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Si definimos al hombre moderno como miembro de una cultura cuyos valores

dominantes son el poder y el progreso, mi respuesta es ¡Si!’ Puesto que estos valores
caracterizan a la cultura occidental del siglo veinte, damos por hecho que cada persona
que crece en esta sociedad está neurótica.
El individuo neurótico está en conflicto con él mismo. Parte de su ser está tratando de
derrotar a otra parte. Su ego está tratando de dominar su cuerpo; su mente racional, de
controlar sus sentimientos; su voluntad de derrocar sus miedos y ansiedades. Aunque
este conflicto es en su mayor parte inconsciente, su efecto es debilitar su energía y
destrozar su paz mental e interior. La neurosis es un conflicto interno. El carácter
neurótico adquiere muchas formas, pero todas ellos involucran un forcejeo, una lucha
en el individuo entre lo que es y lo que él cree que debería ser. Cada individuo neurótico
está enganchado en este problema.
¿Cómo surge este conflicto interno? ¿Por qué es el destino del hombre moderno sufrir
por estos conflictos? En el caso individual la neurosis surge dentro del contexto de la
situación familiar. Pero la situación familiar refleja la situación cultural, debido a que la
familia está sujeta a todas las fuerzas e influencias de la sociedad de la que forma parte.
Para entender la condición existencial del hombre moderno y conocer su destino,
debemos investigar las fuentes de conflicto en nuestra cultura. Por ejemplo…hablamos
de paz, pero nos preparamos para la guerra. Abogamos por la conservación, pero
expoliamos despiadadamente los recursos naturales de la tierra para obtener beneficios
económicos. Estamos comprometidos con las metas de poder y progreso, y aun así
queremos placer, paz mental y estabilidad. No comprendemos que poder y placer son
valores opuestos, y que en muchos casos el primero excluye al segundo. El poder lleva
inevitablemente a luchar por su posición, lo que a menudo lleva a enfrentar a padres e
hijos, o a hermanos. Es una fuerza divisoria en la comunidad. El progreso denota una
actividad constante en cambiar lo antiguo por algo nuevo, bajo la creencia de que lo
nuevo es siempre superior a lo anterior. Mientras que esto puede ser cierto en algunas
áreas técnicas, no deja de ser una creencia peligrosa. Puede llegar a hacer creer que el
hijo es superior al padre o que la tradición es un peso muerto del pasado. Hay culturas
en las que dominan otros valores, donde el respeto por el pasado y por las tradiciones
es más importante que el deseo del cambio. En estas culturas los conflictos son
minimizados y las neurosis es rara.
Los padres como representantes de esa cultura tienen la responsabilidad de inspirar a
los niños con los valores de la cultura. Exigen y motivan a los niños en términos de
actitudes y comportamientos que están diseñadas para encajar al niño en la matriz
social y cultural. Por un lado, el niño resiste estas demandas porque esto equivale a la
domesticación de su naturaleza animal. Debe “domesticarse” para ser parte del
sistema. Por otro lado, el niño desea cumplir con estas demandas para mantener el
amor y la aprobación de sus padres. El resultado depende de la naturaleza de la
demanda y de la forma en que es forzada. Con amor y comprensión es posible enseñar
a un niño las costumbres y prácticas de una cultura sin ‘romper’ su espíritu.
Desafortunadamente en la mayoría de los casos el proceso de adaptar al niño a la
cultura ‘rompe’ su espíritu, lo cual le convierte en neurótico y con mido a la vida.
El tema central en el proceso de adaptación cultural es el control de la sexualidad. No
hay cultura alguna que no imponga algún tipo de restricción sobre el comportamiento
sexual. Estas restricciones parecen necesarias para prevenir el desarrollo de discordias
en la comunidad. Lo seres humanos son criaturas celosas y propensas a la violencia.
Incluso en las sociedades más primitivas las ataduras del matrimonio son sagradas.
Pero los conflictos que surgen de tales restricciones son externos a la personalidad. En
la cultura occidental la práctica ha sido hacer sentir culpable a la persona sobre los
sentimientos sexuales y prácticas sexuales como la masturbación, para no amenazar de
ningún modo la paz de la comunidad. Cuando la culpa y la vergüenza están pegados al
sentimiento, el conflicto es interiorizado y crea un carácter neurótico.
El incesto es tabú en todas las sociedades humanas, pero el sentimiento sexual de un
niño por su padre del sexo opuesto es censurable solo en las sociedades modernas. Se
cree que tal sentimiento posee peligro para el derecho exclusivo del padre al afecto
sexual de su pareja. El niño es visto como un rival por la figura parental del mismo sexo.
Aunque no ocurra el incesto, al niño se le hace sentir culpable por este deseo y
sentimiento de lo más natural.
Cuando Freud investigó las causas de los problemas emocionales de sus pacientes a
través del análisis, encontró que en todos los casos había involucrada sexualidad
infantil, especialmente, sentimientos sexuales por la figura parental del sexo opuesto.
