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Dipesh Chakrabarty

AL MARGEN DE EUROPA
Pensamiento poscolonial
y diferencia histórica

Traducción de Alberto E. Álvarez y Araceli Maira

Colección dirigida por Josep Ramoneda


con la colaboración de Judit Carrera

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TUSQUETS EDITORES

Título original: Provincializing Europe: Postcolonial Thought


and Historical Difference Índice


1.a edición: junio de 2008 Agradecimientos 9
La
15
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1. L
15 57
2. L, . 81
2000 by Princeton University Press 3. L¿ -

y, . 112
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Seguí
Histo.
5. Cru . 165
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser 6. Nac . 204
reproducida o transmitida en ninguna forma a través de medios electrónicos 7. Addc 239
o mecánicos, ni tampoco a través de fotocopias, grabaciones o cualquier 8. Fam 278
sistema de almacenamiento de información, sin permiso escrito de la editorial Epílogc _ 307
de la traducción: Alberto E. Álvarez y Araceli Maira, 2008
Diseño de la colección: Lluís Clotet y Ramón Úbeda Apéndices
Diseño de la cubierta: Estudio Úbeda Notas 331
Reservados todos los derechos de esta edición para
Índice onomástico 381
Tusquets Editores, S.A. - Cesare Cantil, 8 - 08023 Barcelona
www.tusquetseditores.com
ISBN: 978-84-8383-079-6
Depósito legal: B. 27.251-2008
Fotocomposición: Pacmer, S.A. Alcolea, 106-108, 1. 0 - 08014 Barcelona
Impresión: Liberdúplex, S.L.
Encuadernación: Reinbook
Impreso en España
La provincialización de Europa
en los tiempos de la globalización
(Prefacio a la edición de 2007)

Pese a todas las críticas que podían alegarse, la idea de Roland


Barthes de que el mito opera haciendo que lo histórico parezca
«natural» tenía elementos interesantes. Por descontado, con «his-
tórico» Barthes no se refería a nada que pudiésemos encontrar en
los libros de historia, puesto que para él esos mismos libros per-
tenecían a sistemas míticos de representación. La «historia», en el
famoso ensayo de Barthes sobre «el mito hoy», se refería a la ac-
tividad de vivir, una actividad que, al menos según Barthes, con-
sistía en salvar la brecha hasta cierto punto (pues nunca podía sal-
varse por completo) entre la palabra y el mundo orientando el
lenguaje más directamente hacia sus referentes de «ahí fuera»)
Involucrados en la actividad de vivir, las palabras poseerían sobre
todo una connotación directa y práctica. La palabra «Europa»
nunca me preocupó en mi infancia y juventud de clase media ben-
galí cuando crecía en la Calcuta poscolonial. El legado de Europa
-o del dominio colonial británico, pues así es como Europa en-
traba en nuestras vidas- estaba en todas partes: en las normas de
tráfico, en las quejas de los mayores sobre la falta de sentido cí-
vico de los indios, en los juegos de fútbol y críquet, en mi unifor-
me escolar, en ensayos y poemas del nacionalismo bengalí críticos
con la desigualdad social, especialmente con el denominado siste-
ma de castas, en debates explícitos e implícitos sobre el matrimo-
nio por amor o concertado, en las sociedades literarias y los cine-
clubes. En la vida diaria, práctica, «Europa» no era un problema
que nombrar o discutir conscientemente. Las categorías o las pa-
labras que habíamos tomado prestadas de las historias europeas
habían encontrado un nuevo hogar en nuestras prácticas. Nada ha-
bía de extraño, por ejemplo, en que un amigo radical de la uni-
versidad se refiriese a alguien -pongamos que a un posible suegro
obstruccionista- como a una persona llena de actitudes «feuda-

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les», o en debatir -durante horas interminables junto a una taza de de 1789 o 1848 o 1871 o 1917 parecía una actividad doblemente dis-
café o té en restaurantes o cafés baratos donde solíamos quedarnos tanciadora. Estaba, en primer lugar, la distancia de la objetividad
más de la cuenta- si los capitalistas indios eran una «burguesía histórica que yo trataba de representar. Pero también estaba la dis-
nacional» o una clase «de intermediarios», instrumento del capi- tancia de la falta de reconocimiento cómica, similar a lo que había
tal extranjero. Todos sabíamos, en la práctica, lo que significaban experimentado a menudo al ver representaciones de obras benga-
aquellas palabras sin tener que colocarlas bajo ningún género de líes en las que actores bengalíes, caracterizados como colonos euro-
microscopio analítico. Sus «significados» no viajaban más allá peos, llevaban a cabo su imitación, con un fuerte acento bengalí,
del entorno inmediato en el que se empleaban. del modo en que los europeos podrían hablar bengalí, es decir, ¡sus
Entonces, ¿por qué hablar de «provincializar Europa»? La res- propios estereotipos de cómo los europeos nos percibían! Algo si-
puesta se relaciona con la historia de mi propio desplazamiento de milar les ocurría a mis personajes de la historia bengalí e india, que
esta vida cotidiana de modo tanto metafórico como físico. Conta- llevaban, en mi texto, el vestuario europeo prestado por el drama
ré brevemente la historia, pues sus implicaciones, creo, superan lo marxista de la historia. Había una comicidad en mi propia grave-
meramente autobiográfico. Mi desplazamiento metafórico de mi dad que no podía pasar por alto.
vida cotidiana de clase media se produjo al prepararme, en círcu- Sin embargo, en el debate sobre Marx que yo heredaba en Cal-
los marxistas de la ciudad, a fin de convertirme en un historiador cuta -discusión siempre mediada, por razones históricas, por la
profesional para quien las ideas de Marx habían de ser una herra- bibliografía en inglés disponible sobre la cuestión- no cabía la po-
mienta analítica consciente. Palabras que eran familiares por su sibilidad de pensar en Marx como alguien que perteneciese a cier-
uso diario (debo explicar que había estudiado ciencias y gestión tas tradiciones europeas del pensamiento que se podían compartir
empresarial) echaban ahora alas analíticas, remontándose al nivel incluso con intelectuales no marxistas o que pensasen de manera
de lo que Barthes habría denominado metalenguajes «de segundo opuesta a la propia. La razón de esto no se encontraba en la falta
o tercer nivel». El marxismo, incluso más que el liberalismo, era de lecturas. Calcuta no padecía de escasez de bibliófilos. La gen-
la forma más concentrada en que aparecían los pasados intelec- te conocía los entresijos de la erudición europea. Pero no había
ti
tuales de Europa en los círculos indios de las ciencias sociales. un sentido de las prácticas académicas como parte de tradiciones
La cuestión que abordo en este texto empezó a formularse hace intelectuales disputadas y vivas en Europa. No había la noción de
dos décadas, cuando completaba el borrador de mi libro Rethin- que una tradición intelectual viva no proporcionase nunca solu-
king Working Class History: Bengal 1890 1940. 2 Las raíces de mi in-
- - ciones finales a las cuestiones que surgiesen dentro de ella. El mar-
terés en el estudio de la historia del trabajo se hundían en ciertos xismo era, sencillamente, verdadero. La idea del «desarrollo desi-
encendidos debates de mi juventud, en bengalí y en el contexto del gual», por ejemplo, tan medular en buena parte de la historiografía
marxismo a la manera india, sobre el papel en la historia univer- marxista, se trataba como una verdad, como mucho una herra-
sal que el proletariado podía desempeñar en un país como la In- mienta analítica, pero nunca como una manera provisional de or-
dia, que era, aún, predominantemente rural. Había lecciones ob- ganizar información, ni como algo inventado originalmente en el
vias que aprender de las revoluciones china y vietnamita. No taller de la Ilustración escocesa. Marx tenía razón (aunque le ha-
obstante, cuanto más trataba de imaginar las relaciones en las fá- cía falta una actualización) y los antimarxistas se equivocaban to-
bricas indias mediante las categorías que Marx y sus seguidores talmente, si es que no eran inmorales: ésas eran las crudas anti-
ponían a mi disposición, tanto más me percataba de una tensión nomias políticas por medio de las cuales pensábamos. Ni siquiera
surgida de los orígenes profundamente -y, cabría decir, provin- Weber atraía un interés serio en los años setenta en el apasionado
cianamente- europeos de los conceptos marxistas y su indudable trabajo de los historiadores indios de orientación marxista. Hubo,
significación internacional. Hablar de personajes históricos cuyos de hecho, algunos prominentes sociólogos e historiadores no mar-
análogos conocía de la vida diaria como a tipos familiares em- xistas en la India. Vienen fácilmente a la mente los nombres de
pleando nombres o categorías derivados de revoluciones europeas Ashis Nandy y los fallecidos Ashin Das Gupta o Dharma Kumar.

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Pero en los vertiginosos y turbulentos tiempos de la entente políti- dia, es una pujante democracia electoral, pero el día de las elec-
ca y cultural entre la India de la señora Gandhi y la Unión Sovié- ciones no tiene allí nada del ambiente festivo al que estaba acos-
tica, los marxistas eran los que ostentaban el prestigio y el poder tumbrado en la India. Ciertas cosas que en Australia se suponen
en las instituciones académicas de la India. esenciales para preservar la dignidad del individuo -el espacio per-
Mi temprano malestar -que después se convirtió en una cues- sonal, por ejemplo- resultan sencillamente impracticables en mi
tión de curiosidad intelectual- relativo a la tensión entre las raí- pobre y atestada India. Por otro lado, las estructuras de sentimien-
ces europeas del pensamiento marxista y su significación global tos y emociones que subyacen a ciertas prácticas específicas eran
no tenía muchos adeptos entre mis amigos marxistas de la India cosas que sentía hasta cierto punto ajenas hasta que, con el tiem-
en aquel entonces. La única voz disidente significativa, dentro del po, yo mismo llegué a habitar muchas de ellas.
bando marxista, era la del maoísmo indio. El movimiento maoís- El hecho de ser un migrante me hizo ver, de un modo más cla-
ta, conocido como el movimiento naxalita (1967-1971) por una re- ro que antes, la relación, necesariamente inestable, entre toda idea
vuelta campesina en la aldea de Naxalbari en Bengala occidental, abstracta y su instanciación concreta. Ningún ejemplo concreto
sufrió una derrota política catastrófica a principios de 1970, cuan- de una abstracción puede pretender ser manifestación de sólo esa
do el Gobierno aplastó sin piedad la rebelión.' El maoísmo, es abstracción. Por lo tanto, ningún país es un modelo para otro país,
cierto, tuvo una vibrante presencia intelectual en la obra tempra- aunque el debate acerca de la modernidad que se plantea sobre la
na del Grupo de Estudios Subalternos, con el que me identifiqué base de «alcanzar» propone precisamente tales modelos. No hay
a partir de los años ochenta. Pero el maoísmo en sí se había con- nada como la «habilidad de la razón» para asegurar que todos con-
vertido en un movimiento soteriológico en la época en que empecé vergemos en el mismo punto final de la historia pese a nuestras
a formarme como especialista en ciencias sociales, y sus «correc- aparentes diferencias históricas. Pero nuestras diferencias históri-7
ciones» o «modificaciones» del pensamiento marxista eran prácti- cas, de hecho, son relevantes. Esto es así porque ninguna sociedad
cas. En lo concerniente a la cuestión de la europeidad de Marx, los humana es una tabula rasa. Los conceptos universales de la m-6:1
maoístas eran indiferentes. dernidad política se encuentran ante conceptos, categorías, insti-
Mi malestar teórico se agudizó con la experiencia de alejamien- tuciones y prácticas preexistentes a través de los cuales son tradu-
to físico de mi vida diaria en la India. Dicha experiencia consti-
tuyó otra influencia importante sobre este proyecto. Me fui de la
cidos y configurados de manera diversa. _J
Si este argumento es cierto respecto a la India, será cierto tam-
India en diciembre de 1976 para doctorarme en historia en la Uni- bién de cualquier otro sitio, incluyendo, por supuesto, Europa o,
versidad Nacional de Australia y he vivido fuera del país desde en- en sentido amplio, Occidente. Esta proposición tiene consecuencias
tonces, aunque me he involucrado en discusiones con mis amigos interesantes. Significa, en primer lugar, que la distinción que he
indios mediante visitas anuales, conferencias y publicando con re- establecido arriba entre la cara figurativa de un concepto (cómo
gularidad en la India tanto en inglés como en mi primera lengua, se visualiza un concepto en la práctica) y su cara discursiva (su
el bengalí. Sin la vivencia de la migración, sin embargo -combina- pureza abstracta, por así decirlo) es, en sí, una diferenciación par-
ción profunda de sumas y restas, surgimiento de nuevas posibilida- cial y exagerada. Como Ferdinand de Saussure nos enseñó hace
des que no necesariamente compensan las que se cierran-, dudo de mucho tiempo, podemos distinguir entre la «imagen acústica» de
que
—_,_hubiera escrito este libro. una idea y su «imagen conceptual» sólo de una manera artificial.
Hasta que llegué a Australia, nunca había considerado de ver- Las dos caras confluyen la una en la otra.' Si esto es así, como
dad las implicaciones del hecho de que una idea abstracta y uni- pienso, se sigue una segunda conclusión importante. Se trata de
versal característica de la modernidad polít-i-ci- en todo el mundo que las denominadas ideas universales que los pensadores euro-
-la idea, por ejemplo, de la igualdad, la democracia o incluso la peos produjeron durante el periodo que va desde el Renacimien-
de la dignidad del ser humano- pudiese-tener un aspecto totalmen- to hasta la Ilustración y que, desde entonces, han influenciado los
te distinto en contextos históricos diferentes. Australia, como la In- proyectos de modernidad y modernización en todo el mundo,

