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TEMA 15
4. GOBIERNO Y ADMINISTRACION................................................................15
BIBLIOGRAFIA..................................................................................................36
Pero no solo matiza la Constitución estos dos caracteres, sino que además
establece cuales han de ser los principios de actuación de la Administración
Pública; eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación
(Art. 103.1)
1.1. Preliminares.
1. INTRODUCCIÓN
Sin embargo, más allá de esta genérica afirmación queda todo por precisar. En
cada ordenamiento los contornos del acto político poseen características
propias que hacen en la práctica muy difícil la elaboración de una teoría con
pretensiones de generalidad. La intención de las páginas que siguen es, por
ello, mucho más limitada: se trata únicamente de analizar la jurisprudencia del
Tribunal Supremo español a propósito de los actos políticos del Gobierno (del
Estado o de alguna Comunidad Autónoma), intentando deducir de la misma
una serie de elementos que puedan servir para conformar dicha categoría.
No quiere con ello afirmarse que las decisiones del Tribunal Supremo hayan
seguido una línea absolutamente homogénea en el entendimiento y en la
la inadmisión del recurso al igual que había sucedido en los dos últimos
pronunciamientos referidos.
La postura del Tribunal Supremo a propósito del control judicial de los actos
políticos se formula de modo completo en el Auto del Pleno de la Sala Tercera,
de fecha 15 de enero de 1993, y en la Sentencia del día 22 del mismo mes y
año. En ambos pronunciamientos el Tribunal asume y reelabora
ordenadamente jurisprudencia anterior, conformando una teoría que en sus
elementos fundamentales resulta plenamente compartible.
En pocas palabras, el criterio del máximo órgano del Poder Judicial podría
resumirse del siguiente modo: compete a la Jurisdicción Contencioso-
Administrativa, a solicitud de actor legitimado que invocare un derecho o interés
legítimo lesionado como consecuencia de una actuación gubernamental,
identificar en ésta: a) una intervención catalogable como política, para lo cual
deberá analizar sus características a la luz del ordenamiento, y b) la eventual
existencia en la misma de algunos elementos sometidos a parámetros
legislativos. En presencia de una actividad política el Tribunal deberá
abstenerse de sustituir o enmendar la voluntad discrecional del órgano
gubernamental y, además, habrá de comprobar la adecuación a Derecho —en
tales elementos reglados— de la actuación de aquél, salvándose de este modo
la politicidad decisoria o, lo que es lo mismo, el control sobre el núcleo del
poder político del Gobierno. En todo lo demás, y a salvo siempre la
competencia del Tribunal Constitucional, el control de los actos de dirección
política corresponde a las Cortes Generales o a los Parlamentos territoriales; el
control es, en tales casos, parlamentario y, por lo mismo, carente «de
parámetro normativo, objetivado, indisponible, no hay razonamiento jurídico
necesario. Son los principios de libertad y oportunidad los que rigen tanto la
EL ACTO ADMINISTRATIVO
CONCEPTO
Declaración.
Unilateral.
No normatividad.
Con esto se pretende distinguir entre los actos y las normas jurídicas
procedentes de la Administración, los Reglamentos, pues mientras el
Reglamento es Derecho, crea Derecho; el acto, suele ser la aplicación del
Derecho, del Reglamento u otra norma. El Reglamento dura en tanto en cuanto
no se derogue o modifique; el acto, por lo general, se agota con su
cumplimiento.
Origen administrativo.
A) Actos favorables
B) Actos de gravamen
Dentro de los actos no excluidos hay que distinguir los actos de trámite de los
actos definitivos. Los actos de trámite son preparatorios de los actos definitivos
(por ejemplo aportar una documentación, denegación de práctica de pruebas,
denegación de tramitaciones de urgencia, etc.), y al carecer de sustantividad
propia, al tener su sentido sólo para preparar los actos definitivos, se les
excluye -salvo excepciones- de la vía revisora. La impugnabilidad, por ello, es
en principio sobre los actos definitivos, aquellos que ponen fin al
procedimiento.
Sin embargo, no todos los actos definitivos son directamente atacables ante los
tribunales. Hay actos definitivos dentro de un procedimiento, pero que no
agotan lo que se denomina vía administrativa, es decir, son susceptibles de
modificación por la autoridad superior a través del recurso de alzada (por
ejemplo, el acto de un Director General puede modificarlo, normalmente, el
Secretario de Estado), o por la misma autoridad y se trata de un recurso de
reposición.
