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Las reformas rivadavianas.

Introducción
Ante de realizar un análisis exhaustivo de las reformas y obras realizar por Bernardino Rivadavia,
hay que tener en cuenta el contexto histórico por las cuales dichas reformas fueron realizadas.

Después de la revolución de 1810, Buenos Aires tendió a absorber la vida política y económica de
territorio, resultante de dos hechos significativos, por un lado, la posesión de la Aduana por parte
de Buenos Aires, en donde controlaba la entrada y salida de todos los productos, asegurando la
riqueza y superioridad comercial con respecto a las provincias y por otro lado, las ideas
revolucionarios que debían ser extendidas por todo el territorio para asegurar así la
independencia, con el único objetivo de asegurar un fuerte poder público y militar.

Ambas causas llevaron a un conflicto constante con las provincias del interior, en donde si bien,
aceptaron favorablemente el movimiento revolucionario, se consideraban entidades autónomas
que tenían también derecho al gobierno. La “preponderancia” de Buenos Aires llevó a un choque
con las autonomías provinciales, dando origen a la crisis política y la anarquía del año 1820, en
donde la Batalla de Cepeda, ganada por los caudillos López y Ramírez, dieron fin al Directorio y al
triunfo del federalismo.

Gobierno de Martín Rodríguez


La lucha por el poder había desatado en Buenos Aires una crisis que finalmente se sosegó cuando
la Junta de Representantes nombró gobernado al General Martín Rodríguez.

Si bien se produjo la caída del Directorio en la batalla de Cepeda, el protagonismo de Buenos Aires
y su desarrollo, así como su exclusividad del puerto, su cultura y su riqueza, le confirieron un
predominio en la relación con las demás provincias. Esta hegemonía condujo a una conducción
centralizada o unitaria, que llevaría a reacciones autonomistas o federales dirigidas por caudillos.

Después de los cambios ocurridos durante el año 1820, y con la intención de asegurar el orden y la
paz interna, el gobernador Martín Rodríguez, pudo entregarse a la obra de reorganizar la
provincia. Una muestra del espíritu amplio que animaba al nuevo gobernador fue la designación
que hizo de ministros en las personas de Bernardino Rivadavia y Manuel García.

Durante este gobierno y por inspiración del ministerio se promueven numerosas reformas
orgánicas, tendientes todas ellas a desarrollar el progreso institucional y político de la provincia.

Reformas rivadavianas

La labor ministerial de Rivadavia


Los ministros Rivadavia y García hicieron una obra importante atendiendo todas las tareas del
gobierno. Constituyeron un verdadero poder ministerial. Estas reformas fueron promovidas en su
mayoría por iniciativa de Rivadavia, quien regresaba a las provincias Unidas después de ocho años
de permanencia en Europa. Su experiencia en este viaje, le dieron una visión clara de la
transformación que se podía realizar en Buenos Aires. Sus ambiciosos planes se apoyaban en un
ideario liberal y progresista, propio del unitarismo.

Reformas políticas y administrativas.


Entre las reformas políticas, debemos mencionar en primer término la organización de la Junta de
Representantes. El poder ejecutivo, es decir, el gobernador, había sido investido de facultades
extraordinarias durante el proceso de las revoluciones acaecidas en el año 1820; restituido el
funcionamiento de la provincia, el gobierno hizo renuncia de dichas facultades. Propuso una ley
electoral, que aumentaba el número de representantes del pueblo, sobre la base del sufragio
universal y de la elección directa. Se dispuso también que la Junta de Representantes tendría el
carácter de “extraordinaria y constituyente”.

Una de las más generosas leyes dictada durante este gobierno fue la “ley del olvido”. Por este ley
se disponía el olvido absoluto de las pasiones y odios surgidos al calor de las contiendas y de las
luchas de los partidos, que durante el gobierno de Pueyrredón había dado motivo a la expatriación
de algunos argentinos. Bajo el amparo de esta ley, los expatriados podían reintegrarse en el seno
de la patria.

