Reicher (1996a, como se citó en Herrera y Reicher, 2007) expone un caso ocurrido en Londres en el puente de Westminster, lugar en que se enfrentaron policías y estudiantes que marchaban hacia el palacio de Westminster para protestar por las nuevas políticas de financiamiento en la educación superior que intentaba instaurar el gobierno. Al principio del enfrentamiento, solamente eran los estudiantes de extrema izquierda quienes se mostraban en actitud conflictiva con los policías, mientras que la gran mayoría de estudiantes no perseguían la confrontación, pues se consideraban ciudadanos responsables que actuaban legítimamente y que el rol de la policía era mantener el orden público.
Desde los postulados de Kohlberg (1992, citado en Linde, 2010), la acción
del individuo estaría mediada por su juicio de lo correcto. La hipótesis del autor se resume en las palabras de Linde (2010): “es más probable que los sujetos de estadios más altos actúen en consecuencia porque su juicio de responsabilidad tiende a ser consistente con su elección de deber” (p.35).
De lo anterior, independiente del estadio del desarrollo moral en que se
encontraran los estudiantes, cabe suponer que tanto los estudiantes que buscaban la confrontación como los que no, actuarían de acuerdo con su convicción de lo correcto: sólo algunos confrontarían a la policía y la gran mayoría se mantendría sin enfrentarlos. Sin embargo, lo cierto es que todos los estudiantes terminaron confrontándose con la policía (Reicher, 1996a, como se citó en Herrera y Reicher, 2007). ¿Qué fue lo que sucedió aquí?
A raíz del anterior desajuste teórico con lo empírico, el presente ensayo
tendrá por objetivo criticar la teoría de Kohlberg respecto a que la moral guía el comportamiento de las personas, pues se hipotetiza que el actuar de la gente estaría, en realidad, mediado por el grupo y contexto. Para ello será empleada la explicación del caso de Westminster hecha en Herrera y Reicher (2007) a través de los postulados sobre la construcción de las categorías sociales en la conducta colectiva. Turner, Hogg, Oakes, Reicher y Wetherell (1987, como se cita en Herrera y Reicher, 2007) plantean que la manera que nos categorizamos a nosotros y los demás (categorías sociales) está determinada por las relaciones sociales que se producen en el contexto social. Estas reflejarían la realidad social, por ser el resultado de la interacción entre el perceptor y el medio social. O sea, definimos a las personas como miembros de un grupo porque se comportan de acuerdo con las características de ese grupo.
Los trabajos de Reicher plantean que estas categorías sociales no son
rígidas, sino que se construyen de manera activa para crear categorías sociales. Una serie de estudios experimentales del autor y sus colaboradores muestran que dependiendo de la categoría social saliente las normas adheridas por las personas cambian en concordancia con ella y, por otro lado, habría una relación clara entre la identidad social construida por los participantes y los límites de las acciones que llevan a cabo los miembros de la multitud (Reicher, 1984; Reicher y Levine, 1994; Reicher, Levine y Gordijn, 1998; Reicher, 1982, 1984, 1987, 1996ª, como se citó en Herrera y Reicher, 2007). De esta forma, en análisis del comportamiento de los estudiantes en el caso expuesto al comienzo del ensayo, vendría de la transformación activa de las categorías en las que se incluyen los estudiantes tomando en cuenta el desarrollo de la relación entre policías y estudiantes. Reicher y Herrera (2007) hacen el análisis del caso de la siguiente forma: Los policías categorizaron a todos los estudiantes como una masa homogénea percibida como peligrosa que atenta con el orden público, por lo que bloquearon a los estudiantes indiscriminadamente. Esto hizo que los estudiantes recategorizaran a la policía, pasando de una percepción legítima a una ilegítima, por lo que su pasividad ante ellos se convirtió en agresión, comenzándose a considerar dentro de una categoría común a los estudiantes que buscaban la confrontación desde el principio. De ese análisis es que podría decirse que el desarrollo moral de la persona no media su comportamiento, al menos en cuanto a comportamiento grupal, sino que depende de la redefinición de las categorías en un momento de interacción social de grupo. Bien es cierto que desde Kohlberg podría criticarse que ese cambio de actitud se debe a que los individuos estarían en el estadio 6 del desarrollo moral, en el cual los individuos son capaces de guiarse por sus propios principios (1992, citado en Linde, 2010), pero esto implica un grado de razonamiento elaborado, y en las circunstancias sociales descritas en el caso no podríamos aseverar que ese tipo de procesamiento sea posible de realizar. Para finalizar, si bien se sostiene que la reflexión moral no mediaría el comportamiento en situaciones en que se esté en una dinámica grupal, quizás valdría la pena pensar si acaso la moral de los individuos, entendida como sus creencias, influye en la categorización y recategorización en estas dinámicas, pero habría que tratarse en otro ensayo. Referencias.
Herrera, M. & Reicher, S. (2007). Capítulo 6. Categorización social y construcción
de las categorías sociales. En J. F. Morales, E. Gaviria, M. C. Moya & I. Cuadrado (Coords.) Psicología social (pp. 169-194). Madrid: McGraw-Hill.
Linde, A. (2010). Síntesis y valoración de la teoría sobre el desarrollo moral de