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y

ARTE

DE HABLAR
EN PROSA Y VERSO

POR

D. J O S E F GOMEZ H E R M O S I L L A

NDEVA E D I C I O N ANOTADA

a. : . -.i D . - P . M A R T I N E Z L O P E Z

28657

PARIS MEXICO
L I B R E R I A DE CH. B O U R E T L I B R E R I A DE CH. B O U R E T
2 3 , CALLE VISCONTI, 23 1 8 , C A L L E SAN J O S E E L R E A L , IS

1 8 7 7

Ece&ux (Sena). —Imp. M. y P.-E. Charaire. Propiedad del Editor.


ü M M i l i

NUESTRA SEÑORA.

scí'OUA :

Una obra destinada á promover en España el es-


tudio de las Humanidades, á establecer sólidamente
los principios de buen gusto en materias literarias,
á combatir las erradas opiniones que le han estra-
gado, á recordar y sostener las sanas doctrinas, á
FONDO
A- B. PWBL FC&0"L F "T&OO vindicar la memoria de nuestros clásicos injusta-
mente desacreditados por la ignorancia presuntuosa
de ciertos Aristarcos noveles, y á restituir su anti-
guo esplendor á la hermosa lengua de Garcilaso y
de Cervantes; j á quién podrá dedicarse con mas
justo título que á la augusta SOBERANA, que no solo
se ha declarado la protectora de las letras y de los
que las cultivan, sino que, estudiando con infatiga-
ble aplicación la lengua de su nueva patria, y h a -
El arte de hablar en prosa rj verso escrito por el s e ñ o r D . José
ciendo ele sus buenos escritores antiguos y moder- Gómez Hermosilla, en sí mismo lleva sobrada recomendación
p a r a captarse el favor del p ú b l i c o ; p o r tanto ocioso f u e r a
nos el aprecio que se merecen, no se desdeña de gastar el t i e m p o en elogios g r a t u i t o s .
adornar la real diadema con las flores del Parnaso? No hay d u d a que Hermosilla logró espresar con incompa-
rable dicha los v e r d a d e r o s principios de b u e n gusto en mate-
Dígnese pues V. M. de permitir que bajo sus aus- rias literarias, p e r o es innegable también q u e p o r demasiado
picios vea la luz pública esta obrita; la cual, si no satisfecho de la certeza, d e la claridad y d e la b o n d a d d e su
doctrina, se apasionó mas d e lo debido en las p r u e b a s , i n c u r -
lia salido de mis manos tan perfecta como yo quería, rió tal cual vez (muy pocas) en errores, mostró u n a nimiedad
i n j u s t a en la elección d e los modelos, y trató con un desden
ha sido dictada por el laudable deseo de contribuir
n a d a caritativo á cuantos retóricos le b a b i a n precedido en la
á la reforma de nuestros estudios en el importante escuela.
—-

ramo ae literatura. Un ejsmplo d e escusada p r e s u n c i ó n .


Dice Hermosilla en la página 3 1 4 del p r i m e r tomo d e su
« obra ( I) : La verdad es q u e la palabra griega battos signiiiea
« t a r t a m u d o ; y como los q u e lo son repiten d o s ó m a s veces
« l a s sílabas iniciales d e las palabras basta que r o m p e n á h a -
« b l a r , de aquí se llamaron batos á todos los q u e r e p e t í a n sin
SEÑORA T (i necesidad u n a m i s m a voz. Lo advierto porque los señores
" Enciclopedistas no lo sabían apesar de toda su erudi-
« don; y q u e r i e n d o d a r la etimología d e la p a l a b r a bato-
«logia, n o han hecho mas q u e repetir las inepcias d e Bato el
i de Círene y el pastor de Ovidio. »
A. L. R. P . de V. M.
su humilde vasallo 4. Se entiende que nos referimos á la compaginación qne lleva ¡a última edición
liecna por Don Vicente Salvá: esto mismo ha de teuerse presente respecto á las de-
más citas que estamparemos en este escrito.
JOSEF GÓMEZ HERMOSILLA.
de Cervantes; j á quién podrá dedicarse con mas
justo título que á la augusta SOBERANA, que no solo
se ha declarado la protectora de las letras y de los
que las cultivan, sino que, estudiando con infatiga-
ble aplicación la lengua de su nueva patria, y h a -
El arte de hablar en prosa rj verso escrito por el s e ñ o r D . José
ciendo ele sus buenos escritores antiguos y moder- Gómez Hermosilla, en sí mismo lleva sobrada recomendación
p a r a captarse el favor del p ú b l i c o ; p o r tanto ocioso f u e r a
nos el aprecio que se merecen, no se desdeña de gastar el t i e m p o en elogios g r a t u i t o s .
adornar la real diadema con las flores del Parnaso? No hay d u d a que Hermosilla logró espresar con incompa-
rable dicha los v e r d a d e r o s principios de b u e n gusto en mate-
Dígnese pues V. M. de permitir que bajo sus aus- rias literarias, p e r o es innegable también q u e p o r demasiado
picios vea la luz pública esta obrita; la cual, si no satisfecho de la certeza, d e la claridad y d e la b o n d a d d e su
doctrina, se apasionó mas d e lo debido en las p r u e b a s , i n c u r -
lia salido de mis manos tan perfecta como yo quería, rió tal cual vez (muy pocas) en errores, mostró u n a nimiedad
i n j u s t a en la elección d e los modelos, y trató con un desden
ha sido dictada por el laudable deseo de contribuir
n a d a caritativo á cuantos retóricos le b a b i a n precedido en la
á la reforma de nuestros estudios en el importante escuela.
—-

ramo ae literatura. Un ejsmplo d e escusada p r e s u n c i ó n .


Dice Hermosilla en la página 3 1 4 del p r i m e r tomo d e su
« obra ( I) : La verdad es q u e la palabra griega battos signiiiea
« t a r t a m u d o ; y como los q u e lo son repiten d o s ó m a s veces
« l a s sílabas iniciales d e las palabras basta que r o m p e n á h a -
« b l a r , de aquí se llamaron batos á todos los q u e r e p e t í a n sin
SEÑORA T (i necesidad u n a m i s m a voz. Lo advierto porque los señores
" Enciclopedistas no lo sabían apesar de toda su erudi-
« don; y q u e r i e n d o d a r la etimología d e la p a l a b r a bato-
«logia, n o han hecho mas q u e repetir las inepcias d e Bato el
i de Círene y el pastor de Ovidio. »
A. L. R. P . de V. M.
su humilde vasallo 4. Se entiende que nos referimos á la compaginación qne lleva ¡a última edición
liecna por Don Vicente Salvá: esto mismo ha de teuerse presente respecto á las de-
más citas que estamparemos en este escrito.
JOSEF GÓMEZ HERMOSILLA.
Silos Enciclopedistas replicaran— justifique V. esa verdad,
el trabajo de demostrar el verdadero fin de la atrevida crí-
—¿ con cuales pruebas concurriría Hermosilla hasta aclarar el
tica con que aquel buen señor enriqueció el fondo de su
origen de la palabra batios, y convencernos de que siempre y
librería, componiéndole de obras agenas; no atendiendo yo
siempre significó tartamudo? Supongamos que hubo un hom-
sino á los principios, y esto con la compostura, con la gravedad
bre llamado Battos (I) y que ese hombre fue tartamudo, que el
que ellos mismos me p i d i e r e n , ó b i e n , con la inocente
público quiso aplicar á su nombre el sello del vicio, ó sea del
malicia, con el buen h u m o r que comunmente, y aun apesar
impedimento con que se manifestaba el órgano de la voz de
nuestro, despierta en el ánimo, una creencia, un ademan,
aquel sugeto, y que con ese fin sacó de battos, batología; ¿se
una expresión, un hecho cualquiera que nos llegue con formas
diria por eso con exacta verdad que batios significa tartamu-
ridiculas ó disparatadas.
do? No tal. Góngora, poeta que no careció de cualidades sobre-
salientes, no significa entre nosotros — sutileza pueril, hin- Tras esa franca y leal declaración vengamos á los hechos, y
chazón, hipérbole estravagante, oscuridad presuntuosa, con- los lectores dirán imparcialmente si queda, ó no, mejorado el
cepto alambicado, etc., etc., y sin embargo todas esas cosas Arte de Hermosilla con descartarle de las notas que le puso
juntas damos á entender cuando aplicamos el adjetivo gon- Salvá, ó si acaso incurrí yo en un grave error no queriendo
gorino á las composiciones que parecen con la recarga de conocer con verdad mas principios que los que expuso el
afeites y adornos ridículos en que el célebre Góngora tuvo la primero.
desgracia de perderse. Ejemplos.
Pero apartóme de una cuestión que no ofrece provecho ni
Dice Hermosilla (pág. 28-29) que Jaureguí usó de espre-
Ínteres, y voy á decir á mis lectores, con la mayor concision
siones naturales en e l — A c a e c i m i e n t o amoroso h a s t a — m o -
posible, el porqué de esta nueva edición del Arte de hablar,
dera tu violencia acelerada; pero que e n — ó ya.
pues que, en cuanto al fondo, ha de ser poco mas ó menos el
que anda impreso y reimpreso por diferentes especuladores, Si el peso rehusar pretendes,
esto es, la obra admirable de nuestro Goinez Hermosilla. Déjame el alma y huye descansada

Soy de sentir que D. Vicente Salva dio á los preceptos de


Es una conocida sutileza, un pensamiento con algo de falso,
Hermosilla u n a interpretación falsa, y como por malo que sea
porque el alma no pesa, etc., etc.
un autor nunca deja de hacer algunos prosélitos, veo yo en
« No pretendo que el final del pasage de Jaureguí sea el
las opiniones de aquel suficiente-materia para que la juventud <t mas natural y claro, contesta Salvá, pero si á las muchas
inexperta llegue á desviarse de la verdadera escuela, ó cuando « dificultades que presenta la poesía, se agrega este nimio
menos para que dude de sus dogmas. « rigor, pocos habrá que no se retraigan de entrar en profe-
No pretendo que se me crea bajo palabra. Yo aduciré prue- « sion tan escabrosa y estrecha. »
bas en el curso de esta advertencia, y ellas dirán de donde / Nimio rigor es condenar lo falso cuando nada se opone al
parte el buen sentido c o m ú n ; pero me conviene decir antes, uso de lo verdadero!... Pero repárese que Hermosilla no
que como el señor Salvá pasó á la vida eterna, dejaré á otro arguye ahí contra la claridad, porque claro está el concepto
aunque no asi le parece á Salvá, le trata aquel d e — a l g o
4. Véase la nota que pongo c u la página 2"6.
falso y de conocida sutileza —sentencia de que no hubiera
un garrotazo (4), p o r ejemplo, ó del modo que lo entendió
podido prescindir sin destruir las sanas reglas de la lección
Salvá aunque n o acertó á esplicarse.
que estaba esplicando bajo este título — De la naturalidad Pecó .en lo irónico Hermosilla al encontrarse con unos ojos
de los pensamientos. verdes en la pág. 58, pero Salvá le aplicó la penitencia con
D e j a oficio bestial ( p á g . 3 1 ) que inclina al suelo u n a estrofa, no sé de quien, y con una autoridad que t a m -
Ojos nacidos para ver el cielo. bién se prendó de los verdes ojos de las hijas de Valencia.
Dejemos á cada cual con su gusto, y no nos metamos á dispu-
Contra ese pensamiento dice Hermosilla. — Si trabajar en
tar sobre colores, p o r q u e de ellos no hace gran caso la retó-
ana mina es oficio bestial, porgue inclina al suelo ojos na-
r i c a , en cuyas leyes se apoyó Hermosilla para condenar el
cidos para ver el cielo, también lo será cavar las viñas, segar
mal gusto, la hinchazón, la impropiedad y algarabía con que
las mieses, escardar las huertas y otras mil ocupaciones de la
retrató Balbuena á la hechicera Arleta. Y hubiera podido ha-
vida rústica; á lo cual responde Salva :
cerlo sin poner nada de su casa, sin mas que buscar otros
_ « De que se necesita bajar la cabeza para cavar las
ojos en — el buen humor de las Musas, diciendo con su
« viñas, etc., no se infiere que el poeta no p u e d a mirar como
autor:
« una degradación en el h o m b r e que cave una m i n a arras-
« trado de la sed del oro. Según este modo de discurrir tam- Llamarélos estrellas rutilantes
A las d e l mismo cielo semejantes
« poco se podria tachar de adulación y bajeza el que se doblase Mas ¿ q u é tienen q u e v e r ojos y estrellas
« la rodilla á un poderoso, p o r q u e sea u n acto de religión Si ellos s o n n e g r o s y d o r a d a s ellas?
« arrodillarse ante Dios. » Y cuando los llamara
Del firmamento oscuro d e t u cara
Hermosilla trata de enseñar aquí cuando es sólido el pensa-
Luceros zahareños,
miento, y cuando fútil. Da esta última calificación al racio- También para luceros son pequeños
cinio de Quevedo, y Salvá le defiende con desgracia tanta que Y si p o r menos bajo
de lo nimiamente fútil desciende en la comparación á un ma- Ahora los encajo
El título d e soles,
nifiesto sofisma. En efecto, ¿ q u é simil cabe entre un poderoso Son tramoyas d e cisnes españoles,
y un Dios autor de todo lo criado? Bajeza es ciertamente el Que siempre que celebran
arrodillarse ante un poderoso , mientras que con semejante Bellezas que requiebran
Les parece alabanza humilde y baja
acción no hacemos sino señalar el respeto que nos inspira la
Si 7io hurtan al cielo alguna alhaja.
majestad divina. Si el h o m b r e fue hecho á imagen y seme- Mas yo q u e p o r lo ronco y p o r el tizne
janza de Dios, aunque pobre, nada debe al rico; es tan hombre Tengo poco d e cisne,
como aquel, y se degrada á sí mismo siempre que se humilla y D i r é q u e son las luces d e t u frente
(Si ella m i s m a n o m i e n t e )
postra ante otro semejante suyo, por muy poderoso que este Dos enlutados ojos c o ndos niñas
sea. A mas de eso; ¿ q u é significa lo d e — e l que s¿ ¿oblase la De quien soncuatro párpados basquinas,
rodilla á un poderoso? Un tal equívoco n o m e parece el m a s Q u e c o n travieso estilo
Al sesgo m i r a n s i e m p r e y n u n c a al hilo, 3)
propio para arrojarse á la crítica de un libro intitulado : —
Arte de hablar en prosa y verso. Doblar la rodilla á un Perdóneseme la trivialidad.
pode oso puede hacerse de dos maneras muy distintas, de
De cuyas tiernas guardas
Son l a s pestañas picas ó alabardas; perros que Alalia creyó ver en sueños disputándose los despe-
H e r m o s o s pasadizos d e la vista dazados miembros de su madre. El — su lengua de ponzoña
Q u e puso el celestial y e t e r n o artista
E n m o n j a s , frailes, clérigos y legos,
se rodea, no expresa ni con cien leguas el — lingua est suj-
Para mirar, y ver si no son ciegos. fusa veneno— de Ovidio. El bañado de Hermosilla conviene
perfectamente al sujfusa, aun cuando quisiera decir el poeta
Y ciego, en efecto, es preciso estar, para oponer a Hermo-
latino que la lengua de la Envidia destilaba la ponzoña,
silla el licenciado Viana en la traducción que hace el primero pues claro está que un cuerpo bañado suelta gota á gota la
del retrato de la Envidia trazado por Ovidio en el lib. II de demasía del líquido que ha recibido. Sea, pues, en tal hipó-
los Metamorfóseos. tesis una gota de veneno mortal cada palabra de las que suelta
Dice Hermosilla (pág. 60). la lengua de la Envidia por estar en un baño de veneno, pero
Pálido rostro, cuerpo descarnado, si la veo rodeada de veneno, permitido es presumir que se la
Atravesada vista, negro diente, escapen algunas palabras sin ir envenenadas, como de un cer-
Hiél e n el corazón, lengua b a ñ a d a
co se escapan algunos sitiados, sin que los hieran las lanzas
En veneno mortal, risa ninguna
S i n o c u a n d o s e goza y s e s o n r í e enemigas.
Al verágenos males y dolores.
Si á t í s e p r e s e n t a r e ,
Y Viana vierte el mismo pasaje a s í : L o s o j o s , s a b i o , c i e r r a ; firme a t a p a
La oreja, si l l a m a r e ;
D e amarillez su rostro revestido, Si p r e n d i e r e l a capa,
F l a q u í s i m a e n los huesos, y a u n q u e vea
H u y e ; q u e s o l o a q u e l q u e h u y e , escapa.
Es su mirar ceñudo y retorcido.
D e a m a r g a liiel s u pecho v e r d e g u e a ,
Nótese, dice Hermosilla (pág. 125), qué mal efecto hace el
L o s dientes n e g r o s son, y d e esta guisa
Su lengua d e ponzoña s e rodea. juguetillo de voces capa, escapa, Iraido por el consonante;
N o s e hallará j a m a s e n ella risa á lo cual responde Salvá— « Juzgue el lector imparcial, si hay
Sino lo q u e d e ageno daño nace.
en esa estrofa resabio alguno de juguete de palabras. Mi pa-
¿Se p u e d e , pues, decir con verdad que el pasage de Ovidio ladar no alcanza á descubrirlo. »
ha perdido gran parte de su belleza en la versión hecha por Eso no puede provenir sino de que el paladar del crítico
Hermosilla, mientras que Viana conserva mejor que aquel el habia perdido ya el guslo, ó que nunca le tuvo tan delicado,
empaste del original? Así lo quiere Salva y semejante querer tan fino y esquisito, como era menester para descubrir el sabor
no me parece que prueba en favor del buen gusto, y mucho de las cosas.
menos de la concision. El flaquísima es un verdadero r i p i o ; Ni Hermosilla habla tampoco de juguete, porque bien sabia
— en los hw-sos se entiende el valor de aquella calificación; él que en castellano puro no se dice juguete sino juego de
pero en aquella frase así suelta no hay expresión poétiea, h u - palabras, y aun cuando empleó nuestro autor la voz jugue-
biera sido preciso honrarla con un adjetivo apropiado como el tillo, tan hija de juego como jueguecillo, no pudo usar de
descarnado que al cuerpo juntó Hermosilla, ó como el devo- semejante diminutivo sino para que mas resaltara la puerili-
radores ó voraces que Racine aplicó, con maestría tanta, á los dad del final escapa, no menos sublime allí de lo que parece
muy frecuentemente en boca de los payos de las montañas
Sin embargo al h a b l a r Hermosilla de la pureza de las cons-
de Burgos diciendo - El h o m b r e que tiene capa, es-capa, trucciones haciéndolo con el juicio que mantiene en todo el
curso de su o b r a , todavía le atrepella Don Vicente Salvá en
X mas feliz Salva cuando pregunta Hermosilla ¿qué
f o r m a gramatical, y n o quiero privar al lector de la muestra de
quiere decir una luz dó llueve el saber? (pág. -134), pues le semejante lección.
acomete el crítico con la siguiente punzada : Dice así Hermosilla ( p á g . -154).
« En esta como en todas las o b r a s de Gómez Hermosilla, se ¿De qué se ocupa V.? m e h a n preguntado algunas veces, y
« descubre que estaba m a s versado ( ¿ q u i e n ? ) en los autores p o r poco ocupado que estuviera siempre he respondido — DE
« griegos y latinos que en los castellanos, y que l.abia p r o f u n - nada.... para d a r á e n t e n d e r que los Españoles nos o c u p a -
« dizado poco las vicisitudes de nuestro lenguaje. Si asi no mos EN u n a c o s a , como EN leer, escribir, etc., y no DE a l -
« f u e r a ¿como podría ignorar que el maestro León uso el do g u n a cosa.
« a p o c o p a n d o el adverbio donde, las mas veces (siempre) ¿ P u e d e h a b e r gramático alguno que se atreva á levantar l a
« p a r a d e n o t a r el lugar en q u e se liace (ó s u c e d e ) la cosa, y voz contra esa regla? Únicamente para Salvá e s t a l a reservada
« algunas ( n i n g u n a con su simple forma) significando el d e tanta gloria — oigámosle :
« que p r o c e d e n ? » Aquí nos quiso decir {¿quien ?) la luz de « No h a l l o , dice, q u e la respuesta sea l a m a s castellana,
que dimana el saber, etc., etc. « p o r q u e tanto falta á la b u e n a sintaxis, el que r e s p o n d e —
Por decontado nada habla Hermosilla del dó y no a s e m e - « de nada, como el que p r e g u n t a — de que se ocupa usted.
j a n t e h o m b r e se le lia de suponer ignorando lo que es apocope, o La respuesta debiera ser — en esto ó en aquello, ó en n a d a ,
ni el valor de aquel adverbio. Hermosilla pregunta si el sor- <i si r e a l m e n t e no se tiene ocupacion a l g u n a , etc., e t c . »
ber puede Uover en parte alguna, en una luz, p o r ejemplo. ¿No es eso mismo lo que con mayor brevedad nos dejó d i -
R e s p o n d e r con que aquella frase equivale á — la luz de que cho Gómez Hermosilla? ¿ N o vió Salvá que nuestro autor r e s -
dimana el saber - es u n a suposición gratuita que a m a s de pondía D E NADA con conocimiento de c a u s a , y p a r a d a r á
trastrocar e n t e r a m e n t e el sentido de la perífrasis q u e nos ocu- e n t e n d e r que los Españoles nos ocupamos EN una cosa, y nunca
p a , no destruye en m a n e r a alguna la juiciosa objecion de Her- DE alguna cosa ?
mosilla. Repárese bien; León h a c e q u e el saber—llueva; Her- Comienzo á creer q u e Salvá, al e m p r e n d e r la edición del
mosilla p r e t e n d e que el saber no puede llover, y mucho menos Arle de hablar en prosa y verso, tenia las facultades intelec-
e n una luz..., Salvase a p r e s u r a á reconciliarlos haciendo q u e tuales a u n en peor estado del q u e él mismo nos anuncia d i -
el saber sea el llovido, p o r q u e también dimanar significa — ciendo en la pág. x x x i v de su prólogo :
p r o c e d e r , venir el agua de sus manantiales. « Aun cuando las observaciones añadidas á la presente edi-
Hay q u e convenir al cabo con Hermosilla q u e la perífrasis <i cion se resientan de mi falta de conocimientos para desem-
— La luz dó el saber llueve, es estudiada y oscura. Ü peñarlas d i g n a m e n t e , y de la delicadeza actual de mis
E n la nota que Salva p o n e á la página -139 no me d e t e n d r é , a facultades mentales ( I ) , ruego á los lectores de las nuevas
p o r q u e tengo dada en mi Gramática (3.* edición) la esplica-
cion de lo que se ha de e n t e n d e r p o r pasivo y por activo, y 1. Con esa misma receta echó á volar todas sus o b r a s , gramática, diccionarios, etc.
n o es este lugar muy adecuado para patentizar de nuevo d e s - e t c . ; y ¡así han salido ellasí..
propósitos g r a m a t i c a l e s d e a q u e l critico.
t repúblicas americanas (I) q u e las m i r e n , e t c . , etc., e t c . » Hermosilla encuentra en Virgilio u n a metáfora de mal gusto
Vamos mas adelante. Dice Hermosilla en la página 271 — (véase la pág. 276) y Salvá le sale al encuentro con este argu-
« Ya se ve que la semejanza que puede haber entre una cabeza mento :
« cuyos cabellos son rubios, y un techo dorado, es tan débil, « Como nosotros no vemos á Dios, nos parece mas propio
« q u e sin estudiada afectación nadie la llamará jamas dorado « que produzca las obras p o r un medio invisible, cual lo es el
(i techo (2). » « soplo, que no con las manos ó los demás miembros, de la

« Pocos habrá (3), dice contra eso Salvá, que al leer este h e r - « m a n e r a que nosotros lo hacemos [falsa es la consecuencia).

« moso pasage de Garcilaso, dejen de entender las metáforas « Así en las sagradas escrituras leemos que el soplo del Señor

« claras que contiene, ni de revestirse de los sentimientos de « anegó á los Ejipcios en el m a r . . . c o n f u n d e y hace perecer á

a dolor ( p a l a b r e r í a ) que á Nemoroso aquejaban recordando « los m a l v a d o s . . . congela las aguas y las deslie... y enciende

« la muerte de su amada pastora. Si alguno pudiera tener « el fuego del infierno. Si los paganos tenian u n a idea s e m e -

« d u d a en lo que significa poéticamente él dorado techo'dcs- « j a n t e á esa de sus divinidades (eso no es propio del Arte

« cribiéndose las partes ( ¡ q u é así se escriba en el arte de « de hablar) no es extraño que Virgilio diga q u e Venus INSU-

« hablar!...) de u n a linda Zagala, es imposible que no se la « FI.O (I) (no me (justa ese verbo ni nos hace falta tampoco,

a desvaneciesen los tres versos que preceden « vuelva pues á su patria) á su hijo Eneas todas las gracias
« corporales. »
L o s cabellos q u e v í a n Digo yo contra eso q u e es posible, y mas para el soberano
Con g r a n desprecio al o r o
Como á m e n o r tesoro, etc. »
SER, el anegar en el mar— el confundir y hacer perecer á
buenos y malos — el conjelar agua y desleiría ( p o r q u e hasta
Ni de intento se acertaría á delirar de un m o d o semejante. Tan en las botillerías se usa) y en fin, el encender el fuego como
malo e s — l o s cabellos que vian, como el — d o r a d o lecho, co- haya á la mano materia combustible. Presumo, y no sin f u n -
m o el oro que llovía (pág. 2 7 2 ) y como todo lo demás que d a m e n t o , que Gómez Hermosilla no se hubiera malquistado
allí r e p r e n d e nuestro autor. con Virgilio por cojerle con milagros á la m a n e r a de los que
Dice bien Hermosilla cuando en esa misma página se dis- cita Salvá; sí, la censura no es mas q u e p o r haberle cogido en
trae de su tarea con el siguiente desahogo : supuestos imposibles, pues eso de insuflar cabelleras, y luces
« Estos cabellos rubios han hecho decir tantos disparates de j u v e n t u d , y h o n o r e s alegres... no diré yo de V e n u s , sino
a á nuestros p o e t a s , que sería nunca acabar citar todas sus de nuestro mismo Dios, con valer y poder algo mas, no se con-
« estravagantes metáforas relativas á este objeto. » taría n u n c a con aplauso de las gentes. Por lo menos creo fir-
Quien se a p a r t a de lo n a t u r a l , de seguro se h a de precipitar m e m e n t e que el Dios que nosotros adoramos nunca se entre-
c lo extravagante.
Como Lope de Vega viviera, seguro e s que liabria hecho repetir á su diablillo
CT
1 . Ya comienzan por allá á conocer también el mérito de las producciones de ?PonS°n Kl'oruües barbara tan mente! Como lo dijo ya contra l o s a l i c m n a d o í |
facu tades mentales con amagos de insanas. dividir las palabras, y contra los que teman ia mama de prohmr loces'Moas. tY
2. Y aun cuando la semejanza fuera exacta seria preciso afiadir despues de Salvá tuvo la bondad de decirnos el significado de isócrono«? (v. p a g . ^
techo—puesto al reres; á no suponerle tejado. Algo mas importaba la traducción del insultó, porque ni aun en el Diccionario ta
3. Con <los que haya basta ya para que demos la razón á Hermosilla, porque la tino de esc autor está determinada con acierto.
primera condicion es que se cuide de expresar el pensamiento con claridad.
tuvo en retocar sus ooras: semejante hacer no es mas que de Cito ese hecho para que se vea que puedo abrigar un justo
maes trillos. resentimiento contra el autor del Arte de hablar, sin que por
Pasemos ahora al tomo segundo. eso deje de parecerme su doctrina admirable.
Al tratar Hermosilla de la Oratoria política debió sin d u d a » Fácil es demostrar, pone nermosilla en la página 63 que
cuadrar con sus ideas, esta (página 2 8 ) . a todas las expresiones notadas con letra bastardilla son de
« Mas cualquiera que fuese (la elocuencia popular) volvió a pésimo gusto, i) No lo parecerán tanto, replica Salvá, á
a áeclipsarse de nuevo poco despues del renacimiento d é l a s « todos los lectores lo de — Dos riendas en la cara, y no
« l e t r a s , porque habiéndose acrecentado, y muy felizmente « en la lengua; lo de — baraja de porfías, etc. »
« para los pueblos, la autoridad de los príncipes La réplica n o prueba mas que una cosa, y es, que hay gustos
« No olvide el lector, dice ahí Salvá, que esto se escribía estragados, incapaces por lo mismo de distinguir el color rá
<i en España en \826 bajo el suave reinado de Fernan- el sabor de las cosas. Dejemos las riendas á los caballos, y la
es do VII. » barajados tahúres, aun cuando parezca muy del gusto de Bal-
La observación es justa, pero no está en su lugar. Con h e - buena, contra quien dijo Martínez de la Rosa.— « Aun cuando
chos notorios que me acreditan de h o m b r e mucho mas ene- aquella (la relación) se descubra, es necesario que la voz que
migo del despotismo de lo que p u d o probar el señor Salvá se toma en sentido figurado no sea de suyo baja, ni sirva
mientras que le conocimos entregado á la política, yo no m e para expresar en su sentido propio una cosa innoble ó trividl»
hubiera atrevido á d a r sobre opiniones contrarias á las mias, despues de ver en una composicicm de Balbuena :
lo primero porque quien no es tolerante no puede ser liberal, El cielo e n ejes d e o r o volteando....
lo segundo porque n o hay cosa mas digna de respeto, en m i
Me parece que doy una caida cuando leo en los siguientes
sentir, que la f e , ya se ponga en lo religioso, ya en lo político,
y lo tercero porque disuena el que al h o m b r e que está expli- versos :
T e n l a i n c i e r t a baraja d e l o s d i a s
cando las bellezas del lenguaje, se le acometa exabrupto por-
Unos naciendo y otros acabando.
que voluntaria ó involuntariamente se le deslizó una expresión
También Salvá debiera haberse ahorrado el trabajo de de-
malsonante para oidos de bando ó partido contrario. Por
cirnos en la página 97 que isócronos quiere decir de igual
tanto presumo que nada perdía el lector con olvidar, ni nada
número de tiempos. Sea eso ú otra cosa, isócrono es voz que
con tener presente que aquello se escribia en España en -1826
anda con fortuna en todas las ediciones del Diccionario de
bajo el suave ó áspero reinado de F e r n a n d o ó de Manuel. Lo
nuestra Academia, y la caridad del crítico debió ir hasta creer
que al lector le importa es que el maestro le dé reglas ciertas,
que los lectores la conocían, y si él lo entendió de otra m a n e -
y que no salga un charlatan á distraerle durante la lección.
r a , mal hizo en no traducirnos desde el principio al íin c u a n -
Esa tan insulsa é impertinente piada ni aun en mí mismo
tas voces empleó Hermosilla en la explicación de su arte.
b a b r i a sido disimulable, y eso que Hermosilla fue el autor de
" I-It blando de la versificación castellana nos da nuestro a u -
mi ruina, haciendo que se me destituyera de mi empleo de se-
tor esta regla — (pág. 104 y siguiente).
cretario de la Junta de instrucción pública de Madrid, sin
« Lo que caracteriza nuestra versificación y la distingue de la
mas causa ni motivo que mi atrevida oposicion á la tiranía del
« antigua, es la rima, perfecta ó imperfecta. La p r i m e r a , l i a -
gobierno de Fernando VIL
« m a d a con propiedad rima ó consonante, consiste en que los « con que sean iguales (I), prohibiendo que lo sean t a m -
« versos que se corresponden entre sí, acaben con palabras, en « bien las consonantes. »
a las cuales la vocal acentuada, y todas las que se la siguen, Y es ademas gracioso el gusto con que se explica el crítico.
(i sean idénticamente las mismas. Así, son verdaderos c o n - Con que perdón y dolor sean asonantes se prueba precisa-
« sonantes, etc — La segunda, llamada asonancia, con- mente en favor de la regla de Hermosilla, porque estando
« siste en que las vocales de las dos últimas sílabas sean las en ón y en ór, y no siendo las consonantes n y r semejantes,
« mismas, á lo menos en valor. » y hallándose el acento en la o , hay asonancia tan perfecta
Sin duda tuvo fundamento Salva para corregir á Hermo- como en vence y detiene. Antes de censurar un punto que
silla poniéndole letras despues de las, porque debió tener no admitía un tan pobre remiendo mejor habría sido que
presente que si letra se llama la vocal, letra se llama igual- Salvá nos dejara explicado lo que él quiso entender en e l — ú l -
mente la consonante, y do este género de letras no se había timas de — « a p e s a r de no ser U N A S MISMAS LAS D O S V O C A L E S
hecho mérito. La frase estaba en Hermosilla manca, importaba últimas D E AMBAS D I C C I O N E S . En las voces perdón y dolor no
llenarla diciendo, como Salva — Y todas las letras que se la hay mas que cuatro vocales, es decir dos en cada dicción, y
sigan sean idénticamente las mismas. entrambas cuatro. Los adjetivos primero, segundo, tercero,
Mas es el caso que si el crítico acertó esta vez á corregir un ULTIMO,etc. no pueden expresarse, en nuestra lengua, sino para
pecado tan venial, cae inmediaíamente él mismo en otro mor- marcar una relación de orden, de tiempo ó de l u g a r . Pon-
tal en otro en que no puede incurrir ninguno que sepa gamos por ejemplo una fila de soldados; en ella n o habrá
leer. primero, ni segundo, ni último, si no es relativamente al pun-
Oigámosle : se trata de la rima imperfecta ó sea asonancia. to en que se coloca el que quiere comenzará contar, y entonces
« Tampoco esto es exacto porque asonantes son perdón y diría — uno, dos, tres, etc.; ó, p r i m e r o , segundo, tercero,
dolor á pesar de no ser unas mismas las dos vocales últi- cuarto, último, etc. Y si esto es innegable; ¿donde está el objeto
mas de ambas dicciones. » de relación que pudo motivar el últimas de Salvá, es decir,
Lo restante no hace mas que repetir, con muchas mas pala- donde tienen las primeras, las dicciones perdón y dolor?
bras que Hermosilla, lo mismo que*este nos dejó dicho. Yo no las veo, ni nadie los verá porque no hay mas vocales,
que e-ó y o-ó, últimas en ambas dicciones escojidas por el
¿Qué puede, en efecto, reprendérsele á nuestro autor, el no
crítico sin reparar que se le ordenaba contar desde la vocal
haber repetido lo Az—después de la vocal acentuada? ¿Para
acentuada. Digámoslo de una v e z ; no tenia Hermosilla nece-
qué esa repetición cuando sabemos que habla bajo el mismo
sidad de la lección, puesto que para prueba de su regla pone
punto de vista que al explicar la regla de la consonancia ?...
perla y sélva. '
Nadie ha tildado hasta ahora de inexacto á Martínez de la
Rosa por haber expuesto ese precepto del mismo modo q u e Continua luego Hermosilla observando lo que ocurre al
Hermosilla. recitar los versos con lo que se llama cesura, y dice el lugar
Oigámosle. — « Consiste pues la diferencia entre el conso- donde puede ( n o olvidar ese puede ) caber, para la mayor
« nante y el asonante en que el primero exige precisamente armonía de aquellos.
o que sean idénticas todas las letras desde la vocal acen-
I . Hace falta tauibiea ató e l — despues de la acentuada"! nadie lo dirá.
« tuada hasta el fin de la palabra, y el segundo se.contenta
Salva pretende (pág. -106) que nuestra poesía no reconoce bien .queremos pararnos en la sílaba n u , pero la necesidad,
semejante cesura (1). No perderé el tiempo notando los s u - etc., hace que no verifiquemos la pausa (cesura) basta haber
tiles argumentos con que presume derribar la opinion de pronunciado el be Y ¿para qué esa pausa ó cesura puesto
todos nuestros mejores poetas, p o r q u e desde que el crítico nos que no la reconoce nuestra poesía ?
dio la muestra de la escelencia y dulzura de su M u s a , en Tercer argumento. En el verso que sigue del mismo autor.
aquello de — En el oriente cárdeno aparece
Es cierto que n o encontrándosele
Las alhajas q u e robó, habría que hacer la pausa por esta razón, en la octava; pero
Sin justicia el r e y obró los que no admiten cesura sino basta la sétima, lo harán en la
A la m u e r t e c o n d e n á n d o l e ;
quinta á fin de sostener su principio. No cabe duda en. que si
perdió el derecho de voto en la materia, y basta se mostró la sílaba sesta es acentuada y final de dicción al mismo tiempo
en la mas crasa ignorancia de las leyes censurando la sen- hay que hacer en ella la detención ( c e s u r a ) / si no
tencia del rey, el cual condenó u n crimen justificado, y sin la reconoce nuestra poesía... como en este verso :

injusticia m a s q u e faltara lo que se llama— cuerpo del delito>. Sin fin amarillez, sin fin tinieblas
Y finalmente descubramos el embrollo con que Salvá baraja
Pero aun aquí, añade el crítico, h a n tomado los prosodistas
la cuestión.
la causa por el efecto cuando establecen que la sesta (I) ha
Hermosilla dice t e r m i n a n t e m e n t e que la cesura P Ü E D E C A E R
de ser la acentuada, si cae la cesura despues de ella; d e -
en esta, en aquella ó en la otra sílaba, y á ese decir responde
biendo p o r el contrario haber dicho, que si nos paramos en la
Salvá con que—nuestra poesía no reconoce semejante cesura,
sesta sílaba es — por reunise en ella el acento dominante y
y que tal sistema es absurdo. E s t e era el punto que el crítico
el fin de una dicción; de modo que concurren la entonación y
debiera haber justificado con hechos. Lejos de hacerlo así
EL S E N T I D O G R A M A T I C A L para hacer que marquemos con cierta
nos trae por primer a r g u m e n t o que los poetas de mas fino
detención (cesura) aquella sílaba. »
oido confiesan que al recitar el verso de Samaniego
Con nada de eso se ha demostrado que nuestra poesía no
F cuando ? cuando en todas las naciones,
reconoce la cesura; al contrario, todo ello prueba que la re-
se hace la mayor pausa despues de la tercera sílaba, aunque conoce. El critico n o se muestra con una inteligencia poética
la cesura está (si acaba Y. de decir que nuestra poesía no r e - muy despierta, y en ello no hay pecado, pero lo imperdonable
conoce cesura 1) en la sétima. es que, habiéndose dicho autor de una Gramática, haga al
Su segundo argumento es q u e cuando leemos este verso d o sentido gramatical responsable de la — cierta detención
que hacemos en amarillez.
Sancho Barbero,
¿Es de regla que no debamos detenernos hasta que el sen-
Asi cuando una nube tormentosa
tido gramatical nos lo ordene? si no se pudiera sostener

1. Y si no la reconoce ¿ á qué decimos e n la página 222 que él ha conocido poelas


que sin saber qué era CESCRA hacían escelentes verso« ? 4. Hermosilla n o lo dice; la doctrina e s que la cesura puede caer despues de la
Mientes Fabio cuarta, de la quinta, de la sesta, y de la sétima en los versos de once silabas, a u t
Que yo soy quien lo escribo y n o lo entiendo. ser sálicos en los cuales cae constantemente despues de ta <uinw.
Y partieron las dicciones
Con trastornos peregrinos;
semejante despropósito, y al recitar un verso, el uso y el gusto
Mas ya ¿quien licencia toma
nos obligan á hacer una pequeña pausa despues de tal ó tal Para vestir con el Cid,
dicción, aun,cuando el sentido gramatical 110 se descubra O para usar en Madrid
El traje que usaba Roma?
allí, ¿no es eso lo que se llama cesura ?
Ko hubiera sentado Salvá semejante'opinion si su oído h u - Donde creo yo que Hermosilla equivocó la lección es en el
biese tenido la finura necesaria para advertir el bellísimo acen- contexto de la página 162; y 110 porque á mí se me ocurren
to de nuestro Garcilaso en aquello de razones en contrario, pues ninguna alcanzo, sino porque Salvá
aboga en favor de la opinion de nuestro autor enseñándole
Cual suele el ruiseñor — con triste canto
Quejarse entre las hojas — escondido los doce romances del Moro espósito, con la inocente confianza
Del duro labrador — que cautamente, etc. de que sacude ÜN B Ü E X voleo, si no contra el romance ende-
¿Donde está ahí la cesura y adonde acaba el sentido gra- casílabo, cuando menos contra el martilleo de la asonan-
matical? Si el crítico hubiera leido atentamente el célebre cia, lo propio que condenó Hermosilla.
Metastasio, es probable que habría dejado en paz á Hermosilla, Dios nos libre esta vez de atribuir un fin interesado á la pa-
tanto en este como en otros muchos pasages. labrería que pone Salvá contra la doctrina de Hermosilla; sea
Y por si nos pudiese quedar alguna duda de la insopor- aquella palabrería p u r a , y simplemente parto de facultades
table dureza del oido del señor Salvá, pasemos á la página 115, mentales ya maleadas, como él mismo nos lo asegura, y en
donde al decir Hermosilla que un poela puede (en las inver- tal supuesto no nos estrañemos si tan vana y descompuesta-
siones) separar los demostrativos del sustantivo á que se re- mente acomete contra versiones quiméricas sin siquiera a d v e r -
fieren , le responde aquel — si que puede, pero solo por tir que pasa por entre realidades.
medio de alguna frase corta que sea equivalente á un Cuando Hermosilla observa á propósito de la comedia
adjetivo, como, v. g. | pág, 181), que en ella el poeta debe poner siempre la esce-
na en su pais y en su tiempo, entendió hablar de la come-
Ese tan digno de la virtud elogio
La de los contrarios valentía.... dia satírica, como evidentemente se desprende del final de la
página 182 donde se lee. — Pero en la (comedia) sentimental
¡ O h , y cual acertadamente habría aumentado y mejo-
de que luego hablaré, el lugar y el tiempo son tan arbitra-
rado el señor Salva las insulsas Academias del Jardín, com-
rios como en la tragedia, etc.
poniendo romances con inversión de frase corta y diciendo
¡ En qué se f u n d a , pues, Salvá para gritar t a n magistral-
como allí se dice
mente. — « El autor no tiene razón en esto aun cuando se
Una, si altiva, no vana
Garza, que en las de su abril limite á la comedia según él la entiende? ¿ E n q u é todavía ve-
Galas ostenta belleza mos con agrado las comedias de los autores mas acreditados
En el del amor país !.... de la antigüedad? Pues que se ponga hoy en el teatro un auto
¡ Qué musa tan melodiosa 1 sacramental, y veremos como le recibe el público. Aplaude
En vano, pues, dijo el príncipe de Esquilache, todavía y aplaudirá en adelante, los felices retratos de nuestros
Confieso que los latinos antiguos autores aun cuando vienen, (como lo dice el crítico
Usaron transposiciones,
Salvá) en un lenguage que empieza á ser anticuado. ¿Qué y tendremos en nuestro mismo pais? Por eso dijo con razón
tiene que ver el lenguage con el embeleso en que cae el espec- Hermosilla. — Póngase la escena en su pais y en su tiempo.
tador á vista de los vivísimos, y tal vez graciosos / c o l o r e s con En su tiempo, en efecto, porque no lijaríamos la vista con
que se le representa la codicia de un personage fantástico, ó mucho entusiasmo en un cuadro de costumbres que nos fueran
ya la inútil y burlada sagacidad de un marido zeloso? enteramenle desconocidas.
«¿Porqué no ha de poder (dice mas abajo Salvá) echar mano
Si saliera hoy La Hoz á las tablas diciéndonos de su mise-
« el poeta de un caso bien conocido de la historia sagrada, ó
rable—
a profana, nacional ó extraña, y aun de cualquiera de las fic-
Él vive en u n desvancillo, « ciones de la mitología, para ridiculizar el vicio de la adula-
Que aunque aposento le nombra,
El nicho d e S a n Alejo (i c i o n , los zelos i n f u n d a d o s , los sobresaltos que acompañan
Es c o n él sala espaciosa: « al que se afana p o r atesorar, y tantos otros asuntos que
Su comida e s t a n escasa « pueden sacarse de aquellas fuentes, para corregir la moral
Q u e si s e pesa p o r o n z a s
Ni á a u n a n a c o r e t a f u e r a a de los pueblos? » (I)
Colacion escrupulosa; Claro está. Para lo sagrado podia ponerse en las tablas el
Y a u n para ella r e c o r r i e n d o asunto de! esclavo de l'utitar vendido por sus h e r m a n o s , y
Las tiendas, como quien compra
perseguido tan descocadamente por aquella consabida.
Muestras d e legumbres pide
Y el precio d e las arrobas, Para lo profano, hermoso modelo del avaro, y del liber-
Y llenas las faltriqueras tino al mismo t i e m p o , nos prestaría el célebre Pinguang,
T r a e á casa d e esta f o r m a cuarto emperador de la China.
D e arroz, garbanzos, judías,
Lentejas y a u n zanahorias. Para lo mitológico lindísimo argumento el del héroe T e -
L u z e n las n o c h e s d e luna seo, aun cuando 110 hiciera mas que el ademan de matar (y esto
N o la gasla, y e n l a s otras para que fuera tragi-comedia) el Minotauro encerrado en el
Con pedazos d e encerado
laberinto de Creta; con tal, p o r supuesto, de que nos c o n -
(Del q u e e n los coches despoja)
Se alumbra m i e n t r a s se acuesta, tara franca y llanamente la perlidia de haber abandonado á la
Y con presteza tan pronta pobre Ariana (á pesar de aquel hilo que ella le prestó) ca-
P o r q u e a u n e s o n o s e gaste, sándose despues con su h e r m a n a Fedra.
Q u e p o r la calle s e afloja
Calzón, m e d i a s y zapatos; Desalado correría el público á escuchar esas y otras san-
Al subir desabotona deces.
E l j u b ó n , s u e l t a la c a p a ,
Y halla acabada su obra.... ele.
Como el crítico se muestra poco instruido en lo concer-
niente á la comedia, según la entiende Hermosilla, según h
¿Podríamos dejar de aplaudirle? ¿ N o veríamos ahí el vivo
retrato del miserable d e nuestra época? Y, no hubiera sido ¿Seria bueno pina corregir la moral de los Españoles un asunto del ,¡anleísmo
sin olvidar ellir.gam ni el yoni de los seeiarios d e \ i e b u u ? . . ¿Tendríamas v i r i n o e i
impropio que D. Juan d e La Hoz, nos hubiese llevado á Flan- mghm comentado por ¿oroa-trest ¿Nos c o n v e r t i r á .con mas brevedad e i o -
ronü de los sacerdotes egipcios? ¿ e l Kolpia de los í ? D l C ' 0 S . U l ® e ¿ a ^ £ l a m S
des, á Constantinopia ó al Misisipí, para que admiráramos Cartaginenses? ¿ e l Uranos de lus Griegos? ¿ A d u c i r mas lejos? Buena s e n a u m o -
la estampa de su D. Marcos, cuando tantos Marcos tuvimos . al mitológica cuando Sa'.vá nos la aconseja.
h a n entendido los verdaderos maestros, no será escusado con encantadora elegancia, y teniendo á sus pies un trofeo de
decirle que — instrumentos de música.
Comedia de caracter, es aquella que pinta y descubre el La alegoría dice ahí mas de lo que pudiéramos decir noso-
caracter de un particular, v. g. El Misántropo de Moliere, el tros en abono de la doctrina de Hermosilla.
Jugador de Regnard, etc Me parece haber probado suficientemente lo infundado de
Comedia de intriga ó enredo ; la que nos divierte con una la crítica con que el S r Salvá echó á volar el libro de Gómez
acción llena de enredos, multiplicando á cada paso los inci- Ilermosilla, pero todavía importa que digamos como el difunto
dentes, como el Matrimonio de Fígaro, de Beaumarchais, librero amplió la espresion de su doctrina en la advertencia
Comedia de costumbres, la que las pinta buscando sus á los apéndices y suplemento que siguen (pág. 21 o).
personages en los palacios, entre la grandeza, ó en las dife- Comienza diciendo que Hermosilla se reservó aquellos a p é n -
rentes clases de la sociedad. dices para probar mas y mas la certeza é invariabilidad de las
Comedia episòdica, aquella cuyas escenas no llevan, ni reglas; que para ello ha colocado la cuestión en los términos
necesitan un enlace rigoroso, como los Originales de Fagan, que mejor le ha parecido, á Gn de salir triunfante, y que de
ó el Mercurio galante de Boursault. principios ciertos ha deducido consecuencias que también lo
Comedia llorona, así llamada por lo patético de su tras- son, cuidando de mezclarlas con puntos muy disputables por
unto, es la Escuela de las madres, y el Ama de gobierno lo menos.
de La Chaussée. Sea entre otros el de las unidades contra las cuales se e s -
Comedia pastoral, la que pone su acción en boca de p a s - plica Salvá a s í :
tores , tal el Melicerto de Moliere. «Los que pretenden hacernos tragar (1) las insulsas unidades
No quiero hablar de la histórica porque el público no cor- citándonos á Aristóteles y Horacio, han olvidado que las dos
reria desalado á oirme, y menor de la heroica como así naciones que mejor conocen (2) los clásicos griegos y latinos,
llamó P. Corneille, á su D. Sancho de Aragón, género que no la Alemania é Inglaterra, nunca han querido dar entrada á
ha dado ni dará mucho dinero á los cómicos. las comedias ajustadas á los decantados preceptos del a r t e ;
Y al cabo, sea heroico, sea histórico , sea característico, que la Francia, donde Moliere, Racine y Corneille crearon una
episódico, etc. etc. el tema de ese género de composiciones, escuela nacional, va desviándose basta tal punto de las huellas
¿ no es evidente que, si vienen ellas con retratos de nuestro pais, de estos dramáticos, que el teatro francés, por excelencia,
y de nuestra época, han de interesarnos mucho mas, que sa- está casi siempre desierto , al paso que los parisienses corren
liendo con las estravagancías ó los caracteres de un pueblo ó desalados á comedias que no son ya sino cuadros sueltos,
de un siglo que nosotros no conocimos? pues sus actos no guardan la menor relación entre sí; y que
Pues eso es lo que aconseja nuestro autor, como que sabia nuestro pueblo, por mas que le prediquen los preceptistas, ha
lo que el crítico no llegó á aprender, esto es, q u e , iconològi- dado hasta ahora en la m a n í a , y lleva trazas de m a n t e n e r l a ,
camente h a b l a n d o — L a vieja que calzaba coturno, y vestía de que le divierte un drama (3), si hay en él fiel pintura de
á la cíngaro, representando de esa manera la comedia an-
tigua, la comedia moderna la destronó poniendo en su lugar 1. No cabe espresion mas noble.
2. ¿Donde eslá el sugelo de ese verbo, en naciones ó en clásicos?
la figura de una joven amable y graciosa, vestida y peinada 3. E n la manía de que le divierte un drama, es admirable.
- 2 6 - — 27 —

las costumbres (-I") y complicación ingeniosa de sucesos q u e parece poco á la nuestra. Pero p a r a m í es este (1) u n privi-
mantenga en espectativa el ánimo del público. Son ademas legio tan peculiar de los verdaderos partos del ingenio, que
poco consecuentes en n o aplicar al teatro los mismos p r i n c i - 6i bien estoy persuadido de que nuestras comedias famo-
pios, p o r q u e e x a m i n a n y admiran la inmortal obra de Cer- sas atraerán u n gran c o n c u r s o , m i é n t r a s p u e d a n ser e n t e n d i -
vántes. La r e p u t a n , y con f u n d a m e n t o , superior á cuanto h a das, no me cabe duda en q u e d e n t r o de cincuenta años n o se
dado á luz la imaginación de todos los escritores; la m i r a n representará ninguna de las de Moratin, á pesar de su regula-
como parto de u n a inspiración q u e se echa ménos en las demás ridad, buen diálogo y castigado estilo; y que á lo m a s se echa-
composiciones del m i s m o a u t o r ; confiesan que los h o m b r e s rá una que otra vez El café, que no es p o r cierto su m e j o r
i n s t r u i d o s , cuando leen el Telémaeo, por ejemplo, no tienen comedia. Moratin llegó á estinguir gran p a r t e de su ingenio
p o r imposible hacer algo q u e se le parezca, mientras humillan por la nimia observancia de las reglas, las c u a l e s , como u n a
sus cabezas delante de aquella producción s u b l i m e ; y m i r a n esponja que todo lo borra ( 2 ) , al p u r g a r de defectos sus d r a -
con desprecio á los criticastros que osan notar en ella los des- m a s , los ha destituido de las dotes q u e los hubieran p e r p e -
cuidos en q u e incurrió Cervántes (21, ocupado tan solo en eje- t u a d o en el teatro. Se leerán sin d u d a y se estudiarán como
c u t a r l a portentosa idea q u e llenaba su mente p o r e n t e r o : modelos de lenguaje correcto y de otras infinitas bellezas, á la
¿ p o r q u é pues no juzgar d e nuestras comedias p o r las mismas m a n e r a que estudiamos la Celestina y la Lena, y el n o m b r e
reglas? De ellas se a p a r t a n indudablemente algunos centenares, de Inarco aparecerá siempre al lado de los de Terencio y Mo-
de las de nuestro a n t i g u o teatro, ¿ciadas por otro lado de her- liere ; pero sus comedias no darán m u c h o provecho á los ac-
moso lenguaje y bella versificación, de una copia exacta de las tores. Moratin debió pronosticarse este resultado, puesto q u e
costumbres é ideas c a b a l l e r e s c a s , y de una t r a m a tan compli- reconocía, al hablar de las tragedias de Montiano, q u e « es u n a
cada q u e m a n t i e n e e m b e l e s a d o al espectador desde el principio verdad sabida que p u e d e n hallarse observados en u n d r a m a
hasta el fin, pues á cada escena se atraviesa u n incidente, q u e todos los preceptos, sin q u e p o r eso deje de ser intolerable
llama con mayor f u e r z a su atención y excita su curiosidad, á vista del p ú b l i c o ; » y al Burlador de Sevilla de Tirso de
para ver de q u é m o d o se desembaraza el autor de tantas difi- Molina lo calificó de « comedia que siempre repugnará la sana
cultades como va a m o n t o n a n d o . Esto hace que escuchemos crítica, y siempre será celebrada del pueblo (3).» El ingenio
todavía con placer a q u e l l a s composiciones, aunque su locucion pues y otras dotes son las q u e sostienen las obras literarias,
t o q u e ya en a n t i c u a d a ; p o r m a s q¡ue se falte á todas las reglas como lo experimentamos en el Don Quijote, mas apreciado
de la escuela francesa ( 3 ) ; á pesar de que hayan cesado,los sin disputa al p r e s e n t e , q u e cuando estaba en vigor la manía
abusos q u e ridiculizan , y las costumbres y preocupaciones á d é l o s libros caballerescos que Cervántes se propuso ridiculizar:
q u e a l u d e n ; y no o b s t a n t e q u e pertenecen á u n a época que se y lo mismo sucede con nuestras comedias del siglo XVII , cuya
celebridad todavía d u r a . Si las de Moratin desaparecen d e n t r e

E s decir, de aquellas costumbres propias del público espectador, porque si se le


ensenasen costumbres del puebla tártaro, protaMeinente adelgazaría mucho la manía
de que le divierte un drama. Eso mismo pensai" Heruiosilla un poco mas airas.
2. hupfl-era la es P resi<m técnica, y la menos trivial absorte; o <leamos afinde
2. Y màxime cuando algunos d e aquellos crii,castras llevaron la presunción hasta que sepan nuestros lecRres que la esponja no s e ajusto con n o s ^ s bajo la condi-
d a r á Cervantes algunas lecciqnes de estilo... meanMeo. ¿ion de borrar, sino que nos dijo que con auxilio de sus.poros absorveua o chuparía.
3. ¿A cual escuela, á la de Molière, Ratine y Corneale, o i la desjuiciada de los
Hugo, Dumas, Sue, y o t r o s ? 3. No olvide el lector la sentencia de esa a u t o r i d a d .
de algunos años de la escena, como yo lo c r e o , en otra cosa fastidio. Si la examinasen sin prevención, hallarían que es su-
consistirá, y n o en que el género cómico solo sufra la pin- mamente varia ( I ) , que acaso (2) consiste en esto su principal
tura de los vicios y errores vigentes, según él lo sienta en la belleza, y que no nos agrada ménos por lo mismo el confuso
advertencia á La comedia nueva (I). y espeso verdor de una arboleda rústica, plantada sin o r d e n ,
No pretendo con estas reflexiones acriminar (2) á los que se que el (3) de una de calles alineadas, dividida en cuadros, cír-
conforman con las reglas del arte, ni quiero reducir toda la culos y otras figuras regulares, ni nos deleita ménos la encanta-
poética dramática á los dos axiomos, -1que las obras de dora variedad de los caprichosos jardines ingleses, que la de los
teatro solo piden ingenio, y 2.° que las reglas observadas formados con rigurosa simetría. Por grande que sea el mérito
por los estrangeros no son admisibles en la escena españo- del palacio de Cárlos V en la Alhambra de G r a n a d a , la aten-
la. Mis deseos qudarán satisfechos, si veo que algunos de ción del viajero se para mas detenidamente en los arabescos,
nuestros literatos se hacen ménos intolerantes (3); si llegan á techos incrustados y sus estalactieas (4), y en las afiligranadas
convencerse de que el enredo y complicación de una comedia labores de que a b u n d a el contiguo palacio de los reyes moros.
no escluyen la observación de las unidades (-i), según lo pa- En aquel celebra la sencillez, la grandiosidad: pero en el se-
tentizan La verdad sospechosa y algunas otras de Ruiz de gundo la encantan esas que los reglistas llaman contravencio-
Alarcon; si van conociendo que las de lugar y tiempo no son nes del arte. ¿ A quién, despues de haber visitado la gótica ca-
tan esenciales como la de acción; en una palabra, si empiezan tedral de Sevilla, sorprende la vecina Casa-lonja, uno de los
á dudar de la necesidad de atenerse á los cánones de los p r e - mejores monumentos del célebre Herrera? (5)
ceptistas, reconociendo que en el drama como en la epopeya,
No han estudiado por tanto á la naturaleza (6) los que se
puede sobresalirse por caminos muy diversos; que si fueron
obstinan en restringir á un n ú m e r o muy reducido los géneros,
escritores eminentes Taso y Moliere, no se encuentran á cada
en que pueden sobresalir el artista, el orador, el poeta, el es-
esquina un Ariosto ni un Shakespeare; y que no debemos
critor, siguiendo rumbos diversos y faltando á lo que en este
avergonzarnos de colocar nuestro Don Quijote al lado del
y otros tratados se denominan reglas invariables del arte.
Telémaco francés.
Las de la oratoria prescriben, por e j e m p l o , que se principie
Insensiblemente hemos demostrado (o) que el bueno ó mal captándose la voluntad de los oyentes, exponiendo los h e -
gusto no se fundan en todas las bases que le señalan Gómez chos, etc. e t c . ; y sin embargo Cicerón creyó (7) en la primera
Hermosilla y los esclusivamente clásicos, puesto que se ha visto Catilinaria, que produciría mas efecto su discurso, si desde
la poca solidez de algunas, y ahora vamos á ver que no aboga
tampoco por ellos la naturaleza, que nos recuerdan hasta el
1. Varia.... en sus obras, s í ; pero inmutable en sus leyes, como varias también l a s
voesias, y fijos los principios del arte.
2. Nada de acaso, ¿consisteen eso ó en lo de mas alia?
3. Se trata del verdor, estamos? Y siendo el verdor de una arboleda rüslica n o
Dijo BU disparate como Hermosilla. líenos agradable que el (verdor) de una (arboleda) de calles alineadas, queda e n t e n -
2. Muy en •vano fuera. dido que la cuestión se aparta cien leguas del punto capital.
3. Pues ¿qué tolerancia' mostró en sn vida el critico cuando siempre tnvo el látigo 4. ¿Pesó alguna vez el critico, ó mejor llegó i medir el volumen de aquellas c o n -
levantado contra autores muertos y vivos? creciones calcáreas? Yo creo que empleó esa voz sin conocer su significado: lo digo por
¡ Ah con que no dice mal la observancia de las unidades con el enredo y (el) el lugar á que la remite.
lease la — complicación de nna comedia ¿ e h ? 5. Todo eso ya nos lo tenia dicho Martínez de la Rosa.
5. Tan insensiblemente tabú sido que juro en cnanto i mi toca, n o haber distin- 6. Pues ¿qué dice la naturaleza? Ya se nos ha dado por guia y norma dos veces,
guido la tal demostración. y antes como ahora s e nos marcha como si fuera muda.
7. Pero ¿acertó ó no?
%
lue apostrofaba á Catilina preguntándole, « ¿ Hasta cuándo Quiero ir mas adelante. Es evidente que Salvá, poniéndose
« pensaba abusar de la tolerancia que con él tenia el pueblo de parte del público que aprueba, palmotea y corre desalado
« romano ? » Quousque tandem abutére, Catilina, patien- al teatro de la novedad desarreglada, acoje por bueno y
tiá nostra? Lo que á la oratoria, puede aplicarse al mismo aplaude lo que aquel aplaude, porque, no lo olvidemos, esas
lenguaje. El orden directo ó lógico de las frases y las palabras y no otras son las armas de que usa para combatir la d o c -
propias se conforman mas con lo que se llama n a t u r a l ; y no t r i n a del S r Hermosilla.
obstante preferimos de ordinario el inverso ú oratorio, y las Si pues el público es un juez tan atinado, y si tanto respeto
voces figuradas son las que comunican mayor gracia á la debemos á sus fallos, que vale mas violar los preceptos del
dicción.—» arte, que no apelar de aquellos al tribunal de los preceptistas
No voy mas adelante porque no quiero enmarañarme entre ¿ porqué Salvá olvida ese principio y t a j a , y hiende y hace
las cien mil encrucijadas de un laberinto t a l , precisamente trizas á nuestro autor, diciendo con soberano descoco :
cuando mas ganas tengo de perderle de vista. « En sus lugares respectivos he notado ademas otros puntos
Porque al cabo ¿qué se ha dicho ahí con fundamento para parciales en que m e separo del a u t o r ; todo en gracia d e los
destruir la doctrina de Hermosilla? Este espone reglas en su principiantes, y sin proponerme hacer la critica de la obra
calidad de artista; su crítico le habla de gusto. Se dice que el que publico, porque en tal caso hubiera principiado desde
teatro francés (en Paris) en el cual hablan Moliere, Racine, su titulo, el cual no me parece mas exacto que otros repudia-
Corneille y otros clásicos, está casi siempre desierto, al paso dos por Gómez Hermosilla en su prólogo. ( P á g . XXX del
que los parisienses corren desalados á comedias, que no son ya prólogo.)»
sino cuadros (I) sueltos. No es cierto eso, ni aun cuando lo Eso quiere decir que en la obra de Hermosilla todo es malo
fuera se habria probado contra el principio unitario. Lo que hasta su mismo título....
hay es que al teatro francés acuden los hombres de gusto, los ¿ H a s i l v a d o el público esa o b r a , puesto que un Salvá la
amantes de las bellezas del arte, minoría imperceptible en to- administra tan piadosamente esa cruda bofetada, é l . . . . admi-
dos los pueblos, minoría que abandona sin esfuerzo á la plebe rador del público que aplaude y corre desalado?
ignorante la escuela del desorden, de la inmoralidad, y del Veamos como el crítico abre las puertas de su prólogo en
lenguaje tabernario unas veces, libertino otras, y muy raras cuanto advierte que el libro de Gómez Hermosilla puede figu-
correcto. Y si no ¿en qué consiste la larga vida de Molière, de rar con provecho entre los artículos del comercio libreril.
Racine y demás guardadores de las reglas, saliendo hoy dia á Dice así.
las tablas, cuando las nuevas producciones dramáticas mueren
« De las obras que hasta el dia se h a n destinado entre nos-
todas ellas en mantillas? Ese público que desalado corre á
« otros, bajo diversos títulos, para d a r u n a nocion elemental
verlas v que compone una inmensa mayoría ¿porqué 110 jas
« á la juventud de las cualidades que han de adornar la buena
ciñe la corona inmortal?
« elocucion, y del modo de emplearla escribiendo, ya en pro.
« s a , ya en verso; NINGUNA ha logrado tan general acepta-
« cion, como la que ahora reproducimos. »
O serán triángulos presos. Eso lo ha de decir quien, con juicio y autoridad com-
petente, se ponga á traducir la voz francesa tableaux, definida hoy dia por los diccio- Es decir — Público, tú con tu general aceptación has sido
narisas franceses como nuestra Academia tiene definida la voz mutación aplicada ¡
los teatros. a un majadero; esa obra está tan llena de defectos que hasta
o el titulo es ramplón; no quiero empeñarme en p r o b a r l o , Y e s o ¿ q u é p r u e b a ? lo contrario de lo que Salvá presu-
« pero págame el trabajo d e haber inventado ese falso testi- me, esto es, que no siempre juzga con acierto el público que
« monio.— aplaude. ¿Quiso decir Moratin que se violasen los preceptos to-
¿Quiso probar Salvá que las unidades no están en la natu- dos ó alguno de ellos atendida aquella inconstancia? INi el
raleza ? Si tal fue su pretensión no lo sé, pero sí puedo decir mismo Salvá se declararía por la afirmativa, puesto en el
que ningún esfuerzo hizo para desempeñar ese p u n t o , ni a u n caso de poder respondernos.
c u a n d o le hiciera no habría logrado su intento. Y que hermanando el arte riguroso,
No se le arguye á Hermosilla sobre la unidad de acción, sí Con la libre y fecunda fantasía,
Su feliz invención ciña y reduzca
solo sobre la de tiempo y la de lugar. Pues tomemos en
A una acción, á un lugar, á un solo dia.
cuenta estas dos últimas para un ejemplo práctico y que no ( M A R T Í N E Z DE LA R O S A . )
sale del orden natural de las cosas. Y en otra parte ;
Supongámonos mentalmente en el siglo vigésimo sesto, y Mas á par de la edad, diestro matiza
espectadores de hechos q u e no ha mucho pasaron á nuestra La índole peculiar, el sexo, el grado
vista, esto e s , del destronamiento de Carlos X , del de Luis El siglo, la nación: y á un mismo tiempo
Nos copia, nos instruye y nos hechiza.
Felipe, d e la trágica m u e r t e de la duquesa de Praslin, etc,
etc, ¿qué diriamos en tal caso de quien, despreciando el arte Mas dejémonos de opiniones que no se apoyan sino en fa-
y la verdad histórica, nos llevara de aquí para allí e n t r e t e n i é n - llos vulgares, de continuo inestables, y siempre caprichosos,
donos ademas con una historia de -15 ó 20 años? ¿Cabe pues si los hombres de gusto delicado ven de un golpe que
la unidad de tiempo, ó la regla de las 7 2 horas que quiere desde el Montecristo de un D C M A S hasta llegar, no digamos
el Pinciano, en el recuento d e esas tan imprevistas catástro- al CID del gran Corneille, hasta la mas imperfecta produc-
fes? Pues no quebrantó esa regla el pueblo de París, que con ción dramática d é l a s de Tomás, hermano del último, hay que
menos de tres dias tuvo bastante para el enredo y desenredo andar cien mil leguas, el público que con tanto frenesí aplau-
del d r a m a . ¿ Cabe la unidad de lugar? Aquel pueblo desem- de, según nos lo dice Salvá, llega á ver por fin lo mismo que
peñó su tarea sin moverse de París. — Praslin se mostró vieron aquellos, ó si no lo ve tan á las claras, recoje su entu-
mucho mas diligente en la observancia de los tres preceptos. siasmo, da por bueno el juicio de los péritos en el a r t e , y
consiente sin esfuerzo que baje al eterno olvido la obra que
Examínese bien todo c u a n t o pasa de tejas abajo y se verá
ayer, por decirlo a s í , le acababa de arrancar inmerecidos
que esa, -y no otra, es la marcha natural de las cosas, que no
aplausos.
incurre en falla el que á ese orden se arregla para esplicar
Todos esos puntos, y otros que no quiero notar, porque se
su doctrina, sino aquel q u e le quebranta sin necesidad. Es-
va haciendo la tarea un poco fastidiosa, han sido de mucho
t ú d i e n s e , estudíense los d r a m a s de la naturaleza, ya que se la
provecho para el comercio de la librería, pero dañaron dema-
invoca, y se reconocerá el origen de las unidades.
siadamente á la lucidísima esposicion de la doctrina de Gómez
Dice Salvá, que Moratin reconocía al hablar de las tragedias,
Hermosilla, é importaba borrarlos, como dice Salvá, con la
de Montiano que es una verdad sabida que pueden hallarse
esponja de la crítica.
observados en un drama todos los preceptos sin que por
eso deje de ser intolerable á vista del público. Por igual motivo voy á borrar también en muy pocas pala-
tras—el Apéndice de aquel editor sobre la pronunciación Muestras de s u doctrina
y acción.
« Entiendo por pronunciación la inflexión y acento qua
Ya nos dijo acerca del asunto (pág. xxi de su prólogo) que
« debe dar á su voz el que en una reunión habla de repente,
ha compuesto su lección sobre la pronunciación, — extrac-
o dice lo que ha aprendido de memoria, ó lee algún papel. »
tando los preceptos de Quintiliano, como ya lo hahian h e -
P e r d o n o — d e repente—de memoria y algún papel, pero
cho Blair, Capmany, y todos los que h a n tratado acerca de
acuso á Salvá porque no supo definir la palabra pronuncia-
esta materia; mas q u e — n o habiendo hallado en ninguno de
ción, que es, gramaticalmente hablando — la espresion de
los tres (ni en los todos) regla alguna relativa al modo de leer
las letras, sílabas y palabras hecha con el sonido de la voz; y
en reuniones particulares ó públicas, h a tenido que apelar á
según los retóricos— la parte que modera y arregla el semblante
su propia esperiencia para las pocas ( r e g l a s ) que da sobre
y acción del orador ( D i c c i o n a r i o de la Academia espa-
este particular.
ñola).
O n o se extractaron los principios que dió Quintiliano acer-
La inflexión es, según esa misma autoridad, la elevación
ca de esta materia, ó si se extractaron no fueron reglas de
ó depresión que se hace con la voz, quebrándola ó pasando de
la esperiencia del crítico, las que él dice que nos da sobre
un tono á otro—y como es voz (siempre según la Academia)—
este particular, porque es la pronunciación la materia, y no
el sonido formado en la garganta y proferido en la boca del
es el particular otra cosa mas que la pronunciación.
animal en la voz del asno, que el vulgo llama rebuzno,
Ni habíamos menester tampoco de esa inocente, aunque
hay también inflexiones que no llamaría Saltá pronuncia-
mal aliñada confesion, para reconocer desde luego los límites ción.
de la hacienda propia del S r Salva, siempre llena de malezas,
Es el acento (otra vez según la Academia) en su propio y
siempre descuidada, y por lo mismo siempre sin fruto para
gramatical sentido — el tono con que se pronuncia u n a pala-
la escuela.
b r a , ya subiendo ó ya bajando la voz; pero en nuestra lengua
Ocho páginas llena con esa lección que sin inconveniente y otras vulgares se toma p o r — p r o n u n c i a c i ó n larga de las
puedo yo calificar de mímica, y confieso con ingenuidad que sílabas—y no es de presumir que el s* Salvá se propusiera
el maestro debió s u d a r sangre al componerla, aunque con la aconsejarnos que hiciésemos largas las sílabas breves.
satisfacción de poder decirse á sí mismo al ver todos sus miem-
Ya se supone que quien no acertó á definir la voz pronun-
bros ( incluso el pico) en tan rabiosa faena—soy por escelen-
ciación, menos acertaría con las reglas del buen pronunciar,
cia el Bululú de Bululus... ó . . . ues, pasados, presentes, y fu-
pero bien pudo Salvá errar en eso, y acertar en otras cosas,
turos.
como, v. g-, cuando en la lección de acción nos dice.
Y ni con todo eso quedó agotada la materia.—Para entrar en
« Por lo mismo que la BOCA es el conducto por donde sale
todos los,, pormenores, nos dice el crítico al fin de su obra,
la palabra (I), no se la ha de ocupar, mientras estamos hablan-
habríamos de llenar u n grueso volumen, desviándonos de la
d o , en los oficios poco limpios de E S T O R N U D A R , T O S E R , y
brevedad indispensable en toda obra elementar.
¡ E S C U P I R , I)
Y un volumen no menos grueso tendría que escribir yo, á
querer empeñarme en barajar las cien mil sandeces amonto-
1. Creí que uos iba á decir con la Academia - por dinie entra el alimento.
nadas en el apéndice del S r Salvá.
Hay en favor de esa doctrina aquello de
« Los pies no han de moverse en el sitio que ocupa el ora-
• fI
Quisque pro opibus wdificat « dor, sino para variar la postura de tener el uno algo mas
Equivalente á — C a d a uno estornuda como Dios le ayuda. «sacado que el o t r o ; pero no para apoyarse en cada uno de
Habia yo creído hasta ahora que el estornudo era un sacudi- « ellos alternativamente. Puede darse una patada contra al
miento violento y estrepitoso de lo que ofende la membrana «suelo en una irritación muy extrema. »
pituitaria, y que todo hombre de buenas narices tenia mucho ¡ Criminal fuera en verdad el orador que llevase el olvido de
andado para gozar el placer de aquella acción. Veo, pues, mi sí mismo, y de lo que debe á sus oyentes, hasta punto de apo-
engaño, y prometo la enmienda. yarse en uno de sus pies, á ya en ambos; su oratoria no to-
Creia yo igualmente que el toser era una acción del pecho lera tales licencias, basta que la vivifique y robuslezca con al-
para arrancar ó arrojar lo que le fatiga ó molesta, y lo creia guna patada, ó coz, de cuando en cuando, teniendo muy pre-
porque asi m e l ó tienen dicho todos los hombres inteligentes; sente que en cerrando esos paréntesis, está en la obligación
como me dijeron también que, aun cuando llegue á la boca de volver á su postura de bolero en punto al saque de los
parte del efecto, ó todo el efecto, de esta y de aquella acción pies.
no es la boca la que quiere ocuparse en esos oficios aborreci- No noto las otras mil giradas que acabó Salvá con todos sus
dos de toda criatura bien nacida, pero en los cuales cae tal vez miembros para que saliera su lección con cuantas perfeccio-
sin poderlo evitar, hasta el mas aseado orador. nes pedia el asunto, porque temo que los lectores se amane-
rarían demasiado, y que si con tales manera;«, modales ó ade-
El mal está en que el señor Salvá no nos dejó reglas para
manes, subieran á la tribuna, nos habían de parecer títeres.
imponer silencio á esos molestos y poco limpios interrupto-
Basta pues de acción, y en punto á pronunciación obsér-
res, de cuya violencia no pudo libertarse ni aun el mismo
vense á la letra los preceptos siguientes.
Cicerón.
« Los incidentes cortos de la oracion, que se colocan entre
Y pasando ahora de lo vivo á lo pintado, necesariamente
comas ó dentro de un paréntesis, se distinguirán bajando y de-
tendremos que admirar la siguiente pincelada.
teniendo un tanto la voz, la cual marcará con énfasis la pala-
«Las manos cesan cuando la voz, y señalan el objeto en que {
bra, que deseamos grabar con particularidad en el ánimo de los
« s e fija la vista, menos cuando desaprobamos, negamos una
oyentes. En esta sencillísima pregunta, Va vmd. hoy á la co-
« cosa, ó queremos mostrar nuestra aversión. Para lo primero
media ? varía enteramente el sentido, según la palabra en que
0 y segundo se cierna blandamente la derecha, y levantando
esforzamos y suspendemos algo la pronunciación. Si digo. Va
1 un poco el dedo índice, se la mueve con velocidad; y para vmd. hoy á la comedia? se me responderá: No puedo ir,
<t lo último sacamos las dos á la altura de la boca con las pal- porque he cedido mi luneta á un amigo. Si se pone el énfasis
« mas hácia f u e r a , » ¡ Qué postura tan l i n d a ! . . . en el hoy, ¿Va vmd. hoy á la comedia ? se contestará : No;
Me voy convenciendo de que habia en el maestro prendas • prefiero ir mañana. Y si en el último sustantivo, ¿Va vmd.
muy buenas para desempeñar, con acierto, una cátedra en fa.: hoy á la^ comedia? será esta ú otra semejante la respuesta:
Escuela de natación; cuando menos, ccnvéngase francamente • No, porque estoy convidado al Liceo. Pero puede haber ca-
en que el Sr Salvá habia estudiado con aprovechamiento el ac- sos en que todas las dicciones de un inciso hayan de ser en-
cionar d§ los topos. fáticas, y entonces es necesario aD05ar.se en todas ellas mas
que en las restantes de la cláusula, verbi g r a c i a : ¿ ...Ya vmd. probar ciertos puntos con oportunos ejemplos de algunos de
hoy á la comedia, cuando debiera estar asistiendo á su ma- nuestros mejores poetas, sin perjuicio de dejar intactos los
dre enferma, y tiene mas motivos para llorar que para di- que aquel tomó del inmortal D. Leandro M o r a ü n . ,
vertirse? (Salva pág. 80) ¡ Ojalá teisga yo el necesario gusto para elegir cctí acierto los
? Dos dias enteros he pasado hilándome los sesos para ver si modelos, y que sean todos ellos dignos de imitación.
podia alcanzar tal cual viso de variedad en el sentido de todas
esas preguntas, y al cabo salgo con que el vmd. vale lo m i s - París, 28 de febrero de 1830.
mo que el vmd; tanto el hoy como el hoy, y no menos á la
comedia, que, á la comedia. Puede que eso consista en la deli- P . MARTINEZ LOPEZ.
cadeza de mis facultades mentales. Advierto, sí, que el —
¿Va vmd. hoy á la comedia, cuando debiera estar asistien-
do á su madre enferma, y tiene mas motivos para llorar que
para divertirse ?...esú vertido en una forma muy impropia,
porque la figura llamada interrogación no es á propósito pa-
ra reprender ó afear, como ahí se hace, u n a acción verdadera-
mente reprehensible y que por su estrañeza conmueve el áni-
mo del que la vitupera. Acaso le pareciera á Salva la nota
interroga iva de igual valor que la interjectiva, porque esas
y otras suposiciones caben á vista de un tan extraño desorden
en la espresion de las ideas.
No olvidó Hermosilla, como indebidamente se dice, que ha-
bía reglas, ó formas propias para esplicar las pasiones del áni-
mo, ni desconoció tampoco que el hombre modula sus pala-
bras en muy diverso tono, según que habla de veras ó de
chanza, con seriedad ó ritjéndose, afirmativa ó irónicamen-
te; alegre ó triste, colérico ó tranquilo; ó según que pide, se
queja, se lamenta, amenaza, aconseja,persuade, etc. etc.;
solo que diestro observador de la naturaleza tuvo por muy es-
cusado repetir lo que ella misma nos inspira sin recurrir á las
incoherentes alharacas de ios retóricos adocenados.
Por lo mismo, la lección del S r Salva era innecesaria, y nos
lo dio con todos los caracteres de lo absurdo.
No abusaré mas de la paciencia del lector; solo quiero de-
cirle que- creo que no puede desmerecer la doctrina de nuestro
autor, aun cuando yo m e t o m e la libertad de esclarecer ó com-
ñas (1)? Letras humanas p u e d e convenir á t o d a s las cien-
cias y a r t e s q u e t r a t a n d e objetos p u r a m e n t e h u m a n o s .
Arte de escribir, título q u e dió Coridillac al t r a t a d i t o q u e
c o m p u s o sobre la m a t e r i a , n o seria del t o d o i m p r o p i o , si
ADVERTENCIAS n o p a r e c i e s e q u e limitaba el a r t e á las solas c o m p o s i c i o n e s
escritas, s i e n d o así q u e m u c h a s d e las a r e n g a s públicas
n o se e s c r i b e n . A d e m a s arte de escribir significa e n t r e
n o s o t r o s coleccion de reglas para escribir bien, e n el s e n -
1 1 1 £111©!* t i d o d e f o r m a r bien los c a r a c t é r e s m a t e r i a l e s q u e l l a m a -
m o s letras, n o e n el de h a c e r u n a b u e n a c o m p o s i c i o n
literaria.
3.* Las r e g l a s relativas á la elección d e las e x p r e s i o n e s
y á la c o o r d i n a c i o n d e las cláusulas e s t á n c o n t r a i d a s á la
l e n g u a c a s t e l l a n a , sin lo cual s e r i a n e n t r e n o s o t r o s d e
m u y poca utilidad ; y t o d a s Jas d e la p r i m e r a p a r t e e s t á n
i l u s t r a d a s con e j e m p l o s , ya latinos y castellanos, y a cas-
tellanos s o l a m e n t e , e n c u y a elección m e lie g u i a d o p o r
1 * Mi á n i m o , al escribir e s t a o b r a , n o ha sido a ñ a d i r á los principios s i g u i e n t e s . P a r a m u e s t r a s de bellezas h e
t a n t a s como e x i s t e n u n a Retórica y u n a P o é t i c a m a s , r e - escogido i n d i s t i n t a m e n t e los q u e m e h a n p a r e c i d o o p o r -
p i t i e n d o bien ó m a l lo q u e otros h a n dicho, y h a c i n a n d o t u n o s ; para h a c e r ver los d e f e c t o s , los h e t o m a d o d e a u -
sin d i s c e r n i m i e n t o fruslerías escolásticas q u e n a d a e n - t o r e s de p r i m e r o r d e n , p o r q u e los a d o c e n a d o s , q u e n a d i e
s e ñ a n . Mi o b j e t o h a sido e n t r e s a c a r d e los i n n u m e r a b l e s lee, n o p u e d e n influir en el b u e n ó m a l g u s t o d e la j u -
v o l ú m e n e s q u e se h a n escrito s o b r e la m a t e r i a d e s d e v e n t u d e s t u d i o s a , al paso q u e las faltas c o m e t i d a s p o r
A r i s t ó t e l e s acá, las pocas observaciones q u e m e r e c e n el e s c r i t o r e s d e m é r i t o suelen s e r i m i t a d a s p o r los p r i n c i -
n o m b r e de r e g l a s , p r e s e n t a r l a s c o n c i e r t a n o v e d a d , n a - p i a n t e s . P o r esta razón h e criticado a l g u n a vez e n t r e los
c e r l a s inteligibles á todos, y f u n d a r l a s e n p r i n c i p i o s i n - n u e s t r o s á C e r v a n t e s , Garcilaso, H e r r e r a , Leon y R i o j a .
Y a u n q u e L o p e d e Vega y B e r n a r d o d e B a l b u e n a n o
contestables : en s u m a , c o m p o n e r u n a obra m a s c o m p l e t a ,
p u e d e n s e r colocados en la m i s m a línea, los h e c e n s u r a d o
m e t ó d i c a , clara y filosófica q u e las p u b l i c a d a s hasta el
con f r e c u e n c i a p o r r a z o n e s p a r t i c u l a r e s . L o p e es la p r u e b a
día, la cual b a s t e ella sola para g u i a r a los e s c r i t o r e s e n s u s
m a s i r r e f r a g a b l e de q u e el h o m b r e d e m a y o r t a l e n t o ,
c o m p o s i c i o n e s , y á los lectores e n el e x a m e n y juicio d e
a u n q u e sea t a m b i é n m u y sabio y e r u d i t o , n o h a r á j a m a s
las a j e n a s . E l público dirá si lo h e c o n s e g u i d o . u n a composicion literaria p e r f e c t a , si i g n o r a ó q u e b r a n t a
2 > La h e i n t i t u l a d o Arte de hablar en prosa y verso, v o l u n t a r i a m e n t e las r e g l a s . Lope, si las h u b i e r a sabido
p o r q u e los o t r o s t í t u l o s con q u e h a s t a a h o r a se h a n d i s t i n - c o m o d e b e n s a b e r s e ( l o q u e y o n o c r e o , p o r m a s q u e él
g u i d o las de su clase, no son e x a c t o s . Retorica y Poética diga q u e al escribir, las encerraba con cien llaves), y las
n o p u e d e n significar mas q u e t r a t a d o s p a r t i c u l a r e s s o b r e h u b i e r a o b s e r v a d o fielmente, seria el p r i m e r p o e t a del
las c o m p o s i c i o n e s o r a t o r i a s y p o é t i c a s . Principios de li-. m u n d o . D o t a d o d e u n a i m a g i n a c i ó n viva, f e c u n d a y p i n -
teratura, e s d e m a s i a d o vago, p o r q u e la p a l a b r a literatura
d i c e m u c h o m a s q u e exposición de las reglas para com-
poner en cualquier género que sea. Bellas letras, buenas 1. S o hay respuesta para semejante pregunta tomada e n su sentido rigoroso, pero
1 el adjetivo bellas ni el buenas, no se aplica al suslantivo letras en su sentido material,
aras, el uso los h a c e t o l e r a b l e s ; p e r o en si m i s m o s s o n sino que atiende á aquella parte de letras 6 de literatura que va engalanada con cuan-
b s u r d o s . ¿ H a y a c a s o algunas letras feas o « z a t o , d e las tas bellezas calien en la composicion, sea en la poética, sea en la histórica, sea en la
elocuencia, y aun en la misma filosofia, siempre que esta revista formas dignas de
n a l e s se d i s t i n g a n estas con los e p í t e t o s d e bellas o bue- las tamas y tan sublimes materias en cayo examen entra.
4 . ' Las reglas p a r t i c u l a r e s n o van i l u s t r a d a s con e j e m -
t o r e s c a ; versado e n las ciencias, lleno d e varia l e c t u r a , p l o s , p o r q u e es imposible hacerlo, á n o escribir u n a d o -
s a b i e n d o quizá d e m e m o r i a los clásicos l a t i n o s ; c o n o - c e n a de abultados v o l ú m e n e s . ¿ C c m o d a r m u e s t r a d e
c i e n d o , a u n q u e p o r v e r s i o n e s , los g r i e g o s ; a p r o v e c h á n - a r e n g a s públicas, en q u e e s t é n observados los p r i n c i p i o s
d o s e d e los italianos, m a n e j a n d o con maestría la h e r m o s a d e la oratoria, sino c o p i a n d o e n t e r a s a l g u n a s o r a c i o n e s
l e n g u a c a s t e l l a n a ; h a c i e n d o sin e s f u e r z o f l u i d o s , dulces y políticas, forenses y s a g r a d a s ? ¿ C ó m o p r e s e n t a r d e c h a d o s
s o n o r o s v e r s o s ; y h a b i é n d o s e ejercitado con igual facili- d e u n a historia bien escrita, sin citar t e x t u a l m e n t e la Ca-
d a d e n t o d o s los g é n e r o s d e p o e s í a ; ¿ q u i é n p o d r í a s e r l e tilinaña ó la Jugurtina d e S a l u s t i o f ó a l g u n o s libros de
c o m p a r a d o , a u n e n t r e los a n t i g u o s , si t o d a s s u s p r o d u c - T u c í d i d e s ó de Livio? ¿ C ó m o o f r e c e r m o d e l o s d e e p o -
ciones e s t u v i e s e n m a r c a d a s con el sello d e l b u e n g u s t o ; p e y a s , t r a g e d i a s y c o m e d i a s , sin t r a n s c r i b i r al p i é d e la
es d e c i r , si e n t o d a s h u b i e s e o b s e r v a d o las reglas del a r t e / l e t r a la ]liada ó la Eneida; el Edipo d e Sófocles ó la Ala-
Sin e m b a r g o , ya p o r i g n o r a r e s t a s , ya p o r h a b e r l a s d e s - lia d e R a c i n e ; la Andria d e T e r e n c i o ó el Misántropo de
p r e c i a d o , n i n g u n a d e s u s c o m p o s i c i o n e s salió a c a b a d a y M o l i e r e ? E n los o t r o s g é n e r o s se p u e d e n copiar u n o ó
p e r f e c t a , p o r q u e en n i n g u n a s e c o n f o r m ó con las leyes m a s e j e m p l o s ; p e r o en ellos es c a b a l m e n t e d o n d e son
p a r t i c u l a r e s del g é n e r o á q u e r e s p e c t i v a m e n t e p e r t e n e c e n , m é n o s necesarios, Así los h e o m i t i d o , n o p u d i e n d o d a r l o s
y en t o d a s q u e b r a n t ó m a s d e u n a vez las g e n e r a l e s . B a l - en las d e m á s clases. H e d i c h o q u e en t o d a s ellas, p a r a
b u e n a n o p u e d e s e r n i a u n c o m p a r a d o con L o p e ; p e r o p r e s e n t a r ejemplos q u e i n s t r u y a n , es m e n e s t e r copiar
c o m o h a h a b i d o t i e m p o e n q u e á porfía se le h a n p r o d i - composiciones e n t e r a s ; p o r q u e a l g u n o s p a s a j e s s u e l t o s d e
g a d o los e l o g i o s y se le h a q u e r i d o d a r u n a r e p u t a c i ó n q u e Cicerón, verbi g r a c i a , ó d e V i r g i l i o , d a n sí idea d e u n
e s t á m u y l e j o s d e m e r e c e r , y c o m o los p r i n c i p i a n t e s t r o z o bien escrito e n su linea, p e r o n o d e la c o m p o s i c i o n
p u d i e r a n c o n f u n d i r lo p o c o q u e h a y d e b u e n o e n s u s t o t a l de d o n d e e s t á s a c a d o . No h a y n a d i e q u e n o haya
e s c r i t o s , con lo m u c h o q u e h a y d e m a l o ; m e ha p a r e c i d o a p r e n d i d o d e m e m o r i a a l g u n o s en los t r a t a d o s de Retórica
c o n v e n i e n t e p r e s e n t a r a l g u n o s d e los i n n u m e r a b l e s d e - y P o é t i c a q u e e s t u d i ó c u a n d o n i ñ o ; p e r o si d e s p u e s n o h a
f e c t o s d e estilo q u e á cada p a s o se e n c u e n t r a n e n s u s leido las obras á q u e p e r t e n e c e n , ¿ q u é idea t e n d r á n i d e
o b r a s , s e ñ a l a d a m e n t e en El Bernardo, q u e f u e la q u e e s t a s ni del g é n e r o en q u e e s t á n c o m p r e n d i d a s ? C u a n d o
t r a b a j ó con m a s c u i d a d o . E n c u a n t o á los e s c r i t o r e s m o - s e h a n estudiado ya las reglas g e n e r a l e s de toda c o m p o s i -
d e r n o s vivos ó m u e r t o s , m e h e a b s t e n i d o d e h a c e r c o m - c i o n , y se han visto e j e m p l o s en q u e estén ú o b s e r v a d a s
p a r e c e r á n i n g u n o ni p a r a b i e n n i p a r a m a l ; p o r q u e h e ó d e s a t e n d i d a s ; es necesario, al d e s c e n d e r á las p a r t i c u -
q u e r i d o q u e e n t o d o e s t e libro n o h a y a cosa a l g u n a q u e l a r e s , q u e el m a e s t r o haga l e e r c o m p o s i c i o n e s escogidas
p u e d a a t r i b u i r s e á p e r s o n a l i d a d ó e s p í r i t u d e p a r t i d o (1). en cada g é n e r o y clase, y e n s e ñ e á analizarlas y c r i t i c a r -
las ; haciendo n o t a r el artificio y plan d e toda la o b r a , y
í . E n la edición que de esta obra hizo Don Vicente Salvá en París, dice, con razón, cláusula p o r cláusula todas las bellezas y t o d o s los d e f e c -
e n este pasage lo siguiente. < Falta Hermosilla á esta parte de su p l a n , cuando hace t o s si los t u v i e r e . E s t e ejercicio, u n i d o al d e t r a d u c i r los
u n apasionado elogio de D. Leandro Moratin en el Suplemento, y destino no menos
que 83 pág. para copiar muchas poesías de este autor y el prólogo que las precede.» clásicos a n t i g u o s y al d e c o m p o n e r o r i g i n a l m e n t e , es el
Sí asi se hubiese esplicado e n todas las demás notas que puso en esta obra n o q u e f o r m a los b u e n o s e s c r i t o r e s ; p e r o es claro q u e n o
mas que para abultar su volumen, y en desmérito de la doctrina, nos hubiera ahorrado p u e d e h a c e r s e en la obra e l e m e n t a l q u e c o n t i e n e la t e o r í a
el disgusto de tener que escribir dos pliegos en defensa de principios que una manía
maldiciente trató de barajar por medio del embrollo. A Salvá 110 le correspondía afa- del a r t e . Está r e s e r v a d o á la viva voz d e u n p r e c e p t o r
narse para rebajar el saber de quien con gusto tan delicado supo dar á la Irene y hábil, la cual solo p u e d e suplirse en p a r t e p o r la a t e n t a
Clara (que corre con nombre del difunto librero) el mérito de que necesariamente h a -
bría calecido sin el auxilio de una pluma tan diestra y tan elegante. l e c t u r a d e un curso c o m p l e t o d e c r í t i c a ; p e r o p o r d e s g r a -
F u e ademas un atrevimiento inconsiderado, porque se espuso á que ««rmosilla le cia n o le hay todavía en n i n g u n a l e n g u a .
hubiera echado e n cara aquel tan lindo epigrama de Don Leandro.
Pobre Geroncio, á m i ver 5.* Mi intención p r i m e r a f u é n o t r a d u c i r los e j e m p l o s
Tu locura es singular;
¿Quien te mete á censurar latinos, r e n u n c i a n d o gustoso á q u e l e y e r a n m i o b r a los
Lo que no sabes leer*
q u e n o s u p i e s e n latín. Sin e m b a r g o , c o n s i d e r a n d o q u e Cada u n o d e e s t o s e s t u d i o s p i d e m u c h o t i e m p o , si s e h a
a u n los p u r o s r o m a n c i s t a s p u e d e n s a c a r d e ella a l g u n a d e llegar á s a b e r a l g o ; y n o p u e d e m i r a r s e c o m o acesorio
u t i l i d a d , m e h e d e t e r m i n a d o ai íin á a ñ a d i r la t r a d u c c i ó n , d e o t r o n i n g u n o . ¿ Q u é idea t e n d r á de t o d o s e s t o s p u n t o s
p i d i e n d o d e s d e a h o r a i n d u l g e n c i a en f a v o r d e las p o c a s e! q u e n o h a y a leido s o b r e ellos mas de lo p o c o , p o q u í -
mias q u e h a y en v e r s o . s i m o q u e trae" B l a i r ? F i n a l m e n t e , discusiones m e t a f í s i c a s
6. a E n los e j e m p l o s t o m a d o s d e a u t o r e s g r i e g o s , e j e m - s o b r e las s e n s a c i o n e s d e sublimidad y belleza, s o b r e el
plos q u e d e i n t e n t o n o h e m u l t i p l i c a d o , p o r q u e n o h e placer q u e c a u s a la b u e n a i m i t a c i ó n , a u n q u e sea d e cosas
q u e r i d o p e d a n t e a r l u c i e n d o mi tal cual e r u d i c i ó n e n e s t a d e s a g r a d a b l e s e n sí m i s m a s , y o t r a s c u e s t i o n e s d e igual
p a r t e ; doy t a m b i é n la t r a d u c c i ó n , p e r o n o copio el o r i g i - n a t u r a l e z a , v i e n e n b i e n en las o b r a s filosóficas á q u e p e r -
n a l . La razón es clara. La lengua g r i e g a se c u l t i v a t a n t e n e c e n ; p e r o en t r a t a d o s didácticos sobre el m e j o r m o d o
poco e n t r e n o s o t r o s , q u e la m a y o r p a r t e d e los l e c t o r e s n i d e hablar en p r o s a y verso, son c o m p l e t a m e n t e i n ú t i l e s ,
a u n p o d r í a n leer el t e x t o , y m u c h o m é n o s e n t e n d e r l e y p o r q u e d e t o d a s ellas n a d a se saca en limpio q u e s e a
c o m p a r a r l e con la versión. aplicable á la p r á c t i c a . Sin e m b a r g o , c o m o en l i t e r a t u r a se
7." l i e o m i t i d o varios t r a t a d o s q u e s e h a l l a n en a l g u n o s e m p l e a n á cada paso las e x p r e s i o n e s buen gusto, mal
a u t o r e s m o d e r n o s . l . ° Crítica de los p r i n c i p a l e s e s c r i t o r e s gusto, es n e c e s a r i o fijar su significación, y explicar c u á l
q u e se h a n e j e r c i t a d o e n cada clase d e composicion : es el g u s t o b u e n o y cuál el m a l o ; y así lo h e h e c h o e n u n
2.° historia d e estas m i s m a s slases, c o m o la O r a t o r i a , la a p é n d i c e . T a m b i é n h e d i s c u t i d o en o t r o la tan d e b a t i d a
D r a m á t i c a , e t c . , esto es, u n a noticia d e su o r i g e n , p r o - c u e s t i ó n s o b r e la n e c e s i d a d ó no n e c e s i d a d d e s a b e r y
g r e s o s y e s t a d o a c t u a l : 3." s i s t e m a s s o b r e la formación observar las reglas p a r a s e r b u e n e s c r i t o r ; p o r q u e la o p i -
m e c á n i c a d e las l e n g u a s : 4.° p r i n c i p i o s d e g r a m á t i c a n i o n negativa es c o m o u n a objeción g e n e r a l c o n t r a m i
g e n e r a l , y aplicación d e ellos á u n o ó m a s i d i o m a s p a r t i - o b r a y t o d a s las d e su clase, y e r a m e n e s t e r r e b a t i r l a .
c u l a r e s ; 5-° d i s e r t a c i o n e s filosóficas s o b r e el g u s t o , lo s u - 8 . " ' I l a b i a p e n s a d o n o e m p l e a r m a s t é r m i n o s técnicos
b l i m e , lo bello, los placeres d e la i m a g i n a c i ó n , e t c . Las q u e los m u y conocidos, y q u e h a n p a s a d o ya e n c i e r t o
razones q u e h e t e n i d o , son m u y o b v i a s , y á m i p a r e c e r m o d o á la l e n g u a c o m ú n , c o m o antítesis, ironía, metá-
c o n v i n c e n t e s . U n a cosa e s e x p o n e r las r e g l a s q u e d e b e n fora, etc.; p e r o h a b i e n d o r e f l e x i o n a d o q u e los j ó v e n e s
t e n e r s e p r e s e n t e s para c o m p o n e r en p r o s a y v e r s o ; o t r a e n c o n t r a r á n o t r o s m u c h o s en libros en q u e acaso n o e s t a -
aplicarlas al e x á m e n critico d e los a u t o r e s q u e m a s se h a n r á n bien d e f i n i d o s , h e d a d o á c o n o c e r y e x p l i c a d o la
d i s t i n g u i d o en a m b o s g é n e r o s . E s t e es u n r a m o a p a r t e ; y m a y o r p a r t e d e los u s a d o s p o r los retóricos, p a r a q u e se
t a n vasto, q u e p a r a ser t r a t a d o con la d e b i d a e x t e n s i ó n , e n t i e n d a n , c u a n d o se hallen e n los a u t o r e s .
p i d e u n g r a n n ú m e r o d e v o l ú m e n e s . L a crítica d e los c l á - 9.» E n c u a n t o al estilo d e e s t a o b r a , el público j u z g a r a
sicos g r i e g o s y l a t i n o s o c u p a los t r e s p r i m e r o s t o m o s d e l si es el q u e c o n v i e n e á las d e su clase : yo solo d i r é q u e ,
Curso de literatura de La Harpe, y e s m u y diminuta. sin d e s c u i d a r las o t r a s c u a l i d a d e s g e n e r a l e s , h e a t e n d i d o
¿ Q u é seria p u e s d e u n a q u e f u e s e m a s e x t e n s a , y á la p a r t i c u l a r m e n t e á la sencillez y c l a r i d a d , p o r q u e estas
c u a l s i g u i e s e l u e g o la d e los italianos, e s p a ñ o l e s , i n g l e s e s , d e b e n s e r las d o m i n a n t e s e n las c o m p o s i c i o n e s d i d á c t i c a s .
f r a n c e s e s y a l e m a n e s ? ¿ L e c u á n t o s t o m o s c o n s t a r í a ? Así, Así h e p r o c u r a d o q u e m i e s t i l o , sin s e r d e s a l m a d o ni
las pocas g e n e r a l i d a d e s q u e se hallan e n Blair, B a t t e u x , d e m a s i a d a m e n t e h u m i l d e , s e elevase m u y p o c o s o b r e el
D o m a i r o n , L e m e r c i e r y o t r o s , n a d a e n s e ñ a n , y solo s i r - t o n o f a m i l i a r ; y h e u s a d o con m u c h a e c o n o m í a d e las
ven para h a c e r p e d a n t e s . P o r la m i s m a r a z ó n n o d e b e n e x p r e s i o n e s f i g u r a d a s . S o b r e todo h e cuidado d e n o e m -
e n t r a r e n o b r a s d e esta clase, ni la h i s t o r i a d e cada e s p e - p l e a r c i e r t o l e n g u a j e q u e se ha h e c h o c o m o de m o d a en
cie d e c o m p o s i c i o n , ni t e o r í a s s o b r e l a formación d e las m a t e r i a s literarias, v consiste en el f r e c u e n t e uso a e m e -
l e n g u a s , ni principios d e g r a m á t i c a g e n e r a l , ni o b s e r v a - t á f o r a s t o m a d a s d e la p i n t u r a , ü n a q u e otra, r a r a , r a r í -
ciones p a r t i c u l a r e s s o b r e tal ó t a l l e n g u a d e t e r m i n a d a . sima, y b i e n escogida, p u e d e s e r o p o r t u n a y e x p r e s i v a ;
— i6 —
d a d a al m é t o d o d e e n s e ñ a n z a a d o p t a d o e n t r e n o s o t r o s .
p e r o el e m p l e o c o n t i n u o d e los t é r m i n o s t é c n i c o s color, -12* H a b i e n d o t r a b a j a d o esta obra para c o n t r i b u i r por
colorido, tintas, medias-tintas, claro-oscuro, sombra, to- m i p a r t e á los p r o g r e s o s del b u e n g u s t o , y n o para e m p e -
ques, frescura, y q u é sé y o c u á n t o s otros, ¿ c ó m o p u e d e ñ a r m e en c o n t i e n d a s literarias; m e a p r o v e c h a r e si d e las
d e j a r d e o s c u r e c e r la m a t e r i a , e n vez d e a c l a r a r l a ? ¿ Q u é c r í t i c a s q u e d e ella se h a g a n , p e r o n o « » p o n d e r e a n i n -
i d e a p u e d e n d a r t o d o s ellos d e las b u e n a s ó m a l a s cali- g u n a . Si la o b r a es lo q u e y o h e d e s e a d o q u e l u e s e , ella
d a d e s d e un escrito, al q u e n o e n t i e n d a d e p i n t u r a ? se d e f e n d e r á á sí m i s m a ; si es m a l a , n o la h a r í a n b u e n a
10. a R u e g o á mis lectores q u e n o se a p r e s u r e n á alabar t o d a s mis apologías.
ni á v i t u p e r a r m i o b r a , hasta h a b e r l a l e i d o t o d a ; q u e e n -
t o n c e s olviden q u e está escrita e n e s p a ñ o l , y s e figuren
h a b e r l a l e i d o en f r a n c é s , en italiano, e n inglés ó e n a l e -
m a n ; y q u e h e c h a esta s u p o s i c i ó n , n o n i e g u e n á u n c o m -
p a t r i o t a s u y o la i n d u l g e n c i a d e q u e u s a r í a n c o n u n
e x t r a n j e r o . T e n g a n t a m b i é n p r e s e n t e q u e la m a t e r i a d e
f j u e t r a t a , e s t á a g o t a d a , q u e en ella n a d a se p u e d e ya
i n v e n t a r , y q u e t o d o lo q u e p u e d e e x i g i r s e de u n e s c r i t o r ,
e s q u e la p r e s e n t e con a l g u n a n o v e d a d y con m a s filosofía
q u e s u s p r e d e c e s o r e s . E s t o , c o m o ya d i j e , es lo q u e m e
h e propuesto; y a u n q u e no m e lisonjeo de haberlo c o n -
s e g u i d o s i e m p r e , m e atrevo á e s p e r a r q u e m i obra n o s e r á
d e s p r e c i a d a p o r los i n t e l i g e n t e s i m p a r c i a l e s .
1 1 / P o r lo m i s m o q u e en el a s u n t o q u e h e escogido,
e s t á ya d i c h o t o d o ó casi t o d o , se deja c o n o c e r q u e el
f o n d o d e la d o c t r i n a e s t a r á t o m a d o d e o t r o s e s c r i t o r e s ; lo
c u a l n o q u i e r e d e c i r , q u e n o h a y a e n este libro a l g u n a
cosa m i a , q u e en v a n o se b u s c a r á en n i n g ú n otro. Y si
n o c i t o u n o p o r u n o t o d o s los q u e h e t e n i d o p r e s e n t e s ,
es p o r q u e n o c o p i a n d o n u n c a l i t e r a l m e n t e s u s e x p r e -
siones, basta h a c e r a q u í la d e c l a r a c i ó n d e q u e h e c o n s u l -
t a d o u n g r a n n ú m e r o , q u e seria p r o l i j o e n u m e r a r . Blair
es el ú n i c o q u e h e citado con f r e c u e n c i a , p o r q u e á v e c e s
h e empleado sus mismas palabras; y p o r q u e , siendo su
o b r a la m e j o r y m a s filosófica d e c u a n t a s se h a n p u b l i -
c a d o h a s t a el dia, e s la q u e p r i n c i p a l m e n t e lie d i s f r u t a d o .
N o o b s t a n t e s e verá q u e en toda la p r i m e r a pai te d e la
m i a es casi n a d a lo q u e h e t o m a d o d e la s u y a , e x c e p t o h e
el l i b r o I V ; q u e a u n e n la s e g u n d a , q u e es d o n d e le en
s e g u i d o mas d e c e r c a , h e a ñ a d i d o a l g u n o s a r t í c u l o s y
v a r i a d o los r e s t a n t e s ; y q u e en a m b a s m e h e s e p a r a d o d e
s u o p i n i o n e n varios p u n t o s , h e r e c t i f i c a d o a l g u n o q u e
o t r o descuido suyo, y notado sus omisiones. Sobre todo
h e procurado q u e mi obra fuese mas elemental, y por d e -
cirlo así, m a s didáctica q u e s u s Lecciones, y m a s a c o m o -
Sü DEFINICION. - PLAN BE ESTA OBRA.