Por otro decreto, abolió el Cabildo, fundando esta disposición en el hecho de que los disturbios y
las revoluciones producidos durante la anarquía, habían tenido por escena la institución municipal.
Los cabildos tenían una tradición secular: durante la época de la colonia habían desempeñado la
importante función de ayudar al desarrollo y crecimiento de los pueblos, siendo también un
órgano expresivo de la voluntad general.

Reformas económicas
Las reformas económicas operadas durante este gobierno dieron vitalidad y riqueza a la provincia
de Buenos Aires. En este sentido, se ordenó contraer en el mercado de Londres un empréstito
para la construcción del puerto de la capital, servicio de aguas corrientes y fundación de tres
ciudades en los puertos de las costas del sur y de la Patagonia. Para garantir el pago de los
intereses y la amortización de este empréstito se afectó la tierra pública; pero para no dejarla en la
esterilidad, el gobierno ideó el sistema enfitéutico, en virtud del cual se daba dicha tierra en
arrendamiento a largos plazos. La enfiteusis comenzó a aplicarse en 1822, y el congreso nacional
de 1826 dictó la ley correspondiente. Se prohibió la enajenación de la tierra pública, y luego se
ideó el sistema de mantenerla en actividad y producción.

En junio de 1822, se dictó la ley que creó el Banco de Descuentos, con facultad de emitir papel
moneda. En 1826, se creó el Banco Nacional, que continuó las funciones del Banco de Descuentos,
cumpliéndolas, sin embargo, con gran dificultad.
Reformas militares
Durante el periodo de guerra de la independencia y de la guerra civil, se habían producido en el
seno del ejército, que había sido el instrumento de esas guerras, hechos de importancia que
merecían la atención del gobierno. Numerosos jefes y oficiales fueron puestos en condiciones de
“retiro” y de “jubilación”, eliminando así a los ineficaces o indisciplinados. La ley de jubilación y de
retiro de los militares, al propio tiempo que favorecía a éstos, dejaba al gobierno en libertad para
organizar el ejército con elementos de mérito y de cultura.

Reformas eclesiásticas
Estas reformas provocaron una reacción clerical de la que fue su más apasionado vocero el
caústico Fray Francisco de Paula Castañeda. Esta oposición llegó a encender un foco subversivo
encabezado por Gregorio Tagle, que fue sofocado con durísima represión. Estas leyes abolieron el
diezmo (tributo que recaudaba el clero) y el fuero (privilegio de ser juzgado por tribunales
especiales). Fueron disueltas las congregaciones de los Betlemitas, Mercedarios y Recoletos. Y en
la confiscada propiedad de estos últimos se instaló el Cementerio de la Recoleta, adonde se
efectuarían las inhumaciones y no ya las iglesias. Se reglamentó la creación de nuevas ordenes
religiosas, en las que se podía profesar a los 25 años, y cada convento podía tener de 16 a 30
religiosos.

Reformas educativas
Entre las reformas sobresale la fundación de la Universidad de Buenos Aires, inaugurada el 12 de
agosto de 1821, en la Iglesia de San Ignacio. La universidad centralizó la enseñanza abarcando
todos los niveles, en seis departamentos, cuyos prefectos formaban un “tribunal literario” que
presidía el rector. Los departamentos de estudios abarcaban, las primeras letras, estudios
preparatorios, ciencias exactas, medicina, jurisprudencia y ciencias sagradas.

Para los estudios preparatorios, se fundó el “Colegio de Ciencias Morales”, sobre la base del
Colegio de la Unión del Sur. Tenía el sistema de internado y otorgaba becas graciables que fueron
ofrecidas a todas las provincias.

Es las escuelas primarias se aplicó el sistema de “enseñanza mutua”, comúnmente llamado “de
Lancaster”. Este consistía en que los alumnos más adelantados y capaces fueron instruidos para
secundar al maestro como monitores o preceptores auxiliares, ayudando a estudiar a lo demás
alumnos.

