Está en la página 1de 9

Las edades de los hitos del lenguaje como predictores de las trayectorias

del desarrollo en niños pequeños con trastorno del espectro autista

Ages of Language Milestones as Predictors of Developmental


Trajectories in Young Children with Autism Spectrum Disorder
Sara T. Kover,1 Sarah R. Edmunds,2 and Susan Ellis Weismer3

Author information Copyright and License information Disclaimer

The publisher's final edited version of this article is available at J Autism Dev Disord

Abstract
Reconocer los marcadores de riesgo temprano en niños pequeños con trastorno del espectro
autista (TEA) es crítico para el diagnóstico e intervención oportunos. El propósito de este estudio
fue ampliar los hallazgos previos con respecto a los hitos del lenguaje a un diseño longitudinal, en
el que las edades de los hitos del lenguaje expresivo (es decir, las primeras palabras, las primeras
frases) podrían servir como predictores de las trayectorias de desarrollo en una muestra
heterogénea de niños pequeños con TEA (N = 98; edad en la primera evaluación: M = 32 meses, SD
= 5). La edad de las primeras palabras predijo las trayectorias del lenguaje expresivo y las
habilidades adaptativas; número de palabras predijo cada resultado examinado. Debido a que
estos aspectos del lenguaje temprano parecen ser prometedores como indicadores potenciales de
resultados funcionales posteriores, la investigación futura sobre los procesos de desarrollo en
relación con las diferencias individuales será particularmente informativa.

Palabras clave: primeras palabras, trayectorias, desarrollo del lenguaje.

Reconocer los marcadores de riesgo temprano y los indicadores de pronóstico en niños pequeños
con trastorno del espectro autista (TEA) es fundamental para el diagnóstico e intervención
oportunos (Luyster, Seery, Talbott y Tager-Flusberg, 2011). Una gran cantidad de evidencia sugiere
que la adquisición temprana del lenguaje predice resultados funcionales y de desarrollo
posteriores (Anderson, Oti, Lord y Welch, 2009; Bennett et al., 2008; Loucas et al., 2008). De
hecho, varios estudios han identificado ciertos puntos de referencia como indicativos de
resultados posteriores, incluido el "lenguaje útil" a los 5 años (Rutter, 1970; Howlin, Goode,
Hutton y Rutter, 2004). Rutter (1970) informó que el uso del lenguaje a los 5 años de edad
diferenció luego los resultados generales de adaptación y sociales. Howlin et al. (2004)
encontraron que los niños con habla útil a los 5 años eran más sociables y requerían menos
servicios de apoyo residencial. Más allá de los índices generales de lenguaje en niños en edad
escolar temprana, las habilidades lingüísticas específicas durante la primera infancia (p. Ej.,
Producir 10 palabras antes de los 18 meses; Hedvall et al., 2015) también se han vinculado a
resultados funcionales posteriores y pueden proporcionar una forma de entender variabilidad
individual. En particular, se ha encontrado que los hitos del lenguaje, sobre todo la edad de las
primeras palabras (Mayo, Chlebowski, Fein y Eigsti, 2013) y la edad de las primeras frases
(Kenworthy et al., 2012) predicen resultados de desarrollo en niños con ASD.

Es importante entender la utilidad de los hitos del lenguaje como indicadores de pronóstico
porque los padres los informan fácilmente y los practicantes los evalúan. El lenguaje expresivo,
como el inicio de las primeras palabras, suele ser la primera preocupación de los padres sobre un
niño diagnosticado posteriormente (Coonrod & Stone, 2004; Chawarska et al., 2007; Herlihy,
Knoch, Vibert, & Fein, 2013). La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda que los
médicos utilicen instrumentos estandarizados para detectar retrasos en el desarrollo a los 9, 18,
24 y 36 meses utilizando cribas como los cuestionarios de edades y estadios (Squires, Bricker y
Potter, 2009) y para detectar ASD en 18 y 24 meses (Johnson & Myers, 2007). El proceso de
selección tanto para la demora general como para la TEA incluye la evaluación del lenguaje
expresivo y receptivo en términos de si se han alcanzado puntos de referencia específicos para la
edad de la evaluación (Ibáñez, Stone y Coonrod, 2014; Johnson & Myers, 2007; Pierce et al., 2011).
La concientización de los padres y la evaluación regular de los médicos sobre los hitos del lenguaje
los convierten en un posible indicador práctico de resultados funcionales.

