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“Nos encontramos en la cancha”

El fútbol como herramienta de resistencia de la clase obrera


1
Pérez Álvarez, Gonzalo
UNP/CONICET. Mail: gonzaloperezalvarez@yahoo.com

Introducción
En este artículo pretendemos rastrear una de las formas que toma la resistencia
obrera a la última dictadura militar en Argentina. Distintos autores han trabajado la
temática de los mecanismos de resistencia obrera durante esta etapa de la historia
reciente de Argentina: así se han observado el trabajo a desgano, el trabajo “con
tristeza”, los sabotajes, los chistes y bromas contra los jefes, los volantes anónimos, etc.
En este sentido son claves los trabajos de Pablo Pozzi2, Alejandro Schneider3, Marisa
Gallego4, y todo un conjunto de investigaciones que han mostrado cómo durante la
dictadura la clase obrera continúo desarrollando prácticas constantes de resistencia y
oposición. A través de formas ocultas, difíciles de observar y que no quedan registradas
en casi ninguna fuente escrita ni oficial, los obreros siguieron desafiando lo que aparecía
como un poder omnipotente.
Son esas prácticas las que permitieron mantener viva la cultura obrera y la fuerte
tradición de lucha sindical y política de la clase obrera argentina, aún frente a la terrible
represión sufrida que, como es sabido, se descargó especialmente sobre los trabajadores
que eran militantes políticos y sindicales.
Esta búsqueda de las formas más ocultas y profundas de resistencia ha sido clave
para comprender cómo se desarrolló la dictadura y, sobre todo, para rastrear las
estructuras íntimas de costumbres y tradiciones populares que consiguen mantener viva
la experiencia obrera. En cambio la mirada superficial se quedaba en el registro de que
casi no aparecían huelgas, marchas o acciones visibles y tradicionales del movimiento
obrero, y por eso suponían que la clase obrera no había sido un factor de oposición a la
dictadura, cumpliendo, según esa perspectiva, un papel casi cómplice o al menos
pasivo5.
Para completar este proceso de recuperación de la experiencia de resistencia obrera
durante la última dictadura, debemos avanzar en la investigación sobre los espacios de
encuentro que los obreros supieron recrear por fuera de los lugares de trabajo, como
ámbitos para poder hablar y discutir, escapando en cierta medida de los rígidos
controles del poder. Consideramos que el desarrollo de esos ámbitos de encuentro era la

1
El autor es docente de Historia en la Universidad Nacional de la Patagonia y se encuentra realizando el
doctorado en Historia en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad
Nacional de La Plata con el proyecto “Cambios en la estructura economica social y conflictos sociales en
el noreste del Chubut 1989-2005”, gracias a una beca de posgrado del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
2
Pozzi, Pablo La oposición obrera a la dictadura (1976-1982), Bs. As. Imago Mundi, 2008; y Pozzi,
Pablo (2009) «La gestación del recuerdo militante en las fuentes orales en la cultura de los obreros
argentinos », en Actas del IX Encuentro Nacional y III Congreso Internacional de Historia Oral de la
República Argentina, Bs. As., entre otros trabajos del autor.
3
Schneider, Alejandro «“Ladran Sancho”… Dictadura y clase obrera en la zona norte del Gran Buenos
Aires», en Camarero, Pozzi y Schneider Historia Social y política argentina. De la revolución libertadora
al Menemismo, Bs. As. Imago Mundi, 2000.
4
Gallego, Marisa «Clase obrera, dictadura y resistencia (1976-1983)», en Pasquali, Laura (comp),
Historia Social e Historia Oral. Experiencias en la Historia Reciente de Argentina y América Latina,
Rosario, Argentina, Edic. Homo Sapiens. 2008. Pág. 121 a 143.
5
Entre otros trabajos donde esta presente esta mirada citamos como el más representativo a Delich,
Francisco «Desmovilización social, reestructuración de la clase obrera y cambio sindical» en El poder
militar en la Argentina (1976-1981), Buenos Aires: Galerna, 1983.

1
condición necesaria para que se pudieran desarrollar las formas de resistencia y por eso
son ya una forma de resistencia en sí misma, más aún cuando ese esfuerzo por juntarse,
por encontrarse fuera de la fábrica, se daba en un contexto de represión que intentaba
prohibir cualquier posibilidad de ese tipo.

