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ETICA PROFECIONAL.

En esta investigación se pretende conocer y analizar la ética y los valores


profesionales que son inherentes a la profesión del abogado, y que forman parte de
su identidad profesional.

El reconocimiento de que es una profesión que han tenido un desarrollo diferente


en el ámbito de la ética profesional, puesto que la profesión del abogado manifiesta
cierto grado de consolidación formal ya que existen diferentes colegios y
asociaciones profesionales que intentan trasladar los principios de la ética
profesional a los códigos deontológicos que norman el ejercicio profesional. No
obstante cuenta también con asociaciones profesionales, tiene una trayectoria corta
en la formalización de la ética profesional en códigos deontológicos, aunque el
discurso sociológico no ha descuidado la reflexión y el análisis de los aspectos
éticos de la profesión sobre todo en el terreno de la investigación científica.

“La ética profesional es una ética de valores” se argumenta que esta ética y los
principios que encierran tiene como referente valores profesionales por los que opta
el profesionista al asumir un ejercicio profesional ético. En el marco de la ética
profesional, se desarrollan también los aspectos que distinguen a los valores del
compromiso y de la responsabilidad profesional.

Un primer acercamiento a la dimensión ética de la profesión del abogado es el


estudio de sus códigos deontológicos para conocer y analizar los principios y los
valores profesionales que comprende.

La característica esencial que distingue a la ética profesional es que rescata y pone


al día el sentido y la razón de ser de las profesiones.

Para Adela Cortina, la profesión va más allá de una ocupación que permite obtener
ingresos y estatus social, puesto que en realidad es una práctica social que adquiere
su verdadero sentido y significado en el bien o servicio que proporciona a la
sociedad.

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Augusto Hortal, coincide en este punto en el que fundamenta la dimensión ética de
la profesión, al señalar que el profesionista, al adquirir los conocimientos y las
habilidades que lo distinguen como tal, también adquiere el compromiso y la
responsabilidad de prestar bien y de manera eficiente el servicio o bien que le
compete y por el cual la sociedad lo acepta y reconoce como profesionista.

José Luis Fernández, devela la esencia del quehacer profesional al reconocer que
su verdadero valor radica en la forma como “contribuye a elevar el grado de
humanización de la vida personal y social” (Fernández y Hortal, 1994, p. 91).

Podría decirse que, en el caso de las profesiones, la capacidad humanizadora de la


ética profesional se traduce en proporcionar a la sociedad los bienes y servicios que
contribuyan al logro de una vida digna y plena.

Por ello considero que esta ética es la expresión de una racionalidad que dota de
sentido el quehacer profesional, porque no pierde de vista los bienes intrínsecos
que le dan razón de ser a la profesión.

Esto se refiere a que la ética profesional busca que el médico anteponga la salud y
el bienestar del paciente, que el profesor se preocupe y ocupe de la formación de
sus educandos, que el juez se esfuerce por la impartición de la justicia y que cada
profesión proporcione los bienes y servicios propios de su profesión que justifican y
legitiman su existencia como grupo profesional en la sociedad moderna.

De esta forma, la ética profesional contribuye a que el ejercicio profesional no se


transforme en una práctica estrecha y limitada que se oriente al desempeño en sí
mismo y se centre sólo en asegurar las acciones y ejecuciones sin considerar la
responsabilidad que involucra su actuación como parte sustantiva de su
profesionalidad.

En este marco, cabe preguntarse ¿cuáles son los rasgos principales de la ética
profesional y cómo complementa a los códigos deontológicos?

En principio, es preciso señalar que los códigos deontológicos son generalmente


resultado de los colegios o las asociaciones de profesionistas que se agrupan como
colectivo para realizar acciones conjuntas, debatir y definir o también en ocasiones
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reglamentar aspectos sustantivos de la profesión, así como ejercer el control y el
monopolio del ejercicio profesional. Estas agrupaciones se dotan a sí mismas de un
conjunto de normas y deberes éticos que se proponen regular la conducta y el
ejercicio profesional que representan.

De acuerdo con Hortal, la ética profesional, como ética filosófica, ofrece a estos
códigos deontológicos un horizonte amplio en donde pueden encontrar principios y
criterios para reflexionar racionalmente los aspectos éticos de cada profesión en
particular.

La importancia de estos principios es que son justamente los que le permiten a la


ética profesional recuperar el sentido del quehacer profesional. Estos principios son:
el de beneficencia, el de autonomía, el de justicia.