Recientemente, Mayo et al. (2013) abordaron si la edad de las primeras palabras predijo los
resultados de los niños de 4,5 años y si hubo una edad para el inicio de las palabras habladas que
distinguió particularmente a los niños con resultados mejores y peores. Este estudio retrospectivo
incluyó 119 niños con TEA, que tenían entre 3 y 7 años (edad media = 52 meses; SD = 6). La edad
de las primeras palabras (M = 23 meses; SD = 10) se obtuvo del informe de los padres sobre la
entrevista revisada de diagnóstico de autismo (ADI-R; Rutter, Le Couteur, & Lord, 2003). El
desarrollo cognitivo se evaluó con las escalas de aprendizaje temprano de Mullen (MSEL; Mullen,
1995) y el funcionamiento adaptativo se evaluó con las escalas de comportamiento adaptativo de
Vineland (VABS; Sparrow, Balla, & Cicchetti, 1984). Después de excluir los casos de regresión, los
participantes se clasificaron como teniendo o no las primeras palabras a los 18, 24, 30 y 36 meses
de edad. Los autores compararon cada grupo de participantes (con y sin las primeras palabras) en
cada edad en los resultados de lenguaje expresivo y receptivo, cognitivo y de funcionamiento
adaptativo. Encontraron que la edad de las primeras palabras distinguía a las que tenían mejores
resultados a partir del punto de referencia de 24 meses. Este estudio sugirió que los niños que no
han pronunciado sus primeras palabras antes de los dos años pueden estar en riesgo de una serie
de déficits funcionales posteriores; sin embargo, la categorización de la edad de las primeras
palabras, que es una variable continua, puede haber oscurecido una variabilidad significativa
(Rucker, McShane y Preacher, 2015).

Al igual que la edad de las primeras palabras, el momento de la adquisición del habla de la frase
puede ser un indicador importante de los resultados. En los niños mayores con alto nivel de
funcionamiento con TEA (edad promedio de 9 años), la edad de la expresión oral antes de los 24
meses, en lugar de los 36 meses anteriores, distinguió entre aquellos con una mejor o peor
comunicación adaptativa (Kenworthy et al., 2012). La edad de la frase o el logro del habla fluida
también se ha demostrado que está asociada positivamente con el coeficiente intelectual no
verbal y el deterioro social para los niños sin habla de la frase a los 4 años (Wodka, Mathy y Kalb,
2013). Como en el caso de Mayo et al. (2013) estudio, datos de hitos lingüísticos de Kenworthy et
al. y Wodka et al. se basaron en el ADI-R (Rutter et al., 2003).

Varias limitaciones metodológicas afectan las conclusiones que pueden extraerse de


investigaciones anteriores. En primer lugar, el examen de las habilidades cognitivas y adaptativas
en un solo punto de tiempo impide la investigación de la relación entre las edades de los hitos y la
tasa de desarrollo. De hecho, los niños con TEA pueden tener tasas de crecimiento del lenguaje
más lentas en comparación con los niños con un desarrollo típico (Anderson et al., 2007), lo que
podría afectar su capacidad para aprender y adaptarse a su entorno con el tiempo. En segundo
lugar, excluir a los niños que experimentaron regresión (Mayo et al., 2013) o los niños con IQ en el
rango de discapacidad intelectual (es decir, <70; Kenworthy et al., 2012) limita la generalización de
los hallazgos, especialmente dada la heterogeneidad asociada con TEA En tercer lugar, existen
riesgos en el recuerdo retrospectivo sobre el desarrollo del lenguaje (Russell, Miller, Ford y
Goslding, 2014), especialmente los telescopios (es decir, reportar mayores retrasos a medida que
los niños crecen) en el informe de padres para niños mayores (Hus, Taylor y Lord , 2011). Es decir,
las estimaciones de la edad de las primeras palabras pueden ser diferencialmente peores para los
niños mayores, cuyos hitos de desarrollo pueden haber ocurrido años antes del momento de la
entrevista.

