Está en la página 1de 4

Admito que mi vida es fácil:

- Me levanto a las 6 de la mañana para lavarme, tratar de bañarme porque hace muchísimo frío,
cocinar mi desayuno y alistarme para salir a trabajar. Todos los días intento afeitarme para estar
presentable, y tengo que planchar mi camisa para que no se vea mal. Igualmente, elijo una
corbata que combine con mi ropa, que felizmente es escasa para no tener mucho de donde
escoger. Lo malo, es que tengo que lavarla a menudo lo que me quita parte de las noches.
- Salgo a punto de 7:30. Antes preparo mi agenda porque tengo que ir a distintos lugares. Para
ello preparo mi ruta y busco en mi celular el transporte público que me lleve a mi destino.
Muchas veces tengo que caminar algunas cuadras, porque mi destino está lejos del paradero,
pero no importa, mientras llegue entre las 8:15 y 9:15 am. Pasada esa hora, ni me molesto en
llegar a tiempo, porque sé que no me atenderán. Por eso me levanto tan temprano pues antes
no podría llegar. Cuando tengo que ir a ATE o VILLA EL SALVADOR me debo levantar a las 5 para
salir a las 6 máximo, pues mi viaje demora mínimo 2 horas. Felizmente algunos lugares están
cerca y solo demoro 1 hora en lo general.
- Me encanta ir al centro. Uno porque la sede “Alzamora” está cerca, a más o menos media hora;
y, otra porque hay mucho que hacer y, en ese lugar, tengo un nivel de cumplimiento mayor al
50%. Por lo general, en las demás sedes alcanzo a un 15%. Lo bueno que el jefe sabe de esa
dificultad, además que me aprecia muchísimo. Considera que me muevo mucho más rápido de
lo que él podría moverse. Aun así considero que no es suficiente, y es frustrante.
- A las 10, probablemente, estoy libre. Ahí puedo tomar un carro para ir a la oficina. 1 hora o 2 de
viaje y al fin sentado, porque a esa hora hay menos gente yendo a su colegio o trabajo.
Gratamente sentado, pensando en los escritos y el reporte que debo hacer al doctor. En ese
momento, tengo el agrado de conocer Lima. Es una pena que no pueda hablar con mi familia
porque por lo general no me contestan, o por lo general están molestos conmigo. Cuando no
están molestos, están ocupados y viceversa. Mi esposa es muy buena, tolerante, tiene un genio
de ángeles, acepta todos mis planes y me motiva a perseguir mis sueños; me inspira con sus
actos de bondad, tanto como su cercanía a las personas necesitadas; recibe los reclamos con
sabiduría y amabilidad, y si algo no está de acuerdo, gentilmente te lo hace saber, sin levantar la
voz o usar palabras fuertes. Debo ser yo un demonio, porque siempre está enojada conmigo.
- Si tengo suerte con el tráfico, llego a las 11. Eso me da tiempo para reportar al doctor, tomarme
un cafecito y elaborar los escritos del día. Si no tengo suerte llego a medio día. Ahí no puedo
tomarme un cafecito porque inmediatamente tengo que alistar los documentos de la tarde y
salir a mi segunda visita, entre las 4:15 y 4:45. Si llego más tarde ya no podré hacer nada. Por
eso a veces salgo a las 2 o a la 1 dependiendo del caso. Pero ya a la 1 puedo tomar un delicioso
almuerzo. Gracias al cielo esto no me cuesta porque es parte de los beneficios que el trabajo me
ofrece. Un almuerzo gratis, además de 50 soles por las gestiones y 10 por pasajes. Si un día hay
más diligencias, afortunadamente puedo llevarme más dinero a mi bolsillo, pero eso no pasa a
menudo.
- A la 1: ALMUERZO. Es un momento de relajo, sosiego y compañerismo. Converso con Mario,
Oscar y a veces con el Doctor. Hablamos de todo un poco. Soltamos el estrés, y reímos de las
cosas graciosas que pasan en la actualidad política y jurídica. Las notas de humor las pone
Mario, quien siempre tiene algo que decir, y Oscar que siempre tiene algo de que quejarse. Yo
disfruto de mi silencio y mi alimento. A veces quisiera llamar a mi hijo, pero el muchacho para
muy ocupado. A esa hora regresa del colegio así que no tiene tiempo para mí. Debe cambiarse,
comer y, bueno, otras cosas muy importantes que hacen los niños, como ver televisión y jugar