Un breve contexto
En la zona que estudiamos se encuentran tres ciudades, Trelew, Puerto Madryn y
Rawson, que fueron parte central del modelo de “polos de desarrollo”, implementado
mediante la promoción industrial a las empresas que se instalaron al sur del paralelo
42º. Era un modelo de planificación estatal, propio de la fase de dominio del capital
industrial.
Este proyecto comienza a desarrollarse desde mediados de la década de los ’50,
cuando se inicia la transición hacia la estructura económica social que denominamos de
“capitalismo de estado6 en enclaves”. Tiene como características fundamentales la
limitación de la actividad productiva a pocas ramas y la “creación” de ciudades a partir
de proyectos financiados por el Estado nacional. Hay un alto grado de división social
del trabajo y el peso del sector asalariado es muy fuerte. Los enclaves son muy frágiles
por su especialización extrema en determinados productos, por su falta de conexión con
las demás actividades económicas originarias de la región y por la dependencia de
factores externos.
Durante el período que va de 1960 a mediados de la década de los ’80, se vive una
tasa casi nula de desempleo, poca miseria estructural y constante demanda de nuevos
trabajadores. Esto se desarrollaba en el marco de un proyecto signado por el discurso de
“paz social”, basado en la supuesta comunidad de intereses que tendrían todos los
habitantes de la región por hacer crecer la Patagonia.
El planteo de que debían evitarse los conflictos para que el estado nacional no
suspendiera las promociones y la propaganda de que empresarios y trabajadores tenían
un objetivo común que dejaba en un lejano segundo plano las disputas entre
trabajadores y patrones, funcionó como un elemento clave para impedir la conformación
de una clase obrera consciente de sus intereses como expropiados de sus condiciones
materiales de existencia.
Estos obreros conformaban además un grupo social reciente, con poca experiencia de
vida urbana y de trabajo fabril. No era un grupo homogéneo, con historia, tradiciones,
costumbres y experiencias en común. Lo que primaba era la heterogeneidad, muchos no
tenían experiencia como obreros y la mayoría eran migrantes de la zona rural de Chubut
o de otras provincias.

Algunas cuestiones de método


La necesidad de construir la historia de las luchas obreras en la región nos obliga a
realizar una aproximación molecular7 al proceso. En “Apuntes sobre la historia de las
clases subalternas. Criterios metódicos”, Gramsci nos alerta sobre las dificultades para
investigar la actividad de los trabajadores, sus acciones y la formación de sus

6
Considerando que lo que define al capitalismo de estado en un país capitalista es la regulación de la
actividad económica por los grupos más concentrados de la economía mediante políticas de gobierno.
Iñigo Carrera, Podestá y Cotarelo, «Las estructuras económico sociales concretas que constituyen la
formación económica de la Argentina», en PIMSA Documentos y Comunicaciones 1999, Bs. As. PIMSA,
1999.
7
Gramsci, Antonio Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el estado moderno; Bs. As. Nueva
Visión, 1997.

2
organizaciones. Esa historia que suele ser “una función "disgregada" y discontinua de
la historia de la sociedad civil”.
Si bien en la historia hay una clara tendencia a la unificación de estos grupos sociales
(aunque sea a niveles provisorios), dicha intención es atacada por los grupos dirigentes
y, muchas veces, derrotada. Por eso para Gramsci “…todo indicio de iniciativa
autónoma de los grupos subalternos tiene que ser de inestimable valor para el
historiador integral; de ello se desprende que una historia así no puede tratarse más
que monográficamente, y que cada monografía exige un cúmulo grandísimo de
materiales a menudo difíciles de encontrar”.
Al igual que para la investigación de la formación de un partido político, para
Gramsci estudiar la conformación y el desarrollo de una fracción obrera demanda
“…escribir la historia general de un país desde un punto de vista monográfico, para
subrayar un aspecto característico”.
Y para ello debemos hacer observable ese “… proceso molecular, minucioso, de
análisis extremo, capilar”. Debemos presentar “… este lento trabajo del cual nace una
voluntad colectiva con cierto grado de homogeneidad, con el grado necesario y
suficiente para determinar una acción coordinada y simultanea en el tiempo y en el
espacio geográfico en el que se verifica el hecho histórico”8.
Gramsci busca en la expresión “molecular” la posibilidad de referirse a la unidad
mínima de la experiencia vital, al particular inmediato, tomado de la vida cotidiana. Es
la búsqueda de ponerse en el punto más cercano a la experiencia concreta de los
hombres y mujeres que realizan la historia

Las fuentes
Como decíamos antes por las características de lo que buscamos estudiar es difícil
trabajar con las fuentes históricas tradicionales. Las fuentes escritas y oficiales nos
dicen muy poco sobre estas formas de resistencia, necesariamente subterráneas y
ocultas.
En este camino ha sido central para nosotros el aporte que nos ha brindado la historia
oral. Sabemos que más allá de lo que nos diga sobre los acontecimientos9, la historia
oral nos aporta fundamentalmente sobre el significado que tuvieron esos hechos para los
sujetos concretos que los desarrollaron o padecieron; nos dice del impacto, la magnitud
y el costo real que los hombres de carne y hueso pagaron por sus vivencias.
Aún las declaraciones formalmente "equivocadas" o contradictorias tienen un
aspecto verídico, y puede que indagando el porqué de esa "equivocación" surjan
elementos que sean mucho más importantes que los datos factuales.
Buscamos continuar las líneas de debate planteadas por Alessandro Portelli y Luisa
Passerini, quién especialmente nos marca el camino con su estudio sobre memoria de la