El propósito del presente estudio fue extender el trabajo sobre la edad de las primeras palabras y
la edad de las primeras frases a un diseño longitudinal, en el que los hitos del lenguaje podrían
servir como predictores de trayectorias de desarrollo en una muestra heterogénea de niños con
TEA. El riesgo de telescopios se redujo en la muestra actual debido a las edades jóvenes y
restringidas de los niños en el momento de la ADI-R (versión de investigación para niños
pequeños, Le Couteur, Rutter, Lord y DiLavore, 2006; consulte Lord, Shulman, DiLavore, 2004).
Nuestra hipótesis es que las edades de los hitos del lenguaje predecirían los niveles de habilidad y
las tasas de cambio para el lenguaje, la cognición no verbal y las habilidades adaptativas.

Los metodos

Los participantes (N = 98; consulte la Tabla 1) se extrajeron de un estudio longitudinal más grande
sobre el desarrollo temprano en TEA con hasta cuatro evaluaciones anuales en aproximadamente
2 ½, 3 ½, 4 ½ y 5 ½ años de edad (por ejemplo, Ellis Weismer et al., 2011; Venker, Eernisse, Saffran,
y Ellis Weismer, 2013; Davidson & Ellis Weismer, 2014). Se obtuvo la aprobación apropiada de la
junta de revisión institucional junto con el consentimiento escrito de los padres. Todos los niños
eran monolingües que hablaban inglés. La investigación de niños pequeños ADI-R (Rutter et al.,
2003) se administró en la visita inicial y hubo 116 participantes para los cuales se pudieron
examinar los datos a nivel de ítem de su ADI-R administrada de manera confiable. De estos 116
participantes, 98 participantes habían logrado las primeras palabras. Todos los análisis se basan en
estos 98 participantes con las primeras palabras o el subconjunto de los mismos para los que se
aplicó el hito del idioma específico (por ejemplo, 30 participantes habían alcanzado las primeras
frases).
able 1
Participant Characteristics at Initial Assessment (N = 98)

Variable Mean (SD) Range

Chronological age at interview 31.63 (4.51) 23 – 47

Autism symptom severity 7.38 (1.95) 1 – 10

Age of first words 19.49 (6.80) 7 – 37

Age of first phrases (n = 30) 28.67 (6.56) 10 – 45

Number of words (n = 97) 35.78 (39.13) 0 – 100

PLS-4 Standard Score (n = 94)

Auditory comprehension 61.56 (13.30) 50 – 117

Expressive communication 74.71 (11.30) 50 – 110

MSEL VR T-score (n = 76) 37.04 (11.55) 20 – 68


Variable Mean (SD) Range

VABS-II Composite (n = 94) 78.13 (7.49) 61 – 99

Note. Age and age-equivalent scores are given in months. PLS-4 = Preschool Language Scale, Fourth Edition
(Zimmerman et al., 2002). MSEL VR = Mullen Scales of Early Learning Visual Reception subtest (Mullen,
1995). VABS-II = Vineland Adaptive Behavior Scales-II (Sparrow et al., 2005).

Medidas

El diagnóstico de TEA se basó en el mejor diagnóstico clínico estimado utilizando los criterios DSM-
IV TR e información de ADOS (Lord, Rutter, DiLavore y Risi, 2002) o ADOS-T (Luyster et al., 2009) y
la versión de investigación para niños pequeños de la ADI-R (Rutter et al., 2003). Los predictores
de las trayectorias de desarrollo se extrajeron del ADI-R, incluidos los predictores primarios (es
decir, la edad de las primeras palabras, la edad de las primeras frases) y un predictor secundario,
exploratorio (es decir, el número de palabras), que se describe más adelante. Cada predictor tenía
una edad en meses, con la excepción del número de palabras. Tal como se define en el ADI-R, las
primeras palabras se refieren al uso significativo de palabras únicas distintas de mama o dada y las
primeras frases se refieren al uso flexible y significativo de dos palabras que incluyen un verbo
(Rutter et al., 2003). De acuerdo con el ADI-R, para las primeras palabras, se les pide a los padres
que proporcionen ejemplos y evidencia de que el niño sabía su significado. Para las primeras
frases, a los padres se les pregunta específicamente sobre las frases con dos o tres palabras que no
se aprendieron como una unidad de significado único. El número actual de palabras producidas
por el niño en el momento de la entrevista varió de 0 a 100, con 100 como una estimación de 99 o
más palabras (n = 24). Para las palabras actuales, el enfoque está en la semana de tiempo anterior,
y los padres sondeados con respecto a los nombres y objetos que el niño conoce. En cada caso, el
examinador hace un juicio de puntuación basado en lo que informa el padre.