El principio de beneficencia establece que el profesional nunca debe actuar en


perjuicio del cliente, siempre debe buscar el beneficio o bienestar de quien solicita
sus servicios.

Este principio se fundamenta en el hecho de que la ética profesional es una ética


de bienes y virtudes. En relación con los bienes, siempre se pregunta ¿qué tipo de
bienes busca como finalidad cada profesión?, es decir, se plantea qué satisfacción
o beneficio puede proporcionar una profesión a la sociedad.

Los bienes específicos de cada profesión se definen en el horizonte del bienestar


que puedan aportar a la sociedad a través del ejercicio profesional. De tal modo que
el principio de beneficencia sólo es la expresión de la razón de ser de la actividad
profesional.

El principio de autonomía comprende tanto la capacidad que tiene el profesionista


en tanto que experto en tomar decisiones respecto al problema propio de su ámbito
profesional, como también recuperar lo que considere conveniente el cliente, así
como su opinión y decisiones. Este principio busca que norme el equilibrio y la
equidad entre el profesionista y el cliente para evitar conflictos éticos y de intereses.

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Es común asociar la ética a normas, deberes y obligaciones morales que se
imponen para regir el comportamiento. De acuerdo con esta visión, el
comportamiento ético se limita al apego de los dictados establecidos por la moral.

Si bien la ética profesional comprende principios y criterios, la adhesión a los


mismos conlleva la opción libre y decidida por parte del profesionista, lo cual
constituye un ejercicio de libertad e independencia.

La ética profesional es una ética afirmativa porque detrás de sus principios se


encuentran los valores profesionales, por lo que le plantea al profesionista, la
posibilidad de ejercer su libertad y autonomía en la elección y adhesión a los valores
profesionales que le son propios.

Como señalamos anteriormente, los códigos deontológicos de cada profesión se


nutren del horizonte que ofrece la ética profesional. Es por ello que, si bien los
valores de cada profesión no se limitan a los suscritos por estos códigos, los valores
que éstos comprenden sí dan cuenta de aquellos valores que constituyen principios
que rigen el ejercicio y el comportamiento ético de la profesión.

El abogado tiene como finalidad el logro de la justicia, la cual es entendida en los


siguientes términos: Para el Código Deontológico de Abogados de la Unión
Europea, la profesión de abogado, como una profesión liberal e independiente, tiene
como fin esencial “salvaguardar los derechos del hombre frente al Estado y los otros
poderes”.

Esta finalidad de la profesión es también adoptada en México por el Código de Ética


del Colegio de Abogados. Mientras que el Código Deontológico de la Abogacía
Española reconoce que la sociedad le ha confiado al abogado “la defensa efectiva
de los derechos individuales y colectivos cuyo reconocimiento y respeto constituye
la espina dorsal del propio Estado de Derecho”

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MORAL.

Para poder entender la relación que existe entre la moral y la ética para con el
derecho, debemos antes que nada distinguir el significado de cada uno de estos
términos. Sin dejar de mencionar que la ciencia jurídica requiere, en gran parte, que
los profesionistas que de ella emanen sean moralistas, pero sobre todo éticos.

Para poder comprender el concepto de “moral”, debemos antes que nada destacar
que este término suele ser confundido por muchos con la ética. Sin embargo,
podemos hacer referencia que lo que la distingue de esta última es su carácter
grupal; es decir, la moral viene a ser la conducta de una persona, donde dicha
conducta generalmente es aceptada (o bien vista) en un tiempo y lugar determinado,
por un grupo de individuos –llámese éste club recreativo, social, cultural, espacio
laboral, educativo, etc…

Asimismo, la moral tiene a ser cambiante, es decir en el tiempo o espacio. Por


ejemplo, lo que para unos es moralmente aceptado (refiriéndose al comportamiento
del ser humano) para otros no lo es. Por eso hablamos de variabilidad en el espacio.

Pero también la moral puede variar en el tiempo: lo que en un momento dado era
moralmente aceptado en una época y lugar determinado, puede llegar a ya no ser
aceptado con el paso del tiempo (por ejemplo, si hablamos de las generaciones y
sus ciclos de vida, donde en una época era aceptado cierto tipo de comportamiento
o de vestido –sólo por citar un ejemplo– no era mal visto y con el paso de los años
se vuelve mal visto o deja de ser aceptado).

En ambas circunstancias, hablamos de una aceptación frente a un grupo social


determinado, es decir en una colonia, en el centro de trabajo, en el lugar de estudios,
o bien en un municipio, ciudad, país, etcétera y, que con el tiempo tiende a cambiar
o desaparecer.

