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TIPICIDAD OBJETIVA
“El que convierte o transfiere dinero, bienes, efectos o ganancias, cuyo origen
ilícito conoce o debía presumir, con la finalidad de evitar la identificación de su
origen, su incautación o decomiso, será reprimido con pena privativa de la
libertad no menor de ocho ni mayor de quince años y con ciento veinte a
trecientos cincuenta días multa”
Dicho dispositivo tiene por fuente legal el artículo 1º del Texto Sustitutorio
concordado del 4 de junio de 2002, que elaboraron conjuntamente la Comisión
de Justicia y la Comisión de Desarrollo Alternativo y Lucha contra las Drogas y
el Lavado de Dinero.
Es de señalar, sin embargo, que no hay limitación legal para que ambos actos
criminalizados en el artículo 1º del Decreto Legislativo 1106, pueden ser
realizados por el mismo agente o por agentes distintos en momentos sucesivos.
No obstante, es menester destacar que para las exigencias de tipicidad del delito,
será suficiente que el sujeto activo realice, cuando menos, uno de los
comportamientos señalados. Sin embargo, cabe precisar que según las
tipologías conocidas del lavado de activos, así como por las características y
dinámica que adquiere este delito en sus primeras etapas de realización, resulta
ser frecuente que quien convierte también transfiera los activos de procedencia
ilícita.
La legislación peruana no excluye, pues, que el autor del delito pueda hacerlo
también aquel que intervino en la comisión del delito precedente, siempre que
ejecute actos posteriores de movilización, transformación u ocultamiento de los
activos ilícitos generados por su conducta delictiva previa. Esto último ha sido
destacado con mayor claridad por el párrafo in fine del artículo 10º que
expresamente señala: “También podrá ser considerado autor del delito y por
tanto sujeto de investigación y juzgamiento por lavado de activos, quien ejecutó
o participó en las actividades criminales generadoras del dinero, bienes, efectos
o ganancias”. La punibilidad de los actos de autolavado fue también precisa en
el fundamento jurídico 14º del Acuerdo Plenario Nº 3-2010/ CJ-116 de las Salas
Penales de la Corte Suprema del 16 de noviembre de 2010: “el legislador
peruano no excluye de la condición potencial de autor a los implicados, autores
o participes, del delito que generó el capital ilícito que es objeto de posteriores
operaciones de lavado de activos. La clásica noción de agotamiento o excluye la
configuración de un delito de lavado de activos y no es compatible con la aludida
dinámica funcional o el modus operandi de tal ilícito”. Por lo demás,
jurisprudencia reciente de la corte suprema de justicia ha ratificado plenamente
tal posición (Cfr. Ejecutoria Suprema el 15 de enero de 2013, recaída en el
Recurso de Nulidad Nº 1052-2012 de la Sala Penal Transitoria. Ver fundamentos
jurídicos cuarto E y F; y quinto). Al respecto MANJÓN CABEZA OLMEDA,
comentando igualmente la posibilidad legal en España del autoblanqueo,
destaca que en tales casos cabria sustentar la presencia de un concurso real de
delitos: “Al tipificarse ahora expresamente el autoblanqueo, el riego de negar la
posibilidad de castigo (y con ellos de concurso con el delito subyacente) parece
conjurado” (Cfr. Araceli Manjón-cabeza olmeda. Receptación y blanqueo de
capitales (arts. 301º y 302º), en comentarios a la Reforma Penal de 2010.
Francisco Javier Álvarez García- José Luis Gonzales Cussac, Tirant Lo Blanch.
Valencia. 2010, p. 345). Por lo demás, como ha destacado DIAZ-MOROTO Y
VILLAREJO, al evaluar las tendencias jurisprudenciales hispánicas al respecto,
no hay en estos casos ninguna “infracción del principio del non bis in ídem. En
definitiva, el delito de blanqueo de capitales es un delito autónomo de aquel al
que se vinculan los capitales objeto de la actividad específicamente tipificada en
el artículo 301º del código penal” (Julio Diaz-Maroto y Villarejo. La regulación
Española del blanqueo de Capitales. Política criminal y dogmático Penal de los
Delitos de Blanqueo de Capitales. IDEMSA. Lima. Mayo 2012, p. 153).
