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DESARROLLO SOSTENBLE

ORIGENES DEL DESARROLLO SOSTENIBLE

1.-Antecedentes

(Martin F. et al, 2004) El término desarrollo sostenible no es nuevo, la posición de los


organismos oficiales sobre el mismo es relativamente reciente y sin duda es el motivo y
argumento de su popularización. En este sentido, debe destacarse el papel de la ONU y
las primeras (y paralelas) aportaciones del Club de Roma.

Los antecedentes surgieron históricamente en Europa y proceden de iniciativas


impulsadas exclusivamente por la comunidad científica y no por autoridades o poderes
públicos.

La primera de ellas se concretó en el Programa Biológico Internacional, puesto en


marcha en 1964 y que culminó con notables éxitos. El objetivo principal de dicho
programa consistió en movilizar al mayor número posible de investigadores y medios
técnicos para estudiar tanto los componentes de un ecosistema, como para explicar y
entender el funcionamiento del mismo como un todo.

La segunda de las actuaciones precursoras se da con el nacimiento de los primeros


grupos ecologistas en los países desarrollados. Se trata de la Conferencia
Intergubernamental de Expertos para la discusión de las bases científicas de la
utilización y conservación de los recursos de la biosfera, convocada por la UNESCO y
celebrada en 1968. En dicha conferencia se define la existencia de relaciones entre el
desarrollo económico-social y el uso de los recursos.

En 1971, se realiza el Programa Internacional sobre el Hombre y la biosfera (MAB). El


objetivo de dicho Programa se sustenta en el estudio de las relaciones del hombre con
su entorno, de forma que se oriente el desarrollo económico hacia políticas que
garanticen que no se ponga en peligro la renovación de los recursos.

Igualmente en 1972. La Asamblea General de la ONU, convoca la Conferencia sobre


Medio Humano, primera reunión mundial sobre medio ambiente, que se celebra en
Estocolmo, con la asistencia de representantes de 113 naciones. Se formuló una
declaración que comprendía 26 principios, un Plan de Acción y 109 recomendaciones.
Podría señalarse que los resultados se concretaron en cuatro aspectos:
• Nacimiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
• Primeros acuerdos sobre el Comercio Internacional de Especies Protegidas.
• Creación en los Estados de Ministerios de Medio Ambiente.
• Gestación del Programa de acción de Medio Ambiente de la UE.

Algunos autores (Heal, 1998, 6) señalan que en dicha conferencia se acuñó el término
desarrollo sostenible, pero no es verdad: no existe en el amplísimo texto aprobado ni
una sola referencia al mismo. Lo que se aprobó fue una estrategia con tres prioridades:

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mantenimiento de los procesos ecológicos, uso sostenible de los recursos y


mantenimiento de la diversidad genética (Enkelin y otros, 1997, 506).

En la misma conferencia se presenta el conocido Informe Meadows, elaborado por el


Instituto Tecnológico de Massachusetts bajo el auspicio del Club de Roma, con el título
“Los Límites del Crecimiento” (Meadows y otros, 1972). En el mencionado informe se
plantea la necesidad de un cambio en el modelo de crecimiento mundial como
consecuencia de los límites impuestos por la disponibilidad de recursos. Basiago (1995,
110–112) considera que la exposición realizada por
Meadows y sus colaboradores en este informe es el origen de la sostenibilidad (en la
acepción oficialista del término), junto con las aportaciones al debate de Goldsmith
(1972), ambas coincidentes en el tiempo.

En 1973 se dio la crisis del petróleo., El aumento del precio, unido a la gran dependencia
que tenía el mundo industrializado del petróleo, provocó un fuerte efecto inflacionista y
una reducción de la actividad económica de los países afectados. El petróleo como
recurso se estaba acabando. Esta situación refrendaba en la práctica las tesis de
Meadows y de la Conferencia de Estocolmo sobre el aprovechamiento de los recursos
no renovables (Bermejo, 2000; Scott 1995, 91).

Por tanto, históricamente hablando, se puede asociar el nacimiento del concepto de


desarrollo sostenible a dos constataciones importantes que empieza a tener la
humanidad hacia los años 70 del siglo XX:

 El incremento de los crecimientos y de los desequilibrios.


 La existencia de límites y los impactos medioambientales.

