Está en la página 1de 38

Emoción y personalidad

Temas en la investigación de la emoción


Estados emocionales frente a rasgos emocionales
Enfoque categórico frente a dimensional de la emoción

Contenido frente a estilo de la vida emocional


Contenido de la vida emocional
Estilo de la vida emocional
Interacción del contenido y el estilo en la vida emocional

R e su m e n y evaluación
T é r m in o s clave
EL D O M I N I O C O G N O S C I T I V O E X P E R I M E N T A L

La emoción del miedo se


caracteriza p or una
expresión facial distintiva.
„magine que va de viaje para visitar a un amigo en una ciudad que nunca ha vis­
El miedo tiene un
to. Toma un tren y camina hacia el departamento de su amigo desde la estación. El tren
sentimiento subjetivo
llega tarde, así que está oscuro cuando comienza a atravesar un vecindario desconoci­
do. Las instrucciones que le han dado parecen un poco vagas, y después de 20 minutos desagradable distintivo.

de caminar comienza a pensar que están equivocadas. Es tarde y no hay muchas perso­ También hay cambios
nas en la calle. Está seguro de que los datos están mal, y ahora necesita encontrar un te­ asociados en la fisiología,
léfono para llamar a su amigo. Decide tomar un atajo por un callejón y regresar a la como aumentos en el ritmo
estación de trenes. El callejón está oscuro, pero es corto, y lo llevará más rápido a la es­ cardiaco y aumentos en el
tación, así que comienza a cruzarlo. Está alerta, un poco con los nervios de punta, ya que flujo sanguíneo a los
en verdad se encuentra fuera de su medio. Ve por encima de su hombro y nota que al­
músculos grandes de
guien lo ha seguido. Su corazón palpita. Se voltea y mira hacia delante, y ve que alguien
piernas y brazos. Estos
ha entrado al callejón enfrente de usted. De pronto se siente atrapado y se congela. Está
en un verdadero predicamento, pues su camino está bloqueado en ambas direcciones. Su cambios preparan a la

respiración es rápida y se siente confuso, mareado. Su mente está desbocada, pero no persona atemorizada para
está seguro de qué hacer mientras las dos personas se acercan a usted desde ambos lados. la tendencia a la acción
Sus palmas están sudando y siente la tensión en su cuello y garganta, como si fuera a intensa asociada con el
gritar en cualquier momento. Las dos personas se están acercando cada vez más a usted. miedo; es decir, huir o
Siente los nervios en su estómago mientras ve primero al frente y luego detrás. Desea pelear.
correr, pero no puede decidir cuál camino seguir. Está paralizado de miedo, se queda pa­
rado ahí, temblando, sin saber si podrá huir o si tendrá que pelear por su vida. De pron­
to, una de las personas lo llama por su nombre. Se da cuenta de que es su amigo, quien
ha venido con su compañero de dormitorio para buscarlo entre la estación de trenes y el
departamento. Usted suspira aliviado y pronto su estado de miedo desaparece, su cuerpo
se calma, su mente se aclara y saluda a su amigo con un entusiasta “¡Me alegra verte!”.

En este ejemplo, usted experimentó la emoción del miedo. También la emoción del ali­
vio, y quizá incluso la euforia, al momento en que su amigo lo rescató. Las emociones
pueden definirse por tres componentes. Primero, las emociones tienen sentimientos, o
Parte C uatro Ei d om in io co.gnoscitlvoexperim eiital

afectos, subjetivos distintos asociados con ellas. Segundo, las emociones están acompañadas
por cambios corporales, sobre todo en el sistema nervioso, y éstos producen cambios asocia­
dos con la respiración, el ritmo cardiaco, la tensión muscular, la química sanguínea y las ex­
presiones faciales y corporales. Y, tercero, las emociones están acompañadas por tendencias
a la acción distintas, o incrementos en las probabilidades de ciertos comportamientos. Con el
sentimiento emocional del miedo, hay sentimientos subjetivos de ansiedad, confusión y páni­
co. También hay cambios asociados en la función corporal, como aumentos en el ritmo car­
diaco, disminución del flujo sanguíneo al sistema digestivo (provocando náuseas) y aumento
en el flujo sanguíneo a los músculos grandes de piernas y brazos. Estos cambios lo preparan
para la actividad intensa asociada en ocasiones con el miedo. La actividad, o tendencia a la
acción, asociada con el miedo es huir o pelear.
¿Por qué los psicólogos de la personalidad están interesados en las emociones? Las per­
sonas difieren entre sí en sus reacciones emocionales, incluso ante los mismos acontecimien­
tos, así que las emociones son útiles para distinguir entre las personas. Por ejemplo, imagine
que perdió su cartera, la cual contiene una gran suma de dinero, su tarjeta de crédito y todas
sus identificaciones, incluyendo su licencia de manejo. ¿Qué emociones piensa que sentiría:
ira, desconcierto, desesperanza, frustración, pánico, miedo, vergüenza, culpa? Personas dife­
rentes tendrían diversas reacciones emocionales ante este suceso de la vida, y comprender có­
mo y por qué difieren las personas en sus reacciones emocionales es parte de la comprensión
de la personalidad.
Otras teorías de la emoción enfatizan las funciones que ésta desempeña, como generar
acciones adaptativas a corto plazo que nos ayudan a sobrevivir. Por ejemplo, la emoción de
disgusto tiene el valor adaptativo de incitarnos a escupir pronto algo que no es bueno para no­
sotros. De manera interesante, la expresión de disgusto, aun cuando el sentimiento sea evoca­
do por un pensamiento o algo que sólo es desagradable en el sentido psicológico, es arrugar
la nariz, abrir la boca y sacar la lengua como si estuviéramos escupiendo algo.
En su libro de 1872 The Expression ofthe Emotions in Man and Animáis, Charles Dar-
win propuso un análisis funcional de las emociones y las expresiones emocionales. Este aná­
lisis se centra en el “porqué” de las emociones y las expresiones, en particular en función de si
aumentan la aptitud de los individuos (capítulo 8). En este libro describe su observación de
animales, sus propios hijos y otras personas, vinculando expresiones particulares con emocio­
nes específicas. Reconoció que la evolución por la selección natural no sólo se aplicaba a las
estructuras anatómicas sino también a la “mente”, incluyendo las emociones y sus expresio­
nes. ¿Cómo aumentan las emociones la aptitud evolutiva? Darwin concluyó que las expre­
siones emocionales comunican información de un animal a otro acerca de lo que es probable
que suceda. El perro que enseña los dientes y al que se le erizan los pelos del lomo está co­
municando a otros que es probable que ataque. Si otros reconocen esta comunicación, pueden
elegir retroceder, evitando, por tanto, el ataque. Aunque muchos teóricos de la emoción mo­
dernos aceptan este énfasis funcional, la mayoría de los psicólogos de la personalidad enfo­
can la emoción con un interés en el cómo y el porqué difieren las personas entre sí desde el
punto de vista de las emociones.

Temas en la investigación de la emoción_ _ _ _ _ _ _ _


Hay varios temas importantes que dividen el campo de la investigación de la emoción (Da-
vidson, Scherer y Goldsmith, 2003). De manera típica los psicólogos sostienen una opinión
sobre cada uno de estos temas. Consideraremos dos de éstos, comenzando con la distinción
entre estados de emoción y rasgos de emoción.

Es típico que pensemos en las emociones como estados que vienen y van. Una persona se eno­
ja, después se le pasa. Otra se pone triste, luego se anima. Los estados emocionales son tran-
Capítulo T rece E m oción y personalidad 409

sitorios. Es más dependen de la situación en la que está una persona que de la persona espe­
cífica. Un hombre se enoja porque fue tratado en forma injusta. Una mujer está triste porque
su bicicleta fue robada. La mayoría de las personas se enojarían o se pondrían tristes en estas
situaciones. Las emociones como estados son transitorios, tienen una causa específica, y esa
causa por lo general se origina fuera de la persona (algo sucede en el ambiente).
También podemos pensar en las emociones como disposiciones o rasgos. Por ejemplo,
con frecuencia caracterizamos a las personas declarando qué emociones experimentan o ex­
presan con frecuencia. “María es alegre y entusiasta” o “Juan se enoja con facilidad y a me­
nudo pierde los estribos”. Aquí estamos usando emociones para describir disposiciones, o
rasgos emocionales persistentes, que tiene una persona. Los rasgos emocionales son consis­
tentes en la vida emocional de un individuo. Los rasgos, como recordará del capítulo 3, son
patrones en el comportamiento o experiencia de una persona que son al menos algo consisten­
tes de una situación a otra y que son al menos algo estables en el tiempo. Por tanto, un rasgo
emocional es un patrón de reacciones emocionales que experimenta una persona de manera
consistente a lo largo de una variedad de situaciones de la vida. Este patrón de experiencias
emocionales es estable en el tiempo y característico para cada persona. Continuando con el
caso de María, podríamos esperar que sea alegre en el hogar, la escuela y el trabajo. Es más,
al referirnos a la alegría como un rasgo emocional, esperaríamos que fuera alegre el año an­
terior y lo más probable es que sea alegre el próximo, salvo algún cambio importante en su
personalidad.
Los rasgos se consideran internos en la persona, y pensamos en éstos como causantes
de que las personas se comporten o sientan de determinadas formas. Si la alegría de María es
un rasgo, entonces asumimos que su comportamiento entusiasta y su manera agradable es un
reflejo de esta disposición interna y que no se debe por completo a un evento externo. En cier­
to sentido, María lleva su alegría con ella de una situación a otra y a lo largo del tiempo.

Enfoque categórico frente a dimensional de la emoción


Los investigadores de la emoción pueden dividirse en dos campos basados en sus respuestas
a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la mejor forma de pensar acerca de las emociones? Algunos
sugieren que es bueno considerar las emociones como una pequeña cantidad de emociones
primarias y distintas (ira, alegría, ansiedad, tristeza). Otros sugieren que es mejor considerar
a las emociones como dimensiones amplias de experiencia (por ejemplo, una dimensión que
va de agradable a desagradable). Se dice que aquellos que piensan que las emociones prima­
rias son la clave adoptan el enfoque categórico. Cientos de términos describen categorías di­
ferentes de emociones. Averill (1975), por ejemplo, compiló una lista de 550 términos que
describen diferentes estados de sentimientos. Esto es similar a la situación con los términos
de rasgos básicos, en la que los psicólogos empezaron con miles de adjetivos de rasgos y bus­
caron los factores fundamentales que subyacen en aquellas muchas variaciones, concluyendo
que es probable que haya más o menos cinco rasgos de personalidad primarios que subyacen
de la enorme lista de adjetivos de rasgos.
Los investigadores de la emoción que adoptan el enfoque categórico han tratado de re­
ducir la complejidad de las emociones buscando las primarias que subyacen en la gran varie­
dad de términos de emociones. (Levenson, 2003). Sin embargo, no han alcanzado la clase de
consenso que se encuentra en el dominio de los rasgos de personalidad. La falta de consenso
que se encuentra en esta área de la psicología resulta de diferentes criterios que usan los in­
vestigadores para definir una emoción como primaria. Se considera que las emociones prima­
rias son un conjunto irreductible de emociones, cuyas combinaciones producen la enorme
variedad de emociones experimentadas. Esto es parecido al tema del rasgo primario expuesto
en el capítulo 3. Varios investigadores han propuesto criterios para determinar cuáles emocio­
nes son primarias. Por ejemplo, Ekman (1992a) requiere que una emoción primaria tenga una
expresión facial distinta que sea reconocida a través de las culturas. Por ejemplo, la tristeza es
acompañada por un fruncimiento de las cejas. Esta expresión facial es reconocida de manera
universal como una descripción de la emoción de tristeza. Del mismo modo, apretar los dien­
tes y enseñarlos se asocia con la ira y es reconocido en forma universal como tal. De hecho,
las personas que son ciegas de nacimiento fruncen las cejas cuando están tristes, aprietan y
enseñan los dientes cuando están enojadas y sonríen cuando están felices. Debido a que las
personas ciegas de nacimiento nunca han visto las expresiones faciales de tristeza, ira o ale­
gría, no es probable que hayan aprendido estas expresiones. Más bien, parece probable que las
expresiones sean parte de la naturaleza humana. Basado en estos criterios de expresiones fa-

La felicidad puede considerarse como un estado o como un rasgo. Las personas altas en el
rasgo de la felicidad experimentan estados de felicidad frecuentes, o tienen un umbral inferior
para volverse felices. Es más, la felicidad es reconocida alrededor del mundo por medio de la
expresión de la sonrisa. Las personas de todas las culturas sonríen cuando están felices.
(IvPÍTL'LO TRECE Em oción y personalidad 411

dales distintas y universales, la lista de Ekman de emociones primarias incluye disgusto, tris­
teza, alegría, sorpresa, ira y miedo.
Otros investigadores sostienen criterios diferentes para contar las emociones como pri­
marias. Por ejemplo, Izard (1977) sugiere que las emociones primarias se distinguen por sus
propiedades motivacionales únicas. Es decir, las emociones se entienden como una guía para
comportamientos al motivar a la persona a tomar acciones adaptativas específicas. El miedo
es incluido como una emoción primaria en la lista de Izard porque motiva a una persona a evi­
tar el peligro y buscar la seguridad. El interés es, del mismo modo, una emoción fundamental
porque motiva a una persona a aprender y adquirir habilidades nuevas. Los criterios de Izard
dieron como resultado una lista de 10 emociones primarias. En el cuadro 13.1 hay varias lis­
tas de emociones primarias basadas en diversos criterios.
Otro enfoque para entender la complejidad de la emoción se ha basado en la investiga­
ción empírica más que en criterios teóricos. En el enfoque dimensional, los investigadores
recopilan datos haciendo que los sujetos se califiquen a sí mismos en una amplia variedad de
emociones, luego aplican técnicas estadísticas (por lo general análisis factorial) para identifi­
car las dimensiones básicas que subyacen en las estimaciones. ,
Entre los investigadores hay un consenso notable en las dimensiones básicas que subya­
cen en las autocalificaciones de afecto (Judge y Larsen, en prensa; Larsen y Diener, 1992; Wat-
son, 2000). La mayor parte de los estudios sugieren que las personas clasifican las emociones
í usando sólo dos dimensiones primarias: qué tan agradable o desagradable es la emoción y qué
tan alta o baja en excitación es ésta. Cuando las dos dimensiones se ordenan como ejes en un
sistema de coordenadas bidimensional, los adjetivos que describen emociones caen en un círcu­
lo alrededor de las dos dimensiones, como se muestra en la figura 13.1.
Este modelo de la emoción sugiere que cada estado de sentimiento puede describirse co­
mo una combinación de lo agradable/desagradable y la excitación. Por ejemplo, una persona

Cuadro 13.1 Una selección de teóricos que proporcionan listas de emociones primarias
Teoricos Emociones básicas Criterios

Ekman, Friesen y Ellsworth, 1972 Ira, disgusto, miedo, alegría, tristeza, sorpresa Expresión facial universal

Frijda, 1986 Deseo, felicidad, interés, sorpresa, asombro, pena Motivación para emprender acciones
específicas

Gray, 1982 Furia, terror, ansiedad, alegría Circuitos cerebrales

Izard, 1977 Ira, desdén, disgusto, angustia, miedo, culpa, Motivación para emprender acciones
interés, alegría, vergüenza, sorpresa específicas

James, 1884 Miedo, pena, amor, furia Participación corporal

Mower, 1960 Dolor, placer Estados em ocionales no aprendidos

Oatley y Johnson-Laird, 1987 Ira, disgusto, ansiedad, felicidad, tristeza Poca participación cognoscitiva

Plutchik, 1980 Ira, aceptación, alegría, anticipación, miedo, P rocesos biológicos evolucionados
disgusto, tristeza, sorpresa

Tomkins, 1984 • - Ira, interés, desdén, disgusto, miedo, alegría, Densidad de los disparos neuronales
vergüenza, sorpresa

Adaptado de Ortony y Turner, 1990.


