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Confianza

En sociología y psicología social, la confianza es la creencia en que una


persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una
determinada situación y pensamientos. La confianza se verá más o menos
reforzada en función de las acciones y de valores.

La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Es una


actitud que concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende
de la acción de un otro. Es una especie de apuesta que consiste en no
inquietarse del no control del otro y del tiempo.

Laurence Cornu, La confianza en las relaciones pedagógicas

La confianza es la seguridad hacia una persona firme que alguien tiene hacia
otra persona o cosa. “Tengo la confianza necesaria para derrotar al rival”.
Confianza se refiere, por otra parte, a la familiaridad en el trato:“No hace falta
que te peines cada vez que voy a tu casa, ya tenemos bastante confianza”,
“¿Cómo te atreves a hablarme de esa forma? Nunca te di semejante confianza”.
Para la psicología social y la sociología, la confianza es un hipótesis que se
realiza sobre la conducta futura del prójimo. Se trata de una creencia que estima
que una persona será capaz de actuar de una cierta manera frente a una
determina situación: “Voy a contarle todo a mi padre, tengo confianza en que me
entienda y me ayude”. En este sentido, la confianza puede reforzarse o
debilitarse de acuerdo a las acciones de la otra persona. En el ejemplo anterior,
si el padre ayuda a su hijo, la confianza saldrá fortalecida; pero de lo contrario,
la confianza se verá violada y, en el futuro lo más probable es que el hijo no actúe
de la misma forma. La confianza supone una suspensión, al menos temporal, de
la incertidumbre respecto a las acciones de los demás. Cuando alguien confía
en el otro, cree que puede predecir sus acciones y comportamientos. La
confianza, por lo tanto, simplifica las relaciones sociales.

El término confiabilidad es usado generalmente para expresar un cierto grado de


seguridad de que un dispositivo o sistema opera exitosamente en un ambiente
específico durante un cierto período. La moderna concepción cuantitativa de la
confiabilidad tuvo sus orígenes en la tecnología militar y espacial. Sin embargo,
el incremento en la complejidad de los sistemas, la competitividad en el mercado,
y la creciente competencia por presupuesto y recurso han originado la expansión
de la disciplina a muchas otras áreas. Cuando la confiabilidad se define
cuantitativamente puede ser especificada, analizada, y se convierte en un
parámetro del diseño de un sistema que compite contra otros parámetros tales
como costo y funcionamiento.

De acuerdo a la mayoría de las teorías que la abordan, se trata de una


suspensión temporal de la situación básica de incertidumbre acerca de las
acciones de los semejantes; gracias a ella, es posible suponer un cierto grado
de regularidad y predictibilidad en las acciones sociales, simplificando el
funcionamiento de la sociedad.
Honestidad
Honestidad (del latín honestĭtas)[1] u honradez[2] es la virtud, que se podría
definir en decir verdad, ser decente, recatado, razonable y justo. Desde un
punto de vista filosófico, la honestidad es una cualidad humana que consiste en
actuar de acuerdo como se piensa y se siente (coherencia). Se refiere a la
cualidad con la cual se designa a aquella persona que se muestra, tanto en su
obrar como en su manera de pensar, como justa, recta e íntegra. Quien obra con
honradez se caracterizará por la rectitud de ánimo, integridad con la cual procede
en todo en lo que actúa, respetando por sobre todas las cosas las normas que
se consideran como correctas y adecuadas en la comunidad en la cual vive.
En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple
respeto a la verdad en relación con el mundo exterior, los hechos y las personas;
en otros sentidos la honestidad también implica la relación entre el sujeto y los
demás, y del sujeto consigo mismo.

Honestidad y honradez, términos originariamente distintos, se han aproximado


con el lapso del tiempo y la influencia del idioma inglés; de tal modo que se está
produciendo una suerte de refundición de ambos para aludir a la definición de
honradez, siendo ésta sólo una de las acepciones del vocablo "honestidad".[3]

