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2) Aspecto Civil: Tenía que ver con Israel como una nación.
3) Aspecto Moral: La base ética de principios universalmente aplicables.
¿Qué es la Conciencia?
La conciencia es definida normalmente como el conocimiento interno de lo bueno y lo malo; y/o la
capacidad de juzgar sobre ello[i]. Podríamos decir que la conciencia funciona como una especie de
tribunal interno que delibera sobre nuestras acciones, la conciencia usa la información que tiene
sobre la bondad o la maldad que algo produce para indicarnos acerca de una decisión o la
consecuencia de ella.
1 Pedro 3:16-18 dice, 16Tengan una buena conciencia, para que sean avergonzados aquellos que
murmuran, y dicen que ustedes son malhechores, y los calumnian por su buena conducta en
Cristo. 17 Es mejor que ustedes sufran por hacer el bien, si Dios así lo quiere, que por hacer el
mal. 18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para
llevarnos a Dios.
La palabra “conciencia” en español viene de dos raíces del latín: el prefijo con, y la palabra ciencia,
que significa saber. La conciencia ES ESE JUEZ INTERNO, que nos da testimonio… que nos permite
estar conscientes del bien y del mal… ya sea aprobando nuestras acciones, o acusándolas.
Así pues, la conciencia es una herramienta dada por Dios a los hombres con el fin de controlar o
refrenar sus acciones. Ese ese el espacio en el cual Dios actúa en su Gracia común para refrenar el
mal de la humanidad caída, pero también para regular las acciones pecaminosas en un creyente.
Ya que la conciencia moldea a las personas a su estándar más alto, las creyentes necesitamos
mantener ese alto estándar, sometiéndonos a la Palabra de Dios
Dios nos ha diseñado de tal manera que aún en nuestro estado natural más elemental, nuestra
conciencia está informada acerca de las cosas buenas y malas, incluso si no hemos sido
informados externamente al respecto, y la razón es que Dios ha escrito esa información en
nosotros (Rom 2:15).
Un hombre puede no conocer la ley al respecto de “no matar”, incluso, puede no aceptar la
ley, pero aun así su conciencia le informa que ha hecho mal (Rom 2:16); otra cosa es cuando este
hombre tiene su conciencia cauterizada
En un edificio las columnas sostienen las vigas, las vigas las paredes, las paredes cargan con las puertas y ventanas, y la
obra se mantiene en pie. De la misma manera ha de ser en el uso de la libertad de conciencia en la vida cristiana:
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo… Solamente que no uséis la libertad como
ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gal.6:2;5:13).
pero la verdadera fortaleza radica no tanto en que tengas conocimiento, sino en que puedas andar en la ley de Cristo, y
no ser tropiezo a tu débil hermano. Pablo fue un hombre como tú y yo, y observa el ejemplo que nos da en estas
palabras: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a
judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi
propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos” (1Co.10:31-33).
Así que, por amor, habrá un mutuo sostén, poder y testimonio.
Renunció a su propio derecho con el fin de imitar a Cristo
llamaríamos ser un instrumento de gracia y salvación.
El verdadero amor busca no tanto ser agradable, sino beneficiar al hermano con lo mejor.
Es el deber de todo hombre combatir la ignorancia y ser poseedor de una conciencia bien informada o educada.
El mandato es a cultivar una conciencia educada por el evangelio,
trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.
Gálatas 1:10 10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres?
Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Gálatas 2:3-5 3 Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; 4 y
esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que
tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, 5 a los cuales ni por un momento accedimos a
someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.
Gálatas 5:1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al
yugo de esclavitud.
Romanos 10:17 17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Romanos 14:23 23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que
no proviene de fe, es pecado.
Hechos 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda
solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
Juan 4:22 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene
de los judíos.
1 Corintios 3:5 5 ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y
eso según lo que a cada uno concedió el Señor.
2 Corintios 1:24 No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque
por la fe estáis firmes.
Lo que Cristo manda o pide es que si uno se encuentra en un escenario donde el uso de la libertad pueda herir a otro,
que renuncie a su privilegio y se goce en hacer el bien. Es cierto que puedes hacer un uso inocente de la moda, del
baile, el alcohol, las diversiones y otras tantas; pero ten presente que no vives en Noruega, sino en una comunidad de
redimidos por la Sangre Inocente del Cordero de Dios, y allí hay débiles de conciencia, con quienes tienes una deuda de
amor, o de cuidarlos contra el engaño del pecado. Muchos te conocen como lo que eres, cristiano. Procura, pues, vivir
como tal, dando gloria a Dios. Hazte siempre estas dos preguntas: ¿Puedo hacer esto siempre y no pecar? ¿Puedo
hacerlo en mi presente circunstancia? Concluimos con el ruego de Pablo a Timoteo: “El Señor te dé entendimiento en
todo” (2Ti.2:7). Amén.