Arte quiere decir coleccion de reglas para hacer ana cosa


bien, esto es, de modo que pueda servir para el uso á que la
destinamos. Así, arte de arquitectura, por ejemplo, es lo mis-
mo que coleccion de reglas para construir toda clase de
edificios con solidez y elegancia, con aquel grado de ornato
que pida la naturaleza ae cada uno, y con aquella distri-
bución interior que le convenga según el uso á que ha de
servir.
Reglas, en las artes, son ciertas leyes que prescriben al
artista lo que debe hacer, y lo que está obligado á evitar
I ' para que sus obras tengan toda la perfección posible.
Estas leyes no lian sido dictadas en esta ó en aquella época
por la autoridad ó el capricho de tal ó cual individuo de la
especie humana, en cuyo caso pudieran ser falsas y estar suje-
tas á variaciones arbitrarias. Son principios eternos y de eterna
verdad, fundados en la naturaleza misma de aquellas cosas que
son objeto de las artes; y de consiguiente son tan invariables
como la naturaleza.
Estos principios, aunque eternos, no fueron ni pudieron ser
conocidos en la infancia del linage humano y en los primeros
períodos de la civilización de las naciones, porque el hombre
no tenia entonces la instrucción necesaria para examinarlos y
asegurarse de su certeza; pero lo fueron luego que cierta por-
W
cion de individuos, á los cuales interesaba su conocimiento,
hubo adquirido suficiente ciencia para poder estudiarlos y com-
prenderlos. Y si todos los artistas no han trabajado siempre
desde entonces con arreglo á ellos, ha sido, ó porque no todos
saben aplicarlos, ó porque pasajeras y desgraciadas circuns-
tancias hacen á veces que se desconozcan, se desatiendan, y
aun se olviden por algún tiempo. Fácil me seria demostrar
esta se explica mejor el que las sabe que el que las ignora, el
cuanto acabo de exponer en orden á la naturaleza, verdad é que las observa que el que las quebranta. Sin embargo, como
invariabilidad de las que se llaman reglas en las artes; pero para el uso ordinario basta el hábito adquirido por la simple
esto me empeñaría en largas discusiones ajenas de este lugar. práctica, y seria reprensible afectación poner en el trato fami-
A su tiempo lo probaré hasta la evidencia. liar el mismo cuidado que ea aquellas alocuciones que piden
Ahora, contrayendo esta doctrina al arte de hablar, se ve ser trabajadas con esmero, solo en estas es necesaria la rigu-
que este no es otra cosa que una coleccion ó serie de princi- rosa observancia de los preceptos del arte, y solo á ellas se
pios verdaderos, inmutables, y fundados en la naturaleza aplicarán en esta obra.
misma del hombre, los cuales nos enseñan lo que debemos
De estas alocuciones que piden particular atención, unas se
hacer, y lo que nos es preciso evitar, para hablar de la
hacen de viva voz, y otras por escrito; unas en prosa, y otra?
manera mas acom odada al fin que nos proponem os.
en verso : y se dividen, como se verá á su tiempo, en un gran
Y como, en cualquiera ocasion y sobre cualquiera materia número de clases; pero todas ellas se comprenden bajo la de-
que un hombre habla con uno ó muchos de sus semejantes, nominación genérica de composiciones literarias. Se les d&
siempre se propone necesariamente dos objetos distintos, aun- este nombre, porque para ser perfectas, exigen, cuando son de
que subordinados entre sí, i comunicar sus pensamientos, extensión considerable, que su autor sea lo que llamamos un
para lo cual es menester que hable de modo que le entiendan hombre de letras, es decir, un hombre que haya cultivado su
aquel ó aquellos á quienes dirige la palabra : 2.° producir con talento natural con el estudio y la lectura.
su alocucion cierto efecto en el ánimo del que le oye, pues
Limitándonos pues á ellas, se deja conocer, sin que sea n e -
claro es que nadie comunica á otro sus pensamientos sino con
cesario probarlo, que entre las varias reglas á que deberán
algún motivo y proponiéndose algún tin; se deja conocer que
atender sus autores, unas serán comunes á todas, y otras pecu-
el arte de la palabra, considerado en toda su extensión, lia de
liares de cada clase, y que deberán exponerse con separación.
abrazar dos sistemas de reglas, ó dos tratados diferentes entre
sí, aunque el conocimiento de ambos sea necesario para hablar
completamente bien. El primero ( q u e supongo estudiado ya,
y se llama Gramática) contiene las reglas que debemos obser-
var para hablar de modo que nos entiendan, ó lo que es lo PARTE PRIMERA.
mismo, para hablar bien la lengua en que nos expliquemos :
el segundo, que es del que vamos á tratar, abraza las que pue- REGLAS COMUNES Á TODAS LAS COMPOSICIONES
den dirigirnos para hablar de la manera mas acomodada al fin
particular que nos proponemos en cada ocasion determinada; Una composición literaria, hágase de viva voz ó por escrito
es decir, para que nuestras alocuciones produzcan, ó á lo mé- y esté en prosa ó en verso-, es siempre una serie de pensamien-
nos sean capaces de producir, el efecto que deseamos : á cuyo tos, presentados bajo ciertas formas, enunciados por medio de
sistema conviene esclusivamente, como queda dicho, el título ciertas expresiones, y distribuidos en cierlo número de cláusu-
de arte de hablar. Pues a u n q u e la Gramática se define comun- las. De aquí se infiere que las reglas comunes á todas serán r e -
mente arte de hablar bien, esta definición no es exacta. La lativas, á los pensamientos, 2 o á las varias formas bajo las
Gramática bien entendida no es arte de hablar, sino arte de cuales pueden estos ser presentados, 3 o á las expresiones con
hablar una lengua (I). que deben enunciarse, y á la coordinacion de las cláusulas
en que estén distribuidos.
Las reglas que voy á exponer, deben tenerse presentes hasta
cierto punto, aun en la conversación; y es innegable que en
L I B R O PRIMERO.
DE LOS PENSAMIENTOS.
1. a Bacon dijo á ese propósito — la gramática e s la ley del discurso, la regla infalible
« de las lenguas, y aquel que n o la s a b e , renuncie á saber cosa alguna en toda su Cada una de las operaciones de nuestro entendimiento y de
> vida.»
esta se explica mejor el que las sabe que el que las ignora, el
cuanto acabo de exponer en orden á la naturaleza, verdad é que las observa que el que las quebranta. Sin embargo, como
invariabilidad de las que se llaman reglas en las artes; pero para el uso ordinario basta el hábito adquirido por la simple
esto me empeñaría en largas discusiones ajenas de este lugar. práctica, y seria reprensible afectación poner en el trato fami-
A su tiempo lo probaré hasta la evidencia. liar el mismo cuidado que ea aquellas alocuciones que piden
Ahora, contrayendo esta doctrina al arte de hablar, se ve ser trabajadas con esmero, solo en estas es necesaria la rigu-
que este no es otra cosa que una coleecion ó serie de princi- rosa observancia de los preceptos del arte, y solo á ellas se
pios verdaderos, inmutables, y fundados en la naturaleza aplicarán en esta obra.
misma del hombre, los cuales nos enseñan lo que debemos
De estas alocuciones que piden particular atención, unas se
hacer, y lo que nos es preciso evitar, para hablar de la
hacen de viva voz, y otras por escrito; unas en prosa, y otra?
manera mas acom odada al fin que nos proponemos.
en verso : y se dividen, como se verá á su tiempo, en un gran
Y como, en cualquiera ocasion y sobre cualquiera materia número de clases; pero todas ellas se comprenden bajo la de-
que un hombre habla con uno ó muchos de sus semejantes, nominación genérica de composiciones literarias. Se les d&
siempre se propone necesariamente dos objetos distintos, aun- este nombre, porque para ser perfectas, exigen, cuando son de
que subordinados entre sí, i comunicar sus pensamientos, extensión considerable, que su autor sea lo que llamamos un
para lo cual es menester que hable de modo que le entiendan hombre de letras, es decir, un hombre que haya cultivado su
aquel ó aquellos á quienes dirige la palabra : 2.° producir con talento natural con el estudio y la lectura.
su alocucion cierto efecto en el ánimo del que le oye, pues
Limitándonos pues á ellas, se deja conocer, sin que sea n e -
claro es que nadie comunica á otro sus pensamientos sino con
cesario probarlo, que entre las varias reglas á que deberán
algún motivo y proponiéndose algún tin; se deja conocer que
atender sus autores, unas serán comunes á todas, y otras pecu-
el arte de la palabra, considerado en toda su extensión, ha de
liares de cada clase, y que deberán exponerse con separación.
abrazar dos sistemas de reglas, ó dos tratados diferentes entre
sí, aunque el conocimiento de ambos sea necesario para hablar
completamente bien. El primero ( q u e supongo estudiado ya,
y se llama Gramática) contiene las reglas que debemos obser-
var para hablar de modo que nos entiendan, ó lo que es lo PARTE PRIMERA.
mismo, para hablar bien la lengua en que nos expliquemos :
el segundo, que es del que vamos á tratar, abraza las que pue- REGLAS COMUNES Á TODAS LAS COMPOSICIONES
den dirigirnos para hablar de la manera mas acomodada al fin
particular que nos proponemos en cada ocasion determinada; Una composición literaria, hágase de viva voz ó por escrito
es decir, para que nuestras alocuciones produzcan, ó á lo mé- y esté en prosa ó en verso-, es siempre una serie de pensamien-
nos sean capaces de producir, el efecto que deseamos : á cuyo tos, presentados bajo ciertas formas, enunciados por medio de
sistema conviene esclusivamente, como queda dicho, el título ciertas expresiones, y distribuidos en cierto número de cláusu-
de arte de hablar. Pues a u n q u e la Gramática se define comun- las. De aquí se infiere que las reglas comunes á todas serán r e -
mente arte de hablar bien, esta definición no es exacta. La lativas, á los pensamientos, 2 o á las varias formas bajo las
Gramática bien entendida no es arte de hablar, sino arle de cuales pueden estos ser presentados, 3 o á las expresiones con
hablar una lengua (I). que deben enunciarse, y á la coordinacion de las cláusulas
en que estén distribuidos.
Las reglas que voy á exponer, deben tenerse presentes hasta
cierto punto, aun en la conversación; y es innegable que en
L I B R O PRIMERO.
DE LOS PENSAMIENTOS.
1. a Bacon dijo á ese propósito — la gramática e s la ley del discurso, la regla infalible
c de las lenguas, y aquel que n o la s a b e , renuncie á saber cosa alguna en toda su Cada una de las operaciones de nuestro entendimiento y de
> vida.»
nuestra voluntad tiene su n o m b r e P a ^ c u l a r tafflójo-
fos; pero en literatura todas se comprenden bajoi la denomina CAPITULO PRIMERO.
cion general de pensamientos-, llamándose as i todo o que un
D E LA VERDAD DE LOS PENSAMIENTOS.
hombre quiere comunicar, cuando habla o escribe j a sean
las ideas que tiene de las cosas, ya los juicio q u e de e l l u t o
Un pensamiento puede ser conforme á la naturaleza de las
f o r m a d o , ya los varios afectos q u e estas ideas y estos juicios
cosas, ó no serlo. Si lo es, se dice que es verdadero : si no lo
h a n excitado en su corazon. ,, .... .11Pes0_ es, se dice que es falso. La regla relativa á estas dos cualidades
Los antiguos sofistas, y los retóricos e s c o l a a m a - es, que en toda composicion seria, los pensamientos sean
res. creyeron que se pueden d a r reglas pava d a lo pensa verdaderos, y que se desechen inexorablemente los falsos, por
intentos que deben entrar en u n a c o m p o .cion y d eron en brillantes que parezcan. Rien n'est beau que le vrai,« no
efecto muchísimas; pero todas mutiles. N i p o d t t w d ^ g hay belleza sin verdad », dice Boileau, y tiene mucha razón.
manera : el talento, cierta intrucc.on general y la Pero debe advertirse que la verdad exigida eu los pensamien-
oue exiia el género en que se escriba, suministraran siempie a tos no es siempre absoluta; en muchos casos bastará la rela-
los autores pensamientos o p o r t u n o s para llenar « ¡ ¡ c m f f ^ tiva. Por verdad absoluta se entiende la conformidad de los
ciones; pero sin aquellos tres requisitos todas'la:s rejas de los pensamientos con la naturaleza de las cosas, cuales existen
retóricos no les daran materiales p a r a componer u n a p a ^ n a (l) en realidad, ó han existido. La relativa es su conformidad
Esto es tan evidente, que detenerse a probarlo sena malg¡is con las cosas cuales deben ó debieron ser, admitidas las su-
l a r el tiempo. Así las únicas reglas útiles que pueden darse posiciones que es permitido hacer en ciertos casos. La verdad
acería d e T s p e n s a m i e n t o s , s o n r e l a t i v a s á l a « q u e t o absoluta es necesaria en las obras que se dirigen principal-
autor debe hacer entre los varios que se le ocurran tiempo mente á instruir : en las de entretenimiento, señaladamente
de componer; y estas son precisamente las que no. han •dado en las poéticas, basta por lo común la relativa. Así, por e j e m -
los retóricos ni antiguos ni m o d e r n o s , aun contando los m e plo, los pensamientos contenidos en los razonamientos que
joros. Blair ni siquiera h a tocado este punto tan capital en Virgilio pone en boca de Dido, son relativamente verdaderos,
toda composicion; y a u n q u e en algunas Retoricas, en var as porque son conformes á la situación moral en que el poeta la
obras de crítica y en un tratadito del P. ^ supone.
esparcidas unas cuantas observaciones; nadie hasta.ahora na La regla que acabo de dar es de continuo uso, y con ella so-
formado un sistema completo d e reglas para la elección de los la, si la tenemos siempre á la vista, evitaremos en nuestras
pensamientos. Sin embargo n o es difícil lijarlas observando composiciones muchas faltas en la parte de los pensamientos,
que la naturaleza misma de las relaciones que establece entie pues casi todos los que deben ser desechados, quedarán exclui-
los hombres el don precioso d e la palabra, exige que ios p e n - dos con solo examinar su verdad. Por lo mismo pues que es
samientos que se comuniquen unos á otros sean verdaderos, tan importante, parecía que todo autor la tendría presente al
claros, nuevos, naturalrs,sólidos y acomodados aliono ge- tiempo de componer, y que así era excusado recomendársela;
neral v dominante de la alocuciou en que se quiera introdu- pero la experiencia acredita que, no solo los escritores vulgares,
cirlos. Y es de notar, que las reglas que se deducen de este sino también los de mediana nota, pecan frecuentemente con-
principio, sobre importantísimas, son, como se vera, claras, tra ella, y que aun los mejores se descuidan alguna vez. Phnie
precisas, terminantes y de fácil aplicación. el mayor'pregunta : ¿Porqué en tiempo de nuestros abuelos
la tierra era mas fértil y fecunda? y responde : Porque
\ Sin erabatso es innegable que si bien e s esencialmente 'ibre el pensanncnto. m ellos mismos cultivaban sus campos, y la Herrase compla-
po eso dejado estar sujeto á ciertas leyes. Conocidas deben ser » cía en ser arada con rejas laureadas, y por hombres que
Condillac dice que - lia sido menester el trascurso de muchos siglos para al bn llegar habían obtenido los honores del triunfo. Gaudente Ierra
i tZ'lucir (ni aun se atrevió á decir reconocer) que el pensamiento pudiera estar su-
jeto á ciertas reglas- vomere laureato, et triumphali aratore (lib. \ 8, cap. 3). Ll
primer pensamiento tiene la suficiente verdad, pues en electo,
nuestra voluntad tiene su n o m b r e p a r t i ^ » tafflójo-
fos; pero en literatura todas se comprenden bajoi la denomina CAPITULO PRIMERO.
d o n general de pensamientos-, llamándose as i todo o queun
D E LA VERDAD DE LOS PENSAMIENTOS.
hombre quiere comunicar, cuando habílaoescnbe , a sean
las ideas que tiene de las cosas, ya los juicio q u e de e l l u t o
Un pensamiento puede ser conforme á la naturaleza de las
f o r m a d o , ya los varios afectos q u e estas ideas y estos juicios
cosas, ó no serlo. Si lo es, se dice que es verdadero : si no lo
h a n excitado en su corazon. ,, .... .11Pes0_ es, se dice que es falso. La regla relativa á estas dos cualidades
Los antiguos sofistas, y los retóricos e s c o l a a m a - es, que en toda composicion séria, los pensamientos sean
res. creyeron que se pueden d a r reglas pava d a lo pensa verdaderos, y que se desechen inexorablemente los falsos, por
niiéntos que deben entrar en u n a compo .cion y d eron en brillantes que parezcan. Rien n'est beau que le vrai,« no
efecto muchísimas; pero todas mutiles. N i p o d t t w d ^ g hay belleza sin verdad », dice Boileau, y tiene mucha razón.
manera : el talento, cierta intrucc.on general y la Pero debe advertirse que la verdad exigida eu los pensamien-
que exiia el género en que se escriba, suministraran siempie a tos no es siempre absoluta; en muchos casos bastará la rela-
los autores pensamientos o p o r t u n o s para llenar « ¡ ¡ c m f f ^ tiva. Por verdad absoluta se entiende la conformidad de los
ciones; pero sin aquellos tres requisitos todas l a r e ^ a s d e t o s pensamientos con la naturaleza de las cosas, cuales existen
retóricos no les daran materiales p a r a componer u n a p a ^ n a (l) en realidad, ó han existido. La relativa es su conformidad
Esto es tan evidente, que detenerse a probarlo s e m malg¡is con las cosas cuales deben ó debieron ser, admitidas las su-
l a r el tiempo. Así las únicas reglas útiles que pueden darse posiciones que es permitido hacer en ciertos casos. La verdad
acería d e T s p e n s a m i e n t o s , s o n r e l a t i v a s á l a « q u e t o absoluta es necesaria en las obras que se dirigen principal-
autor debe hacer entre los varios que se le ocurran tiempo mente á instruir : en las de entretenimiento, señaladamente
de componer; y estas son precisamente las que no. han •dado en las poéticas, basta por lo común la relativa. Así, por e j e m -
los retóricos ni antiguos ni m o d e r n o s , aun contando los m e plo, los pensamientos contenidos en los razonamientos que
¡ores. Blair ni siquiera h a tocado este punto tan capital en Virgilio pone en boca de Dido, son relativamente verdaderos,
t o d a c o m p o s i c i o n ; y a u n q u e en algunas Retoricas, en var as porque son conformes á la situación moral en que el poeta la
obras de crítica y en un tratadito del P. B o u h o u ^ s e h ^ l a n supone.
esparcidas unas cuantas observaciones; nadie hasta.ahora na La regla que acabo de dar es de continuo uso, y con ella so-
formado un sistema completo d e reglas para la elección de los la, si la tenemos siempre á la vista, evitaremos en nuestras
pensamientos. Sin embargo n o es difícil lijarlas observando composiciones muchas faltas en la parte de los pensamientos,
que la naturaleza misma de las relaciones que establece entie pues casi todos los que deben ser desechados, quedarán exclui-
los hombres el don precioso d e la palabra, exige que los p e n - dos con solo examinar su verdad. Por lo mismo pues que es
samientos que se comuniquen unos á otros sean verdaderos, tan importante, parecía que todo autor la tendría presente al
claros, nuevos, naturales,sólidos y acomodados aliono ge- tiempo de componer, y que así era excusado recomendársela;
neral v dominante de la alocuciou en que se quiera introdu- pero la experiencia acredita que, no solo los escritores vulgares,
cirlos. Y es de notar, que las reglas que se deducen de este sino también los de mediana nota, pecan frecuentemente con-
principio, sobre importantísimas, son, como se vera, claras, tra ella, y que aun los mejores se descuidan alguna vez. r i t m e
precisas, terminantes y de fácil aplicación. el mayor'pregunta : ¿Porqué en tiempo de nuestros abuelos
la tierra era mas fértil y fecunda? y responde : Porque
\ Sin erabatso es innegable que si bien e s esencialmente 'ibre el pensanncnto. m ellos mismos cultivaban sus campos, y la tierra se compla-
po eso dejado estar sujeto á ciertas leyes. Conocidas deben ser n cía en ser arada con rejas laureadas, y por hombres que
Condillac dice que - lia sido menester el trascurso de muchos siglos para al hnllegar habían obtenido los honores del triunfo. Gaudente Ierra
i tZ'lucir (ni a u n se atrevió á decir reconocer) que el pensamiento pudiera estar su-
jeto á ciertas reglas- vomere laureato, et triumphali aratore (lib. \ 8 , cap. 3). L1
primer pensamiento tiene la suficiente verdad, pues en electo,
que un propietario cultive él mismo sus campos, puede h a -
cerlos mas fértiles, porque los labrará con mas esmero; pero sabia si la carga que llevaba era inútil, ó n o ; ni se murió por
el segundo es evidentemente falso, porque la tierra ni se c o m - echarla de sí, sino por falta de alimento. \ no se diga que
place ni se enoja, ni á su fecundidad contribuye que el culti- Cardenio estaba loco, porque aquí se supone que habla en ra-
vador haya sido conducido en triunfo al Capitolio. Y aunque zón , ni que el Quijote es una obra jocosa, porque este pasaje
en composiciones oratorias y poéticas es permitido atribuir á es serio. Lo que hay que decir es, que Cervantes pagó también
las cosas inanimadas afectos de alegría, tristeza, ira, odio, tributo al mal gusto que iba ya introduciéndose, cuando el
amor, etc., no así en una obra de Historia natural, en que se escribió sus obras.
trata de explicar los fenómenos de la naturaleza con buenas Por ser este punto tan importante, y porque hasta ahora no
razones físicas, no con flores de retórica. Cicerón tiene t a m - se han señalado con bastante precisión los límites á que esta
bién alguno que otro pensamiento falso. Por ejemplo, p o n - ceñido el uso que puede hacerse de la verdad relativa; se hace
derando en la oracion pro Roscio Amarino lo terrible de la necesario fijarlos multiplicando los ejemplos, para que se vea
pena á que eran condenados en Roma los parricidas, que era hasta qué punto algunos poetas han abusado de lo que se llama
la de ser metidos vivos en un cuero, y bien cosido esle por to- licencia poética. Creyeron sin duda que en su calidad de hijos
das partes ser luego arrojados al T i b e r ; dice que los romanos de Apolo les era todo permitido; y si se les ocurría un pensa-
habian imaginado este suplicio, o porque si exponían los reos miento que á primera vista pareciese nuevo ó ingenioso, no se
« á las fieras, estas se harían mas crueles con su contacto : y curaban de que fuese verdadero ó falso, y le adoptaban sin
« si los echaban desnudos al rio, y este los arrastraba en su discernimiento. Para preservar pues á los jóvenes de que a c a -
« corriente hasta el m a r , los cadáveres de tamaños delincuentes so los imiten en lo que tienen de malo, les prevendremos que
« contaminarían sus aguas. » Majares nostri, dice, noluerunt la licencia de fingir concedida a los poetas no se extiende mas
feris corpus objicere, ne bestiis quoque, quce tantum scelus que á los hechos y sus circunstancias; cuidando sin embargo
atligissent, immanioribus uteremur : non sic nudos injlu- de que aquellos y estas, si no h a n existido, hayan podido exis-
men dejicere, tie, quum delati essent in mare, ipsum pol- tir, supuesta la religión ó la mitología que el poeta haya segui-
luerunt, quo ccetera, quce viólala sunt, expiar i putantur. do en su poema. Mas inventados ya los hechos y las circuns-
Estas dos razones son falsas, porque las cualidades morales, tancias, es menester que cuando el poeta habla ó hace que h a -
buenas ó malas, del hombre que es devorado por una fiera, blen sus personajes, ni él ni ellos digan absurdos contrarios a
no hacen á esta mas ni ménos cruel, ni el agua del mar se hace la sana razón ó á las leyes de la naturaleza. Por ejemplo, Ho-
impura, porque caiga en ella desnudo el cadáver de un facine- mero pudo inventar é inventó muchos sucesos que realmente
roso. Sin embargo, si hubieran sido estas las razones que los no hubo en el sitio de Troya, y aun los que en el fondo son
romanos habian tenido presentes para escoger aquel género de acaso verdaderos, los esornó con circunstancias fingidas que
castigo, el pensamiento de Cicerón no seria falso en rigor. Lo los realzasen y engrandeciesen; pero no dice jamas, ni hace
es, porque siendo otros los motivos de la ley, Cicerón dio por decir á sus héroes, sino lo que supuesto el hecho, es rigurosa-
tales dos hechos que carecen de verdad. Era entonces joven y mente verdadero.Yirgilio hizo lo mismo en casi toda su Enei-
abusaba de su ingenio, como él mismo lo reconoció y confesó da, y solo se descuidó en aquel pasaje del libro -I0,v. 3 9 3 , en
en^sus Tratados retóricos, hablando del aplauso que obtuvo que hablando de un guerrero á quien habian cortado de un
HR merecerlo este pasaje de su oracion. Nuestro Cervantes se reves la mano derecha, dice que « la mano cortada andaba
descuidó también en esta parte alguna vez. Contando Cardenio « buscando, ó echaba de ménos á su dueño, y que sus dedos
su historia [Quijote, parte i , cap. 2 7 ) dice : Y en entrando « ya moribundos se rebullían todavía, y meneaban y revolvían
por estas asperezas (las de Sierra Morena) del cansancio y de <i la espada que tenían empuñada ántes de recibir el golpe.»
la hambre se cayó mi muta muerta; ó lo que yo mas creo,
por desechar tan inútil carga como en mi llevaba. Lo primero Te decisa suum, Laride, dextera quarit,
Semianimesque micant digiti, ferrumque retractant.
es lo cierto, la segundo falso y falsísimo. La pobre muía no
Esto es no solo falso sino imposible, y no hay licencia poética
que autorice á decir que sucedió naturalmente lo que no pue- Ilablar quiere, n o hay lengua, el peso e x c e d e ;
Ni él puede huir ni el peso alijerarse.
de suceder en buena física. Si el poeta supusiese que esta es- Pues como tanta boca abierta quede,
pecie de milagro se verificó p o r la voluntad y disposición de La muerte quiere por la boca entrarse
algún dios, la cosa, a u n q u e históricamente falsa, seria poética- Detiénela la vida, y al encuentro
Aun no saben las dos cuál está dentro
m e n t e verdadera; pero referir él como naturalmente verifica-
do, lo que naturalmente no puede verificarse, fué no tener Esto no merece que yo m e detenga á criticarlo: cualquiera con
presente el incredulus odi de su amigo Horacio; fué un des- solo leerlo, conoce cuan falso es, cuán absurdo y cuán ridícu-
cuido de aquellos que, como dice este mismo, humana parum lo. Lo que sí debe observarse es que Lope, que copiaba é imi-
cavet natura. Para que no se dude de que lo fué, nótese que taba lo bueno y lo malo de los antiguos, tomó estos pensamien-
Homero, de quien Virgilio imitó el pasaje, se limitó á decir tos de Lucano. Describiendo este en el lib. m . de su Farsalia
(Iliad. lib. Y. v. 82) que la mano cortada cayó en el suelo un combate naval, y hablando de un romano que fué herido al
ensangrentada. E s t c e s saber contenerse dentro de los límites mismo tiempo por dos lanzas enemigas que le atravesaron el
que señala la severa razón ; esto es tener un gusto tan seguro pecho, dice que « la sangre estuvo perpleja, sin saber por cuál
y un tacto tan fino, que jamas se engaña, ni se equivoca, ni se « de las dos heridas saldría. »
desliza, ni se extravía : y este solo pasaje bastará para demos-
trar, si otras mil pruebas no hubiese, que Homero es el mode- Et stetit incertus flueret quo vulnere sanguis.
lo d e los modelos, á que no llegó su admirable imitador. Y poco mas abajo dice de otro cuyo cuerpo fué tronzado p o r
Ahora, si Virgilio padeció por distracción semejante descui- medio, que « l a muerte se detuvo largo rato en la parte en que
do, no debemos extrañar que nuestro Lope, muy de propósito, « están el pulmón y las entrañas; y despues de haber luchado
á sabiendas, y creyendo q u e hacia una gran cosa, buscase y « mucho con esta parte, al fin con gran trabajo se apoderó de
emplease pensamientos falsos de la misma clase que el de «los otros miembros. »
Virgilio. En efecto, en la Jerusalen, lib 11, hablando de una
doncella que toma una lanza para defender su honestidad At tumidus quo pulmo jacet, quo viscera fervent,
Uceserunt ibi fata diu; luctataque multum
dice: Ilac cum parte viri, vix omnia membra tulerunt.
Al moro q u e la t r u j o dio primero
Albricias con la p u n t a ; d e tal suerte, No será inútil prevenir que estos pensamientos de Lucano
Que viendo á las espaldas el acero,
Dudosa estuvo para entrar la muerte, aparecen aun mas falsos en la traducción de Jáuregui, el cual
Mirando el pecho abierto al golpe fiero, añadió algunos despropósitos que no hay en el original; como
Y el rojo humor q u e por la espalda v i e r t e ; cuando dice del segundo combatiente, que luego que su cuer-
Puesto que para e n t r a r se daba prisa,
Estuvo en las dos p u e r t a s indecisa. po fué partido por medio,
Toda su sangre entonces, desprendida
Esto es falso de toda falsedad. La muerte, que es un ser ab- Por toda vena, el piélago m a n c h a b a ;
stracto, ni ve, ni mira, ni está dudosa, ni se da prisa para Y la porcion buscando dividida
Del cuerpo y del espíritu, saltaba.
entrar, ni está indecisa entre dos puertas. Y aunque poética-
mente podemos personificarla, y ponerla en acción como si Esto no está en el latín, en el cual se dice solamente que
fuese un ente real y vivo, a u n entonces es necesario decir de a el alma (es decir u n a sustancia sutilísima, pero corpórea, que
ella cosas racionales, no disparates contrarios al sentido co- « es lo que los gentiles entendían por anima) la cual circula-
m ú n . Aun es peor la que se lee en el mismo Lope (lib. HÍJ. « ba por los diversos miembros, se halló interceptada por el
Refiriendo cómo el apóstata D. Remon murió en su lecho, opri- « agua » que estaba ya interpuesta entre las dos porciones de
mido y ahogado por un tristísimo sueño, añade que ya mori- cuerpo.
bundo
üiscursusque unimos diversa in membra meantis
Ase del pabellón, tira, y no puede Interceptus aquis.
Con ios abiertos brazos r e m e d i a r s e ;
Ya se ve que esto, si no es absolutamente verdadero, no es á Y ¿cómo, al tiempo de escribir, distinguiremos les pensa-
lo ménos tan falso como el que la sangre sallaba por el mai mientos verdaderos de los falsos? ¿Cómo podremos asegurar-
buscando la porcion dividida del cuerpo y del espíritu. # nos de que aquel que se nos ocurre es ó no conforme á la n a -
El Taso, escritor por otra parte de finísimo gusto y para mi turaleza de las cosas? Para esto no hay reglas: el estudio de
el tercero de los poetas épicos, tiene sin embargo algunos pen- esta misma nata raleza en general, y el del hombre en parti-
samientos falsos en su Jerusalen. Tal es este en el cauto octa- cular, son los que en cada circunstancia determinada nos e n -
vo, hablando de un guerrero, que aunque cubierto ya de mor- señarán á conocerlo.
tales heridas, siguió combatiendo todavía hasta el postrer Se ha prevenido en la regla general que la verdad absoluta
aliento : ó relativa, es una cualidad necesaria en los pensamientos, cuan-
do la composicion es séria; porque en las jocosas, al contrario
La vita no, ma la virtù sostenta el chiste de una ocurrencia consiste á veces en su misma false-
Quel cadàvere indòmito é feroce. dad, cuando se ve que su invención es hija del ingenio, no de
la ignorancia. Por ejemplo, Quevedo, hablando de la bajada de
La vida no, mas el valor sustenta Orfeo á los infiernos, dijo en tono jocoso :
Aquel feroz é indómito cadáver.
Al iniierno el tracio Orfeo
El P. Bouhours censuró este pensamiento como falso, ó mas Su m u j e r bajó á buscar,
bien como un vano juguete de palabras, que ó nada dicen, ó Que no pudo á peor lugar
Llevarle su mal deseo.
presentan un sentido absurdo y contradictorio. Muratori, á
fuer de buen italiano, le defiende, y para ello recurre á su me- Cantó; y al mayor tormento
Puso suspensión y espauto,
tafísica de las imágenes fantásticas; pero, por mas que diga el Mas que lo dulce del canto,
Sr. Muratori, la razón está por el crítico francés. Es necesario La novedad del intento.
probarlo. Que un poeta al representarse en su enardecida ima-
El triste Dios ofendido
ginación un héroe, que lleno ya de heridas, ó, como el Taso De tan extraño rigor,
dice, cuyo cuerpo está hecho ya una sola llaga (dudo que La pena que halló mayor
aun en italiano piaga y ferita sean sinónimos, y que puedan Fue volverle á ser marido.
emplearse el uno por el otro) le llame cadáver, es una hipér- Y a u n q u e su m u g e r le dió
bole muy natural y permitida; pero añadir que este cadáver Por pena de su pecado,
es indómito y feroz, y que ya no le sostiene la vida sino el Por premio de lo cantado
Perderla facilitó.
valor, es un concetto indigno de un hombre como el Taso. Si
ya no le sostiene la vida, será porque está muerto ; y si lo está, Estos últimos pensamientos son conocidamente falsos; p e r o en
ya no es indómito ni feroz, n i es capaz de valor, ni puede sos- u n a o b r a jocosa los h a c e t o l e r a b l e s el p l a c e r q u e n o s c a u s a
tenerse de pié, ni es nada mas que un cadáver. Y no hay fan- v e r las i n g e n i o s a s , a u n q u e f a l s a s , r a z o n e s q u e d a el p o e t a
tasías ni imágenes fantásticas que puedan representar como p a r a explicar un suceso, q u e contado seriamente no p o d i a
vivo y peleando al que realmente está muerto. admitirlas.
Muchos otros ejemplos de pensamientos falsos pudiera traer
tomados de autores nuestros y a j e n o s ; pero basten los ya cita- CAPITULO II.
dos. De pensamientos verdaderos no es necesario presentar
DE LA CLAKIDAD DE LOS P E N S A M I E N T O S
ninguno. En los buenos escritores lo son todos ó casi todos.
En los dos poemas de Homero, es decir, en mas de treinta mil Los pensamientos pueden ser tales, que aquellos á quienes
versos no hay un solo pensamiento falso. En lodo Uemóstenes se dirice la alocucion, los entiendan fácilmente y á primera vis-
no he encontrado ninguno, y en Virgilio y Cicerón acaso no t a ; enceste caso se dice que son claros. Si de una ojeada, p o r
hay mas que los indicados.
decirlo así, no es fácil entenderlos, sino que es menester d e - A ver á Circe en tanto mal dispuesto;
tenerse algún tanto á meditar para descubrir la relación y en- Que á quien grandes desdichas ha pasado,
lace de las ideas, se llaman profundos. Si aun con muy dete- La esperanza del bien le engaña presto.
nida meditación fuese difícil encontrar el sentido de un pensa- Este pensamiento es verdaderamente profundo, aunque no
miento, será este verdaderamente oscuro. Si la oscuridad pro- tan delicado como el anterior de Virgilio. Mas como en Lope
viene de que en él se han mezclado ideas que se debían pro- es muy raro que al lado de una cosa buena no se halle otra
poner separadas, se llama confuso. Si la confusion luese t a l , detestable, este feliz pensamiento está precedido de otros res-
que cueste mucho trabajo descomponerle para separar lo que pectivamente oscuros, confusos, embrollados y enigmáticos, ó
malamente se había confundido, será lo que se llama embro- por mejor decir, de una ininteligible algarabía. Queriendo al
llado. Si la oscuridad, confusion ó embrollo llegase a tal p u n - parecer describir la isla de Circe, dice a s í :
to , que aun haciendo un prolijo e x á m e n , no quedemos segu-
ros de haber acertado con el sentido, de modo que parezca no Cerca una isla el m a r Tirreno, al monte
que entendemos, sino que adivinamos el pensamiento ; tiene Opuesta donde en hierro, en bronce duro,
Eslérope feroz, desnudo Bronte
este el mayor grado posible de oscuridad, y se llama enigmá- Defensas labran al celeste muro.
tico. La regla en este punto es que en las composiciones des- Aquí el ardiente padre de Faetonte
tinadas á la común lectura, los pensamientos sean tan cia- A Circe t r u j o en plaustro mas seguro.
Si el agua del Eridano que inflama
ros como permita la naturaleza del asunto: que en las que Lámpara de cristal fué de su llama.
se dirigen á personas de cierta instrucción, no se desechen
los p r o f u n d o s , y que en todas se omitan los oscuros y con Habia dado Circe al rey su esposo
Veneno sin razón, en que descubre
mas razón los confusos, los embrollados y los enigmáticos. El alma de su pecho cauteloso,
De pensamientos claros no hay necesidad de citar ejemplos, Y el so¡ con ser tan claro, á Circe encubre.
Que la sombra de un h o m b r e poderoso,
porque en los escritores de primer orden lo son todos, hn Claro en linaje, mil delitos cubre;
Homero no hay ninguno que no lo sea: hay si alguna expre- Pues muchas cosas d e sufrirse duras
sión oscura para nosotros, porque siendo ya muerta la lengua La misma claridad las hace escuras.
griega, no podemos saber á punto lijo el valor exacto de algu- No le recibe en nítido palacio,
nas voces; pero el tondo del pensamiento siempre se compren Dorado signo que humillando el vuelo,
de á la primera ojeada. , Nueva eclíptica forma, nuevo espacio
Entre los peces de la mar y el cielo.
De pensamientos profundos puede ser muestra aquel her- Temió Circe el furor del rey sarmacio,
moso verso de Virgilio (lib. I de la Eneida). Llamando al claro sol q u e estaba en Délo;
Temióle con razón, porque sucede
Et non ignara mali miseris succurrere disco. Odio al amor, cuando el agravio excede.
Y como supe ya lo que son males,
Que habiéndose con ella desposado
Amparar se también al infelice. P o r hermosura humana y luz divina,
Semejantes pensamientos suponen un profundo conocimiento F u é quererle matar enamorado,)
Del ügnaje del sol bajeza indina.
del corazon h u m a n o ; y así hay mucho de esta clase en las obra? Un monte que pirámide elevado
de Tácito, el escritor mas profundo de todos los siglos. En lo El rostro de la luna determina
demás se hallan t a m b i é n de tiempo en tiempo. Lope en la Ufe Verde gigante al sol, bañado en plata,
De sus eclipses el dragón retrata.
(canto 1) tiene uno que puede llamarse tal. Hablando de F.uri
loco, enviado p o r Ulíses con otros cuantos soldados a recono Dejemos por ahora los otros defectos de este pasaje, el i n t e r -
cer la isla de Circe, dice que llegados al palacio de aquella semi r u m p i r la descripción para hablar del delito de Circe, el volver
diosa, sus ninfas los recibieron con fingidos halagos; y añade á continuarla para interrumpirla de nuevo, las frías moralida-
des de que está inoportunamente sembrado, la poca conexion
Su gente anima Euríloco engañado,
Donde del bien y el mal nace el tormento.
entre las ideas, la confusion que reina en todo él; y veamos Llévasme al lin por tan estrecha senda
solo si hay una persona racional, que pueda entender cómo Que das imperfección en el cuidado,
el agua del Erídano que inflamó Faetonte, pudo ser lámpara Donde apenas caber puede la enmienda.
de cristal de su llama; ni qué quiere decir que un dorado
Prescindamos de que toda esta metafísica sobre los zelos es im-
signo no le recibe en nítido palacio; y que humillando el
propia en boca de un pastor, que no se abrasa una vida ni un
vuelo, forma nueva eclíptica, nuevo espacio entre los peces
contento, y que verdugo de inmortal contienda es una expre-
del mar y el cielo ; ni qué significa un monte que pirámide
sión vacía de sentido; y dígasenos solamente qué puede signi-
elevado determina el rostro de la luna, y que siendo gi-
ficar aquello de que el zelo lleva al pastor por senda tan estre-
gante al sol, bañado en plata, retrata el dragón de sus
cha que le da imperfección en el cuidado; en el cual cuida-
eclipses. Para mí esto es jerigonza, y creo que lo será para
do, ó en la cual senda, apénas puede caber la enmienda. ¿Que
todos.
es dar imperfección en un cuidado ?
Mas no es Lope el único que así deliraba; lo mismo hacían
los demás de sus contemporáneos y los que le sucedieron.
Ulloa, despues de haber contado en su Raquel como el rey CAPITULO I I I .
Alfonso salió á caza, y ponderado lo impaciente que estaba por
DE LA NOVEDAD DE LOS PENSAMIENTOS.
volver á T o l e d o ; dice que entonces empezaba ya el verano, y
continúa con la siguiente octava: La combinación de ideas que ofrezca un pensamiento puede
Y a u n q u e la hermosa a m a n t e ver quisiera ser enteramente nueva, ó ya empleada p o r otro escritor: en el
El calor en la noche remitido; primer caso es nuevo, en el segundo común. Si lo f u e r e tanto
No deja su epiciclo, por esfera que anduviese hasta en la boca del vulgo, se llama vulgar; y
D e las divinas luces elegido,
Que, si no aljaba de las (lechas, era
si entre el vulgo mismo f u e r e tan trillado que con frecuencia le
Taller de los arpones de Cupido; repitan aun íos mas ignorantes, llega á ser lo que se llama
Con que todos los tiros son mortales trivial. La regla en esta parte es, que no solo sean nuevos en
Afiladas las armas en cristales.
si mismos, si ser puede, los pensamientos de cualquiera
Puede que alguno lo entienda; yo por mí confieso que n o composicion, sino que á los comunes, vulgares y triviales se
puedo ni aun adivinar, qué quiere decir que una persona les dé cierta novedad, añadiéndoles algunas ideas acceso-
enamorada no deja el epiciclo elegido por esfera de las rias no empleadas todavía.
divinas luces, ni cómo este epiciclo era, si no aljaba de las Veamos el modo de hacerlo, poniendo un ejemplo, que al
flechas, taller de los arpones de Cupido; y menos cómo to- mismo tiempo dé á conocer la diferencia que hay entre las va-
dos los tiros son mortales porque las armas están afiladas rias clases que acabo de distinguir. Todos hemos de morir.
en cristales. Entreveo que acaso el poeta quiso decir que Ra- Este es'un pensamiento trivial, porque frecuentísimamente le
quel no salia de su habitación durante la ausencia del rey, repiten aun las personas ménos instruidas. Lo mismo muere
que pensaba continuamente en sus amores, que lloraba etc.; el rico que el pobre. Este añade ya un contraste que le eleva
pero no estoy seguro de que esto sea verdaderamente lo que un poco sobre los rigurosamente triviales; pero no pasa de
intentó; y así estos pensamientos son para mí rigurosamente vulgar. La muerte no perdona al rico ni al pobre. Aquí por
enigmáticos. las 'ideas accesorias que excita la palabra perdonar, se p r e -
Balbuena en su Égloga XI dice por boca de un pastos zeloso: senta la muerte como un juez inexorable, cuyos decretos a l -
canzan á todos, y el pensamiento no es ya vulgar; pero es
Oh zelo! que del mismo amor nacido, común, porque ha sido mil veces empleado. « La muerte pá-
Es tu oficio abrasar vida y contento, «lid a llama igualmente á la puerta de las casas de los pobres
Y d e j a r el carbón mas e n c e n d i d o :
Eres muerte y dolor del pensamiento, « que á la de los alcázares de los reyes. »
Fiero verdugo de inmortal contienda,
Pallida mors teqno pulsat pede pauperum tabernas,
Regumque turres. fuere necesaria aquella especie de penetración que llamamos
ingenio, ó mas bien agudeza de ingenio, se les da á ellos
Este, común en el dia, fué nuevo en boca de Horacio, quien mismos el nombre de ingeniosos ó agudos. Si juntamente
con los contrastes de pauperum, regum; tabernas, turres, con el ingenio se requiere aquel particular discernimiento que
con el epíteto de pallicla dado á la muerte, y con la expresión s o l l a m a finura, el pensamiento se dice entonces fino; y si
cequo pulsat pede con que la personilica, supo hacer nuevo en ademas hubiere tenido parte en su hallazgo aquel cierto grado
cierto modo el pensamiento trivialísimo, todos hemos de mo- de sensibilidad que se nombra delicadeza, el pensamiento se
rir. El mismo Horacio le diversificó y rejuveneció, por decirlo llamará delicado. Como el ingenio, la finura y la delicadeza
así, de mil maneras en varios pasajes de sus obras, y los b u e - consisten en descubrir entre los objetos ciertas relaciones lije-
nos poetas, cuando hablan de la muerte, hallan siempre nue- ras, casi imperceptibles, y tales que no las hubiera percibido
vos modos de presentar las ideas relativas á un objeto tan co- un observador ménos atento , ménos perspicaz, ó ménos sen-
m ú n y conocido. Nuestro Rioja, verbi gracia, expresa en la epís- sible; si aquellas en que se f u n d a un pensamiento son dema-
tola A Fabio el pensamiento Antes de morirme con toda esta siado tenues , pasa este ya de ingenioso , lino ó delicado á lo
belleza y n o v e d a d : que se llama sutil; y si'alguno de estos lo fuere tanto , que
Antes q u e aquesta mies inútil s i e g u e
analizado escrupulosamente, apénasse descubra una lijerísima
De la severa m u e r t e dura mano, relación entre las ideas de que consta, degenerará en alambi-
Y á la común materia se la e n t r e g u e . cado : epíteto que se ha dado con bastante propiedad á los
pensamientos muy sutdes, porque en efecto se parecen á los
El mismo poeta en la canción A las ruinas de Itálica, ha-
tenuísimos y sutilísimos líquidos obtenidos por evaporación
biendo dicho primero sencillamente aquí nació Trajano,
en el aparato llamado alambique. La regla relativa á estas va-
y teniendo que repetir la misma idea de nacer, supo variarla
rias clases es la siguiente : En toda composicion los pensa-
de esta manera tan nueva como poética:
mientos deben ser naturales y no forzados; los obvios y f á -
Aquí de Elio Adriano, ciles, siendo por otra parte interesantes, son en general
De Teodosio divino, preferibles á los ingeniosos, linos ó delicados; pero los de
De Silio peregrino,
estas tres denominaciones, empleados con economía, no
Rodaron de marfil y oro las cunas.
son reprensibles sino cuando pasan ya á ser conocidamente
Mas adelante se verá el modo de dar novedad á los pensamien- sutiles o alambicados, ó cuando tienen algún otro defecto,
tos por medio de los llamados tropos y d e las p e r í f r a s i s : por como el de la oscuridad, de la cual están muy cercanos.
ahora pueden bastar estos pocos ejemplos, para que se forme Veamos ejemplos que la comprueben y expliquen. Garcilaso
de ello alguna idea. tiene en su tercera Égloga estos tan sabidos como hermosísi-
mos versos :
CAPITULO IV.
Flérida para mí dulce y sabrosa,
D E LA N A T U R A L I D A D DE LOS PENSAMIENTOS. Mas que la fruta del cercado a j e n o ;
Mas blanca que la leche, y mas hermosa
Los pensamientos pueden nacer del a s u n t o y tener con él Que el prado por Abril de flores lleno.
necesaria conexion, ó ser traídos de léjos y con cierta especie
Las dos comparaciones, mas blanca que la leche, mas her-
de violencia : los primeros son naturales , los segundos vio-
mosa que el prado lleno de flores, son dos pensamientos
lentos , forzados, estudiados. Si a d e m a s de ser naturales,
naturalismos en boca de un pastor, y ademas fáciles y ob-
fuere tan fácil hallarlos, que para dar c o n ellos baste un m e -
vios ; pero el primero, mas sabrosa que la fruta del cercado
diano talento, se llaman obvios, como q u e se presentan por sí
ajeno, sin dejar de ser natural, es verdaderamente inge-
mism >s; y también fáciles, porque parece que el encontrarlos
nioso. Lo e s , porque no á todos se les hubiera ocurrido la
no le ha costado al autor ningún esfuerzo. Si para hallarlos
observación, no muy obvia, aunque muy verdadera, de que
las cosas que poseen los demás, nos parecen mejores que las combate de la razón y de las pasiones. No la copiaré e n t e r a ,
que nosotros tenemos. porque es muy larga y cualquiera puede leerla en el original:
El mismo Garcilaso, en la Égloga I . , hace decir á un pas- péro para prueba citaré la primera estancia, que dice así
tor hablando de su r i v a l :
El aspereza d e mis males quiero
Y cierto no trocara mi figura Que se muestre también en mis razones,
Con ese que de mí se está r i e n d o ; Como ya en los electos se ha mostrado :
Trocara mi ventura. Lloraré d e mi mal las ocasiones,
Sabrá el m u n d o la causa por que muero,
Esto es lo que propiamente se llama fino. Aquello de Vir- Y moriré á lo ménos confesado.
Pues soy por los cabellos arrastrado
gilio, Égloga I I I , De un tan desatinado pensamiento,
Que por agudas peñas peligrosas,
Malo me Galatea petit, lasciva puella; P o r matas espinosas,
Et fugit ad salices, et se cupit ante videri.
Corre con Iijereza mas q u e el viento,
Pues á mí la traviesa Galatea b a ñ a n d o de mi sangre la carrera :
Me tira una m a n z a n a ; y en los sauces Y para mas despacio atormentarme.
Corre luego á esconderse, deseando Llévame alguna vez por e n t r e llares,
Que ánies de e n t r a r en ellos, yo la v e a ; A dó d e mis tormentos y dolores
Descanso, y de ellos vengo á no acordarme;
es delicado. Cuando en el libro 4" de la Eneida dice el mismo Mas él á mas descanso no me e s p e r a ;
poeta que Dido, atravesado ya el pecho con la espada, hace Antes, como m e ve d e esta manera,
Con un nuevo f u r o r y desatino
todavía esfuerzos para incorporarse, levanta al cielo sus m o r i - Torna á seguir el áspero camino.
bundos y errantes ojos, busca la luz, y al verla da un gemido,
ingemuitque repertá, esto último es profundo, fino y deli- Sin detenernos en lo de morir confesado, que ya han notado
cado. Dudo que en ningún escritor profano haya una cosa mas otros, tenemos aquí un pensamiento desatinado que arras-
tierna y mas felizmente imaginada. tra á un hombre por los cabellos, y corre con mas Iijereza
Para muestra de pensamientos que, sin llegar á ser sutiles, que el viento por agudas peñas peligrosas y por matas es-
muestran ya el estudio y trabajo del escritor y no son del todo pinosas, bañando la carrera con la sangre del arrastrado;
naturales; puede servir aquel terceto de Rioja en su citada y luego, para atormentarle mas despacio, le lleva alguna
epístola A Fabio. vez por entre flores á dó descanse de sus tormén, os y dolo-
¿ Será que pueda ver que me desvio
res; y en efecto el cuitado llega ya á no acordarsi de ellos;
De la vida viviendo, y que está unida pero el picaro pensamiento no le deja descansar mi ?ho r a t o ;
La cauta muerte al simple vivir mió ? al contrario, luego que ve como se va olvidando de us dolo-
res, torna á seguir el áspero camino con un nuevi furor y
Seria excesivo rigor condenar como sutiles estos dos pensa-
desatino. Y bien, toda esta intrincada metafísica ¿quiere decir
mientos; pero cualquiera ve, que sin haber en ellos verdadera
algo, traducida al lenguaje de la razón? Nada en suma : qua
sutileza, no son sin embargo de aquellos de los cuales dice
un enamorado teme unas veces, y espera otras; que ya deses-
Horacio, ut sibi quivis speret idcm. ( I ) ; y que, desviarse de
p e r a , ya confía. Y un pensamiento tan sencillo ¿puede sutili-
la vida viviendo, y cauta muerte unida al simple vivir,
zarse y alambicarse mas, que buscando las remotísimas y casi
huele no poco al aceite.
nulas relaciones que esta situación de los amantes puede tener
Para ver en una sola composicion una serie no interrumpida
con la de un hombre que fuese arrastrado de los cabellos por
de sutilezas y alambicamientos, léase la canción de Garcilaso
entre agudas peñas y espinosas matas, y á quien luego lleva-
que empieza : El aspereza de mis males quiero, en la cual
sen por entre llores y despues le volviesen al áspero camino?
todo es estudiadísimo, todo metafísica escolástica sobre el
¿Cuánto no es menester devanarse los sesos y alambicar las
ideas para encontrar alguna anología, si la h a y , entre esta si-
4. Que cualquiera crea poder hacer otro tanto.
tuacion física d& hombre arrastrado y la moral del amante que frecuentes en los enamorados, que el hallazgo de los pensa-
pasa alternativamente del temor á la esperanza, y de la espe- mientos que enuncian, no supone ningún esfuerzo ni d e m a '
ranza al temor? Como en este ejemplo las expresiones están to- siado estudio. Lo que sigue, es ya conocida sutileza, y ademai
madas en cierto sentido que se llama figurado, del cual se tiene algo de falso; porque el alma no pesa, ni el que la lleva,
tratará largamente en otra parte de esta obra, y ahora no se en sentido de ser el objeto constante de nuestro a m o r , de
tiene de él bastante noticia; daré otros ejemplos en que los nuestro cuidado etc., puede él dejarla, cuando se le antoje :
términos conserven su significación literal. Ademas, siendo nosotros seríamos en tal caso los que pudiéramos quitársela,
este punto de la naturalidad de los pensamientos muy impor- es decir, dejar de amarle, de pensar en él. Y aquí puede verse
t a n t e , y estando llenos varios poetas nuestros de conceptos prácticamente lo que ya queda insinuado, á saber, que casi
respectivamente sutiles y alambicados, no será inútil citar al- todos los pensamientos del mal gusto tienen por lo común alge
gunos otros, para que los principiantes aprendan á distinguir- de íalsos.
los de los obvios, fáciles y no estudiados.
CAPITULO V.
Francisco de la Torre, en la égloga Tírsis, d i c e :
DE I.A SOLIDEZ DE LOS PENSAMIENTOS.
Las aguas aumentaba
Con las que d e r r a m a b a
Tírsis cuitado, de quien es temida
Un pensamiento prueba lo que intenta el escrilor, ó no 1©
Mas que la muerte su cansaba vida, prueba : el primero es sólido, el segundo es lo que se llama
Cuya probada y rigurosa suerte fútil. No hay otro término para indicar que carece de solidez.
Le acrecienta la vida por la muerte. La regla sobre ambas clases es tan general é importante como
El pensamiento, Tírsis teme mas su cansada vida que su muer- la relativa á los verdaderos y falsos, á s a b e r , que todos los
te, es sutil; el otro, su suerte le acrecienta la vida por la pensamientos de una composicion séria deben ser sólidos,
muerte, es verdaderamente alambicado, es un refinamiento y que es preciso desechar los que bien examinados, sean
de la sutileza contenida en la tan sabida redondilla, verdaderamente f ú t i l e s , por mas que á primera vista nos
hayan deslumhrado por su brillantez ó novedad. En este
Ven m u e r t e tan escondida
Que no te sienta venir, punto es menester mucho cuidado, porque es fácil que el falso
Porque el placer de morir brillo de un pensamiento nos r engañe, como le sucedió mas de
No me vuelva á dar la vida. una vez á Cicerón. Por ejemplo, en la oracion que á la vuelta
d é su destierro pronunció en presencia del pueblo, se empeña
J á u r e g u i , en el Acaecimiento amoroso, hablando de una
en probar que debia mas á este por el beneficio que acababa
n i n f a , á la cual se la enredaron los cabellos en un sauce,
de hacerle, que á sus padres por el ser que de ellos habia r e -
cuando iba huyendo de un amante que la perseguía, dice por
cibido; y da por razón que cuando nació físicamente era pe-
boca de este :
queño , y cuando volvió del destierro nació ya varón consular:
Ella al sentir su estorbo, d e manera A parentibus, id quod necesse erat, parvus sum procrea-
Alzó la voz con alarido al cielo, tus; á vobis natus sum consularis. Este pensamiento es ver-
Que, porque m e n o s su dolor sintiera,
Sin la seguir, m e derribé en el suelo
dadero, claro y muy fácil de h a l l a r ; pero al mismo tiempo es
Diciéndole: « Ya, ninfa, no te sigo, fútil, y aun ridículo, porque no prueba lo que el orador in-
« Sino con sola el alma enamorada, tenta. Ni ¿cómo lo habia de probar? De que al nacer seamos
a El alma llevas y no mas contigo; pequeñilos, ¿ p u e d e acaso deducirse racionalmente ,^<]ue un
« Modera tu violencia acelerada :
« O ya, si el peso rehusar pretendes, beneficio que se nos hace en edad adulta, excede al de la exis-
« Déjame el alma y huye descansada.» tencia que debemos á nuestros padres; porque al recibirle so-
mos hombres hechos, y estamos condecorados con alguna di-
Hasta modera tu violencia acelerada, todo es n a t u r a l , pues gnidad? Y ¿pudiera c r e e r s e , si no lo viésemos, que en un
las expresiones, te sigo con el alma, el alma llevas, son tan
tuacion física d& hombre arrastrado y la moral del amante que frecuentes en los enamorados, que el hallazgo de los pensa-
pasa alternativamente del temor á la esperanza, y de la espe- mientos que enuncian, no supone ningún esfuerzo ni d e m a '
ranza al temor? Como en este ejemplo las expresiones están to- siado estudio. Lo que sigue, es ya conocida sutileza, y ademai
madas en cierto sentido que se llama figurado, del cual se tiene algo de falso; porque el alma no pesa, ni el que la lleva,
tratará largamente en otra parte de esta obra, y ahora no se en sentido de ser el objeto constante de nuestro a m o r , de
tiene de él bastante noticia; daré otros ejemplos en que los nuestro cuidado etc., puede él dejarla, cuando se le antoje :
términos conserven su significación literal. Ademas, siendo nosotros seríamos en tal caso los que pudiéramos quitársela,
este punto de la naturalidad de los pensamientos muy impor- es decir, dejar de amarle, de pensar en él. Y aquí puede verse
t a n t e , y estando llenos varios poetas nuestros de conceptos prácticamente lo que ya queda insinuado, á saber, que casi
respectivamente sutiles y alambicados, no será inútil citar al- todos los pensamientos del mal gusto tienen por lo común alge
gunos otros, para que los principiantes aprendan á distinguir- de falsos.
los de los obvios, fáciles y no estudiados.
CAPITULO V.
Francisco de la Torre, en la égloga Tírsis, d i c e :
DE I.A SOLIDEZ DE LOS PENSAMIENTOS.
Las aguas aumentaba
Con las que d e r r a m a b a
Tírsis cuitado, de quien es temida
Un pensamiento prueba lo que intenta el escritor, ó no 1©
Mas que la muerte su cansaba vida, prueba : el primero es sólido, el segundo es lo que se llama
Cuya probada y rigurosa suerte fútil. No hay otro término para indicar que carece de solidez.
Le acrecienta la vida por la muerte. La regla sobre ambas clases es tan general é importante como
El pensamiento, Tírsis teme mas su cansada vida que su muer- la relativa á los verdaderos y falsos, á s a b e r , que todos los
te, es sutil; el otro, su suerte le acrecienta la vida por la pensamientos de una composicion séria deben ser sólidos,
muerte, es verdaderamente alambicado, es un refinamiento y que es preciso desellar los que bien examinados, sean
de la sutileza contenida en la tan sabida redondilla, verdaderamente f ú t i l e s , por mas que á primera vista nos
hayan deslumhrado por su brillantez ó novedad. En este
Ven m u e r t e tan escondida
Que no te sienta venir, punto es menester mucho cuidado, porque es fácil que el falso
Porque el placer de morir brillo de un pensamiento nos r engañe, como le sucedió mas de
No me vuelva á dar la vida. una vez á Cicerón. Por ejemplo, en la oracion que á la vuelta
d é su destierro pronunció en presencia del pueblo, se empeña
J á u r e g u i , en el Acaecimiento amoroso, hablando de una
en probar que debia mas á este por el beneficio que acababa
n i n f a , á la cual se la enredaron los cabellos en un sauce,
de hacerle, que á sus padres por el ser que de ellos habia r e -
cuando iba huyendo de un amante que la perseguía, dice por
cibido; y da por razón que cuando nació físicamente era pe-
boca de este :
queño , y cuando volvió del destierro nació ya varón consular:
Ella al sentir su estorbo, d e manera A par entibas, id quod necesse erat, parvus sum procrea-
Alzó la voz con alarido al cielo, tus; á vobis natus sum consularis. Este pensamiento es ver-
Que, porque m e n o s su dolor sintiera,
Sin ta seguir, m e derribé en el suelo
dadero, claro y muy fácil de h a l l a r ; pero al mismo tiempo es
Diciéndole: « Ya, ninfa, no te sigo, fútil, y aun ridículo, porque no prueba lo que el orador in-
« Sino con sola el alma enamorada, tenta. Ni ¿cómo lo habia de probar? De que al nacer seamos
a El alma llevas y 110 mas contigo; pequeñilos, ¿ p u e d e acaso deducirse racionalmente ^ q u e un
« Modera tu violencia acelerada :
« O ya, si el peso rehusar pretendes, beneficio que se nos hace en edad adulta, excede al de la exis-
« Déjame el alma y huye descansada.» tencia que debemos á nuestros padres; porque al recibirle so-
mos hombres hechos, y estamos condecorados con alguna di-
Hasta modera tu violencia acelerada, todo es n a t u r a l , pues gnidad? Y ¿pudiera c r e e r s e , si no lo viésemos, que en un
las expresiones, te sigo con el alma, el alma llevas, son tan
Cicerón h a b í a m o s de hallar tales miserias? Pues allí mismo m e n t e probables; n u n c a le es permitido valerse d e conocidos
hay otras parecidas, y también las hay en el pasaje ya citado sofismas. Tales son todos los q u e se f u n d a n en la acepción
d e la oracion pro Roscio Amerino, en q u e habla del castigo equívoca de las voces, y sin embargo no hay cosa mas c o m ú n
de los parricidas. Véanse en el original. en los nuestros.
Y si Cicerón se dejó deslumhrar alguna vez por el ialso Pedro Espinosa, en la Fábula del Jenil tiene estos v e r s o s :
brillo de un pensamiento, ¿ q u é será de nuestros escritores,
q u e tan generalmente se descuidaron en esta parte de los pen- No da tributo Bétis á Nereo ;
Mas como amigo sus riquezas parte
samientos? Innumerables trozos pudiera c o p i a r , asi en prosa Con él, que esrexj de rios, y los reyes
como en v e r s o , en los cuales n a d a hay de s ó l i d o ; pero para A'o dan tributo sino ponen leyes.
ejemplo d a r é unos cuantos. Saavedra Fajardo, queriendo p r o -
b a r q u e el varón p r u d e n t e debe h a b l a r poco, dice ( E m p r e s a El p r i m e r pensamiento es f a l s o , p o r q u e el Bétis da tributo al
•H): Está ta lengua en parle muy húmeda, y fácilmente m a r , esto es, desemboca en él. El segundo, que es rey de rios,
se desliza, si no la detiene la prudencia; y en la Empresa es poéticamente verdadero en el sentido d e ser el mayor d e los
3 9 , p a r a p e r s u a d i r que conviene oir m u c h o , da esta razón : r i o s ; pues a u n q u e esto no sea materialmente cierto, s e m e j a n -
La naturaleza puso puertas á los ojos y la lengua, y dejó tes exageraciones son permitidas en poesía. ¡Mas, p o r q u e en
abiertas las orejas para que á todas horas oyesen. Que d e - esta acepción se le ha llamado rey, deducir luego q u e n o paga
bamos h a b l a r poco y oir m u c h o , p u e d e ser c i e r t o ; pero d e d u - tributo al m a r , porque los reyes no pagan tributo, es, n o un
cir esta obligación moral d e q u e la lengua esté en parte h ú m e - raciocinio sólido, sino u n pueril juguete de palabras.
da , y las orejas no tengan p u e r t a s , es discurrir con poquísima De la misma m a n e r a discurre Lope, cuando p o r h a b e r l l a -
mado sol á su q u e r i d a , sostiene q u e si esta se ausenta, a n o -
solidez. ,, , chece ; y si se presenta, amanece. Dice así en un soneto :
Quevedo en la silva A la codicia, hablando con u n o q u e
h a b i a ido á América á buscar f o r t u n a , y beneficiaba ya alguna Porque si amaneció cuando le vistes;
m i n a , le d i c e : Dejándole de ver, noche seria
En el ocaso de mis ojos tristes.
Mucho te debe el oro,
Si despues que saliste Con la misma solidez p r u e b a en otro soneto que, c u a n d o su
Pobre reliquia de naufragio triste, dama está ausente, n o deja d e verla, p o r q u e es sol, y al sol le
En vez de descansar del m a r seguro,
A tu codicia hidrópica obediente,
vemos desde cualquiera p a r t e . Estos son los tercetos:
Con villano azadón en cerro duro
Sangras las venas al metal luciente. Si de mi vida con su luz reparte
¿ P o r q u é permites que trabajo infame Tu sol los d'as; cuando verte intente,
Sudor tuyo d e r r a m e ? ¿Qué importa que me acerque ó que me aparte?
Deja oficio bestial que inclina al suelo
Ojos nacidos para ver el cielo. Donde quiera se ve su hermoso oriente;
Pues si ve desde cualquiera parle,
Quien es mi sol, 110 puedo estar ausente (1).
Si trabajar en u n a mina es oficio bestial, porque inclina al
suelo los ojos nacidos para ver el cielo, también lo será ca-
var las viñas, segar las mieses, escardar las huertas y otras mil 1. Mas de cuatro amantes habrán dicho en prosa á sus queridas lo que 110 s e disi-
ocupaciones d e la vida rústica, pues en estas también es nece- mula ñ Lope en eslos dos sonetos. Con tales cortapisas quedaría muy reducido el n ú -
mero de los poetas, y tal vez nos descartaremos de los que mas nos agradan. ¿ C u a n -
sario b a j a r la cabeza. Esto es cabalmente lo q u e se dice en las tos había á quienes guste la ficción poco antes criticada de Pedro Espinosa, de consi-
escuelas : argumento que prueba demasiado, nada prueba; derar al Bétis romo otro mar que contunde sus aguas con el Océano, para ponderar
que e s muy grande y caudaloso?
y p o r eso el raciocinio d e Quevedo carece d e solidez. Y a u n q u e
un poeta n o está obligado á emplear siempre argumentos de-
mostrativos, y le basta p o r lo c o m ú n q u e los suyos sean lijera-
mejante heroísmo. Por esta razón, Héctor, tomando en sus
CAPITULO VI. brazos á su hijo y dirigiendo á Júpiter en favor suyo la tierna
súplica que leemos en Homero, es un objeto puramente bello
DE LA C O N V E N I E N C I A D E LOS PENSAMIENTOS CON E L TONO
DE LA O B R A .
en el órdep "jioral; pero Guzman el Bueno, arrojando la es-
p a d a desde el muro de Tarifa para que degüellen al suyo, es
Ya queda indicado que los pensamientos (ademas de verda- en la misma clase un objeto sublime. Los pensamientos pues
deros, claros, nuevos, naturales y sólidos) deben ser también que nos presentan objetos bellos ó sublimes en el órdert físico
acomodados al tono general y dominante de la obra en que ó moral, toman ellos mismos la denominación de bellos ó
queremos emplearlos. Esto quiere decir que en aquellas que, sublimes.
aunque sérias, tienen por objeto principal el agradar, y no son Hé aquí á lo que se reduce esta debatida cuestión ; pero
de tono muy elevado, deben ser bellos; en las majestuosas, debo añadir lo siguiente. Para que un pensamiento sea verda-
grandiosos, y aun sublimes en los parajes que lo p e r m i t a n ; deramente sublime, no basta que lo sea el objeto que nos pone
y en las graciosas, chistosas, jocosas, burlescas, graciosos, á la vista; es necesario ademas que nos sea presentado de
chistosos, jocosos, burlescos respectivamente. Como todas es- modo que haga en nosotros una impresión tan fuerte y viva,
tas denominaciones se dan.á los pensamientos relativamente si ser puede, como la presencia del objeto mismo. Para esto
a la impresión que en nosotros producen, y esta idea de pura se requiere que la idea principal vaya acompañada de aquellas
sensación es u n a idea simple que no se puede descomponer en secundarias que mas puedan contribuir á fortificarla y real-
otras, no es posible dar de todos ellos mas definición que su zarla; y al contrario, que se omitan todas las que puedan con-
nombre mismo. Sin embargo, ya que algunos críticos han fundirla, oscurecerla ó debilitarla. Cómo esto haya do hacerse,
disputado tanto sobre cuáles son los que merecen el titulo de se entenderá mejor con ejemplos que con explicaciones m e t a -
sublimes, y cuáles el de simplemente bellos, diré en pocas físicas.
palabras lo que hav de útil en sus largas discusiones. Fr. Luis de León, en la oda que empieza, Cuándo será que
pueda, tiene este pasaje sublime:
Todos sabemos por experiencia que la vista de ciertos obje-
tos físicos, por ejemplo un jardín, produce en nosotros cierta ¿ No ves cuando acontece
impresión plácida y tranquila; y la de otros, verbi gracia, el Turbarse el aire lodo en el verano?
océano, un volcan, un profundo despeñadero, una tempestad, El dia se ennegrece,
Sopla el Gallego insano,
nos causa cierta respetuosa admiración, cierto asombro y ena- Y sube liasta el cielo el polvo vano :
jenamiento. A los primeros los llamamos bellos ó hermosos, y
Y entre las nubes mueve
á los segundos sublimes. De los objetos físicos hemos trasla-
Su carro Dios, lijero y reluciente.
dado luego estas denominaciones á los seres morales, y hemos Y horrible son conmueve:
llamado bellos á los que producen en nosotros una sensación Relumbra fuego ardiente,
apacible y deliciosa, semejante á la que nos resulta de ver un Treme la tierra, humillase la gente.
objeto físicamente hermoso; y sublimes á los que arrebatan y La lhma baña el lecho,
enajenan nuestro ánimo con una especie de admiración, pare- Envjatílargos rios los collados:
cida á la que .causan las sublimes esceios de la naturaleza Asi Su trabajo deshecho,
Lomeara pos anegados
entre la? virtudes pertenecen á la primeva clase las que no .-y Mrfan
'os labradores espantados.
piden esfuerzos extraordinarios, y á la segunda las que exigen
que el hombre se haga en cierto modo superior a s¡ mismo,
E f ^ s c r i p c i o n i n í i t a d a d e Virgilio (lib. V de las Geórgicas)
subyugando las inclinaciones mas poderosas de su corazon;
es sub/rne : y lo es el objeto descrito, una t e m p e s t a d :
porque los rasgos de aquellas nos interesan sí, pero no nos
¿ . las circunstancias que mas le realzan, están bien escogidas;
a d m i r a n ; y los de estas nos sorprenden y confunden, hacién-
oscurecerse el día, soplar el viento, levantarse al cíelo remoli-
donos sentir que nosotros no somos capaces de elevarnos a se-
nos de pojvo, horrible sonido del t r u e n o , fuego ardiente del
«c Los que en Flegra con brío furibundo
r e l á m p a g o , t e m b l a r la t i e r r a , pavor y abatimiento en ¡os « Ya os hicieron h u i r de rama en rama,
« Del horrible Briareo el bulto leve.
h o m b r e s , largos rios q u e b a j a n d e los collados, trabajo del l a -
« Que en cien brazos cien mazas juntas m u e v e .
b r a d o r d e s h e c h o , c a m p o s a n e g a d o s : 3." n i n g u n a de estas .deas
está d e b i l i t a d a c o n a c c e s o r i a s i n ú t i l e s : 4 o la i m a g e n , Dios « Dad á Nembrod por báculo su torre,
« Y por soldados cuantos hubo en ella :
•mueve entre las nubes su carro lijero y reluciente, es valen- « Nazca d e nuevo A n t e o , si se corre
t í s i m a y e l l a sola c o n s t i t u i r í a u n p e n s a m i e n t o s u b l i m e e n t o d o « De haber perdido su a r m a d u r a bella,
« Y sin que d e su madre aparte y b o r r e
€ l
« La grave estampa y la torcida huella ;
S p a s a j e P a d e b l F a ; . Luis d e L e ó n es m o d e l o en su l i n e a . « La que en su ayuda, si á sazón le viene,
V e a m o s o t r o d e B a l b u e n a , e n el c u a l , q u e r i e n d o s e r s u b l i m e , « J u n t e cuantos hermanos tuvo y tiene.
nos h a dado pura hinchazón y hojarasca en lugar de subli-
« Saque Jason sus Argonautas fieros,
m
« VUses, Telamón ; y el griego Aquíles
Todos los inteligentes h a n a d m i r a d o y con razon como u n « De nuevo multiplique compañeros,
ras«'o s u b l i m e <le h e r o í s m o l a a p o s t r o f e d e Avax e n H o m e i o « De leones hechos no d e hormigas viles
« Salgan d e Troya y Grecia los g u e r r e r o s ;
2 T I 1 7 , V. M 5 . . . 4 7 ) c u a n d o , h a b i e n d o e s p a r c i d o « Salgan Goliás, Sansón, y los suitles
J ú p i t e r ' s o b r e el c a m p o d e b a t a l l a u n a d e n s a y e s c u r a n l e b a « Judíos : salgan de Argos y Tébas
q u e l l e n a d e p a v o r á l o s g r i e g o s Ayax s e v u e l v e ü él y l e p u l e , « Los crueles campos y sangrientas grevas:
2 o s u f a v o r , n o la v i c t o r i a , n o l a v i d a , s i n o luz p a t a p e l e a r , « Salgan Héctor y Paris, salga Troilo,
diciéndole : « F.l liei ' f i d e o , el bravo Hipodemonte,
« El f u e r t e Alcídes.y el que en sabio estilo
Libra va, p a d r e Jove, á los aquivos « Venció d e Esünge el cavernoso monte ;
De niebla lan oscura, haz q u e v e a m o s : « T u r n o , Eneas, Mecencio, Adrasto, Egilo,
Serena el cielo, y á la luz del día « Teseo y la arrogancia de F a e t o n t e ;
Destruyenos á todos, si le place. « Y en su cruel h e r m a n d a d , que la ira atice,
« Rómulo y R e m o , Eteocle y Polinice.
E s t o e s v e r d a d e r a m e n t e s u b l i m e . Lo e s el o b j e t o ; á s a b e r el
v i l o r d e Avax á q u i e n c o n t a l q u e p u e d a p e l e a r , n o le a c o - « Salga mi antigua sombra Capaneo,
« Polifenio y los hijos de Vulcano :
b a r d a t o d o el p o d e r d e J ú p i t e r ; n o h a y K ^ s s e c u n d a r i a s q u e « Y por no hacer mas áspero rodeo
d e b i l i t e n ó d e g r a d e n la p r i n c i p a l ; n o h a y d e c l a m a c i ó n n o h a y « Ni el disgusto gastar el tiempo en vano,
p ron s n o h a y f a n f a r r o n a d a s , n o h a y h i n c h a z ó n n i n g u n a : « Bajad, cobardes dioses ; que no creo
« Que hay otro que esta clava d e mi mano,
t o d o está d i c h o c o n l a n o b l e s e n c i l l e z q u e c a r a c » H « Que si allá subo, y como aquí la atierra,
m e r o v le h a c e el p r i m e r o d e l o s p o e t a s y el m e o r d e t o a o s « Con todo vuestro cielo dará en tierra. »
los escritores proíanos. Pues b i e n , Balbuena, q u e r i e n d o imitar
e s t e p a s a j e , d i c e en su Bernardo (lib. 2 4 ) q u e M a r g a n t e , T a m a ñ o s dislates no merecen q u e me detenga á criticarlos.
Baste decir q u e e n H o m e r o h e m o s visto u n p o e t a juicioso, y
En impaciencia y voces turbulentas e n Balbuena v e m o s u n d e c l a m a d o r , u n loco, que delira q u e -
Bramando, vuelto al cielo, escupe y d i c e : r i e n d o s e r s u b l i m e : q u e Ayax e s u n v e r d a d e r o h e r o e , p o r
« Cobardes dioses, si a esas tan c o n t e n t a s
« Sillas que os suena el mundo no desdice c u y a b o c a h a b l a l a n a t u r a l e z a , p o r q u e d i c e lo q u e u n h o m b r e
« Él ser todos locura, y las afrentas d e v a l o r d e b i ó d e c i r s e g ú n las i d e a s d e s u t i e m p o e n l a s i t u a -
«Vengar queréis q u e ya en mi remo os h i c e , c i ó n e n q u e se h a l l a b a ; y M o r g a n t e e s u n f a n f a r r ó n c o b a r d e ,
« Si no sois solo palos y pinturas,
q u e desafía á unos muertos q u e n o podían admitir el duelo, y
« Y tienen de deidad vuestras figuras:
á u n o s dioses, de cuya existencia d u d a , ó por m e j o r decir, se
« Bajad todos á mí, ó volvéd al m u n d o b u r l a , y de los cuales p o r consiguiente n a d a t e m a que t e m e r .
« Cuantos en el t u v i e r o n nombre y fama Y ¿ q u é diremos d e su prolija, pueril y disparatada e n u m e r a -
« A Encelado el g i g a n t e , q u e el prolundo
« Valle de Etna r e c u e c e en viva llama,
cion? ¡ Y aquel Nembrod, que ha de traer p o r báculo nada
ménos que la torre de Babel 1 ¡A qué ridiculas extravagancias t u r a . En esta se dice, hablando de Alejandro (Macab., cap. I.)
conduce el olvido, digamos mejor, la ignorancia de los prin- que « la tierra enmudeció en su presencia : » siluit ierra in
cipios de buen gusto y de las reglas del arte! ¡Y todavía hay conspectu ejus : pensamiento verdaderamente sublime, p o r -
quien hable conira.ellas, y diga que no son necesarias! Ahí que no es posible dar mas alta idea del poder de Alejandro y
tienen la respuesta, v en mil ejemplos que pudieran citarse del universal terror que inspiraron sus conquistas, que di-
del mismo poeta y de varios otros de los nuestros. Concluiré ciendo la tierra enmudeció. Rioja pues le introduio o p o r t u -
este punto de la sublimidad con algunas advertencias impor- namente hablando de Trajano, y dijo :
tantes.
Aquí nació aquel rayo de la guerra,
^ C u a n d o presentamos el objeto sublime en una descrip- Gran P a d r e d e la patria, honor d e España,
Pió, felice, t r i u n f a d o r Trajano,
ción algo extendida, como la citada del maestro León, ó Ante quien muda se postró la tierra.
cuando hay reunidos varios pensamientos de esta clase, como
en el lamoso pasaje de la ¡Liada ( l i b . 20, v. 47 y siguientes) Y si hubiese acabado aquí, no podría darse rasgo mas sublime,
que omito por demasiado largo y porque se halla copiado en ni mas valientemente expresado, pues con toda la concision y
las Lecciones de BLiir; se llama esto pasaje sublime. Mas sencillez posibles realzó la idea misma del original con la acce-
cuando solo hay un pensamiento verdaderamente tal, conte- soria de se postró. Pero desgraciadamente la necesidad de lle-
nido en una expresión, se llama rasgo ó pensamiento su- n a r la estancia le obligó á desleír, por decirlo así, el pensa-
blime. Tales son, el tan alabado de Corneille, que muriese; miento, c o n t i n u a n d o :
el Medea superest de Séneca, copiado por el mismo Cor-
neille ; el fíat lux del Génesis, citado por Longino, y otros la tierra
varios que se hallan acotados en casi todos los tratados mo- Que ve del sol la cuna y la que baña
El Mar, también vencido, gaditano.
dernos.
El pasaje, aun con esta añadidura, queda todavía grandioso y
2.* En unos y otros, para que la sublimidad no desapa- magnífico; pero lo hubiera sido mas si hubiese acabado en la
rezca, es necesario que no haya nada de bajo, ni de trivial, ni palabra tierra. Porque descendiendo á dividir esta en oriental
de afectado en la expresión; pero en los simples rasgos se r e - y occidental, y designando la primera con la perífrasis, que ve
quiere también que no haya mas palabras que las absoluta- del sol la cuna; y la segunda con la de que es bañada por el
mente necesarias, y que la expresión sea sencilla y natural. Mar gaditano también vencido,• se contentó con ser ele-
En los pasajes algo extendidos se puede emplear un lenguaje gante, y tío aspiró á la verdadera sublimidad. Haga la prueba
mas pomposo, y añadir al pensamiento principal alguna ilus- el que quiera, no leyendo mas que hasta tierra, y suponiendo
tración, como esté bien escogida; en los simples rasgos cual- que allí acaba la cláusula; y si tiene gusto, sentirá cuánto
quier adorno ó adición los debilita. Por eso se ha notado que mayor impresión le hace la tierra toda postrada ante Tra-
Corneille debilitó el citado pensamiento, « que muriese » qu'il jano, que el oriente y occidente c o n c u ñ a d o s por sus armas.
mourut, añadiendo « ó que una heroica desesperación le so- Todo este cuidado es necesario al i:cm >o de escribir, sobre
fl corriese, » ou qu'un beau désespoir alors te secourut. todo en verso; y en estas, al parecer, pequeneces consiste el
Algunos franceses han querido defenderle; pero, digan cuanto secreto del arte.
quieran el buen gusto responderá que el beau désespoir es, 3. a Aquí no es posible enumerar y recorrer todos los objetos
como ellos dicen, recherché; que el secourut es débil, y que físicos y morales que pueden suministrar ideas sublimes y
el pensamiento, para haber conservado toda la sublimidad b e l l a s : la contemplación de la naturaleza para los primeros, y
con que empieza, debió acabar en mourut. Por la misma razón el estudio de la historia para los segundos son los mejores
m e parece que nuestro Rioja debilitó también un poco, no maestros. Tampoco m e detendré á indagar, cuál es en ellos la
tanto como Corneille, un rasgo muy sublime que tiene en su cualidad fundamental que causa en nosotros la sensación de
Hermosa canción A tas ruinas de Itálica, y tomó de la Escri- sublimidad o belleza; porque seria necesario entrar en largas
se pueden p r o p o n e r millones. Esta es u n a cosa clara y sen-
. iscusiones ajenas de este lugar, y d e m a s . a d o metafísicas para cilla, que los gramáticos y los retóricos lian hecho casi i n i n t e -
n n n r i n i a n t e s Los que quieran p r o f u n d i z a r estas cuestiones, ligible. Según ellos, es sí figura aquella cierta cosa en q ue se
E f f i S Ü í b L ) á B u r k e - pero l t o w - ¿ g g d i s t i n g ü e n o s pensamientos unos de otros, a u n prescindiendo
n d a c i r i o n e s son como ya se lia indicado, mas Dien uioboutas de las expresiones que los r e p r e s e n t a n ; y hasta aquí se h a n
curiosas que útiles. Porque M — , explicado >con exactitud; pero h a n embrollado la materia,
probase (cosa muy difícil) que el gran pode ^ a ^ t a e x t c i cuando han dado también el n o m b r e de figuras á todas las al-
sion el Delisro ó cualquiera otra cosa, es la luen e ae ia su teraciones hechas en lo material de las voces, en su p r o n u n -
ciación, sintaxis, coordinacion oratoria y significación; y
b U m i d a d ; nada h a b r í a i s adelantado p ^ T ^ Z Z
cuando h a n distinguido en consecuencia seis clases de figuras
mientes sublimes, ni para expresar os con toda su fueiza, que
llamadas de metaplasmo ó dicción, de prosodia, de sintaxis
es lo importante en el Arte de hablar. ó construcción, de significación, ó tropos; de palabra o
elocucion, y de sentencia ó estilo; pues cualquiera que sepa
lo que significan estos n o m b r e s , conocerá q u e solo las últimas,
e s decir, las de sentencia, deben llamarse figuras; que las de
L I B R O II. dicción, prosodia y sintaxis no son otra cosa que ciertas li-
cencias, esto es, trasgresiones de los preceptos gramaticales,
D E LAS V A R I A S FORMAS BAJO LAS CUALES PODEMOS PRESENTAR permitidas en ciertos casos : que las de significación son otra
LOS PENSAMIENTOS.
especie de licencia que á veces nos tomamos de variar la acep-
ción usual de algunas palabras : que las de elocucion no son
tampoco mas q u e ciertas maneras elegantes de combinar las

j s s s a s w g g g g s s expresiones; y que de todos modos nada tienen que ver seme-


jantes licencias ni elegancias con aquello que nos hace distin-
guir los pensamientos considerados en sí mismos que es lo
único á q u e racionalmente puede darse el n o m b r e de forma o
figura, p o r cierta analogía que tiene con lo que en los cuerpos
se llama con este n o m b r e . Por consiguiente, abaudonando a los
gramáticos sus licencias, ó si quieren, sus figuras de meta-
m ^ s s m m plasmo, prosodia y sintáxis; reservando tratar de los tropos
para cuando hablemos de las expresiones, porque en efecto no
son otra cosa q u e expresiones de cierta clase; y dejando las
elegancias de elocucion para el tratado de la composicion de
tan expresad*,y l o q u e e s mas e stas por unas las cláusulas, que es adonde pertenecen, solo debo hablar
ten de u n a s m.smas d e ^ y estén e i contenidos ahora de las verdaderas y legítimas figuras, que son las de sen-
tencia ó pensamiento.
v Z Pedro (afirmación), vino P e d r o ? (in-
6 Limitándome pues á estas, fácil es conocer q u e las diferentes
f ! ; a deas de que constan son idénticas, y lo son
formas bajo las cuales presentamos los pensamientos, resultan,
ó de su misma naturaleza, ó de la situación moral y la i n t e n -
f m B á s B s s - á ción del que habla. En efecto, estamos viendo á cada paso en
nosotros mismos q u e de distinta manera combinamos n u e s -
tras ideas; cuando queremos representar por medio del l e n -
guaje las imágenes de los objetos trazados en nuestra imagi-

s i ™
se pueden proponer millones. Esta es una cosa clara y sen-
. iscusiones ajenas de este lugar, y d e m a s . a d o metafísicas para cilla, que los gramáticos y los retóricos lian hecho casi ininte-
nrinriniantes Los que quieran profundizar estas cuestiones, ligible. Según ellos, es sí figura aquella cierta cosa en q ue se
E f f i S Ü í b L ) á B u r k e - pero l t o w - ¿ g g distinguen los pensamientos unos de otros, aun prescindiendo
ndaciriones son como ya se lia indicado, mas Dien u i o w u u » de las expresiones que los representan; y hasta aquí se h a n
^ t K d a s mas curiosas que útiles. Porque M — , explicado >con exactitud; pero h a n embrollado la materia,
probase (cosa muy difícil) que el gran pode ^ a ^ t a e x t e ^ cuando han dado también el nombre de figuras á todas las al-
sion el Delisro ó cualquiera otra cosa, es la luen e ac ia su teraciones hechas en lo material de las voces, en su pronun-
ciación, sintaxis, coordinacion oratoria y significación; y
bUmidad; nada h a b r í a i s adelantado ^ ¡ X ^ Z
cuando h a n distinguido en consecuencia seis clases de figuras
mientes sublimes, ni para expresar os con toda su fueiza, que
llamadas de metaplasmo ó dicción, de prosodia, de sintaxis
es lo importante en el Arte de hablar. ó construcción, de significación, ó tropos; de palabra o
elocucion, y de sentencia ó estilo; pues cualquiera que sepa
lo que significan estos nombres, conocerá que solo las últimas,
es decir, las de sentencia, deben llamarse figuras; que las de
L I B R O II. dicción, prosodia y sintaxis no son otra cosa que ciertas li-
cencias, esto es, trasgresiones de los preceptos gramaticales,
D E LAS V A R I A S FORMAS BAJO LAS CUALES PODEMOS PRESENTAR permitidas en ciertos casos : que las de significación son otra
LOS PENSAMIENTOS. especie de licencia que á veces nos tomamos de variar la acep-
ción usual de algunas palabras : que las de elocucion no son
tampoco mas que ciertas maneras elegantes de combinar las

j s s s a s w g g g g s s expresiones; y que de todos modos nada tienen que ver seme-


jantes licencias ni elegancias con aquello que nos hace distin-
guir los pensamientos considerados en sí mismos que es lo
único á que racionalmente puede darse el nombre de forma o
figura, por cierta analogía que tiene con lo que en los cuerpos
se llama con este nombre. Por consiguiente, abaudonando a los
gramáticos sus licencias, ó si quieren, sus figuras de meta-
m ^ s s m m plasmo, prosodia y sintáxis; reservando tratar de los tropos
para cuando hablemos de las expresiones, porque en efecto no
son otra cosa que expresiones de cierta clase; y dejando las
elegancias de elocucion para el tratado de la composicion de
ián expresad*,y l o q u e e s mas e stas por unas las cláusulas, que es adonde pertenecen, solo debo hablar
ten de unas m.smas d e ^ y esteu e i contenidos ahora de las verdaderas y legítimas figuras, que son las de sen-
tencia ó pensamiento.
v Z Pedro (afirmación), vino Pedro? (m-
6 Limitándome pues á estas, fácil es conocer que las diferentes
f ! ; n deas de que constan son idénticas, y lo son
formas bajo las cuales presentamos los pensamientos, resultan,
ó de su misma naturaleza, ó de la situación moral y la inten-
f m B á s B s s - á ción del que habla. En efecto, estamos viendo á cada paso en

SSfeSSSSSSs
nosotros mismos que de distinta manera combinamos n u e s -
tras ideas; cuando queremos representar por medio del len-
guaje las imágenes de los objetos trazados en nuestra imagi-
nación, y cuando deseamos enunciar simples reflexiones i
raciocinios: cuando hablamos en estado de tranquilidad inte porque, así como introducidas con oportunidad y estando bien
rior, y cuando desahogamos nuestro corazon haciendo sentii hechas, son el principal adorno de las obras en verso, y hasta
á los demás los varios afectos que nos agitan : cuando quere- cierto punto aun de las de prosa; así también, cuando están
mos comunicar un pensamiento abierta, franca y directa- f u e r a de su lugar ó hechas con poco gusto, son el borron mas
mente, y cuando deseamos presentarle con cierto disfraz y feo de cualquier composicion.
de una manera oblicua. De estos principios, cuya verdad no
m e detendré á probar porque me parecen evidentes é incon- Seres abstractos.
testables, resulta que las formas todas de los pensamientos se
Estos se describen enumerando sus causas y sus efectos. Así
reducen necesariamente á cuatro clases generales : \ l a s que
Cicerón ( p r o Marcello) para describir la gloria enumera sus
empleamos para dar á conocer los objetos en sí m i s m o s :
causas. « Es, dice, u n a brillante y muy extendida fama que el
2.* las que usamos para comunicar simples raciocinios: 3.* las
o hombre adquiere p o r haber hecho muchos y grandes servi-
que sirven para expresar las pasiones, y 4.' las que pueden
« cios, ó á los particulares, ó á su patria, ó á todo el género
adoptarse para presentar los pensamientos con cierto disfraz
« h u m a n o . » Gloria est illustris ac pervagata multorum et
ó disimulo, cuando así convenga. De esta clasificación resulta
magnorum, vel in suos, vel in patriam, vel in omne gemís
ademas con toda claridad lo que son las formas de los pensa-
hominum fama meritorum. Qué verdad! Ningún filósofo ha
mientos; pues se ve que en suma son ¿as varias modificacio-
definido mejor la gloria. Nótese la bien observada gradación,
nes que estos reciben de la imaginación, la razón, la si-
suos, patriam, omne genus hominum. En efecto, glorioso es
tuación moral y la intención del que habla.
ser útil á sus conocidos, amigos ó parientes, en suma, á vanos
individuos; pero mas lo es haber hecho grandes servicios a la
CAPITULO PRIMERO. totalidad de sus conciudadanos, y gloriosísimo hacérselos á to-
do el género humano. Cervánles en la tercera parte del Qui-
D E LAS F O R M A S P R O P I A S P A R A D A R Á CONOCER LOS OBJETOS.
jote, capítulo 9, copiando casi literalmente otro pasaje del
mismo Cicerón, describe la Historia individualizando sus efec-
Todas las de esta clase pueden reducirse á dos especies, por-
tos. « Es, dice, madre de la verdad, émula del tiempo, de-
que si el objeto es único, se le describe, si son varios, se enu-
pósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso
meran. La forma que en ambos casos toma el pensamiento,
de lo presente, advertencia de lo porvenir. El maestro Perez
se llama en consecuencia y con toda propiedad, en el primero
de Oliva, en el Diálogo de la dignidad del hombre, descri-
descripción, en el segundo enumeración.
bió también por los efectos la sabiduría diciendo : Esta nos
da en el ánimo templanza, alumbra al entendimiento, con-
ARTÍCULO PRIMERO.
cierta la voluntad, ordena el mundo, y muestra á cada uno
De la descripción y sus varias especies. el oficio de su estado. Esta es reina y señora de todas las
virtudes i esta enseña la justicia y templa la fortaleza; por
Consiste, como su nombre mismo lo indica, en que no con- ella reinan los reyes y gobiernan los príncipes, y ella halló
tentos con nombrar un objeto, le hacemos visible en cierto las leyes con que se rigen los hombres. v
modo individualizando sus propiedades y circunstancias. Los Acerca de estas definiciones oratorias basta prevenir que
objetos que se pueden describir, son : los seres abstractos no sean verdaderas y concisas; y que los efectos que se atri-
personificados, los objetos materiales inanimados, los hechos ó buyan al objeto definido, ó las causas que se le asignen, le
sucesos pasados, los acontecimientos futuros, las épocas del sean peculiares, ó no pertenezcan á otros. Tales son las dos
tiempo, los sitios, lugares ó parajes; el exterior de una perso- de Cicerón : la del maestro Oliva es algo defectuosa en esta
na verdadera ó ficticia, sus cualidades morales y las de u n a parte, porque*dice de la sabiduría cosas que convienen mas
clase entera. Daré ejemplos de todas estas varias descripciones, bien á la virtud en general y á la prudencia en particular, be
5.
nación, y cuando deseamos enunciar simples reflexiones i
raciocinios: cuando hablamos en estado de tranquilidad inte porque, así como introducidas con oportunidad y estando bien
rior, y cuando desahogamos nuestro corazon haciendo sentii hechas, son el principal adorno de las obras en verso, y basta
á los demás los varios afectos que nos agitan : cuando quere- cierto punto aun de las de prosa; así también, cuando están
mos comunicar un pensamiento abierta, franca y directa- f u e r a de su lugar ó hechas con poco gusto, son el borron mas
mente, y cuando deseamos presentarle con cierto disfraz y feo de cualquier composicion.
de una manera oblicua. De estos principios, cuya verdad no
m e detendré á probar porque me parecen evidentes é incon- Seres abstractos.
testables, resulta que las formas todas de los pensamientos se
Estos se describen enumerando sus causas y sus efectos. Así
reducen necesariamente á cuatro clases generales : \ l a s que
Cicerón [pro Marcello) para describir la gloria enumera sus
empleamos para dar á conocer los objetos en sí m i s m o s :
causas. « Es, dice, u n a brillante y muy extendida fama que el
2.* las que usamos para comunicar simples raciocinios: 3.* las
o hombre adquiere p o r haber hecho muchos y grandes serví-
que sirven para expresar las pasiones, y 4.' las que pueden
« cios, ó á los particulares, ó á su patria, ó á todo el género
adoptarse para presentar los pensamientos con cierto disfraz
« h u m a n o . » Gloria est illustris ac pervagata multorum et
ó disimulo, cuando así convenga. De esta clasificación resulta
magnorum, vel in suos, vel in patriam, vel in omne gemís
ademas con toda claridad lo que son las formas de los pensa-
hominum fama meritorum. Qué verdad! Ningún filósofo ha
mientos; pues se ve que en suma son ¿as varias modificacio-
definido mejor la gloria. Nótese la bien observada gradación,
nes que estos reciben de la imaginación, la razón, la si-
suos, patriam, omne genus hominum. En efecto, glorioso es
tuación moral y la intención del que habla.
ser útil á sus conocidos, amigos ó parientes, en suma, á vanos
individuos; pero mas lo es haber hecho grandes servicios a la
CAPITULO PRIMERO. totalidad de sus conciudadanos, y gloriosísimo hacérselos á to-
do el género humano. Cervántes en la tercera parte del Qui-
D E LAS F O R M A S P R O P I A S P A R A D A R Á CONOCER LOS OBJETOS.
jote, capítulo 9, copiando casi literalmente otro pasaje del
mismo Cicerón, describe la Historia individualizando sus efec-
Todas las de esta clase pueden reducirse á dos especies, por-
tos. « Es, dice, madre de la verdad, émula del tiempo, de-
que si el objeto es único, se le describe, si son varios, se enu-
pósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso
meran. La forma que en ambos casos toma el pensamiento,
de lo presente, advertencia de lo porvenir. El maestro Perez
se llama en consecuencia y con toda propiedad, en el primero
de Oliva, en el Diálogo de la dignidad del hombre, descri-
descripción, en el segundo enumeración.
bió también por los efectos la sabiduría diciendo : Esta nos
da en el ánimo templanza, alumbra al entendimiento, con-
ARTÍCULO PRIMERO.
cierta la voluntad, ordena el mundo, y muestra á cada uno
De la descripción y sus varias especies. el oficio de su estado. Esta es reina y señora de todas las
virtudes; esta enseña la justicia y templa la fortaleza; por
Consiste, como su nombre mismo lo indica, en que no con- ella reinan los reyes y gobiernan los príncipes, y ella halló
tentos con nombrar un objeto, le hacemos visible en cierto las leyes con que se rigen los hombres. v
modo individualizando sus propiedades y circunstancias. Los Acerca de estas definiciones oratorias basta prevenir que
objetos que se pueden describir, son : los seres abstractos no sean verdaderas y concisas; y que los efectos que se atri-
personificados, los objetos materiales inanimados, los hechos ó buxjan al objeto definido, ó las causas que se le asignen, le
sucesos pasados, los acontecimientos íuturos, las épocas del sean peculiares, ó no pertenezcan á otros. Tales son las dos
tiempo, los sitios, lugares ó parajes; el exterior de una perso- de Cicerón : la del maestro Oliva es algo defectuosa en esta
na verdadera ó ficticia, sus cualidades morales y las de u n a parte, porque*dice de la sabiduría cosas que convienen mas
clase entera. Daré ejemplos de todas estas varias descripciones, bien á la virtud en general y á la prudencia en particular, be
5.
mrazon de nuestro mancheqo, viéndose parar de aquella
ve q u e t o m a la palabra sabiduría en un sentido muy vago, y manera f Pío se diga mas, sino que fué de maneraque e
nhTde nuevo en los estribos, y apretando mas la espada,
n o precisa bien lo q u e es peculiar de ella, cou exclusión de las
en las do^manos, con tal furia descargó sobre el vizcaíno
otras p r e n d a s intelectuales y morales del h o m b r e .

Seres ú objetos materiales inanimados.