La Organización de las Naciones Unidas a través de su Asamblea General en 1983,


haciendo un llamamiento urgente, crea la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente
y el Desarrollo (CNUMAD). Dicho grupo de trabajo (denominada Comisión Bruntland,
tomando el nombre de su presidenta, ex-ministra de medio ambiente y posteriormente,
primera ministra noruega), estableció, a lo largo de cuatro años de trabajo, lo que
deberían ser las condiciones de desarrollo económico racional desde un punto de vista
ecológico.

El informe final de la Comisión, denominado Nuestro Futuro Común (universalmente


conocido como Informe Brundtland), “Desarrollo sostenible es aquel que satisface las
necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para
satisfacer sus propias necesidades.” Fue datado en Oslo, el 20 de marzo de 1987 y
contiene aspectos de singular importancia, entre los que podrían destacarse:

• Define, por primera vez, la acepción oficial de desarrollo sostenible, señalando que
(CMMAD, 1987, 29): “Está en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea
sostenible, es decir, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias.”
• Propone las estrategias ambientales para dicho desarrollo sostenible.

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• Realiza un llamamiento a los esfuerzos comunes para lograr un nuevo orden


económico internacional.

A partir de las conclusiones y recomendaciones del Informe Brundtland, Naciones


Unidas comenzó a planificar, desde 1989, los trabajos para la celebración de la
Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo. La filosofía inicial de dicha Conferencia
parte de dos objetivos: Fijar como prioridad el avance hacia un nuevo modelo de
desarrollo, establecer la necesidad de que los gobiernos adopten medidas de carácter
vinculante y se creen órganos de control y seguimiento. La ONU la convoca para 1992
en Brasil, coincidiendo con el 20 aniversario de la Conferencia de Estocolmo, germen de
las nuevas ideas. Paralelamente, 1.500 ONG y movimientos sociales convocan, al mismo
tiempo, una Conferencia Alternativa que luego se denominaría Foro Global.
En dicho escenario, en junio del mencionado año, tuvo lugar la que luego sería conocida
como Cumbre de la Tierra. Esta reunión, contó pues con dos actividades paralelas. Por
una parte la organizada, como se señaló, por la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. A ella asistieron los jefes o los más altos
representantes de los Gobiernos de 172 países, junto con cientos de funcionarios de los
organismos de las Naciones Unidas y de representantes de gobiernos municipales,
círculos científicos y empresariales. Por otro lado, en el contexto del Foro Global,
tuvieron lugar diversas reuniones, charlas, seminarios y exposiciones públicas sobre
cuestiones relativas al medio ambiente y al desarrollo.
En Río de Janeiro se concertaron dos acuerdos o convenios internacionales y se
formularon dos declaraciones de principios (además de la extraoficial proveniente del
Foro Global), junto con un vasto programa de acción sobre desarrollo mundial
sostenible. Los documentos oficiales salidos de la Cumbre fueron los siguientes (MMA,
1998):

• Declaraciones de principios:
- Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en cuyos 27 principios se
definen los derechos y responsabilidades de las naciones en la búsqueda del progreso y
el bienestar de la humanidad sobre la base de un desarrollo sostenible.
- La Agenda 21, relación de normas tendentes al logro de un desarrollo sostenible desde
el punto de vista social, económico y ecológico.

• Convenios o acuerdos internacionales:


- Declaración de Principios para orientar la gestión, la conservación y el desarrollo
sostenible de todos los tipos de bosques, esenciales para el desarrollo económico y para
la preservación de todas las formas de vida.
- Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para la
estabilización de los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera, en niveles
que no trastoquen peligrosamente el sistema climático mundial. Para ello se requería la
disminución de emisiones de gases tales como el dióxido de carbono generado como
subproducto de la utilización de combustibles para obtener energía. Este convenio
consta de 26 artículos. Paralelamente a los documentos oficiales y dentro del Foro
Global alternativo se fraguó el documento Construyendo el Futuro, fruto del punto de
encuentro de los nuevos movimientos sociales surgidos ante el agravamiento de los
problemas ambientales.