Parte C uatro El d o m in io fo.g.ìioscili\oex[)cnm eiU al

Afecto Afecto
negativo

\
A ngustiado Eufórico
A n sio so Activación Excitado
M olesto alta Anim ado
Hostil
-
/k Entusiasm ado

Triste / Feliz
Refunfuñón / Encantado
Desagradable Agradable
Infeliz \ Alegre
M elancólico Complacido

Aburrido Y Relajado
Som noliento Activación Contento
Perezoso baja Calmado
Torpe En reposo

Figura 13.1
El enfoque dimensional de la emoción, que muestra dos dimensiones primarias: activación alta a
baja y agradabilidad a desagradabilidad.

puede tener sentimientos desagradables en una forma de excitación muy alta (nervioso, ansio­
so, aterrado) o en una forma de excitación muy baja (aburrido, fatigado, cansado). Del mismo
modo, una persona puede tener sentimientos agradables en una forma de excitación muy alta
(excitado, entusiasta, eufórico) o en una forma de excitación baja (calmado, relajado). Por tan­
to, las dos dimensiones de lo agradable y la excitación se ven como dimensiones fundamen­
tales de la emoción.
La perspectiva dimensional de la emoción se basa en estudios de investigación en los
que los sujetos califican sus experiencias emocionales. Se entiende que las emociones que
ocurren juntas, las cuales se experimentan como similares entre sí, definen una dimensión
común. Por ejemplo, las emociones de angustia, ansiedad, molestia y hostilidad son muy pa­
recidas desde el punto de vista de la experiencia y, por tanto, parecen anclarse en un extre­
mo de una dimensión de afecto negativo. El enfoque dimensional de la emoción, entonces se
refiere más a la forma en que las personas experimentan sus emociones que a la manera en
que piensan sobre sus éstas. En contraste, el enfoque categórico se basa más en distinciones
conceptuales entre emociones: las emociones primarias son aquellas que tienen expresiones
faciales distintas o propiedades motivacionales distintas. El enfoque dimensional, entonces,
sugiere que lo que experimentamos son varios grados de lo agradable y la excitación y que
cada emoción que somos capaces de experimentar puede describirse como una combinación
de lo agradable y la excitación (Larsen y Fredrickson, 1999; Larsen y Prizmic, en prensa).
Algunos investigadores prefieren la perspectiva categórica, la cual encuentran útil para
pensar en las emociones como categorías distintas en lugar de dimensiones. Por ejemplo, las
emociones de la ira y la ansiedad, aunque parecidas desde el punto de vista de ser emociones
negativas con excitación alta, no obstante se asocian con expresiones faciales, sentimientos y
tendencias a las acciones diferentes. Los psicólogos de la personalidad con una perspectiva
Capítulo T r ice E m oción v personalidad

categórica estarían interesados en la forma en que difieren las personas entre sí con respecto
a las emociones primarias, como la ira y la ansiedad. Por ejemplo, ¿hay diferencias individua­
les o de grupo en la ansiedad, la tristeza o la agresión? También hay psicólogos de la perso­
nalidad que prefieren pensar en cómo difieren las personas con respecto a las dimensiones
primarias de la emoción. Por ejemplo, ¿quiénes son las personas que tienen un buen nivel de
agradabilidad en su vida? ¿Quiénes son las personas que tienen ataques frecuentes de emocio­
nes desagradables con excitación alta? En este capítulo, se cubrirá la investigación y hallaz­
gos de ambas perspectivas.

Otra distinción útil para los psicólogos de la personalidad es la que existe entre el contenido
de la vida emocional de una persona y el estilo con el que esa persona experimenta y expresa
la emoción. El contenido es la clase específica de emoción, mientras el estilo es la forma en
que es experimentada esa emoción. Por ejemplo, decir que alguien es alegre es decir algo so­
bre el contenido de la vida emocional de la persona, esto se refiere a la clase específica de
emociones que con frecuencia experimenta una persona. Sin embargo, decir que alguien tiene
5 una gran variabilidad en el estado de ánimo es decir algo sobre el estilo de su vida emocional:
que sus emociones cambian con frecuencia. Cada una de estas facetas de la emoción, conte­
nido y estilo, exhibe propiedades tipo rasgo (estable a lo largo del tiempo y las situaciones y
significativa para hacer distinciones entre personas). El contenido y el estilo proporcionan un
tema organizador para exponer la personalidad y la emoción. Primero se expondrá el conteni­
do de la vida emocional, enfocándose en varias emociones agradables y desagradables. Lue­
go se considerará el estilo emocional, enfocándose en las diferencias individuales en la
intensidad y variabilidad de la vida emocional.

Contenido de la vida emocional


El contenido de la vida emocional se refiere a las emociones típicas que es probable que ex­
perimente una persona a lo largo del tiempo. Por ejemplo, alguien caracterizado como una
persona enfadada o malhumorada debería tener una vida emocional que contenga una bue­
na cantidad de ira, irritabilidad y hostilidad. Alguien más cuya vida emo­
cional contenga un sinnúmero de emociones agradables es alguien que
podría caracterizarse como feliz, alegre y entusiasta. Por tanto, la noción
de contenido nos lleva a considerar las clases de emociones que es proba­
ble que experimenten las personas a lo largo del tiempo y las situaciones
de sus vidas. A continuación se presenta una exposición de las disposicio­
nes emocionales agradables.

Emociones agradables
En las listas de emociones primarias, de manera típica la felicidad o la ale­
gría son las únicas emociones agradables mencionadas (aunque algunos teó­
ricos incluyen el interés como una emoción agradable). En los enfoques de
los rasgos de la emoción, la disposición agradable principal es la felicidad y
los sentimientos asociados de estar satisfecho con la vida de uno. Se comen­
zará con estos conceptos.

Definiciones de felicidad y satisfacción en la vida Hace más de 2 000


Wiltían James define la felicidad como
años, el filósofo griego Aristóteles escribió que la felicidad era el bien su­
premo y que la meta de la vida era alcanzarla. Es más, enseñaba que la feli­ proporción que se alcanza entre las
cidad se alcanzaba llevando una vida virtuosa y siguiendo las reglas de la aspiraciones y los logros.
sociedad, e innumerables eruditos y filósofos han ofrecido muchas otras teorías sobre las fuen­
tes de la felicidad humana. Por ejemplo, a diferencia de Aristóteles, el filósofo francés del si­
glo x v i i i Jean-Jacques Rousseau especuló que el camino de la felicidad se encuentra en la
satisfacción de los deseos de uno y la búsqueda hedonista del placer. A fines del siglo xix, el
fundador de la psicología en América, William James, enseñó que la felicidad era la propor­
ción de los logros de uno con sus aspiraciones. Uno podría lograr la felicidad, pensaba James,
en una de dos formas: logrando más en la vida o reduciendo sus aspiraciones.
Aunque muchos filósofos y psicólogos por siglos han especulado acerca de las raíces de
la felicidad, el estudio científico de ésta es relativamente reciente. Los psicólogos comenza­
ron el estudio serio de la felicidad (también llamada bienestar subjetivo o satisfacción con la
vida) a mediados de la década de los setenta. Desde entonces, la investigación científica so­
bre el tema ha aumentado a pasos agigantados. En años recientes, se han publicado cientos de
artículos científicos sobre la felicidad cada año en la literatura psicológica (Diener y Selig-
man, 2002).
Una forma de definir la felicidad es examinar cómo la miden los investigadores. Varias
medidas de cuestionario se usan en forma amplia en encuestas y otras investigaciones. Debi­
do a que la felicidad es una cualidad subjetiva, que depende del propio juicio de un individuo
acerca de su vida, los investigadores casi tienen que basarse en cuestionarios. Algunos de es­
tos cuestionarios se centran en juicios acerca de la vida de uno, como “¿Qué tan satisfecho es­
tá con su vida en conjunto en estos días? ¿Está muy satisfecho, satisfecho, no muy satisfecho
o nada satisfecho en absoluto?” Otros cuestionarios se enfocan en la emoción, en particular
en el equilibrio entre emociones agradables y desagradables en la vida de una persona. Un
ejemplo de este tipo de cuestionamiento fue propuesto por Fordyce (1978), en el cual al suje­
to se le hacen las siguientes preguntas:

¿Qué porcentaje del tiempo es feliz?______________


¿Qué porcentaje del tiempo es neutral?______________
¿Qué porcentaje del tiempo es infeliz?______________
Asegúrese que sus porcentajes sumen 100%.

Entre estudiantes universitarios, los datos indican que la persona promedio reporta ser
feliz 65% del tiempo, neutral 15% e infeliz 20% (Larsen y Diener, 1985). La escala de por­
centaje de felicidad es una de las mejores medidas de felicidad desde el punto de vista de la
validez de constructo. Por ejemplo, predice una amplia gama de otros aspectos relacionados
con la felicidad de la personalidad de una persona, como los estados de ánimo cotidianos y re­
portes de sus semejantes de felicidad general (Larsen, Diener y Lucas, 2002).
Los investigadores conciben la felicidad en dos formas complementarias: 1) en función
de un juicio de que la vida es satisfactoria y 2) en función del predominio de emociones po­
sitivas en comparación con las negativas en la vida de uno (Diener, 2000). Sin embargo, re­
sulta que la vida emocional de las personas y los juicios de lo satisfechas que están con su vida
se correlacionan en forma alta. Las personas que tienen muchas emociones agradables en su
vida tienden a juzgarla como satisfactoria, y viceversa (Diener, Lucas y Larsen, 2003).
¿Puede ser que las personas felices se estén engañando, que la mayoría de la gente en
realidad sea miserable y que las personas felices no lo sepan o lo estén negando? Sería fácil
mentir en un cuestionario y describirse a sí mismos como felices y satisfechos. Ésta es la idea
de la deseabilidad social, como se expuso en el capítulo 4. Resulta que las medidas de felici­
dad se correlacionan con las puntuaciones de deseabilidad social. En otras palabras, las per­
sonas que obtienen puntuaciones altas en deseabilidad social también obtienen puntuaciones
altas en escalas de autorreporte de felicidad. Es más, las medidas de deseabilidad social tam­
bién se correlacionan con puntuaciones de felicidad que no son de autorreporte, como repor­
tes de felicidad de compañeros. Este hallazgo sugiere que tener una visión positiva de uno
mismo es parte de ser una persona feliz. Dicho de otro modo, parte de ser feliz es tener ilu­
siones positivas acerca de sí mismo, una visión inflada de las características propias de uno
como una persona buena, capaz y deseable, ya que esta característica parece ser parte del bie­
nestar emocional (Taylor, 1989; Taylor et al., 2000).
A pesar de la correlación de las medidas de autorreporte de la felicidad con la deseabi-
lidad social, otros hallazgos sugieren que estas medidas son válidas (Diener, Oishi y Lucas,
2003). Estos hallazgos se refieren a las correlaciones positivas encontradas entre medidas de
autorreporte y no de autorreporte de la felicidad. Las personas que reportan que son felices
tienden a tener amigos y familiares que están de acuerdo con esta afirmación (Sandvik, Diener
y Seidlitz, 1993). Además, estudios de los diarios de personas felices encuentran que reportan
muchas más experiencias agradables que las personas infelices (Larsen y Diener, 1985). Cuan­
do diferentes psicólogos clínicos entrevistaron un grupo de personas, los psicólogos tienden a
estar muy de acuerdo acerca de cuáles son felices y satisfechas y cuáles no (Diener, 2000). Y,
en un experimento interesante, Seidlitz y Diener (1993) dieron a los participantes cinco minu­
tos para recordar tantos sucesos felices en su vida como pudieran y luego les dieron cinco mi­
nutos para recordar tantos sucesos infelices en su vida como pudieran. Encontraron que las
personas felices recordaron más sucesos agradables, y menos desagradables, que las personas
infelices.
Las medidas de cuestionario de la felicidad y el bienestar también predicen otros aspec­
tos de la vida de las personas que esperaríamos se relacionaran con la felicidad (Diener, Lu­
cas y Larsen, 2003). Por ejemplo, en comparación con personas infelices, las personas felices
son menos abusivas y hostiles, se enfocan menos en sí mismas y reportan menos casos de en­
fermedad. También son más serviciales y cooperadoras, tienen más habilidades sociales, son
más creativas y dinámicas, perdonan más y son más confiadas (Myers, 1993, 2000; Myers y
Diener, 1995; Veenhoven, 1988). En resumen, los autorreportes de felicidad parecen ser váli­
dos y fidedignos (Larsen y Prizmic, en prensa). Después de todo, ¿quién, si no las mismas per­
sonas, es el mejor juez de su bienestar subjetivo?

Lo que se sabe sobre las personas felices En un artículo titulado “Who Is Happy?”, los psi­
cólogos David Myers y Ed Diener (1995) revisaron lo que se sabe sobre las personas felices.
Por ejemplo, ¿las mujeres son más felices que los hombres, o los hombres son el género más
feliz? En Estados Unidos, las mujeres son diagnosticadas con depresión el doble de veces que
los hombres. Esto podría sugerir que los hombres son más felices que las mujeres. Sin embar­
go, los hombres tienen una probabilidad dos veces mayor que las mujeres de volverse alcohó-

Cuadro 13.2 Escaia de satisfacción en la vida*


A continuación se presentan cinco enunciados con los que puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Usando la escala de abajo,
indique su acuerdo con cada reactivo colocando el número apropiado en la línea que precede a ese reactivo. Por favor sea
abierto y honesto al responder.

Totalmente Desacuerdo Desacuerdo Acuerdo Acuerdo Totalmente


desacuerdo moderado leve leve moderado de acuerdo
1 2 3 4 5 6

1. En la mayoría de las formas mi vida está cerca de mi ideal.

2. Si pudiera vivir mi vida otra vez, no cambiaría casi nada.

3. Estov satisfecho con mi vida.

4. Hasta ahora he conseauido las c o sa s importantes que deseo en la vida.

5. Las condiciones de mi vida son excelentes.

* De Diener, Emmons, Larse y Griffin, 1985.