Es decir, hablar de moral no implica simplemente un hacer o no hacer por voluntad


propia (en sí del individuo) sino en un hacer o no hacer por temor a un señalamiento
o un rechazo; es decir “por una aceptación inminente” de un grupo social ante el

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cual ese ser humano se encuentra o se desarrolla y, que, por miedo a ser rechazado
o excluido del mismo, está obligado a cumplir.

En lo que toca al concepto de moral, entendemos que éste viene a anteponerse a


un orden establecido por el mismo hombre. Es decir, que lo que es aceptado como
moral para unos, viene a ser una conducta que se ha llevado a la práctica por
algunos y que se espera que esta misma conducta sea repetitiva por otros miembros
dentro del mismo grupo social o comunidad de individuos que así lo han establecido
y que si esto no acontece, esto dará pie a que se condene su falta de observancia.

Este cumplimiento de conductas es a lo que Nietzche (1885 y 1886) llama “hombres


del deber” y La moral y la ética: Piedra angular en la 373 enseñanza del derecho
señala en su obra que quienes actúan contrario a ese mandato sutil son los
considerados “hombres sin deber”.

En este sentido, otros afirman que hay actos morales positivos y negativos y
atribuyen esto a que el objeto de la moral son las costumbres y la conducta humana
y que partiendo de estos objetos constitutivos de la moral, definen a la moral como
la “ciencia de las leyes ideales y de la actividad libre del hombre” (Jolivet), tomando
en cuenta el carácter psicológico y el práctico que constituyen a la moral y que, por
otra parte, Paul Faulquié define a la moral como: “…es la teoría razonada del bien
y del mal”.

Desde esta perspectiva Bruno Rychlowski concluye que la moral es normativa,


porque establece las normas que determinan lo que es el bien y lo que es el mal.
En otras palabras, la moral establece lo que se debe y lo que no se debe hacer. Lo
que se permite y lo que se prohíbe.

Para Echegoyen-Olleta (1996) cuando la moral es explicada describiendo un


comportamiento diverso al derivado por la inclinación, es decir a una libre elección,
se considera que se está frente a una “ética formal,” esta defiende la “autonomía de
la ley moral;” es decir por coacción al sujeto, al derivar esta de una imposición de
una norma del Estado o de la religión que se practica; lo cual hace que la ley moral
no sea autónoma. Y éste señala que “según Kant, esto es precisamente lo que

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ocurre con las leyes morales o imperativos categóricos: son prescripciones que nos
indican cómo nos debemos comportar, pero no prescripciones que la razón tome de
algún lugar ajeno sino de ella misma”.

En otras palabras, podemos decir que la moral viene a ser la práctica comúnmente
aceptada y repetitiva, por generaciones de individuos, donde todas sus acciones o
inacciones les han sido impuestas, a cada uno de los miembros de dicho grupo
social, sin necesidad de represión física o castigo alguno; derivada del señalamiento
o la amenaza de no ser aceptado o de ser excluido de dicho grupo. Circunstancias
suficientes que obligan a las personas a practicar éstas y también con ello se
comprometen a trasmitir dichas conductas a los suyos.
podemos resumir que la moral se aprende por imitación y que su práctica se
condiciona mediante la exclusión

La ética se distingue de la moral, en principio, por no atenerse a una imagen de


hombre como ideal por un grupo social determinado.
Es decir, la ética es una voluntad propia del individuo que en lo personal elige hacer
o no hacer cierta actividad o tener o no cierto comportamiento. Ello por la simple
razón de su auto-aceptación y no por que un grupo social se lo exija como lo indica
en sus textos García-Máynez.

Sánchez-Vázquez sostuvo que la “ética y la moral se relacionan”, al ser la primera


un conjunto de costumbres, es decir normas o reglas adquiridas por el hábito del
hombre y, la segunda viene a ser el modo conquistado por el hombre, es decir, lo
que el adquirió porque así lo aprendió naturalmente, es decir, él se refiere a que no
se le estableció al hombre como una regla, sino que éste lo aprendió de forma
natural, entendiendo por forma natural lo que el hombre hace por imitación de otros.

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ACTOS HUMANOS

Los Actos Humanos. Son ejecutados consciente y libremente, es decir, en un nivel


racional. Son originados en la parte típicamente humana del hombre, es decir, en
sus facultades específicas, como son la inteligencia y la voluntad. Estos son el
objeto material de la Ética y son los que pueden ser juzgados como buenos o malos
desde el punto de vista de la Moral.

