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La nostalgia: “Kitchen”, de Banana Yoshimoto

Karen Díaz - Jan 15, 2018

“Yo, Mikage Sakurai, soy huérfana. Mis padres murieron jóvenes. Me criaron mis abuelos. Mi abuelo
murió en la época de mi ingreso en la escuela secundaria. Desde entonces, vivíamos solas mi abuela y
yo.
Hace poco murió mi abuela inesperadamente. Me asusté.”
“Kitchen” (En español, “Cocina”) es una novela breve de la escritora japonesa Banana (Mahoko)
Yoshimoto. En ella la protagonista, Mikage, se enfrenta al sentimiento de pérdida que la acompaña a lo
largo de su vida. Primero la de sus padres, su abuelo y su abuela que, al dejarla sola, desencadena el
relato.
El desapego que la pérdida le causa, le impide comer y tan solo puede dormir en la cocina de su casa,
para Mikage el lugar favorito en el mundo. Yûichi, el joven que atendía en la floristería a la que la
abuela solía ir, presiente su soledad y le propone ir a vivir con él y su madre Eriko. Ella acepta por
inercia, más termina quedándose con ellos un tiempo, después de lograr dormir cómodamente en un
mueble frente a la hermosa cocina de la familia, lo que permitirá que su tristeza comience a drenar.
Eriko, la hermosa madre de Yûchi es el sol de la pequeña familia de tres que forman junto con Mikage.
Eriko es también un personaje particular: antes fue el padre de Yûchi, quien amó infinitamente a su
esposa, más después de su muerte, tomó el rol de madre y ahora es una bondadosa mujer trans, que
lucha con alegría el día a día. Yûchi, en cambio, es un joven cariñoso, bondadoso, pero con pocas
habilidades sociales, que ya ha tenido que pasar por la muerte de su madre y la de su mascota de
infancia. Juntos pasan un tiempo de tranquilidad y alegría, del que Mikage se siente agradecida. A
pesar de todo, duda de causar incomodidad, por lo que siente con tristeza la responsabilidad de irse.
Hay muchas cosas amargas, muchas. En realidad, una persona que quiera independizarse tiene que
cuidar de algo, ¿sabes? De niños, o de plantas, algo. Así conoces tus propios límites. Éste es el
principio de todo. Pero una persona tiene que estar completamente desesperada una vez en su vida y,
entonces, sabe a qué cosas de sí misma no puede renunciar. Si no, llegará a la madurez sin saber qué es
realmente lo importante. Hay cosas tan duras que dan ganas de apartar la vista. Ni siquiera el amor
puede salvarte del todo.
La forma en como Mikage, narradora en primera persona, describe sus emociones, toma decisiones
racionales (muy japonesas), basadas en el aportar y no restar, permite comprender las motivaciones de
los personajes. Estos, a diferencia de las novelas europeas o americanas, rara vez actúan por impulsos,
lo que da a la lectura una sensación de seguridad y placidez, que permiten profundizar en el interior de
los protagonistas y disfrutar de su entorno.
En el segundo capítulo de la novela, “Luna llena”, Yûchi debe enfrentarse a una pérdida que dejará a él
y a Mikage solos en el mundo: Eriko ha sido víctima de un acosador . Ambos, ante esta pérdida, deben
de enfrentarse ante este desamparo y definir sus sentimientos e intereses, replanteándose sus vidas.
Las personas creen que hay muchos caminos y que pueden elegir el suyo libremente. Quizá fuese más
acertado decir que sueñan con el momento de elegirlo. Yo también pensaba así. Pero en aquel instante
pude comprenderlo. Lo supe, y tomó forma de palabras: «El camino está siempre marcado, pero no en
un sentido fatalista. Cada instante, con la respiración, con la mirada, y con los días que se repiten, uno
tras otro, se va decidiendo espontáneamente». Y, dependerá de cada uno, pero, yo, al darme cuenta de
esto, no podía hacer otra cosa que quedarme tal como estaba, tendida boca arriba mirando el cielo de la
noche.
*Personalmente, leí la novela dos veces: Una en e-book y la otra en físico. Es una prosa tan rítmica y
engañosamente sencilla que amerita tenerla en las manos. La recomiendo mucho, especialmente si es la
primera vez en que leerás a un autor japonés, o si estás encarando alguna pérdida de cualquier tipo.

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