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nunca pueden ser conceptos completamente universales y puros do un particular usurpa su posición. Sin embargo, nada que se
(mientras sean expresables en prosa; no me concierne aquí el len- concreto y particular puede ser el universal en sí, pues entrelaza-
guaje simbólico como el álgebra). Pues el propio lenguaje y las das con la imagen acústica de una palabra como «derecho» o «de-
circunstancias de su formulación deben de haber importado ele- mocracia» hay imágenes conceptuales que, pese a ser (a grandes
mentos de historias preexistentes singulares y únicas, historias rasgos) traducibles de uno a otro lugar, también encierran ele-
que pertenecían a los múltiples pasados de Europa. Ciertos ele- mentos que desafían la traducción. Tal desafío a la traducción es,
mentos irreductibles de estas historias locales deben de haber per- desde luego, parte del proceso cotidiano de la traducción. Una vez
sistido en conceptos que, por lo demás, parecían valer para todos expresado en prosa, todo concepto universal lleva en su interior
los casos. huellas de lo que Gadamer denominaría «prejuicio» -no un sesgo
«Provincializar» Europa era precisamente descubrir cómo y consciente, sino un signo de que pensamos a partir de una suma
en qué sentido las ideas europeas que eran universales, al mismo particular de historias que no siempre nos resulta transparente.'
tiempo, habían surgido de tradiciones intelectuales e históricas De manera que provincializar Europa consistía entonces en saber
muy particulares, las cuales no podían aspirar a ninguna validez cómo el pensamiento universalista estaba siempre ya modificado
universal. Suponía plantear la interrogación por el modo en que por historias particulares, pudiésemos o no desenterrar tales pa-
el pensamiento se relacionaba con_ el espacio. ¿Puede el pensa- sados plenamente.
miento trascender su lugas rurigen ¿O es que los lugares dejan Al acometer este proyecto era consciente de que había, y sigue
Su huella en el pensamiento de manera tal que puede cuestionar- habiendo, muchas Europas, reales, históricas e imaginadas. Quizá
se la idea de categorías_puramentbstractas? Mi punto de parti- las fronteras entre ellas sean porosas. Me interesaba, sin embar-
dá en este cuestionamiento, como he ¡fi rmado antes, era la pre- go, la Europa que ha presidido históricamente los debates sobre
sencia callada y cotidiana del pensamiento europeo en la vida y la modernidad en la India. Esa Europa se hizo a imagen de un po-
las prácticas de la India. La Ilustración formaba parte de mis sen- der colonizador y, como he sostenido en el libro, no fue un pro-
timientos. Sólo que yo no lo veía así. Marx era un nombre bengalí ducto únicamente de los europeos. Esta Europa era, en el sentido
muy conocido. Su educación alemana nunca se comentaba. Los en que Lévi-Strauss usó la palabra, un «mito» fundador para el
investigadores bengalíes traducían Das Kapital sin el menor aso- pensamiento y los movimientos emancipadores en la India. La re-
mo de preocupación filológica. Este reconocimiento de una deuda... _ flexión sobre la modernización, sobre el liberalismo, sobre el so-
profundk7y, a menudp,_desconocida,con_elpensamiento euro- cialismo -esto es, sobre diversas versiones de la modernidad- lle-
peo fue mi punto de partida; sin ella no podía darse la «provin- vaba a esa Europa a la existencia. En la India, nosotros -y nuestros
cialización de Europa». Uno de los objetivos deI proyecto era, líderes políticos e intelectuales antes que nosotros- empleába-
precisamente, ser consciente de la naturaleza específica de esta mos esa Europa para resolver nuestros debates sobre las tensio-
deuda. nes surgidas de las desigualdades y opresiones cotidianas en la
Así pues, la relevancia global del pensamiento europeo era algo India. Durante muchos y largos años esperamos un regreso de
que yo daba por sentado. Tampoco cuestionaba la necesidad de aquella Europa en forma de «democracia», «civilización burgue-
un pensamiento universalista. Nunca fue, por ejemplo, objetivo sa», «ciudadanía», «capital» y «socialismo» de la misma manera en
de este libro el «pluralizar la razón», como una reseña seria su- que Gramsci esperó que la «primera revolución burguesa» de 1789
gería en una lectura algo descaminada -uso la palabra con res- se produjese en su país.
peto- del proyecto.' Como mostrará mi capítulo sobre Marx, no La primera parte de este libro pretende abordar la forma de
argumentaba contra la idea en sí de los universales, sino que su- pensamiento que permite postular una Europa de ese género. Yo
( 1 brayaba que el universal es una figura de gran inestabilidad, una argumento que está en cuestión una corriente concreta de pensa-
variable necesaria en nuestro empeño por pensar las cuestiones de miento desarrollista a la que denomino «historicismo». Se trata de
i la modernidad. Atisbamos sus contornos sólo en tanto que y cuan- un modo de pensar acerca de la historia en el que se asume que

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todo objeto de estudio retiene una unidad de concepción a lo lar- toria de Asia meridional los pasados de los grupos marginales y
go de su existencia y alcanza una expresión plena mediante un subalternos, algunos críticos han visto en Al margen de Europa
proceso de desarrollo en el tiempo histórico y secular. En este pun- sólo pruebas adicionales de lo que el historiador indio Sumit Sar-
to, buena parte de mi planteamiento se inspiraba en lo que Fou- kar denominó «el declive de lo subalterno en Estudios Subalter-
cault afirmó en Nietzsche: la genealogía, la historia.' También an- nos», pues la segunda parte de Al margen de Europa extrae todo
tes, en mi libro sobre historia del trabajo, había procurado pensar su material ilustrativo de la historia de la clase media bengalí, de
de la mano de la crítica foucaultiana de toda categoría histórica los denominados bhadralok. 1° Esta crítica se ha formulado des-
que sea «o bien trascendental en relación con el campo de los acon- de muchas posiciones, pero permítaseme citar sólo una fuente,
tecimientos o bien que recorra en su identidad vacía el curso de la una reseña anónima y furiosa publicada en Internet en la página
historia». 8 Pero el pensamiento posestructuralista no era la única en que Amazon.com publicitó primero este libro. La reseña aca-
base sobre la que pretendía apoyar mi crítica. No pude evitar dar- baba afirmando:
me cuenta de que, mucho antes de Foucault, un aspecto radical del
pensamiento nacionalista anticolonial había repudiado en la prác- «Finalmente, el hecho de que las fuentes documentales de Cha-
tica lo que yo denominaba «historicismo» primero exigiendo y, con krabarty se circunscriban al varón de clase media bengalí y de
la independencia, concediendo efectivamente la plena ciudadanía que él, junto con sus socios, se enzarce en teorizar y desatien-
a las masas iletradas en una época en que todas las teorías clási- da la investigación fundamental de la historia subalterna habla
cas y occidentales de la democracia recomendaban un programa por sí mismo...». 11
de dos pasos: primero educarlas, lo que las desarrolla, y después
concederles sus derechos de ciudadanía. Así pues, sostenía yo, esta Los puntos suspensivos de la cita no indican que he omitido un
relación crítica con la historia desarrollista o en estadios integra- fragmento; son originales de la oración citada, un gesto dramático
ba la herencia anticolonial. No por casualidad el historiador del por parte del crítico sobre la obviedad de su tesis. ¿Qué más po-
Grupo de Estudios Subalternos (y nuestro mentor) Ranajit Guha, dría decir él o ella? ¡Mi elección de material de la historia del gru-
en su libro sobre la insurrección campesina en la India colonial, po social del que provengo hablaba por sí misma!
rechazaba la caracterización de Hobsbawm del campesinado mo- No escojo esta recensión por resentimiento. Al margen de Euro-
„ derno como «prepolítico». 9 El pensamiento anticolonial resultaba pa ha recibido censuras peores a manos de algunos críticos indios
ilt in duda un suelo fértil para el cultivo de las críticas posestructu- hostiles. Después de todo, los lectores son libres de hacer de un li-
\ falistas de Foucault al «historicismo». bro lo que quieran. Además, se aprende hasta de la más encarni-
La primera parte de este libro se une a esta crítica desde varios zada de las críticas. Cito esta reseña concreta porque, a mi pare-
ángulos. El resto del libro demuestra con ejemplos históricos que cer, lo que sostiene la carga de la crítica es una lectura poco atenta
la modernidad fue un proceso histórico que implicaba no sólo la del libro, especialmente de la introducción, en la que traté de ex-
transformación de instituciones sino también la traducción de ca- plicar mis objetivos y métodos. Incluso si un lector discrepa de mis
tegorías y prácticas. propósitos, la etiqueta de la crítica exige que mis propias afirma-
ciones explícitas sobre el asunto en cuestión se reconozcan. Afir-
maba en la introducción que las historias que contaba no eran re-
2 presentativas de los bhadralok. Tampoco pretendía proporcionar
una historia de ese género. Señalaba que las personas en cuyos es-
Hay, así lo espero, mucha historia en este ensayo. Pero no critos e historias me basaba no eran representativas de la mayoría
pensé en esta historia como representativa de tal o cual grupo en de los bhadralok, que aquellos fragmentos de la historia bhadralok
sociedades particulares. Puesto que se me ha relacionado con Es- entraban en el libro primordialmente como parte de un argumen-
tudios Subalternos, que en efecto proyectaba inscribir en la his- to metodológico. Pero algunos críticos sencillamente hicieron caso