Carecen de conciencia o de libertad o de ambas cosas, un ejemplo claro es por


ejemplo la digestión, la respiración, etc. Los actos del hombre sólo pertenecen al
hombre porque él los ha ejecutado, pero no son propiamente humanos porque su
origen no está en el hombre en cuanto a hombre, sino en cuanto a animal. Estos
actos carecen de moral (son amorales) por lo tanto no pueden juzgarse desde el
punto de vista moral como buenos o malos, si pueden juzgarse como buenos o
malos pero desde otro punto de vista, como por ejemplo el fisiológico.

tiene un cierto valor ontológico independiente del valor moral. El valor ontológico o
metafísico de la conducta humana se refiere al hecho real, a la existencia, a la
objetividad del acto. En cambio el valor moral depende de ciertas condiciones
subjetivas y propias de la persona que ejecuta dicho acto, como la intención, la
libertad, el grado conciencia, etc. El valor moral se encuentra solo en los actos
humanos y el valor ontológico se encuentra en ambos

Cuando se dice que un acto humano tiene un valor moral, se está implicando que
este valor moral puede ser de signo positivo o de signo negativo. Trabajar, por
ejemplo, tiene valor moral positivo, pero asesinar tiene un valor moral negativo.
Normalmente hemos designado al valor moral negativo como "inmoral", pero esta
palabra, en su etimología, indica mas bien un desligamiento del valor moral y los
únicos actos que están desligados de los valores morales son los actos del hombre,
pero estos ya han sido calificados como "amorales"

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Todo acto humano tiene un elemento psíquico que también es motivo de una
valoración moral, este es el "Fin" o "intención" que es el objetivo o finalidad por la
cual se realiza un acto humano, por medio del fin o intención dos actos humanos
idénticos pueden diferir notablemente por el autor que realizó cada acto.
La felicidad es la actualización de las potencias humanas, es decir, la realización y
el ejercicio de a facultades y demás capacidades del hombre. Cuando el hombre
pone a funcionar sus potencialidades, la consecuencia natural es la felicidad.
Además, éste es el fin propio del hombre. El hombre está hecho para ser feliz.
Desde el punto de vista de la Filosofía y la Psicología, la felicidad es la consecuencia
normal de un funcionamiento correcto del ser humano. Se pueden distinguir tres tipo
o niveles de felicidad
La Felicidad Sensible. Es la experiencia de satisfacción y beneplácito a partir de los
sentidos.

La Felicidad Espiritual. Es superior a la sensible y se obtiene por el correcto


funcionamiento de las potencialidades humanas en un nivel suprasensible, como la
inteligencia, la voluntad, el amar, la libertad, el arte, las virtudes, etc.
La Felicidad Profunda. Proviene del núcleo de identidad personal. Es una felicidad
más refinada que las dos anteriores y sólo se percibe cuando el individuo capta su
propio núcleo por medio de un conocimiento conceptual y atemático.

En los manuales de teología moral se ha tendido, en la primera mitad de este siglo,


a exponer la doctrina de Santo Tomás de Aquino. La vuelta a Santo Tomás, después
de un periodo de inspiración esencialista o formalista —que debe mucho a Suárez—
se ha llevado a cabo, en buena medida, gracias al impulso de los Papas: ya desde
León XIII, que inició la edición crítica de las obras del Aquinate, todos los pontífices
han insistido en la conveniencia de inspirarse en sus reflexiones.

Sin embargo, esta vuelta a Santo Tomás se ha realizado teniendo unas ideas
previas. Los primeros cultivadores de la filosofía escolástica que se plantearon
volver al espíritu tomista tenían una formación en mayor o menor medida formalista.

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Resulta lógico que, al interpretar los textos de Santo Tomás, esas ideas influyeran
en su comprensión de lo que leían. Esta influencia, hasta cierto punto inevitable, ha
estado decisivamente presente en la visión de Santo Tomás transmitida durante
este siglo.

Con el paso del tiempo, los cultivadores de la filosofía tomista se han ido haciendo
conscientes de la interpretación formalista o esencialista que se hacía de Santo
Tomás. Sin embargo, esta interpretación, al ser fruto de una mentalidad, no queda
limitada a algunos apartados de su filosofía, sino que se extiende a todos aquellos
aspectos en que difieren la interpretación tomista y la esencialista. Y, en algunos
terrenos, la visión esencialista se presenta con tal sutileza que es difícil de distinguir.
Algo de esto sucede en el terreno de la moral. Aunque es un campo aparentemente
alejado de las opiniones esencialistas, no está libre de su influencia.