Parte (' fatuo Ei dominio co.giKiscilivo-experimonlal

licos. El uso del alcohol puede ser una forma en que los hombres se medican para la depre­
sión, así que el índice real de depresión puede ser más parecido para hombres y mujeres. Los
investigadores necesitan examinar los estudios reales de felicidad para abordar la cuestión de
la diferencia de género. Por suerte, ya se ha realizado una revisión excelente y minuciosa de los
estudios sobre género y felicidad. Haring, Stock y Okun (1984) analizaron 146 estudios sobre
bienestar global y encontraron que el género explicaba menos de 1% de la variación en la fe­
licidad de las personas. Este resultado de casi ninguna diferencia entre hombres y mujeres
aparece también entre culturas y países. Michalos (1991) obtuvo datos sobre 18 032 estudian­
tes universitarios de 39 países. Encontró que proporciones más o menos iguales de hombres
y mujeres se calificaban a sí mismos como satisfechos con su vida. Diener (2000) también re­
portó igualdad de género en felicidad global.
¿La felicidad es más probable entre jóvenes, adultos de mediana edad o personas mayo­
res? Con frecuencia pensamos que en ciertos periodos de edad hay más estrés que en otros,
como la crisis de la edad madura o el estrés de la adolescencia. Esto podría llevarnos a creer
que ciertos momentos de la vida son más felices que otros. Inglehart (1990) abordó esta cues­
tión en un estudio de 169 776 personas de 16 naciones. Se encontró que las circunstancias que
hacen felices a los sujetos cambian con la edad. Por ejemplo, la seguridad financiera y la sa­
lud son importantes para la felicidad en una etapa posterior de la vida, mientras para los adul­
tos jóvenes el éxito en la escuela o el trabajo y las relaciones íntimas satisfactorias son
importantes para la felicidad. Sin embargo, al observar los niveles generales de felicidad, In­
glehart concluyó que no había evidencia que sugiriera que cualquier momento de la vida era
más feliz que ningún otro.
¿La etnia se relaciona con la felicidad? ¿Algunos grupos étnicos son más felices que
otros? Muchas encuestas han incluido preguntas sobre identidad étnica, así que existe una
abundancia de datos sobre esta cuestión. Resumiendo muchos de estos estudios, Myers y Die­
ner (1995) concluyeron que la pertenencia a un grupo étnico no se relacionaba con el bienes­
tar subjetivo. Por ejemplo, los afroamericanos reportaron más o menos la misma cantidad de
felicidad que los estadounidenses de ascendencia europea y, de hecho, tuvieron niveles lige­
ramente menores de depresión (Diener et al., 1993). Crocker y Major (1989) sugieren que las
personas de grupos sociales en desventaja mantienen su felicidad al valorar las actividades en
las que son buenos, al compararse con miembros de su propio grupo y al culpar de sus pro­
blemas a sucesos que están fuera de su control.
¿Qué hay de las diferencias nacionales en el bienestar? ¿Las personas de ciertas nacio­
nes son más felices que las de otras naciones? La respuesta parece ser sí. Un estudio impre­
sionante de Diener, Diener y Diener (1995) examinó las puntuaciones de bienestar obtenidas
usando encuestas de probabilidad en 55 naciones. Las naciones muestreadas en este estudio
representaban 75% de la población del mundo. Los resultados se describen en el cuadro 13.3,
donde las naciones están ordenadas de acuerdo con la medida de bienestar. Viendo estas cla­
sificaciones, ¿qué piensa que podría explicar las diferencias entre los países que estuvieron al­
tos y bajos en bienestar?
Los investigadores pudieron reunir una gran variedad de otra información ambiental,
social y económica sobre cada uno de estos países, y probaron si cualquiera de estas variables
se correlacionaba con la felicidad nacional promedio. En el nivel nacional, los países más po­
bres parecen poseer menor felicidad y satisfacción con la vida que los países más ricos. Las
naciones también difirieron en los derechos que proveen a sus ciudadanos. Los investigado­
res encontraron que los países que proporcionaban menos derechos civiles y políticos tendían
a tener menor bienestar que los países donde los derechos civiles y las libertades individuales
estaban protegidos por las leyes. Otras variables nacionales, como la densidad de la población
y la homogeneidad cultural, mostraron sólo correlaciones menores con el bienestar. Diener et
al. (1995) concluyeron que las diferencias en el desarrollo económico de las naciones pueden
ser la fuente principal de diferencias en el bienestar subjetivo de las sociedades. Los investi­
gadores que han llevado a cabo encuestas nacionales parecidas, pero en una escala menor, han
ofrecido hallazgos similares (Easterlin, 1974; Veenhoven, 1991a, 1991b).
CAPÍTULO T rece E m oción y p ersonalidad

Tales hallazgos podrían conducir a pensar que el dinero o el ingreso hace felices a las
personas. Éstas a menudo piensan que si obtuvieran un poco más de dinero o bienes materia­
les, serían más felices. Algunos creen que si ganaran la lotería serían felices por el resto de su
vida. Los investigadores han encontrado que no hay una respuesta simple a la cuestión acer­
ca de si el dinero hace feliz a la gente (Diener y Biswas-Diener, 2002).
La investigación sobre las circunstancias objetivas de la vida de una persona, edad, se­
xo, etnia, ingreso, etc., muestra que éstas importan muy poco en la felicidad general, pero sa­
bemos que las personas difieren entre sí y que, aunque atraviesen por las dificultades y
decepciones de la vida, son más felices que otras de manera consistente. Costa, McCrae y
Zonderman (1987) encontraron, en un estudio de 5 000 adultos, que las personas que eran fe­
lices en 1973 también lo eran 10 años después, a pesar de experimentar muchos cambios en
la vida. ¿Qué más podría explicar por qué algunas personas son más felices que otras de ma­
nera consistente?

Cuadro 13.3 Puntuaciones por país dei bienestar subj


Bienestar Bienestar
País subjetivo País subjetivo

Islandia 1.11 Bangladesh -.29


Suecia 1.03 Francia -.38
Australia 1.02 España -.41
Dinamarca 1.00 Portugal -.41
Canadá .97 Italia -.44
Suiza .94 Hungría -.48
Estados Unidos .91 Puerto Rico -.51
Colombia .82 Tailandia -.62
Luxemburgo .82 Sudáfrica -.63
Nueva Zelanda .82 Jordania -.77
Irlanda del Norte .78 Egipto -.78
Noruega .77 Yugoslavia -.81
Finlandia .74 Japón -.86
Inglaterra .69 Grecia -.89
Países Bajos .68 Polonia -.90
Irlanda .57 Kenia -.92
Brasil .57 Turquía -1.02
Tanzania .51 India -1.13
Bélgica .51 Corea del Sur -1.15
Singapur .43 Nigeria -1.31
Bahrein .36 Panamá -1.31
Alemania Occidental .18 Alemania Oriental -1.52
Austria .15 U.R.S.S. -1.70
Chile .13 China -1.92
Filipinas .10 Camerún -2,04
M alasia .08 República Dominicana -3.92
Cuba .00
Israel -.18 Promedio 0.00
M éxico -.28 Desviación estándar 1.00

Fuente: Diener, Diener y Diener, 1995.


418 P a rte C i'atr» El dom in io co.giiosciiivo-oxiicriiucniiil

Un acercamiento detallado ¿El dinero hace feliz a la gente?


La cantante pop Madonna, también cono­ las necesidades básicas de la vida, pare­ dice las opiniones de m uchos políticos y
cida como "La chica material", ha cantado ce que aumentar la posición financiera im­ economistas. Es más, parece ir contra el
las alabanzas del materialismo. Con fre­ porta muy poco en el bienestar de uno. En sentido común, al igual que con los datos
cuencia se piensa que los estadouniden­ países que tienen un nivel m ás alto, donde sobre pobreza y resultados de la vida ma­
se s son materialistas. De hecho, en las la mayoría de las personas tienen satisfe­ los. Por ejemplo, las personas en los nive­
encuestas, la meta de estar muy bien en el chas su s necesidades básicas (como en les más bajos de la economía tienen los
aspecto financiero a menudo es calificada Europa o Estados Unidos), el ingreso "tie­ índices más altos de depresión (McLoyd,
como la meta principal en la vida por los ne un efecto débil de manera sorprenden­ 1998). Las dificultades económ icas cobran
estudiantes universitarios de primer año, te (casi insignificante) en la felicidad" su cuota en la gente, aumentando el e s­
superando a otras metas, como ser útil a (Inglehart, 1990, p. 242). trés y el conflicto en la vida de las perso­
los demás, realizar su potencial como per­ ¿Qué pasaría si observáram os den­ nas. La pobreza se asocia con elevaciones
sona y formar una familia (Myers, 2000). tro de un país y examináramos los cam ­ en una variedad de resultados de la vida
Esta actitud se resume en una calcomanía bios de riqueza en el tiempo, dentro de una negativos, que van desde mortalidad in­
vista en la defensa de un automóvil costo­ sola economía, para ver si las personas se fantil hasta un aumento en los crímenes
so que remolcaba un gran barco, en la vuelven m ás felices conforme el país se violentos, como el homicidio (Belle et al.,
cual fee leía: "Cuando el juego termina, la vuelve m ás rico? Estados Unidos, por 2000). ¿Cóm o puede asociarse la pobreza
persona con más juguetes gana." ¿Tener ejemplo, ha experim entado aum entos con tales circunstancias desafortunadas
más lo hace a uno un ganador? ¿El dinero enormes en la riqueza nacional, el ingreso pero el ingreso no relacionarse con la feli­
conduce a la felicidad? y la opulencia durante el medio siglo p asa­ cidad? La respuesta, al parecer, se en­
Desde el punto de vista de los datos do. Por ejemplo, de 1957 a fines de la dé­ cuentra en la noción de un umbral de
nacionales, la respuesta parece ser que cada de los noventa, el ingreso promedio ingreso, debajo del cual es muy poco pro­
los países m ás ricos en efecto tienen nive­ después de impuestos de la persona (en bable que una persona sea feliz, al menos
les promedio mayores de satisfacción en dólares constantes de 1995) ha aumentado en Estados Unidos (Csikszentmihalyi,
la vida que los países más pobres. M ye rs y más del doble, pasando de 8 000 a 20 000 2000). Sin embargo, una vez que la perso­
Diener (1995) reportan que la correlación dólares anuales. ¿L o s estadounidenses na está por encima de este umbral, no pa­
entre la puntuación de bienestar de una son más felices hoy de lo que eran en rece sostenerse la noción de que tener
nación y su producto interno bruto (ajusta­ 1957? M ye rs (2000) reporta que los esta­ más dinero nos haría más felices (Dienery
do al tamaño de la población) es +.67. Sin dounidenses no son más felices en la a c­ Biswas-Diener, 2002).
embargo, la riqueza nacional se confunde tualidad. Esto se ilustra en la figura 13.2, la M ye rs y Diener (1995) hacen la ana­
con m uchas otras variables que influyen cual muestra que el porcentaje de esta­ logía entre riqueza y salud: la ausencia de
en el bienestar, como los servicios de dounidenses que se describen como muy salud o riqueza pueden producir miseria,
atención de la salud, los derechos civiles, felices ha permanecido constante a lo lar­ pero su presencia no es una garantía de
la atención de los ancianos y la educa­ go de las décadas, fluctuando alrededor que la felicidad la seguirá. Un experimen­
ción. Éste es un ejemplo clásico de cómo de 30%. Este índice constante de felicidad to interesante para probar esta afirmación
terceras variables potenciales podrían ex­ personal contrasta con el correspondiente para la riqueza sería tomar una muestra de
plicar por qué se relacionan dos variables aumento pronunciado en la riqueza perso­ personas y asignarlas al azar a dos gru­
(véase la exposición de este problema en nal experimentada durante esas décadas. pos. En el grupo 1, le daría a cada inte­
el capítulo 2). Por ejemplo, los países más Easterlin (1995) reporta resultados similares grante un millón de dólares. En el grupo 2
ricos pueden tener mayor bienestar por- para ciertos países europeos y Japón, don­ le daría a cada miembro un dólar. Luego
guetambién proporcionan una mejor aten­ de los aumentos en la riqueza promedio por vería si, seis m eses después, las personas
ción de la salud para su s ciudadanos. persona no fueron acom pañados por au­ en el grupo 1 (los nuevos millonarios) son
Para contrarrestar este problema mentos en la felicidad promedio por per­ más felices que las personas en el grupo 2.
de investigación, debem os observar la re­ sona. Estos hallazgos sugieren que, al Por supuesto, este experimento sería impo­
lación entre el ingreso y la felicidad dentro menos dentro de las sociedades opulen­ sible de realizar, ¿correcto? Erróneo. Con
de países específicos. Diener y Diener tas, aumentos m ayores en el crecimiento el advenimiento de las loterías estatales
(1995) reportan que, en países muy pobres, económ ico no necesariamente son acom ­ en Estados Unidos, m uchas personas se
como Bangladesh e India, la posición fi­ pañados por aumentos en la satisfacción vuelven millonarias de la noche a la m aña­
nanciera es un pronosticador m oderada­ en la vida entre la población. na. Brickman, Coates y Janoff-Bulm an
mente bueno del bienestar. Sin embargo, Este hallazgo de una falta de rela­ (1978) condujeron un estudio de ganado­
una vez que las personas pueden costear ción entre el ingreso y la felicidad contra­ res de lotería, comparando su s niveles de
Ca I'ÍTCí.0 T r.ECE E m oción y personalidad 419

O
E
o

cr
03

A ño

Figura 13.2
¿El gran crecimiento en el ingreso promedio se ha visto acompañado por un aumento en la felicidad promedio dentro de Estados
Unidos? Adaptado de Myers, 2000. “The Funds, Friends, and Faaitl of Happy People”, American Psychologist, 55-57, figura 1.
Copyright © 2000 por la American Psychological Association. Reimpreso con autorización.

felicidad con los de personas con antece­ que este grupo de personas privilegiadas una vez que se satisfacen e sas necesida­
dentes similares que no ganaron grandes en extremo no eran significativamente des, la investigación sugiere que hay poco
cantidades de dinero. Dentro de seis me­ más felices que un grupo control de perso­ en la noción que mayor riqueza producirá
se s de ganar, se encontró que los nuevos nas con ingresos modestos. De hecho, un aumento en la felicidad. Diener et al.
ricos ganadores de la lotería no eran más 3 7 % de estas personas ricas en extremo (1995), por ejemplo, encontraron que la co­
felices que los sujetos en el grupo control. era menos feliz que el estadounidense rrelación entre el ingreso personal y la fe­
Al parecer, ganar la lotería no es tan bue­ promedio. licidad es +.12 en Estados Unidos. Aunque
no como suena, al menos no en función de ¿Qué podemos concluir acerca del esta correlación no es negativa, es difícil
hacer a una persona feliz de manera per­ dinero y la felicidad? Es probable que la que sea lo bastante grande para pensar
manente. En un estudio relacionado, Die- conclusión m ás razonable sea que, debajo que tener un ingreso enorme, por sí solo,
ner, Horwitz y Emmons (1985) hicieron que de un nivel de ingreso muy bajo, es muy lo hará feliz. Lo que las personas ricas de­
49 de las personas más ricas en Estados poco probable que una persona sea feliz. ciden hacer con su dinero puede tener
Unidos (de acuerdo con la lista anual pu­ Se r capaz de satisfacer las necesidades más que ver con su felicidad potencial que
blicada en la revista Forbes) completaran básicas de la vida (alimentación, abrigo, el simple hecho de tener mucho dinero.
cuestionarios de felicidad. Encontraron seguridad) parece crucial. Sin embargo,
Parte C uatro El dom in io co,giios(titivo-exporinie])tal

Personalidad y bienestar En 1980, los psicólogos Paul Costa y Robert McCrae conclu­
yeron que las variables demográficas, como género, edad, etnia e ingreso, explicaban sólo
alrededor de 10 a 15% de la variación en felicidad, una estimación confirmada por otros
(Myers y Diener, 1995). Esto deja sin explicar mucha de la varianza en el bienestar subjeti­
vo. Costa y McCrae (1980) propusieron que la personalidad podría tener algo que ver con
la disposición que tienen ciertas personas para ser felices y, así, investigaron esto. Los po­
cos estudios existentes en esa época sugerían que las personas felices eran extrovertidas y
sociables (Smith, 1979), estables en lo emocional y con neuroticismo bajo (Wessman y Ricks,
1966).
Costa y McCrae usaron dicha información para plantear la teoría de que puede haber
dos rasgos de personalidad que influyen en la felicidad: extraversión y neuroticismo. Es más,
Costa y McCrae hicieron predicciones específicas acerca de la forma exacta en que la extra­
versión y el neuroticismo influían en la felicidad. Su idea era simple y elegante. Comenzaron
por plantear que la felicidad era la presencia de niveles relativamente altos de afecto positivo,
y niveles relativamente bajos de afecto negativo, en la vida de una persona a lo largo del tiem­
po. La extraversión, sostenían, influía en las emociones positivas de una persona, mientras el
neuroticismo determinaba las emociones negativas.
Costa y McCrae (1980; McCrae y Costa, 1991) encontraron que su modelo era apoya­
do por la investigación posterior. La extraversión y el neuroticismo predijeron las cantidades
de emociones positivas y negativas en la vida de las personas y, por tanto, contribuyeron en
gran medida al bienestar subjetivo. De hecho, la extraversión y el neuroticismo explicaron
hasta tres veces la variación en la felicidad entre personas, en comparación con todas las va­
riables demográficas comunes (por ejemplo, edad, ingreso, género, educación, etnia, religión)
en conjunto. Parece que tener la combinación correcta de rasgos de personalidad (extraver­
sión alta y neuroticismo bajo) puede contribuir mucho más a la felicidad que el género, etnia,
edad y todas las otras características demográficas. Su modelo del bienestar se describe en la
figura 13.3.
Desde el estudio original de Costa y McCrae en 1980, más de una docena de estudios
han replicado el hallazgo de que la extraversión y el neuroticismo son correlatos de persona­
lidad sólidos del bienestar (resumidos en Rusting y Larsen, 1998b). Sin embargo, todos estos
estudios han sido correlativos, y han adoptado, por lo general, la forma de administrar cues­
tionarios de personalidad y bienestar, y luego han examinado las correlaciones.
Los estudios correlativos no pueden determinar si hay una conexión causal directa en­
tre la personalidad y el bienestar, o si la personalidad conduce a uno a vivir un determinado
estilo de vida y que ese estilo, a su vez, hace feliz a uno. Por ejemplo, ser neurótico puede con­
ducir a estar más preocupado y ser más quejumbroso. A otras personas les disgusta estar cer­
ca de alguien que se preocupa mucho y siempre se está quejando, así que las personas pueden

