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Resumenn
Resumenn
inestabilidad epistemol6gica y
conceptual (y siempre politica) en torno a ese bios que se convir
ti6 en materia de intervenci6n y dominaci6n y en la instancia de
nuevas subjetivaciones. AUi donde el bios no responde a un mero
programa biol6gico o natural y donde excede las construcciones
culturales que le dan forma, lo animal se vuelve un umbral de
exploraci6n critica y de interrogaci6n estetica. 22
las "distinciones" o "cesuras" biopoliticas -Foucauk hablaba
de "practicas divisorias"-, esto es, los modos en que el biopo
der traza lineas de diferenciaci6n y jerarquias entre cuerpos y
los inscribe politicamente.
sobre el terreno de la
zoe, la vida abandonada, la "nuda vita", animales y humanos
se enlazan a partir de distribuciones politicas.^
ara Agamben es este tejido multiple, complejo, de decisiones
-que para el son soberanas, o implican el regimen de la sobe
rania- entre vidas reconocibles y vidas irreconocidas: entre
bios y zoe? 23
la persona ilumina un dispositivo donde se mar
can los cuerpos y el bios en general a partir de un principio de
dominio y de sujeci6n de la vida: persona plena sera aquella
que tiene control sobre su propio cuerpo,*" quien se declara
"duena" de su cuerpo y capaz de someter y de conducir su
"parte animal", La persona funciona asi como un regimen de
dominaci6n biopolitico, que distribuye posiciones y luchas en
torno a ejercicios de poderes, de resistencias y de desposesi6n
sobre un mapa m6vil de relaciones con lo viviente, que son
siempre relaciones de control y de propiedad. 24
TÍTULO:
La novela
Los topos
de Félix Bruzzone (2008) narra una búsqueda –o mejor, una constante situación de búsqueda-
que efectúa el protagonista Como sostiene Beatriz Sarlo, “ Los topos se afirma en el derecho
de hablar de cualquier modo sobre la ausencia de padres desaparecidos; es el derecho de
laliteratura” (Sarlo, 2008).
Desde esta búsqueda en particular nosotros leemos cómo se desdibujan los límites entre
presente, pasado y futuro. El pasado que sigue siendo todavía pasado y que enlaza con
posibilidades del tiempo que vendrá, no del presente sino del futuro, donde cada desvío
instaura una transformación. El presente, desde esta perspectiva no sería más que un
escenario efímero, un teatro donde se debate el pasado que no cesa de pasar y las
actualizaciones que se abren a un tiempo nuevo.
Yo no esperaba encontrarla, ni averiguar cuáles habían sido sus pasos.Estaba en el lugar donde
ella había querido estar, y listo. Era como si ella,poco a poco, hubiera entrado en mí. Una
astilla que al principio dueleporque no se puede sacar pero que al final, sin infecciones, sin pus,
pasa aformar parte de uno y ya no duele ni molesta porque eso es lo que uno es,un hombre
con astilla. (Bruzzone, 2008:118).
SOTANG
Susan Sotang 1984 define a lo camp y dice al respecto que: “(...) la esencia de lo camp es el
amor a lo no natural: al artificio y la exageración
me refiero a la sensibilidad —y a una sensibilidad que, entre otras cosas, convierte lo serio en
frivolo—, se trata de cuestíones graves. 1
Pues el arte camp suele ser arte decorativo, que subraya la textura, la superficie sensual y el
estilo, a expensas del contenido. 3 Lo camp es una concepción del mundo en términos de
estilo; pero de un tipo particular de estilo. Es el amor a lo exagerado, lo «off», el ser impropio
de las cosas. 4
Así, la sensibilidad camp es aquella que está abierta a un doble sentido en que las cosas
pueden ser tomadas. Pero no es ésta la construcción familiar dicotómica de un significado
literal, por una parte, y un significado simbólico, por otra. Es, más bien, la diferencia entre la
cosa en cuanto significa algo, cualquier cosa, y la cosa en cuanto puro artificio.