En estas páginas queremos mostrar que el estudio moral que a veces se baraja, e
incluso se remite a Santo Tomás como su iniciador, contiene elementos ajenos a su
pensamiento. Como consecuencia, mostraremos el modo adecuado, en nuestra
opinión, de interpretar el estudio de la moralidad de los actos humanos que Santo
Tomás hace al inicio de la Secunda Pars de la Summa Theologiae.

La reciente Encíclica Veritatis splendor ha venido a subrayar algunos de estos


elementos genuinamente tomistas, y nos permitirá una profundización fructífera.

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ACTOS DEL HOMBRE

Se denominan actos del hombre a aquellos actos que carecen de voluntad,


conciencia o libertad y son realizados por el hombre desde su misma naturaleza
humana. Los actos del hombre son los actos fisiológicos propios del hombre
biológico, es decir, como especie del reino animal. Por ello, estos actos carecen de
moral y no pueden juzgarse desde el punto de vista moral como positivo o negativo,
ya que, no obedecen a un criterio o valor sino a una conducta propia de su especie,
por lo que se califican como amorales (carentes de moral).

Adicionalmente, los actos del hombre son unilaterales, ya que, obedecen a acciones
naturales propias del individuo, además son incoercibles, es decir, se cumplen
espontáneamente y no por obligación y también se relacionan con el hacer, es decir,
toda acción que se manifiesta.

ejemplo: Toser, estornudar, bostezar y respirar son actos del hombre.

Una vez presentadas las definiciones de actos humanos y actos del hombre, se
puede decir que las diferencias entre ellos son:

Los actos humanos tienen que ver con el obrar (acciones que construyen la
personalidad) mientras que los actos del hombre tienen que ver con el hacer (todo
lo que se manifiesta).

Los actos humanos se pueden modificar intencionalmente en atención a la


aprehensión de los valores mientras que los actos del hombre no se pueden
modificar respecto de valores o criterios morales.

En los actos humanos está involucrada la ética (conjunto de valores) mientras que
en los actos del hombre está involucrada la fisiología (naturaleza biológica de la
persona).

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Los actos humanos se basan en la coercibilidad (incidencia de otros para actuar de
acuerdo a prejuicios morales) mientras que los actos del hombre se basan en la
incoercibilidad (se cumplen espontáneamente de acuerdo a la naturaleza humana).

Los actos humanos son multilaterales (incluyen a la persona que los realiza y a las
personas que juzgan el acto) mientras que los actos del hombre son unilaterales
(solo interviene la persona que los realiza).

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LIBERTAD HUMANA
Libertad es la facultad o capacidad del ser humano de actuar según sus valores,
criterios, razón y voluntad.

Libertad es también el estado o la condición en que se encuentra un individuo que


no está en condición de prisionero, coaccionado o sometido a lo que le ordene otra
persona.

Asimismo, se utiliza la palabra libertad para referirse a la facultad que tienen los
ciudadanos de un país para actuar o no según su voluntad y lo establecido en la
ley.
Por otra parte, el significado de libertad también se relaciona con los términos
'confianza' y 'franqueza', especialmente, en su forma plural significa osada
familiaridad.

Libertad puede indicar también una falta de obligación. Sin embargo, cabe destacar
que la libertad no se refiere a hacer aquello que nos guste de manera inconsciente
y egoísta, sino a hacer lo que se debe por el bienestar propio y común.
La libertad es un valor amplio que se encuentra entre los valores sociales, humanos,
religiosos y democráticos. De allí que la libertad como valor que forme parte de
diversas áreas de estudio y análisis como la filosofía, la religión, la ética o la moral,
entre otras.

Tan importante es respaldar, asegurar y limitar la libertad de cada individuo, que por
ello forma parte de los derechos humanos que son inalienables, y cuyo derecho se
ve limitado cuando se afecta a la libertad del otro.
Sentirse libre forma parte de la naturaleza humana, más allá de que no exista una
libertad absoluta, ya que las personas se ven condicionadas por sus propias
capacidades y el entorno.

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La libertad como valor se debe ejercer, desde la individualidad de cada persona,
con respeto y responsabilidad moral. La libertad no se trata de llevar a cabo
cualquier acción sin importar sus consecuencias en el entorno. La libertad de se
refiere a saber hacer uso de las habilidades que cada quien posea.
A pesar de que se trata de una de las características y derechos fundamentales del
ser humano, la libertad en muchos casos se ve condicionada por factores externos
que impiden la realización de la persona.