Figura 13.3
La influencia de la extraversión y el neuroticismo en el bienestar subjetivo, haciendo a una persona
susceptible al efecto positivo y negativo. Adaptado de Costa y McCrae, 1980.
Capítulo T rece E m oción y personalidad

R a sg o s de Afecto
extroversión positivo

Bienestar
subjetivo

R a s g o s de Afecto
neuroticism o negativo

Situaciones que
tienen el potencial
de producir afecto
negativo

Estilo de vida que


fomenta m ás resultados
negativos

Figura 13.4
Dos modelos de la relación entre variables de personalidad y bienestar subjetivo. Panel A: modelo
que muestra un efecto directo de la personalidad en la vida emocional, mientras los sucesos de la
vida son amplificados por los rasgos de personalidad, lo que produce emociones positivas o negativas
más intensas para los sujetos altos en extroversión o neuroticismo, respectivamente. Panel B: modelo
de la relación indirecta entre personalidad y vida emocional. Aquí la personalidad causa que uno
desarrolle un estilo de vida, y que ese estilo a su vez fomente afecto positivo o negativo para las
personas de extroversión o neuroticismo altos, respectivamente.
Parte C uatro El dom in io co g a o sà liv o -ex p eriin en ta l

evitar a la que es alta en neuroticismo. En consecuencia, la persona puede ser solitaria e infe­
liz; sin embargo, esta infelicidad puede deberse al hecho de que la persona aleja a los demás
al quejarse todo el tiempo. El neuroticismo de la persona lo lleva a crear ciertas situaciones
en la vida, como hacer sentir incómodos a otros, y estas situaciones a su vez hacen infeliz a
la persona (Hotard et al., 1989).
Esto se puede contrastar con una visión diferente de la relación causal entre personali­
dad y bienestar, en la cual la personalidad se ve como causante directa de que las personas
reaccionen a las mismas situaciones con diferentes cantidades de emociones positivas o nega­
tivas, influyendo, por tanto, en forma directa en su bienestar. Una persona neurótica puede res­
ponder con más emoción negativa, aun a la situación idéntica, que una persona baja en
neuroticismo. Estos dos modelos diferentes de la relación entre personalidad y bienestar, los
modelos directo e indirecto, se describen en la figura 13.4. En el modelo indirecto (panel b),
la personalidad causa que la persona cree un estilo de vida determinado, y el estilo de vida, a
su vez, causa la reacción emocional. En el modelo directo (panel a), aun cuando son expues­
tas a situaciones idénticas, ciertas personas responden con más emociones positivas y negati­
vas, según su nivel de extroversión y neuroticismo.
Larsen y sus colegas (por ejemplo, Larsen, 2000a; Larsen y Ketelaar, 1989, 1991; Rus-
ting y Larsen, 1998b; Zelenski y Larsen, 1999) han realizado varios estudios acerca de si los
rasgos de personalidad de extroversión y neuroticismo tienen un efecto directo en la respues­
ta emocional. En estos estudios, los participantes fueron sometidos a una inducción de esta­
do de ánimo en el laboratorio. En un estudio, los sujetos atendieron a imágenes guiadas de
escenas muy agradables (un paseo en la playa) o escenas muy desagradables (tener un amigo
muriendo de una enfermedad incurable). En otros estudios, las emociones de los participan­
tes fueron manipuladas al hacer que vieran fotografías agradables o desagradables. Antes de
la sesión de laboratorio se obtuvieron sus puntuaciones de personalidad en extroversión y neu­
roticismo con un cuestionario. Los investigadores pudieron determinar entonces si las puntua­
ciones de extroversión y neuroticismo predecían las respuestas a las inducciones de estado de
ánimo en el laboratorio. A lo largo de varios estudios, el mejor predictor de la sensibilidad a
la inducción del estado de ánimo positivo fue la variable de personalidad de la extroversión.
El mejor predictor de las respuestas a la inducción del estado de ánimo negativo fue el neuro­
ticismo. Parece que es fácil poner de buen humor a un extrovertido, y fácil poner de mal hu­
mor a una persona alta en neuroticismo. Es más, estos estudios de laboratorio sugieren que la
personalidad actúa como un amplificador de los sucesos de la vida, en el que los extroverti­
dos muestran emociones positivas amplificadas a los sucesos buenos y los sujetos altos en
neuroticismo muestran emociones amplificadas en los malos. Estos hallazgos son importan­
tes porque sugieren que la personalidad tiene un efecto directo en las emociones y que, aun
bajo circunstancias controladas, las personas responden de manera diferente a los sucesos
emocionales en su vida, según sus personalidades.

icaeión
Un programa para incrementar la felicidad. Los psicólogos saben mucho acerca de lo que se co­
rrelaciona con la felicidad, ¿pero qué pueden recomendarle a la persona promedio que desea
mantener o aumentar sus niveles del rasgo de la felicidad? Buss (2000) ha identificado varias
estrategias para mejorar las probabilidades de uno de ser feliz. Además, Fordyce (1988) (véase
también Swanbrow, 1989) ha elaborado un programa práctico para aplicar lo que se sabe sobre
la felicidad en la vida cotidiana. Y Larsen (2000a; Larsen y Prizmic, 2004) propuso una colec­
ción de estrategias para afrontar y mejorar la vida emocional de uno. La mayoría de los psicó­
logos cree que la felicidad es algo por lo que las personas deben trabajar (Csikszentmihalyi,
1999,2000). El siguiente es un resumen de muchos de los consejos proporcionados por estos psi­
cólogos:
Capítulo T rece E m oción y personalidad m

1. Pase tiempo con otras personas, en particular amigos, familiares y seres queridos. La
característica común a la mayoría de todas las personas felices es una disposición a
ser sociable, a extraer satisfacción por estar con otros. Cultive un interés en otras
personas. Tómese la molestia de pasar tiempo con amigos y seres queridos. Trate de
conocer a los que lo rodean.
2. Busque retos y significado en su trabajo. Si las relaciones satisfactorias son la
primera prioridad, la segunda es tener un trabajo que encuentre agradable. Las
personas felices disfrutan su trabajo y trabajan duro en lo que hacen. Si no encuentra
gratificante su empleo actual (o su carrera universitaria), entonces considere cambiar
a algo que encuentre más valioso. Un trabajo que es desafiante, pero dentro de su
nivel de habilidad, por lo general es el más satisfactorio.
3. Busque formas de ser útil para otros. Ayudar a otros puede hacerlo sentir bien
consigo mismo y darle el sentimiento de que su vida es significativa. Por tanto,
ayudar a otros proporciona un aumento de la autoestima. También tiene un segundo
beneficio; ayudar a alguien más puede apartar su mente de sus propios problemas o
puede hacer que sus problemas parezcan pequeños en comparación. Hay muchas
causas que valen la pena y numerosas organizaciones que le dan la bienvenida a los
voluntarios.
4. Tome tiempo para sí mismo; disfrute las actividades que le brindan placer. No espere
a encontrar tiempo para su pasatiempo o actividad favoritos. En cambio, tómese
tiempo. Muchas personas aprenden a llevar un calendario cuando están en la
universidad para programar su trabajo y otras obligaciones. Úselo también para
programar cosas divertidas. Aparte tiempo para leer un libro, ver una película, hacer
ejercicio con regularidad o hacer cualquier cosa que disfrute. Piense en lo que le
proporciona placer y aparte tiempo en su ocupado programa para esas actividades.
5. Manténgase en forma. El ejercicio se asocia de manera positiva con el bienestar
emocional. El ejercicio no necesita ser intenso o muy frecuente para proporcionar el
beneficio emocional. Participar en deportes de equipo, bailar, montar en bicicleta,
nadar, practicar la jardinería o incluso caminar, si se hace con un paso enérgico, es
todo lo que se requiere. No parece importar cuál sea la actividad, en tanto se mueva
lo suficiente para mantenerse en forma.
6. Tenga un plan, pero esté abierto a nuevas experiencias. Tener una vida
organizada le permite a la persona lograr mucho. Sin embargo, en
ocasiones los momentos más divertidos en la vida no están planeados. Esté
abierto a probar cosas diferentes o a tener experiencias distintas; trate de ir a algún
lugar en el que no haya estado antes, trate de hacer una actividad rutinaria en una
forma un poco diferente o trate de ser algo sin pensarlo. Sea flexible, más que rígido,
y trate de evitar estancarse en la rutina.
7. Sea optimista. Ponga una cara sonriente, silbe una tonada alegre, mire el contorno
plateado de las nubes. Claro, suena demasiado bueno para ser verdad, pero actuar
en forma feliz y tratar de ver el lado bueno de las cosas puede hacer mucho para
hacerlo sentir feliz. Trate de evitar el pensamiento negativo. No haga declaraciones
pesimistas, aun para sí mismo. Convénzase de que la taza en realidad está medio
llena.
8. No deje que las cosas se salgan de proporción. En ocasiones cuando sucede
algo malo, parece que es el fin del mundo. Las personas felices tienen la
capacidad para retroceder y ver las cosas en perspectiva, piensan en sus
opciones y acerca de las otras cosas en su vida que van bien, en lo que pueden hacer
para resolver sus problemas o lo que deben evitar en el futuro. Pero no piensan que
es el fin del mundo. Preguntarse con frecuencia “¿Qué es lo peor que puede resultar
de esto?” le ayudará a poner las cosas en perspectivas.

No es probable que sólo desear la felicidad haga que ésta suceda. Los psicólogos están
de acuerdo en que las personas tienen que trabajar para ser felices; para superar los su­
cesos desagradables de la vida, las pérdidas y fracasos que le suceden a todos. Las es­
trategias en la lista anterior pueden considerarse como un programa personal para
trabajar por la felicidad.
Parte C uatro E l d o m in io m ffio s ritiv o -e x p e im e n ta l

Emociones desagradables
A diferencia de la emoción agradable, las emociones desagradables vienen en diversas varie­
dades. Se expondrán tres emociones desagradables importantes que los psicólogos consideran
que tienen una disposición a las características: ansiedad, depresión e ira.

Rasgo de ansiedad y neuroticismo Recuerde que las personas que exhiben el rasgo de neu-
roticismo son vulnerables a las emociones negativas. El neuroticismo es una de las cinco
grandes dimensiones de la personalidad, y está presente, en alguna forma, en toda teoría im­
portante de los rasgos de personalidad.
Varios investigadores han usado diferentes términos para el neuroticismo, como inesta­
bilidad emocional, propensión a la ansiedad y afectividad negativa (Watson y Clark, 1984).
Los adjetivos útiles para describir a personas altas en el rasgo de neuroticismo incluyen mal­
humorado, quisquilloso, irritable, ansioso, inestable, pesimista y quejumbroso. Hans Eysenck
(1967, 1990; Eysenck y Eysenck, 1985) sugirió que los individuos altos en la dimensión de
neuroticismo tienden a reaccionar en forma excesiva a los eventos desagradables, como frus­
traciones o problemas, y que les toma más tiempo regresar a su estado normal después de es­
tar molestos. Se irritan con facilidad, se preocupan por muchas cosas y parecen quejarse en
forma constante. Puede ser que haya escuchado la frase “No es feliz a menos que tenga algo
de qué preocuparse”. Bueno, es poco probable que en realidad la preocupación haga feliz a
una persona. Pero el hecho de que algunos individuos se preocupen casi todo el tiempo po­
dría sugerir que hacerlo satisface una necesidad para ellos. Algunas personas se preocupan
por su salud (¿Esta tos fastidiosa será en realidad una señal de que tengo cáncer pulmonar?
¿Este dolor de cabeza podría en realidad ser un tumor cerebral?”). Otros se preocupan por
sus relaciones sociales (“Cuando esa persona me sonrió, ¿fue en realidad una sonrisa afecta­
da?”). Y otros más se preocupan por su trabajo (“¿Por qué parece que no puedo hacer tanto
trabajo como mis amigos?”).
Además de la preocupación y la ansiedad, la persona alta en la dimensión de neuroticis­
mo experimenta con frecuencia episodios de irritación. Una forma interesante de ilustrar es­
to es pedir a las personas que enumeren todas las cosas que las han irritado durante la semana
anterior. Quizá ver a alguien escupir en público es irritante para muchas personas. O ver a al­
guien con una nariz y cejas perforadas podrían mencionarse como irritantes. O incluso ver a
una pareja besándose en público. Si los sujetos escribieran todas las cosas que los irritan, en­
contraría que las personas altas en neuroticismo tendrían listas mucho más largas que las per­
sonas bajas en neuroticismo. Las personas altas en neuroticismo se molestan con frecuencia,
aun por las transgresiones más pequeñas (“Fui a la tienda y alguien estaba estacionado en el
carril para bomberos. Eso en verdad me irrita. Luego mi profesor de matemáticas llevó el mis­
mo traje y la misma corbata por dos días seguidos. Qué imbécil: ni siquiera puede cambiar su
corbata cada clase”). La persona alta en neuroticismo es un quejumbroso, y otros aprenden rá­
pido que dicha persona se quejará casi por todo: “Esa persona que conduce el automóvil fren­
te a nosotros cambió de carril sin usar su señal direccional; ¡es un completo idiota!”