A su vez, en este tiempo, surgieron diversas instituciones científicas y culturales, como la


Academia de Medicina, la de Ciencias Físicas y Matemáticas, la de Jurisprudencia y la de Música.
Gobierno de las Heras
El 2 de abril de 1824, fue elegido el general Juan Gregorio Las Heras como sucesor de Martín
Rodríguez. Las Heras confirió la cartera de gobierno a Rivadavia pero éste no pudo aceptar, porque
había decidido hacer un viaje a Europa. Manuel García fue designado ministro de gobierno y el
general Francisco de La Cruz, ministro de guerra y marina.

El acto de gobierno más importante de esta administración fue la reunión del Congreso General
Constituyente en Buenos Airees, el 16 de diciembre de 1824. La idea de la reunión de este
congreso corresponde a Rivadavia, pues, en su carácter de ministro del gobernador Rodríguez,
había designado una comisión compuesta por el Deán Zavaleta, el general Arenales, el general Las
Heras y el doctor Cossio. El deán Zavaleta se dirigió a las provincias de Cuyo, quienes acogieron la
idea con entusiasmo. El general Arenales y el doctor Cossio se dirigieron en desempeño de su
misión al norte y al litoral, donde la idea también fue aceptada.

Por iniciativa del gobierno de Buenos Aires se elegiría un diputado por cada 15 mil habitantes y
por fracción de más de 7.500. Con lo cual, Buenos Aires tendría nueve diputados sobre un total de
40.

El congreso se constituyó en Buenos Aires, bajo la presidencia del Dr. Manuel Antonio Castro y
asumió la representación de la soberanía nacional. Poco después, el Congreso sancionó la llamada
Ley Fundamental (23-01-1825), por la cual confirmaba su facultad legislativa y constituyente de
alcance nacional, y delegaba interinamente el Poder Ejecutivo Nacional, y las Relaciones Exteriores
en el gobierno de la provincia de Buenos Aires; dejando a salvo las autonomías provinciales. Este
reconocimiento tácito de las provincias como estados preexistentes, que se disponían a constituir
e integrar la Nación Argentina sin renunciar a las facultades propias de sus respectivas
autonomías, le confería a dicha ley un carácter netamente federal.

Algún tiempo después, se agravó la relación con Brasil hacia una inminente guerra. Ante este
peligro, el Congreso decidió concentrar el poder político en un gobierno nacional que, pudiera
disponer de recursos de todo el país. Para ello sancionó la ley presidencial, instituyendo el Poder
Ejecutivo Nacional permanente, el 6 de febrero de 1826. Para ejercerlo, fue elegido Bernardina
Rivadavia, con el título de “Presidente de las Provincias Unidas de Sud América”.

No dejo de ser notable irregularidad, que el Congreso se arrogase la facultad de crear el Poder
Ejecutivo y elegir al presidente, sin antes tener una constitución, aprobada por las provincias, que
lo autorizase.

Rivadavia y su ministro de gobierno Julián Agüero, creyeron necesario que el Presidente de la


Nación tuviera la autoridad inmediata sobre el territorio de su sede. Este criterio provocó la
reacción de los federales, encabezados por Manuel Dorrego y Manuel Moreno. Pero de todos
modos, el ministro Agüero y los demás unitarios lograron que el congreso sancionara la Ley
Capital, por la cual se nacionalizó la ciudad de Buenos Aires y una extensa zona de los alrededores,
el 4 de marzo de 1826. Consiguientemente, la Provincia de Buenos Aires perdió su autonomía. Las
Heras fue exigido a cesar en su cargo y la Junta de Representantes fue disuelta por decreto
nacional.

Los unitarios también lograron predominar en los debates de la Constitución Nacional, que
finalmente se sancionó el 24 de diciembre de 1826. Descartaba expresamente el sistema
monárquico y adoptaba la forma representativa, republicana, consolidada en unidad del régimen;
es decir, el sistema republicano unitario. Los gobernadores serían elegidos por el Poder Ejecutivo
con acuerdo del Senado, a propuesta en terna de los Consejos de Administración de las
respectivas provincias.

Presidencia de Rivadavia.
En solo un año y medio como presidente, Rivadavia realizó una intensa labor de gobierno, no
obstante a la acción obstructiva de los opositores y la grave situación internacional derivada de la
Banda Oriental.