8
Gramsci, 1997, pp. 99.
9
Se ha hecho común, entre críticos de la historia oral, el plantear las dificultades que existen para tratar
las fuentes orales y poder determinar la validez de lo que nos aportan los sujetos que nos cuentan su
historia. Los distintos estudios sobre las memorias y sobre lo clave que es comprender no sólo lo que se
dice, sino cómo se lo dice y, sobre todo, lo que se calla, ha permitido avanzar en un tratamiento cada vez
más rico de estas fuentes claves para construir una historia que logre dar explicaciones holísticas. En todo
caso, y sin profundizar el tema, es obvio que estas críticas a la historia oral encubren una visión ingenua
de las fuentes escritas, las cuales suelen ser valoradas como con un contenido de validez superior a las
orales, sin que haya elementos para comprobar esa mirada del sentido común.

3
clase obrera, “Turín obrero y fascismo”10. También nos nutrimos con aportes de la
historia social inglesa de Samuel, Thompson y Rudé11.
Más específicamente para la región han sido claves los trabajos de Pozzi12 y Gatica13,
entre otros. Desde todos estos aportes, muchos de ellos realizados casi en soledad y ante
la oposición de un importante sector del mundo académico, se fue incorporando a la
historia la memoria de mujeres y hombres, que vinieron a problematizar la historia de
las clases dominantes, la única que centralmente quedaba registrada en los documentos
escritos.
Por eso hemos realizado diversas entrevistas a obreros que trabajaron durante la
última dictadura militar en el parque industrial de la ciudad de Trelew, en la provincia
de Chubut ubicada en la parte central de la Patagonia Argentina.
Tomamos como eje articulador del artículo al relato de René P.14 quién fue
trabajador textil durante la dictadura, después de haber escapado de Chile por razones
políticas ya que era militante de una de las organizaciones de superficie del Movimiento
de Izquierda Revolucionaria. Al igual que el resto de los trabajadores de origen chileno
(que tienen una fuerte presencia en la región) sufrió la persecución política, la xenofobia
y el temor constante ante la amenaza siempre latente de ser expulsado a Chile, donde lo
esperaba la cárcel y la tortura.
Cerca del final de la dictadura fue echado de las fábricas textiles y, tras varios años
de sufrir el desempleo, hacia 1986 ingresó a trabajar como portero de escuela, donde
hoy se desempeña. Integró el Partido Comunista y hoy es parte del Ateneo Elvio Ángel
Bel15. Fue integrante de la oposición a la AOT16 y luego, ya como portero de escuela,
integró la conducción de ATE17, aunque sin ocupar cargos exclusivos.
Además de las entrevistas hemos relevado, como fuentes para la construcción del
trabajo, el registro de distintos documentos de la Subsecretaría de Trabajo de la
Provincia del Chubut y dos diarios de la zona (Diario Jornada y Diario El Chubut).

El fútbol
El fútbol es un histórico espacio de encuentro para los sectores populares de nuestro
país. Además de un juego es un ámbito clave en la constitución de identidades sociales
y en la percepción de valores centrales para la clase obrera como los de compañerismo y
solidaridad. Hay varios ejemplos donde el fútbol ha jugado un rol central en la
organización de distintas experiencias de la clase obrera.
El caso de la fábrica recuperada Zanón18, ubicada en la provincia de Neuquén, es uno
de los ejemplos más destacados. La organización del cuerpo de delegados combativos

10
Portelli, Alessandro «Historia y Memoria. La muerte de Luiggi Trastulli», en Revista Historia y Fuente
Oral Nro.4, Barcelona, Universidad de Barcelona, 1989; Passerini, Luisa «Torino Operaria e Fascismo»;
una storia orale. Roma. Laterza, 1984.
11
Samuel, Raphael (ed.), Historia popular y teoría socialista, Barcelona, Crítica, 1984; Thompson, E. P.
La formación de la clase obrera en Inglaterra, Barcelona, Guadarrama, 1978; entre otros.
12
Pozzi, Pablo y Schneider, Alejandro, Combatiendo el capital: Crisis y Recomposición de la clase
obrera argentina (1985-1993), Bs. As., El Bloque Editorial, 1994.
13
Gatica, Mónica, Los hacedores de caminos, Bs. As. Imago Mundi, 2007.
14
René P., 55 años, entrevista realizada el 4 de Julio de 2009 en el ateneo Elvio Ángel Bel.
15
Lleva el nombre de quién fuera secretario general del PC en Trelew y apoderado de Mario Roberto
Santucho cuando estuvo preso en el penal de Rawson. Fue secuestrado por la dictadura en noviembre de
1976 en Trelew y desde allí esta desaparecido.
16
AOT (Asociación Obrera Textil, agrupa a los obreros textiles de base).
17
Asociación de Trabajadores del Estado.
18
Entre los muchos trabajos que investigan esta experiencia citamos los de Aiziczon, Fernando Zanon,
una experiencia de lucha obrera, Bs. As. Herramienta-El Fracaso, 2009; «El clasismo revisitado. La
impronta del trotskismo en la politización del sindicato ceramista: Zanón bajo control obrero. Neuquén

