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EL SIGNO LITERARIO Y LA ORDENACION DE LA CIENCIA DE LA LITERATURA Creo que conviene precisar lo que haya de entenderse por signo literario, puesto que existe cierta tendencia, desde que la Semiologia se ha difundido y vulgarizado, a usar esta denominacién aplicada al signo lingiifstico en su funcién literaria, es decir, al signo conno- tativo © signo estético, segin lo describe Johansen', ¥ parece evi dente, en buena ortodoxia estructuralista, que la*obra literaria es, de por si, indivisible como signo, es decir, posee una unidad de significado. La literatura es un sistema segundo de signos, que utiliza un sistema primario, el lingiifstico, como sustancia de expre- sién. El estudio del signo lingiiistico, en su funcién literaria, parece ser el objeto claro de la Estilistica y ya lo era de la Poética antigua. Pero, en cualquier caso, su sentido es parte de la significacién total del texto, literariamente parte de signo y no signo, sustancia y no forma. Entendida, pues, la obra literaria unitariamente como un signo, resultaré ttil tratar de definirlo, de establecer sencillamente su estructura esencial y de explicar, en funcién de esa estructura, lo que la observacién y el reconocimiento de las obras literarias ha ido codificando a lo largo de Ios siglos. La obra literaria es un producto lingiifstico, de eso no cabe duda. Y parece légico suponer que su configuracién semiolégica sea and- Joga a la del signo lingiifstico. Si aceptamos que la lengua es sus- tancia de la expresi6n literaria, en la obra literaria habré que con- 1 Svend Johansen, «La notion de signe dans la Glossématique et dans YEstétiques, Recherches Structurales, TCLC, 5, pags. 288-303. 296 GREGORIO SALVADOR siderar también una forma de la expresién y un plano del contenido con sus respectivas forma y sustancia. La formula hjelmsleviana del signo lingiifstico (Es—> Ef = Cf <— Cs), diferenciada, como es sabido, por Johansen en puro signo de- notativo (Eds—»Edfe Cdj<-Cds) y signo estético 0 connotativo (Ecs -> Bef = Cof<-Ccs) puede servirnos de pauta para formular igualmente el signo literario que puede representarse asi Els—> Elf = Cif <—Cls, 0 sea, una sustancia de la expresién literaria ma- nifestada por una forma de la expresién literaria en interdependen- cia con una forma del contenido literario que manifiesta una sus- tancia de contenido literario*. En el signo estético o connotativo de Johansen Ja sustancia de Ja expresién connotativa es el signo denotativo o signo linglifstico; en el signo literario la sustancia de la expresién es el conjunto de esos signos connotativos, es decir, los signos lingitisticos elegidos conscientemente por el autor de entre la materia lingiiistica total que la lengua utilizada le ofrece. Quizés convenga recordar aqui que la distincién aristotélica entre materia y sustancia es perfectamente vélida, aunque, a veces, en la utilizacién literaria o lingiifstica de las tiltimas décadas hayan ten- dido a considerarse ambos términos como sinénimos. La sustancia representa en todo caso una primera formalizacién de la materia. Si la Fonética ha sido reivindicada, desde esta perspectiva, como disciplina lingtifstica, la Estilfstica literaria o Lingtifstica del habla literaria, puede tener claramente delimitado su lugar en la Ciencia de la literatura. El verdadero formalismo tal vez consiste no en despreciar las sustancias, como Hjelmslev quiso hacer en el terreno lingiifstico, sino en considerar que éstas son ya, en cierto modo, forma también, Porque si de esta eleccién en Ja materia lingiiistica pasamos a la otra eleccién que el escritor se ve obligado a realizar en la ingente materia literaria que le ofrecen la realidad circundante y el mundo ilimitado de sus figuraciones, facilmente apreciamos que esta otra 2 Urilizo el sistema de notacién de Johansen. Las equivalencias son las si guientes: E = expresién, C = contenido, j = forma, s = sustancia, d= denotativo, ¢=connotativo, 1= literario, 3 Véase Eugenio Coseriu, «Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje», recogido en su Teoria del lenguaje y Lingilistica general, Madrid, 1962, pags. 115- Bs, EL SIGNO LITERARIO Y LA ORDENACION, 297 eleccién de sustancias, esta inicial fijacién de asunto, representa igualmente una primera formalizacién, y no es tan completamente ajena a la valoracién literaria como un formalismo rigido, que yo mismo he sustentado, nos ha podido hacer creer. Sin que se pueda justificar el tipo de critica que atiende exclusivamente a las sustan- cias de contenido, es decir, la critica moral que casi siempre ha imperado (ayer cristiana, hoy generalmente marxista), critica dis- puesta a valorar ttnicamente la obra literaria por su asunto, rele gando a segundo plano el logro artistico como tal, en cualquier caso el acierto en la eleccién de asunto no es desdefiable en el enjui miento de la obra literaria, porque, si bien el escritor debe ser absolutamente libre para elegir, su libertad es su compromiso. Tras estas aclaraciones sobre sustancias de forma y contenido y primeros niveles de formalizacién, habré que preguntarse cudles son las formas de expresién y de contenido literarios, qué aspectos de Ja literatura podemos situar bajo cada uno de ambos conceptos. Verso y prosa parecen ser, con toda evidencia, las dos formas iniciales y mas amplias de la expresién literaria. Se oponen clara- mente, cumplen una determinada funcién literaria y la conmutacin de una por otra puede alterar esa funcién sin modificar en absoluto la sustancia lingiifstica que configuran. En un texto como el si- guiente: Yo estaba echado en la tierra, enfrente del campo infinito de Cas- tilla, que en la dulzura amarilla de su claro sol poniente el otofio envolvia. El arado, paralelamente, lento, abria el haza oscura y Ia mano abierta, sencilla, la semilla arrojaba en su entrafia honrada- mente partiaa, la conmutacién por prosa, respetando absolutamente todos Ios cle- mentos lingiifsticos, ha destruido la funcién literaria evidente de los distintos ritmos conjugados en los ocho versos iniciales del cono- cido soneto «Octubre» de Juan Ramén Jiménez: Estaba echado yo en Ia tierra, enfrente del infinito campo de Castilla, que el otofio envolvia en la amarilla dulzura de su claro sol poniente. Lento el arado, paralelamente, abrfa el haza oscura y Ja sencilla mano abierta arrojaba la semilla en su entrafia partida honradamente.

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