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EL AÑO DE HUMBOLDT

Eduardo Almeida Reyes


1-05-2019
http://docenteconvoz.blogspot.com/2019/05/el-ano-de-humboldt.html

“…Él [Humboldt] se dió más tiempo en Quito de lo que tenía previsto, porque estuvo
completamente captado por la singular belleza de la ciudad y por el calor humano
de los ciudadanos y por ello se quedó muy a gusto…”
(Weizsäcker, 1993: 31)

Ecuador realizará en el transcurso de este año actividades especiales y


celebraciones por los 250 años del natalicio del científico alemán; éstas se dieron a
conocer el pasado mes de febrero en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
En dicho acto se contó con el Presidente de la República Federal de Alemania Frank-
Walter Steinmeier, quien visitó el país y dejó un mensaje, igual que el sabio
compatriota en su tiempo, del interés por la naturaleza y el desarrollo de una
conciencia ambiental global.

Ha sido preciso que transcurran 26 años para contar con una visita oficial de alto
nivel, como ocurrió en noviembre de 1993, cuando llegó en igual misión, el
Presidente Richard von Weizsäcker y su esposa. Viene al recuerdo este hecho
porque en aquella oportunidad el Presidente conoció la Mitad del Mundo y recorrió
el monumento arqueológico de Pucará de Rumicucho guiado por el autor, con la
asistencia de la traductora Dña. Carmen Sevilla. Para aquella fecha nos
encontrábamos en pleno trabajo de campo, por lo que el ilustre visitante se interesó
en los detalles de este proyecto de investigación. Al recorrerlo, se desprendió de su
chaqueta y corbata y expreso su emoción por el ambiente de silencio y tranquilidad
que transmite el lugar, y la amplitud de visibilidad en el horizonte de los cuatro
puntos cardinales. Un año antes de esta experiencia, viajé a Venezuela y al pasar por
Maiquetía adquirí el libro de Alejandro von Humboldt, Viaje a las regiones
Equinocciales del Nuevo Continente, editado por Monte Ávila Editores (1991). En
el primer tomo de esta obra, que llevé al sitio arqueológico, tuve la oportunidad de
solicitarle que pusiera su firma y rubrica, hecho que lo hizo con mucho agrado; el
libro lo conservo como un recuerdo de mí actividad laboral en el campo de la
arqueología, particularmente en la atención que brindé a investigadores y
académicos venidos de fuera del país. Entre otros, John Murra (USA), José Alcina
Franch (España), Udo Oberem y Roswith Harmann (Alemania), Olaf Holm (Danés
nacionalizado ecuatoriano), Luis Lumbreras (Perú), Paulo Carvhalo Neto (Brasil),
todos amigos muy estimados de Hernán Crespo Toral, con excepción de Paulo, a
quien conocí en el Curso de Folklore que lo dictó en la Casa de la Cultura Ecuatoriana
en el año 1990. Sus enseñanzas y la lectura de su amplia bibliografía sobre el
Ecuador, me motivaron a investigar estos ámbitos de la cultura.

El Comercio. 11-11-1993

En la presente ocasión, el Presidente alemán, en un gesto de aprecio a la memoria


de Humboldt, visitó los tambos donde se hospedó el sabio y sus acompañantes en
las ascensiones al Chimborazo y Antizana. En el primer caso, el de Chuquipogyo
ubicado al pie del nevado y en el otro, la antigua casa de hacienda Antizana, paso
obligado para ascender a los páramos y cumbre de la montaña. La figura del
científico recorrió el Ecuador en su zona andina, y dejó marcada una huella en el
campo de las ideas y de la ciencia, que merecen ser recordadas y valoradas en el
presente.

La lectura de la obra en homenaje al sabio alemán, La invención de la naturaleza.