Aquellos que bajo el pretexto de la libertad cristiana practican cualquier pecado o abrigan cualquier concupiscencia, al pervertir así el propósito principal de la gracia del evangelio para su
propia destrucción,1 destruyen completamente, por tanto, el propósito de la libertad cristiana, que consiste en que, siendo librados de las manos de todos nuestros enemigos, sirvamos al
Señor sin temor, en santidad y justicia delante de El, todos los días de nuestra vida. 2
1.Muertos al pecado
6 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
2
En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
En un edificio las columnas sostienen las vigas, las vigas las paredes, las paredes cargan con las puertas y ventanas, y la
obra se mantiene en pie. De la misma manera ha de ser en el uso de la libertad de conciencia en la vida cristiana:
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo… Solamente que no uséis la libertad como
ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gal.6:2;5:13). Quizás tú seas lo suficientemente
fuerte para usar cierta moda, beber alcohol, bailar, ir a una fiesta, o cualquier otra cosa, y no pecar en tu corazón; pero
la verdadera fortaleza radica no tanto en que tengas conocimiento, sino en que puedas andar en la ley de Cristo, y no ser
tropiezo a tu débil hermano. Pablo fue un hombre como tú y yo, y observa el ejemplo que nos da en estas palabras: “Si,
pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a
gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio,
sino el de muchos, para que sean salvos” (1Co.10:31-33). Sería cruel que alguno haya llegado a conocer de las delicias
que hay en Cristo, y por hacer un uso inapropiado de su libertad haga tropezar a otros y les impida alcanzar esos
deleites. Así que, por amor, habrá un mutuo sostén, poder y testimonio.
Oiga lo que es verdadero amor por Cristo: “También yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio
beneficio, sino el de muchos” (1Co.10:33); parecería como si Pablo hubiera vivido para agradar a los hombres, y de
cierto que en parte así fue, pero agradándole en aquello de beneficio para este mundo y el porvenir; óigalo: “Para que
sean salvos.” (v33). Eso es amor, hacer buen uso de la fortaleza propia para el sostén del prójimo. Renunció a su propio
derecho con el fin de imitar a Cristo; el cual, siendo rico, se hizo pobre para que fuésemos enriquecidos. Esto es lo que
con propiedad y buen sentido llamaríamos ser un instrumento de gracia y salvación. El verdadero amor busca no tanto
ser agradable, sino beneficiar al hermano con lo mejor.
El primer cuido es el bien del prójimo, sin dejar los otros. El uso de la libertad cristiana no viola la esencia del
evangelio, ¿por qué?: “Porque el amor no busca lo suyo propio” (v5). El corazón que ama no considera un perjuicio
abstenerse de cualquier deseo legítimo por el bien ajeno. Tampoco ve como pérdida condescender para complacer,
óigalo: “Porque todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mat.16:25). La gloria del Cristiano es la Cruz
de Cristo, a diferencia del incrédulo, quien es enemigo de la cruz. Así que, el amor es complaciente y benevolente,
busca la complacencia del prójimo en lo que es bueno para edificación. La fe es la gracia que une nuestras almas con
Cristo, y el amor nos une con Su cuerpo místico, los hermanos. Por eso se le denomina el “vinculo perfecto” (Fil.3:14).
Una definición más general posible de la benevolencia es que de manera real y sincera se ocupa del bienestar ajeno. En
este sentido vemos la salud espiritual de la Iglesia, en que cada uno aporta para el cuido y bienestar del otro, y este
aporte trae como fruto que la unión haga la fuerza para producir un bien común: en fe y amor vivir para la gloria de
Dios, y el bienestar de la Congregación. De otro modo, que la benevolencia es la gracia que te alegra en hacer el bien;
en particular, en el uso de tu libertad cuidando la conciencia del más débil en la fe.