Él encontró que asociados con estos sentimientos incestuosos había deseos de muerte
hacia el padre del mismo sexo. Notando la similitud con la leyenda de Edipo, describe la
situación del niño como edípica. Él creía que, si un niño no reprimía su sentimiento
sexual por su madre, sufriría el destino de Edipo; o sea, querría asesinar a su padre y
desposar a su madre. Para prevenir este destino el niño es amenazado con castración
si no reprime tanto su deseo sexual como su sentimiento hostil.
El análisis revela que no solo estos sentimientos son reprimidos, sino la misma situación
edípica ha sido reprimida; esto es, el adulto no tiene memoria del triángulo en el que ha
estado involucrado entre los tres y los seis años de edad. Mi propia experiencia clínica
confirma esta observación. Pocos pacientes pueden recordar algún deseo sexual por
sus padres. Freud también creía que esta represión era necesaria para que la persona
estableciese una vida sexual normal en la edad adulta. Pensó que la represión hacía
posible transferir el temprano deseo sexual por el padre o la madre a un igual; de otro
modo la persona permanecería fijada sobre la figura parental. De este modo para Freud,
la represión era la forma en que se resolvía la situación edípica, permitiendo al niño
avanzar desde el período de lactancia hasta la edad adulta. Si la represión era
incompleta el adulto se volvería neurótico.
Según Freud el carácter neurótico representa la incapacidad de adaptarse a la situación
cultural. Reconoció que la civilización niega la total gratificación instintiva individual,
pero creía que esta negación era necesaria para el progreso cultural. En efecto él aceptó
la idea de que ser infeliz era el destino del hombre moderno. Este destino no era una
preocupación del psicoanálisis, el cual se limitaba a ayudar a la persona a funcionar
adecuadamente dentro del sistema cultural. La neurosis era vista como un síntoma
(fobia, obsesión, compulsión, melancolía, etc.) que interfería con esta función.
Wilhelm Reich tenía una visión diferente. Aunque él había estudiado con Freud y era
miembro de la Sociedad Psicoanalista de Viena, se dio cuenta que la ausencia de un
síntoma incapacitador, no era criterio suficiente para la salud emocional. Trabajando
con pacientes neuróticos encontró que el síntoma se desarrollaba a través de una
estructura de carácter neurótico y que solo podía ser eliminado totalmente si la
estructura de carácter de la persona era cambiada. Para Reich no era una cuestión de
funcionar adecuadamente en la cultura, sino de la capacidad individual de brindarse
totalmente al sexo y al trabajo. Esta capacidad permitía a la persona experimentar
satisfacción total en su vida. En la medida que la persona careciese de esta capacidad,
sería neurótica.
En su trabajo terapéutico Reich se centró en la sexualidad como clave para comprender
el carácter. Cada persona neurótica tenía algún disturbio en su respuesta orgásmica. No
podía rendirse totalmente a las involuntarias convulsiones de placer del orgasmo,
atemorizada por el sentimiento abrumador del orgasmo total. El neurótico era hasta
cierto punto y de algún modo impotente a nivel de orgasmo. Si como resultado de la
terapia la persona alcanzaba esta capacidad, se volvía emocionalmente sana. Cualquier
problema neurótico que sufriese desaparecería. Además, su libertad de la neurosis
continuaría en la medida que retuviese su potencia orgásmica.
Reich vio la conexión entre la impotencia orgásmica y el problema edípico. Proclamó que
la neurosis tenía sus raíces en la familia patriarcal autoritaria en la cual la sexualidad
era reprimida. No querríamos aceptar al hombre que inexorablemente nos amarra a un
destino infeliz. Creía que un sistema social que le niega a la gente la total satisfacción
de sus necesidades instintivas estaba enfermo y debía ser cambiado. En sus primeros
años como psicoanalista Reich fue también un activista social. No obstante, en sus años
posteriores llegó a la conclusión que gente neurótica no podría cambiar una sociedad
neurótica...
Wilhelm Reich: Mientras que algunos lo califican como uno de los pensadores más
«lúcidos y revolucionarios» del siglo XX, cuyos libros fueron quemados; otros aseguran
que sus ideas y teorías bien podrían catalogarse como delirios. Fue expulsado de los
círculos comunistas y de la escuela psicoanalítica por lo radical de sus planteamientos,
perseguido por los nazis en Alemania por su libro Psicología de masas del fascismo,
expulsado de Dinamarca y Noruega por presiones del gobierno nazi, y, finalmente,
juzgado en Estados Unidos durante la Caza de Brujas del Senador Mc Carthy, donde se
le diagnosticó esquizofrenia progresiva, siendo lanzados sus manuscritos a la hoguera
en el Incinerador Gansevoort de Nueva York el 23 de octubre de 1956 (lo que sólo logró
aumentar la curiosidad por su persona). Un año después, Reich murió en la cárcel de un
ataque al corazón, un día antes de apelar su sentencia.
(Que curioso no... otro desaparecido por oponerse al sistema) (A lo mejor estaba loco de
verdad... investiguemos un poquito más)

Wilhelm Reich fue uno de los primeros colaboradores de Sigmund Freud, hacia 1922.