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omiso de esas afirmaciones. Me acusaron de abandonar la his- nación de la lógica universal de la Historia 1 y los horizontes he-
toria subalterna por los más «elitistas» horizontes de los pasados terotemporales de innúmeras Historias 2. La falta de espacio me
bhadralok. (Tengo demasiados parientes indigentes y semieduca- impide desarrollar más esta cuestión pero también me arriesgo a
dos como para no saber lo desafortunada y asignificativa -si se me repetir lo que ya sostengo en el capítulo 2.
permite acuñar una palabra- que la expresión «elite» resulta en Algunos teóricos de la globalización como Michael Hardt y An-
este contexto, pero lo pasaré por alto.) Sus cargos llegaban de una tonio Negri, por otro lado, celebran las formas contemporáneas
ausencia total de atención a lo que yo había advertido al explicar de deslocalización como una herramienta expeditiva para la lucha
el cambio entre las partes primera y segunda del libro. «Es difícil global contra el capital. También parten de la proposición de que
anticipar los problemas de los lectores distraídos», afirmó una vez las «posiciones localistas» son «falsas y dañinas». Falsas porque
E.P. Thompson con frustración.' Ciertamente es difícil, pero per- mediante la «naturalización» de las diferencias locales sitúan el
mítaseme intentarlo una vez más. origen de tales diferencias «fuera de toda duda». Y dañinas porque
Una de las tesis de mayor calado de Al margen de Europa es la hay que reconocer que las «identidades locales» de hecho «alimen-
de que el pensamiento crítico combate los prejuicios y, sin embar- tan y apoyan el desarrollo del régimen imperial capitalista». Es la
go, también encierra prejuicios, pues eLpensamie ntógítko, a mi globalización la que «pone en juego circuitos móviles y modulan-
juicio, sigue relacionado con los lugares (poimás tenue que pue- tes de diferenciación e identificación». «Lo que hay que abordar,
da parecer tal vínculo). De este modo, el libro se enfrenta hasta por el contrario», aducen Hardt y Negri, «es precisamente la pro-
cierto punto con las maneras diversas en las que muchos teóricos, ducción de lo local.» 13 El «lugar» que el capital crea hoy a través
en su mayor parte marxistas, critican la idea de lo local. De he- de su propia movilidad y la del trabajo es, en sus palabras, un «no
cho, tal posición es común a tantos marxistas que singularizar a lugar»." Por ello el trabajo ha de exigir «ciudadanía global» -más
uno en concreto podría resultar algo injusto. Es común en su con- movilidad incluso de la que el capital le permite en el presente- y
cepción la idea de que todo sentido de lo «local» es un fenómeno convertir este «no lugar» en «ilimitado». Gracias a esa movilidad
de superficie de la vida social; es, en última instancia, algún tipo de crecerá el sujeto revolucionario -«la multitud»- que desafiará lo
efecto del capital. Estos estudiosos, por tanto, subrayan la necesi- que Hardt y Negri denominan el Imperio.' En sus términos, pues,
dad de comprender cómo se produce efectivamente el sentido pro- la lucha contra el capital ha de ser al mismo tiempo un combate
pio de lo local. Al mirar todos los sentidos locales de este modo contra todas las formas de apego a sitios particulares, ya que el
particular, estos críticos no suelen plantearse sobre sí mismos nin- deseo de movilidad absoluta sólo puede basarse en el cultivo de
guna pregunta sobre el lugar del cual procede su propio pensa- un sentido de apego planetario.
miento. Es de suponer que producen su crítica desde «ningún No niego las aportaciones que se siguen en contextos concre-
sitio» o -lo que es lo mismo- desde «todos los sitios» de un capi- tos -especialmente en el nivel de la historia universal del capital,
talismo que siempre parece global en su alcance. En Al margen de mi Historia 1- de líneas de pensamiento como la que me ha ocu-
Europa lo aceptaba como un tipo de pensamiento universalista -re- pado arriba. Pero, en líneas generales, encuentro que este argumen-
fleja lo que denomino Historia 1 en el capítulo sobre Marx-, pero to hace caso omiso de la historia en sí. Obvia la distinción entre
es un modo de pensar que, a mi modo de ver, vacía todo sentido la movilidad de los colonizadores que los europeos disfrutaron en
vivido de lugar asignándolo a lo que se considera un nivel más pro- su momento y la movilidad del trabajo migrante hoy en día, cua-
fundó- y determinan e, e mve a cua e • • • • - • • • ccion ca- lificado o no. Adondequiera que los europeos fueran en busca de
p-ilá spacio abstracto. En el capítulo dedicado a Marx nuevos hogares, sus recursos imperiales y su dominio de los nati-
trato de producir una lectura que se resista a esta interpretación vos les permitía reproducir -con modificaciones locales innega-
y que vea la corriente subterránea de historias singulares y únicas, bles- muchos de los elementos importantes de los mundos de la
mis Historias 2, como enfrentándose siempre al empuje de tales vida que habían dejado atrás. ¿Perdieron los europeos de cualquier
historias universales y produciendo lo concreto como una combi- país sus propias lenguas debido a la migración? No. A menudo, los

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nativos lo hicieron. De manera similar, los migrantes actuales en
los países fundados por colonos o en Europa viven con el miedo 3
de que sus hijos sufran esta pérdida. Buena parte de su activis-
mo cultural local se dirige a impedir que esto suceda. Sólo un crí- En definitiva, Al margen de Europa es un producto de la glo-
tico que esté ciego ante la cuestión del modo en que los legados balización. La globalización fue su condición de posibilidad. Pero
desiguales del dominio colonial modulan efectivamente los proce- también es, como ha señalado Paul Stevens en un ensayo que con-
sos contemporáneos de la globalización puede rechazar este acti- tiene una perspicaz lectura de este libro, un intento de encontrar
vismo como la enfermedad de la «nostalgia». 16 una posición desde la que hablar de las pérdidas ocasionadas por
La diferencia no siempre es una trampa del capital. Mi sentido la globalización?' Agradezco la lectura de Stevens, pero es justo
de pérdida que se sigue de mi globalización no es siempre el efec- reconocer el modo en que la globalización, particularmente en
to de la estrategia de mercadotecnia de alguien ajeno. No siem- Europa y en los Estudios europeos, ha llevado este libro a emo-
pre el capital me embauca para que experimente «duelo», pues el cionantes territorios intelectuales que no podría haber imaginado.
duelo no siempre me convierte en consumista. A menudo la pér- A medida que los investigadores europeos y los especialistas en
dida en cuestión se relaciona con prácticas culturales que, por Europa han luchado por comprender los cambios que tienen lugar
así decirlo, ya no «venden». No todos los aspectos de nuestro sen- en el continente y en sus propios campos de estudio, a medida que
tido de lo local pueden mercantilizarse (ojalá fuese así). Al margen han entablado discusiones sobre los futuros de Europa tras la glo-
de Europa moviliza argumentos y pruebas en contra de los análi- balización y han abordado cuestiones como la «Europa fortaleza»
sis que apuntan a aquellos caminos de salvación que avanzan ine- versus «Europa multicultural», se han abierto nuevos caminos de
vitablemente a través del reclamo del no lugar?' Apoyándose en investigación. En su búsqueda de lenguajes con que comprender
Heidegger y la tradición hermenéutica del pensamiento a la que la posición de los inmigrantes y refugiados . no europeos en Euro-
pertenece Gadamer, Al margen de Europa trata de provocar una pa, la cuestión de la inclusión de Turquía en la Unión Europea, y el
tensión productiva entre gestos de pensamiento de ninguna parte lugar de la Europa del Este postsocialista, han recurrido a modelos
y modos particulares de ser en el mundo. Surtiese o no surtiese del pensamiento poscolonial para ver si se puede aprender algo de
efecto mi crítica -no defiendo que mi propia crítica sea irrefuta- esa rama de investigación. Parecen haberse producido desarrollos
ble-, la proposición de que el pensamiento se vincula con los lu- comparables en los estudios medievales (europeos) y de la religión.
gares es central en mi proyecto de provincializar Europa. Me in- Los especialistas han comenzado a cuestionar la propia idea de lo
cumbía, pues, demostrar de dónde -de qué género de lugar- surgía «medieval», el esquema de periodización que subyace a tal deno-
mi propia crítica, pues ese ser-de-algún-sitio es lo que le daba a la minación.' Los teólogos, por su parte, se hallan inmersos en el
crítica tanto su fuerza como sus límites. Afirmaba que a fin de lle- replanteamiento de la cuestión de la agencia divina en la «histo-
var a cabo mi crítica precisaba reflexionar por medio de formas de riografía religiosa». 21 Ha resultado gratificante para mí el que este
vida que conocía con cierto grado de familiaridad, y de ahí que re- libro haya sido utilizado en algunos de esos debates, y me he en-
curriese a material tomado de aspectos de la historia de los bha- contrado dialogando, con gran provecho, con el trabajo de colegas
dralok, la cual ha moldeado profundamente mi propia relación con de áreas lejanas a las de mi especialidad.
el mundo. Sólo en el caso de esa historia podía aducir cierta com- Quiero finalizar expresando mi agradecimiento a algunas per-
petencia para demostrar con ejemplos los procesos de traducción sonas cuyos comentarios amistosos pero críticos, comunicados
de la modernidad. Esto no niega que haya muchas localizaciones en los años que han pasado desde la publicación de la primera
diferentes, incluso dentro de Bengala y de la India, desde las que edición, me han ayudado a ver los límites así como las posibili-
cabría provincializar Europa con resultados distintos.' Pero el ar- dades de esta obra. Pero ni siquiera aquí puedo ser exhaustivo.
gumento relativo al lugar y al no lugar puede seguir con nosotros. Sólo puedo nombrar a algunos por razones obvias de espacio, y
pedir disculpas a aquellos a quienes no menciono: Bain Attwood,

26 27
Ihar Babkov, Etienne Balibar, Teresa Berger, Ritu Birla, Marina Introducción
Bollinger, Beppe Carlsson, Amit Chaudhuri, Kathleen Davis, Carola La idea de provincializar Europa
Dietze, Carolyn Dinshaw, Saurabh Dube, Constantin Fasolt, Dilip
Gaonkar, Amitav Ghosh, Carlo Ginzburg, Catherine Halpern, Amy
Hollywood, Lynn Hunt, John Kraniauskas, Claudio Lomnitz, Alf Europa [...] desde 1914 se ha provincializa-
Lüdtke, Rochona Majumdar, Ruth Mas, Achille Mbembe, Allan do, [...] sólo las ciencias naturales son capa-
Megill, Cheryl McEwan, Hans y Doris Medik, Sandro Mezzadra, ces de suscitar un vivo eco internacional.
Donald Moore, Aamir Mufti, Almira Ousmanova, Anand Pandian,
Luisa Passerini, Ken Pomeranz, Jorn Rüsen, Birgit Scahebler, Ajay Hans Georg Gadamer, 1977
Skaria, R. Srivatsan, Bo Strath, Charles Taylor, Susie Tharu, Peter
Wagner, Milind Wakankar y Kathleen Wilson. Dwaipayan Sen ha
proporcionado una ayuda a la investigación muy apreciada: vaya Occidente es el nombre de un tema que se con-
para él mi agradecimiento. grega en el discurso, pero también un objeto
constituido discursivamente; es, por supues-
Chicago, 1 de febrero de 2007 to, un nombre que siempre se asocia a sí mis-
mo con aquellas regiones, comunidades y pue-
blos que parecen política o económicamente
superiores a otras regiones, comunidades y
pueblos. En esencia, es como el nombre de
«Japón», [...] sostiene que es capaz de mante-
ner, o de trascender realmente, un impulso a
trascender todas las particularizaciones.