Las cuatro variables de resultado se basaron en tres evaluaciones basadas en normas, que se
administraron en cada visita anual en la que participó el niño. Las puntuaciones estándar de
lenguaje receptivo y expresivo se obtuvieron de las subescalas de comprensión auditiva y
comunicación expresiva de la Escala de lenguaje preescolar (PLS-4; Zimmerman, Steiner y Pond,
2002). La cognición no verbal se indexó con las puntuaciones T de recepción visual de MSEL. El
comportamiento adaptativo fue el compuesto de comportamiento adaptativo general en el VABS-
II (Sparrow et al., 2005).

Estrategia de análisis

Los modelos lineales jerárquicos se estimaron por separado para cada una de las cuatro variables
de resultado: lenguaje receptivo, lenguaje expresivo, cognición no verbal y comportamiento
adaptativo. La edad de las primeras palabras se incluyó como un predictor en todos los modelos
para ayudar a interpretar el papel de este hito lingüístico en diferentes subgrupos de niños que
controlan otros indicadores lingüísticos. Asumimos un diseño de ocasión variable, que codifica el
tiempo en términos de edad en meses cuando se ingresa como un predictor de Nivel 1. El tiempo
se centró en la edad promedio del niño a través de la medición de las variables de resultado, la
edad de 45 meses, y tanto las intercepciones como las pendientes se trataron como aleatorias
entre los niños. Aunque la inspección visual de las pendientes individuales indicó cierta no
linealidad, se asumieron pendientes lineales debido al número relativamente pequeño de puntos
de datos y para preservar la parsimonia de la interpretación. Notamos que las estimaciones de
confiabilidad para la pendiente fueron mucho más bajas que para las intercepciones, como se
esperaría dada nuestra modesta cantidad de puntos de tiempo por niño. En cada uno de nuestros
modelos especificados, las variables secundarias de Nivel 2 se ingresaron como predictores tanto
de la intersección aleatoria como de la pendiente. Todos los modelos estimados convergieron en
menos de 2000 iteraciones.

Resultados

Los resultados de los análisis primarios se presentan en la Tabla 2. La edad de las primeras
palabras predijo de manera positiva la tasa de cambio para el comportamiento adaptativo, t (96) =
2.04, p = .045. Con cada aumento de la unidad en la edad de las primeras palabras (es decir, un
mes después), la pendiente pronosticada para el comportamiento adaptativo aumentó en .008.
Como único predictor, la edad de las primeras palabras no predijo el nivel de habilidad ni la tasa
de cambio para ningún otro resultado. Para los 30 participantes con frases, la edad de las primeras
palabras predijo negativamente el nivel del lenguaje expresivo, controlando la edad de las
primeras frases, t (27) = −2.19, p = .037. Es decir, la edad más temprana de las primeras palabras
se relacionó con un mejor lenguaje expresivo a los 45 meses, controlando la edad de las primeras
frases. La edad de las primeras frases no predijo significativamente ningún resultado.