Respeto
El respeto (del latín respectus, ‘atención’ o ‘consideración’) es «la consideración
y valoración especial que se le tiene a alguien o a algo, al que se le reconoce
valor social o especial diferencia». También es uno de los valores fundamentales
que el ser humano debe tener siempre presente a la hora de interactuar con
personas de su entorno. Muchas formas de respeto se basan en la relación
de reciprocidad respeto mutuo, reconocimiento mutuo, etc. Sin embargo, en lo
que se refiere al respeto de las personas hacia objetos, costumbres, religiones,
culturas, ideologías e instituciones sociales, se fundamentan en otras
consideraciones diferentes de la reciprocidad.
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), entre otros
significados, el respeto está relacionado con la veneración o el acatamiento que
se hace a alguien, e incluye miramiento, consideración y diferencia. [1]
Tradicionalmente se considera que las muestras de respeto están relacionadas
con cuestiones morales y éticas, aunque en algunos casos tienen que ver con
cuestiones legales y culturales. El término respeto aparece en diversas
disciplinas como la filosofía política y otras ciencias sociales como
la antropología, la sociología y la psicología.[2]
El respeto en las relaciones interpersonales comienza en el individuo, en el
reconocimiento del mismo como entidad única,[3] que necesita y quiere
comprender al otro.[4] Consiste en saber valorar los intereses.

Integridad
Una persona íntegra es aquella que siempre hace lo correcto; que hace todo
aquello que considera bueno para la misma sin afectar a los intereses de otras
personas.
La palabra integridad proviene del latín integrîtas, -ãtis (totalidad, virginidad,
robustez y buen estado físico), pero el vocablo se deriva del
adjetivo integer(intacto, entero, no tocado o no alcanzado por un mal). Se
compone de in- (no) y una raíz que es la misma que la del verbo tangere (tocar
o alcanzar), es la pureza original y sin contacto o contaminación con un mal o un
daño (físico o moral).
Integridad se traduce como honradez, honestidad, respeto por los demás,
corrección, responsabilidad, control emocional, respeto por sí
mismo, puntualidad, lealtad, pulcritud, disciplina, congruencia y firmeza en sus
acciones. En general es alguien en quien se puede confiar. Integridad es retomar
el camino de nuestra verdad, hacer lo correcto por las razones correctas del
modo correcto. Se relaciona al derecho de no ser objeto de vulneraciones en la
persona física, como lesiones, tortura o muerte.

Lealtad
La lealtad es una devoción de una persona o ciudadano con
un estado, gobernante, comunidad, persona, causa o a sí misma.
No existe acuerdo entre los filósofos sobre cosas o ideas a las que se puede ser
leal. Algunos sostienen que se puede ser leal a un espectro muy amplio de
cosas, mientras que otros argumentan que solo se puede ser leal a otra persona
y que ello es una relación estrictamente interpersonal.

La lealtad es un principio que básicamente consiste en nunca darle la espalda a


determinada persona o grupo social que están unidos por lazos de amistad o por
alguna relación social, es decir, el cumplimiento de honor y gratitud, la lealtad
está más apegada a la relación en grupo.
La lealtad es un cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del
honor.

Es una virtud consistente en el cumplimiento de lo que exigen las normas de


fidelidad, honor y gratitud. Adhesión y afecto por alguien o por alguna cosa.

La lealtad posee numerosos aspectos y aristas. John Kleinig, profesor de filosofía


en la City University of New York, resalta que con el transcurso de las épocas la
idea ha sido motivo de análisis por escritores creativos desde Esquilo a John
Galsworthy y Joseph Conrad, y tema de estudio de psicólogos, psiquiatras,
sociólogos, estudiosos de la religión, economistas políticos, estudiosos del
ámbito de los negocios y la mercadotecnia, y en especial teóricos de la política,
que se ocupan de aspectos como los juramentos de lealtad y patriotismo. Como
concepto filosófico, la lealtad no fue tema de estudio de los filósofos hasta el
trabajo de Josiah Royce, la «gran excepción» según afirma Kleinig.[1] John Ladd,
profesor de filosofía en la Brown University, que hacia fines del siglo XX el tema
ha sido motivo «una atención limitada en la literatura de filosofía». Ladd atribuye
esto a asociaciones «odiosas» que posee el tema con el nacionalismo, incluido
el nacionalismo del nazismo, y con la metafísica del idealismo, a lo que
caracteriza como «obsoleto». Ladd sostiene que sin embargo dichas
asociaciones como erradas, y que la idea de lealtad es «un componente esencial
en todo sistema humano y civilizado de moral». [2] Kleinig afirma que a partir de
1980, el tema ha sido motivo de atención, y los filósofos se han ocupado, entre
otros temas, de sus vinculaciones con la ética profesional, el alertador,
la amistad, y la ética de la virtud.[1]

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