Naoki Sakai, 1998

Al margen de Europa no es un libro acerca de la región del mun-


do que denominamos «Europa». Esa Europa, podría decirse, ya ha
sido convertida en provincia por la historia misma. Hace tiempo que
los historiadores han admitido que hacia mediados del siglo xx la
denominada «edad europea» de la historia moderna comenzó a
ceder sitio a otras configuraciones globales y regionales.' No se con-
sidera ya que la historia europea encarne algo así como la «historia
humana universal».2 Ningún pensador occidental de peso, por ejem-
plo, ha compartido públicamente la «vulgarización del historicismo
hegeliano» de Francis Fukuyama, que consideraba la caída del muro
de Berlín el final común de la historia de todos los seres humanos.'
El contraste con el pasado parece agudizarse cuando recordamos
la prudente pero calurosa nota de aprobación con la que Kant per-
cibió en su momento en la Revolución francesa una «disposición
moral en la raza humana» o con la que Hegel vio en la importancia
de ese acontecimiento el imprimátur del «espíritu del mundo». 4

28 29
ticas sociales modernas del sistema de castas, de la opresión de
Mi formación es la de un historiador del Asia meridional mo-
las mujeres, de la falta de derechos de las clases trabajadoras y su-
derna; ésta conforma mi archivo y constituye mi objeto de análisis.
balternas de la India, entre otras -y, de hecho, la propia crítica al
La Europa que intento provincializar y descentrar es una figura
colonialismo-, no resultan concebibles sino como un legado, en
imaginaria que permanece profundamente arraigada en formas es-
parte, del modo en que el subcontinente se apropió de la Europa
tereotipadas y cómodas de algunos hábitos del pensamiento coti- ilustrada. La constitución india comienza, de manera reveladora,
diano, las cuales subyacen invariablemente a ciertos intentos en
repitiendo ciertas ideas universales de la Ilustración consagradas,
las ciencias sociales de abordar asuntos de modernidad política
por ejemplo, en la Constitución de Estados Unidos. Y es saludable
en Asia meridional.' El fenómeno de la «modernidad política» -en
recordar que en la India británica los escritos que proclamaban
concreto, del dominio ejercido por las instituciones modernas del
las críticas más duras de la institución de la «intocabilidad» nos
Estado, la burocracia y las empresas capitalistas- no puede con-
remiten a determinadas ideas originalmente europeas sobre la li-
cebirse de ninguna manera a escala mundial sin tener en cuenta bertad y la igualdad de los hombres.'
ciertos conceptos y categorías, cuyas genealogías hunden sus raí-
También yo escribo desde dentro de esta tradición. La erudi-
ces en las tradiciones intelectuales, incluso teológicas, de Euro-
ción poscolonial se ve comprometida, casi por definición, a traba-
pa.' Conceptos como los de ciudadanía, Estado, sociedad civil, es-
jar con los universales -tales como la figura abstracta de lo huma-
fera pública, derechos humanos, igualdad ante la ley, individuo, la
no o de la Razón- que fueron forjados en la Europa del siglo xvIII
distinción entre lo público y lo privado, la idea de sujeto, democra-
y que subyacen a las ciencias humanas. Este compromiso marca,
cia, soberanía popular, justicia social, racionalidad científica, etcé-
por ejemplo, la escritura del filósofo e historiador tunecino Hichem
tera, cargan con el peso del pensamiento y la historia de Europa.
Djait, quien acusa a la Europa imperialista de «negar su propia
Sencillamente no se puede pensar en la modernidad política sin
concepción del hombre».' La lucha de Fanon por conservar la idea-s\
éstos y otros conceptos relacionados que alcanzaron su punto cul-
ilustrada de lo humano -aun cuando sabía que el imperialismo
minante en el curso de la Ilustración y el siglo xix europeos.
europeo había reducido esa idea a la figura del hombre blanco co-
Estos conceptos suponen una inevitable -y, en cierto sentido,
lonizador- es ahora ella misma parte de la herencia global de to-
'I. indispensable- visión universal y secular de lo humano. El coloni-
dos los pensadores poscoloniales." El conflicto se produce porque ,...)
zador europeo del siglo xix predicaba este humanismo de la Ilus-
nohayumerscildpnestouivraln
tración a los colonizados y, al mismo tiempo, lo negaba en la prácti-
la condición de la modernidad política. Sin ellos no habría ciencia
ca. Pero la v . • ' el ese- • • -e us efect s. Haa suministrado social que abordase cuestiones de justicia social moderna.
anto
erg1.
- ir -t
históricamente un fundamento sólido sobre el claT7
,--.—___ Este compromiso con el pen samTe~nto-éüropeo se ve también
en-------
Europa
—como
fuera
era e ella- crit-~acticas socialmente in-
fomentado por el hecho de que en la actualidad la denominada
justas. El pensamiento marxista yeiil -1-3Z g"-áráfi61-Zie esta
tradición intelectual europea es la única que está viva en los de-
tfüdic-rón intelectual. Ahora esta herencia es global. La clase me-
partamentos de ciencias sociales de la mayoría, si no de todas, las
dia culta bengalí (a la que pertenezco y parte de cuya historia re-
universidades modernas. Empleo el término «viva» en un sentido
feriré más adelante en este libro) ha sido caracterizada por Tapan
particular. Sólo dentro de ciertas tradiciones de pensamiento muy
Raychaudhuri como «el primer grupo social de Asia cuyo mundo
particulares tratamos a pensadores fundamentales que han muer-
mental fue transformado a través de su interacción con Occiden-
to hace mucho no únicamente como a personas pertenecientes a
te»! Una larga serie de miembros ilustres de este grupo social
su propia época, sino también como si fueran nuestros contempo-
-desde Raja Rammohun Roy, llamado en ocasiones el «padre de
ráneos. En las ciencias sociales se trata invariablemente de pen-
la India moderna», hasta Manabendranath Roy, quien discutía con
sadores que se encuentran dentro de la tradición que ha dado en
Lenin en la Internacional Comunista- acogieron con entusiasmo
llamarse a sí misma «europea» u «occidental». Soy consciente de
las cuestiones del racionalismo, la ciencia, la igualdad y los dere-
que la entidad denominada «tradición intelectual europea» que se
chos humanos promulgadas por la Ilustración europea.' Las crí-
31
30
remonta a los antiguos griegos es una creación de la historia euro- historicismo -la idea de que, para comprender cualquier fenóme-
pea relativamente reciente. Martin Bernal, Samir Amin y otros han no, éste debe considerarse a la vez como una unidad y en su de-
criticado con justicia la aseveración de los pensadores europeos sarrollo histórico- y el otro es la idea misma de lo político. Lo que
de que tal tradición sin fisuras haya existido alguna vez o que in- históricamente permite un proyecto como el de «provincializar
cluso pueda denominarse «europea» con propiedad. 12 La cuestión, Europa» es la experiencia de la modernidad política en un país
sin embargo, es que, creación o no, ésta es la genealogía de pensa- como la India. El pensamiento europeo mantiene una relación con-
miento en la que los científicos sociales se encuentran insertos. tradictoria con un caso de modernidad política como éste. Resul-
Ante la tarea de analizar los desarrollos o las prácticas sociales de ta a la vez indispensable e inadecuado para ayudarnos a pensar las
la India moderna, pocos -si es que hay alguno- científicos socia- diversas prácticas vitales que constituyen lo político y lo histórico
les indios o especializados en la India debatirían seriamente con, en la India. La investigación -tanto en el plano teórico como en
por ejemplo, el lógico del siglo xiii Gangesa, con el gramático y fi- el fáctico- de este carácter indispensable y a la vez inadecuado del
lósofo del lenguaje Bartrihari (siglos v-vi) o con el estudioso de la pensamiento de la ciencia social es la tarea que este libro se ha im-
!( estética del siglo x -u xi- Abhinavagupta. Es lamentable, pero es puesto a sí mismo.
así; una consecuencia del dominio colonial europeo sobre Asia me-
ridional es que las tradiciones intelectuales alguna vez fuertes y vi-
vas en sánscrito, persa o árabe son ahora para la mayoría de -qui- La política del historicismo
zá para todos- los científicos sociales modernos de la región un
tema de investigación histórica.' Tratan dichas tradiciones como Los trabajos de filósofos posestructuralistas como Michel Fou
verdaderamente muertas, como historia. Aunque las categorías que cault indudablemente han estimulado ataques globales al histori-
fueron en su momento objeto de escrupulosas reflexiones e in- cismo.' Pero sería un error concebir los embates poscoloniales al
vestigaciones teóricas existen ahora como conceptos prácticos, historicismo (o a lo político) como un simple derivado de las crí-
privados de todo desarrollo teórico, arraigados en las prácticas ticas ya elaboradas por pensadores posmodernos y posestructura-
cotidianas de Asia meridional, los científicos sociales contem- listas de Occidente. De hecho, pensarlo de esa manera sería caer
poráneos del sur de Asia rara vez disponen de una formación que en el historicismo, pues tal concepción repetiría meramente la
les permita transformar esos conceptos en recursos para un pen- estructura temporal de la afirmación: «primero en Occidente y
samiento crítico del presente." Y, sin embargo, los pensadores luego en otros sitios». Al sostener esto no pretendo disminuir la
europeos del pasado y sus categorías nunca están completamen- importancia de los debates recientes sobre el historicismo en los
te muertos para nosotros de la misma manera. Los científicos so- cuales los críticos han considerado su declinación en Occidente
ciales de Asia meridional discutirían apasionadamente con Marx como una consecuencia de lo que Jameson ha denominado ima-
o Weber sin sentir ninguna necesidad de historizarlos o de colocar- ginativamente «la lógica cultural del capitalismo avanzado». 16 El
los en sus contextos intelectuales europeos. En ocasiones -aunque especialista en estudios culturales Lawrence Grossberg se ha pre-
esto es poco habitual- debatirían incluso con los antecesores anti- guntado con sagacidad si la historia misma no se halla en peligro
guos, medievales o de la modernidad temprana de esos pensado- debido a las prácticas de consumo propias del capitalismo con-
res europeos. temporáneo. ¿Cómo es posible producir observación y análisis his-
Pero la misma historia de la politización de los pueblos, o el tóricos, se interroga Grossberg, «cuando todo acontecimiento es
advenimiento de la modernidad política, en países que no forman una prueba potencial, un factor potencialmente determinante y, a
parte de las democracias capitalistas occidentales produce una la vez, cambia demasiado rápido como para permitir la serenidad
profunda ironía en la historia de la política. Esta historia nos de- que requiere el trabajo académico»?' Pero estos argumentos, pese
safía a repensar dos legados conceptuales de la Europa decimonó- a su valor, obvian las historias de la modernidad política en el ter-
nica, conceptos esenciales para la idea de modernidad. Uno es el cer mundo. Nadie, desde Mandel hasta Jameson, considera el «ca-