El Nuevo Mundo de Alexander von Humboldt, de la investigadora Andrea Wulf
(2018), me motiva a destacar lo más sobresaliente de los aportes de un naturalista,
geógrafo y personaje admirable que cambió la forma de entender el medio físico,
con conceptos derivados de su amplio dominio de las ciencias de la tierra y del
hombre. No sólo se lo aprecia por su rigurosidad en materia del análisis del paisaje,
del reino vegetal o animal, sino también por las descripciones arqueológicas de
monumentos prehispánicos y por su opinión sobre la situación del indio en América,
como consecuencia de la explotación colonial y la necesidad de apoyar una
revolución que rompa estas cadenas, que a su paso por París, lo conversó con Simón
Bolívar. Fue también un intelectual que en su formación se alimentó de las ideas de
la Ilustración para aplicarlas en el estudio de la naturaleza, al mismo tiempo que
disfrutó y conoció la profundidad del Romanticismo para describirla, por la larga
amistad que cultivó con un representante de este movimiento como fue Johann
Wolfang von Goethe.

QUITO AL ARRIBO DE HUMBOLDT


A inicios del siglo XIX la Audiencia de Quito dependía del Virreinato de Nueva
Granada y éste a su vez de la monarquía española, presidida por el rey Carlos IV.
Humboldt llegó desde el norte, siguiendo la ruta que permitía unir Bogotá con
Popayán, Pasto y Quito. Era el llamado Camino Real, con antecedentes de su
construcción y uso durante la época incaica en el segmento desde Pasto. Para finales
del siglo XVIII la Audiencia tenía una población indígena que representaba el 65.2
% de los habitantes, y los blancos y criollos el 26.7 % (Ramón, 1992: 11).

Por las condiciones de supremacía del gobierno colonial, el campo de las artes,
ciencias y letras estaban dominadas por la religión Católica, a través de centros de
enseñanza, universidades, seminarios y conventos, y por el predominio de la
autoridad eclesiástica sobre los derechos de los habitantes, en su mayoría indios. Se
debe anotar que 40 años atrás, había pasado por Quito la Misión Geodésica Francesa
presidida por Carlos María de La Condamine, primer contacto de las ideas de la
Ilustración en las tierras andinas.

Una interesante coincidencia en el tiempo de la llegada de Humboldt (1801), fue la


presencia del naturalista español Celestino Mutis en Bogotá, donde pasó más de 40
años realizando estudios de la flora, y la presencia de Francisco José de Caldas,
prócer de la independencia americana y también hombre de ciencia de la época, que
acompañó a Humboltd desde Ibarra a Quito. El sabio alemán conoció a los dos y se
enteró de los resultados de sus investigaciones.

Residió por algún tiempo en la casa del Marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montufar,
en Quito y en el valle de los Chillos, escenarios en los que cultivó estrecha amistad
con Carlos Montúfar, hijo del Marqués, que al poco tiempo se convirtió en asistente
de Humboldt. Al final de las exploraciones, acompañó al sabio alemán a Lima, Cuba,
México y finalmente a Europa. La ciudad y sus habitantes lo recibieron con
espontánea simpatía, llegando a expresar “Mi estancia en Quito resultó de lo más
agradable (…). La ciudad respira únicamente una atmósfera de lujo y bienestar” (En
Arauz, 1959: 166). El contacto con la elite de la sociedad y su agudeza mental no le
impidieron reconocer que el descontento de la nobleza criolla no era cuestión de
novelería, sino más bien el fruto de un discurso de reivindicación basado en las ideas
filosóficas de la época (Ibíd., 167), que cuestionaban la legitimidad del poder del rey.