El m i s m o Cervantes, en el capítulo 1 6 , describe así gracio-


s a m e n t e la cama q u e á D. Quijote le dieron en la venta
cuando llegó apaleado por los yangüeses. Solo contenía, dice,
cuatro mal lisas tablas sobre dos no muy iguales bancos y bol y luego soltó los brazos, y la
un colchon que en lo sutil parecía colcha, lleno de bodo- rible golpe dió á correr por el campo, y a pocos corcoios
ques, que á no mostrar que eran de lana por algunas rotu- d Í
Í Z y ^ O r a c i o n e s , q u e ó h a c e n parte d e
ras, al tiento en la dureza semejaban de guijarro; y dos
sábanas hechas de cuero de adarga, y una frazada, cuyos u n a h f s t o r i a ó se I n s e r t a n en obras q u e no
hilos si se quisieran contar, no se perdería uno de la sujetas á las leves generales d e t o d a n a r r a c i ó n , d e las cuales se
cuenta. t r a t a r á m a s adelante.
Acerca de estas tampoco es necesario encargar sino q u e s e a » Sucesos f uturos.
fieles y animadas, es decir, que nos pongan á la vista el
objeto con tanta puntualidad, y le retraten tan al vivo que Cicerón en la 4 . ' Catilinaria, p r e s e n t a un bellísimo ejem-
nos parezca que le estamos viendo. Tal es la de Cervantes, y p l ^ d e esta especie de descripción, p i n t a n d o « n ^ u e n o
p o r ser esta tan b u e n a , es inútil citar otras. Malas se bailan a se h a b í a veriücado aun n llego a veril,curse, J
cada paso en los escritores q u e n o tuvieron t a n t a habilidad pa- dio d e Roma por los con urados. Dice a s i : « Me parece q u e veo
r a p i n t a r , como el a u t o r del Quijote. « á esta ciudad, la l u m b r e r a del orbe, alcázar de todas las n a -
Hechos ó sucesos pasados, sean verdaderos, sean fingidos. eiones a r d i e n d o de repente por todos lados, y a r r u i n a n d o -
T a m b i é n nos dará Cervántes u n modelo. En el capitulo 9 se mi imaginación m e representa m o n t o n e s de miseros c m -
describe así la batalla de D. Quijote con el vizcaíno : Puestas d a d a n i Tnsepultos entre l i s ruinas de la p a t r i a ; y estoy m -
y levantadas en alto las cortadoras espadas de los valerosos « r a n d o el semblante furioso de Cethego, loco ya d e alegr a a
y enojados combatientes, no parecía sino que estaban veros á vosotros degollados. » Vuleor mihi hanc urbem
amenazando al cielo, á la tierra y al abismo : tal era el videre lucem orbis terrarum, atque arcem omnium gen-
denuedo y continente que tenían. Y el primero que fue a mm, súbito uno incendio concidentem : cerno animo se-
descargar el golpe, fué el colérico vizcaíno, el cual fué dado Züáin patria miseros, atque insepultos acervos cirmm :
con tanté) fuerza y tanta furia, que á no volvérsele la espa- wrsatur mihi ant, aculo» a'spectus Cethegi elfror*nve£
da en el camino, aquel solo golpe fuera bastante para dar tra cade bachantis. Lástima es q u e en un pasaje vehemente,
fin á su rigurosa contienda y á todas las aventuras de mies- y en medio del verdadero lenguaje de u n a imaginación acalo-
tro caballero; mas la buena suerte, que para mayores cosas r a d a , tropecemos con aquella estudiada contraposicióni,
le tenia guardado, torció la espada de su contrario, de mo- pullá in patria insepultos acervos cwium, q u e eu la t r a -
do que aunque le acertó en el hombro izquierdo, no le hizo
duccion he cuidado d e evitar. ,
otro daño que desamarle todo aquel lado, llevándole de
Ya "e deja e n t e n d e r q u e esta especie de raptos, p o r los
camino gran parte de la celada con la mitad de la oreja,
cuales nos trasladamos en imaginación á ver y P-ntar sucesos
que toda» ello con espantosa ruina vino al suelo, dejándole
q u e aun no han llegado, no p u e d e n emplearse con o p o r t u m -
muy mal trecho. ¡Válame Dios, y quién será aquel que
buenamente pueda contar ahora la rabia que entró en el
dad y verosimilitud, sino cuando la fantasía del escritor se su- observará prácticamente la diferencia que hay entre un escri-
pone muy conmovida y acalorada. Tal es la situación en que t o r de fino y delicado gusto, y otro que no le tiene tan puro
Cicerón se hallaba cuando aventuró el que acabamos de ver. aunque por otra parte sea hombre de gran talento, agudo inge-
nio, y mucha doctrina. Este es nuestro Quevedo, que en la sil-
Una época del tiempo. va Al sueño, queriendo imitar este pasaje de Virgilio, d i c e :
Queriendo Virgilio hacer resaltar el estado de agitación en Con piés torpes al punto, ciega y fria,
que se hallaba Dido, al hacer los preparativos para quitarse la Cayó d e las estrellas blandamente
vida, describe la tranquilidad apacible de aquella fatal noche La noche tras las pardas sombras mudas,
Que el sueño persuadieron á la gente.
«n estos hermosísimos versos. Escondieron las galas á los prados,
Estas laderas, y sus peñas solas
ftox erat, et placidum carpebant fessa soporem Duermen ya e n t r e sus montes recostados.
Corpora per térras: silvceque, et sceva quierant Los mares y las olas
JEquora; eum medio volvuntur sidera lapsu, Si con algún acento
Cum taeet omnis ager; pecudes, pie taque volveres, Ofenden las orejas,
Quceque lacus late líquidos, quisque asp'.ra dumit
Rura ténent, somno posilce sub noele silenti, Es que entre sueños dan al cielo quejas
Lenibant curas et corda oblita laborum. Del yerto lecho y duro acogimiento
At non infeliz animi Phcenissa, etc. Que blandos hallan en los cerros duros.
Los arroyuelos puros
Se adormecen al son del llanto mió,
Era la noche y hora en que los astros
Están en la mitad d e su c a r r e r a ; Y á su modo también se d u e r m e el ric
Y los mortales en el orbe todo, Con sosiego agradable
Rendidos del trabajo á la fatiga, Se dejan poseer de tí (l) las flores;
De plácido repo«) disfrutaban. Mudos están los males,
El viento no agitaba las florestas, No hay cuidado que hable,
El turbulento mar estaba en calma, Faltan lenguas y voz á los d o l o r e s ;
Y en silencio los campos. Los ganados, Y en lodos los mortales
Y las pintadas aves, así aquellas Yace la vida envuelta en alio o l v i d o :
Que moran en las líquidas lagunas, Tan solo mi gemido
Como las que se albergan en terrenos P i e r d e el respeto á tu silencio santo, etc.
Erizados d e espesos matorrales,
En los brazos del sueño sus amores Omitiendo por ahora algunos descuidillos que se pueden notar
Olvidaban, } el hombre sus cuidados:
¡ Alto don d e la noche silenciosa! en este pasaje de Quevedo (y no es el peor que se halla en sus
No asi Dido infeliz, etc. obras) observaremos solamente, que aquello de que las peñas
duermen, es impropio. Por cierta razón, que á su tiempo ve-
E n la traducción de los últimos versos me he tomado alguna remos, se dice que duermen aquellas cosas que, estando ordi-
libertad, porque (sea dicho con todo el respeto que se merece nariamente en agitación, como las aguas corrientes ó lasólas
un poeta como Virgilio, y con toda la desconfianza que cual- del m a r , quedan alguna vez paradas ó quietas; pero las peñas,
quiera debe tener al criticarle) lo de lenibant curas, referido que nunca se mueven ni pueden ser agitadas por el viento^
á los animales, no es muy exacto; y estoy por creer que aquí ¿cómo han de dormir porque sea de noche? ¿No vió el buen
falta un verso, en el cual, volviendo á los hombres, dijese el Quevedo que tan dormidas están á las doce del dia, como á las
poeta que con el sueno olvidaban sus cuidados y reparaban sus dos de la mañana? ¿Y qué diremos de aquellos mares y aque-
fuerzas. Por esto lie dicho de ios animales, que mientras duer- llas olai, que entre sueños dan quejas al cielo, de que siende
men , olvidan sus amores, y he referido los cuidados al h o m - ellos blandos, hallan en los cerros duros un lecho yerto y un
b r e , que es de quien puede decirse con propiedad, que los duro acogimiento; lo cual, traducido en racional, quiere d e -
tiene y los olvida, mientras duerme. Sea de esto lo que fuere,
veamos ahora el mismo cuadro trazado por otro poeta, y se 1. Habla con el saetto. Nota del autor.
eir, que el mar estaba tan en calma, que solo se oia el lijero
ruido q u e sus mansas olas hacian en las penas de la orilla? entre sus innumerables y larguísimas descripciones no hay una
¿Puede alambicarse mas un pensamiento, o r e x p r ^ r s e co« sola que sea perfecta y oportuna, y esté ceñida á los límites
ñas afectación? Y en Virgilio ¿hay algo que:se parezca esto? que señalan el arte y el buen gusto. Al contrario, todas ellas
son ó intempestivas ó r e d u n d a n t e s ; y sus bellezaC si alguna
Nada. Las mismas ideas en el fondo con c u a n t a ^ » « J
tienen, están siempre mezcladas con notables defectos, ya en
verdad están expresadas! el borrascoso ^ e n calma los
los pensamientos, ya en la manera de expresarlos. Para que la
campos en silencio, los hombres que rendidos del trabajo
descripción de un objeto material sea buena, suponiendo que
gozan ya de placido reposo, los animales mismos entrega
esté introducida con oportunidad, ha de ser tal que un pintor
i s al descanso, la noche silenciosa, los astrcose^amüad
pueda por ella hacer un cuadro que represente el objeto des-
de su carrera; hé aquí un cuadro perfecto . el de Queveuo crito; y en efecto, tales son las de Virgilio, y las de los buenos
tiene algunos borrones. poetas. Pues si por este principio hemos de juzgar las de Bal-
buena, ¿cuál será la que pueda contentar á un hombre de buen
Edificios, sitios, paisajes.
gusto? ¿Qué pintor, por ejemplo, podrá representar en un
Descripciones de esta clase se hallan á cada paso en los poe- cuadro el castillo de la Fama por la descripción de Balbuena,
tas. Virgilio tiene en el libro i , la del puerto cerca de Ca tago, que empieza así?
adonde pasada la tormenta, llegó Enéas con p a n e de sus na Entre la tierra, el cielo, el mar y el viento
ves- en el vi. la de los Campos Elíseos, y en todas sus ornas Un s o b e r b i o castillo está l a b r a d o ;
o t m s va as que seria largo copiar; pero que todo poeta. debe Que a u n q u e d e huecos aires su cimiento
Y en frágiles palabras amasado,
leer Y releer Homero tiene muchas bellísimas por su c o n o - Basa 110 tiene d e m a y o r asiento
to,1 exactitud y sencillez, que igualmente o m O i ^ porque o El m u n d o , ni los cielos se le lian d a d o ;
L n n r t a n t e en este punto no es acumular ejemplos, sino p r e P u e s solo á él v su m u r a l l a f u e r t e
No h a podido escalar ni e n t r a r la m u e r t e .
TCmr^lOT ^ r i t o i ^ , particularmente á ^
den mucho de una manía muy común en los que » o l í a n t e ^ Dejemos las siete mortales octavas que siguen, que son del
ñci nn «usto tan puro como Virgilio y Homero la de querer mismo jaez, y en las cuales está mezclada la pintura de la Fa-
d e s c r i t o todosíos ol'jetos de q u e h a b l a n , creyendo que la poe-.
ma con la descripción de su palacio ó castillo; y dígasenos, si
s i i c o n s L t e e i i hacinar unas sobre otras sin discernimiento al- habrá en el mundo, no digo un pintor que pueda dibujar sobre
guno S l j E c h a d a s , inoportunas, monótonas y triviah- la tela, pero ni un hombre que pueda representarse en su ima-
simas' descripciones. Cuando uno de los grandes maestros nos ginación un castillo labrado entre la tierra, el cielo, el mar y
h a T e s c r t o v a p o r ejemplo, u n a verde y amena pradera es- el viento (¿Qué sitio será este? Serán los espacios imaginarios.),
inaltada de florés, rodeada dé frondosos y entretejidos arbo e cuyo cimiento es de huecos aires, y el cual está amasado en
o u e apénas dejan paso por e n t r e sus ramas a los ardiente frágiles palabras. Los mas disparatados sueños de un enfermo,
?ayos P deT ol íegada por las cristalinas aguas de un manso como Horacio llamó á extravagancias ménos absurdas, han de
arroYuelo etc etc., es inútil que los demás, siempre q u e h a - ser por necesidad mas concertados y coherentes, porque la
blen de prados, nos'repitan la misma descripción, ó j u e pro- imaginación mas delirante no puede forjar un objeto m o n s -
c u r a n d o variaría, la echen á perder con alguna anad.dura im- truoso, sino reuniendo parles materiales y visibles, de las
p e r t i n e n t e ó impropia. Boileau censuro ya juiciosamente en cuales podemos formar idea. Mas de un edificio amasado de
i T Z ^ o é t i e a M pueril manía de ^ e r e r f e c r ^ r ^ palabras y de un cimiento de aire hueco ¿quién se la f o r -
damente todos los objetos. Y aunque el aludía a hscuaeri y mará?
o r p o e t a é franceses! parece que habla ^ ¡ P ^
señaladamente de Balbuena en su B ^ m a r ^ N i n ^ n poeta an Descripción del exterior de una persona verdadera.
tiguo ni moderno ha tenido igual prurito de d e 0 c n b i r , pero
Es la de un h o m b r e , u n a m u j e r , un ángel, si se aparece en
Ya h e dicho que en Lope casi siempre se hallan mezcladas
forma h u m a n a , y aun los animales, aunque á estos no se pue-
bellezas, tal vez de primer orden, con faltas groseras que hoy
de dar en rigor filosófico el título de persona. Cicerón, en la
evitaría un principiante; efecto del mal gusto que dominaba
o r a d o n Post reditum in senatu, describe así el exterior del
en su tiempo. 8 Aquí tenemos otra p r u e b a y cada página suya
cónsul Gabinio, cuando se presentó al pueblo para apoyar la
las ofrece. Al lado de algunas bien entendidas pinceladas, co-
ley del tribuno Clodio, por la cual se desterraba á Cicerón.
mo pobladas cejas, ojos negros graves, híspida barba, rígi-
«Presentóse, dice, el respetable y majestuoso varón (ironía)
da y cerdosa; grueso y alto cuello; tenemos una f r e n t e que
« soñoliento, embriagado, débil y pálido por sus lascivos desór-
en la torre de Saladino es el mas alto muro; unos bigotes
B denes, el cabello bañado en olorosos ungüentos y rizado h á -
que amenazan á los ojos aunque son suyos, y la pedantesca
« cía la frente, los ojos cargados. los carrillos caidos, la voz bal-
observación hecha al paso de que la nariz corva se tenia en
« buciente como de un beodo, etc. » Primum processit (quá
Persia por hermosa, ó porque así era la de Ciro, ó porque es
auctoritate vir!) vini, somnii, stupri plems, madente
corvo el pico del águila, símbolo del Imperio.
coma, composito capillo, gravibus oculisjluentibus buccis,
En confirmación de lo que he dicho acerca de las descrip-
pressá voce et temulenta. Cervantes tiene en este género al-
ciones de Balbuena, copiaré otra suya. Es la de la hechicera
gunas bellísimas; por ejemplo la de Maritornes ( Q u i j o t e ,
Arleta, cuando por medio de sus encantos se muestra á Fer-
p a r t . i, cap. 16). Servia, dice, en la venta una moza astu-
ragut con el exterior de u n a sin igual belleza : está en el libro
riana, ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, de
vil, y dice a s í :
un ojo tuerta y del otro no muy sana. Verdad es que la ga-
llardía del cuerpo sup/ia las demás faltas; no tenia siete De poca edad y mucha hermosura
palmos de los piés á la cabeza, y las espaldas, que algún Niña de alegre gusto parecía;
La frente un claro cielo, en cuya altura
tanto le cargaban, la hacían mirar al suelo mas de lo que Sobre la nieve el sol resplandecía;
ella quisiera. Obsérvese que en esta descripción, por ser j o - De gentil cuerpo y agradable hechura,
cosa, y por serlo el tono de la obra, vienen bien algunas expre- El rostro del color que nace el dia,
La garganta gentil, y el blanco pecho
siones familiares y aun bajas, como cogote, tuerta, roma; De frescas rosas y jazmines hecho.
pero no seria lo mismo en una descripción seria, y en una
composicion que exigiese tono elevado. No es ni con mucho Dado al descuido un nudo en el cabello,
Donde el sutil amor quedó enredado,
tan perfecta, aunque tiene rasgos muy bellos, esta de Lope Para hacer lazos y marañas de ello
(Jerusalen, lib. n). Describe la persona deSaladino, y d i c e : Y el pensamiento atar al mas delgado ;
Dos arcos de un dorado y sutil vello,
De cien flechas y mas cada uno armado,
Adornada de un negro remolino Que van volando y dan en las entrañas,
Cual novillo feroz tostado y hosco, Al mover de las cejas y pestañas.
La frente, de un color trigueño oscuro, Dos mayos de azucenas y claveles
Era en su torre el mas soberbio muro. En un verano, son sus dos mejillas;
Sus dulces labios de coral, rieles
Pobladas cejas, ojos negros graves, Con que rie el placer por sus orillas :
Sangrientas niñas de color fogosa; De aljofarados dientes dos caireles,
Corva nariz (por Ciro, ó por las aves, Y en cada u n o un millón de maravillas:
Símbolo del Imperio, en Persia hermosa1; Verdes sus ojos, y sus luces bellas
Cercaba las mejillas insuaves Mil soles, que son poco mil estrellas.
Híspida barba, rígida y cerdosa ;
Los bigotes, que en punta se adelgazan. Aquí, á excepción de tres ó cuatro rasgos bien dibujados y
Los ojos con ser suyos amenazan.
que pudieran entrar en una buena descripción, todo lo de-
La gruesa boca alegre descubría mas es bambolla, hinchazón, mal gusto, impropiedad y alga-
Bien puestos dientes; grueso y alto cuello, rabía. Una frente que es un claro cielo, en cuya altura res-
Dispuesto cuerpo, y miembros que podia
La escultura medir del pié al cabello.
plandece el sol sobre la n i e v e , sin duda para decir, que sien-
do la frente blanca, el cabello era rubio ; un nudo dado en el Pintura de persona ficticia.
cabello, en cuyo nudo el sutil amor quedó enredado para ha-
cer lazos y marañas d" ello (la gramática exigía de el), y atar Así se llaman los seres morales y abstractos, como las virtu-
el pensamiento al mas delgado (¿Qué quiere decir esto.' ¿quien des, los vicios, la fama, el deleite, etc. , cuando les damos cuer
es el mas delgado?); unos arcos de vello, armados de cien He- po ó los personificamos. Tal es la bellísima pintura de la lama
chas y mas, unos labios que son rieles cou que el placer ríe en Virgilio, lib. iv de la Eneida, y tal esta de la Envidia en
por sus orillas; unos caireles de dientes, en cada uno de los Ovidio (lib-,ii d é l o s Metamorfóseos).
cuales hay un millón de maravillas; unos ojos verdes (Que her-
mosos serian!), cuyas luces bellas son mil soles (>;o era malo, Pallor in ore sedet, macies in corpore loto;
Nusquam recta acies; libent rubigine dentes;
si cada uno de ellos era un sol; pero mil? ¿quién podría re« Pectora feltevirent; lingua est suffusa veneno,
sistir tanta luz y tanto calor?), porque mil estrellas son p o c o : Risus abest, nisi quem visi movere dolores.
dos mejillas que son dos mayos de azucenas y claveles en un
Pálido rostro, cuerpo descarnado,
v e r a n o ; y lo demás que he omitido por evitar prolijidad; ¿es Atravesada vista, negro diente,
esto, no digo, describir poéticamente, pero ni siquiera hablar Hiél en el corazon, lengua bañada
como racional? Por el contrario, veamos todavía otra del in- En veneno m o r t a l , risa n i n g u n a ;
Sino cuando se goza y se sonríe
mortal Cervantes, que en el prólogo del Quijote describe asi Al ver ajenos males y dolores.
el exterior y ademan de un escritor pensativo : Muchas veces
tomé la pluma para escríbala (la prefación), y muchas la Pongamos ahora al lado de esta c o n c i s a y significativa p i n -
dejé por no saber lo que escribiría; y estando una suspenso tura varias de la misma clase que Lope reúne en el libro vu de
con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el su Jerusalen, y se verá lo que va de un verdadero poeta a un
bufete y la mano en la mejilla, pensando lo que diría, en- amplificador de frases. Habla del consejo emdo.por Luzbelpa-
tró á deshora un amigo mió, etc. Hé aquí un cuadro acaba- r a impedir el arribo d é l o s cruzados a Palestina; y ^ e s p u e s d e
do, q u e un pintor puede inmediatamente trasladar á la t e l a ; decir que á su voz alzaron la frente los siete pecados capitales,
hé aquí lo que se llama describir con verdad y copiar la natu- los describe a s í :
raleza ; hé aquí el h o m b r e que tenia gran talento para descri-
La Soberbia en figura d e gigante,
bir, y que en esta p r e n d a y otras muchas de las que constitu- Armada de blasfemias y de voces,
yen un escritor, no conoce igual entre nosotros. Léanse tantas Se le puso colérica delante
descripciones de todas clases como hay en sus obras, y se verá Con mil sierpes voraces y veloces.
Cerradas las dos manos d e diamante,
que ninguno de nuestros autores de prosa ó verso puede com- La caduca Avaricia los feroces
petir con él en el talento de pintar. Por eso es el mejor y el Miembros movió d e u n lago de oro a r d i e n t e ,
primero de nuestros escritores. P o r q u e , no lo d u d e m o s , este lámalo de ambición eternamente.
arte de poner á la vista del lector los objetos con tanta verdad Hermosa, a u n q u e en figura de sirena,
y tan al vivo como si estuviesen presentes, es el secreto d e los De los pechos abajo cabra informe,
La Lascivia volvió la cerviz, llena
grandes maestros; es un talento raro y precioso, que no se De vivo azufre, al capitan enorme.
suple con relumbrones, palabrotas de pié y medio, y monstruo- La Envidia vil, á quien su propia pena
sas combinaciones de partes que no están, ni pueden estar L e dieron por castigo mas conforme:
Su mismo corazon, por dar oídos,
reunidas en la naturaleza, ni forman un todo recular. Estos Apartó d e sus dientes carcomidos.
fantásticos seres criados por una desarreglada imaginación,
son cabalmente la cabeza h u m a n a unida al cuello de caballo Gruesa, m e m b r u d a , colorada y fresca,
con plumas de varios colores, de que habla Horacio. El vientre grande, la garganta larga,
Se alzó la Gula que e n t r e carne y pesca
A un vaso bacanal la mano alarga.
Sacó por menor paga y mayor mengua
La frenètica furia que refresca Dos riendas en la cara, y no en la lengua.
* Colera requemada y liiel amarga,
Autor de extraordinarias opiniones
Paró la Ira : y solo la Pereza
Vano, hablador, baraja de porfías,
No levantó del suelo la cabeza. Tan lleno d e razón y de razones,
Que venciera con ellas un Golías,
Omitiendo aquí varias observaciones, que serán mas opor- Adulador, quimera de invenciones;
tunas en otro lugar, nótese únicamente la falta de gusto con Y por dar en privado aquellos días,
que están escogidos casi todos los rasgos característicos de los Y lingirse algo allí donde era nada,
vicios, y el tono burlesco con que están trazados algunos de Al rey acompañaba en la jornada.
los que pueden convenirles ; jocosidad incompatible con el to- Sobre semejante retrato nada hay que decir. Cualquiera ve
no serio, grave y majestuoso de la epopeya. Pero nótese t a m - que en todo él no hay mas rasgos buenos que cuatro, de in-
bién cuán feliz y vigorosa es la última piucelada, genio vasto, vano, hablador, adulador, que todo el resto es
« y solo la Pereza detestable, y que escribir de esta manera, no es como quiera
« No levantó del suelo la cabeza. no saber retratar las cualidades intelectuales y morales de un
hombre, es no tener sentido común. Fácil seria demostrar que
todas las expresiones notadas con letra bastardilla son de pé-
Descripción de las cualidades morales de un individuo.
simo gusto; pero esto seria malgastar el tiempo : ellas mismas
Cervantes, en el capítulo xni, parte i del Quijote, describió lo están diciendo.
así las de Grisóstomo. Este cuerpo, señores (dice su amigo
Ambrosio), que con piadosos ojos estáis mirando, fué depo- Descripción de las cualidades morales, no de un individuo
sitario de una alma en quien el cielo puso infinita parte de particular, sino de una clase entera.
sus riquezas. Ese es el cuerpo de Grisóstomo, que fué único
en el ingenio, solo en la cortesia, extremo en la gentileza, El griego Teofrasto escribió una obra entera sobre varios de
fénix en la amistad, magnifico sin tasa, grave sin presun- estos caractéres morales : los veinte y ocho que nos quedan es-
ción, alegre sin bajeza, y finalmente primero en todo lo tán trazados con maestría, y escritos con aquella sencillez y
que es ser bueno, y sin segundo en todo lo que fué ser des- naturalidad que admiramos en los escritores griegos del buen
dichado. Este retrato, que es bueno en boca de Ambrosio, por- tiempo. La Bruyere, el primero que entre los modernos publi-
que este habla y debe hablar el lenguaje de un estudiantón de có una obra de la misma naturaleza y con el mismo título,
aquel tiempo, no lo seria tanto en boca del autor y en una tiene muchos rasgos felicísimos, y que prueban un gran cono-
obra de otro género, porque parecería dibujado con demasiada cimiento del corazon h u m a n o ; pero en general hay demasiada
simetría y recargado de contrastes estudiados. Pero aun así po- sutileza y poca naturalidad en sus largas descripciones. Como
dría pasar por modelo al lado del siguiente de Balbuena. En el estos caractéres, trazados de propósito, son bastante extensos,
libro ni del Bernardo quiso hacer el retrato de un tal Altravi- d a r é para muestra algunos mas breves tomados de escritores
cio, personaje que n o vuelve á parecer en todo el poema; cir- nuestros. Cervántes, por ejemplo (en la Galutea), dice del
cunstancia p o r la cual, aun estando bien hecho, era inútil é zeloso : En siendo el amante zeloso ; conviene que sea, co-
inoportuno. Pero es como todas las descripciones suyas que mo lo es, traidor, astuto, revoltoso, chismero, antojadizo,
ya hemos visto, y otras muchas que pudieran citarse. Dice y aun mal criado. Y á tanto se excede la zelosa furia que
así : le señorea, que á la persona que mas quiere, es á quien mas
mal desea. Querría el amante zeloso que solo para él fuese
Venia en el servicio del rey Casto,
Altravicio, un fantástico mancebo,
su dama hermosa, y fea para lodo el mundo: desea que
De aguda presunción, de ingenio vasto, no tenga ojos para ver mas de lo que él quisiere, ni oídos
De antiguas vidas un archivo nuevo : para oir, ni lengua para hablar; que sea retirada, desabrí•
Momo d e habilidades, cuyo pasto
F u é siempre decir m a l , y de este cebo
da, soberbia y mal acondicionada : y aun a veces, apreta- aborrece. Este cuadro es verdadero, y está enérgicamente di-
do de esta pasión diabólica, desea que su dama¿emmra bujado. Solo fatiga un poco leer de seguida tantas cláusulas
Cualquier sombra le espanta, cualquiera nmenale turba, breves, cortadas y simétricas; pero este es el carácter, ó por
y cualquiera sospecha falsa ó verdadera le deshace mejor decir, el defecto general del estilo de Saavedra.
En el Hipólito y Aminla d e ü . Francisco Quintana se dice,
nuflo vanagloZsosson aquellos á quienes el viento dé la ARTÍCULO II.
jactancia levanta sobre sí mismosj los que f ^ a n ^ e
injustamente los veneren; los que favorecen ^osaduh«lo- Enumeración.
res: los que quieren enseñar, cuando para si no saben , to.
que intentan ser tenidos por doctos en o Por los varios ejemplos que he citado de toda clase de d e s -
den; los que se huelgan de que se crean de e os cosas gran cripciones, ha podido verse ya que estas se hacen, ó e n u m e -
des-los que en las palabras son tan graves que se escvr rando simplemente las partes, cualidades y circunstancias del
chan; los que son en prometer veloces y en dar limita- objeto, ó diciendo ademas algo de cada una de ellas. Mas
como se pueden enumerar también cosas que no sean rasgos
^ A c e r c a de estos caracteres se debe p r e v e n « - l o m i s m o que descriptivos, y decir algo de cada u n a de ellas; se han c o n s i -
derado estas dos formas como distintas de la descripción, y se
de los retratos de los individuos se d.ra en olio lugar, a s a b e |
distinguen con nombres particulares. La simple enumeración
que deben ser muy verdaderos ó
se llama enumeración de partes; la enumeración acompa-
naturaleza, no de pura imaginación; y quetMjawona,
ñada de atirmaciones ó negaciones sobre cada una de las cosas
por decirlo asi, de la clase retratada ^ ^ ^ T h l á- enumeradas, dis/ribucion.
suvas aue no puedan convenir a otra. El ultimo que ne c
3 1 ene algún defecto en esta parte. No así el siguiente de Simple enumeración.
s " en sus Empresas, en el cual hace el
n o de un individuo ó clase particular sino del 1hombre en ge Tal es entre otras de Cicerón la que en la segunda Catili-
n e r a l . Ya se deja entender que de los vicios naria hizo de todas las gentes de mala conducta que eran
oes de que habla, son excepciones honrosas » « j j » ^ amigos de Catilina; dice así: Quis tolá Italiá veneficus? quis
tuosos que saben r e f r e n a r sus pasiones. Es, dice el hombre latro? quis sicarius? quis parricida? quis testammtorum
el mas inconstante de los animales, a si y a ellos dañoso. subjector? quis circumscriptor? quis ganeo? quis nepos?
Con la edad, la fortuna, el Ínteres y a pasión va mu- quis adulter ? qtice mulier infamis? quis corruptor juven-
dando... Sabe disimular y tener ocultos largo ™ lutis? quis corruptus ? quis perditus? qui se cum Catiliná
afectos: con palabras, la risa y las lágrimas encúbre lo que non familiarissime vixisse fateatur? « Qué envenenador
Z T e n el latón; 'con la religión disfraza ^ designio^ « hay en toda Italia, qué salteador de caminos, qué asesino,
con el juramento los acredita, y con la mentira [osocuW. « qué parricida, qué falsificador de testamentos, qué estafador,
Obedece al temor y á la esperanza; los favores le hacen « qué disoluto, qué disipador, qué adúltero, qué m u j e r i n -
ingrato, el mando soberbio.... Escribe en cera los beneficio* te fame, qué corruptor de la juventud, qué joven voluptuoso,
que se le hacen; las injurias recibidas en marmol El « qué hombre perdido, que no conliese haber vivido con Ca-
amor le gobierna, la ira te manda. En la necesidad es hu « tilina en la mas íntima familiaridad?» No he traducido lite-
milde y obediente ; y fuera de ella arrogante y desprm* ralmente ganeo y nepos, porque los términos que exactamente
dor. Lo que en sí alaba ó afecta, le jaita. Se juzga fino en les corresponden en castellano, son bajos.
la amistad, y no la sabe guardar. Desprecia lo propio Cervántes hace en el prólogo del Quijote una muy buena
ambiciona lo ajeno. Cuanto mas alcanza, mas f^ea. ^ enumeración de las circunstancias que favorecen á un escritor,
las gracias ó acrecentamientos ajenos le consume la envi para que sus obras sean perfectas, y de que él carecía c u a n d o
dia. Ama en.los demás el rigor de la justicia, y en si compuso la suya, hallándose, como se hallaba, en u n a cárcel:
donde toda incomodidad tiene su asiento, y donde todo Las cerastas que engañan á las aves,
Víboras, esteliones y quelidros ;
triste ruido hace su habitación. El sosiego, dice, el lugar El basilisco, á quien las sierpes graves
apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de los „ H u y e n ; los veneníferos enidros.
cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu,
Qué insufrible pedantería!
son grande parte para que las Musas mas estériles se
De la misma clase, pero mucho mas desatinada, pedantesca
muestren fecundas, y ofrezcan partos al mundo, que le
é indecente, es una de Balbuena en el libro x v i n del Ber-
colmen de maravilla y de contento.
nardo, cuando al describir la cueva del mágico Tlascalan,
No es de este gusto una enumeración de Lope en el libro i x .
hace un inventario de todas las baratijas que había en ella. No
de la Jerusalen. Contando cómo el mágico Majadal intentó
la copiaré por demasiado larga, como que tiene nada ménos
impedir á los Cruzados el desembarco en Palestina, poniendo
que sesenta y cuatro versos; porque hay en ella expresiones
á la entrada del puerto de Jope un barco lleno de animales
que ni aun como cita pueden entrar en esta obra, y p o r q u e
ponzoñosos, no perdió la ocasion de lucir su erudición; y así,
para muestra del gusto de su autor en materia de e n u m e r a -
despues de haber dicho, que Majadal
ciones basta la ya citada de Morgante. El que tenga estómago
y paciencia puede leerla en el original, y verá que desde que
con cien esclavos parte
Al monte de Seniz y Antipatrida, Apolo es Apolo y las Musas Musas no se ha escrito jamas en
En cuya sierra y campo los reparte, ninguna lengua cosa de tan depravado gusto. Y lo mejor es
Ya con encanto, ya con red tendida. que al catálogo de los utensilios mágicos sigue inmediatamente
P a r a que con industria, ingenio y arte
Toda serpiente venenosa asida, otro de las piedras preciosas que adornaban la cueva, ocupa
Hinchesen un navio, que la entrada siete octavas, y, si cabe, es peor que la antecedente, por los
Estorbara á Ricardo y á su a r m a d a : errores vulgares que contiene acerca de las virtudes ocultas y
milagrosas de ciertas piedras.
en lugar de pasar inmediatamente á referir que así se hizo, y
cómo los cristianos superaron este obstáculo, lo cual hubiera
Enumeración con distribución.
sido saber contenerse en los límites que prescriben las reglas
mas comunes de toda narración; se detiene á darnos la si- Esta, como he dicho, añade á la simple enumeración el
guiente lista de todos los animales venenosos que se conocen, afirmar ó negar algo de cada una de las cosas que se e n u m e -
y aun de muchos que nunca han existido sino en el país de las r a n . Así Cicerón, enumerando irónicamente en la oracion pro
fábulas, y d i c e : Milone todos los que habían sentido la muerte de Clodio, dice
de cada uno cosas distintas. Estas son sus p a l a b r a s : P. Clodii
Áspides, sapos, quencris, sipedones, mortem aiquo animo ferre nemo potest: luget sena tus,
Y d e Rindaco sierpes voladoras; mceret equester ordo, tola civitas confecta senio est, squa-
Víboras, hemorroidas, icneumones, lent municipia, afflictantur colonice; agri denique ipsi
Modites, de la arena m o r a d o r a s ;
Pórliros indios, hepas y dragones; tam beneficum, tam salutarem, tam mansuetum civem
Salpingas, d e la trompa i m i t a d o r a s ; desiderant. « Inconsolables están todos por la muerte de Clo-
Con doblada cabeza anfesiltenas, a dio : llora el senado, el orden ecuestre está lleno de tristeza.
Y salamandrias de veneno llenas. « y la ciudad entera traspasada de d o l o r ; los municipios se
« visten de luto, las colonias se afligen, y los campos mismos
¿, Dipsas y equidnos de cruel t e r r e n o ;
Natrices, crocodilos, angos, faras;
« echan de ménos á tan benéfico, tan útil y tan pacífico ciu-
Las culebras que dejan el veneno « dadano. »
Antes que beban en las fuentes c l a r a s ;
El cancro ponzoñoso, de piés lleno; Cervántes tiene también una buena distribución en el capí-
Los jáculos que vuelan como jaras, tulo 11, parte i . cuando dice : Hechas pues estas prevenciones
Los que el amor inspiran, los esquíneos no quiso (D. Quijote) aguardar mas tiempo á poner en
Que por los prados van corriendo á brincos;
efecto su pensamiento, apretándole a el o ¿ presamente que va á pasar de un punto á otro, o a inter-
tensaba aue hacia en el mundo su tardanza, según eran rumpir el que habia comenzado, ó á volver al que había in-
Tos , Z Z que pensaba deshacer, tuertos que endereza , terrumpido. A estas varias maneras d e presentar los pensa-
sinrazones ^ u e enmendar, abusos que mejorar, y deudas que mientos han dado los retóricos escolásticos los doctos nombres
de Antítesis, Concesion, Epifonema, Expolicion, Grada-
Sat
pa?a C e em P lear con oportunidad estas dos formas téngase ción, Paradoja, Semejanza ó Simil, Sentencia, Prolepsis,
nresente que la distribución supone mas tranquilidad en el Transición, Reyección y Revocación. Y aunque el saber
Tue habla Y la simple enumeración cierto grado de viveza y estos términos técnicos y las puerilidades que bajo estos títulos
Movimiento en la fantasía. Las circunstancias indicaran, al se enseñan en las Retóricas vulgares, de nada sirve en la prac-
S S cuál de ellas deberá preferir en cada caso, como tam- tica, no sucede así con algunas muy juiciosas observaciones
bién si^ convendrá ó no individualizar u n a idea general, e n u - que han hecho los buenos críticos sobre el modo y la ocasion
m e r á n d o l a s particulares que comprende porque esto i e de emplear cada u n a de estas formas. Las expondré pues,
W P «in discernimiento, conduce al estilo difuso o a B iatico. conservando los términos técnicos ya indicados.
E e e se pued d e c i r / e l defecto capital de cas, todos núes-
tíos poetas En cogiendo entre manos un Pensamiento ue Antítesis.
abrace una serie de ideas, ó un todo compuesto de muchas
f a r t e s no paran hasta haber individualizado probjamente Esta palabra griega significa literalmente contraposición, y
& ó haber hecho de todas estas u n a fastidiosa e n u m e - por eso se llama así con toda propiedad la forma que tiene
el pensamiento cuando se contraponen unas á otras ideas
ración. contrarias; ya estén expresadas por sola una palabra (1)
CAPITULO II. ya por una frase entera.
Son tantas las acciones y cualidades contrarias, esto es, que
p E t A S FORMAS P R O P I A S DEL QUE RACIOCINA ó DISCURRE.
se excluyen una á otra, como amar y aborrecer, temer y es-
No se comprenden bajo este título las formas lógica-del ra- perar; rico, pobre; vivo, muerto; duro, blando, etc., que
ciocinio conocidas en las escuelas con los nombres de silo- es imposible que no ocurran con frecuencia sus ideas. Pero
aismo entimema, etc. Aquí se trata de las formas oratorias como el detenerse á contraponerlas u n a á otra simétricamente,
aue emplea para presentar sus pensamientos un hombre que para que resalten mas, supone que el que habla, se halla en
d i s c u n e tranquilamente, y quiere mas bien mstru.r a los que
un estado tranquilo que le permite observar esta contraposición
k o y e n q u e conmoverlos é inflamarlos. Fácil es conocer que e n
y hacerla observar á los otros; es menester, por regla general,
este caso coordina simétrica y paralelamente sus ideas o p o - n o emplear estos formales contrastes en los pasajes patéticos, o
cuando se supone muy acalorada la imaginación de aquel en
n endo unas á otras laS qUe S U
° contranaS
J cuya boca se ponen. No se ha de entender esto tan literal-
varié é hipotéticamente lo mismo que se disputa para mente, que si alguna vez la naturaleza misma del pensamien-
Aprobar que aun concedido no le perjudica, hace reflexiones to pidiere esta contraposición, deje de hacerse aun en medio
sobre los hechos de que trata; insiste sobre aque los pensa- del fogoso lenguaje de la imaginación y las pasiones. Lo que
S o s que le parecen mas interesantes, vanandolos exten- se previene es únicamente, que por lo común esta forma es
S d o o s " ilustrándolos; observa escrupulosamente la gra- mas propia del razonamiento y de la reflexión; y sobre todo
dación I X s ideas, y las coloca en la debida progresión que en cualquier pasaje en que se halle, sea natural v no bus-
n i c a ¿or decirlo así la curiosidad de sus oyentes, y ejercita su cada con demasiado estudio. Así es muy oportuna, y nada
S / e n c i a w n inesperadas y aparentes paradojas; compara I
u n o s objetos con otros, haciendo sentir lo que tienen de seme-
4. Como cnan.lo dijo Cicerón - La licencia ha vencido al pudor, la andacia al mie-
do, la demencia á la razón, ele. También puede envolver todo H »
lame siembra su discurso de dichos graves y sentenciosos; g. - Orgullo y bajeza, fuerza y debilidad, grandeza y humildad, tal es e l hambre.
]
piene as objeciones que se le pudieran hacer; y dice e l ~ |
efecto su pensamiento, apretándole a el o ¿ presamente que va á pasar de un punto á otro, o a inter-
tensaba aue hacia en el mundo su tardanza, según eran rumpir el que habia comenzado, ó á volver al que liabia in-
Tos , Z Z que pensaba deshacer, tuertos endereza > terrumpido. A estas varias maneras de presentar los pensa-
sinrazones gife enmendar, abusos que mejorar, y deudas que mientos han dado los retóricos escolásticos los doctos nombres
de Antítesis, Concesion, Epifonema, Expolicion, Grada-
Sat
pa?a Ce em P lear con oportunidad estas dos formas téngase ción, Paradoja, Semejanza ó Simil, Sentencia, Prolepsis,
nresente que la distribución supone mas tranquilidad en el Transición, Reyección y Revocación. Y aunque el saber
Tue habla Y la simple enumeración cierto grado de viveza y estos términos técnicos y las puerilidades que bajo estos títulos
m o v i m i e n V e n la fantasía. Las circunstancias indicaran al se enseñan en las Retóricas vulgares, de nada sirve en la prac-
S S cuál de ellas deberá preferir en cada caso, como tam- tica, no sucede así con algunas muy juiciosas observaciones
bién si^ convendrá ó no individualizar una idea general, enu- que han hecho los buenos críticos sobre el modo y la ocasion
merando las particulares que comprende porque esto, s e de emplear cada una de estas formas. Las expondré pues,
W p sin discernimiento, conduce al estilo difuso o a B iatico. conservando los términos técnicos ya indicados.
E e e se pued d e c i r / e l defecto capital de cas, todos núes-
tros poetas En cogiendo entre manos un Pensamiento ue Antítesis.
abrace una serie de ideas, ó un todo compuesto de muchas
f a r t e s no paran hasta haber individualizado p r o b a m e n t e Esta palabra griega significa literalmente contraposición, y
& ó haber hecho de todas estas una fastidiosa e n u m e - por eso se llama así con toda propiedad la forma que tiene
el pensamiento cuando se contraponen unas á otras ideas
ración. contrarias; ya estén expresadas por sola una palabra (1)
CAPITULO II. ya por una frase entera.
Son tantas las acciones y cualidades contrarias, esto es, que
D£ t A S FORMAS PROPIAS DEL QUE RACIOCINA ó DISCURRE.
se excluyen una á otra, como amar y aborrecer, temer y es-
No se comprenden bajo este título las formas lógica,Í del ra- perar; rico, pobre; vivo, muerto; duro, blando, etc., que
ciocinio conocidas en las escuelas con los nombres de silo- es imposible que no ocurran con frecuencia sus ideas. Pero
aismo entimema, etc. Aquí se trata de las formas «ratonas como el detenerse á contraponerlas u n a á otra simétricamente,
aue emplea para presentar sus pensamientos un hombre que para que resalten mas, supone que el que habla, se halla en
d i s c u n e tranquilamente, y quiere mas bien instruir a los que
un estado tranquilo que le permite observar esta contraposición
k o y e n q u e conmoverlos é inflamarlos. Fácil es conocer que e n y hacerla observar á los otros; es menester, por regla general,
este caso coordina simétrica y paralelamente sus ^ s opo- no emplear estos formales contrastes en los pasajes patéticos, o
niendo unas á otras laS qUe S U
° contranaS
J cuando se supone muy acalorada la imaginación de aquel en
varié é hipotéticamente lo mismo que se disputa, para cuya boca se ponen. No se ha de entender esto tan literal-
Aprobar que aun concedido no le perjudica, hace reflexiones mente, que si alguna vez la naturaleza misma del pensamien-
sóbre los hechos de que trata; insiste sobre aque los pensa- to pidiere esta contraposición, deje de hacerse aun en medio
S o s que le parecen mas interesantes, vanandolos exten- del fogoso lenguaje de la imaginación y las pasiones. Lo que
S d o o s " ilustrándolos; observa escrupulosamente la gra- se previene es únicamente, que por lo común esta forma es
dación I X s ideas, y las coloca en la debida progresión mas propia del razonamiento y de la reflexión; y sobre todo
uica aor decirlo así la curiosidad de sus oyentes, y ejercita su que en cualquier pasaje en que se halle, sea natural v no bus-
S / e n c i a w n inesperadas y aparentes paradojas; compara I cada con demasiado estudio. Así es muy oportuna, y nada
unos objetos con otros, haciendo sentir lo que tienen de seme-
4. Como cnan.lo dijo Cicerón - La licencia ha vencido al pudor, la audacia al mie-
Jante siembra su discurso de dichos graves y sentenciosos; do, la demencia á la razón, ele. También puede euvolver todo H »
h e n e as objeciones que se le pudieran hacer; y dice e l ~ | g. - Orgullo y bajeza, fuerza y debilidad, grandeza y humildad, tal es e l hambre.
se muestra agradecida, suyo es el tiempo, y puede navegar á
tiene de violenta, aquella de Cervantes en el primer capitulo
su sabor; y replica el primero :
del Quijote, en que dice,que del poco dormir y mucho leer
se le secó (á este) el celebro. También son buenas, porque e E n t r e esa confianza y temor vivo :
pensamiento mismo las está pidiendo, las dos que contiene el Con la frialdad d e mi bajeza muero,
Con el calor d e su valor revivo.
último terceto del soneto de Arquijo A las estaciones. Dice
así: Qué lindas antítesis I y en boca de un pastor!
Oh variedad común! mudanza cierta!
Quién liabrá que en sus males no te espere ? Concesion.
Quién habrá que en sus bienes no te tema?
Consiste en conceder sencilla ó artificiosamente alguna
La naturaleza también de cada composicion indicará, si la cosa que á primera vista parece que nos perjudica; pero
antítesis que queremos e m p l e a r , es ó no o p o r t u n a ; y si con- dando á entender que aun concedida, tenemos otros me-
viene ó no al tono general y dominante de la obra. En este dios de defensa mas seguros y eficaces. .
punto es menester mucho cuidado : antítesis, que en compo- Las concesiones francas ó de buena fe solo vienen bien en
siciones jocosas vienen bien y tienen mucha gracia, serian im- pasajes t r a n q u i l o s ; las simuladas ó artificiosas pueden conve-
pertinentes en un escrito serio. Así, cuando Cervántes dice, en nir al lenguaje de las pasiones. Para que se vea en qué c o n -
el mismo pasaje citado, que á D. Quijote se le pasaban leyen- sisten estas, citaré una bellísima de Cicerón en l a n . liltpica:
do libros de caballerías las noches de claro en c l a r o , y los ñero para que se pueda sentir toda la gracia y fuerza que tie-
dias de turbio en t u r b i o ; y cuando en el capítulo n . dice n e , es necesario notar que habiendo hablado Cicerón pocos
que D. Quijote caminaba tan despacio, y el sol entraba tan dias ántes en el senado contra el cónsul M. Antonio, este, que
apriesa y con- tanto ardor, que fuera bastante á derretirle aquel dia no habia asistido al senado por indisposición, vino
los sesoo, si algunos tuviera : todo el mundo ve que estas an- al siguiente, é informado de lo que Cicerón había dicho con-
títesis, aunque estudiadas, convienen con el tono jocoso de la tra él. se quejó agriamente, insistiendo mucho en que Cicerón
obra. Al contrario, cuando Garcilaso ( É g l o g a i.), hablando en era un ingrato que habia olvidado el singular beneficio que le
tono serio y respetuoso con u n alto personaje, le d i c e : debia. Este decantado beneficio se reducía á que cuando Cice-
rón despues de la batalla de Farsalia se restituyo a Italia, An-
Luego verás ejercitar mi pluma
Por la infinita innumerable suma tonio, que mandaba en ella en nombre de Cesar, y proscribía
De tus virtudes y famosas obras, arbitrariamente á los que habían seguido el partido de Pom-
Antes que me consuma, peyo, no habia mandado matar á Cicerón, que había sido uno
Faltando á ti que á todo el mundo sobras;
de ellos. Cicerón responde primero directamente a este cargo
diciendo, que Antonio no habia tenido en aquella época a u t o -
cualquiera conoce que la antítesis de fallar y sobrar es no
ridad para mandar quitarle la vida, porque cuando el llego á
solo traída con violencia, sino también de mal gusto, como
Italia, tenia ya carta de César, en la cual este no solo no le
fundada en el pueril equivoquillo á que dan lugar las dos acep-
trataba como á enemigo, sino que le mantenía en todos sus
ciones del verbo sobrar, el cual significa haber de una cosa
honores y dignidades. Y despues de alegar otras vanas razo-
mas de lo necesario, y también aventajar, exceder, sobre-
nes apostrofa así al mismo Antonio para acabar de contun-
salir. En el dia es ya anticuado en esta acepción.
dirle : « Pero sea beneficio (el no haberme asesinado), puesto
Mucho mas estudiadas y ridiculas son estas otras de Bal-
<, que este es el mayor que p u d o hacer un salteador de caim-
b u e n a , en la égloga vi. Dice el pastor Ursanio que tiene un
o nos: ¿ e n qué puedes llamarme ingrato? ¿ \ c a s o n o debí Ia-
vaso de m a d e r a con tantas y cuantas labores (mezquina i m i -
« m e n t í r la ruina de la patria, por no parecer m g r a t o p a i a
tación de Teócrito), que le guarda para su zagala, y que ya á
« contigo? » Sed sit beneficium, quandoquidem majas ac-
regalársele : respóndele Tirseo, que el don es tan precioso
cipi á latrone nullum potuit; in quo potes me diceie %n-
que la pastora no podrá menos de estimarle, y que si en efecto
gratum? An de interitu reipublicce queri non debui, ne in
te ingratus yiderer ? Ya se ve que esta concesion es s i m u - Los trabajos del estudiante son estos : principalmente po-
lada y artificiosa; Cicerón no confiesa ni reconoce de buena breza, no porque todos sean pobres, sino por poner este
fe que debiese estar agradecido á M. Antonio por el supuesto caso en todo el extremo que pueda ser etc. Esta es una ver-
favor que este le echaba en c a r a ; pero se lo concede para pro- dadera concesion, y mas fina que si hubiese dicho : Se alega
barle, que aun en este caso era justo anteponer el bien p ú - la pobreza del estudiante. ¡So todos son pobres; pero su-
blico á los respetos particulares. pongamos que lo fuesen, tic.

t Esta concesion, aunque no franca y sincera, es sin embargo


seria y acomodada al tono grave del paraje en que se h a l l a , Epifonema.
que nada tiene de festivo ni chancero. Veamos una jocosa de
(esto es, exclamación final.)
Argensola el mayor. Parece que alguno se habia burlado de él,
porque la dama á quien servia, se pintaba; y él le responde Se llaman así las reflexiones con que á veces se concluye
en un bellísimo soneto, que aunque muy sabido quiero c o - la narración de algún hecho ó cualquier otro pasaje. Estas
piar a q u í ; porque él y otros tres del mismo autor son de los reflexiones son sugeridas ó por el simple raciocinio ó por a l -
mejores que tenemos en castellano. gún afecto; y así, las primeras pertenecen en rigor á las f o r -
mas de esta segunda clase, y las otras á las de la tercera; pero
Yo os quiero confesar, Don Juan, primero a u n q u e en realidad son distintas, reuniré aquí ambas espe-
Que aquel blanco y carmin de Doña Elvira
No tiene de ella mas, si bien se mira, cies, ya que tienen el mismo nombre.
Que el haberla costado su dinero. De una y otra clase ocurren ejemplos á cada paso en los
Pero también que me confieses quiero escritores. Virgilio tiene dos oportunísimas en el principio de
Que es tama la verdad d e su mentira, la Erieida, una en tono patético y otra de simple reflexión.
Que en vano á competir con ella aspira Preguntando en la invocación porqué J u n o habia perseguido
Belleza igual de rostro verdadero. tan encarnizadamente á un varón tan religioso como Enéas,
I Mas qué mucho que yo perdido ande exclama admirado :
Por un engaño tal, pues que sabemos
Que nos engaña asi naturaleza ? Tantee ne animis ccelestibus irce!
Porque este cielo azul que todos vemos, Tamañas iras en celeste pecho!
Ni es cielo ni es azul: ¡ lástima grande
Que no sea verdad lanu belleza! Y mas abajo, recapitulando los motivos que tenia Juno para
oponerse á su establecimiento en Italia, de los cuales el p r i n -
De concesiones francas y sinceras, como raras veces ocur-
cipal era haber sabido de los Hados que de los descendientes
r e n , es inútil citar ejemplos, y detenernos mas sobre este
del héroe troyano nacerían con el tiempo los que debian a r -
punto. Lo úuico que puede prevenirse es que todas ellas, fran-
ruinar á Cartago, su ciudad predilecta; concluye con esta tran-
cas ó simuladas, sérias ó jocosas, sean oportunas y natura-
quila pero sentenciosa reflexión :
les, y que el escritor no se afane por buscarlas. Si el asunto
y la serie de sus raciocinios las pidieren, ellas se le ocurrirán Tantee molis erat romanam condere gentem.
por sí mismas. Solo observaré que tienen mas gracia y fuerza ¡ Tan alta empresa y tan difícií era
y ocultan mejor el artificio, cuando no se expresan las fórmu- Fundar de Roma el poderoso imperio!
las, pero concedamos, supongamos por un instante, y otras
Cicerón tiene una epifonema llena de fuego en la segunda Fi-
semejantes; sino que se introducen como una proposicion in-
lípica. Despues de referir los escandalosos viajes que hizo An-
cidente ó un paréntesis. Tal es esta de Cervántes. En el cap.
tonio por la Italia, siendo tribuno del pueblo, en los cuales iba
37 de la p r i m e r a parte del Quijote, en el discurso que hace
delanle en medio de los lictores, y en una magnífica litera una
acerca de la preeminencia de las armas sobre las letras, d i c e :
bailarina, su m a n c e b a ; seguía luego Antonio en una especie
de birlocho, despues otro carruaje con los rufianes compane- y sus canas, de honor y llanto llenas,
Piden que deje el cuento comenzado,
ros infames de sus liviandades, y entre ellos c o n f u n d í a y co- I'or ver de sus delitos el proceso :
mo arrinconada la madre del t r i b u n o ; exclama Cicerón, indi- Que es obra santa consolar á un preso.
gnado de la indecencia con que este trataba a su madre, y
aludiendo á lo funesto que el habiasido ya y sena en adelante Puede darse mayor insulsez? ¿Con que hablar de la prisión del
á su patria : Oh! miseree mulieris jvcunditatem calamilo- conde de Saldaña, ochocientos años despues que sucedió, es ir
sam ! « Desgraciada m u g e r ! fecundidad f u n e s t a ! » Lease el p a - á consolar á un preso ?
saje entero en el original. n . . „
Expolicion, conmoracion ó amplificación.
Es necesario advertir, que muchas veces la reflexión senten-
ciosa con que termina un pasaje, está propuesta como una ra- La hay siempre que extendemos un pensamiento presen-
zón ó prueba de lo que se ha dicho; y entonces es mas fina, tándole bajo diferentes aspectos, ya variando la expresión,
porque se descubre ménos el artificio retorico. Tal es esta aa ya individualizando las ideas parciales de que consta, ya
Lope [Circe, canto 1). Refiriendo cómo Circe iba a tocar a acumulando otros varios que, aunque no materialmente
Dlíses con su vara para que correspondiese a su a m o r ; como idénticos,vienen á decirlo mismo. Introducida con o p o r t u -
él tiró de su espada, y cómo ella entonces recurrió al ruego y nidad y bien manejada, es grandiosa; pero si no se emplea
á las lágrimas, y él calmó su enojo; concluye asi el p a s a j e : con tino y discernimiento, degenera en lo que los griegos lla-
maban tautología y perisologia, dos defectos capitales cuya
De sus ruegos al fin vencido tarde diferencia se entenderá mejor con los ejemplos que con p r o l i -
Paró el rigor; que nunca fue sangriento jas explicaciones.
El hombre de sutil entendimiento.
De la amplificación, que consiste en repetir un mismo pen-
La reflexión es verdadera y oportuna, y pudo ponerla en for- samiento variando la expresión, tenemos un bellísimo ejemplo
ma de sentencia, diciendo : paró el rigor. Oh! nunca Jué en Homero [llíada, libro I, verso 286). Para cortar la disputa
san oriento, etc. Pero hizo mejor en enunciarla como simple entre Agamenón y Aquíles y sosegar sus ánimos irritados, ha-
causal de lo que acabaña de referir. No es tan feliz, aunque bía propuesto Néstor que aquel no quitase á este su cautiva, y
propuesta del mismo m o d o , otra que tiene poco antes. Hablan- este no se obstinase en rivalizar con el primero : á lo cual le
do de que los soldados de Ulíses r o m p i e r o n , creyendo que^con- responde Agamenón :
tenía grandes riquezas, un cuero en que Eolo le había dado
Anciano! en todo la verdad dijiste;
encerrados los vientos, dice : Pero Aquíles pretende sobre todos
Los otros ser, á todos dominarlos,
Rompen la piel, y por el aire vago Sobre lodos mandar, y como ge fe
Salen los vientos; porque coge vientos Dictar leyes á todos; y su orgullo
Quien siembra codiciosos pensamientos. Inflexible será.
Esta es u n a moralidad necia y de mal gusto, como f u n d a d a en Esta repetición de una misma idea, presentándola bajo cuatro
el equívoco que resulta de tomar la palabra vientos en el sen- aspectos diferentes de superioridad, dominación, mando y
tido literal y en el figurado. Todavía es peor, mas fría y mas supremo generalato, sería inútil, si fuese otra la situación del
ridicula esta de Balbuena (libro I del Bernardo). Describien- que h a b l a ; pero en el paraje en que está, es, atendidas todas
do el palacio y los jardines de Morgana, y habiendo dicho que las circunstancias, el lenguaje mismo de la naturaleza. Un
ya llegó á ellos Alcina; interrumpe la narración de su viaje, hombre vivamente herido de una idea insiste en 1 ella, no se
anuncia que va á hablar de otra cosa, y añade : cansa de repetirla; y no pareciéndole bastante enérgica la pri-
mera expresión, busca otras nuevas para enunciarla con mas
El triste y ronco son de las cadenas
De un conde por envidia aprisionado. fuerza, sobre todo si es la única razón que puede alegar en su
Aunque al rey sordas, porque son ajenas, defensa. Esta es puntualmente la situación de Agamenón. Lo
Ya mi música y voz han destemplado;
- Sin repetir materialmente un mismo pensamiento puede el
que mas le habia irritado, lo que mas vivamente había herido
escritor ilustrar alguno que le parezca interesante y extenderle
su amor propio, era que Aquíles no respetase su autoridad Su-
ó amplilicarle, desmenuzándole, por decirlo así, en muchas
p r e m a , y quisiese competir con él, como si fuese su igual en el
partes,, j acumulando otros que aunque convengan en la idea
ejército; y ademas esta falta de subordinación, si así puede
principal, contengan accesorias distintas: y esto, si se hace
llamarse, es el único pretexto especioso que tiene, para justi-
con maestría, es de maravilloso efecto en las composiciones
ficar el insulto que habia hecho á aquel héroe.' Por eso pues
oratorias. Cicerón es el mejor modelo en e s t a p a r t e , y de él se
insiste en ella y varía la expresión de cuatro modos diferentes,
pudieran citar muchos y bellísimos ejemplos; pero para que se
para apartar de sí la odiosidad y hacer que recaiga sobre Aquí-
vea en qué consiste esta amplificación de un mismo pensa-
les. Fuera de una situación semejante, la repetición de un
miento, basta aquel pasaje de la oracion pro Milone, en el
mismo pensamiento en otros términos es el defecto designa-
cual deseando en suma decir á Pompeyo, que si por temer á
do con el indicado nombre de tautología, palabra que signi-
Milon, hacia los preparativos militares que se advertían, debía
fica literalmente decir lo mismo. Tal es esta de Lope en el
de ser el tal Milon un enemigo muy terrible pues tantas pre-
libro XII de la Jerusalen, cuando para indicar que el sitio de
cauciones se tomaban contra é l ; extiende así el pensamiento,
Ptolomaida habia durado tres años, repite este pensamiento
« Si son contra Milon los preparativos que se advierten.» Si
con diez ó doce perífrasis diferentes diciendo
Milonem times;si hunc de tuá vitá nejarte, aut nunc cogi-
tare, aut molitum aliquando aliquid putas; si Italia; de-
Tres veces vieron flores las campañas;
Tres veces vió la tierra las espigas, lectus, si hcec arma, si capitolincB cohortes, si escubice, si
Y el trillo quebrantó las rubias cañas: vigilice, si delecta juventus, quie tuum corpus domumque
Tres veces reposó de sus fatigas_ custodit, contra Milonis impetum armata est, atque illa
El labrador, y vieron las montañas omnia in hunc unum instituía, parata, intenta sunt, etc.
De nieve coronadas sus cabezas
Con cintas de cristal rotas á piezas. « Si temes á Milon, si piensas que este ó medita ahora, ó lia
«i maquinado alguna vez, un atentado contra tu vida; si las
Tres veces engendró granizo el austro, « levas que se hacen en toda Italia, si estas tropas que rodean
El zéliro claveles y alelíes;
Quiso exceder la mar su antiguo claustro, u el foro, si las cohortes apostadas en el monte capitalino, si
Y durmieron las naves alfonsies; o los numerosos cuerpos de guardia repartidos por la ciudad,
Vió la luna el horóscopo del plaustro a si las patrullas que rondan toda la noche, si el lucido c u e r -
Treinta y seis veces nueva, y de rubíes o po de escogidos jóvenes que defiende tu casa y tu p e r s o n a ;
Cubrió oirás tantas su menguante cara;
Fénix q u e muere y nace, y nunca para. « si este, digo, lia sido armado para contener el ímpetu de Mi-
« Ion, y si aquellas otras precauciones que se han tomado se
El que primero vió el laurel, tres veces « dirigen contra este solo, etc. » Cualquiera que sepa en qué
Resplandeció en el Frigio vellocino;
Y en las frias escamas de los peces circunstancias fué pronunciada esta oracion, el formidable
Hizo su ardiente universal camino. aparato militar con que Pompeyo se presentó en el foro para
presenciar la vista de esta causa famosa, las extraordinarias
Este fastidioso repetir una misma idea con tantas expresiones precauciones que habia tomado con ocasion de la muerte de
diferentes, en nada se parece á la sencilla y brevísima varia- Clodio, y las sospechas que habia dejado traslucir de que Milon
ción de Homero, ni puede excusarse con la situacior. agitada intentaba algo contra su persona; conocerá cuán oportuno y aun
del personaje, p o r q u e aquí es el poeta el que habla tranquila- necesario era insistir sobre todos estos preparativos, y ampli-
mente. Esta afectación de manifestar que se sabe decir u n a ficar el pensamiento, si son contra Milon, recapitulándolos
misma cosa de m u c h a s y distintas maneras, es cabalmente lo tan detenida y circunstanciadamente.
que Boileau llama con gracia estéril abundancia. Las frases Mas fuera de este y otros casos semejantes, insistir mucho
notadas con bastardilla en el pasaje de Lope son ademas d e - sobre un mismo pensamiento, extenderle con prolijos p o r m e -
fectuosas bajo otros respetos.
llores, y sobre todo acumular muchos q u e , aunque variado
Débate alguna pausa mi tormento.
con nuevas ideas accesorias, vienen á decir en sustancia lo
mismo que los primeros; degenera ya en el otro defecto lla- Mira que es gran rigor; dáme siquiera
mado perisología, esto es, nimia verbosidad. Quevedo, p o r Lo que de ti desprecia tauto avaro,
. . . . . . . . . . « • • •
ejemplo, en la silva Al sueño ya citada con otro motivo, cae Lo que habia de dormir en blando lecho
visiblemente en esta falta. Toda la composicion bien analizada Y consagra el amante á su señora.
no contiene mas que estos dos pensamientos, sueño, yo no Dáme lo que desprecia de tí ahora
Por robar el ladrón, lo que desecha
puedo dormir: ven á darme algún descanso; pero fastidio- El que envidiosos /.elos tuvo y llora.
samente amplificados. Dice a s í : Quede en parte mi queja satisfecha,
Tócame con el cuento de tu vara :
Con aué culpa tan grave, Oigan siquiera el ruido de tus plumas
ueño blando y suave, Mis desventuras sumas;
Pude en largo destierro merecerte, Que yo no quiero verte cara á cara,
Que se aparte de mí tu olvido manso? Ni que hagas mas c;iso
Pues no te busco yo por ser descanso, De mí que hasta pasar por mí de paso,
Sino por muda imágen de la muerte. O que á tu sombra negra por lo niénos
Cuidados veladores
Ilacen inobediente© mis dos ojos
A la ley de las horas, Se le haga camino
No han podido vencer á mis dolores Por estos ojos de sosiego ajenos.
Las noches ni dar paz á mis enojos. Quítame, blando sueño, este desvelo,
Madrugan mas en mí que en las auroras O de él alguna parte, etc.
Lágrimas á este llano;
Que amanece á mi mal siempre temprano, Hé aquí u n a pura y purísima perisología, esto es, una in-
Y tanto, que persuade la tristeza útil y prolija variación de un mismo pensamiento, la cual,
A mis dos ojos que nacieron antes aun cuando no tuviese otros defectos, ya en las ideas ya en
Para llorar que para verte, ó sueño.
De sosiego los tienes ignorantes, las expresiones, baria que el lector mas desvelado se quedase
De tal manera que al morir el dia dormido, ó a lo menos bostezase, viendo tanto machacar s o -
Con luz enferma, vi que permitía b r e una misma cosa. Esto no es escribir con cuidado, es tirar
El sol que le mirasen en poniente.
sobre el papel todo lo que se sabe, ó se puede decir sobre una
m a t e r i a ; lo contrario precisamente de lo que hacen los b u e -
Hasta aquí el primer pensamiento, no duermo ó no des- nos escritores. Estos saben contenerse dentro de los justos lí-
canso, desleído como se ve en veinte y tres versos, y presen- mites, y no decir nunca ni mucho ni poco, sino lo que basta
tado bajo muchos aspectos que, a u n q u e variados en lo acce- p a r a c f fin que se proponen ; y este es uno de los principales
sorio, convienen en el fondo ; como el manso olvido del secretos del arte, fruto mas bien del talento que de las reglas.
sueño se apoderó de mi, los cuidados hacen inobedientes Porque, como estas no pueden descender á casos particulares,
mis ojos á la ley de las horas, las noches no pueden ven- no hay ninguna que diga hasta dónde se puede extender cada
cer mis dolores ni dar paz á mis enojos, antes que ama- pensamiento ; esto queda al juicio y buen gusto del escritor.
nezca estoy ya llorando, mi tristeza persuade á mis ojos Lo único que se puede decir en general es que no merecerá
que antes nacieron para llorar que para ver el sueño, mis el título de clásico el que no acierte á quedarse siempre en el
ojos están ignorantes de sosiego, e t c . Despues de la segunda punto preciso, mas allá del cual se peca ya por exceso. Por
estancia " e n la cual y parte de la t e r c e r a esta la ya citada des- eso decia con tanta razón Boileau, que
cripción de la noche, sigue el segundo pensamiento, extendido
también con toda esta prolusión : Quien no sabe callar, ni escribir sabe.
't
Es decir, que el que no acierta á omitir, entre lo mucho que
Dame, cortés mancebo, algún reposo,
No seas digno del nombre de avariento. siempre se ocurre, cuando uno escribe sobre materias que
tiene bien estudiadas, lo que no es absolutamente necesario De estas tan pomposas y oratorias gradaciones es menester
en aquel pasaje, es un declamador, n o un escritor juicioso. decir lo mismo que de las muy extendidas y simétricas antíte-
sis á saber, que el escritor no se afane por buscarlas, ni tas
Gradación ó climax. emplee sino cuando parezca que las está pidiendo la natu-
raleza tnisma del pensamiento: sobre lo cual no pueden
Consiste en presentar una serie de ideas en una progre- darse reglas particulares, porque su oportunidad depende de
sión tan constante de mas á ménos ó de ménos á mas, que
circunstancias locales, por decirlo así. f .
cada una de ellas diga siempre algo mas ó algo ménos
También debe advertirse que no se ha de contundir la gra-
que la precedente, según sea la gradación.
dación en los pensamientos con la concatenación de las frases,
Cicerón suministra un buen ejemplo de ambas en esta sola
de que se hablará en otro lugar, y que algunos llaman t a m -
cláusula de la primera Catilinaria. Nihil agis, nihil moli-
bién, aunque impropiamente, gradación o climax. Siempre
ris, nihil cogitas, quod ego, non modo non audiam, sed
que hay concatenación en las palabras, hay también gradación
etiam non videam, planeque sentiam. « Nada tratas, nada
en las ideas, pero no al contrario. Cuando se sepa que es con-
« maquinas, nada piensas, que yo no sepa, no vea, no adivi-
« n e . » Aquí hay, como se ve, dos gradaciones. La primera catenación, se verá que no la hay en las gradaciones que acabo
de mas á menos, porque en un conspirador es mas concertar de citar.
abiertamente el plan con sus compañeros, que tantear sus áni-
Paradoja.
mos en secreto, y esto es ya mas que pensar él simplemente lo
que ha de hacer. La segunda de ménos á m a s ; porque, tra-
tándose de la habilidad de un magistrado para descubrir una Consiste en ofrecer reunidas en un mismo objeto cualida-
conspiración, es menor mérito saber por sus espías lo que han des que á primera vista parecen inconciliables ó contradic-
tratado los conjurados en una junta, que seguir y observar él torias. Tal es, por ejemplo, la citada expresión de Boileau,
mismo los pasos del gefe, y esto al fin es ménos difícil que adi- estéril abundancia. Tal es también, y oportuna, esfa de F r .
vinarsus pensamientos. Toda esta fuerza y énfasis tienen aquí Luis de León, oda v n :
las enérgicas y precisas expresiones latinas, agis, moliris, co- ¿ Qué vale el no tocado
gitas; audiam, videam, sentiam;y este solo pasaje (sea di- Tesoro, si corrompe el dulce sueño,
cho de paso) probaria, cuando 110 hubiese otras razones, que Si estrecha el nudo dado,
el que no lee los clásicos en su original, puede hacer cuenta de Si mas enturbia el ceño,
Y deja en la riqueza pobre al dueño?
que no los conoce, aunque haya leido veinte traducciones, por-
que no siempre es posible expresar la fuerza que tiene cada que Arguijo repitió, en el soneto A la avaricia, diciendo, des-
palabra en el p a r a j e determinado en que se halla. Esta y pues de pintar el suplicio de Tántalo,
otras gradaciones semejantes, que consisten en la respectiva
correspondencia de las ideas con las circunstancias del asunto, ¿ Cómo de muchos Tántalos no miras
son mas finas que aquellas que en cierto modo se anuncian á Ejemplo igual? Y si codicias uno,
Mira al avaro en sus riquezas pobre.
sí mismas, tanto por la significación material de las palabras,
como por el orden progresivo en que están colocadas; por Bartolomé Argensola, en aquella bonita epístola que empieza,
ejemplo, la tan sabida del mismo Cicerón en la oracionv. con- Yo quiero, mi Fernando, obedecerle, tiene también u n a be-
tra Yerres : Facinus est vincire civem romanum, scelus llísima paradoja. Hablando del estilo sencillo, nalural y fácil,
verberare, prope parricidium necare. Quid dicam, i/, cru-
dice :
cem tollere?g Poner preso á un ciudadano r o m a n o , es un
• atentado; condenarle á la pena de azotes, un c r i m e n ; s e n - Este que llama el vulgo estilo llano
t tenciarle á muerte, casi un parricidio: ¿qué será pues, man * Encubre tantas fuerzas; que quien osa
Tal vez acometerle, suda en vano.
« dar que le crucifiquen? »
Y su facilidad dificultosa
También convida, y desanima l u e g o , cía de Roma, las hermosas vistas de Italia, e t c . ; se vale de
En los dos corifeos d e la prosa (1). esta feliz comparación : « Así como la salud causa mas pla-
Siendo muy fácil que esta m a n e r a de presentar los pensa- « cer al que acaba de salir de una grave enfermedad, que al
mientos degenere en conceptillos epigramáticos y en juegos de « que nunca estuvo e n f e r m o ; del mismo modo todas estas co-
palabras, es necesario prevenir que el uso de esta forma se tí sas deleitan mas, cuando uno ha carecido de ellas por algún
raro, y que cuando parezca algo estudiada, se añada una ex « tiempo, que cuando las disfruta sin interrupción » : sicut
presión clara y sencilla del mismo pensamiento. Así lo hizo bona valetudo jucundiorest eis, qui é gravi morbo recreati
Cicerón en aquel pasaje del tratado de amicitiá, en que, para sunt, quam iis, qui nunquam cegro corpore fuerunt; ita
probar cuánto vale tener buenos amigos, dice que los que lle-^ licec omnia desiderata magis, quam assidue percepta de-
gan á alcanzar .esta dicha,« a u n q u e se ausenten, están p r e s e n - ! lectant.
« tes, aunque sean pobres, abundan en riquezas, aunque sean ; También Fr. Luis de León, p a r a probar que la inocencia
o desvalidos, tienen mucho p o d e r ; y lo que es mas, aun des- suele triunfar de la calumnia, emplea oportunamente estos sí-
« pues de muertos, viven. » Absentes adsunt, egentes abun- miles.
dant, imbecilles valent, et, quod difficilius dictu est, mor- Si ya la niebla fria
tui vivunt. Como estas contradictorias pudieran parecer un Que al rayo que amanece, odiosa ofende,
Y contra el claro dia
juguete de voces, y los pensamientos falsos, cuida de explicar Las alas escurísimas extiende;
el sentido figurado en que toma las palabras, añadiendo : No alcanza lo que emprende
« tanto es lo que sus amigos los h o n r a n , tanto lo que de ellos Al tin y desparece,
« se acuerdan, tanto lo que sienten su pérdida. » Tantus eos Y el sol puro en el cielo resplandece:
honos, memoria desiderium prosequitur amicorum. Aun P o r mas q u e se c o n j u r e n
con estas precauciones y salvaguardias, las paradojas de esta El odio, y el poder, y el falso engaño;
Y ciegos de ira apuren
clase tienen siempre algo de concepto, y lo mejor es no em- L o propio, y lo diverso, ajeno, e x t r a ñ o ;
plearlas. Jamas le harán d a ñ o ;
Antes cual fino oro
Semejanza ó símil Recobra del crisol nuevo tesoro.

(llamada también comparación). Lástima que el consonante no le permitiese decir, nuevo


lustre ó brillo, que era la expresión precisa y exacta : la de
Consiste en expresar formalmente que dos objetos son se- tesoro no lo es.
mejantes entre sí. Los ejemplos o c u r r e n con frecuencia. Pero 2." Los que se traen para hacer sensible una idea abstracta,
como en el uso de los símiles es fácil caer en algunos defec- ó para ilustrar y hermosear algún objeto. Tales son estos dos
tos, y efectivamente han caido e n ellos aun escritores de p r i - bellísimos de Rioja en la epístola moral ya citada.
mer orden, es necesario dar a l g u n a s reglas para evitarlos, ob-
I Qué es nuestra vida mas que un b r e v e dia
servando primero que los símiles s o n de dos clases. Dó apenas nace el sol, cuando se pone
\ L o s q u e sirven para proba r algún hecho por su seme- En las tinieblas d e la noche f r i a ?
janza, ó mas bien, su analogía c o n otro. Así Cicerón, en 1E
I ¿ Qué es mas q u e el heno, á la mañana verde,
oracion Post reditum, ad quintes, queriendo probar, que Seco á la tarde ?
despues que había vuelto de su destierro, le eran mas gratas
todas las cosas de que ántes d i s f r u t a b a , sin conocer lo que va- Este último m e recuerda otros dos de Jorge Manrique, y n o
lían, como la compañía de sus a m i g o s , el lujo y la maguiticen- quiero omitirlos, porque Son singularmente felices y delicados
Dice a s í :
¿ Qué se hizo el rey Don Juan?
I . Demóstenes y Cicerón. Nota del autor. Los Infantes de Aragón
En cuanto á lo primero bastará decir por punto general, que
¿ Q u é se h i c i e r o n ? símiles formales y expresos no se introduzcan enpa-
Qué f u é d e tanto g a l a n ? %SpaMico porque esta forma es propia del lenguaje
¿. Qué f u é de t a n t a invención
Como t r a j e r o n ? S u i l o de la reflexión, no de la agitación de as j « j-
L a s justas y los torneos, nes Esta regla es muy capital. Para expresar vivamente los
' Paramentos, bordaduras afectos se pueden emplear algunas metáforas, sm.embargo de
Y cimeras
q u e estas, como luego veremos, son comparaciones m p h c i t a s ;
¿ F u e r o n sino d e v a n e o s ?
¿ Q u é f u e r o n sino verduras pero nunca símiles formales circunstanciados y extendidos.
De las eras ? Estos vienen bien en boca del escritor; nunca, o r a r í s i m a v e ,
L a s dádivas desmedidas, en la de los personajes. Blair h a censurado con razón a a l g u -
L o s edificios r e a l e s nos poetas dramáticos ingleses, que pusieron en boca d e los
L l e n o s d e oro,
L a s vajillas t a n febridas, interlocutores en situaciones de mucha agitación largas y es-
L o s E n r i q u e s y reales tudiadas comparaciones. ¿Qué diria pues de los nue ro que
Del t e s o r o ; en sus comedias famosas rara vez f i a r o n a dar a los uyos
L o s j a e c e s y caballos
el verdadero lenguaje de las pasiones? Infinitos ejemplo pu-
D e su gente, y atavíos
Tan sobrados; dieran citarse; pero los omitiré, porque todavía h a b r a q u e to-
¿ D ó n d e i r e m o s á buscallos? car este punto en o t r o lugar. . „„„,„„.
¿ Q u é f u e r o n sino rocíos
De los prados ? En cuanto á lo segundo pueden bastar las siguientes reglas.
1.» Los símiles no se deben tomar de objetos que tengan
Qué fino y delicado es comparar lo deleznable de las gran- una semejanza demasiado cercana y
dezas h u m a n a s á la verdura de las eras que tan en breve se cual los comparamos. Cuando para hacer g t t f la c o n f o i m -
marchita; y al rocío de los prados que se deshace a los primeros dad de dos objetos, se buscan tan semejantes q u e t o d o ; vean
rayos del sol! Estos son dos símiles con que pudieran honrarse que no pueden menos de serlo, el escritor muestra como .dice
Homero y Virgilio, ó el tierno Anacreonte. Ahí Si todos n u e s - Blair, q u e tenia poco ingenio. Asi cuando ^ « o n continua
t r o s poetas hubieran continuado escribiendo con esta amable el mismo crítico, compara el árbol del Paraíso con el árbol
n a t u r a l i d a d , nuestro Parnaso seria el primero entre todos los de Pomona, ó á Eva con una Dríada o ninfa del bosque,
modernos. ¡ Y esta composicion se escribió quizá antes del des- apenas recibimos placer; porque cualquiera ve que un ár-
cubrimiento de la imprenta, y de todos modos hace mas de bol por precisión se ha de parecer a otro árbol y una mu-
350 años 1 ¡ Y si se exceptúa alguna que otra palabra anticuada ger hermosa á otra que también lo sea. Pero aun esto no es
hoy, como la de febrida, parece que se escribió a y e r ! ¡ P o r - tan malo como comparar el color de u n ahogado en el agua
q u é fatalidad los italianos, ya que nos dieron su hermosa v e r - con el de otro, ahogado también, a u n q u e por distinta causa,
sificación, nos comunicaron también el mal gusto de las s u t i - como lo hace nuestro Lope (la Jerusalen, h b . ni.) en el p a -
lezas y conceptos! ¡ Y porqué nuestros buenos ingenios se saje ya citado, en q u e cuenta la muerte del apostata D. Re-
emplearon casi exclusivamente, á imitación suya, en cantar m o n porque, muriendo ambos de sofocacion cualquiera adi-
eternos, insípidos y sofísticos amoríos! Pero volvamos á los sí- vinaría sin que el poeta se lo dijese, que quedarían con el ros-
miles. tro amoratado. Dice a s í :
De los primeros, es decir, de los q u e se traen para p r o b a r
algún hecho p o r analogía, se volverá á h a b l a r , cuando en el No d e o t r a s u e r t e q u e en el h o n d o T a j o
artículo de la elocucion pública se trate de las varias clases de El q u e se a h o g a , al c o m p a n e r o asido
Q u e p r o c u r a escaparse y con t r a b a j o .
pruebas q u e emplean los oradores. Solo pues resta indicar las S e e n r e d a m a s hasta q u e d a r vencido
reglas relativas á los puramente ilustrativos. Estas recaen : L o s d o s s e t u r b a n , y viniendo a b a j o
1 s o b r e la situación en que deben emplearse, y 2.° sobre la P i e r d e n e n las a r e n a s e l s e n t i d o ;
naturaleza de los objetos de que deben tomarse.
Hasta que envuelta en agua tragan juntos dro hubiese sido correspondido; si él hubiera estado muy se-
La muerte, y quedan sin color difuntos.
guro del de Angélica; si no hubiese temido ni olvido ni desde-
Así quedó R e m o n tan n e g r o y feo, etc. n e s ; podria, a u n q u e con alguna violencia, ser comparado al
príncipe que dentro de su fuerte alcázar eslá seguro de todo
Las ediciones dicen dolor; pero es claro que Lope escribió
insulto. Pero si precisamente Angélica no le q u e r í a ; si él no
color, porque si no, ni h a b i t a comparación, ni vendría al caso tenia ni aun esperanza de ablandar su dureza ; ¿qué puede
lo de tan negro y feo, ni la circunstancia de que los ahogados haber de común entre este estado y la tranquila seguridad del
en agua mueren sin dolor podría convenir a la muerte del príncipe encerrado en su torre? Se deja entrever que Balbuena
apóstata, el cual espiró entre las mayores ansias y congojas, quiso decir que la imágen de Angélica estaba tan fielmente re-
según refiere Lope. . tratada en su imaginación, como las de los objetos lo están en
2.» Tampoco deben fundarse en semejanzas demasiado re- el cristal ó en el agua, y tan profundamente grabada que nada
motas. La razón es clara. La semejanza entre los objetos com- podria borrarla. Mas cuando al hacer la comparación del agua
parados, ha de ser, sino tan obvia que no nos cause placer y del espejo, que bien expresada podria ser exacta, dice que el
ninguno el descubrirla, á lo menos tan sensible que tampoco cristal y la fuente muestran detras de un muro trasparente
tengamos que atormentarnos para comprenderla. Una buena su limpio y casto seno; y cuando para dar á entender, á lo
comparación ha de tener s i e m p r e algo de ingeniosa, y ha de que p a r e c e , que la impresión que hizo en su corazon la vista
presentar cierta relación y analogía entre dos objetos que al de Angélica, no se borrará jamas, dice que un casto amor se
parecer no tienen entre sí ningún punto de contacto; pero, ve gozando en su ánimo dobles despojos, y está en sus ojos,
como ya se dijo en otra parte, estos pensamientos ingeniosos así como un príncipe está seguro y ajeno de lemor en su al-
no lo han de ser tanto que degeneren en sutilezas. Una compa- cázar. ¿Quién podrá descifrar este mas que alambicado y enig-
ración no es un enigma. ¿Quién podrá pues aprobar, entre mático concepto? De qué despojos gozaba? ó ¿cómo podía es-
muchas que pudieran citarse de nuestros poetas, ¡as siguientes tar seguro v ajeno de temor un amante que, despues de decir
de Balbuena? Orimandro, rey de Persia, está exjihcando su á su amada con veinte comparaciones que luego copiaré, que
amor á la famosa Angélica, y entre otras frialdades, muy i m - teme su ira y que sin embargo la sirve fiel, pero que ella le
propias en boca de un amante apasionado, cuyo lenguaje d e - aborrece; concluye así sus lindos requiebros?
biera ser todo de fuego, amplitica pomposamente dos compa-
E n t r e estas muertes vivo, y de esla suerte
raciones, en las cuales, ademas de ser ajenas de la situación, Tu aspereza m e está martirizando :
es imposible ver la semejanza que hay entre los objetos de Mi esperanza en los brazos d e la muerte
donde las toma, y el otro á que las aplica. Son e s t a s : Ya entrevive, y no vive agonizando,
Muriendo por'los gustos d e quererte, etc.
No con mayor lealtad el cristal puro,
Ni sosegada f u e n t e e n valle a m e n o . 3.' No deben ser demasiado comunes y trilladas. A ella
Detras mostró del trasparente muro faltan ordinariamente los poetas medianos y los ingenios esté-
A los ojos su limpio y casto s e n o ; riles. ¡No pudiendo hallar nuevas semejanzas entre los objetos,
N i , en torreado alcázar, mas seguro
Príncipe f u é de sobresalto a j e n o ;
y formar símiles no empleados todavía, se limitan á copiar
Que en mi pecho se vió, y está en m i s ojos, servilmente los que encuentran en Homero, Virgilio y otros
Gozando un casto a m o r dobles despojos. poetas de primer orden : símiles en su origen felicísimos, pero
(Bernardo, lib. IV.)
*>.,
tan sabidos ya, que un lector medianamente versado en la lec-
¿Qué semejanza puede t e n e r un amor casto que se vio en un tura de lo." clásicos conoce desde la primera palabra, de dónde
pecho, y está en unos ojos gozando despojos dobles, con las están tomados y á qué se reducen. Y aun si los copiasen con
imágenes de los objetos reflejadas por el cristal ó por el agua, y fidelidad y los aplicasen bien, tendrían el mérito de la b u e n a
mucho ménos con un príncipe que vive seguro y ajeno de t e - elección ; pero de ordinario, al apoderarse de ellos como por
mor en un alcázar torreado ? Si á lo ménos el a m o r de Oriman- juro de heredad, los echan á perder, los recargan de inútiles
accesorias, y los aplican á objetos a los cuales, ó no convienen de aquellos, no puede esta ser sentida ni apreciada. ¡Cuantas
absolutamente, ó solo les convienen traídos por los' cabellos. de este «éuero se hallan en varios de nuestros poetas, que por
Por ejemplo, bien conocido es aquel hermoso símil de Virgi- ostentar erudición, a n d a n siempre á caza de epiciclos, cen-
lio , en que para pintar la actividad con que se trabajaba en tra orbei esferas y otros objetos astronomicos 1 No citaré
edificar á Cartago, cuando llegó Eneas, compara la multitud ninguna ahora , porque, habiendo de volver á tratar extensa-
de obreros empleados en levantar aquellos suntuosos edificios m e n e este p u n t o , cuando hable de la m e t á f o r a , cuyas reglas
y el bullicio y ruido que se oía por todas partes, al trabajo en cuanto á esto son las mismas que las de las comparacio-
de las abejas en la primavera cuando sacan los enjambres y nes, los ejemplos que allí se citen, p o d n m servir para estas
labran sus panales. Por lo mismo no le c o p i a r é ; pero sí la Soló añadiré con Blair, que los poetas modernos pecan en esta
débil y mezquina copia hecha por nuestro Cristóbal de Mesa parte, cuando, por copiar á los antiguos, repiten sin discerni-
en su poema de las Navas de Tolosa. Hablando en el canto III miento sus símiles tomados de leones, tigres, serpientes y
de los preparativos de defensa que hicieron los moros en el otros animales, bastante comunes entonces, para que todo
castillo de Calatrava, cuando los cristianos se acercaban para lector pudiese conocer fácilmente, en qué se parecían al objeto
sitiarle, objeto ya mucho m é n o s g r a n d i o s o que la fundación con el cual los comparaban. Hoy dia no es lo mismo, porque
de una nueva y gran ciudad, dice : los lectores, que suelen n o haber visto vivas semejantes a l i -
mañas, no tienen idea de sus propiedades, su modo de c o m -
Corren á su labor, de la manera bcitir eic >
Que suelen las abejas con cuidado, s ' En las composiciones serias y majestuosas los sími-
En la nueva dorada primavera,
Varias flores coger por bosque y prado; les jamas se han de tomar de objetos bajos ó ignobles; pero
Que esta, y aquella, y la otra va lijera es de notar que, como la bajeza ó dignidad de los obielos de-
De la miel al oculto oficio amado,
Por vencer la que mas solícita obra: pende en mucha parte de los usos y costumbres dominantes
Hierve el trato, ellas bullen, y anda la obra. en cada siglo, varios símiles de Homero y de Virgilio que
ahora uos parecen bajos, fueron muy nobles en la sencilla an-
Tómese cualquiera el trabajo de cotejar este símil con el ori- tigüedad. Sin embargo, no negaré que los dos padres de la
ginal latino, y verá cuánto mejor hubiera sido no copiarle, epopeya hubieran hecho mejor en no comparar, el primero a
que estropearle tan lastimosamente. IJlíses con una morcilla, y el segundo á la reina Amata con
4." El objeto, de donde se lome el símil nunca debe ser u n a peonza. ..
desconocido, ó tal que pocos puedan observar su exactitud. 6.* Aun siendo los símiles claros, oportunos y bien es-
No debe confundirse esta regla con la segunda. Un objeto cocidos, no se prodiguen con demasía, ni aun en verso; y
puede ser muy familiar y conocido, y sin embargo la seme- sobre todo, jamas se acumulen muchos para ilustrar un
janza que se quiere hallar entre él y el otro que se le compara, mismo objeto. Uno bueno basta. Como en este punto yerran
puede, ó no existir absolutamente, ó ser muy débil y casi i m - también con frecuencia varios de nuestros poetas, daré un
perceptible. Contra las comparaciones fundadas en tan lijeras ejemplo señaladísimo de estas malamente amontonadas com-
semejanzas, aun entre objetos muy comunes, se estableció la paraciones de un solo objeto con muchos, y son las ya indi-
regla s e g u n d a ; la presente manda evitar toda comparación d e cadas de Balbuena. Sigue Orimandro enamorando a Angélica,
un objeto con otro que debamos suponer desconocido de los y dice:
lectores ú oyentes. Tales son las operaciones manuales y las Bien sabes que tu ira la lie temido
herramientas, de los oficios, los objetos de ciencias y artes, y Cual verdugo el cuchillo y brazo alzado,
Cual violencia de principe ofendido,
en general todas las cosas de que solo puede juzgar cierta clase Cual pequeño bajel al mar airado.
de personas. Semejantes símiles son siempre oscuros, aun Cual vulgo en nuevos bandos dividido
cuando la semejanza que haya entre los objetos comparados Cual avariento golpe desusado,
Cual tirano cruel gente alterada,
sea en sí misma muy g r a n d e ; porque siendo desconocido uno Cual sagaz capitan geule emboscada.
Y q u eentre estos temores t e h e servido Quid non mortalia pectora cogis,
Cual siervo al Ínteres aficionado, Auri sacra fames ?
Cual pretensor en corte entretenido,
Cual á juez dudoso h o m b r e culpado, ¿A qué no obligas los mortales pechos,
Cual paje nuevamente recibido. Maldita sed del oro ?
Cual por conjuro espíritu apremiado;
Ti por comparación mas »justada,
p
Cual nuevo amante á dama disgustada. De dichos y respuestas célebres, por lo profundo del pensa-
miento, hay un gran número en el tratado de Plutarco intitu-
Y tú por esto me has aborrecido, lado Apotegmas de los lacedemonios, y en otros libros de
Cual á cruel enemigo declarado, esta clase. De adagios ó proverbios vulgares tenemos también
Cual labrador á un avariento ejido,
Cual noble pecho á un eorazon hinchado, nosotros varias colecciones, y todo el Quijote es un rico alma-
Cual á competidor favorecido, cén, donde se encuentran innumerables de todas clases. Lo
Cual ánimo ambicioso h o m b r e privado, único que hay que prevenir en este punto es que las senten-
Cual prolija visita alma enfadada,
Y' á libres ojos dama recatada. cias morales no se derramen con profusion en las compo-
siciones poéticas, y aun en las de prosa; y que los adagios
Esto es lo que se llama abusar de la paciencia del lector, bur- propiamente tales se eviten en composiciones sérias y de
larse de é l , insultarle. Dejemos aparle la bajeza de algunos tono elevado, porque son jocosos, ó á lo ménos del lenguaje
de estos símiles, como el del paje nuevamente recibido, y la familiar.
prolija visita, y concluyamos ya este p u n t o , previniendo que
Prolépsis, revocación, reyeccion y transición.
dos objetos pueden muy bien compararse, aunque no sean se-
mejantes en sí mismos; bastará que lo sean sus efectos. De La prolépsis consiste en prevenir ó refutar de antemano
este género es la semejanza en que se funda aquel símil tan alguna objecion que pudiera hacerse contra lo que se aca-
delicado de Osian, citado y justamente alabado por Blair : La ba de decir. La revocación, en anunciar que se vuelve al
música de Carril era como la memoria de las alee/rías pa- asunto despues de alguna digresión. La reyeccion ó remi-
sadas, agradable y triste al alma. Ya se ve que la música sión, en declarar que el escritor se abstiene por entonces de
patética y la memoria de las alegrías pasadas no son objetos tratar algún punto, pero indicando que hablará de él en
semejantes en sí mismos, pero lo son sus electos, porque am- otra parte. La transición, en anunciar que se va á pasar á
bas dejan en el ánimo cierta impresión mezclada de tristeza y otro punto. Si en ella se indican los dos, el que se acaba y
de placer. el que se empieza, se llama transición perfecta : si solo se
expresa el punto que se va á tratar, se llama imperfecta.
Sentencia. No daré ejemplos de estas fórmulas oratorias, porque son
harto conocidas, y ni aun hablaría de ellas, si no fuera nece-
Así se llama cualquiera reflexión profunda y luminosa, sario prevenir, I o que las prolépsis, reyecciones, revocacio-
cuya verdad se funda en el raciocinio ó en la experiencia. nes y transiciones formales solo vienen bien en obras di-
Si es puramente especulativa, se llama principio; si se dirije dácticas y en composiciones oratorias, porque en ellas es
á la práctica toma el n o m b r e de máxima; si el dicho senten- necesario á veces hacer remisiones á otros parajes, prevenir
cioso no es del mismo que h a b l a , sino tomado de algún otro, alguna objecion, y anunciar expresamente que se va á tratar
se dice apotegma ; si es vulgar, adagio ó proverbio. de otro p u n t o ; pero en los otros géneros es mejor que se pase
No es necesario citar ejemplos. De dichos sentenciosos, ya insensiblemente de un punto á otro, se vuelva de una digre-
p u r a m e n t e especulativos, ya encaminados á la práctica, pue- sión sin advertírselo al lector, y se refuten, sin decir que se
den serlo los aforismos morales citados en las Epifonemas, y hace, las réplicas que á este pueden ocurrirse!« contra nuestra
varios otros que de tiempo en tiempo ofrecen los buenos poe- doctrina : 2 o que ninguna de estas fórmulas puede em-
tas, como aquel de Virgilio : plearse en composiciones poéticas sérias: regla que n c t u -
nistre reglas seguras, para que no equivoquen el verdadero
vieron presente algunos de nuestros épicos. Ercilla, en su
tono de las pasiones, sustituyendo á su irresistible elocuencia
Araucana, concluye siempre sus cantos anunciando que por
la vana declamación.
entonces suspende la narración, y que la continuara en el si-
Cómo se expliquenJiJsJioiabres agitados^^Pi^una_pa£Íon__
guiente. Bal buen a lo hace aun peor, porque dentro de un
reál,To püette-observar cualquieraT^sta_eñ la conversación
mismo canto corta frecuentemente el hilo; nos advierte de
ordmdriá^TjmTpefsona vivaménte^^ñmcwíc[a7¿a¿/a^ no solo
ello, y nos convida para oir el resto en otra parte. I n o y otro
con cuantos la r o d e a n , sino c o n l o s ausentes,,y~hasta con los
imitaron en esto al Ariosto ; pero esta era precisamente la
objetos maTñTTiat^^ exclama ; sustituye á
parte en que no debieron imitarle. Homero y Virgilio, en los
cuales no hay una sola transición formal, y m u c h o menos re- la' expresión d ? M otrá~marfuerte \ekjrgei% invierte ctor-
vocaciones y reyecciones, eran los modelos que debieron p r o - deñ lógTcd'~de~las'tiiem~pd.v3, conservar~el~del intereTácfúaT;
ponerse. expone con viveza y ardor lo que desea; supone vida, mo-
vimiento é inteligencia en todos los seres; interrumpe él
CAPITULO III. discurso, dejando incompleto el sentido de sus frases; afirma
con juramentos, tal vez imposibles, lo que dicen sus pala-
DE LAS FORMAS P R O P I A S P A R A E X P R E S A R LAS PASIONES.
b r a s ; pregunta, aun cuando nadie haya de responder; y si se
queja de sus desgracias, parece que se complacería en que se
Un escritor francés (I) h a dicho con verdad, que en una agravaran, para tener motivos mas fundados de quejarse.
riña de verduleras se pueden aprender las figuras mejor que A estas diferentes maneras de expresar con verdad y viveza los
en las escuelas de retóricos, porque en efecto, estos no han afectos, lian dado los retóricos los nombres de apostrofe, con-
inventado las maneras de hablar á que llamamos figuradas; minación, deprecación, exclamación, corrección, hipér-
lo que han hecho, ha sido clasificarlas y ponerlas nombres ri- bole, histerología, optacion, prosopopeya, reticencia, im-
dículos y altisonantes las mas veces. I.a naturaleza de las ideas posible, interrogación y permisión. Los recorreré por ó r -
que deseamos expresar y la situación en que nos hallamos, son den alfabético, diciendo en cada uno lo mas importante de
las que nos inspiran, no solo los pensamientos, sino las for- saberse.
mas mismas que les convienen ; el arte nos sirve para evitar
los defectos, que acaso pudiéramos cometer, empleándolas Apostrofe.
intempestivamente. Así, en órden á las de esta tercera clase, Consiste en dirigir la palabra, no al auditorio ó al lec-
si los autores de las composiciones literarias hubieran de ex- tor, con quien respectivamente se está hablando, cuando
presar en ellas siempre sus propias pasiones, nada habría que se arenga ó escribe, sino á alguna otra cosa particular, ya
enseñarles en cuanto á las formas que mejor cuadran a sus sea á una persona verdadera, viva ó muerta, ausente ó
pensamientos, porque en este caso la naturaleza que sugiere la presente, ya á los seres invisibles, ya á los abstractos, ya á
idea, sugiere también el modo mas eficaz de comunicarla. Pe- objetos inanimados. Nada mas común en el lenguaje de las
ro como^ellos están por lo general muy tranquilos cuando es- pasiones : los ejemplos ocurren á cada paso; y solo hay que
criben, y solo se revisten artificialmente de los afectos que de- advertir, que cuando el apostrofe es a cosas inanimadas ó á
sean inspirar á sus lectores, es necesario que el arte les sumi- entidades abstractas, hay ademas la personificación, de que
luego se hablará.
i . • D n m a r s a i s ; y lo propio vino á q n e r e r decir De Brellev cuando o y e n d o j a
conversación de nuos payos, e s c l a m ó : « m e avergüenzo, e n verdad, d e haber gaslado Conminación.
, tantos aiios e n el estudio d e la elocuencia, cuando advierto e n estos h o m b r e s u n a
« c i e r t a retórica de genero mucho m a s persuasivo y m a s elocuente q u e e l u e tonas Consiste en amenazar á uno con castigos ó males terri-
i n u e s t r a s retóricas artificiales.» . , 1 „ i „ i ™ w m i
E s o mismo notan y d e eso misino s e a v e r g ü e n z a n igualmente todos ios n o m o r e s q u e , bles, próximos é inevitables, á fin de intimidarle. En los
como HérmosiUa, saben lo que s e d i c e n . Que los m a e s t r o s t e n g a n , p u e s , por necii, agitados razonamientos que sugieren la ira, la memoria de
por escusada, la nota que Salvá puso e n l a página 103, p o r q u e ni e n esta ni t e l pro.ogo
á que nos r e m i t e , hay cosa alguna capaz d e invalidar lo que v a á decir n u e s u o autor alguna injuria, los zelos y otras grandes pasiones, son comu-
sobre las formas propias para expresar las pasiones.
nistre reglas seguras, para que no equivoquen el verdadero
vieron presente algunos de nuestros épicos. Ercilla, en su
tono de las pasiones, sustituyendo á su irresistible elocuencia
Araucana, concluye siempre sus cantos anunciando que por
la vana declamación.
entonces suspende la narración, y que la continuara en el si-
Cómo se e x p h q u e n J j j s J i o i n b r e s agita^s_por_una_pa^gn__
guiente. Bal buen a lo hace aun peor, porque dentro de un
reál, lo püette-observar cualqui e n H ^ t a _eñ la conversación
mismo canto corta frecuentemente el hilo; nos advierte de
ordmdriá^TjmTpefsona vivaménte^^ñmovíc[a7¿a¿/a^ no solo
ello, y nos convida para oir el resto en otra parte. I n o y otro
con cuantos la r o d e a n , sino c o n l o s ausentes,,y~hasta con los
imitaron en esto al Ariosto ; pero esta era precisamente la
objetos IñaTñTT^ exclama ; sustituye á
parte en que no debieron imitarle. Homero y Virgilio, en los
cuales no hay una sola transición formal, y m u c h o menos re- lá" expresión d ? M otrá~marfuerte \ekwgei% invierte ctor-
vocaciones y reyecciones, eran los modelos que debieron p r o - deñ lógíco~de~lm^ideur^^ conservar~el~del intereTácfúaT;
ponerse. expone con viveza y ardor lo que desea; supone vida, mo-
vimiento é inteligencia en todos los seres; interrumpe él
CAPITULO III. discurso, dejando incompleto el sentido de sus frases; afirma
con juramentos, tal vez imposibles, lo que dicen sus pala-
DE LAS FORMAS PROPIAS PARA EXPRESAR LAS PASIONES.
b r a s ; pregunta, aun cuando nadie haya de responder; y si se
queja de sus desgracias, parece que se complacería en que se
Un escritor francés (I) h a dicho con verdad, que en una agravaran, para tener motivos mas fundados de quejarse.
riña de verduleras se pueden aprender las figuras mejor que A estas diferentes maneras de expresar con verdad y viveza los
en las escuelas de retóricos, porque en efecto, estos no han afectos, han dado los retóricos los nombres de apostrofe, con-
inventado las maneras de hablar á que llamamos figuradas; minación, deprecación, exclamación, corrección, hipér-
lo que han hecho, ha sido clasificarlas y ponerlas nombres ri- bole, histerología, optacion, prosopopeya, reticencia, im-
dículos y altisonantes las mas veces. I.a naturaleza de las ideas posible, interrogación y permisión. Los recorreré por o r -
que deseamos expresar y la situación en que nos hallamos, son den alfabético, diciendo en cada uno lo mas importante de
las que nos inspiran, no solo los pensamientos, sino las for- saberse.
mas mismas que les convienen ; el arte nos sirve para evitar
los defectos, que acaso pudiéramos cometer, empleándolas Apostrofe.
intempestivamente. Así, en orden á las de esta tercera clase, Consiste en dirigir la palabra, no al auditorio ó al lec-
si los autores de las composiciones literarias hubieran de ex- tor, con quien respectivamente se está hablando, cuando
presar en ellas siempre sus propias pasiones, nada habría que se arenga ó escribe, sino á alguna otra cosa particular, ya
enseñarles en cuanto á las formas que mejor cuadran a sus sea á una persona verdadera, viva ó muerta, ausente ó
pensamientos, porque en este caso la naturaleza que sugiere la presente, ya á los seres invisibles, ya á los abstractos, ya á
idea, sugiere también el modo mas eficaz de comunicarla. Pe- objetos inanimados. Nada mas común en el lenguaje de las
ro como^ellos están por lo general muy tranquilos cuando es- pasiones : los ejemplos ocurren á cada paso; y solo hay que
criben, y solo se revisten artificialmente de los afectos que de- advertir, que cuando el apostrofe es á cosas inanimadas ó á
sean inspirar á sus lectores, es necesario que el arte les sumi- entidades abstractas, hay ademas la personificación, de que
luego se hablará.
i. • Dnmarsais; y lo propio vino á qnerer decir De Brellev,cuando oyéndote
conversación de nuos payos, esclamó: « me avergüenzo, en verdad, de haber gastado Conminación.
, tantos afios en el estudio de la elocuencia, cuando advierto en estos hombres una
«cierta retórica de genero mucho mas persuasivo y mas elocuente que el ue tonas Consiste en amenazar á uno con castigos ó males terri-
i nuestras retóricas artificiales.» .
Eso mismo notan y de eso mismo se avergüenzan igualmente tonos ios nomoresque, bles, próximos é inevitables, á fin de intimidarle. En los
como HérmosiUa, saben lo que se dicen. Que los maestros tengan, pues, por necii, agitados razonamientos que sugieren la ira, la memoria de
por escusada, la ñola que Salva puso en la página 103, porque ni en esta ni el pro.ogo
á que nos remite, hay cosa alguna capaz de invalidar lo que va á decir nuesuo autor alguna injuria, los zelos y otras grandes pasiones, son comu-
sobre las formas propias para expresar las pasiones.
tes? Vtinarn tibi istam mentem dii immortales donarenti
nísimas estas amenazas, aun cuando no hayan de verificarse. « Pero qué digo? á tí abatirte ningún reves? tú corregirte ja-
Así es tan oportuna y patética la conminación que Virgilio « mas? tú resolverte á huir? pensar tú en un destierro? ¡Ojalá
pone en boca de Dido , enfurecida al ver que Enéas la aban- « que los dioses inmortales te inspirasen esa i d e a ! » Léase
donaba ( E n e i d a , lib. i v . vers. 3 8 1 ) : todo el pasaje, y se verá cuán propio es este lenguaje supuesta
la situación en que se hallaba Cicerón.
I, sequere Italiamventis, pete regna per undas;
Spero equidem mediis, si quid pía numina possunt,
Supplicia hausurum scopulis, et nomine Dido Deprecación.
Scepe vocaturum. Sequar atris iipiibus absens;
Et, cum frígida mors anima seduxerit arlus; Consiste, como el nombre lo d i c e , en sustituir al simple
Omnibus umbra locis adero; dabis improbe panas. razonamien!o las súplicas y los ruegos. El mismo Cicerón
Audiam; el hwc manes veniet mihi fama sub irnos. tiene una bellísima, en la oracion pro Dejotaro. Aunque es-
Vete pues, y camina en seguimiento taba seguro de que sus argumentos desvanecerían la acusa-
De esa Italia e n t r e fieros aquilones; ción intentada contra su cliente, sobre haber querido ase-
Y surcando las ondas, ambicioso sinar á Cesar, cuando este pasó por sus estados y se h o s -
Busca donde r e i n a r . Mas.... sí, lo espero,
Si algo pueden los númenes piadosos, pedó en su palacio; sin e m b a r g o , conociendo que lo que mas
En medio los escollos el castigo le perjudicaba, no era la calumnia que se le habia levantado,
Hallarás d e tu b á r b a r a perfidia, sino el resentimiento que César podia conservar de que hubiese
Y á Dido muchas veces por su nombre
En vano llamaras. Abandonada, seguido el partido de Pompeyo, trata de aplacar su enojo con
Yo te perseguiré, d e humosa tea esta tierna y patética súplica: Hoc nos primum metu, Ccesar,
La mano a r m a d a ; y cuando ya la fria perftdem, et constantiam, et clementiam tuam libera; ne
Muerte arrancado d e los miembros haya residere in le ullam partem iracundia} suspicemur. Per
El ánima infelice; en todas parles
T e n d r á s mi sombra pavorosa al lado, dexteram te istam oro, quam regí Dejotaro hospes hospiti
Y así, perjuro, pagarás lu c r i m e n . porrexisti; islam, inquam, dexteram non tam in bellis,
Yo lo sabré en el Orco, y esla nueva et in prceliis, quam in promissis, et fide firmiorem. « Ante
Consolará mis manes afligidos.
« todo, oh Cesar, líbranos de este temor (te lo pido por tu inal-
« terable lealtad y tu clemencia), y no nos quede ni aun sos-
Corrección.
« pecha de que pueda conservar tu eorazon la mas pequeña
« parte del antiguo resentimiento. Te lo ruego también por
Consiste en corregir lo mismo que se acaba de expresar.
« esa tu diestra, que como huésped alargaste á Deyotaro
Este modo de hablar resulla de que, cuando estamos agitados
« cuando te hospedó en su c a s a ; esa diestra, digo, mas firme
de alguna pasión, la p r i m e r a idea nos parece d é b i l ; y como
« en cumplir lo que una vez prometiste, y en no faltar á la
que la desechamos, para sustituir otra mas fuerte. Tal es la
a palabra dada, que invencible en las guerras y combates. »
situación en que se debe suponer al que habla, para que esta
figura no sea inoportuna, fria y aun ridicula. Exclamación.
Cicerón las tiene bellísimas: sirvan de ejemplo las siguientes
de la primera Catilinaria. I£stá aconsejando á Catilina que Es, por decirlo así, el grito de las pasiones, ó la expresión
renuncie á sus proyectos, pues ve que están descubiertos, que viva de los afectos del eorazon, como el temor, la espe-
vuelva en s í , que m u d e de conducta, que salga de Roma y ranza, la alegría, etc., y es fácil conocerla, porque c o m u n -
suponga, si quiere, que va desterrado, como j a lo andaba di- mente va acompañada de alguna de las interjecciones, como
ciendo, para hacer odioso al mismo Cicerón; pero inmediata- o h ! a h ! ay! etc. Es inútil citar ejemplos : á cada paso se e n -
mente se corrige de este modo enérgico : Quamquam, quid cuentran ; pero no lo es prevenir á los principiantes que lo pa-
loquor ? te ut ulía res frangal ? tu ut unquam te corrigas? tético de un pasaje no consiste en que se le recargue de estu-
tu ut ullam fugam medilere? ut ullum tu exilium cogi-
diadas exclamaciones. Si no lo es por e f o n d o de lo pen a - atque consistunt. Esta exageración es aqui o p s r t u n s , - 1 p o r -
mientos inútil será que el autor se esfuerze a sup ir la taita que haciendo el elogio de la poesía, es muy natural tomar su
de fuego' con muchos ay.'ay me! mísero! triste! infeliz! lenguaje, y 2.° porque es una alusión á lo que la fábula cuenta
malhadado! y otras vanas halaracas, con que d e Orfeo'y de Amfion, á saber, que con su lira hacia este andar
tores quieren hacer creer, que están ardiendo en v vas llamas las piedras, y amansaba aquel las fieras: hechos fabulosos que
cuando su corazon está helado, ó lo que dicen, es una grandí- en poesía se suponen verdaderos.
sima frialdad. Sin embargo, a u n e n poesía tienen las hipérboles ciertos
Hipérbole. límites que no es permitido traspasar; pero que algunos poetas,
llevados de su ardiente imaginación, traspasan con frecuencia.
Consiste en atribuir á algún ^ ^ ^ Z t f l f r Z l Así Ulloa en su Raquel, hablando del valimiento y gran poder
en rigor le corresponde, pero no en tan alto O^do como de esta h e b r e a , d i c e :
supone el que habla. Esta es u n a especie de ilusión producida
Poco piensa d e sí, cuando consiente
po? las pasiones, y que solo puede pasar, ™ d o suponemos Humilde adoracion d e los mortales,
al interlocutor en el delirio q u e ellas inspiran. Asi, l a regla Si no pasa con ánimo insolente
para juzgar de la oportunidad d e las hipérboles es a de Q u m - A gobernar los astros celestiales.
Si la cansan las noches, obediente,
t i l i a n o , á saber, qu'e aunque lo que se diga ^ a i n — l De Neptuno á los líquidos umbrales,
para el que lo oye, no lo sea para el que toAee.Por tan o O se detiene el sol, ó lo parece;
aunque son permitidas en pasajes tranquilos como en l a , Si la cansan los dias, no amanece.
descripciones, es menester que', aun entonces e l o b j to de que
se h a b l a , sea en sí mismo nuevo, grande, P O » s o de rn - Esto no es engrandecer un objeto abultando moderadamente
nera que la admiración que excite, pueda bacer en la nnag su t a m a ñ o , que es lo permitido en las hipérboles; es hacerle
nación el mismo efecto que u n a pasión njuy violenta E a monstruoso, diforme y extravagante.
figura es g r a n d i o s a ; pero necesita ser empleada con mucho Otros muchos ejemplos pudiera citar, tomados de nuestros
S a d o , porque s i n o es muy n a t u r a l , degenera en conocida poetas de segundo o r d e n , porque en sus composiciones se
hallarán no pocas hipérboles gigantescas, ó mas bien colosales,
como si todos ellos se hubieran desaüado, para ver cual sabia
^ t o o n ' t i e n e alguna que o t r a , que sale ya de los límites desatinar mas en este p u n t o ; pero los omitiré por evitar pro-
prescritos por la razón y el buen gusto. Por e j e m p l o , en a lijidad, y solo daré dos de Lope en su Circe. Hablando del
oración v. contra Venes, d i c e , que s¿ hablara dé las cruel- caballo de Troya dice Eurícolo (canto \ . ) .
dades de este pretor, no ya delante de hombres sino de las
bestias; y lo que es mas, en algún desierto delante de las Castigo f u é también en p a r t e alguna
De haber entrado los troyanos muios
rocas y las piedras; hasta estos seres mudos e inanimados Con invención tan alta, q u e la luna
se conmoverían al oirías. Esta es u n a hipérbole q u e , intro- Temió su sombra en sus cristales puros.
ducida con cierta p r e c a u c i ó n , pudiera p a s a r e n poesía; pero
no en una oracion judicial, p u e s si en estas es permitido exa- y en el canto n dice también Ulíses, hablando del peñasco que
gerar algo los crímenes del acusado, nunca tanto que el p e n - Polifemo tiró contra su n a v e :
samiento resulte f a l s o , como aquí sucede. Para que se vea y tan feroz le arroja
cuánto cuidado es necesario tener con lo que permite o no ei Que la cara del sol retira y moja.
género d é l a composicion, observemos que la misma hiperboie
De este jaez son casi todas las suyas, y las de sus émulos y s e -
es buena en aquel pasaje d e la oracion pro Archia en que
dice que no solo las fieras, sino hasta las soledades y las penas cuaces. . ,
son sensibles á la a r m o n í a del c a n t o : Saxa et soliludmes Téngase presente que no deben confundirse.con las hipér-
voci respondent; bestice sa>pe immanes cantu jlectuntur, boles sugeridas por la pasión, las estudiadas y reflexivas exa-
geraciones, ya en m a s , va en m e n o s , empleadas por los ora- enim ne scelerate dicam in te, quod pro Milone dicam pie)
dores en los tribunales, cuando para acriminar ó disculpar las utinam P. Clodius non modo viveret, sed eliam pmtor,
acciones, llaman crimen atroz á lo que tal vez es un delito cónsul, dictator essetpolius, quam lioc spectaculum vide-
ordinario, ó flaqueza y debilidad á horribles atentados, hijos rem. «Ojalá hiciesen los d i o s e s (perdona, oh patria, pues temo
de la mas relinada malicia. Estas exageraciones y excusas p u e - (i no sea un crimen contra tí proferir lo que en favor de Milon
den ser tolerables en semejantes discursos, porque los jueces « me inspira mi cariño) ojalá Publio Clodio , no solo viviese,
reducirán las cosas á su verdadero valor; pero fuera de este « sinotque fuera también pretor, cónsul, dictador, y que no
caso es menester no decir nunca mas ni menos de lo que exige « viesen mis ojos un espectáculo tan triste.» Nótese el bellí-
la rigurosa verdad. Sin embargo, no se crea que se alta a eüa simo apostrofe á la p a t r i a , y una especie de finísima c o r r e c -
en esas hipérboles ó exageraciones que podemos llamar de ción en las palabras contenidas en el paréntesis; y nótese t a m -
convenio, admitidas y usadas hasta en la conversación, verbi bién la bien observada gradación de p r e t o r , cónsul, dictador.
gracia, mas lijero que el viento, mas pesado que el plomo, Adviértase que cuando se manifiesta deseo de que á otro le
hace un siglo que estoy esperando, y otras infinitas que a suceda algún mal, la optacion tiene en términos del arte el
fuerza de repetirse, han llegado á ser unas como formulas r e - nombre de imprecación; y cuando nos le deseamos a n o s -
cibidas, en las cuales todo el m u n d o , cuando las oye, hace la otros mismos, el de execración. Ejemplos : en la oración pro
rebaja conveniente para que la idea quede exacta. Dejotaro, indignado Cicerón de que un esclavo de aquel
buen rey se hubiese presentado como uno de sus acusadores,
Histerología. prorumpe en esta imprecación : Dii te perdant, jugitive.
« Los dioses te c o n f u n d a n , vil esclavo. » Cervántes pone en
Consiste, como lo indica su nombre (que literalmente signi- boca de Sancho una graciosa execración, cuando D. Quijote
fica locucion prepóstera) en decir primero lo que según el le dice que el mal que le habia causado el bálsamo de F i e r a -
orden lógico de las ideas, y siguiendo el de tiempo, debería brás, le venia de no ser armado caballero: Si eso sabia vuesa
decirse lo último; como cuando Virgilio dice: Moriamur, et merced, replicó Sancho, ¡ mal haya yo y toda mi paren-
in media arma ruamus, «Muramos y arrojémonos en medio tela! ¿para qué consintió que le bebiese?
de las armas enemigas. » Este desorden en las ideas es efecto
de u n a pasión vehemente, que absorbiendo toda nuestra aten- Permisión.
ción , no nos permite cuidar del orden lógico de los pensa-
Consiste en dar á otro licencia para que nos haga males
mientos ; y así solo es permitido en aquel que habla agitado
mayores que los que ya se nos han hecho y de que nos esta-
de alguna gran pasión. Tal se supone á Enéas, en el momento
mos quejando, convidándole á ello con cierto despecho
en que Virgilio pone en su boca las palabras citadas. Fuera de
amargo. Ya se ve que este es el lenguaje de la i r a . de la rabia
semejantes casos este trastorno de las ideas seria un defecto.
y de la desesperación, y que solo puede emplearse en el acceso
de estas pasiones. '
Optación.
El pastor Aristeo en Virgilio [Geórgicas, libro i v . , verso 321)
Consiste en manifestar vivos deseos de alguna cosa, y dirige á su madre Cirene un discurso, cuyos cuatro últimos
ella misma está diciendo que es efecto de las pasiones. Tal es versos contienen un buen ejemplo de esta figura. Se queja de
la ya citada de Cicerón: / Ojalá los dioses inmortales te inspi- que habiéndosele muerto sus abejas de h a m b r e y enfermedad ,
rasen esa idea ! y tal es otra llena de ternura en la oración su madre Cirene (siendo ella diosa, y habiéndole tenido á él de
pro Milone. Hablando del dolor que le causaba ver á Milon Apolo) le abandone en semejante cuita; y despues de otras p a -
acusado como reo de pena capital; Milon, á quien él. debia téticas exclamaciones con que la echa en cara su indiferencia,
tantas obligaciones; Milon , que sin el suceso casual de la dice q u e , si no está c o n t e n t a , destruya también sus árboles,
muerte de Clodio iba á ser electo cónsul etc., dice: Utinam mieses, vinas y ganados; la convida á e l l o , y como que se lo
dii immortales fecissent {pace luá, patria, dixerim; metuo permite, en estos términos:
Ouin aqe, et ipsa manum felices erue silva. «sulado. » Scio quam tímida sit ambitio, quantaque, et
Fer stabulis inimicum ignem, atañe tnterfice messes, quam sollicita cupiditas consulatus.
Ure sata, et validam in vites molire bipennem, Las prosopopeyas de segundo grado, es decir, aquellas en
Tanta mece si te ceperunt tatdia laváis.
que introducimos seres inanimados obrando como si tuvieran
Si n o estás satisfecha, por tu m a n o vida, son ya mas fuertes, y no pueden emplearse, sino en
Arranca m i s lozanas arboledas,
Cual enemigo incendia mis establos, composiciones que exijan cierto grado de elevación, parti-
La mies destruye, los sembrados q u e m a , cularmente si son de prosa. La poesía las admite aun en ge-
Y el hacha de dos filos poderosa neres fáciles y de no elevado tono, como en las epístolas y dis-
Contra la tierna vid esgrime airada, cursos. Así es oportuna y bellísima esta de Rioja:
Si te es tan enojoso e l n o n o r mío.