32 33
pitalismo tardío» un sistema cuyo motor pueda encontrarse en el gar en «otros sitios» en la estructura temporal «primero en Euro-
tercer mundo. El término «tardío» tiene connotaciones muy dife- pa y luego en otros sitios». Este gesto del historicismo es lo que
rentes cuando se aplica a los países desarrollados y a aquellos con- Johannes Fabian ha denominado «la ne
siderados aún «en vías de desarrollo». «Capitalismo avanzado» es neidad» . 25

propiamente el nombre de un fenómeno que se considera perte- Pódría decirse que el historicismo -e incluso la idea moderna,
neciente sobre todo al mundo capitalista desarrollado, aunque su europea, de la historia- se presentó ante los pueblos no europeos
impacto sobre el resto del mundo nunca se niega.' del siglo xIx como una persona que dice a otra «todavía no». 26
Las críticas occidentales al historicismo que se fundamentan Considérelaybscáio,perhtasd
en una determinada caracterización del «capitalismo avanzado» John Stuart Mill, Sobre la libertad y Del gobierno representativo: am-
pasan por alto los profundos vínculos que unen al historicismo bos proclamaban el autogobierno como la forma de gobierno más
como modo de pensamiento con la formación de la modernidad elevada y, a la vez, se oponían a su concesión a los indios o a los
política en las antiguas colonias europeas. El historicismo posibi- africanos fundándose en argumentos indudablemente historicis-
litó la dominación europea del mundo en el siglo xix. 19 Podría de- tas. Según Mill, los indios o los africanos todavía no eran lo sufi-
cirse, grosso modo, que fue una forma importante que la ideolo- cientemente civilizados como para gobernarse a sí mismos. Debía
gía del progreso o del «desarrollo» adoptó a partir del siglo xix. El transcurrir cierto periodo histórico de desarrollo y de civilización
historicismo es lo que hizo que la modernidad o el capitalismo pa- (gobierno y educación coloniales, para ser precisos) antes de que
reciera no simplemente global, sino más bien algo que se transfor- se los pudiese considerar preparados para el desempeño de esa ta-
mó en global a lo largo del tiempo, originándose en un sitio (Euro- rea.' El argumento historicista de Mill relegaba así a los indios,
pa) y expandiéndose luego fuera de él. Esta estructura del tiempo africanos y otras naciones «rudas» a una sala de espera imagina-
histórico global del tipo «primero en Europa, luego en otros si- ria de la historia. Al proceder de esa manera, la historia misma se
tios» era historicista; diversos nacionalismos no occidentales pro- convierte en una versión de tal sala de espera. Estamos todos en
ducirían más tarde versiones locales del mismo relato, reempla- camino hacia la misma meta, aseveraba Mill, aunque unos llega-
zando «Europa» por algún centro construido localmente. Fue el rán antes que otros. Eso es lo que era la conciencia historicista: la
historicismo lo que permitió a Marx afirmar que «el país indus- recomendación a los colonizados de que esperasen. La adquisición
trialmente más desarrollado simplemente muestra al menos de- de la conciencia histórica, la adquisición del espíritu público que
sarrollado la imagen de su propio futuro». 2° Fue también lo que Mill consideraba absolutamente necesarios para el arte del auto-
llevó a historiadores prestigiosos como Phyllis Deane a caracteri- gobierno era también el aprendizaje de este arte de la espera. Esta
zar el advenimiento de la industria en Inglaterra como la primera espera fue la realización del «todavía no» del historicismo.
revolución industrial.' El historicismo planteó así el tiempo his- En cambio, en el siglo xx las demandas de autogobierno demo-
tórico como una medida de la distancia cultural (al menos en cráticas y anticoloniales reivindican insistentemente el «ahora»
cuanto al desarrollo institucional) que, se asumió, mediaba entre como horizonte temporal de la acción. Desde aproximadamente
Occidente y lo que no es Occidente.' En las colonias legitimó la la primera guerra mundial hasta los movimientos de descoloniza-
idea de civilización» En la propia Europa hizo posibles historias ción de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, los naciona-
del continente completamente internas en las que éste se descri- lismos anticoloniales se fundamentan en este apremio del «ahora».
bía como escenario de la primera aparición del capitalismo, la El historicismo no ha desaparecido del mundo, pero su «todavía
modernidad o la Ilustración.' Todos estos «acontecimientos», a su no» se encuentra actualmente en tensión con esta insistencia glo-
vez, se explicaban fundamentalmente con respecto a otros «acon- bal en el «ahora» que caracteriza a todos los movimientos popu-
tecimientos» que tenían lugar dentro de los límites geográficos de lares a favor de la democracia. Y tiene que ser así, pues los movi-
Europa (por más borrosas que hayan sido sus fronteras reales). mientos nacionalistas anticoloniales, en su búsqueda de una base
A los habitantes de las colonias, por otro lado, se les asignó un lu- de masas, introdujeron en la esfera política clases y grupos que, de

34 35
acuerdo con los estándares del liberalismo europeo decimonóni- dano de la nación independiente) mucho antes de que pudiera ser
co, sólo podían parecer deficientemente preparados para asumir formalmente educado en los aspectos doctrinales o conceptuales
la responsabilidad política de gobernarse a sí mismos. Se trataba de la ciudadanía.
de campesinos, integrantes de tribus, trabajadores industriales sin Un ejemplo drástico de este rechazo nacionalista de la concep-
cualificación o semicualificados de las ciudades no occidentales, ción historicista de la historia es la decisión que adoptó la India,
hombres y mujeres pertenecientes a los grupos sociales subordi- inmediatamente después -ardánzar la independencia, de que la
nados, en resumen, las clases subalternas del tercer mundo. democracia se fundamentase en el derecho universal al voto de to-
La crítica al historicismo, en consecuencia, va hasta el fondo dos los adultos. Esto suponía una infracción grave de la prescrip-
1de la cuestión de la modernidad política en las sociedades no oc- creiiiern—
Mill. «La enseñanza universal», decía Mill en el ensayo Del
cidentales. Como argumentaré luego con mayor detalle, el pensa- gobierno representativo, «debe preceder al sufragio universal»." In-
miento político y social europeo concibió la modernidad política cluso la Comisión India para el Sufragio Universal de 1931, entre
de las clases subalternas recurriendo a una teoría de la historia eta- cuyos miembros había varios indios, mantuvo una posición que
pista -que comprende desde esquemas evolutivos sencillos hasta era una versión modificada del argumento de Mill. Los miembros
sofisticadas interpretaciones del «desarrollo desigual», Como de la Comisión acordaron que, aunque el sufragio adulto universal
tal, no se trata de una posición teórica poco - razónable. Si la «mo- era la meta ideal de la India, el analfabetismo generalizado del país
dernidad política» debía ser un fenómeno delimitado y definible, comportaba un obstáculo demasiado grande para poner en prácti-
no era insensato servirse de su definición como vara de medida ca dicho sufragio." Y, sin embargo, en menos de dos décadas la In-
del progreso social. Dentro de esta concepción, siempre podía de- dia optó por el sufragio adulto universal para una población que
cirse con razón que determinados pueblos son menos modernos era todavía predominantemente iletrada. En su defensa de la nue-
que otros y que aquéllos necesitaban un periodo de preparación y va Constitución y de la idea de «soberanía popular» ante la Asam-
espera antes de poder ser reconocidos como partícipes plenos de blea Constituyente de larión, en vísperas -de- la declaración for-
la modernidad política. Pero ése era precisamente el argumento mal de independencia, Sarvepalli Radhakrishnan, quien luego sería
del colonizador, el «todavía no» al cual el nacionalista colonizado el primer vicepresidente de la India, abogaba contra la idea de que
oponía su «ahora». El logro de la modernidad política en el tercer los indios como pueblo no estaban aún en condiciones de gober-
mundo sólo era posible mediante una relación contradictoria con narse a sí mismos. En cuanto a él concernía, los indios, letrados
el pensamiento político y social europeo. Es verdad que con fre- o iletrados, siempre estuvieron capacitados para el autogobierno.
cuencia las elites nacionalistas ponían en práctica con sus propias Radhakrishnan declaró: «No podemos decir que la tradición repu-
clases subalternas -y lo siguen haciendo siempre y cuando las es- blicana sea ajena al carácter de este país. La hemos tenido desde el
tructuras políticas lo permitan- la teoría de la historia etapista en principio de nuestra historia». 30 ¿Qué podía ser esta postura, sino
la que se fundamentaban las ideas europeas de la modernidad po- un gesto nacional de abolición de la sala de espera imaginaria en
lítica. Sin embargo, hubo dos desarrollos necesarios en las luchas la que los indios habían sido emplazados por el pensamiento his-
nacionalistas que producirían al menos un rechazo práctico, si no toricista europeo? Huelga decir que actualmente el historicismo
teórico, de cualquier tipo de distinción etapista, historicista, entre permanece vivo y vigoroso en todas las prácticas y en el imagina-
lo premoderno o lo no moderno, y lo moderno. Uno fue el propio rio desarrollistas del Estado indio» Gran parte de la actividad ins-
rechazo por parte de la elite nacionalista de la versión «sala de es- titucional del Gobierno de la India se basa en la práctica cotidiana
pera» de la historia, cuando se encontró ante la justificación que del historicismo; existe una arraigada sensación de que el campe-
los europeos veían en ella para negar el «autogobierno» a los colo- sino aún está siendo educado y desarrollado para convertirse en
nizados. El otro fue el fenómeno propio del siglo xx de la plena ciudadano. Pero cada vez que se produce una movilización popu-
participación del campesino en la vida política de la nación (esto lista/política del pueblo en las calles del país y una versión de la
es, primero, en el movimiento nacionalista y, luego, como ciuda- «democracia de masas» se hace ostensible en la India, el tiempo

36 37
historicista queda momentáneamente suspendido. Y una vez cada
cinco años la nación exhibe un comportamiento político de demo-
cracia electoral que deja a un lado todos los supuestos de la ima- El proyecto Estudios Subalternos y la crítica al historicismo
ginación historicista del tiempo. El día de las elecciones, cada uno
de los indios adultos es tratado práctica y teóricamente como al- Este problema de cómo conceptualizar lo histórico y lo polí-
guien ya dotado de la capacidad de efectuar una elección cívica tico en un contexto en el que lo campesino ya era parte de la po-
importante, con educación o sin ella. lítica era sin duda una de las cuestiones clave que guiaban el pro-
La historia y la naturaleza de la modernidad política en un país yecto historiográfico de Estudios Subalternos.' Mi interpretación
que ha sido una colonia como la India genera así una tensión entre amplia del término «campesino» se sigue de algunas de las afir-
los dos aspectos presentes en los subalternos o campesinos en tan- maciones fundacionales efectuadas por Ranajit Guha, cuando él y
to que ciudadanos. Uno es el campesino que ha de ser educado para sus colegas se propusieron democratizar la escritura de la histo-
convertirse en ciudadano y que pertenece, por lo tanto, al tiempo ria india considerando a los grupos sociales subordinados los ar-
del historicismo; el otro es el campesino que, pese a carecer de tífices de su propio destino. Me parece significativo, por ejemplo,
\
\ educación formal, es ya un ciudadano. Esta tensión es afín a la que que Estudios Subalternos comenzase su carrera registrando una
e establece entre los dos aspectos del nacionalismo que Homi sensación de hondo malestar en relación con la idea misma de lo
Bhabha ha identificado provechosamente como el pedagógico y el «político» tal como había sido utilizada en las tradiciones acepta-
performativo. 32 La historiografía del nacionalismo, en el modo pe- das de la historiografía marxista en lengua inglesa. En ningún sitio
dagógico, describe como anacrónico el mundo del campesino, con resulta esto más manifiesto que en la crítica que formula Ranalt
su acento en el parentesco, los dioses y lo usualmente denomina- Guha en su obra de 1983, Elementary Áspects o easant nsurgency
do «sobrenatural». Pero la «nación» y lo político también encuen- in COUJIZTZF haAsljtos básicos de la insurrección campesina
tran una representación performativa en los rasgos carnavalescos de en la India colonial], de la categoría de_« repolítico» em_pleada_ppr
la democracia: en las rebeliones, las manifestaciones, los eventos elhistoriador británicii Eric Flobs_baw_m_ .
deportivos y el voto adulto universal. La cuestión es: ¿cómo con- La categoría de «Ireporítico» de Hobsbawm reveló los límites \
cebimos lo político en estos momentos en los que el campesino o del pensamiento historicista del marxismo a la hora de responder
el subalterno emerge en la esfera moderna de la política por dere- al desafío planteado al pensamiento político europeo por el ingre-
cho propio, como miembro del movimiento nacionalista contra la so del campesinado en la esfera de la política moderna. Hobsbawm
dominación británica, o como miembro del cuerpo político con to- reconocía aquello que era particular de la modernidad política del
das las de la ley, sin haber tenido que realizar ningún tipo de tarea tercer mundo. Estaba dispuesto a admitir el hecho de que fue «la
«preparatoria» que lo cualifique como «ciudadano burgués»? adquisición de conciencia política» por parte de los campesinos
He de aclarar que, tal y como lo empleo, el término «campesi- lo que «ha hecho de nuestra centuria la más revolucionaria de la
no» alude a algo más que a la figura del campesino con la que tra- historia». Sin embargo, pasó por alto las implicaciones
__ de esta ob-
baja el sociólogo. Yo recojo ese significado particular, pero también servación paá-enttó-Ptcrgír~"éiite -y-a en su propio análisis.
cargo la palabra con un sentido más amplio. Lo «campesino» fun- Las actividadesde los campesinos, organizadas -de modo muy fre-
ciona aquí como resumen de todas aquellas relaciones y prácticas cuente- en torno a los ejes de parentesco, religión y casta, y que
vitales en apariencia no modernas, rurales y no secularizadas que suponían agentes sobrenaturale'S'áCtuando junto a los seres hu-
constantemente dejan su huella en la vida, incluso, de las elites de manos, eran para él síntoma de una conciencia que no había adop-
la India y en sus instituciones de gobierno. Lo campesino repre- tado plenamente la lógica secular-institucional de lo político?' Ca-
senta todo lo que no es burgués (en sentido europeo) en la moder- racterizaba a los campesinos como «gente prepolítica que todavía
nidad y el capitalismo indios. La siguiente sección desarrolla con no ha hallado, o que acaba de encontrar, un lenguaje específico
más detalle esta idea. en el cual expresarse a sí misma. [El capitalismo] viene hacia ellos

