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Texto 1. (Introdicción.

Las cosas que inicialmente nos son claras y evidentes son más bien confusas. (Física, 184a 22)

- Acerca del concepto “alma”.

Texto 2.

[…] Deberíamos con justicia colocar entre las primeras la investigación en tomo al alma. Más aún,
parece que el conocimiento de ésta contribuye notablemente al conjunto del saber y muy
especialmente al que se refiere a la Naturaleza. (Acerca del alma, 420a 6)

Texto 3.

Es también digno de estudio el modo en que el tiempo está en relación con el alma y por qué se
piensa que el tiempo existe en todas las cosas […]

¿existiría o no el tiempo si no existiese el alma? Porque si no pudiese haber alguien que numere
tampoco podría haber algo que fuese numerado, y en consecuencia no podría existir ningún
número, pues un número es o lo numerado o lo numerable. (Física, 223a 16-23)

- Acerca del concepto de “movimiento”.

Texto 4.

No estamos obligados a refutar toda doctrina adversa, sino sólo cuantas concluyen falsamente de
los principios de una demostración; en caso contrario, no. Así, por ejemplo, es propio del
geómetra refutar la cuadratura del círculo por medio de los segmentos, pero refutarla por el
método de Antifonte no es tarea propia de la geometría. (Física, 185a 14)

Texto 5.

Ahora bien, examinar si el Ser es uno e inmóvil no es tarea propia de la Física, pues, así como el
geómetra no tiene argumentos contra quien niegue los principios de la geometría -tendría que
remitirse a otra ciencia o una ciencia común a todas-, lo mismo le sucede también a quien estudia
los principios. (Física, 185a)

Texto 6.

Además, los desplazamientos de los cuerpos naturales simples, como el fuego, la tierra y otros
semejantes, no sólo nos muestran que el lugar es algo, sino también que ejerce un cierto poder.
Porque cada uno de estos cuerpos, si nada lo impide, es llevado hacia su lugar propio, unos hacia
arriba y otros hacia abajo. Éstas son las partes o especies del lugar, el arriba, el abajo y el resto de
las seis direcciones. Ahora bien, estas direcciones (arriba y abajo, derecha e izquierda, etc.) no sólo
son tales con respecto a nosotros, ya que para nosotros una cosa no siempre está en la misma
dirección, sino que cambia según cambie nuestra posición, pudiendo una misma cosa estar así a la
derecha y a la izquierda, arriba y abajo, delante y detrás. Pero en la naturaleza cada una es
distinta, independientemente de nuestra posición, pues el «arriba» no es una dirección casual,
sino adonde son llevados el fuego y los cuerpos ligeros, y de la misma manera el «abajo» tampoco
es una dirección casual, sino adonde son llevados los cuerpos pesados y terrestres, de manera que
ambas direcciones difieren no sólo con respecto a la posición, sino también por un cierto poder.
Los objetos matemáticos pueden aclarar esto, pues aunque no existen en un lugar, tienen sin
embargo una derecha y una izquierda por su posición con respecto a nosotros, de tal manera que
sólo conceptualmente tienen tales distinciones posicionales, pero no por naturaleza. (208b 8)

- Acerca del concepto “Lugar”.

Texto 7.

Según estas consideraciones es evidente que, si el lugar es tal como se ha dicho, todas las aporías
sobre el lugar pueden resolverse. Porque:

a) no hay ya necesidad de que el lugar aumente con el cuerpo,

b) ni que un punto tenga que tener un lugar,

c) ni que dos cuerpos estén en el mismo lugar,

d) ni que el lugar sea una extensión corpórea, pues lo que está entre los límites del lugar es un
cuerpo, cualquiera que sea, no la extensión de un cuerpo.

Además, e) el lugar está también en un «donde», no en el sentido de estar en un lugar, sino como
el límite está en lo limitado; porque no toda cosa está en un lugar, sino sólo los cuerpos móviles.

Asimismo, f) es razonable que cada cuerpo se desplace hacia su lugar propio, porque los cuerpos
que llegan a estar sin violencia en sucesión y contacto son congénere, y no se afectan entre sí
cuando por naturaleza están juntos, mientras que los que están en contacto pueden afectarse y
actuar uno sobre otro. (212B22-33)

Física, y Acerca del alma, Ed. Gredos, 2016, traducción y notas de Guillermo R. de Echandía y
Tomás Calvo Martínez

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