Esto alude á que los árcades le veneraban como á una deidad, La codicia, en las manos de la suerte,
Se arroja al mar, la ira á las espadas,
porque les babia enseñado el arte de la agricultura. Y la ambición se rie de la muerte.
Prosopopeya ó personificación. Aquí están personificadas la codicia, la suerte, la ira y la
ambición, seres abstractos; pero el poeta, no contento con
Consiste en atribuir cualidades propias dé los seres ani- darles simples epítetos propios de los objetos animados, los
mados y corpóreos [particularmente de lo* hombres) a ÍM pone en acción, con tal oportunidad y valentía, que Horacio
inanimados, ü los incorporeos y a los «bjtractos. VejM mismo, si volviese al mundo y escribiese en castellano, podría
definición resulta que son cuatro los grados de la prosopopeya. honrarse con este terceto, en que todo es poético, todo perfecto,
V cuando simplemente se dan á objetos inanimados o incor- todo del mejor gusto.
póreos epítetos que solo convienen á los animados y corpóreos. En prosa es también valentísima una de Cicerón en la citada
2 o cuando se introducen los inanimados, obrando como si t u - oracion pro Milone. Habiendo probado que las leyes romanas
vieran vida: 3 o cuando se les dirige la p a l a b r a como si pudiesen permitían alguna vez matar á un h o m b r e , como al ladrón noc-
entender lo que les decimos; y 4 o cuando los introducimos Ha- turno, y aun al de dia si iba a r m a d o , y en otros varios casos,
blando ellos mismos. . ^„rrpn concluye así su razonamiento: Quis est igitur qui, quoquo
Ejemplos de personificaciones de la p r i m e r a clase ocurren modo quis interfectus sit, puniendum putet, curn videat
hasta en la conversación ordinaria, c u a n d o damos a las cuali- aliquando gladium nobis ad occidendum hominem ab ipsis
dades en abstracto epítetos, que en rigor s o l o convienen ai porrigi leqibus? « ¿Quién habrá pues que juzgue que si un
sugeto en que se hallan : como si decimos que la ignorancia « hombre ha sido muerto, de cualquier modo que sea, se ha de
es atrevida, que la avaricia es insaciable, y otras e x p r e - « castigar necesariamente al matador, cuando está viendo que
siones semejantes; en las cuales hay a d e m a s , como luego ve- « alguna vez las mismas leyes nos ponen la espada en la mano
remos, traslación de significado. Estas lijeras personificaciones « para cometer una muerte? »
suponen tan poca agitación en el que h a b l a , que pueden Mi- Las de tercer grado suponen ya tan acalorada la imaginación
trar sin violencia en la composición minos elevada, con del que habla y tan conmovido su ánimo, que jamas pueden
tal que no se vea que han sido buscadas con demasiado es- tolerarse en prosa, á no ser en pasajes muy patéticos de
tudio. Cicerón tiene entre otras una m u y n a t u r a l , en la oración composiciones oratorias. Tal es una que Cicerón aventuró en
pro Milone. Demostrando lo absurdo d e que Milon hubiese la misma oracion. Hablando del paraje en que se verificó la
intentado asesinar á Clodio en un tiempo en q u e , estando ya muerte de Clodio, apostrofa á los collados y bosques de Alba,
casi seguro de ser nombrado cónsul, n o era posible que ei cuya santidad habia violado aquel en cierto m o d o , levantando
mismo quisiese perder, cometiendo un c r i m e n , el fruto de todo inmensos y lujosos edificios en terrenos que la religiosidad de
lo que había trabajado para ganarse el afecto del pueblo; dice los siglos anteriores habia respetado. Vos, ó Albani tuntuli
« yo mismo sé por experiencia cuan tímida es la ambición, y atgue lucí, vos imploro et obtestor, etc. « A vosotros invoco,
« cuán llena está de sustos y zozobras l a pretensión del con-
• -

« collados y bosques de Alba, á vosotros os pongo por testi- paseado contento y alegre; y luego se ve obligado á sepa-
« gos, etc. » Véase todo el pasaje en el original. Alguna otra rarse de ellos, especialmente si sabe (ó teme) que no ha de
tene en la misma oracion, aunque ménos fuerte, como el apos- volver á verlos; apenas puede dejar de tener el mismo sen-
trofe á la patria que ya hemos visto ; pero están en pasajes ve- timiento que si dejara unos amigos antiguos. También era
hementes y patéticos, lin poesía son mas frecuentes estas muy natural entre los gentiles, aunque por otrá'razon, que el
apostrofes á objetos inanimados ; mas siempre se requiere que que llegaba nuevamente á un pais, saludase con respeto á las
sean dictadas por alguna gran pasión, señaladamente la del fuentes, rios, valles y árboles que se ofrecían á su vista. Todos
dolor y de la tristeza. Cuando nuestro ánimo está vivamente estos objetos eran para ellos sagrados, porque estaban bajo la
conmovido por afectos tiernos, melancólicos recuerdos é i m - protección especial de algún genio, ninfa ó deidad; y así salu-
presiones dolorosas, hablar entonces con las cosas que tienen darles era lo mismo que adorar á los númenes sus protectores
relación con las que fueron otro tiempo objeto de nuestro ca- ó guardianes.
riño y de nuestra t e r n u r a , es hablar el lenguaje de la n a t u r a - Las de la cuarta clase son mas atrevidas aun, y así en prosa
leza. Así no puede darse una cosa mas tierna, y mas propia de solo vienen bien en arengas públicas de mucho aparato, y
la situación, que la apostrofe de Dido á la espada y demás ob- sobre asuntos muy importantes. Tales son los dos razonamien-
jetos que habían sido de Enéas : , tos que Cicerón pone en boca de la patria en la primera Cali-
linaria, uno dirigido á Catilina y otro al mismo Cicerón. El
. Dulces exuviœ, dum fata deusque sinebant, primero es muy natural; el segundo no lo es tanto, porque en
Accipite hanc animam, meque his exsolvite curis. él se descubre un poco el artificio retórico. En las composicio-
O dulces prendas, mientras que los hados nes poéticas muy elevadas, como las odas heroicas, pueden
Y dios lo permitieron; esta vida, introducirse con frecuencia.
Recibid, y acabád con mi tormento. Para emplear con oportunidad la personiGcacion, téngase
presente lo ya indicado : á saber, que debiendo ser dictada p o r
También es muv natural en Milton la apostrofe con que Eva se
alguna pasión, jamas se introduzca en pasages enteramente
despide del Paraíso al tiempo de dejarle, y en Sófocles la de
tranquilos, sino en aquellos en que la persona que habla, se
Filoctétes á los puertos, promontorios y penas de Leamos,
supone mas ó ménos conmovida, según sea la personificación
cuando va á salir de esta isla : véanse en la obra de Blair. Se
que se quiere poner en su boca. Para las de primer grado bas-
mojantes despedidas, que á primera vista pudieran .mrars
ta una lijera agitación en el ánimo, ó cierta exaltación en la fan-
como violentas, afectadas é hijas del estudio del escritor, pa e
tasía, producidas ambas por lo interesante del asunto. Para las
cen sin embargo inspiradas por la misma naturaleza si se m
segundas se requiere ya una pasión mas fuerte, pero no tan
troducen con oportunidad. Porque no solo en los poetas, sin
vehemente ni profunda como en las de tercer orden. Las del
en la vida real se ven personas que, estando para morir s
cuarto suponen un grande entusiasmo, que arrebate y enajene
despiden patéticamente del sol, de la luz y de o s o t r o s o b ^ t o
la imaginación del orador ó del poeta. Si las prosopopeyas no
insensibles que las rodean. Así parece tan natural y tan sen
se emplean con esta oportunidad, serán á los ojos de un l e c -
cilla aquella apostrofe de Fedra en Ráeme :
tor juicioso pura y vana declamación.
Soleil ! je te viens voir pour la dernière fots. Ademas es menester también tener presente que, aun sien-
do la situación favorable para usar de personificaciones, no se
A verte vengo, ó sol, la vez postrera.
pueden personificaren escritos serios cosas inanimadas que n o
• Fsto se funda, como observa muy bien el indicado Blair en tengan en sí cierta dignidad, sobre todo si se las dirige la pa-
nue i Z mucho tiempo ha estado uno acostumbiado labra. Una persona, afligida por la m u e r t e de un padre ó de
Urta clasede objetos, los cuales han hecho en su magm un amigo, puede muy bien hablar con su cadáver, como si este
cionuna irñpres io n fu eri e, como à la casa en que lia vivid fuera capaz de escucharle, porque el dolor que le causa su pér-
f Z Z c h o años, a los campos 6 bosques por donde se ha dida, produce en cierto modo y autoriza esta especie de ilu-
— m -

sion; pero hablar con la mortaja, es, como dice Blair, una
frialdad que ne puede nacer del corazón. estas señaladas palabras : Sed stomachari desinamus. « Pero
a este nuestro Magno... Mas dejemos esto, bueno solo para in-
También es conveniente no prolongar demasiado las apos-
« comodarse uno. » La expresión latina stomachari es mas
trofes á objetos inanimados. La pasión inspira ciertamente al-
enérgica; pero literalmente traducida, es baja. El Quos ego...
guna vez un deseo casi irresistible de hablar con ellos, y decir-
sed motos prcestat componere fluctus, e n el d i s c u r s o d e N e p -
les algunas tiernas y cortas expresiones de dolor ó de cariño;
t u n o á los vientos ( lib. I de la Eneida) es otra reticencia o p o r -
pero entrar con ellos en una larga conversación, ni la n a t u r a -
t u n a y enérgica.
leza lo sugiere, ni el gusto lo aprueba.
Concluiré lo perteneciente á las personificaciones añadien- Imposible ó adi'naton.
do, para que se entiendan los términos técnicos, que cuando
se introduce hablando una persona verdadera, pero ya muer- Es u n a especie de juramento, y consiste en asegurar que
ta, llaman á esto algunos idolopeya, como si dijéramos, per- primero se trastornarán las leyes de la naturaleza en el
sonificación de la sombra ó imagen de alguno; y que suele orden físico ó moral, que se verifique ó deje de verificarse
referirse también á la prosopopeya el artificio, con que los o r a - un suceso.
dores ponen algún razonamiento en boca de una persona verda- Así dice Virgilio en su primera Égloga por boca de Títiro
dera y viva : Así lo hace Cicerón, pro Roscio Amerino, supo- #
Ante leves ergo pascentur in wthere cervi,
niendo que el reo apostrofa con vehemencia á los acusadores, Et freta destituent nudos in littore pisces ;
y les dice : Patrem meum, cum proscriptas non esset, ju- Ante, pererralis amborum finibus, exul,
gulastis; occissum, in proscriptorum numerum retulistis; Aut Ararím Parthus bibet, aut Germania Tigrim ;
Quam nostro illius labatur pectore vultus.
me domo mea pervim expulistis; patrimonium meumpos-
sidetis: quid vultis amplius ? « A mi padre, sin que hubiese Primero pacerán lijeros gamos
« sido proscripto, le degollasteis, y despues de muerto le p u - En la etérea región, y á las orillas
Sus peces dejara la mar en seco ;
<1 sisteis en la lista de proscripción; á mí me habéis arrojado Primero, abandonando sus confines,
« violentamente de mi casa, y poseéis mi patrimonio; ¿ q u é Del Sona beberá prófugo el Parto,
« mas queréis?» Sin embargo, téngase entendido que, cuando Y el Germano del Tigris; que del pecho
Mio se borre su celeste imagen.
solo se refiere un razonamiento fingido de persona verdadera
y viva, no hay en rigor prosopopeya; hay la otra forma que El Taso imitó, variando oportunamente los ejemplos, este p a -
los retóricos llaman dialogismo, de que luego se hablará. saje de Virgilio, diciendo p o r boca de Silvia :
Quando io dirò, pentita, sospirando,
Reticencia. Queste parole ch'or tu fingi ed orni
Come à te piace, torneranno i fiumi
Consiste en dejar incompleta una jrase ya comenzada, Alle lor fonli, è i lupi fuggiranno
Dagli agni, ¿7 veltro le timide lepri;
sin acabar de enunciar el pensamiento. Esta repentina in- Amerà l'orso il mare, è'I del fin l'alpi.
terrupción del discurso no puede parecer n a t u r a l , sino en un {Aminta, acto I, escena i.)
acceso violento de ira, de espanto ó de otra pasión, y por tanto
no debe emplearse sino en semejantes situaciones. Así Cicerón, Pasaje, que como todo el resto de esta pastoral, tradujo nues-
hablando (en una carta) de los proyectos ambiciosos de César, tro Jáuregui en verso suelto con toda la fidelidad y exactitud
de la destreza y actividad con que se preparaba á ponerlos en que va á verse, diciendo :
ejecución, de la indolente seguridad de Pompevo, de su necia Cuando yo, arrepentida y suspirando,
presunción, y de la lentitud de sus preparativos, y empezando Esas palabras diga
á hacer el paralelo entre la conducta de ambos por esta frase, Que tú finges y adornas á tu gusto,
At noster hic Magnus, interrumpe indignado su discurso con Hácia sus fuentes volverán los rios;
Huirá el hambriento lobo del cordero,
bierno del Estado tú has sostenido siempre los intereses de
El galgo de la liebre; amará el oso los enemigos, yo los de la patria. Se debe suponer que en el
El mar profundo y el delfín los Alpes. original, cuya enérgica concision es imposible conservar, tiene
Aquí el original está traducido casi palabra por palabra, y sin mucha mas gracia este pasaje.
embargo queda muy bien en castellano. No hay mas que las
lijeras alteraciones de haber suprimido el epíteto de tímidas CAPITULO IV.
que el Taso da á las liebres, y haber dado el traductor los de,
D E LAS FORMAS QUE S I R V E N P A R A P R E S E N T A R LOS P E N S A M I E N T O S
•profundo al mar, y hambriento al lobo; buenos epítetos para
CON CIERTO D I S F R A Z 6 DISIMULO , CUANDO ASÍ CONVENGA.
el fin que se propone el poeta.
Interrogación. En las composiciones literarias, y hasta en la conversación
familiar, es necesario á veces hablar de objetos, ó torpes, ó
Consiste en hablar preguntando, no para que realmente asquerosos, ó ignobles en sí mismos, y de ideas que, si bien
nos respondan, sino para dar mas fuerza á lo que decimos. nada tienen de indecentes, no conviene por ciertos respetos
Si á la pregunta añadimos nosotros la respuesta, se llama sub- que se enuncien directamente. En ambos casos, léjos de que
yeccion. _ . debamos comunicar abierta y francamente los pensamientos,
De simples interrogaciones no es necesario citar ejemplos . se hace preciso presentarlos con cierto disfraz y de una mane-
á cada paso se hallan en todo género de escritos. De subvec- ra oblicua, que no dejando duda sobre su verdadera inteligen-
cion puede serlo entre otros aquel pasaje de Cicerón, pro cia, no muestre sin embargo los objetos en toda su deformi-
Lege maniliá, en que respondiendo al argumento, con que dad, ó de un modo desagradable á los oyentes ó lectores. Hay
Catulo habia combatido la ley propuesta, á saber, que no con- también ocasiones en que al escritor le conviene llamar la
venia hacer novedades contra los antiguos usos; enumera por atención hacia alguna cosa de que entonces no t r a t a ; pero que
preguntas y respuestas todas las novedades que ya se babian tiene con su asunto cierta conexion que importa recordar ó
hecho en otras ocasiones, y en favor del mismo Pompeyo. hacer sentir como de paso. La naturaleza sugiere en todos es-
Quid enim tam novum, dice, quam adolescentulum, pri- tos casos ciertos rodeos é inocentes artificios para insinuar lo
vatum, exercitum difficili reipublicie tempore conficere? que no queremos decir abiertamente; y el hombre mas ilitera-
Confecit, etc. «Qué mayor novedad que la de que un joven, y to los está empleando toda su vida sin saber qué son figuras de
« entonces simple particular, levantase un ejército por su retórica, así como el villano caballero de Moliere, hablaba
« cuenta y en tiempos tan difíciles? — Pompeyo le levan- prosa sin saberlo. Porque como ya he observado, las varias
« tó etc. » maneras que hay de presentar los pensamientos, maneras á
Debe advertirse que algunos dan el nombre de subyeccion a las cuales se ha dado el nombre de formas ó figuras, por
una serie de pensamientos, en la cual cada uno de estos va cierta analogía que tienen con lo que se llama forma ó figura
acompañado de otro correlativo que le sirve de ilustración ó de los cuerpos, no son invención de los retóricos : son modifi-
de causal, ó contrasta con él bajo cualquier respeto que sea. caciones del pensamiento, que resultan de su naturaleza, ó de
Como esta forma es la que se emplea en los paralelos, citaré, la situación moral y la intencion-del que habla. Así en el caso
porque es muy bello, el que Demóstenes hizo entre su vida presente los retóricos no han inventado las maneras oblicuas
pública y la de Esquines, en la famosa oracion pro Corona. de comunicar los pensamientos; lo que han hecho, ha sido
Dice a s í : Fuiste maestro de niños, yo concurría á la escue- buscar nombres lécnicos con que distinguirlas unas de otras, y
la: fuiste ministro subalterno en las iniciaciones, yo era hacer despues algunas observaciones sobre el modo de em-
iniciado : fuiste danzante, yo costeaba las danzas: fuiste plearlas. Estas observaciones pues son las que indicaré breve-
amanuense del secretario en las juntas públicas, yo era el mente bajo los títulos en que se hallan distribuidas; pues aun-
orador que hablaba al pueblo : fuiste tercer galan, yo era que algunos de ellos no están muy bien escogidos, se hallan
espectador: hiciste mal tu papel, yo le silbaba: en el go- 8..
bierno del Estado tú has sostenido siempre los intereses de
El galgo de la liebre; amará el oso los enemigos, yo los de la patria. Se debe suponer que en el
El mar profundo y el delfín los Alpes. original, cuya enérgica concision es imposible conservar, tiene
Aquí el original está traducido casi palabra por palabra, y sin mucha mas gracia este pasaje.
embargo queda muy bien en castellano. No hay mas que las
lijeras alteraciones de haber suprimido el epíteto de tímidas CAPITULO IV.
que el Taso da á las liebres, y haber dado el traductor los de,
D E LAS FORMAS QUE S I R V E N P A R A P R E S E N T A R TOS P E N S A M I E N T O S
•profundo al mar, y hambriento al lobo; buenos epítetos para
CON CIERTO D I S F R A Z 6 D I S I M U L O , CCAXOO ASÍ CONVENGA.
el ün que se propone el poeta.
Interrogación. En las composiciones literarias, y hasta en la conversación
familiar, es necesario á veces hablar de objetos, ó torpes, ó
Consiste en hablar preguntando, no para que realmente asquerosos, ó ignobles en sí mismos, y de ideas que, si bien
nos respondan, sino para dar mas fuerza á lo que decimos. nada tienen de indecentes, no conviene por ciertos respetos
Si á la pregunta añadimos nosotros la respuesta, se llama sub- que se enuncien directamente. En ambos casos, léjos de que
yeccion. _ . debamos comunicar abierta y francamente los pensamientos,
De simples interrogaciones no es necesario citar ejemplos . se hace preciso presentarlos con cierto disfraz y de una mane-
á cada paso se hallan en todo género de escritos. De subvec- ra oblicua, que no dejando duda sobre su verdadera inteligen-
cion puede serlo entre otros aquel pasaje de Cicerón, pro cia, no muestre sin embargo los objetos en toda su deformi-
Lege maniliá, en que respondiendo al argumento, con que dad, ó de un modo desagradable á los oyentes ó lectores. Hay
Catulo habia combatido la ley propuesta, á saber, que no con- también ocasiones en que al escritor le conviene llamar la
venia hacer novedades contra los antiguos usos; enumera por atención hacia alguna cosa de que entonces no t r a t a ; pero que
preguntas y respuestas todas las novedades que ya se babian tiene con su asunto cierta conexion que importa recordar ó
hecho en otras ocasiones, y en favor del mismo Pompeyo. hacer sentir como de paso. La naturaleza sugiere en todos es-
Quid enim tam novum, dice, quam adolescentulum, pri- tos casos ciertos rodeos é inocentes artificios para insinuar lo
vatum, exercitum difficili reipublicce tempore conficere? que no queremos decir abiertamente; y el hombre mas ilitera-
Confecit, etc. «Qué mayor novedad que la de que un joven, y to los está empleando toda su vida sin saber qué son figuras de
« entonces simple particular, levantase un ejército por su retórica, así como el villano caballero de Moliere, hablaba
« cuenta y en tiempos tan difíciles? — Pompeyo le levan- prosa sin saberlo. Porque como ya he observado, las varias
« tó etc. » maneras que bay de presentar los pensamientos, maneras á
Debe advertirse que algunos dan el nombre de subyeccion a las cuides se ha dado el nombre de formas ó figuras, por
una serie de pensamientos, en la cual cada uno de estos va cierta analogía que tienen con lo que se llama forma ó figura
acompañado de otro correlativo que le sirve de ilustración ó de los cuerpos, no son invención de los retóricos : son modifi-
de causal, ó contrasta con él bajo cualquier respeto que sea. caciones del pensamiento, que resultan de su naturaleza, ó de
Como esta forma es la que se emplea en los paralelos, citaré, la situación moral y la intencion-del que habla. Así en el caso
porque es muy bello, el que Demóstenes hizo entre su vida presente los retóricos no han inventado las maneras oblicuas
pública y la de Esquines, en la famosa oracion pro Corona. de comunicar los pensamientos; lo que han hecho, lia sido
Dice a s í : Fuiste maestro de niños, yo concurría á la escue- buscar nombres técnicos con que distinguirlas unas de otras, y
la: fuiste ministro subalterno en las iniciaciones, yo era hacer despues algunas observaciones sobre el modo de em-
iniciado : fuiste danzante, yo costeaba las danzas: fuiste plearlas. Estas observaciones pues son las que indicaré breve-
amanuense del secretario en las juntas públicas, yo era el mente bajo los títulos en que se hallan distribuidas; pues aun-
orador que hablaba al pueblo : fuiste tercer galan, yo era que algunos de ellos no están muy bien escogidos, se hallan
espectador: hiciste mal tu papel, yo le silbaba: en el go-
en los autores, y es menester saber lo que significan. No daré
sin embargo la lista de todos los que se leen en los tratados Vendrá la temerosa
escolásticos : hablaré de aquellos solamente que designan cier- Noche, de nieblas y de vientos llena
tas maneras linas é ingeniosas de enunciar indirectamente los Marchitará la rosa
Purpúrea, y la azucena
pensamientos. Nevada mustia tornará de amena.
Estas son llamadas Alegoría, Alusión, Dialogismo, Dubi-
Aquí hay varias alegorías; pero no todas buenas. La contenida
tación, Extenuación, Parresia, Perífrasis, Pretermisión
é Ironía. en la segunda estrofa, que en suma significa antes que seas
vieja, es enteramente de mal gusto : \ p o r q u e llamar á una
Alegoría. r u b i a cabellera dorada cumbre de relucientes llamas de oro,
es impropio é h i n c h a d o ; y 2." porque lo de que cuando ya
De esta volveré á hablar, cuando trate de las expresiones de esté húmeda y argentada, esto es, cana, quedará inútil te-
sentido figurado; pero aunque pertenece á estas, en cuanto se soro consagrado al errante y Jijo coro (el de las estrellas), es
toman las palabras en una acepción secundaria, es al mismo una estudiadísima y oscurísima alusión á la cabellera de Bere-
tiempo una de las maneras de presentar los pensamientos con nice trasformada en constelación : alusión que pocos de los
cierto disfraz, y por consiguiente una de las formas que con lectores entenderán. La de la última estrofa, la cual quiere d e -
esta mira podemos dar al discurso. La oda x i v del libro i . de cir, vendrá la vejez, y marchitará la flor de tu belleza, es
Horacio O navis etc. es una bellísima alegoría en la cual, bajo bastante clara y natural, y está bien sostenida.
la imagen de un bajel, hace ver el poeta á los romanos los
males que les amenazaban, si Augusto dejaba el gobierno. Alusión.
Nuestro Francisco de la Torre tiene una bastante buena imita- Consiste en llamar la atención hácia alguna cosa que en-
ción de ella en la suya que empieza : Tirsis! ah Tirsis! y tonces no se nombra, lo cual se consigue empleando cierta
merece ser leida; pues aunque no llega á la perfección del expresión que indirectamente, y en virtud de la conexion
modelo, n o es de lo peor que hay en nuestro Parnaso. No tras- de las ideas, excite aquella que se quiere recordar. Así cuan-
lado aquí ni una ni otra, porque son demasiado largas; y para do Cervántes dice que D. Quijote, hallándose ya al anochecer
ejemplo citaré otras mas cortas del mismo la Torre, lín la oda cansado y muerto de hambre, y mirando á todas partes por
que empieza, Mira, Filis, exhortando á esta á que goze de la ver si descubría algún castillo ó alguna majada de pastores
vida miéntras es joven, funda sus consejos en varios símiles, adonde recogerse y donde pudiese remediar su mucha necesi-
y concluye a s í : dad, vio no lejos del camino una venta, que fué como si viera
una estrella que á los portales, si no á los alcázares de su
Agora que el oriente redención le encaminaba; alude manifiestamente á la estrella
De tu belleza reverbera, agora de los tres Magos. Cuando F r . Luis de Leon en la oda x i u . ,
Que el rayo trasparente
De la rosada aurora hablando de lo peligroso que es mirar y escuchar á una mujer
Abre tus ojos y lu frente dora; hermosa, dice así :

Antes que la dorada Si á ti se presentare,


Cumbre de relucientes llamas de oro, Los ojos, sabio, cierra; firme alapa
Húmeda y argentada, La oreja, si llamare;
Quede inútil tesoro, Si prendiere la capa,
Consagrado al errante y fijo coro: Huye; que solo aquel que huye, escapa:
i
en el siprendiere la capa, alude visiblemente á la historia
Que apenas se restaura del casto Josef. Nótese de paso qué mal efecto hace el j u g u e -
lil contento pasado, tillo de voces capa, escapa, traído por el consonante.
Como el dia de ayer y el no gozado.
Las alusiones pueden hacerse á algún pasaje de la historia
ó de la fábula, á hechos, usos, costumbres y dichos de los enamorarse, y se decia á sí mismo : Si yo por malos de mis
particulares, á sus nombres propios, y á una palabra, c u a l - pecados, ó por mi buena suerte, me encuentro por ahí
quiera que sea. Seria tan prolijo como inútil traer ejemplos con algún gigante, como de ordinario les acontece á los
de todas estas especies de alusiones; las ya citadas, que son caballeros andantes; y le derribo de un encuentro, ó le
relativas á hechos históricos, bastan para que se vea en qué parto porcia mitad del cuerpo, ó finalmente le venzo o le
consiste esta forma. Solo debo prevenir, que en obras de es- rindo; ¿no será bien tener á quien enviarle presentado, y
tilo grave y elevado deben referirse á objetos nobles; que que entre, y se hinque de rodillas anle mi dulce señora, y
las que se refieren á nombres propios, y en general á las diga con voz humilde y rendida : Yo, señora, soy el gi-
palabras, solo pueden entrar en las cartas y en composi- gante Caraculiambro, señor déla ínsula Malindrania, a
ciones tijeras y jocosas, corno los epigramas; y sobre todo, quien venció en singular batalla el jamas como se debe
que cualquiera que sea la alusión, y cualquiera que sea la alabado caballero D. Quijote de la Mancha, el cual me
obra en que se emplee, sea siempre clara y fácil de adivi- mandó que me presentase ante la vuestra merced, para que
nar. Contra esta regla importante pecan también frecuente- la vuestra grandeza disponga de mí á su talante? Igual-
mente los mas de nuestros poetas, los cuales, por ostentar mente hermoso es el otro soliloquio que poco despues pone
erudición, andan como á caza de remotísimas y oscurísimas en boca de Don Quijote en su primera salida, cuando supone
alusiones. Acabamos de ver un ejemplo en la del bachiller la que por el camino iba hablando consigo mismo y diciendo :
Torre á la cabellera de Berenice, y como ella pudiera a c u m u - ¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, etc. Véase
lar aquí millares; pero no es necesario. No hay mas que abrir en el original.
por donde se quiera las obras de Lope, Balbuena, Quevedo, También suele referirse al dialogismo, aunque en realidad
Calderón y otros, y se encontrarán á cada paso. Sin embargo, es una especie de preterición, el artificio de que á veces se
alguna vez tienen una que otra alusión feliz y bien expresada. valen los oradores, para decir ciertas cosas sin que parezca
Tal es esta de Lope en la Jerusalen, lib. x v m : que las dicen; cuyo artificio consiste en que, aun hablando en
su n o m b r e , hacen el discurso hipotético, diciendo que si se
N o llore d e Baldac sobre los ríos
hubieran hallado en tales ó cuales circunstancias, hubieran
El cautivo Israel tristes m e m o r i a s
De la dulce Sion, n i d e q u e c u e l g u e dicho esto ó aquello, ó que si se hallan, lo d i r á n ; o que lo h u -
La lira al sauce el babilon, s e h u e l g u e . bieran dicho ó lo d i ñ a n , si no los hubiesen contenido o con-
tuviesen tales respetos etc. De esta especie de dialogismo, que
Aquí, como que habla de Jerusalen, alude felizmente á las
es la mas fina y oratoria, tenemos un excelente ejemplo en la
tiernas expresiones del salmo Super flumina Babylonis. Es-
arenga que Livio pone en boca de Catón el censor, cuando se
tos cuatro versos son hermosos; nada hay en ellos que sea fal-
trató de revocarla ley dada durante la segunda guerra púnica,
so, afectado ó de mal gusto : la alusión es noble y oportuna.
para que las matronas no pudiesen tener alhajas de oro y plata
sino basta cierta cantidad. Las romanas, que ya habían tomado
Dialogismo.
el gusto al l u j o , llevaban á mal esta prohibición, y sabiendo
Consiste en referir textualmente un discurso fingido de que aquel día se iba á tratar de si convenia ó no levantarla,
persona verdadera, pero viva, ausente ó presente, que ha- pasadas ya las fatales circunstancias que la habían motivado,
bla con alguna otra, verdadera también y viva. Si habla salieron de sus casas, y recorrieron las calles pidiendo a cuan-
consigo misma, se llama soliloquio. tos ciudadanos encontraban que revocasen la ley. Catón, que
De una y otra clase hay un excelente ejemplo en aquel pa- era cónsul aquel año, y al venir al foro, había observado es e
saje graciosísimo, en que Cervantes s u p o n e que D. Quijote, escandaloso desorden de las matronas, dice, tocando este
limpias ya sus armas, hecha del morrion celada, puesto n o m - p u n t o , en su elocuente discurso sobre que se mantenga a ley
bre á su caballo, y conlirmádose á sí mismo, se dió á entender Nisi me verecundia majestatis, et pudoris singularum
que no le faltaba otra cosa sino buscar una d a m a de quien magis, quam universarum tenuisset, ne compellatce a con-
sule viderentur, dixissem: Qui hic mos est m publicum d m sobre lo que debe hacer ó decir, cuando en realidad
proeurrendi, et obsidendi vias, et viros alíenos appellan- lo tienr ya resuelto; porque si verdaderamente esta dudosa,
di? Islud'-'psum suos quccque domi rogare non potuistis? n o hay artificio ni disimulo, pues no hace mas que manifestar
Aut blandiores in publico, quatn in privatofet alienis, f r a n c a m e n t e lo que pasa en su interior.
quarn vestris estis? Quamquam ne domi quidem vos, si Adviértase que como la duda real, esto es, la p e r p l q i d a d
sai juris finibus matronas contineret pudor, quce leges hic é irresolución sobre el partido que debe tomarse en alguna
rogarentur, abrogarenturve, curare decuit. « Si los respe- ocurrencia extraordinaria é imprevista, es efecto del estado de
(i tos debidos á su dignidad y el temor de sonrojarlas, mas turbación en que nos ponen las pasiones; debe miraise ía
« bien á eada una en particular que á todas en c o m ú n , n o dubitación como forma propia de estas, cuando se pone en
« rae hubiesen detenido, porque el pueblo no viese que el boca de alguna persona que se introduce hablando por proso-
o cónsul las reprendía, las hubiera dicho : ¿qué costumbre es popeya ó dialogismo, ó como personaje histonco ; pero si na-
« esta de presentarse así en público, de llenar las calles, y de bla el orador ó el escritor, es una verdadera ficción de que se
« pararse á hablar con hombres que no son vuestros maridos? vafe, para presentar su pensamiento con cierta disimulada
« ¿No pudo cada u n a hacer esa misma súplica al suyo allá en finura, que le da mas fuerza. . .
« lo interior de su casa? ¿O sois acaso mas afables en público No puede citarse mejor ejemplo de las primeras que el prin-
u que en secreto, y mas con los ajenos que con los propios ? cipio de la arenga que Livío pone en boca de Escipion, c u a n -
« Sin embargo de que ni aun en vuestra casa, si las matronas do, al hablar por la primera ve/, con los soldados que d u r a n t e
« se contuviesen dentro de ios límites que las prescribe el su enfermedad se habían amotinado y rebelado contra sus l e -
« pudor, debisteis curaros de saber qué leyes se iban á e s t a - gítimos gefes, les dice : Ad vos quemadmodum toquar, nec
« blecer aquí ó á revocar.» Esta es una manera muy fina de consilium, nec oratio suppeditat, quos, ne quo nomine
dirigir una amarga reprensión á las romanas sin que parezca quidem appellare debeam, scio. Cives ? qui a patria vestra
que lo hace; y por este ejemplo se puede conocer en qué con- deciistis. An milites ? qui imperium auspiciumque tia-
siste este artificioso fingimiento que, como se vé, es cosa muy buistis, sacramenti religionem rupistis. líos tes? cor por a,
distinta de la prosopopeya. Esta especie de preterición y el ora, vestitum, habüum civium agnosco: Jacta, dicta, con-
dialogismo propiamente tal son de grandioso efecto en la o r a - silia, ánimos liostium video. « Al hablar con vosotros ni ra-
toria, si se manejan bien y se emplean con la debida opor- c zones encuentro ni palabras, pues ni aun se como llamaros.
tunidad. « Ciudadanos? habéis desertado de vuestra patria. Soldados.'
Debe advertirse que, si el dialogismo es u n a figura particu- « habéis faltado á la religión del j u r a m e n t o , nombrando otro
lar en aquellas obras en que el autor habla siempre en su « eeneral y militando bajo otros auspicios que los nuos. Lne-
n o m b r e , deja de serlo en aquellas en que él no habla n u n c a , <r migos? reconozco en vosotros las personas, los rostros, el
como en las poesías d r a m á t i c a s ; ó él habla unas veces y otras « traje y el exterior de r o m a n o s ; pero veo que los hechos, los
los personajes que introduce, como en las mixtas. Lo mismo « dichos, los proyectos y la conducta son de enemigos de
debe decirse de las obras didácticas ó filosóficas compuestas o R o m a . » Aquí hay al mismo tiempo una bellísima subyec-
en diálogo, como las de Platón, Luciano etc.; pues en estas y cion. Cuando la dubitación se prolonga bastante, como en este
en aquellas la f o r m a general es el diálogo mismo. Tampoco pasaje y en otro al principio de la segunda Filípica de Cice-
hay verdadero dialogismo en las arengas directas ó indirectas rón, el cual puede servir de ejemplo para las dubitaciones ar-
que los historiadores ponen en boca de ciertos personajes tificiosas, se llama en términos técnicos suspensión o susten-
porque unas y otras, siendo lo que deben ser, se pronuncia- tación. Mas siendo imposible, y ademas inútil, determinar
ron en realidad, á lo ménos sustancialmente. cuántas frases ha de tener una dubitación para que se llame
ya suspensión, no me detendré mas en estas fruslerías esco-
Dubitación. lásticas; y solo advertiré que, como las dubitaciones o susten-
taciones un poco largas son figuras de grande aparato, debe
Consiste en que la persona que habla, se manifieste du-
usarse de ellas raras veces. Por regla general, no teniendo
que decir cosas extraordinarias ó inesperadas, es mejor • Dice a s í : O clementia admirabilem, atque omni laude,
no introducirlas; porque no puede haber cosa mas ridicula prcedicatione, litteris, monumentisque decoramlam! M. Ci-
que picar vivamente la curiosidad del auditorio ó del lector", cero apud te defendit alium in eá volúntate non fuisse, in
para salir al cabo con una frialdad ó una cosa muy sabida. quá se ipsum confitetur fuisse; nec tuas tacitas cogitalio-
nes extimescit, nec quid Ubi, de alio audienli, de se ipso
Extenuación ó atenuación. occurral reformidat. Vide quam non reformidem: vide
guanta lux liberalilatis el sapienliie tuce mihi apud te di-
Consiste en rebajar artificiosamente las buenas ó malas * centi oboriatur. Quantum potero voce contendam, ut hoc
cualidades de algún objeto, no para que el oyente ó lector populus romanus exaudiat. Suscepto bello, Ccesar, gesto
te tengd por tan pequeño como decimos, sino al contrario etiam ex magna parte, nullá vi coactus, judicio, cic vo-
para que le aprecie en su justo valor, aun cuando nosotros lúntate ad ea armaprofeclus sum, guce erant sumpla con-
se le representemos menor. Regularmente se hace sustituyen- tra te. a ¡Oh clemencia admirable, digna de ser ensalzada con
do a la afirmación positiva la negación de lo contrario : cómo <¡ todo género de alaban/as, encomios, escritos y m o n u m e n -
si, para dar á entender á uno que se le ama, se dice que no « tos! Cicerón sostiene en tu presencia que otro no siguió un
se le aborrece; ó para llamarle hermoso, se dice que no es (i partido que confiesa haber seguido él mismo, y no teme lo
feo, y otras expresiones semejantes que ocurren con frecuen- « que puedes pensar tú en lo interior del cora/.on, ni se aco-
cia aun en la conversación ordinaria. En efecto, á veces la « barda considerando lo que al oirle hablar por otro, se te
modestia, el respeto debido á los oyentes, y otras considera- « puede ocurrir sobre su conducta. Mira cuán léjos estoy de
ciones nos obligan á emplear estas especies de fórmulas, de las « acobardarme por esta reflexión ; mira qué confianza me ins-
cuales hago mención por esto precisamente, porque son uno « piran, cuando hablo delante de t í , tu bondad y tu p r u d e n -
de los recursos <¡ue se pueden emplear para conservarla d e - « cía. Cuanto pueda, esforzaré la voz para que todo el pueblo
cencia en el estilo, ó lo que los antiguos llamaban el eufemis- « romano oiga lo que voy á decir : César, emprendida la
m vio, de que á su tiempo t r a t a r é ; y también porque oportuna- « guerra civil y estando ya muy adelantada, fui yo de mi pro-
mente introducidas tienen mucha gracia. ¡ Cuánta no tiene, « pia voluntad, por mi propia opinion, y sin que nadie m e
por ejemplo, el Nec «?« adeo informis, de Virgilio 1 « violentase, á unirme con el ejército que militaba contra tí.»
El que sepa todas las circunstancias que concurrían en la causa
Parresia de Ligario, conocerá cuán oportuna es esta especie de valen-
tonada en boca de Cicerón, porque sirve para hacer resaltar
Consiste en aparentar que uno se excede diciendo alguna
todo lo ridículo y odioso de la acusación intentada contra su
cosa, de que parece debía ofenderse aquel mismo á quien
cliente de que había sido pompevano, cuando lo habían sido
se habla. Se dice que esto ha de hacerse con fingimiento y
también el mismo Tuberon que le acusaba y Cicerón que le
estudio, porque si la libertad que uno se toma es franca y sen- \
defendía.
cilla, no hay fingimiento ni disimulo, pues, como va observó ?
Quintiliano, ¿ q u é cosa hay menos artificiosa ó disimulada que j
la verdadera franqueza? Quid minus figuratum quam vera Perífrasis ó circunlocución.
libertas.' Esta especie de ficción se ve admirablemente en 1
aquel pasaje de la oracion pro Ligario, en que Cicerón para Consiste en sustituir á una idea particular y circuns-
A c u s a r a su cliente de haberse quedado en África siguiendo al cripta otra genérica y vaga; pero que, atendidas las cir-
parecer el partido de Pompeyo, se acusa á sí mismo de h a - cunstancias, dé á conocer suficientemente el pensamiento
berle seguido también, acriminándose con la mayor fuerza, y que se desea comunicar. Se recurre á las perífrasis para dis-
privándose hasta de las razones que pudiera alegar en su fa- frazar ideas desagradables ó ménos decentes, y para presentar
vor, si fuese reconvenido. Le copiaré, porque es hermosísimo. con novedad las comunes y demasiado trilladas. Fuera de estog
dos casos, es un verdadero defecto.

L
De las que á veces es necesario emplear para disfrazar ideas
desagradables y suavizar lo q u e la expresión directa puede t e - i Preterición.
n e r de duro ó chocante, hay un buen ejemplo en aquel p a s a j e ) i
Consiste en fingir que se pasa en silencio ó se omite al-
de la oración pro Milone, en el c u a l , debiendo Cicerón r e f e - i
guna cosa que al mismo tiempo se está diciendo expresa-
rir que Clodio liáhia sido m u e r t o por los esclavos de Milon e n /
mente, ó á lo ménos con bastante claridad, y de un modo
la r i ñ a , en que casualmente se vieron empeñados con los d e B
que, aunque indirecto, no deja duda sobre lo que se quiere
Clodio, y previendo que la confesion seca de le mataron*po-'
dar á entender.
dría parecer demasiado d u r a , emplea una circunlocución, que
sin decirlo formalmente, lo da á entender con bastante clari- Así Cicerón, pro lege Maniliá, teniendo que hablar de una
dad. Fecerunt id, dice, serví Milonis, ñeque imperante, ñe- gran derrota sufrida por las armas romanas en la guerra con-
que sciente, ñeque prcesen/e domino, quod snos quisque tra Mitrídates, y presintiendo que á su auditorio no le seria
senos in tali re. j,acere voluisset. « Hicieron los esclavos de muy grata una narración circunstanciada de aquel desgraciado
« .Milon. sin que su amo se lo mandase, lo supiese, y ni a u n . suceso, le pide permiso para pasarle en silencio, como hacían
« lo presenciase, lo quo cual _viiera hubiera deseado que hicie-' los poetas que celebraban las victorias de ltoma; pero con una
«»sen los suyos en i p m l caso. » expresión indirecta, que al mismo 'iempo ofrece el ejemplo
de una buena perífrasis, dice lo bastante, para que se vea
De las perífrasis introducidas para ennoblecer ideas d e m a - cuan grande habia sido la derrota padecida. Sinite hoc loco,
siado trilladas, ó evitar t é r m i n o s vulgares, habrá ocasion de quirites, sicut poetai solent, qui res romanas scribunt, prce-
tratar mas por extenso, c u a n d o se hable de la diferencia entre terire me nostram calamitatem; quce tanta fuit, ut eam
el lenguaje poético y el prosaico. Mas, para que desde ahora ad aures Luculli, non ex prtelio mintáis, sed ex sermone
se forme alguna idea de ellas, daré un ejemplo de Fr. Luis d e rumor afferret. « Permitid, romanos, que al llegar á este pun-
León, en ePcual se verán d o s , una buena, y otra que no lo es « to, haga yo lo que los poetas que celebran nuestras hazañas,
tanto. Dice en la oda x n á D. Oloarte, intitulada La noche « y pase en silencio nuestra d e r r o t a ; la cual fué tan grande
serena, estrofa xi y x n . « que llegó á los oidos de Lóculo, no por algún aviso que re-
tí cibiese del ejército, sino por el público rumor que circulaba
Quien mira el i ; r a n concierto
De aquestos resplandores etornales, « en las conversaciones. » Esta circunlocución quiere decir,
Su m o v i m i e n t o c i e r t o , que todos cuantos se hallaron en la batalla quedaron muertos
Sus pasos d e s i g u a l e s , ó prisioneros.
Y e n [>r p o r c i o n c o n c o r d e t a n i g u a l e s :
1R0XU
La luna c ó m o m u e v e
L a plateada r n é d : i , y va e n pos d e ella Sus varias especies.
J.n luz do el saber llueve,
Y la t/rartosh estrella
De amor l a s i g u e r e l u c i e n t e y b e l l a , etc. Consiste en atribuir á un objeto cualidades contrarias á
las que tiene; pero de modo que se conozca que no le con-
Las expresiones notauas c o n bastardilla contienen dos p e r í - vienen realmente, sino ántes bien las opuestas Esto se deja
frasis poéticas para d e s i g n a r l o s planetas Mercurio y Yénus, conocer por el tono de voz en el que habla, y por el contexto
la ultima es .tara y de b u e n gusto, la graciosa estrella de y demás circunstancias en el que escribe. La ironía toma dife-
amor; la p r i m e r a , ' / a luz do d saber llueve, es estudiada y rentes nombres, según el modo y la intención con que se usa.
oscura, y no se cómo se l e p u d o escapar á Fr. Luis de León. Y aunque nada se hubiera perdido en que no se hubiesen dis-
¿Qué quiere decir una luz do Hueve el saber? ¿Ni cómo el tinguido tantas especies de ironía, dando á cada una un nom-
saber puede llover en pai t e a l g u n a , y mucho ménos en u n ; bre particular, ya que estos existen en los libros, los recorreré
luz? brevemente, así para que no se extrañen cuando se encuen-
verdadero ó fingido. Algunos ejemplos aclararán la diferencia
entre todas estas clases de ironía.

Antífrasis.

Para entender bien en qué se fundan estas, que á primera


vista parecen absurdas (porque en efecto ¿ q u é cosa mas a b -
en tingir que se vitupera o reprenae , b r a
surda al parecer que dar á un objeto un nombre que indique
cualidades diametralmenle opuestas á las suyas?), es menester
mas finura, delicadeza y grac a se nal > r
saber que los antiguos tenían á mal agüero dar á ciertas divi-
que M . ¡ ¡ . - g tomadas S e B »n s„e- nidades maléficas, ó encargadas de tristes ministerios, n o m -
bres que recordasen su malignidad ó sus desagradables ocu-
paciones. Por esta razón, como las furias eran según su mi-
tología las que atormentaban á los malos despiies de muertos,
y los agitaban aun en vida con terrores, sueíios y visiones es-
pantosas ; en voz de darlas un nombre que indicase este f u -
nesto ministerio, las llamaban las Euménides, esto es, las
benévolas, así como daban al barquero del infierno, siendo

ES^ÉlfeS tan feo como nos le pintan los poetas, el nombre de Carón,
que quiere decir gracioso. Por el mismo principio al mar Ne-
gro, cuyas orillas estaban habitadas por naciones bárbaras que
degollaban á los extranjeros, si por acaso, ó ignorando la
suerte que les aguardaba, aportaban á ellas, le llamaron el
Ponto-Euxino, como si dijésemos, donde los forasteros ha-
llan buena acogida. Todavía volveré á hablar de esta supers-
tición de los antiguos, cuando trate del eufemismo; pero s é -
pase desde ahora que es muy importante tenerla p r e s e n t e , al
traducir los autores griegos y latinos, porque si no, podemos
hacerles decir cosas que en nuestra lengua sean un disparate,
ó á lo ménos queden oscuras para casi todos los lectores. Nos-
otros tenemos también nuestras antífrasis, como cuando lla-
mamos pelón al que no tiene pelo, y otras.

Asteísmo.

Como las ironías de esta especie se extienden regularmente


p o r todo un pasaje bastante largo, y ademas su uso es muy
r a r o , no copiaré ninguna literalmente ; pero para que se e n -
tienda lo que s o n ; extractaré la que cita la Enciclopedia. Es
Si no atribuyendo a otro ^ ^ ^ ^ ^ " ^ ^ „ a i q u i e r otro medio una carta de Yoiture al famoso Condé, entonces duque de
Enghien, en la c u a l , dándole la enhorabuena de una victoria
que había ganado, le dice con festiva urbanidad, que la gente

zarie, retiii^ndo directa ó indirectamente un discurso su^o


d o r nuestro en ocasion en que aquel monarca le dijo muy aca-
está incomodada de ver que un joven y novel capitán
lorado, porque nuestra corle no accedía á sus propuestas:
haya tenido tan poco respeto á unos generales antiguos y
Pues bien, yo iré á Madrid, dando á entender que conquis-
Henos de canas, que les haya tomado tantos cánones, y les taría la España. No hay inconveniente, respondió el emba-
haya hecho huir vergonzosamente, etc., etc. Puede verse en jador, en tono irónico y maliciosamente burlón : también
el artículo asteísmo de la Enciclopedia, o en las obras mis- estuvo en Madrid Francisco I. Lo cual era recordar á
mas de Voiture. Luis xiv la prisión de un predecesor suyo, suceso vergonzoso
Carientismo. para la Francia.

El mejor ejemplo que puede citarse es una muy fina y aguda Sarcasmo.
espuesta del Gran duque de Alba. Se había dicho y aun im-
De estos hay varios en Homero y Virgilio, que es inútil co-
preso , que en la batalla del Elba ganada por Carlos V, en la
piar, porque no son para imitados. Estos dos grandes poelas,
cual se halló el duque, se l i b i a renovado el prodigio de p a -
líeles pintores de las costumbres de sus personajes, ponen con
rarse el sol como en los dias de Josué. Algún tiempo despues,
mucha propiedad en boca de algunos de ellos amarguísimas y
pasando el duque por Paris, le preguntó el rey de Francia si
atroces ironías, con las cuales insidian á los enemigos que aca-
habia habido tal milagro; y aquel, que al parecer no lo creía,
b a n de vencer. Mas, como esta costumbre de burlarse del ene-
no respondió directamente, pero lo dio a entender sin com-
migo muerto ó moribundo era todavía en aquellos sidos h e -
prometerse : Señor, respondió, yo estaba aquel día tan ocu-
roicos un resto de la primitiva barbarie, haría mal hoy el
pado con lo que pasaba en la tierra, que no tuve tiempo
poeta que, tratando de guerras acaecidas en siglos mas civili-
de observar lo que pasaba en el cielo.
zados, prestase á sus guerreros el lenguaje feroz v brutal de los
Cleuasmo. héroes de la litada. En aventuras de los siglos caballerescos
seria tolerable hasta cierto p u n t o , porque las costumbres
Virgilio suministra un buen ejemplo del primer caso en él tenian todavía mucho de groseras ; pero en los modernos seria
libro xi de la Eneida, cuando Turno, en su respuesta a Dran- impropio, y envilecería al héroe en cuya boca se pusiese.
ces, atribuye irónicamente á este las hazañas que él había he-
cho. Dice a s í : Mimésis.
Proinde tona elnquio, solitum tibi; meque timoris
Arque tu. Dranee, tot quando slragis acervos Cicerón las tiene muy graciosas, en Luciano las hay admi-
Tener oruiri lúa dextra dedit, passimque trophans rables, y en los poetas cómicos de todas las naciones son f r e -
Insignis agros. cuentes'; pero Cervantes nos ahorra el trabajo de buscarlas
T r u e n a por tanto en elocuentes voces, fuera de casa, porque en su Quijote se encuentran varias, las
Corno sueles hacerlo, y d e coiiarde mas oportunas y felices que pueden desearse. Sirva por todas
Ule acusa, oh D r á n c e s ; puesto que tu diestra
D e cadáveres teucros ese campo
la que pone en boca de Sancho, cuando desengañados él y su
Dejó sembrado, y tu valor publican amo de que eran de batanes los golpes que tanto miedo les
Erigidos en él tantos trofeos. habían causado (se entiende á Sancho, porque D. Qu jote no le
conocía), dice que este enmudeció y pasmóse de arriba abajo,
Del secundo tiene también otro en el lib. x , cuando Juno y continúa : Miróle Sancho, y vio que tenia la cabeza incli-
pregunta irónicamente, si ella habia sido causa de lo que pre- nada sobre el pecho con muestras de estar corrido. Miró
cisamente era obra de Vénus, á quien hablaba, esto es, del también DbQuijote á Sancho, y viòle que tenia los carrillos
robo de Elena* hinchados y la boca llena de risa, con evidentes señales de
Diasirmo. querer reventar con ella ; y no pudo su melancolía tanto
con él, que á la vista de Sancho pudiese dejar de reírse. Y
De esta clase es la respuesta que dió á Luis x i v . un embaja-
como vio Sancho que su amo había comensado,solio la
pre<a de manera que tuvo necesidad de apretarse las luja- LIBRO III.
das con los puños, por no reventar riendo. Cuatro veces
sosegó, y otras tantas volvió á su risa con e mismo ímpetu, D E LAS EXPRESIONES.
que primero, de lo cual ya se daba al diablo D Quijote; y
mas cuando le oyó decir como por modo de fisga: has de Se llama expresión en general ta imitación ó representa-
sabeJ , ó Sancho amigo, que yo nací, por querer del cielo, ción de un objeto; y contraída á la de los pensamientos por
en esta nuestra edad de hierro, para resucitar en cdala medio del lenguaje oral, se llama así el signo total de una
dorada ó de oro : yo soy aquel para quien están guardados idea, ya conste de una sola palabra, ya de muchas.
los peligros, las hazañas grandes, los valerosos Jechos; y Las reglas para hacer una buena elección entre las varias
ñor aguí fué repitiendo todas ó las mas razones que D. Qui- que pueden ocurrírsenos al tiempo de hablar ó de escribir,
jote dijo la vez primera que oyeron los temerosos golpes. unas son comunes á todo género de expresiones, otras, pecu-
Para conocer toda la gracia que tiene esta burla que Sancho liares de aquellas, en que una ó mas palabras se toman en
hace de su amo, repitiendo sus palabras, imitando su tono de cierta acepción secundaria que se llama sentido figurado;
voz y remedando su ademan, léase lo que antecede. porque á este uso de las palabras en una significación que no
es la literal y primitiva, le han dado también los retóricos,
Estas son, entre las muchas figuras que han distinguido los
aunque impropiamente, como ya n o t é , el título de figura.
retóricos, las que mas importa conocer para saberlas manejar,
pues de su buen uso depende en gran parte la belleza del es-
tilo Para emplearlas con discernimiento y oportunidad puede CAPITULO PRIMERO.
bastar lo que sobre cada una de ellas se ha dicho en orden a la
situación en que se debe suponer al que las usa; pero a mayor R E G L A S G E N E R A L E S P A R A LA ELECCION DE LAS E X P R E S I O N E S .
abundamiento añadiré algunas reglas generales.
• Para que una expresión sea completamente buena, ha de
•I a En el uso de las figuras, es necesario atender siempre
reunir todas estas cualidades. lia de ser pura, correcta, propia,
á lo que permiten ó no el genio de la lengua, y la practica
precisa, exacta, concisa, clara, natural, enérgica, decente, me-
délos bunios escritores. . . . 0 lodiosa ó grala al oído, y acomodada á la naturaleza de la idea
2. a Han de ser oportunas, atendidas las circunstancias
que representa.
de persona, lugar,tiempo, situación, etc.
3.* Han de ser acomodadas al género en que se escribe, y ARTÍCULO PRIMERO.
al tono general y dominante de la obra. Pureza.
A 3 Deben serlo igualmente al fin que se propone el que
habta.es decir, que han de ser acomodadas para producir La pureza de las expresiones es su conformidad con el uso,
el efecto que desea. . n„.i„f árbitro, legislador y norma del lenguaje, como le llama Ho-
5 a Deben convenir sobre todo al pensamiento particulai racio.
que se enuncia bajo aquella,forma ; esto es, deben presen- Para asegurarnos de que una expresión es p u r a , debemos
tarle con toda la claridad, fuerza, energía y gracia que sea examinar cada palabra de por s í , y su combinación, cuando
hay varias; ó lo que es lo mismo, para que una expresión sea
^ A d e m a s es menester no repetir una misma muchas pura , es necesario que lo sean los términos de que conste, y
la manera de combinarlos ó su construcción, y que en esta y
veces, porque la monotonía en las formas es una de las cosas
en las acepciones de aquellos se huya de todo neologismo.
mas fastidiosas y molestas para los lectores u oyentes.
Pureza en los términos.
Examinada cada palabra de por sí, ó es actualmente usada,
como vio Sancho que su amo había comentado, solio la
pre<a de manera que tuvo necesidad de apretarse las luja- LIBRO III.
dos con los puños, por no reventar riendo. Cuatro veces
sosegó, y otras tantas volvió á su risa con el mismo ímpetu, DE LAS EXPRESIONES.
que primero, de lo cual ya se daba al diablo D Quijote; y
mas cuando le oyó decir como por modo de fisga: has de Se llama expresión en general ta imitación ó representa-
sabe) ó Sancho amigo, que yo nací, por querer del cielo, ción de un objeto; y contraída á la de los pensamientos por
en esta nuestra edad de hierro, para resucitar en cítala medio del lenguaje oral, se llama así el signo total de una
dorada ó de oro : yo soy aquel para quien están guardados idea, ya conste de una sola palabra, ya de muchas.
los peliqros, las hazañas grandes, los valerosos Jechos; y Las reglas para hacer una buena elección entre las varias
voraqui fué repitiendo todas ó las mas razones que D. Qui- que pueden ocurrírsenos al tiempo de hablar ó de escribir,
jote dijo la vez primera que oyeron los temerosos golpes. unas son comunes á todo género de expresiones, otras, pecu-
Para conocer toda la gracia que tiene esta burla que Sancho liares de aquellas, en que una ó mas palabras se toman en
hace de su amo, repitiendo sus palabras, imitando su tono de cierta acepción secundaria que se llama sentido figurado;
voz v remedando su ademan, léase lo que antecede. porque á este uso de las palabras en una significación que no
es la literal y primitiva, le han dado también los retóricos,
Estas son, entre las muchas üguras que han distinguido los
aunque impropiamente, como ya n o t é , el título de figura.
retóricos, las que mas importa conocer para saberlas manejar,
pues de su buen uso depende en gran parte la belleza del es-
tilo Para emplearlas con discernimiento y oportunidad puede CAPITULO PRIMERO.
bastar lo que sobre cada una de ellas se lia dicho en orden a la
situación en que se debe suponer al que las usa; pero a mayor REGLAS GENERALES PARA LA ELECCION DE LAS EXPRESIONES.
abundamiento añadiré algunas reglas generales.
• Para que una expresión sea completamente buena, ha de
•I a in el uso de las figuras, es necesario atender siempre
reunir todas estas cualidades. lia de ser pura, correcta, propia,
á lo que permiten ó no el genio de la lengua, y la practica
precisa, exacta, concisa, clara, natural, enérgica, decente, me-
délos buenos escritores. . . . 0 lodiosa ó grata al oído, y acomodada á la naturaleza de la idea
2. a Han de ser oportunas, atendidas las circunstancias
que representa.
de persona, lugar, tiempo, situación, ele.
ARTÍCULO PRIMERO.
3 . a Han de ser acomodadas al género en que se escribe, y
al tono qeneral y dominante de la obra. Pureza.
A 3 Deben serlo igualmente al fin que se propone el que
habla.es decir, que han de ser acomodadas para producir La pureza de las expresiones es su conformidad con el uso,
árbitro, legislador y norma del lenguaje, como le llama Ho-
el efecto que desea. . n„.i„f
racio.
5 a Deben convenir sobre todo al pensamiento particular
Para asegurarnos de que una expresión es p u r a , debemos
que se enuncia bajo aquella forma; esto es, deben presen-
examinar cada palabra de por s í , y su combinación, cuando
tarle con toda la claridad, fuerza, energía y gracia que sea
hay varias; ó lo que es lo mismo, para que una expresión sea
^ A d e m a s es menester no repetir una misma muchas pura , es necesario que lo sean los términos de que conste, y
la manera de combinarlos ó su construcción, y que en esta y
veces, porque la monotonía en las formas es una de las cosas
en las acepciones de aquellos se huya de todo neologismo.
mas fastidiosas y molestas para los lectores u oyentes.
Pureza en los términos.
Examinada cada palabra de por sí, ó es actualmente usada,
— 154 —

A no Si lo e s , se llama u s u a l , corriente ó castiza; si n o , enérgicas; esto no es razón suficiente para usarlas, cuando ya
ÍZitada. En este caso, ó fué usada en «tro tiempo, pero ya nadie las usa. En poesía y en escritos jocosos de prosa pro-
dejó de s e r l o , v se llama anticuada; ó no ha sido empleada drá aventurarse una que otra; pero en composiciones se-
rias no poéticas será mejor abstenerse de todas las verda-
S S * corrientes solo hay que p r = deramente anticuadas. Se dice- verdaderamente anticuadas,
n „ e no se les dé la significación que en o ra lengua tienen porque muchas que no lo son y corren peligro de serlo, gracias
fus equivalentes, sino aquella que el uso les ha jalado en al abuso que emplea en su lujiar otras ménos castizas, no solo
la nuestra Así, por ejemplo, el participio unido, unida, del no hay inconveniente en usarlas, sino que al contrario se debe
S S e s palabra muy usual y muy castellana; pero s, se procurar emplearlas, siempre que se p u e d a , para que no lle-
emplease en la acepción d e / t o n o , igual terso o ^ d e n d O guen á olvidarse del todo. Tengan sin embargo presente los
como un traductor del Telémaco que desde ta¡™ta*<™n jóvenes q u e , cuando se les autoriza á emplear en poesía pala-
limo se descubría el mar unido como un c n ^ a / eria un bras anticuadas, 110 se les quiere decir que llenen todas sus
ga icismo de significación. El verbo juntar ya t r a n s . t . v o 3 u ^ páginas de agora, maguer, tristura, y otras de esta clase. El
género de arcaísmo que conviene á la poesía, no consiste tanto
i r una cosa á ó con o / , « , ya recíproco 0 frenar en el uso de palabras rigurosamente anticuadas, como en el
es voz muy pura en su acepción ordinaria de unn o agiegar prudente y moderado empleo de ciertas terminaciones anti-
una cosa á otra; pero en el sentido d e d « « « guas de los verbos, y en el de ciertas voces en una significa-
quien se va siguiendoé incorporarse con e l , e t a m b n e g a l ción anticuada h o y ; pues como aquellas terminaciones y estas
cismo - es el joindre quelquun. Dedicar, en el sentido de acepciones rancias se hallan consignadas en los antiguos
ofrecer consagrar, etc., es muy castellano; pero en el de poetas, porque en su tiempo eran usuales, han venido á tras-
t una co a objeto de otra, es galicismo. Cuando un francés formarse en otras tantas locuciones poéticas, que es permitido
dice de una cosí ó persona que elle est vouee a l indigna, y útil conservar, para dar en lo posible al lenguaje de las
Hon, nu mépris, etc., nosotros en este caso d e c i m o s , que es Musas cierto carácter que le aleje mas y mas del pedestre y
objeto de la indignación ó del desprecio. humilde de la prosa. Así, por ejemplo, se dirá muy bien : de-
En orden á las anticuadas, a u n q u e en realidad es sensible _) cirte hé por te diré, darte han por te darán, atender por
que por el capricho, la moda ó la inev.table a cracion ue esperar, pesadumbre por peso, y otras semejantes; pero esto
todas las lenguas padecen con el curso de los siglos, se hallen con mucha parsimonia.
ya en esta clase muchas palabras nuestras muy expresivas y En las acepciones anticuadas es menester examinar, si la
voz ha recibido otra que pueda hacerla equívoca ó presentar
/

/ spsfiililsiii
l i s l s s f e s ^ g l ' f i s ]
alguna idea t o r p e , en cuyo caso es necesario abstenerse de
emplearla en la antigua significación , porque ó parecería que
se juega con las palabras, ó se ofendería el pudor de los lecto-
res. La naturaleza de esta obra no permite citar aquí las pala-
bras que han recibido en tiempos modernos acepciones obsce-
la de A n t o n i o , asi como d i n a m o s - yo j u n t o mi brazo 6 mi m a n o , e t c . , con e i , n a s ; cualquiera las adivinará fácilmente. También, al emplear
la d e A n t o n i o . . „ una voz anticuada, es preciso ver. si la lengua tiene adoptada
2 V m a s sensible aun el que la Academia misma olvide y descebe las voces anticua-
ya en su lugar otra igualmente buena. En este caso no hay
necesidad de emplear la antigua, porque con esto no se con-
seguiría enriquecer el h a b l a , sino recargarla inútilmente. Por
e j e m p l o , el uso ha sustituido al adjetivo hermanal otro mas
latinizado fraternal, que dice exactamente lo mismo, y es tan
lleno y sonoro como a q u e l ; y así decimos siempre amor fra-
d e m i a con mas apego a l trabajo que la q u e e n la actualidad n o s n j e í
por consiguiente queda también es en castellano, como todos
los nombres griegos de la misma terminación, Sócrates, D e -
^ r s ^ A S s s s s s ' s i s : móstenes, Temístocles, etc.
se nos quitaseel/™<m>«1 y ( En cuanto á las que se sacan del propio fondo de la lengua
se nos diese e f — £ £ £ í ^ ^ esto puede hacerse, ó por derivación, ó por composición. Por
derivación se hace una palabra nueva, cuando de un primitivo
p j i / C m H ^ ' V o S s p S a s M M o prueba,y
usual se deduce un derivado que hasta entonces no ha estado
anuí es donde c o n v i e n e ' í a c e r esta advertencia, que las deci- en uso. Por ejemplo, de muchos adjetivos en ible, able, al, il,
siones del uso cuando es constante y general, son por lo co- no se usa el sustantivo abstracto en idad, verbi gracia, de des-
S
l n f u n l a t e ' e n razón, V no tan eapnchosas « n a o general- tructible, destructibilidad; y a s í , cualquiera de eslos que se
mente se cree. Así en nuestro caso, ¿poique Da pre e n u o u forme é introduzca, será una palabra nueva por derivación.
Saüni/.ado fraternal al mas castellanizado hermanal? Por ser Tampoco debemos emplear sin necesidad estos derivados;
cons«uiente y conservar la analogía con paternal maternal, pero como son sacados de la lengua m i s m a , y respecto de
cons e u . e n e r i g 0 rosos derivados que d e - muchos es lástima que 110 se usen, no se requiere tan absoluta
í k f d e ^ c r s T d e p ' d ^ madre*, hijo ? Porque padral urgencia como para la adopcion de voces extranjeras. Cuando
Z l X m h sorf voces' de muy dura y áspera p r o n u n - h e citado la palabra destructibilidad h e puesto un ejemplo
hipotético, porque ni yo ni nadie puede decir afirmativamente
C
W a s palabras nuevas hay que distinguir las que son s a c | que no se ha empleado todavía. Pero, suponiendo que así sea,
he querido decir que usándose otras muchas de su clase, y es-
-Sthnc tando deducida de un primitivo usado, y formada según la mas
rigurosa analogía, no habría inconveniente en usarla, si fuese
necesario para expresar con toda precision la idea que r e -
oue é quiere comunicar; y que su terminación sea la que presenta.
ZXilTeUaract rde la lengua á la cual se quiere hacer Como esta hay innumerables, y es absurdo y ridículo acusar
adópta las. I t o último es muy necesario tenerlo p r e s e n t en de neologismo al autor, porque tales voces no se hallan en los
el dk porque obligándonos los continuos p r o c e s o s que Ifa- diccionarios. No existe todavía en el m u n d o , y acaso 110
e n a s ciencias naturales & adoptar muchas palabra; extran- existirá nunca, un diccionario que contenga todas las voces de
ieras consagradas va como términos técnicos en los paibes una lengua, y mucho ménos todas las derivadas que con
d o n d e s e han hecho los nuevos descubrimientos, es necesario buena analogía se pueden deducir de los primitivos ya recibi-
á lo ménos que sepamos castellanizarlas. Y no solo es necesario dos. 2.° El neologismo consiste, como veremos, no en estas
teñe r e st e c u idado, cuando se adoptan palabras absolutamente felices deducciones que enriquecen las lenguas, sino en la
nueTa sino cuando hay que usar alguna extranjera de c u | manía de querer alterar las significaciones autorizadas por el
nuipr ríase aue sea De otro modo el escritor se expone .1 ha- uso, ó, mudar los accidentes gramaticales de algunas voces. Lo
cerse S a l como lo h a n sido á los ojos de los inteligentes que sí importa mucho al formar los derivados, es cuidar de
ios que han hablado del Poliéucles de Corne.lle y del poeta que su terminación sea la que exige la analogía de otras seme-
Tsa^les Va se v e : hallaron en francés Pobjevcte, Esch„le, jantes, y no guiarse por alguna que otra excepción. Por ejem-
f n ? o haciéndose cargo de que estas voces,son o r n a m e n t e plo , al deducir el sustantivo abstracto de desiructible debe
L i o - a s no se detuvieron á examinar como se l e . m m a n en decirse, como he indicado , destructibilidad y no destructi-
S n e í y en latin , y qué terminación les corresponde al pasar bles; pues, aunque de doble se diga doblez, lo común y ge-
de este al castellano. Si hubieran hecho este examen hubieran neral es terminar estos abstractos en ad ó idad, cuando vienen
visto aue terminándose ambas en griego en o;, y en latín u s , de adjetivos en al, el, able, ible, como de leal, lealtad; de
d e b e n ser en castellano Polieucto y EsquileUVo asi el nombie fiel, fidelidad¡ de afable, afabilidad; de incorruptible,
del orador Esquines: este acaba en griego en en latín y
incorruptibiUdad. Lope de W ^ ^ g S o l taheño, patiestevado, patituerto, boquirubio, boquiabierto,
formó en el pasaje que ' l ' l ' ' ^ boquihundido. Pero no se crea por falta de nuevos com-
gía, un mal derivado, llamaban tablas puestos no tenemos y no pueden hacerse hermosísimos versos.
y eso que esto ultimo estaba ya en uso y Los mejores de Garcilaso, León y Rioja no contienen ninguno,
los ,er-
alfonsinas las de Alfonso el Sabio. U * v e na ni les hace falta. Si pudiésemos formarlos con tanta facilidad
m e .
como los griegos y latinos, seria m e j o r ; pero no pudiendo
sos con que debía consonar a t l u f '
hacerlo, es menester suplir esta falta, como la de la declinación
nester hacer las naves f ^ ^ h m ™ ^ c u a n d o en una
Por composición se f o r m a n pal bras nuevas, y las pasivas, con otras gracias de estilo, no con invenciones
s e reúnen dos o mas que l'a a o n n no « ^ se estrambóticas. Boileau, Racine, La Fontaine, sin nuevos com-
puestos y solo con palabras usuales, hicieron sonoros y felices
separadas, v. gr. si de los Y rf o« « , , « t a seria una
v e r s o s , en cuanto lo permitía su pobrísima, monótona y nada
formase por primera vez el d o hondi compuestos
armoniosa lengua: la castellana, mas rica, mas variada y mas
palabra nueva por composicion . D e semeja ' 0
suave que aquella, presta todavía mas recursos á quien la sabe
puede decirse lo que de «as ^ ^ ^ d e prosa,
manejar.
son tolerables sino en ^ ' ^ ^ ¿ ^ n o se píesta á
Hasta aquí he hablado de los compuestos de dos adjetivos, o
pero siempre en corjo n u m e e l gri ¿go y el
de un sus'antivo y un adjetivo, ó de dos sustantivos; pero no
estas composiciones con tantai docuioao^ C O m- de los compuestos de preposiciones separables ó inseparables,
l a t i n , y es un empeno_ «ecio quere introoucir ¿ a cl a u r a como ante, re, in, des, etc. En cuanto á estos hay mucha mas
puestos que repugnan a su genio.A s i , a pesar « libertad para introducirlos de nuevo, con tal que se conserve
p o p u l a r que Lope tuvo d u T t r e d e ^ e r t o , no han P o- bien la analogía: son casi como los nuevos derivados. Así,
ha conservado m u c l i o t i e m p o despues d e mué , ^
aunque acaso en ningún escritor del siglo x v i se hallarán las
dido sostenerse sus J t 0 e s belicosos)
palabras inmoral, desmoralizar, desmoralizado y otras, no
su fluctisona materia (el gu ¿ m .
debemos tener reparo en usarlas, porque son compuestas de
h e r m a n o s , sus g e m í f e r o s ^ o t r o s ' que in-
otras ya usuales, y están bien formadas. Por esto no censura-
6r//«ro austro, su ^ m ^ r o s emb e ^ ^ i como
ría yo á quien formase el nuevo compuesto despremiar ; pero
sí al que le emplease en la acepción de no premiar. Los com-
puestos de la partícula inseparable des i n d i c a n , por la fuerza
que esta tiene en el latín de donde está tomada, que á una cosa
se la priva de una cualidad ó ventaja que ántes tenia. Así, des-
tronar es quitar el t r o n o ; destruir es derribar lo que estaba
cirio asi, que se la a ñ a d a n nuevos Jeras. 1 e s i o a u , , ^ edificado ó s í ruido (si hubiera este simple en castellano), des-
quiciar sacar de quicio, descubrir quitar lo que cubría etc. Por
olra palabra componente sea osada
„ # # e r o ; porque sr n,i u n a »r o a lo iu s e ^ ^ consiguiente despremiar debería significar quitar á uno el
premio que ya liabia recibido; pero no negarle el que podia
pretender, ó al que tenia derecho. Y aunque desamar, desa-

^-aw^Sasrtrl morado y algún otro no conservan la rigurosa significación de


privar de cosa que se tenia, y equivalen á la simple negación
no amar, no estar enamorado, como esta es una excepción,
no debe arreglarse por ella la significación del compuesto des-
premiar, sino por la analogía general. Y si no, véase qué ridi-
sar, siendo bien f o r m a d o ; muchos serian i ^ ^ t o j ^ l o s
culo seria d e c i r : La Academia despremió tal composición,
tellano son por desgracia bajos y p ^ ^ ^ ' odrian
para decir, no la premió, ó no la adjudicó el premio.
pocos que la lengua h a adoptado y ^ " ^ T ^gnancia.
acaso formarse otros que admitiese ^
Tales son los de cejijunto, o j i n e g r o barbiponiente,
construcciones traspirenaicas. Pedro se acercó de mi y me
Pureza en las construcciones. dijo etc. Aquí todas las palabras son castellanas, pero no lo
es la construcción del verbo acercarse, porque nosotros deci-
Una expresión puede constar de términos que sean todos mos acercarse á, no acercarse de; sin embargo de que con
muy castizos, y sin embargo la manera de combinarlos, o su el adverbio cerca, va bien el de, y se dice perfectamente, Pe-
construcción puede ser ó anticuada, ó propia de una lengua dro se puso cerca de mi. De qué se ocupa vrnd.? m e han pre-
extranjera De las construcciones anticuadas debo decir lo que guntado algunas veces, y por mas ocupado que estuviese, siem-
de las voces sueltas, á saber, que alguna puede sentar bien p r e he respondido, De nada, para dar á entender que los es-
en poesía y en escritos jocosos de prosa; pero en cuanto a pañoles nos o c u p a d o s en una cosa, como en leer, escribir, etc.
las extranjeras no es lo mismo, es menester evitarlas abso- y no de alguna cosa. Los españoles nos paseamos por el prado
lutamente. Y como la mayor parte de los galicismos tan - ó en el prado, pero no sobre el p r a d o ; y sin embargo he oido
muñes en el d i a , consisten en estas construcciones de extran- traducir el Calypso se promenait sur les gazons fleuris,
jía ' m e detendré un poco en esta parte, y citare algunos « Calipso se paseaba sobre los floridos céspedes; » y 110 sé si
ejemplos. Ya á los antiguos, que habían cultivado las lenguas está así en alguna de las traducciones impresas del Telémaco.
italiana y francesa, se les escapó alguno que otro ítalianismo o Sabido es que para expresar el deseo de que una cosa suceda,
galicismo de construcción, ó quisieron introducirlos, en lo cual usamos del .presente de subjuntivo del verbo que expresa
n o deben ser imitados. Garcilaso en la Egloga i. dice: aquella acción ó estado que deseamos, anteponiendo ojalá
qué, ojalá solo, ú omitiendo una y otra voz; y que los france-
Cosa p u d o b a s t a r á t a l c r u e z a ? ses usan de su verbo pouvoir, poniendo en infinitivo el otro
que expresa la acción objeto del deseo. Por e j e m p l o ; cuando
Construcción conocidamente italiana : en español era preciso
nosotros decimos, Ojalá llegue un dia en que los hombres se
h a b e r dicho, ¿ qué cosa pudo bastar? Cervantes hace también amen todos como hermanos; un francés diría, Puisse-l-U
a u e D Ouüote diga á Sancbo : Comilon que tú eres!^cuando arriver ce jour heureux. Y es de notar que aunque los fran-
el castellano pedia : Qué comilon eres! Acaso lo lnzo de inten- ceses ponderan tanto la exactitud y precisión lógica de su len-
to para ridiculizar algún galicismo ya introducido en su tiem- gua, y en efecto es nimiamente precisa, sin embargo, en estas
po • entonces, léjos de ser una falta, seria una gracia; si no, locuciones es mas exacta la nuestra. Cuando decimos, verbi
es un lijero descuido. Balbuena en su Egloga v dice por boca gracia, Dios me dé consuelo, paciencia, etc. no deseamos
de un pastor : que Dios pueda darnos estas cosas; claro es que puede y en
Yo q u i e r o a h o r a d e esta b l a n c a c e r a aquel momento mismo está pudiendo : lo que deseamos es que
R e m e n d a r m i z a m p o n a ; t ú . Carillo, efectivamente nos las d é ; y así es mucho mas exacto decir,
P r é s t a m e , si querrás, tu podadera: Dios me dé tal cosa, que no, Puisse le ciel m'accorder telle
donde si querrás, es decir, el si con futuro de indicativo, es chose.
otra construcción francesa : el castellano p e d i a , si quieres. En castellano no se usa el artículo con las interjecciones; y
Como estos descuidos son raros en los antiguos, y solo he cita- decimos simplemente Impostor! Pérfida! el francés lo pone
do estos pocos para que se vea que alguna; aunque rara vez, constantemente, diciendo, L'imposteur, Laperfidet
los padecieron, no añadiré mas ejemplos tomados de ellos;
que harta cosecha nos ofrece nuestro siglo, en el cual vemos Neologismo.
con dolor que cada dia se va llenando la lengua de inusitadas
Aun suponiendo que los términos de que conste una expre-
sión, sean usuales, y la construcción gramatical no sea ni a n -
. XV n , e suena m a l l a v o z , pero ¿porqué n o extranjera como lo decimos t«u ticuada, ni extranjera, puede ser aquella reprensible : I o Si á
m n r h a mas propiedad derivando naturalmente la palabra d e extranjero, cuyo equna-
E S t í n S c r e o q b e sea ni pneda ser extranjo bueno para sacar extranjía, a s . como. <W algún termino se le quiere hacer significar lo que no significa
mió T a K ele.-. E l que con mas veneración s e r i n d e á la estricta observan-
c i a de las leyes, aquel e s el mejor legislador.
• n pnm,m naMo de la acepción literal, porque de plemenlo directo ú objetivo, ó hablando con relación á las l e n -
€ nla a c e p on com m Ha 10 v i n t r o d u c i r » las
guas que tienen casos, un acusativo de persona ó cosa, distin-
135
^ i ' I e v a r í a n los accidentes gramaticales de a guna ta de la que hace la acción, ó que se pone en n o m i n a t i v o ; y
nuevas. 2 si se v a u a u ¡v ¡ ¿ imnortante, Y «O hatier
que esto no puede liacerse con los intransitivos. Por ejemplo,
en castellano se dice que el verbo matar es transitivo,' y morir

SS3H»¿a««?
intransitivo, y que así con el primero se puede decir, yo te ma-
f r l r S ^ ^ é r ^ to, y con el segundo no se puede decir, yo te muero. Y a u n q u e
este punto de los intransitivos ó neutros, y aun el de la teoría
general de los verbos, no están todavía bastante (ilosólicamente
?r' r ^ a al rne detendré á explicar con alguna exten- analizados y explicados en las mejores Gramáticas generales, y
d
n ié consiste' á comprobarlo con algunos ejemplos hay quien niegue hasta la existencia de los tales intransitivos ó
S
p n r n n n t o ^ o primero, sabido es que en castellano los ad- neutros; sin embargo, no siendo de este lugar discutir estas
cuestiones gramaticales, dejaremos que los admitan ó los dese-
chen y expliquen su sintaxis como quieran, y nos atendremos
a i u u M a al P » - « ^ X C d S S e n t e ó „ al hecho de que en castellano no podemos decir, yo te muero,
como decimos, yo te mato; y venga esta diferencia entre a m -
bos verbos de lo que se quiera. Y como el verbo morir hay
otros muchos, gemir, suspirar, sollozar, palpitar, etc., pues
así como nadie dice ni ha dicho hasta ahora, y de esto estoy
dificultoso <A que o, usa de mucho artificio, bien seguro, yo te muero, nadie debe decir tampoco, yo te gi-
mo, te suspiro, te sollozo, te palpito. Y aunque con el verbo
i ™ ^ ' / l Ouerer t e T despojarlos de esta acepción constante J
e gemir, que es de esta clase, Lope de Vega, que en su Gato-
-Vnfm; a c S a de que los adjetivos latinos en o « tienen
yjmhÍPTI la nmis m a sígn iI ic a ci o n abundancial; y empeñarse, maquia (si la Galomaquia es suya) se burlaba y con mucha
también la ^ d l a d e asimilativos ó posesivos, razón, de los que decian pestañear asombros y guiñar pas-
S 7 n empeBo absurdo 1 ntieran pues de aquí los jóvenes «,ue mos, dijo en su Circe (canto i) gemir arrullos; esto solo
pn h lengua de Garcilaso y de Cervantes no se P ^ d e de r, prueba que Lope se olvidó de sus principios y cayó en la mis-
Zlldad selvosa, por selva solitaria; victoriosa ™ortan<H m a falta que censuraba en otros; y así nadie le ha imitado, ni
xfor vttoZ lue ha ocasionado muchas muertes; nema se le debe imitar. Por estar r a z ó n , en buen castellano no se
S ^ f p o r 9 a l t u r a nevada; musgoso verdor por m puede decir reir esencias, y ménos reir muertes, palpitar so-,
tusao) eco montañoso, por eco tan grande o t«nbU«M bresaltos, tú enmudeces el cariño, por haces que el cariño
una montaña; adereza montañosa, por montana aspera, enmudezca, esto es, no alce su voz; esto ó aquello enmude-
Iwjow verdor, \<or verdes hojas; selvosa espesura , por sefe ció la esperanza, para dar á entender que la vista de tal ó
espesa /laberinto montuoso, por monte tan intrincado* cual objeto ha debilitado ó ha hecho perder la esperanza
que se tenia. Y no se crea que estas son quisquillas de g r a m á -
en marañado como un laberinto. ,
ticos ; son cosas graves en materia de lenguaje, porque si cada
En o r d e n á l a s e g u n d a manera de innovar en el l e n g u a j , ^ uno pudiese variar arbitrariamente la significación de las voces
terando los accidentes gramaticales de los v e r b o s ; para qu y sus accidentes gramaticales, y esta licencia se generalizase,
vea en qué consiste y cuan reprensible es este abuso, recordar llegaríamos á no entendernos unos á otros, y la lengua se haría
c i e r t a s nociones gramaticales que acaso no tendrán presenta una ¿jerigonza que dé un año á otro variaría de genio y de ca-
S entendidas algunos lectores. En la gramatica se dice que rácter. Entiendan pues los principiantes que, cuando se les e n -
hay verbos activos y pasivos, y que de los primeros u n o s ¿ cargaque sus expresiones sean nuevasy originales, se les quiere
transitivos v otros intransitivos ó neutros, como los llamaban decir que ya con buenas traslaciones de significado, ya con la
los antiguos; que con los transitivos se puede j u n t a r un corn-
il
feliz aplicación d e los epítetos, ya con nuevas pero juiciosas , ¡Qué feliz y qué nuevo es llamar á la corte antigua colonia
combinaciones de las voces, traten de ennoblecer las palabras de tos vicios, y á los pretendientes augures de los semblantes
mas usuales. listo es lo que Horacio qu.so dar a entender del privado! Así es como se hacen expresiones nuevas que el
gusto pueda a p r o b a r , no con monstruosas combinaciones
cuando dijo :
opuestas al genio de la lengua. Tenga entendido todo escritor,
Dixeris egregie, notum si callida verbum, que si estas caprichosas invenciones son nuevas, es porque el
Reddiderit junctura novum. buen gusto las ha reprobado siempre.
Hablarás bien, si artificioso enlace
Nuevas hiciere las antiguas voces. ARTÍCCLO I I .
Y así lo saben h a c e r les buenos escritores; porque el1 dar á las
expresiones este aire de novedad, es uno de los grandes secre- Corrección.
tos del arte. Por e j e m p l o , ¿ q u é voces m a s u s u a l e s puedc iaber
Son correctas las expresiones cuando en lo material de las
que las de campo, soledad, musito, collado? Sin embargo, palabras, y en su concordancia y régimen, se observan
j qué nuevas parecen en aquellas expresiones de Rioja en la puntualmente las reglas gramaticales.
canción A las ruinas! En orden á lo material de las palabras, nosotros no tenemos
Campos de soledad, mustio collado. en poesía la misma libertad que los griegos y latinos, los cua-
les, no siempre ni tan arbitrariamente como se cree, pero en
Pero qué h a hecho el poeta? ¿Ha variado la acepción etimoló- muchos casos y bajo ciertas condiciones, podian quitar ó aña-
gica ó los accidentes gramaticales de alguna voz? Ha dicho dir á los vocablos letras y aun sílabas enteras, ya en el princi-
lamposa soledad, ó mustiedad col/adosa? l e m a verdadero pio, ya en el medio, va en el lin; trastornar e¡ orden en que
b u e n V i s t o ; v teniéndole, conociaque la elocuencia poética no comunmente se escribían sus elementos, y separar en los com-
consiste en ridiculas extravagancias. ¿Qué hizo pues para ha- puestos las dos palabras componentes. Nosotros, qui Musas
b l a r con pureza y novedad al mismo tiempo? Nada mas que I cólimus severiores', no tenemos autoridad para tanto; y solo
unir campos con soledad por medio de la preposición de,.imi- en un corto número de voces es permitido alterar lo materia!
tando el lenguaje de la Escritura, ya anteriormente autorizado de las sílabas, y decir en poesía dó, por donde; enderredor,
en castellano, y d a r á collado el epíteto de musitó l e ordi- por alrededor; coránica, por crónica; ¡ngalaterra, por In-
n a r i a m e n t e se aplica á las flores y a los prados. Como e> glaterra; y esto porque semejantes voces se pronunciaron y
ejemplo s e p o d i a n citar miles, en los cuales se v e n a n hermosa* escribieron así en otro tiempo : de suerte que esto es mas bien
expresiones f o r m a d a s con palabras usuales, y que el autor, sin un arcaísmo, que una verdadera licencia poética. Así no me
alterar en n a d a lo gramatical ni la significación, supo darlas ei i detendré mas por ahora en este punto,del cual se hablará en
aire de novedad que pide Horacio, con solo haber sabido ner- ¡ otra parte.
manarlas en una feliz combinación. Adviértase que en el verso j En cuanto á las concordancias de sustantivo y adjetivo poco
de Rioja todos los términos, ménos el de mustio, están tonu- hay que prevenir, porque no hay excepciones. Con los n o m -
dos en su acepción literal; pero hay otro medio de dar nove- bres constantemente masculinos ó femeninos no podemos j u n -
dad á las expresiones, tomando los términos comunes en signi- tar los artículos y adjetivos, sino en la terminación que con-
ficación trasladada. Y aunque de este modo de enriquecei y viene a su género; y jamas se podrá decir la hombre buena,
hermosear el estilo hablaré despues largamente, sin embargo, el mujer malo. Solo en algunos femeninos que empiezan con
para muestra citaré este otro pasaje del mismo Rioja, en a ; a, y son disílabos ó trisílabos esdrújulos, se puede j u n t a r el a r -
epístola moral :
Triste de aquel que vive destinado Con una poesia mucho menos libre.
A esa antigua colonia de los vicios,
Augur de los semblantes del privado.
bueno, de malo, de útil. Siguiendo esta analogía, los demos-
tfculo masculino : el alma, el Africa. Tamb trativos este, esta, esto; ese, esa, eso ¡aquel, aquella, aquello.
cuantos como mar, puente, margen, a los c u a k s sieuao tienen, como se ve, una tercera terminación en o, que se em-
masculinos «ñas veces y femeninos otras, puede el poeta ha- plea, cuando se refieren á un objeto cuyo nombre no se ex-
X d é l o ú otro g é l e r o según 2 presa. Así decimos : Esto que acabo de'contar á vmd. ; Eso
ó /a mar estaba en calma. Sin embargo, a palabra w a ? , uní que se cuenta por ahí : Aquello que contaron ayer. El uso
da con ciertos epítetos, no puede usarse « ^ ^ g ^ » pues, que no es tan caprichoso como se cree comunmente, ha
preciso decir : el mar Océano el mar l i m dado también al pronombre de tercera persona, el, ella, su ter-
Rojo, el Mediterráneo, y no, la mar ^egra,m i.tm cera terminación ello en el caso recto, \ la de lo en los obli-
etc. En general, mar, con adjetivo que e n s a os te m.nac.o cuos sin preposición, precisamente para que se refiera á la del
nes, suena mejor masculino, mar articulo y de los demostrativos, y se diga con toda exactitud :
Esto que acabo de contar, lo he leído en una historia fide-
digna : Eso que se cuenta por ahí, no lo crea vmd. : Aquello
que contaron ayer, tenga] o vmd. poruña paparrucha. lié

mmm
w<¿o, y no, procelosa, de.; y ^ ® ^ t « aquí el verdadero uso de la terminación lo del pronombre el,
ella. Su destino es el de indicar la relación del verbo, no con
un objeto determinado cuyo nombre sea masculino, y para que
se diga : ¿Ha visto vmd. ásu amigo Don Antonio? Sí, se-
ñor, lo he visto; sino la relación del verbo con un objeto cuyo
F a concordancia de los pronombres no puede 1 abe. dif-
nombre no se ha expresado, v se diga : Vio vmd. lo que suce-
dió ayer en el prado? Si, señor, lo vi. Por eso se refiere tam-
bién á unn proposicion entera que hace veces de nombre. Por
ouieren imponer como ley inconcusa, que basta por a o ejemplo, si al decir : ¿Cuándo conoceremos que el abuso de
S o s de la terminación lo, cuando ^ ^ ^ T s ne los placeres nos enerva ? se añade : ¡Ah, no lo queremos co-
AtA vorbo v «e refiere á un sustantivo masculino, es necewiiu nocer, ó, no queremos conocerlo : este lo se refiere á la pro-
p r e v e n i r ! l o s jóvenes q u e observen P « * — ^ ^ posicion, el abuso de los placeres nos enerva , la cual unida
esto prescribe la real Academia, y digan .• JJJ p o r medio de la conjunción que al verbo conoceremos, forma
fae/ron, le prendió y le castigo; y n o , lo premio y " el complemento directo de este, ó el acusativo, ó como quiera
Ó Y esto no es precisamente porque la Academia lo 1 aya e llamarse. Por esta misma regla se usa del lo, cuando este pro-
tablecido, sin embargo de que su autorida s o « ^ nombre se refiere á un adjetivo concertado con un sustantivo
rpsnetable sino p o r q u e tiene razón, y dice Dien, y ^ i masculino, como en estas dos proposiciones. Se cree que los
es f undado en la mas rigurosa y filosófica analogía que neos son Je/ices ¡pero están muy lejos de seño. La razón es,
e ta. El artículo castellano tiene tres t e n r n n a c i o n e ^ e P < | p o r q u e este lo está en lugar de la proposicion primera. Es
juntarse con los nombres masculinos, como si se dijese : los ricos están muy lejos de ser eso que de
ámigo; la para los femeninos, /a p e d i a ^ ellos se cree; y así se usa de este singular lo, aunque el felices
tercera /o que no es masculina ni femenma, y que po. tanto, este en plural. En suma, según la analogía de la lengua cons-
no habiendo en castellano nombres que no ^ , J tantemente observada en los demostrativos y en el artículo es-
de estos dos géneros, n o p u e d e juntarse ^ pecificativo, le y lo no son dos casos oblicuos de la termina-
v o ; pero se j u n t a con los a d j e t i v o s , para m d c a r q u e esto ción masculina del pronombre d t la tercera persona, sino dos
refieren á un objeto vago é indeterminado cuyo n o m b r e j f t terminaciones distintas, masculina l a primera y neutra la se-
expresa. Así se dice, lo bueno, lo malo, lo útil ctc , c*w g u n d a ; así como en el caso recto ó nominativo lo son el y ello,
un objeto, cualquiera q u e sea, al cual conviene la calidad o* pues de este cabalmente se forma el lo en los u s o s oblicuas,
vea vmd. a D." N. dígala vmd., rueguela; mas bien que dí-
quitándole la primera sílaba, lo mismo que de ella se forma gale, ruégue/<?, etc., ó las, si está en plural. Y esto no es un
la, suprimiendo también las dos primeras letras (I). capricho ó descuido del que habla ó escribe, es que la analo-
Esto me parece claro, evidente é indisputable; y querer dar-" gía le fuerza en cierto modo á explicarse así. Porque, si se dice:
nos el lo también para masculinos, es querer privar a la len- El juez prendió á un jitano, le tomó declaración, y le
gua de cierta finura que la enriquece y la hace muy precisa en condenó a muerte, ¿ n o está pidiendo la analogía que se diga,
ciertos casos. Yo sé, y la Academia lo advierte, que nuestros prendió á una jitana, la tornó, declaración, y la condenó A
autores antiguos no siguieron en este punto una regla u n i f o g la galera? (I) ¿Porqué, le tomó declaración y la condenó?
m e ; que los escritores andaluces usaron casi siempre del lo e. ¿Porqué en dativo la terminación masculina, y en acusativo la
el acusativo refiriéndose á nombres masculinos, y que los ca m femenina? Repito que esta no es mas que la opinion de un par-
lellanos usan del le por lo general aunque también alguna vez ticular, y que en todo caso vale mas seguir la de la Academia;
pusieron lo en inuales circunstancias. Pero esto solo prueba pero la lie indicado por si esta quiere acaso tenerla presente
que en su tiempo el uso no se habia declarado todavía de una cuando haga nueva edición de su Gramática.
manera positiva : hoy es ya constante entre los escritores no En cuanto á la pequeña anomalía que aun así tendríamos
andaluces que saben la lengua. De todos modos yo respeto las en el plural en cuyo acusativo, cuando se refiere á nombres
opiniones ajenas; y si alguno persiste todavía en decir que masculinos, se usa de los, y en el dativo de les, los loitas,
ayer fue á buscar á D. N. y lo vio ó lo encontroen la cali cuando se fundan en ella para sostener que en singular se ha
de la Montera; en hora buena, allá se las haya con su lo : 1 de usar lo para los acusativos y le para dativos masculinos,
que yo le suplico es que á los que no sean de su modo de pen no han observado que las terminaciones neutras en o del artí-
sar, no los acuse de que ponen un caso por otro. culo, de los tres demostrativos y del pronombre de tercera
lie dicho que sobre el modo de usar los pronombres se si persona, no pasan del singular, y que así en el plural no hay
gan las reglas de la real Academia. Sin embargo, si valiese m ya inconveniente (2) en distinguir el acusativo del d a t i v o , di-
voto, rae atrevería á proponer que respecto del pronombre de ciendo : El juez prendió á los ladrones, les tomó declara-
tercera persona se usase para el dativo femenino de singular ción, y los condenó á presidio; pero sí le hay en decir : El
la v para plural las, y no le y les, y se dijese. El juez pren torero se encaminó hacia el toro, y lo mató de ta primera
dió a la jitana, y la tomó declaración , a las jllanas, y la estocada. Porque este lo equivale á , mató el loro • y así
tomó declaración, y así en todas las frases, en que el pro como expresando el artículo no se puede decir, mató lo toro
nombre esté en dativo, singular ó plural, y se refiera a sus sino mato el toro; así tampoco puede decirse buscó al toro y
tantivo femenino. La regla de la Academia, que en efecto ob lo mato. Lo, tanto en el artículo, como en el pronombre (que
servan muchos, es que se diga : le tomo, les tomo declaración,
y en todo caso su autoridad tiene mas peso que mi opinión.
No obstante, he observado que el uso no es uniforme, y qu
m e n ' i o N 0 á n , l ¡ 0 ^ 1 ¡ I 0 , m e i C ? n c e j a n t e doctrina y con razones d e bastante fonda-
muchas veces, no solo en conversación sino aun en lo escrito, mento, a mi ver, la comban en m í Gramática Véase la tercera edición* Aaul n o dar*
se dice refiriéndose á un femenino, como a señora . Cuanuc u aeCiaiaeton lomada a eih — ; y la condeno — e s - ella la condenada Va ime
qniere Hermosilla analogia para las personas, no está demás que nos "tros l a ¡ n v o a u e
F a q n e i i a s c o m o ' á c i t a s ? ^ " 0 ' ' l l U e ' ° S " r e C C p l ° S C ° " t a n l a exacHtud'cíebin a l c a S z «
1 . Son incontestables esos preceptos por mas que con f r e c n e n m t a n a
quebrantado Martínez de la liosa, Salva y otros. Hay m a s , la a p h w c i o n del neaito p r t & S & n T * ' S ® ! S ° semejante caso, porque debió decir el a u t o r - «
a u n objeto determinado del g é n e r o mascul.no puede (lanar e n rnuchasocaMoncs a i f l libre arbiiifn ¡i® Z t , , r a t a u
? ü r . l , , c l P 1 0 n ? m ' s o - >' " o conviene dejarle abierto
Claridad d e la esnreMon, como ya lo noté e n mi Gramatica francesa 110 menos q n e c „ a d a ? r ¿ Q " e h l l , B 'era dicho flerniosilla de un escritor d e nornh e
la eli n a S a f o r u n o que m e parece despropósito, ó embuste s o emne raep r . S L V ^ n " V J ' T / T 1 1 ' 6 d l ° X ' « » ™ « - l e s lomó declaración, v les
á p r e m i u r - i quien ha dicho eso ? - y que se me responde - Manuel- rcplittiw elBSdeí ari!? lomó ^ Oue ese escritor había quebrantado las re-
TO con un - tío lo creo nada diría d e e x a c t o : ¿ á quien s e relieve e s e ¡o ? tóo £l dan™ ípfo S qüe C°" SU~n0 lmy y wowenienle en distinguir el acusa-
2 L " , ó al sugelo que la dijo? Está bien el lo para el primer « o ^ idi
p0r
supuesto que e l pn-cepto está e n confundirlos, cosa bien
censal le el le para el s e g u n d o , porque solo así podemos distinguir perfectamente « S o caanto d i M . 6,110 m
'd°C m ° semueslra de
Hermosilla
S e n d o al edPad de la cosa e n cuestión d e con l V ' e , a C l d a i 1 ± 1 U C n ^ a l e n l t
mía ha hecho, pues, muy ¡nal tomando el ¡o ¡ e l le por swonuao» o equivalentes.
en suma es el artículo mismo variado en sus terminaciones perfección al estilo. En efecto, la construcción puede no ser
cuando hace de pronombre) es siempre u n a terminación neu- ni anticuada ni extranjera, y ser todavía incorrecta : -i° Si se
tra, que no pasa del singular, y que por tanto en todo este , ha omitido una preposición que debió expresarse.* Por e j e m -
nunca puede ponerse como masculina. En el plural donde ya * plo, en el verbo perdonar se construye con á la persona á la
no existe, no es lo m i s m o ; y es una variedad preciosa que ¿ cual se perdona algo, y desde el Padre nuestro aprendemos
haya los para acusativo, y les para dativo. ISo sé si me e n g a - | i' 4 e c i r : asi como nosotros j)erdonamos á nuestros deudo-
fio, pero me parece evidente que el lo nunca puede ser mas- :¡ res. Por consiguiente el omitirla seria una lijera incorrección.
cuíino. Otra p r u e b a : si con los demostrativos la terminación o fc 2.° Si se pone una preposición p o r otra, aunque en eslo no se
neutra nunca se refiere a u n sustantivo masculino, y nadie •• imite una locucion extranjera; verbi gracia, si con el veibo
hasta ahora cuando le han presentado dos sombreros, p o r j abocarse, que pide con, pues decimos, abocarse con alguno,
ejemplo, y le han preguntado : Cuál elige vmd.? ha respon- se usase á, y se dijese, abocarse á Pedro. 3.° Si dos ó mas ver-
dido : Elijo eslo, sino este : ¿ p o r q u é , cuando le preguntan : bos q u e se construyen con preposiciones diferentes, se refieren
Eligió vmd. ya sombrero? ha de responder : Sí ya lo elegí? á una sola: por ejemplo, el verbo sitiar, ó la frase poner sitio,
¿Porqué en este pronombre la terminación o ha de ser mas- ¡ se construyen con á, y el verbo apoderarse con de. Seria pues
culi na y no en los otros? Dónde está la analogía? ¿Que fun- incorrecto decir : Aníbal sitió y se apoderó de Sagunto. En
damento puede tener esta anomalía tan descomunal ? .No in- este ejemplo la incorrección salta á los o j o s ; pero en muchas
sistiré mas sobre una cuestión puramente gramatical, y por ocasiones no es tan visible, y aun escritores de mérito suelen
tanto ajena de esta obra, en la cual se supone ya ventilada. Si cometer esta falta.
la he tocado, es porque todavía no la he visto bien discutida
Esto es lo único que en esta obra, que supone estudiadas ya
en ningún libro.
las reglas gramaticales, puede decirse en orden á la corrección.
En el régimen de los nombres, pues los nuestros no tie- Así, terminaré este artículo advirtiendo que los defectos rela-
nen como en latin varias inflexiones ó desinencias para indicar tivos á las construcciones gramaticales son siempre graves, si
sus diversas relaciones con las otras palabras de la oracion, y proceden de ignorancia; pero que á veces, aun sabiendo las
aquellas se enuncian por medio de las preposiciones de, a, reglas de sintáxis, quebrantamos alguna, ó por inadvertencia,
para, diciendo de Pedro, á Pedro, ó para Pedro, donde el ó porque nos creemos autorizados para ello. Lo primero se
latino diria, Pelri, Pelro; no puede haber dificultad. Sin em- llama descuido, lo segundo licencia. Tal es esta de F r . Luis
bargo, como al nombre que en latín estaría en acusativo le de León (canción A nuestra Señora, estrofa m ) :
juntamos la preposición á , si es nombre de persona o cosa
Y m i s ojos, c o b r a n d o m u c h a l u m b r e ,
personificada, v no se la juntamos cuando es de cosa no per- Pasmaron del engaño,
sonificada, y décimos, Amo á Dios, á mi prójimo, a m pa- En q u e andan los que rigen la alta c u m b r e
dre; pero n u n c a , Amo á la gloria, á la virtud, sino la glo- Del m u n d o á quien adoran.
ria, la virtud; puede ocurrir alguna duda, porque hablán- Aquí, como se ve, omitió el p r o n o m b r e recíproco se, necesa-
dose de seres abstractos, no siempre es fácil distinguir si los rio al verbo pronominal pasmarse de algo, licencia tolerable
consideramos como personificados ó n o . Así, no se puede e s - en un poeta como Fr. Luis de León : en otro de inferior nota
tablecer u n a regla general, constante y uniforme sino respecto seria reprensible. Las reglas en orden a los descuidos y á las
de las personas verdaderas, porque nunca es permitido decir licencias son las siguientes :
amo Pedro, amo Juan; respecto de las cosas no la hay.
\ .a Los descuidos solo pueden ser disculpables con estas
En cuanto á la construcción de los verbos con las preposi- tres condiciones: \ .a que recaigan sobre reglas de poca im-
ciones, aunque evitando , como se ha prevenido, las anticua- portancia : 2* que aun así no se cometan sino en aque-
das y extranjeras, se tiene ya mucho adelantado para escribir llas obras que por su naturaleza se acercan al tono des-
correctamente, añadiré sin embargo, que esta cualidad de a cuidado y libre de la conversación: 3. a que con ellos gane
corrección es distinta de la pureza, y añade un grado mas ue algo el estilo en sencillez y naturalidad. Sin estas tres con-
diciones, todo descuido en materia de corrección es una ver- cia no tenemos un buen diccionario etimológico de la lengua
dadera falta. castellana (i), ni un tratado completo de sus sinónimos; pon-
2. a Como las licencias, ó sean las voluntarias trasgresiones dré un ejemplo para que se forme alguna idea de lo que son
de las reglas, son de dos clases, unas autorizadas ya por el uso estos, el cual al mismo tiempo hará ver en qué consisten, y en
con el nombre de figuras de construcción, y otras nuevas, qué se diferencian, la propiedad, la precisión y la exactitud.
porque hasta entonces nadie se ha tomado la libertad de usar- Los tres verbos dejar, abandonar, desamparar, convienen
las ; téngase presente que estas solo pueden ser tolerables en en el fondo de su significación, ó expresan la misma idea fun-
poesía; y aun allí para aventurarlas en corto número, es damental de apartarse, separarse, desprenderse, desasirse
menester que el poeta haya alcanzado jta con otras obras de alguna cosa , y por esto se llaman sinónimos; pero cada
la autoridad de tal: y que en la prosa no son permitidas uno designa una especie distinta de separación y desprendi-
licencias verdaderamente nuevas; pero sí es muy permiti- miento. Dejar designa al desasimiento en general, sea de co-
do y necesario emplear las ya usadas, ó las figuras gra- sa propia ó a j e n a , sea para siempre ó temporalmente; aban-
maticales. Los que con supersticiosa nimiedad huyen cuanto donar añade la circunstancia de propiedad y p e r p e t u i d a d ;
pueden de emplear semejantes licencias, aun cuando las auto- desamparar indica ademas la de negar á la cosa que dejamos
rice el uso de los buenos escritores se distinguen de estos por y abandonamos, el amparo y la protección que estamos obli-
el título de puristas. gados á darla. Se ve pues que no se puede usar indiferente-
mente de estas tres palabras, y que según los casos será pre-
ARTÍCULO ra.
ciso preferir una ú otra. Así del que sale de su patria á viajar,
Propiedad, precisión y exactitud. pero con intención de volver á ella, se dirá que la deja, por-
que se va por algún t i e m p o ; pero no se dirá bien que la aban-
Una expresión, aun siendo pura y correcta, puede enunciar dona, porque no la ha dejado para siempre, ni ha renunciado
no la idea que queremos, sino otra distinta; puede enunciar á los derechos que en ella pueden competirle. Del que en efecto
aquella misma que intentamos, pero no completamente; ó la deji para siempre, se extraña y toma otra n u e v a , se dirá
puede enunciarla j u n t o con alguna circunstancia que no la bien que abandona la p r i m e r a ; pero no se podrá decir en
convenga en aquel caso. La propiedad se opone al primer rigor que la desampara, si él por su profesión no está obli-
defecto, la precisión al segundo, la exactitud al tercero. Por gado á defenderla. Esta expresión cuadraría exactamente al
eso he reunido estas cualidades del estilo, porque todas tres militar que en tiempo de paz se marcha para siempre á país
son relativas á lo completo ó incompleto de las expresiones. Se extranjero. Digo, en tiempo de paz, porque si fuese en tiempo
ve pues que la propiedad consiste en que estas no represen- de guerra, baria algo mas que desamparar su p a t r i a ; seria un
ten una idea distinta de la que querernos; la precisión en desertor ó un traidor, según las circunstancias. Ahora, para
que no la enuncien en términos genéricos que convengan que se vea en qué consiste cada una de las tres cualidades de
también á otras, y la exactitud en q u e no la presenten mas que estamos t r a t a n d o , supongamos q u e , hablándose del sim-
completa de lo que es en realidad. Para reunir estas tres ple particular, que cuando no está Obligado á prestar ningún
cualidades no hay mas regla que u n a , y es que se estudie m u - servicio á su patria, sale de ella y se establece para siempre en
cho la lengua en que se ha de escribir, y se tenga bien cono- otro país, se dijese que ha sacrificado su patria; la expresión
cido y fijado el valor etimológico y usual de todas sus voces, seria impropia, porque la palabra sacrificar significa una idea
y señaladamente de las que se llaman sinónimas. Porque, es-
tas significan, s í , una misma idea fundamental; pero cada
una de ellas la expresa con alguna diversidad en las circuns- V X f s ? ! ) s n r ^ ° e n la parle metafórica, disparalado e n la lójica, m n v poco brillante
f n ta mosobea. La Academia espadóla ha probado, s o b r e t o d o en la ultima edición d e
tancias : y si no se tienen bien deslindadas estas diferencias, su Diccionario, que tiene e n poco la gloria, que no le importa nada que nuestra lengua
y a y í perdiendo poco a poco, por negligencia d e sus tutores, ios tantos tesoros con que
es fácil decir algo mas ó algo ménos de lo que en rigor inten- ta enriquecieron nuestros a b u e l o s , en una p a l a b r a , que á la manera de ambicioso
tamos. Como este es un punto importantísimo, y por desgra- mercader, busca e l logto precisamente donde ei amor propio no debiera buscar ma?
q u e faina.
distinta de la de apartarse, separarse, etc. Si se d i j e s e s i ^ l e - n ú m e r o de espectadores que caben en sus diferentes partes.
níente que la ha dejado, la expresión no sena ya en rigor im- Se ve pues que si dijésemos, hoy hay Consejo lleno, esta voz
p r o p i a ? pero s e r i a ' v a g a , porque presenta s i , l a i d e a q u e n o seria etimológicamente i m p r o p i a , pues expresaría exacta-
aüeren os pero no completamente, pues no dice si ha dejado mente que asisten al Consejo todos los individuos que tienen
su patrfa para siempre si ha renunciado á ella. Si se dijese derecho de asistir. Sin embargo, como para esta y otras frases
'a expresión no s e n a vaga sino al semejantes el uso ha consagrado exclusivamente la otra forma
pleno por razones que seria prolijo explicar, es impropio de-
contrario, demasiado circunscripta, y por lo m i s m o i n e x a c j t a ;
cir, Consejo lleno, Audiencia llena, claustro lleno. De aquí
núes no es exacto decir que desampara una cosa el q u e antes
se infiere q u e los q u e han dicho, q u e en ninguna lengua hay
ñ o la amparaba, ó á lo ménos no tenia obligación de a m p a -
dos palabras perfectamente sinónimas, 110 se han explicado
S e i á pues en el caso propuesto la expresión pro-
con loda la exactitud que se requiere en estas materias. Han
nia orecisa : v exacta? La de, ha abandonado su patria. Déte
debido decir que hay muy pocas voces (I) que según su valor
a d v e r t i r s e q u e ^ a u n q u e teóricamente la falta de propiedad y la
etimológico y usual sean completamente sinónimas ; pero que
de e a ütud se distinguen muy b i e n , estas dos cual,dades po-
muchas, que lo s o n , atendida sida su etimología, 110 se pue-
sitivas sif confunden en el uso, y no se dice de una expresión
den poner indistintamente una por o t r a , porque el uso h a
nue es propia, si al mismo tiempo 110 es exacta.
q consagrado uno de los dos sinónimos para cierta clase de
Como este es uno de los puntos mas capitales en el arte d e
ideas, y el otro para otras. Por ejemplo, el adjetivo insano,
hablar pues quizá la mayor dificultad que hay es la de hallar
insana, que literalmente quiere decir nosano, puede signifi-
s ^ m p r e y en cada caso particular la expresión propia para la
car, según su valor etimológico, lo mismo que enfermo; pero,
idea aue queremos expresar, daré todavía otros ejemplos de
como el uso emplea este último para designar la no-sanidad
e x n r S n e s defectuosas en esta parte. De l a s q u e a un tiempo
física, y el primero para la no-sanidad intelectual ó moral;
son propias, precisas y exactas, no es ya necesario c i a r otros
seria impropio emplear este, cuando se trata de e n f e r m e d a -
h u e v o s En odos los trozos de nuestros buenos au ores que lie
des del cuerpo, y aquel cuando se habla de las del espíritu.
presen lado hasta aquí como dechados de otras bellezas, son en
Así nadie dice : mi padre está insano, para dar á entender
e e S propias y muy propias las expresiones. Mas como lie
que tiene alguna indisposición física; y al contrario, nadie ha
dicho que para hablar con propiedad, es necesario tener bien
dicho tampoco hasta a h o r a , guerra enferma, furor enfermo,
conocido el valor etimológico y usual de las voces, y acaso no
en las expresiones en que se da á la guerra y al f u r o r el epí-
iodos tendrán bien entendida su diferencia explicare es e
teto insanos, para significar que no obran ó no se gobiernan
punto que es importante, antes de pasar a citar ejemplos de
por las reglas de la sana razón, etc. Lo mismo debemos decir
expresiones impropias : lo cual servirá también para que e
del adjetivo funeral. Este no debe emplearse sino cuando se
vea po - ué algunos términos que citaré como impropios, lo
habla de cosas que tienen relación con la muerte ó los fune-
son, sin embargo de que según su valor et-molog.co podían
rales de a l g u n o ; y así se dice bien, pompa funeral, funeral
representar la idea que el autor quiso expresar con ellos. Lleno
lamento, l'sarle pues como sinónimo de funesto, fatal, di-
v í e n o son dos términos rigurosamente sinónimos por su eti-
ciendo, verbi gracia, golpe funeral, funeral misterio, por,
mología ó mas bien son una misma palabra v a n a d a n u c a -
golpe, misterio fatal, y, funeral respuesta, funeral secreto,
m e n t e ! el modo de escribirse. Por c o n t e n t e , bajo ambas
p o r , funesta respuesta, funesto secreto, es aplicar con i m -
formas su valor etimológico es el mise?',, y bajo ambas expre-
propiedad el adjetivo funeral, pues aunque tiene la misma
san idénticamente la misma idea, á 5 : b e r , la de que una cosa
significación radical que funesto, como derivados ambos de la
que puede recibir dentro de sí otra ú otras, tiene ya toda aque-
voz latina funus, no podemos emplear indistintamente uno por
Ha c a n t i d a d , ó todo aquel número que puede contener Asi
otro, porque no tienen la misma acepción usual. El primero
decimos, un vaso Heno de agua, esto e s , en el cua se h a
echado toda la cantidad de agua que permite su capacidad el
teatro estaba lleno de gente, esto es, que en el había lodo el I. II n'y a pas de SYKONTNES parfaits dans les langues, dijo mucho a n t e s Lumotle.
se emplea en sentido literal, y el segundo en el trasladado o seamos comunicar, y ademas la enuncia con solo aquellas
metafórico por cosa triste ó dañosa, esto es, que puede acar- palabras que sean necesarias para su cabal inteligencia,
e a r males, desgracias, etc. Al contrario hay ciertos sinónimos se dice que es concisa; pero si contiene alguna ó algunas
de uso si puedo explicarme así, que pueden emplearse uno otras no necesarias, se llama redundante. Debiendo las pala-
por otro, aunque por el valor gramatical de sus terminaciones bras de una expresión corresponder respectivamente á las par-
haya entre ellos alguna líjéra diferencia. Tales son por ejem- tes del pensamiento que enuncian, es evidente que si hay r e -
plo gratitud y agradecimiento. Aunque por la diferente de- dundancia de palabras, la habrá también de pensamientos par-
sinencia de ambos se pudiera asignarles diverso va or, y decir ciales en el total que la expresión representa. Y pues ya se ha
ciue el primero enuncia con mas precisión el turnio, y ei se- prevenido por punto general que no se introduzcan de aquellos
gundo la acción de agradecer, sin embargo en e uso se con- sino los necesarios,' parecía que no era necesario hablar de la
funden casi siempre, y se dice indiferentemente, lleno de gra- concision de las expresiones, porque en rigor no puede haber
titud, ó lleno de agradecimiento. En estos casos, que a ta en estas redundancia, si no la hay en las ideas que expresan.
verdad son raros, el oido es el que escoge. Sin embargo, como al tiempo de escribir, atendemos mas á
Ademas de la impropiedad ó inexactitud que puede hacer los signos que vamos empleando, que á lo que signilican; y ya
en las expresiones, por haberse empleado equivocadamente por cuidar del número y armonía de Ja cláusula, ya porque
los sinónimos de etimología ó de uso, pueden ser también nos parece que no queda bien expresada la idea con una sola
aquellas vagas é inexactas por mala elección de voces que no palabra, añadimos otras no necesarias; es preciso advertir que
son sinónimas, pero que no expresan con precisión y exactitud semejantes añadiduras deben cercenarse. Porque si á veces se
la idea que se quiere comunicar. Por ejemplo, en la Egloga puede sacrificar algún tanto de concision en favor de la armo-
i s de Balbuena, dice I r s a n i o á Tirseo : nía y numerosidad de la frase, esto se entiende en aquellas
obras que tienen por objeto principal el deleitar, como las
N o lo t e n d r é , pastor, m a s e n c u b i e r t o :
Así el cielo me ponga de su mano
poéticas ; pero en las que se dirigen á instruir, como las d i -
En el punto y compás de mi concierto. dácticas, vale mas sacrificar la melodía á la concision que no
U n r o s t r o v i , Carillo, s o b e r a n o , etc.
al contrario. En las obras mismas en que es mas necesaria la
armonía, la falta de concision ha de ser muy poco seisible.
Aquí no hay mal uso de sinónimos; pero hay u n a expre-
Téngase presente que la precisión y concision en las expre-
sión muy vana! la de, el cielo me ponga en el punto y com-
siones, aunque algunos las hayan confundido, son cosas abso-
pás de mi concierto, para decir el cielo me restituya la paz
lutamente distintas. Ambas voces, como derivadas de los ver-
v el sosiego que he perdido. Las voces punto, compás y con-
bos latinos prcecidere, concidere, compuestos de caído, con-
cierto son de tan lata significación y se pueden aplicar a tan-
vienen en la idea fundamental de cortar; pero cada una indica
tos objetos, ya literal, ya metafóricamente, que seria dilici
diversa especie de cortadura, si puedo explicarme así. La pre-
adivinar lo que el autor quiso significar aquí con ellas, si ei
cisión quiere decir que se ha escogido el término que mejor
mismo no hubiese expresado con mas precisión un pensa-
determina el objeto, le circunscribe, le corta y le separa de
miento semejante, diciendo en la Egloga v :
otros con los cuales pudiera confundirse. La concision signi-
Canta Pastor, q u e el cielo soberano fica, que la expresión no contiene mas signos que los necesa-
Al regocijo y al placer perdido rios para representarle, aunque estos por otra parte sean acaso
Te vuelva, c o m o p u e d e , de su m a n o .
vagos. Esto es tanta verdad, que á veces la expresión mas con-
Esto es explicarse con exactitud. cisa es también la mas vaga; y al contrario, las demasiada-
mente precisas y circunstanciadas suelen ser por lo mismo re-
ARTÍCULO IV.
dundantes' ün ejemplo lo demostrará: si hablando del triunfo
Concision. de los romanos, dijese yo que el triunfador iba en un magní-
fico carro, etc., y llevaba una cosa en la cabeza; la expresión
Si una expresión presenta exactamente la idea que de-
pueden ser en extremo concisas, y sin embargo la obra entera
sera prolija y difusa si está recargada de pensamientos t o ne-
cesar,os.-o s, muchos de ellos están presentados de varias
n
^ S , ' f e r e n t e S - ' a S f r a s e s d e 0 v i d i o «o« bastante concisTs
y su estilo es sin embargo r e d u n d a n t e , porque gusta de variar
un mismo pensamiento. Séneca afectó todavía mas l a c o n c ion
en las frases, y no obstante es nimio y prolijo muchas veces
p o r q u e en cogiendo entre manos una i d e a , no 7a defa í á

immim
ra S a Z : , t T t 0 SU r Í C
? T8ÍnaCÍOn ¿
pKtíí
trelejidas mas can otras, la expresioin nada tendría M , j S i l ! y Yar aWa de cien
' maneras diferentes. E n

immmi
el pasaje de Quevedo que dejo citado como ejemplo del defecto
«amado q u e e s cabalmente el de amplincar d e -

0 de
rentes s i ^ e S " ™<*os ^ d o T d i t
cada
; / - «na de por sí las expresiones, en
S r J o V f í í r a r e d u n J d ; 1 D C Í a ; P e r o e l [ odo es difuso y
,a er ins,stldo
KmienTnf k , tanto el autor sobre dos sol o í
S ra e o s - J í a b e r l f presentado bajo tantos aspectos dife-
ta ll ia de [
mas dif, f a l f ° ' ' ; ope, copiada allí mismo es todavía
mas d i f u s a , y aunque no hay quizá una expresión que en sí
y
? J e 0 0 f u e s e m u ? bnena si estuviese
68 d fUS
sola'bastaba. ^ ' °' P ° r q U e ha
* düce
> cuaild
o una

ARTÍCULO V .