38 39
desde fuera, de un modo insidioso, mediante el funcionamiento de ¿qué otra cosa podría ser el nacionalismo sino un movimiento po-
fuerzas económicas que no entienden». En el lenguaje historicista lítico moderno por el autogobierno?- y, sin embargo, no seguía la
de Hobsbawm los movimientos sociales de los campesinos del si- lógica del cálculo secular-racional inherente a la concepción mo-
glo xx permanecen en el ámbito de lo «arcaico»." derna de lo político. Esta esfera política campesina-pero-moderna
El impulso analítico del estudio de Hobsbawm pertenece a una no estaba desprovista de la acción de dioses, espíritus y otros seres
variedad de historicismo que el marxismo occidental ha cultivado sobrenaturales.' Los científicos sociales podían clasificar tales ac-
desde sus inicios. Los intelectuales marxistas de Occidente y sus tuaciones bajo la rúbrica de «creencias campesinas», pero el cam-
seguidores de otros sitios han desarrollado un conjunto vario de es- pesino, como ciudadano; no participaba de los supuestos ontoló-
trategias sofisticadas que les permite reconocer la evidencia del gicos que las ciencias sociales dan por descontados. Sin embargo,
carácter incompleto de la transformación capitalista en Europa y el punto de vista de Guha reconocía este sujeto como moderno y
en otros lugares, conservando a la vez la idea de un movimiento por eso rehusaba denominar «prepolítico» a la conciencia o el com-
histórico general desde un estadio premoderno hasta la moder- portamiento político de los campesinos. Insistía en que, en lugar \
nidad. Estas estrategias incluyen, primero, los antiguos y actual- de ser un anacronismo en el mundo colonial moderno, el campe-
mente desacreditados paradigmas evolucionistas del siglo xix -el sino era un contemporáneo real del colonialismo, una parte fun-
lenguaje de la «supervivencia» y la «permanencia»- hallados a ve- damental de la modernidad que el dominio colonial trajo a la In-
ces en la misma prosa de Marx. Pero hay también otras estrate- dia. No era una conciencia «atrasada» la suya -una mentalidad
gias, que constituyen variaciones del tema del «desarrollo desigual» que había quedado del pasado, una conciencia confundida por las
-derivado este mismo, como muestra Neil Smith, del empleo por instituciones políticas y económicas modernas y que se resiste a
parte de Marx de la idea de «tasas desiguales de desarrollo» en su ellas. La interpretación de los campesinos de las relaciones de po-
Crítica de la economía política (1859) y del empleo del concepto der a las que se enfrentan en el mundo, argumenta Guha, de nin-
/que más tarde hicieron Lenin y Trotski. 37 Ya sea que hablen del guna manera carece de realismo o mira hacia el pasado.
«desarrollo desigual», de la «sincronicidad de lo no sincrónico» de Desde luego, todo esto no fue formulado a la vez ni con la cla-
Ernst Bloch o de la «causalidad estructural» althusseriana, la cues- ridad que puede obtenerse en una mirada retrospectiva. Hay, por
ejemplo, pasajes de Elementary Aspects of Peasant Insurgency in
t i ó n es que todas estas estrategias conservan elementos de his-
toricismo en la dirección' de su pensamiento (a pesar de la OPosi- Colonial India en los que Guha sigue las tendencias generales de
ción explícita de Althusser al historicismo). Todas ellas adscriben un estudioso europeo marxista o liberal. En ocasiones interpreta
cuanto menos una unidad estructural subyacente (si no una expre- determinadas relaciones no democráticas -cuestiones de «domina-
siva totalidad) al proceso histórico y al tiempo, la cual hace posible ción y subordinación» directas que conciernen a lo que usualmen-
identificar ciertos elementos del presente como «anacrónicos». 38 te se denomina lo «religioso» o lo sobrenatural- como vestigios de
Latesidl«rogua»,cmhbservdopicaz- una era precapitalista, no completamente modernos y, en conse-
mente James Chandler en su reciente estudio sobre el romanti- cuencia, como un indicio de problemas de transición al capitalis-
cismo, va «de la mano» de la «antigua cuadrícula de un tiempo mo.' Relatos de la misma naturaleza también aparecen a menudo
vacío homogéneo»." en los primeros volúmenes del proyecto Estudios Subalternos. Pero
A través de la crítica explícita del punto de vista que considera mi opinión es que las afirmaciones de este tipo no representan ade-
la conciencia campesina como «prepolítica», Guha pudo sugerir cuadamente la fuerza radical de la crítica de Guha a la categoría
que la acción colectiva desempeñada por los campesinos en la In- de «prepolítico». Pues, si constituyeran principios válidos para el
dia moderna fue de tal naturaleza que efectivamente expandió la análisis de la modernidad india, se podría argumentar entonces a
categoría de lo «político» bastante más allá de los límites que le favor de Hobsbawn y su categoría de «prepolítico». Cabría soste-
asignaba el pensamiento político europeo." La esfera política en ner, de acuerdo con el pensamiento político europeo, que la ca-
la que el campesino y sus amos participaban era moderna -pues, tegoría de lo «político» resultaba inadecuada para analizar la pro-

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testa campesina, pues difícilmente la esfera de lo político se abs- nos, deriva de las formas secularizadas del cristianismo que ca-
traía alguna vez de los ámbitos de la religión y del parentesco pro- racterizan a la modernidad en Occidente y muestra una tenden-
pios de las relaciones de dominación precapitalistas. Las relaciones cia similar, primero, a forjar una «religión» a partir de una amal-
de poder cotidianas que implican parentesco, dioses y espíritus, gama de prácticas hindúes y, luego, a secularizar las formas de tal
en las cuales se encuentra inmerso el campesino, podrían, en ese religión en la vida de las instituciones modernas de la India." La
caso, denominarse «prepolíticas» con justicia. Cabría interpretar le- segunda no comporta necesariamente secularismo; es la que lle-
gítimamente la persistencia del mundo del campesino indio como va continuamente a los dioses y a los espíritus al dominio de lo
una señal del carácter incompleto de la transición de la India ha- político. (Lo cual ha de distinguirse del empleo secular-calculador
cia el capitalismo y el campesino mismo podría considerarse ca- de la «religión» en el que incurren muchos partidos políticos con-
balmente como un «tipo anterior», activo, sin duda, en el naciona- temporáneos en el subcontinente.) Interpretar estas prácticas como
lismo, pero en realidad operando bajo notificación de su extinción un vestigio superviviente de un modo más antiguo de producción
por parte de la historia del mundo. nos conduciría inexorablemente a concepciones de la historia eta-
No obstante, lo que me propongo señalar aquí es la tendencia pistas y elitistas; nos colocaría de nuevo en el esquema historicis-
opuesta del pensamiento que el descontento de Guha con la cate- ta. En dicho esquema, la historiografía no tiene otra manera de
goría de «prepolítico» revela. La rebelión campesina erl,ia India responder al desafio presentado al pensamiento y la filosofía po-
moderna, escribió Guha, «fue una fucha política»_43 He destacado líticos por la implicación de los campesinos en los nacionalismos
del siglo xx y por la emergencia de esos campesinos tras la inde-
lap-arátia-zpolitlea-»-en la cita para subrayar la tensión creativa
entre la inspiración marxista de Estudios Subalternos y el hondo pendencia como ciudadanos de pleno derecho de un Estado-na-
cuestionamiento que esta línea suscitaba, desde el comienzo mis- ción moderno.
mo, de la naturaleza de lo político en la modernidad colonial de A mi parecer, la crítica que dirige Guha a la categoría de «pre-
la India. Por ejemplo, en su examen de más de un centenar de ca- político» pluralizaTararircláláhiStória-del-fióder en la moder-
sos conocidos de rebeliones campesinas en la India británica en- nidad global y la separa de todo relato universalista del capital. La
tre 1783 y 1900, Guha mostró que las prácticas que convocaban a historiografía subalterna cuestiona el supuesto de que el capitalis-
dioses, espíritus y otros seres espectrales y divinos formaban parte mo lleva de manera necesaria las relaciones de poder burguesas
de la red de poder y prestigio con la que operaban tanto los subal- a una posición de hegemonía." Si la modernidad india coloca lo
ternos como la elite de Asia meridional. Estas presencias no eran burgués en yuxtaposición con lo que semeja preburgués, si lo so-
meramente un símbolo de algo cuya realidad secular era más pro- brenatural no secular colinda con lo secular y si ambos se hallan
funda y «más real»." en la esfera de lo político, no es porque el capitalismo o la mo-
La modernidad política sudasiática, argumentaba Guha, reú- dernidad política de la India hayan quedado «incompletos». Guha
ne dos lógicas de poder inconmensurables, ambas modernas. Una no niega los vínculos de la India colonial con las fuerzas globales
'es la lógica de los marcos legales e institucionales cuasi liberales del capitalismo. Lo que puntualiza es que lo que parecía «tradicio-
que la dominación europea introdujo en el país, los cuales, en va- nal» en esa modernidad era «tradicional sólo en la medida en que
rios sentidos, son anhelados tanto por la elite como por las clases sus raíces podían remontarse hasta los tiempos precoloniales, pero
subalternas. No es mi intención reducir la importancia de este fe- en modo alguno era arcaico en el sentido de anticuado»." Ésta
nómeno. Sin embargo, mezclada con ésta se encuentra la lógica era una modernidad política que finalmente daría lugar a una flo-
de otro conjunto de relaciones en las cuales también se hallan im- reciente democracia electoral, aun cuando «vastas áreas de la vida
plicados tanto la elite como las clases subalternas. Son éstas las y de la conciencia del pueblo» escapaban a cualquier tipo de «he-
relaciones que articulan la jerarquía mediante prácticas de subor- gemonía [burguesa]»."
dinación directa y explícita de los menos poderosos por parte de La fuerza de esta observación introduce en el proyecto de Es-
los más poderosos. La primera lógica es secular. En otros térmi- tudios Subalternos una crítica necesaria -aunque en ocasiones in-