4
surgió desde un campeonato de fútbol interno, única forma de juntarse por fuera del
absoluto control al que los sometía la patronal19.
En nuestro artículo rastreamos una experiencia hasta el día de hoy no resaltada. Es el
desarrollo de clubes y encuentros para jugar al fútbol entre los trabajadores textiles
durante la última dictadura militar en la ciudad de Trelew, ubicada al noreste de la
provincia patagónica de Chubut. A partir de este caso buscamos desarrollar algunas
reflexiones acerca de las formas de organización y resistencia de la clase obrera, de sus
costumbres y tradiciones, de sus ideas inherentes y derivadas y de la importancia del
juego y la alegría en la organización popular.
En el fútbol se pone en juego la necesidad de unirse y buscar construir un proyecto
común. Al ser un deporte colectivo de clara raigambre popular deja en claro que
ninguno puede salvarse sólo, y que es imprescindible la unidad para avanzar. Pero sobre
todo lo que pone en juego son los valores comunes: al ser una expresión claramente
popular muestra lo que todos los obreros comparten: el origen en un barrio, el juego con
los amigos, la risa, los chistes, el ubicarse en un nosotros como un camino
imprescindible para poder comprender la diferencia clave con los “otros”, con “los de
arriba”.
Así el fútbol ponía en evidencia todo lo que unía a los chilenos, los argentinos, los
migrantes de otras provincias, los migrantes de la zona rural, etc. Esas distintas
historias, esa heterogeneidad, se licuaba en la experiencia común de la alegría popular,
del sentirse hermanados en el juego colectivo.
Y es allí donde queda claro que no todo es lo mismo. Y que el mismo deporte puede
entenderse desde miradas muy distintas. La experiencia que aquí presentamos hace a
cómo los obreros de una fábrica decidieron crear un espacio de encuentro propio que
les permitiera hacer del fútbol un ámbito de encuentro y resistencia, una forma de
recrear la necesaria socialización para hacer posible la construcción de un proyecto
colectivo.

La historia del club “Trabajadores de Huamac”


René nos cuenta que existía desde hacía tiempo una liga de fútbol textil, pero que esa
liga era organizada desde las patronales: “La planta tenía un club de fútbol, había
hecho una liga de fútbol de fábricas que lo sostenía con todos los sobrantes, el hilo, los
pedazos de tela, el cartón, todo se vendía y ese dinero era para sostener el club que
supuestamente tenía que ser con gente de la fábrica”.
Pero la organización de los equipos se realizaba desde arriba y muchas veces no
jugaban los verdaderos obreros de las plantas, sino otras personas, ya que ir primero en
la liga era considerado una buena propaganda para la empresa. Además este
campeonato se hacía con un formato de competencia y no de camaradería y de
compartir espacios de sociabilidad propios de la clase. Era algo organizado y controlado
por los patrones, no algo propio de los obreros.
Los trabajadores entonces empiezan a discutir como cambiar las cosas: “Entonces
con la gente que ya veníamos charlando por el tema del salario, también nos juntamos

1998-2006», en http://www.iisg.nl/labouragain/argentineantakeovers.php, 2008; y el del Equipo de


Educación popular de la UPMPM - Obreros de Zanón. Sistematización de la experiencia de los obreros y
obreras de Zanón Bs. As., Ediciones Madres de Plaza de Mayo, 2007.
19
Además de los textos indicados en la nota anterior, puede observarse este proceso de organización
obrera alrededor del encuentro para jugar al fútbol en distintos documentales. Especialmente
recomendamos “Corazón de Fábrica”, realizada por Virna Molina y Ernesto Ardito. También son muy
interesantes algunas entrevistas, como las del Instituto del Pensamiento Socialista a Raúl Godoy,
Secretario General del Sindicato de Obreros y Empleados Ceramistas de Neuquén, y Andrés Blanco,
miembro de la Comisión Interna, en www.ips.org.ar/article.php3?id_article=62.