Claridad.

Un
tula f e?presi°n' cuand0
° f r e c e * solo sen-
d$ íer
aideníZ 2 * ** ^ d i d o por aquellos á
J e ;
Í Z Z l . , ?SCUm' CUand0
P'lede suced*r V™ «que-
U m S Í m d
biaua a Z ' T ™', ° ú n i c o ' *e ^ c a óam-
oigua la que ofrece dos ó mas á un tiempo. La claridad

siSÉfeSSS!^ « c a n d a d y ambigüedad de las expresiones Resulta, ó de qué


los términos que se emplean son respectivamente c aros os-

ISESSSii
curos equívocos; ó de que la relación de unos con o ros'es á
e s t T ú l ü m r f f ? n S U C 0 0 r d i n a c i 0 » - ^ la que pro ví e l e
esta ultima se hablara, cuando se trate de la composición de

palabr^s mi~mas ° i r, , ^m t a n rd 0 ^ ™ 0 8 l a ^ de las


v a m o s á encargar que se omitan todas las expresiones y pala- S n o n n v . ^ r s á esta, se ve que toda expre-
n inútiles ' no se crea que repetimos una cosa ya dicha A n n
l c 5 S P r d V l e ¡ a r d e s e r e n t e n d i d a p o r los
h a d a r e m o s de las frases \ voces oratoriamente m u t , ^ aq e 0
; ^ V a , 0 , r d ? , l 0 S términos; que toda la que reúne
de las que lo son consideradas como signos de las i d e a s , d e S6r Clara e n sí
Dalahrís flíio t misma; y que si las
cual como selia visto, es cosa muy diversa. palabras, que por otra parte expresan las ideas con propiedad
Tamnoco se debe confundir la concision de las expresiones
con lo mas ó minos difuso del estilo. Todas las de un escuto
... n < 1 hubiesen de ser necesariamente inteligibles p a r a
y e
? , r a u e " o f e n d e m o s on el círculo ideal de n u e s t r o s uros. Tómese cualquiera el trabajo de recorrerlas, y hallará
aquellos q u e compren d e ) a claridad u n a c u a - in larguísimo catálogo d e ininteligibles versos q u e seria largo
í f f l i ^ S ^ a q u lias P e r o c o m o a veces s u c e d e q u e las itar. Allí verá q u e Colorobo, por ejemplo, es una estrella q u e
helad d i s t m t a d e aqueu n 0 s e r entendidas por ; stá en la constelación de O r i o n , y acotado el Almugesto de
palabras m a s e x M t a s J pro, f. ^ ^ ^ d e e„a 'olomeo. Y ¿ q u i é n si no es a s t r ó n o m o , lo s a b r í a , si el poeta
aquellos a este caso debemos usar de io lo hubiese explicado en su nota? Hallará dado á la Virgen
con s e p a r a c i ó n , y p w e n u q u e e cuando sean 1 epíteto de Cristótocos, voz greco-teológica muy buena para
e x p r e s i o n e s f P ^ * ™ son las in Concilio, pero que está muy fuera de su lugar en un p o e m a
ménos e n t e n d i d a s p o r aquellos á quienes p i c o ; y hallará q u é no hallará? ¿Quién puede dar idea
le todo el pedantismo con q u e están afeados pasajes p o r o t r a
£ e \ a b l a W A t i ^ s ° ' a s e s pueden reduciíse: 4 , l a s ^ c « :
»arte m u y poéticos? Y n o es solo en la Jerusalen; en todas
2.» las « 0 6 2 « ó cultas: 3.* las equivocas. as demás obras suyas reina el mismo mal gusto. En la Circe,
>or ejemplo (canto i . ) , tiene esta o c t a v a :
Términos técnicos.
Ya la discordia por mujer nacida,
SP l l a m a n así los que están consagrados determinadamente De la hermosura fácil y el deseo,
En sangre, en fuego y en furor teñida,
1 esparcido el cabello meduseo,
De la llama falal de la encendida
Misera Troya, en hombros de Apoaeo.
Vestida de una nube polvorosa,
Miraba la tragedia laslini"«a.
d e r a n , o a lo mcuu dia a l g u n o s e s c r i t o r e s , q u e e n

En hombros de Apogeo p o r desde lo alto del cielo, es expre-


™ F ? P a r a e f I, ue 110 a t i e n d a de astronomía, q u e serán
,as, todos los q u e la lean. Y al fin en esta octava de Lope no
dÍreraos de
ete Estostérminos serán alguna vez los mas precisas fle Balbuena Z t " 1 * ° ° ™ ' ' "«a
m o , etc., e i c . " , . . . n 0 s e n d o en obras cien- de ddo ot r e s a í u a l h a y u n s r a n m i m e r ° . y a excepción
. f,° q u e ya han pasado al lenguaje vulgar los restan-
tilicas, es ii t . ra e común de loslectoies. , o l o ? r 5 S S Í V a ? e , f e r - e s e r v a d o s á í a astronomía ó á T a a s -
- - t a s , sea m j i j W * e s p creidü e la poesía
rologra j u d . c i a n a ? El mágico Malgesi hace en el libro AVI,

consiste en bailar como energúmenos y en un lenguaje q u e ac o Í T S vfDtííÍCa d d C¡C,


° ^ de sus
consté-
a c i o n e s (ío e u a í ya es e n si m i s m o u n a ridicula p e d a n t e r í a e n
S f n u e d a e n t e n d e r , l l e n a r o n sus c o m p o s i c i o n e s p o é t i c a s d e un poema épico , y h a b l a n d o de la a d m i r a b l e m á q S de"
t i r m ino s técnicos, va de astronomía, ya de náutica ya de otras I mundo y de la infinita sabiduría de su Autor, dice q u e este
e l u d a s v aítes que debían s u p o n e r ignoradas de la mayo
r t ^ D P s u s lectores; pero ellos querían p a s a r ' p o r hombres 1 fielni w n e ! i a S , l a b r Ó ' alli
movimientos
m u v l eidos ' b u s c a b a n d e i n t e n t o las ocasiones de lucir su Líelos» luces, planetas, conjunciones,
muy leíaos, jerUsalen tantas ex- bignos, centro, epicic los, detrimentos,
Puntas, gozos, caida, exaltaciones,
¡ 2 m \ a p o r l o S n d i t o de las alusiones á p u n - lasas, orbes, apogios, decrcmentos
tos poco conochlos de mitología ó de historia , ya por d uso 1 A ni1?«8'Cursos' vucltMS
- estaciones,
Aspe, tos, rayos, auges, deferentes,
i n o p o r t u n o de voces técnicas, q u e conociendo el mismo q u e j Climas, ruedas, esferas y ascendientes.
sus lectores no entenderían muchas c o s a s , tuvo q u e pone, a
u n c r e c i d S u i o número de nota» p a r a explicar los pasajes o s -
para hacer de los inteligentes, diciendo como el mismo Bal-
buena (lib. v.):
Las puertas adornadas d e festones,
De islriadas columnas y d e lazos,
Frisos, triglifos, ménsulas, cartones,
do etc ; y entónces se pueden nombrar algunas cosas con sus Acroterias, metopas, y cimazos,
De oro y estuco pinas y artesones,
Frontispicios y bellos lagrimazos :
Y en las bóvedas y altos lacunarios,
,Varios florones y mosaicos varios.

Y si algún latino usó de la voz lacunar, que corresponde al


lacunario de Balbuena, es porque aquella era usual en el len-
Orion, las Pléyadas, el guaje c o m ú n ; y no lo dudará el que haya leido á Juvenal, y se
acuerde de aquel hemistiquio, doctus speclare lacunar.

rnrnmm
son bastante conoc.das aun del ^ f ' J s 0 ' ' , e e S a r b
los nom-

s s a W M
del c a m p o ; pero se guardaron muy b n ^ emplea ^ Voces cultas ó sábias.

Se llaman así las que, aun no siendo exclusivamente pro-


pias de una profesion particular, sin embargo, por ser
tomadas de alguna de las lenguas muertas que llamamos,
sábias, como el griego y el latín, no pueden ser entendidas
sino por las personas que saben dichas lenguas. De estas
voces sábias es claro que debe abstenerse todo escritor; pero
debe advertirse que para que un término sea rigurosamente
su respectiva lengua como Balbueua en castellano ( b b . x m . ) . culto, no basta que pertenezca á una lengua sabia, porque
del austro u n negro torbellino entonces lo serian infinitos de la lengua castellana que los ha
La triste nao acometió d e lado, _ tomado de la latina. Es menester ademas que no estén adop-
Con que el árbol mayor al agua vino tados en el lenguaje común y no hagan parte de la lengua, ó
P o r la firme carlinga ^ t r o n c a d o á lo ménos que sean poquísimo usados.
Rompió el vaivén dos curvas camino.
De una amura el bauprés quedo colgado, Cuánto mal gusto reinó en esta parte en casi todos los es-
Kola la triza, y fuera de engaste critores nuestros del siglo x v n . y principios del x v m . , lo sa-
El cuadernal, roldanas y el guindaste.
ben hasta los niños que han oido hablar de la secta de los
culteranos ó cultos ; y el que quiera ver hasta qué punto llegó
Porque conocían que casi todos sus lectores ^ j a m n lo q u
la extravagancia, y cómo esta pasó de los escritos hasta la con-
significaban en sus idiomas los términos tecmcos equi alen
versación ordinaria, no tiene mas que leer la culta latiniparla
á l o s castellanos carlinga, amura, bauprés, triza, cuadei
de Quevedo, y la comedia de Calderón No hay burlas con el
amor. En esta verá que los guantes se llamaban quirotecas, y
í S t E L también de edificios, y i vece
que para decir una dama á su hermana que no se acercase,
los b e n V pero especifican aquellas partes solamente
descr
decia: (í

cuyos nombres han pasado ya al lenguaje usua como fach


No te apropincues á mí,
das, columnas, puertas, ventanas, techos a r s o ^ a t m Que empañarás el candor
De m i castísimo vulto.
Y para decir que no la reconocía por hermana suya, porque
estaba enamorada ó tenia novio, daba esta razón diciendo: De A q u í l e s P i r r o imitación valiente,
Perpetra entre sus aras tal ofensa.
P o r o u e no quiero lener Perpetrar crímenes ó delitos puede pasar en boca de un abo-
Hermana libidinosa. gado ; y aun estos si tienen buen gusto no emplean semejantes
Así no me detendré mas en este p u n t o , y también porque voces latinizadas; pero en un poeta es imperdonable.
aquella ridicula jerigonza ha desaparecido ya casi del todo; y
n
solo daré algunos ejemplos de escritores, que aunque en ge- Palabras equívocas.
neral no se contagiaron de este mal gusto, y aun se burlaban
de los cultos, cayeron alguna vez en lo mismo que reprendían. Se llaman así las que pueden entenderse en dos sentidos,
Tal es Lope, que censuraba el culteranismo de Góngora, y sin ó porque ellas mismas tienen varias significaciones distin-
embargo en su Jerusalen, lib. x v . , d i c e : tas,ó porque hay otras en la lengua que, escribiéndose y
pronunciándose de la misma manera, tienen sin embargo
Osorio tiene en tanto con heridas un significado muy diverso. Las primeras no tienen mas
Mortales á sus pies á Orfin y á Ctorio,
Y la tierra d e partes divididas nombre que el genérico de equívocas, las segundas se llaman
D e Diomédes parece el diversorio; homónimas. La palabra compan a, por e j e m p l o , es simple-
mente equívoca, porque significa varias cosas: -Io la acción de
lo cual en lenguaje h u m a n o quiere decir, que se parecía á la estar juntas ó reunidas dos ó mas personas: 2° la totalidad
casa ó al establo de aquel Diomédes de la fábula, que mataba misma de las personas r e u n i d a s : 3" una parte de un regi-
á los huéspedes que llegaban á su palacio y echaba los cuerpos miento. La de amo es homónima, porque hay en la lengua
despedazados á sus caballos. dos, esto e s , amo sustantivo (lo mismo que señor ó dueño), y
Jáuregui, Farsalia, lib. m . , dice: amo primera persona del verbo amar: las cuales, escribién-
dose y pronunciándose del mismo m o d o , son distintas e n t r e
Volando cubren la superna esfera
Las astas, y cayendo, la marina. sí, significan cosas muy diversas, se derivan de distintas raíces,
se diferencian por los accidentes gramaticales, y solo por una
La voz superna es rigurosamente c u l t a , como enteramente casual combinación han resultado materialmente las mismas.
latina y no adoptada en el uso común ; la usual era superior La regla respecto de ambas, es que nunca se introduzcan en
ó celeste. También lo es la de insaturable, que Diego Mejía las expresiones para jugar con el vocablo, ó forinar lo que
usó en su traducción de las Heroidas. En la de Safo dice esta llamarnos equívoco, á no ser en obras jocosas. Por serlo el
hablando de su hermano : Quijote, son muy graciosos y oportunos varios equívocos q u e
de tiempo en tiempo se permitió su a u t o r ; como c u a n d o , al
Y agora pobre humilde, insaturable,
hablar del arriero que para dar agua á su recua iba á quitar
la no culta hubiera sido insaciable. Debe notarse que algunas de encima de la pila las armas de D. Quijote, sin hacer caso
voces no son en rigor cultas, porque se usaron en otro tiempo m de las voces que este le daba para que no las tocase, dice (p. -I.
y se conservan en ciertas fórmulas particularmente del f o r o ; c. 3.): A'o se curó el arriero de estas razones (y fuera mejor
pero como están ya desterradas del lenguaje usual por dema- que se c u r a r a , porque fuera curarse en salud), ánles tra-
siado latinizadas. tampoco pueden emplearse fuera de aquellas bando de las correas las arrojó gran trecho de sí. Donde,
fórmulas. Tales son perpetrar, impetrar, y algunas otras que como se ve, juega con las dos significaciones del verbo curarse.
casi pueden llamarse técnicas. Así solo deben usarse eis las Lo mísi«n hizo con igual gracia con las dos de la palabra tru-
frases á que el uso las tiene consagradas, como, impetrar una chuela, que son la de trucha pequeña y la de abadejo cuando
bula del papa. Por tanto es reprensible Lope, cuando en la tig preguntándole el ventero á D. Quijote, si por ventura comería
Circe, canto i . , dice i su merced truchuela (es decir, bacalao) respondió el a n d a n t e :
Como haya muchas truchuelas, podrán servir de una trucha.
jantes, sino sílabas pertenecientes á distintas voces; pero r e u - por piel de varios colores, como la de algunos caballos, diciendo
nidas forman el mismo sonido que las de otra voz. Por ejem-
así [Jerusalen, lib. x v i ) :
plo, con vino, convino. De estos y de todos es menester decir
lo mismo que de los rigurosos equívocos, á saber, que son un I s m e n i a , m i e n t r a s esto r e f e r i a
puerd juguetillo de palabras que solo puede entrar raras M a n r i q u e , asiendo del arzón la m a n o
veces en composiciones jocosas. % Subió veloz en Rosuflor (1), m á s pia
Q u e s u d u e ñ o al r e n d i d o c a s t e l l a n o ;
Por esta razón es oportuno el siguiente equívoco formado P o r q u e de los remiendos q u e tenia,
con dos homónimos perfectos, y empleado por Alcázar en unas H a b e r hecho en su piel vestido sani
redondillas jocosas en que describe su género de vida, y entre Pudo naturaleza, q u e procura
T a l vez en los defectos la h e r m o s u r a .
otras cosas dice :
Salido e l sol por o r i e n t e ) Quién no ve cuán indigno es esto de u n a epopeya? Pues en
D e rayos acómpañado, la misma jugó también otras varias veces con homónimos, ya
Me dan un huevo pasado
P o r a.^ua, b l a n d o y c a l i e n t e ;
perfectos, ya de solo oído. Por ejemplo en el lib. n , hablando
Con dos tragos del q u e suelo de unos cristianos que fueron muertos par los sarracenos a
L l a m a r yo n é c i a r d i v i n o ; orillas del mar de Tiro, dice:
Y á quien o t r o s l l a m a n vino,
P o r q u e n o s vino del cielo.
T r i u n f ó e l martirio allí j u n t o al mar Tirio.
Mas no siendo la obra tal que permita estas jocosidades, es
Cuando uno halla en un poema épico, es decir, en una com-
menester no introducir en una misma cláusula semejantes ho-
posicion que pide la mayor seriedad, elevación, nobleza y
mónimos, porque aun cuando el autor no quiera hacer e q u í -
majestad en el estilo, tan pueriles y bajas chocarrerías, no
voco, parecerá que lo intentó. Por esto no quisiera yo encon-
puede ménos de experimentar una santa colera, al ver tan i n -
trar en la oda del maestro León al licenciado Grial, la homo-
dianamente p r o f a n a d o , por decirlo a s í , el santuario de las
nimia que hay en la estrofa siguiente:
Musas. También Balbuenaen su Bernardo tiene vanos homo-
-
El tiempo nos convida nimo's de la misma calaña que los de Lope. Asi en el Ub. i v . ,
A los estudios nobles; y la fama dice que á su h é r o e , estando d u r m i e n d o ,
G r i a l , á la subida
Del sacro m o n t e llama, Parécele h a b e r visto u n a doncella,
Do no podrá s u b i r la postrer llama. De u n su e n e m i g o , sin por q u é , afligida;
Y q u e e r a el e n e m i g o t a l , q u e en e l l a
Donde ademas d e q u e el tono serio de la oda no permite cosa El gusto tiene puerto d e su vida :
Que el querella causaba su querella,
que pueda ni oler siquiera á juego de voces, como lo parece
Y el ser a m a d a la h a c e d e s a b r i d a , etc.
aquí el haber reunido la lercera persona llama con el sustan-
tivo llama, que son dos rigurosos homónimos; hay también el No daré mas ejemplos de equívocos ni h o m ó n i m o s ; pero ántes
defecto de emplear este último para designar, á lo que parece, de terminar este p u n t o , advertiré que aun en obras jocosas
los ingenios limitados, los poetas de ínlimo grado, que no se use de esta graciosidad con mucha economía; que
pueden subir al Parnaso; porque llamarlos postrer llama, es, cuando se introduzcan tengan tanta sal como los que he-
como se verá en otra parte, metáfora oscura y forzada. Yo bien mos visto de Cervantes, y que nunca se acumulen michos
creo que Fr. Luis de León no quería jugar con la palabra, y juntos, porque fastidian muy prowío.Quevedo, por ejemplo,
que le obligó á ello el consonante; y por esto es ménos cul- abusó tanto del equívoco, que hoy ya nadie lee sin hastio u n a
pable que Lope, que de inlento juega con el equívoco que r e - serie de ellos tan continuada como la siguiente :
sulta de los homónimos piterminación del adjetivo pío, por
piadoso, y pia, femenino también de otro adjetivo pio,pia,
1. N o m b r e d e uua yegua. Ñola del Autor.
Los diez años de mi vida mi» los franceses llaman reeherchées, esto e s , traduciendo
Los he vivido hacia atras,
Con mas grillos que el verano,
Cadenas que el Escorial.
Mas alcaides he tenido f Z v Z Z S d i a l s , para denotar que se descubre en
Que el castillo de Milán,
Mas guardas que el monumento, ellas el estudio que costó su hallazgo.
Mas hierros que el Alcorán, l a s r e d a s para escribir con naturalidad son i r e s . - i . »
Mas sentencias que el Derecho,
Mas causas que el no pagar, „ o D » sobre cosas que el escritor
Mas autos que el dia del Corpus, cidas, de que esté bien persuadido, y que le ' f f 6 ™ ^
Mas registros que el misal,
Mas enemigos que el alma,
Mas corchetes que un gaban,
Mas soplos que lo caliente,
Alas plumas que el tornear.

SSsstesaggSS
Uno ó dos podian pasar y t e n e r gracia; pero tantos juntos ¿ á
quien no empalagarán?
Concluiré lo perteneciente á la claridad de las expresiones,
añadiendo que aun sin haber en ellas términos técnicos, cultos de emplearla, para y i premuna cornbi-
o equívocos, pueden ser oscuras; ó porque el escritor, no con-
cibiendo claramente la ¡dea que quiere comunicar, se explica
con oscuridad, ó por la mala elección de las perífrasis.

ARTÍCULO V I . de buen gusto: ^ c a ^ a o U o f ^ T e r a de íllos pa-


alitaliano, y ; « examen. Yo bien sé que
Naturalidad. reciere ridicula, desecliesesinm feralmente
cada lenguai tiene sus idgotismos que111 u s 0 autoriza
Aunque las expresiones que retinen las cualidades que lleva-
suenan mal en las otras qu- e n ¿ U q|j u(J.
mos ya recorridas, suelen ser también naturales, es necesario
ciertas expresiones de sentido tigur^ao excepciones.
sin embargo considerar la naturalidad como cualidad distinta;
porque en rigor, aun teniendo aquellas, puede faltarles esta.
Se llaman pues naturales las expresiones, si teniendo las » M ^ s a ^ í S f i ñ s
demás circunstancias de que se ha hablado y hablará, aña-

-s
den á este mérito el de ser tales que el lector ú oyente juzga
que á él mismo se le hubieran ofrecido, y que al autor tío
le ha costado trabajo el encontrarlas. siones son ó no d e buen gusto. Lo pe l e ñ e r a « v c¡uk
Siendo esta la verdadera idea de lo que se llama naturali- corrección, p r o p i e d a d , ^ ^ ^ ^ S a una larga
dad en el estilo, es claro que carecerá de ella toda expresión l e n g u a ; lo restante es común a odas.. fcg P io
en la cual, ó por lo desusado de las palabras, ó por el modo disertación ; pero es forzoso omitirla porque , a
de combinarlas y colocarlas, ó p o r el aire de importancia que e n t r a r en una infinidad de pormenores que nos distrae v
se da a cosas que no lo m e r e c e n , ó por la elección de voces mucho tiempo de nuestro asunto.
muy escogidas, ó por un no sé q u é , mas fácil á veces de sentir
que de explicar, se descubre visiblemente el trabajo y esfuerzo
que ha costado su invención. Semejantes expresiones son las
ARTÍCULO Vil. separación ninguna cualidad s u y a ; en cuyo caso es claro que
no merecen el título de epítetos. Por ejemplo, esta expresión,
Energía. el cuerpo humano, es el signo total de la idea que repre-
Para que una expresión sea buena, es menester que á todas senta ; y el adjetivo humano está empleado por necesidad,
las cualidades ya explicadas añada la de ser enérgica, esto es, p o r q u e no hay en la lengua una palabra que por sí sola signi-
la de presentar las cualidades mas interesantes del objeto; fique el objeto que llamamos cuerpo humano, ó cuerpo del
y no como quiera, sino de cierta manera capaz de producir hombre. Mas si se añadiese, el cuerpo humano, máquina
en el animo una impresión viva y fuerte. De aquí se infiere admirable, esta última frase seria un verdadero epíteto desti-
que débil, lo contrario de enérgica se dirá de aquella expresión, nado á hacernos observar en el objeto llamado cuerpo huma-
que ó no presente las cualidades mas interesantes del objeto, no cierta cualidad, la de ser admirable su mecanismo. Tam-
ó lo haga con cierta languidez incapaz de producir una poco son verdaderos epítetos los adjetivos que expresan el
impresión fuerte y viva. Conocida la naturaleza de la energía, atributo de las proposiciones, verbi gracia, en esta, el hombre
y visto que consiste en expresar con cierta fuerza las cuali- es mortal; porque no están destinados á hacer resaltar indi-
dades de los objetos; es evidente que se conseguirá : em- rectamente y como de paso una cualidad particular, que es lo
pleando oportunamente aquellas partes de la expresión que que constituye el epíteto, sino á designar la que por una afir-
indican las cualidades de las cosas, no en abstracto, sino como mación positiva y directa atribuimos á un objeto. Hago estas
inherentes a las cosas mismas; á cuyas partes de la expresión advertencias, porque ninguna de estas cosas ha sido explicada
total Jlamamos adjuntos ó epítetos, palabra griega que quiere hasta ahora en los tratados de retórica, y se cree generalmente
decir sobre-puesto; y 2.° introduciendo palabras que formen que epíteto y adjetivo son una misma cosa. Tan lejos están
lo que se llama imagen. de serlo, que muchas veces hay epíteto sin que haya en la
frase ningún adjetivo, como en esta, Escipion, el rayo de la
guerra; y otras, los adjetivos no lo son, como en las citadas
Epítetos. arriba, listo supuesto, veamos las reglas que deberemos tener
Si la naturaleza de estos consiste, como he dicho, en expre- presentes para emplear con acierto los verdaderos epítetos;
sar una cualidad, cuya idea queremos excitar separadamente punto muy capital en materia de estilo. Son las siguientes :
de fas otras que excita el nombre solo del objeto; y si, como -I a Han de ser oportunos é interesantes; lo cual quiere
se s a j e desde la gramática, podemos expresarla ó con un ad- decir que h a n de expresar cualidades que tengan relación di-
jetivo solo, o con alguno acompañado de una modificación recta con el punto de vista, en que por entonces se considera
mas o menos larga, ó con otro sustantivo que entonces llaman el objeto á que se aplican. Para entender bien esta regla, es
ios gramáticos caso de adposicion, o con algún complemento necesario tener presente lo que se dice en la lógica, á saber,
indirecto, o finalmente con una proposición entera de las que que en toda proposición el sugeto se refiere al a t r i b u t o ; p o r -
laman incidentes; es claro que en rigor podría darse el nom- que de esto se infiere que no deberá añadirse á uno ni o t r o ,
bre de epíteto a cualquiera de estas cuatro maneras de expre- sino lo que pueda hacer mas sensible su mutua relación. Por
sar las cualidades de los objetos. Sin embargo, como en lite- ejemplo, si yo dijese : El hombre amante de la verdad no
ratura no se llaman por lo común epítetos sino los adjetivos debe dar oídos á tos aduladores; habría caracterizado opor-
o sotos o modificados, y los sustantivos de adposicion, solo tunamente al hombre de quien hablo, con respecto á lo que
serán de estas clases los que cite en los ejemplos; pero cuanto digo de é l , porque el epíteto, amante de la verdad, con que
cíe ellos se d i g a , puede también aplicarse á los complementos le cali, co, contribuye á hacer ver porqué no debe dar oidos
y a as proposiciones incidentes. Advierto no obstante que los á los aduladores. Mas si yo dijese : Un hombre ricamente ves-
adjetivos no son siempre epítetos. A veces, unidos á un sus- tido « o debe, etc. el epíteto estaria mal escogido, y la propo-
tantivo, expresan la idea total del objeto, y no indican con sición entera seria ridicula, poique el estar rico ó pobremente
vestido, nada tiene que ver con que uno escuche ó no á los
que le adulan. Semejante epíteto es como se ve i n o p o r t u n o , bello. No se crea por esto que todos los epítetos de n o m e r o
porque uo hace mas clara la relación entre el sugeto y el atri- son de esta clase; por lo común son felicísimos y sobremanera
b u t o Por este ejemplo se puede entender suficientemente lo enérgicos : ni se confundan tampoco estos pocos, que són ver-
nue prescribe esta primera regla : regla importantísima, como daderamente inoportunos, con algunos otros suyos, que a u n -
luego se verá, para la buena elección de los tropos o expre- que hoy pueden parecerlo, no lo eran en su tiempo. Hablo de
siones de sentido figurado; pero que aun respecto de las p a - los epítetos que constantemente da á ciertas divinidades y a
labras tomadas en su acepción iiieral, es de continuo uso Y cierfos h é r o e s , como á Juno la de los blancos brazos, o de
si por sola ella hubiésemos de calificar v a n o s epítetos que los los grandes ojos; á M i n e r v a la de los ojos garzos; a A p o l o el
escritores adocenados emplean casi siempre, y aun los buenos flechador; á Diómedes el valiente; á Héctor el impetuoso; a
alguna vez, veríamos inmediatamente que no están usados Llíses el astuto, etc. Estos eran en su tiempo una especie de
con la oportunidad d e b i d a ; q u e , léjos de hacer enérgica a sobrenombres ó apellidos, si puedo decirlo así, con que se
expresión, la debilitan; y que, en vez de hacer mas clara la distinguían ciertos dioses y ciertos héroes : tal es el pius
idea del objeto, la oscurecen. Jateas el religioso Enéas, de Virgilio. Observaré de paso que
Nadie admira mas que yo á Homero : la veneración que me algunos de H o m e r o , que traducidos literalmente según el va-
inspira su nombre, toca ya en u n a especie de idolatría litera- lor etimológico d é l a p a l a b r a , parecen ridículos, como el que
ria y ya h e dicho que para mí es el mayor poeta y. el primero da muchas veces á los griegos diciendo, los de buenas grebas,
entre los escritores profanos. Sin embargo me es preciso con- no lo son de n i n g u n a m a n e r a , si se traducen como se debe.
fesar, q u e algunos de sus epítetos pecan contra esta primera La palabra griega que corresponde á aquella expresión caste-
regla' y de consiguiente son .ociosos en el paraje en que se ha- llana, está tomada en sentido figurado, y se cometen en ella,
llan Por ejemplo, cuando se habla de la nave que va surcan- como dicen los retóricos, nada ménos que dos tropos a un
do los mares, cualquier epíteto que tenga relación con el mo- tiempo. Primero las grebas, parte de la a r m a d u r a , se toman
vimiento, que es á lo que entonces atendemos, como m e r a , por la a r m a d u r a entera, y la palabra quiere decir los de buena
veloz, lijeru, etc., es oportuno, porque es relativo a la cuali- armadura, los bien armados; y luego, antecedente p o r con-
dad suya que consideramos en aquel momento. Mas tratán- siguiente, esta expresión se emplea por la de belicosos, aguer-
dose de naves que están sacadas á tierra (y así estaban las de ridos, v así es como debe traducirse. Y si Monti, antes efe po-
los griegos durante el asedio d e Troya), llamarlas entonces nerse á traducir la lliada, hubiera aprendido todo el griego que
veloces, como frecuentemente lo hace Homero, es emplear se necesita saber para traducirla bien, no hubiera dicho en ita-
mal este epíteto en aquellas circunstancias. Cuando se hable liano, / colhurnati aclie.i,«los aqueos que gastan coturnos »,
de su tamaño ó capacidad, vendrá bien el de hondas; pero como si se tratara de algunos actores trágicos. Uno de los moti-
calificarlas con este adjetivo, cuando nada se dice que tenga vos de que Homero no sea tan estimado como merece, es que
relación con aquella cualidad, lo cual también hace Homero se le juzga por la versión latina, la cual expresa literalmente,
algunas veces, será añadir una calilicacion conocidamente in- no la significación poética y figurada de las voces, sino su valor
oportuna. Lo mismo debe decirse de otro epíteto que da fre- etimológico. Traduciendo así, no hay autor en el m u n d o que
cuentemente á los griegos, los de larga cabellera. Hablando no parezca ridiculo en muchos casos. Si el arrecía aunbus
de ellos en contraposición á los bárbaros que no se dejaban de Virgilio se tradujese en castellano, las orejas empinadas, o
crecer el cabello, es oportuno. Pero cuando en el libro 11 dice tiesas, ó derechas, que es lo que etimológicamente significan
que Agamenón mandó á los heraldos que convocasen a los las palabras auribus arrectis, ¿quién no miraría como baja y
aquivos de larga cabellera, para llevarlos al combate; cual- chabacana esta expresión? I'uesasí es como se traduce o r d i -
quiera conoce que este epíteto ninguna relación tiene con el nariamente á Homero, y se le hace decir, Juno la de los ojos
objeto de la llamada, porque p a r a empeñarlos á combatir du- de buey. Pero él no dijo ni quiso decir tal bajeza. La palabra
rante la inacción de Aquíles, que era la grande dificultad que griega significa s í , según las radicales de que se compone,
había que vencer, nada importaba que tuviesen largo el ca- ojos de buey; pero en la acepción usual esto q u e n a decir ojos
el oro, la plata, y otros capaces de pulimento, se dice muy
grandes, rasgados, hermosos, epíteto, que como se ve, nada
bien que son brillantes, lucientes, porque en esto se diferen-
tiene de ignoble. Volviendo ya á la regla; si en Homero halla-
cian de los que no pueden ser abrillantados; pero seria muy
mos alguno que otro epíteto inoportuno, fácil es conocer que
vago llamarlos extensos, pesados, porque estas son propieda-
no faltarán en otros escritores no tan buenos como é l , y que
des comunes á toda !a materia. Del mismo modo en las cuali-
abundarán en los de inferior clase. Ocioso pues será citar ejem-
dades morales de los personajes vale mas no calificar á estos
plos de los nuestros, y señaladamente de los poetas del siglo
con epítetos, que darles los genéricos de famosos, claros,
x v i i . Abranse por cualquier parte sus obras, y no se habrán
ilustres, y otros de que abundan los poetas; á no ser en a l -
leido dos páginas, sin haber hallado algunos epítetos inopor-
guna particular situación, en que los pongamos en paralelo
tunamente empleados.
con otros á quienes no convienen aquellas denominaciones.
2.a Los epítetos han de ser propios, es decir, han de ex- También de estos se encuentran algunos en Homero.
fresar cualidades que convengan al objeto á que se apli-
can. Aunque esto entra en la propiedad general de las expre- 4 . a ¡So han de ser repugnantes al objeto á quien se dan;
siones, es necesario observarlo con mas cuidado en orden á ó lo que es lo mismo, no han de expresar cualidades
los epítetos, porque es muy fácil emplear algunos defectuosos que repugnen á su naturaleza, ó sean contrarias á la idea
por esta parte. Así, en la pintura de los vicios hecha por Lope que excita su nombre. Por ejemplo, no hay nadie que al
que cité en otro lugar, noté con bastardilla varios epítetos im- leer las palabras dolor, pesar, riesgo, sepulcro ó tumba, no
propios : \ ° « La soberbia en figura de gigante, armada de vea en estos objetos algo de triste, funesto y desagradable, y
« blasfemias y de voces. » Representada la soberbia como un que por consiguiente, si los considera personificados, no los
gigante, no se puede decir con propiedad que está armada de vea bajo un aspecto deforme, espantoso, horrendo, y para d e -
blasfemias y de voces, porque éstas, y tómese la voz en sen- cirlo de una vez, que no se los figure como cosas feas. Darles
tido propio ó figurado, no son armas de gigantes. En sentido pues el epíteto de hermosos, es darles uno que no solo no les
propio, lo es la clava ; en el figurado la arrogancia. En este, conviene, sino que les repugna. A lo ménos yo creo que hasta
las blasfemias pueden serlo de un impío, y las voces de una ahora nadie se ha figurado el dolor, el pesar, el riesgo y la
verdulera. 2.° « La caduca avaricia los feroces miembros mo- sepultura como cosas bonitas y lindas.
« vió.» El epíteto de caduca, dado á la avaricia, es propio y 5. a Los epítetos no han de ser inútiles, esto es, no han
feliz, porque esta es comunmente la pasión de los viejos; pero de expresar una cualidad cuya idea excite el nombre solo
el de feroces dado á sus miembros, es impropio por esta mis- del objeto; á no ser en algún caso, en que esta cualidad
ma razón, á saber, porque representada como un viejo cadu- sea precisamente la que convenga hacer resaltar. Porque
co, sus miembros pueden ser deformes, feos, descarnados, entonces, siendo esta la idea, sobre la cual queremos que se
pero no feroces; este epíteto conviene mas bien á la juventud fije la atención del oyente ó lector, ho hay inconveniente en
robusta. Y ademas, prescindiendo de que esté ó rto represen- hacer de ella la materia de un epíteto, ántes conviene para
tada ya la avaricia como un decrépito, la ferocidad no es el prolongar y fortificarla impresión. Por e j e m p l o , cualquiera
carácter propio del avaro, sino del cruel, del violento, del que ha visto nieve, sabe que esta es siempre y necesariamente
iracundo : el avaro mas bien es tímído y de ánimo apocado, blanca, y que al oir su nombre se le excita j u n t a m e n t e con la
que feroz. 3.° Tántalo de ambición tampoco es propio de la idea del objeto la de su blancura. Será pues superfluo que á la
avaricia. Esta y la ambición son cosas distintas, y casi incom- nieve se dé el epíteto de blanca. Este no es extraño al punto
patibles. La primera es sed de riquezas, la segunda de hono- de vista en el cual se considera la cosa, no es impropio, no es
r e s ; y de ordinario, p o r conseguir estos se sacrifican aquellas. vago, y ménos r e p u g n a n t e ; pero es inútil, á no ser que, tra-
tándose de la blancura de la nieve, sea esta la idea que con-
3. a Ao han de ser vagos, esto es, no han tje expresar
venga. reforzar. Por esta razón, yo no condenaría, como Blair,
cualidades, que aunque convengan de algún modo al ob-
el piala canis albicant pruinis de Horacio, p o r q u e , i n t e n -
jeto, sean también comunes á otros muchos, sino aquellas
tando mostrar cómo blanquean los prados cubiertos de rocío,
que le sean peculiares. Por ejemplo v de ciertos cuerpos, como
expresar entonces que el r o c í o , es blanco, no me parece una se diria igualmente bien, rugosa y avara vejez, porque las
verbosidad insulsa. Mas razón tiene Blair, cuando critica el arrugas nada tienen que ver con la avaricia. Para dar u n
liquidi fotiles, de Virgilio; porque aunque el agua pierde al- ejemplo positivo, que acabará de hacer palpable la verdad de
guna vez la fluidez, su estado ordinario es el de estar liquida, esta regla (que no se hallará en ningún libro, y sin embargo
particularmente si la suponemos manando ó corriendo en una no deja de ser cierta, certísima y muy importante) recordaré
fuente ; y cualquiera lo sabe y lo conoce, sin que el poeta se un pasaje de Quevedo ya citado con otro motivo, y es la des-
lo diga. Homero tiene también epítetos superfluos. Y si en los cripción de la noche. Allí noté con bastardilla vanos epítetos
dos príncipes de la poesía se encuentran, ¿ q u é sera en los en cuya elección no tuvo presente el poeta este principio, y
demás poetas, y sobre todo en la adocenada turba de los ver- aquí es la ocasion de probar porqué no hizo bien en r e u m r -
sificadores ? , los. Allí d i c e :
6.a Aun teniendo todas las circunstancias indicadas, Con piés torpes al punto ciega y fría
no se acumulen nunca muchos sobre un mismo objeto, á Cayó de las estrellas blandamente
no ser que de intento se haga la enumeración de sus cua- La noche, tras las pardas sombras mudas etc.
lidades ; y en caso de que convenga calificarle con dos, Cieqa y fría : cada uno de estos dos epítetos es bueno en sí
expresen ambos cualidades análogas. Este es un punto deli- mismo, y ambos han sido dados á la noche por los mejores
cado, que pide alguna explicación ; pero con ella y los ejem- poetas, pero en diversas ocasiones; mas asi reunidos, debili-
plos se entenderá fácilmente. Entre todas las cualidades de u n tan la impresión que baria uno solo, y este debió escogerse
objeto hay unas que son análogas entre s í , y otras que no según la cualidad que se queria hacer resaltar. Si era Ja oscu-
tienen m u t u a conexion. Por ejemplo, el viejo es generalmente ridad, venia bien cieqa; si el fresco que ordinariamente se
débil, t í m i d o , suspicaz, avaro, desconfiado, irresoluto, etc.: siente durante la noche, entonces, fría. Reuniendo los dos,
todas estas cualidades le convienen perfectamente, y de cada se distrae nuestra atención, y no sabemos sobre cual de
u n a de ellas podrá hacerse materia de un epíteto en su r e s - aquellas cualidades debemos fijarla con p r e f e r e n c i a ; y esto,
pectiva ocasion, según lo que del viejo se d i g a ; pero entre to- porque no tienen necesaria conexion, pudiendo la noche ser
das ellas unas son análogas entre sí y otras no. Débil y tími- oscura sin ser fria, y fría sin ser oscura. Otra cosa s e n a , si se
do son análogas, y la segunda es como consecuencia de la pri- dijese húmeda y fria : en este caso la idea se refuerza, p o r -
m e r a ; pues el viejo teme á los d e m á s , porque siente que le que el frescor es consecuencia de la h u m e d a d . Lo mismo debe
faltan las fuerzas para defenderse. Tímido y avaro no lo son, decirse de los otros d o s , pardas y mudas, respecto d e las
no tienen conexion necesaria, porque la avaricia en el viejo s o m b r a s : uno solo bastaba. Véase al contrario cuan bien Her-
no nace precisamente de la timidez, sino de otro principio, á manados e s t á n , y p o r decirlo así, c u á n conspirantes son los
saber, de que sabiendo por su larga experiencia cuánto valen siguientes de Rioja en la epístola A Fabio :
las riquezas, tiene gran placer en adquirirlas, y le es duro des-
No sazona la f r u t a en un momento
prenderse de ellas. Contrayendo estos principios á la aplica- Aquella inteligencia, que mensura
ción de los epítetos, es claro : - I q u e si bien al viejo le pue- La duración d e todo á su t a l e n t o ;
den convenir los indicados, seria ridículo dar un catálogo de Flor la vitaos primero, hermosa y pura,
todos ellos, á no ser que se haga la enumeración para delinear Luego materia acerba y desabrida,
el carácter de la vejez : 2.° que al emplear mas de uno, es Y perfecta después, dulce y madura.
menester elegir los que expresan cualidades análogas, y que La flor es hermosa, porque es pura; la fruta no sazonada es
m u t u a m e n t e se refuerzan, no los inconexos y divergentes. Así desabrida, porque es acerba • y ya en sazón es dulce, porque
so podrá decir muy bien, pálida y triste vejez, porque estos está madura. Esto se llama saber hermanar los epítetos. Para
dos epítetos expresan ideas q u e mutuamente se fortifican, que acaso no se crea que estas son inútiles y metafísicas suti-
pues la palidez es indicio de que la fuerza vital está ya muy lezas, copiaré lo que dice Blair con otro motivo. Censura a
disminuida, y á este estado es consiguiente la tristeza, pero n o aquellos escritores que, por no concebir con precisión sus
pensamientos, acumulan para expresarlos palabras superfluas- de su afectada sublimidad. (Tom. i v . pág. 33.) Esto no se
y a ñ a d e : La imagen que nos ponen delante, se ve siempre lia de entender tan literalmente, que no pueda emplearse un
doble, y ninguna imagen doble es distinta. Cuando un epíteto ,vporque otros le hayan empleado : no hay acaso uno
autor me habla del valor de un héroe en un dia de batalla, que no lo baya sido ya. Lo que se quiere decir es, que se
ta expresión es precisa y le entiendo completamente. Pero procure darles alguna novedad sustituyendo al adjetivo ya muy
si por el deseo de multiplicar palabras, quiere alabar su usado otro que lo sea ménos, y diciendo , por ejemplo , par-
valor y fortaleza, en el momento en que junta estas pala- das sombras, en lugar de opacas; asoladora g u e r r a , en vez
bras comienza á vacilar mi idea. Quiere expresar con de sangrienta; potente, por poderoso, etc.
mas fuerza una calidad; pero expresa dos, que á la ver- 8. a ¡So se multipliquen demasiado los epítetos, particu-
dad son distintas. El valor hace frente al peligro, la for- larmente en la prosa; y así en esta como en los versos, no
taleza arrostra la pena. La ocasion de ejercer cada una se distribuyan con monótona simetría y bajo una misma
de estas calidades es diferente; é inducido á pensar en las forma, como hacen algunos que á cacki sustantivo le d a n
jS' fuando solamente me debiera presentar á la vista una constantemente un adjetivo, para que le sirva de lacayo. En
ele ellas, hace inconstante mi vista, é indistinta la idea los que sean necesarios convendrá variar la expresión, de mo-
del objeto. (Traducción castellana, tomo i. pág. 246.). Así, do que unos sean adjetivos solos, y otros adjetivos modifica-
Jo que en esta parte dice Blaír de las cualidades expresadas dos ; y ya sustantivos de adposicion, ya proposiciones inciden-
con sustantivos, deberá decirse igualmente de las expresadas tes. Observando todas estas reglas no podrá ménos de hacerse
con adjetivos; porque si él censura con razón al que reúne u n a buena elección de los epítetos; p u n t o , como lie dicho ,
dos, bastante analogas entre sí, como el valor y la fortaleza muy importante.
con mas razón se deberá censurar al que reúna dos que no Jo Ahora, para que se vean en un solo ejemplo epítetos que
sean tanto y mas aun si son totalmente inconexas. Por esta reúnen todas las calidades indicadas en las reglas, copiaré un
razón añadiré q u e , si alguna vez pueden aplicarse dos epítetos soneto de Lupercio Argensola. Al parecer, había soñado que
a un solo objeto (tres ó mas nunca deben entrar sino en enu- se le habia muerto alguna persona de su c a r i ñ o , y hablando
meraciones formales), cuando ambos se refuerzan mutuamente con el sueño, le dice :
del modo que queda explicado ; lo general es no dar nunca a
Imágen espantosa de la muerte,
un objeto mas q u e uno solo, escogiendo entre todos los que Sueño cruel l n o t u r b e s mas mi pecho
puedan convenirle el mas interesante en Ja ocasion en que se mostrándome cortado el nudo estrecho,
emplea, es decir, el q u e mas relación tenga con la situación Consuelo solo d e m i adversa suerte.
en que se considera entonces la cosa calificada, como se pre- Busca d e algún tirano el m u r o fuerte,
v De jaspe las paredes, d e oro el l e c h o ;
vino en la regla p r i m e r a .
O el rico avaro en el angosto lecho,
7. a Aun siendo buenos en si mismos los epítetos, eví- Haz que temblando con sudor despierte.
tense, sisón demasiado comunes y como de fórmula. Esta El uno vea el popular tumulto
regla es de Blair, el cual observa juiciosamente que hay cier- R o m p e r con furia las herradas puertas,
O al sobornado siervo el hierro oculto.
tos epítetos generales, los cuales, aunque parece realzan
la significación de la palabra á que se apiñ an, la dejan Y el otro sus rique/.as descubiertas
^ embargo indeterminada; y en fuerza de ser triviales Con llave falsa, ó con violento insulto;
Y déjale al amor sus glorias ciertas.
íZl n en f le^U(,Je Poético, son ya enteramente in-
Examinemos uno por uno todos los epítetos que contiene este
sípidos. De esta clase son discordia bárbara, envidia odio-
bellísimo soneto, y veamos cuán bien aplicados están. Ima-
sa , jefes poderosos, guerra sanguinaria, opacas sombras, es- gen espantosa de la muerte : epíteto propio y muy propio
Z Z J e m h GS> y 0 l r 0 s , m i l d e l a m i m a apéele que á veces del sueño, porque en efecto este es la única cosa que nos da
Z T T ° S r n T ,0S buenos P°etas> V de abundan alguna idea de la no existencia. Y aunque con decir«010 imá-
los de segundo orden, poniendo en ellos lodo el misterio
gen de la muerte, se calificaba bastante el sueño, añadiendo
al sustantivo imagen el adjetivo espantosa, el epíteto entero
se bace mas enérgico. Sueño cruel: otro epíteto dado a sue-
ño con toda oportunidad, porque habla de él en cuanto le h a - p i n t o r amulo para S a r a « . Cuan-
bla afligido; y personificándole, debe representarle como un
personaje cruel que se complace en atormentarle. Nudo es-
trecho : epíteto no inútil, porque la palabra nudo no excita
s f f ^ j a g s c g g h . í
suficientemente la idea de apretado, pudiendo aquel ser flojo.
Muro fuerte, tampoco es inútil, p o r q u e aunque la idea de
m u r o envuelve la de resistencia y f u e r z a , como esta es la que
aquí tiene relación directa con la circunstancia de ser el muro
de un tirano, conviene reforzarla é insistir en ella. Las dos
circunstancias de que las paredes son de jaspe, y el techo de
oro la fortifican aun mas. Rico avaro : epíteto necesario, por-
Easaaiiá
que el rico, si no es avaro, no sentirá, hasta el punto de tem-
blar con sudor, la pérdida de sus riquezas; y el avaro, si es i s s s s a a g
pobre, tampoco se incomodará tanto, como si tuviese mucho lar. En o r d e n á lo s e g u n d o se v e t a m b i é n
que perder. Angosto lecho : este epíteto que en un solo rasgo de que se trata es material en si mismo las P a l a b a s q
pinta el mal trato que se dan los avaros, la sordidez con que compongan la expresión, podrán estar ®
viven etc., no solo es bueno, es felicísimo, poético y sobre propio, y por consiguiente que las m i a g e n e s o n c o a d , s _
manera enérgico. « Romper con furia las herradas puertas,» de las metáforas. Finalmente, es claro y i e j m n v ^ V
circunstancia y epíteto que m u t u a m e n t e se fortifican y que de ser enérgica sin que forme imagen, pues lo sera s i e m p e
pintan cuan grande debe ser el sobresalto del tirano, al soñar
que el pueblo atumultuado acomete á su casa con tal furia,
que no bastan las herradas puertas para impedirle la e n t r a d a .
Sobornado siervo, hierro oculto n o pueden ser mas o p o r t u -
nos para lo que se trata, que es del temor de un tirano. Ya se maldades que Clodio meditaba y
biese quedado muerto en el encuentro con M d o n c o n g a en
sabe que los que usurpaban el p o d e r supremo en las antiguas
repúblicas, que son de los que habla el poeta, estaban siem- estos términos : Q u a m o b r e m . í f t í n t e l e n d o en
clamaret T. Annius etc. o Por tanto, si Mdon ten enüo en
p r e temiendo que un siervo sobornado los asesinase. Llave
falsa, violento insulto : circunstancias bien escogidas; son «la mano la espada ensangrentada, e t c . » En esta cía s u i a n a y
los dos medios de robar. Me h e detenido á hacer este prolijo u n a valiente imágen en la
exámen, para que se vea cuánto h a y que estudiar y admirar nens; pues un hombre que tiene en la mano una espada en
en una composicion bien escrita, p o r corta que sea. sangrentada, es, como se ve, un objeto que se puede pintar.
Supongamos qué Cicerón hubiese dicho, post ™r<e>n P. C/o
Imágenes. di , « despues de la m u e r t e ^ Clodio » aquí no ^ m ^ r n a
g e n , pues aunque pudiera pintarse un hombre m to
Quizá no hay en literatura una palabra de mas continuo uso puede pintarse el objeto d e s - n a d o por la palabra pos signo
que la de imágen, pero quizá tampoco hay otra de mas vaga de u n a relación, es decir, de una idea abstracta. De este oio
significación y"tan mal definida. Unos creen que las imágenes ejemplo r e s u l t a : lo p r i m e r o , que para que• ^ ^
consisten en los epítetos, otros las confunden con las metáfo- forme imágen, es menester que no haya en ella p a l a d a a ^ u n a
ras, otros entienden por imágen u n a expresión enérgica, y que signifique ideas abstractas ú objetos invisibles, y 10
gundo, que puede haber imagen sin metáfora, pues la que decentes; las que son contrarias á la buena crianza, groseras-
y l a s q u e ofenden el pudor, torpes; en cuyas tres especies
acabamos de ver es literal ó de sentido propio. En cuanto a
puede haber varios grados y darse á cada uno su denomina*
que puede también ser una expresión enérgica sin formar 01011
particular; pero seria inútil prolijidad. Algunos de nues-
imágpn, 110 hay mas que recordar aquellas enérgicas palabras
tros escritores se descuidaron en esta parte. Los ejemplos lo
que Virgilio pone en boca de nido, improperando á Enéas su r
probaran. *
perfidia : Nec Ubi divaparens; generis nec Dardanus auc-
ior, perfide.
Expresiones indecentes por excitar ideas desagradables
Ni es t u m a d r e una diosa, ni desciendes, ó asquerosas.
P é r f i d o ! d e l linaje esclarecido
De D á r d a n o Muchos pasajes pudiera copiar de autores nuestros de prosa
f n m W i descuidaron en esta parte, y no tuvieron reparo en
No cabe mas energía : son palabras de fuego, por decirlo asi.
Sin embargo, no forman imágen, porque una negación no se rnaní ^ r 0 1 1 ? US T b r e s p r o p i o s , o s ó , ° a n o s d e I cuerpo l m -
3 :,ones n o
puede pintar. Que las imágenes propiamente dichas c o n u i - mas culreiWp . '«uy l i m p i a s ; pero seíia yo
buven admirablemente á dar energía á las expresiones, queaa rinnil '' s , f n . P a ? e l e m P l 0 copíase sus inmundas ex-
demostrado con la citada de Cicerón. ¿Cuanto mas energico ¿ar t a n t ' n 1 ' S ° ° ? í ' ' e u n P a s a J' e d e B a I b u é n * que, sin lle-
es, con la espada ensangrentada en la mano, que, después otra nintnr'a H a ? a a b r a s q r e x c i t a n i d e a s algo puercas. Es
de la muerte de Clodío? Así, no daré mas ejemplos, m me ver á F e r n * p n tt0 di ' T f t deS,iedl0 el e n c a n t 0 se

extenderé mas sobre este p u n t o ; y también, porque todavía E b e r d S l ! n SL1 deformidad. El poeta, despues de
n a c e r dicho que aquella mágica había sido
volveré á tocarle, cuando hable de la diferencia entre el len-
guaje poético y el prosaico. En su florida edad de agrado y gusto,
Aunque altiva en su trato y desfíonesta,
ARTÍCULO TUI. Continúa así :
Decencia. Mas el tiempo, que todo lo consume,
Lo que se ha dicho de la claridad y energía se ha de tener Viáll ÍSfé C0m0 e n olras - e n s u s cos
™•
viole males q u e cuente, años que sume
presente y observarse, cuando las ideas que deseamos c o m u - £ferias de las perlas y las rosas; '
nicar son tales, que no puede haber inconveniente en nom- Quedándose tan vana, que presume
,n Cden s e r al usto
brar cada cosa por su nombre. Pero cuando se trata de cosas ,' S apetitosas
L a s f r u n a d a s a r r u g a s y lagañas (*)
asquerosas, ó que puedan ofender el respeto debido a las per- De los
Pinedos ojos sin pestañas.
sonas, y sobre todo el pudor, léjos de escoger la expresión
mas clara y enérgica, debemos al contrario explicarnos con Tirando de la edad cuanto
( d 1 en,
mas pudo
F? E r P° J ' d e l afeite, '
alguna oscuridad, dejando ver en una luz muy confusa lo que El turbio rostro le dejó sañudo,
expuesto á las claras podría parecer ménos decente a unos Y
Y PelI débil
T K T cuerpo,5
" ' de eno
¿estilando
raíces nudo, 'aceite,
oidos delicados y puros, cuales debemos suponer los de los ton a s V1V3S m e n i o r ¡ d , d j ¡ ' .
oyentes ó lectores. Como este principio no es de retorica, sino gartir d e n u e v a s a í / t t o , y i e ? £ l l e '
dé moral y buena crianza, solo añadiré que, si en las expre- Que en reumas trueca el uso dé sus días.
siones se tiene cuenta con el respeto debido á las costumbres
y con las atenciones que exige la civilidad, conservan la deno-
minación general de decentes; pero que si faltan a esta ,-egla,
toman n o m b r e s particulares, según el modo con que la q u e -
b r a n t a n . Así, las que excitan ideas asquerosas, se llaman m - ¿ S Ü S .C S V / S s e ,ee,flí
i pero e s evidente q u e B a l b n e n a

42
el buen gusto. Por ejemplo, cuando Cicerón, acusando á Vér-
que familiar * r res, juega con el significado literal de este apellido que es el de
mas
verraco, y con el equívoco que resulta de la homonimia del
E s apetitosas arrugas y lagañas de los ^ ;ioneS
verbo verro, verris, venere, que significabarrer; y cuando
Z J d e la edad; y ^ ^ / ^ ¿ S S , en la segunda Filípica insiste tanto en las borracheras de An-
iqué,8ÜO tonio, y describe tan enérgicamente sus comilonas, nombran-
rancia, hasta de los primeros elementos del a . t e !
" do co'n su nombre propio la consecuencia de sus hartazgos;
esto es ya demasiado. Demóstenes y Esquines se dicen t a m a -
Expresiones groseras. ^ ñas injurias uno a o t r o ; pero no llegan á tanta bajeza.

Góngora labuena Expresiones torpes ó que ofenden el pudor.


los nuestros se olvidaron alguna ez de lo qu o ^ ^
crianza. En su canción i / [o de Las comedias de Aristófanes tienen m u c h a s ; en Petronio y
Marcial abundan, en Catulo no f a l t a n ; Horacio y Juvenal se
Inglaterra, apostrofa a esta Ua, y dice . olvidaron también alguna vez del respeto que se merecen las
O ya Isla católica y p o t e n t e , buenas costumbres; nuestro Quevedo de cuando en cuando, y
su imitador Torres en varios pasajes, señaladamente en los
K ^ l ^ é á i c o , . Sueños morales. Pero ya se deja conocer que en u n a obra
g c o S d e r fortaleza J « * * « J ^
como esta, destinada á andar en manos de la juventud, no se
A h o r a condenada a i n f a m i a e t e r n a
1 pueden citar ejemplos d e semejantes faltas. Así solo advertiré

iH^fer
P o r la que te gobierna q u e , aun en obras satíricas y burlescas, es necesario abste-
nerse de toda obscenidad; y la advertencia no es inútil, por-
que no hace todavía muchos años que nuestros saínetes y
nuestras tonadillas abundaban de equívocos, que incomoda-
ban á cuantos conocían las reglas que la decencia dicta a todo
Oh reina torpe! Reina no, ma» loba el que escribe para el público (I), y mas aun para el teatro,
Libidinosa y fiera- adonde concurren personas de ambos sexos y de todas edades.
es grosero. A u n a reina i = Las perífrasis y atenuaciones de que he hablado ya, y los t r o -
m u j e r , solo por serlo, se la debe i r a » _ elevado pos de que luego hablaré, son de grande auxilio para presen-
particularmente en una compos.cion se a y a tar disfrazadas las ideas asquerosas ó torpes, si alguna vez es
tono lírico, como P<*> 1
preciso tratar de objetos que puedan excitarlas.
tampoco trato muy b.en a la m aunque enemigo,
otro debieron conocer q « ^ ® puede disculpar-
ARTÍCULO IX.

Melodía ó suavidad.
d e su tiempo. t a m b i é n de escritores griegos Cuando ta expresión hace en el oído una impresión
Largos ^ S S t l ^ ^ S e s , los cuales no e r a n agradable, decimos q u e es melodiosa ó suave; y cuando, al
y romanos, señaladamente üe u » ' d ian unos a
cierto muy escrupulosos e n e s t a p a r t , yr ^
1 . Me admira que el S ' Salvá haya violado abiertamente ese consejo al emprender
otros las mas groseras m u r i » . tfro o sabe;_y la edición del Diccionario de n u e s t r a Academia, estampando, como estampó e n él, todas
da nos enseñarían sino el hecho q u * w a o p a r t e dis- las espresiones torpes que la decencia condena y reprueba. La inmoralidad, la r e l a j a -
ción , ni la desvergüenza, n o h a n m e n e s t e r d e maestros, lo que importa es que p a -
porque siendo esto común en u - m p o esL ^ ^ ya de rezcan maestros para mostrar ¡ a s enormes faltas d e aquellos vicios, y las limestas con-
secuencias que siempre atraen á los que les siguen.
Ucencia, les imponía
contrario, es ingrata la que produce, la llamamos dura ó seivar una de aquellas, lo haga así el escritor. Pero téngase
áspera: epítetos que propiamente significan ideas relativas a entendido q u e , si se sabe manejar la lengua, este caso o c u r -
las sensaciones del tacto ; mas, por no haber otros, los apli- rirá pocas veces.
camos también á las del oido. El que una expresión suene ARTÍCULO x.
agradablemente, puede provenir de tres cosas : -I . a de que las
palabras de que consta, sean por sí mismas y por su combi- ' Conformidad de las expresiones con el tono de la obra
nación fáciles de pronunciar, en cuyo caso conserva el nombre
genérico de melodiosa ó suave: 2. a de que sus diferentes Como atendiendo al tono dominante de las composiciones,
partes estén distribuidas con cierta proporcion musical que se se dividen estas en nobles y familiares, dos grandes clases,
llama ritmo ó número, y por tanto la expresión total toma que luego se subdividen en varias especies; se han dado los
el nombre de sonora ó numerosa; y 3. a que las palabras, mismos nombres á la^ expresiones, considerada su c o n f o r m i -
por la naturaleza de los sonidos, ó por la cantidad de las sila- dad con el tono de un escrito. La nobleza pues de una expre-
bas, tengan cierta analogía con los objetos que representan; a sión resulta de que sus palabras no sean demasiado comu-
cuya cualidad se da el nombre de armonía imitativa, ó sim- nes, sino de aquellas que son usadas por las personas de
plemente de armonía, y á la expresión que la tiene el de ar- fina educación y elevada clase, cuando hablan de asuntos
moniosa. Para expresar la falta de alguna de estas tres cir- serios é importantes; y la familiaridad, por el contrario,
cunstancias, no hay mas que los términos genéricos de dura, de que sean usuales entre la dase media de la sociedad,
áspera, desagradable, etc. Lo perteneciente al ritmo y á la en la conversación ordinaria, y en materias de poca im-
armonía se explicará, cuando se trate de la composicion de portancia. Según que las expresiones son propias de las ín-
las cláusulas, porque allí es su lugar : ahora solo podemos timas clases del pueblo, loman los nombres de bajas, vulga-
decir algo de la melodía ó suavidad general de las expresio- res, triviales, chabacanas, tip que sea posible lijar exacta-
nes. Para conseguirla es menester evitar : mente los límites de estas denominaciones, porque no es fácil
• I L a repetición de unas mismas sílabas, ó como vulgar- saber á punto fijo, cuándo una expresión, saliendo de la es-
mente se dice, el sonsonete, esto es, el martilleo que resulta fera de familiar, toca ya en la de vulgar. Así basten estas
de que estén juntas ó muy inmediatas dos ó mas palabras generalidades, y la regla de que, en escritos elevados y serios,
consonantes, como dos adverbios en mente, ó dos tales que la como en las arengas, historias etc. no se usen expresiones
última ó últimas sílabas de la que precede sean idénticas con conocidamente familiares, y menos las bajas, vulgares y
la primera ó primeras de la que sigue, verbi gracia, nave ve- triviales; y que en todas se eviten las chabacanas, á no
loz. La falta en esta parte se llama cacofonía, palabra griega ser que de intento se trate de imitar el lenguaje del ínfimo
que literalmente significa mal-sonancia.' vulgo, que es quien las usa, porque regularmente pecan con-
2.° La concurrencia de muchas vocales; porque como para tra la pureza de la l e n g u a , como el eslógamo, hespital, etc.
pronunciarlas distintamente, es menester abrir mucho la bo- de nuestros Manolos.
ca, resulta lo que en latín se llama hiatus, el cual siempre Tampoco están exentos de faltas en esta parte algunos de
es ingrato al oído; verbi gracia, Iba á Andalucía. nuestros escritores, como se verá por unos cuantos ejemplos
3.° La reunión de consonantes ásperas, ó de difícil pronun- que daré, entre muchos mas que pudiera traer. El tantas veces
ciación, como la r, la j , la z; verbi gracia, error remoto. citado Balbuena, que en su Bernardo parece se propuso dar-
Estas tres reglas, señaladamente la úliima, tienen las e x - nos un dechado de todos los defectos imaginables en m a t e r o
cepciones que veremos, cuando se trate de la armonía; en lo de estilo, no quiso dejar de señalarse y distinguirse, acaso en>
demás son generales, y no admiten mas restricción que la que t r e todos, por la bajeza del suyo. Todo el poema, que no tiene
á las cualidades secundarias imponen las capitales, es decir, la ménos de cuarenta mil versos, está escrito, á excepción de al-
propiedad, la exactitud, la claridad y la e n e r g í a ; y es, que si guno que otro pasaje muy r a r o , en lenguaje familiar, que
en algún caso f u e r e necesario sacrificar la suavidad para con- muchas veces decae hasta la mas baja trivialidad. Por ejem-
pío, en el lib. m queriendo bacer el retrato de un moro ber- cabeza , y que el tiempo, su médico, viendo que ningún em-
berisco llamado Fracaso (el nombre no es muy á r a b e , pero plasto provechoso
esto es lo de menos) dice :
Sus yerbas pueden dar y sus legumbres
Era Fracaso un moro berberisco, Que el gusto encienda y resucite el brío,
De grueso cuerpo y ánimo doblado, P o r q u e son frias y su mal es frío;
En rostro sierpe, en ira basilisco,
En vista torpe, en lengua libertado i la aconseia que viaje; y allí verá tantas otras majaderías y
Cuba de alegre vino; q u e el morisco sandeces^ que á no verlas uno impresas, parecería imposible
Que en esto se desmanda, es consumado;
V á la sazón, sobre un frison polaco. aue hubiesen ocurrido á nadie. ,
Hecho venia, recien comido, un Baco. Concluiré lo perteneciente á las expresiones observando
Dejemos lo de ánimo doblado p o r doble, esto es falso, trai- que cuando alguna añade á las otras buenas cual.dades la de
dor. etc.; lo de torpe en la vista, y libertado en lengua, y la nobleza, se dice que es elegante; y cuando ademas con J »
nótese lo de cuba de alet/re vino, y lo de venir, recien co- un pensamiento para cuya explicación parecía difícil hallar
mido, hecho un Buco; lenguaje que no dista mucho del de u n a que las reuniese todas, se dice que es feliz.
u n a t a b e r n a ; v, repito, en una e p o p e y a !
En el lib. x tiene una insulsísima alegoría, que el llama CAPITULO II.
artiliciosa fábula, sobre el origen del deleite ; y queriendo dar
á entender por q u é medios el a m o r se insinúa en la voluntad, REGLAS PECULIARES DE LAS EXPRESIONES DE SESUDO FIGURADO.
dice que para esto trata de f o r m a r un ocioso escuadrón de
ociosos pensamientos, y continúa : Es un hecho constante que todas las palabras de una lengua
fueron primitivamente instituidas o en ella, o eniaqpeUa d e
Este quiere formar, q u e á la victoria donde las ha tomado, p a r a , designar un solo o je o r
Con él hallar no piensa i m p e d i m e n t o :
Deja la libre tierra de su gloria,
cuando fué necesario darle á conocer por medio de un signo
Y va sin ella sobre el blando viento vocal; entendiéndose por objeto ó ser no so amen e los cu r -
En amistad de sola la m e m o r i a , pos, ino también sus movimientos, los efectos que e to p o -
Verdugo cruel d e un t r i s t e pensamiento, ducen, etc., en suma todos los seres y fenómenos que llegamos
Huciendo mil potajes al sentido,
Amargo el mas sabroso y desabrido. á conocer por cualquier medio que sea Ls tambien con tan o
que en todas las lenguas muchas palabras pasan de e>ta p r i -
Mucho se ha dicho del amor, bajo mil formas se le ha per- mitiva significación á otra secundaria, o P«r uso g e n e r a o a
sonil'irado; pero á nadie sino á Balbuena se le ha ocurrido el voluntad de los escritores; es decir, que habiendo s.gn licado
hacerle cocinero. También él lía sido el primero que ha l l a - al principio un solo objeto, lian pasado despues constante-
mado á la ausencia (allí mismo) mente á significar otro ú otros, ó pasan en algunas ocasiones.
Cuando pues una palabra se emplea para designar aquel oh-
De los sueños d e amor la pesadilla.
jeto á cu\ a significación fué primitivamente destinada, se dice
No abusaré mas de la paciencia de mis lectores. El que guste, que se toma en sentido propio; y cuando se usa parai desi-
puede ver por sí mismo dicha ai tiliciosa fábula, y verá lo úl- gnar otro distinto de aquel primero, se dice que esta tomada
timo de la extravagancia, de la b a j e / a . de la ignorancia de to- en sentido figurado. Y á este uso de las palabras en una si-
do, v el gusto mas detestable que baya tenido j a m a s , no digo gnificación secundaria, es á lo que se da el nombre de tropo,
un poeta épico, sino el último y mas infeliz coplero. Allí vera palabra griega que literalmente designa la acción de dar u n a
que la ausencia sirve á la voluntad comidas frias, d é l o cual vuelta á un objeto físico, esto es, la de ponerle en una^d lec-
y de lo frió de la posada, /» estraga el gusto cierta tibieza ción distinta de aquella en que ántes estaba r o r q u c ha pa e -
acompañada de frió y calentura, y dolores de estómago y cido que tomar una voz en un significado diverso del que re-
pío, en el lib. m queriendo bacer el retrato de un moro ber- cabeza , y que el tiempo, su médico, viendo que ningún em-
berisco llamado Fracaso (el nombre no es muy á r a b e , pero plasto provechoso
esto es lo de menos) dice :
Sus yerbas pueden dar y sus legumbres
Era Fracaso un moro berberisco, Que el gusto encienda y resucite el brío,
De grueso cuerpo y ánimo doblado, P o r q u e son frias y su mal es frío;
En rostro sierpe, en ira basilisco,
En vista torpe, en lengua libertado; la aconseia que viaje; y allí verá tantas otras majaderías y
Cuba de alegre vino; q u e el morisco sandeces^ que á no verlas uno impresas, parecería imposible
Que en esto se desmanda, es consumado;
V á la sazón, sobre un frison polaco. aue hubiesen ocurrido á nadie. ,
Hecho venia, recien comido, un Baco. Concluiré lo perteneciente á las expresiones . o b s e r v a n d o
Dejemos lo de ánimo doblado p o r doble, esto es falso, trai- que cuando alguna añade á las otras buenas cualidades la de
dor. etc.; lo de torpe en la vista, y libertado en lengua, y la nobleza, se dice que es elegante; y cuando ademas con J »
nótese lo de cuba de alegre vino, y lo de venir, recien co- un pensamiento para cuya explicación parecía difícil hallar
mido, hecho un Buco; lenguaje que no dista mucho del de u n a que las reuniese todas, se dice que es feliz.
u n a t a b e r n a ; v, repito, en una e p o p e y a !
En el lib. x tiene una insulsísima alegoría, que el llama CAPITULO II.
artificiosa fábula, sobre el origen del deleite ; y queriendo dar
á entender por q u é medios el a m o r se insinúa en la voluntad, REGLAS PECULIARES DE LAS EXPRESIONES DE SESUDO FIGURADO.
dice que para esto trata de f o r m a r un ocioso escuadrón de
ociosos pensamientos, y continúa : Es un hecho constante que todas las palabras de una lengua
fueron primitivamente instituidas o en ella, o eniaqpeUa d e
Este quiere formar, que á la victoria donde las ha tomado, para, designar un solo o je o r
Con él hallar no piensa impedimento:
Deja la libre tierra de su gloria, cuando fué necesario darle á conocer por medio de un signo
Y va sin ella sobre el blando viento vocal; entendiéndose por objeto ó ser no so amen e los cu r -
En amistad de sola la memoria, pos, ino también sus movimientos, los efectos que e to p o -
Verdugo cruel de un triste pensamiento, ducen, etc., en suma todos los seres y fenomenos que llegamos
Haciendo mil potajes al sentido,
Amargo el mas sabroso y desabrido. á conocer por cualquier medio que sea Ls tambien con tan o
que en todas las lenguas muchas palabras pasan de e>ta p r i -
Mucho se ha dicho del amor, bajo mil formas se le ha per- mitiva significación á otra secundaria, o por uso ipnera o a
sonifirado; pero á nadie sino á Balbuena se le lia ocurrido el voluntad de los escritores; es decir, que habiendo s.gn ücado
hacerle cocinero. También él ha sido el primero que ha l l a - al principio un solo objeto, h a n pasado despues constante-
mado á la ausencia (allí mismo) mente á significar otro ú otros, ó pasan en algunas ocasiones.
Cuando pues una palabra se emplea para designar aquel ob-
De los sueños de amor la pesadilla.
jeto á cuj a significación fué primitivamente destinada, se dice
No abusaré mas de la paciencia de mis lectores. El que guste, que se toma en sentido propio; y cuando se usa parai desi-
puede ver por sí mismo dicha ai tiliciosa fábula, y verá lo úl- gnar otro distinto de aquel primero, se dice que esta tomada
timo de la extravagancia, de la b a j e / a . de la ignorancia de to- en sentido figurado. Y á este uso de las palabras en una si-
do, v el gusto mas detestable que haya tenido j a m a s , no digo gnificación secundaria, es á lo que se da el nombre de tropo,
un poeta épico, sino el último y mas infeliz coplero. Allí vera palabra griega que literalmente designa la acción de dar u n a
que la ausencia sirve á la voluntad comidas frias, d é l o cual vuelta á un objeto físico, esto es, la de ponerle en una^d lec-
y de lo frió de la posada, /» estraga el gusto cierta tibieza ción distinta de aquella en que antes estaba Porque¡ha pa.e-
acompañada de frío y calentura, y dolores de estómago y cido que tomar una voz en un significado diverso del que re-
cibió en su institución, tenia alguna semejanza con la acción depende de que las impresiones que recibimos simultánea-
de poner un cuerpo en una situación diversa de la que tenia. mente, ó en tiempos muy inmediatos, se unen y enlazan, es
Pero es de advertir, que como algunas palabras, habiendo pa- decir, se colocan las unas cerca de las o t r a s ; como igualmente
sado de su primera significación á otra secundaria, llegan á
se juntan las que son semejantes entre sí, aun cuando la haya-
usarse exclusivamente en e s t a ; en tal caso la segunda viene á
mos recibido en épocas muy distantes una de otra. Como, se-
ser en cierto modo propia, v por tanto no se dice ya que
gún veremos luego, este mutuo <mlace de las ideas es el f u n -
hay tropo, aun cuando le hubo al tiempo de la primera tras-
damento de que las palabras hayan pasado ó pasen de u n a
lación.
significación á otra, es necesario tener bien entendido este
Acerca de los tropos hay que determinar su origen, sus es- principio de lógica; lo cual es fácil reflexionando en el ejem-
pecies, sus ventajas y las reglas para su uso; cuatro puntos plo propuesto. Pues aunque ignoremos, como en efecto igno-
que será necesario explicar con alguna extensión, porque te- r a m o s , el por qué y el cómo están unidas y enlazadas las i m -
niendo, como tienen, íntima relación con la filosofía del len- presiones simultáneas, sucesivas y semejantes, e¡ hecho es que
guaje, son mas importantes de lo que comunmente se cree. lo están, y esto nos basta para lo que aquí buscamos.
Pero antes, para que pueda entenderse lo que sobre ellos hay Acerca de la importancia relativa de las ideas, que se hallan
que decir, se hace indispensable dar algunas nociones preli- como enlazadas entre sí por uno de los tres principios indica-
minares, recordando ciertos principios de lógica, relativos al dos, á saber, por coexistencia, sucesión ó semejanza; cons-
enlace y conexión que las ideas tienen entre s í , á su i m p o r - tando por lo dicho que cuando recibimos la impresión total
tancia relativa, y á las clasificaciones que el hombre ha hecho de un objeto recibimos igualmente las parciales de sus cuali-
de todos los objetos, á medida que los ha ido conociendo y dades, partes y circunstancias; cualquiera puede haber obser-
examinando; principios que no todos los lectores tendrán pre- vado también, que entre estas hay á veces una que atrae
sentes ó bien entendidos,. mas nuestra atención, como entre las cualidades, el color, la
figura, el tamaño ú o t r a ; entre las partes, las que primero se
ARTÍCULO PRIMERO.
presentan á la vista, ó las que están destinadas á tal ó cual uso
particular; entre las circunstancias, la materia, el lugar, etc.;
Nociones preliminares. y 2.° que al recordársenos este grupo de ideas coasociadas, se
presenta siempre á la imaginación con mas viveza, y con cierta
En cuanto al enlace de las ideas, cualquiera, por poca preferencia, la de aquella cosa que mas nos interesó, cuando
edad que tenga, habrá observado ya muchas veces que al recibimos la impresión total, y señaladamente la de aquella
acordarse de una cosa que ha visto, se acuerda también, 1.° parte, cualidad ó circunstancia que tiene mas relación con el
de todas sus partes, cualidades y circunstancias, del lugar en uso, fin ó efecto á que atendemos en aquel instante. Un ejem-
que la vio, de otras que la rodeaban, etc : 2.° de lo que le plo lo probará. Reflexione cualquiera sobre sí mismo, y se
sucedió antes y despues de verla ; y 3." de otras que ha visto convencerá, de q u e , en los varios edificios que ha visto,
semejantes a aquella, aunque haya sido en distintos tiempos y ha encontrado siempre en cada uno cierta cosa que ha llama-
lugares. Por ejemplo, cuando uno se acuerda de una flor que do su atención con mas particularidad que las restantes; en
vio en un j a r d í n , se le recuerdan sus cualidades y circunstan- uno la materia, verbi gracia, si es de m á r m o l ; en otro u n a
cias olor, color, tamaño, etc.; el jardín en que estaba, y lo parte determinada, como las torres de que está flanqueado; en
que le sucedió al ir y al venir, suponiendo que fueron cosas aquel la figura, en este la elevación, y así respectivamente; y
capaces de llamar y fijar su atención, porque si no, su impre- 2.° de ^ue, en consecuencia de esta atención preferente que
sión sena tan débil que ya se le h a b r a b o r r a d o . Y si se d e t i e - le mereció aquella cosa que mas le chocó en cada uno, se le
ne a contemplar separada alguna de las cualidades d é l a flor, recuerda su idea con mas viveza que las restantes, al acordarse
verbi gracia, su figura, se le recuerdan también otros objetos, del edificio mismo.
que en esta parte son parecidos al que entonces examina. Esto En orden al modo con que los hombres h a n clasificado los
/

míe luego veremos se llamó en latín anima, se compren-


objetos que se Ies han ido presentando en la naturaleza, a u n - zon que meco d e a n i m a l e s . e s decir,

que es cosa sabida de bis que lian estudiado lógica, no será S i S ^ s series particulares se formó, despues otra mas
inútil explicarlo aquí también en favor de los que no la hayan 2xtem -k a ' ^ a c 0 I npreiidiese todas, y se la considero como
estudiado ; ó no lo h a y a n entendido bien, ó no lo tengan pre- un nuevo todo imaginario, al cual se dio el nombre de am-
sente. Si examinamos la naturaleza, es decir, el conjunto de Z / com también se observó alguna conformidad e r i r é
seres materiales que nos rodean, veremos que c a d a ' u n o de varios de los géneros mismos, se formaron de ellos o ras cla-
ellos está separado de los otros y se distingue de ellos en al- S p e r i S i otros géneros mas u n i v e r s a s y d e es os otro
guna cosa, aunque nosotros no "podamos notar siempre y en nnpvós basta parar en el supremo y universalismo, que es ei
todos sus respectivas diferencias. Considerado cada uno de por S S a d o c o n f a palabra sedente el cual a b m a o c h ^ ^ e
si y en cuanto se distingue de los demás, se dice que es un existe ha existido v puede existir de cualquier modo que sea.
individuo: y no hay duda en q u e , sí se pudiera descubrir y D e a q u f roviene que una Case que se considera como g t a o
señalar en cada uno de estos individuos aquello en que se dis- respecto de las especies que comprende, viene a ser ella misma
tingue de otros que se le p a r e c e n , se hubiera podido dar á ca- una especie respecto de otro genero mas elevado, « s i , ta pa
da uno de ellos un nombre particular. Mas como esto es abso- K L « / , q u e es genérica respecto de ^ ^ f ^
lutamente imposible respecto de muchos que á la vista parecen en que se han distribuido todos los seres a n . m a d o s v . e n e a s e r
enteramente semejantes, y p o r otra parte seria inútil y emba- específica respecto de la palabra cuerpo, que designa todos los
razosa tan prolija nomenclatura, hemos tomado el partido de seres materiales, así animados como inanimados
nombrar con un solo n o m b r e todos aquellos individuos que
oirecen a los sentidos cualidades semejantes y uniformes. Un En eslos tres hechos, enlace o concx.on de ciertas ideas,
ejemplo Jo liara palpable. No hay duda en q u e , si examináse- importancia relativa de algunas de ellas en cada caso particu-
mos atentisimamente todos los caballos, veríamos que no hay lar, y clasificación mental de los objetos, esta fundada, como
dos tan parecidos que no se distingan en alguna cosa, como el vamos á ver, toda la teoría de los tropos. Ellos explican su ori-
coior de la piel, la altura y mil otras circunstancias. Por con- gen, en ellos se funda su clasificación, y de ellos se deducen
siguiente, si tuviésemos Ínteres en distinguirlos unos de otros, sus ventajas y las reglas para usarlos con oportunidad.
podríamos dar a cada uno su nombre particular, como en
efecto se les da muchas veces, cuando importa no equivocar- ARTÍCULO I I .
los. I ero como fuera de un caso semejante, seria mas embara-
n
Origen de los tropos.
5P Í X V n "T,ia |H 0lÍjid;,d
' > daraos a
to(Ios el nombre
e
„ ? f T Pues 1,an
"acido las clasificaciones Cicerón. Quintiliano v otros retóricos antiguos redujeron á
0mbrCS h a n h e c h 0 d e t o d o s los
han • seres que dos los m 'tivos que tuvieron los hombres para dar a una mis-
COn Cer
n l o J n S í i® ° 1 ' y l 3 S « ' ' f r a c c i o n e s con que se lian re- m a palabn. dos ó mas significaciones, la necesidad y el pla-
E f n n ° m t ? e n e S d G t 0 d ° ! l o s 'ndividuos á quienes dan el cer (I). Otro*, han añadido la imaginación, las pasiones y la
e
mÓ ' 1 C 0 m 0 " " t o d o i d e a l compuesto de partes h o - ignorancia mi.-ma de los hombres. Y no hay duda en que t o -
dmut a L y ^ r ; CUya ,olalidad
^ r e u n i ó n de indivi- das estas cosas han contribuido y contribuyen a la formación
a b s t n c r i i ? « S , C a 6 1 n ° m b r e d e esPecÍG- l i a n d o de una y al empleo del lenguaje figurado , pero, bien examinado el
bien pnfrp «i a^m ' c o m o . v a i i a s de estas especies tienen tam-
,8Una £emCJanza se ha
r ! , ' formado de todas las que 1. La palabra facer está ahí en on sentido m u y v a s o . Pudieron decir verdad C a e -
maS extensa
que £ l & 3 t T ' ó u " nuevo todo ideal ron; Quintil taño y los demás retóricos qu ,coroo a q u e l b * . se lij .ron e n « o s , ..s w í ¡ -
e j e m 1 0 d e s u e s d e h a b e r for tos pero tampoco se engañaron los que con J.-J. Rousseau atribuyeron a las l
mido 1? í « r S i'' P ' P - origen de los tropos. A las exigencias .le las pasiones debió -ni duda el b o f f l ^ « e e n -
Pa Cia
como Z t ; ' n ° e S p e c i e s d e c a b a , l o s > ^ o n e s , etc., eueiHro de la palabra, comn debió comenzar á e x p r e s a r l a s por medio ^ ^ - o s e s u -
1 0 8 mula.lo por el placer con que ellas mismas le convidaban, fcn tal hipótesis, lamuiea
r s " pon venían en tener sus indi iduos nosotros tenemos al placer por uno de los motivos que dieron origen 4 los u o p o s .
un principio interior de acción y movimiento, que por la r a -
que todasel,as no
son mas que la necesidad
í n m h * i l v e r s , l i c a d a ' s é g u n los diferentes efectos que el materiales que conocemos ya por los sentidos. De este hecho
lira n ' l e n ' d o y t i e n e < l u e P r o d u c i r P ° r medio de la pala- se infiere que cuando los hombres tuvieron que hacer visibles
¡¡ . u c c °nsiguiente, podemos señalar la necesidad como la en cierto modo por medio del lenguaje los seres inmateriales,
í n , í n C w , ( ' " e h a d a d o 0 r í g e n a l s e i l l i d o figurado. Para p r o - se vieron precisados á darles cuerpo, por decirlo así, atri-
Dasl; a
^ " ' recorrer brevemente las varias y sucesivas alte- buyéndoles por analogía algunas de las cualidades sensibles d e
raciones quo lia recibido y recibe en todas las lenguas el sen- los objetos corpóreos, porque de otra manera no hubieran s i -
tido primitivo de las palabras. do entendidos por los otros hombres con quienes hablaban.
i n < í i v ; r i f m 1 i d 0 1 i m p 0 s i b , e ' c o m o f I u e d u observado, dar á cada Para esto no tuvieron otro arbitrio que el de dar á los objetos
niiploii , a n a t u r a ! e z a «n nombre particular, es evidente inmateriales los mismos nombres que significaban ya las cosas
m e s a l p a s o f u e fl| sensibles, con las cuales creyeron que tenían aquellos alguna
K ' l e r o n conociendo varios que se
ía «ó ¡' ° n t r e s í ' s e v i e r o n e n , a necesidad de extender á semejanza ó analogía. Podría en efecto demostrarlo examinan-
r a el
¡,„; ' ® • nombre que habiau dado al primer individuo do una por una las palabras que en nuestra lengua y en otra
que conocieron en ella; lo cual fué ya emplear el signo de una cualquiera designan seres espirituales, bajo cuya denomina-
jucai por el de otra. Como boy no conocemos positivamente ción general se comprenden no solo los objetos reales verda-
? P n m i t i v o s d e ninguna lengua , pues la mas po- deramente incorpóreos, sino también las abstracciones que el
"Ll, ¡ a mfinitamente variada y alterada, pondremos un hombre ha formado de las ideas materiales que recibe por los
ejemplo hipotético para que se vea esta primera alteración, sentidos, y de las cuales ha hecho otros tantos seres ideales,
que necesariamente recibió el significado de los nombres. Su- imaginarios, intelectuales y morales; pues todos estos n o m -
pongamos que la palabra león sea en efecto la que Adán em- bres tienen según el modo con que se consideran. Pero como
pleo para designar el animal que hoy conocemos con este nom- esto seria demasiado largo y el hecho es constante, concluiré
n i e . LS claro que aquella voz en el principio no pudo ser mas este punto con dos observaciones necesarias.
que un nombre propio, porque nuestro primer padre, al in-
La primera es, que entre las palabras que de significar ob-
W n T ¡ ' n ° á T S m C O n e l l a i a P r i m e r a v e z mas que aquel jetos materiales pasaron luego á significar también los que n o
r , r c D I I ' a , 1 ° q u e t e n i a Presente, y al cual q u e d a poner lo son, unas han perdido su primera significación, conservan*
™ L S u P ¡ ) n 8 a m , o s c I"e el mismo Adán vio sucesivamente do solo la segunda, la cual por consiguiente ha venido á ser-
Minii 8 Ks ev,dente
' > por lo que dejamos dicho, que h a - las en cier.'o modo p r o p i a : tales son las palabras espíritu,
llándolos semejantes, dio á lodos el mismo nombre de león alma, entendimiento; y otras han conservado ambas; tal es,
que había dado al p r i m e r o ; y lié aquí á este nombre propio por ejemplo, la palabra corazon, la cual habiendo significado
i n f o r m a d o ya en apelativo, es decir, que habiendo significa- primeramente la entraña material conocida con este nombre,
entera C1P
' ° " " S O l ° i n d i v i d u 0 ' P a s ó a significar la especie pasó, por la razón que luego se dirá, á designar la parte moral
del hombre, las pasiones, algunas disposiciones del ánimo, el
2 esla
r¡ ;°A necesidad, que podemos llamar gramatical, se valor y otras mil cosas, cuyas significaciones secundarias con-
añad o otra que pudiese decirse ideológica; pues resulta de serva, pero sin haber perdido la primera.
S ™ a i d C C ' ! i ' l a s i d e a s > P a r a c u 5' a expresión fué nece- La segunda es, que muchas palabras han sido trasladadas
sa. o no ya hacer de nombres propios apelativos, sino lo que d e los objetos materiales, no á los espirituales, sino á otros
e mas, hacer que la palabra que significaba objetos de una igualmente materiales y de muy distinta especie. Tal e s , por
c ase pasase a significar los de otra muy distinta ; y este fué ejemplo, «a palabra hoja, que habiendo significado primera-
mente una parte de los vegetales conocida con este n o m b r e ,
sirfnf't«°i P a S ° i q U G d l 6 r 0 n l a s , e n § u a s ol']iS;!das P O ' - n e c e - pasó á designar otras cosas, materiales s í , pero de muy dis-
, ; ; , T 0 Ü ° S S a b ? P ' , r experiencia propia que no podemos tinta naturaleza, como las porciones iguales de papel de que
reduen imagen las ideas de las cosas inmateriales, sino (¡ ai- se compone un l i b r o , la parte acerada de las espadas y s a -
rándonoslas corporeas y semejantes á algunos de los objetos 1 les, etc. En este caso, es decir, cuando las varias signiücacio-
— 218 —

nes de una palabra son todas de objetos materiales, es á veces siones que el frío examen de la meditación ; empleamos para
difícil distinguir cuál de ellas es la primitiva; pero para cono- designar las cosas, no sus nombres propios, sino los d e a q u e -
cerlo, téngase por regla general, que será la de aquel objeto llas accesorias que mas fuertemente nos conmueven. En esto,
que primero debieron conocer los hombres. Así en el ejemplo. ¡ como se ve, procedemos impelidos del vehemente impulso que
propuesto, como debieron ver árboles mucho tiempo ántes de entónces experimentamos de comunicar á los otros las ideas,
tener libros, es indudable que la palabra hoja signilicó las de n o de cualquier modo, porque esto no nos satisface, sino <on
aquellos ántes que las de estos. Esta traslación de una signifi- ¡ la misma fuerza y energía, y por decirlo así, con el mismo
cacion material á otra que igualmente lo es, debió su origen á j colorido con que en aquel momento se presentan á nuestra
la necesidad, lo mismo que la trasformacion de los nombres! imaginación. Esta especie de necesidad es la que mas ha ex-
propios en apelativos; y aun en rigor puede decirse que es la tendido el uso del lenguaje figurado, pues lo que es una nece-
misma cosa, pues si una palabra llegó á signilicar dos cosas.; sidad verdadera y muy real en el que habla agitado de u n a
tan distintas, como son las hojas de los árboles y unos p e d a - pasión violenta, ha venido á ser una necesidad facticia en el
zos de papel, fué porque considerando en las primeras la c u a - que ha tenido que imitar el Ivnguaje vivo, animado y pinto-
lidad de ser delgadas y planas, se extendió aquella voz á de-- resco de la imaginación y de las pasiones. Y como esto es esen-
signar en general todos los objetos que las reunían, cuando n o cialmente propio de los poetas y oradores, de aquí es que se
ofrecían otras mas interesantes, por las cuales mereciesen ser ha mirado como exclusivamente reservado á ellos el lenguaje
n o m b r a d a s ; y en esto no se hizo mas que seguir el impulso figurado ; pero en realidad se extiende á todo género de escri-
de la necesidad, ahorrando palabras nuevas, siempre que con tos. Porque entre todos los asuntos que pueden ofrecerse,
las ya inventadas se pudo dar á entender suficientemente lo apénas hay uno en que no tengan alguna parte la imaginación
que se quería decir. y las pasiones, en que de consiguiente no sea necesario imitar
3." A estas dos especies de necesidad, que pueden llamarse mas ó ménos su lenguaje.
de la lengua mas bien que del escritor debe añadirse la de Resumiendo ya todo lo dicho sobre el origen de los tropos,
esle para conocer completamente lodo lo que ha dado origen resulta :
al sentido figurado. Para entender en qué se funda esta nece- • I Q u e los hombres han sido guiados en este punto, como
sidad del escritor, es menester recordar lo que ya dejamos ob- en todos, por la necesidad, y que es de tres clases la que los
servado, á saber, I q u e un objeto nunca se nos presenta solo h a obligado á dar varias significaciones á una misma palabra :
é independiente de los demás, sino rodeado y dependiente de \ . a la que hemos llamado gramatical, por la cual se ha e x -
oíros muchos, con los cuales tiene siempre alguna relación ; tendido la significación primitiva desde un solo individuo á
porqu • es todo ó p a r t e , precede ó sigue, es causa ó efecto, es toda la especie entera, y aun á otras clases distintas 2 . a la
ó no semejante á o t r o , y á lo ménos coexiste con algunos en que liemos llamado ideológica, porque es la que lia obligado
un mismo lugar : 2.° que las ideas de los que tienen entre sí á trasladar los nombres de los objetos materiales á los i n m a -
ciertas relaciones, están como entizadas unas con otras : 3.° teriales ; y 3 . a la que por lo dicho podemos llamar moral, la
que juntamente con la idea principal del objeto que contem- cual hace que los signos de las ideas coasociadas se sustituyan
plamos, se nos recuerdan también otras varias de las acceso- u n o s por otros.
rias ó coasociadas,• y 4.° que muchas veces alguna de estas 2.° Que la significación secundaria, que algunas palabras
accesorias es para nosotros mas interesante que las otras, y h a n tomado constantemente en virtud de la primera, ha lle-
por tanto se presenta á la imaginación con cierta preferencia. gado á ser ya la suya propia.
De esle enlace pues de las ideas y de este fenómeno intelec- 3." Que sucede lo mismo con aquellas q u e , habiendo sido
tual, que como dijimos, cualquiera puede haber observado en trasladadas desde los objetos materiales á los que no lo son>
sí mismo, resulta q u e cuando hablamos agitados de alguna han perdido su primera significación.
pasión, y en aquellos movimientos repentinos en que la ima- - 4 Q u e aunque unas y otras pudieran en rigor llamarse
ginación acalorada tiene mas parte en la elección de las expre- tropos, y lo fueron en su principio, ni se las da ya este n o m -
— m -