“El que adquiere, utiliza, guarda, administra, custodia, recibe, oculta o mantiene
en su poder dinero, efectos o ganancias, cuyo origen ílicito conoce o debía
presumir, con la finalidad de evitar la identificación de su origen, su incautación
o decomiso, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de ocho
ni mayor de quince años y con ciento veinte a trecientos cincuenta días de multa.
Los antecedentes nacionales de esta disposición son el texto original del artículo
1º de la Ley 27765 y el árticulo 1º del Anteproyecto elaborado por la Comision
Especial del Ministerio de justicia de 2012.
Las conductas típicas que ahora pueden ser realizadas por el sujeto activo son
solamente dos: el ocultamiento y la tenencia aunque se les describa a través
de un amplio número de acciones. En estos casos tampoco encontramos
secuenciales, pueda ejecutar ambos comportamientos típicos. Sin embargo, las
tipologías y la experiencia criminalística sobre el delito de lavado de activos
reportan siempre en esta modalidad delictiva, la intervención sucesiva e
independiente de distintos sujetos.
Los actos de ocultamiento y tenencia son, pues, aquellos que representan en la
legislación penal a la fase final del proceso del lavado de activos, esto es, la
etapa que conocemos como de integración, se trata, entonces, de conductas que
tienen lugar una vez que los activos han adquirido una ficticia apariencia de
legalidad, la que les fue gestada por los actos anteriores de conversación y
transferencia. Esta oportunidad posterior de los delitos que ahora nos toca
analizar es también destacada por VIDALES RODRIGUEZ en los términos
siguientes: “(…) el hecho de que lo que se oculte sea la naturaleza, el origen, la
ubicación, el destino, el movimiento o derechos sobre los bienes o la propiedad
de los mismo, nos hace pensar que la conversión, transmisión o adquisición de
estos bienes ha tenido lugar en un momento anterior a la realización de esta
conducta y, de este modo, de lo que se trata ahora es, precisamente, de ocultar
o encubrir la previa situación de unos bienes por otros…” (Cfr. Catalina Vidales
Rodríguez. Los delitos de receptación y legitimación de capitales en el código
Penal de 1995. Tirant Lo Blanch. Valencia. 1997, p. 106).
UTILIZAR: Involucra toda forma de uso directo o indirecto de los bienes lavado.
En estos casos el agente usufructúa el bien cuyo dominio o propiedad
corresponde a un tercero. Como precisa André Luis CALLEGARI, al referirse a
la legislación brasileña, “La utilización es el aprovechamiento, la aplicación o
empleo” de los bienes, derechos y valores” (André Luis Callegari. Lavado de
Activos. Ob. Cit., p. 78)
GUARDAR: Se alude con este Verbo típico a típico a todo acto externo dirigido
a brindar protección física a los activos “legitimados”. El autor del delito crea o
provee de condiciones materiales adecuadas para la conservación de la calidad
y cantidad de tales bienes. Según GÁLVEZ VILLEGAS, “En el caso del delito en
análisis, guardar, implica cuidar o vigilar los bienes, dinero, efectos o ganancias,
ocultándolos de la identificación por la autoridad, de la pesquisa o de las
averiguaciones que las autoridades realicen sobre ellos; aun cuando en algunos
casos no necesariamente implique vigilancia sino únicamente su ubicación en
un lugar seguro” (Cfr. Thomás Aladino Gálvez Villegas. El delito de lavado de
activos. 2ª. Edición. Ob. Cit., p.125). Para nosotros se trataría, más bien, de actos
de tenencia y no de ocultamiento, ya que el agente puede guardar los bienes sin
necesidad de ocultarlos. En el derecho Colombiano se utiliza una expresión más
ideográfica: resguardar, que los juristas de ese país interpretan como cautelar o
prevenir un posible daño sobre los bienes (Cfr. Hernando Hernández Quintero.
El lavado de Activos. Ob. Cit. P. 90).
Custodiar: Este verbo rector alude estrictamente a actos de vigilancia sobre los
bienes que si pueden encontrase ocultos. Se trata, como bien anota SALAZAR
SÁNCHEZ de prácticas de resguardo y tutela sobre los bienes, ganancias o
efectos (Cfr. Nelson Salazar Sánchez. Los delitos de lavado de activos en la
Legislación peruana. Ob. Cit., p.345 y ss.) el agente no ejerce sobre ellos dominio
ni posesión, sin embargo, sus actos de custodia pueden estar funcionalmente
orientados a preservar materialmente el goce de tales derechos para terceros.