17. Esto aparece claro, en el uso vulgar en inglés de la palabra camp como verbo, to camp, algo
que la gente hace. To camp es seducir de determinado modo; un modo en que se emplean
amaneramientos extravagantes, susceptibles de una doble interpretación: gestos llenos de
duplicidad, con un significado divertido para el conocedor, y otro, más impersonal, para los
extraños. Igualmente y por extensión, cuando la palabra se convierte en sustantivo, cuando
una persona o un objeto es «un camp» hay una duplicidad. Además del sentido público
«correcto» en que se puede tomar una cosa, encontramos una experiencia privada estrafalaria
de la cosa. 6-7
En lo camp ingenuo, o puro, el elemento esencial es la seriedad, una seriedad que fracasa.
Desde luego, no toda seriedad que fracasa puede ser reivindicada como camp. Sólo aquélla
que contiene la mezcla adecuada de lo exagerado, lo fantástico, lo apasionado y lo ingenuo. 8
Lo camp es arte que quiere ser serio pero que sin embargo no puede ser tomado enteramente
en serio porqué es «demasiado». 9
El gusto camp vuelve la espalda al eje bueno-malo del juicio estético corriente. El camp no
invierte las cosas; No sostiene que lo bueno es malo, o que lo malo es bueno. Se limita a
ofrecer un conjunto de normas para el arte (y la vida), diferente, complementario. 11
Lo camp es la experiencia del mundo constantemente estética. Encarna una victoria del
«estilo» sobre el «contenido», de la «estética» sobre la «moralidad», de la ironía sobre la
tragedia. 12
CORPUS
Sólo una vez me dieron verdaderas ganas de irme. Maira, de alguna forma, me lo pedía, quería
que la encuentre, o al menos que encuentre a sus asesinos. Y fue entonces cuando el Alemán
llegó con la noticia de que los enanos estaban en Bariloche. Habían viajado para supervisar sus
inversiones hoteleras y ahora que el hotel entraba en su fase final querían ver cómo iba a
seguir todo. Me hubiera gustado salir para verlos, hablar con ellos sobre Maira, quizá sabían
algo más, quizá Maira vivía y el Alemán podía traerla y hacer todos una nueva familia en el
bosque. 100
¿desde cuándo este tipo se dedicaba a torturar, matar y hacer desaparecer a travestis?,
¿siempre habían sido travestis? Titular: “Torturador prófugo de la dictadura secuestraba y
asesinaba travestis en Bariloche”. Eso podía ser. No tardé en volver a mis ideas del complot
antihomosexual a nivel mundial. 103
Esta vez, las travestis no éramos las victimarias sino las primeras víctimas de una red
comandada por enanos. La organización era muy grande y se hacía fuerte entre los aficionados
a las variantes más brutales y prohibidas del sexo. Si me ponía a investigar estaba seguro de
poder llevar adelante un informe sobre enanos, tildarlos de raza macabra, odiosos seres que
rencorosos por el desprecio social del que eran víctimas se esforzaban por conformar la minoría
más potente sobre la faz de la tierra. Y de ahí a la formación de un Imperio capaz de
enseñorearse sobre toda la humanidad quedaba sólo un paso. 104
hoy estamos de festejo, amiguita, ya hablé con un cirujano de acá, uno que le debe algunos
favores a los enanos del otro día, vos te acordarás... Bueno, fijate cómo son las cosas, ¿no?,
ellos ponen las siliconas, el cirujano la mano de obra, y vos te quedás con unas lindas tetas,
¿qué te parece? 105
(4)
Varias veces la oí discutir del tema con mi abuelo. Ellos se iban al fondo, al zapallar, y hablaban
de todo lo que yo no tenía que saber. Pero a veces me escondía entre las hojas de los zapallos,
que para mí eran un lugar de juego, yo soldado, refugiado vietnamita, yarará, zapallo, la fuerza
de las plantas crecía a mi alrededor, explosión lenta y duradera, y cuando mis abuelos llegaban
para hablar los escuchaba. Hasta que un día me descubrieron, qué hacés allí, dijo mi abuelo —
él decía “allí”—, la voz ronca de enojo, una de las cosas que más me acuerdo de él, y como no
dije nada se fueron a seguir a otra parte. 5
Así, cuando nos instalamos en el departamento, a una cuadra de Libertador, piso ocho,
perfecta vista a la ESMA, lo primero que dijo Lela fue que ahora sí íbamos a estar cerca del
último lugar donde había estado mamá y de donde había nacido su otro nietito. Dijo así,
“nietito”, y se puso a llorar.
