreso a la soledad. La soledad no es percibida como algo
negativo, sino como una experiencia positiva que permite ser luz en la noche. Permite amar
desde la separación de los otros. Estamos en 1936. Cernuda decide publicar su libro La
realidad y el deseo con todo lo que ha escrito hasta ahora. Sin embargo, no es un buen
momento para publicar y el texto pasa desapercibido. Conforme la realidad de España se va
volviendo más tensa, la poesía toma otros rumbos. Ya no es posible escribir poesía pura. La
literatura se va cargando de anécdota, de referencialidad. Se empieza a escribir poesía
manchada. Cernuda, sin embargo, persistirá en su intento de restituir el mito, de darle un
sentido a las palabras de la tribu, en plena guerra civil. También será posible apreciar la
decepción que siente Cernuda frente a la revolución. La elegía a Federico García Lorca será
una muestra significativa de este desencanto. Añádase además que la estrofa sexta del texto
fue censurada porque hacía alusión a la homosexualidad, y ello no cabía en el mito del
poeta. Para Cernuda, Lorca es flor que crece sobre la roca e ilumina el mundo. Aunque
segado por la muerte, sigue vivo, porque los que realmente están muertos son los españoles
que se quedan pudriéndose “en un rincón libremente”. García Lorca se erige como mito, es
el héroe-víctima. Se convierte en un topos para toda la poesía de la República. A partir de
ahora, la visión crítica de España que Cernuda cultiva, no lo abandonará más. Deberá partir
al exilio en 1938, pues descubre que el país ya no es seguro para él.
Clase 4: 21 de ferbrero
El nuevo estado de conciencia del exilio, supone un estado de madurez que inserta a
Cernuda en la tradición del suprarromanticismo. Desarrolla el poema meditativo: su
estructura implica tres estados: un objeto percibido, una meditación central y un estallido
emocional. La meditación entorno al objeto va desde lo exterior a lo interior. Es una forma
de internalización de lo externo. Las meditaciones pueden observarse, por ejemplo, en la
poesía de Antonio Machado y en la de Claudio Rodríguez. Cernuda se encuentra en
Glasgow, y le produce hastío. Su poema “Jardín Antiguo” expresa el deseo de un lugar
paradisíaco. Allí está presente el tópico del locus amoenus. Expresa el ansia de recobrar un
espacio mítico, anterior a la caída, al exilio, fuera del tiempo profano que devora las cosas.
Hay una sed de eternidad, un deseo de eternizar el instante. En 1941 aparece la primera
edición de Ocnos. En este momento de su trayectoria Cernuda se decanta por la prosa, pues
permite cargar de detalles el instante, a diferencia de la intensidad y el ritmo del verso.
Cernuda busca eternizar los instantes de amor. Apresar el tiempo. La belleza está no en la
duración sino en lo efímero. La belleza es memoria, tiempo eternizado.
Como quien espera el alba reúne los versos que compuso Cernuda entre 1941 y
1944. Importa destacar dos poemas de este libro. “Los Espinos” es un poema canción. Está
compuesto por tres estrofas, tres canciones. Se presentan tres tópicos: locus amoenus,
tempus fugit y carpe diem. El poeta evoca unos espinos de valor autobiográfico, que se han
perdido en el tiempo. La meditación expresa el contraste entre el tiempo humano y el
tiempo cíclico que todo lo renueva. La llegada de la primavera produce la melancolía en los
espíritus sensibles. Con la llegada de la estación todo recobra su vigor, menos nosotros, que
nos perdemos en el tiempo. El tiempo sentimental sólo tiene pasado.
Por otra parte, en “Noche del hombre y su demonio”, Cernuda expresa la disputa
interior, el conflicto dramático que vive dentro de su propio yo, donde una parte de sí (su
demonio interior) le reprocha el haber elegido la vida de poeta, con el sacrificio de
renunciar a la vida de hombre común. El poema es la expresión viva de las noches de
insomnio que atormentan al poeta y que le hacen dudar sobre el camino que ha tomado. La
soledad, el distanciamiento. Sin embargo, la escritura se impone a la voluntad de vivir. La
poesía es lo único que redime al poeta de su condición. Está condenado a la escritura por el
exilio y la soledad en la que vive. De este modo, frente a su demonio, la escritura se impone
como una fatalidad: escribe porque es lo único que puede hacer.
Sumado a esto, el poeta va forjando y reforzando la idea de su esperanza en un
reconocimiento póstumo. En su condición de elegido, se sabe predestinado a triunfar,
aunque la gloria de poeta llegue tarde. Siente que su público lector se está formando, que
está naciendo. Sus lectores no serán sus contemporáneos, sino una generación todavía por
venir. Una generación futura que beberá de los cauces de su poesía, dentro de la cual se
encontrarán Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez. Expresión clara de esto es su poema
“A un poeta futuro”.
Clase 6: 7 de marzo
El exilio acentúa la soledad y la nostalgia del poeta. Vivir sin estar viviendo da
cuenta de una poética existencial de la posguerra y de una conciliación entre la realidad
envejecida y el ideal erótico. La problemática es la resurrección del deseo cuando ya nada
se espera. El poema “Ser de Sansueña” es significativo porque en él se aprecia una
bifurcación ideológica: Cernuda añora el Imperio Español. En su idealismo, esa vieja
España de esplendor es la España de la tinta. Para Cernuda la idea de patria, como tierra,
está vinculada a la idea de matria, es decir, la lengua española. Del mismo modo que
Pessoa decía “mi patria es la lengua portuguesa”, Cernuda afirmará sus raíces en el idioma.