En la doctrina nacional BRAMONT-ARIAS TORRES plantea una interpretación
diferente, considerando que la custodia representa en realidad una expresión
sinónima a la de guardar e incluso mantener en su poder. Para este autor todas
estas fórmulas lingüísticas buscan expresar “variaciones respecto a la posesión
del bien” (Cfr. Luis Alberto Bramont-Arias Torres. Algunas precisiones referentes
a la Ley Penal contra el lavado de activos. Ob. Cit., p. 524).
Cabe señalar que para la tipicidad del delito bastará con que el sujeto activo
realice, cuando menos, unos de los ocho comportamientos que hemos
mencionado. Por tanto, si bien todas las conductas ilícitas se conectan con una
misma finalidad delictiva, la ley les concede autonomía operativa, a la vez que
las coloca en una posición de plena alternatividad para la realización típica. No
obstante, aquí también es de tener en cuenta que conforme a las tipologías
conocidas del lavado de activos, es común que en la etapa de integración el
agente se vea relacionado con más de una de las opciones de ocultamiento y
tenencia de han sido descritas, lo que, según los casos, y conforme a nuestra
legislación penal, podría dar lugar a un delito continuado o a supuestos de
concurso real homogéneo de delitos. De ocurrir ello deberán aplicarse las reglas
de determinación de la pena correspondiente (Cfr. Artículos 49º y 50º del código
Penal)
“El que transporta o traslada dentro del territorio nacional dinero o título valores
cuyo origen ilícito conoce o debía presumir, con la finalidad de evitar la
identificación de su origen, su incautación o decomiso; o hace ingresar o salir del
país tales bienes con igual finalidad, será reprimido con ciento veinte a
trescientos cincuenta días multa”
Cabe agregar que esta importante disposición penal ha sido acompañada de
una mejor regulación interna relativa al tránsito de divisas e instrumentos
negociables, la cual se ha formalizado con la modificación de la Sexta disposición
Complementaria, transitoria y final de la Ley 28306, también reformada por la
cuarta de las disposiciones complementarias modificatorias del propio decreto
legislativo 10. Esta compleja y extensa disposición señala en su numeral 6.4 lo
siguiente: “La no acreditación del origen lícito del dinero o de los instrumentos
financieros negociables emitidos al portador en el blazo establecido – 72 horas
desde que fueron retenidos por haber infraccionado el régimen de control
respectivo- se considera indicio de la comisión del delito de lavado de
activos, sin perjuicio de la presunta comisión de otros delitos. En estos casos,
la unidad de inteligencia financiera del Perú informará al Ministerio Publico para
que proceda conforme a sus atribuciones”.
Ahora bien, los artículos 1º,2º y 3º del Decreto Legislativo 1106, consignan
en su redacción como objetos de los actos criminalizados en ellos al dinero,
bienes efectos o ganancias. Otros sistemas jurídicos introducen expresiones
similares. Ese es el caso del derecho brasileño que se refiere a “bens, direitos
ou valores” (Cfr. Artículo 1º de la Lei 9.613 de 1998) y de la legislación
mexicana que alude a “Derechos o bienes de cualquier naturaleza” (Cfr.
Artículo 400 bis del código Penal). Al respecto, André Luis CALLEGARI
refiriéndose a las normas de su país precisa: “Para la doctrina que ha
trasladado el tema, el objeto material en el delito de blanqueo de bienes
previstos en la ley brasileña son los bienes, derechos y valores que sean
productos de los crímenes antecedentes previstos en la ley” (André Luis
Callegari. Lavado de Activos. Ob. Cit., p. 173).
1. Los bienes que son producto inmediato del delito aquellos fuente o
precedente, los cuales serán objeto de acción en los delitos de conversión
o actos de colocación.
2. Los que son bienes transformados y que serán aquellos resultantes de
prácticas de intercalación, siendo estos el objeto de acción propio de
delitos de transferencia.