Hh
Todo lo ocurrido, sin duda, había hecho que algo cambiara, y lo que ahora me interesaba era
saber el orden y las causas de la transformación. Maira me decía: imposible, vos estás loquito,
esas cosas no tienen ningún orden. Ella me decía así: “loquito”, y yo me volvía efectivamente
loco. Desde la muerte de Lela, Maira y yo habíamos empezado a tener sexo. Instinto de
reproducción y supervivencia, supongo. Algo distorsionado, pero puro instinto. 17
Así que me puse en campaña, pero nada me convencía. No sé si me había puesto exigente, si
mi período de “verdad” me había vuelto quisquilloso o qué, pero lo cierto es que el día
anterior a la firma de la escritura, sin opciones, dejé que el destino dijera lo que tenía para
decir y entonces me fui a Moreno. Suponía que andar por allá me despejaría y me haría
encontrar las virtudes ocultas de los tres o cuatro lugares que había visto y que podían llegar a
servirme. Y en eso estaba cuando decidí pasar por la antigua casa de mis abuelos. No tardé en
encontrarla. El barrio estaba cambiado, pero yo hubiera podido llegar hasta con los ojos
cerrados. Esperaba verla bien, todavía había algo de luz y sus nuevos dueños podían estar
preparando la cena o tomando mate en la vereda. Pero no, estaba descuidada y vacía, la
maleza crecía por todas partes y el olor a humedad llegaba hasta el portoncito blanco de la
entrada. Musgo verde-azul en los enanos de jardín que Lela no había querido llevarse cuando
nos mudamos —había algunos rotos, la cabeza de uno no terminaba de desprenderse del
cuerpo, no tardaría en caer— y musgo amarillo-huevo en el gotero de la parte baja del frente.
Salté el portoncito. Revisé la enredadera para ver si había algún cartel de venta tapado por las
hojas. Nada. Recorrí el terreno y hasta entré a la casa por la ventana de mi cuarto. Recordé los
viejos tiempos. Había manchas de humedad en techos y paredes. 19
congestionaban por dos accidentes cerca de Morón, pensé en volver al día siguiente a la casa,
arreglarla, si Lela revive y la ve así se muere otra vez, pensé. No era una mala idea, o sí, tendría
que haber venido antes, pensé, quizá con eso Lela hubiera aguantado un poco más, quizá si la
casa no se hubiera venido tan abajo, Lela no se habría muerto tan rápido, quizá Lela y la casa
se murieron juntas. Pensaba: la casa no está en venta, pero sí vacía. 20
En fin, mi lado de la autopista fluía, iba rápido, el otro estaba atascado. Abrí la ventanilla,
respiré hondo. Al día siguiente iba a firmar la venta del departamento sin leer los papeles, iba a
recibir el dinero sin contarlo, iba a trasladar, en varios viajes, todas mis cosas a la casa de
Moreno. 20
Durante los dos o tres meses que me dediqué a las primeras reparaciones viví casi encerrado.