b r e , ni son de las que ahora tratamos, sino aquellas que con- Sinécdoque.
servando su primera significación, toman constante ó pasaje-
ramente otra secundaria. Tales son muchas de las trasladadas Esta palabra griega significa literalmente comprensión; y
por la segunda especie de necesidad, y todas las de la tercera. se designa con ella este primer tropo, porque entonces el
Esto supuesto, veamos ya cuántas especies de tropos debe- nombre de un objeto que comprende otros, se emplea por el
rán admitirse; previniendo ántes, para que acaso no se con- de alguno de estos, como cuando el nombre de un género se
f u n d a n dos cosas muy distintas, que no es lo mismo ser un pone por el de alguna de las especies contenidas en é l , ó el de
término propio, que estar tomado en sentido propio. Lo pri- una especie por el de alguno de los individuos. Pero por lo
mero quiere decir que expresa bien la i d e a , y esté él tomado dicbo es claro que deberá usarse para designar todas las tras-
en la acepción que se quiera ; lo segundo, que está tomado en laciones fundadas en la relación de coexistencia, aun cuando
su acepción primitiva. Así, por ejemplo, cuando usamos la pa- no haya rigurosa comprensión; traslaciones que se verifican
labra corazon, para d e s i g n a r l a parte moral del hombre, es de los modos siguientes :
propia y propisima, porque expresa perfectamente la i d e a ; \ E l nombre de un todo se pone por el de alguna parte;
pero no está tomada en su primitiva acepción, pues en esta y al contrario, el de una s o l a p a r / e por el del todo. Ejemplo
no designa mas que la entraña material que se llama así en de lo primero, cuando decimos : el hombre ha sido formado
nuestra lengua. de barro, y otras expresiones semejantes, en las cuales se ve
que la palabra hombre, que ordinariamente significa el com-
ARTÍCLLO I I I . puesto total de cuerpo y a l m a , designa ahora el cuerpo solo,
pues de otro modo serian falsas. De lo segundo, cuando deci-
Especies de los tropos. mos : Tantas velas han salido de Cádiz, en lugar de tantos
navios: en cuyo caso la palabra vela, nombre de la parte de
Constando ya por lo dicho que el sentido figurado se f u n d a un navio, se emplea por la de barco, buque ó embarcación,
en la conexion que tienen e n ' r e sí la idea del objeto primiti- nombre del objeto total de que hablamos.
vamente designado por las palabras y la del otro ú otros á que 2.° El género por la especie y al contrario. Ejemplo de lo
se extienden ó trasladan, y que esta conexion se forma entre primero, cuando la pálabra mortal, epíteto genérico que con-
las impresiones simultáneas, sucesivas y semejantes, ó como viene á todos los animales, se emplea para designar los hom-
los filósofos se explican, por coexistencia de lugar, por inme- bres solos. De lo segundo cuando decimos: Fulano no en-
diata sucesión de tiempo y por semejanza de cualidad; es evi- cuentra dónde ganar el pan; en cuya expresión y otras se-
dente que no puede haber mas que tres especies de tropos, en mejantes, la palabra pan, nombre de una especie particular
cada u n a de las cuales se distinguen luego, para mayor clari- de alimento, designa todo alimento en general, y aun todo lo
d a d , varios modos de verificar la traslación. La primera com- necesario para subsistir.
p r e n d e tos que se fundan en la relación de coexistencia, es 3.° La especie por el individuo, y al reves ; ó , hablando
decir, que á ella pertenece toda traslación en que las palabras gramaticalmente, el nombre apelativo por el propio, y al con-
pasen á significar uno ó mas objetos distintos del p r i m e r o , d trario. Lo primero se verifica cuando, por el ejemplo, los ape-
consecuencia de hallarse enlazada la idea de este con la de lativos, orador, poeta se ponen por los propios, Cicerón,
aquel ó aquellos, por h a b e r sido simultáneas las impresiones Virgilio : lo s e g u n d o , cuando el nombre propio Mecénas se
que las p r o d u j e r o n ; y se llama sinécdoque. La segunda abraza emplea por el apelativo protector. Como los retóricos han for-
todas las traslaciones verificadas en virtud de la conexion que mado de este modo de traslación, que indudablemente perte-
resulta entre las ideas p o r la sucesión de orden ó de tiempo, nece á la sinécdoque, un tropo distinto que llaman antono-
y se llama metonimia. La tercera contiene las que se fundan masia, observaré de paso, para que se vea cuán inexactas é
en la semejanza, y es la llamada metáfora. inconsecuentes h a n sido sus clasificaciones, que en rigor la
misma traslación hay en t o m a r la especie por el individuo y
este por aquella, que en poner el género por la especie y esta tiene talento, juicio, etc., y al contrario, entre nosotros que
por a q u e l ; pues es innegable que el género es respecto de las consideramos el corazon como centro de la fuerza, y por con-
especies subalternas, lo mismo exactamente que cada especie siguiente del valor, la traducción literal tiene corazon, signi-
respecto de los individuos que contiene. Sin embargo, los r e - fica que uno tiene, no talento, sino valor. Esta observación es
tóricos han caido en la inconsecuencia de referir la traslación muy necesaria para traducir con acierto los autores antiguos.
de género por especie, y al reves, a l a sinécdoque, y de h a - 7.° El signo por la cosa significada. Aquí se refiere el
cer un tropo distinto de la de especie por individuo, ó al uso de indicar, i .D las disnidades y las personas que las obtie-
contrario, nen por sus distintivos ó insignias, como entre nosotros a di-
4." El plural por el singular, y al reves. Por la primera gnidad real por el cetro, la cardenalicia por el capelo, la j u -
empleamos frecuentemente el pronombre de plural nosotros diciaria por la toga, etc.; y entre los romanos el consulado y
(ó nos en las fórmulas y decretos) por el de singular yo. Por l a pretura por las fasces: 2.° las naciones p o r su escudo de
la segunda es también común decir en singular, el español, armas, como la España por el león, etc.; y 3.° las divinidades
el francés, etc., aun cuando se quiere designar muchos, ó del paganismo por sus atributos ó símbolos, como Neptuno por
iodos los individuos de estas naciones. En seguida de este ej etc.
uso de sustituir uno por otro el singular y el p l u r a l , ponen 8.° El abstracto por el concreto, esto es, el nombre ab-
los retóricos la traslación que llaman de número determinado stracto de una cualidad por el adjetivo que la expresa como
por indeterminado, como cuando decimos : Mil veces he existente en algún sugeto. Así decimos: La ignorancia es
visto, dicho, hecho, etc., por Muchas veces; pero si se exa- atrevida, para expresar que los ignorantes son atrevidos: en
minan bien estas expresiones, se verá que en ellas no hay ver- cuya locucion y en todas las de su clase, hay ademas, como ya
dadero tropo, sino una especie de exageración ó hipérbole. se dijo, una especie de personificación, por la cual, dundo una
5.° La materia de que un? cosa es formada, por la cosa como existencia material á los seres abstractos, les atribuimos
misma, como cuando decimos, el acero por la espada. cualidades que en rigor solo se hallan en los seres reales.
6.° El continente por el contenido, ó lo que es lo mismo, Estos modos de traslación, de los cuales unos se atribuían
el nombre del lugar ó paraje donde se halla una cosa por el hasta ahora á la sinécdoque ó á la metonimia, y otros consti-
de la cosa misma. Así los nombres Francia, Italia, España, etc. tuían tropos distintos, deben todos referirse á la sinécdoque,
se emplean para designar los habitantes de estos países. Aquí porque en ellos el signo propio de una idea se emplea p a r a
se refiere comunmente el uso de dar á algunos artefactos el designar otra, con la cual está enlazada p o r el principio de co-
nombre de la ciudad, villa ó provincia donde se fabrican, como existencia, ó en virtud de la simultaneidad de las impresio-
cuando se llama hcimburgo, rúan, etc. el lienzo fabricado en nes. En efecto, es claro que los nombres del todo y de la parte,
aquellas ciudades; pero en rigor estas expresiones no son tro- del continente y del contenido, de la cualidad y del sugeto en
pos, sino elipsis autorizadas por el uso, y equivalen á la expre- que se halla, de la materia y de la cosa que con ella se hace,
sión plena, lienzo fabricado en lfamburgo, Rúan, etc. Lo de las insignias ó símbolos de una persona y de su di-nidad, se
mismo debe decirse de estas expresiones, beberse una botella sustituyen uno por otro ; porque, estando tan unidas en nues-
de vino; apurar la taza ó el vaso, y otras semejantes. No tro ánimo las ideas de todas estas cosas como lo están entre si
son realmente tropos, sino licencias de sintaxis. En consecuen- en la naturaleza las cosas mismas, se nos presenta u n a de ellas
cia de este uso de poner el nombre del lugar, donde una cosa en ciertas ocasiones con preferencia á su correspondiente, por
está ó reside, por el de la cosa misma, los de aquellos órganos razones que luego indicaré. No será inútil prevenir, para que
corporales, que bien ó mal se consideran como asiento ó resi- se vea por qué pertenecen á este primer tropo las traslaciones
dencia de las potencias del alma y de las pasiones del hombre, de esta clase, que el tomarse el género por la especie, esta por
se toman por las potencias y pasiones mismas. Así porque los el individuo, y el plural por el singular, ó al contrario, es en
antiguos miraban el corazon como el asiento de la prudencia, sustancia lo mismo que poner el todo p o r la parte, o al reves,
del juicio, del talento, la expresión latina habet cor significa, pues los géneros, las especies, los individuos y los números
son respectivamente todos y partes en el orden lógico ó meta-
fis;co, y sus ideas siguen en su enlace y relaciones las mismas
leyes que las de los objetos físicos. parte de las acepciones secundarias, pero constantemente usua-
les, de las voces.
2.° La causa por el efecto, y este por aquella. De uno y
Metonimia. otro tenemos ejemplo en estas dos expresiones castellanas,
Vivir de su trabajo, y, Ganar el pan con el sudor de su
Esta palabra griega, 'traducida en u n a sola castellana, signi-
trasnominación, esto es, la acción de nombrar una cosa rostro. En la primera, que quiere decir, mantenerse con la
que es antes con el nombre de otra que es despues, y al con- ganancia que produce el trabajo, se toma este, causa produc-
t r a r i o ; y conviene muy bien á las traslaciones de la segunda tiva de la ganancia, por la ganancia su efecto; y en la segunda,
ciase, en las cuales el signo de una idea se emplea por el de que vale tanto como ganar con el trabajo lo necesario para
otra con la cual está enlazada por la ley de inmediata s u c e - vivir, se designa el trabajo, causa del sudor, por el sudor mis-
sión es decir, porque fueron sucesivas las impresiones que las mo, efecto del trabajo.
p r o d u j e r o n . Los modos de verificar la traslación en este tropo 3.° El inventor por la cosa inventada. Aquí se refieren
r
son e s t o s : las expresior.es poéticas en que los nombres de las divinidades
gentílicas se ponen, por les de aquellas cosas que, según
- I E l antecedente por el consiguiente, y al r e v e s ; es
la opinion vulgar, habían i n v e n t a d o ; y 2." por los de otras,
aecir, el nombre de una cosa que según el orden de la n a t u -
de las cuales se las creia n ú m e n e s tutelares. Por la primera
raleza, o según las instituciones humanas, antecede á otra, por
especie de traslación, en lenguaje poético Céres significa el
el de esta misma, y al contrario. Según el orden inmutable de
pan, Baco el vino, etc.; y por la segunda Marte se toma por
ta naturaleza, y por la necesidad mas absoluta, primero es
la guerra, Anfdrite, por el mar, etc.
-Aistir que perecer o dejar de existir., primero es vivir que mo-
3.° El autor por sus obras. Así decimos comunmente, Leo
S 5 n T ? V U ? i ü S l a t ¡ n o s ' p a r a d e c i r <I ue u n a cosa h a b ¡ a á Cicerón, Virgilio, etc., por, Leo las obras de estos escri-
deC an existió
! nn £ i - ' ' > & f ™ > o m o en esta expre- tores; pero es de advertir que no todas las expresiones en que
2 1 deVr,r?, í 0 : *«« Itium, et ingens gloria Dardani- para designar un libro, se n o m b r a su autor, son verdaderos
S ; n F u e " , o n > y I a gloria de los hijos de Dárdano ; » y tropos; a k u n a s son simples elipsis. Tal es esta, Tengo un
c u a n d o para denotar que un hombre había muerto, decían : Cicerón de Dos-Puentes, la cual no es mas que una elipsis
xvla > Í e S ' \ í 0 c u a J literalmente significa « gozó de la de esta construcción plena, Tengo un ejemplar de las obras
r o c ú V n T n t ' 1 r a n t e f e d i n t e P ° r ^ consiguiente. Al contra- de Cicerón, impresas en la ciudad de Dos-Puentes.
en a É
• X í í f ° ( J í l dice : P o ü almot aris- 5.° El instrumento con que se hace alguna cosa, por la
entendor H V d e S P , u e s d e a , S u n a s « P » * » , » queriendo dar á manera de. hacerla, ó por la persona que la hace. Asi, t . '
el anlppor'lpifie l ' r S d V a l S u n o s . a » ^ toma el consiguiente por porque los antiguos escribían con un punzón llamado en cas-
h S í í r * ™ hay
P ' ' i m e r o sinécdoque de tellano estilo, esta palabra se toma por la manera misma de
Ja p a i t e po. el todo, pues arista no significa la espiga entera escribir, ó de manifestar los pensamientos por escrito; y 2.*
6 6lIa
S K e X ' 1 , k c ¡ r ' u n a d e aq uellas hébritas que porque nosotros escribimos con plumas, ademas de decir co-
e m . nnr í f § r ™ ° ; Y ba
T I a ™*"»¡mia de tomar as mo en el primer caso, fulano tiene buena pluma, esto e s ,
espigas por los anos, metonimia f u n d a d a en que en cada año escribe b i e n , tomamos la pluma por el escritor m i s m o , d i -
« í r i S ^ r D C m a n e r a q u e P a s a P o r todas estas Meas ciendo, verbi gracia, Plumas muy elocuentes han trata-
esu e f t e r n o ^ T ^ ^ P ° n e n , a « r a n a z o n d e ^ «""«es, do de esta materia, en lugar de decir, Escritores muy elo-
coechV• i * ? ' , T , Un
^ e n t e r 0 C O r r i d o d e s d e Ia
ameno cuentes. ''
VeCeS haya n u e v a s es
- P ' S a s ' 'antos anos Obsérvese que de estos cinco modos los cuatro últimos no
nanran pasado. Nótese que a este uso de poner el si«no de una son realmente mas que variedades del primero, pues el inven-
dea consiguiente p o r el de su antecedente, se debénTa mayo? tor y la cosa inventada, el autor y sus obras, el instrumento y
lo que con él se h a c e , no son, como se v e , mas que causas y
primero se llama, como dije en otro lugar hacer una compa-
efectos de diferentes clases, y toda causa y efecto son un a n - ración, porque no es otra cosa que traducir al lenguaje el acto
tecedente y un consiguiente; porque toda causa precede, á lo del entendimiento llamado comparación; y lo segundo es ca-
menos en orden, á su efecto, y este se sigue á ella. Sin e m - balmente lo que llamamos metáfora. Se ve p u ^ q i m esta n o
bargo los he indicado con separación, para que no se extrañe consiste en otra cosa que en dar á un objeto el nombre de otro
lo que en los autores se lea sobre estas traslaciones, ni se crea con el cual tiene alguna semejanza, y que es un snml e x p r e -
que son distintas de las metonimias. * sado en una forma compendiosa. Se supone que el un. objeto
Obsérvese también que del modo de antecedente por consi- es tan semejante al o t r o , que sin hacer expresamente la c o m -
guiente hacen algunos un tropo particular, que llaman meta- paración entre ellos, como' en el símil f o r m a l R e p o n e r
lépsis; pero ya se ve cuán inútilmente. el nombre del uno en luaar del nombre del o ü o . Asi por
cuanto lo que hace un Ministro en el orden político cuando
Metáfora. por sus acertadas providencias impide que una nac.on d e c a p a
d e su poder y gloria, es enteramente parecido a lo q«e ^ . o b -
Esta palabra significa literalmente traslación. Y aunque jetos materiales llamados columnas hacen respecto de los edi-
este es un nombre genérico que se da, como hemos visto, d ficios en el orden mecánico; damos a un buen M. rastro_el
toda acepción de las palabras en un sentido que no es riguro- nombre de columna, y decimos que es la c ^ m n a de f da-
samente el suyo propio, conviene sin embargo con mas pro- do; porque el denuedo con que un guerrero se n
piedad á las de la tercera especie, es decir, á aquellas en que su enemigo en un combate, es muy semejante a la .ntrep dez
se da á u n a cosa el nombre de otra con la cual tiene alguna con que un león se arroja sobre la presa que quiere tevorar,
semejanza. La razón la daré mas adelante : ahora veamos en damos á aquel el nombre de león, etc., etc., pues los ejem-
qué se fundan y cómo se forman las traslaciones llamadas me- plos ocurren á cada paso. . ,
táforas, las mas usuales y mas importantes de todas. P
En la metáfora no hay ni puede h a b e r vanos m o * « de ve-
^a be dicho, y la experiencia lo acredita, que las ideas de rificar la traslación, porque siempre c o n s . s t e en susUtun al
los objetos que tienen entre sí alguna semejanza, están unidas signo de una idea el de otra semejante ; pero se P»eden d
y enlazadas en nuestro ánimo de un modo que para nosotros t L u i r tres variedades. I / Si en una frase no hay mas que u n
es tan desconocido como constante es el hecho. La experiencia solo término metafórico, como en la citada t m ^ u e n M a i f r o
nos demuestra igualmente, como dejamos observado, que en es la columna del Estado, la metáfora se a n i a , » ^
virtud de esta conexion de las ideas, cuando nos acordamos hubiere dos, tres, ó mas con otros de s.gn.hcacion literal, co
de un objeto, se nos recuerdan también otros que se le pare- mo en esta, Un Ministro es la columna que ^ t i e n e el edi -
cen, y señaladamente aquellos que le son semejantes en la cio del Estado, la metáfora sera continuada. 3 Si todos los
cualidad ó circunstancia determinada, que en aquel instante d e un frase son metafóricos, verbi gracia, C M ^ n a
c o n t e m p l a m o s . También es un hecho que esta presencia si- nue sostenía el edificio, tendremos ya una verdadera alego-
multánea d e las dos ideas hace que necesaria y aun involunta- Tía Fstas se diferencian de las metáforas continuadas, porque
riamente observemos aquello en que convienen ambos objetos. en ella las expresiones pueden entenderse tanto en el sentido
Finalmente es constante, que muchas veces, cuando hablamos propio como ePn el figurado; al paso que en las metáforasj con-
de un o b j e t o , necesitamos dar á conocer, 110 solo el objeto tinuadas h s palabras de significación literal que se mezclan
mismo, sino también la semejanza que hemos observado entre con las metafóricas, determinan necesariamente su significa-
el y el otro q u e se le parece; porque esto servirá para que se ción • Por esto, si en lugar de decir, Cayo la columna que
ie conozca m e j o r , viendo lo que tiene de común con otro que sostenía el edificio, se dijese, Cayó la ^umiMWMÍ*-
ya no es conocido. nia la nación, esta última palabra, que no puede designar un
Ahora b i e n , esto puede hacerse de dos m a n e r a s ; ó diciendo edificio material. hace ver al instante que la columna que la
expresamente que una cosa es semejante á otra bajo tal ó cual sostiene, no puede ser tampoco material, ni la caída el moví-
aspecto, o p o n i e n d o el nombre de esta por el de aquella: lo
™ento físico á que damos este nombre. AI contrario, en las Oh son, oh v o / ! siquiera
alegorías solo por el contexto y demás circunstancias se viene Pequeña parte alguna descendiese
en conocimiento de su verdadero sentido, pues la expresión por En mi seniido, y fuera
si sola es tan verdadera en el propio como en el ligurado. De D e sí el alma pusiese,
Y toda en tí, oh amor, la convirtiese!
aquí resulta que de las alegorías algunas pueden ser equívocas,
ele las metáforas ninguna, si por otra parte los términos están Conocería d ó n d e
bien escogidos, y la cláusula bien construida. Sesteas, dulce esposo, y desatada
De esla prisión, adonde
La oda de Fr. Luis de León /I la vida del cielo, que e m - Padece, á tu manada
P'eza Alma región luciente, seria enteramente alegórica, si Viviera j u n t a , sin vagar errada.
n o hubiese mezclado con los términos metafóricos varias ex-
presiones de sentido propio, que no dejan ya duda de que el Cualquiera puede conocer que algunas palabras, coma las del
° e la oda entera es ligurado. Dice a s í : alto bien, aplicadas á la montaña, y las del gozo fiel, u n i -
das á las de vena, determinan el sentido figurado de ambas,
porque no bay ninguna montaña material que se llame del
Alma región luciente,
P r a d o d e bien andanza, que ni al hielo, alto bien, ni la vena del gozo puede ser arroyo ó fuente de
Ni con el rayo ardiente agua verdadera. Nótese sin embargo que esta mezcla del s e n -
Falleces, fértil suelo, tido propio con el ligurado no es aquí un defecto; toda la oda
Producidor eterno de consuelo:
es bellísima. Lo que hacen las dos expresiones citadas y las
otras señaladas con bastardilla, es quitar á la composicion el
De púrpura y de nieve
Florida la cabe/.a coronado, carácter de rigurosa alegoría y dejarla en metáfora simple-
A dulces pastos mueve, mente continuada; pero a u n q u e bastante larga, está bien sos-
Sin honda ni cayado, tenida en todas sus partes. , ,
El b u e n pastor en tí su hato amado.
Ahora puede ya conocerse lo que antes se indico, a saber,
Él va, y en pos dichosas que á la metáfora conviene, con mas propiedad que á los otros
L e si uen sus ovejas, dó las pace dos tropos, el nombre de traslación. En efecto, si examina-
Con inmortales rosas, mos las sinécdoques y metonimias, veremos que en ambas la
Con flor que siempre nace,
Y cuanto mas se go/.a, mas renace.
significación de las palabras se extiende ó se limita, pero no
se traslada enteramente. F.n ambas la palabra que se dice tras-
Y dentro á la montaña ladada , designa en todo ó en parte el objeto que suele desi-
Del alto bien las guia, y en la vena gnar en su acepción literal; lo cual no se verifica en las m e -
Del gozo fiel las baña, táforas. En estas la palabra que empleamos, para expresar u n a
Y les da mesa llena,
P a s t o r y pasto él solo, y suerte buena. idea distinta de la que ella primitivamente significa, designa
aquella tan exclusivamente, que solo respecto de ella puede
Y d e su esfera cuando ser verdadero lo que se e n u n c i a ; y asi con razón se dice en-
L a c u m b r e loca altísimo subido tonces que las palabras, perdiendo su acepción ordinaria, to-
El s o l , él sesteando, man momentáneamente otra : lo cual no sucede en las sinéc-
D e su halo ceñido.
Con d u l c e son deleita el santo oido. doques y metonimias, en las cuales no pierden la suya total-
mente. Por ejemplo, cuando por sinécdoque decimos, Tantas
Toca el rabel sonoro, velas han salido de Cádiz, la palabra vela designa todavía
Y el inmortal dulzor al alma pasa, la parte de un navio así llamada, y es cierto que las velas lian
Lon que envilece el oro,
salido del p u e r t o ; pero designa ademas las otras partes y el
Y ardiendo se traspasa,
Y lanza e n aquel bien libre de tasa. buque entero. Cuando por metonimia decimos, vivir de su
trabajo, esta palabra significa ahora mas de lo que significa
ordinariamente, pues no significando en su acepción literal ,,na sinécdoque de la materia por la cosa q u e de ella se h a c e ,
mas que la acción de trabajar, designa ahora también la g a - l o mismo se verá en cuantos ejemplos puedan citarse. S . e m -
nancia que de tal acción nos resulla, en lo cual está el t r o p o ; preTa traslación será entre objetos coexistentes, consiguientes
pero se ve claramente que aun aquí significa todavía la acción
de trabajar, y que en electo esta nos procura lo necesario para
vivir. Al contrario, cuando por metáfora llamamos á un Minis- Ó

mmm
I T s S s ' o r a t o r i a dicen que se c o m e t e , cuando una p a l a -
tro la columna del listado, la voz columna no significa ya un
cilindro ó rollo de m a d e r a , ó de p i e d r a , que es el objeto q u e
designa tomada en su acepción literal, sino el hombre que go-
ellos, y en sentido literal respecto
bierna bien un listado. Esta es una observación no indiferente
p a r a entender la naturaleza de los tropos.
Concluyamos ya este artículo, recorriendo todas las cosas
que los retóricos vulgares han contado como otras tantas espe-
cies de tropos distintas de las tres anteriores; para que se vea
que las otras q u e ellos a d m i t e n , ó no son verdaderos tropos,
ó están comprendidas en alguno de los tres. Son las siguientes: otra cosa que la cualidad general del
Antonomasia, Metalépsis, Alegoría, Alusión, Hipérbole,
estilo q u e hemos llamado decencia, y ^ M » " » ¿ ¿ ¿ J
Descripción ( q u e ellos llaman Hypotyposis), Atenuación,
Perífrasis, Ironía, Hipálage, Onomátopeya, Silépsis ora-
toria, Catacresis y Eufemismo. Ya hemos visto que las tres
primeras se reducen respectivamente á la sinécdoque, á la me-
tonimia y á la metáfora, y que las seis siguientes son figuras t z s & m ¿ « S S ? Í S s S K
EílSSSHSis
y 110 tropos. La hipálage todos saben q u e es una licencia ó
figura de sintaxis, y la onomatopeya veremos luego, tratando
de la armonía, q u e es la cualidad que tienen algunas palabras
de imitar por los sonidos de que constan, el ruido de algunos ras desagradables ó ménos decentes. Asi, cuando lemistocies,
c u e r p o s ; cosa q u e nada tiene que ver con el sentido en q u e se al oroDoner á los atenienses que desamparasen la ciudad no
t o m a n . Así solamente puede quedar alguna d u d a respecto de empleó porque le parecieron demasiado duros, los términos
la catacresis, la silépsis y el eufemismo; pero con solo explicar griegos' equivalen tes á los de abandonar
lo que se entiende por estos nombres, se verá que no son es- les diio Que la depositasen en manos de tos dioses, n s o d e
pecies nuevas de tropos, sino ciertos modos de usar los tres ya u n eufemismo, e n ' q u e se emplea la metommia El « d o con
explicados. n u e Natan reprendió á David su p e c a d o , f u e un e u f mismo
Se llama catacrésis, voz griega que literalmente quiere en q u e lúzo uso de la alegoría. Cuando los griegos llamaban
decir abuso, el empleo q u e se hace de una palabra, cuando Fumérúdes-i las Furias, y Carón al barquero de infierno
se la destina á significar una idea, para la cual no hay nombre expresiones que son conocidos eufemismos, se servían como
propio en la lengua. Por e j e m p l o , hemos visto á n t e s , que no va se h a dicho de la figura llamada antífrasis. Las perífrasis
teniendo en castellano nombre propio las porciones iguales de Atenuaciones ya he Indicado también que son muy o p o r t u -
papel de que se c o m p o n e un l i b r o , las llamamos hoja i, q u e n a s p a r a conservar el eufem.smo; y lo m i s m o debe dec.rse de
es propio de las de los árboles; pero es claro que s i , como los términos vagos, de los equívocos y de las ala j u n e s R e p e
d i j i m o s , esta traslación se ha fundado en la s e m e j a n z a , será tiré con este motivo lo que ya dije tratando d e l a s a n ™ S :
una m e t á f o r a ; y s i , como otros quieren , en que con las hojas á saber que al traducir los clasicos antiguos, es necesario te
d e ciertos árboles se f o r m a r o n eu otro tiempo los libros, será n e r siempre á la vista su eufemismo, para entender y traducir
bien ciertas expresiones; y daré otra nueva prueba.
^.' Por medio de los tropos, en el mismo espacio de
Los griegos, y sus imitadores los romanos, tenian á mal tiempo, en que con palabras tomadas en sentido literal
agüero hablar de la muerte en sus ceremonias religiosas, y aun excitaríamos una sola idea, excitamos dos; una expresa-
en las juntas populares, porque estas eran precedidas de sa- mente enunciada, y otra simplemente sugerida. Para con-
crilicios, Iustraciones y otros actos de religión; y en conse- vencerse de ello no hay mas que sustituir á una expresión figu-
cuencia, para indicar esta idea, se valian de ciertas expresio- rada otra equivalente, pero literal; y se verá cómo de los dos
nes vagas y perifrásticas que ellos entendían muy bien, porque objetos que nos presentaba la primera, desaparece inmediata-
estaban ya consagradas por el u s o ; pero que traducidas l i t e - mente el uno. Por ejemplo, si cuando decimos, Un buen
ralmente á las lenguas vulgares nada quieren decir para n o s - Ministro es la columna de la nación, dijésemos que hace de
otros. Así Cicerón, prometiendo en su primera Filípica e x - modo que ella no pierda su independencia política; veríamos
plicarse con toda libertad sobre los proyectos de Antonio, y sí al Ministro, y lo que hace en favor de la nación, y aun esto
queriendo decir que si esta su franqueza le costaba ia vida, no con tanta claridad; pero desaparecían el edificio y la co-
como era muy de t e m e r , dejaría á lo ménos un monumento lumna que le sostiene, y el juicio comparativo de la seme-
de su amor á la p a t r i a ; indica oscuramente la idea, si pierdo janza que hay entre la nación y un edificio, entre la columna
la vida, con esta expresión vaga, « Si algo me sucediere », Si que mantiene este, y el Ministro que gobierna aquella.
quid mihi humanitus accidisset; y el traductor que la vierta 2.° Los tropos contribuyen á hacer mas claras las ex-
literalmente, dejará en tinieblas á los lectores, si no saben que presiones en que se emplean oportunamente. En efecto, su
aquel algo no es n a d a ménos que ser proscrito y degollado, principal ventaja es la de darnos una idea mas clara del o b -
ó asesinado clandestinamente. Lo mismo sucede con aquel pa- jeto que la que tendríamos, si se empleasen palabras tomadas
saje tan famoso de Demóstenes, también en su primera Filí- en significación literal. Esto es evidente respecto de aquellas
pica, en el cual echa en cara á los atenienses su carácter f r i - que por medio de palabras que literalmente designan objetos
volo y novelero, pues hallándose la patria en peligro, se e n - materiales, nos ponen á la vista los inmateriales y abstractos;
tretenían en andar por los corrillos preguntándose unos á pues es bien claro que sin el auxilio de los tropos, ni aun os-
otros : Hay alguna noticia? ha muerto Filipo?— No, pero curamente podríamos comunicar semejantes ideas espirituales.
está enfermo. A lo cual replica con vehemencia el o r a d o r : Y Mas aun respecto de los mismos objetos sensibles, que á veces
qué os importa ? Si este Filipo muriese, bien pronto forma- designamos con palabras trasladadas, es indudable que estas
ríais vosotros mismos otro Filipo. La expresión literal del nos dan de ellos una idea mas clara que la que podría darnos
original que corresponde á la castellana, si muriese este Fi- su nombre propio. Cómo se verifique, lo conocerá fácilmente
lipo, es si algo padeciere; pero ya se deja conocer que en el que observe cuánto contribuyen á aclarar é ilustrar las ideas
castellano es menester traducir el pensamiento, no las p a l a - principales las acesorias bien escogidas, y cuánto mas claras
bras materiales; claras en griego para los atenienses, porque son las impresiones determinadas que las vagas y c o n f u s a s ;
eran una especie de fórmula en que estaban convenidos, y porque verá que los tropos sirven precisamente para excitar,
oscuras para nosotros, que no teniendo la misma superstición juntamente con la idea principal, aquellas accesorias que me-
que ellos, no las empleamos en iguales casos, ni podemos jor la caracterizan relativamente al punto de vista en que la
darlas igual valor. consideramos en aquel momento, y de este modo hacen mas
determinada y circunscripta la impresión del objeto. Por la
ARTÍCULO I V . misma razón,
Ventajas de los tropos. 3.* Contribuyen admirablemente á la energía del estilo,
porque consistiendo esta en presentarnos de una manera viva
Entre las grandes ventajas que nos proporcionan los tropos
y animada las cualidades mas interesantes de los objetos, es
para expresar los pensamientos con toda la energía, precisión
claro, por lo que acabamos de indicar, que ninguna expresión
y claridad, que en muchas ocasiones no hallaríamos en el sen-
podrá proporcionarnos mejor esta ventaja, que aquella en la
tido propio de las palabras mas bien escogidas, las principales
son las siguientes:
c u a l , por una feliz traslación de significado, presentemos un
objeto en el punto de vista mas acomodado, para que resalten tienen. En el Pallida mors, etc. hay 1 . M a sinécdoque de
las cualidades que queremos hacer notar con particularidad. Sracto por concreto en el epíteto pallida dado a la muer-
4. a Dan también á las expresiones una concision, que fe 2 » o t r a sinécdoque de la parte por el lodo en el turres
p o r q u e esta palabra no significa d i as f r e sc amente de
sin ellos no podrían tener las mas veces. Si no, véase cuánto
mayor n ú m e r o de palabras seria necesario para expresar en que están flanqueados los alcázares, sino el edificio entero |
términos literales el pensamiento contenido en esta expresión 3 0 varias metonimias de antecedente por consiguiente^
metafórica. El odio público se oculta bajo la máscara de la detendré á explicarlo, y verán los principiantes cuan o .enen
adulación. Un largo discurso seria necesario, dice Condillac, que estudiar para entender bien los clasicos. E pasaje de lío-
para expresar este pensamiento con palabras tomadas en su L i o , traducido literalmente, dice : La muerte pa t a con
acepción literal. igual pié da golpes á las tiendas de y a
5.* Enriquecen el lenguaje y le hacen mas copioso, pues res dé los reyes ; pero dejado así nada d i n a en castellano Ls
multiplicando el uso de las palabras, y dándolas nuevas signi- pues necesario saber lo siguiente : 1 ° L a m u e r ^ s e r ^
ficaciones, nos proporcionan modos de expresar todas las ideas to que en realidad no existe, pues solo es una mera P ™ c > o n
é indicar sus mas tijeras diferencias; lo cual no siempre p u - está aquí personificada y presentada bajo la imagen de u n a
diera hacerse con palabras tomadas en su literal acepción. muier válida 2." Ya personificada, se dice de ella que da
X c r n f m á las Sendas de los pobres y á l a s t o r ^
6. a Dan dignidad y nobleza al estilo, porque como las
ios Veres; pero para entender l o q u e esto quiere decn, es pi e-
palabras tomadas literalmente son tan comunes y familiares,
ciso saber que los romanos no llamaban con la mano smo con
necesitamos recurrir á las acepciones secundarias y figuradas,
el pió^á la puerta de una c a s a , cuando e s t a b a cerrada y q u e -
cuando queremos dar al estilo el tono elevado y majestuoso
rían que les abriesen, y de consiguiente que el cequ> Pulsat
que exigen ciertas composiciones.
pede debe traducirse del mismo modo llama ^kas tiendas
7." Le dan también belleza y gracia. Esto es tan evi-
etc. 3 « La palabra taberna en su acepción literal ordinal la
dente, que no necesito probarlo con razones y ejemplos; y ni
propia y primitiva solo significa en latín tienda donde se
aun haria esta observación, si no debiera notar con este mo-
S alguna cosa; pero como no eran los grandes señores
tivo cuan pobre y mezquino es lo que sobre los tropos se halla
^ caballeros los que vendían al público sino gentes do ín-
en los retóricos vulgares. Todos ellos declaran que solo hablan
fima clase, pasa á significar aquí (antecedente por
de los tropos, porque estos adornan el discurso ; y este parece
casa ó habitación humilde. A." Turres, n o m b r e de una parte
ser el único servicio para el cual los reconocen útiles. Sin em-
del alcázar, está, como se lia d i c h o , por el
bargo, ya hemos visto cuántas otras cosas mas hacen que ador-
5 ° Todavía hay una especie de hipalage, pues en i calidad para
n a r el lenguaje.
llamar, no se daba golpes á toda la casa, ni a todo el palacio
8. a Como ya se indicó nos son de grande auxilio para dis-
ni á las torres de este, sino á las puertas; y en rigor lógico
frazar, cuan 'o conviene hacerlo, ciertas ideas tristes, de-
Horacio debió decir, como en la Sátira I . pulsat ostia [ta-
sagradables ó contrarias á la decencia. Casi todas las expre-
siones que empleamos en este caso, son de sentido figurado; bernarum et turrium); pero hablando poéticamente supr»-
y sin este no siempre podríamos conservar la decencia, p o r - mió la palabra ostia, y puso en acusativo el a / , e m f l S y « J -
que los otros medios que tenemos para ello, no alcanzan a l - res, que lógicamente deberían estar en genitivo. lodaya
gunas veces. hay mas. Ya tenemos entendido que La muerte pálida del
mismo modo llama á la puerta de las humildes casas de
9. a Son el principal recurso que tenemos para dar no- los pobres que á la de los alcázares de los reyes; pero s
vedad a las ideas mas comunes. Recuérdense los ejemplos no sabemos que esta acción de llamar á la p u e r t a , esta aquí
que cite en el libro p r i m e r o , hablando de la novedad de los por la de entrar que es la consiguiente, y esta por otra t a m -
pensamientos, y se verá que toda la que tienen los pasajes de bién consiguiente, la de coger y llevarse á la persona que e s a
Horacio y de Rioja allí copiados, se debe á los tropos que con- d e n t r o , no habremos entendido completamente el pensamiento
de Horacio, que en suma es el de que La muerte lo mismo propiedad ó naturalidad lo que ganaba en conc.sion, s e n a
se lleva al rico que al pobre. Nótese que algunos de estos mejor no emplearla, á no hacerla necesaria la decencia, a a
tropos pueden conservarse en la traducción, pero 110 todos. cual ceden todas las otras. Esto se entiende siempre que la
Asi podremos d e c i r : La pálida muerte del mismo modo, ó falta de claridad, propiedad etc. que resultase, fuera conside-
igualmente, llama á la puerta de las humildes casas de rable; pues no siéndolo, bien se puede á veces sacrificar algún
los pobres que á la de los alcázares de los reyes; pero no tanto una cualidad determinada, cuando otra gana mucho en
podremos conservar la palabra pié, ni la sinécdoque torres; este sacrificio. , . .
ni en rigor omitir la palabra puerta suprimida en el l a t í n ; 3 a Toda traslación debe ser acomodada al asumo ae
porque ni nosotros llamamos con el pié, ni en castellano se que se trata, al tono de la obra y á la situación moral en
dice bien llamar á la casa, sino á la puerta, ni la sola voz que se supone al que la usa. Sera acomodada al asunto si
torres indicaría claramente la idea de palacio.' contiene ahuma circunstancia que no pueda convenir a otro.
En el primer ejemplo de Rioja, este p o e t a , para dar nove- Tal es aquella sabida expresión figurada de Luis x i v . , cuantío,
dad al pensamiento, personificó la muerte bajo la imagen de para dar á entender que con entrar á reinar en España la casa
un segador; y en este supuesto llamó por metáfora á la vida de Borbon reinante en Francia, cesarían las disensiones y
mies, y a la acción de quitarla segar. En el segundo empleó guerras que por espacio de mas de dos siglos habían dividido
el consiguiente, rodar la cuna., por el antecedente estar en á las dos naciones,, dijo : Ya no hay Pirineos í expresión fe-
ella, y este por el de nacer; pues claro es que para que á un liz, por cuanto no puede convenir a las rivalidades de Fiancia
niño le mezcan en la cuna, es preciso que esté en ella, y para con otra nación que no sea la española. Sera acomodada al
esto es indispensable que haya nacido. tono de la obra, si en las majestuosas y serias no se toman de
objetos jocosos y burlescos, ó al contrario. Por ejemplo m u -
chas de las que oportunamente emplea Cervantes en el Qui-
ARTÍCULO V.
jote, serian ignobles en una obra de distinta naturaleza f i n a l -
Reglas para el uso de los tropos. mente será acomodada á la situación moral de la persona si
solo presenta imágenes é ideas, que en aquel caso han podido
Las cuatro primeras son comunes á todas las traslaciones, y debido ocurrirse al personaje en cuya boca se pone. Asi b e -
la quinta solo comprende las sinécdoques y metonimias, las nelon para enunciar un mismo pensamiento vario oportuna-
restantes son propias de las metáforas.
mente la expresión figurada, según lo exigía la s i t u a m n de las
personas que hace hablar. Habiendo llegado l e l e m a c o a l a
Reglas comunes á todas las traslaciones. isla de Calipso, le p r e g ú n t a l a diosa quien es y por que acon-
a
-1. Toda traslación de significado que no produzca al- tecimientos habia venido á parar a su isla; y Telemaco all res-
guno de los efectos indicados, es decir, que no haga la ex- ponderla que era hijo de Clises y que había corrido diversos
presión mas clara, concisa, enérgica, decente, noble, ó países para tomar noticias de su padre añade : Pero que di-
agraciada es por lo mismo inútil, y descubre visible- lo? quizá él á esta hora yace sepultado en los profundos
mente la afectación del escritor. Por consiguiente debe pros- abismos del mar. Mas Calipso, en su replica, para enunciar a
cribirse, como contraria á la naturalidad de estilo; cualidad misma idea, usa de esta otra expresión figurada :Su bajel,
tan importante que sin ella los mas brillantes adornos no son despues ele haber sido el juguete de los vientos, fue sepul-
a los ojos del buen gusto mas que hinchazón y hojarasca. tado en las olas. Ya se deja conocer que la circunstancia, des-
- No basta que la traslación produzca alguno de es- pues de haber sido el juguete de los vientos no pudo m de-
tos ejactos : es menester ademas que lo que gane con ella bió ofrecerse á la imaginación consternada de felemaco, asi
una cualidad del estilo, no lo pierda alguna otra. Así, aun como la de, yace sepultado en los profundos abismos ^
suponiendo que p o r medio de una traslación se hiciese la mar, no pudo ser natural en Calipso; porque ,-como observa
N expresión mas concisa, si p o r otra p a r t e , perdiera en claridad, muy bien Condillac, no es natural que siga con su vista hasta
— 239 —

el f o n d o del m a r un b a j e l en q u e sabe q u e n o está Clises. gno de u n a idea el de otra coasociada, es p o r q u e esta tiene
4 * Y la m a s i m p o r t a n t e . Consistiendo toda traslación en m a s relación q u e las restantes con la cualidad ó circunstancia
¡poner el signo de una idea por el de otra con la cual esta q u e entonces consideramos en el objeto de q u e se trata. T é n -
enlazada, es necesario que aquella idea cuyo nombre sus- gase cuidado con esta regla. \ o se halla en las Retóricas, p e r o
tituimos al de la otra, sea en las circunstancias determi- es m u y i m p o r t a n t e p a r a usar bien de los tropos.
nadas en que hablamos, la que primero deba presentarse
á la imaginación, la mas interesante de todas las coaso- Regla particular de las sinécdoques y metonimias.
ciadas, y la que tenga relación mas directa con la cuali-
dad ó circunstancia, que principalmente consideramos en- Respecto de estos dos t r o p o s , ademas de las reglas g e n e r a -
tonces en el objeto de que se trata Así ¿ p o r q u e es leliz y les q u e acabamos de ver, es preciso que la traslación que
o p o r t u n a la sinécdoque q u e emplea Cicerón en la p n m e r a . C a - empleemos, esté autorizada por el uso. Esta observación es
tilinaria, c u a n d o al d e s c r i b i r l o s estragos q u e haría Catilina, muy necesaria, p o r q u e si no la tenemos p r e s e n t e , podemos
si entraba con su ejército en R o m a , dice : « l o s techos a r d e - cometer m u c h o s errores al t r a d u c i r d e u n a l e n j u i a á otra. Cada
r á n , » teda ardebunt? Porque al representarle su i m a g i n a - una tiene admitidas y autorizadas ciertas sinécdoques y m e t o -
ción el incendio d e la c i u d a d , veia salir las llamas por lo alto nimias q u e la o t r a no conoce, y q u e p o r tanto no es p e r m i -
d e los techos, y así esta parte es á la que entonces atiende p a r - tido e m p l e a r . También es necesario observarla aun en las com-
ticularmente, la sola casi q u e tiene á la vista y distingue con posiciones originales en n u e s t r a p r o p i a lengua, porque aun en
claridad. Y s e g u r a m e n t e n o se acordaba en aquel m o m e n t o , ellas no está á nuestro arbitrio extender la significación l í e l a s
sino muy en c o n f u s o , d e los cimientos, las paredes, las salas y palabras por sinécdoque ó m e t o n i m i a , sino cuando el uso lo
gabinetes, en s u m a de las otras partes d e los edificios ; ni m e - permite. Pero es de n o t a r q u e el uso p u e d e declararse de dos
nos pensaba en su f o r m a , en su color, ó en otras cualidades y m a n e r a s en favor de una traslación de esta clase; la u n a , a u -
circunstancias, n a d a interesantes por entonces. Y ¿ p o r q u e el torizándola f o r m a l m e n t e y contraída á la voz misma q u e e m -
mismo Cicerón, h a b l a n d o , en la oración pro Milone, de q u e pleamos, como la que h e m o s visto en la palabra velas; y la
P o m p e y o había tenido q u e encerrarse en su casa, para no ser otra, cuando en general tiene aprobadas otras s e m e j a n t e s ,
víctima de los f u r o r e s de Clodio, usa de esta expresión : janua a u n q u e tal vez ninguno baya hecho la aplicación á la p a l a b r a
se, ac parielibus, non jure legum, judiciorumque texit, d e t e r m i n a d a q u e deseamos usar en sentido figurado. En este
esto es. « t u v o q u e defenderse con la puerta y las p a r e d e s , n o segundo caso, siempre que la acepción secundaria que d a m o s
« con la protección de las leyes y la autoridad de los t r i b u n a - á una palabra por sinécdoque ó metonimia, sea clara y acomo-
« l e s ? » ¿ P o r q u é , digo, n o m b r a la p u e r t a y las p a r e d e s , y n o dada al caso particular en q u e deseamos emplearla, puede te-
el techo, el umbral ú otra p a r t e , ó el edificio mismo? P o r q u e , ner cabida, a u n c u a n d o no esté individualmente consagrada
considerando la casa como un asilo contra el f u r o r y la violen- p o r el uso, con tal q u e este tenga autorizadas otras análogas.
cia de un faccioso, ve la p u e r t a y las paredes que eran las p a r - P o r ejemplo, como ya está a d m i t i d o en castellano designar las
tes q u e impedían la e n t r a d a y resguardaban al q u e estaba d e n - dignidades por sus distintivos, es claro que, a u n cuando nadie
t r o , y no hace caso del t o d o , ni d e las otras partes q u e n i n - haya designado hasta a h o r a la de capitán general por la i n s i -
guna" relación t e n í a n con la defensa y seguridad del q u e h a b i - gnia de los tres bordados, podrá hacerse en circunstancias
taba la casa. De otro modo se h u b i e r a explicado, si hubiese oportunas. Pero es necesario advertir q u e esta libertad de i n -
considerado esta como un r e s g u a r d o , no contra los insultos de troducir nuevas sinécdoques ó m e t o n i m i a s , n o se extiende á
los h o m b r e s , s i n o contra la lluvia. E n t o n c e s , lo p r i m e r o q u e variar las ya usadas. Así, a u n q u e p o d a m o s tomar la parte p o r
h u b i e r a visto y lo que d e consiguiente hubiera n o m b r a d o p r i - el todo en casos en q u e todavía no se haya hecho, diciendo,
m e r o , habría sido el techo. Lo mismo se puede observar en verbi gracia, quilla p o r navio, en circunstancias en q u e esta
t o d o s los e j e m p l o s citados, y en cualquiera otro en q u e la tras- parte tenga relación con el uso particular á q u e a l e n d e m o s ;
lación sea o p o r t u n a . En todas se verá q u e si sustituimos al si- no podemos sustituir el n o m b r e quilla por el de velas en las
— m —

expresiones en que el uso h a consagrado este exclusivamente. dan que toda esta astronómica algarabía quiere decir, que la
Por tanto si alguna vez podemos decir, p o r ejemplo, Los ma- joven se desmayó y perdió el color, al ver al Saladino! Pero
res de América tienen bien conocidas las quillas españo- era menester aprovechar el equivoquillo de Sol, y q u e Blanca,
las, para d a r á entender que nuestros navios frecuentan m u - pues era h e r m a n a de Sol, fuese luna; y siendo luna',-era f o r -
cho aquellos m a r e s ; no podremos decir del mismo m o d o , zoso que padeciese eclipse, y que el persa fuese el dragón en
Tantas quillas han salido de Cádiz. Esto no es por un ciego cuya cabeza se verificase a q u e l : y ya se ve, la luna debió q u e -
respeto que debamos tener al uso, sino porque este, que es dar sin luz alguna, ¡morque el cuerpo opaco opuesto p o r
mas racional y menos caprichoso de lo que c o m u n m e n t e se diámetro al cuerpo luminoso, causa negra sombra al me-
cree, ha empleado en tales expresiones el n o m b r e de aquella dio dia. Ello, tratándose de un eclipse de l u n a , m í j o r hubie-
parte q u e mas directamente excita la idea de la cualidad á ra sido suponerle á media n o c h e ; pero el consonante necesi-
q u e entonces atendemos. Tales son las velas respecto del mo- taba ia, y fué menester que la luna se eclipsase al medio dia.
vimiento. Risum teneatis?

Reglas particulares de las metáforas. Regla segunda.

Regla primera. No basta que el objeto de donde se toman, sea conoci-


do : es menester ademas, que sea capaz de engrandecer y
El objeto de donde se tomen, ha de ser de aquellos de que realzar el otro á que le aplicamos. No hay cosa tan opuesta
tienen noticia los oyentes ó lectores. A esta regla faltan los al buen gusto, como t o m a r las metáforas de u n objeto mas
que en obras destinadas a la común lectura ó en discursos po- bajo y envilecido que el otro que se trata de i l u s t r a r ; defecto
pulares, como los s e r m o n e s , toman sus metáforas de objetos en que también caen con frecuencia algunos poetas. Así Lope
de ciencias , oficios y bellas artes. Semejantes objetos son n e - [Jerusalen, libro x v i . ) dice, h a b l a n d o del amanecer
cesariamente desconocidos á la m a y o r parte de los oyentes ó
Corrió la aurora la cortina á Febo,
lectores, y de consiguiente, las expresiones en que se emplean Y salió de su puerta al teatro humano;
tales metáforas, tienen el vicio de oscuras, como todas aquellas Y dándole la tierra aplauso entero,
e n que se introducen términos técnicos, a u n q u e estos conser- Representóle un acto soberano.
ven su signilicacion literal. No es posible degradar mas un objeto tan magnífico como la
Ya se h a b l ó de este p u n t o , t r a t a n d o de las comparaciones. salida del sol, que presentando á este bajo la imágen de u n
Así ahora d a r é un solo ejemplo de metáforas defectuosas poi farsante que sale á las tablas á hacer u n papel de comedia, y
esta parte, para que se vea cuán ridiculas parecen en obra; á la aurora bajo la del metesillas q u e le descorre la cortina
destinadas á la común lectura. L o p e (Jen/salen, lib. 11) ha- para que salga. En el lib. x v i n . dice t a m b i é n :
blando de dos h e r m a n a s llamadas Blanca y S o l , que fueroi
hechas cautivas y llevadas á la presencia del Saladino, dice d< c u a n d o el alba
la p r i m e r a : Corre e n l a c u a r t a e s f e r a las cortinas
De la cama d e l s o l etc.
Blanca, hermana de Sol, como la luna,
Eclipse de sus rayos padecía;
Aquí ya por fin la aurora n o es metesillas de teatro, pero es
Que, del persa dragón en la importuna un ayuda de cámara que entra á d e s p e r t a r á su amo el sol, y
Cabeza opuesta, el resplandor perdía. le corre las cortinas de la cama, para que vea Ja luz. Pero si
Triste y hermosa está sin luz alguna; aquel es el que la d i f u n d e ¿ p a r a q u é necesita de camarero que
Que causa negra sombra al medio diat
Opuesto, por diámetro enojoso, le descorra las cortinas de la c a m a ? Y si la aurora no es otra
El cuerpo opaco al <xterpo luminoso. cosa que la luz misma del s o l , q u e empezamos á ver mucho
ántes de que este astro se descubra sobre el horizonte, ¿ q u é
1 Cuántos h a b r á n leido y leerán la Jerusalen, que no entie puede signilicar en el lenguaje de la razón que el alba corre las
cortinas de su cama ? Aquí puede verse otra prueba de lo que Regla cuarta.
se dijo tratando de la verdad de los pensamientos, á saber,
que, como diceBoileau, rien n'estplus beau que le vrai, no No basta que los objetos de donde se toman sean cono-
hay belleza sin verdad. cidos, nobles y decorosos: es necesario sobre todo* que la
En la Circe, canto n . , tiene también esta otra metáfora to< semejanza que haya entre aquel de quien se toman, y
mada de objeto ignoble. Habla Polifemo con su manso, y en- aquel á quien se aplican, sea grande y fácil de descubrir.
tre otras cosas le dice : Por parte de la semejanza pueden las metáforas ser defectuo-
sas de dos m a n e r a s : -I . a si no hay realmente entre los dos ob-
¿ Quién primero que vos, por las orillas jetos la semejanza que se supone, en cuyo caso la metáfora se
De estos arroyos, los dejó afeitados
De blancas y doradas manzanillas, llama impropia; y 2. a s i , a u n q u e haya alguna, es débil ó
Con el hocico y dientes atilados ? muy vaga y genérica; en cuyo caso se dice que la metáfora es
oscura, violenta, dura, forzada ó estudiada. Daré varios
La acción de pacer el ganado es por sí misma mas noble que
ejemplos de metáforas viciosas p o r alguno de estos dos capí-
la de afeitar; y así esta metáfora, en lugar de ennoblecer,
degrada. tulos, porque es punto muy esencial.

Regla tercera. Metáforas impropias.

No solo en asuntos serios, elevados y majestuosos, pero No una sino muchas, y de las m a s disparatadas que p u e -
aun en los jocosos, humildes y sencillos, las metáforas den verse, nos ofrecen las dos primeras octavas del lib. v. de
nunca se han de tomar de objetos que puedan excitar en la Jerusalen de Lope. Quiere dar á entender, á lo que parece,
el ánimo ideas asquerosas ó torpes; y aun tratando de e n - que la natural elevación del pensamiento h u m a n o produce la
vilecer un objeto, se debe cuidar de no ofender la delicadeza ambición en los pechos generosos, y dice :
y el pudor de los lectores ú oyentes, como ya se enseñó por
Sobre el confuso pensamiento humano,
punto general respecto de todas las expresiones, tanto figura- Nemrod de la bajeza de la tierra,
das como no figuradas. Por eso Cicerón reprendía á un orador F o r m a el deseo un apacible llano,
que habia llamado á su contrario, estiércol de la curia, ster- En los peñascos de una blanca sierra:
Aquí levanta un edificio en vano,
cus curiai. Quamvis sit simile, dice, tamen est deformis Que el paso á la quietud del alma cierra,
cogitatio similitudinis. « Aunque entre ambos objetos haya El propio amor, tan alto, q u e aun el viento
o alguna semejanza, es desagradable haber de pensar en ella.» Mira inferior su basa y fundamento.
Por la misma razón Horacio se burlaba de un poeta, que para
Son sus piedras congojas importunas,
d a r á entender que nevaba, habia dicho: « J ú p i t e r escupe Sus pavimentos penas y cuidados,
nieve cana sobre los Alpes» Júpiter cana nive conspuit Al- Y d e imaginaciones sus colunas,
pes. Y sin embargo Lope, que seguramente habia leido á Ho- Los capiteles d e dolor labrádos.
Las paredes d e engaños, y en algunas
racio, no hizo caso de su juiciosa censura, pues en la Circe, Los Césares romanos retratados,
canto i . , hablando de las peñas que los Lestrigones tiraban á Y aquellos ambiciosos, cuya suerte
las naves de llíses, d i c e : Llevó de las coronas á la m u e r t e .

No escupe celestial artillería De este edificio vil


Mas balas d e granizo, que la fiera
Gente peñas al mar. Salió furiosa la ambición lijera, etc.

En donde, ademas de que toda la metáfora es impropia y está Imposible parece que en tan pocas líneas se hayan insertado
mal sostenida, el término escupe, el cual presenta una idea tantos disparates. Llamar al pensamiento Nemrod de la ba-
asquerosa, es precisamente el mismo censurado por Horacio, jeza de la tierra y sitio sobre el cual forma el deseo un apa-
cible llano en los peñascos de una blanca sierra, y en cuyo
Estos cabellos rubios h a n hecho decir tantos disparates a nues-
llano levanta el amor propio un edificio tan alto, que el
tros poetas, que seria nunca acabar citar todas_sus extrava-
viento tiene debajo de él su basa y fundamento .-llamará
gantes metáforas relativas á este objeto; y solo añadiré la si-
las congojas piedras de este edificio, á las penas y cuidados
guiente de Góngora en uno de los sonetos :
sus pavimentos, á las imaginaciones columnas, y decir que
los capiteles están labrados de dolor, y las paredes de en- Miéntras q u e con gentil descortesía
gaños; no es como quiera emplear metáforas impropias, sino Mueve el viento la hebra voladora
delirar como un frenético. ¿Qué semejanza hay ni puede haber, Que la Arabia en sus venas atesora.
Y el rico Tajo en sus arenas crxa.
o suponerse, entre las congojas y las piedras, entre los cuida-
dos y los pavimentos de un edificio, entre las imaginaciones y Lo cual quiere decir, miéntras el viento mueve
las columnas, entre los dolores y la materia de un capitel, y cabellos, esto es, miéntras eres j o v e n ; pero esto lo s hemos
entre los engaños y los cascotes, ladrillos ó guijarros de que se porque el contexto del soneto lo da a e n t e n d e r ; que si no, di-
forman las paredes? fícil seria adivinar por la sola melafora, que ^ é r a j o W o m
atesorada en las venas de ¡a Arabia y « ,
del Tajo, estaba en lugar de rubia cabellera. Pero al mismo
Metáforas oscuras, duras, violentas ó traídas de lejos.
tiempo ; qué dos últimos versos tan llenos y sonoros.
2.° Fundadas en equívocos. Lope (Jerusalen, bb. xix.),
Unas lo son, por fundarse en semejanzas demasiado remo-
contando cómo los conjurados contra Raquel entraron en su
tas, tenues y sutiles, y otras, porque no hay mas semejanza
habitación con las espadas desnudas para matarla, no dejo de
que la del sonido entre palabras equívocas ú homónimas.
aprovechar el equivoquillo áe hojas, las de las espadas, y
\ F u n d a d a s en sutilezas. Garcilaso, Égloga i .
hojas, las de los libros, y dijo :
Los cabellos que vian Pues como las desnudas hojas viese
Con gran desprecio al oro, Raquel hermosa, del suceso incierta,
Como á menor tesoro, Bañó de n i e v e las mejillas rojas,
Adonde están? Adonde el blanco pecho? T el libro de su fin lego en sus liojas.
¿ D ó la columna que el dorado techo
Con presunción graciosa sostenía? En la Circe ( l i b . i . ) , porque uno de los signos del Zodíaco
se llama el Toro (tauro), y esta voz significa también el a n i -
Ya se ve que la semejanza que puede haber entre una cabeza mal conocido con este nombre, iuega con este equivoco de la
cuyos cabellos son rubios y un techo dorado es tan débil, que manera siguiente, diciendo por boca de Euriloco :
sin estudiada afectación nadie la llamará jamas dorado techo.
Mas afectada es otra de Balbuena ( E g l o g a vi.) aplicada Diez veces nuestra argólica milicia
también á una rubia cabellera: Sobre Troya miró flechando á Croto,
Y otras tantas al toro d e Fenicia
Al oro que llovía su cabeza, Pacer estrellas al celeste soto.
La luz con que el sol baña tierra y cielo, No se puede delirar mas. ¡Trasformar el cielo en soto,
Comparada, es tinieblas y pobreza.
las estrellas en yerba, y una constelación en el animal que las
Una cabeza lloviendo oro I Qué imagen tan exacta y pintores-
Pa
c a ! ¿Cómo baria un pintor para representarla en un cuadro? E n ' Í a misma Circe, 11b- n . , queriendo decir Ulíses que f o r -
Tendría que hacerla nube. Jáuregui, en su Orfeo, empleó la zaron de remo é hicieron caminar la nave con celeridad, ex-
misma metáfora diciendo de Eurídice : presa esta ; dea con la hipérbole metafórica de,
• su cabeza La cave hicimos con los remos pluma.
Vierte sobre sus hombros lluvias de oro. Y aprovechando el equívoco de pluma, tomada metafórica-
mente por cosa lijera, y pluma en la acepción literal, por las Así diré muy bien que sostiene la nación, que ha caido, ó se
que usamos para escribir, continúa : mantiene inmoble, y otras cosas de esta clase, que igualmente
pudieran decirse de una columna material; pero no podré de-
Y escribimos al mar letras inciertas. cir sin impropiedad estas y otras expresiones: La columna
de este imperio ha sido desterrada ó despojada de su em-
Téngase presente que cuando la metáfora, aunque bien e s - pleo, se ha casado, ha muerto, gobierna bien la nación,
cogida y clara en sí misma, puede parecer algo oscura, p o r - refrena los partidos, etc., p o r q u e no se destierra, ni se d e s -
que acaso el lector podrá no tener presente alguna de las ideas poja de su empleo á las columnas, ni estas se casan, ni m u e -
intermedias que el escritor ha recorrido para f o r m a r l a ; es n e - ren, ni gobiernan, ni r e f r e n a n .
cesario sugerírsela, poniendo delante otras que la exciten, lo Por ser esta regla muy c a p i t a l , y haberse descuidado en
cual se llama prepararla?, metáforas, ó expresando primero observarla aun escritores d e p r i m e r orden, m e es necesario
en términos literales el pensamiento contenido en la expresión multiplicar ejemplos de s e m e j a n t e s faltas, aun á costa de ser
metafórica. También se suavizan las metáforas que pueden pa- algo prolijo. Virgilio, el gran Virgilio, dice, en el libro I, de
recer algo atrevidas, haciendo preceder un por decirlo así; si la Eneida, que cuando Enéas f u é á presentarse á Dido por
me es permitido hablar así, etc., ó cualquiera otra de las fór- consejo de su madre Vénus, esta diosa hizo que su cabello
mulas que hay para ello. Pues aunque dice Blair que estos son pareciese mas hermoso, dió á toda su persona cierto aire de
desgraciados lenitivos, y que hubiera sido mejor omitir las me- juventud, y comunicó á sus ojos la viveza y alegría propias d e
táforas que necesitan de esta apología, esto debe entenderse esta edad. Y si hubiese expresado estas ideas en términos lite-
cuando la metáfora es notablemente oscura en sí m i s m a ; pero rales, ó con metáforas coherentes y bien sostenidas, nada
cuando solo puede parecerlo por falta de instrucción en los lec- habría que decir; pero p o r h a b e r referido las tres cosas, á
tores, no hay inconveniente en usar dichas fórmulas, puesto saber, Ja cabellera , la j u v e n t u d y la alegría de los ojos á un
que las ban usado todos los buenos escritores. Se entiende en solo verbo tomado en significación trasladada, resultó la m e -
prosa, que en verso rara vez podrán e n t r a r . táfora monstruosa. Dice a s í :

Regla quinta, N a m q u e ipsa decoram


Ccesariem nato g e n i t r i x , Lamen que juventw,
é importantísima. Una vez representado un objeto bajo Purpureum, et Ixtos oculis afllarat honores.
la imagen de otro que te es semejante, es indispensable que
El verbo affiare, como los otros compuestos de fio, per fiare,
cuanto se diga de él dentro de aquella cláusula, ya sea con
confiare, etc., consérvala significación literal de soplar, esto
términos literales, ya con metafóricos,pueda convenir tam-
e s , impeler el aire de esta ó d e aquella m a n e r a ; y cuando no
bién al otro bajo cuya imagen se presenta. El hacerlo así es
la conservara, excitaría s i e m p r e la idea del soplo, Virgilio le
lo que se llama sostener la metáfora. Por ejemplo, en la ya ci-
empleó en la figurada de comunicar, como nosotros el verbo
tada del Ministro y la columna, es evidente que miéntras no
análogo inspirar, que a u n q u e n o rigurosamente sinónimo,
designo al Ministro mas que por su n o m b r e , puedo decir de él
porque este á la letra indica la acción con que los animales
todo lo que en rigor puede convenir á un hombre que tiene
impelen el aire hácia lo i n t e r i o r del pecho por medio de los
un empleo; verbigracia, en expresiones literales, que gobier-
órganos de la respiración, conviene sin embargo en la idea
na la nación, que. ha muerto, que ha sido desterrado, que
fundamental de impeler el aire con violencia en cierta d i r e c -
se ha casado, etc.; y en expresiones figuradas, comparándole
ción, sea la que fuere. Virgilio p u e s , dándole la significación
mentalmente con ciertos objetos con los cuales m e parezca que
trasladada de comunicar u n a c o s a , no hizo mas que emplear
tiene alguna semejanza, que sujeta y refrena los partidos, que
una metáfora ya usada por otros, y no mal escogida, y hasta
vivifica el Estado; pero una vez presentado bajo la imagen de
aquí nada hay que censurar. Pero cuando dice que Vénus
una columna, ya no puedo decir de é l , sino lo que en rigor
inspiró á su hijo una hermosa cabellera, todo hombre inte-
pueda decirse en su línea del objeto material llamado columna.
r ú e n t e ve con dolor que la metáfora no se sostiene, porque no crece la y e d r a , ya no debe decirse que esta se levanta arri-
se inspira una cabellera á nadie. Cuando continua y dice que mada á los loores de a q u e l ; porque las yedras no se arriman
le inspiró también una purpúrea luz de juventud, tampoco ni pueden arrimarse á las alabanzas, ni estas pueden sostener
se sostiene bien la metáfora; porque no se inspiran luces, y yedras.
ménos de juventud. Finalmente, cuando concluye que inspiro Fernando de Herrera , en su hermosa canción A la muerte
á sus ojos honores alegres, es todavía peor, porque no se del rey D. Sebastian, despues de haber comparado á los por-
inspiran á los ojos de nadie honores, y rancho menos honores tugueses y su poder con un cedro del Líbano, y dicho de este,
alegres ni triste?. Me he detenido á demostrar y hacer palpable quizá con demasiada extensión, cuanto en rigor puede con-
la incoherencia de esta metáfora, porque se trata de un Vir- venir á un á r b o l ; como e s , que tenia ramas y hojas , que las
gilio, es decir, del segundo poeta del mundo y de un escritor aguas le criaron poderoso, que creció sobre todos los otros
del gusto mas fino y acendrado; y quizá habra todavía quien á r b o l e s , que las aves anidaron en é l , que podia cubrir con
me trate de atrevido. Mas yo le respondereque m el ni nadie, su sombra mucha gente, etc., continúa así :
sea el que quiera, admira y respeta mas que yo a Homero y a
P e r o elevóse con su v e r d e cima
Virgilio, y que nadie se postra y humilla mas en su presencia; Y sublimó la presunción su pecho,
pero que delante de la razón y del buen gusto calla toda auto- Desvanecido todo y confiado,
ridad : que los clásicos antiguos son muy acreedores a nuestra Haciendo d e su alteza solo estima.
estimación, y modelos en literatura; pero que al fin eran hom-
Aquí ya se mezcla con impropiedad el sentido literal con el
bres v alguna vez padecieron aquellos descuidos, o dejaron
figurado, porque un árbol no tiene pecho, ni le sublima la
caer en sus escritos aquellas tijeras manchas, quas aut incu-
ambición, ni se,desvanece, ni confia.
ria fudit, aut humana parum cavet natura, como dice
B a l b u e n a , á quien siempre encontraremos en el camino del
Horacio : Horacio, que respecto de los griegos aconseja, que
mal gusto, hace (Égloga v . ) que un pastor, hablando con
noche y dia se manejen y se lean. La manera de estudiar con
otro que iba á escribir unos versos en la corteza de un á r b o l ,
utilidad tos clásicos, es ir notando sus bellezas y sus delectes
le d i g a :
también , si alguno tienen; no admirarlo todo indistintamente,
Ahora, en tanto q u e con la corteza
porque no todo es digno de admiración. Hay en ellos muchas, Del álamo silvestre t e entretienes,
muchísimas cosas b u e n a s ; pero también hay otras que no lo ¥ escribes tu tesoro e n s u pobreza, e t c .
son tanto, y algunas conocidamente malas.
Pasémosle que á la canción que el pastor quería grabar en 5
Garcilaso, hablando en su primera Egloga con un Oranae corteza del á l a m o , la llame su tesoro; pero presentada bajo
que le protegía , le dice que escuche el dulce lamentar desús esta imagen , ya no se puede decir que la escribe, porque un
pastores, y que luego su pluma se ocupará en alabar sus m u - tesoro se g u a r d a , se deposita, se pone en alguna parte, mas
chas virtudes y famosas obras, y añade : no se escribe, y mucho ménos en la pobreza de una corteza
En tanto que este tiempo que adivino, de álamo.
Viene á sacarme d e la deuda un dia,
Regla sexta.

El árbol d e Vitoria, La cual no es en rigor mas que una consecuencia y aplica-


Que ciñe estrechamente ción de la antecedente. Cuando una metáfora se continúa
Tu gloriosa frente, en dos, tres ó mas palabras, esto es, cuando de un objeto
Dé lugar á la yedra que se planta se dicen dentro de un mismo pasage varias cosas con tér-
Debajo d e tu sombra, y se levanta
Poco á poco, arrimada á tus loores. minos metafóricos, todos deben ser tomados de objetos de
la misma cíase que el primero. El tomarlos de varias clases,
Aquí es claro q u e , presentándose el poeta bajo la imagen de es lo que se llama metáfora mixta; defecto grosero , contra
una yedra y á su Mecénas bajo la del árbol a cuya sombra
fora está perfectamente sostenida, y es coherente y clara; pero
el cual nos previno suficientemente Qumtiliano. Esta regla
la oscurece y alambica lastimosamente cuando la continúa en
se f u n d a en q u e , como queda probado en la anterior, una vez
estos términos: Él se arruinó por su voluntad depravada :
puesto el n o m b r e de un objeto por el de otro , es ya necesario
el techo está caído sobre las paredes y los cimientos; pero
que cuanto se diga de él pueda convenir también al otro, cuyo
quítense los escombros, y se hallarán en los restos de este
n o m b r e ha tomado y cuyas.veces hace. Por eso Blair censura
arruinado edificio, su primera planta, la idea del primer
justamente estas metáforas de autores ingleses : Tomar las
diseño y la marca del arquitecto. En efecto, si preguntáse-
armas contra un mar de turbaciones; Apagar las semillas
mos a Bossuet qué cosas son las que en el hombre correspon-
del orgullo ; pues claro es que no se toman las armas contra
den al techo, á las paredes y á los cimientos de un edificio•
el m a r , ni se apagan las semillas. También censura , y con
que semejanza pueden tener estos objetos materiales con el
igual r a z ó n , aquel pasaje de Horacio, en el cual, diciendo que
entendimiento y la voluntad del h o m b r e ; qué es quitar los
los ingenios superiores abrasan con su resplandor á los que
escombros, ó cómo pueden estos quitarse; qué significan aquí
les son inferiores, añade que los oprimen ó a b r u m a n con su
la planta de un edificio, la idea del primer diseño y la marca
peso :
de u n arquitecto; y finalmente, qué quieren decir todas estas
Urit enim fulgore suo, qui prcegravat artes expresiones traducidas al lenguaje literal; ¿ qué podría decir
Infra se positas.
para jusdücar su larga metáfora, y hacer ver que si cada una
Pues si de un gran talento se puede d e c i r , comparándole con
d 6CÍrSe d e
el resplandor que arroja de sí un cuerpo l u m i n o s o , que nos TJñlnZT T , ™ e M á 0 m a t e r i a l ^ruinado,
pueden todas ellas aplicarse también al hombre por una s e -
deslumhra y ofusca hasta el punto de n o permitirnos mirarle 8 Y
de hito en h i t o ; no se p u e d e , hecha ya esta comparación, metafívL Tendría W recurrir i sutileza y
representarle por otra nueva como u n a gran mole que abruma E f i Y 1 " 6 . m 6 1 m , S m 0 P ° d r i a e n t e n d e r - dígase de
con su enorme peso. d a ^ V ^ f T " q U e 6 Í m e d ^ i 0 b i n a d o 0 , qne ¿o-
f u é n i A a d \ e U 9ue}oy se halla, manifiesta o que
Regla séptima. £ o í n S f n , S e t ! a S ^ e d G S ' e l t e c h o ' l o s cimientos, los
e s c o m a s , la planta, el diseño y la m a r c a , porque con éstos
Aun conservándose bien la analogía, no se prolonguen
demasiado las metáforas continuadas. Esto se funda en que l t J n ? ™ a t e T e S , n m g U n a a n i l l ^ ' a t i e n e n ni pueden t e n
las P o eneas del alma ; de las cuales sin embargo es d las
si se insiste mucho en la semejanza , extendiéndola á todas las
circunstancias del objeto , n o puede ménos de oscurecerse el s m a n Wo l T d e C l r r q U e ' 3 U U d e s P u e s d e l ¿ c a d o con-
servan algo de lo que fueron ántes. Habiendo manifestado
pensamiento y degenerar en alambicado. Por esto las metá-
foras demasiado largas y oscuras se llaman también alambi-
cadas, como los pensamientos demasiado sutiles, porque en
efecto, cuando queremos que todas las partes y circunstancias
de un objeto tengan otras tantas correspondientes y seme-
d e ia T o r r e e n s
jantes en el otro con el cual le comparamos, tenemos que re- s ™ ' ° s j s i s * de
currir á tales sutilezas, que al fin la semejanza entre ambos, ó
no e x i s t e / ó es sumamente tenue y lijera. Daré un ejemplo ¿Qué cruda furia triste
Persigue mi sosiego,
señalado de estas metáforas demasiado prolongadas, tomado
san9re
no de un escritor de íntima clase, sino de un orador como i f S , ® y fue9°
Bossuet. Hablando del estado del hombre despues del pecado, t i real de mi pecho saqueado,
dice : El hombre es un edificio arruinado que entre sus Si C ^ r T ' 0
fr?ncamente dado,
mismos escombros conserva algo todavía de la hermosura
b i n ser como enemigo perseguido ?
y grandiosidad de su primera forma. Hasta aquí la metá-
Decir un enamorado que su corazon se ha rendido á la be-
llezaque a d e t a , es una expresión metafórica tan usual que regla, es menester distinguir las metáforas amontonadas de
apenas ya lo parece; pero llevarían adelanle la comparación las que hemos llamado continuadas : un ejemplo hará ver
en que se f u n d a , que el rendido pecho sea un real dado fran- su diferencia. Si comparada mentalmente una persona con la
camente al contrario, y sin embargo talado á sangre y fuego, luz, dijese yo de ella varias cosas que pueden convenir á la
es sutilizar el pensamiento, ó prolongar demasiado la metá- l u z , baria una metáfora continuada; pero sí dijese como
fora. Mas alambicada es todavía una de Lope en el lib. x v m . nuestro Calderón, hablando de Semiramis (Hija del aire, I.*
de la Jeruaalen. Trata el rey de i rancia de volverse á Europa parte.) :
con sus t r o p a s ; y habiéndolo propuesto en su consejo, se Digo, Señor, q u e en el centro
opone Uberto, dice que él no abandonará la empresa de Hallé de una oscura cueva,
Bruto el mas bello diamante,
tierra Santá, y entre otras razones da esta : Bastarda la mejor perla,
Tibio el mas ardiente rayo,
Que cuando considero que esia tierra Y la mas viva luz muerta;
Pisada de sus plantas soberanas (*),
Tantos vestigios d e su vida encierra
Para reparación d e las humanas; amontonaría cuatro metáforas sin continuar ninguna. Se ve
Unjan dos rios de la blanca sierra pues que en las continuadas comparamos el objeto con uno
Al valle de la yerba de mis canas, solo de los que nos parecen semejantes; y supuesta la compa-
Donde se anega el pensamiento mió,
Y buña el alma celestial rocío. ración, decimos de él varias cosas que le convienen, en cuanto
se presenta bajo la imágen del otro cuyo n o m b r e le hemos
Llamar rios á las lágrimas que el dolor hace derramar, es una d a d o ; y que en las amontonadas se compara sucesivamente el
hipérbole muy recibida ; pero querer, porque las hemos lla- objeto con varios de los que á juicio nuestro se le parecen.
mado rios, que la cabeza en que están los ojos de donde bajan, De estas pues se dice que así acumuladas, son generalmente
sea una sierra blanca, y las mejillas y la barba por donde defectuosas, aun cuando cada una de por sí sea acaso evacta
corren, un valle, y las canas yerbas, y que en este valle i n u n - y bien escogida; porque, como observa Blair, muchas m e t á -
dado por los rios se anegue el pensamiento, y el alma se bañe foras puestas unas sobre otras producen una confusion igual á
en celestial rocío; es oscurecer con expresiones metafóricas la que resulta de una metáfora mixta ; siendo muy difícil que
un pensamiento muy claro. el entendimiento pase por tantos y tan diferentes aspectos de
un mismo objeto con la rapidez con que se le presentan. Así
Regla octava. en el citado pasaje de Calderón es casi imposible, que en el
No basta que las metáforas continuadas tengan las calidades cortísimo espacio de tiempo que se gasta en pronunciar ó leer
que se piden en las dos reglas anteriores , y que tanto en ellas los versos, en que están las cuatro palabras metafóricas dia-
como en las simples se observe cuanto se ha dicho, así en mante, perla, rayo, luz, el oyente ó lector pueda ver con
orden á los objetos de donde oe tomen y la semejanza en que claridad la semejanza que cada una de estas cuatro.cosas puede
se funden , como respecto de las expresiones que se junten á tener, si es que tiene alguna, con la m u j e r h e r m o s a , y figu-
la metáfora principal; es menester ademas no multiplicarlas rarse á esta casi en un instante bajo la imágen de cuatro objetos
unas y otras demasiado : \ e n general por todo el discurso tan diversos entre s í , que solo se parecen en que todos brillan
d é l a o b r a , . p o r q u e el estilo resultaría hinchado, alegórico y mas ó m e n o s ; pero de cuán distinto modo I
oriental; y 2.° sobre un solo objeto, porque esto hace c o n - Estas son todas las reglas que deben tenerse presentes en el
fusa la imágen , y de consiguiente es contrario á la claridad , uso d e las metáforas, y en la composicion de las alegorías, si
la primera y mas necesaria calidad en todo escrito. Para que alguna vez se escribe en asunto y género en que puedan intro-
se entienda lo que se quiere decir en esta última parte de la ducirse, pues en muchos no tienen cabida las alegorías rigu-
rosamente tales, á lo menos las muy largas.

4. Las de Cristo. Nota del autor.


— 255 —

L I B R O IV. CAPITULO PRIMERO.


DE LA COMPOSICION Ó COORDINACION DE LAS CLAUSULAS. REGLAS RELATIVAS Á LA EXTENSION Y FORSIA DE LAS CLÁUSULAS.

Elegido un pensamiento, determinada la forma bajo la cual Las cláusulas, con respectoá su extensión, se dividen ei
haya de presentarse, y halladas las expresiones mas oportunas corlas y largas; y atendiendo á su f o r m a , en simples y com
para enunciar todas las ideas parciales de que consta, no resta puestas.
ya mas que coordinar estas varias expresiones del modo mas
ventajoso, para que el pensamiento total pueda producir el Cláusulas cortas y largas.
efecto que se desea; y esto es lo que se llama componer ó
Es claro que las cláusulas de cualquiera composicion pueden
coordinar la cláusula. Por esta palabra , derivada del verbo
ser mas ó ménos largas, según que en cada una de ellas se
latino claudere, cerrar, se entiende una reunión de palabras
hayan reunido mas ó ménos pensamientos principales, y según
que presenta un pensamiento completo ó que f o r m a , como
que cada uno de ellos esté mas ó ménos ilustrado por otros
suelen decir, sentido perfecto. Esta voz técnica es bastante
secundarios. Y como ni todos los pensamientos principales de
propia, porque en efecto, cada pensamiento completo que
un escrito pueden carecer de ilustraciones secundarias. ni
enunciamos, está como encerrado dentro de la serie de pala-
estas pueden tener todas igual extensión, es evidente que el
bras que le expresan, y no sale de sus límites. Sin embargo
hacer todas las cláusulas igualmente breves ó igualmente lar-
algunos han llamado sentencia á lo que nosotros llamamos
gas , ademas de ser casi imposible seria el mayor defecto que
cláusula, otros frase y otros período; pero estos términos no
pudiera cometerse, aun cuando se lograra á costa de un es-
son bastante exactos. El p r i m e r o , porque, como ya hemos
fuerzo extraordinario.
visto, está particularmente destinado á significar aquellas
Es ademas evidente que haciéndolas en general demasiado
cláusulas que contienen un pensamiento sentencioso, es decir,
largas, se daria en uno de dos extremos reprensibles, y
una reflexión ú observación p r o f u n d a ; el segundo, porque no
que lo mas acertado es que las haya de lodas dimensiones. Sin
designa precisamente la clausula entera , sino mas bien las
embargo en caso de pecar por uno de los dos extremos, vale
expresiones particulares de que consta, y señaladamente
m a n q u e sea el de la brevedad , porque las cláusulas muy lar-
aquellas en que se encuentra algún idiotismo de la lengua;
gas, sobre ser de difícil pronunciación, cuando se habla, y
y el tercero, porque en términos del arte no significa cual-
fatigar al lector en los escritos, es casi imposible que reúnan
quiera cláusula, sino las que están compuestas de cierto modo
todas las buenas cualidades que deben tener.
particular de que luego hablaré. Sea de esto lo que quiera, y
llámese sentencia, frase ó período, á la que yo hellama do Es igualmente claro que en ningún caso conviene poner
cláusula, lo que importa es dar reglas constantes y seguras seguidas muchas cláusulas cortas, ni muchas largas, y que
para su composicion. Blair h a tratado este punto tan ma- deben mezclarse en una justa proporcion; de otro modo el
gistral mente , que casi no liaré otra cosa que extractar su estilo tendría el defecto de amanerado.
doctrina citando sus mismos ejemplos, y algunos de los aña- Esto es lo único que sobre la extensión de las cláusulas se
didos por el traductor español. Sin embargo daré el capítulo puede enseñar por escrito.
de la elegancia, que él omitió, rectilicaré alguna que otra
inexactitud, y expondré los principios con mas extensión, y Cláusulas simples y compuestas.
de una'manera mas acomodada á la capacidad de los princi- Cláusula simple es la que consta de una ¿ola proposicion
piantes ; advirtiendo antes que de las reglas que 3e dan para principal, incluya esta, ó no, expresiones secundarias
la composicion de las cláusulas, unas son relativas á su exten- que ilustren ó modifiquen alguna ó algunas de sus partes.
sión y forma, y otras á las cualidades que lodas ellas deben
Cláusulas simples sin ninguna modificación son estas y otras
tener, cualesquiera que sean su dimensión y su clase.
semejantes : El hombre es mortal; El sol vivifica la natu-
raleza; porque en ellas, ademas de haber una se a proposi-
cion principal, las palabras d e q u e consta, no están ilustradas i 3.* los complementos indirectos, ó refiriéndonos á las len-
ó modificadas por ninguna otra. Sobre su construcción nada guas que tienen declinación, el ablativo, verbi gracia,
hay que prevenir, pues siendo tan cortas, apénas admiten sus
J.° 2.° 3.°
palabras otro orden que el lógico de las ideas, y solo alguna
Voy á enviar este libro á un amigo p o r el correo.
vez, para hacerlas mas enérgicas, podrá usarse de la inver-
sión que permita el geuio de la lengua, diciendo, por ejemplo, Mas si alguno de ellos fuese mas largo que los otros, se
Mor!al es el hombre. dejará para el último. Por e j e m p l o , en este dicho de Madama
Cláusulas simples con una sola ó con pocas modificaciones, . de Maintenon, El rey no confia los negocios á gente sin de-
son estas : Los verdaderos sabios son por lo general buenos; voción , está bien observado el orden lógico; pero si hubiese
El hombre de valor arrostra la muerte con serenidad, y dicho : No confia el mando de sus ejércitos á incrédulos, la
otras á este tenor, sobre las cuales debe decirse lo mismo que cláusula no hubiera estado tan bien construida como diciendo,
sobre las antecedentes, porque su construcción apénas puede No confía á incrédulos el mando de sus ejércitos. Téngase
ofrecer dificultad alguna. Solo es necesario tener cuidado con cuidado con esto, que es importante.
que las palabras modificantes se coloquen de modo, que se Cláusula compuesta es la que contiene dos ó mas propo-
vea con claridad cuál es la que modifican; de lo cual hablaré siciones principales, como esta de Éscipion Africano: Ro-
despues mas largamente. manos, en tal dia como este vencí yo á Aníbal y sujeté á
Cláusulas simples con muchas modificaciones son aquellas, Cartago : vamos á dar gracias á los dioses inmortales. Las
en que á las ideas del sujeto y del atributo se añaden varias diferentes proposiciones principales, d e que consta una cláu-
accesorias, ó al verbo algunas circunstancias de tiempo, lugar, sula compuesta, se llaman miembros; las incidentes y los
modo, fin, etc.; verbi gracia, la primera del Quijote : En un complementos, incisos. Si las proposiciones principales no
lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acor- están ligadas entre sí por medio de conjunciones expresas,
darme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los relativos, gerundios, etc., se llama la clausula suelta; tal es
de lanza- en astillero, adarga antigua, rocin flaco y galgo la que acabamos de ver. Pero si estuvieren enlazadas unas
corredor. Como estas son ya mas complicadas, es necesario con otras por medio de conjunciones, relativos, etc., como en
hacer algunas advertencias sobre el modo de coordinarlas. esta : Si los macedonios saben pelear con los hombres, los
•i ' Las modificaciones del sugeto deben colocarse inme- escitas saben resistir al hambre y á la sed; la clái'-ulase
diatas á este, como se ve en la de Cervantes que acabo de ] denomina entonces periódica ó período. El eslilo en que d o -
citar : un hidalgo de los de lanza, etc. minan las primeras , se llama estilo cortado; y aquel en que
2 . ' Las que recaen sobre el verbo, si consisten en adver- abundan mas las segundas, periódico; y ambos son buenos
bios ó frases adverbiales, le siguen por lo común ó le an- c u a n d o , según la naturaleza de la composicion y el carácter
teceden inmediatamente, como en ia misma, la frase adver- general que exige, debe predominar uno ú otro. Así, porque
bial, no há mucho tiempo que. las cláusulas sueltas dan lijereza y rapidez al estilo, y las p e -
3. a Si hay varios complementos que expresen el objeto, riódicas cierta majestuosa gravedad, el estilo cortado predo-
el término, el motivo, el lugar, etc., conviene anteponer, mina en las obras históricas, y el periódico en las oratorias.
como lo hizo Cervantes, alguno de estos últimos, porque Pero en todas conviene mezclarlos, a u n q u e en diversas p r o -
puestos todos despues del verbo, liarían arrastrada la cláu- porciones, porque cualquiera de ellos cansa y empalaga c o n -
sula. tinuado mucho tiempo.
4.° Cuando los complementos que siguen al verbo son Los retóricos dan diferentes denominaciones á los períodos,
poco mas ó menos de la misma extensión, su orden es el según el número de miembros de que constan, y los llaman
siguiente:el objeto, ó como se dice en gramática, el bimembres, trimembres, cuadrimembres, cuando tienen
acusativo: 2.° el término, ó gramaticalmente el dativo: dos, t r e s , cuatro : rodeo periódico, cuando pasan de este
n ú m e r o ; y si son tan largos que apénas puede bastar la respi-
ahora se trata de la que proviene de una coordinacion defec-
ración para pronunciarlos de seguida, tásis ó extensión. Tam- tuosa. Todas las lenguas están expuestas á oscuridades y a m -
bién los denominan por la especie de conjunción , ó la natu- bigüedades , nacidas de u n a mala coordinacion de bu« p a l a -
raleza de la palabra que encadena sus diversas proposiciones; bras; y aun en latin, el cual p o r su declinación está menos
y en consecuencia los dividen en condicionales, causales, sujeto á ellas, nos da algufi.33 ejemplos Quintiliano. En espa-
relativos, etc. Finalmente, llaman prótasis á la primera parte, ñol , en francés y en las demás lenguas que no tienen decli-
en la cual queda todavía imperfecto el sentido, y apódosis a nación, es necesario poner mas cuidado en evitarlas. Para esto
la segunda que le completa. Todo esto de nada sirve en la es menester lo primero observar exactamente las reglas de la
práctica; pero lo advierto, para que se entienda esta escolas- gramática, en cuanto pueden prevenir tales ambigüedades.
tica tecnología, cuando se encuentre en los autores. Lo que si Pero como puede haberlas sin trasgresion de los preceptos
es muy ú t i l , es ejercitará los principiantes, haciéndoles com- gramaticales, y en castellano no pueden indicarse siempre por
p o n e r , I o cláusulas compuestas de corta exteusion , y 2 o pe- la sola terminación las relaciones de unas palabras con otras,
riódicas , que progresivamente irán siendo mas largas, hasla y muchas veces es necesario hacerlas sensibles por ¡solo el l u -
que habiendo adquirido bastante soltura, p u e d a n ir haciendo gar que ocupan; es regla esencial que cada palabra se coloque
ya breves composiciones, en que a l t e r n a d a m e n t e se mezclen en el paraje que mas claramente haga ver cuál es aquella
cláusulas cortas y largas, simples y c o m p u e s t a s , sueltas y pe- á que se refiere. Esta regla general puede bastar; pero á mayor
riódicas ; para que una vez adiestrados en coordinarlas y reu- abundamiento daré otras mas partic ¡lares, citando ejemplos
n i r í a s , no tengan que cuidar en lo sucesivo mas que de los que hagan inteligible su aplicación y que al mismo tiempo d e -
pensamientos y sus formas, de la elección do las expresiones, muestren su i m p o r t a n c i a , pues se verá cuan fácil es tener
y de los demás requisitos que exija el g é n e r o de composicion algún descuido en esta parte.
que se les encargue. -I." Los adverbios y frases adverbiales que limitan la
significación de alguna palabra ó expresión, deben colo-
CAPITULO II. carse inmediatamente despues de ella. Por grandeza , dice
BEGLAS RELATIVAS A LAS CUALIDADES QUE DEBEN TENER TODAS Áddisson citado por Blair, no entiendo solamente el tamaño
LAS CLÁUSULAS, CUALESQUIERA QDE SEAN SO EXTENSION Y SO de un objeto, sino la extensión de toda una perspectiva.
FORMA. Colocado de esta manera el adverbio solamente, limita ó mo-
difica el verbo entiendo; y se le pudiera preguntar al a u t o r ,
A cinco pueden reducirse las de u n a cláusula bien cons- si no entiende solamente, ¿ qué mas hace que e n t e n d e r ? (I) Si
truida , y son , c l a r i d a d , u n i d a d , energía, elegancia y a r m o - le hubiera puesto despues de la palabra t a m a ñ o , estaría aun
n í a . Las explicaré con alguna extensión , porque la buena peor; y le preguntaríamos, ¿ qué mas entendía que el tamaño
c o o r d i n a r o n de las cláusulas es tan necesaria en todo género de un objeto, si su color, su figura, etc.? Se ve pues que de-
de composiciones, que jamas será d e m a s i a d o el cuidado que bió colocarse despues de la palabra objeto, que es la que real-
en esta parte pusiéremos. mente y en su intención modifica; porque si entonces le pre-
guntásemos, ¿qué entendía mas que el tamaño de un objeto?
ARTÍCULO PRIMERO.
venia bien la respuesta que d a ; la extensión de toda una
Claridad. perspectiva. Todavía estaría mejor colocado, si juntando con
Consiste en que se evite con el mayor cuidado toda oscu-
ridad ó ambigüedad en el sentido, y n o es tan fácil como 1. No s i n razón digo yo e n la página 2 8 8 d e mi G r a m á t i c a : - P o r consiguiente lo
e n e constituve la naturaleza d e l adverbio es, la propiedad q u e tiene de poder unirse
p a r e c e , 110 cometer en esta parte defecto a l g u n o . La oscuridad con uii adjetivo calificativo, activo, 6 pasivo, modificándole. -
ó ambigüedad en el sentido puede resultar, ó de la mala eiec- N o liay verbo s i n idea adjetiva y á esta nnra siempre el adyerbio. n o flí e í o .
Prueba escelente el ejemplo q n e aqui pone Hermosilla contra la falsedad d e los pre-
cion de las expresiones, si estas son en sí mismas oscuras ó ceptistas que se empeñan e n sostener que concurre el adverbio pura modificar la ac-
equívocas, ó de su mala coordinacion. De la que consiste en ción que el verbo predica.
la mala elección de las expresiones, ya se habló en otro lugar;
ahora se trata de la que proviene de una coordinacion defec-
ración para pronunciarlos de seguida, tásis ó extensión. Tam- tuosa. Todas las lenguas están expuestas á oscuridades y am-
bién los denominan por la especie de conjunción , ó la natu- bigüedades , nacidas de una mala coordinacion de las pala-
raleza de la palabra que encadena sus diversas proposiciones; bras; y aun en latin, el cual por su declinación está menos
y en consecuencia los dividen en condicionales, causales, sujeto á ellas, nos da algunas ejemplos Quintiliano. En espa-
relativos, etc. Finalmente, llaman prótasÜ á la primera parte, ñol , en francés y en las demás lenguas que no tienen decli-
en la cual queda todavía imperfecto el sentido, y apódosis a nación, es necesario poner mas cuidado en evitarlas. Para esto
la segunda que le completa. Todo esto de nada sirve en la es menester lo primero observar exactamente las reglas de la
práctica; pero lo advierto, para que se entienda esta escolas- gramática, en cuanto pueden prevenir tales ambigüedades.
tica tecnología, cuando se encuentre en los autores. Lo que si Pero como puede haberlas sin trasgresion de los preceptos
es muy ú t i l , es ejercitará los principiantes, haciéndoles com- gramaticales, y en castellano no pueden indicarse siempre por
poner, 1 o cláusulas compuestas de corta exteusion , y 2 o pe- la sola terminación las relaciones de unas palabras con otras,
riódicas , que progresivamente irán siendo mas largas, hasta y muchas veces es necesario hacerlas sensibles por solo el l u -
que habiendo adquirido bastante soltura, puedan ir haciendo gar que ocupan; es regla esencial que cada palabra se coloque
ya breves composiciones, en que alternadamente se mezclen en el paraje que mas claramente haga ver cuál es aquella
cláusulas cortas y largas, simples y c o m p u e s t a s , sueltas y pe- á que se refiere. Esta regla general puede bastar; pero á mayor
riódicas ; para que una vez adiestrados en coordinarlas y reu- abundamiento daré otras mas particulares, citando ejemplos
nirías, no tengan que cuidar en lo sucesivo mas que de los que hagan inteligible su aplicación y que al mismo tiempo de-
pensamientos y sus formas, de la elección de las expresiones, muestren su importancia, pues se verá cuán fácil es tener
y de los demás requisitos que exija el género de composicion algún descuido en esta parte.
que se les encargue. -I.' Los adverbios y frases adverbiales que limitan la
significación de alguna palabra ó expresión, deben colo-
CAPITULO II. carse inmediatamente despúesde ella. Por grandeza , dice
BEGLAS RELATIVAS A LAS CUALIDADES QUE DEBEN TENER TODAS Áddisson citado por Blair, no entiendo solamente el tamaño
LAS CLÁUSULAS, CUALESQUIERA QUE SEAN SO EXTENSION Y SO de un objeto, sino la extensión de toda una perspectiva.
FORMA. Colocado de esta manera el adverbio solamente, limita ó mo-
difica el verbo entiendo; y se le pudiera preguntar al autor,
A cinco pueden reducirse las de u n a cláusula bien cons- si no entiende solamente, ¿ qué mas hace que entender? (I) Si
truida , y son , claridad, unidad, energía, elegancia y a r m o - le hubiera puesto despues de la palabra tamaño, estaría aun
nía. Las explicaré con alguna extensión , porque la buena peor; y le preguntaríamos, ¿ qué mas entendía que el tamaño
coordinacion de las cláusulas es tan necesaria en todo género de un objeto, si su color, su figura, etc.? Se ve pues que de-
de composiciones, que jamas será demasiado el cuidado que bió colocarse despues de la palabra objeto, que es la que real-
en esta parte pusiéremos. mente y en su intención modifica; porque si entonces le pre-
guntásemos, ¿qué entendía mas que el tamaño de un objeto?
ARTÍCULO PRIMERO.
venia bien la respuesta que d a ; la extensión de toda una
Claridad. perspectiva. Todavía estaría mejor colocado, si juntando con
Consiste en que se evite con el mayor cuidado toda oscu-
ridad ó ambigüedad en el sentido, y n o es tan fácil como 1. No s i n razón digo yo e n la página 2 8 8 d e mi G r a m á t i c a : - P o r consiguiente lo
e n e conslitove la naturaleza d e l adverbio es, la propiedad q u e tiene de poder unirse
parece, no cometer en esta parte defecto alguno. La oscuridad con un adjetivo calificativo, activo, 6 pasivo, modificándole. -
ó ambigüedad en el sentido puede resultar, ó de la mala elec- N o liay verbo s i n idea adjetiva y á esta nnra siempre el adyerbio. n o flí e í o .
Prueba escelente el ejemplo q u e aquí pone Hermosilla contra ¡a falsedad d e lo* pre-
ción de las expresiones, si estas son en sí mismas oscuras ó ceptistas que se empeñan e n sostener que concurre el adverbio pura modificar la ac-
equívocas, ó de su mala coordinacion. De la que consiste en ción que el verbo predica.
la mala elección de las expresiones, ya se habló en otro lugar;
él la negación, hubiese dicho : Por grandeza entiendo, no
Mas precia el r u i s e ñ o r su p o b r e n i d o
solamente el tamaño de un objeto particular, sino etc.; De p l u m a y leves pajas, m a s sus q u e j a s
porque en este caso la frase adverbial no solamente se refiere E n el b o s q u e r e p u e s t o y e s c o n d i d o ;
á lo que sigue, y no puede haber ambigüedad.
Que a g r a d a r l i s o n j e r o las orejas
2."Los complementos, las proposiciones incidentes, De algún p r í n c i p e insigne, aprisionado
y en general todas las circunstancias de la acción ó el En el m e t a l d e las d o r a d a s r e j a s .
estado que enuncia el verbo, deben ponerse en el pa-
raje que mejor indique cuál es la idea á que se refieren. Aquí bien conocemos que la intención del autor es contraponer
el estado de libertad al de esclavitud, y por tanto que el adje-
Así cuando Cervantes en el primer capítulo del Quijote
tivo aprisionado se refiere al r u i s e ñ o r ; pero tal como e s t á ,
dice : En resolución él {D. Quijote) se enfrascó tanto en su
parece que modilica al sustantivo Principe insigne que in-
lectura ( l a de los libros de caballería ), que se le pasaban
mediatamente le precede. La cláusula pues estaría mejor cons-
las noches leyendo de claro en claro, y los dias de tur-
truida si hubiese dicho :
bio en turbio; el gerundio leyendo está mal colocado .
] p o r q u e parece que se refiere á la frase adverbial de claro
Q u e d e un príncipe i n s i g n e las orejas
en claro; y 2.° porque separa del verbo pasaban el sugeto y Lisonjero agradar, aprisionado
la modificación , que en esta expresión deben ir unidos para E n el m e t a l de las d o r a d a s r e j a s . ,
formar la frase e n t e r a , pasarse las noches de claro en claro,
la cual es una especie de fórmula, ó como dicen los franceses, 3 . ' Los artículos conjuntivos quien, que, cual, cuyo, etc.,
une phrase faite. Si hubiese dicho, que se le pasaban leyendo deben colocarse despues de su antecedente. A esta regla falta
las noches, etc., estaría mejor la cláusula; pero aun habría la siguiente cláusula citada por Blair : Locura es armarnos
una lijera ambigüedad, porque al pronto parecería que las contra los accidentes de la vida amontonando tesoros, con-
noches se referia al gerundio que antecede. Si hubiese ante- tra los cuales nada puede protegernos sino ta benéfica mano
puesto este al verbo, diciendo, que leyendo se le pasabau las de nuestro Padre celestial; p o r q u e parece que el conjuntivo
noches de claro en claro, y los dias de turbio en t u r b i o ; no cuales se refiere á tesoros, cuando en la intención del autor
habría ya ambigüedad, pero sí cierta inversión algo violenta. se refiere á los accidentes de la vida. Debió pues decirse :
Por tanto hubiera sido mejor variar la expresión y decir : Se Locura es creer que amontonando tesoros, podemos armar-
enfrascó tanto en su lectura , que embebecido en ella, se le nos contra los accidentes de la vida, contra los cuales, etc.
pasaban las noches de claro en claro, y los dias de turbio Es mas : aun cuando por el contexto ú otra circunstancia no
en turbio (I). * podamos dudar del sentido, sin embargo si las palabras rela-
tivas están fuera de su lugar, habrá una ambigüedad m o m e n -
fin un terceto de la Epístola moral de Rioja hay también tánea que es preciso evitar. Por e j e m p l o , en esta cláusula de
una coordinacion anfibológica, dice asi :
Addisson : Esta especie de ingenio estuvo muyen boga entre
los nuestros dos siglos hace, los cuales no le cultiva-
i. Encuentra aqai Salvá no rodeo excasado, !a corrección ( l a claridad quiso sin ron, etc.; al momento de leer los cuales, no sabemos si estas
dada decir s e n a mas sencilla si d i j é s e m o s : Se enfrascó lanío en su lectura, que por palabras se refieren á siglos q u e precede inmediatamente
ella se le pasaban e t c . \ añade, si ya no se prefiere omitir el P O R E L L A , poco n e c e -
sario para la claridad del primer miembro de esta cláusula! — ». (y si el contexto lo permitiese, á ellos las referiríamos en efecto),
Para mi gusto no veo la necesidad del embebecido con que Hermosilla varía l a e x - ó á nuestros que está mas a r r i b a ; y aunque así que leemos le
presión mas no con ese apéndice s e daña á la claridad, de cuvas cualidades trata allí e l
a u t o r ; lo que ¡a daña, lo que la destruye, e s la enmienda de Salvá. e n por ella... q u e cultivaron, ya no dudamos de que ¡os cuales se reiiere á
m e recuerda aquello de -por la puente Juana, que no por el ayua d e Lope d e Vega ; se nuestros y no á siglos, sin embargo el autor debió evitar esta
le pasaban la» noches por la lectura, como pasa el hilo por el ojo de la aguja ? o q u e
í £ J e . p ? s a ,n." 1 0 r C H / ' " " l t í l a l e W B r a . ó por demasiada aGccion á ella, aunque fuera sin momentánea a m b i g ü e d a d , y construir la cláusula de este
procurarla? I o d o eso y mas cabe e n el sentido del por ella de Salvá. sin q u e por e s o modo : Dos siglos hace que esta especie de ingenio estuvo
peamos el pensamiento exacto del leyenda d e Cervantes, ó del embebecido en ella con
que lo corrige Hermosilla, aunque, como ya dije, mas breve expresaría lo mismo el en muy en boga entre los nuestros, los cuales etc. Para que
esto no parezca n i m i e d a d , sépase que ya Quintiliano censu-

k 13.
raba al que en latin dijese : Vidi hominem librum scriben-
tem, y da esta razón : « Pues aunque está claro que el libro •l" Dentrode cada cláusula se mudará la escena lo mé-
a seria escrito por el h o m b r e , y no el hombre por el libro, nos que se pueda. Esto quiere decir, que en ella no se pase
ü sin embargo la coordinacion de las palabras era m a l a , y el de una persona á o t r a , porque como siempre hay una domi-
« autor por su parte halda hecho ambiguo el sentido. » Nam n a n t e , esta debe regir y sobresalir, si es posible, desde el
elsi librum ab homine seribi oporteat, non certe hominem principio hasta el fin. Si yo dijese , por ejemplo Despues
a libro; malc tamen composuerat, feceratque ambiguum que nosotros anclamos, ellos me desembarcaron, y yo fui
quantum in ipso fuit. saludado por mis amigos, quienes me recibieron con las
i . " Lo mismo debe decirse del p r o n o m b r e él, ella, ellos, mayores muestras de cariño; aunque los objetos contenidos
ellas, y del posesivo, suyo, suya, su, sus. Es menester que en estas proposiciones tienen bastante conexion, sin embargo,
se coloquen de manera que no solo p o r el contexto , sino por p o r esta manera d e presentarlos, variando tantas veces de
el lugar mismo que o c u p a n , se vea claramente á quién se r e - persona, nosotros, ellos, yo, quienes, aparecen tan desunidos,
fieren. Por ejemplo en esta cláusula : César quiso sobrepujar que casi se pierde de vista su conexion. La cláusula pues ten-
á Pompeyo, y las inmensas riquezas de Craso le hicieron dría mas unidad , si se dijese : Habiendo anclado, desem-
creer que él podría igualar la gloria de estos grandes hom- barqué y fui saludado por mis amigos, y recibido, etc. Por
bres. El contexto muestra que los p r o n o m b r e s le y él se re- no haber observado esta regla, hay un pequenito lunar en este
fieren á Craso; pero por la colocacion los referiríamos á bellísimo soneto de Argensola el mayor :
César. No está pues bien construida. Lo estaría diciendo : Y
T r a s i m p o r t u n a s lluvias a m a n e c e ,
al mismo tiempo {1) Craso, envanecido con sus inmensas r i- C o r o n a n d o los m o n t e s , el sol c l a r o ;
quezas, creyó que podría, etc. En esta : Valerio fué á casa Salta d e l l e c h o el l a b r a d o r a v a r o ,
de Leandro, y encontró á su hijo; n o sabemos si este hijo Que las h o r a s ociosas a b o r r e c e .
es el suyo ó el de Leandro. Si el a u t o r quiso indicar el pri- I.a t o r v a f r e n t e al d u r o yugo ofrece
m e r o , debió d e c i r : Valerio, que andaba en busca de su hijo, El a n i m a l q u e á Europa f u é tan c a r o ;
le encontró en casa de Leandro. Sale d e su familia lirme a m p a r o ,
Y los s u r c o s solícito e n r i q u e c e .
Otros muchos ejemplos de construcciones ambiguas, ó á lo
ménos oscuras, pudiera citar ; pero p o r estos pocos se puede V u e l v e á la n o c h e á su m u j e r honesta,
Que l u m b r e , y mesa, y lecho le a p e r c i b e ;
ver, cuánto cuidado es necesario para coordinar todas las p a r - Y e l e n j a m b r e d e h i j u e l o s le r o d e a .
tes de una cláusula con la debida claridad.
F á c i l e s cosas cena con gran fiesta,
Y el s u e ñ o sin e n v i d i a le r e c i b e :
ARTÍCULO I I . Oh c o r t e ! oh c o n f u s i o n ! q u i é n te desea !

Unidad. Como aquí la persona dominante que todo lo hace es el labra-


dor, la unidad de la cláusula se destruye algún tanto cuando
Consiste en que todas las partes de una cláusula estén
en el medio se introduce otra persona agente, por decirlo así,
tan estrechamente ligadas entre sí, que hagan en el ánimo
que es el animal caro á Europa, el cual ofrece la torva
la impresión de un solo objeto y no de muchos. Para con-
frente al duro yugo. Fácilmente pudo conservarse, diciendo :
seguirlo se observarán las reglas siguientes :
Con d u r o y u g o la cerviz g u a r n e c e y
1. Tampoco m e agrada ese rodeo, n i el envanecido q a e s i g u e ; la riqueza d e qne s e Del a n i m a l q u e á Europa f u é t a n c a r o , etc.
habla e n el ejemplo da basianiemenie á entender la vanidad con decir que — 1" Craso
coy ó POR sus inmensas riquezas, llegó tí creer que podría etc., la construcción no pa- Tal como e s t á , así que una nueva persona se ha presentado
recería viciosa. Peor e s todavía la enmienda d e S a l v á qne pone así — y las inmensas
riquezas de Craso hicieron creer á este que podria, e t c . en la escena, creemos que continuará en acción y que ella es
Las riquezas no hacen creer á nadie, y menos creer á este, giro de muy mal gusto, la que s a l e , hasla que el contexto nos hace ver que es el la-
de u n a dureza Insoportable. brador el que de nuevo se presenta. Esta puede parecer ni-
miedad. Sin embargo á estas y otras pequeneces es necesario en salud) etc. Pues 110 lo es ménos el siguiente, cuando en el
atender, cuando se quiere escribir completamente bien. Nó- cap. xvi, tratando de cómo D. Quijote vacia mal parado en el
tese asimismo que la expresión con gran fiesta, para significar, fementido Jecho de la venta, y con todo se imaginaba que la
con gusto, con placer, es familiar, y no corresponde al tono hija del castellano se habia enamorado de su gentil p e r s o n a ,
de todo el soneto. La o t r a , el sueño sin envidia, es algo vaga, dice -.'-'Pensando pues en estos disparates, se llegó el tiempo
pues no dice con bastante precisión, si es el labrador el que y la hora [que para él fué menguada) de la venida de la
no tiene envidia de los otros, ó estos los que 110 le envidian a asturiana. Paréntesis de esta clase son M í c i s m o s , y en nada
él. Mejor hubiera sido : El sueño sin cuidados. afean las cláusulas en que se introducen. Cervántes tiene otros
2. a Jamas deben acumularse en una misma clausula varios igualmente oportunos.
pensamientos tan inconexos entre si, que cómodamente Toda cláusula ha de cerrarse plena y perfectamente.
pudieran dividirse en dos ó mas cláusulas. Por ejemplo en Esto quiere decir, que deben acabar todas con aquella palabra
esta de la Vida de Cicerón por Míddleton : En este estado en la cual el ánimo parece que desea reposar, y que no se
incómodo de su vida pública y -privada, Cicerón se vió an- añada ninguna circunstancia q u e , ó debió omitirse, ó pudo
gustiado de nuevo por la muerte de sU amada hija lulia, colocarse en otra parte. Así en esta .cláusula de un autor inglés,
acaecida poco despucs de haberse divorciado de Dolabeta; en la cual, hablando de Burnet y de Fontenelle, dice : El pri-
cuyas costumbres y malgenio le desagradaban en extremo. mero no quiso acabar su erudito tratado [la teoría de la
El objeto principal de esta cláusula es la aflicción de Cicerón, tierra) sin hacer el paneg rico de la literatura moderna
ocasionada por la muerte de Tulia : la circunstancia de haber comparada con la antigua; y el segundo se deja caer tan
muerto esta poco despues de su divorcio con üolabela, puede groseramente en la censura de ta poesía an'igua, y prefe-
e n t r a r e n la cláusula con propiedad; pero la añadidura del rencia de la moderna, que no pude leerle sin alguna indi-
carácter de este es extraña al objeto principal, y destruye la gnación ; la cual ninguna calidad me excita tanto como
unidad del pensamiento; pues estando ya Dolabela divorciado la satisfacción propia : la palabra indignación, dice Blair,
de Tulia, cuando esta m u r i ó , su buen ó mal genio y sus cos- cerraba la cláusula; y el último miembro es una proposicion
tumbres nada tenían y a que ver, ni con la aflicción de Cicerón, enleramente nueva, añadida al ünal verdadero.
ni con la muerte de su hija. Y si una cláusula tan corta como
A11TÍCCILO 111.
l a q u e acabamos de examinar, 110 tiene la debida u n i d a d ,
¿ cuánto mas fácil es que carezcan de ella las muy largas y Energía.
complicadas?
Consiste en que las diversas partes de las cláusulas se
3.* Es menester no introducir en las cláusulas paren-
coordinen de modo que presenten el pensamiento total lo
tesis que cómodamente puedan evitarse. Estos, si no son
mas ventajosamente que se pueda, para q-j,e produzca la
muy oportunos, manifiestan que el escritor no supo i n t r o -
impresión que se desea. Para esto la primera condicion e s ,
ducir en su propio lugar los pensamientos que contienen. lie
que la cláusula sea clara y una en los términos que acabamos
dicho que no se introduzcan sin necesidad, y no que se evi-
de ver ; pero aun se necesita algo mas. Puedeu en efecto las
ten absolutamente, como lo previene Blair; I p o r q u e todos
cláusulas ser bastante claras, y tener la debida unidad , y sin
los buenos escritores los han empleado; en Demóslenes son
embargo, por alguna circunstancia de su composicion, pue-
frecuentes, y en Cicerón liemos visto algunos en los pocos
den 110 tener toda la energía que tendrían con una coordina-
pasajes suyos que he citado con otro motivo : 2.° porque á veces
ción mas feliz. Las reglas para que la tensan son las siguientes :
vienen con tanta n a t u r a l i d a d , que léjos de perjudicar á la
\.' Limpiarlas de toda palabra inútil, es decir, que no
unidad de las cláusulas en que se hallan, liarían en ellas n o -
añada algo al sentido. listas pueden ser compatibles con la
table falta, si se omitiesen. Ya se ha visto cuán oportuno es
claridad y la unidad ; pero debilitan las cláusulas, y las hacen
aquel de Cervántes : No se curó de estas razones el arriero
lánguidas y arrastradas. Es necesario 110 expresar lo que fácil-
(y fuera mejor que se curara, porque hubiera sido curarse
m e n t e se puede suplir. Así, cuando Cervantes (Quijote, parte i, caso particular, lo advertirá fácil y necesariamente el escritor,
capítulo v . ) dice : De cuando en cuando duba |D, Quijote) pues no puede ignorar cuál es ia que mas particularmente
unos suspiros que los ponía en el cielo, de modo que de quiere inculcar. Que estas palabras capitales deben ocupar un
nuevo obligó á que el labrador le preguntase le dijese que lugar distinguido y brillante, para que resalle la idea que r e -
mal sentía; hubiera hecho mejor en suprimir las dos pala- presentan, es demasiado claro; pero cuál sea este, no es p o -
bras, le dijese, absolutamente inútiles, como cualquiera puede sible determinarlo por una regla general. Unas veces será el
conocer; y la cláusula hubiera resultado mas enérgica. En esto principio, otras el medio, otras el fin de la cláusula, según las
es menester mucho cuidado ; y si en la primera composicion diferentes circunstancias. Sin embargo, por lo común las p a -
se nos escaparon algunas palabras, que sin inconveniente pue- labras capitales se colocan al principio ó al fin; y así deberá
dan suprimirse, es necesario, al tiempo de corregir lo escrito, hacerse, si la claridad no se opone y el genio de la lengua lo
cercenar aquellas superfluidades que ordinariamente tiene el consiente. La griega y latina, y en general las que tienen decli-
p r i m e r borrador. Por consiguiente, y con mayor razón, nación, permiten c o m u n m e n t e que cada palabra se ponga en
2. a Deben limpiarse las cláusulas de todo miembro re- el paraje mas ventajoso; las modernas tienen en esta parle
dundante, esto es, que diga lo mismo que alguno de los ménos recursos. No obstante la española, italiana é inglesa son
precedentes. Porque así como cada expresión debe presentar mas libres que la francesa; y algunos escritores nuestros, so-
u n a nueva idea, así cada m i e m b r o debe presentar un nuevo bre todo Cervantes, h a n usado sin violencia de bastante inver-
pensamiento. Por t a n t o , cuando Garcilaso dice [Egloga i ) : sión ; y á ella debe este último en gran parte la energía, dig-
nidad y armonía d e su estilo. Pero haya o no lugar á la i n -
Av cuan diferente e r a ,
versión, y cualquiera que sea el paraje en que se coloquen las
Y c u a n d e otra m a n e r a ;
palabras capitales, lo importante es que
y Lope, lib. x i x de la Jerusalen: oa Estén libres y desembarazadas de las otras que pu-
dieran hacerlas sombra, por decirlo así. Esto significa que
Amó á Leonor Alfonso algunos años,
cuando hay algunas circunstancias de tiempo, lugar, etc., ú
No fué Leonor de Alfonso a b o r r e c i d a ;
otras modificaciones, se coloquen de modo que no oscurezcan
es claro que ambos hubieran hecho mejor en haber omitido el objeto p r i n c i p a l ; regla bien observada en esta cláusula de
el segundo verso, que como se ve no es mas que una r e p e t i - un autor ingles citada por Blair. Va hablando de los poetas
ción del primero. modernos comparados con los antiguos, y d i c e : Si al paso
3 . a ÍVo se multipliquen sin necesidad las palabras de- que solo prometen agradar, aconsejan secretamente é ins-
mostrativas y relativas. Así en lugar de decir, por ejemplo, truyen, pueden, acaso ahora también como ántes, ser tenidos
En esta parte no hay una cosa que nos disguste mas pron- con justicia por los mejores y mas ilustres-autores. Esta es,
to que Ia vana pompa del lenguaje; seria mejor decir con- dice con razón Blair, una cláusula bien construida. Contiene
cisamente : Nada nos disgusta tan pronto como, etc. Cerce- muchas modificaciones, todas necesarias, soto, secretamente,
nadas las superfluidades, la regla mas importante para dar acaso, ahora, también, como antes, con justicia; y sin
energía á las cláusulas es la siguiente : embargo están colocadas con tanta destreza, que no embara-
4 . a La palabra ó palabras capitales ó enfáticas coloqúen- zan ni debilitan la cláusula, al paso que el objeto capital, á
se, en cuanto lo permita el genio de ta lengua, en el pa- saber, ser tenidos (los poetas) por los mejores y mas ilustres
raje en que deben hacer mas impresión. Palabras capita- autores, se presenta al lin limpio y desembarazado de circun-
les ó enfáticas son las que representan la idea mas intere- stancias, y ocupa el lugar mas distinguido. Fácil cosa seria de-
sante de un pensamiento; y no hay duda en que en todos hay mostrar el mal efecto que hubiera producido una coordinacion
siempre alguna que relativamente al fin con que le empleamos, diferente; mas esta observación puede cualquiera hacerla por
merece particular atención, es la dominante, y forma, por de- sí mismo. Consérvense las mismas palabras, pero distribuyanse
cirlo así, la iigura principal del cuadro. Cuál sea esta en cada
las mas orientales; y volviendo luego por el África, habria se-
de otro modo, y se verá que la cláusula resulta oscura, débil
guido el orden inverso para venir á cerrar el círculo en la parte
y arrastrada.
mas occidental. Mas si hubiese saltado de unas á otras, sin aten-
0.a Cuando hay varios complementos circunstanciales ó
der á su respectiva situación, habria fallado á la regla.
modificativos, procúrese no poner muchos de seguida; se-
3.° De importancia. Si se d i c e : Grandes, nobles, ple-
párense, si es posible, interponiendo algunas palabras que
beyos, ó en orden inverso, según el fin con que se haga la
no sean de esta dase. Digo, si es posible, porque alguna vez
enumeración: Plebeyos, nobles, Grandes, la gradación está
acaso no se podrá sin perjuicio de la claridad, y entonces esta
bien observada; pero se faltaría á ella si se dijese : Grandes,
es p r i m e r o ; pero con un poco de cuidado no sucederá con
plebeyos, nobles, ó, Nobles, plebeyos, Grandes.
frecuencia. Para ejemplo de esta regla sirva esta cláusula que
4.o De intensión o fuerza- Si yo digo : Los vicios nos
cita Clair: Lo que yo ture la honra de indicar á vmd. hace
enervan, nos esclavizan, nos embrutecen, los tres verbos
algún tiempo en la conversación, no era un pensamiento
estarán colocados según sus grados de fuerza, subiendo de mé-
nuevo; las dos circunstancias de tiempo y lugar, hace algún
nos á m a s ; pero si invertido el orden dijese : Nos esclavizan,
tiempo, en la conversación, que aquí van juntas, liarían mas
nos embrutecen, nos enervan, no habria gradación ninguna,
efecto separadas de este m o d o : Lo que hace algún tiempo
y la colocacion por consiguiente seria defectuosa.
tuve la honra de indicar á vmd. en la conveisacion, no
era un pensamiento nuevo. Me he detenido tanto en esta regla, porque siendo muy i m -
portante ninguno la ha propuesto con claridad; y aun el mis-
7. a Las palabras homologas coloqúense según sus grados
mo Blair ha confundido la concatenación de las frases, de que
de fuerza; es decir, obsérvese en su colocacion el orden que
luego hablaré, con la colocacion graduada de las palabras, que
tuvieren entre sí las cosas ó ideas que representan, ya este or-
corresponde á la gradación en las ideas, ó al climax, de que
den sea de tiempo, ya de importancia, ya de intensión, etc.
se habló tratando de las formas.
Palabras homologas se llaman, varjos sugetos referidos á
un mismo atributo : 2.° varios atributos ó epítetos atribuidos 8. a Cuando haya una cláusula de miembros desiguales,
á un mismo sugeto : 3.° varias circunstancias de una misma déjese para el último el mas largo, si las circunstancias lo
clase: una serie de objetos cuya enumeración se hace. permiten. Por ejemplo, en lugar de decir, Nos lisonjeamos
Cuando tales palabras concurren en una cláusula, es indispen- creyendo que hemos abandonado nuestras pasiones, cuan-
sable colocarlas con una gradación constante de mas á ménos, do ellas nos abandonaii, seria mas enérgico invertir el orden
ó de ménos á m a s , en la cual se vea el orden que tienen entre de ambos miembros y d e c i r . Cuando nos abandonan las
sí los objetos mismos que representan. pasiones( I), nos lisonjeamos creyendo que las hemos aban-
donado.
•I.° Orden de tiempo. Si yo dijese: Asirlos, babilonios,
9. a Si ser puede no se concluyan las cláusulas, ni aun
persas, griegos, romanos, todos tuvieron la misma suerte,
cada uno de sus miembros, con un pronombre, un adver-
habría observado bien el orden con que estos imperios se su-
bio, ú otra de las partes menores del discurso, á no ser que
cedieron. Pero si hubiera dicho: Persas, asirios, romanos,
estas sean las palabras capitales, como en esta : En su pros-
griegos, habría fallado al orden cronológico con que debí
peridad mis amigos no oirán hablar de » « / j a m a s ; en su
enumerarlos.
adversidad s i e m p r e ; en la cual siendo los adverbios jamas y
2.° De lugar. Si yo dijese : El imperio romano compren-
siempre las palabras enfáticas, están muy oportunamente c o -
día en su vasta extensión la España, la Galia, una parte
locados al fin de sus respectivas proposiciones.
de la Germania, la Italia toda, la Grecia, el Épiro, la
•i 0. a Cuando en los diferentes miembros de una cláusula
Iliria, la Macedonia, la Tracia, el Ponto, el Asia menor,
la Siria, la Palestina, el Egipto, la Libit, la Maurita-
1. V mejor, en nu concepto, cuando las pasiones nos abandonan.... lo primero por-
nia; habria observado bien el orden topográfico de estas va- que yo no veo aln necesidad de la inversión, ni con ella ha cobrado energía la frase,
rias provincias, porque habiendo empezado por las mas occi- y lo segundo porque parece mas lógico la presentación del ador antes- que la d e la
acción, si, como e n el caso presente, ambos s e han de traer á la escena.
dentales de Europa, las habia recorrido por su orden hasta
se comparan ó contraponen entre si vanas ideas, se debe den entre sí. Tal es este magnífico período de la oracion pro
observar igual contraste en las palabras y en su colocar Quintio: Si veri ta te amicitia, fide societas, pietate p r o p i n -
c Z Z el paralelo que Pope hace de Homero y Virgilio, esla quitas colilur; necesse est istum qui a m i c u m , socium, afQ-
perfectamente o b s e ^ ^ d a este r e j ^ ^ ^ ^ P ^ - ^ nem vita ac fortunis spoliare conatus est, vanum se, el per-
fidiosum, et impium esse fateatur. Traduciré literalmente,
i s s í s j : ; ^ : s f : te. para conservar en castellano la correspondencia que se observa
Anuí ademas del contraste bien observado, hay laminen 10 en el latin : « Si con la veracidad se conservan las amistades,
que los retórkos llaman igualdad,de ^ M J ^ » « con la buena fe las sociedades mercantiles, y con la piedad
efecto, los dos que se contraponen en todc el P r a lelo, son <i (respetuoso cariño) los parentescos; preciso es que el hom-
casi iguales en extensión. Las clausulas c o n f u i d a s de e j e « b r e que ha intentado privar de la vida y de loé bienes á un
m o d o t cuando el asunto mismo las pide y nc son m u y I r é « amigo, á un socio, á un pariente, sea falso, pérfido é
cuentes, tienen cierta gracia ; pero es menester no mid Uptou « impío. »
carias, porque en ellas se descubre demasiado el estudio del
ARTÍCULO I V .
eS
TiTcMímdo en los miembros de una cláusula hay ideas
que se corresponden entre sí, coloqúense en orden jálelo Elegancia.
Jas palabras que las expresan. Por ejemp o t e m n t e s Q ^ Doy el nombre d e elegancias á las que los retóricos vulga-
jote, parte i , capítulo x.v.) dice por boca de Quiteña . ^ res llaman figuras de palabras, porque bien examinadas es-
Le me llama «era y basilisco, déjeme . o m « cosa V ^ j i M tas se ve, como ya dije en otro lugar, que nada tienen de co-
l mala; el que me llama ingrata, no me sirva; el que des- m ú n con las formas de los pensamientos, que son á las que
conocida, no me conozca; quien c r u e l , n o me siga: que esta con propiedad conviene el título de figuras; ni son otra cosa
fiera, este basilisco, esla ingrata, esta cruel y esta descono- que unas cuantas maneras de construir las cláusulas con cierta
cida « o los buscará, servirá, conocerá « i seguirá en ninguna belleza y gracia, y aun á veces también con energía. Estas ele-
manera. Y poco más arriba había dicho también - Quejese el gancias consisten en omitir ó no omitir ciertas palabras, cuan-
engañado, desespérese aquel a quien le faltaron / ^ p r o m e - do en rigor pudiera hacerse, en repetir alguna ó algunas,
sas, confiese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere; cuando pudiera evitarse esta repetición, y en reunir varias
vero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no análogas entre sí por el sonido, por los accidentes gramatica-
prometo, engaño, llamo ni admito. En estos dos pasajes a si- les, ó por el significado.
metría hubiera sido mas perfecta, si en el primero hubiera
puesto cruel despues de desconocida, y en el segundo enga- Elegancias que consisten en omitir ó no ciertas palabras.
ño antes de prometo. A esto llaman los retoncos correspon-
dencia Y de ella debemos decir lo mismo que de las contra- 1.° Cuando al presentar una serie de objetos, queremos que
p o s i c i o n e s ^ saber, que no se repitan mucho estas compasa- cada uno sea considerado en particular, expresamos la c o n -
das coordinaciones, ni se vea que el escritor a n d u v o a caza de junción que indica su enlace, y que en rigor pudiera omitirse
ellas, como algún tanto se deja traslucir en las citadas de Cer- por elipsis. Así Cervántes, describiendo el estrago que los t u r -
v a n t e s ; es menester que veftgan naturalmente. Mas cuando Ja cos hicieron en un pueblo, dice : Poco le valia al sacerdote
clase misma de los pensamientos contenidos en la clausula as su santimonía y al fraile su retraimiento, y al viejo sus
exige, no es indiferente observar en la colocacion de las pala- nevadas canas y al mozo su juventud gallarda, y al pe-
bras el orden que indica la correspondencia de las ideas. Cice- queño niño su inocencia simple; que de todos llevaban el
rón tiene en esto mucho cuidado : y aunque parece ya nimio, saco aquellos descreídos perros.
no obstante en muchos pasajes da notoria energía a sus clau- También se obtiene el mismo efecto dando á cada sugeto
sulas la bien observada relación de las ideas que se correspon- su verbo, ó lo que es lo mismo, presentado el pensamiento
bajo la forma llamada distribución. Por ejemplo, Cervantes de repeticiones, y han dado á cada una su nombre particular.
en el prólogo del Quijote: Procurad que leyendo vuestra Y aunque hubiera podido y debido excusarse tan prolija n o -
historia el melancólico se mueva á risa, el risueño la acre- menclatura, ya que la h a n inventado, indicaré brevemente
ciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de su cuáles son estas varias especies de repetición y sus respectivos
invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de nombres, para que cuando se encuentren estos en los libros
alabarla. se entienda lo que significan.
2." Al contrario, cuando queremos presentar reunidos los •1.a Si la palabra se repite al principio de incisos, miembros
objetos y como aglomerados en uno sido, para que así amon- ó cláusulas, conserva esto el n o m b r e genérico de repetición.
tonados hagan una impresión mas fuerte que la que harían Tal es la ya citada de Cicerón : Nihil agis, nihil moíiris, nihil
presentados con separación, omitimos las conjunciones q u e en cogitas, « Nada tratas, nada maquinas, nada piensas, etc. »
rigor gramatical podríamos emplear. Así Lope (Cí;C?, lib. i), 2. a Si la palabra se repite al iin de incisos, miembros ó
hablando del convite que Circe dió á los griegos enviados por cláusulas, la repetición se llama conversión. Ejemplo tomado
Ulíses, dice que ellos, depuesto ya el miedo, del mismo Cicerón : «A varios les ha sido levantado el destier-
(i ro por un muerto; el derecho de ciudadano ha sido con-
Comen, hablan, blasonan, rien, brindan, « cedido, no solo á particulares, pero aun á provincias y na-
Hasta que al sueño la memoria rindan. « ciones enteras, por un muerto; las rentas públicas han sido
Con el mismo objeto referimos también muchos nombres á « disminuidas con infinitas exenciones por un muerto. » De
un solo v e r b o ; y omitiendo al mismo tiempo las conjuncio- exilio reducti sunt á mortuo: civitas data, non solum sin-
nes, damos á la cláusula notable fuerza y energía. Así lo hace gulis sed ctiam nationibus et provinciis universis, á mor-
el maestro León en la profecía del Tajo, diciendo : tuo ; immunilatibus infinitis subíala vectigalia a mortuo
{Filípica i.)
Llamas, dolores, guerras, 3. a Cuando dos ó mas cláusulas empiezan por una misma
Muertes, asolamientos, fieros males, palabra, y acaban con otra que sea también la misma en to-
Entre tus brazos cierras. das ellas, aunque distinta de aquella con que empiezan, co-
Y Cervantes ( Q u i j o t e , part. -i. cap. \ . ) dice que á D. Quijote mo en esta de Cicerón, p r o Milone: Quis eos postulabit?
se le llenó, la fantasía de todo aquello que leía en los li- Apius. Quis produxit ? Apius. « Quién los pidió (los testi-
gos)? Apio. Quién los presentó? A p i o ; » se llama esto com-
bros, así de encantamentos, como de pendencias, batallas,
plexión.
desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y dispa-
4 . a Cuando u n a palabra se repite consecutivamente en un
rates imposibles.
mismo inciso, como en esta del mismo ( C a t i l i n . i.) Vivís, vi-
Elegancias que consisten en repetir alguna palabra. vis, non ad deponendam, sed ad confirmandam auduciam.
a Vives, vives, no para disminuir, sino para aumentar tu osa-
Cuando queremos que una idea se grabe profundamente en día, » se llama reduplicación.
el ánimo de aquellos á quienes dirigimos la palabra, como 5. a Cuando se repite al principio de un inciso la última p a -
para esto el medio mas seguro es repetirles su nombre ó signo, labra del que inmediatamente le precede, como en esta de
lo hacemos así, a u n q u e según el rigor gramatical pudiéramos Virgilio :
omitirle, y lo que es mas, aun cuando gramaticalmente sea un . . . . Sequitur pulcherrimu» Astur
verdadero pleonasmo. A esto se llama en general repetición; Astur equa fidens
y este n o m b r e genérico bastaba. Mas como las palabras repeti-
Sigúese á estos el hermoso .1 sí uro,
das pueden ocupar distintos lugares en la cláusula, y su repe- A¡turo en su caballo conüado;
tición puede ir acompañada de muy variadas ciiconstancias;
los retóricos han distinguido con arreglo á esto varias especies se llama conduplicacion.
6. a Si se empiezan dos ó mas incisos ó miembros con p a l a - la antecedente, pero invertido el orden y los casos, de modo
bras tomadas del antecedente, aunque en este no sean preci- que la que en la primera f u é , por ejemplo, sugeto, sea en la
samente las últimas, se llama concatenación. Tal es esta tra- segunda atributo, ó la que en aquella estaba en nominativo,
ducida de Cicerón : « El lujo nace en la c a p i t a l ; del lujo esté en esta en ablativo, y al reves; se llama con palabra téc-
« resulta necesariamente la avaricia; de la avaricia se o n - nica conmutación, y en término vulgar retruécano. Tal és
« gina la osadía; de la osadía se engendran todos los delitos esta, traducida de Cicerón : « En llegando á este punto (habla
y maldades. » In urbe luxuries creatur; ex l u x u n a existat « del abuso de dar oidos á las delaciones domésticas) los es-
avaritia necesse est; ex avaritiá erumpit audacia; inde omnia clavos vienen á ser los amos, y los amos los esclavos. » Fit
scelera ac maleficia gignuntur. [Pro Boscio ^merino.) in domínatu servitus, in servitute dominalus. [Pro Dejo-
Cervantes tiene una tan graciosa que no q u i e r o omitiría, t n ia taro.) En los epigramas pueden tener alguna gracia, como en
parte i. del Quijote, cap. xvi., hablando de la pelea que en este del venerable Palafox :
el camaranchón de la venta se armó entre Mantornes, el ven-
Marques mió no te asombre,
tero, Don Quijote, Sancho y el arriero a ñ a d e : 1 asi como Rie y llora (1), cuando veo
suele decirse el gato al rato, el rato a la cuerda, la cuerda ai Tantos hombres sin empleo,
palo; daba el arriero á Sancho, Sancho á la moza, la moza Tantos empleos sin hombre.