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La Cumbre de Río se repitió diez años después en Johannesburgo entre el 24 de agosto


y el 4 de septiembre de 2002. Bajo un lema tan significativo como Cumbre Mundial sobre
Desarrollo Sostenible, (o Río + 10, como se le ha denominado en referencia a la anterior
de 1992), reunió a 191 países y más de 65.000 participantes. Dada la relativa proximidad
en el tiempo, resulta muy difícil hacer cualquier tipo de valoración sobre los acuerdos
adoptados que se han plasmado en un Plan de Acción y una Declaración Política, además
de las conclusiones de los debates del Foro Global paralelo. En total, se establecieron
220 pactos bilaterales y se firmó el compromiso de proporcionar en el horizonte de 2015
el acceso a fuentes de agua potable al 50% de la población que en la actualidad carece
de ella (ONU, 2002). En los aspectos relativos a energías renovables, alternativas a
combustibles fósiles y ratificación del Protocolo de Kioto sobre emisiones
contaminantes, las fracturas producidas entre diversos grupos de países con intereses
contrapuestos hacen pensar que el avance más bien ha sido mínimo, sino un fracaso. En
cualquier caso, se hace indispensable que transcurra un período de reflexión, análisis y
debate sobre los acuerdos y conclusiones de esta cumbre y su plasmación práctica.

4.- Definición del desarrollo sostenible

Según (xercavins, Cayuela, Cervantes, & Assumpta, 2005) menciona que Desarrollo
sostenible es un concepto en constante cambio y aún no existe un único significado;
según su definición clásica obtenida del Informe Brundtland:

“Desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades actuales sin comprometer
la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades".

5. Los Objetivos De Desarrollo Del Milenio (ODM)

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) fueron el marco de desarrollo


predominante desde el año 2000 hasta el año 2015, generando, para algunos líderes
mundiales, el movimiento contra la pobreza más exitoso de la historia Con la adopción
de la Declaración del Milenio, Naciones Unidas se comprometió en la construcción de
un mundo más pacífico, próspero y justo. Supuso el reconocimiento de la
responsabilidad colectiva de los gobiernos del mundo para lograr la dignidad humana,
la igualdad y la equidad; así como la responsabilidad de los líderes del mundo hacia su
ciudadanía, en especial la infancia y las poblaciones más vulnerables.

Para ello, la Agenda 2015 definió en un inicio una lista de 18 metas y 48 indicadores que
debían responder a 8 objetivos específicos:

1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre


2. Lograr la enseñanza primaria universal

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3. Promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer


4. Reducir la mortalidad en la infancia menor de 5 años.
5. Mejorar la salud materna.
6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades.
7. Garantizar la sostenibilidad del medioambiente.
8. Fomentar una alianza mundial para el desarrollo.

Su definición y puesta en marcha, fruto del consenso internacional, contó con un apoyo
político sin precedentes, además de implicar un aumento de la concienciación sobre las
cuestiones del desarrollo, tanto a nivel de los estados como a nivel de la sociedad civil,
a pesar de que esta última estuvo fuera del proceso de diseño y, en gran parte, del
seguimiento.

La crisis económica truncó en gran parte el necesario incremento de los esfuerzos


económicos de los países donantes a través de la ayuda oficial al desarrollo (AOD), pero
también sirvió para reflexionar sobre la necesaria inversión de la verticalidad que
suponían los ODM. Los resultados se centraban exclusivamente en los países
empobrecidos y fueron percibidos por las organizaciones civiles de muchos de estos
países, como una iniciativa impuesta desde el Norte.

Otras críticas que se han realizado a los ODM tienen que ver con una visión reduccionista
del desarrollo, ya que la AOD centró sus actuaciones sobre los efectos, y no sobre las
causas de las situaciones de necesidad que intentaba combatir, ignorando la
universalidad, indivisibilidad, interdependencia e interrelación de los Derechos
Humanos. La casi totalidad de los agentes implicados en el desarrollo coincide en que la
desigualdad no sólo no se mencionaba en su formulación, si no que no existía para los
ODM, de manera que los resultados alcanzados 15 años después de su puesta en
marcha, han sido poco uniformes entre regiones y países y entre grupos de población
dentro de éstos.