Para no levantar sospechas de la usurpación y evitar cualquier reclamo fortuito dejé el frente
como estaba. Los vecinos me veían ir y venir, y supongo que también veían llegar todas las
mañanas y salir todas las tardes a los albañiles. También veían y olían el humo de los asados
que cada tanto se hacían en el fondo, donde antes estaba el zapallar y ahora empezaban a
acumularse los escombros. 21
todas formas, me esforzaba para que las actividades se notaran lo menos posible. Las pocas
veces que salí fueron para buscar a Maira, que como había cambiado su teléfono me obligaba
a volver a las calles donde solía encontrarla. Preguntaba por ella y sus amigas me decían que
hacía tiempo que no sabían nada, que las últimas veces la habían visto algo descuidada. Una
de ellas hasta llegó a decirme que tuviera cuidado, que Maira era peligrosa. 21
Mientras buscaba a Maira, además, empecé a sentir la necesidad de confirmar u olvidar para
siempre la versión de Lela sobre mi supuesto hermano nacido en cautiverio, como si las dos
búsquedas tuvieran algo en común, como si fueran parte de una misma cosa o como si
fueran, en realidad, lo mismo.21
Al principio, por ese motivo, me arrepentí de haberme mudado. Pero después pensé que por
algo lo había hecho y que mi búsqueda, distinta a la de Lela, no tenía por qué necesitar de un
lugar para vivir cerca de la ESMA. (…)cada vez que iba a buscar a Maira, entraba a Capital por
el Bajo y paraba en alguno de los bares que empezaban a pulular por la zona esa, entre
Dorrego, Olleros, Luis María Campos y Libertador. Tomaba algo, a veces conversaba con
alguien. Me acuerdo de una pareja de gente grande, vivían en el barrio hacía bastante, en un
departamento chico, en una cortada, y si bien estaban algo escandalizados con el movimiento
que ahora había en la zona, con el ruido nocturno, con la cantidad de comercios que se habían
abierto en cuadras antes casi residenciales, se los notaba contentos con la suba de precios de
las propiedades; y aunque no tenían pensado mudarse para hacer diferencia, ni nada, sentían
que ahora, viviendo en un lugar más caro, también las vidas de ellos tenían más valor. (21-22)
Así: todas cosas que me hacían acordar a Lela. Lo único que pude confirmar fue que mamá,
efectivamente, había estado en la ESMA. Pero nada de un embarazo, mucho menos de un
parto. Igual, como la intuición de Lela sobre la ESMA había sido correcta, algo más tenía que
haber.
Podía ser una espía o algo así, una agente. ¿Quién la mandaba? Imaginé un complot
internacional para acabar con la homosexualidad en el mundo. Las travestis eran, en realidad,
la forma encontrada por los complotados —una inabarcable organización-medusa
clandestina— para tentar y descubrir homosexuales tibios —poco visibles— y bisexuales como
yo, catalogarlos, localizarlos y, una vez dadas las condiciones, coronar su plan con una razzia
despiadada cuyo fin era eliminar a todos los putos del planeta. Y mi hipótesis, en cierta forma,
se confirmó. Al final del recorrido, después de subir al tren y seguir a Maira hasta Liniers, la vi
entrar a una comisaría. 25
Lo del complot antihomosexual parecía una locura. En el mejor de los casos, un resto de mis
más antiguas pesadillas persecutorias. Lo más probable, en esa línea, era que ella fuera
informante de la policía, o hasta oficial encubierto. Aunque lo más razonable, a todas luces,
era que hubiera ido hasta ahí a pagar la contribución que le exigían para dejarla trabajar en
paz. Pero como tardó demasiado sospeché: salvo que los policías se cobraran su parte con
servicios sexuales, era evidente que Maira no había ido sólo a pagar. Salió en un patrullero que
la llevó hasta la casa. Ella iba en el asiento de atrás con dos policías y me sorprendió la
impunidad con la que, a plena luz del día, los tipos la toqueteaban. Yo iba en un taxi, y justo
antes de que ellos pararan, el chofer, como si supiera adónde íbamos, me dijo: vos tenés una
historia con el travesti del patrullero, tené cuidado. Eso me aturdió: ¿cómo el chofer sabía
tanto?, ¿trabajaba él también para la policía? Pagué, bajé, y mientras el taxi se iba pensé que
lo mejor hubiera sido preguntar, indagar; o insultarlo. Pero como eso ya no se iba poder me
quedé frente a la casa de Maira y esperé. Ella no salió, sí salieron los policías y entraron otros
hombres, y salieron, y yo no sé por qué pero no quise entrar, hubiera sido demasiado pronto, y
después de algunas horas me fui; ahora, por lo menos, sabía dónde encontrarla. Ya en casa,
ideé un plan. Lo que había visto disparaba varias posibilidades y lo mejor era ir con cuidado.