La libertad de expresión es un derecho fundamental del ser humano que consistente


en la capacidad de difusión libre de la información e ideas por distintos medios.
En algunos casos, la libertad de expresión se ve condicionada por determinados
factores como la prohibición para difundir cierto tipo de contenidos en determinados
contextos.

La libertad de culto o libertad religiosa se refiere a la capacidad y criterio que posee


cada individuo para escoger y ser parte o no de una práctica religiosa, incluso, de
ser incrédulo sin que sea visto como una falta de respeto o crimen.

La libertad de culto también está establecida en la Declaración de los Derechos


Humanos, en su artículo 18. Sin embargo, en cada país existe una legislación en la
cual se establece de qué manera se permite o limita su expresión.

La libertad financiera se refiere, en principio, a la estabilidad económica que


procuran las personas sin tener que desarrollar ningún tipo de trabajo o
responsabilidad laboral, aunque no posean grandes fortunas o herencias.

Es decir, la libertad financiera la obtiene aquella persona que casi no trabaja y que
puede disfrutar de mucho tiempo libre, riqueza incalculable para muchos.

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DEONTOLOGÍA JURÍDICA

Es aquella parte de la ética profesional que se ocupa de los deberes morales de los
abogados, de los deberes de los servidores del Derecho.

Deontología proviene del vocablo griego deon, deber, y logos, razonamiento o


ciencia. La deontología se refiere a los deberes que cada persona tiene consigo
misma y con los demás; por tanto hay diferencia con el término ontología en cuanto
que éste significa estudio del ser, y deontología estudio del deber ser. Por su parte,
el diccionario de Real Academia de la Lengua define el término como la “Ciencia o
tratado de los deberes”.

La influencia sobre círculos de personas y culturas ha venido a definir a la


deontología como “la ciencia que estudia el conjunto de los deberes morales, éticos
y jurídicos con que debe ejercerse una profesión liberal determinada”, de esta forma
se satisface cualquier tipo de expresión o sentido axiológico. Es decir, así sería
correcto hablar de una deontología del médico, deontología del maestro,
deontología del abogado, etc., así, se puede establecer entonces un código de
conducta bajo el cual tiene obligación de actuar el profesional que se desempeña
en el ámbito de esas ciencias.

Nuestro derecho mexicano se nutre de ordenamientos positivos que van desde el


art. 5 de la Constitución hasta la Ley de Profesiones y su Reglamento, pasando por
el Código Civil y Penal, la Ley Orgánica del Tribunal Superior de Justicia, la ley del
Notariado, la de Servidores Públicos, y otras más. Pero no bastan estas normas y
se debe complementar con principios éticos y valores pertinentes en cada profesión,
tales como la justicia, la equidad, la verdad, el bien común, y otros, los cuales harían
de caminos que permitieran desempeñarlas con aceptación y honra sociales.

El ejemplo clásico sería el secreto profesional, que es un deber deontológico de


toda profesión. Al faltar al secreto se dejan de respetar valores como la lealtad y la
justicia. También se puede cometer el delito de “Revelación de Secreto Profesional”
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tipificado en el Código Penal y se viola lo dispuesto en el Código Civil y en la Ley de
Profesiones.

La aplicación de las normas deontológicas es hoy día indispensable en el quehacer


cotidiano del hombre, pero sobre todo en aquellas que desarrolla el jurista, que si
bien ejerce una profesión humanista con altos valores éticos como la justicia, la
equidad, la lealtad, la verdad y la seguridad jurídica, es común que de él se diga, de
entre el vox populi, frases lapidarias como: “Dios libre a esta casa de abogados”,
“Ojalá nunca tenga que caer en manos de un abogado”, “Abogángster”, y muchas
otras. Es claro que muchas veces las expresiones son injustas, pues muchos
pseudoprofesionales del derecho, denominados con bien ganado sarcasmo
“leguleyos”, “picapleitos”, “coyotes”, “simuladores”, “tinterillos”, etc., se ostentan
como abogados sin serlo y han desprestigiado a la noble actividad.

Por esas razones, y otras, es importante fomentar y poner en práctica las normas
deontológicas en cualquier ámbito social o del conocimiento en que nos
desenvolvamos, de manera especial entre estudiantes y profesionales del derecho,
a fin de que sean practicables y se conviertan en una exigencia, tal como
lo demanda nuestro tiempo y necesita nuestra sociedad.

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