42 43
cipiente- tanto al historicismo como a la idea de lo político. Mis miento político de la Europa moderna, considera que lo humano
argumentos a favor de la provincialización de Europa se siguen es; ont919Sicamente singular, que los dioses espf7lTus son en -de-
directamente del compromiso con este proyecto. La historia de la finitiva «hechos sociales», que de algunam-drie-rilo social enre
modernidad política de la India no puede escribirse como una sim- antes que ellos Me propongo, por el contrario, pensar sin el sti-
ple aplicación de los métodos de análisis del capital y del naciona- pú-ésíó siquiera de una prioridad lógica de lo social. Empírica-
lismo disponibles en el marxismo occidental. No es posible, como mente, no se conoce ninguna sociedad en la que los seres humanos
hacen algunos historiadores nacionalistas, oponer el relato de un hayan existido sin dioses y espíritus que los acompañaran. Aun-
colonialismo en retroceso a una descripción de un pujante movi- que el Dios del monoteísmo haya sufrido algunos reveses -si en
miento nacionalista que se propone establecer una perspectiva realidad no ha «muerto»- en el relato del «desencantamiento del
burguesa en toda la sociedad." Pues, según Guha, en Asia meri- mundo» de la Europa decirronónica, los dioses otros agentes pre-
dional no había una clase comparable a la burguesía europea de seltesenlaspia-cticas de la denónainadá «supersticion» nunca han
los metarrelatos marxistas, capaz de fabricar una ideología hege- muerto en sitio alguno. Opino que los dioses y los espíritus son
mónica que hiciese que sus propios intereses parecieran los de to- existencialmente coetáneos coríTo Humano y, a artir dé tal convic-
dos. La «cultura india de la era colonial», sostenía Guha en un en- cióri~la cuestión de7ser humano implica E-etreW:37i de
sayo posterior, desafía ser interpretada «ya sea como réplica de la existir junto a dioses y espíritus.' Ser humano significa, como se-
cultura liberal-burguesa británica decimonónica, ya sea como mero fijó kamachandra-a-ridhi, descubrir «la posibilidad de invocar
vestigio superviviente de una cultura precapitalista precedente»." a Dios (o a los dioses) sin tener obligación de mostrar primero su
Se trata de capitalismo, desde luego, pero sin relaciones burguesas realidad»." Y ésta es una razón por la que deliberadamente pres-
que alcancen una posición de hegemonía indisputable; es una do- cindo de toda sociología de la religión en mi análisis.
minación capitalista sin una cultura burguesa hegemónica o, en la
Conocida formulación de Guha, «dominación sin hegemonía».
Es imposible pensar en esta historia del poder plural y dar cuen- Plan de la obra
ta del sujeto político moderno en la India sin cuestionar al mismo
tiempo radicalmente la naturaleza del tiempo histórico. Las pro- Debería estar claro a estas alturas que la provincialización de
yecciones de futuros socialmente justos para los hombres suelen Europa no es un proyecto que rechace o que descarte el pensa-
dar por sentada la idea de un tiempo histórico único, homogéneo ~éiworie-o. La r-éracióri-Cori ún cuerpo de pensamiento al que
y secular. La política moderna se justifica a menudo como un re- uno debe en gran parte la propia existencia intelectual no puede
lato de soberanía humana ejercida en el contexto de un despliegue consistir en tomarse una «venganza poscolonial», para emplear la
incesante de tiempo histórico unitario. Creo que este planteamien- afortunada expresión de Leela Gandhi." El pensamiento europeo
to no resulta un instrumento intelectual adecuado para reflexionar resulta a la vez indispensable e inadecuado para ayudarnos a re-
sobre las condiciones de la modernidad política en la India co- flexionar sobre las experiencias de la modernidad politica en las
lonial y poscolonial. Es preciso que abandonemos dos de los su- tráéróriés rió occidentales, y provincializar Europa se convierte en
puestos ontológicos implícitos en las concepciones seculares de lo la tarea de explorar cómo este pensamiento -que en la actualidad
político y de lo social. El primero considera que el hombre existe es la herencia de todos nosotros y nos afecta a todos- podría ser
en el marco de un tiempo histórico único y secular que encierra renovado desde y para los márgenes.
otras clases de tiempo. Estimo que la tarea de conceptualizar las deSdé lüégó los rnárgenes son tan plurales y diversos
,

prácticas de la modernidad social y política en Asia meridional a como los centros. Europa parece diferente cuando se la observa
menudo requiere que asumamos la idea opuesta: que el tiempo desde el interior de experiencias de colonización o de infravalora-
histórico no es integral, que se halla dislocado de sí mismo. El se- ción de determinadas regiones del mundo. Los investigadores pos-
gundo supuesto, presente en las ciencias sociales y en el Pe-irga- coloniales, expresándose desde sus diferentes geografías del co-

44 45
lonialismo, han hablado de Europas diferentes. Los recientes es- «traducciones aproximadas» de términos nativos, a menudo to-
tudios críticos de latinoamericanistas, o de especialistas en la cues- mada de los mismos colonizadores. Tales traducciones coloniales
tión afrocaribeña y otros, se ocupan del imperialismo de España y resultaban burdas no sólo por ser aproximadas (y, por lo tanto, ine-
Portugal, triunfante en la época del Renacimiento y en decaden- xactas), sino también porque reflejaban los métodos improvisados
cia como poderes políticos hacia el final de la Ilustración.' A la del dominio colonial. El cuestionamiento de este modelo de «tra-
cuestión misma del poscolonialismo se le asignan múltiples y con- ducción aproximada» comporta emprender un examen crítico y
trovertidas localizaciones en los trabajos de los investigadores del firme del proceso mismo de traducción.
sudeste asiático, Asia oriental, África y el Pacífico.' Sin embargo, Mi proyecto, por lo tanto, se dirige hacia un horizonte que ha
por más que haya múltiples centros en Europa, por más que los sido señalado por un buen número de lúcidos investigadores de
/ colonialismos sean variados, el problema de ir más allá de las his- la política de la traducción. Éstos han demostrado que lo que la
f todas eurocéntricas sigue siendo un problema compartido que no traducción produce a partir de cosas aparentemente «inconmen-
conoce fronteras geográficas.' surables» no es ni una ausencia de relación entre formas de cono-
La siguiente es una cuestión clave en el mundo de los estudios cimiento dominantes y dominadas, ni cosas equivalentes que me-
poscoloniales. El próblema de la modernidad capitalista ya no pue- dien con éxito entre las diferencias, sino precisamente la relación
de considerarse_ simpreihente tomo un problema sociológico de parcialmente opaca que denominamos «diferencia»." La escritu-
transición histórica (como en los famosos «debate -s de transición» ra de relatos y análisis que produzcan esta translucidez -que no
de la historia europea), sino también como un problema de tra- transparencia- en la relación entre las historias no occidentales y
ducción. Hubo una época -antes de que la investigación misma se el pensamiento europeo y sus categorías de análisis es lo que tra-
hubiese globalizado- en la que el proceso de traducción de diver- taré de proponer e ilustrar en lo que sigue.
sas formas, prácticas e interpretaciones de la vida a categorías uni- Este libro necesariamente gira en torno a una escisión central
versales de teoría política de raigambre profundamente europea (y, si puedo decirlo, trata de aprovecharse de ella) en el pensa-
no parecía a la mayoría de los científicos sociales una práctica pro- miento social europeo moderno. Se trata de la separación entre las
blemática. Se sobreentendía que lo que se consideraba categoría tradiciones analítica y hermenéutica en las ciencias sociales. La
de análisis (como el capital) había trascendido el fragmento de his- división es algo artificial, sin duda (pues la mayoría de los pensa-
toria europea en el que surgió. Como máximo, asumíamos que una dores importantes pertenece simultáneamente a ambas corrien-
traducción «aproximada» resultaba adecuada para la tarea de la tes), pero la subrayo aquí a fin de esclarecer mi propio punto de
comprensión. vista. En líneas generales se podría explicar la separación en los
Las monografías escritas en inglés en los area studies, * por términos que siguen. La ciencia social analítica se propone sobre
ejemplo, representan un caso clásico de esta presuposición. Una todo «desmitificar» la ideología con el objeto de producir una crí-
característica estándar, preparada mecánicamente y nunca con- tica que apunte hacia un orden social más justo. Considero que el
sultada en las monografías de estudios asiáticos o area studies era representante clásico de esta tradición es Marx. La corriente her-
la sección denominada «glosario», que venía en la parte final del menéutica, por otro lado, genera una comprensión escrupulosa del
libro. No se esperaba en realidad que lector alguno interrumpie- detalle en busca de la comprensión de la diversidad de los mun-
se el placer de la lectura dirigiéndose frecuentemente a las últimas dos de vida humanos. Produce lo que podría denominarse «histo-
páginas para consultar el glosario. Éste reproducía una serie de rias afectivas»." La primera tradición tiende a vaciar lo local asi-
milándolo a algún universal abstracto; no afecta en lo más mínimo
* Area studies (estudios de área) es el nombre que recibe un amplio cam- a mi exposición el que ello se pueda llevar a cabo mediante un len-
po de estudios, surgido en el mundo académico anglosajón tras la segunda guaje empírico. La corriente hermenéutica, por su parte, conside-
guerra mundial, que se ocupa interdisciplinariamente de grandes áreas geo- ra que el pensamiento está íntimamente vinculado con lugares y
gráficas, geopolíticas o culturales, tales como Oriente Próximo, el sur de Asia
o Latinoamérica. (N. de los T.) formas particulares de vida. Es inherente a ella la crítica del nihi-

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lismo de lo puramente analítico. Heidegger es para mí la figura la afirmación como punto de partida de algunas consideraciones
más representativa de esta segunda tradición. importantes, pero también trata de llevar a la práctica buena par-
El libro trata de propiciar una suerte de diálogo entre estos dos te del programa esbozado en aquella declaración temprana. Por
notables representantes del pensamiento europeo, Marx y Heideg- consiguiente, he incluido una versión de aquella exposición, pero
ger, en el contexto del estudio de la modernidad política de Asia he añadido también un breve epílogo con el propósito de indicar
meridional. Marx resulta crucial para la empresa, en la medida en de qué manera el presente proyecto se sirve de ella como punto de
que su categoría de «capital» nos proporciona una manera de pen- partida, a la vez que se desvía de la misma de modos significati-
sar al mismo tiempo la historia y la figura secular del hombre a vos. Los capítulos restantes (2-4) giran en torno al problema de
una escala global, mientras que también hace de la historia una cómo se podrían abrir los relatos marxistas sobre la modernidad
herramienta crítica para comprender el mundo que el capitalismo capitalista a las cuestiones de la diferencia histórica. Los capítu-
produce. Marx nos permite confrontar convincentemente la ten- los 3 y 4 lo intentan abordando ejemplos concretos, mientras que
dencia siempre presente en Occidente a considerar la expansión el capítulo 2 («Las dos historias del capital») presenta el funda-
europea y capitalista como, en última instancia, un caso de altruis- mento teórico de toda la argumentación.
mo occidental. Pero trato de demostrar en un capítulo nuclear so- He concebido la organización de la segunda parte del libro
bre Marx (capítulo 2) que el tratamiento del problema del histo- -que titulo «Historias de pertenencia»- bajo el signo de Heidegger.
ricismo siguiendo a Marx en realidad nos impele hacia una doble Presenta varios estudios históricos sobre determinados temas de
posición. Por un lado, reconocemos la importancia crucial de la fi- la modernidad en la casta hindú superior y culta de Bengala. Los
gura del ser humano abstracto en las categorías de Marx precisa- temas en sí mismos podrían considerarse «universales» a las es-
mente como un legado del pensamiento de la Ilustración. Esta fi- tructuras de la modernidad política: la cuestión del ciudadano-su-
gura es fundamental para la crítica marxista del capital. Por otro jeto, «la imaginación» como categoría de análisis, ciertas ideas con-
lado, este ser humano abstracto impide plantear cuestiones de per- cernientes a la sociedad civil, las comunidades patriarcales, las
tenencia y de diversidad. Por mi parte, intento desestabilizar esta distinciones público/privado, la razón secular, el tiempo histórico
figura abstracta del hombre universal aportando en mi lectura de y otras de la misma naturaleza. Estos capítulos (5-8) desarrollan
Marx algunas observaciones heideggerianas sobre la pertenencia en detalle el proyecto historiográfico presentado en la propuesta
humana y la diferencia histórica. de 1992. Intento demostrar concretamente el modo en que las cate-
La primera parte del libro, que comprende desde el capítulo 1 gorías y estrategias que hemos aprendido del pensamiento europeo
hasta el 4, está organizada, por así decirlo, bajo el signo de Marx. (incluyendo la estrategia de historizar) resultan al mismo tiempo
He titulado esta parte «El historicismo y el relato de la moderni- indispensables e inadecuadas para explicar este caso particular de
dad». En su conjunto, dichos capítulos presentan algunas refle- modernidad no europea.
xiones críticas sobre concepciones historicistas de la historia y del Se hace oportuna una observación sobre el particular cambio
tiempo histórico y sus relaciones con los relatos de la modernidad de enfoque que se produce en el texto entre la primera y la segun-
capitalista en la India colonial. También se proponen explicar mi da parte. La primera se ocupa sobre todo de estudios históricos y
crítica al historicismo mediante el acento en que los debates his- etnográficos acerca de campesinos y tribus, grupos que podrían
tóricos sobre la transición al capitalismo también deben, para no denominarse «subalternos» en un sentido recto o sociológico. La
caer en la reproducción de la lógica historicista, concebir esa tran- segunda parte del libro se circunscribe a la historia de los benga-
sición como procesos de «traducción». El capítulo 1 reproduce, de líes cultos, un grupo que, en el contexto de la historia de la India,
manera abreviada, una afirmación programática sobre la provin- ha sido caracterizado (a veces inexactamente) como una «elite».
cialización de Europa que publiqué en 1992 en la revista Repre- A los críticos que quizá se pregunten por qué un proyecto que en
sentations. 59 La circulación de aquella aseveración se ha incremen- Principio surge a partir de las historias de las clases subalternas de
tado sustancialmente desde entonces. Al margen de Europa toma la India británica habría de ocuparse de determinadas historias