DESAPARICION PERSONAJES
(…) pensé en Lela: ella sola tras el rastro de mi supuesto hermano, sin mi ayuda; y ahora yo,
solo, sin ella, sin nadie. Y pensé en Romina. Ella sola yendo a abortar. Y en Ludo, la
afortunada de Ludo que había logrado que un rastafari la llevara a vivir al Sur. Y en Mariano,
claro, que ahora necesitaba de mi ayuda como yo la de él y entonces le dije: bueno, me
quedo, te ayudo en lo que sea a cambio de poder quedarme acá con vos. 55
destino hablan? Mica me escuchó, paciente, varios días, y me dijo: tenés que buscar a tu hijo y
tenés que vengar a Maira. (…)
Encontrar a Romina no fue difícil. Vivía con Ludo —y Luis, y la mamá de Luis, y otro
muchacho— en un parador de las afueras. Trabajaban para una pareja de ancianos que
administraban un camping semipúblico y hacían dulces con frutas de la región. Después de
hablar bastante —ya no era como antes: para hacerla decir algo había que preguntarle muchas
veces lo mismo de diferentes formas— le pregunté por el otro muchacho. Era el hijo menor de
los ancianos, lo habían conocido vendiendo pulseras y… Bueno, bueno, dije, ¿tuviste a tu hijo?
¿Qué? Si tuviste a mi bebé. No... ¿Cómo que no? No lo tuve, loco de mierda, si te dijeron
otra cosa es problema tuyo. ¿Problema mío…? Sí, idiota, por algo será que la gente te
miente. Y se fue. Nos habíamos encontrado en una parada de colectivos y ahora ella cruzaba
la ruta para tomarse uno que venía por la mano de enfrente. Por suerte lo alcancé y por
suerte venía vacío, ideal para discutir. Igual, no discutimos. 76
CASA/ESPACIOS
Al principio, por ese motivo, me arrepentí de haberme mudado. Pero después pensé que por
algo lo había hecho y que mi búsqueda, distinta a la de Lela, no tenía por qué necesitar de un
lugar para vivir cerca de la ESMA. ¿Por qué suponer que mi hermano había nacido donde
mamá había estado secuestrada? El nacimiento podía haber sido en el Hospital Militar, no iba
a ser el único. ¿Tenía entonces que mudarme frente al Hospital Militar? No. En todo caso, cada
vez que iba a buscar a Maira, entraba a Capital por el Bajo y paraba en alguno de los bares que
empezaban a pulular por la zona esa, entre Dorrego, Olleros, Luis María Campos y
Libertador.23
Al principio, por ese motivo, me arrepentí de haberme mudado. Pero después pensé que por
algo lo había hecho y que mi búsqueda, distinta a la de Lela, no tenía por qué necesitar de un
lugar para vivir cerca de la ESMA. ¿Por qué suponer que mi hermano había nacido donde
mamá había estado secuestrada? El nacimiento podía haber sido en el Hospital Militar, no iba
a ser el único. ¿Tenía entonces que mudarme frente al Hospital Militar? No. En todo caso, cada
vez que iba a buscar a Maira, entraba a Capital 23
BUTLER
La pregunta que me preocupa a la luz de la reciente violencia mundial es, ¿quién cuenta
como humano?, ¿las vidas de quién cuentan como vidas? y, finalmente, ¿qué hace que una
el luto tiene que ver con aceptar experimentar una transformación (tal vez debería decir
someterse a la transformación) cuyo resultado completo no se puede saber con anticipación.
Existe la pérdida, como todos sabemos, pero también existe el efecto transformador de la
pérdida, y éste último no puede ser trazado o planificado. 3
Creo que si todavía me puedo referir a un “nosotros”, o incluirme a mí mismo dentro de esos
términos, estoy hablando de aquellos de nosotros que estamos viviendo en cierta manera
junto a nosotros mismos, ya sea en una pasión sexual, en un luto emocional o en rabia política.
la mayor parte del tiempo cuando escuchamos hablar sobre los “derechos”, los entendemos
como pertenecientes a individuos; cuando abogamos por protección contra la discriminación,
lo hacemos como grupo o como clase. 4
No es fácil entender como una comunidad política se forja a partir de esos lazos.Uno habla y
uno habla por otro a otro y, sin embargo, no hay forma de desmontar la distinción entre el
Otro y uno. Cuando decimos “nosotros” no hacemos más que designar esta misma
problemática; no la resolvemos. 5
Es importante reclamar que nuestros cuerpos son hasta cierto punto nuestros y que estamos
en la posición de reclamar derechos de autonomía sobre nuestros cuerpos. Esta aseveración es
tan válida para la reivindicación de los derechos lésbicos y gay a la libertad sexual, como para
las demandas transexual y transgénero a la autodeterminación, así como para las
reivindicaciones intersexo de ser libres de coercitivas intervenciones médicas y psiquiátricas.