con un videojuego. Al fin y acabo, no sería una conversación muy amena pues no cuenta mucho
de su colegio. Tengo que enterarme de mi cuñada o de la misma miss, pues él tiene una
respuesta estándar para la pregunta estándar: - ¿cómo te fue? - Bien.
- 2:00pm ¡Es hora de correr! Debo buscar la ruta que me lleve a mi destino. Disfruto de un
placentero viaje mayormente parado y gozando de la acogida de mis compatriotas, pues tal
como sardinas, entramos apretados en los buses que mal que bien campean el tráfico para
llevarnos lo más rápido que pueden a nuestros destinos, siempre respetando a cuanto
transeúnte quiera subirse al bus, con la voz “¡al fondo hay sitio!”
- 5 o 6 de la tarde, llego agotado a mi oficina. Aún hay mucho por hacer: alistar la ruta para el día
siguiente, preparar los escritos que correspondan, absolver las consultas de los asesorados,
realizar informes de visita de campo y un millar de cosas por hacer. Ello me ayuda a estar
ocupado y tranquilamente superar las 7 de la noche.
- Pasada esa hora, estoy libre. Religiosamente bebo una cebada con un par de panes de palta o
alguna otra cosa. Pacientemente camino hasta mi paradero en donde debo esperar algo de 20
minutos a que llegue mi bus, el que gracias a Dios se encuentra totalmente vacío para tomar un
asiento. Escojo el del fondo para que no venga una señora a quitarme el asiento. Estiro los pies y
llamo a mi familia. Mi esposa no me contesta, así que reintento, pues debe estar ocupada.
Intento una vez más pues asumo que no escucho el teléfono. Por eso mismo, reintento en el
teléfono fijo sin suerte. Espero que me devuelvan la llamada pues seguro estaban ocupados y
nada. Ya más cansado, no es posible enojarme, sino preocuparme nada más. Ruego al cielo que
se encuentren bien, así que para estar seguro intento obtener información de mis cuñadas Jessy
y Diana. Afortunadamente se encuentran bien todos, y, sin cerrar los ojos, descanso en el bus
que poco a poco se llena hasta sobrepasar la capacidad del mismo, teniendo a personas
colgando de las puertas. Una hora después llego a mi destino, en donde me espera mi abuelita
para conversar, a la que le debo dedicar un tiempo; por lo anciana que está y porque amo
mucho a mi mamá. Ella me pide que la atienda y le engría. Si no fuera por mi mamá, yo jamás
habría valorado a una mujer. Ella siempre me dijo que las cuidara y que no podía tocarlas ni con
el pétalo de una rosa. Por ello la gente me conoce como un caballero, y creo que por eso mi
esposa se enamoró de mí. Ella también la aprecia mucho, aunque no se le acerca. Debe ser
miedo o algo más, pero sin lugar a dudas la quiere. Me obliga a visitar a mi madre cuando pasa
mucho tiempo de verla. Me dice que debo ser agradecido pues ella me llevo 9 meses en su
barriga, y podía botarme. Además, me recuerda que ella, junto a mi padre, se esforzaron hasta
el último para darme todo lo que necesitaba hasta que ya pudiera mantenerme solo. A veces me
enojo porque no me dieron cuanto deseaba, pero mi esposa me recuerda que siempre me
dieron lo que necesitaba, y no lo que quería y eso me había hecho un gran hombre como soy
ahora. Finalmente, la misma lección le daría a mi hijo, cuando él creciera.
- 10 de la noche, hora de descansar. Llega mi tía y le debo un tiempo también para conversar.
Finalmente, ella me quiere mucho y es mi madrina. En general, quiero mucho a mi familia.
Aprovecho también ese tiempo para poner a lavar ropa, acomodar mis cosas, preparar algún
escrito, estudiar un caso para el día siguiente hacer un informe oral o escrito, revisar temas que
me servirán más adelante a absolver las distintas consultas que me hacen los patrocinados, etc.
Todo ello me demora aproximadamente hasta media noche, en donde me preparo para
descansar, hasta el día siguiente a las 6 am nuevamente y tener un día tranquilo y relajado.
Es cierto, me la llevo fácil. Mi esposa la tiene peor. Ella se levanta 7 am para alistar al bb. Más bien, para
decirle que hacer porque es un niño pequeño de 4 años. Felizmente sabe vestirse, lavarse y comer solo.