HUMBOLDT EN LOS ANDES


El mayor aporte a las ciencias que desarrolló Humboldt y su asistente Bompland,
se generó en los estudios que realizó en el actual territorio de Venezuela,
particularmente en la zona de Cumaná y en el Orinoco. Desde luego que también son
impresionantes sus descripciones y análisis que realizó en sus observaciones en el
continente americano, europeo y asiático. En el caso del Ecuador, su viaje lo planificó
en el supuesto de que podía encontrar en el Callao a la expedición del francés Baudin.
Al enterarse de que no sería posible este encuentro, porque el científico ya había
partido a otro destino, decidió recorrer los valles interandinos durante
aproximadamente ocho meses. En este lapso, y de acuerdo a sus testimonios
documentales, realizó visitas a varios sitios arqueológicos incaicos, de los cuales
dejó planos y descripciones; también ascendió a montañas, en las que realizó
estudios de la composición del aire en las alturas y analizó las condiciones de las
plantas en relación con la altitud; también le puso atención a la geología de los
volcanes. Entre las montañas visitadas se encuentran el Pichincha, el Antizana, el
Cotopaxi y el Chimborazo.

Una detallada monografía sobre Humboldt en el Ecuador la debemos al trabajo de


Ángel Bedoya Maruri, que en los años 60s participó en las primeras acciones de
conservación y restauración del monumento de Ingapirca, cuando éste dependía del
Consejo de Gobierno del Museo del Banco Central del Ecuador. En esta publicación
(1969), realizada en homenaje a los 200 años del natalicio, el autor recoge lo más
sobresaliente de sus estudios realizados en monumentos indígenas como San
Agustín de Pachuzala y el cerro de El Callo en la provincia de Cotopaxi. En su viaje
hacia el sur, atravesó el páramo de Culebrillas, ruta que saliendo de Achupallas llega
hasta Ingapirca a través del Camino del Inca. Humboldt describe esta ruta, lo mismo
que las ruinas del tambo de Paredones, construido en las orillas de la laguna. En
Ingapirca, analiza el sitio arqueológico en atención a la opinión que dieron en el
pasado los cronistas y los integrantes de la misión geodésica francesa. Cataloga a
este edificio como un lugar de uso religioso, no obstante que también reconoce que
servía a la realeza inca en sus viajes.

HERENCIA ADMIRABLE
La trascendencia del conocimiento que dejó el sabio alemán va más allá de sus libros
y aportes a la ciencia, toda vez que su nombre se perennizó en la corriente marina
que baña las costas de Ecuador, Perú y Chile, como también en la formación vegetal
asociada, llamada por Acosta Solís Xerofilia Humboldtiana, visible en las costas de
Santa Elena, Manabí y el Oro (1977: 348). Al cumplirse los 100 años de la muerte de
Humboldt (6 de mayo de 1959), las Secciones de Ciencias de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana, prepararon un nutrido programa académico en el que participaron
autoridades del país y delegados de Alemania. El detalle de este acontecimiento, que
contó con conferencias magistrales a cargo de personalidades de la talla de Carlos
Manuel Larrea, Julio Arauz, C. Troll, Hermann Trimborn, Walter Sauer, Isaac J.
Barrera, se publicó en el Boletín deInformaciones Científicas Nacionales N
90 (1959), cuando la Casa de la Cultura Ecuatoriana estaba presidida por el Dr. Julio
Endara. Se trata de una importante fuente de información para conocer la labor del
científico alemán y la situación de Quito en el tiempo de su visita. En materia
geológica, el documento recoge la conferencia del Dr. Walter Sauer, profundo
conocedor de las razones que motivaron a Humboldt a ascender a las montañas de
los Andes ecuatoriales.

El personaje que ha motivado este texto, fue el más admirado en su tiempo en el


mundo occidental, tanto por gobernantes, academias, científicos e intelectuales; su
nombre está grabado en centenares de monumentos y con él se han bautizado calles,
centros culturales, montañas, ciudades y una corriente marina que baña las costas
de América del Sur. Las razones de esta inigualable cantidad de reconocimientos y
elogios, se debe a que su vida la dedicó a la ciencia, aplicando un método de análisis
objetivo y experimental y sus resultados los puso al alcance del mundo con sus
publicaciones, muchas de ellas, igual que sus excursiones, financiadas con recursos
propios.