á él, el ventero á la moza, y todos m e n u d e a b a n con tanta Acerca de todas estas especies de repeticiones se debe tener
priesa, que no se daban punto de reposo. Francisco de H - presente, que la simple repetición puede usarse con alguna
gueroa, en la égloga Tírsis, ofrece también esta bellísima: frecuencia, cuando la idea expresada por la palabra repe-
tida sea en efecto muy interesante, atendidas todas las cir-
Alcipe a m a á Bamon, Pontón á C l o r i , cunstancias; la reduplicación y conduplicacion. solo en
A r d e Clori por Tirsi, T í r s i i n g r a t o lugares patéticos, y tas demás raras veces; y esto en pasa-
P o r Dafne, Dafne está e n t r e g a d a a Glauco,
En Glauco n o hay a m o r jes que tengan algo de jocosos. Porque siendo, como son ,
verdaderos juegos de palabras, descubren visiblemente el arti-
Por todos estos ejemplos, que de intento h e multiplicado, se
ficio, y no pueden dejar de parecer adornos estudiados V fri-
p u e d e ver lo ya indicado, á saber, que n o se debe confundir
volos. Esto no se ha de ent*nder tan literalmente que si al-
la concatenación de las frases con la gradación de las ideas,
guna vez, aun en pasajes serios, se nos ofrecieren con n a t u r a -
p o r q u e son cosas absolutamente distintas. Siempre que b a j a
lidad, y el pensamiento mismo pidiere esta especie de cons-
concatenación en las frases, hay también, como ya dije en otro
trucción en la cláusula, dejemos de usarlas. Sin embargo es-
lugar, gradación en las ideas; pero no al contrario. Recuer-
temos seguros de que estos casos son raros, y así se hallan'tan
dense los ejemplos que antes di de varias gradaciones, y se
pocos ejemplos de tales adornos en Cicerón, que ha sido me-
verá que en ellos no hay concatenación.
nester recorrer todas sus oraciones para encontrar una ó dos
7 ® Cuando la primera palabra de una frase es la misma que conversiones, complexiones, conmutaciones, etc.
la última, se llama esto con una voz griega epanadiplosis, A toda inútil repetición de palabras se llama batología, pa-
esto es, sobrereduplicacion. Tal es esta d e Virgilio : labra griega sobre cuyo origen no están de acuerdo los auto-
Mulla super Priamo rogiteis, super Eectore multa. res. Unos dicen que se debió al nombre del f u n d a d o r de Ci-

Mucho a c e r c a d e P r i a m o quería
S a b e r , y d e H é c t o r preguntaba mucho. 1. ¿ Q o é inconveniente pnede presentarse contra el ría y llore qne Palafox debió
poner en lugar d e rie y llora? ¿ E s el marqués el sugeto d e esos dos vertios? Bien e s
tan e n lal caso, pero v a n con un pensamiento s o b r a d a m e n t e embrollado. Si l'alaíox
Así en este adagio l a t i n o : Crescit amor nummi, quantum reia y lloraba á visla de laníos empleos sin hombre y de laníos hombres sin empleo,
i c u a t razón tuvo para violar tan abiertamente las leyes d e modo y d e tiempo ? Ilermo-
ipsa pecunia crescit; y en su traducción: Crece el amor del silla no nos la d a ; s i n duda atendió exclusivamente á l a s repeticiones d e hombres y
dinero, cuanto el mismo dinero crece. empleos para ejemplo d e la docuiua que s e propuso s e n t a r .
8. a Si una frase está compuesta de las mismas palabras que
rene, llamado Bato, el cual suponen que tenia la costumbre 4.° Cuando hay en ella varias en que se repite una misma
de repetir cada cosa dos ó mas veces: otros, á un mal poeta letra, sea vocal ó consonante; lo cual se llama aliteración.
del mismo nombre que repetía un pensamiento con las mismas Luego veremos ejemplos, tratando de la armonía imitativa el
expresiones que babia empleado la vez p r i m e r a ; y otros Anal- solo caso en que esto puede hacerse; pues no siendo p a n imi-
mente á un pastor que hacia lo mismo. Y en efecto, Ovidio tar el ruido ó movimiento de algún cuerpo, es un verdadero
habló de él en aquel pasaje del lib. n . de sus Metamorfosis ó detecto contra la eufonía, suavidad ó melodía, cualidad gene-
trasformaciones, en el cual reüere como Mercurio hurtó á ral del estilo. ®
Apolo el ¡¡añado que guardaba; y no habiéndole visto nadie 2.° Cuando se terminan dos ó mas de sus incisos ó m i e m -
hacer el robo sino un pastor viejo llamado Bato, rogó á este bros con voces cuya última ó últimas sílabas sean idénticas, lo
que no lo descubriese, ofreciéndole en premio una vaca. El cual se llama asonancia. Esto no es elegante sino en las len-
viejo lo prometió; pero dudando Mercurio de que cumpliese su guas griega latina y otras en cuya versilicacion no se conoce
palabra, se ausentó, mudó de forma, volvió, le preguntó si ba- Ja rima; en las que la emplean como la nuestra, ya dejamos
bia visto hacia qué parte había ido el ganado que estaba allí CUCHO que la reunión muy inmediata de palabras consonantes
paciendo poco a n t e s ; y para tentar su codicia, le ofreció una es un defecto en la prosa.
vaca y un toro si le decia la verdad. El viejo entonces le res- 3.° Cuando en ella hay dos palabras homónimas, o una
pondió : « Ahora poco al pié de aquellos montes estaban, y equívoca repetida en dos distintas acepciones; lo cual en cas-
o estaban al pié de aquellos montes. » tellano se llama equívoco. De este juego de palabras ya queda
prevenido que no se haga uso sino en composiciones jocosas.
Sub Mis
Montibus, inquit, erant, et erant sub montibus illis; ; C u a n d o en ella se encuentran dos palabras que, sin ser
equivocas, suenan casi lo m i s m o , y solo se diferencian en al-
por lo cual indignado Mercurio le trasformó, dice Ovidio, en guna letra o silaba. A esto se llama con término griego para-
la piedra llamada index, esto es, descubridora ó denuncia- nomasia, en latín annominatio. Tales son las palabras cas-
dora. La verdad es que la palabra griega battos significa t a r - tellanas amigo, amago, llana, llena, y otras varias con que
tamudo (I); y como los que lo son repiten dos, tres ó mas ve- nuestro buen Gerardo Lobo compuso un romance jocoso, en
ces las sílabas iniciales de las palabras hasta que rompen á el cual por esta razón pueden pasar. Mas en escrito que exija
hablar, de aquí se llamaron battos á todos los que repetían sin el tono seno, están proscritas las tales paranomasías, porque
necesidad una misma voz. Lo advierto, porque los señores son un juguetillo de palabras, mas pueril aun y frivolo que el
Enciclopedistas no lo sabian, á pesar de toda su erudición; y de los equívocos. Sin embargo hubo tiempo en que nuestros
queriendo dar la etimología de la palabra balologia, no han escritores Jas miraban como un precioso adorno del estilo, las
hecho mas que repetir las inepcias de Bato el de Cirene y el buscaban de proposito, y las prodigaban aun en los escritos
pastor de Ovidio. mas senos y majestuosos, afeando con ella pasajes tal vez her-
mosísimos. Lope de Vega, en el lugar ya citado de la Jerusa-
Elegancias que consisten en reunir dentro de una cláusula len, en que dice que Blanca tomó una lanza para defender su
palabras análogas por el sonido, los accidentes grama- honestidad y atravesó con ella al moro que la había traido á
ticales, ó la significación. presencia de Saladmo, continúa con esta magnífica oclava, la
mejor acaso de todo el p o e m a , si no la hubiese echado á p e r -
Hay en u n a cláusula reunión de palabras análogas por el der con una fría y ridicula paronomasia :
sonido,
Alzase u n grito en general espanto
Por la región del viento vagoroso:
4. Batios fue nombre d e n n r e y tartamudo, según Bescherelle, y d e ese nombre
sacaron los Giiegos balologia, que pudiera traducirse por tartamudez atendido su o r i - Cercanía algunos, y revuelto el manto,
gen, y aun tomando en cuenta el rodeo que toma el Sr Hermosilla para explicar la Se la pone delante Aurin fumoso.
significación de aquella yoz, despues d e haberla traducido por inútil repetición d e Lual suele por las c u m b r e s d e Erimanto
hs palabras. Con el venablo al jabalí cerdoso
El árcade esperar, Blanca le espera,
Marte, aunque mártir de la turca esfera. nombres puestos en un mismo caso, ó con tiempos homólogos
de verbos en la misma persona, á lo cual llaman cadencia
Qué último verso tan desgraciado! No solo la paranomasía de igual. En varios casos hay también asonancia, pero no siem-
Marte y mártir, sino el equívoco de Marte por el dios de la pre, Por ejemplo, en el verso de Lope ya citado, comen, ha-
guerra, y por el planeta de su n o m b r e ; y como este gira en blan, blasonan, rien, brindan, hay cinco incisos formados
una esfera, fué menester que la Palestina en que estaban los p o r terceras p e r s o n a s ; pero no hay asonancia ni conso-
turcos, fuese esfera turca. En la Circe, canto I . , dice también nancia.
Eli'ses: De estos dos últimos adornos, poquísimo importantes, no
Y cuanto mas mi patria espero, espiro. hay inconveniente en usar, cuando por la afinidad lógica de
A Balbuena dicho se está que no se le quedarían en el tintero las ideas resulta, que las palabras que las expresan, tienen c a -
lindezas de esta clase. Así, en el libro i v . , dice que al entrar tre sí la afinidad gramatical en que ellos consisten; pero se
Bernardo en la cámara de popa del navio en que iba Oriman- ha de evitar la cacofonía que puede resultar de poner muy
dro, vió que estaba cerca unas de otras palabras que tienen unas mismas sílabas
iniciales ó finales : esto aun en l a t í n ; que en castellano, res-
De persianos lapices entoldada, pecto de las últimas ya está dicho que se debe evitar su con-
Y allí á una bella dama un rey rendido currencia.
De aspecto b r a v o ; bien que ya no lo era,
Que le liabia vuelto amor d e acero en cera. Habrá en la cláusula reunión de palabras análogas por su
significación,
Se reúnen palabras análogas por los accidentes gramati- Sí en ellas se encuentran dos ó mas de las llamadas si-
cales , nónimas, pero sin indicar que se diferencian algo en su signi-
4.° Cuando en una cláusula hay varias, derivadas de un cado. Tal es esta de Cicerón : Non feram, non patiar, non
mismo radical; verbi gracia eu esta de Cicerón : Ut tum ad sinam. « No lo sufriré, no lo toleraré, no lo permitiré. » (Ha-
senem senes de seneetute, sic hoc libro ad amicum amicissi- bla de que Catilina estuviese mas en Roma.) Para que la sino-
mus de amicitiá scripsi(De amicitiá). «Así como dediqué nimia sea tolerable, es menester que haya gradación de ideas
« á un viejo mi tratado de la vejez, así ahora envío este de la entre los términos sinónimos y que se coloquen según ella,
« amistad á un amigo. » A esto llaman derivación. Su uso como en la que se acaba de citar. Al uso de sinónimos sin gra-
puede tener alguna gracia en las lenguas que tienen declina- dación se llama datismo, nombre q u e , según dicen, se dió á
ción ; en la nuestra, léjos de añadir elegancia á las cláusulas, este defecto, porque el persa Dátisque mandó las tropas de
destruiría la que tuviesen por otra parte. Sin embargo Lope, Darío en la batalla de Maratón, queriendo dar á entender que
que liabia encontrado esta fruslería en su Retórica, no perdió sabia la lengua griega, amontonaba sin discernimiento voces
la ocasión de introducirla, para que se viese que no le era des- que venian á decir u n a misma cosa, Terbi gracia, las equiva-
conocida. En la Circe, canto i . , dice que despues que fué lentes á estas expresiones castellanas: Me alegro, me regocijo,
estoy contento, tengo placer.
P o r los engaños de Sinon vengada
La fama infame del famoso Atrida, 2.° Cuando al reunir términos sinónimos se indica que no
lo son del todo, haciendo sentir su diferencia; lo cual se llama
ülíses se embarcó, etc. paradiástole, palabra griega que significa separación ó distin-
2." Cuando se emplea una misma bajo diferentes formas ción de cosas que eslaban mezcladas ó confundidas. Así Cice-
gramaticales, como un adjetivo en sus varias terminaciones, ron hace ver la diferencia que hay entre los dos verbos lati-
un sustantivo en sus dos números, un verbo en diferentes nos, amare, diligere; y por la traducción se verá igualmente
tiempos, modos ó personas; verbi gracia, llenos están los li- que los dos castellanos, amar, querer, que les corresponden,
bros, llenas están las historias. no son perfectamente sinónimos. Dice pues, escribiendo á un
3." Cuando se terminan dos ó mas incisos ó miembros con amigo ( E p . lib. 9. ep. t 4 , ) : Quis erat qui putaret ad eum
breves y largas son agradablemente sonoras. Investigaciones
amorem, quem erga te habebam, posse aliqutd accedere? filosóficas sobre este punto y preceptos genéricos serian inúti-
Tantum accessit, ut mihi nunc den que amare videar les para los que no tengan oído delicado ; para los que le tie-
antea dilexisse? « ¿Quién creería que el c m^etepro^ n e n , él tís el mejor maestro. Un solo ejemplo de Cervántes,
« saba hubiese podido crecer? Pues ha crec do tanto que rue cuyo estilo es notablemente armonioso, enseñará lo que es esta
« parece que ahora es cuando verdaderamente « , H coordinacion musical de las cláusulas mucho mejor que las
« antes te quería solamente. » Este uso de los sinommos no reglas mas prolijas. Dice así en un pasaje de la Galatea : En
o o n o es ?eprensible, sino que introducido con opor^unidad el mismo punto que los ojos de Telesio miraron la sepul-
es m u y útil para fijar el valor preciso y exacto ^ la palabras tura del famoso pastor Meliso, volviendo el rostro á toda
Digo con oportunidad, porque s. se quiere s ' e m p r e ^ r a aquella agradable compañía, con sosegada voz ij lamen-
caza de estas pequeñas diferencias en la s i g n , ^ o n de to tables acentos les dijo: Veis aüí, gallardos pastores, dis-
palabras sinónimas, se parará en sutilezas. S e n e c a ^ e n e a ^ u cretas y hermosas pastoras: veis allí, digo, la triste sepul-
ñas bellas paradiástoles ; pero abuso de ellas demasiado, y tura, donde reposan los honrados huesos del nombrado Me
este es uno de los defectos de su estilo. liso, honor y gloria de nuestras riberas. Comenzad pues a
levantar al cielo los humildes corazones, y con iyuros afec-
tos, abundantes lágrimas y profundos suspiros, enlonád
ARTÌCOLO v.
los santos himnos y devolas oraciones, y rogádle tenga por
Armonia. bien de acoger en su estrellado asiento la bendita alma del
cuerpo que allí yace. Estas son dos cláusulas completamente
Dos cosas hay que considerar en la armonía de las cláusu- armoniosas: las expresiones son en sí mismas melodiosas,
las 1.° el sonido ó modulación agradable en general, sin e x - porque constan de palabras llenas y s o n o r a s : están artificiosa-
presión ó imitación a l g u n a ; 2.» la disposición artificiosa de los mente coordinadas para aumentar la melodía; y los miembros
sonidos, para que expresen ó imiten alguna cosa. Lo primero é incisos están distribuidos con cierta proporcion armónica. El
se llama melodía ó suavidad, como ya se dijo, y también ar- que quiera formar su oido á la armonía general de la prosa,
monía, y lo segundo armonía imitativa. lea mucho á Cicerón, el mas armonioso de todos los escritores
antiguos y modernos.
Armonía general de las cláusulas. En cuanto á la cadencia final, que por ser la parte mas sen-
sible al oido es la que pide mayor cuidado, la única regla im-
Esta depende de dos cosas, de las expresiones, y de su co-
portante que puede darse e s , que en las composiciones ora-
ordinación. De la que resulla de la buena elección de las e x -
torias, en las cuales se requiere mas pompa y ornato que
presiones, ya dije lo bastante en otra parte ; ahora toca hablar
en ninguna otra de prosa, el sonido debe ir creciendo
d e la que consiste en su coordinacion musical. Lsta depende
hasta el fin: que en general, asi como deben reservarse pa-
también de dos circunstancias, que son, la buena distribu-
ra los últimos los miembros mas largos, así estos deben
ción de los miembros é incisos de las cláusulas, y su cadencia
terminarse con las palabras mas llenas y sonoras, y que
fin aun en los escritos que exigen menos armonía no se colo-
iodo cuanto se puede enseñar sobre la primera, se reduce
quen los monosílabos en el final de las cláusulas. Véase,
á que los miembros de todas las cláusulas, y en cada uno de
por ejemplo, cuáu desagradable cadencia tiene esta cláusula
ellos sus respectivos incisos, si los tuviere, estén distribuidos
de Mariana : Repentina mudanza, con fusión y peligro, uno
d e modo que la respiración no se fatigue para recitarlos, y que
dejos mayores en que jamas Castilla se vió; y cuánto mas
las pausas de sentido mayores v menores caigan a tales distan-
numerosa hubiera sido si hubiese dicho: En que jamas se
c i a s , que estas tengan entre sí cierta proporcion musical que
vió Castilla.
se llama ritmo ó número; aunque este último es mas propia-
mente la melodía de las voces de muchas sílabas, cuando Es necesario sin embargo observar, que nunca deben po-
por una feliz mezcla de consonantes y vocales, y de silabas
nerse seguidas muchas cláusulas musicalmente medidas, y que
en general, aunque no debe desatenderse la armonía, no se ciertas palabras y su combinación, podemos imitar muv bien
ha de prodigar con exceso. Sobre todo, nunca se sacrifiquen a algunos sonidos, cuando intentemos describir los objetos que
lo grato del sonido la claridad, la precisión, la energía, la con- los producen, como el ruido de las aguas, el bramido de los
cisión y la naturalidad del estilo. vientos, los gritos de algunos animales, etc., porque el medio
de imitación que empleamos es bastante exacto, á saoer, s o -
nidos para representar otros sonidos. No se requiere á la ver-
Armonía imitativa.
dad mucho arte en un poeta para emplear, cuando habla de
sonidos suaves y blandos, aquellas palabras que tengan mas
Esta tiene dos grados: el primero es cierta conveniencia va-
liquidas y vocales, ó para amontonar, cuando está describien-
ga y genérica del sonido dominante en una clausula con la na-
do sonidos duros y broncos, una porción de sílabas ásperas y
turaleza del pensamiento que contiene ; el segundo consiste en
de difícil pronunciación. La estructura misma del lenguaje fa-
la analogía particular que tienen con algún objeto los sonidos
vorece en esta parte, porque en (odas las lenguas los signos de
empleados para describirle. Ambos grados, y particularmente
muchos sonidos particulares, están formados de manera que
el primero, pueden convenir hasta cierto punto a la prosa mas los de nuestra voz, al pronunciarlos, tienen alguna afinidad
h u m i l d e ; pero en general, y sobre todo el último, son mas con el que representan, cuyas palabras imitativas se llaman
propios de la poesía. onomatópicas ó de onomatopei/a: tal es en castellano el su-
En orden al primero, todos saben por experiencia q u e , surrar de las fuentes, el bramido de los vientos ó de las olas,
cuando hablamos, cada alocución pide su tono particular de el zumbido de los insectos, el relincho del caballo, el rugido
•yoz • y que no es el mismo el de un discurso tranquilo que el del león, el estampido del trueno ó del caiion, etc.; las pala-
de una disputa acalorada, el de una arenga pública que el de bras retumbar, horrísono, estrépito, grito, ronco, y otras
una conversación familiar. Este tono pues de voz que emplea muchas.
y varía el que habla, según es el asunto de que t r a t a , es el
La segunda clase de objetos que puede imitar el sonido de
que se ha de imitar, cuando se escribe; dando á los sonidos
las palabras, es el movimiento, según que este es rápido ó
de cada cláusula, en cuanto se pueda, aquella disposición arti-
lento, igual ó interrumpido, fácil ó acompañado de algún es-
ficial que mejor cuadre con el tenor y la clase del pensamiento
fuerzo, etc. Aunque parece que en la naturaleza no tienen nin-
que contiene, v Tañándola según lo exija la naturaleza de cada
guna afinidad el sonido y el movimiento, sin embargo en nues-
composicion y "la de cada uno de sus pensamientos individua-
tra imaginación la tienen muy grande, como se ve en la co-
les ; pues claro es que no puede haber tono alguno que venga
nexión tan íntima que tienen para nosotros la música y el
bien á todas las composiciones y en una misma á todas sus
baile. Por tanto pueden los poetas darnos idea del movimiento
partes. Así, por ejemplo, los armoniosos y dulcísimos perío-
por medio de sonidos que en nuestra imaginación tengan con
dos que leemos en Cicerón, cuando da gracias al senado y al
él alguna analogía. Así las sílabas largas dan naturalmente idea
pueblo, despues que volvió de su destierro, en los cuales la
de un movimiento pausado y l e n t o , como en aquel verso de
serie de los sonidos y su coordinación pintan el estado de
Boíleau, eu que tan felizmente imitó el paso lento y perezoso
tranquilidad y satisfacción interior de su alma; hubieran v e -
del buey: Trac nt a pas tardifs un pénible sillón, que p u -
nido muy mal, cuando lleno de fuego hablaba contra Antonio
diera traducirse en castellano :
ó Catilina. , . .
En cuante á lo segundo, es decir, a la imitación de algún Que ccn paso tardio y perezoso
objeto por medio de los sonidos, debe saberse que los que de Con g r a n trabajo va trazando un surco.
algún modo pueden ser imitados por estos, son, I o t r o s soni-
dos, 2.° el movimiento físico y sensible de los cuerpos, 3.° las Igualmente feliz es el de Lope en el Siglo de oro:
conmociones interiores del ánimo que llamamos pasiones. Ni la
Al yugo, el tardo buey el cerviz
campo sujeta
araba.
En cuanto á los primeros, es claro que por la reunión de
Las breves, al contrario, retratan bastante bien un movimiento
vivo n u e s t r o s e s d r ú j u l o s n o s sirven e n este caso maravillosa- Y sigue la escondida
Senda por donde han ido
Los pocos sabios que ne el m u n d o h a n sido i
^ t e r c e r a clase de
Que no le enturbia el pecho
p i n t a r el s o n i d o d e a s P ^ a u n q u e los m o v i - De los soberbios g r a n d e s el estado,
res del á n t o o q u e l an.an.flí g P ó n o s . i n l e - Ni del dorado techo
m i e n t o s r e a l e s y f í s i c o s , p r o d u c o s e n «i ^ ()e , a s Se admira, fabricado
Del sabio moro, en jaspes sustentado.
ñ o r e s por ciertas sensaciones artual«10^e ^ d¡rec.
s a i l a s , s o n i n v i s i b l e s y pe,r t a n t o e . m p o ^ q d e r t a No cura si la fama
l a m e n t e por m e d i o de sonidos, u e n e u Canta con voz su nombre pregonera,
% m u .
Ni cura si encarama
conexión con aquellos cornos ¿ e m b a r g 0 j eS La lengua lisonjera
sica p a r a e x c i t a r o c a l m a r a l g u n a P ^ i n a d o n t i e n e g r a n Lo que condena a verdad sincera.
preciso confesar, dice Blaff, q u e j a 6 imitación;
¿ Q u é presta á mi contento
p a r t e e n m u c h o s d e l o s casos en se figura ¿ veces Si soy del vano dedo señalado?
y q u e s e g ú n el l e c t o r s e p e n e r a d e u r . p a s a j e ^^^ ^ ¿ Si en busca d e este viento
e n t r e el s o n i d o y el s e n t . d o u n a s ^ e j a o z a q es
Ando desalentado
Con ansias vivas, y mortal c u i d a d o ?
r á n a c a s o . C o n t o d o ^ P«ede^ d u d a , s e d e ^ ^ ^ ^ d
capaz de esta especie de s e retratan con bas- O monte! ó fuente! ó rio!
placery todas las conmociones « g ^ J J ^ e o de s o n i d o s O secreto seguro deleitoso!
Roto casi el navio,
L t e fidelidad p o r medio d e I ^ J g f por medio A vuestro almo reposo
b l a n d o s , suaves y claro ; | y al c o n t r a r i o , Huyo d e acueste mar tempestuoso.

Un n o rompido sueño,
Un dia puro, alegre, libre q u i e r o ;
No q u i e r o ver el ceño
Vanamente severo
se : l o s e j e m p l o , s o n t a n coi o c d o las sc hallan
De á quien la sangre ensalza ó el dinero.
Despiértenme las aves
eleslad0 de Con su cantar suave no aprendido,
No los cuidados graves
De q u e es siempre seguido
El que al ajeno urbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,


Gozar quiero del bien que debo al cielo
sicion u n a a r m o n í a tan suave que por eAsowio ^ ^ A solas sin testigo,
L i b r é de amor, de zelo,
De odio, d e esperanzas, d e rezelo.

Del monte en la ladera


P o r mi mano plantado tengo un huerto,
v i r d e e j e m p l o p a r a l o d o lo q u e se h a ei s e n a d o en c ^ Que con la primavera
D e bella flor cubierto,
Ya muestra en esperanza el fruto cierto

a s u n t o , y b ú e n a c o o r d i n a c i o n d e l a s c l á u s u l a s . Dice a s i : Y como codiciosa,


De ver y acrecentar su h e r m o s u r a ,
¡ Qué descansada vida Desde la c u m b r e airosa
L a del que huye el mundanal ruicio,
La combatida antena
Una fontana pura $ Cruje etc.
Hasta llegar corriendo se apresura.
A n t e s de concluir esta parte de la armonía, debo r e f u t a r l a
Y luego sosegada, .
El paso entre los árboles torciendo,
errada opinion en que están algunos críticos modernos. Por-
El suelo de pasada que lian leido en los antiguos que entre los latinos se notaba
D e verdura vistiendo . como defecto, que en obras de prosa se encontrasen versos,
Y con diversas flores va esparciendo, creen que sucede lo mismo en castellano y en otras lenguas
El aire el huerto orea, vulgares; y es todo al contrario. Para que nuestra prosa salga
Y ofrece mil olores al sentido, numerosa, fluida y sonora (y lo mismo observan los franceses
Los árboles m e n e a é italianos respecto de la suya), es preciso que de tiempo en
Con un manso m i d o ,
Que del oro y el cetre pone olvido. tiempo, y aun con bastante frecuénci t, se encuentren en ella
versos de diferentes medidas. Asi, porque uniendo dos, tres ó
Ténganse su tesoro mas palabras de l a s q u e estín seguidas, resulte un verso, no
Los que de un tlaco leño se confian:
No es mió ver el lloro solo no liav defecto, sino que al contrario es gala, si se tiene
De los que desconfían, cuidado de que no haya seguidos muchos de una misma medi-
Cuando el cierzo y el ábrego porfían. da y asonantados, y mas todavía en consonante; ó como suele
La combatida antena decirse, es preciso que los incisos y miembros de las cláusulas
Cruje, y en ciega noche el claro d t a no cai-an en copla. De otra mauera seria imposible escribir
Se torna, al cielo suena en prosa. Apenas hay una página en ningún autor, en la cual.
Confusa vocería, si prescindiendo del sentido gramatical, reunimos en varios
Y la mar enriquecen á porfía.
grupos las expresiones, no resulten muchos versos. Prueba sin
A mí una pobrecilla réplica: la primera cláusula a'el Quijote. Separémosla en por-
Mesa, d e amable paz bien abastada, ciones (algunas sin violentar el sentido) y tendremos versos de
Me b a s t a ; y la bajilla
D e lino oro labrada varias medidas. Aquí e s l a n :
Sea d e quien la mar no teme airada.
En un lugar de la Mancha
\ mientras miserable- De cuyo nombre no quiero
Mente se están los otros abrasando
En sed insaciable dos de ocho sílabas.
Del no durable m a n d o ,
Tendido yo á la sombra esté cantando. Acordarme, no ha mucho tiempo
A la sombra tendido, uno de nueve.
D e yedra y lauro eterno coronado,
P i l t r o atento el oido Que vi vi a
Al son dulce acordado Vn hidalgo
Del plectro sabiamente meneado. dos de cuatro.
A'ótese cómo el autor supo variar el tono música/ según las De los de lanza
En astillero
circunstancias, y cuan diversa es, por ejemplo, la armonía de
dos de cinco.
aquellos versos en que hablando del h u e r t o , dice que el
viento Adarga antigua, ruin
Flaco y galgo corredor.
Los árboles menea
Con un manso ruido; dos heptasíiabos agudos, que equivalen á octosílabos,
i Qué estupefactos se quedarán algunos, al encontrar nada
y la de aquellos en que habla de la tempestad, diciendo:
ménos que nueve versos en la primera cláusula del Quijote ! u n i d a d , e n e r g f a , elegancia, y aquel grado de armonía que
No lo esperaban ciertamente. Pues lo mismo los hallaran en exija el género de la composicion. Pasemos ya á las r e í a s par-
todas las obras bien escritas. Y sepan también que a u n en ticulares; pero ántes es necesario fijar la significación de dos
latin lo que se censura son versos largos, como el hexámetro, palabras que ya he empleado algunas veces, y no he definido
en los cuales es menester p o n e r cuidado, para combinar las porque su definición no habría sido entendida entonces. Estas
largas y breves de modo que formen los pies que requiere el son las de estilo y tono. Todos las u s a n ; pero ninguno lasaba
explicado bien hasta ahora.
m e t r o ; pero versos cortos, como el adónico, y yámbicos, p u -
ros y mixtos, se encuentran algunos, sobre todo si para juntar
las palabras que han de formarlos, prescindimos de las pausas
de sentido, como hizo Quintiliano para encontrar en Cicerón APÉNDICE
aquel hexámetro que r e p r e n d e , DE LO Q U E SE L L A M A E N L A S COMPOSICIONES LITERARIAS
estilo Y tono; Y DE SÜ DIFERENCIA.
In qaá me non inficior mediocriter esse dt
Versatum.
Estilo.
Pues si así lo hacemos en otros p a s a j e s , no dejaremos de en-
contrar otros versos de varias clases. Por ejempio, en aquella Ya dije, t r a t a n d o de la metonimia, que por cuanto los anti-
cláusula de Cicerón pro lege Maniliá, en que dice : Atque guos, cuando escribían sobre tablitas enceradas, usaban de
un punzón llamado estilo, se emplea por traslación esla pa-
vtinde orado mea proficiscatur, unde.... pro nccessitu-
labra para designar la manera de escribir, esto es, de mani-
dine, quee mihi est cum illo ordinc, causam etc.; si . pres-
festar los pensamientos, no la acción material de trazar los
cindiendo de la pausa de s e n t i d o , juntamos las dos palabras
caracteres.
ordine causam , tendremos u n verso adomco , aunque puesta
la coma no lo parezca. Tan imposible es, aun en latín, e s e n - • Esta manera no es otra cosa que el carácter general; mas
bir en prosa, sin que de la r e u n i ó n de ciertas voces resulten claro, el grado de claridad ú oscuridad, de novedad ó trivia-
lidad , de naturalidad ó afectation . de pureza ó barbarie , de
algunos versos. . , ,
corrección ó incorrección , de precisión ó vaguedad ( p e r m í -
Y lié aquí concluido ya t o d o lo perteneciente a las reglas
taseme este t é r m i n o por a h o r a ) , de concision ó r e d u n d a n c i a ,
que son comunes á todas las composiciones literarias, r e d u - H
de energía ó debilidad , de aspereza ó suavidad, de nobleza ó
c i d o , á que los pensamientos todos que hayan de entrar en
familiaridad , d e lijereza ó pesadez, de enlace ó desunión, de
ellas sean verdaderos, claros, n a t u r a l e s , sólidos, acomodados
uniformidad o variedad , de ornato ó desaliño, y de soltura ó
al tono general y d o m i n a n t e de cada u n a , y nuevos, si ser
encadenamiento en las f r a s e s , que por lo general domina en
p u e d e , ó á lo ménos a c o m p a ñ a d o s de algunas ideas accesorias I
una composicion; cualidades q u e , como se v e , resultan en
que les den cierto aire de novedad : que se presenten bajo
parte de los pensamientos y sus f o r m a s , en parte de las expre-
aquellas formas que convengan á su naturaleza y a la situa-
siones, e s p a r t e del giro dominante en la composicion de las
ción del que habla : que las expresiones sean puras, correc-
clausulas"; y en parte del talento del escritor , según que este
tas, propias, precisas, e x a c t a s , concisas, claras, energicas,
es mas ó ménos p r o f u n d o , ingenioso, delicado , fino, sensible,
naturales, decentes, melodiosas y acomodadas a la naturaleza
y según que t i e n e mas ó ménos viva la imaginación, y mas ó
de la idea que representan : q u e en las traslaciones de sinéc-
menos bien digeridas y ordenadas las ideas, etc., etc.
doque v metonimia, s u p o n i e n d o que estén bien escogidas se *
atienda á lo que permite ó n o el uso : que las metáforas, a d e - 1 En consecuencia, según que cada una de estas cualidades
mas de ser nobles, propias y claras, se sostengan b i e n , no se 1 predomina en un escrito ó en varios de un mismo autor, se
prolonguen demasiado, y n o se acumulen muchas sobre un dice que su estilo es respectivamente claro, oscuro, c o n f u s o ,
mismo objeto; y finalmente que las cláusulas, sobre ser va- embrollado; original, común ; n a t u r a l , afectado, h i n c h a d o ;
riadas en su extensión y f o r m a , estén c o n s t r u y a s con claridad, p u r o , castizo, b á r b a r o ; latinizado, afrancesado, etc., según

n
ménos que nueve versos en la primera cláusula del Quijote ! u n i d a d , e n e r g í a , elegancia, y aquel grado de armonía que
No lo esperaban ciertamente. Pues lo mismo los hallaran en exija el género de la composicion. Pasemos ya á las r e í a s nar-
todas las obras bien escritas. Y sepan también que a u n en ticidares; pero antes es necesario fijar la significación de dos
latin lo que se censura son versos largos, como el hexámetro, palabras que ya he empleado algunas veces, y no he definido
en los cuales es menester p o n e r cuidado, para combinar las porque su definición no habria sido entendida entonces. Estas
largas y breves de modo que formen los pies que requiere el son las de estilo y tono. Todos las u s a n ; pero ninguno lasaba
explicado bien hasta ahora.
m e t r o ; pero versos cortos, como el adónico, y yámbicos, p u -
ros y mixtos, se encuentran algunos, sobre todo si para juntar
las palabras que han de formarlos, prescindimos de las pausas
de sentido, como hizo Quintiliano para encontrar en Cicerón APÉNDICE
aquel hexámetro que r e p r e n d e , DE LO Q U E SE L L A M A E N L A S COMPOSICIONES LITERARIAS
estilo Y tono; Y DE SU DIFERENCIA.
In qaá me non inficior mediocriter esse dt
Versatum.
Estilo.
Pues si así lo hacemos en otros p a s a j e s , no dejaremos de en-
contrar otros versos de varias clases. Por ejempio, en aquella Ya dije, t r a t a n d o de la metonimia, que por cuanto los anti-
cláusula de Cicerón pro lege Maniliá, en que dice : Atque guos, cuando escribían sobre tablitas enceradas, usaban de
un punzón llamado estilo, se emplea por traslación esta pa-
vtinde orado mea pro/iciscatur, unde.... pro nccessitu-
labra para designar la manera de escribir, esto es, de mani-
dine, quee mihi est cum illo ordine, causam etc.; si . pres-
festar los pensamientos, no la acción material de trazar los
cindiendo de la pausa de s e n t i d o , juntamos las dos palabras
caracteres.
ordine causam , tendremos u n verso adomco , aunque puesta
la coma no lo parezca. Tan imposible es, aun en latín, e s e n - • Esta manera no es otra cosa que el carácter general; mas
bir en prosa, sin que de la r e u n i ó n de ciertas voces resulten claro, el grado de claridad ú oscuridad, de novedad ó trivia-
lidad , de naturalidad ó afectation . de pureza ó barbarie , de
algunos versos. . , ,
corrección ó incorrección , de precisión ó vaguedad ( p e r m í -
Y lié aquí concluido ya t o d o lo perteneciente a las reglas
taseme este t é r m i n o por a h o r a ) , de concísíon ó r e d u n d a n c i a ,
que son comunes á todas las composiciones literarias, r e d u - H
de energía ó debilidad , de aspereza ó suavidad, de nobleza ó
c i d o , á que los pensamientos todos que hayan de entrar en
familiaridad , d e lijereza ó pesadez, de enlace ó desunión, de
ellas sean verdaderos, claros, n a t u r a l e s , sólidos, acomodados
uniformidad o variedad , de ornato ó desaliño, y de soltura ó
al tono general y d o m i n a n t e de cada u n a , y nuevos, si ser
encadenamiento en las f r a s e s , que por lo general domina en
p u e d e , ó á lo ménos a c o m p a ñ a d o s de algunas ideas accesorias I
una composicion; cualidades q u e , como se v e , resultan en
que les den cierto aire de novedad : que se presenten bajo
parte de los pensamientos y sus f o r m a s , en parte de las expre-
aquellas formas que convengan á su naturaleza y a la situa-
siones, e s p a r t e del giro dominante en la composicion de las
ción del que habla : que las expresiones sean puras, correc-
clausulas"; y en parte del talento del escritor , según que este
tas, propias, precisas, e x a c t a s , concisas, claras, energtcas,
es mas ó ménos p r o f u n d o , ingenioso, delicado , fino, sensible,
naturales, decentes, melodiosas y acomodadas a la naturaleza
y según que t i e n e mas ó ménos viva la imaginación, y mas ó
de la idea que representan : q u e en las traslaciones de sinéc-
menos bien digeridas y ordenadas las ideas, etc., etc.
doque v metonimia, s u p o n i e n d o que estén bien escogidas se *
atienda á lo que permite ó n o el uso : que las metáforas, a d e - 1 En consecuencia, sesun que cada una de estas cualidades
mas de ser nobles, propias y claras, se sostengan b i e n , no se 1 predomina en un escrito ó en varios de un mismo autor, se
prolonguen demasiado, y n o se acumulen muchas sobre un dice que su estilo es respectivamente claro, oscuro, c o n f u s o ,
mismo objeto; y finalmente que las cláusulas, sobre ser va- embrollado; original, común ; n a t u r a l , afectado, h i n c h a d o ;
riadas en su extensión y f o r m a , estén c o n s t r u y a s con claridad, p u r o , castizo, b á r b a r o ; latinizado, afrancesado, etc., según

n
tranquilo; ó según que p i d e , se q u e j a , se l a m e n t a , amenaza,
que abunde de idiotismos de alguna lengua; correcto, incor-
aconseja, persuade, etc. etc.
recto, descuidado; preciso, vago; conciso, prolijo, r e d u n -
Trasladada pues la voz tono á designar aquel carácter par-
d a n t e ; enérgico, d é b i l ; suave, melodioso, d u r o , á s p e r o ;
ticular que los escritos reciben de la elevación ó bajeza del
noble, familiar, vulgar, chabacano; lijero, pesado, a r r a s -
estilo. y de la intención y situación moral del que h a b l a ; se
t r a d o ; compacto, desunido, desencajado; v a n a d o , uniforme
dice que el tono de una obra ó de un pasaje es elevado , ma-
ó m o n ó t o n o , amanerado; f u e r t e , nervioso, flojo; magnilico,
jestuoso , noble , familiar, bajo, humilde, esforzado, valiente,
grandioso, vehemente; elegante, a d o r n a d o , florido; llano,
serio, grave, r i s u e ñ o , chancero, burlesco? chocarrero, iró-
tenue ; templado, medio ; árido , seco, desalmado , inculto;
nico, satírico, afirmativo, decisivo, dogmático, profético, de
suelto, fácil, embarazoso; c o r t a d o , periódico; igual, desi-
inspiración, de oráculo, alegre, triste, iracundo, colérico,
gual ; compasado, simétrico, clausuloso, etc. etc. etc., p o r q u e
pacífico , abatido, sumiso, l l o r o n , lastimero, patético, ame-
según los varios grados que tiene la cualidad d o m i n a n t e ,
n a z a d o r , tierno, amoroso , persuasivo, etc. etc.; porque estas
pueden inventarse otras denominaciones.
denominaciones pueden ser t a n t a s , cuantas son las pasiones
T a m b i é n , según que abundan con exceso las metaloras se humanas, sus variedades y modificaciones.
l l a m a , como ya dije en su lugar, alegórico ú oriental. Como cada composicion exige diferente grado de elevación
Igualmente recibe otras denominaciones del tono domi- en el estilo, y como en cada una la persona que habla, sea
nante de la o b r a ; y así se dice , que es elevado, majestuoso, el escritor, sean los personajes que introduce, se suponen en
h u m i l d e , b a j o , p o p u l a r ; serio, jocoso, burlesco, chocarrero, muy diversa situación m o r a l ; de ahí es que también el tono
irónico, satírico; festivo, austero, etc. etc. se clasifica relativamente á las varias especies de composiciones,
Las recibe también del género de las composiciones según y se dice igualmente que del estilo, tono prosáico, oratorio,
que es propio de cada clase y de cada especie. Asi se dice e s - , poético, lírico, épico, trágico, c ó m i c o ; y m e j o r , tono d é l a
tilo prosáico ; oratorio, histórico, didáctico, epistolar : poé- oda, de la epopeya, de la tragedia, de la comedia, etc.
t i c o ; bucólico, lírico, elegiaco, épico, trágico , conuco, etc.
Toma li nal mente algunos nombres de los escritores que
Diferencias entre ambos.
h a n tenido aquella manera particular, y se dice ciceroniano,
p m d á r i c o , gongorino etc.; y de ciertos países en cuyos escri- Visto ya lo que son el estilo y el t o n o , fácil es ver en qué se
tores era dominante, como asiático, rodio , ático, lacónico. diferencian ambos.
\ E s claro que todos los tonos son buenos en sí mismos,
Tono. y solo podrán ser inoportunos, si se emplean en situaciones
con las cuales no c u a d r a n ; pero que entre los diferentes gé-
Para entender lo que significa esta palabra aplicada a jas neros de estilo que he indicado, hay algunos viciosos en sí
composiciones, basta saber que se llama así por metáfora mismos y que en ninguna circunstancia deben emplearse,
cierta cualidad suya, y que esta metáfora esta tomada de lo verbi gracia , el confuso , el e m b r o l l a d o , el b á r b a r o , el incor-
que se llama físicamente tono de voz. Y ya se sabe que se llama rec'o, etc.
así en la voz h u m a n a , su mayor ó menor elevación : Que el tono, como no es otra cosa que el diverso grado
2." la particular modulación que recibe de la intención y si- de elevación en el lenguaje y la diferente expresión que exige
tuación moral del que habla. ¡ la situación moral del que h a b l a , solo tiene relación con los
En cuanto á lo p r i m e r o , nadie ignora que son muy dite- pensamientos, las expresiones y la composicion de las cláu-
rentes el tono del que esfuerza ó levanta la voz , y el de aquel sulas,-en cuanto algunas cualidades de los pensamientos y de
que la afloja ó b a j a ; y en orden á lo segundo también es n o t o - las expresiones, y ciertos giros particulares de construcción,
rio,*que en muy diverso tono modula un hombre las palabras, contribuyen también á expresar y pintar la situación moral del
según que habla de véras ó de chanza, con seriedad o n y e n - interlocutor. El tono se refiere mas particularmente á las f o r -
d o s e , afirmativa ó irónicamente, alegre ó triste, colérico o
m a s , que, como liemos visto, son las que expresan los afectos
o la intención del hombre. El estilo, al contrario, se compone
o es el resultado, de todas las cualidades buenas ó malas dé mente buenas son débiles, oscuras, redundantes, bajas, d u -
los pensamientos, de las f o r m a s , de las expresiones' y de las ras, e c , y si las clausulas no tienen la unidad, claridad, ener-
clausulas. Por eso varios de los epítetos que convienen al gía, elegancia y numerosidad que respectivamente las corres-
estilo, 110 pueden convenir al t o n o , ni varios de este al estilo ponde Pero el estilo también será malo s i , aun teniendo por
Asi, no se dice, tono embrollado, alambicado, latinizado ó imposible las demás buenas cualidades que dejo enunciadas,
afrancesado, adornado, florido, elegante, árido, etc. etc., luese barbaro, incorrecto é impropio. Digo por imposible,
ni, estilo afirmativo, decisivo, tranquilo, iracundo, pací- porque en efecto lo es que un autor escriba con claridad, ener-
fico, etc. etc. 5 gía, naturalidad, concision, elegancia, etc., y que al mismo
tiempo llene su obra de barbarismos, solecismos y faltas de
En suma el estilo es el carácter dominante que dan china propiedad en el lenguaje. Téngase presente esta distinción,
composición y á cada una de sus partes principales, ios para no confundir en nuestros autores el lenguaje y el estilo.
pensamientos de que consta, las formas bajo las cuales Aquel es p u r o , castizo, correcto , magnífico, hermoso en casi
están presentados, las expresiones que los enuncian, ?/ todos los escritores castellanos de los siglos x v i y x v n . Este,
el modo con que están construidas las cláusulas; y el tono en muchos de ellos, es descuidado, y en algunos detestable. Al
es la conveniencia que todas eslas cosas pueden ó no tener contrario en el dia, el estilo no es malo en las otras cualidades
con la naturaleza del asunto, y con la intención y situa- pero el lenguaje está viciado por lo general con locuciones v
ción moral del que habla. Y como varias de las cualidades irases traspirenaicas.
de aquellas cuatro cosas nada tienen que ver con estas tres
ultimas , de ahí es que el tono indica en los escritos un carác- Por la lijera enumeración que dejo hecha de las muchas cla-
ter distinto de lo que se llama estilo, es mas circunscrito que ses de estilo que se pueden distinguir, se conoce cuán inexacta
este, y no pueden convenirle muchas de sus denominaciones. es la división que de él hacen los retóricos en tenue, medio y
laminen es de notar, que los epítetos que se dan al estilo sublime; pues ademas de que el estilo no puede ser constan-
p o r las calidades relativas al genio y las reglas de la l e n g u a , temente sublime, porque la sublimidad solo puede hallarse en
convienen mas perfectamente al lenguaje; y así de este s é algunos pocos y cortos pasajes, ya se ha visto á cuántas mas
dice con mas propiedad que del estilo, que es puro, castizo cosas hay que atender, para clasificar y distinguir los diferen-
correcto, incorrecto. ' tes estilos de los escritores, que á la mayor ó menor elevación
Con este motivo debo indicar la diferencia que hay entre del lenguaje, a la cual son relativas las denominaciones de
lenguaje y estilo, dos cosas que algunos han confundido y tenue, medio, sublime.
es importante distinguir. Lenguaje en una obra es la colec-
ción de las expresiones con que el autor enuncia sus pen-
samientos. Por consiguiente es b u e n o , si las expresiones son
p u r a s , correctas y propias; y m a l o , si carecen de alguna de
estas cualidades, o de todas ellas. Estilo es, como se ha dicho
el caracter general que dan á un escrito, los pensamientos F I N DE L A PARTE PRIMERA.
que contiene, las formas bajo las cuales están presentados,
las expresiones que los enuncian, y hasta el modo con que
estas se hallan combinadas y coordinadas en sus respectivas
clausulas. Por tanto con un lenguaje p u r o , correcto y aun
p r o p i o , el eslilo puede ser malo y defectuoso, si los pensa-
mientos son falsos, fútiles, oscuros, etc., si las formas son
inoportunas, si las expresiones, aunque castizas y gramatical-
CAPÍTULO P R I M E R O .
REGLAS GENERALES DE LA ORATORIA.

PARTE SEGUNDA. Sea la que quiera la naturaleza del discurso que se trata
ae componer, se deberá empezar por lo general con algunos
pensamiento.1- que preparen el ánimo de los oyentes; despues
REGLAS PECULIARES DE CADA UNO DE LOS GÉNEROS se propondrá el asunto de que se va á hablar, dando todas las
QUE HAY DE COMPOSICIONES LITERARL4S. noticias que sean necesarias para su cabal inteligencia ; de
aquí se pasará á probar lo que se ha propuesto ; y por fin se
concluirá con aquellos pensamientos que parezcan mas o p o r -
Una división generalmente adoptada distribuye todas las
t u n o s , para dejar en el ánimo de los oyentes una impresión
producciones literarias en doscrandes clases, según que están
duradera de cuanto se les ha dicho. Este plan dictado por la
escritas en prosa ó en verso. Esta clasificación no es rigurosa-
misma naturaleza, y que no es invención de los retóricos, di-
mente exacta , pues la fábula y comedia, las cuales, por cuanto
vide, como se ve, un discurso en cuatro partes principales,
se escriben ordinariamente en verso, suelen colocarse en la llamadas con mucha propiedad Exordio, Proposicion, Con-
segunda, pudieran igualmente comprenderse en la primera, firmación y Peroración. Exordio es aquella parte en que se
porque también se escriben alguna vez en prosa. Sin embargo, prepara al auditorio : proposicion aquella en que se pro-
la seguiré, porque esta anomalía no merece que se baga nueva pone el asunto : confirmación aquella en que se prueba, y
clasificación. peroración aquella con que se concluye. De estas definiciones
se infiere, que todas las partes de un discurso pueden redu-
SECCION P R I M E R A . cirse á las cuatro dichas, y en efecto veremos que están com-
prendidas en ellas las que algunos han querido contar como
COMPOSICIONES EN PROSA. distintas; pero no se crea que todas ellas son absolutamente
necesarias en cada razonamiento. Hay algunos tan breves, ó
pronunciados en tales circunstancias, que en ellos pueden
Estas pueden subdividirse en oratorias, históricas, didác- muy bien omitirse, ya el exordio, ya la proposicion, ya la pe-
ticas y epistolares, se.uun que el autor se propone en ellas, o roración, y aun todas tres; pero la confirmación nunca : sin
persuadir, ó contar hechos, ó instruir en algún objeto de cien- esta no puede haber discurso, y por eso es la única parte
cias ó artes, ó hablar por escrito sobre cualquier asunto con esencial. Sin embargo, como generalmente se encuentran en
una persona ausente. todo discurso algo extenso, diré sobre cada una lo mas impor-
tante y digno de saberse.

LIBRO PRIMERO. ARTÍCULO PRIMERO.

COMPOSICIONES ORATORIAS. Del exordio.

Bajo este nombre se comprenden todos los razonamientos Debiendo servir el exordio, como se ha dicho, para pre-
pronunciados de viva voz delante de un auditorio mas ó ménos parar el ánimo de los oyentes, es claro que el orador ha de
numeroso; razonamientos llamados comunmente oraciones, procurar en él granjearse su estimación, y ponerlos en estado
arengas ó discursos. de que escuchen con atención y docilidad lo que tiene que de-
cirles. Esto es lo que comunmente se llama hacer á los oyen-
Las reglas útiles que pueden darse acerca de estas composi-
tes benévolos, dóciles y atentos; pero no importa tanto saber
ciones son, ó comunes á todas, ó peculiares de cada una de las
varias clases en que pueden dividirse-
de memoria esta denominación técnica de lo que debe hacerse, del orador, y la de su cliente ó su contrarío, que no pueda
como tener bien entendido el modo de practicarlo. Para esto convenir á otra situación. Todos los de Cicerón son modelos en
pueden servir las siguientes reglas : , _ esta parte.
I E l orador debe hablar con modestia de si mismo ^ j, 6.' Cuando se dice que el exordio debe tomarse de la
y mostrar respeto á sus oyen/es y á las cosas que estos apre- causa misma, no se quiere dar á entender, que en él se an-
cian y veneran. . . ticipen algunos de los puntos que se han de tratar des-
2. El exordio debe ser sencillo, esto es, debe hui.se en pues, ni menos que se apunten las pruebas que han de ale-
él de toda pompa y afectación; pero esta sencillez no lia de garse en la confirmación. Todo lo contrario : cualquiera
confundirse con la bajeza y timidez; antes es muy compatible razón, solo con haber sido indicada al principio, h a b r í a per-
con aquella dignidad y valentía que inspira el tener la justicia dido ya su novedad, y de consiguiente su f u e r z a , cuando el
orador quisiera esforzarla en su propio lugar.
de su p a r t e .
7." t ratando el orador en el evordio de conciliarse la bene-
3. a Debe también estar trabajado con esmero y correc-
volencia de los oyentes, es claro que en él ha de procurar
ción, porque si no es m u y escogido lo primero que lleua a los
desvanecer cualquiera preocupación que aquellos puedan
oidos del auditorio, se preocupa este contra el mérito del 01 a-
tener contra su persona, ó contra la opinion que les haya
dor, y será muy difícil que oiga con gusto lo restante del dis-
de proponer. En el primer caso puede combatirla abierta-
curso. m e n t e , aunque sin faltar á la modestia de que á n t e s s e habló;
4.' Debe igualmente ser tranquilo, es decir, que en el 110 pero en el segundo será necesario que se vaya insinuando por
tienen cabida ordinariamente los pasajes llamados patéticos, rodeos, y combatiendo poco á poco, y con" mucho disimulo,
á no ser que la grande importancia del asunto, ó la inesperada las erradas opiniones del auditorio. De este artificio, que los
presencia de algún o b j e t o , haga legítimo y verosímil un como retóricos llaman precaución oratoria, ó exordio por insinua-
involuntario movimiento de ira, de compasion o de otro cual- ción, tenemos un bellísimo ejemplo en la oracion segunda de
quier afecto. El exordio en este caso, puede tener todo el Cicerón contra Rulo, ó De lege agraria.
fuego de la peroración m a s animada, y por esta razón se llama 8." Toda introducción debe corresponder al resto del
en términos del arte ex abrupto; tal es el de la primera Ca- discurso en duración y en género. Corresponderá en du-
tilinaria. r a c i ó n , si no fuere demasiado larga ni demasiado b r e v e ,
5.* Ha de nacer de la causa misma, esto es, se ha de t o - sino de una extensión proporcionada á la de toda la ora-
mar, no de lugares comunes que solo tengan con el asunto de cion. Corresponderá en género, si estuviere escrita por el
que se trata, cierta conexión vaga y g e n e r a l , sino de alguna mismo tono, y en el mismo estilo que eaija lo restante del
circunstancia tan peculiar del tiempo, la materia, la persona discurso.
En cuanto al mecanismo del exordio, suponiendo que se
1 . S i , y esa misma regla e s anlicable á los a u t o r e s , porque pregonar u n o m i s m o
s u s a b e r , a u n q u e c i e r t o v v e r d a d e r o s e a , e s d a r m a r g e n p a r a q u e e l p u b l i c o ca ilique hayan observado en la elección de los pensamientos que han
d e p a r c i a l é i n t e r e s a d o ¿I j u i c i o q u e s e p r o n u n c i a s o b r e c a u s a p r o p i a , y e n t a l c a s o de componerle, las anteriores reglas, puede disponerse en la
e n c o n t r a r á la d o c t r i n a u n a r e p u g n a n c i a i n v e n c i b l e . .•„„,„„.
E n e f e c t o , ¿ á q u é h o m b r e d e a l g ú n s e s o d e j a r a d e r e p u g n a r l a presunción ( m a s forma siguiente. Se principia por una proposicion general; se
que sea fundada) d e que . , . , . , , „„„„„.. ilustra esta en una, dos ó mas cláusulas, según lo largo que
. L a l e c t u r a d e u n s o l o c a p i t u l o d e e s t e e n s a y o mio s e r v i r à infinitamente mas p a r a
« s a b e r e n q u e c o n s i s t e la b u e n a locucion c a s t e l l a n a , q u e la s u b l i m e d o c t r i n a c o i u e - se quiera hacer el exordio; luego se pasa á otra mas particular
. n i d a e n l o s m u c h o s v o l ú m e n e s d e ideologia y d e g r a m á t i c a g e n e r a l , q u e de¡ t m si- ó circunscrita, que se extiende y prueba como la p r i m e r a : y
• glo acá s e h a n p u b l i c a d o . » [Salvá, p á g . x i v . p r ó l o g . d e s u Gramática.)
finalmente se concluye con una que toque ya el asunto mismo,
C l a u d i o , s i tú n o lloras, p u e s la r i s a y pueda servir como áe transición á la proposicion general del
Llanto c a u s a también, de marmol eres; discurso. Este mecanismo se ve claramente en el exordio de
Q u e e s m u c h a e r u d i c i ó n , zelo m u y p u r o , ^
Slucho prurito d e censura estoica la oracion Pro lege maniliá; y puede observarse en todas
El de i n i h u e s p e d . las oraciones de extensión considerable, aunque no con tanto
(MORATIK.)

a.
rigor que parezcan hechos con regla y compás : deben tener
alguna variedad en su estructura, y sobre todo se debe cuidar que se divida el todo, no han de ser demasiado pequeñas, y
mucho de que no se conozca el artificio. En discursos muy tales que cómodamente pudieran reducirse á menor número
breves, una sola proposúion algo extendida puede servir de sin perjuicio de la claridad. La oracion Pro lege maniliá ofrece
exordio; y aun á veces se omite enteramente, como ya se indicó. el ejemplo de una divisior bien hecha. Proponiervlo en ella
Cicerón hablar de la necesidad de la guerra contra Mitrídates,
de lo grande y peligroso de ella, y de que seria conveniente
ARTÍCULO II.
encargársela á Pompeyo ; se ve, que estos tres puntos no
De la proposición. se incluyen uno á o t r o , p o r q u e la guerra podia ser necesaria
y no peligrosa, y podia no serlo en tanto grado , que exigiese
Si esta parte es, como se lia visto, aquella en que se expone la presencia del mayor general de la república : 2." que están
al auditorio el punto de que se t r a t a , podrá llamarse simple, colocados en el orden mas n a t u r a l , pues de que la guerra sea
cuando no contenga mas que un solo capítulo; compuesta, importante y terrible, se sigue que no puede fiarse á cual-
cuando sean muchos; é ilustrada, cuando para la cabal in- quiera : 3.° que abrazan completamente el a s u n t o ; y -5.° que
teligencia del asunto se añadan algunas reflexiones, se re- una división mas prolija hubiera sido inútil.
cuerden ciertos hechos ya sabidos, ó se refieran con exteusion Acerca de la proposicion ilustrada, si esta ilustración c o n -
aquellos de que no estén bien informados los oyentes. Estas siste en algunas reflexiones ó advertencias, basta prevenir que
dos últimas especies de proposiciones oratorias son las llama- sean oportunas, interesantes y escogidas con tino ; pero si
das comunmente división y narración, y no hay inconve- incluye la exposición de algunos hechos, de que no esté bien
niente en adoptar estos nombres ; pero sí le hay en conside- informado el auditorio, en cuyo caso toma el nombre de nar-
rarlas como partes del discurso distintas de la proposicion. En ración , se deberán tener presentes al componerla estas reglas
efecto, que el punto principal se divida en varios capítulos, generales :
que se añadan algunas reflexiones, y que se recuerden ó refieran -1.* En ella deberá irse sembrando todo cuanto pueda
ciertos hechos ; lodo esto se dirige siempre á dar á conocer el servir de fundamento á la confirmación.
asunto de que se t r a t a , que es el oficio y objeto de la proposi- 2.* Debe omitirse toda circunstancia inútil, y aun
cion. Esto supuesto, aquellas hechos, cuyo conocimiento no sea necesario para
Sobre Ja simple basta prevenir que se haga con toda sen- el fin que se propone el orador.
cillez y en términos muy claros y concisos, como que solo 3." Los que se elijan, deben referirse con mucha exac-
se dirige á instruir. titud y puntualidad, con cierto aire de naturalidad y
Sobre la compuesta ó división debe saberse, que no en buena f e , y sin tomarse ta libertad de desfigurarlos ó alte-
todo discurso es necesaria, y que cuando absolutamente no rarlos ; y sin, embargo se han de presentar por el lado mas
lo es, debe omitirse. Cuando sea indispensable, ó porque se favorable. Para conciliar estos dos extremos, se requiere no
han de tratar puntos realmente distintos, ó porque siendo poca destreza.
complicado el asunto principal, exige la claridad que se hable 4 . ' La narración de los hechos puede interpolarse con
con separación de cada una de sus partes, podrá hacerse algunas reflexiones; pero han de ser muy importantes y
observando las reglas siguientes : -i." Las partes en que se sugeridas por los hechos mismos.
divida el asunto, han de ser realmente distintas entre sí, y o.° Se ha de seguir el orden de los tiempos, sin equivocar
tales que la una no incluya a la otra. 2 . a La división ha ni confundir los nombres, los lugares, las épocas y demás
de se - clara; lo cual se conseguirá proponiendo primero lo circunstancias quesea útil distinguir.
que »riba servir de fundamento á lo que haya de seauir des- 6.* La sencillez y naturalidad, que deben resplandecer
pues y no al contrarío. 3. a Ida de ser completa, esto e s , ha en la narración mas que en ninguna otra parte del dis-
de abrazar todos los capítulos principales de que luego se ha curso, no excluyen los adornos oratorios, con tal que estos
de hablar. 4.* ¡So ha de ser superflua, es decir, las partes en no sean afectados ni demasiado brillantes.
7 . ' Sobre lodo se ha de cuidar de la verosimilitud; para
siones, y á todos los denominan con mucha propiedad medios
lo cual, \ deberá el orador dar á las personas Cuyos hechos
de persuadir, porque en realidad no hay otros.
r e f i e r e , genios y costumbres que hagan estos hechos verosí-
miles : 2.° si las introduce hablando, ó si las pone en acción,
NÚMERO 1."
deberá hacer que hablen y obren , como naturalmente deben
obrar y hablar supuestas sus naturales inclinaciones, y según De los argumentos.
los intereses y las pasiones que en aquel momento las domi-
Entendiéndose por argumentos, como acabamos de v e r ,
nan : 3.° descubrirá y señalará las causas de los sucesos, ha-
aquellos pensamientos que prueban la verdad de cierta propo-
ciendo ver que naturalmente debieron producirlos.
sición; y no habiendo otro medio para conseguirlo que el de
Todo esto es lo que comunmente se llama hacerla narración hacer ver su conexion con alguna cuya verdad sea conocida
breve, clara, probable y suave; pero estos términos técnicos, ya , se ha definido bien el argumento un pensamiento que
ademas de que el último es oscuro pues no es fácil adivinar confirma á olro por la verdad que en sí tiene, y por el
que por suave se quiere significar u n a narración a d o r n a d a , enlace que hay entre los dos. El pensamiento que se quiere
dicen sí lo que debe h a c e r s e ; pero no enseñan el modo de probar, se llama conclusion; el que se trae para ello, prin-
hacerlo. Cicerón se distingue por su admirable talento en las cipio.
narraciones, y todas las de sus arengas pueden servir de mo- En orden á los argumentos, es necesario conocer sus varias
delo; pero entre ellas léanse con particular cuidado las de las especies, los diversos fines con que se emplean, el modo de
oraciones ProRoscio Amaino y Pro Milone, v se verán hallarlos, las reglas para su elección , y las relativas al orden
observadas prácticamente las reglas que acabamos de d a r . con que deben colocarse.

Especies de los argumentos.


ARTÍCULO III.