De hecho, fue descrito por éste como su «discípulo más brillante». Reich, de modo
recíproco, mostró gran entusiasmo por las teorías de Freud, en especial en lo relativo a
la sexualidad. Sin embargo, pronto saltaron muchas diferencias entre Reich y Freud.
Quizás la más importante fue el conflicto entre las posiciones de autoridad que ambos
gustaban ostentar. Pero en el plano teórico también se fueron alejando progresivamente
y tuvieron la ruptura definitiva en el momento que Reich tuvo ideas propias sobre el
tema. Al contrario que Freud, que fue dejando de lado el instinto sexual y la dicotomía
placer/dolor para centrarse en otros conceptos como el instinto de Muerte, Reich llevó
el tema de la sexualidad y la psique al extremo, llegando a afirmar el principio económico
en contradistinción con el tópico y el dinámico, que se mantuvieron como los pilares de
las diferentes escuelas psicoanalíticas. Para Reich el sexo y el trabajo entretienen una
relación bioenergética, por lo que sostuvo inicialmente las siguientes dos tesis
principales:
«La salud mental de una persona se puede medir por su potencial orgásmico.»
Esto quiere decir que un individuo psíquicamente sano disfruta del sexo libremente, sin
traumas o inhibiciones, y una persona neurótica no. Freud y sus acólitos se fueron,
según Reich, acomodando al lado de sus divanes aplicando tratamientos interminables
de charloterapia. Reich prescindió de estos métodos para volcarse en el cuerpo físico.
Uno de sus descubrimientos consistió en el hecho de que las personas no neuróticas
manifestaban lo que él llamó reflejo del orgasmo, consistente en el movimiento
involuntario, incontrolable y repetido de la cadera a la hora de la descarga orgásmica.
Reich comenzó a fijarse en las actitudes y movimientos corporales de sus pacientes y
se dio cuenta de que los tratamientos psicoanalíticos convencionales de la época, según
su opinión, eran muy poco eficaces porque el paciente poseía una tendencia terrible a
esconderse de sí mismo, o por decirlo de otra manera, las barreras psicológicas del
paciente tendían a perpetuarse inconscientemente. En cierto modo, las personas tenían
miedo a romper sus bloqueos porque eran incapaces de sentir el placer de la distensión,
de relajarse, de dejarse llevar.
Inventó pues el Análisis Caracterológico. De esta manera, antes de pretender llegar al
centro del problema psíquico del paciente mediante charlas y circunloquios que se
prolongaban años y años, la misión de Reich consistía en derribar las barreras que
bloqueaban el libre flujo de energía psíquica del paciente. Esto lo consiguió aplicando
otro principio descubierto por él que afirmaba:
«La psique de una persona y su musculatura voluntaria son funcionalmente
equivalentes.»
Con esto, Reich plantea que los bloqueos psíquicos se corresponden a contracciones
musculares crónicas. Un ejemplo: una persona con miedos tiene perpetuamente tensos
los muslos y los hombros, pues es la manera que tiene el cuerpo de prepararse para
protegerse la cabeza y echar a correr, reacción lógica ante un peligro. Así, Reich se
dispuso a combatir las enfermedades mentales a través de la liberación de las tensiones
musculares crónicas, lo que dio resultados notables. Esto se contraponía a las técnicas
de los psicoanalistas freudianos, que se abstenían completamente del contacto físico
con sus pacientes, aún teniendo un contacto emocional (llamado transferencia) por el
cual el psicoanalista podía, por ejemplo, tomar simbólicamente el lugar del padre del
paciente.
Reich, por el contrario, abrazaba, retorcía y estiraba los cuerpos de sus pacientes hasta
que rompían a llorar o vomitaban, liberándose. Reich había descubierto que el reflejo
del vómito era profundamente relajante y que ejercicios de estiramiento de la zona
anterior del tronco terminaban provocando que la persona llorara de modo profuso,
aunque aparentemente sin motivo. Más adelante llegó incluso a asegurar que el cuerpo
humano no era muy distinto al de un gusano; y elaboró un sistema de curación que
consiste en el desbloqueo progresivo de los diversos segmentos que componen nuestro
organismo: cráneo, cuello, diafragma, vientre y cadera. Incluso llevó más lejos la
comparación haciendo la analogía con un protozoo, que extiende su protoplasma ante
el placer y se contrae ante el dolor. Reich entendió que la personalidad funcionaba en
ciclos de tensión/liberación, en los que una correcta vida sexual era indispensable para
esta última.
Finalmente, Reich percibió que los patrones musculares se podían explicar desde el
punto de vista de una energía vital (que más tarde llamaría energía orgónica) que recorre
el cuerpo. Aquí Reich redescubrió para occidente el concepto de chi (también llamado
baraka, vril) ampliamente extendido en oriente y las sociedades herméticas. Uno de los
muchos discípulos de Reich, el reputado Alexander Lowen, inventó posteriormente la
Bioenergética, conjunto de técnicas curativas basadas en estos descubrimientos...

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