Una valoración contemporánea de sus aportes lo propone Andrea Wulf en la obra


arriba citada; no lo hace como un listado de puntos a favor, sino a través de una
investigación muy bien documentada, que se hace leer con emoción en todos sus
capítulos. Se trata ciertamente de una obra que rescata a Humboldt del s. XIX y lo
ubica en el presente, al considerarlo como pionero de muchos de los principios y
conceptos que hoy rigen en el tratamiento de las ciencias de la tierra y de la vida. En
un resumen apretado, se destacan los siguientes aportes:

Chimborazo. En Ortiz Crespo, 1981


Universalización del conocimiento. Las expediciones de Humboldt, que hoy
llamaríamos trabajo de campo, se hicieron a píes o a lomo de caballo, con la ayuda
de arrieros, guías y porteadores, que se encargaban de transportar equipaje,
alimentos y sobre todo los equipos de medición y experimentación, y materiales
para el registro de los datos. El sabio y su ayudante francés Aimé Bompland, pasaban
todo el día en tareas de recolectar muestras, tomar anotaciones, realizar dibujos, en
jornadas agotadoras que a veces no les quedaba tiempo apenas para recuperar
fuerzas. El resultado de este trabajo, al final, se traducía en conocimiento nuevo, que
había que “compartirlo, intercambiarlos y ponerlos a disposición de todos” (Wulf,
2018: 25). Esta visión del papel de la ciencia y la investigación, empata con los
deseos del mundo contemporáneo que busca la universalización del conocimiento,
visto como un patrimonio de la especie humana y a su servicio.

La naturaleza cuantificable. Con el dominio de las ciencias exactas y


experimentales que tenía a su favor, era partidario de que ésta debía ser analizada
y medida, “pero también pensaba que nuestra reacción ante el mundo tenía que
depender en gran parte de las sensaciones y las emociones, (…..) la naturaleza había
que experimentarla a través de los sentimientos” (Ibíd., 26).Esta visión dual está
alineada con su formación positivista que la encontró en la Ilustración, lo mismo que
su talento para convertir los datos fríos de altitudes, colinas y volcanes, en
agradables sensaciones que nacen de la imagen observada y narrada con gran
profundidad emocional; vertiente del pensamiento que la encontró en el
Romanticismo.

Pionero del estudio del cambio climático. En gran parte de sus escritos,
Humboldt es crítico con la acción de los grupos humanos que en una labor
descontrolada destruyen la naturaleza, ya sea por las grandes plantaciones de
monocultivos o por la tala de árboles en bosques intocados. Es el hombre el causante
del cambio climático, porque al alterar uno de los componentes del paisaje, como
puede ser el suelo o el agua, se transforma el resto de elementos que lo integran. El
mayor perjudicado, a la final es el hombre. Fue en el lago Valencia (Venezuela) donde
se dió cuenta que la destrucción de los bosques incidía en la disminución de las
lluvias y afectaba los manantiales y ríos; y cuando se incrementaban las
precipitaciones en las tierras altas, éstos se convertían en torrentes que forman
quebradas, lavando las capas superficiales y generando “… esas inundaciones
repentinas que destruyen el país” (Ibíd., 28, 86).

Precursor de la Ecología y Fitogeografía. Ciencias modernas que despuntaron en


el s. XX, a partir de una visión integral de la naturaleza propuesta por Humboldt.
“Cuando se percibe la naturaleza como una red, su vulnerabilidad salta a la vista.
Todo se sostiene junto. Si se tira de un hilo, puede deshacerse el tapiz entero” (Ibíd.,
28). Esta aspiración la concretó en su famosa exploración en América del Sur, en la
que recogió plantas, semillas, rocas, animales.

“Quería medir la altura de las montañas, determinar la longitud y la latitud y tomar


la temperatura del agua y del aire. Pero el verdadero propósito del viaje, era
descubrir como todas las fuerzas de la naturaleza están ‘entrelazadas, entretejidas’,
como interactuaban la naturaleza orgánica y la inorgánica” (Ibíd., 71, 72).