5
para ver como podíamos superar eso y poder jugar, porque nosotros salíamos el
sábado al mediodía y a la tarde o el domingo querías hacer otras cosas después de
haber estado 12 o 14 horas por día en la fábrica”.
Es muy interesante ver como en el entrevistado no hay diferencia de grado entre la
discusión sobre el salario (“veníamos charlando por el tema del salario”) y la cuestión
de qué podían hacer afuera de la fábrica para divertirse y disfrutar. Es correcto: ambas
discusiones hacían a cómo lograr una mayor calidad de vida; en definitiva ambas eran
formas de resistencia contra un poder que les quitaba el salario que merecían y les
quitaba su derecho a divertirse y disfrutar del juego y la alegría. Los obligaba a que su
vida fuera solamente esas 12 o 14 horas por día dentro de la fábrica.
De esa discusión sale entonces una propuesta: “… bueno, hagamos un club y
juguemos, pero no para participar en un torneo, sino que sea nuestro y que armemos
desafíos con una u otra fábrica. Pero no vamos a competir por el asado, sino nos
matamos a patadas, hay broncas, sino que pongamos todos la misma plata y al final del
partido en forma de camaradería nos comemos el asado todos juntos”.
Era una nueva forma de pensar las relaciones. No jugamos para competir, buscamos
encontrarnos, conocernos, charlar. Compartir un ámbito propio, donde nos
reconozcamos como iguales. Por eso es tan importante buscar una forma para que en el
encuentro de fútbol no surjan peleas, para que lo importante no fuera la competencia,
sino la posibilidad misma de encontrarse, de compartir. El fútbol así se completaba
naturalmente con la comida compartida y la charla.
Y desde allí avanza la organización: “…al principio íbamos todos vestidos así no
más para jugar, y empezamos a decir que tendríamos que tener camisetas. Vimos quién
tenía algo para rifar y organizamos la rifa por sectores. Conseguimos hacer un poco de
plata y con eso compré las camisetas, pantalones y medias”.
Desde el encontrarse surgía la organización propia. Y esa organización en seguida se
planteaba como un nosotros que se oponía a los “otros”, a la patronal, a los de “arriba”:
“Con eso se formó el club que era de la fábrica, se llamaba Trabajadores de Huamac,
para que no se confundiera con el otro que se llamaba Huamac pero que era trucho. Y
nosotros no representábamos a la empresa, éramos los trabajadores que no jugábamos
por la fábrica sino para divertirnos, por fuera de la liga que había hecho la patronal
con plata de los gerentes y para tenerlos entretenidos a los obreros y que no
reclamaran nada”.
Se comprende aquí que el fútbol podía ser una herramienta de auto organización,
pero también de entretenimiento vacío, de divertimento generado por la patronal para
que nadie reclamara por lo que necesitaban. La cuestión era cómo hacer del fútbol
resistencia, cómo sacar de allí las costumbres y tradiciones que soldaban una historia
común entre esos trabajadores que en otros aspectos parecían tan distintos y con tan
diversos intereses.
Debía buscarse el cómo mostrar los intereses comunes por sobre lo que
aparentemente los dividía: “…lo nuestro no era por el fútbol, era aparte y ahí
aprovechamos para reunirnos y mientras comíamos el asado charlábamos y ahí
decíamos “podríamos pedir un aumentito”…”.
Esto en la situación de miedo y persecución que vivían no era menor. La posibilidad
de juntarse y charlar era una verdadera conquista en esas condiciones: “…había mucha
persecución y siempre estaba el rumor de la noticia no confirmada del terror, viste.
Estaba el rumor de que a fulano en una fábrica lo echaron con toda su familia lo
dejaron en la frontera y los pacos20 lo cagaron a palos. Y como no lo podías confirmar

20
Expresión popular con la que se denomina a los carabineros chilenos, la policía militarizada de Chile.

6
porque no sabías, no había fuente segura, todo era rumor no sabías si era cierto pero a
todos los afectaba”.
La única forma de derrotar el miedo era juntarse. Y al juntarse se compartían
experiencias, se veía que era posible luchar y que al luchar y resistir era posible
conseguir mejores condiciones de vida: “…después empezamos a organizarnos porque
nosotros queríamos avanzar, porque había una fábrica, que era Inteco, que tenía
guardería, jardín, era la única que cumplía con todo”21.
Este proceso de autoorganización obrera no se queda allí. De aquí surge después un
profundo proceso de organización que lleva hacia el final de la dictadura a la
conformación de diversas agrupaciones de trabajadores textiles, a la progresiva
politización de amplios sectores de trabajadores y, una vez en democracia tras 1983, a la
recuperación de su sindicato y la lucha a través de huelgas, ocupaciones de plantas,
piquetes y marchas22.