Estos sí son los actos de los que conoce la Jurisdicción Contenciosa: de los
actos definitivos que agotan la vía administrativa, si bien deben trata de actos
no firmes, es decir, que no hayan sido consentidos por los particulares y se
hayan recurrido administrativamente dentro del plazo.
EL SILENCIO ADMINISTRATIVO
3. GOBIERNO Y ADMINISTRACION.
EL GOBIERNO.
COMPOSICIÓN.
Para ser miembro del Gobierno se requiere ser español, mayor de edad,
disfrutar de los derechos de sufragio activo y pasivo, así como no estar
inhabilitado para ejercer empleo o cargo público por sentencia judicial firme.
Los miembros del Gobierno no podrán ejercer otras funciones representativas
que las propias del mandato parlamentario, ni cualquier otra función pública
que no derive de su cargo, ni actividad profesional o mercantil alguna (artículo
14 L.G.), siéndoles de aplicación el régimen de incompatibilidades de los altos
cargos de la Administración General del Estado (Ley 5/2006, de 10 de abril, de
regulación de los conflictos de intereses de los miembros del Gobierno y de los
Altos Cargos de la Administración General del Estado).
a) Representar al Gobierno.
g) Convocar, presidir y fijar el orden del día de las reuniones del Consejo de
Ministros.
h) Refrendar, en su caso, los actos del Rey y someterle, para su sanción, las
leyes y demás normas con rango de ley.
i) Resolver los conflictos de atribuciones que puedan surgir entre los diferentes
Ministerios.
Los Ministros.
Consejo de Ministros.
Por su parte, en base al artículo 5 L.G., con carácter general podemos señalar
las siguientes atribuciones del Consejo de Ministros como órgano colegiado del
Gobierno:
10) Adoptar programas, planes y directrices vinculantes para todos los órganos
de la Administración General del Estado.
Asimismo, le corresponden:
a) Examinar las cuestiones de carácter general que tengan relación con varios
de los Departamentos Ministeriales que integren la Comisión.
Los Gabinetes.
Son órganos de apoyo político y técnico del Presidente del Gobierno, de los
Vicepresidentes, de los Ministros y de los Secretarios de Estado, realizando
sus miembros tareas de confianza y asesoramiento especial, sin que en ningún
caso pueda adoptar actos o resoluciones que correspondan legalmente a los
órganos de la Administración General del Estado o de las organizaciones
adscritas a ella.
El Gobierno en funciones.
c) Otorgamiento de la confianza.
LA ADMINISTRACIÓN.
La relación entre poder y función debemos pasar al estudio de las funciones del
Estado.
En puridad a cada poder debería corresponder una función específica, es decir,
al Poder Legislativo le corresponde la función legislativa, al Poder Ejecutivo la
función Administrativa, y al Poder Judicial la función jurisdiccional.
Al Poder Administrativo además de la función administrativa, le corresponden
otras actividades por ejemplo la facultad reglamentaria, que en un acto de
naturaleza legislativa.
misma necesita y el espacio geográfico donde tiene vigor el orden jurídico que
emana de la soberanía del Estado.
El Estado, para realizar su misión y sus fines, tiene necesidad de un territorio,
es decir, de una porción determinada del suelo que le proporcione los medios
necesarios para satisfacer las necesidades materiales de su población. Esta
obligación que tiene el Estado de proporcionar los medios necesarios a su
población es una de sus obligaciones específicas.
El Estado, dentro de su territorio, está capacitado para vigilar a los habitantes
que se encuentren dentro del mismo. El dominio de un espacio determinado le
permite controlar a la población, le permite considerar a esa población como
población del mismo Estado.
Por otra parte, en el aspecto internacional, goza de la exclusividad con que
posee su territorio y en caso de invasión puede defenderlo de acuerdo con sus
posibilidades militares.
El Estado que pierde su territorio desaparece, pues ya no tiene espacio donde
hacer valer su poder, donde desarrollar su misión. Del territorio depende
también su independencia frente al extranjero.
Por tanto, concluimos que el Estado tiene un derecho sobre su territorio.
La población
Los hombres que pertenecen a un Estado componen la población de éste. La
población desempeña, desde el punto de vista jurídico, un papel doble. Puede,
en efecto, ser considerada como objeto o como sujeto de la actividad estatal.
La doctrina que ahora exponemos tiene su antecedente en la distinción,
esbozada por Rousseau, entre súbdito y ciudadanos. En cuanto súbditos, los
hombres que integran la población se hallan sometidos a la autoridad política
y, por tanto, forman el objeto del ejercicio del poder; en cuanto ciudadanos,
participan en la formación de la voluntad general y son, por ende, sujetos de la
actividad del Estado. Es, pues, completamente falsa la tesis que concibe a éste
dividido en dos personas distintas, no ligadas por vínculo jurídico alguno: el
soberano, por una parte, y el pueblo, por la otra.