Por este motivo cuando viaje a México, sentirá que ha vuelto a casa, porque comparte la
misma lengua. En su idealismo, Cernuda construye un mito, una patria de ensueño.
Sansueña es un topónimo legendario que se forma a partir de la desviación etimológica de
Zaragoza (Caesar Augusta), es también una tierra de musulmanes, también fonéticamente
recuerda a la palabra “sueño” y remite asimismo a una playa de Málaga. Sansueña es un
locus amoenus mediterráneo, sensual e indolente.
Cernuda se aproxima a la España del arte, a través de los cuadros, de las pinacotecas
y museos, y descubre esa gran tradición artística que durante siglos le dio el esplendor a su
patria. Esa es la España por la que Cernuda siente nostalgia. No la franquista, que no es más
que una caricatura grotesca, ni siquiera un revival de la vieja España.
Estando en México, Cernuda conoce a Salvador Alighieri, un joven boxeador del
que se enamora. Esta experiencia servirá de inspiración a Poemas para un cuerpo. Es el
rejuvenecimiento del amor. Pero también, la obsesión por el paso del tiempo. Los poemas
para un cuerpo son diálogos consigo mismo más que poemas eróticos. El amor aparece
como una experiencia a contrarreloj, amenazada por su finitud. La experiencia del amor
acaba, pero la idea del amor es eterna. El amor aquí aparece también como una afirmación
existencial y ética del poeta. Como se aprecia en “Vereda del Cuco”, es una experiencia
suprema de la vida y la fuente de todo. El amor nos sustrae del tiempo y del tedio que
comporta la vida. El amor es lamento y afirmación de la vida. Surge la necesidad de fijar y
retener la experiencia amorosa frente a la premura del tiempo. Los cuatro poemas a una
sombra constituyen la racionalización de la experiencia amorosa. Los poemas para un
cuerpo son la fijación de dicha experiencia. El amor es la juventud recobrada, pero también,
y esto es importante, es un sustituto de la patria perdida. Permite al poeta recobrar el
sentimiento de pertenencia del que ha sido privado por el exilio.
En el poema “De dónde vienes”, Cernuda desarrolla una teoría del amor. Su teoría
es que el ser amado es creado por el amor de quien lo ama. El poeta se extraña de que el
amado tenga padre y madre, pues, para él, nació con el primer encuentro: “Un puro conocer
te dio la vida”. El amado es una proyección del deseo, una criatura. Observamos la lucidez
de Cernuda: el amor es un mito, se construye día a día. Todo lo que nos desequilibra puede
ser confundido con el amor. Pero sólo la armonía es amor. Este amor armónico y unilateral
se topa con la necesidad de un cuerpo. Es necesario nombrar ese cuerpo. Es entonces
cuando se retira la máscara literaria. El poeta sella el pacto autobiográfico. El último
poema, “Un hombre con su amor”, habla de la relación asimétrica entre Cernuda y
Salvador: el viejo y el joven, el maestro y su discípulo, relación que nos remite a la paideia
griega.
Clase 7: 21 de marzo
Clase 8: 27 de marzo
Jaime Gil de Biedma nace en Barcelona en 1929 en el seno de una familia de la alta
burguesía. Inicia estudios de derecho en Barcelona y acaba licenciándose en Salamanca. Su
poesía es de tono elegíaco, y, aunque su obra no es tan extensa, es uno de los poetas que
más influye en la poesía española contemporánea.
Su obra está marcada por una declaración que hace durante una entrevista concedida
a Federico Campbell: “En mi poesía no hay más que dos temas: el paso del tiempo y yo”.
Este principio permite dividir y recorrer su obra en tres fases temáticas: Compañeros de
viaje, Moralidades y Poemas póstumos. Su obra transita desde las meditaciones sobre el
tiempo abstracto hasta las meditaciones sobre el paso de la edad, es decir, va desde lo
abstracto a lo concreto.
Esta clave de lectura permite entender su libro Las personas del verbo (1968), como
el paso a través de todas las identidades que el poeta tuvo en el transcurso del tiempo. Es
decir, se trata de una biografía imaginada que comienza con la crisis de juventud en
Compañeros de viaje (1959) y va hasta la llegada de la madurez en Moralidades. Las
personas del verbo trata sobre las personas que el autor fue en cada una de las edades. A
diferencia de lo que hacía Luis Cernuda, el desdoblamiento no se va a producir mediante la
incorporación de personajes históricos o míticos, sino mediante los pronombres. Entre
todas esas personas gramaticales, puestas al servicio de la conformación identitaria de la
voz poética, el autor reconoce su destino en su poesía y finalmente acaba encontrando su
identidad en esa persona que escribe.
En Compañeros de viaje se aprecia una preocupación de tipo existencial. El tema
central es el tiempo que lo destruye todo, pero a la vez, el tiempo es también un aliado que
revela la experiencia concreta. Este libro da cuenta de un esfuerzo acorde con la generación
a la que Gil de Biedma pertenece, que es la tarea de higienizar el lenguaje y despojarlo de
las grandes retóricas en las que estos poetas se educaron. Se trata de escribir en un lenguaje
familiar y fiel. Por eso, también se observa un rompimiento con las formas tradicionales,
las estructuras y las disposiciones estróficas. Su poesía es de carácter experimental. Los
recursos sintácticos que emplea Gil de Biedma simulan el lenguaje de alguien que está
pensando en voz alta. Emplea repeticiones, paréntesis, vacilaciones, etc.
Clase 9: 28 de marzo