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El Leísmo y El Laísmo PDF
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Università di Firenze
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Como es bien sabido, leísmo y laísmo son fenómenos presentes fundamen-
talmente en Castilla-León, Santander, parte de la Rioja, Madrid y Castilla-La
Mancha. Pero también se ha señalado el avance de un tipo de leísmo (leísmo de
cortesía) en Las Canarias. Véanse, entre otros, los estudios específicos de Francis-
co García González, El leísmo en Santander, en Estudios ofrecidos a Emilio Alar-
eos Llorach, III, Oviedo, 1978, pp. 87-101; Miguel Martínez Martín, Datos sobre el
leísmo y el laísmo de persona en el habla de la ciudad de Burgos, en «Epos», I,
Madrid, 1984, pp. 159-176; Francisco Moreno Fernández y otros, Anotaciones
sobre el leísmo, el laísmo y el loísmo en la provincia de Madrid, en «Epos», IV,
Madrid, 1988, pp. 101-122; Antonio Lorenzo Ramos, Algunos datos sobre el leísmo
en el español de Canarias, en / Simposio Internacional de Lengua Española, Las
Palmas, Ediciones del Excelentísimo Cabildo Insular de Gran Canaria, 1981, pp.
175-180; y, sobre Valladolid, Flora Klein-Andréu, Distintos sistemas de empleo de
«le», «la», «lo». Perspectiva sincrónica, diacrònica y sociolingüística, en «Thesa-
urus», XXXVI, 2, 1981, pp. 284-297.
2
Rafael Lapesa, Sobre los orígenes y evolución del leísmo, laísmo y loísmo,
en «FestschriftWalther von Wartburg», I, Tübingen, Max Niemeyer, 1968, p. 524.
3
Rafael Lapesa, Historia de la lengua española, Madrid, Gredos, 19849, p.
406.
4
Recordemos que la norma académica rechazó el laísmo en 1796 y el loísmo
en 1874.
8
En las Obras completas se han corregido los casos de laísmo.
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Lucia Etxebarria (Nosotras que no somos como las demás, Barcelona, Des-
tino, 2000, p. 22) agradece la colaboración de «Pedro Villora por corregir mis laís-
mos y mis leísmos y mis redundancias». Y también Delibes ha recurrido a un co-
lega para estos menesteres. Todo ello nos hace ser conscientes de la importancia
de terceros en las publicaciones, sea por petición propia del autor, sea por inter-
vención de las editoriales y los correctores de pruebas. De todos modos, como cu-
riosidad citamos a otros escritores y poetas leístas contemporáneos: Galdós, Valle-
Inclán, Benavente, Gómez de la Serna, Guillen, Rosa Chacel, Ray Loriga y José
Ángel Mañas, entre tantos otros; laístas, por su parte, son Arniches, Pereda y
Baroja.
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Morfológicas: la homonimia entre el masculino y el neutro, y la analogía
con otros esquemas como el del artículo, el de los pronombres me te y el de los de-
mostrativos. Al no darse la homonimia en el plural, este tipo de leísmo tiene me-
nor vigencia (de hecho, los leístas de singular pueden no serlo de plural o alternar
el uso leísta con el etimológico), aunque no se puede negar que puede resultar ca-
prichosa la tolerancia frente a uno y la condena del otro. Sintácticas: se refieren
por un lado al verbo y por otro a la preposición a. En el primer caso, hay que tener
en cuenta la dificultad de detectar la tipología de algunos verbos (su ser transi-
tivos o intransitivos); además, el hecho de que algunos verbos transitivos puedan
aparecer sin el objeto directo especificado complica el asunto; también hay verbos
que admiten construcciones con objeto directo de persona y de cosa, y otros verbos
transitivos que cuentan con una versión sinónima donde aparece un acusativo que
corresponde al significado del primero (p.ej. aburrir a alguien/causar aburrimiento
a alguien). La preposición a crea confusión en los hablantes por varias razones:
primero, aparece en los denominados acusativos de persona, haciendo difícil su
diferenciación respecto del dativo, sobre todo en ciertos contextos sintácticos;
además, puede aparecer en otros casos para eliminar la ambigüedad entre sujeto y
objeto directo, y entre objeto directo e indirecto; también es necesaria con el artí-
culo y por motivos semánticos. Por consiguiente, la variedad de situaciones en las
que puede concurrir dificulta la identificación de la función gramatical del tipo de
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GCI, p. 179.