Continuando el plan de colonización emprendido en 1822, Rivadavia promovió la sanción de la Ley


de Enfiteusis (20-05-1826), por la cual el Estado concedía la ocupación y usufructo de parcelas de
la tierra pública, a largo plazo; pero no su propiedad, pues debía garantizar la deuda pública. En
realidad, solo se aplicó en la campaña bonaerense.

Sobre la base del Banco de Descuentos de la Provincia de Buenos Aires, el 22 de enero de 1826, se
fundó el Banco Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que tendría el privilegio
exclusivo de la emisión monetaria. Para cubrir los grandes gastos de la guerra con Brasil, se
incurrió en emisiones sin suficiente respaldo metálico, lo cual causaría una fuerte inflación y la
devaluación del dinero. Las aduanas y los servicios de correo fueron nacionalizados.

Guerra con el Brasil y renuncia de Rivadavia.


En 1821 la entonces llamada Provincia Oriental, anteriormente Banda Oriental y actual Uruguay,
tras ser derrotado José Gervasio Artigas el año anterior en la Batalla de Tacuarembó, fue anexada
al Brasil con el nombre de Provincia Cisplatina.

Cinco años después, en 1825, y con el apoyo del gobierno argentino, un grupo de orientales y de
otras provincias, llamados los Treinta y Tres Orientales y liderados por Juan Antonio Lavalleja,
ingresó en la Provincia Oriental para desalojar a los ocupantes brasileños quienes, con la posterior
ayuda de Fructuoso Rivera, en pocos meses lograron retirar al ejército brasileño y el 25 de agosto,
en el Congreso de Florida, declararon la independencia del territorio oriental del Brasil y su
unificación con las demás provincias que conformaban las Provincias Unidas del Río de la Plata o
Argentina. Brasil declaró la guerra a Argentina.

Si bien al comienzo de las hostilidades las fuerzas imperiales eran mayores a las republicanas, las
Provincias Unidas derrotaron a Brasil en muchas batallas en una lucha de tres años por tierra y
mar; siendo la Batalla de Ituzaingó, la más importante.
Sin embargo, los problemas económicos y políticos generados en ambos estados, en especial, el
bloqueo de la Armada de Brasil al puerto de Buenos Aires y el impase en tierra (dado que Colonia
del Sacramento y Montevideo estuvieron bajo el control de Brasil durante todo el conflicto)
aconsejaron iniciar las tratativas de paz. En 1827, el ministro plenipotenciario argentino Manuel
José García, excediéndose en su misión, firmó un acuerdo preliminar de paz con los brasileños que
reconocía la soberanía del Imperio sobre la Provincia Oriental y se comprometía a pagarle a Brasil
una indemnización de guerra. El presidente Bernardino Rivadavia lo declaró como el «tratado
deshonroso», rechazándolo y presentando posteriormente su renuncia.

El conflicto continuó hasta el 27 de agosto de 1828, cuando los representantes del gobierno de la
República de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y el Emperador del Brasil, firmaron la
Convención Preliminar de Paz, que acordó la independencia de la Provincia Oriental y el cese de
las hostilidades.

Aceptada la renuncia del presidente Rivadavia, se entregó el mando a Vicente López y Planes,
presidente provisorio elegido por el Congreso por una ley de emergencia. Pero el Congreso se
disolvió y con él cesaron nuevamente las autoridades nacionales y la constitución. La provincia de
Buenos Aires recuperó su autonomía, eligiendo gobernador a Manuel Dorrego.

Conclusión
La caída de las autoridades centrales, en 1820, la relativa paz que se vivió a partir de que las
provincias asumieran su autonomía y las ventajas que le proporcionaba la ubicación geográfica a
la provincia de Buenos Aires, devinieron en una situación que proporcionó las bases para que el
gobierno porteño llevará adelante un conjunto de medidas conocidas como reformas
rivadavianas, las cuales abarcaron a todas las instituciones de aquella época y que fueron avaladas
por un grupo de políticos que se proponían asegurar la paz y prosperidad de dicha provincia,
quienes vieron en Rivadavia y en sus ideas traídas del viejo mundo un posible equilibrio tras las
tormentas revolucionarias de los años anteriores.

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