Teoría biológica de Eysenck Como se expuso en forma breve en el capítulo 3, Eysenck


(1967, 1990) afirma que el neuroticismo tiene una base biológica. En su teoría de la persona­
lidad, el neuroticismo se debe sobre todo a una tendencia del sistema límbico en el cerebro a
activarse con facilidad. El sistema límbico es la parte del cerebro responsable de la emoción
y la reacción de pelear o huir. Si alguien tiene un sistema límbico que se activa con facili­
dad, entonces es probable que esa persona tenga episodios frecuentes de emoción, en parti­
cular emociones asociadas con huir (como ansiedad, miedo y preocupación) y con pelear
(como ira, irritación y molestia). Las personas altas en neuroticismo son ansiosas, irritables
y se molestan con facilidad, según indica la teoría, porque su sistema límbico se excita con
más facilidad para producir esas emociones.
No ha habido pruebas directas de la teoría límbica del neuroticismo de Eysenck, en las
que se hayan obtenido medidas directas de la actividad límbica y se relacionen con el neuro-
Capítulo T rece E m oción y personalidad
i

ticismo. Debido a que el sistema límbico se lo­


caliza en lo profundo del cerebro, su actividad
no se mide fácilmente con electrodos de e e g , los
cuales se colocan en la superficie del cuero ca­
belludo. Las tecnologías más recientes para la
obtención de imágenes cerebrales, como la irm
o t e p , permiten a los investigadores de la perso­
nalidad probar esta teoría en forma directa (Can-
li et al., 2001). No obstante, Eysenck (1990) ha
planteado varios argumentos lógicos a favor de
una base biológica para el neuroticismo. Prime­
ro, muchos estudios han mostrado un nivel nota­ r
ble de estabilidad en el neuroticismo. Por
ejemplo, Conley (1984a, b, 1985) encontró que
el neuroticismo mostró una correlación test-re- Las personas altas en el rasgo de personalidad
test alta después de un periodo de 45 años. Aun­
de neuroticismo tienden a preocuparse con
que esto no demuestra una base biológica para el
frecuencia. Pueden preocuparse por su salud,
neuroticismo, no obstante la estabilidad es con­
sistente con una explicación biológica. Un se- sus interacciones sociales, su trabajo, su futuro
• gundo argumento es que el neuroticismo es una o tan sólo por cualquier cosa. Preocuparse y
dimensión importante de la personalidad que ha quejarse les toma gran parte de su tiempo.
sido encontrada en muchas clases de datos dife­
rentes (por ejemplo, autorreporte, reporte de semejantes) en muchas culturas y ambientes di­
ferentes por varios investigadores. Una vez más, aunque esta omnipresencia no demuestra una
base biológica, el hecho de que el neuroticismo se encuentre en forma tan amplia a lo largo
de culturas y fuentes de datos es consistente con una explicación biológica. Y un tercer argu­
mento a favor de una explicación biológica, planteada por Eysenck (1990), es que muchos es­
tudios genéticos encuentran que el neuroticismo muestra una de las variables de heredabilidad
más altas. El rasgo de afecto negativo muestra niveles relativamente altos de heredabilidad,
mientras el rasgo de afecto positivo muestra un componente de ambiente compartido signifi­
cativo (Goldsmith et al., 2001). Es decir, una predisposición a ser neurótico parece ser un tan­
to heredada. La mayoría de los genetistas del comportamiento creen que lo que es heredable
en la heredabilidad de los rasgos de emoción son las diferencias individuales en la función de
los neurotransmisores, como en el transporte de dopamina o la reabsorción de serotonina (Gri-
gorenko, 2002).
Otras investigaciones con base biológica sobre los rasgos de emoción se refieren a cuá­
les áreas del cerebro están activas cuando procesan información de emoción, como ver imá­
genes tristes o pensar en algo que lo ponga ansioso o furioso a uno (Sutton, 2002). La mayor
parte de los estudios revelan que la emoción se asocia con un aumento en la activación de la
corteza cingulada anterior (Bush, Luu y Posner, 2000; Whalen et al., 1998). La cingulada an­
terior es la porción del cerebro que se localiza muy en lo profundo hacia el centro de éste, y
que es más probable que se haya transformado al principio de la evolución del sistema ner­
vioso. Estudios recientes han demostrado un aumento en la activación de la corteza cingula­
da durante el rechazo social (Eisenberger, Lieberman y Williams, 2003). En este ingenioso
estudio, el sujeto estaba en una máquina de ir m f entretenido con un juego de computadora de
captura de pelota con otras dos personas. Después de un rato, dejaron de lanzarle la pelota al
sujeto y en cambio jugaron entre sí por 40 pases seguidos. Mientras esto sucedía, el cerebro
del pobre sujeto era explorado y así fue como los investigadores descubrieron que el rechazo
social, el cual con frecuencia acompaña sentimientos de tristeza y angustia, causó un aumen­
to de actividad en el cingulado anterior.
Otros investigadores se han enfocado en la base biológica de la autorregulación de las
emociones negativas. Por ejemplo, Levesque y sus colegas (2003) hicieron que sus sujetos
vieran una película triste. A la mitad de ellos se le dijo que hicieran lo que pudieran para de­
tener o impedir los sentimientos tristes y no mostrar ninguna reacción emocional durante la
cinta. Los sujetos que lograron hacer esto exhibieron un aumento en la actividad de la corte­
za prefrontal medial ventral derecha, parte del llamado centro ejecutivo de control del cere­
bro. Otros estudios también han identificado esta área como muy activa en el control de la
emoción (Beauregard, Levesque y Bourgouin, 2001). Como se verá a continuación en la sec­
ción sobre regulación de la ira, muchas personas que han cometido actos violentos exhiben
una deficiencia neurológica en las áreas frontales, las áreas que se supone son responsables de
la regulación de emociones negativas.

Teorías cognoscitivas Otra forma de ver el neuroticismo es como un fenómeno cognosci­


tivo. Algunos psicólogos de la personalidad han afirmado que la causa del neuroticismo no
se encuentra tanto en la biología del cerebro límbico sino en la psicología del sistema cog­
noscitivo general de la persona. Estos teóricos afirman que el neuroticismo es causado por
ciertos estilos de procesamiento de la información (como atender, pensar y recordar). Lish-
man (1972), por ejemplo, encontró que los sujetos altos en N (neuroticismo) tuvieron ma­
yor probabilidad de recordar información desagradable que los sujetos bajos en N. No hubo
relación entre el neuroticismo y el recuerdo de información agradable. Después de estudiar
listas de palabras agradables y desagradables, los sujetos altos en N también recordaron las
palabras desagradables más rápido que las palabras agradables. Martin, Ward y Clark
(1993) hicieron que sus sujetos estudiaran información sobre sí mismos y sobre otros.
Cuando se les pidió que recordaran esa información, los sujetos altos en N recordaron más
información negativa sobre sí mismos pero no recordaron más información negativa sobre
otros. Parece haber características de procesamiento de información muy específicas aso­
ciadas con el neuroticismo: al parecer se relaciona con el procesamiento preferencial de in­
formación negativa (pero no positiva) acerca de sí mismo (pero no acerca de otros). Martin
et al. (1983) afirman que “los que obtienen puntuaciones altas en N recuerdan más palabras
negativas sobre sí que los que obtienen puntuaciones bajas debido a que las huellas de me­
moria para las palabras negativas sobre sí son más fuertes en los que obtienen puntuaciones
altas en N” (p. 500).
Para dar una explicación acerca de la relación entre neuroticismo y la memoria selecti­
va para información desagradable, los investigadores usan una versión de la activación exten­
dida de conceptos, la cual se expuso en el capítulo 10. Recuerde que esta noción sugiere que
el material se almacena en la memoria al ser vinculada con otros fragmentos similares de ma­
terial. Muchos psicólogos sostienen que las experiencias emocionales también se almacenan
en la memoria. Es más, algunos individuos, aquellos altos en neuroticismo, tienen redes de
asociación más ricas que rodean los recuerdos de emoción negativa. En consecuencia, para
ellos, el material desagradable es más accesible, lo que los lleva a tener índices más altos de
recuerdo para información desagradable.
Un tipo de información desagradable en la memoria se refiere al recuerdo de enferme­
dades, lesiones y síntomas físicos. Si los sujetos altos en N tienen una red más rica de aso­
ciaciones que rodean información desagradable en la memoria, entonces también es probable
que recuerden más casos de enfermedad y malestares corporales. Trate de hacer la siguiente
pregunta a una persona alta en N: “¿Y qué tal ha estado tu salud en los últimos meses?” Es­
té preparado para una respuesta larga, con una letanía de quejas y muchos detalles acerca de
síntomas específicos. Estudio tras estudio han establecido un vínculo entre el neuroticismo y
el autorreporte de quejas de salud. Por ejemplo, Smith y sus colegas (1989) pidieron a sus
participantes que recordaran si habían experimentado cada uno de 90 síntomas dentro de las
tres semanas anteriores. El neuroticismo se correlacionó con las frecuencias autorreportadas
de síntomas, por lo general en el rango de r = .4 a .5. Esto significa que más o menos 15 a
25% de la variación en los síntomas de salud podrían atribuirse a la variable de personalidad
de neuroticismo.
Larsen (1992) examinó las fuentes de prejuicio en los reportes de los neuróticos de en­
fermedades físicas. Pidió a los participantes que reportaran cada día si habían experimentado
algún síntoma físico o no, como una nariz congestionada, tos, garganta irritada, dolor de es­
palda, dolor de estómago, músculos adoloridos, jaqueca, pérdida del apetito, etc. Los partici­
pantes hicieron reportes cada día durante dos meses, proporcionándole al investigador un
reporte diario de síntomas físicos. Después de que se completó la fase de reporte diario, Lar-
sen pidió a los participantes que recordaran, en la forma más precisa posible, cuántas veces
reportaban cada síntoma durante los dos meses de reportes diarios. Este diseño de investiga­
ción inusual permitió al investigador calcular el número total “verdadero” de síntomas de los
sujetos, reportados en forma diaria, al igual que su número recordado de síntomas. Resultó
que ambas puntuaciones se relacionaron con el neuroticismo. Es decir, los participantes altos
en N reportaron más síntomas diarios, y recordaron más síntomas, que los sujetos bajos en N
estables. Es más, aun cuando controlaron el número de síntomas diarios reportados, el neuro­
ticismo aún se relacionó con niveles elevados de síntomas recordados.
Las personas altas en neuroticismo recordaron y reportaron más síntomas, ¿pero tienen
más probabilidad que los individuos bajos en N estables de tener realmente más enfermeda­
des físicas? Ésta es una pregunta difícil de abordar, ya que incluso los médicos se basan en
los autorreportes de síntomas de una persona para establecer la-presencia de una enfermedad
física. La respuesta es observar los indicadores objetivos de enfermedad y padecimientos y
ver si están relacionados con el neuroticismo. Las categorías de enfermedades importantes,
como enfermedad coronaria, cáncer o muerte prematura, parecen tener poca relación, o nin­
guna, con el neuroticismo (Watson y Pennebaker, 1989). Costa y McCrae (1985) revisaron
esta literatura y concluyeron que “el neuroticismo influye en las percepciones de la salud, pe­
ro no en la salud en sí” (p. 24). Holroyd y Coyne (1987) llegaron a conclusiones parecidas,
y escribieron que el neuroticismo refleja “un estilo prejuiciado de percibir las experiencias
fisiológicas” (p. 372).
La investigación reciente sobre el sistema inmunológico, sin embargo, está mostrando
que el neuroticismo parece relacionarse con una disminución de la función inmunológica du­
rante el estrés (Herbert y Cohén, 1993). En un fascinante estudio de Marsland et al. (2001),
los sujetos recibieron una vacuna para la hepatitis B, y se midió la respuesta de sus anticuer­
pos a la inyección (ésta es una medida de lo bien que responde el sistema inmunológico a los
antígenos en una vacuna). Se encontró que los sujetos bajos en neuroticismo aumentaron y
mantuvieron la respuesta inmunológica más fuerte a la vacuna. Este resultado sugiere que las
personas altas en neuroticismo pueden ser más susceptibles, de hecho, a las enfermedades
mediadas en forma inmunológica. En otras palabras, puede ser que no sólo recuerden más
enfermedad sino que también pueden tener en realidad más síntomas que los sujetos bajos en
neuroticismo. Se retomará la personalidad y la salud en el capítulo 18, pero por ahora se ex­
plicará el tema del neuroticismo y la reactividad emocional y se examinará una teoría final
que sugiere una explicación cognoscitiva de la reactividad emocional negativa en el neuro­
ticismo.
Los psicólogos han propuesto la teoría de que los sujetos altos en neuroticismo ponen
más atención a las amenazas e información desagradable en sus ambientes (por ejemplo, Dal-
gleish, 1995; Matthews, 2000; Matthews, Derryberry y Siegle, 2000). Se piensa que los suje­
tos altos en N tienen un sistema de inhibición conductual más fuerte, en comparación con las
personas bajas en N, lo que las hace vulnerables en particular a claves de castigo y frustración
y los incita a estar vigilantes a los signos de amenaza. Estos investigadores afirman que los
sujetos altos en N están vigilando la información que amenaza su ambiente, explorando en
forma constante cualquier cosa que pudiera ser amenazadora, insegura o negativa.
Los investigadores han incorporado una versión del efecto Stroop en las investigacio­
nes del prejuicio de atención y el neuroticismo. El efecto Stroop (Stroop, 1935) describe el au­
mento de tiempo que toma nombrar el color en que está escrita una palabra cuando la palabra
nombra un color diferente, con relación a cuando es una palabra del color correspondiente o
un parche de color. Por ejemplo, si la palabra azul está escrita con tinta roja, entonces toma
más tiempo nombrar el color de la tinta (rojo) del que tomaría si la palabra rojo estuviera es­
crita con tinta roja. Los investigadores están de acuerdo en que la dimensión relevante (el co­
P aste C uatro E l d o m in io coflio scitw o -ex p eriin en tal

lor de la tinta) y la dimensión irrelevante (nombre de la palabra) produce un conflicto dentro


del sistema de atención. Si el sistema de atención de una persona puede suprimir con eficien­
cia la dimensión irrelevante (la palabra), entonces debería ser más rápida para nombrar el co­
lor que alguien que no puede suprimir la información de la palabra.
La tarea Stroop se ha modificado para estudiar diferencias individuales en la atención a
palabras de emoción. En la llamada tarea Stroop de emoción, el contenido de las palabras de
manera típica se relacionan con la ansiedad o con una amenaza, como miedo, enfermedad,
cáncer, muerte, fracaso, pena o patético. Las palabras están escritas con tinta de color, y se le
pide al sujeto que nombre el color de la tinta e ignore el contenido de las palabras. Se asume
una interferencia emocional cuando el tiempo que toma nombrar los colores de las palabras
de amenaza es mayor que el tiempo que toma nombrar los colores de palabras neutras. Apli­
cado al neuroticismo, la idea es que las personas altas en N tienen un prejuicio de atención tal
que ciertos estímulos (las palabras de amenaza) son más destacados, o atrayentes de la aten­
ción. Las palabras de amenaza deberían ser más difíciles de ignorar para ellos cuando nom­
bran los colores. Por consiguiente, el neuroticismo debería correlacionarse con el tiempo de
respuesta para nombrar los colores, cuando las palabras se refieren a una amenaza (por ejem­
plo, enfermedad, fracaso).
Una revisión minuciosa de esta literatura fue publicada por Williams, Mathews y Mac-
Leod en 1996. Estos investigadores revisaron más de 50 experimentos que han usado una
versión de la tarea Stroop de emoción. Muchos de los estudios muestran que los grupos al­
tos en N (o participantes con trastorno de ansiedad) con frecuencia son más lentos para nom­
brar los colores de palabras relacionadas con ansiedad y con amenaza, en comparación con
nombrar colores de palabras de control que no se relacionan con la emoción. La explicación
dada para este efecto es que las palabras de emoción captan la atención de los participantes
altos en N, pero no la de los participantes bajos en N. Algunos investigadores explican que
las palabras de emoción activan procesos meditabundos para los sujetos altos en N, y esto
consume su capacidad de atención, dejando menos para la tarea de nombrar el color. Otros
investigadores sugieren una explicación un poco diferente, que se requiere esfuerzo cognos­
citivo para aislar la percepción de las palabras amenazadoras y que las personas altas en N
tienen entonces menos esfuerzo para dedicarlo a nombrar el color que las personas bajas en
N. Todas estas explicaciones se basan en diferencias individuales en la forma en que las per­
sonas asignan atención a las palabras de emoción, lo que se reduce de manera principal a la
idea de que la atención es atrapada por las palabras negativas entre personas altas en neuro­
ticismo.
En resumen, el neuroticismo es un rasgo que se relaciona con una variedad de emocio­
nes negativas, incluyendo ansiedad, temor, preocupación, molestia, irritación y angustia. Las
personas altas en neuroticismo son inestables en su estado de ánimo, se molestan con facili­
dad y les toma más recuperarse después de molestarse. Hay teorías tanto biológicas como cog­
noscitivas acerca de las causas de las emociones negativas en el neuroticismo, y cada una tiene
alguna evidencia que las apoya en la literatura científica. Un hallazgo bien conocido en par­
ticular se refiere a la tendencia de los sujetos altos en neuroticismo a quejarse de problemas
de salud. Además, se piensa que las personas altas en N están al acecho de información ame­
nazadora; ponen más atención a las claves y eventos negativos de la vida, por muy menores
que sean, en comparación con personas más estables en lo emocional.