20
MI, p . 128.
21
I P S , p . IX; N G , p . 206.
22
Libro de referencia gramatical 2, del Curso Planet@, p. 34 (indicando: «en
España»); GEE, p. I l i ; NG, p. 206; DLL, p. 170.
23
AP, p. 201; GELE, p. 53.
24
GS, p. 234; GEI, p. 73.
25
A P , p . 2 0 1 ; GS, p . 230; M E C , p . 5 3 .
26
Uso elemental, p. 127; Libro de referencia gramatical 2, p. 34 (indicando
«en España»).
27
Rafael Lapesa, Sobre los orígenes..., cit., pp. 539-540, 541, 544.
28
Uso (el nivel elemental, respecto a los dos sucesivos); Planet® en sus dis-
tintos volúmenes.
Introduzione alla sociolinguistica, Turín, Loescher Editore, pp. 82-85. No hay que
olvidar que Madrid es también el principal centro de producción de series televi-
sivas protagonizadas por jóvenes y dirigidas a un público nacional fundamental-
mente juvenil, en las que se transmite un modelo de comportamiento en el que el
lenguaje tiene una importancia evidente. No podemos ocuparnos en estas páginas
del estudio del leísmo en las series televisivas dirigidas a un público juvenil, aun-
que es indudable que los resultados completarían el cuadro general del leís-
mo/laísmo de persona entre dicho sector de la población española. También resul-
taría de interés un control sistemático del fenómeno en los telediarios y en las lec-
turas de los jóvenes.
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Sólo en una ocasión no se cumple la equivalencia de que el laísta es tam-
bién leísta, lo cual resulta aún más sorprendente al tratarse de un caso con ele-
vado índice de laísmo (nada menos que el 75%). Dicho informante, en las pregun-
tas generales, es leísta mase. sing. sólo un par de veces, y nunca de plural, pero en
el apartado dedicado a la creencia de uso y corrección afirma que el leísmo es co-
rrecto. Por tanto, tal vez se deba deducir que sí es leísta, pero que se ha autoco-
rregido.
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Véase al respecto, Irene Lozano Domingo, Lenguaje femenino, lenguaje
masculino. ¿Condiciona nuestro sexo la forma de hablar?, Madrid, Minerva, 1995,
pp. 265-278.
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Los dos grupos de Ciencias Naturales del 2o año alcanzan el 100% de
casos de leísmo masculino singular, con cifras menores pero siempre considerables
de leísmo plural (88,8% y 72,2% respectivamente); el menor número de ocurren-
cias de leísmo singular (93,3%), aun siendo muy alto, lo tiene Humanidades (curso
donde predominan las mujeres), que ocupa también el segundo lugar en las
muestras de leísmo plural (76,6%) y el penúltimo puesto en el índice de laísmo
(26,6%); la incidencia más baja del leísmo plural aparece en Tecnología (47,8%), y
la más reducida de laísmo en el grupo B de segundo de Ciencias Naturales (tan
sólo un 11,1%), seguida por los casi idénticos 26,6% y 27,7% de Humanidades y
2°A de Ciencias, respectivamente, para llegar a los puestos más altos de I o de
Ciencias (30,7%) y Tecnología (34,7%). Es entonces la clase de Tecnología (donde
abundan los hombres) la que ostenta dos récords a la inversa: el nivel más bajo de
leísmo plural y el más elevado de laísmo.
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Dado que este grupo realizó el cuestionario el segundo día de las pruebas
(otros dos cursos de Ciencias ya lo habían hecho el día anterior), se podría hipo-
tizar la posibilidad de que hubiesen consultado el uso de los pronombres, sobre to-
do porque se trata de estudiantes de la rama de Humanidades, donde tal vez se
pueda presumir a priori una tendencia mayor hacia la norma. Sin embargo, el
curso de Tecnología lo hizo el mismo día y eso no ha influido en sus resultados, y
lo mismo se puede decir del último grupo de Ciencias (2o A) que lo rellenó el día
18, con todo el fin de semana de por medio.
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La óptica panhispánica subyacente en el Esbozo de 1973 (donde se
recomienda el uso puramente etimológico) puede haber frenado, nuevamente, la
eventual consolidación del sistema pronominal átono propio del centro-norte
peninsular. A los hablantes de generaciones venideras la última palabra, que, en
última instancia, estará determinada por razones de prestigio de indudable y
mudable carácter extralingüístico.