En cuanto objeto del imperium, la población se revela como un conjunto de
elementos subordinados a la actividad del Estado; en cuanto sujetos, los
individuos que la forman aparecen como miembros de la comunidad política, en
un plano de coordinación.
La calidad de miembros de la comunidad jurídicamente organizada supone
necesariamente, en quienes la poseen, el carácter de personas y, por ende, la
existencia, en favor de los mismos, de una esfera de derechos subjetivos
públicos.
El conjunto de derechos que el individuo puede hacer valer frente al Estado
constituye lo que en la terminología jurídica recibe la denominación de status
personal. Las facultades que lo integran son de tres clases, a saber:
1. Derechos de libertad.
2. Derechos que se traducen en la facultad de pedir la intervención del
Estado en favor de intereses individuales.
3. Derechos políticos.
El poder
Toda sociedad organizada ha menester de una voluntad que la dirija. Esta
voluntad constituye el poder del grupo.
Tal poder es unas veces de tipo coactivo; otras, carece de este carácter. El
poder simple, o no coactivo, tiene capacidad para dictar determinadas
prescripciones a los miembros del grupo, pero no está en condiciones de
asegurar el cumplimiento de aquéllas por sí mismo, es decir, con medios
propios. Cuando una organización carece de poder coactivo, los individuos que
la forman tienen libertad para abandonarla en cualquier momento. Ello aparece
con toda claridad incluso en las organizaciones no estatales más poderosas del
mundo, como la Iglesia Católica. Esta última no puede, por sí misma, constreñir
a sus fieles o a sus sacerdotes a que permanezcan en su seno, a no ser que el
Estado le preste su apoyo.
Si una organización ejerce un poder simple, los medios de que dispone para
sancionar sus mandatos no son de tipo coactivo, sino meramente disciplinarios.
El poder de dominación es, en cambio, irresistible. Los mandatos que expide
tienen una pretensión de validez absoluta, y pueden ser impuestos en forma
violenta, contra la voluntad del obligado.
Cuando una agrupación no estatal ejerce un poder de dominación, éste tiene
su fuente en la voluntad del Estado. Ello equivale a sostener que no se trata de
un poder propio, sino derivado. Dicho principio, universalmente admitido en
nuestros días, no posee, sin embargo, valor absoluto. En las épocas en que el
poder político no se había consolidado, habría sido imposible postularlo.
Durante la Edad Media, por ejemplo, hubo agrupaciones no estatales que
gozaban, en mayor o menor medida, de un poder de dominación
independiente. Éste fue el caso de la Iglesia Católica, que a menudo hizo valer
su autoridad aun en contra del Estado. Lo mismo ocurrió con numerosos
señores feudales, cuyo poder no era siempre el producto de una delegación de
origen estatal.
Una primera reflexión sobre la población de los Estados nos permite darnos
cuenta que se agrupan en muy diversa cantidad en los mismos, que igualmente
tienen muy diversas condiciones geográficas de extensión, localización en el
globo terrestre, etcétera, y es que, como explica Dabin, la población se
encuentra repartida entre los diversos Estados que existen en la superficie
terrestre; es decir, no existe un Estado que abarque toda la población mundial.
Pero si tratamos de averiguar las causas de esa división ¿qué criterio
seguiremos para explicar el reparto de la población en diversos Estados
existentes?
El primer criterio es el territorial. De acuerdo con el espacio geográfico en que
se encuentran, se explica su correspondencia a diferentes Estados.
Además, y éste es el segundo criterio, podemos explicar su pertenencia a
diferentes Estados tomando en cuenta sus características. Es decir,
A) El Poder Ejecutivo
B) El Poder Legislativo
C) El Poder Judicial
Está constituido por Jueces y Tribunales, que son los que cuidan del
sometimiento a la ley tanto de los ciudadanos como de los poderes públicos.
(Es interesante señalar en este momento que el Tribunal Constitucional no se
integra dentro del Poder Judicial). El poder judicial es único para todo el Estado
Español (art. 117 de la Constitución), correspondiendo a los Jueces y
Tribunales ordinarios determinados por las leyes, según las normas de
competencia y procedimiento que las mismas establezcan.
e) Militar: conoce de los asuntos tipificados como delito por el Código Penal
Militar y de la responsabilidad disciplinaria de los miembros del ejército (donde
también se integra formalmente el cuerpo de la Guardia Civil).
BIBLIOGRAFIA