Ella además le prepara el desayuno. Normalmente un desayuno sumamente difícil de preparar, que no
sé cómo hace. Yo prefería alistar un pan con jamonada, o ponerle manjar blanco a mi pan para no hacer
tanto trabajo, pero ella no hace algo tan simple. Ni que decir del complejo vaso de algo que le prepara.
Muy distinto del vaso de leche con chocolate que a mí me bastaría. Luego van caminado largas cuadras
hasta llegar a su colegio. No se compara mi trajín de caminar pequeñas cuadras limeñas, a lo que ella
hace de caminar largas cuadras Trujillanas.

Una vez dejado al bebé, cualquiera diría que ya tiene el día libre, pero nada más diferente que eso. Es
momento de lavar el servicio del desayuno y parte de la cena del día anterior; barrer toda la casa, es
decir tres áreas: una sala-consultorio, un cuarto y una cocina; trapear dicha casa religiosamente; poner a
lavar la ropa, entre otros miles de cosas que una casa obliga a hacer. Es tanto, que ella prefiere contratar
a una persona y yo le apoyo, si hubiera alguien tan valiente como ella en hacer semejante trabajo.
Luego, debe ir a su trabajo. Salir de tan acogedora habitación e ir al consultorio, al lado del cuarto, para
abrir la puerta y esperar pacientemente que llegue un paciente. No tengo idea de que hará ahí. Que
ideas tan maravillosas se le ocurrirán, en ese momento, para incrementar la cantidad de pacientes en su
consultorio. Cuál será la maravillosa fórmula que la hará ser la Odontóloga más reconocida de la zona, y
así incrementar sus ingresos para apoyarme en mi reducido presupuesto. Porque, si ella pudiera, me
diría: toma he guardado esto para ti, para que puedas pagar antes tus deudas o para que puedas
cumplir tus sueños. Si ella pudiera lo haría con mucho gusto.

Luego debe recoger al bebé. Llevarlo a comer, imagino un menú dado que creo que no cocina, y luego
hacer varias cosas. Debe ser así, pues no se realmente que hace. Desearía que estuviera descansando la
comida, hasta que den las 3 de la tarde para reabrir su consultorio, pero realmente no sé qué harán. No
sé si las tareas del bebé les quitan tanto tiempo, o si atender a un niño requiere de tanta atención.
Tampoco tengo idea si hace miles de cosas más, como lavar a sus perros, atender a sus miles de peces o
algo más. Lo único que sé es que están muy ocupados para llamarme o contestar mis llamadas,
lamentablemente.

Para concluir, es cierto que yo la tengo muy fácil. Mi día es extraordinariamente más holgado que el
suyo. Yo no tengo un menor de edad que cuidar, por ende, debo de dar muchas gracias a Dios que tengo
una esposita tan atenta y generosa que puede atender todas esas miles de tareas que yo no podría
hacer. Afortunadamente, mi vida es mucho más fácil
Por si pensaban que mis fines de semanas son siempre mejores, si lo son, pues puedo viajar a verlos.
Cuando estoy ahí soy atendido como Rey.

Luego de 10 largas horas de viaje (12 si sumamos las 2 que me llevan a veces trasladarme al terminal),
llego a mi hogar. En él, mi esposa me espera con los brazos abiertos, llena de júbilo por recibirme. Mi
hijo aún más alegre, si eso fuese posible, salta a mis brazos y me lleva al cuarto para mostrarme los
últimos juguetes que ahora tiene. El más feliz soy yo, que normalmente los invito a Huanchaquito a
almorzar un combinado, disfrutando de la deliciosa playa y jugando en la arena. Disfruto dos
maravillosos días en su compañía, siendo todo felicidad, júbilo y reencuentros. Visitamos a mi familia, a
pedido de mi siempre-maravillosa esposa. Ahí me reciben también con los brazos abiertos y nos invitan
a comer. Hablamos de todo un poco y siempre tomo el protagonismo pues les encanta oír mis aventuras
en La Gran Ciudad. Reímos juntos y la pasamos bien. En casa, con mi esposa, ella se porta como un
amor: me sirve el desayuno, cena y almuerzo y, si la dejara, hasta me bañaría de tanta felicidad de
tenerme. Siempre debo de andar con cuidado, porque pretende encerrarme en la casa para que no
vuelva a Lima, aunque finalmente me despide con un hermoso beso deseándome que todo me vaya
muy bien. Mi hijo, juega conmigo todo el día, o me muestra sus dibujos animados. Me enseña que
aprendió en el colegio, y junto a mi esposa, me hace un regalo de recibimiento. Finalmente, es un fin de
semana que me devuelve reactivado al trabajo, al que regreso con todas las energías y feliz de ver a mi
familia.

Muchas semanas no puedo ir, pues me sale muy caro. Aproximadamente gasto 200 soles en cada visita,
lo que mengua mi presupuesto bastante reducido. A veces, con suerte es menos, aunque realmente lo
gasto con muchísima felicidad.

Cuando no voy, me quedo en Lima visitando los lugares que pueden tener cosas que nos interesen como
ropa a bajo precio, electrodomésticos, entre otras cosas. Aprovecho para ordenar mi pequeño y
desordenado cuarto, lavar ropa y cocinar para no gastar. Busco algo para estudiar y descanso la semana
agotadora que tuve. Finalmente creo que me merezco un descanso.

Nada comparado al atareadísimo día de mi esposita, quien tiene que estar con el bebé todo el día y
llevarlo a cuantos cumpleaños tenga que ir. Imagino que ese día se encuentran mucho más atareados,
pues es difícil comunicarse con ellos, aunque a veces tengo más suerte que los días ordinarios. Espero
que puedan descansar, pues su semana también es agotadora, pero sólo tengo fe que su descanso sea
mucho mejor que el mío, pues están juntos y se tienen entre ellos, mientras yo disfruto únicamente de
su recuerdo.

También podría gustarte