3. Los bienes mezclados que son los que han fusionado bienes lícitos más
bienes derivados de fuente ilícita. Estos bienes se constituyen en el objeto
de acción d los delitos de ocultamiento y tenencia a través de actos de
integración.
“Será reprimido con prisión de tres (3) a diez (10) años y multa de dos (2) a
diez veces (10) del monto de la operación, el que convirtiere, transfiere,
administrare, vendiere, gravare, disimulare o de cualquier otro modo pusiere
en el mercado, bienes provenientes de un ilícito penal, con la consecuencia
posible de que los bienes originarios o los subrogantes adquieran la
apariencia de un origen lícito y siempre que su valor supere la suma de pesos
trescientos mil ($300.000), sea en un solo acto o por la reiteración de hechos
diversos vinculados entre sí”.
TIPICIDAD SUBJETIVA
El dolo con el cual actúa el agente puede ser directo o eventual. Además, al
realizar, la conversión, transferencia, ocultamiento, tenencia, transporte,
traslado, ingreso o egreso del país de dinero o bienes ilegales, el sujeto activo
conoce o debía presumir que estos tienen un origen ilícito. La ley exige,
pues, que, cuando menos, el agente haya debido inferir de las circunstancias
concretas del caso que las operaciones que realiza o en las que se ve
involucrado, se ejecutan con el producto o con las ganancias de las
actividades criminales. Cabe señalar que en la actualidad esta forma de
identificar el contenido del dolo es muy común en el derecho comparado (Cfr.
Kai Ambos. Internacionalización del Derecho Penal: El Ejemplo del “Lavado
de Dinero”. Ob. Cit., p372 y ss.). Por lo demás, el propio párrafo segundo del
artículo 10º del Decreto Legislativo 1106 hace expresa alusión a ello en los
siguientes términos: “El conocimiento del origen ilícito que tiene o que debía
presumir el agente de los delitos que contemplan el presente Decreto
Legislativo, corresponde a actividades criminales como los delitos de minería
ilegal, el tráfico ilícito de drogas, el terrorismo, los delitos contra la
administración pública, el secuestro, el proxenetismo, la trata de personas, el
tráfico de armas, tráfico ilícito de migrantes, delitos tributarios, la extorsión, el
robo, los delitos aduaneros o cualquier otro con capacidad de generar
ganancias ilegales, con excepción de los actos contempladas en el artículo
194º del código Penal.
El origen ilícito que conoce o debía presumir el agente del delito podrá
inferirse de los indicios concurrentes en cada caso”. Al respecto GARCÍA
CAVERO estima que “resulta suficiente reconocer que los activos proceden,
en general de una actuación delictiva” (Percy García Cavero. Dos cuestiones
problemáticas del dleito de Lavado de Activos. El delito previo y la cláusula
de Aislamiento. Ob. Cit. P.429). Sin embargo, no compartimos las deudas y
propuestas dogmáticas que formula el citado autor en torno a que la
expresión debía presumir sería posible admitir una regulación culposa de
las prácticas de lavado de activos tipificadas en el Decreto Legislativo 1106.
Sobre este aspecto, basta con recordar que dicha expresión ha tenido y tiene
nuestra legislación, doctrina y jurisprudencia; un claro significado histórico y
tradicional alusivo al dolo eventual. En efecto, se trata de la misma expresión
que utilizó el legislador nacional en la redacción del componente subjetivo del
clásico delito doloso de receptación patrimonial, primero en el código
Penal de 1924 (Cfr. Art.243º) y luego en el Código de 1991 (Cfr. Art. 1994º).
Los delitos tipificados por el Decreto Legislativo 1106 son delitos de peligro
abstracto y por ende de pura actividad. Ellos ya no demandan, como en el
caso de su regulación en la Ley 27765 luego de las modificaciones que
introdujo el Decreto Legislativo 986, un resultado material y objetivamente
verificable, a la vez que diferente de la acción ejecutada por el agente. Por
consiguiente, ahora las distintas modalidades de conversión, transferencia,
traslado, ingreso o egreso del país de activos de origen ilícito, descritas en
los artículos 1º y 3º del Decreto Legislativo 1106 constituyen delitos de
consumación instantánea, los cuales se perfeccionan con la mera
realización de cualquiera de las conductas tipificadas.