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BREVE HISTORIA DE TOMAS DE AQUINO

Recopilación Trinidad Orozco Forero

Tomás de Aquino nace alrededor de 1225. Estudia en el monasterio de Montecasino y más


tarde en Nápoles. En esta ciudad, desde sus 16 años, frecuenta la comunidad de los
hermanos predicadores. La Orden vive una estricta pobreza.

Los hermanos dominicos no poseen ni tierras ni rentas, solo viven de la mendicidad una
forma de subvención por parte de los cristianos al anuncio del Evangelio. A sus 19 años
ingresa a la Orden de la Predicación.

La opción del joven Tomás debe ratificarla más de una vez; primero, frente a su aristocrática
familia, que siendo novicio, le secuestra y le pone en calabozo durante seis meses en el
castillo de Rocaseca; y, posteriormente, frente a los maestros de París, que no le permiten la
docencia en la universidad por su condición de mendicante. Por indicación de Fray Juan
Teutónico, maestro de la Orden, termina sus estudios en París y Colonia, bajo la guía de Fray
Alberto Magno, quien le convence de la necesidad de profundizar a Aristóteles.

Su estudio y conocimiento de Aristóteles, el filósofo de la Razón, lo llevan a tomar la


posición de una persona que confía en el hombre, la Razón es don de Dios y a él debe
ordenarse. En Tomás la Palabra de Dios en la escritura tiene primacía sobre las otras ciencias,
y hace de la oración la fuente más fecunda de sus investigaciones.

Durante su permanece en París, Tomás y los frailes elaboran en comunidad filosofía y


teología, para después hacerla presente en la Universidad.

Con su aporte Tomás de Aquino, abrió un nuevo horizonte de comprensión, frente a la forma
de ver y entender el universo; señaló un derrotero a seguir a las nuevas generaciones, que
es válido en este siglo XXI, para aplicar la ciencia y el saber científico. El no imaginó el
poder que tendría la ciencia en el desarrollo humano y social y los beneficios para la
humanidad, como así mismo las grandes brechas que se habría entre ricos y pobres, por la
nueva organización de la sociedad.

En el pensamiento de Tomás se reconcilió la fe y la razón, la religión y la ciencia, pues su


ingenio riguroso favorecía y se alimentaba de gran fe, sinergia que le permitió distinguirse
por su altura intelectual y caridad profunda, Este sabio y santo supo expresar su fe como amor
por los demás, por la creación, por Dios y por sí mismo.

La pregunta por el bien encontró en Tomás una respuesta doble, una correspondencia de vida
El fraile Tomás, predica cuaresma en París, Nápoles y Roma, como también homilías en
domingos y fiestas. No acepta del Papa Clemente IV el arzobispado de Nápoles: prefiere su
condición de hermano predicador. De camino al II Concilio de Lyon, muere junto a Terracina
el 7 de marzo de 1274, a la edad de 49 años. Su cuerpo es trasladado a Touluse el 28 de enero
de 1369 (Consultar lectura Perfil Universitario y Humanista de Tomás de Aquino).
Perfil Universitario y Humanista de Tomás de Aquino1

Tomás de Aquino encarna, en su vida y en su obra -como estudiante y como profesor-, la


manera de ser universitario y de hacer la universidad. En todos los casos, buscador y agente
de la verdad, en apertura permanente a la realidad total, en diálogo con otras culturas y formas
de pensar. Entre las representaciones de Santo Tomás, una de las más difundidas es aquella
en que aparece con un sol sobre el pecho, símbolo de la verdad. Todo en el Aquinate se
ordena a la verdad y a su posesión, porque ella es el bien supremo.
Su inconmovible confianza en la verdad explica una serie de cualidades de su peculiar
manera de vivir la universidad y de trabajar en ella, las cuales conforman su personalidad
científica:

1) Diálogo de fe y razón. Era lema suyo el principio de que la verdad no puede oponerse a
la verdad. Sin embargo, afirmaba la independencia fundamental de la ciencia, la filosofía y
la teología, con sus propios objetos, principios y métodos, lo cual no implicaba negar la
necesidad de la colaboración y el diálogo entre ellas.

2) Humanismo incluyente: 'Todo hombre debe ser para todo hombre un familiar y amigo"
(S.T., II-II, 114, 2; S.C.G., III, cap. 117; S.C.G., IV, 54, par. 4).

3) Humanismo integral: no existe oposición entre lo material y lo espiritual, sino perfecta


sinergia; ni materialismo excluyente ni espiritualismo sin compromiso histórico.

4) Realismo metódico, es decir, primacía del conocer sobre el pensar. Por ello, no se le
ocurría a Tomás de Aquino tomar el pensamiento como punto de partida de su reflexión,
porque para él no era posible el pensamiento si no habla antes conocimientos de las cosas.

5) Asimilación crítica del pasado como una de las actitudes esenciales para el desarrollo de
los saberes y la creatividad en las distintas disciplinas.

6) Atención a la realidad presente. No fue un espectador de su sociedad, sino una palabra


crítica que, desde el ámbito de las exigencias de la razón, analizó la significación de la cultura
de su tiempo y le asignó sentido nuevo.

7) Cuestionador infatigable. El Aquinate no cesaba de interrogar y de problematizar, de


buscar nuevas razones, nuevos puntos de vista y nuevas fuentes de demostración; luego
encadenaba observación con observación, argumento con argumento, discutiendo,
explicando, precisando, distinguiendo y eliminando, para terminar uniendo los resultados

1 Estos planteamientos sobre el perfil de Tomàs de Aquino están basados en la descripción que
se encuentra en la Universidad Santo Tomás Proyecto Educativo Institucional 2004 pag 34-37)
en una síntesis que revela al Maestro ("magister" = quien accede a la mayor ("magis")
comprensión).

8) Apertura interdisciplinaria y convergencia transdisciplinaria. Magíster Tomás, teólogo


de profesión, sabía muy bien que su actividad magistral no podía ser actividad solitaria, ni
en su fuente ni en su término: en su origen, estaban las "cuestiones" complejas de sus
contemporáneos, lo cual imponía el trabajo investigativo compartido con sus "socios"
(profesores y estudiantes de su comunidad conventual) y con la comunidad maestro-
estudiantil de las demás Facultades. En su término, estaban las expectativas de todos los
estudiantes de la corporación universitaria y las necesidades de la ciudad y del mundo
cristiano, aún más allá de la Europa cristiana. Por ello, procuraba no sólo el encuentro entre
las disciplinas (filosofía, teología, derecho civil, derecho canónico, medicina) sino la
indispensable construcción -mediante la búsqueda de nexos articuladores- de una visión
que las trascendiese.

9) Apertura a nuevos horizontes culturales (griegos, árabes, judíos...) y ensayo de nuevo


paradigma filosófico-teológico, apto para el diálogo con los que no piensan ni creen como
los cristianos.

10) Relativizador del propio saber. Por ello, decidió no continuar escribiendo y llegó a
confesarle a su secretario Fray Reginaldo que consideraba como "poca cosa" o “paja" todo
lo que había escrito.

Estos rasgos centrales de su personalidad universitaria y científica arraigaban en su visión


humanista cristiana: el hombre -macrocosmos, horizonte, vínculo sustancial del universo-
es menos un elemento del mundo que un nuevo mundo en el que se resume la totalidad.

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