Un buen entendimiento de las doctrinas ha de ser usado en amor, cuidando la conciencia ajena
Cuando leemos u oímos las Escrituras, es recomendable colocarse en la posición de los personajes, para imitar lo bueno
y desechar lo malo. Desechar la critica injusta como suelen hacer lo débiles, y la falta de amor de los fuertes, y sí imitar
la benevolencia de Pablo. Ahora bien, no se nos pide renunciar a los derechos de la libertad cristiana, permitiendo que
otros se enseñoreen sobre nuestra conciencia. Lo que Cristo manda o pide es que si uno se encuentra en un escenario
donde el uso de la libertad pueda herir a otro, que renuncie a su privilegio y se goce en hacer el bien. Es cierto que
puedes hacer un uso inocente de la moda, del baile, el alcohol, las diversiones y otras tantas; pero ten presente que no
vives en Noruega, sino en una comunidad de redimidos por la Sangre Inocente del Cordero de Dios, y allí hay débiles
de conciencia, con quienes tienes una deuda de amor, o de cuidarlos contra el engaño del pecado. Muchos te conocen
como lo que eres, Cristiano. Procura, pues, vivir como tal, dando gloria a Dios. Hazte siempre estas dos preguntas:
¿Puedo hacer esto siempre y no pecar? ¿Puedo hacerlo en mi presente circunstancia? Concluimos con el ruego de Pablo
a Timoteo: “El Señor te dé entendimiento en todo” (2Ti.2:7). Amén.
El cristiano y la libertad de
conciencia
Jacobis Aldana M
Frecuentemente escucho a hermanos decir –Si la biblia no dice nada sobre tal tema,
entonces usa tú conciencia; si ella no te redarguye entonces no es pecado —
Parece que reducir los debates al campo de la conciencia es la mejor forma de evitarlos;
y aunque admito que en ocasiones este principio es totalmente válido, me he
encontrado con la realidad de personas que yerran en cuanto a la forma en que usan
su conciencia para juzgar algo como bueno o malo, ya sea porque no tienen en cuenta
la conciencia de otros o porque su conducta no es más que un serio problema de pecado
en el corazón.
Dios nos ha diseñado de tal manera que aún en nuestro estado natural más
elemental, nuestra conciencia está informada acerca de las cosas buenas y
malas, incluso si no hemos sido informados externamente al respecto, y la razón es
que Dios ha escrito esa información en nosotros (Rom 2:15).
Así pues, la conciencia es una herramienta dada por Dios a los hombres con el fin de
controlar o refrenar sus acciones. Ese ese el espacio en el cual Dios actúa en su Gracia
común para refrenar el mal de la humanidad caída, pero también para regular las
acciones pecaminosas en un creyente.
Por ejemplo, la conciencia de un creyente maduro, que conoce las leyes y estatutos
de Dios, es más informada que la de un creyente recién convertido, por lo que de
seguro, en el creyente maduro, su conciencia aprobará o desaprobará cosas o
situaciones que el creyente inmaduro aún no.
Un creyente puede decir que la biblia no dice nada al respecto de no fumar, pero de
seguro, si su conciencia está informada, él sabrá que la biblia nos manda a cuidar el
templo del Espíritu Santo, que es nuestro cuerpo; su conciencia también debe estar
informada al respecto del carácter moral de tal situación, que fumar está asociado a
prácticas que generalmente no glorifican a Dios. Por tanto, no es suficiente solo con
usar su libertad de conciencia, sino asegurarse que ella esté correctamente informada
al respecto.
Pablo está frente a algo sobre lo cual no había una legislación clara aún, al menos en
el contexto del nuevo testamento; sin embargo, aunque el Apóstol reconocía que no
era problema comer carne (1 Cor 8:4), Él no interpuso lo que su conciencia aprobaba
por encima de aquello que los hermanos débiles desaprobaban; más bien mandó a
que por medio de la tolerancia [recibirse unos a otros] los hermanos fuertes en sus
conciencias, no fueran tropiezo a los débiles, ni los débiles juzgarán a los fuertes.
Mi punto es, en armonía con el tema de este post, que no podemos usar nuestra
libertad de conciencia de manera indiscriminada, no sin antes contemplar a cuántas
personas puedo estar afectando, no sea que me hace siendo tropiezo a la causa de
Cristo y otro hermano peque por mi causa.
Y así, por tu conocimiento, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De
esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia,
contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no
comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano. (1 Cor 8:11-13).
Esto viene a ser peligroso porque luego que alguien quebranta su propia regla de
conciencia, y lo hace de nuevo, y otra vez, la conciencia gradualmente va perdiendo
su función hasta que se cauteriza. De modo que si voy a usar de libre conciencia, no
debo estar dudando al respecto y estar seguro también, que no estoy quebrantando
alguna regla interna de la que he estado plenamente convencido.
Una persona puede estar amando tanto su pecado, que aunque diga que él no se
condena en lo aprueba, lo que evidencia es un serio problema del corazón que ya no
necesita de corregir la conciencia sino de un arrepentimiento genuino.