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de las clases medias cultas para llevar a cabo sus puntualizaciones tenidamente de los problemas de la traducción lingüística y cultu-
quisiera decirles lo siguiente. Este texto elabora algunos de los in- ral, inevitable en las historias de la modernidad política en un con-
tereses teóricos que surgieron con motivo de mi trabajo en el Gru- texto no europeo, requería mi conocimiento en cierta profundidad
po de Estudios Subalternos, pero no se propone una exposición de un idioma no europeo diferente del inglés, puesto que el inglés
de las prácticas de vida de las clases subalternas. Mi intención es es la lengua que media mi acceso al pensamiento europeo. El ben-
explorar las posibilidades y los límites de ciertas categorías euro- galí, mi primera lengua, ha subvenido por defecto a esa necesidad.
peas sociales y políticas para conceptualizar la modernidad polí- Debido a los accidentes y lagunas de mi propia educación, ma-
tica en contextos de mundos de vida no europeos. Para mostrar nejo únicamente el bengalí -y un tipo muy particular del mismo-
esto me ocupo de los pormenores históricos de mundos de vida con un sentido cotidiano de la profundidad y la diversidad históri-
particulares que he conocido con cierto grado de intimidad. cas que una lengua encierra. Lamentablemente no puedo hacer lo
Los capítulos de la segunda parte constituyen mi intento de mismo con ninguna otra lengua, ni siquiera con el inglés. Me he
abandonar lo que anteriormente he caracterizado como el prin- fundamentado en mi familiaridad con el bengalí para evitar los
cipio de «traducción aproximada» con el propósito de proveer de tan temidos cargos académicos de esencialismo, orientalismo y
genealogías plurales o conjuntas a nuestras categorías de análisis. «monolingüismo». Pues una de las ironías del intento de dominar
Metodológicamente, estos capítulos no constituyen más que un todo tipo de lengua en profundidad es que la unidad del lenguaje
principio. Conceder a los archivos existentes sobre las prácticas se quiebra en el proceso. Uno se vuelve consciente de la pluralidad
de vida en Asia meridional una relevancia contemporánea -produ- invariable de una lengua y de que su propia riqueza no puede con-
cir conscientemente y con los métodos del historiador algo como sistir sino en una formación híbrida a partir de muchos «otros»
lo que Nietzsche denominó «historia para la vida»- es una tarea lenguajes (incluyendo, en el caso del bengalí moderno, el inglés)»
enorme, fuera del alcance de una sola persona.' Requiere com- El empleo que realizo en este libro de material histórico espe-
petencia en varios idiomas, y los idiomas relevantes varían según cífico relativo a contextos bengalíes de clase media es, por consi-
la región de Asia meridional que se esté considerando. Pero no guiente, principalmente metodológico. No dispongo de asevera-
puede llevarse a cabo sin ocuparse en detalle y con cuidado de los ciones excepcionalistas o representacionales que pueda efectuar a
lenguajes, prácticas y tradiciones intelectuales presentes en Asia favor de la India ni, en realidad, Bengala. Ni siquiera puedo decir
meridional, al mismo tiempo que exploramos las genealogías de los que haya escrito una de las historias de la «clase media bengalí»,
principales conceptos de las ciencias humanas modernas. La cues- de lo cual a veces se acusa a los especialistas en estudios subalter-
tión no es rechazar las categorías de las ciencias sociales, sino in- nos en la actualidad. Los relatos que he narrado en la segunda par-
troducir dentro del espacio ocupado por las historias europeas par- te del libro se refieren a una minoría muy reducida de escritores
ticulares sedimentadas en esas categorías otro pensamiento teórico y reformadores hindúes, la mayoría de ellos varones, que fueron
y normativo consagrado en otras prácticas de vida existentes y en pioneros de la modernidad (masculina) política y literaria en Ben-
sus fuentes documentales. Pues sólo de esa manera podemos crear gala. Estos capítulos no representan la historia de las clases me-
horizontes normativos plurales, específicos de nuestra existencia dias hindúes de Bengala en la actualidad, pues la modernidad que
y relevantes para el examen de nuestras vidas y sus posibilidades. es objeto de mi análisis expresaba los anhelos sólo de una minoría
Tras este objetivo me vuelvo hacia el material de la clase me- incluso entre las clases medias. Si tales anhelos todavía pueden
dia bengalí en la segunda parte del libro. Con el fin de reunir encontrarse hoy en recónditos nichos de la vida bengalí, se en-
ejemplos históricos exhaustivos que ilustraran mis puntos de vis- cuentran con vida un buen tiempo después de su «fecha de cadu-
ta, necesitaba fijarme en un grupo social que hubiese sido cons- cidad». Hablo desde dentro de lo que se está convirtiendo -quizá
cientemente influido por los temas universales de la Ilustración de forma inevitable- en una porción progresivamente pequeña de
europea: las nociones de derechos, ciudadanía, fraternidad, socie- la historia de la clase media bengalí. Soy también tristemente cons-
dad civil, política, nacionalismo, etcétera. La tarea de ocuparme de- ciente de la brecha histórica entre bengalíes hindúes y musulma-

50 51
nes, que este libro no puede más que reproducir. Durante más de actual ha sido modulado también por el reciente resurgimiento
cien años los musulmanes han constituido para los cronistas hin- que ha experimentado gracias al estilo de análisis «neohistoricis-
dúes lo que alguna vez un historiador denominó con expresión ta» que han inaugurado Stephen Greenblatt y otros." Particular-
memorable la «mayoría olvidada».' No he sido capaz de trascen- mente importante es la tensión entre la insistencia de Ranke en el
der esa limitación histórica, pues este olvido de los musulmanes carácter único e individual de una identidad o de un aconteci-
se encuentra hondamente arraigado en la educación y en la crian- miento histórico y el reconocimiento de tendencias históricas ge-
za que he recibido en la India independiente. El nacionalismo anti- nerales que pone en primer plano la tradición hegeliano-marxis-
colonial bengalí-indio, implícitamente, concebía lo «hindú» como ta.64 Esta tensión constituye ahora una parte heredada de nuestro
lo normal. Como tantos otros en mi situación, deseo que llegue el modo de entender el oficio y la función del historiador académi-
día en que el punto de vista por defecto adoptado en los relatos co. Teniendo presente esta compleja historia del concepto, inten-
acerca de la modernidad bengalí no suene de manera exclusiva, y taré explicar en lo que sigue mi empleo del mismo.
ni siquiera predominantemente, hindú. Ian Hacking y Maurice Mandelbaum han ofrecido las siguien-
Concluyo el libro tratando de vislumbrar nuevos principios tes definiciones minimalistas del historicismo:
para reflexionar en torno a la historia y el sentido del futuro. Aquí
mi deuda con Heidegger es más explícita. Indago cómo sería po- «[El historicismo es] la teoría de que los fenómenos sociales y
sible mantener unidas la visión del mundo secularista historicis- culturales se hallan históricamente determinados y de que cada
ta y la no secularista y no historicista explorando en profundidad periodo de la historia tiene sus propios valores que no son di-
la cuestión de las diversas maneras de «ser-en-el-mundo». Este ca- rectamente aplicables a otras épocas»" (Hacking).
pítulo procura ofrecer una culminación del empeño global de la
obra por cumplir un doble cometido: reconocer la necesidad «po- «El historicismo es el punto de vista según el cual la compren-
lítica» de pensar basándose en totalidades y, a la vez, desmontar sión adecuada de la naturaleza de todo fenómeno y la evalua-
constantemente el pensamiento totalizador poniendo en juego ca- ción adecuada de su valor deben obtenerse considerándolo a
tegorías no totalizadoras. Sirviéndome de la idea heideggeriana partir del lugar que ocupó y del papel que desempeñó dentro
de «fragmentariedad» y de su interpretación de la expresión «no de un proceso de desarrollo»" (Mandelbaum).
todavía» (en la segunda sección de El ser y el tiempo) trato de en-
contrar cobijo para el racionalismo posilustrado en las historias Efectuando una suerte de tamización a partir de éstas y otras
de pertenencia bengalíes que narro. Al margen de Europa comien- definiciones, así como de elementos adicionales destacados por
za y finaliza reconociendo que el pensamiento político europeo especialistas en el estudio del historicismo, podríamos decir que
resulta indispensable para las diversas interpretaciones de la mo- el «historicismo» es una concepción con las características que si-
dernidad política no europea y, sin embargo, se enfrenta a los pro- guen. Sostiene que, a fin de comprender la naturaleza de cual-
blemas de las interpretaciones que esa condición de indispensabi- quier cosa en este mundo, debemos considerarla como una en-
lidad naturalmente crea. tidad desarrollada históricamente, esto es, primero, como un todo
único e individual -como un tipo de unidad, al menos en poten-
cia- y, segundo, como algo que se desarrolla a lo largo del tiempo.
Nota sobre el término «historicismo» Es típico del historicismo tener en cuenta complejidades y zigzags
en tal desarrollo; trata de hallar lo general en lo particular y no
El término «historicismo» tiene una historia larga y compleja. asume supuesto teleológico alguno. Pero la idea de desarrollo y el
Aplicado a los escritos de un conjunto de investigadores que a me- presupuesto de que en el proceso mismo de desarrollo transcurre
nudo son tan opuestos y tan diferentes unos de otros como Hegel Una determinada cantidad de tiempo resultan críticos para este
y Ranke, no se presta a definiciones fáciles y precisas. Su empleo planteamiento." Huelga decir que este paso del tiempo, constitu-

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tivo tanto de la narración como del concepto de desarrollo, es, en Primera parte
las famosas palabras de Walter Benjamin, el secular, vacío y homo- El historicismo
géneo tiempo de la historia." Ciertas ideas, viejas y nuevas, sobre y el relato de la modernidad
discontinuidades, rupturas y cambios en los procesos históricos
han desafiado de vez en cuando el dominio del historicismo, si bien
la mayor parte de la historia escrita sigue siendo profundamente
historicista. Lo cual significa que todavía concibe su objeto de in-
vestigación como internamente unificado, y que lo considera como
algo que se desarrolla a lo largo del tiempo. Esto resulta especial-
mente verdadero -a pesar de todas sus diferencias con el histori-
cismo clásico- en los casos de las narraciones históricas sustenta-
das por las cosmovisiones marxista o liberal y es lo que subyace a
las descripciones/explicaciones pertenecientes al género «historia
de»: el capitalismo, la industrialización, el nacionalismo, etcétera.

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