Tabla 2

Además de estos predictores a priori, examinamos una métrica alternativa del lenguaje expresivo
de los padres: el número de palabras producidas en el momento de la entrevista. Los resultados
de este análisis exploratorio se encuentran en la Tabla 3. Controlando la edad de las primeras
palabras, el número de palabras produjo un nivel de capacidad predicho positivamente para cada
resultado: lenguaje receptivo, t (94) = 4.09, p <.001, lenguaje expresivo, t ( 94) = 5.35, p = <.001,
cognición no verbal, t (89) = 2.59, p = .011, y comportamiento adaptativo, t (94) = 5.46, p <.001.
Cuantas más palabras produzcan los niños en su primera visita, mayores serán sus resultados a los
45 meses. Además, para el comportamiento adaptativo, la edad de las primeras palabras, t (94) =
2.04, p = .044, y el número de palabras, t (94) = −2.12, p = .037, variabilidad predicha en las
pendientes. Los niños mayores fueron cuando produjeron sus primeras palabras y cuantas menos
palabras conocieron en aproximadamente 2 años y medio, mayor fue la tasa de aumento de su
comportamiento adaptativo a lo largo del tiempo.

Tabla 3

Discusión

El propósito de este estudio fue ampliar la investigación previa sobre edades de hitos del lenguaje
y resultados de desarrollo posteriores a un diseño longitudinal en el que las edades de dos hitos
del lenguaje podrían servir como predictores de trayectorias en una muestra heterogénea de
niños pequeños con TEA. Encontramos que la edad de las primeras palabras estaba relacionada
solo con algunos aspectos del desarrollo posterior. A diferencia de otros estudios, no encontramos
una relación entre la edad de las primeras frases y el desarrollo posterior, al controlar la edad de
las primeras palabras.

La edad de las primeras palabras predijo las trayectorias del lenguaje expresivo y las habilidades
de adaptación, pero no el lenguaje receptivo o la cognición no verbal. Los niños pequeños con
primeras palabras anteriores tenían niveles más altos de lenguaje expresivo, controlando la edad
de las primeras frases, y aquellos con primeras palabras posteriores obtuvieron ganancias más
rápidas en las habilidades de adaptación. No es sorprendente que la adquisición temprana de
vocabulario productivo ofrezca oportunidades para una mayor capacidad general del lenguaje
expresivo, como lo sugieren Mayo et al. (2013). Además, aquellos que adquirieron las primeras
palabras más tarde tuvieron más terreno que recuperar y, por lo tanto, tendrían un mayor margen
de maniobra para alcanzar tasas de desarrollo más rápidas para las habilidades de adaptación. Sin
embargo, este último resultado es contrario a la expectativa general de que una adquisición
anterior o una capacidad más fuerte se relaciona con un crecimiento más rápido o mejores
resultados (Anderson et al., 2009; Bennett et al., 2008; Bennett et al., 2014). Es evidente que el
desarrollo del lenguaje, ya sea en términos de cronología de los hitos, capacidad absoluta o
presencia de deficiencia, es probable que se relacione con las enormes diferencias individuales en
las trayectorias de desarrollo observadas en el TEA (Anderson et al., 2007). El efecto específico
puede ser una función de cualquier número de factores, incluida la submuestra de participantes, si
se considera la presencia de un retraso clínicamente significativo, el período de desarrollo
examinado y las medidas de resultado seleccionadas.

El estudio actual no apoya la edad de las primeras palabras como un predictor universal del
desarrollo posterior. Mayo et al. (2013) encontraron que la edad de las primeras palabras era
predictiva de cada uno de los resultados examinados; sin embargo, su muestra incluyó a muchos
niños que lograron las primeras palabras después de 24 meses, mientras que la edad promedio de
las primeras palabras fue de menos de 20 meses en la muestra actual. Es decir, la restricción en el
rango de edades de los hitos y / o las diferencias entre las muestras podría explicar en parte los
hallazgos discrepantes. Especialmente debido a los resultados contrastantes entre el estudio
actual y la investigación previa, se debe tener precaución debido a las limitaciones estadísticas de
los modelos actuales debido a los tamaños de muestra modestos. De manera similar, no
encontramos efectos para la edad de las primeras frases, a pesar de la evidencia convergente de
este hito del lenguaje como predictor de otros aspectos del lenguaje y las habilidades de
adaptación (Kenworthy et al., 2012; Wodka et al., 2013). Si bien la falta de poder podría explicar
los efectos nulos para la edad de las primeras frases, también es posible que la edad de las
primeras palabras sea el hito del lenguaje que mejor indique una trayectoria positiva, con el
desarrollo de las primeras palabras en todos los dominios, independientemente del momento de
la frase. . Se necesitan investigaciones futuras para probar esta hipótesis.