6. La Agenda 2030 Y Los Objetivos Para El Desarrollo Sostenible.

Los Objetivos para El Desarrollo Sostenible (Cardesa & Pigrau, 2017)

El 8 de septiembre de 2000 la Asamblea General de la ONU adoptaba


solemnemente la Declaración del Milenio. En ella se afirmaban como valores
esenciales para las relaciones internacionales en el siglo XXI, la libertad, la igualdad,
la solidaridad, la tolerancia, el respeto de la naturaleza y la responsabilidad común.
De su contenido se derivaron 8 grandes objetivos, desglosados en 18 metas más
concretas. Al término de su ciclo de implementación, pudieron constatarse algunos
resultados positivos, aunque parciales. Sin embargo, estos logros puntuales no
permiten obviar la falta de avances significativos en la mayoría de los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM).
En uno de los escasos resultados destacables de la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Desarrollo Sostenible (Río+20) celebrada en Río de Janeiro en junio de
2012, los Estados decidieron abordar los retos pendientes de los ODM, abriendo

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significativamente su enfoque desde el planteamiento tradicional de desarrollo, hacia


el desarrollo sostenible. En este sentido, el documento final de la cumbre incluye un
acuerdo para poner en marcha un proceso para desarrollar un conjunto de Objetivos
de Desarrollo Sostenible (ODS), que serían evaluables mediante metas e indicadores
conexos, y que reemplazarían a los ODM. A tal efecto, la Asamblea General creó un
Grupo de Trabajo abierto, que culminó la negociación del texto en agosto de 2015.
El resultado de dicho acuerdo fueron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible,
adoptados el 25 de septiembre de 2015, que incluyen 179 metas concretas, en el
marco de una nueva y no menos ambiciosa estrategia que debe aplicarse hasta el año
2030. Los objetivos, que se conciben «de carácter integrado e indivisible» y pretenden
conjugar las tres dimensiones (económica, social y ambiental) del desarrollo
sostenible, son los siguientes:
1) Poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo; 2) Poner fin al
hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la
agricultura sostenible; 3) Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos
a todas las edades; 4) Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y
promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos; 5) Lograr la igualdad
de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas; 6) Garantizar la disponibilidad
y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos; 7) Garantizar el acceso a
una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos; 8) Promover el
crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo
y el trabajo decente para todos; 9) Construir infraestructuras resilientes, promover la
industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación; 10) Reducir la
desigualdad en los países y entre ellos; 11) Lograr que las ciudades y los
asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles; 12)
Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles; 13) Adoptar medidas
urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos; 14) Conservar y utilizar
sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo
sostenible; 15) Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas
terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación,
detener e invertir la degradación de las tierras y de- tener la pérdida de biodiversidad;
16) Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar
el acceso a la justicia para todos y construir a todos los niveles instituciones eficaces e
inclusivas que rindan cuentas, y 17) Fortalecer los medios de implementación y
revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.

Los objetivos y las metas para el desarrollo sostenible

Como señala Rakhyun E. Kim, los 17 ODS no surgen por generación espontánea
en un vacío jurídico. Por el contrario, fueron establecidos sobre la base de
obligaciones internacionales vigentes relevantes para el desarrollo sostenible. En este
sentido, ante el panorama de fragmentación del Derecho internacional en regímenes
autónomos que persiguen- tanto en el plano normativo, como en el institucional y
procedimental - objetivos, racionalidades y discursos normativos divergentes o incluso
contradictorios, los ODS han sido presentados como un marco político de

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coordinación y síntesis de obligaciones internacionales asumidas por los Estados en


los ámbitos económico, social y medioambiental. En este sentido, se identifican con
bastante concreción en cada uno de los 17 objetivos los foros institucionales
internacionales especializados que deberán coordinar sus respectivas políticas para
promover la consecución de las metas intra-objetivo establecidas. Al mismo tiempo,
la Agenda 2030 consolida el Foro Político de Alto Nivel (FPAN), como el órgano
principal de seguimiento y examen político de los ODS, que se erige así en el foro
de coordinación transversal entre todos los objetivos que vela por preservar el
carácter integral e indivisible de los mismos.
Sin embargo, (Cardesa & Pigrau, 2017) coinciden aquí con Kim en presagiar que,
pese a su relativa novedad, los mecanismos de coordinación interinstitucional
establecidos bajo el paraguas del FPAN harán, en el mejor de los casos, una modesta
aportación a la indivisibilidad e integración de los objetivos y las metas y, por ende, al
desarrollo sostenible.
En este sentido, por ejemplo, el diagnóstico de los desafíos reales que afronta el
planeta consensuado en el texto final de la Declaración consiste en una extensa lista
de retos que abarcan desde la pobreza, a las desigualdades, incluidas las de género,
pasando por el desempleo, la escalada de los conflictos, el extremismo violento, el
agotamiento de los recursos naturales, la desertificación o el cambio climático. Pero,
como si se trataran todos ellos de desastres naturales, no se establece ninguna
relación causal ni de conexión entre el sistema económico global imperante y tales
desafíos, cuando es relativamente sencillo prever una difícil convivencia por ejemplo,
entre la estructura de la industria agroalimentaria real y la mejora de la nutrición o la
promoción de la agricultura sostenible (Objetivo 2); o entre un crecimiento
económico que se persigue intensificando la presión sobre los recursos naturales con
tendencia a superar en muchos aspectos la capacidad de carga del planeta, con la
garantía de modalidades de consumo y producción sostenibles (Objetivo 12).