Es válida para todas las demandas por permanecer libres de ataques racistas, físicos y verbales,
como lo es para la reivindicación feminista sobre la libertad reproductiva, así como
seguramente lo es para aquellos cuerpos que trabajan bajo coacción, económica y política,
bajo condiciones de colonización y ocupación. 5
Definidos dentro del espectro más amplio, estos reclamos son parte de cualquier aspiración
normativa de un movimiento que busca maximizar la protección y las libertades de las
minorías sexuales y de género, de las mujeres y de minorías raciales y étnicas, especialmente
porque ellos atraviesan todas estas categorías.
Si estoy luchando por autonomía, ¿no necesito también estar luchando por algo más, una
concepción de mí mismo como invariable dentro de una comunidad, una concepción grabada
sobre otros, que afecta también a otros de formas que no están totalmente bajo mi control o
que no son claramente predecibles 6
En la medida en la que cometemos violencia, estamos actuando sobre otro, poniendo al otro
en riesgo, causándole daño al otro, amenazando anular al otro. En cierta forma, todos vivimos
esta vulnerabilidad particular, una vulnerabilidad hacia el otro que es parte de la vida corporal,
una vulnerabilidad a un llamado repentino de otro lugar que no podemos prever. Sin embargo,
esta vulnerabilidad se exacerba altamente bajo ciertas condiciones sociales y políticas,
especialmente bajo aquellas en las que la violencia es una forma de vida y los medios para
asegurarse la auto defensa son limitados. 7
Pasar el duelo y hacer del duelo mismo un recurso para la política, no es estar resignado
a la inacción, más bien podría entenderse como un proceso lento por el cual desarrollamos
un punto de identificación con el sufrimiento mismo. 8
las personas transgénero se han preguntado cuando son inculpadas de acoso y a veces de
asesinato, una cuestión que también las personas intersexuadas se han formulado, personas
cuyos años formativos se marcan tan a menudo por la violencia indeseada contra sus cuerpos,
en nombre de una noción normativa de lo humano, una noción normativa de lo que debe ser
el cuerpo de un ser humano 10
La des-realización del “Otro” significa que aquel no está ni vivo ni muerto, sino en una forma
interminablemente espectral. 10
Una cosa es discutir que, primero, en el nivel del discurso, ciertas vidas no son siquiera
consideradas como vidas, que no pueden ser humanizadas, que no calzan en ninguna
concepción dominante de lo humano, que es en este nivel discursivo donde primero ocurre su
deshumanización, y que luego este nivel da paso a la violencia física, la cual, en algún sentido,
entrega el mensaje de deshumanización que ya está operando dentro de la cultura. 10
Es el medio por el cual una vida se convierte -o no- en una vida digna de ser llorada
públicamente, en un icono para el auto-reconocimiento nacional; es el medio que lleva a que
una vida se vuelva digna de distinguirse. Como resultado, tenemos que concebir al obituario
como un acto de construcción de la nación. Y el asunto no es tan sencillo, ya que, si una vida
no es digna de lamentarse, no es realmente una vida. Esa vida no califica como vida y no es
digna de que se le escriba una nota. Es, de hecho, lo insepulto,
o mejor, lo insepultable.
No es solamente que una muerte ha sido pobremente registrada, sino de que es irregistrable.
Esa muerte desaparece, no en un discurso explícito, sino en las elipses a través de los cuales el
discurso procede. las vidas raras (queer lives) que desaparecieron el 11 de Septiembre no son
bienvenidas públicamente dentro de la idea de una identidad nacional como la que
actualmente se construye en las páginas de los obituarios. Pero esto no debería ser una
sorpresa si pensamos en cuán pocas muertes por SIDA han sido pérdidas públicamente
lloradas y en cómo, por ejemplo, las cuantiosas muertes que ahora tienen lugar en África son
también en su mayor parte poco registradas y poco lamentadas en la prensa. 11