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El Plan para Bogotá se compone de dos instrumentos: El Plan Director o Plan Piloto –como se le denominó
localmente- y el Plan Regulador. El primero –realizado por Le Corbusier- delimitaba el perímetro urbano, la
zonificación y el sistema vial y su clasificación, a manera de guía para regular el crecimiento de la ciudad y de
base para elaborar el Plan Regulador. El Plan Regulador, a cargo de Sert y Wiener, a través de la Town
Planning Associates –TPA- y asesorado por Le Cobusier, consistía en un estudio de detalle basado en el
anterior, que definiría los sistemas de utilización de las zonas en las que se dividió la ciudad, el régimen de
alturas y normas para la edificación, las densidades de población, los perfiles, secciones transversales,
intersecciones, estacionamientos, iluminaciones y arborizaciones de las vías, la planificación de los servicios
públicos, la forma como deben ejecutarse los abastecimientos y en general todos los aspectos que deben
tenerse en cuenta para el buen desarrollo de la ciudad. Es decir, Le Corbusier definió el modelo de ciudad y
las cuestiones relacionadas con la estructura urbana, el centro cívico, tipologías de vivienda, al igual que la
zonificación, mientras que Sert y Wiener la forma de la edificación y de los sistemas estructurantes, así como
las herramientas de gestión.
El Plan Regulador nunca llegó a ser una norma oficial, a diferencia del Plan Piloto que fue legalizado con el
Decreto 185 de 1951. Sin embargo, no llegó a aplicarse por varios motivos de índole política y técnica. Uno de
ellos fue la dictadura que asumió el poder desde el año siguiente de la finalización del Plan hasta 1958. El
gobierno militar ejecutó una serie de proyectos de equipamiento e infraestructura pública, cuya ubicación y
trazado no respondían ni al Plan Piloto o algún nuevo plan general, pero que influyeron notablemente en la
estructuración de una nueva ciudad totalmente diferente a la anteriormente proyectada (Cortés 1995). Otro
factor que afectó su aplicación fue la fuerte ola migratoria iniciada a principios de los años 50, como
consecuencia de la cruda violencia generalizada en las zonas rurales. Ello impidió el control ordenado del
crecimiento y desbordó las proyecciones del Plan, lo cual repercutió negativamente en las posibilidades
prácticas de materializarlo. Pero también la crisis del Movimiento Moderno en general y la decadencia de los
planteamientos de Le Corbusier en particular, contribuyeron a diezmar el interés técnico sobre los posibles
aportes o virtudes instrumentales.
Estas circunstancias llevaron a que se formulara un nuevo Plan Piloto Distrital a comienzos de los años 60,
cuando se restablece el gobierno democrático. Este nuevo instrumento retoma algunas de las teorías y los
instrumentos del Urbanismo Moderno a la nueva realidad urbana, y abandona por inapropiado el Plan de los
años 50 (Dávila, 2000). A finales de los años 60, el planeamiento físico es desplazado por la panificación
económica, abandonando así la idea de un proyecto de ciudad ligado la forma urbana. Esta circunstancia se
extiende hasta el año 2000, cuando se retoma el planeamiento físico mediante el Plan de Ordenamiento
Territorial.
El personaje más influyente en la planificación de Bogotá durante la primera mitad del siglo XX fue Karl
Brunner. Su sensatez disciplinar y profesional contribuyó a entender e incorporar las características propias
del lugar para plantear un urbanismo nuevo y consonante con la ciudad existente, aportando nuevos
instrumentos para definir la construcción de la ciudad. Entre ellos, están una serie de proyectos urbanos
conmemorativos de los 400 años de la fundación de Bogotá, un plan vial del centro denominado Plan
Regulador, el diseño y desarrollo de varios nuevos barrios de extensión de la ciudad y la publicación del
Manual de Urbanismo. Los trabajos de Brunner, aunque no llegaron a constituir un plan integral de la ciudad
deseada, sino por partes, contribuyeron al desarrollo de muchos de los barrios bogotanos, así como a la
divulgación y discusión profesional y académica sobre el urbanismo de vanguardia en Europa. Otro actor
importante en el desarrollo de instrumentos novedosos de proyectación urbana fue Leopoldo Rother. Con la
elaboración y construcción del Plan Maestro de la Universidad Nacional sentó el precedente en la
proyectación urbana con la concreción de una imagen que correspondió a un concepto estructural previo.
También su labor de docencia y su ejercicio de la arquitectura fueron importantes para la construcción del
saber hacer local.
El convento actual es un importante santuario. Allí descansa una imagen de Cristo, la cual es objeto de
veneración y peregrinaje, El Señor Caído De Monserrate, que hace referencia a uno de las etapas del Viacrucis.
La imagen fue esculpida en 1656 por Pedro de Lugo y Albarracín.
Desde la plataforma junto a la iglesia se puede apreciar una espectacular vista panorámica de la ciudad de
Bogotá y sus alrededores. Durante amaneceres despejados es posible observar desde allí el Parque Nacional
Natural Los Nevados ubicado a más de 300 km de distancia hacia el occidente sobre la Cordillera Central de
Los Andes. Detrás de la iglesia existe una réplica de una calle bogotana del año 1887 con tiendas, bancas y
fuentes. El ascenso al cerro se puede hacer a pie por un antiguo camino empedrado(una persona en promedio se
puede gastar 50 minutos en subir el cerro), por teleférico (construido en 1955) o por tren funicular (construido
en 1929 y actualizado en 2003). Una vez arriba se puede disfrutar de la panoramica de la ciudad. Las personas
que tengan problemas de tension se les recomienda no subir, dado la altitud que se alcanza en la cima, sin contar
la misma altura a la que se halla la Ciudad de Bogotá el occidente.
Los cerros orientales han servido de marco a la ciudad y han determinado la dirección de su crecimiento
urbanístico, inicialmente de sur a norte, paralelo a la línea montañosa y más recientemente hacia