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IN DUBIO PRO REO
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optase por la solución más perjudicial para el acusado, dictando
sentencia condenatoria. En este caso se podría acceder al recurso
de Casación al amparo del art. 849,1 de la LEC (Sentencia Tribunal
Supremo de 15 de Enero de 2004, entre otras).
Sin embargo y a pesar de todo lo antedicho, hay en muchas
ocasiones que se confunde el principio "in dubio pro reo" con el
principio de presunción de inocencia. El principio de presunción de
inocencia se perfila en el ámbito de la carga probatoria e implica
que para condenar a un acusado se necesita una mínima actividad
probatoria de cargo o incriminatorias, sin embargo el principio in
dubio pro reo ha de ser incardinado en la valoración de la prueba
por lo que tiene un carácter eminentemente procesal. La
Jurisprudencia indica que la presunción de inocencia supone el
derecho constitucional imperativo, sin embargo el in dubio pro reo
es un criterio interpretativo.
La Sentencia del Tribunal Supremo 1425/2005 señala las siguientes
fases en que se desarrollan dichos principios:
Un primera es de carácter objetivo en donde operaria la presunción
de inocencia ya que se desenvuelve en la carga probatoria.
El Tribunal Constitucional nos dice que el principio "in dubio pro reo"
carece de trascendencia constitucional ya que lo que entra en juego
es si existe duda racional sobre la real concurrencia de elementos
de tipo penal a pesar de practicar las pruebas válidas con las
necesarias garantías. El Tribunal Constitucional no revisará la
valoración de las pruebas puesto que se trata de un convencimiento
subjetivo e íntimo del órgano judicial y sin embargo la presunción de
inocencia se halla protegida en vía de amparo (Sentencias 63/1993,
209/2003 y 61/2005 entre otras).
En cualquier caso estos dos principios son fundamentales en el
proceso y de ellos depende el que una persona pueda estar
condenada o libre. A pesar de los riesgos de la decisión es menos
gravoso para la sociedad la libertad de cargo de un culpable que la
condena de un inocente.
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In Claris, Non Fit Interpretativo (En las cosas claras no se hace
interpretación).
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Interamericana deDerechos Humanos en el “Caso García Asto y
Ramírez Rojas vs. Perú”, del 25 de noviembre de 2005.
En el caso "Fernando Carrera", llamado 'La masacre de Pompeya'
(2016): La CSJN concluyo que en la sentencia que confirmo la
condena no se había tratado en forma imparcial y adecuada el
descargo del imputado por el que se sostenía no ser responsable
de los hechos. La Corte Suprema entendió que tras casi 9 años de
procedimiento recursivo todavía no existía certeza, por lo que,
aplicando el beneficio de la duda, concluyo que correspondía
absolver a Carrera.
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actividad probatoria, no le es dable al Tribunal subsumir los hechos
acaecidos en el precepto, o no queda convencido de la
concurrencia de los presupuestos negativos y positivos del juicio de
imputación, en cuyos supuestos, el proceso penal debe concluirse,
por razones de seguridad jurídica, con una declaración negativa de
culpabilidad, al ser menos gravoso a las estructuras sociales de una
país la libertad de cargo de un culpable que la condena de un
inocente (Sentencia de la Sala Penal del Tribunal Supremo de 20
de marzo de 1991).
La Sentencia del indicado Tribunal 1425/2005, de 5 de diciembre,
describe las fases en que operan dichos principios: Una primera de
carácter objetivo, que se podría calificar de constatación de
existencia o no de verdaderas pruebas, fase en la que a su vez
habría que diferenciar dos operaciones distintas: a) precisar si en la
realización de las diligencias probatorias se han adoptado y
observado las garantías procesales básicas; y b) precisar si,
además, tales diligencias probatorias suponen o aportan
objetivamente elementos incriminatorios o de cargo. Una segunda
fase de carácter predominante subjetivo, para la que habría que
reservar "strictu sensu" la denominación usual de "valoración del
resultado o contenido integral de la prueba", ponderado en
conciencia los diversos elementos probatorios, en base a los cuales
se forma libremente la conciencia del Tribunal.
En la primera fase operaría la presunción de inocencia, en la
segunda el principio in dubio pro reo. Así, la presunción de
inocencia se desenvuelve en el marco de la carga probatoria y
supone (ver la Sentencia del Tribunal Constitucional de 31 de mayo
de 1985) que no es el acusado a quien corresponde demostrar que
es inocente frente a la acusación que contra él se formula, sino que
es a quien la mantiene a quien compete acreditar la imputación
mediante las correspondientes pruebas, practicadas con validez
jurídica y que puedan objetivamente reputarse como pruebas de
cargo, y por su parte, el principio in dubio pro reo, presuponiendo la
previa existencia de la presunción de inocencia, se desenvuelve en
el campo de la estricta valoración de las pruebas, es decir de la
apreciación de la eficacia demostrativa por el Tribunal a quien
compete su valoración en conciencia para formar su convicción
sobre la verdad de los hechos (artículo 741 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal). Ello es aplicación ineludible del derecho
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constitucional a la presunción de inocencia, como asimismo el
escrupuloso respeto por el Juzgador de instancia de tal principio,
debe llevar a éste, cuando de tal examen resultare la inexistencia
de pruebas de cargo obtenidas con las garantías procesales, a la
libre absolución del acusado. No hacerlo así sería un "error judicial"
revisable por las vías indicadas. Sin embargo, respecto de la
segunda fase, dentro de lo que hemos calificado como
predominantemente subjetiva, en la que el Juez de instancia valora
el resultado de la prueba, ponderando en conciencia los distintos
elementos probatorios presentes en las actuaciones y formando ya
en base a tales datos objetivos libremente su convicción, con la
importante precisión de que también en esta segunda fase sigue
operando, respecto del juzgador de instancia, el derecho
constitucional analizado, pero ahora ya con la clásica formulación
de in dubio pro reo".
Y en idéntico sentido se pronuncia la doctrina del Tribunal
Constitucional. Así, en su Sentencia 44/1989, de 20 de febrero,
destaca que existe una diferencia sustancial entre el derecho a la
presunción de inocencia, que desenvuelve su eficacia cuando existe
una falta absoluta de pruebas o cuando las practicadas no reúnen
las garantías procesales, y el principio jurisprudencial "in dubio pro
reo" que pertenece al momento de la valoración o apreciación
probatoria, y que ha de jugar cuando, concurrente aquella actividad
probatoria indispensable, exista una duda racional sobre la real
concurrencia de los elementos objetivos y subjetivos que integran el
tipo penal de que se trate.
Y así, finalmente añade: “...El que ahora el principio "pro reo" pueda
tener un más sólido fundamento constitucional no permite que
pueda confundirse el principio "in dubio pro reo" con el derecho
constitucional a la presunción de inocencia, ni tampoco convertir el
proceso de amparo en una nueva instancia en que pueda discutirse
el resultado valorativo de una actividad probatoria de cargo
realizada en el juicio oral y con todas las garantías. Aunque sí
corresponde a este Tribunal, y para la protección del derecho
constitucional a la presunción de inocencia, comprobar si se ha
realizado, y con las debidas garantías, una actividad probatoria
"inculpatoria", es decir, si ha habido pruebas de las que se pueda
razonablemente deducir la culpabilidad del acusado... (Sentencias
140/1985 de 21 octubre y 175/1985 de 17 diciembre)”.
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