(Cardesa & Pigrau, 2017) El enfoque tradicional, basado en políticas nacionales, elude
el análisis de los aspectos más críticos del funcionamiento del sistema global, entre
ellos la cuestión del desarrollo en Derecho internacional de las responsabilidades de
las empresas por prácticas contrarias a los ODS. Sin afrontarlos, no obstante, parece
difícil que pueda responder a las expectativas suscitadas. Los Objetivos son desde
luego encomiables pero, como ha sucedido en otras ocasiones, el desenfoque en el
diagnóstico de los problemas hace inviable, sin cuestionar las bases del metabolismo
social global, la suma, a la vez y para todos, de todos esos objetivos. Por el contrario,
la experiencia histórica muestra hasta qué punto el grado de bienestar de los menos
se ha basado y se basa todavía en la vulneración de los derechos de los más, en una
huella ecológica desproporcionada y en una deuda ecológica probablemente
incalculable, y hasta qué punto estamos asistiendo a un proceso acelerado de
concentración de la riqueza y de aumento de la desigualdad en el mundo.
Insostenibilidad e injusticia intrageneracional son los pilares del modelo capitalista en
su fase actual y sin cuestionar esos pilares, los ODS y, en particular, el que pretende
reducir la desigualdad en los países y entre ellos (Objetivo 10), pueden ser, en gran
medida, quimeras para la mayoría de los seres humanos.

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Para (Cardesa & Pigrau, 2017), aunque es notable la mejora en relación con los
ODM, se ha destacado la insuficiente conexión entre los ODS y el marco de derechos
humanos, sustantivos y procedimentales, que deberían ser un factor clave para el
progreso en la obtención de los mismos. Piénsese, por ejemplo en el contraste entre
la falta de derechos de acceso a la información o a la participación en temas
ambientales, y de los derechos fundamentales de quienes son perseguidos por
defenderlos, y el objetivo del acceso a la justicia para todos (Objetivo 16).
En definitiva señala que más allá de un bienvenido ejercicio político de
benchmarking, es decir, de evaluación comparativa del progreso alcanzado hacia la
consecución de las ciento setenta y nueve metas fijadas, la Agenda 2030 y los ODS
no parecen aptos para alterar significativamente la fragmentación del ordenamiento
jurídico internacional contemporáneo, entendida aquí como expresión de las graves
tensiones normativas e institucionales que le son inherentes. En cierto modo, puede
concluirse que reflejan, si se prefiere, una falta de transcendencia constitucional del
concepto normativo de desarrollo sostenible en el ordenamiento jurídico
internacional, que le impide vertebrar un equilibrio real entre las dimensiones
económica, social y ambiental de la gobernanza global.

Bibliografía:

Código de
LIBROS/REVISTAS/ARTÍCULOS/TESIS/PÁGINAS WEB TEXTO
biblioteca

333.7 A35 Aldave, A. (1995). Medio ambiente y desarrollo sustentable. Lima: Concytec.

333.715 J61 Erias, A., & Álvarez, J. (2007). Evaluación ambiental y desarrollo sostenible. Madrid:
Edicones Pirámide.
333.715 J61 Jimenez, L. (s.f.). Desarrollo Sotenible y economía ecologíco. Madrid.

338.4791 M46 Meyer, D. (2002). Turismo y desarrollo sostenible. Bogota: Universidad Internado.

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