Conclusión de la que surge la necesidad de estudiar el paisaje con un criterio


interdisciplinario, superando la visión unilateral de tiempos anteriores. Pensaba
que las cuestiones sociales, económicas y políticas están estrechamente
relacionadas con los problemas medioambientales (Ibíd., 409, 411). El libro Ensayo
sobre la Geografía de las plantas, publicado en París en 1807, es considerado el
primer tratado de Fitogeografía por el científico y naturalista ecuatoriano Misael
Acosta Solís (1977: 371).

Defensor de valores humanistas. La concepción racional de la vida y el análisis


objetivo de la realidad lo convirtieron en un pensador que demostraba las ideas de
Emmanuel Kant, en cuanto fue un antimonárquico en América, no obstante que era
parte de una Corte en su país, Prusia. Su rechazo y objeciones a la monarquía
española lo sintió cuando vio el atraso de las colonias y el estado en que vivían los
indígenas en los Andes. Conversó con Simón Bolívar sobre estos temas y lo apoyó en
sus propósitos revolucionarios, aunque no creía que llegue a hacerlo por su
juventud. Cuando visitó EE UU, también criticó la esclavitud de los negros y se
declaró frontalmente abolicionista “para toda la vida” (Wulf, 2018: 81). Con los dos
ejemplos, se destaca el pensamiento ilustrado del científico, que reconoció que todo
ser humano es sujeto de dignidad y respeto y con derecho a ser libre.

Admirador del mundo indígena. En la geografía americana encontró numerosas


comunidades indígenas; sentía curiosidad por conocerlas y aprender de ellos.
Cuando los encontró en los recorridos del río Apure, “estaba fascinado por su culto
a la naturaleza y los consideraba ‘excelentes geógrafos’ porque sabían orientarse
incluso en la jungla más espesa” (Ibíd., 102), y conocían plantas y animales de su
hábitat. Pensaba que los indígenas no son bárbaros; admiró su cultura, creencias y
lenguas. En carta desde Lima a su hermano Guillermo le informa que ha dedicado
atención de las lenguas americanas, destacando el error de La Condamine al
considerarlas pobres; preferentemente se interesó por la lengua de los incas,
(quichua) común en la sociedad de Quito y Lima (Trimborn, 1959: 263).

Ecuador. Puente colgante de Penipe

Precursor de la nación romántica. Desde una perspectiva nacional, el sabio


alemán entró en la historia cívica y de las ciencias del país, toda vez que la
bibliografía Humboldtiana, como lo denomina Acosta Solís (1982: 143), es inmensa,
particularmente aquella que tiene relación con el territorio, la naturaleza y los
pueblos del actual Ecuador, convirtiéndose así en el generador de un conocimiento
científico del espacio geográfico que correspondía al Reino y Audiencia de Quito, que
más tarde se transformó en Estado soberano e independiente. Para la época, ya se
conocía la concepción teórica de la nación romántica, identificada como una
comunidad humana asentada en un territorio definido, con una historia y cultura
comunes, que fue el soporte de las revoluciones que sacudieron América después
de la salida de Humboldt. Al no existir en la época otro medio gráfico más que el
dibujo y la pintura, Humboldt no descuidó de plasmar en coloridas y hermosas
láminas la realidad de los volcanes y montañas que observó, continuando de esta
manera con el uso del arte con aplicación científica, al mismo tiempo que difusor de
las imágenes de un medio físico nacional. En sus propias palabras, odios profundos
nacidos de la legislación colonial y práctica de una política desconfiada, hicieron
correr sangre en los países visitados.

“Ya han perecido en Quito, víctimas de su consagración a la patria, los más virtuosos
e ilustrados ciudadanos. Al describir regiones cuyo recuerdo se ha hecho tan caro
para mí, encuentro a cada instante lugares que me recuerdan la pérdida de algunos
amigos” (Humboldt, 1826/1991: 32).

Sin duda se refiere a Carlos Montúfar y Francisco José de Caldas, que perecieron
fusilados por las tropas realistas. En carta al Libertador Simón Bolívar de julio de
1822, resalta su amistad desde los tiempos en que “hacíamos votos por la
independencia y libertad del Nuevo Continente”. Una vez alcanzados estos objetivos,
reitera los deseos por la grandeza de los pueblos de América (Röhl, 1991: L).