Además de las edades de los hitos, consideramos un predictor alternativo: número de palabras
producidas. Aunque no es un hito lingüístico, el número de palabras proporcionó un punto de
comparación entre el momento de adquisición del lenguaje expresivo y la cantidad de vocabulario
expresivo que un niño ha adquirido, ambos obtenidos de la misma medida del informe principal.
Descubrimos que la cantidad de palabras era un factor predictivo positivo del nivel de lenguaje
receptivo, lenguaje expresivo, habilidades cognitivas no verbales y comportamiento adaptativo. Es
posible que la dificultad de los padres para interpretar las indicaciones de ADI-R (por ejemplo, para
las palabras que se usan de manera significativa, las frases que se usan con flexibilidad) haya
afectado la utilidad de estos elementos de hitos relacionados con la edad como factores
predictivos de un desarrollo posterior. Una mayor precisión en la estimación del número de
palabras en lugar de las edades de los hitos, o la mayor variabilidad en las puntuaciones para el
número de palabras, podría haber llevado a una mayor capacidad para detectar su efecto.

Aunque nuestros hallazgos sugieren que las edades de los hitos del lenguaje pueden ser
marcadores pronósticos de algunos resultados, el análisis exploratorio de la cantidad de palabras
sirve como un recordatorio de que otros aspectos del lenguaje temprano son fundamentales a
considerar. Primero, la investigación futura debe considerar la interacción temporal de la edad de
las primeras palabras con el número de palabras; Ganar rápidamente un vocabulario productivo
podría tener un efecto protector, incluso si las primeras palabras son posteriores. Además, la
capacidad de respuesta lingüística de los padres en el primer año de vida se relaciona con la
sincronización de los hitos del lenguaje en el desarrollo típico (Tamis-LeMonda, Bornstein y
Baumwell, 2001) y es un factor predictivo de valor agregado del crecimiento del lenguaje
expresivo posterior en niños mínimamente verbales con ASD (Yoder, Watson & Lambert, 2015).
Por último, los patrones de atención de los niños cuando aprenden palabras (p. Ej., Atención al
habla dirigida por los niños [Nadig et al., 2007], a caras y objetos [Droucker, Curtin y Voulomanos,
2013] y durante las interacciones con los cuidadores [p. Ej., Siller & Sigman, 2008] también
contribuyen, sin duda, a la edad y la tasa de adquisición del lenguaje. El estudio de estos factores
complejos será relevante para comprender las trayectorias de desarrollo en niños con TEA
(Naigles, 2013).

Conclusiones

Hasta cierto punto, la edad de las primeras palabras predijo las trayectorias de desarrollo del
comportamiento funcional. Los padres señalan comúnmente los hitos del lenguaje y los evalúan
los médicos de atención primaria (por ejemplo, Herlihy et al., 2013; Johnson & Myers, 2007); por
lo tanto, pueden ayudar a marcar cuando se justifica la intervención inmediata (Paul & Ellis
Weismer, 2013). Especialmente en el contexto de una intervención muy temprana para los bebés
en riesgo o sintomáticos (Bradshaw, Steiner, Gengoux y Koegel, 2014; Rogers et al., 2014; Webb,
Jones, Kelly y Dawson, 2014), los hitos pueden proporcionar una perspectiva en la capacidad de
respuesta y la adecuación del tratamiento, o justificar el seguimiento o el tratamiento (Ellis
Weismer, 2000; Paul, 2000). Los hitos del lenguaje, en virtud de insinuar qué y cuándo un niño
está aprendiendo, señalan la importancia de estudiar los indicadores de los procesos de
aprendizaje (es decir, cómo). De manera crítica, es probable que los procesos tempranos de
aprendizaje de idiomas (por ejemplo, el mapeo rápido de vocabulario) sean óptimamente
informativos para predecir las trayectorias de desarrollo y para comprender las diferencias entre
las personas con TEA.

También podría gustarte