El fútbol en Zanón
Solamente a modo de comparación presentamos aquí algunos fragmentos de la
entrevista ya citada a Raúl Godoy, (por entonces Secretario General del Sindicato de
Obreros y Empleados Ceramistas del Neuquén) y Andrés Blanco, integrante de la
Comisión Interna de la fábrica recuperada Zanón.
Allí Andrés Blanco cuenta que “…esta nueva interna que se formó, generó un
movimiento de unidad, que arrancó desde la sencillez de organizar un torneo de fútbol.
Estos compañeros en los torneos aprovechaban y hablaban con todos los compañeros y
nos íbamos viendo las caras, nos acostumbrábamos a charlar, y después empezaron a
apuntar a recuperar las asambleas, hecho importantísimo.”
Queda claro allí, al igual que en el caso de René, la importancia clave de poder
encontrarse de “verse las caras y acostumbrarse a charlar”. Podríamos decir nosotros,
que lograron allí verse como personas, como seres humanos, y no simplemente como
apéndices de la maquinaria, como otro engranaje del proceso productivo de la fábrica.
Verse por fuera del lugar de trabajo, encontrarse en la cancha y no al lado de la máquina
o en el pasillo, era recuperarse como seres completos y comenzar a romper con la
sumisión absoluta a la patronal.
Desde allí era posible avanzar en la organización. El fútbol era el ámbito para
conocerse y ganar en confianza. Así lo cuenta Raúl Godoy: “Entonces empezamos a
organizarnos juntándonos afuera a jugar al fútbol, a tomar una cerveza para entrar de
a poquito en confianza, porque teníamos que cuidarnos con quién hablábamos. De a
poco, organizando cosas sociales, nos empezamos a conocer un poco más hasta que en
algunos sectores empezó a haber bronca contra la burocracia, porque las condiciones
eran muy jodidas (…)... ese campeonato de fútbol, fue el más productivo de la historia,
porque duró un año. Y la metodología del campeonato era un equipo por sector y cada
equipo tenía un representante, o sea un delegado. Así pudimos entrar en relación con
todos los sectores de la fábrica”.

21
Gatica, Mónica « Identidades conflictivas o víctimas de una experiencia de desarrollo en Patagonia. Las
trabajadoras de INTECO S.A.», en Boletín Realidad y Palabra N°5, Trelew, Universidad Nacional de la
Patagonia, 2000.
22
No es posible desarrollarlo aquí por una cuestión de espacio. Ver otros trabajos de mi autoría, como
Pérez Álvarez, Gonzalo «Lucha y memoria obrera en el noreste del Chubut. Una aproximación desde la
fábrica Modecraft 1990-1991» en Historia Antropología y Fuentes Orales, Nº 41, Barcelona, España.
Pág. 25 a 48. «Protestas obreras en el noreste de Chubut: los textiles y los metalúrgicos en la década del
90’», en e-l@tina, Vol. 6, núm. 24, Bs. As., 2008 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm - UBA.
«Bases, direcciones y estrategias obreras: un acercamiento desde la historia oral» en Actas IX Encuentro
Nacional y III Congreso Internacional de Historia Oral, Bs. As., 2009.

7
Como en el caso textil la discusión sobre el uso del tiempo libre no aparece
desconectada de la discusión sobre las condiciones de trabajo. Se trata de la vida de los
obreros y es allí donde ambas situaciones son una sola. No hay una clase adentro de la
planta y otra afuera. El conocerse afuera y ganar en confianza llevaba a discutir cómo se
podía avanzar para tratar de cambiar las cosas adentro.
El fútbol era ya parte de la resistencia. Esto queda claro en este testimonio de Blanco,
donde el campeonato de fútbol es valorado como una de las primeras conquistas del
proceso de autoorganización obrera: “Para eso, ya la empresa había comenzado con los
ataques, debido a que tiene mucha capacidad de razonamiento sobre estos temas,
empezó a analizar que se estaba gestando un movimiento que no era manejable como
se manejaban las otras internas. Se consiguieron grandes cosas, por ejemplo, ese
torneo de fútbol que parece tan sencillo, pero para nosotros fue algo determinante. Hoy
estamos acá porque empezamos a charlarlo, a hablar”.