Depresión y melancolía La depresión es otra dimensión tipo rasgo. En este capítulo, se


cubrirá sólo una pequeña parte de lo que se sabe sobre depresión. Hay un cuerpo enorme de
literatura sobre el tema de depresión, debido a que corresponde a un trastorno psicológico
que se estima ataca a 20% de las personas en Estados Unidos en algún momento de su vida
(American Psychiatric Association, 1994). Hay libros enteros sobre depresión, cursos de pos­
grado dedicados a este tema, y clínicos que se especializan de manera principal en el trata­
miento de la depresión. Se piensa que hay muchas variedades de depresión (por ejemplo,
Rusting y Larsen, 1998), y los investigadores están intentando clasificar los tipos de depre­
Capítulo T rece E m oción y personalidad

sión y buscando formas de ayudar a las personas que sufren de los efectos debilitantes de és­
ta (véase el cuadro 13.4).

Modelo diátesis-estrés Una forma de ver la depresión es a través de un modelo diátesis-es-


trés. Este modelo sugiere que hay una vulnerabilidad preexistente, o diátesis, que está presen­
te entre personas que más tarde se vuelven depresivas. Además de esta vulnerabilidad, debe
ocurrir un evento de la vida productor de estrés para desencadenar la depresión, como la pér­
dida de un ser querido, un fracaso en la carrera u otro evento negativo importante. Ningún ele­
mento solo, la diátesis o el estrés, es suficiente para desencadenar la depresión. Más bien,
deben ocurrir juntos: debe ocurrirle algo malo o productor de estrés a una persona que tiene
una vulnerabilidad a la depresión.

Teoría cognoscitiva de Beck Muchos investigadores han enfatizado ciertos estilos cognos­
citivos como un tipo de condición preexistente que hace a las personas vulnerables a la depre­
sión (Larsen y Cowan, 1988). Uno de estos investigadores es Aaron Beck (1967), quien ha
escrito en forma extensa sobre esta teoría cognoscitiva de la depresión. Sugiere que la vulne­
rabilidad se encuentra en un esquema cognoscitivo particular, o forma de ver al mundo. Un
esquema es una forma de procesar la información que llega, una manera de organizar e inter­
pretar los hechos de la vida diaria, como se mencionó en el capítulo 12. El esquema cognos-
• citivo implicado en la depresión, de acuerdo con Beck, distorsiona la información que llega
en una forma negativa, la cual deprime a la persona.
De acuerdo con Beck, hay tres áreas importantes de la vida que son influidas más por
el esquema cognoscitivo depresivo. Esta tríada cognoscitiva incluye información acerca del
ser, del mundo y del futuro. La información sobre estos aspectos importantes de la vida es dis­
torsionada en formas específicas por el esquema cognoscitivo depresivo. Por ejemplo, des­
pués de salir mal en un examen de práctica, una persona depresiva podría decirse: “Soy un
fracaso total.” Este es un ejemplo de la distorsión por sobregeneralización aplicada al yo. La
sobregeneralización es tomar un caso y generalizarlo a muchos otros o a todos. El término le­
go para esto es “inflar las cosas fuera de toda proporción”. La persona puede haber fallado en
un examen, pero esto no significa que sea un fracaso total. El mismo estilo sobregeneraliza-

Cuadro 13.4 Signos de depresión


Los sign os de depresión incluyen tener cinco o m ás de los siguientes síntomas durante ei mismo
periodo de dos semanas:

• Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días.

• Interés o placer disminuido en la mayor parte de las actividades.

• Cambio en el peso: pérdida de peso significativa cuando no se está a dieta o un aumento de


peso.

• Cambio en el patrón de sueño: insomnio o dormir mucho m ás que lo usual.

• Cambio en los movimientos: intranquilidad y agitación o sentirse m ás lento.

• Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.

• Sentimientos de inutilidad o culpa casi todos los días.

• Capacidad disminuida para concentrarse o tomar decisiones casi todos los días.

• Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.

Adaptado de American Psychiatric Association, 1994.


PARTE GüATB.O E l d om in io co,gnoscitivo-experiinental

dor puede aplicarse al mundo (“Si algo puede salir mal, saldrá mal”) y el futuro (“¿Por qué
molestarme en intentarlo, cuando todo lo que hago está condenado a fallar?”). En la teoría de
Beck, hay muchas otras distorsiones cognoscitivas, como hacer inferencias arbitrarias (saltar
a una conclusión negativa, aun cuando la evidencia no la apoya), personalizar (asumir que to­
do es su culpa) y catastrofizar (pensar que siempre ocurrirá lo peor). Estos elementos cognos­
citivos se describen en la figura 13.5.
De acuerdo con la influyente teoría de Beck (1976), la depresión es el resultado de apli­
car estas distorsiones cognoscitivas a la información de la vida diaria. Las cuales se aplican
rápido y fuera de la conciencia inmediata, lo que produce un flujo de pensamientos negati­
vos automáticos, el cual afecta en forma profunda la forma en que la persona siente y actúa
(“No soy bueno. El mundo está contra mí. Mi futuro es sombrío”). La persona que piensa
que es un fracaso total con frecuencia actúa como tal e incluso pueden dejar de intentar ha­
cerlo mejor, creando una profecía que se cumple sola. Es más, los sentimientos depresivos
conducen a más distorsiones, esto a su vez lleva a más sentimientos malos, etc., en un ciclo
que se perpetúa a sí mismo. Beck diseñó una forma de terapia para cambiar las distorsiones
cognoscitivas de las personas. En pocas palabras, esto implica desafiar las distorsiones de las
personas, como al preguntar “¿En verdad cree que es un fracaso total porque reprobó ese
examen?”

P rocesam iento de inform ación ac e rca da:

El se r El mundo El futuro de uno

"R e cib í una mala " S i algo puede salir "P o r q u é molestarme
calificación en este mal con este proyecto, en intentarlo, todo
Sobregeneraíización ensayo..., parece saldrá mal," lo que hago resulta
que no puedo hacer ser un fracaso."
nada bien."
J
"El profesor no tuvo " A este profesor no "E sto y se gu ro que
tiempo de verm e hoy. le importa... es probable todos los profesores í;
Inferencias
Es probable que no le que ninguno de los que tendré serán
arbitrarias
agrade." profesores se preocupen malísimos, igual
por los estudiantes." que éste."

" M i equipo de softbol "E sto me recuerda todas " E s probable que
perdió hoy... y todo las ve ce s que mi equipo nunca esté en un
Personalización es mi culpa." perdió cuando estaba equipo ganador..."
en la primaria."

"R e prob ar este "E s probable que "E n vista de que es


exam en significa reprobar este exam en probable que no entre
Catastrofización que soy incapaz signifique que no entraré a la escuela de medicina,
de aprender." a la escuela de debería abandonar
medicina..." la escuela de inmediato."

Figura 13.5
Modelo cognoscitivo de la depresión de Beck, que muestra cómo se aplican las distorsiones al
procesamiento de la información acerca del ser, el mundo y el futuro de uno. Estas distorsiones
cognoscitivas promueven la depresión.
Capítulo T rece E m oción y personalidad

Estilo explicativo Otra teoría cognoscitiva de la depresión se enfoca de manera específica


en la forma en que las personas explican las causas de los sucesos en su vida. Como se vio en
el capítulo 12, esta teoría se centra en las diferencias en el estilo explicativo entre personas de­
primidas y no deprimidas. Los estudios de depresión con frecuencia encuentran que las per­
sonas deprimidas mantienen un estilo explicativo interno, estable y global. Este es el llamado
patrón pesimista del estilo explicativo, y pone a una persona en riesgo de depresión (Peterson,
1991; Peterson y Seligman, 1984). La vida le suministra a todos golpes, raspones y contra­
tiempos. La mayoría de las personas interpretan éstos como problemas momentáneos o como
obstáculos aislados menores en el esquema más grande de las cosas y, así, trabajan para supe­
rarlos. Sin embargo, si tales sucesos se interpretan como fracasos personales perdurables que
se generalizan a otros dominios de la vida, entonces la persona está destinada a sentirse de­
sesperada, desamparada y deprimida.

Biología de la depresión Las células nerviosas en el cerebro se comunican entre sí por me­
dio de mensajeros químicos llamados neurotransmisores (capítulo 6). Estos neurotransmiso-
res se separan y pasan de una neurona a otra a través de un espacio, llamado sinapsis (figura
13.6). La primera neurona se llama neurona presináptica y la segunda postsináptica (neurona
rgw después de la sinapsis). Si el neurotransmisor llega a la neurona postsináptica con inten­
sidad suficiente, la señal nerviosa continúa su camino hacia la conclusión de la acción que se
pretendía; por ejemplo, cambiar el canal con el control remoto, leer otra oración en un libro,
mirar con coquetería a alguien que le agrada. Cuando alguien está deprimido, se piensa que
hay desequilibrios en los niveles de neurotransmisores en el cerebro. Las personas deprimidas
con frecuencia describen que se sienten embotadas, como si no tuvieran energía para hacer lo
que desean. La teoría de los neurotransmisores de la depresión sostiene que este problema
emocional puede ser el resultado de un desequilibrio en los neurotransmisores en las sinapsis
de su sistema nervioso. Los neurotransmisores que se consideran más implicados en la depre­
sión incluyen: norepinefrina (también llamada noradrenalina), serotonina y, en un menor gra­
do, dopamina. Muchos de los fármacos usados para tratar la depresión se dirigen con exactitud

Vesículas sinápticas
Neurona
presináptica

Neurotransmisor

Sinapsis

Receptores

Neurona postsináptica

Figura 13.6
Diagrama de la sinapsis entre dos neuronas, que ilustra cómo deben liberarse los
neurotransmisores, cruzar la sinapsis y unirse con los receptores en la neurona
postsináptica a fin de que un impulso nervioso continúe su camino hasta
completarlo.
Parte C uatro El dom in io co.iíiioscitivo experim ental^

a estos neurotransmisores. Por ejemplo, Prozak, Zoloft y Paxil inhiben la reabsorción de se-
rotonina en la sinapsis, lo que produce un aumento en los niveles de este neurotransmisor en
el sistema nervioso. El medicamento Tofranil funciona para mantener un mejor equilibrio en­
tre los niveles tanto de serotonina como de norepinefrina. No todas las personas con depre­
sión son tratadas con éxito con esta clase de medicamentos, lo que sugiere que puede haber
variedades de depresión; algunas con una base más biológica, otras más reactivas al estrés o
con una base cognoscitiva.
Estudios recientes sugieren que el ejercicio podría ser útil aplicado al tratamiento de la
depresión, al menos para algunas personas (Dubbert, 2002). En su informe anual de 1996, el
secretario de salud de Estados Unidos documentó los beneficios del ejercicio para la promo­
ción de la salud y la prevención de enfermedades, incluyendo la prevención de la depresión.
El uso de ejercicio en la asesoría de personas con depresión se describe en Pixon, Mauzey y
Hall (2003).

Propensión a la ira y potencial para la hostilidad Otra emoción negativa importante es


la ira y los sentimientos de hostilidad. Los psicólogos se han interesado desde hace mucho
en lo que hace a las personas hostiles y agresivas. Los psicólogos sociales, por ejemplo, han
examinado las condiciones bajo las cuales la persona promedio se volverá agresiva (Barón,
1977). Un hallazgo es que la mayoría está dispuesta a golpear a alguien cuando es tratada en
forma injusta. Aquí el énfasis es en cómo es probable que ciertas situaciones, como ser tra­
tado en forma injusta, provoquen agresión en la mayoría de las personas. Los psicólogos de la
personalidad concuerdan en que algunas circunstancias tienden a enojar a la mayoría de los
sujetos, pero su interés es más respecto a las diferencias individuales en la propensión a la
ira. Comienzan con la posición de que algunas personas son más hostiles de manera caracte­
rística que otras en respuesta a la misma clase de situaciones, como la frustración. La hosti­
lidad se define como una tendencia a responder a las frustraciones cotidianas con ira y
agresión, a irritarse con facilidad, a sentir resentimiento frecuente y a actuar en una manera
ruda, crítica, antagonista y poco cooperativa en interacciones cotidianas (Dembrowski y Cos­
ta, 1987).
Los objetivos científicos, desde la perspectiva de los psicólogos de la personalidad, son
1) entender cómo las personas hostiles se vuelven de esa forma, qué los mantiene así y en qué
otras formas difieren de las personas no hostiles y 2) examinar las consecuencias de la hosti­
lidad desde el punto de vista de resultados importantes en la vida.

Personalidad tipo A y enfermedad cardiaca La investigación reciente sobre la personali­


dad tipo A se ha enfocado en la hostilidad y la propensión al enojo como el componente tó­
xico, como la parte del patrón tipo A que se ha relacionado más con la enfermedad cardiaca
(Contrada, Leventhal y O’Leary, 1990). Se expondrá el vínculo entre la personalidad tipo A
y la salud con más detalle en el capítulo 18; sin embargo, en esta sección, se describirán en
forma breve las relaciones entre la dimensión de personalidad de tipo A y la experiencia y
expresión de ira y hostilidad. Se comenzará con una introducción breve al concepto de per­
sonalidad tipo A.
En la década de los sesenta, dos cardiólogos, Meyer Friedman y Ray Rosenman, co­
menzaron a notar que muchos de sus paeientes con enfermedad cardiaca coronaria ( e c c ) eran
adictos al trabajo, competitivos, agresivos, ambiciosos, buscadores excesivos de logros, a
menudo hostiles, casi siempre tenían prisa y rara vez se relajaban. Friedman y Rosenman se
refirieron a este patrón de comportamiento como personalidad tipo A (Friedman y Rosen­
man, 1974, p. 37). Para medir la personalidad tipo A, elaboraron una entrevista estructurada
que consistía en 25 preguntas que interrogan a los sujetos cómo responden de manera típica
a situaciones que implican competencia, frustración o necesidad de hacer algo de prisa. Las
respuestas indicativas de hostilidad, agresivas a la frustración y la urgencia de tiempo conta­
ban hacia una puntuación tipo A total. El entrevistador también intentaba producir hostilidad
frustrando de manera intencional al sujeto durante la entrevista. Por ejemplo, el entrevistador
Capítulo T rece E m oción y personalidad

intentaba hacer enojar a una persona tardándose en forma deliberada, dudando antes de hacer
la siguiente pregunta, y pretendiendo no entender lo que la persona estaba tratando de decir.
Algunos individuos pueden encontrar este comportamiento bastante irritante y reaccionan de
una manera hostil o agresiva (Dembrowski y MacDougall, 1985; Dembrowski y Williams,
1989). Si el sujeto maldice o insulta al entrevistador, este comportamiento hostil también
cuenta hacia una puntuación tipo A más alta. Posteriormente, otros investigadores han publi­
cado medidas de cuestionario del tipo A (por ejemplo, Jenkins, Zyzanski y Rosenman, 1976).
Conforme se acumuló la investigación, aumentó un consenso de que el tipo A en reali­
dad no es un solo rasgo de personalidad, sino más bien un síndrome, o grupo de varios ras­
gos, el cual incluye lucha por el logro, impaciencia, competitividad y hostilidad. Es más, estas
características no siempre ocurren juntas en las mismas personas. De la colección de rasgos
que definen el tipo A, los investigadores comenzaron a suponer que quizá sólo un rasgo es el
agente patógeno real. Se hizo evidente que el componente de hostilidad, más que cualquier
otro, era el factor más relacionado con la e c c (Wright, 1988). La tabla 13.5 presenta varios
cuestionarios utilizados para evaluar rasgos de ira.
Una segunda área de investigación se refiere al tipo A y la calidad de vida. De manera
interesante, el tipo A se ha asociado con un aumento en los niveles de ciertas experiencias
positivas en la vida, como la felicidad, la gratificación y la seguridad en sí mismo (Bryant y
Yarnold, 1990). También hay tendencias de edad en esta relación, como que las personas ti­
po A se vuelven cada vez menos satisfechas conforme envejecen (Strube el al., 1985). Ade­
más, a las personas tipo A se les dificulta relajarse y en ocasiones reportan que la recreación
pausada les produce estrés (Bryant, Yarnold y Morgan, 1991). Es claro que el tipo A es una
variable de personalidad interesante por sus relaciones complejas con el estilo de vida emo­
cional.
Para algunas personas, la ira es una emoción que causa pérdida del control. La mayoría
de los prisioneros violentos tienen problemas con la autorregulación de esta potente emoción.
Los investigadores han especulado desde hace mucho que puede haber diferencias biológicas,
en particular en la función cerebral, entre las personas violentas y las no violentas. El psicó­
logo Adrián Raine ha pasado muchos años examinando a algunos de los miembros más vio­
lentos y agresivos de la sociedad estadounidense (por ejemplo, Raine, 2002; Raine y Brennan,
1997). En un estudio de asesinos violentos en especial, Raine y sus colegas (1998) mostraron
que estas personas exhibían una disminución en la actividad en las áreas prefrontales de sus
cerebros, aquellas áreas mencionadas antes que se asocian con la regulación emocional nor­
mal. El psicólogo Jonathan Pincus también se ha especializado en el estudio de criminales vio­
lentos. En una revisión de su trabajo, Pincus (2001) presenta información sobre la vida de
numerosos asesinos en serie y en casi todos los casos éstos habían sufrido de algún daño ce­
rebral, ya sea por medio de violencia, lesiones accidentales o abuso excesivo de fármacos o
alcohol. Además, casi todos provenían de familias muy abusivas. En otro capítulo, Pincus pre­
senta datos de que la presencia de daño cerebral en criminales violentos con más frecuencia
es en las áreas prefrontales. Una vez más, éstas son las áreas implicadas en el autocontrol. De
manera interesante, también fue esta área la que resultó dañada de gravedad en el caso de Phi-
neas Gage, comentado en el capítulo 6.