Por todas estas razones, su trascendencia histórica no pasó desapercibida en las


celebraciones motivadas por su natalicio o su desaparición física. He destacado el
programa desarrollado en 1959 por la Sección de Ciencias de la Casa de la Cultura a
los 100 años de su muerte; la publicación de Ángel Bedoya M. (1969), en el
bicentenario de su nacimiento, lo mismo que la bibliografía de Alexander von
Humboltd, publicada en la Revista Flora, vol. XII, Ns. 41-46 del mismo año (Acosta
Solís: 1982: 144). Al conmemorarse el bicentenario de su llegada al Ecuador, el
Museo de la Ciudad presentó el libro y exposición El regreso de Humboldt, con
materiales proporcionados por coleccionistas europeos y americanos. El libro
describe la vida y obra del científico alemán a través de ensayos de relevantes
investigadores e intelectuales del país, como Filoteo Samaniego, Alexandra
Kennedy, Minard Hall, Christina y Segundo Moreno y Fernando Ortiz Crespo
(Salvador Lara, 2003: 227). En el futuro, la historia recogerá los actos de
conmemoración por los 250 años de su natalicio.

Referencias bibliográficas
Acosta Solís, Misael, (1977). Ecología y Fitoecología. Editorial Casa de la Cultura
Ecuatoriana, Quito.

Acosta Solís, Misael, (1982). “Científicos alemanes que han contribuido a la geografía
e historia natural del Ecuador”. En Cultura. Revista del Banco Central del Ecuador,
Centro de Investigación y Cultura, vol. V, Número 13, Quito.

Arauz, Julio, (1959). Alejandro Von Humboldt. 1859-1959. En Boletín de


Informaciones Científicas Nacionales, N 90, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito.

Bedoya Maruri, Ángel, (1969). Bicentenario del Nacimiento de Federico Enrique


Alejandro Barón de Humboldt. 1769-Septiembre 14-1969. Edit. Casa de la Cultura
Ecuatoriana, Quito.

Humboldt, Alejandro de, (1826/1991). Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo
Continente.Traducción de Lisandro Alvarado. Monte Ávila Editores, Segunda
Edición, Tomos 1-5, Caracas.

Ortiz, Fernando, (1981). “Expediciones científicas en la colonia”. En Historia del


Ecuador, Vol. 5, Salvat Editores, Navarra.

Ramón Valarezo, Galo, (1991): “Los indios y la constitución del estado nacional”.
En: Los Andes en la Encrucijada. Indios, Comunidades y Estado en el siglo XIX.
Ediciones Libri Mundi-FLACSO, Sede Ecuador, Quito.

Röhl, Eduardo, (1826/1991). “Alejandro de Humboldt”. Estudio introductorio.


En Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Traducción de Lisandro
Alvarado. Monte Ávila Editores, Segunda Edición, Tomo I, Caracas.

Salvador Lara, Jorge, (2003). “La exposición ‘Humboldt’, hito en la cultura nacional.”.
En Museo Histórico. Órgano del Archivo Municipal de Historia de la Ciudad de Quito,
N 66, Quito.
Trimborn, Hermann, (1959). “La aportación alemana a la Arqueología y Etnografía
de los países andinos”. En Boletín de Investigaciones Científicas Nacionales, N 90,
Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito.

Weizsäcker, Richard von, (1993). “Discurso del señor Presidente de la República


Federal de Alemania, Barón von Weizsacker”. En Museo Histórico. Órgano del
Archivo Municipal de Historia de la Ciudad de Quito, N 61, Quito.

Wulf, Andrea, (2018). La invención de la naturaleza. El Nuevo Mundo de Alexander


Von Humboldt. Taurus, Traducción de María Luisa Rodríguez. Bogotá.

Publicado 4 days ago por Eduardo Almeida

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