Ideas inherentes y derivadas


Rudé23 propone que podemos pensar a la cultura popular como proviniendo de dos
elementos, de los cuales uno es privativo de las clases oprimidas mientras que el otro es
adoptado desde la clase dominante. De ese primer elemento propio surgen una serie de
ideas inherentes, basadas en las tradiciones, en las experiencias, en la memoria
colectiva. Según su famosa metáfora, es como la “leche materna” de las clases
subalternas, lo que las constituye desde su mismo nacimiento, lo que esta presente en
sus ámbitos de socialización.
Este aporte se manifiesta en general de forma espontánea, sin lograr desarrollar un
sistema de ideas sistemático y estructurado. Son más bien un conjunto de “costumbres
en común” (según E. P. Thompson24) o de “estructuras de sentimiento” (según
Raymond Williams25), eso que hace que los “de abajo” puedan hablar un mismo idioma
que es difícil de decodificar en sus núcleos culturales más profundos por los “de arriba”.
La politización de la clase obrera parece surgir más de la experiencia de vida, del
compartir ámbitos comunes como el fútbol o el encontrarse a comer un asado, que de
una definición teórica o programática. Estas ideas inherentes son claves para
comprender, por ejemplo, ese desacople que en muchos casos se produce entre las
dirigencias sindicales y las bases obreras, algo que ha sido observado y debatido
repetidas veces para el caso argentino26. Las diferencias que surgen no se expresan
muchas veces desde lo político e ideológico, sino desde aspectos profundamente
culturales.
La diferenciación económica, la posibilidad de acceder a otros ámbitos, el compartir
espacios de encuentro, costumbres y gustos con personas de otra clase social, va
permeando a la dirigencia sindical que muchas veces se parece más en el estilo de vida,
de vestimenta, en los gustos y las costumbres, a la patronal que a los obreros.
Es así que la cultura obrera se nutre de costumbres, tradiciones y prácticas, que no
necesariamente surgen claramente de la discusión y la elaboración política, sino de las
formas de intercambio, de los espacios de encuentro de la clase. Y en ese marco el
fútbol juega un papel central.

23
Rudé, George Revuelta popular y conciencia de clase. Barcelona, Crítica, 1981.
24
Thompson, Edward P. La formación de la clase obrera en Inglaterra, Barcelona, Crítica, 1989.
25
Williams, Raymond. Marxismo y literatura. Barcelona: Ediciones Península, 1980.
26
Ver por ejemplo Gilly, Adolfo «La anomalía Argentina. Estado, corporaciones y trabajadores» en El
Estado en América Latina: teoría y práctica. México D.F. Siglo Veintiuno, 1990; Piva Adrián «El
desacople entre los ciclos del conflicto obrero y la acción de las cúpulas sindicales en Argentina (1989-
2001)», Estudios del Trabajo, 31, 2006; entre otros.

8
Que lo valorado por la clase en el lugar de trabajo sea la solidaridad, el ser buen
compañero, el cubrir al otro, y que por encima de todo este el no traicionarse, se
contrapone con el repudio expreso al individualismo, a ser obsecuente con los de arriba,
a intentar salvarse solo. Son todos elementos con claras coincidencias con aspectos del
más popular de los deportes colectivos.
El otro elemento que para Rudé constituye la cultura popular, al que denomina ideas
“derivadas”, se presenta como un sistema más estructurado de ideas políticas y/o
religiosas, que parte de lo inherente pero es fuertemente matizado con ideas
provenientes de otras clases. Es el que suele estructurar las visiones más concientes
sobre el proceso histórico, el que da sustento a los programas que elabora e intenta
desarrollar la clase obrera.
Así la cultura popular siempre está integrada por elementos propios y elementos
externos, pero por esa condición de subalternidad, son los elementos externos
(matizados por los propios) los que juegan un papel central en la posibilidad de
formular proyectos sistemáticos y estructurados27.
A lo largo de los conflictos que hemos relevado en la región, y desde los aportes que
recabamos en las entrevistas, vemos que los trabajadores que por sus prácticas
proponían un programa alternativo al del poder no logran plasmar esa práctica en una
propuesta teórica y política alternativa. Cuando la lucha entra en el terreno político-
ideológico se quedan sin herramientas para seguir adelante.
La propuesta obrera funciona más como una idea inherente que como una propuesta
política alternativa a la del capital financiero. Opera con gran capacidad de resistencia,
se opone a los proyectos del poder, construye una clara división entre un “nosotros” y
un “ellos” (expresado en la metáfora espacial entre los de abajo y los de arriba), pero
eso no logra luego plasmarse en un proyecto sistemático de cambio social.

Algunas reflexiones finales


En el marco del profundo ataque contra los sectores obreros y populares que
significó la última dictadura militar en Argentina, los trabajadores igual siguieron
resistiendo, buscando los resquicios de ese poder que parecía omnímodo e imposible de
ser perturbado. De distintas formas, con sabotajes, con chistes, con bromas, con trabajo
a desgano, y sobre todo con organización, fueron debilitando esa estructura hasta que la
dictadura debió retirarse.
Los trabajadores avanzaron así desde formas casi espontáneas e individuales de
resistencia hacia formas más organizadas y sistemáticas. Lo que en un principio era una
respuesta casi individual se iba haciendo hecho colectivo, y así pasaba a expresar la
rebelión contra la situación social en la que vivían y en la que día a día veían atacados
sus derechos y hasta su misma vida.
El fútbol fue una de las herramientas que utilizaron los trabajadores para lograr
reconstruir ese colectivo, para encontrarse y poder charlar. Desde esa resistencia
fundamental empezaba la posibilidad de luchar por mejoras concretas. Así nos resume
René el desarrollo que lograron:

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El debate acerca de esta temática ha sido central en la historia del desarrollo organizativo de la clase
obrera. Para una excelente síntesis de las distintas posiciones ver Klachko, Paula La forma de
organización emergente del ciclo de la rebelión popular de los ’90 en Argentina, Tesis de Doctorado en
Historia, UNLP, 2006.