Estilo de la vida emocional


Hasta ahora en este capítulo se ha expuesto la vida emocional de las personas en función del
contenido emocional, o las diversas emociones características que pueden ayudar a definir có­
mo una persona es diferente de otras. Ahora pasaremos a una exposición del estilo emocional.
Como una distinción rápida, podríamos decir que el contenido es el qué de la vida emocional
de una persona, mientras el estilo es el cómo de esa vida emocional. Es decir, el contenido se
refiere a qué emociones se experimentan de manera típica y el estilo se refiere a cómo se ex­
perimentan de manera típica esas emociones.
Parte C uatro El dom in io co^noscitivo-experim enlaJ

Cuadro 13.5 Inventar jMMyylg mal de ira


IN STRU C C IO N ES: Todos se enojan de vez en cuando. A continuación se incluyen varios de los
enunciados que las personas han usado para describir las ocasiones en que se han enojado. Lea
cada enunciado y ponga un número de la escala en el espacio a un lado del enunciado que mejor
lo describe a usted. No hay respuestas correctas ni erróneas. ¡Los reactivos están agrupados de
acuerdo con las e scalas que son calificadas; los números son los números de reactivo originales.)

1= por completo no me describe


2= en su mayor parte no me describe
3= en parte no me describe y en parte me describe
4= en su mayor parte me describe
5= por completo me describe

Frecuencia de la ira1

1. Tiendo a enojarme con m ás frecuencia que la mayoría de las personas.

6 . Es fácil hacerme enojar.

9 . _____ Algo me hace enojar casi todos los días.

14._____ M e sorprende con cuánta frecuencia me siento enojado.

17 . A veces me siento enojado sin ninguna razón específica.

Duración de la ira

22 . Cuando me enojo, permanezco enojado por horas.

25 . Cuando me enojo, me calmo m ás rápido que la mayoría de las p e rso n a s*

Magnitud de la ira

2 . Otras personas parecen enojarse más que yo en situaciones similares.*

1 0 ._____ Con frecuencia me siento m ás enojado de lo que pensaría que debería.

18 . Puedo hacerme enojar a mí mismo sobre algo en el pasado con sólo pensar en ello.

26 . M e enojo tanto que siento que podría perder el control.

Entrada de la ira

3 . Albergo rencores que no le comento a nadie por mucho tiempo.

2 0._____ Cuando oculto mi ira de otros, pienso en ello por un largo tiempo.

23 . Cuando otros me hacen enojar, me olvido de ello muy rápido.*

24 . Trato de hablar de los problemas con las personas sin dejar que sepan que estoy
enojado.*

27 . Si dejo que la gente vea la forma en que siento, me considerarán una persona con la
que es difícil llevarse bien.

2 9 ._____ Es difícil para mí dejar que las personas sepan que estoy enojado.

Salida de la ira

4 . Cuando estoy enojado, trato de desquitarme con alguien.

7 . Cuando estoy enojado con alguien, dejo que esa persona lo sepa.

1 2 ._____ Cuando estoy enojado con alguien, me desquito con quienquiera que esté cerca.
Capítulo T rece E m oción y personalidad

15. Una vez que dejo que las personas sepan que estoy enojado, puedo sacarlo de mi
mente.

19. Aun después de que he expresado mi ira, tengo problemas para olvidarlo.

Culpa

11. M e siento culpable por expresar mi ira.

29. Es difícil para mí dejar que las personas sepan que estoy enojado.

Rumiar

15. Una vez que dejo que las personas sepan que estoy enojado, puedo sacarlo de mi
m e n te *

1 9 .___ __ A u n después de que he expresado mi ira, tengo problemas para olvidarme de ello.

20. Cuando oculto a otros mi ira, pienso en ello por mucho tiempo.
*
23. Cuando oculto a otros mi ira, lo olvido muy rápido.*

Discusión de la ira

24. Trato de hablar sobre problemas con las personas sin dejarles saber que estoy enojado.

Actitud hostil

5. En secreto soy bastante crítico de los demás.

8. He conocido m uchas personas que se supone son expertos que no son mejores que yo.

13. A lgu n os de mis am igos tienen hábitos que me molestan y me fastidian mucho.

16. Las personas hablan de mí a mis espaldas.

21. Las personas pueden molestarme con sólo estar por ahí.

28. Estoy en guardia con personas que son m ás am istosas de lo que esperaba.

Rango de situaciones que producen ira

30. M e enojo cuando;

a. alguien me falla.

b. las personas son injustas.

c. alguien bloquea mis planes.

d. estoy demorado.

e. alguien me avergüenza.

f. tengo que recibir órdenes de alguien m enos capaz que yo.

g- tengo que trabajar con personas incompetentes.

h. hago algo estúpido.

i. no se me da crédito por algo que hice.

'El grupo de reactivos dentro de las 10 subescalas del rasgo de Ira. El número al frente de cada reactivo indica el lugar de éste en el
cuestionario original. Los reactivos se agrupan en subescalas para que el estudiante observe cuales reactivos valoran los compo­
nentes del rasgo ira.
*lndica que los reactivos fueron revertidos antes de ser valorados. Revisar el capítulo 4 donde se afirma que los reactivos pueden
ser revertidos con frecueencia por control del consentimiento. Los estudiantes pueden valorar sus respuestas al revertirías a los
reactivos y verlas en su totalidad para cada grupo de reactivos.
Fuente: Adaptado de Siegel, J. M. (1986). "The Multidimensional Anger Inventory", J o u rn a l o f P erso n ality a n d S o c ia l P sychology, 51,
191-200. Derechos reservados por la American Psychological Association.
Pakte Cuatro El d o m in io co^n oscitivo-experim en lal

Intensidad del afecto como un estilo emocional


Cuando pensamos acerca de cómo se experimentan las emociones, es probable que la distin­
ción estilística más importante sea la intensidad. Usted sabe por experiencia con sus propias
reacciones emocionales que las emociones pueden variar en gran medida en cuanto a su mag­
nitud. Éstas pueden ser débiles y leves, o fuertes y casi incontrolables. Para caracterizar el es­
tilo emocional de una persona, debemos preguntar acerca de la intensidad típica de sus
experiencias emocionales. Para que la intensidad emocional sea útil en la teoría de la perso­
nalidad, se debe establecer que describe una característica estable que es útil para tomar deci­
siones entre personas.
La intensidad del afecto puede definirse por una descripción de las personas que son
altas o bajas en esta dimensión. Larsen y Diener (1987) describen a los individuos de intensi­
dad de afecto alta como personas que de manera típica experimentan sus emociones con fuer­
za y que son reactivas y variables en lo emocional. Los sujetos de intensidad de afecto alta de
manera típica se elevan cuando se sienten animados y se dejan caer cuando se sienten desa­
lentados. También alternan entre estos extremos con más frecuencia y rapidez que los indivi­
duos con intensidad de afecto baja. Los individuos con intensidad de afecto baja, por otra
parte, de manera típica experimentan sus emociones sólo en forma suave y sólo con fluctua­
ciones graduales y reacciones menores. Estas personas son estables y calmadas y por lo gene­
ral no sufren los baches de las emociones negativas. Pero también tienden a no experimentar
los máximos de entusiasmo, alegría y otras emociones positivas intensas.
Note que estas descripciones de personas de intensidad de afecto alta y baja usan los tér­
minos calificativos de manera típica y por lo general. Esto se debe a que ciertos sucesos de la
vida pueden hacer que incluso la persona con intensidad de afecto más baja experimente emo­
ciones relativamente intensas. Por ejemplo, ser aceptados en nuestra primera opción de escue­
la puede causar emociones positivas intensas casi en cualquiera. Del mismo modo, la muerte
de una mascota querida puede causar emociones negativas intensas casi en cualquiera. Sin
embargo, debido a que tales sucesos son bastante raros, deseamos saber cómo son las perso­
nas por lo general o de manera típica: cómo reaccionan de manera característica a la clase nor­
mal de sucesos provocadores de emociones cotidianos.
La figura 13.7 presenta datos de estado de ánimo diarios para dos sujetos de un estudio
de Larsen y Diener (1985). Estos sujetos llevaron registros diarios de su estado de ánimo por
84 días consecutivos. Note que las emociones del sujeto A fueron bastante estables y no se
apartaron demasiado de su nivel de estado de ánimo de línea base a lo largo del periodo de
tres meses entero del reporte. En realidad, tuvo una mala semana al inicio del semestre, lo cual
se denota por los diversos puntos bajos en el lado izquierdo de la gráfica. Por lo demás, las
cosas fueron bastante estables para este sujeto.
El sujeto B, por otra parte, exhibió cambios extremos en el estado de ánimo con el tiem­
po. Casi nunca estuvo cerca de su nivel de estado de ánimo de línea base. En cambio, el suje­
to B parece haber experimentado con frecuencia tanto afecto positivo intenso como afecto
negativo intenso y haber alternado entre estos extremos con frecuencia y rapidez. En otras pa­
labras, esta persona de intensidad de afecto alta exhibió una buena cantidad de variabilidad en
sus estados de ánimo diarios, fluctuando de acá para allá entre el afecto positivo y el negati­
vo de un día a otro. De manera interesante, el sujeto B estuvo en el hospital estudiantil tres
veces ese semestre, una vez por una infección y dos veces por sentirse agotado.

Evaluación de la intensidad del afecto y variabilidad del estado de ánimo


En los primeros estudios de la intensidad del afecto (por ejemplo, Diener et al., 1985) esta ca­
racterística de la vida emocional se evaluó usando un método de muestreo de la experiencia
diaria. Es decir, se recopilaron datos muy parecidos a los presentados en la figura 13.7, pane­
les A y B. Los investigadores calculaban entonces una puntuación total para cada sujeto para
representar cuán intensa o variable era esa persona durante el periodo.
Este método longitudinal de medir la intensidad del afecto es sencilla y con validez apa­
rente, y representa el constructo de intensidad del afecto bastante bien. Sin embargo, se re-
Capítulo T rece E m oción y personalidad

6) Núm ero de día

Figura 13.7
Datos de sujetos individuales que llevaron un diario de estado de ánimo todos los días durante tres
meses consecutivos, a) Datos del sujeto A. b) Datos del sujeto B, quien tenía estados de ánimo mucho
más intensos y cambios de estado de ánimo más grandes día con día que el sujeto A.
Parte C uatro El d o m in io co.gnoscilivo-experim enliil

C u a d ro 1 3 .6 C u e s t io n a r io m ía

IN STRU C C IO N ES: Los siguientes enunciados se refieren a reacciones em ocionales ante su ce so s


típicos de la vida. Por favor indique cómo reacciona usted a estos su c e so s colocando un número
de la siguiente escala en el espacio en blanco que precede a cada reactivo. Por favor base sus
respuestas en la forma en que usted reacciona, no en cómo piensa que otros reaccionan o cómo
piensa que debería reaccionar una persona.

N unca Casi nunca En o c a sio n es Por lo general Casi siem pre Siempre
t 2 3 4 5 6

1 .___ __ Cuando logro algo difícil, me siento satisfecho o eufórico.

2 , ___ __ Cuando me siento feliz, es un tipo de exuberancia fuerte.

3 . ___ _ Disfruto mucho estar con otras personas.

4 . ___ __ M e siento muy mal cuando digo una mentira.

5 . ___ __ Cuando resuelvo un pequeño problema personal, me siento eufórico.

6 . ___ __ M is em ociones tienden a ser más intensas que las de la mayoría de las personas.

7 . ___ __ M is estados de ánimo felices son tan intensos que siento como si estuviera en el cielo.

8 . ___ __ Soy entusiasta en exceso.

9 . ___ __ Si completo una tarea que consideraba imposible, estoy extasiado.

10,__ __ M i corazón se acelera por la anticipación de un evento emocionante.

11.___ __ Las películas tristes me conmueven mucho.

12.___ __ Cuando estoy feliz, es un sentimiento de estar sin problemas y contento, m ás que
entusiasm ado y excitado.

1 3.___ __ Cuando hablo frente a un grupo por primera vez, mi voz se pone temblorosa y mi
corazón se acelera.

14.___ __ Cuando sucede algo bueno, por lo general estoy m ás jubiloso que otros.

1 5.___ __ M is amigos podrían decir que soy emotivo.

1 6.___ __ Los recuerdos que me gustan más son de aquellos tiempos en que me sentía contento y
tranquilo, m ás que entusiasm ado y apasionado.

1 7.___ __ La vista de alguien que está herido me afecta mucho.

18.___ _ _ Cuando me siento bien, es fácil para mí pasar de estar de buen humor a estar realmente
feliz.

1 9.___ __ "Calm ado y tranquilo" podría describirme con facilidad.

20. Cuando estoy feliz, siento como si estallara de alegría.

2 1 .___ __ Ver una fotografía de un accidente automovilístico violento en un periódico me hace


sentir náuseas.

2 2.___ __ Cuando estoy feliz, me siento muy vigoroso.

2 3 .___ __ Cuando recibo una recompensa, estoy rebosante de alegría.


Capítulo T rece E m oción y personalidad

24. Cuando tengo éxito en algo, mi reacción es de calma y contento.

25. Cuando hago algo mal, tengo sentimientos intensos de vergüenza y culpa.

26. Puedo permanecer calmado aun en los días más difíciles.

27. Cuando las co sa s salen bien, me siento "en la cima del mundo".

28. Cuando me enojo, es fácil para mí mantenerme racional y no reaccionar en forma


excesiva.

29. Cuando sé que he hecho algo muy bien, me siento relajado y contento, m ás que
excitado y eufórico.

30. Cuando siento ansiedad, por lo normal es muy intensa.

31. M is estados de ánimo negativos son de intensidad leve.

32. Cuando estoy excitado por algo, deseo compartir mis sentimientos con todos.

33. Cuando siento felicidad, es un tipo tranquilo de satisfacción.

34. Es probable que mis amigos dirían que soy una persona tensa, o "m uy nerviosa".

35. Cuando estoy feliz, estoy rebosante de energía.

36. Cuando siento culpa, esta emoción es bastante intensa.

37. Caracterizaría mis estados de ánimo de felicidad como m ás cercanos a la satisfacción


que a la alegría.

