Carta de un escritor añejado en crisis algún futuro
incierto
Y te proclame como arte, como nunca nadie lo había hecho;
Dándome cuenta un poco tarde que no era el único expectante cautivado por aquella misma obra de arte Al despertar ¿Qué siento al despertar? Si no, un silencio abrumador acompañado de un cielo hermosamente irónico para estos tiempos de sufrimiento ¿Y que veo al verme al espejo? Aparte de un rostro hinchado, ojeras grandes ojeras producto del trabajo, un torso donde el protagonista son aquellas costillas que sobresalen por estar bajo peso, el mismo causado por estrés; Al encender cualquier medio para comunicación lo primero que escucho son verbos lanzados a diestra y siniestra de un ser, el cual ha perdido el respeto de su pueblo, casi como un mal chiste de lo que el representa. Con el teléfono lleno de notificaciones de un jefe poco empático, y alguna que otra de personas que dejan mucho que desear; hay una que se destaca; Un mensaje de buenos días particular: Era ella.
Pero antes de seguir, me tengo que presentar; Solo soy
alguien promedio, con calificaciones promedio, con una estatura promedio, con un color exuberantemente parecido al café, voz un poco gruesa y poco mas. Al ver aquel mensaje una mezcla entre un calor nostálgico y una felicidad prematura llegan a mi y allí, en ese pequeño momento empieza el día para mi, termino de trabajar y lo único que veo en la pantalla es el reflejo de un ser aterrado, por la incertidumbre de lo que pasara con el, ojos que perdieron el brillo, sonrisa que perdió la gracia; viendo una herramienta de frente a frente; es su única motivación, lo único que ve y le impulsa a seguir adelante. Mismo ser, que al terminar de laborar en su mañana; solo se tira en su cama, a escuchar algún cool jazz con la ambientación de un sol recién despierto y aves felices, un calor ambiental húmedo, que lo obliga a tener que cambiar de actividad, y así transcurre el día; como un circulo viciosos todo se repite y vuelve a repetirse, llega el mediodía con un sol mas brillante en el punto mas álgido del cielo, siempre expectante; toca salir, toca cumplir responsabilidades; el camino que tomo es el menos transitado un camino de tierra sin sombra alguna con un puente entremedio; donde aquel silencio y aquella tranquilidad potencian la voz de mis pensamientos y por cada paso, cada decisión dentro de mi es tomada, con cada paso, cada recuerdo ajeno a mi felicidad es borrado, personas olvidadas, momentos desechados, algunas fantasías imaginadas, como una sonrisa, no mía, pero si de aquel ser querido, aquella sonrisa abalanzada contra mi; como un recuerdo bonito, un recuerdo que todavía no ha sucedido y en ese momento me doy cuenta que al pensar en ella, el tiempo se detiene, mis pasos se vuelven mas lentos; como si de un momento a otro todo se volviera etéreo. Pero ¿Quién es ella? Una chica, con la piel tostada, hombros que brillan con el sol, ojos achinados, un cabello ondulado, sonrisa prominente, una voz seca, como aquella que proviene de un ser inundado de sabiduría y un acento que marca cada compas como ningún otro, lo mejor de todo, es que no es un delirio de escritor, lo mejor de todo es que existe, existe en mis madrugadas, en mis noches, en mis alboradas, tiene vida, tiene aquel brillo en los ojos que he perdido y cuanto lucho para que lo mantenga, para que no se vire a mi dirección y se transforme en una herramienta, en un rostro sin gracia, en un verbo sin contexto. Y al pasar por todo esto, cuando el sol se oculta; donde ninguna luz brilla por negligencia de seres con una capacidad mental que se ha acostumbrado al poder y el dinero; allí en ese momento, canciones que me recuerdan a ti vienen a mi, como si un mensaje de aquellas estrellas que nunca antes hemos visto de esa manera llegara a mi. Las canto, las compongo de nuevo en mi mente, esperando un nuevo amanecer, con un cielo siniestro; esperando verte de nuevo al despertar y al dormir, que me despiertes con tu piel café que seas mi felicidad de nuevo.