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“Lo del fútbol fue una cosa muy linda, que sirvió para organizar. Cuando vimos lo
de Zanón28 me hacía acordar a aquella época, y ellos lo hicieron ahora, nosotros lo
hicimos en aquella época, organizando un club por fuera de la liga oficial. Éramos
“Trabajadores de Huamac”, no representábamos a la fábrica y jugábamos solamente
los trabajadores. No nos importaba si nos goleaban 7 u 8 a cero, porque después a
nosotros nos servía para charlar con los de las otras fábricas. Y ahí veíamos, “nosotros
logramos el 30%” “¿y cómo?” y trabajamos solamente ocho horas, no le hicimos
horas extras, y mostrar que contra eso no podían hacer nada porque era legal. Y ahí
veíamos qué cosas mejores tenían en una fábrica, qué cosas en otra, compartíamos
experiencias, nos conocíamos”.
En este resumen está presente la conciencia de la continuidad de la lucha obrera
(“cuando vimos lo de Zanón”), la voluntad de encontrarse y disfrutar de la alegría y el
juego más allá de los resultados (“No nos importaba si nos goleaban 7 u 8 a cero”), la
reivindicación clara de ser expresión de la clase (“no representábamos a la fábrica y
jugábamos solamente los trabajadores”) y, finalmente, el cómo esa experiencia fue el
origen de un proceso de lucha mucho más amplio.
Los trabajadores del parque industrial de Trelew decidieron, en varias fábricas, dejar
de realizar las horas extras hacia el final de la dictadura. En una región donde faltaba
mano de obra, y donde el hacer horas extras era una costumbre asimilada como parte del
proceso productivo normal, esta forma de trabajo a desgano afectaba fuertemente la
producción de la patronal, pero al mismo tiempo era una acción totalmente legal que no
pudo ser reprimida y que garantizó la organización de los trabajadores.
Ante la ofensiva del capital financiero que destruía el antiguo territorio social de los
obreros de la región, se buscaba cómo resistir el ataque. El término “resistencia” es una
forma de expresar que la estrategia obrera en esa etapa parte de la situación de defensiva
de la clase y de su incapacidad durante estos años de poder articular una fuerza social
que sea capaz de postular una alternativa social que rivalice con el proyecto del capital
financiero.
La dictadura avanzaba sobre sus intereses, sobre sus antiguas conquistas. La
resistencia era la forma primordial de expresar que los obreros seguían aquí y que
estaban dispuestos a luchar por lo suyo Una vez logrado esto, una vez que
“compartíamos experiencias, nos conocíamos”, era posible avanzar en la lucha por un
mejor salario, por recuperar el sindicato, por construir un proyecto político propio. En
ese camino también tendrán logros, victorias y fracasos. Pero, como decíamos antes, eso
ya es parte de otro momento histórico que no podremos desarrollar aquí.
Por último consideramos que en este artículo se hace evidente la importancia de las
fuentes orales para profundizar el conocimiento sobre los procesos de resistencia y
lucha social y reflexionar sobre algunos ejes centrales de discusión acerca de la historia
de la clase obrera.
Consideramos fundamental incorporar a la producción de conocimiento histórico la
memoria de los trabajadores, que siempre problematiza la historia de las clases
dominantes. La memoria del poder tiene un fuerte papel en la actualidad del país y de
esta región. Pretende mostrar al proceso de despidos, privatizaciones y cierres de
fábricas en la Patagonia, como algo que tuvo relación solamente con decisiones a nivel
nacional, y donde los sujetos locales no tuvieron ninguna participación. Según esa
memoria los cambios económicos plantearon nuevas reglas de juego ante las cuales los
empresarios y los trabajadores fueron igualmente víctimas.

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Se refiere a cuando vio el documental “Corazón de fábrica”, antes citado, en el marco de una actividad
de solidaridad con la empresa recuperada Zanón que se realizó en Trelew. Allí surgió una charla informal
entre René y el autor de este artículo, que fue el origen de la idea de iniciar esta investigación.

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Esa mirada no registra la posibilidad de la organización autónoma de los trabajadores
y menos aún la posibilidad de que estos formulen algún programa alternativo. Esto sí
aparece en la memoria que construyen los obreros. Allí encontramos siempre que está
mal visto el individualismo, el que intenta sacar ventajas del otro, el que no se
compromete. Y esta muy claro que en sus vidas de obreros el conflicto es permanente y
que la única forma de mejorar su vida fue luchar y organizarse.

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