38. Cuando alguien me hace un cumplido, me siento tan feliz que podría "estallar".

39. Cuando estoy nervioso, tiemblo todo.

40. Cuando estoy feliz, el sentimiento es más como satisfacción y calma interior que uno de
ánimo y excitación.

Derechos reservados © 1984, Randy J. Larsen, Ph.D.

quieren varias semanas o más de reportes diarios del estado de ánimo para generar una pun­
tuación de intensidad del afecto compuesta confiable para cada individuo. En consecuencia,
se ha elaborado una medida de cuestionario de la intensidad del afecto que permite una eva­
luación relativamente rápida del estilo emocional de una persona en función de la intensidad.
El cuadro 13.6 enumera los 40 reactivos de este cuestionario, llamado Medida de Intensidad
del Afecto (m ía ) (Larsen y Diener, 1987).
Un aspecto importante del rasgo de intensidad del afecto es que no podemos decir en
realidad si es malo o bueno estar bajo o alto en este rasgo. Tanto las consecuencias positivas
como negativas se relacionan con obtener puntuaciones altas o bajas. Las personas con pun­
tuaciones altas, por ejemplo, obtienen un sinnúmero de entusiasmo de la vida, disfrutando
máximos de entusiasmo, alegría y participación emocional positiva. Por otra parte, cuando
las cosas no están saliendo bien, las personas con puntuaciones altas son propensas a reac­
ciones emocionales negativas intensas, como la tristeza, la culpa y la ansiedad. Además, de­
bido a que los sujetos con puntuaciones altas tienen experiencias frecuentes de emociones
extremas (tanto positivas como negativas), tienden a sufrir las consecuencias físicas de esta
participación emocional. Las emociones activan el sistema nervioso simpático, haciendo que
la persona se excite. Incluso las emociones positivas intensas activan el sistema nervioso
simpático y producen un desgaste del sistema nervioso. Las personas con puntuaciones altas
tienden a exhibir síntomas físicos que resultan de sus estilos de vida emocionales crónicos,
Parte Ci atro El d om in io co.gnoscitivo-expcriiiiental

como tensión muscular, dolor de estómago, dolor de cabeza y fatiga. Un hallazgo interesan­
te es que, aun cuando reportan más de estos síntomas físicos, las personas con puntuaciones
altas no son infelices ni están molestas en particular por ellos (Larsen, Billings y Cutler,
1996). Las entrevistas con personas de puntuaciones altas por lo general muestran que no de­
sean cambiar su nivel de intensidad emocional. Parecen preferir la participación emocional,
los altibajos y la excitación fisiológica que acompaña su estilo de vida muy emocional (Lar-
sen y Diener, 1987).
Los individuos con intensidad de afecto baja, por otra parte, son estables y de manera
típica no se molestan con mucha facilidad. Aun cuando suceden eventos negativos, mantienen
un estado emocional uniforme y evitan los baches del afecto negativo. El precio que pagan es­
tas personas por esta estabilidad emocional, sin embargo, es que no experimentan sus emocio­
nes positivas con mucha intensidad. Su falta de máximos de frenesí, entusiasmo, compromiso
emocional y alegría que le dan vigor a su vida de individuos de intensidad de afecto alto. Sin
embargo, los individuos con intensidad de afecto bajo no pagan el precio de los síntomas fí­
sicos y psicosomáticos que acompañan a la personalidad con intensidad de afecto alto.

Hallazgos de investigación sobre la intensidad del afecto


En un estudio diario del estado de ánimo, Larsen, Diener y Emmons (1986) hicieron que los
sujetos registraran los sucesos en su vida diaria. Sesenta y dos sujetos registraron los mejores
y los peores sucesos del día por 56 días consecutivos, produciendo casi 6 000 descripciones
de éstos. Los sujetos también calificaron los sucesos cada día en función de lo buenos o ma­
los que fueron para ellos en forma subjetiva. Las mismas descripciones de sucesos fueron ca­
lificadas después por un equipo de estimadores por lo buenos o malos que serían de manera
objetiva para el estudiante universitario promedio. Los resultados mostraron que los sujetos
altos en la dimensión de intensidad del afecto calificaron los sucesos en su vida como signi­
ficativamente más severos que los sujetos con intensidad de afecto baja. Es decir, los sucesos
que fueron calificados sólo como “moderadamente buenos” por los estimadores objetivos (co­
mo recibir un cumplido de un profesor) fueron estimados como “muy buenos” por los sujetos
con intensidad de afecto alta. Del mismo modo, los sucesos que fueron estimados sólo como
“moderadamente malos” por los estimadores objetivos (como perder su bolígrafo favorito)
tendieron a ser estimados como “muy malos” por los sujetos con intensidad de afecto alta. Por
tanto, los sujetos con intensidad de afecto alta tendieron a evaluar que los sucesos en su vida,
tanto buenos como malos, tenían un impacto significativamente más emocional que para los
sujetos con intensidad de afecto baja. Los individuos con intensidad de afecto alta son, por
tanto, más reactivos desde el punto de vista emocional a los sucesos provocadores de emocio­
nes en su vida, tanto buenos como malos.
Un aspecto de estos hallazgos que vale la pena enfatizar es que los individuos con inten­
sidad de afecto alta son más reactivos tanto a los eventos positivos como negativos en su vida.
Esto puede deberse al hecho de que la intensidad del afecto se correlaciona de manera positi­
va con la extraversión y con el neuroticismo. Estos aspectos de la intensidad del afecto hacen
que los sujetos con puntuaciones altas parezcan extrovertidos neuróticos; responden con emo­
ción positiva intensa a los sucesos buenos y con emoción negativa intensa con los sucesos ma­
los. Sin embargo, si asumimos que los sucesos buenos y malos ocurren de manera bastante
azarosa en la vida, entonces esperaríamos que las emociones diarias de los individuos con in­
tensidad de afecto alta suban y bajen al azar con estos sucesos. En otras palabras, los indivi­
duos con intensidad de afecto alta deberían exhibir más variabilidad del estado de ánimo, o
fluctuaciones más frecuentes en su vida emocional con el tiempo. Larsen (1987) encontró que
los individuos altos en la dimensión de intensidad del afecto exhiben, de hecho, cambios más
frecuentes en su estado de ánimo y que estos cambios tienden a ser mayores en magnitud que
los cambios de estado de ánimo de los individuos con intensidad de afecto baja.
El concepto de la intensidad del afecto, que contiene la noción de variabilidad del esta­
do de ánimo, es una característica general y amplia de la vida emocional. Se ha encontrado
que la intensidad del afecto se relaciona con una gama de variables de personalidad estánda­
Capítulo T rece E m oción y p ersonalidad

res. Por ejemplo, Larsen y Diener (1987) reportaron que la intensidad del afecto se relaciona
con las dimensiones de personalidad de nivel de actividad alto, sociabilidad y excitabilidad.
Los individuos con intensidad de afecto alta tienden a tener un estilo de vida vigoroso y diná­
mico, tienden a ser sociables y a disfrutar la compañía de otros, y tienden a buscar las cosas
estimulantes y excitantes para hacer en su vida diaria. Durante una entrevista, una persona con
intensidad de afecto alta reportó que, para ella, lo peor en la vida era estar aburrida. Reportó
que con frecuencia hacía cosas para animar su vida, como hacer bromas a sus compañeras de
dormitorio. Aunque dichas actividades en ocasiones la metían en problemas, sentía que valía
la pena para obtener la estimulación. Otro sujeto con intensidad de afecto alta se describió a
sí mismo como un “adicto a la intensidad”, enganchado a la necesidad de un estilo de vida es­
timulante en lo emocional.

Interacción del contenido y el estilo en la vida emocional


Las personas difieren entre sí desde el punto de vista de las cantidades relativas de contenido
emocional positivo y negativo en su vida con el tiempo, al igual que en función de la intensi­
dad estilística de sus experiencias emocionales. Al tratar de entender la vida emocional como
un aspecto de la personalidad, parece que el equilibrio hedonista, el grado de agradabilidad en
la vida de una persona en el tiempo, representa el contenido de la vida emocional. Por ejem­
plo, Larsen (2000b) reportó que el estudiante universitario promedio tuvo un equilibrio hedo­
nista positivo en 7 de 10 días. Es decir, de cada 10 días, siete de ellos contenía emociones
positivas de manera predominante, y tres de ellos contenía un predominio de emociones ne­
gativas. Sin embargo, hubo diferencias individuales amplias, de modo que algunas personas
tuvieron apenas 20% de días positivos, mientras otros tuvieron hasta un 95% de días positi­
vos. Este equilibrio hedonista entre el afecto positivo y negativo, entre los días buenos y ma­
los en la vida de una persona en el tiempo, representa mejor el contenido de la vida emocional
(Zelenski y Larsen, 2000).
La intensidad del afecto representa el estilo de la vida emocional y se refiere a la mag­
nitud de las reacciones emocionales típicas de una persona. Juntas, estas dos características,
contenido y estilo, proporcionan una buena cantidad de poder descriptivo y explicativo. Un
aspecto interesante de estas dos dimensiones es que el equilibrio hedonista y la intensidad del
afecto no se relacionan entre sí (Larsen y Diener, 1985). Esto significa que hay personas que
tienen afecto positivo frecuente de intensidad baja y otras que tienen afecto positivo frecuen­
te de intensidad alta. Del mismo modo, hay personas que tienen afecto negativo frecuente de
intensidad baja y otras que tienen afecto negativo frecuente de intensidad alta. En otras pala­
bras, el equilibrio hedonista interactúa con la intensidad del afecto para producir tipos especí­
ficos de vida emocional que pueden caracterizar a personalidades diferentes. Los efectos de
esta interacción de equilibrio hedonista e intensidad del afecto en la creación de vida emocio­
nal se ilustra en la figura 13.8.
En ésta puede verse que los individuos altos y bajos en la dimensión de intensidad del
afecto de manera típica experimentan el contenido de su vida emocional en formas muy dife­
rentes. Una persona baja en intensidad del afecto tiene una vida emocional que se caracteri­
za por su resistencia, uniformidad y falta de fluctuación. Si dicha persona también resulta ser
feliz (más contenido emocional positivo que negativo en su vida), entonces experimenta es­
ta felicidad como una especie tranquila de satisfacción perdurable. Si resulta ser una persona
infeliz (menos contenido emocional positivo que negativo en la vida), entonces su vida emo­
cional consiste en un nivel crónico y algo molesto o irritante de afecto negativo a lo largo del
tiempo. Por otra parte, una persona alta en la dimensión de intensidad del afecto tiene una vi­
da emocional caracterizada por brusquedad, mutabilidad y volatilidad. Si esta clase de perso­
na también resulta ser feliz, entonces experimenta esta felicidad como puntas avivadas y
animadas de entusiasmo y ánimo. Si esta persona alta en intensidad del afecto es, en cambio,
infeliz, entonces experimenta baches de una variedad de emociones negativas, como ansiedad,
culpa, depresión y soledad.
Paute C uatro El d om in io co ^ o sciliv o -ex p erin ien la -l

Intensidad del afecto intensidad del afecto


baja alta

Vida em ocional experimentada Vida em ocional experimentada j


Afecto com o satisfacción, serenidad com o exhuberancia, alegría
positivo tranquilidad, imperturbabilidad animada y entusiasm o
frecuente y calma tranquila animado

Vida em ocional experimentada Vida em ocional experimentada


Afecto com o melancolía crónica, com o afecto negativo agudo i
negativo infelicidad leve pero persistente, y agitado, angustia,
frecuente desaliento y descontento agravamiento, depresión y
episodios de ansiedad intensa

Figura 13.8
Calidad de la vida emocional como una función del contenido (equilibrio hedonista) y el estilo
(intensidad del afecto).

El equilibrio hedonista determina la dimensión de contenido principal de la vida emo­


cional de uno, y la posición de uno en la intensidad del afecto determina el estilo de esa vida
emocional. Estas dos características relevantes para la emoción nos ayudan a entender el fun­
cionamiento de la personalidad porque describen la vida individual al igual que nos permiten
hacer distinciones útiles entre personas (Larsen y Cutler, 1996).

RESUMEN Y EVALUACIÓN
Las emociones pueden considerarse como estados o como rasgos, y ambos son patrones de
experiencia, cambios fisiológicos y cambios en el comportamiento, o tendencias de acción.
Los estados emocionales son de corta duración y de manera típica son causados por un suce­
so en el ambiente. Como rasgos, sin embargo, las emociones son patrones consistentes y es­
tables de experiencia en la vida de una persona, donde estos patrones se deben sobre todo a la
personalidad de la misma. En este capítulo, se vieron las emociones como rasgos. Por ejem­
plo, las personas difieren entre sí en la frecuencia con que se enojan, son felices o están de­
primidas. Tales diferencias pueden ser útiles para describir aspectos de la personalidad.
El contenido emocional de los tipos de experiencias emocionales que es probable que
tenga una persona. Si conocemos, por ejemplo, el contenido típico de la vida emocional de
una persona, entonces sabemos las clases de emociones que es probable que experimente con
el tiempo.
El contenido emocional puede dividirse en forma amplia en emociones agradables y de­
sagradables. En la categoría de emoción agradable están la felicidad y el juicio asociado de la
satisfacción en la vida. En las listas de emociones primarias de la mayoría de las personas, só­
lo hay una emoción agradable importante, mientras que hay muchas variedades de emociones
desagradables. Desde una perspectiva de los rasgos, bajo las emociones agradables se expuso
la felicidad disposicional. Algunas personas son más felices que otras, y los psicólogos están
elaborando teorías y recopilando datos para entender por qué las personas difieren en felici­
dad y cómo podrían incrementar su nivel del rasgo de felicidad.
Bajo el enfoque del contenido de las emociones desagradables disposicionales, se expu­
sieron tres disposiciones: ansiedad, depresión e ira. El rasgo de ansiedad tiene muchos nom­
Capítulo T rece E m oción y p ersonalidad

bres en la literatura de la personalidad, incluyendo neuroticismo y afectividad negativa. Este ras­


go de emoción parece tener componentes cognoscitivos distintos y se relaciona con la salud ac­
tual, en especial la salud autorreportada. La depresión también se define como un síndrome de
experiencias y comportamientos asociados, y se examinaron varias teorías cognoscitivas de la
depresión. La propensión a la ira y la hostilidad también se expusieron como un rasgo de afec­
to, y se examinaron las implicaciones para la salud y el bienestar de esta disposición. La an­
siedad, la depresión y la ira en la actualidad son temas de intenso interés por parte de los
neurocientíficos, y se están acumulando datos sobre los centros cerebrales implicados en la
experiencia, al igual que en la regulación, de cada una de éstas emociones.
El estilo emocional es la forma típica en que una persona experimenta las emociones.
Nos enfocamos en el componente estilístico de la intensidad del afecto, o la magnitud típica
con que las personas experimentan las emociones. Los sujetos que obtienen puntuaciones al­
tas en la dimensión de la intensidad del afecto tienen reacciones emocionales más grandes a
los sucesos de su vida, son reactivas a los eventos tanto agradables como desagradables, y son
más variables en su estado de ánimo cotidiano. El contenido y el estilo interactúan dentro de
las personas para producir distintas variedades de vida emocional.

Emociones 407 Ilusiones positivas 414 Profecía que se cumple sola 430
Tendencias a la acción 408 Inducción de estado de ánimo 422 Teoría de los neurotransmisores de la
Análisis funcional 408 Neuroticismo 424 depresión 431
Estados emocionales 408 Sistema límbico 424 Hostilidad 432
Rasgo emocional 409 Cingulada anterior 425 Personalidad tipo A 432
Enfoque categórico 409 Corteza prefrontal 426 Síndrome 433
Enfoque dimensional 411 Depresión 428 Intensidad del afecto 436
Contenido 413 Modelo diátesis-estrés 429 Variabilidad del estado de ánimo 440
Estilo 413 Esquema cognoscitivo 429
Felicidad 414 Tríada cognoscitiva 429

También podría gustarte