Los argumentos se dividen en varias especies, atendiendo


De la confirmación. al principio que en ellos se introduce para probar la conclu-
sion. Si el principio es una nocion común y admitida de todos,
Como esta parte del discurso es aquella en que el orador se llama el argumento positivo. Si es un dicho ó hecho del
debe proponer ciertos pensamientos capaces de inclinar el contrario , ó de aquellos mismos á quienes se quiere conven-
animo de los oyentes á que abrazen una opinion que él cree c e r , p e r s o n al. Si es una cosa falsa ó no sucedida, pero que hi-
verdadera, ó adopten una resolución que él tiene por útil y ven- potéticamente se admite como verdadera ó existente, condi-
tajosa; y como los hombres, para abrazar una opinion 6 tomar cional. Si es un hecho particular y de la misma especie que lo
una providencia, se mueven siempre, ó por las razones en que que se intenta p r o b a r , se llama ejemplo; si solo tiene con
se tundan una y otra, ó por la confianza que t i e n d e n el que les \ ello cierta analogía, semejanza; y si se alegan muchos ejem-
habla, o por la pasión de que están agitados enáquel m o m e n t o ; plos j u n t o s , inducción. Cicerón nos dará muestras de todas
es claro que los pensamientos mas oportum& para inclinarlos estas especies.
a que adopten la propuesta, serán en general : I J o s que Quiere probar que en suposición de que C.lodio hubiese
prueban la verdad de lo que se les dice : 2.° los que Ies inspi- puesto asechanzas á Milon , pudo este matarle justamente ; y
ren confianza en el o r a d o r : y 3." los que puedan ponerlos en para ello alega el derecho natural, la costumbre de llevar ar-
aquelh, situación moral que convenga, para que obren ó pien- mas para su defensa, y las disposiciones de las leyes : estos son
sen como el orador desea. A los primeros los llaman los retó- otros tantos_ argumentos positivos. En la misma oración, por
ricos, argumentos; a los segundos, expresión de costumbres, las declaraciones de los testigos que habia presentado el acu-
o simplemente costumbres; á los terceros, pensamientos que sador, hace ver que Milon no pudo salir de Roma con inten-
excitan o calman las pasiones, y en expresión abreviada, pa- ción de matar á Clodio, supuesto que este no p e n s a b a , según
aquellos d f c i a n , en volver aquella tarde , y si lo hizo, f u é por plificar cada uno de los delitos, esto es, á pintar con los mas
haber recibido la noticia de la muerte del arquitecto Ciro; vivos colores toda su escandalosa atrocidad, el deshonor que
suceso casual que Milon no podia p r e v e r : este es un argu- de ellos resultaba al nombre r o m a n o , los incalculables daños
mento personal. Puede llamarse condicional el que en la pri- que habia padecido la Sicilia, en suma, todas las circunstancias
mera Catilinaria hace para probar, que el silencio del senado de aquellos horrorosos alentados. Se ve pues por este ejemplo,
miéntras que él exhortaba á Calilina á que saliese de R o m a , que amplificar oratoriamente es presentar un hecho en toda
equivalía á un decreto formal de destierro; pues supone por un su extension, en toda su amplitud, por decirlo así, poniendo
instante haber hablado á dos buenos ciudadanos en los mismos á la vista cuanto hay en él de bueno ó de malo. Esta es la
términos que á Catilina, para hacerle ver á este cuan diferente amplificación que tanto recomiendan Cicerón y Quintiliano, y
hubiera sido en aquel caso la conducta del senado. En la mis- á la que dicen puede reducirse todo el artificio oratorio; v
ma oración se vale de una inducción, esto es, de una serie no sin r a z ó n , porque los oradores raras veces tienen que
de ejemplos, para probar que como cónsul, y aun como parti- probar los hechos, y aun cuando á veces lo h a g a n , lo p r i n -
cular, había podido legalmente quitar la vida á Catilina; y cipal es que sepan amplificarlos. Por ser tan importante este
luego prueba por una semejanza, que esto no bastaba para p u n t o , es necesario hacer aquí dos observaciones.
extinguir del todo la conspiración, y que al contrario, por este La primera es que en casi todos los escritores de retórica se
medio se hubieran agravado mas los males de la república. halla tratado con mucha confusion y falta de exactitud , pues
Estas son sus p a l a b r a s : Ul scepe homines cet/ri morbo gravi, ademas de no darse en ellos una idea clara y precisa de lo que
cum cestu, fabrique jactantur, si aquam gelrdam biberint, es amplificación , se divide esta en amplificación de palabras y
primo relevari videntur, deinde mullo gravius, vehemen- de pensamientos; como si la grandeza ó la perqueñez de una
tiusque afflictantur; sic hic morbvs, qui est in república, cosa quedase demostrada con solo hacinar palabras retum-
relevat'us istius pama, vehementiús vivis re/iquis ivgra- bantes , epítetos ociosos y metáforas hinchadas. A este error
vescet. « Como los que padecen una grave e n f e r m e d a d , si ha dado lugar lo que se halla en Cicerón sobre las palabras
« cuando están agitados por el ardor de la liebre , beben agua que deben emplearse en las amplificaciones; pero para no caer
« fria, por el pronto parece que se alivian , pero luego se em- en él, bastaba advertir que aquel jamas pensó en decir, que
« peoran en mas alto g r a d o ; así esta enfermedad de la repú- la amplificación consiste en las palabras, sino q u e , dando por
« blica, aliviada momentáneamente con el suplicio de Cati- supuesto que depende esencialmente de los pensamientos,
« l i n a , se agravará con mas violencia, si quedan vivos los pasa á enseñar qué palabras serán acomodadas, para expresar
« restantes conspiradores. » con dignidad los grandiosos conceptos que deben constituir las
amplificaciones; y dice con mucha verdad, que las mas o p o r -
tunas en este caso serán las trasladadas, las s o n o r a s , las de
Diversos fines con que se emplean los argumentos.
muchas sílabas, las que no estén muy vulgarizadas, etc. listo
se entiende con tal que por otra parte expresen con claridad ,
Todo argumento se t r a e , ó para probar el hecho de que se exactitud y precision la idea que se quiere comunicar, sin lo
trata, y entonces se llama prueba, ó para hacer ver su gran- cual la mas sonora seria detestable.
deza, importancia, gravedad, utilidad, etc., ó lo contrario de La segunda observación e s , que la amplificación d e q u e aquí
esto, cuando sea preciso, y en este caso se llama amplificación. se trata, no debe confundirse con el artificio de que a veces
Por ejemplo, Cicerón, en sus Veninas, demuestra por las se valen los oradores, para d a r á su discurso mas extension de
declaraciones de los testigos y demás documentos de la causa la que en rigor exigia, añadiendo alguna cosa que realmente
la existencia de los delitos atribuidos á Vérres, es decir, hace no es del asunto, pero pudo serlo; ó lo que realmente es, pero
ver que este había cometido efectivamente los que se le i m p u - que entonces no se considera como t a l ; á cuyas adiciones dan
taban en la acusación. Hasla aquí p r u e b a ; pero como esto no algunos el nombre de amplificación oratoria, porque esta en
hubiera bastado para hacer condenar al reo, pasa luego á am- mano del orador el hacerla; y no importa que se llame asi,
con tal que no se confunda con la otra, que es la que propia- procuraban adquirirla con los mismos libros que escribían para
mente merece este nombre. ensenar á despreciarla, á saber, que ponían en ellos sus n o m -
bres ; observación que cualquiera pudo haber hecho, pero que
Modo de hallar los argumentos. acaso á nadie se le había ocurrido hasta entonces, á lo ménos
con tanta oportunidad.
Mucho han escrito sobre este punto los retóricos; pero todo 3.° Deben ser propios y peculiares del. asunto. Así en los
cuanto hay de útil en sus largos tratados, se reduce á que el elogios debe alabarse el héroe, no por aquellas prendas que
orador, para hallar argumentos oportunos (y lo mismo debe le sean comunes con o t r o s , sino por aquellas en que se dis-
decirse de las costumbres y pasiones), ha de examinar cuida- tinga de ellos.
dosamente el hecho de que se t r a t a , considerando muy por 4.° Los argumentos personales tienen mas fuerza que
m e n o r todas las circunstancias de persona, lugar, t i e m p o , los comunes ó positivos: y así deben emplearse, cuando la
m o d o ; las causas que le han producido, sus efectos inmediatos casualidad los presente. Digo la casualidad, porque como
o remotos, y la relación que p u e d a tener con otras cosas, ya son dichos ó hechos del contrario , es en efecto casual que el
semejantes, ya contrarias. De estas fuentes, llamadas tópicos mismo nos suministre pruebas que podamos retorcer : el i n -
o lugares or alarios, se sacan efectivamente todos los argu- genio puede aprovecharlas si las ofrece, pero no suplirlas.
mentos que puede emplear un orador ; pero no se crea que se 5.° Hablando en general (porque reglas particulares no pue-
hallaran con solo saber las generalidades que contienen Jos den darse en este punto), los argumentos positivos vienen
tratados de retórica sobre Jas causas, los efectos, las circuns- bien en asuntos de mera especulación, y los ejemplos en los
tancias, etc., etc. El ingenio, el estudio de las ciencias, la que se encaminan á la práctica, particularmente si se trata
lectura de buenos libros, en s u m a , una sólida instrucción, de cosas futuras; pues de estas se juzga regularmente por
j u n t a con un buen talento, será la que en todas ocasiones s u - lo pasado.
ministre al orador reflexiones o p o r t u n a s , con tal que haya (í.° La semejanza usada con sobriedad, y considerada
estudiado muy á fondo la materia que ha de tratar. Esto es lo como adorno, tiene mucha gracia; pero como argumento
principal, lo i m p o r t a n t e , lo único ; y sin ello de nada sirven es el mas débil de todos.
Jos preceptos de los retóricos.
Reglas relativas al orden con que deben colocarse.
Reglas para la elección de los argumentos.
En primer lugar, deben ponerse con separación los que
Comunmente no es tan difícil hallar a r g u m e n t o s , como pertenecen á cada clase, y no mezclarse los que sean de
hacer entre los muchos que se o c u r r e n , una acertada elección distinta naturaleza.
t a r a esto se requiere cierto instinto, ó cierta especie de tacto En segundo lugar, deben colocarse según sus grados de
lino y delicado, fruto mas bien del ingenio que de las regias fuerza, empezando por los mas débiles, cuando la causa
Sin embargo, para auxilio de los principiantes, pueden estable- es muy clara y estamos seguros de vencer; pero cuando es
cerse algunas que les sirvan de guia en esta parte dudosa, convendrá presentar primero la prueba convin-
I L o s argumentos que hayan de entrar en un razona- cente, si es única. Si hubiese varias de esta clase , se pon-
miento popular, deben ser lates que los entienda el común drán unas al principio y otras al fin, interpolando con
del pueblo; y por consiguiente no deben tomarse de las artes ellas las de menor fuerza.
yciencias. * En tercer lugar, cuando nuestras razones sean podero-
sas no hay inconveniente en exponerlas con toda distin-
2.» Deben tener, si es posible, cierta novedad, de suerte
ción, y en esforzarlas y amplificarlas cada una de por si.
0CUrni t d e m u n d 0 á na lie h a an Pero cuando no son concluyenles, sino de aquellas que
?odT/™° n ? ° l ' ' í ocurrido
eS
I n ? U e , l i a , m a ü b s e r v a d ™ ^ Cicerón sobre la comunmente se llaman presuntivas, es necesario reunirías,
a n i d a d de Jos filosofes, que a p a r e n t a n d o despreciar la gloria,
aglomerarlas y apiñarlas, por decirlo así, para que presen- bles. Para hacer su persona recomendable al auditorio, que es á
tadas de un solo golpe, hagan mas impresión. lo nue se dirigen las costumbres oratorias, es necesario ser ver-
En cuarto lugar, una misma prueba no debe nunce daderamente virtuoso, y estar adornado de aquellas prendas que
extenderse demasiado, ni presentarse bajo todos sus aspectos, por sí solas inspiran veneración. Por eso los antiguos detinian al
porque esto, ademas de molestar á los oyentes, descubre orador cir bonus, dicendi peritus. Y como el hacer hombres
visiblemente el artificio. de b i e n , no es obra de los preceptos retóricos, concluiré ;ste
capítulo con la única regla que puede darse en este p u n t o ; y es
NÚMERO 2.°
que las costumbres de que h a b l a m o s , no tienen lugar deter-
De las costumbres. minado en un discurso, sino que deben irse sembrando en
todos los parajes en que oportunamente pueda hacerse.
Si las costumbres oratorias s o n , como se ha dicho, aquellos Tampoco deben confundirse con los retratos (pie a veces
pensamientos que inspiran á los oyentes confianza en la per- se hacen de algunos personajes, como el que Cicerón hizo ele
sona que les bahía, es claro que pertenecerán á esta clase los Catilina en la oracion pro Ccelio , ni con el cuidado que debe
pasajes en que el orador se muestre amante de la justicia tener el orador de caracterizar á los sugetos de quienes rehere
y del orden, interesado en la felicidad de los que le escu- algunas acciones, esto es, de darles costumbres analogas a los
chan, hombre veraz y honrado, en suma, tal, que deba hechas que les atribuye.
ser creído por sola su autoridad, aun á falla de pruebas
convincentes. NÚMERO 3 . °
¡No todos los oradores podrán hablar de sí mismos en tér-
minos que se ganen tan victoriosamente la confianza del audi- De las pasiones.
torio, y aun el hombre de mayor mérito no deberá hacerlo en La sola palabra pasiones da una idea mas clara de lo que
todas ocasiones y en todo género de asuntos; pero siempre con ella se quiere significar, que todas las definiciones que pu~
que se pueda c ó m o d a m e n t e , y sin afectación ni sospecha de dioran traerse tomadas de los filósofos. Por t a n t o , sin deimir-
v a n i d a d , convendrá dar una buena idea de sí mismo. Así lo las ni enumerarlas, y sin entrar en la cuestión de si son buenas
hace Cicerón en todas sus oraciones. En ellas por los rasgos
ó malas; basta decir que no solo no hay inconveniente en pro-
que oportunamente va sembrando, se manifiesta buen ciuda-
curar excitarlas en los razonamientos públicos, sino q u e , al
dano, a m a n t e de su patria, enemigo de los sediciosos y conspi-
contrario, debe hacerse siempre que se p u e d a ; y que si se
radores, verdadero filósofo, amigo de la h u m a n i d a d , en una
losra, será este el medio mas seguro para t r i u n f a r de audi-
palabra, h o m b r e adornado de todas las buenas calidades que
torio, y persuadirle á que abraze ó deseche lo que se le pro-
podian hacerle estimable á los ojos de sus conciudadanos. Mu-
chos ejemplos pudieran citarse, pero baste la peroración de la b a r a inspirar á cualquiera los sentimientos, que deben
ley Manilia. Allí se ve un magistrado á quien solo hacen hablar hacerle mirar un objeto bajo aquel aspecto que le convenga al
los intereses del pueblo, no sus amistades privadas, y que orador, todo lo que este tiene que hacer se reduce a ampli-
quiere deber sus ascensos y honores á su mérito y servicios, ficar, esto es, á pintar con energía y viveza aquellas cosas que
y no al favor de los poderosos. Para hallar estos y otros pen- sean causa de las pasiones que quiera conmover Por ejemplo,
samientos semejantes, solo puede darse una regla, y es, que para avivar la cólera, hará ver la gravedad de la injuria reci-
el o r a d o r esté bien penetrado de los generosos sentimientos bida ; para infundir temor, representará la grandeza del peli-
que deben producirlos. Una íiDgida sensibilidad y una probidad gro : para excitar el agradecimiento, hará presente el numero
hipócrita desmentida por la conducta práctica, léjos de dar al y calidad de los beneficios; para mover á lástima, pintara con
orador crédito para con sus oyentes, solo servirían para hacerle vivos colores las desgracias del sugeto, etc ele l a se deja
ridículo y despreciable, y desacreditar las cosas que d i j e s e , conocer que para calmar las pasiones, se deberá hacer todo o
aun cuando por sí mismas fueran máximas verdaderas y s a i u d a - «ontrario, es decir, que se procurara disminuir y apocar
aquello que las haya puesto en movimiento. Así, para desva- dor ardiendo su corazon , porque d e otra m a n e r a , sus a p a -
necer el temor, se hará ver, según los casos, que no existe el rentes llamaradas solo obtendrán el desprecio y la burla de los
peligro que se t e m i a , que no ef tan grande como se había que le oyen.
c r e í d o , o q u e no es tan inevitable que no haya medios db p r e -
ARTÍCULO IV.
caverle. Excelentes ejemplos pudiera citar de Cicerón; pero los
omitiré, porque para conocer todo su mérito, es necesario leer De la peroración.
también lo que antecede, y observar la habilidad con que están
preparados. Concluiré pues con algunas observaciones de Blaír Por regla general se coloca en la peroración ó epilogo la
que pueden mirarse como otras tantas reglas, algo mas útiles parte patética del discurso, esto es, la mocion de afectos; mas
q u e todas las que sobre este punto se dan en las retóricas v u l - esto no quiere decir que no puedan excitarse en otra parte. En
gares. el exordio mismo ya hemos visto que puede hacerse; en la
\ .* No iodos los asuntos admiten la moeion de afectos; narración será también muy del caso, cuando se acabe de con-
hay algunos de tan poca monta ó de tal naturaleza, que el e m - tar algún hecho muy interesante; y sobre todo en la confir-
peñarse en inflamar á los oyentes, solo serviría para hacer ri- mación, cuando probado ya un punto, se trata de amplificarle.
dículo al orador. Haya ó no lugar á las pasiones en el epílogo, lo que comun-
2.* En el caso de que el asunto permita excitar las pa- mente se hace en él, es recapitularlos prind[)ales argumentos,
siones, no se ha de hacer esto en capítulo separado, y como para que así reunidos hagaíTmTsllñpresion en los oyentes, y
diciendo al oyente que se prepare; sino donde lo exijan acaben "de~crrrrv«iicerIos y j j é c i d i r t o s á nuestro faysX-JEobre
los hechos mismos de que se trate, disimulando siempre .esta recapitulación s o l o T r á y q u e " á 3 v e r t n 7 ^ n T s e a breve, que
el artificio, y haciendo de manera que los oyentes se hallen abrace los puntos principales, y que en ella se añadan
conmovidos, antes de que puedan sospechar que se inten- breves reflexiones que realcen lo que ya se deja probado.
taba conmoverlos; porque si llegan á entenderlo, no se lo- Estas son entre tantas como han dado los retóricos, las úni-
grará ciertamente. cas reglas verdaderamente útiles sobre la oratoria en g e n e r a l ;
y aun las únicas que merecen el nombre de reglas, porque están
3 .'No se han de excitar las pasiones sino sobre cosas
fundadas en la naturaleza misma del hombre, y son dictadas poi
conocidas de suyo, ó confirmadas ya con pruebas; y si
l a s a ñ a razón.
alguna de estas se introduce, ha de encerrarse en una sola pro-
La r a z ó n , en efecto nos enseña que para inclinar á otros á
posicion que lleve consigo el principio en que se f u n d a .
que adopten la opinion que les proponemos, hemos de ganar
A.' El pasaje en que se intente mover alguna pasión, no
ante todas cosas su confianza ; hemos de exponer con claridad
se ha de interrumpir con cosas ó pensamientos extraños al
lo que deseamos; hemos de darles de ello razones poderosas;
objeto de la pasión que se quiere avivar, porque esto, dis-
. hemos de dirigirnos á su corazon, excitando en él aquellas
trayendo la atención de los oyentes, impedirá lograr el efecto
pasiones, las cuales dadas deba parecer favorable la propuesta,
que se desea. No hay cosa mas capaz de suspender el movi-
y calmando las que pudieran producir un efecto contrario; y
miento rápido de la voluntad hacia un objeto, que el presen-
finalmente, hemos de presentar reunido y compendiado cuanto
tarla en el camino, por decirlo así, otros con que pueda dis-
hayamos dicho en la serie del discurso, para renovar, fortifi-
traerse ó entretenerse.
car y hacer duradera la impresión que haya causado cada u n a
5.* Tampoco debe prolongarse mucho un pasaje patético,
de sus partes.
p o r q u e siendo de corta duración los fogosos movimientos del
La razón dice t a m b i é n , que para ganar la confianza de los
corazón, estará ya frió el oyente, cuando el orador le supone
demás h o m b r e s , es necesario que les demos una buena idea
a u n inflamado.
de nosotros, manifestando que estamos animados de disposi-
6. a Y última. El gran precepto de Horacio : Si vis me flere, ciones generosas y benéficas hácia ellos, y adornados de las
dolendum estprimum ipsi tibi. Esto quiere decir, que para virtudes que todos, aun los m a l o s , honran y r e s p e t a n ; que
comunicar fuego á los que le escuchan, ha de tener el ora-
para convencerlos de que una cosa es tal como decimos , es lante de los tribunales, con el objeto de que se absuelva ó se
necesario presentar algunas pruebas tomadas de su naturaleza, condene á una ó mas personas en una demanda civil ó crimi-
sus circunstancias y sus relaciones con otras; y que, para e x - nal de cualquiera especie que sea. Para sobresalir en este gé-
citar sus pasiones, debemos representarles con toda ""vi veza;, nero suponiendo que se tengan bien entendidos los principios
objetos capacesTkrponeríos-w^ronrrrieiítoTasi ('OliuTaT con-j" del arte de hablar, comunes á todas las composiciones y las
trarro-éeberemos quitárselos de la.vista,-por D E E T R B ' A S T , cuando 1, reglas generales de la oratoria que acabamos de ver, lo impor-
queramos calmar las que en aquel instante los agitan^Y esto tante es que el orador baya estudiado muy á fondo el derecho
es en suma lo p"3co qué hay de útil'entre tante-eeme-sfe ha es- y la legislación de su país. Sin esta preparación indispensable,
crito sobre las dos primeras partes de la Retórica, llamadas para correr con lucimiento la carrera del foro, poco le a p r o -
Invención y Disposición. vechará saber de memoria los preceptos retóricos, y pocos en
Por lo que se ha dicho en todo este capítulo, ha podido efecto pueden dársele que sean verdaderamente útiles. Sin
verse la diferencia que hay entre convencer y persuadir: pa- embarco, escogeré entre lo mucho que se ha escrito sobre la
labras que no he querido definir hasta ahora, porque su defi- materia, algunas observaciones que pueden guiar á los princi-
nición no hubiera sido entendida. Convencer e&iprobar al piantes, para formar y llenar el plan de las oraciones forenses.
entendimiento que una cosa es verdadera ó falta, buena ó En el exordio de los discursos de esta clase es mas necesario
mala: persuadir es determinar la voluntaba que obre en que en los de otra alguna, que el orador se concibe la bene-
consecuencia de este convencimiento. Con los argumentos volencia de los oyentes, que son los jueces; para lo cual, si
convencemos solamente; pero supuesta la convicción , y aun- 1 estos están bien dispuestos hacia la causa que deliende, ha de
que esta no sea tal vez completa, persuadimos con las costuró-., procurar confirmarlos en esta disposición; y si están preocu-
bres y las pasiones. p a d o s , lia de trabajar para destruir sus preocupaciones; y
ademas ha de aprovechar, para interesarlos á su favor, cuantas
reflexiones puedan suministrarle la causa misma, las personas
CAPITULO II. de los jueces, los acusadores y los reos ó litigantes; el tiempo,
REGLAS PARTICULARES DE LAS COMPOSICIONES O R A T O R I A S . el lusar y demás circunstancias. Así lo hace Cicerón en todas
sus oraciones judiciales, y señaladamente en la que dijo en
Los^ antiguos distribuyeron todos los discursos públicos en defensa del rey Deyótaro. Si el asunto no es de mucha im-
tres géneros, que llamaron Judicial, Deliberativo y Demos- portancia, se hará con mucha brevedad esta preparación, y
trativo. Al Judicial pertenecen aquellos en que se acusa ó se aun á veces podrá omitirse del todo.
defiende; al Deliberativo aquellos en que se aconseja ó se La proposicion en los discursos judiciales debe hacerse con
disuade; y al Demostrativo aquellos en que se alaba ó vitu- mucha distinción é individualidad, fijando con precisión y
pera. Esta clasificación es tan ingeniosa y exacla, que en efecto exactitud el verdadero punto de la cuestión, y tirando, por de-
no hay ni puede haber un razonamiento, que no esté c o m - cirlo así, la línea de separación entre nosotros y los contrarios.
prendido en alguna de dichas tres clases. Sin embargo como Esto es muy importante, así para que los jueces vean con toda
los modernos, atendiendo al nuevo género de oratoria intro- claridad lo que se disputa, como para que el orador mismo no
ducido por la religión cristiana, dividen ordinariamente las pierda acaso el tiempo en probar lo que el contrario no le
arengas en forenses, políticas y sagradas, seguiré esta clasifi- niega. Para dar en este punto alguna luz á los oradores, dis-
cación, que en parte coincide con la de los antiguos, y ademas tinguen comunmente los retóricos varias clases de cuestiones
diré algo del género Demostrativo. judiciales, ó por mejor decir, vanos aspectos que toman las
controversias forenses, según el diferente estado que pueden
ARTÍCULO PRIMERO.
tener los hechos que las ocasionan. Si no consta el hecho, o
Oratoria forense. aunque conste, se duda de si le h a ejecutado la persona a
quien se imputa, se llama estado de conjetura, porque para
Aquí se comprenden todos los discursos pronunciados de-
para convencerlos de que una cosa es tal como decimos , es lante de los tribunales, con el objeto de que se absuelva ó se
necesario presentar algunas pruebas tomadas de su naturaleza, condene á una ó mas personas en una demanda civil ó crimi-
sus circunstancias y sus relaciones con otras; y que, para e x - nal de cualquiera especie que sea. Para sobresalir en este gé-
citar sus pasiones, debemos representarles con toda ""vi veza;, nero suponiendo que se tengan bien entendidos los principios
objetos capacesTkrpon e rtos-en^io vnrrieiito";"usi ('üliuTáí con-j" del arte de hablar, comunes á todas las composiciones y las
tram-debéremos quitárselos de la.vista,-por deenio'así, cuando-1 reglas generales de la oratoria que acabamos de ver, lo impor-
queramos calmar las que en aquel instante los agitan^Y esto tante es que el orador baya estudiado muy á fondo el derecho
es en suma lo p"3co que hay de útil'entre tante-eeme-se ha es- y la legislación de su país. Sin esta preparación indispensable,
crito sobre las dos primeras partes de la Retórica, llamadas para correr con lucimiento la carrera del foro, poco le a p r o -
Invención y Disposición. vechará saber de memoria los preceptos retóricos, y pocos en
Por lo que se lia dicho en todo este capítulo, lia podido efecto pueden dársele que sean verdaderamente útiles. Sin
verse la diferencia que hay entre convencer y persuadir: pa- embarco, escogeré entre lo mucho que se ha escrito sobre la
labras que no he querido definir hasta ahora, porque su defi- materia, algunas observaciones que pueden guiar á los princi-
nición no hubiera sido entendida. Convencer e&¡probar al piantes, para formar y llenar el plan de las oraciones forenses.
entendimiento que una cosa es verdadera ó falta, buena ó En el exordio de los discursos de esta clase es mas necesario
mala: persuadir es determinar la voluntadla que obre en que en los de otra alguna, que el orador se concibe la bene-
consecuencia de este convencimiento. Con los argumentos volencia de los oyentes, que son los jueces; para lo cual, si
convencemos solamente; pero supuesta la convicción , y aun- 1 estos están bien dispuestos hácia la causa que defiende, ha de
que esta no sea tal vez completa, persuadimos con las costum-., procurar confirmarlos en esta disposición; y si están preocu-
bres y las pasiones. p a d o s , ha de trabajar para destruir sus preocupaciones; y
ademas ha de aprovechar, para interesarlos á su favor, cuantas
reflexiones puedan suministrarle la causa misma, las personas
CAPITULO II. de los jueces, los acusadores y los reos ó litigantes; el tiempo,
REGLAS PARTICULARES Di! LAS COMPOSICIONES ORATORIAS. el lusar y demás circunstancias. Así lo hace Cicerón en todas
sus oraciones judiciales, y señaladamente en la que dijo en
Los^ antiguos distribuyeron todos los discursos públicos en defensa del rey Deyótaro. Si el asunto no es de mucha im-
tres géneros, que llamaron Judicial, Deliberativo y Demos- portancia, se hará con mucha brevedad esta preparación, y
trativo. Al Judicial pertenecen aquellos en que se acusa ó se aun á veces podrá omitirse del todo.
defiende; al Deliberativo aquellos en que se aconseja ó se La proposicion en los discursos judiciales debe hacerse con
disuade; y al Demostrativo aquellos en que se alaba ó vitu- mucha distinción é individualidad, lijando con precisión y
pera. Esta clasificación es tan ingeniosa y exacta, que en efecto exactitud el verdadero punto de la cuestión, y tirando, por de-
no hay ni puede haber un razonamiento, que no esté c o m - cirlo así, la línea de separación entre nosotros y los contrarios.
prendido en alguna de dichas tres clases. Sin embargo como Esto es muy importante, así para que los jueces vean con toda
los modernos, atendiendo al nuevo género de oratoria intro- claridad lo que se disputa, como para que el orador mismo no
ducido por la religión cristiana, dividen ordinariamente las pierda acaso el tiempo en probar lo que el contrario no le
arengas en forenses, políticas y sagradas, seguiré esta clasifi- niega. Para dar en este punto alguna luz á los oradores, dis-
cación, que en parte coincide con la de los antiguos, y ademas tinguen comunmente los retóricos varias clases de cuestiones
diré algo del género Demostrativo. judiciales, ó por mejor decir, vanos aspectos que toman las
controversias forenses, según el diferente estado que pueden
ARTÍCULO PRIMERO. tener los hechos que las ocasionan. Si no consta el hecho, o
Oratoria forense. aunque conste, se duda de si le h a ejecutado la persona a
quien se imputa, se llama estado de conjetura, porque para
Aquí se comprenden todos los discursos pronunciados de-
averiguar la verdad, no hay otro medio que conjeturas y p r o b a - que son prueba y refutación. Prueba se llama aquella en que
bilidades, mas ó ménos fuertes. Si constan el hecho y el a u t o r , se proponen las razones que confirman directamente la pro-
puede disputarse, sobre si la acción es ó no legalmente puesta ; yrefutación aquella en que se refutan las del contra-
justa, estado que llaman de cualidad, porque se trata enton- rio. Unas y otras se dividen en dos clases que los retóricos
ces de calificar la acción : 2o sobre si está comprendida en tal llaman artificiales é inartificiales; y que con mas propiedad
determinada clase de acciones permitidas ó reprobadas por las podrian llamarse lógicas y legales. Lógicas son las que con
leyes, estado llamado de definición; porque para decidir la solo el auxilio de la razón natural se sacan de la naturaleza
d u d a , es necesario recurrir á la definición que dan las leyes misma de la cosa, de sus causas, de sus efectos, etc., como ya
mismas de aquella clase de hechos. Un ejemplo lo aclarará se d i j o ; y legales las que se toman de las leyes, de las decla-
todo. Una persona ha desaparecido; se sospecha que ha sido raciones del reo y testigos, y en suma, de todos los documentos
muerta violentamente, y las sospechas recaen sobre tal ó cual que ofrece la misma causa. Sobre las primeras nada hay que
individuo, liste puede negar que haya sido muerta con vio- añadir á lo que ya se dijo tratando de los argumentos en ge-
lencia la persona que se s u p o n e ; y aun cuando esto se averi- n e r a l ; y sobre las segundas bastará advertir (y aun esto no era
guase, puede negar que él haya sido el matador. En ambos muy necesario), que cuando son favorables, se esfuerzan y
casos el estado es conjetural. Supongamos que no puede ne- hacen valer, y cuando son adversas, se impugnan abiertamente,
gar ni uno ni o t r o : podrá decir que queriendo el otro matarle, ó á lo ménos se procura debilitar su fuerza.
no hizo mas que defender su propia vida; y el estado será de Acerca del modo con que debe hacerse la refutación, todo
cualidad.. No haya lugar á esta defensa: sea constante que le cuanto se enseña de útil, se reduce á que se haga con verdad
m a t ó , no por defenderse sino por vengar una injuria ; pero y franqueza, esto e s , que no se le haga decir al contrario lo
sea dudoso, si el modo con que le m a t ó , puede llamarse una que realmente no ha d i c h o ; que se presenten sus objeciones
verdadera traición ó alevosía. En este caso se trata de deter- tales como s o n , sin desfigurarlas ni alterarlas; que se r e f u t e n
minar, si la muerte es alevosa ó simple homicidio; para lo sólidamente, y no con s o l i s t a s ; y que, si puede ser, se saque
cual es necesario fijar con precisión el sentido legal de la pala- la respuesta de la objecio'- misma. En e s t o , como en t o d o ,
bra alevosía, y será el estado de definición. Estos son los tres puede servir de modelo Cicerón; pero para imitarle debe te-
estados de causas, de que tanto se habla en las retóricas vul- nerse presente, que el uso de los tribunales permitía en su
gares ; y aun Aristóteles añade otro cuarto que llama de cuan- tiempo emplear contra los acusadores, y aun contra los aboga-
tidad, y que en rigor está comprendido en el de definición ; dos de la parte contraria, chanzas y personalidades que en el
pero con mucha mas claridad puede decirse, que todas las nuestro serian indecentes. La refutación puede tener cabida
cuestiones judiciales son de dos especies, de hecho y de dere- también en los otros géneros; pero solo aquí se ha hecho
cho. De hecho aquellas en que se trata de averiguar un hecho mención de ella, porque es mas propia del judicial, y porque
ó su a u t o r ; y de derecho aquellas en que, constando el hecho siendo sus reglas unas mismas para todas las ocasiones en que
y la persona que le ha ejecutado, se debe decidir si esta ha de haya de hacerse, era inútil hablar de ella en artículo separado.
ser condenada ó absuelta; ó conviniéndose en que debe ser con- Aun seria mas inútil contarla como parte distinta de la confir-
d e n a d a , si se la ha de imponer tal pena determinada. Debe mación , siendo claro que debe comprenderse en ella, porque
advertirse que muchas veces la cuestión de derecho depende uno de los medios mas eficaces de probar una cosa, consiste
de otra de hecho. Por ejemplo, en la causa de Milon se tra- en desvanecer cuanto pudiera oponerse en contrario.
taba de sí este debía ser ó no castigado por la muerte de Cíodio En orden á la peroración judicial, debo advertir q u e , ade-
que confesaba : cuestión de riguroso derecho; pero cuya d e - • mas de la recapitulación, puede hacerse en ella, cuando con-
cisión dependía de saber, si la muerte habia sido hecha con venga , una breve exposicior-de lo,que se haya dicho y hecho
'nimo deliberado, esto e s , si Milon habia puesto asechanzas á extrajudicialmente durante la causa por cada una de las dos
)dío; cuestión de hecho, como se ve. partes, a lo cual llaman algunos elogio ó vituperio. Estos
AquiLa confirmación judicial tiene ordinariamente dos p a r t e s , nombres, que están ya destinados á significarlas dos especies
de discursos, en que se subdivide el género demostrativo, no
deben emplearse en esta otra significación; y pudiera darse pronunciados en aquellas reuniones ó j u n t a s , en que se v e n -
otro nombre á la exposición de lo dicho ó hecho extrajudicial- tilan y deciden cuestiones relativas al gobierno de las naciones,
m e n t e , llamándola narración extra cavsam ; así como se tomándose la palabra gobierno en toda fe extensión que tiene
llama refutación extra causam aquel pasaje de una oración en el uso común. Así pertenece á esta clase toda arenga en
judicial en que se r e f u t a n , no los argumentos que los con- que se defiende ó combate una resolución, ya se refiera a a
política propiamente dicha, ya á la legislación, ya a la paz o a la
trarios han opuesto en el proceso mismo y delante del tribu-
guerra ya á la administración interior del Estado. Este género
nal , sino los rumores que han esparcido, para pervertir la
de elocuencia de tan frecuente uso en las repúblicas antiguas
opinión publica y preocupar á los jueces; especies de refuta-
desapareció con su c a i d a , porque bajo el imperio militar de
ción, de que tenemos ejemplos en u n a de las Verrinas de
los romanos, aunque se trataban las mismas cuestiones en
Cicerón, y en su célebre oracion Pro Miloñe. La peroración consejos públicos ó secretos, la irresistible autoridad del mo-
en el género judicial tiene mucha gracia y energía, cuando el narca hacia inútil todo debate, y la timidez de los consejeros
orador r e s u m e , no solo sus argumentos sino también los del se limitaba á corroborar con su voto, y alabar con bajas adu-
contrario, comparándolos entre s í , ó todos j u n t o s , ó uno á ' | laciones la mas lijera indicación de la voluntad soberana. Es-
u n o , para hacer ver la fuerza de los primeros y la debilidad tablecida en las monarquías de la edad media una especie de
de los segundos. Por tanto deberá hacerse de este m o d o , representación nacional por la reunión de los barones y pre-
siempre que el asunto lo permita, y estemos seguros de que lados en ciertas épocas, para entender en materias de g o -
el paralelo nos ha de ser ventajoso. La mocion de afectos es la bierno, volvió á renacer la elocuencia p o p u l a r ; pero tan tosca
parte por donde ordinariamente concluyen las defensas en y desaliiíada, como debia esperarse de la ignorancia de aque-
materia criminal; y sobre ella nada hay que añadir á lo dicho, llos siglos. Mas cualquiera que fuese, volvio a eclipsarse de
sino que entre nosotros nunca puede ser tan viva y vehemente nuevo poco despues del renacimiento de las letras, p o r q u e ,
como entre los antiguos, en cuyos tribunales se presentaban habiéndose acrecentado, y muy felizmente para los pueblos
á implorar la clemencia de los jueces la m u j e r y los hijos del la autoridad de los príncipes por causas que no es de este
acusado y sus parientes y amigos, vestidos de luto, llorando y lugar exponer, dejaron de convocarse aquellas juntas genera es
acompañando sus súplicas con otras demostraciones de dolor; en los pueblos que las tenian. Así solo en Inglaterra y en las
lo cual hacia entonces muy naturales y oportunos los tiernos repúblicas aristocráticas de Venecia, Genova y Holanda, que
afectos del orador, que ahora parecerían afectados é intem- tenian juntas deliberantes, es donde hubo alguna sombra de
pestivos. las antiguas tribunas; hasta que la erección de u n a república
democrática en la América del Norte, la revolución francesa y el
Supuestas estas observaciones, lo que principalmente deben establecimiento del gobierno representativo en algunos Estados
hacer los que deseen sobresalir en el f o r o , es leer y releer han resucitado en parte la antigua manera de arengar a una
muy atentamente las oraciones forenses de Demóstenes y de asamblea numerosa sobre materias políticas. Es pues necesario
Cicerón. Las de aquel están escritas con la mayor sencillez, y tratar de esta especie de oratoria, aunque en realidad es muy
su tono y estilo tienen mucha analogía con la manera de abo- poco lo que en un tratado de retórica puede ensenarse que sea
gar en nuestros tribunales: las del segundo son pomposas y
elegantes, y muestran mas el artificio; pero unas y otras son útil en la práctica. , ..
el modelo inas perfecto de la oratoria forense por la fuerza de El que aspire á brillar algún día en los consejos gubernati-
los raciocinios y la sutil dialéctica con que están discutidas las vos, debe prepararse á desempeñar tan difícil encargo , h a -
cuestiones. ciendo un estudio profundo de las leyes, la economía política,
ARTÍCULO I I . la estadística, el sistema de hacienda y administración la
Oratoria política. diplomacia, y en los países católicos hasta el Derecho canon co
y la disciplina de la Iglesia. Con estos estudios y el de las reglas
Bajo este título general se comprenden todos los discursos generales del arte.de hablar, con la atenta lectura de los ora-
dores mas célebres antiguos y modernos, y teniendo p o r otra retóricas, no son ni aplicables ni útiles en el dia, veamos qué
parte las prendas naturales que pide la profesión de orador preceptos, ó mas bien qué consejos, deberán darse á los ora-
público, podrá sobresalir en los eongresos d e l i b e r a n t e s ; pero . dores políticos que puedan guiarlos en su difícil carrera. He
sin estos requisitos, poco ó nada le ayudarán los preceptos de dicho consejos, porque en efecto, cuanto puede enseñarse so-
los retóricos, sobre todo de los antiguos. Porque si bien las. bre la oratoria política, y hasta cierto punto sobre la forense
oraciones políticas de nuestro tiempo son de la m i s m a clase y la sagrada, está subordinado a las circunstancias locales; y
que las pronunciadas por Demóstenes en la plaza de Aténas y casi es imposible dar una sola regla terminante y precisa, que
p o r Cicerón en la de Roma, el auditorio no es el m i s m o : y sea aplicable á todos los casos. Ciertos principios generales,
esta sola circunstancia las da un carácter particular, y hace que la prudencia del orador aplicará en cada ocasion, es todo
que casi todas las observaciones de los antiguos maestros sobre lo que puede esperarse de un tratado didáctico sobre la mate-
el género deliberativo, que es cabalmente lo que nosotros lla- ria. Así Blair, que en otros puntos ha establecido con mucha
mamos oratoria política, no sean aplicables á los discursos exactitud y en tono dogmático reglas verdaderamente tales, no
que ahora se pronuncian delante de los cuerpos legislativos. ha podido dar sobre el presente mas que indicaciones genéri-
Los antiguos hablaban á un auditorio compuesto por la m a y o r cas que él mismo recapitula en estos t é r m i n o s : El fin de la
parte de la r u d a é ignorante plebe, y tenían por consiguiente elocucion popular ei la persuasión, y esta se debe fundar
que dirigirse, mas bien á las pasiones, que á la razón de sus en el convencimiento. Pruebas y razones han de ser la base
oyentes, acomodándose á su rudeza y proponiendo las pruebas de nuestros discursos, si no queremos ser unos meros decla-
con alguna prolijidad. Los oradores modernos hablan á un madores. Debemos empeñarnos ardientemente por aquel
cuerpo escogido, en cuyos individuos se debe s u p o n e r mucha lado de la causa que abrazamos, y explicar en lo posible
instrucción é inteligencia, y á los cuales bastan p o r lo común nuestros mismos sentimientos, y no unos fingidos. Los
lijeras indicaciones; y no es tan necesario conmover f u e r t e - pensamientos deben meditarse de antemano mas que las
mente su corazon, como ilustrar y convencer su entendi- palabras. Se ha de procurar un método y orden claro. La
miento. Ademas los antiguos hablaban en la plaza pública y expresión debe ser fervorosa y animada; pero aunque la
delante de un inmenso gentío; y así como les e r a necesario vehemencia puede á veces venir bien, deben contenerla y
levantar y esforzar mucho la voz para ser oidos, tenían t a m - refrenarla ciertos respetos, debidos al auditorio y al decoro
bién que abultar y exagerar los objetos mas d e lo q u e hoy del orador mismo. El estilo debe ser corriente y fácil, y
permite la rigurosa exactitud lógica, cuando se habla en un mas bien fuerte y descriptivo que difuso, y la recitación re-
recinto cerrado y á una concurrencia infinitamente m e n o r que suelta y firme. Todo esto es mucha verdad; pero también lo
la que llenaba la gran plaza de Aténas ó el vasto foro d e Roma. es que cuando llega el caso de hablar en público, semejantes
Estas observaciones deben tenerse presentes, cuando se lean generalidades nada e n s e ñ a n ; y la lástima es que no hay otras
V estudien los oradores antiguos, para no imitar servilmente en los tratados de retórica. Así, supuestas las reglas generales
su manera difusa y declamatoria. Las únicas oraciones de Ci- del arte de hablar, y las comunes á todos los discursos p ú b l i -
cerón que son parecidas á las de nuestros congresos, son las cos, lo único que puede añadirse respecto de las arengas polí-
que dijo en el s e n a d o ; pero aun en estas, la costumbre y el ticas, se reduce á lo siguiente :
hábito le impusieron la obligación de darlas el mismo aire y
giro que á las rigurosamente populares. Las arengas políticas En ellas el exordio debe constar por regla general de los
que tenemos de Demóstenes, fueron pronunciadas todas en la pensamientos llamados costumbres oratorias, porque como
plaza pública; y aunque m é n o s retóricas, por decirlo a s í , que entonces hace el orador oficio de consejero, es muy i m p o r -
las de Cicerón, no convendría hoy, aun en la Cámara baja del tante que desde luego procure dar muestras de p r u d e n c i a ,
Parlarmento inglés, hablar á los Diputados, como él hablaba á veracidad, recta intención y otras buenas cualidades, esencia-
los atenienses. les en quien ha de dar consejo. Es excusado prevenir que esto
se haga sin afectación., observando cuanto arriba se dijo sobre
Supuesto pues que las reglas contenidas en las antiguas IR
la modestia, sencillez y decoro que deben reinar en todo el
ticas paramente doctrinales al pueblo, discursos morales para
discurso, y particularmente en el exordio.
inspirar amor á la virtud y horror al vicio, y panegíricos de los
En este género regularmente no hay proposicion formal;
santos; en cuyas especies pudieran hacerse todavía algunas
pero si alguna vez conviene insinuar el punto de que se t r a t a ,
subdivisiones. Mas aunque cada una de las expresadas exige
ba de hacerse en pocas palabras, añadiendo las reflexiones, o
diverso tono y estilo, las reglas particulares que pueden darse
recordando los hechos que deban tenerse presentes, sin des-
son tan vagas, que poco ó nada aprovecharían en la práctica.
cender á formales y extendidas narraciones, a no ser en algún
Así me limitaré á aquellas observaciones que, siendo comunes
raro caso en que las circunstancias lo exijan.
á todas, pueden guiar á los principiantes en la composicion
La confirmación se hace del mismo modo que en los discur-
de este género de discursos.
sos judiciales, con la diferencia de que comunmente contiene
Ante todas cosas repetiré lo que ya he inculcado varias ve-
mas número de ejemplos que de argumentos positivos. ESTO
ces, á saber, que sin buenos estudios preliminares, sin la sóli-
se funda en que, tratándose de acciones futuras, y siendo 10
da instrucción que estos proporcionan, y sin aquella clase de
pasado la regla de lo venidero, el argumento mas poderoso de
talento que exija el género que cada uno elija para ejercitarse,
que una cosa saldrá bien en lo sucesivo, sera el que siempre
de nada sirven los preceptos retóricos. Pero también añadiré,
haya tenido buen éxito, y al contrario. En efecto vernos que
que supuesta esta preparación, es necesario tener bien enten-
los hombres, para emprender ó no cualquiera cosa, consultan
didas las reglas generales de la elocuencia y las particulares de
la experiencia de lo pasado, y se deciden por lo que se ha
cada especie de composicion, sino para crear grandes belle-
hecho en otras ocasiones semejantes, haciendo poco caso de
zas, á lo ménos para no cometer las muchas y graves faltas,
argumentos puramente metafísicos. Y lo aciertan; porque toda
en que siempre caerá el que las ignore ó voluntariamente las
deliberación es un verdadero cálculo de probabilidades, cuyos
quebrante. Contrayendo ahora este principio general á las
datos se han de tomar de la experiencia. Despues de los ejem-
composiciones de que tratamos, se ve que los dispensadores
plos, lo que mas influye en la voluntad de los oyentes, para
de la divina palabra, que deseen desempeñar con honor esta
determinarlos á abrazar el consejo que se les d a , es el crédito
parte de su ministerio, deben hacer previamente un estudio
del orador. Por esto, no solo en el exordio, como ya se dijo,
nada superficial de la sagrada Escritura, de la teología dogmá-
sino también en la conlirma-ion y en todo el discurso, deben
tica y m o r a l , de la historia, legislación y disciplina de la Igle-
irse sembrando los rasgos que hemos llamado expresión ele
sia ; y estar versados en la lectura de los Padres, de los escri-
costumbres, observando lo que se enseñó acerca de su uso en
tores ascéticos mas recomendables, y de los oradores sagrados
66 modernos de mayor celebridad. Con este caudal de doctrina,
Algunos de estos rasgos con una breve recapitulación for-
el buen gusto que se adquiere con la lectura de los clásicos
man por lo común el epílogo de las oraciones políticas. Por profanos, el estudio teórico de las reglas y un mediano talen-
tanto nada hay que añadir á lo dicho sobre las costumbres y to, es imposible que, si no llegan al ápice de la perfección en
la peroración. la oratoria sagrada (porque á la perfección son muy pocos los
ARTÍCULO I I I . que llegan en ningún género), dejen de ser oradores distin-
guidos. Pero el género de elocuencia que cultivan, exige toda-
Oratoria sagrada. vía otra cualidad, para que sus discursos hagan en el audito-
rio todo el efecto que desean, á saber, la de u n a sólida y re-
A esta pertenecen, como su n o m b r e mismo lo indica todos
conocida viitud. En todo orador es necesaria la probidad,
los discursos pronunciados sobre asuntos de religion delante
como ya queda indicado; pero si en los profanos basta una
de cierto n ú m e r o de oyentes. Pueden distinguirse varias cla-
conducta medianamente arreglada, en el que ha de subir al
ses, como, pláticas hechas á puerta cerrada a una porcion del
pulpito, es decir, á la cátedra del Espíritu s a n t o , se requiere
clero secular ó regular, ó á una comunidad de religiosas, pla-
ademas una piedad cristiana muy sólida. Esta es la que dará
á sus palabras, suponiendo que estas sean también dictadas
por la sabiduría, aquella unción que insinúa en el ánimo de mucho de que este tenga relación directa con la profesión, el
los líeles las grandes verdades (le la religión, y deshace sus co- genero de vida y las demás circunstancias de sus oyentes. No
razones en tiernas lágrimas de compunción y arrepentimiento. : puede darse cosa mas absurda y ridicula que hablar contra el
Suponiendo pues al predicador adornado de todas las c u a l i - lujo á miserables jornaleros, ó de los vicios propios de las gran-
dades intelectuales y morales que pide su augusto ministerio, des ciudades en una pequeña aldea. Sin embargo con bastante
pasemos ya á darle, no reglas verdaderamente tales, sino cier- frecuencia suelen oirse estos anacronismos oratorios, si puedo
tos consejos, los cuales sin embargo, si los tiene presentes, no explicarme así.
dejarán de serle útiles. Los extractaré de Blair, que aunque En cuarto lugar, el asunto, ademas de ser acomodado á k
protestante, lia tratado bien este punto. naturaleza del auditorio, debe siempre ser uno. Esto no quiere
En primer lugar, es menester que todo predicador al tomar decir que un punto capital y genérico no se divida en algunos
la pluma para componer un sermón, ó al meditarle, si no de los subalternos y particulares que abraza, sino que no se
hubiere de escribirle, se acuerde de que va á hacer un discur- traten en un mismo sermón varios, que sean absolutamente
so verdaderamente p o p u l a r , es decir, dirigido á una poreion inconexos é independientes, como lo serian la obligación del
mas ó ménos numerosa del pueblo, compuesta por la mayor ayuno y la de dar limosna. Ev^b regla de la unidad (que es co-
parte de gentes iliteratas. Con este recuerdo evitará insertar en m ú n , como veremos, á otras muchas composiciones, y aun
él puntos, pensamientos, doctrinas, palabras y alusiones que puede decirse á todas) se funda en que por las leyes de nuestra
sean absolutamente ininteligibles para el ignorante vulgo, ó á organización física, no podemos atender á un mismo tiempo á
lo ménos muy superiores á sus alcances. Ue dicho al compo- muchos objetos distintos; y por consiguiente, siempre que la
ner un sermón, tomando esta palabra en la acepción rigurosa atención se divide entre varios, se debilita la impresión que
de plática dirigida al pueblo ; porque si fuese destinada á un uno solo bien escogido hubiera hecho en nuestro ánimo.
auditorio escí^gido, como en aquellas que se hacen, ó en s e - En quinto lugar, los asuntos que se elijan para los sermo-
creto á una poreion del clero, ó en público á u n a corporacion nes, no han de ser demasiado generales y vagos ; al contrario,
que se supone ilustrada, entonces ya puede introducir concep- se ha de procurar circunscribirlos é individualizarlos, por de-
tos mas elevados, y emplear un lenguaje mas pomposo. , cirlo así. Porque si bien á un asunto general puede dársele
En segundo lugar, ha d e tener presente también, que todo cierta unidad, nunca será esta tan perfecta, como la que admite
sermón debe ser un discurso persuasivo, y que si bien la p e r - el que es mas particular y determinado. A esta regla faltan los
suasión ha de fundarse en el convencimiento, este solo no que para lucir su ingenio escogen los que se llaman lugares
basta por lo común. De consiguiente, aunque primera y p r i n - comunes, es decir, principios ó nociones generales, por ejem-
cipalmente debe ilustrar el entendimiento de su auditorio con plo, las excelencias de la virtud, la felicidad del justo y otros
buenas y sólidas razones q u e le convenzan de la verdad, utili- parecidos. Semejantes asuntos son sin duda espléndidos y fá-
dad ó necesidad de lo que le propone ; no basta que le instruya ciles de manejar, suministran descripciones y cuadros brillan-
y enseñe, es menester que conmueva su corazón. Para esto sir- tes, y admiten toda la riqueza de la erudición y de la historia;
ven las amplificaciones de que se habló en otro lugar, es decir, pero no son favorables para producir el grande efecto de la
la viva y animada pintura d e ciertos objetos, que puestos á la predicación, que es el de hacer mejores á los oyentes Mién-
vista del auditorio deben excitar aquellos sentimientos, los tras un predicador no sale de observaciones y descripciones
cuales dados, no puede ménos de resolverse á obrar como el generales, nadie se da por comprendido en su censura, y de
predicador le aconseja. No sube este al pùlpito para enseñar consiguiente cree que no se entiende con él lo que se d i c e ;
cosas nuevas, ni para argüir con incrédulos, sino para dar á pero si aquel sabe presentar cuadros individuales en que el
verdades conocidas, y que nadie le disputa, cierto aspecto y oyentí ?¡e vea retratado, no puede este ya desentenderse, y
colorido tales, que llamen la atención de sus oyentes y des- tiene que entrar dentro de sí mismo y reconocer á pesar suyo
pierten sus amortiguados afectos. la semejanza de su conducta con la que el orador ha pintado
En tercer lugar, es necesario que al elegir el asunto, cuide como ciiminal.
nobleza en el estilo, y en él son intolerables expresiones débi-
En sexto lugar, el predicador lia de procurar hacer intere- les y modos de hablar bajos ó vulgares; pero esta elevación en
santes sus instrucciones. Esta es, dice Blair, la piedra de to- el lenguaje es muy compatible con la claridad y sencillez. Las
que y la mayor señal de verdadero talento para la elocuen- palabras pueden y deben ser usuales, para que todo el m u n d o
cia del pulpito, pues no hay cosa que tanto se oponga al las entienda; sin embargo es menester que el estilo no de-
acierto en este género como la manera árida. La grande caiga. Ha de ser sí claro y sencillo, pero al mismo tiempo
habilidad de un predicador está en empeñar vivamente la enérgico, vivo y animado. El lenguaje de la Escritura, emplea-
atención del auditorio; para lo cual es preciso no engolfarse do con oportunidad, es el que da á los sermones m a j e s t a d ,
en razonamientos intrincados, no tratar cuestiones meramente nobleza y energía, ya sea que se citen directamente algunos
especulativas, y no exponer las verdades prácticas en un l e n - - textos, ya que se hagan felices alusiones á hechos históricos y
guaje abstracto y metafisico. El tono de estos discursos debe pasajes de Libros santos. Estos abundan en expresiones figu-
ser el de u n a conversación, y no han de escribirse como se radas las mas valientes y animadas, y así su lenguaje usado con
escribe un tratado, sino como se habla á la muchedumbre, tino y discernimiento da al estilo grandiosidad, nervio y cierto
cuidando de aplicar la parte doctrinal y didáctica del sermón aire de inspiración; pero es menester mucho juicio para ma-
á lo que tiene inmediata relación con la práctica. Sobre todo, nejarle, porque hay también, sobre todo en los Libros poéti-
lo que hace interesante la doctrina, es contraerla a determi- cos, ciertos hebraísmos que no se pueden conservar en caste-
nados caractéres y á ciertas situaciones de la vida. Por eso los llano, y ciertas hipérboles extraordinarias y metáforas atrevi-
ejemplos que se fundan en hechos históricos y se toman de la dísimas, que nosotros no debemos emplear. El fuego de que
vida c o m ú n , ejemplos de que está llena la Escritura, excitan se supone inflamado al predicador y la importancia de las ma-
en gran manera la atención, cuando están bien escogidos y terias de que habla, justifican hasta cierto punto, y aun exigen
aplicados. expresiones ardientes y animadas, y hacen á veces muy n a t u -
En séptimo lugar, al extender las pruebas y al emplear las • rales las personificaciones, las metáforas, las exclamaciones y
ampi ideaciones para la mocion de afectos, no se h a de apurar todas las formas propias del lenguaje de las pasiones; pero ha
la materia. Ya se previno por punto general que quien no de ser cuando el asunto las esté como pidiendo, y cuando deba
sabe callar, ni escribir sabe, es decir, que por parecer hom- parecer que el orador está fuertemente agitado y conmovido.
b r e instruido y erudito, no ha de decir nunca un escritor Otro encargo muy importante acerca del estilo hace Blair á los
cuanto sabe y se le ocurre sobre un asunto, sino escoger lo predicadores, y es que no imiten servilmente el modo de pre-
mas florido, interesante y oportuno. Mas este principio apli- dicar y la manera de este ó aquel orador determinado, ni to-
cable á todas las composiciones, pues en todas se requiere men por modelo ninguno de los estilos que alternativamente
cierta economía de pensamientos, es mas necesario en los ser- son de moda, porque este es un torrente que se hincha por la
mones, porque estando estos destinados á la persuasión, nada noche y á la mañana está ya seco.
se opone tanto á ella como la prolijidad. Si un predicador se En cuanto al plan y disposiciones de los sermones, deben
empeñase en no omitir cosa alguna de cuantas le sugiere su tenerse presentes, ademas de las reglas generales, las siguien-
memoria sobre el punto de que trata, el auditorio le oiria con tes observaciones de Blair : 1 . a El exordio no ha de ser de-
disgusto, y él perdería el vigor necesario para la mocion de masiado largo ni contener vagas generalidades. La expli-
afectos, que es y debe ser su principal objeto. cación del texto, ó la narración de algún hecho de historia
sagrada, que tenga conexion con el asunto y que abra el ca-
En octavo lugar, aunque en orden al estilo no debe el pre-
mino,-por decirlo"así, al resto del discurso, son generalmente
dicador descuidar ninguna de las cualidades generales, ha de
las introducciones mas oportunas; y cuando no puedan e m -
atender mas particularmente á la claridad y á la naturalidad
plearse con naturalidad, será mejor empezar sin introducción
ó sencillez. Así procurará evitar con mas cuidado que nadie
alguna, ó limitar esta á una ó dos cláusulas no muy largas.
los pensamientos sutiles, los términos anticuados y poéticos,
2.» La división de los sermones en dos ó tres partes [mayo
los técnicos, los filosóficos y las expresiones hinchadas, estu-
diadas y altisonantes. El pulpito requiere mucha dignidad y
número causaría confusion) está ya tan autorizada por el l a alabanza pues de las buenas acciones en si mismas, con
uso que no hay inconveniente en hacerla cuando el asunte abstracción de la persona que las h a c e , se llama simplemente
la pida. Y por mas que Fenelon repruebe en general las divi- Troció- y la de las personas panegirico, voz griega con que
siones, y*las tenga por invención de los escolásticos, es muy se designaron las arengas que en las ¡untas generales de la
cierto'que l a s emplearon algunas veces los oradores antiguos, Grecia se pronunciaban para honrar la memoria de los h é -
señaladamente Cicerón, como puede verse en varias de sus roes También se da el mismo nombre a aquellos discursos en
oraciones, y sobre todo en la q u e dijo en defensa de la ley que se alaban las cosas inanimadas, porque para hacerlo se las
Manilia. Ademas, la división en los sermones contribuye a la personifica en cierto modo. El vituperio de las acciones se
claridad, facilita la inteligencia, lija la atención del oyente, y llama invectiva, y el de las personas, que rara vez ocurre
sirve para que pueda conservar en la memoria lo que se le podrá decirse vituperación, si no se quiere extender hasta él
dice. 3.» En la oratoria sagrada raras veces hay narracio- la denominación genérica de invectiva.
nes extendidas y circunstanciadas, á no ser en los panegí- Los discursos destinados á elogiar a las personas se subdi-
ricos, los cuales en esta parte siguen las reglas generales de viden en varias clases, y tienen n o m b r e s particulares según las
todo elogio que luego se indicarán. La explicación de algún circunstancias y el motivo con que se pronuncian. Asi se llama
punto doctrinal es la que ocupa ordinariamente el logar de la oración fúnebre el panegírico de una persona hecho con oca-
narración; y sobre ella basta prevenir que sea concisa, clara y sion de su muerte ; qenelliaca la que se dirige a cumplimen-
sencilla, y que el estilo sea correcto, pero no muy adornado. tar á uno con motivo de haberle nacido un hijo - nupcial, o
4 a En la confirmación de las oraciones sagradas no hay en sola una palabra griega epitalamio, la que se hace en elo-
parte contenciosa, porque nadie niega ó disputa al orador gio de los recien casados; y eucarística aquella en que se.dan
la doctrina, los principios y los hechos que establece; lo gracias por los benelicios recibidos. A estas pudieran añadirse
que se exige de él es que svpa amplificarlos , para excitar en otras muchas, en que se da el parabién á una persona p o r ^
los oyentes los afectos que pueden contribuir a que en adelante guna dicha que ha conseguido, cada una de las c u d e s t.ene su
obren como el orador les p r o p o n e . 5. a Una fervorosa y pa- nombre propio, tomado de la particular especie de fehe d a d
tética exhortación, ó la deducción de algunas consecuen- que da motivo á hacerla. Por e j e m p l o se llama epinicio. la
cias importantes que nazcan como por si mismas de ta arenga en que se felicita á alguno por haber alcanzado una
doctrina enseñada en el cuerpo del discurso, son los dos victoria. Pero siendo estos nombres muchos difícil conservar-
modos mas oportunos de terminar los sermones; pero en e. los en la memoria, é inútil por otra parte hacer tan prohjas
último caso es menester no introducir algún objeto entera- subdivisiones, será mejor comprenderlas todas bajo el nomb e
mente nuevo, que distrayendo la atención de los oyentes de- genérico de oraciones gratulatorias; asi como llamamos C O Í I -
bilite el efecto producido p o r las primeras partes de la ora- solatorias aquellas, en que se procura consolar a uno por al-
cion ( I j. guna desgracia que le ha sucedido, y sea esla la que tuere.
Supuesta la explicación de los nombres que dan los retóri-
ARTÍCULO IV.
cos á las principales especies de discursos que comprende el
Del género demostrativo de los antiguos. género demostrativo, la cual se da, no porque se apruebe esta
manía escolástica de dividir y subdividir las cosas mas senci-
Si á este género pertenecen los discursos en que se alaba &
llas, sino para que no se extrañen estos n o m b r e s cuando se
vitupera, y se pueden alabar y vituperar las acciones en si encuentren en los libros, y para que se sopa su^verdadera sig-
mismas, ó las personas que las lian ejecutado, convendrá dis- nificación ; veamos ahora las reglas peculiares de los discursos
tinguir una y otra clase de elogios y vituperios, á lo menos
de este género. , . „
para fijar la nomenclatura técnica.
Primeramente el exordio, cuando por ser la oración muy
1. Puede que en alguna olra edición q u e de esta obra se llegue á hacetr mas(ade- extensa sea absolutamente necesario (porque en las muy
lante, nos sean permitidas otras ocho ó nueve realas que completen la doctrina w breves, como son las mas de este género, una introducción
ondiente i la oratoria »agrada, l l o j n o uos conviene apuntarlas.
49
formal y extendida seria ridicula), debe ser mtichc mas ador- cierto modo mas de bulto y bagan mas impresión. También
nado, pomposo y brillante que en las judiciales y delibera- parece que el elogio y la invectiva pueden concluirse oportu-
Uvas. La razón ^s que estos discursos se dirigen roas á delei- namente con una exhortado'lá los oyentes, para que prac-
tar ¡i los oyentes "que á instruirlos ó convencerlos, y no- hay tiquen las virtudes que se lian celebrado, ó huyan de los vicios
comunmente preocupaciones que desvanecer, ni necesidadie cuya deformidad acaban de ver. En el panegírico, ademas de
ganar los ánimos del auditorio; pues la curiosidad que le la exhortar á la imitación del héroe, podrá añadirse alguna vez
trr.ido, basta por sí sola para que escuche al orador con aten- un breve elogio del cuerpo ó profesion á que este pertenez-
ción y docilidad. Sin embargo los adornos que deben engala-/fjj ca, ó si ya ha muerto, del que le haya sucedido en el empleo.
n a r el exordio, han de ser naturales y de buen gusto, no afec-
tados ni demasiado relumbrantes. El exordio en las invectivas,
ya contra las personas, ya contra los vicios, puede ser patético
ó ex-abrupto, siempre que las circunstancias hagan legítimo
y verosímil este movimiento extraordinario, como se ve en la LIBRO II.
oración de Tulio contra Pisón y en la segunda Filípica.
La proposición suele omitirse, ó se enuncia tan concisa- COMPOSICIONES HISTÓRICAS, DIDACTICAS Y EPISTOLARES.
mente, que no puede mirarse corno parte considerable del
discurso. No obstante está bastante introducida la costumbre Habiendo reunido en un solo libro estos tres géneros de
de hacer divisiones y subdivisiones formales en las oraciones obras, porque sus reglas no exigen ser explicadas con tanta
panegíricas. Yo, siguiendo en esta parte el dictámen de Fene- extensión como las de la oratoria, le dividiré sin embargo para
lon, aconsejaría que no se hiciesen, porque rara vez son nece- mayor claridad en tres capítulos, cada uno de los cuales con-
sarias. Si alguna lo fueren, seguirán las reglas generales. tendrá lo mas necesario de saberse sobre estas tres clases de
La confirmación solo puede ser contenciosa en los pane- escritos.
gíricos cuando los hechos son dudosos ó increíbles, ó cuando CAPITULO PRIMERO.
alguno ha querido atribuir la gloria á otra persona; pero
este caso es muy raro, porque los elogios recaen ordinaria- OBRAS HISTÓRICAS.
mente sobre hazañas incontestables y cuyo autor es conocido.
Solo pues se necesita amplificarlas, esto es, hacer ver con toda Comprendiéndose bajo este título las obras en que se cuen-
la energía posible su grandeza, la utilidad que han producido, tan alguno« hechos ó sucesos, pudiendo ser estos ó verdaderos
la gloria que de ellas debe resultar á su autor, etc., etc. Esto á fingidos, y siendo diferentes en ambos casos las reglas para
puede hacerse, ó recorriendo por orden cronológico la vida su composicion; se hace necesario exponer separadamente las
entera del héroe, en cuyo caso el panegírico se llama analíti- de la historia verdadera y las de la ficticia.
co; ó escogiendo una ó mas de sus virtudes, y reüriendo á
ARTÍCULO PRIMERO.
ellas como pruebas sus principales hechos, á cuya forma dan
el nombre de panegírico sintético. En ambos casos las hazañas Historia verdadera.
que han de celebrarse, pueden referirse en una narración se-
guida como las judiciales, con la diferencia de que debe ser Entendiéndose por historia verdadera la narración de su-
mas adornada y pintoresca, ó interrumpiéndola con la ampli- cesos pasados, hecha para instrucción de los hombres ac-
ficación de cada hecho particular. Sin embargo la narración tuales y venideros, es claro que de su misma naturaleza y del
sejiuida parece mas propia de los sintéticos, y la interrumpida fin con que se escribe, debemos deducir las reglas para su
de los analíticos. composicion. Mas como de estas unas son relativas a las cuali-
dades que exige en el que haya de escribirla, y otras a la com-
Para epílogo basta por lo común una recapitulación enér-
posicion en sí misma, las propondré con separación
gica de los hechos, para que así amontonados parezcan en
formal y extendida seria ridicula), debe ser mtichc mas ador- cierto modo mas de bulto y hagan mas impresión. También
nado, pomposo y brillante que en las judiciales y delibera- parece que el elogio y la invectiva pueden concluirse oportu-
Uvas. La razón ^s que estos discursos se dirigen roas ú delei- namente con una exhortado'lá los oyentes, para que prac-
tar ¡i los oyentes "que á instruirlos ó convencerlos, y no- hay tiquen las virtudes que se han celebrado, ó huyan de los vicios
comunmente preocupaciones que desvanecer, ni necesidadie cuya deformidad acaban de ver. En el panegírico, ademas de
ganar los ánimos del auditorio; pues la curiosidad que le la exhortar á la imitación del héroe, podrá añadirse alguna vez
traído, basta por sí sola para que escuche al orador con aten- un breve elogio del cuerpo ó profesion á que este pertenez-
ción y docilidad. Sin embargo los adornos que deben engala-/fjj ca, ó si ya ha muerto, del que le haya sucedido en el empleo.
nar el exordio, han de ser naturales y de buen gusto, no afec-
tados ni demasiado relumbrantes. El exordio en las invectivas,
ya contra las personas, ya contra los vicios, puede ser patético
ó ex-abrupto, siempre que las circunstancias hagan legítimo
y verosímil este movimiento extraordinario, como se ve en la LIBRO II.
oración de Tulio contra Pisón y en la segunda Filípica.
La proposición suele omitirse, ó se enuncia tan concisa- COMPOSICIONES HISTÓRICAS, DIDACTICAS Y EPISTOLARES.
mente, que no puede mirarse como parte considerable del
discurso. No obstante está bastante introducida la costumbre Habiendo reunido en un solo libro estos tres géneros de
de hacer divisiones y subdivisiones formales en las oraciones obras, porque sus reglas no exigen ser explicadas con tanta
panegíricas. Yo, siguiendo en esta parte el dictámen de Fene- extensión como las de la oratoria, le dividiré sin embargo para
lon, aconsejaría que no se hiciesen, porque rara vez son nece- mayor claridad en tres capítulos, cada uno de los cuales con-
sarias. Si alguna lo fueren, seguirán las reglas generales. tendrá lo mas necesario de saberse sobre estas tres clases de
La confirmación solo puede ser contenciosa en los pane- escritos.
gíricos cuando los hechos son dudosos ó increíbles, ó cuando CAPITULO PRIMERO.
alguno ha querido atribuir la gloria á otra persona; pero
este caso es muy raro, porque los elogios recaen ordinaria- ORRAS HISTÓRICAS.
mente sobre hazañas incontestables y cuyo autor es conocido.
Solo pues se necesita amplificarlas, esto es, hacer ver con toda Comprendiéndose bajo este título las obras en que se cuen-
la energía posible su grandeza, la utilidad que han producido, tan alguno« hechos ó sucesos, pudiendo ser estos ó verdaderos
la gloria que de ellas debe resultar á su autor, etc., etc. Esto 6 fingidos, y siendo diferentes en ambos casos las reglas para
puede hacerse, ó recorriendo por orden cronológico la vida su composicion; se hace necesario exponer separadamente las
entera del héroe, en cuyo caso el panegírico se llama analíti- de la historia verdadera y las de la ficticia.
co; ó escogiendo una ó mas de sus virtudes, y refiriendo á
ARTÍCULO PRIMERO.
ellas como pruebas sus principales hechos, á cuya forma dan
el nombre de panegírico sintético. En ambos casos las hazañas Historia verdadera.
que han de celebrarse, pueden referirse en una narración se-
guida como las judiciales, con la diferencia de que debe ser Entendiéndose por historia verdadera la narración de su-
mas adornada y pintoresca, ó interrumpiéndola con la ampli- cesos pasados, hecha para instrucción de los hombres ac-
ficación de cada hecho particular. Sin embargo la narración tuales y venideros, es claro que de su misma naturaleza y del
sejiuida parece mas propia de los sintéticos, y la interrumpida fin con que se escribe, debemos deducir las reglas para su
de los analíticos. composicion. Mas como de estas unas son relativas a las cuali-
dades que exige en el que haya de escribirla, y otras a la com-
Para epílogo basta por lo común una recapitulación enér-
posicion en sí misma, las propondré con separación
gica de los hechos, para que así amontonados parezcan en
— 328 — — 329 —
NUMERO 1 . ° zas militares usos y costumbres, estado de civilización, carác-
ter y genio de sus habitantes, etc.; y 4.» sobre todo, la n a t u -
Cualidades de un historiador.
: f - h p r a D a e D 8 1 m , s m a 5 p o r ( * , , e s i n e s t o s conocimientos
Si la historia es el recuerdo de los hechos y sucesos pasados/ no podra juzgar con acierto de los hechos ni descubrir sus cau-
para instrucción de las generaciones posteriores á ellos, es sas, ni graduar sus resultados.
evidente que el historiador debe ante todas cosas, estar bien La instrucción en la geografía le es absolutamente ne-
instruido de aquellos que intenta referir, y de cuanto sea ne- cesaria, para que acaso no le suceda lo que á un mal historia-
dor, que por ignorarla trasladó desde la Siria á la Mesopotamia
cesario para darlos ;¡ conocer completamente; que en segundo
la ciudad de Samosata con sus murallas y ciudadela, como dice
lugar, los ha de presentar tales como pasaron, sin tomarse la
graciosamente Luciano. Y aun seria bueno ademas, que el his-
libertad de desfigurarlos; que en tercer lugar, debe contar
toriador no se contentase con las noticias geográficas que pue-
aquellos solamente de cuya noticia puede resultar alguna uti-
den suministrar los libros y los mapas, sino que viajase él mis-
lidad, eligiéndolos entre todos los que abraze el período de mo por los países que fueron teatro de los hechos que cuenta
tiempo cuya historia se propone escribir; y finalmente, que y que por este medio adquiriese cabal noticia de su topografía'
pues la instrucción que la historia ha de suministrar al género para describir con exactitud, cuando sea necesario, algún pa-
humano, debe ser relativa á la conducta de los particulares y raje, y apreciar en su justo valor las dificultades que el terreno
al gobierno de los pueblos, es necesario que el autor profese opuso a las empresas militares y á las marchas de los ejércitos,
en toda su obra buena moral y sana política, sin destruir con l a se deja conocer que esto seria imposible, si emprendiese
máximas erradas sobre uno ú otro punto el fruto que de su una historia universal, y muy difícil si hubiese de escribir la
escrito deberían sacar los lectoies. Resulta pues, que según de una gran parte del globo, como la de América, En tales
estos principios las calidades de un historiador pueden redu- casos puede contentarse con las noticias de los libros.
cirse á cuatro, instrucción, fidelidad ( 1 ) , discernimiento y
2.° Es igualmente claro que antes de tomar la pluma, debe
moralidad (21. Diré brevemente en qué consisten, y qué obli- hacer un grande acopio de materiales, consultando los d o c u -
gaciones imponen al historiador. mentos mas fidedignos, cotejando y comparando con critícalas
diversas relaciones publicadas é inéditas, en que se hallen con-
Instrucción. signados los hechos qué ha de escribir, lijando sus datas con
toda exactitud, y no dejando nada incierto, si ser puede en
Consistiendo esta en que el historiador esté enterado muy á cuanto a sus circunstancias. Sobre todo, al tiempo de coordi-
fondo de los hechos que ha de referir, y de todo lo que sea ne- narlos y presentarlos, es necesario que por el orden mismo
cesario para darlos á conocer completamente, es claro que de- haga ver sus causas, su mutuo enlace, el encadenamiento se-
berá saber, 1 l a geografía del país ó países en que pasaron creto de circunstancias y hechos anteriores que los prepararon,
aquellos hechos ; 2.° todas las circunstancias de personas, lu- y el influjo que cada uno de ellos tuvo en los que se le siguie-
gares y tiempos; sus motivos ó causas y los efectos que produ- ron. En esto consiste precisamente lo que se llama la filosofía
jeron : 3.° el estado político de la nación ó naciones que en de la historia, y en esto se diferencia de los meros compiladores
ellos intervinieron, ó á las cuales se extendió su influencia; la el verdadero historiador.
forma de su gobierno, su legislación, rentas, comercio, fuer-
3.° Le es necesario, como he dicho, un gran conocimiento
de la política, de la ciencia del gobierno, y de lo que se llama
L , ni
m o d e r n o , nacionalni e x t r a n g e r o que e n baga- estadística de las naciones. Sin esta instrucción no podrá for-
h oyv r « r d0,
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? " ° " ' i n a < l « s por e l temor d e la persecución, marse ideas claras de la fuerza, riqueza y poder de aquellas
S o r des«™. y aduljC10
" ' >odos h a n q u e b r a n t a d o e l precepto con ei
cuya historia escribe, y de las otras que hayan tenido con ella
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N ! ? i n S n , D , ! h r í U 6 ; a , b l , s c a r l a c » l a s h i f t o r i " s n i ^ l o s hisioriado- algún punto de contacto; ni señalar las cansas de sus revolu-
E t / f E ? S M i . «OP no tí"UMl0 |,orque
>'a n o s d i c e e l a a l o r m a s a d e - ciones, ni determinar sus relaciones particulares y sus respec-
J a 8u
3 m a en estoparleí ' " l j ' s l ü n a d o r e n t e r a m e n t e e x e n t o de c e n -
tivos intereses. Cuando se exige del historiador esta profunda añadir á los verdadoros alguna circunstancia que los haga mas
instrucción en materias de política y de gobierno, no se quiere interesantes, y les dé, por decirlo así, un colorido poético. El
decir que luego al escribir, haya de interrumpir a cada paso la no tomarse semejantes libertades, es mas difícil de lo que pa-
n a r r a c i ó n , para hacer disertaciones filosóficas y dar lecciones rece, porque,«íomo ya observó juiciosamente Cicerón, todos
de política. Al contrario, un buen historiador no debe hacer los hombres somos inclinados á añadir, cuando contamos un
otra cosa que suministrar á sus lectores oportunamente, y suceso, alguna cosa que le dé realce, particularmente si es fa-
cuando l a narración misma lo exija, los datos necesarios para vorable y grato á aquellos á quienes se le contamos.
la cabal inteligencia de su asunto, dándoles á conocer la con- 2 . a Exactitud. Por la misma razón es evidente que t a m -
stitución , y estado político y comercial de los países de que poco ha de arrogarse el derecho de omitir alguna circunstan-
trata, y sus mutuas relaciones. Mas luego que los ha puesto en cia importante, ó para disminuir la gravedad de las acciones
la maño los materiales necesarios, para que ellos puedan juz- vergonzosas y criminales, ó para menoscabar el mérito de las
gar por sí mismos, no debe prodigar sus propias opiniones, ni ilustres y virtuosas.
entrar en largos razonamientos. Y si alguna vez le fuere nece- 3. a Imparcialidad. Excusado parecía recomendar esta ca-
sario entablar una discusión f o r m a l , para fijar la verdad sobre lidad á los historiadores. Todo el que aspire á merecer este
puntos dudosos, ó hacer observaciones sobre algún acaeci- título, debe saber que desde que toma la pluma para escribir
miento singular y de extraordinario indujo, ha de poner mu- la historia, deja de ser griego ó romano, español ó francés,
cho cuidado en no reproducir muy á menudo semejantes dis- giielfo ó gibelino, y se trasforma en un maestro del género hu-
cusiones y comentarios. mano, superior á todo espíritu de partido y á toda querencia
4.0 Ademas de los conocimientos políticos, debe haber estu- d e patria, familia, profesión, etc. Sin embargo, rarísimos son
diado muy á fondo el corazon h u m a n o . Sin esto, ni podrí dis- hasta ahora los historiadores verdaderamente imparciales. Al-
currir sobre la conducta * carácter de sus personajes, ni ati- gunos por aparentar que lo eran, dieron en el extremo opues-
to, y huyendo de parecer afectos á su patria, casi se declararon
nará con los secretos resortes que les hicieron obrar de tal ó
sus enemigos; y poquísimos son los que no han torcido los he-
tal modo, en tales y tales circunstancias. Estos secretos móviles
chos para hacer triunfar al pueblo, partido, facción ó cuerpo
son las pasiones, y mal podri,a descubrirlos el que no haya es-
predilecto, ó á lo ménos para acomodarlos á sus opiniones per-
tudiado la naturaleza del hombre, y penetrado en los mas ín-
sonales.
timos repliegues de su corazon. En esta parte ningún historia-
d o r antiguo ni moderno es comparable con Tácito. Ninguno ha 4 . a Incorrvptibilidad y libertad. Estas son condiciones
conocido tan bien al hombre, ninguno ha presentado una co- necesarias para poder ser imparcial. El hombre que por avari-
pia tan fiel de la naturaleza h u m a n a . cia ó ambición sea capaz de desligurar los hechos, para adular
á algún poderoso, ó granj-earse el favor de cualquier gobierno,
partido, secta ó corporacion, ó que por miedo no tenga valor
Fidelidad.
para decir la verdad toda e n t e r a ; renuncie al honroso título
de historiador, es decir, de preceptor de los hombres. Estas
Bajo esta cualidad genérica se comprenden otras muchas
calidades se relieren particularmente al que escribe la historia
que indicaré sumariamente, porque la sola indicación bastará,
de su tiempo. Y como es tan difícil que un particular pueda
para que se conozca, cuán necesarias son en un historiador. desentenderse de toda mira de Ínteres personal, y arrostre las
t .a Veracidad. Pues que la historia no es una fábula com- persecuciones ó disgustos que puede acarrearle su f r a n q u e z a ,
puesta con solo el designio de agradar, y que hable á la ima- de ahí es que las historias que se escriben en la época misma
ginación y á las pasiones, sino una instrucción séria que habla de los acontecimientos, no son por lo común completamente
con el entendimiento y la r a z ó n , es claro que el historiador,
no solo no lia de fingir ningún hecho ( I ) , pero ni aun ha de
que no sea t a n falso como el hacer francés á Colon diciendo con la ligereza propia d e
lai autor, que el S . r Guibeza, antiguo prefecto de la Córcega, habia d e s c u l a r l o e n
Calví l a fé d e bautismo del inmortal marino. ¡Qué mentir tan descarado 1...
I . E n 1« «iKioria d e Chile escrita p o r e l francés Dou Claudio Gay, r a r o e s el lie'M
imparciales. Ser justo con los muertos, no es empresa muy ar-
dua ; para serlo con los vivos, es necesario un esfuerzo extra- mientos, es sumamente dificultosa, y el saber hacerla, uno de
los mayores méritos del historiador.
ordinario.
o. a Candor. Este consiste en que el historiador, ó por apa-
* Moralidad.
rentar imparcialidad, ó por mostrarse sagaz, no preste acaso á
los personajes de su historia miras secretas ó relinamientos de Debiendo escribirse la historia para instrucción del género
maldad, de que tal vez estuvieron muy distantes. Es menester humano, es innegable que en toda ella han de reinar una sana
no ver en los hechos mas de lo que realmente hay, ni prestar moral y una política justa. El historiador, tanto en la narra-
á los hombres mas malicia de la que tienen ; como al contra- ción de los hechos como en la descripción de los caractéres, se
rio, es preciso no creer en sus aparentes protestas de rectitud ha de mostrar partidario zeloso de la virtud y de la justicia.
y de amor al bien público, sobre todo cuando no están muy de No quiere decir esto que á cada paso, ni nunca, haya de rom-
acuerdo con su conducta ó con sus intereses. Estos sen siem- per el hilo de la historia, para dar lecciones formales de mo-
pre los que los mueven , y por ellos debemos juzgar de su in- ral ; ni que haya de predicar la virtud, como un misionero, ni
tención, no por sus palabras. que á cada acción que cuente añada, como algunos hacen,
frias y triviales moralidades que al lector se le ocurren fácil-
mente; sino que en el modo mismo de contar los hechos, ha
Discernimiento.
de mostrar siempre amorá la virtud é indignación contra el
Una de las cosas que hacen mas difícil escribirla historia, vicio, y que nunca ha de aprobar una acción injusta, ni excu-
es la multitud de hechos que el país mas limitado presenta en sar, y mucho ménos alabar, la política de los gobiernos, cuando
una época determinada, por corta que esta sea. l'n Estado se no está fundada en la moral. No sé si hay algún historiador
compone de varias provincias gubdivididas en distritos, cada enteramente exento de censura en esta parte.
uno de estos comprende mas ó ménos poblaciones, cada po-
NÚMERO 2.°
blación tiene cierto número de familias, y cada una de estas
cuenta algunos individuos. Querer pues dar razón de todo lo Reglas de las composiciones históricas consideradas en si
que en la época escogida hizo la nación entera, y cada provin- mismas.
cia, cada distrito, cada poblacion, cada familia, cada indivi-
duo ; sobre ser materialmente imposible saberlo, seria el En cualquiera historia es necesario distinguir, \ e l plan,
mayor absurdo. La historia es una lección útil dada á todo el 2.° el modo de contar los hechos, ó la narración, 3.° los re-
género humano; y así no debe contener mas hechos que los tratos que el autor hace ó puede hacer de algunos personajes,
que presenten cierto Ínteres general, y cuyo conocimiento 4.° las arengas ó discursos que pone en su boca ó refiere sus-
pueda ser de alguna utilidad. Hechos sueltos que no han in- tancialmente, 5.° las reflexiones que hace sobre los hechos que
cuenta.
fluido ni en bien ni en mal sobre la suerte de las naciones, po-
drán ser objeto de curiosidad; pero nunca serán parte legítima Plan.
de una historia verdaderamente filosófica. Si con arreglo á este
principio se refundiesen ahora todas las que existen, ¡ á cuán Las composiciones históricas son de varias clases. Eay histo-
poco quedarían reducidas algunas muy voluminosas! Así el rias generales y particulares, hay anales, memorias y vidas.
discernimiento del historiador < onsiste en saber distinguir y Historias generales son la de una nación, provincia ó ciudad
escoger entre la multitud de materiales que tiene á la mano, en toda la duración de su existencia, como la de Roma por
los que sean dignos de entrar en su obra, y esta elección no Tito Livio," y la de España por Mariana. Particulares las de
es tan fácil como pudiera creerse. En las historias de un sol« algún suceso parcial, como la guerra del Peloponeso por
suceso de corta duración no es muy difícil, pero en las gene- Tucídides, la conjuración de Catilina por Salustio. Por ana-
rales que abrazan tantos siglos y tanta multitud de aconteci- les se entiende la relación de los sucesos memorables acaeci-
dos durante un período de tiempo, mas ó ménos largo, dis-
puesta por orden cronológico y año por año. Se da el nombre tado de poder ó decadencia, de ilustración ó barbarie, á que
de memorias á una composición, en que el autor se propone vino ó vinieron á parar la nación ó naciones de que está tra-
dar cuenta. 110 de todos los hechos verificados en el periodo tando.*-La historia entera del linaje humano puede hacerse
que abrazan las memorias, sino de aquellos solamente en que u n a , si se saben encadenar sus diversas épocas y todas las re-
él mismo ha intervenido, ó que solo él ha estado en situación voluciones particulares de los pueblos, de manera que se vea
d« conocer circunstanciadamente. Las vidas son historias par- por qué grados y por qué serie de causas las familias primiti-
ticulares, no de un suceso, sino de algún persona)e. Cada una vas, dispersadas en Babel, se fueron sucesiva y gradualmente
de estas formas pide diverso plan. n
reuniendo en pequeñas sociedades; cómo estas se fueron i n -
Los anales v las memorias , que mas bien pueden llamarse corporando unas con otras y formaron Estados muy populo-
materiales para la historia que historias formales, piden que se sos; cómo estos se desunieron despues, y formaron naciones
siga rigurosamente el orden cronológico, y son como trozos mas limitadas; cómo v por qué combinación feliz de circun-
sueltos. Las vidas, pues que cada una forma un verdadero stancias algunos pueblos llegaron en ciertas épocas a un alto
todo, una historia completa, son susceptibles de cierta unidad. grado de civilización; cómo luego por un concurso de aconte-
Aunque abrazan todas las acciones memorables del lieroe y cimientos fatales decayeron de aquel punto de saber y cultura;
todos los sucesos en que tuvo alguna parte, como por estos y cómo esta renació, se aumentó, se extendió y lia llegado al
medios llegó aquel al último estado de elevación o abati- estado en que hoy la vemos. Este es el modo único de dar
miento, de prosperidad ó desgracia en que termino su vida; Ínteres á la historia y de hacerla útil. Saber lo que ha pasado,
se ve que refiriéndolos todos á este último término, y haciendo por solo saberlo, puede servir de pasatiempo ; pero si a este se
sentir el encadenamiento oculto por el cual unos acontecimien- ha de juntar la utilidad, es menester que lo pasado nos instruya
tos, que parecen independientes, le condujeron a aquel punto para lo venidero; v esto solo puede conseguirse, si se nos hace
de grandeza ó humillación en que acabó su carrera; puede y ver, cómo ha influido en nuestra suerte actual buena o mala.
debe el historiodar presentar un cuadro completo, que aunque Si es buena, para que fomentemos las causas de nuestra pros-
compuesto de muchas partes, sea verdadera y rigurosamente peridad ; si es mala, para que evitemos los errores que a ella
uno. Esto es lo que no siempre han observado los biógrafos. nos han conducido. Para saber coordinar una grande historia
Los mas de ellos presentan los hechos tan desunidos, que ape- de este modo filosófico é instructivo, se necesita mucho
nas podemos descubrir la influencia que cada uno de ellos talento.
tuvo en la suerte final del personaje, y parecen mas bien apun- Narración.
taciones para escribir su historia, que la noticia formal de su
A cuatro pueden reducirse las dotes de toda narración his-
vida puesta ya en orden y arreglada. Las historias particulares
tórica, cualquiera que sea la clase y forma de la composicion ,
son mas susceptibles de esta unidad de plan; y faltaría grose-
ramenle á este gran principio de la unidad, tan necesario de es decir, ya la historia sea general ó particular, ya la vida de
observarse en toda composicion literaria, el historiador que un solo personaje, y ya se escriba en forma de anales o de
limitándose á un solo suceso memorable, no acertase á reunir memorias. Estas dotes son claridad, brevedad, ornato,
y enlazar todos los hechos subalternos de que se compone, de dignidad.
modo que formen un solo todo. La claridad consiste en que los hechos se refieran con or-
den, y de modo que se vea su conexion. Para conseguirlo es
Mas difícil es dar esta unidad á una historia universal, y menester que el historiador siga el orden de tiempo, sin equi-
tanto mas, cuanto mas tiempo comprenda y se extienda á mas vocar ni fechas ni lugares, ni otras circunstancias que sea con-
pueblos. Sin embargo también estas pueden y deben ser en veniente distinguir; que no nos lleve repentinamente de un
cierto modo unas, aun abrazando muchos siglos y tanta mul- país á otro, que no interrumpa la relación de un hecho para
titud de hechos ,' al parecer inconexos. Para esto es menester intercalar la de otros totalmente inconexos, que no corte el
que el autor se proponga siempre como centro, en el cual hilo con inoportunas ó inútiles digresiones, que pase de un
vengan á reunirse todos los sucesos que refiere, el último es-
acontecimiento á otro con naturalidad, fundando la transición, reír, es incompatible con la gravedad de la historia. El que la
no en razones de conexion vagas y arbitrarias, sino en la de- escriba, debe sostener siempre el carácter de un sabio que
pendencia misma de los hechos; y sobre todo que halle medio habla con la posteridad , y nunca ha de hacer el papel de gra-
de formar una sola cadena de tanta multitud de sucesos, al pa- cioso ó de bufón. No quiere esto decir que el historiador no
recer incoherentes. Para esto es menester no poca habilidad y pueda variar alguna vez el tono de seriedad', que debe ser el
destreza: es preciso que el historiador domine enteramente dominante , para hacer sentir, si conviene, las miserias, debi-
la materia, y sea capaz de verla toda desde un solo punto de lidades, y aun ridiculeces, que suelen andar mezcladas con las
vista. Í ; cualidades mas nobles y heroicas en el carácter y la conducta
La brevedad exige que el bistoriadorpa.se rápidamente por de algunos personajes. Pero no debe abusar de esta libertad ;
los sucesos poco interesantes; y hasta en los que sean de y cuando crea útil dar á conocer alguna anécdota satírica baria
mayor consideración por sí mismos, ó mas fecundos en con- mejor, dice Blair, en ponerla por nota, que en introducirla en
secuencias, debe omitir las circunstancias inútiles, escoger el cuerpo de la obra, exponiéndose á ser demasiado familiar.
las mas relevantes y presentarlas por el lado mas luminoso.
Unas pocas circunstancias notables bien escogidas nos pondrán Retratos.
á la vista los hechos, mucho mejor que la enumeración indivi-
dual de todas sin dejar una, porque entre ellas siempre hay Es preciso , dice muy bien Condillac, pintar á los hombres
algunas de poca ó ninguna importancia, que el lector adivi- por sus acciones, no de imaginación ; porque los retratos 110
nará y suplirá fácilmente aun cuando no se le indiquen. Esta son interesantes, sino en cuanto son parecidos, y es menester
feliz elección de las circunstancias es lo que se llama pintura mucho juicio para hacer uno que lo sea. Sin embargo la mayor
histórica; parte en la cual ningún historiador moderno ha parte de los que se precian de sobresalir en este género , tie-
igualado á los antiguos, particularmente á los cuatro latinos nen á lo mas lo que malamente se llama ingenio. Andan á
César, Salustio, Livio y Tácito. caza de antítesis, ponen en prensa sus entendimientos para
La historia admite el ornato y la elegancia en un grado bas- hallar distinciones demasiado sutiles, no piensan mas que en
tante elevado; pero los adornos con que quiere ser engalana- hacer lindas frases, y la única cosa de que no cuidan, es de que
d a , han de ser de buen gusto y sólidos, no falsos relumbrones su retrato sea el de la persona retratada.
ni vana hojarasca. La simple narración ha de ser rápida; las Los retratos, dice Blair, son uno de los mas espléndidos, y
descripciones y pinturas animadas y vivas; aquella pide cláu- al mismo tiempo mas difíciles adornos de la composicion his-
sulas cortas y sueltas ; estas las admiten largas y periódicas, tórica ,,porque se consideran generalmente como lo mas deli-
porque el que describe ó pinta, puede reunir mas ideas en un cado de la obra; y un historiador que busca el lucimiento, se
solo grupo que el que narra sencillamente. Todas las gracias expone con frecuencia á dejarse llevar de un refinamiento ex-
de la elocucion , todas las formas oratorias, un lenguaje figu- cesivo, por el deseo de mostrarse muy profundo y penetrante.
rado hasta cierto punto, y un estilo bastante armonioso pue- Para esto amontona tantos y tan sutiles contrastes de calida-
den encontrar su lugar en la historia, señaladamente en las des , que en lugar de caracterizar al personaje, solo consigue
arengas; si se sabe distribuir todo esto con economía y opor- deslumhrarnos con expresiones relumbrantes.
tunidad , y si estos atavíos son naturales y no buscados con las juiciosas observaciones de estos dos críticos, y las
demasiado estudio. razones en que se fundan, yo aconsejaría á cualquiera que hu-
biese de escribir una historia, que no se pusiese nunca en el
La dignidad , que es su carácter esencial, es incompatible
empeño de hacer retratos formales y extendidos. Los historia-
con los adornos frivolos, la excesiva brillantez, las sutile-
dores griegos, como nota Blair, hacen á veces elogios, pero no
zas, los juegos de palabras y los conceptos epigramáticos.
retratos completos. Tácito tampoco los tiene en el sentido r i -
El estilo de la historia no ha de ser vulgar, las expresiones no
guroso que en literatura se da á esta palabra, es decir, que no
han de ser bajas, v en ella no vienen bien agudezas, chistes ni
enumera y reúne en un solo cuadro todas las cualidades m o -
chocarrerías. Un estilo burlesco, jocoso y satírico que hiciese
rales y políticas de algún personaje: lo que hace es dar algu-
nas pinceladas vigorosas, pira que se vea su carácter domi- que en cada ocasion se haya dicho por ambas partes, ó inserte
nante. Y los tan alabados de S a l u d o no son ciertamente lo los discursos mismos que se pronunciaron; pero en este caso
mejor de su historia, porque tienen mucho de arbitrarios. En es menester distinguir de tiempos. Si se trata de juntas deli-
efecto es muy difícil que al hacer el retrato completo de al- berantes posteriores al descubrimiento de la imprenta , como
guno, el aulor no sustituya su propia imaginación á la fisono- por medio de esta las actas de las deliberaciones se hallan con-
mía del retratado. Los personajes históricos, igualmente que signadas et. los periódicos ó en otras memorias coetáneas, el
los dramáticos, se han de pintar á sí mismos por sus acciones historiador está obligado, para no faltar á la verdad , á dar un
y conducta, y no los ha de dibujar la pluma del escritor. simple resúmen de lo que en ellas se dijo, ó si quiere referir
los discursos mismos, á copiarlos textualmente, ya enteros, ya
sus pasajes mas notables. Pero si se trata de gobiernos delibe-
Arengas. rantes anteriores á la imprenta, de los cuales es tan difícil en-

Los historiadores griegos desde Jleródoto, y los latinos sus contrar registros auténticos que hayan conservado las literales
imitadores, insertaron en sus obras ciertas arengas, que supo- discusiones; el historiador puede suplirlas, poniendo en boca
nen fueron pronunciadas por algunos personajes en circun- de los respectivos oradores. sino sus palabras mismas, lo que
stancias importantes; y ó las refieren textualmente, ó dan un verosímilmente debieron decir atendidas las circunstancias.
breve resumen de su contenido. Las primeras se llaman aren- Esto es cabalmente lo que hicieron los historiadores antiguos;
gas directas, las segundas indirectas. Algunos modernos, co- y se engañan mucho los que creen que sus arengas son entera-
piando demasiado servilmente á los antiguos, han introducido mente fingidas. Escriben la historia de unos pueblos, en los
también en sus obras estos retazos oratorios bajo ambas for- cuales todo se hacia con arengas, se encuentran en su narra-
mas. Y como algunas veces son intempestivos, y otras conoci- ción con hechos en que necesariamente debieron intervenir, y
damente fingidos, porque los personajes á quienes se atri- á falta de copias literales de las que se pronunciaron, dan las
buyen , no pronunciaron ni el discurso que el historiador'les que á su parecer se acercan mas á las verdaderas. No veo
supone, ni otro parecido; se ha suscitado la cuestión de si porqué se les ha de censurar en esta parte. Quizá alguna vez
tales arengas son ó no adorno legítimo de la historia. Unos las habrán hecho hablar á un personaje en ocasion en que él no
reprueban, otros las defienden, y la disputa está todavía por habló: yo lo dudo; pero aun suponiéndolo, este caso sera ra-
decidir. Sin embargo, distinguiendo los tiempos y las diversas rísimo. En Tucídides, que es el historiador que tiene mas
formas de gobierno de los diferentes pueblos cuya historia arengas, no hay una sola puesta en boca de un personaje que
haya de escribirse , es fácil resolver la cuestión, y dar reglas no pronunciase entonces un discurso delante de la j u n t a , a
seguras para introducir ó no arengas en una composicion his- quién la arenga se supone dirigida; y si no dijo literalmente
tórica. el que Tucídides le presta, debió de decir uno sustancial mente
parecido. El mismo historiador nos dice , que puso el mayor
En los gobiernos en que no hay juntas deliberantes, y en cuidado en que sus arengas se acercasen todo lo posible a las
los cuales todas las resoluciones emanan de la autoridad su- que fueron realmente pronunciadas,
prema y del solo gabinete, seria ridículo introducir oradores e Por otra parte las arengas de los antiguos tienen la gran
que en discursos formales aconsejen ó disuadan tal ó cual em- ventaja de que en ellas el historiador, sin mostrarse y sin que
presa, ó la adopcion de tal ó cual providencia. Mas en aquellos parezca que lo intenta, nos da noticias muy preciosas sobre la
gobiernos en que ó el pueblo entero, ó una junta de sus repre- política de aquellos antiguos Estados, sobre los secretos móviles
sentantes, ó ciertos cuerpos colegiados deliberan sobre los ne- de su conducta, sobre los intereses de los diferentes partidos,
gocios públicos, y en los cuales es necesario que se arengue al y sobre otros objetos no ménos interesantes; noticias que con
cuerpo deliberante, ya para aconsejarle que tome tal resolu- dificultad hubiera podido interpolar en la narración, sin inter-
ción , ya para demostrarle sus inconvenientes; nadie culpará rumpirla intempestivamenle y con demasiada frecuencia. Sin
al historiador, porque refiriendo estos debates, recapitule lo embargo, como en todo puede haber exceso, no tendre diíi-
cuitad en confesar que Tucídides multiplicó sin necesidad las articulo ii.
arengas directas, que estas son generalmente demasiado lar- Historia ficticia.
gas, y que en varias ocasiones hubiera hecho mejor en con-
tentarse con una breve indicación indirecta de los puntos ca- Bajo este título se comprenden las composiciones llamadas
pitales contenidos en las que imita. comunmente novelas y cuentos; composiciones que solo se
distinguen de las historias verdaderas en que los hechos y su-
Reflexiones. cesos que en ellas se reüeren no han pasado realmente, sino
que son fingidos por el autor. Sin embargo, esta sola dife-
Sobre esta especie de aforismos políticos ó morales, con que rencia las constituye en una clase muy diversa, pues en orden
un historiador puede y debe dar realce á su narración, es á la persona del autor, la circunstancia de ser los hechos fa-
necesario prevenir en primer lugar, que las reflexiones sean bulosos le exime de casi todas las obligaciones que lleva c o n -
nuevas, sólidas, interesantes, profundas, breves y nacidas de sigo el cargo de historiador. Ni la instrucción que exigen es
los hechos mismos. Por consiguiente deben condenarse todas tan vasta y la fidelidad tan escrupulosa, ni la elección de los
las que , ó sean comunes y trilladas, ó no estén fundadas en hechos tiene otra regla que la voluntad del que los inventa, ni
la verdad, ó no presenten una instrucción útil é importante, ó el estilo pide en muchas de ellas un tono tan serio como la
sean tan obvias que al lector ménos perspicaz se le ofrecerian, historia verdadera. Pero si por esta parte presentan ménos
ó se prolonguen demasiado, ó no tengan inmediata conexion dificultades, bajo otros respetos son de muy difícil ejecución ;
con los hechos sobre que recaen. y así es que entre tantos miles de novelas como se han escrito,
En segundo lugar, las reflexiones incorporadas en la narra- hay muy pocas que puedan llamarse clásicas. Por su natura-
ción como parte del pensamiento mismo narrativo, hacen mas leza son composiciones rigurosamente poéticas, y de consi-
efecto que propuestas con separación bajo la forma de aforismo guiente es tan difícil sobresalir en este género de obras, como
ó sentencia. Por ejemplo, hablando Tácito del odio secreto en cualquier otro de las que se llaman de imaginación. Ade-
que Livía y Tiberio teniar, á Germánico, y que él principió á mas, las reglas á que están sujetas, son, como vamos á ver,
muy severas, y el observarlas no es tan fácil como cree la turba
traslucir, dice que « estaba acongojado por los odios de su
de escritorzuelos que tan osadamente se arrojan á escribir
« abuela y de su tio, odios cuyas causas eran mas activas,
novelas.
« porque eran injustas o; quorum causee acriores, quia ini-
qu(B. lista profunda, nueva, interesante y sólida reflexión, á Mas ántes de pasar á exponer estas reglas diré algo acerca
saber, que el odio de los hombres es mas intenso cuanto mas de los diferentes asuntos sobre los cuales se han escrito nove-
injusto, hace mejor efecto enunciada de este modo, que si la las, y de las varias formas bajo las cuales se han presentado,
hubiese propuesto aparte, y en forma de sentencia. Al contra- previniendo ántes que las novelas y los cuentos no se distin-
rio , cuando al hablar del modo con que Domiciano trató á guen mas que en la extensión. Cuando los sucesos que con-
Agrícola, añade : « Es propio del hombre aborrecer á aquel á tienen son muchos y abrazan un período considerable de
« quien ha ofendido.» Proprium humani ingenii est odisse, tiempo, se llaman novelas; cuando son pocos y uo ocupan
quera Icesseris: la observación es exacta y bellísima, y está mucho tiempo, toman el nombre de cuentos; sin que sea
bien aplicada ; pero el modo de hacerla es, como nota Blair, fácil, ni muy importante tampoco, fijar con rigurosa exactitud
demasiado abstracto y filosófico. sus respectivos límites, y determinar la extensión que ha de
Finalmente, de cualquiera modo que se propongan, y aun- tener un cuento para que merezca ya el título de novela En
que reúnan todas las buenas cualidades indicadas, es menester esto hay mucha arbitrariedad. También es necesario prevenir
no prodigarlas con excesiva profusión. El historiador no ha de que las que yo llamaré siempre novelas, son las que los fran-
ceses llaman romans, y algunos de los nuestros con un im-
aspirar á parecer constantemente profundo; basta que se
perdonable galicismo han llamado también romances. Esta
muestre tal de tiempo en tiempo y con oportunidad. Tácito es
palabra está destinada entre nosotros á significar, no historias
hasta ahora el primero de los historiadores en esta parte de
las reflexiones, y quizá lo será siempre.
de hechos fingidos, sino una de las varias formas de nuestra tinuará siempre, ejercitando el ingenio de muchos escritores.
versificación. Y si están bien escritos, serán siempre leídos con gusto por
NÚMERO 1 toda clase de personas, señaladamente por los jóvenes. Porque
el amor á lo maravilloso y el gustar de ficciones ingeniosas,
Asuntos sobre que se han escrito historias ficticias, no es, como creen algunos, efecto de corrupción, sino cierta
y sus varias formas. inclinación natural fundada en la grandeza y dignidad del en-
tendimiento humano. Los objetos del mundo real, dice Ba-
La invención de sucesos fabulosos, ó para comunicar por con citado por Blair, no llenan el ánimo ni le satisfacen
medio de estas ficciones alguna instrucción útil, ó para solo enteramente; buscamos alguna cosa que ensanche mas el
entretener la ociosidad de los oyentes, es tan antigua como el corazon : apetecemos hechos mas heroicos y brillantes,
mundo. Todas las naciones han tenido desde el primer pe- acaecimientos mas variados y maravillosos, un orden de
ríodo de su existencia fábulas, consejas y cuentos de hechos cosas mas espléndido, una distribución mas general y jus-
maravillosos, con que las familias, reunidas alrededor de sus ta de recompensas y castigos que lo que estamos viendo; y
hogares en invierno, ó tomando el fresco en verano, pasaban no hallando estas cosas en las historias verdaderas, recur-
entretenidamente una parte de las noches, cuando por lo lar- rimos á las ficticias. Así es que todas las naciones las han te-
gas ó calurosas no podia el sueño llenarlas enteramente.Todavía nido y apreciado. Los indios, los persas y los árabes fueron
hoy lo estamos viendo en aquellas familias, que por habitar lodos famosos por sus cuentos: los antiguos griegos tuvieron
en el campo ó en pequeñas poblaciones, carecen de los recur- y alabaron mucho los jonios y milesios que ya han perecido,
sos que las grandes ciudades ofrecen, para distraer y ocupar y que según la noticia que de ellos queda, se versaban sobre
la ociosidad. ¿Qué seria pues, cuando las familias eran inde- aventuras amorosas expuestas con demasiada desnudez; y de
pendientes, y no se conocía mas sociedad que la doméstica? las muchas novelas que sobre el mismo asunto escribieron con
F.stas consejas, inventadas al principio solo para engañar el mas decencia en épocas posteriores, se conservan todavía al-
tiempo y llenar agradablemente ciertos momentos de ocio, gunas, que aanque no perfectas en su línea, no carecen de
fueron haciéndose mas útiles y adquiriendo mayor celebridad, mérito, merecen ser leidas, y han servido de modelo á varios
á medida que la civilización se aumentaba. Así vemos que escritores modernos.
desde tiempos muy antiguos se inventaron ya ficciones de va- En los siglos medios el sistema feudal, el uso de los due-
rias especies y formas, para corregir los vicios de los hombres, los, el establecimiento de los torneos, la institución de las ór-
poniéndoles á la vista las desgracias á que nos arrastran las denes militares y otras varias causas dieron origen á un sistema
pasiones; y que otras mas extensas é ingeniosas, y compuestas de caballería andanlesca, que fué entonces el asunto de todas
con mas artificio, continuaron sorprendiendo la imaginación las novelas, en las cuales no se propusieron sus autores otro
con aventuras maravillosas. Estas ficciones domésticas, espar- fin, que sorprender la imaginación con aventuras maravillosas,
cidas luego por todo el pueblo y comunicadas de boca en boca, extravagantes é inverosímiles. Caballeros errantes de valor mas
formaron.por mucho tiempo , juntamente con los cánticos sa- que heroico y de fuerzas mas que humanas, mágicos, hechi-
grados y marciales, toda la literatura de las naciones en los ceras ó hadas, dragones, gigantes, hombres invulnerables,
primeros períodos de su civilización, hasta que mas adelantada caballos con alas, castillos encantados; tales son las ficciones
esta, se fueron creando, perfeccionando, distinguiendo y se- monstruosas é increíbles que recibía con ansia la grosera igno-
parando unos de otros los varios géneros de composiciones rancia de aquellas edades, como tan conformes á las ideas su-
literarias que hoy conocemos. persticiosas que entonces dominaban. Estos delirios alimenta-
En e te estado, y habiéndose apoderado la poesía propia- ron por algunos siglos la curiosidad pública en casi todas las
mente dicha de varias de estas ficciones, los cuentos en prosa naciones de Europa, hasta que el inmortal Cervántes,' la abo-
formaron una clase á parte, que sobre diferentes asuntos y lición de los torneos, la prohibición de los duelos, la mayor
bajo diversas formas ha continuado hasta nuestros días, y con» cultura, el renacimiento de la buena filosofía, y la mudanza
en los usos y las costumbres derribaron la disparatada máqui- Debo advertir que en todas las publicadas hasta el último pe-
na de los libros de caballería, y comenzaron á dar otra direc- ríodo de (iue acabo de hablar, conservaron los autores ia forma
ción á las historias ficticias. histórica, reliriendo los sucesos en una narración adornada
En Italia y en España se escribieron primero novelas pasto- con arengas, como en las historias verdaderas; pero que algu-
riles mezcladas de prosa y verso, compuestas, mas bien para nas de las últimas han parecido en forma de cartas que se su-
insertar algunos de estos que sus autores habían compuesto ponen escritas por los mismos actores, con cuva ficción ellos,
sobre diferentes asuntos, que para presentar una acción verda- y no el autor, son los que cuentan los hechos; y esta es la
deramente pastoril; y al lin pararon en referir aventuras có- única variedad que han recibido en su forma, de cuyos incon-
micas y truhanescas sucedidas á personajes del ínfimo po- venientes y ventajas hablaré mas adelante.
puiai ho.
En Francia se escribieron novelas que podemos llamar his- NÚMERO 2.°
tóricas; unas épicas, como el Telémaco, y otras amorosas,
Reglas de la historia ficticia.
pero cuyos personajes eran héroes buscados en la historia ver-
dadera. Tales son el Ciro, la Clelia y la C/eopatra. En estas Siendo las novelas composiciones poéticas, y no habiendo
se desterraron ya los dragones, los nigrománticos, los castillos sido excluidas de las que se comprenden bajo este título, sino
encantados y los caballeros andantes. Pero, conservando aun porque les falta la circunstancia de estar escritas en verso, es
mucho de lo maravilloso, siendo los caractéres violentos, el claro que casi todas las regl.is á que están sujetas, serán las
estilo hinchado, y las aventuras inverosímiles, era imposible mismas que veremos, cuando se trate de la epopeya, tragedia,
que agradasen por mucho tiempo en un siglo filosófico y de comedia y fábula. Y como el anticiparlas ahora, para omitirlas
buen gusto. Así el aplauso que tuvieron al principio, fué de entonces, seria inoportuno, y el repetirlas despues, inútil y
corta duración. fastidioso ; solo haré aquí unas cuantas observaciones que mas
Poco despues tomaron otro aspecto; y de novelas heroico- directamente se refieren á las novelas.
amorosas vinieron á parar en novelas familiares. Y aunque los En primer lugar, pues estas, según el aspecto que última-
primeros ensayos no fueron rniy felices, poco á poco se fue- mente han tomado y el único que puede hacerlas apreciables,
ron mejorando. En Inglaterra fué donde primero se trató de son verdaderas lecciones de moral, en las cuales por medio
dar á estas composiciones cierta tendencia moral, y cierto gra- de ingeniosas ficciones se Ira a de inspirar amor á la virtud y
do de utilidad que ántes no habían tenido, y desde entonces horror al vicio, de disipar las ilusiones de las pasiones, y de
su objeto principal fué imitar la vida y los caractéres de los corregir los defectos ménos graves y aun las solas ridiculeces
hombres. Se presentaron personajes de la clase media de la de los hombres; es necesario que ante todas cosas reine en
sociedad en situaciones extraordinarias é interesantes, por ellas constantemente la moral mas pura, que sus autores no
cuyo medio se manifestase lo laudable ó defectuoso de sus ca- se permitan la menor liviandad, ni siembren máximas, que de
ractéres y de su conducta; se procuró hacer amable la virtud cualquier modo puedan ser opuestas á las buenas costumbres,
y odioso el vicio; se interesó la sensibilidad de los lectores que no autoricen errores peligrosos en ningún género, y que
con pinturas animadas de las desgracias á que el error, ó una al contrario procuren combatir las erradas opiniones de la
fatal combinación de circunstancias, puede arrastrar aun á las multitud y las supersticiones populares (I).
personas virtuosas; se descubrieron los odiosos medios de que En segundo luirar, como, aun siendo muy ejemplares, s e -
los malvados se valen para seducir la inocencia, y se pintó el rian insípidas, si la moralidad no va envuelta en hechos capa-
castigo que tarde ó temprano encuentran los crímenes y los ces de interesar á los lectores, es indispensable que el autor
vicios. En suma las novelas tomaron desde entonces un as-
pecto de moralidad que las hace en el dia dignas de la aten- í. Bajo ese ponto de vista, ni Durnas ni Sue escribirían una sola novela, ni una sola
ción de la crítica, y las coloca en una clase particular de com- escena dramática. Se han constituido maestros del escámalo, y como el J I U M I C O
aplaude sus producciones, cre>'n, on Salva, que lo mulo está en la obediencia á los
posiciones literarias, sujeta á las reglas que luego veremos. preceptos, y lo bueno en el desorden de los Densamieutos v la licencia de la leiijua.
sepa inventar una serie de sucesos tales, que por su i w cesario en las novelas. En las otras basta delinear sus princi-
dad, por lo vanado de los acontecimientos, y por las apurat pales facciones y algo abultadas, por decirlo asi, porque lian
situaciones en que coloque al personaje principal, es dec de ser vistos á cierta distancia; en las novelas es menester
al héroe o heroína de la historia (porque en estas, como pintarlos mas individualmente, y señalar bien los perfiles La
los poemas épicos, debe haber siempre un como protagonjst elección de los caractéres, la habilidad en pintarlos y distin-
interesen vivamente la atención, y la mantengan despiert guirlos, y el cuidado en sostenerlos, son las circunstancias que
Para esto es menester que esté dotado de una rica, viva y I mas F e a l z a n el mérito de las novelas. ,. ' , , ,
cunda imaginación. Cuando se recomienda el Ínteres en 1 En quinio lugar, es necesario que el au'or este dotado de
novelas, no se quiere decir que los hechos que se inventei una sensibilidad exquisita, fina y ejercitada, para que asi
sean extravagantes ó inverosímiles; al contrario. pueda pintar toda suerte de escenas patéticas, ya tiernas,
En tercer lugar, es necesario que la severa razón y el ju ya horrorosas, ya alegres, ya tristes, y conmover por este me-
cío preHdan á la invención de la fábula, es decir, que 1 dio el corazon de los lectores. Eslo es lo que principalmente
lances sean nuevos, pero no increibles, varios, pero no mi se busca en las novelas morales. Y aunque estas pueden divi-
complicados, y las situaciones del héroe peligrosas, mas r dirse en tres clases, las sentimentales, las de imaginación y
desesperadas, y tales que sin un milagro no haya podido ev las de costumbres, y que lo patético es mas necesario en las
tar el nesgo que le amenazaba. En suma, es menester no coi primeras que en las segundas y terceras; sin embargo aun en
tundir dos cosas que son muy diversas; interesar ó sosten« estas se requiere en mas alto grado que en otras composicio-
la atención de los lectores, y sorprender la imaginación con i nes análogas, cuales son la epopeya y la comedia. El poema
inesperado de los lances y la enredosa complicación de la f; épico habla principalmente á Ja imaginación, procurando ex-
bula. Por no haber tenido presente esta distinción algunos e¡ citar la admiración délos lectores; la comedia se dirige a la
cntores de novelas, como el griego Ileliodoro v nuestro Cei razón, haciéndola sentirla incongruencia que se observa entre
yantes, no acertaron ¡i dar un Ínteres verdaderamente dram; lo que los hombres hacen, y lo que su Ínteres exigía que lucie-
tico, ni aquel á su Teagenes, ni este á su Pérsiles. Lo qu sen ; pero las novelas, aun las de las dos ultimas clases, se
hicieron fue hacinar una sobre otra aventuras inverosímiles encaminan mas derechamente al corazon, para hacerle amar
y sacar a sus personajes de los peligros por medios absoluta lo que es perfecto y detestar lo defectuoso.
mente improbables, olvidándose de que este no es el camin En sexto lugar, se debe darlas unidad; para lo cual se
verdadero para interesar al lector. Porque si estos disparate observará lo que se dijo de las historias, á saber, que todos los
pueden por un instante agradar á la imaginación acalmada sucesos se relieran al desenlace final, ya sea este feliz ya des-
acude luego la razón, y haciendo sentir que aquello no pud graciado. La moralidad que resulta del éxito o desenlace es
pasar asi, destruye toda ilusión y la convierte en desprecio el centro al cual deben venir á parar todos los sucesos por di-
En estos escritos, mas que en ningún otro, es menester teñe vergentes que parezcan; como que no deben ser inventados
siempre a la vista el incredu/us odi de llorado. Esto no s sino para conducir al héroe á aquella situación de abatimiento
entiende con las alegóricas ni con las satíricas. En estas clases ó de triunfo, de dicha ó de infortunio, de la cual resulla la
con tal que la alegoría sea instructiva en las primeras, y 1 lección que el autor se propone dar á los hombres Los lunes-
satira lina en las segundas, se disimula la inverosimilitud de lo tos efectos , por ejemplo, de la mala educación, de la pasión
sucesos. del juego, de un amor inconsiderado, de un matrimonio con-
traído por miras de Ínteres, etc , etc., serian en otras tantas
En cuarto lugar, es preciso variar y diversificar much
novelas los puntos céntricos, á que deberían referirse todos
los caracteres, dibujarlos con mucha exactitud, contras-
los sucesos esparcidos en el curso de la obra-
tarlos debidamente, y sobre todo sostenerlos. Y aunque est.
es común hasta cierto grado á todas las composiciones que tie En sétimo lugar, el estilo ha de ser tan elegante como
nen algo de dramáticas, es decir, en las cuales se hace habla permita el asunto, atendidas todas las circunstancias. Las
y obrar a ciertos personajes; es mucho mas importante y ne novelas son precisamente, entre las' composiciones de prosa,
las que exigen mayor cuidado en esta p a r t e ; y aun en las ciue
piden el tono familiar, es imperdonable el menor descuido la el número de tiempos, con mas ó ménos sílabas, según que la
menor negligencia, el mas lijero desaliño. Porque,?como' se breves y largas están mezcladas en distintas proporciones; al
lee«i por entretenimiento, lo que principalmente se busca en paso que en castellano, en francés etc. cada especie de verso
e las, es el placer. La moralidad misma que encierran y la in- tiene constantemente un mismo número de sílabas, pudiendo
strucción que pueden suministrar, serian mal recibidas si no variar el tiempo que se tarda en pronunciarlas. Sin embargo,
viniesen ataviadas con las galas del estilo. Por consiguiente al si se advierte que aunque nosotros no medimos los tiempos tan
tiempo de escribir as, es necesario tener siempre á la vista compasadamente como los antiguos, no prescindimos de ellos
ni podemos prescindir, porque no toda reunión de once síla-
1 2 ° 6 f ? f e , v , e n e e n ó r d e n á ^ verdad, solidez, claridad bas, por ejemplo, forma un verso endecasílabo ni toda la de
J naturalidad de los pensamientos, á la p u m a , corrección ocho un octasílabo; sino que ademas es menester que de estas
energ, a y demás cualidades de las expresiones, al buen uto de once ú ocho sílabas haya unas acentuadas y otras sin acento,
a f o r m a s oratorias, al empleo del sentido figurado, y á la es decir, unas largas y otras breves, y que estén alternadas se-
esembarazada
suías Y armoniosa coordinacion de las d á u - gún cierta ley que ninguno lia sabido fijar basta ahora con exac-
titud, pero que no por eso deja de existir; nos convenceremos
d n í t f T , d ± ' , a f 0 r m n - q u í : P u e d e d a r s e á ] as novelas escribién- de que toda versificación, se funda en la medida del tiempo
Í ;, r 0 í l n 3 ™ l 0 n h ! s t ó r i c a en persona del autor, ó co- que se gasta, al pronunciar las porciones simétricas de soni-
mo correspondencia epistolar entre algunos personajes en la dos en que está dividida lacomposicion. Ni puede ser de otra
cual e lector vaya instruyéndose de los a c o L c i m i e n t o s ca- manera. Ya hemos visto que todos los versos se cantaban en
\ n r , ~ T r T a 6 J 0 , D d l C a d o q u e e s t a »^ovación tiene sus otro tiempo; y aunque algunos no están ya destinados á can-
Z T 2 e S l S " S , * En efect0
' ] a f o r ™ epistolar tarse, han conservado sin embargo la misma estructura que
hace mas dramat.ca la narración, el autor no se muestra nun- cuando se cantaban. Ahora bien, si cada verso era cantado, es
ca los personajes están siempre en la escena, y por este me- decir, pronunciado con ciertos tonos en un determinado pe-
cío se pueden introducir con naturalidad muchas circunstan- ríodo de tiempos musicales, es de toda necesidad que en su
cia,, muchos cabos sueltos, por decirlo así, que en una narra- pronunciación tónica no se gastasen mas ni ménos tiempos
a T m i S n í 3 S e n a d Í Í Y c i 1 r e u n i r ' : o n ] a -^cion principé Vero que los que abrazaba el período musical á que estaba acomo-
68 I n n e S a b l e
I ' q u e I a f o n n a e P i s t o , a r obliga dado, y por consiguiente que toda versificación se funde, ahora
P rmenores nada
Íene • d ¿ Z ° interesantes, á como entonces, en esta medida regular de I03 tiempos que se
E e n con r n l T ^ 8 ^ y á
d e n t a r inútilmente el emplean en recitar cada uno.
I h s ere A J ?, ' 1S a S mtl as
' epistolares de fechas, corte- Lo que se dice de la versificación de los antiguos, no es
íodo
b'en compensado, me parece preferible la exacto. Los griegos, y á su imitación los latinos, tenían cuatro
ZI T t T ' ? a y e n b o c a d e l a u t o r > variada con los discur- clases de versos. En la primera el número de piés, sílabas y
tr. d t i r T 6 ° S a C i ° r e S ' C u a n d 0 l , u e d a » oportunamente in- tiempos era fijo, determinado y constante. Tal es el senario
troducirse, amenizada con las descripciones que el asunto yámbico puro, porque constando de seis piés necesariamente
e a d C n ep¡SOdÍOS ó c o r l a s d res
s¡7' ¿T : °,
yambos, es decir, piés de' 8 dos ' °sílabas,
n e s , quebreve
Í e , ¿lan primera y larga
« n embargo estrecha conexion con los hechos á que se refie- la segunda; y contándose cada breve por un tiempo, y cada
larga por dos; resulta que todo senario yámbico puro tiene
^ ^ ™ en siempre seis piés, doce sílabas, y diez y ocho tiempos. De esta
clase son también los coriámbicos, los ialeucos ó endecasíla-
bos, los sálicos, Jos adónicos y los alcaicos.
CAPITULO I I . En la segunda el número de los piés y de los tiempos es
OBBAS DIDÁCTICAS.
constante; pero no lo es el de las sílabas. Porque pudiéndose
Ya dije que bajo este título se comprenden todas las com- medir por piés disílabos ó trisílabos, con tal que sean isócro-
nos, resulta que el mismo período musical puede llenarse con las ideas, la claridad del p l a n , la buena distribución de todas
mayor ó meuor número de sílabas, siempre que la suma de sus las partes, y el cuidado de no confundir bajo un mismo título
tiempos sea la que exige aquel género de metro. Tales son el cosas que sean realmente distintas. Pero al mismo tiempo de-
exámetro, el pentámetro, el llamado anapéstico y algún otro. ben evitarse las inútiles y demasiado prolijas divisiones y sub-
En la tercera el número de los piés y de las sílabas es lijo y divisiones de los escolásticos.
constante; pero no lo es el de los tiempos. Porque pudíendo Lo segundo que debe observarse en esta clase de escritos, es
ser los piés, aunque siempre disílabos, de tres ó de cuatro no descender á los últimos pormenores, y no recargarlos con
tiempos, resulta que siendo uno mismo el número de piés y aquellas ideas intermedias, que los lectores á quienes se desti-
de sílabas, el período musical es mas ó menos largo, según nan, podrán suplir fácilmente. Como se les supone instruidos,
que con los piés disílabos de tres tiempos se han mezclado ó á lo ménos bastante iniciados en los misterios de la ciencia,
mas ó ménos de los de cuatro. Tal es el senario yámbico con es necesario no entrar en largas explicaciones de lo mismo que
espondeos en los impares: sus piés siempre son seis y sus sí- saben, ó deben saber.
labas doce; pero si tiene un solo espondeo, sus tiempos se- Lo tercero que debe evitarse, es la pedantesca manía de os-
rán 1 9 ; si tiene dos, 20; y si llegan á tres, 21. De suerte que tentar erudición. El autor de una obra científica puede indicar
en esta clase, siendo fijo el número de las sílabas y los piés, en el prólogo las fuentes en que lia bebido, y los autores que
los tiempos son mas ó ménos dentro de dos límites constantes. . ha consultado, puede dar una breve historia de la ciencia
En la cuarta el número de los piés es lijo; pero no el de los basta su tiempo, describir sus progresos, y señalar el punto
tiempos ni el de las sílabas. Porque pudiéndose sustituir á un en que la dejaron sus predecesores; pero llenar de citas y de
pié disílabo de tres tiempos otro trisílabo de igual medida, y textos el cuerpo de la obra, y hacer comparecer una multitud
hasta un trisílabo de cuatro, resulta que en igual número de de autores para que, según la graciosa expresión de Cervántes,
piés es variable el de las sílabas y los tiempos. Tal es el sena- digan lo que él se sabría decir sin ellos, es pueril é insufri-
rio yámbico con tribraquios, dáctilos, anapestos, espondeos, ó ble pedantería. Las citas vienen bien, cuando es necesario
mixtos, en los cinco primeros piés. Y estos senarios son ordi- apoyar la doctrina ó comprobar el hecho con la autoridad
nariamente los de las comedias y tragedias griegas y latinas. ajena; los textos son oportunos y aun necesarios, cuando otro
Esto supuesto, es fácil conocer que nuestros versos son de escritor ha expresado ya tan felizmente el pensamiento que
la tercera clase, es decir, que siendo constante en cada metro vamos á enunciar, que variando la expresión habríamos de
el número de los piés y de las sílabas, no lo es el de los tiem- debilitarle.
pos. Porque los piés, que generalmente son disílabos, pueden En cuarto lugar, y por la misma razón, es menester no em-
ser de dos, tres ó cuatro tiempos, y mezclarse en diversas pro- plear demasiados términos técnicos de los usados y a . y no
porciones; de lo cual resulta que dentro de ciertos límites el introducir otros nuevos sin urgente necesidad. Es ridículo,
período musical será mas ó ménos largo, según que respecti- dice muy bien Condillac, recurrir á una lengua sabia, para
vamente. haya mas ó ménos espondeos, yambos, ¿oreos y pir- expresar ideas que tienen nombre en las vulgares. Esto es po-
riquios. Así un verso endecasílabo, por ejemplo, tiene siempre, ner obstáculos al progreso de las ciencias, aumentar su dificul-
si no es agudo, once sílabas divididas en cinco piés disílabos, tad, y querer persuadir que se sabe mucbo, cuando se saben
con una cesura breve; pero sus tiempos serán mas ó ménos, palabras.
según que los piés sean todos coreos ó yambos, ó esten mezcla- En quinto lugar, el autor no debe hablar demasiado de sí
dos con espondeos y pirriquios. Si todos son coreos, yambos ó mismo, como hacen los que malgastan el tiempo y el papel en
mixtos; los tiempos serán 16; si hubiere uno, dos ó tres pir- informar al público de sus estudios, de sus vigilias y de los
riquios, 1 5 , 1 4 ó 1 3 ; si al contrario se mezclaren con los yam- obstáculos que han tenido que vencer; los que hacen la e n u -
bos o coreos uno, dos, tres ó mas espondeos, ó si todos los meración de todo lo que en la materia se les ha ocurrido y
cinco lo fueren, los tiempos serán respectivamente f " , 18,19, despues han desechado, y de todas las opiniones que en otro
20 y 21. Pero como no es fácil que un endecasílabo tenga tiempo tuvieron y ya han abandonado; y los que sobre cada
punto dan la historia de todas las tentativas que se han hecho
y no lian tenido el resultado que se deseaba, é indican para lengua que los anteriores, perece que son su traducción y no
cada cuestión muchos medios de resolverla, cuando se busca se diferencian de ellos sino por el dialecto.
uno solo. Esto, como observa juiciosamente el mismo Con- En cuarto lugar, los términos técnicos deben irse definiendo
dillac, solo sirve para hacer abultado un libro y fastidiar al á medida que se emplean; y no como hacen algunos , que co-
lector; y si de semejantes obras se cercenase todo lo inúi% no locan al frente de la obra una larga lista, ó especie de diccio-
quedaría casi nada. nario, de todos los términos usados en la materia de que
trata.
articulo iii.
En quinto lugar, en orden á las definiciones de los objetos
y fenómenos de que se habla, ademas de 110 darlas, cuando
Elementos. aun no pueden ser entendidas, sino cuando por medio de aná-
lisis bien hechas se baya facilitado su inteligencia, es menester
Todo cuanto se ha dicho délos tratados magistrales, puede no empeñarse en definirlo todo. Hay ideas simples que 110 se
aplicarse también á los elementos, á excepción de que en estos pueden descomponer en otras, y de consiguiente no son sus-
es necesario no omitir las ideas intermedias, porque los lec- ceptibles de definición; y las que se dan como tales, no son
tores , que no saben todavía la ciencia, no podrían suplirlas. mas que oscuras perífrasis, palabras vacías de sentido , y á lo
Es menester entrar en explicaciones mas prolijas, porque se mas explicaciones de las causas. Así, por ejemplo, es impo-
trata con personas que oyen hablar de aquella materia por la sible definir el calor. Todo lo que puede hacerse es dar á co-
primera vez, y para quienes todos los objetos son nuevos : nocer mas ó ménos perfectamente la causa que le produce , á
conviene hacer transiciones formales, y no hay inconveniente saber, el calórico; pero la sensación que este produce en noso-
en dividir y subdividir la materia cuanto sea necesario , para tros, no admite mas definición que su nombre mismo.
que los objetos se presenten con la debida separación. Pero
ademas hay que hacer sobre los elementos algunas observa- artículo iv.
ciones que les son peculiares.
Varias Jornias de las obras didácticas.
Primeramente, no solo no admiten las expresiones figu-
radas, que hasta cierto punto pueden emplearse en los trata- La forma mas común de estos escritos, y la que realmente
dos magistrales, sino que desechan formalmente todas las que les conviene, es la exposición seguida hecha por el autor
no sean necesarias, para dar á las expresiones un grado de mismo. Pero como varios escritores antiguos emplearon la
claridad y precisión que sin ellas no podría obtenerse. Pro- del diálogo , y algunos modernos los han imitado , diré breve-
piedad en los términos, cláusulas fácil y claramente construi- mente lo que me parece sobre esta manera de tratar los asun-
das , sumo orden y encadenamiento en las ideas; lié aquí lo tos científicos.
que unos elementos de cualquiera ciencia ó arte exigen mas La forma de diálogo tiene á primera vista algunas ventajas,
imperiosamente que ninguna otra composicion. porque dando á las composiciones cierto aire dramático, debe
En segundo lugar, es necesario no emplear ningún término hacer mas interesante su lectura, y porque introduciendo per-
técnico sin definirle bien y lijar exactamente su significación ; sonajes de diferentes opiniones , se pueden exponer con mas
cosa de que en un tratado magistral podemos dispensarnos, fuerza los argumentos en contra. Sin embargo, si se examina
porque se supone que los que han de leerle, saben ya la lengua bien la materia, hallaremos que estas ventajas, si es que se
de aquella ciencia. encuentran en algún diálogo científico (porque en la mayor
En tercer lugar, no se variará en ellos la acepción de los ya parte délos hasta ahora publicados faltan absolutamente), no
usados y recibidos, como hacen algunos que creen haber for- compensan de ninguna manera los inconvenientes que tiene
mado unos elementos nuevos, porque han alterado la signifi- este modo de tratar las ciencias. La incesante repetición de las
cación de las voces; de suerte que estando escritos en la misma fórmulas, dijo A, respondió D, replicó C, si el autor refiere
la conversación, y aunque las suprima (indicándose al már-
gen por las iniciales de su nombre, cuando habla cada per- han hecho con las novelas, y otros han tratado también de este
sona ), la necesidad de decir mil cosas extranjeras al fondo de modo los asuntos de ciencias y de artes, y las discusiones po-
la cuestión para hacer natural y verosímil el diálogo ; la repe- lémicas y críticas. Todas estas composiciones no son una ver-
tición inevitable de cada objecion, cuando el uno la propone dadera correspondencia epistolar, ni forman una clase á parte:
y el otro la resume para rebatirla; la precisión de interrumpir las que constituyen la que voy á explicar, son las cartas priva-
con frecuencia la exposición de la doctrina," para hacer hablar das y familiares que un autor ha escrito á algunos de sus ami-
á los otros interlocutores, porque si uno la expusiese sin in- gos ú otros personajes de su tiempo sin intención de publi-
interrupcion , los restantes serian personajes mudos; la oscu- carlas ; y las que cualquiera puede escribir sobre negocios
ridad que resulta de esta mezcla de los principios que se quie- particulares ó públicos, para comunicar con personas ausentes
ren establecer, y de las objeciones que se pueden hacer contra lo que las circunstancias le obligarían á decirlas de \iva voz,
ellos; el tono dramático, y de consiguiente algo poético, que si no lo estuviesen.
es preciso tomar en materias que no le admiten naturalmente; Las cartas tienen diferentes nombres, ó por mejor decir se
todas estas desventajas, di*o, y otras mas que pudieran aña- dividen en varias clases, según los diversos lines á que pueden
dirse, me hacen creer que no conviene presentar bajo esta dirigirse, y los asuntos sobre que se versan. Las hay de pé-
forma las obras rigurosamente didácticas. same, enhorabuena y recomendación; consolatorias, suasorias
El diálogo viene bien en composiciones satíricas sobre asun- y disuasorias ; de olicio y familiares, de petición y eucarísticas,
tos, ya de moral, ya de crítica. En estas, si se sabe manejar, esto es, para dar gracias por algún beneficio recibido, etc. Pero
realza mucho su mérito, y las hace muy interesantes. Porque como las pocas reglas útiles que pueden darse para su compo-
como en esia clase de escritos se trata de censurar las extrava- sicion, son comunes á todas ellas, pasaré á indicarlas breve-
gancias, los defectos y las ridiculeces que se observan, ya en mente, sin contraerlas á clases determinadas.
la conducta de los hombres, ya en sus usos y costumbres, ya •i .* El estilo ha de ser natural y sencillo en el mas alto
en sus creencias supersticiosas, ó el mal gusto, la ignorancia y grado posible, porque la afectación y nimio adorno vienen tan
la pedantería de los escritores; todas estas cosas resaltan mas, mal en una carta, como en la conversación ordinaria.
si se los pone en acción, y se les hace hablar á ellos mismos. 2.* Esta naturalidad y sencillez no excluyen los pensa-
Luciano es un modelo perfecto en esta clase de composicion; mientos ingeniosos y profundos; al contrario, las hacen
y hasta añora nadie le ha igualado, aunque le han imitado graciosas é interesantes, si las agudezas no son estudiadas , y
algunos. Y no es de admirar, porque un buen diálogo satírico las sentencias no se prodigan con exceso.
sobre asuntos de moral ó de crítica, es mas difícil en su eje- 3.' El lenguaje y el tono han de ser familiares en aquel
cución que lo que ordinariamente se cree. ¡No basta, dice Blair, grado que corresponda á la mayor ó menor intimidad que
introducir diferentes personas que hablen unas despues de haya entre los dos corresponsales, á la mayor ó menor im-
otras; es necesario que en su natural y animada conversación portancia del asunto sobre que se verse la correspondencia,
muestren su carácter y se retraten á sí mismas : para lo cual y á la mayor ó menor dignidad de la persona á quien se
es menester poner en boca de cada una aquellos pensamientos dirige la carta. Si esta no es de oficio, sino de particular á
y aquellas expresiones que en efecto emplearían, si hablasen particular, aun siendo escrita al mas alto personaje, debe con-
en realidad sobre aquel asunto; cosa muy difícil. servar cierto aire de familiaridad. Pero esta ha de ser una
familiaridad noble, por entre la cual se trasluzca el respeto
debido al carácter de la persona con quien hablamos.
CAPITULO I I I . k.' La sencillez, la naturalidad y el tono familiar qué
& recomendamos en las cartas, no quieren decir un total
COMPOSICIONES E P I S T O L A R E S , O C A R T A S .
descuido y desaliño. Escribiendo al amigo mas íntimo, se
No se trata aquí de la forma epistolar que u n escritor puede debe poner alguna atención en el estilo, para evitar todo de-
dar á cualquiera composicion. Ya hemos visto que algunos lo fecto en materia de pureza y corrección. Un lijero descuido en
esta última es disimulable; pero una constante negligencia
no baya rigurosa ficción, en todas ellas tiene mucha parte la
daría muy mala idea del gusto del escritor.
fantasía y la artificiosa invención del que las escribe. Pueden
5 . ' En las cartas no vienen bien por lo general cláusulas
reducirse á tres clases : la \ . a comprende todas aquellas, en
muy numerosas, y una coordinación de las palabras de-
que el poeta habla él mismo directamente con los lectores por
masiado musical; basta que las expresiones y su combina-
ción no sean conocidamente duras. todo el curso de la obra, sin que esto impida que en algún
pasaje pueda inlroducir, hablando por dialogismo ó prosopo-
(!.' Por lo común tampoco admiten cláusulas largas y peya, una persona verdadera ó fingida; y por esta razón p u e -
periódicasj al contrario, la soltura v facilidad en las cons- den llamarse directas ó no dramáticas. La 2. a aquellas en
trucciones, son uno de los caracteres dominantes del estilo que él no habla nunca, sino ciertas personas, en cuya boca
epistolar. Esto, como ya se ha dicho respecto de las otras cua- pone toda la composicion; y se llaman dramáticas, es decir,
lidades del estilo, no se ha de tomar tan literalmente, que si composiciones en las cuales las personas de que se trata obran,
alguna vez el pensamiento mismo está convidando á una con- están en acción. La 3. a aquellas en que unas veces habla él, y
strucción periódica, dejemos de emplearla. Todo lo que viene otras alguna ó algunas personas; y se llaman de consiguiente
naturalmente, todo lo que sale del corazon, tanto en orden á mixtas, porque participan del carácter de las dos primeras.
Jos pensamientos como al modo de presentarlos y de expre- Trataré de ellas con separación; pero antes diré algo sobre el
sarlos , es bueno : el vicio está en la afectación. artificio de elocucion que es común á todas, es decir, del
1.' Los símiles muy extendidos y circunstanciados, la verso.
demasiada erudición, las alusiones oscuras y remotas, los
términos poco usados, el tono muy remontado, las personi-
ficaciones, las apostrofes á objetos inanimados, y otros
movimientos oratorios de esta clase, son intempestivos en LIBRO PRIMERO.
las cartas; porque no parecen naturales en el que escribe
tranquilamente en su gabinete. Sin embargo, tal circunstancia D E L V E R S O , SU N A T U R A L E Z A , ORIGEN Y MECANISMO , DE LA V E R S I F I -

puede haber, su imaginación puede estar tan acalorada , y su CACION CASTELLANA , Y D E LA D I F E R E N C I A E N T R E E L L E N G U A J E Y


corazon tan conmovido, que este lenguaje sea el mas propio E S T I L O DE LA P R O S A Y DE LOS V E R S O S .
en su situación. Entonces puede emplearle : todas las reglas
están sujetas al prudente discernimiento del escritor; todas ó
las mas son generales, y admiten algunas excepciones. CAPITULO PRIMERO.
El modelo mas perfecto que hasta ahora posee la literatura N A T C R A L E Z A , ORÍGEN Y MECANISMO DEL V E R S O .
en esta parte, son las cartas de Cicerón. Están escritas con
elegancia, pero sin que se conozca el estudio. ¿Quien creería que habiéndose compuesto obras de verso
en todas las naciones cultas hace tantos siglos, y habiéndose
hablado tanto acerca de su mecanismo, nadie haya dicho toda-
vía con exactitud, qué cosa es veiso, y en qué se difereucia de
k prosa? Increíble parece; pero es un hecho. Sin embargo, si
SECCION S E G U N D A . observamos que las obras compuestas en verso están divididas
en porciones simétricas sujetas á una ó mas medidas determi-
COMPOSICIONES EN VERSO. nadas, 7 y que al contrario las que se llaman de prosa, están
distribuidas en porciones no simétricas, ni sujetas á determi-
Estas se llaman obras poéticas, ó simplemente poesías: v nadas medidas; es fácil conocer que lo que se llama versifica-
el que las compone, poeta, palabra griega que significa hace- ción, no es otra cosa que la artificiosa y constante distribu-
dor, esto es, inventor; porque en efecto, aunque en algunas ción de una obra en porciones simétricas de determinadas
esta última es disimulable; pero una constante negligencia
no baya rigurosa ficción, en todas ellas tiene mucha parte la
daría muy mala idea del gusto del escritor.
fantasía y la artificiosa invención del que las escribe. Pueden
5 . ' En las cartas no vienen bien por lo general cláusulas
reducirse á tres clases : la \ . a comprende todas aquellas, en
muy numerosas, y una coordinación de las palabras de-
que el poeta habla él mismo directamente con los lectores por
masiado musical; basta que Sas expresiones y su combina-
todo el curso de la obra, sin que esto impida que en algún
ción no sean conocidamente duras.
pasaje pueda introducir, hablando por dialogismo ó prosopo-
(!.' Por lo común tampoco admiten cláusulas largas y peya, una persona verdadera ó fingida; y por esta razón p u e -
periódicas; al contrario, la soltura v facilidad en las cons- den llamarse directas ó no dramáticas. La 2. a aquellas en
trucciones, son uno de los caracteres dominantes del estilo que él no habla nunca, sino ciertas personas, en cuya boca
epistolar. Esto, como ya se ha dicho respecto de las otras cua- pone toda la composicion; y se llaman dramáticas, es decir,
lidades del estilo, no se lia de tomar tan literalmente, que si composiciones en las cuales las personas de que se trata obran,
alguna vez el pensamiento mismo está convidando á una con- están en acción. La 3. a aquellas en que unas veces habla él, y
strucción periódica, dejemos de emplearla. Todo lo que viene otras alguna ó algunas personas; y se llaman de consiguiente
naturalmente, todo lo que sale del corazon, tanto en orden á mixtas, porque participan del carácter de las dos primeras.
Jos pensamientos como al modo de presentarlos y de expre- Trataré de ellas con separación; pero antes diré algo sobre el
sarlos , es bueno : el vicio está en la afectación. artificio de elocucion que es común á todas, es decir, del
1.' Los símiles muy extendidos y circunstanciados, la verso.
demasiada erudición, las alusiones oscuras y remotas, los
términos poco usados, el tono muy remontado, las personi-
ficaciones, las apostrofes á objetos inanimados, y otros
movimientos oratorios de esta clase, son intempestivos en LIBRO PRIMERO.
las cartas; porque no parecen naturales en el que escribe
tranquilamente en su gabinete. Sin embargo, tal circunstancia D E L V E R S O , SU N A T U R A L E Z A , ORIGEN Y MECANISMO , DE LA V E R S I F I -

puede haber, su imaginación puede estar tan acalorada , y su CACION CASTELLANA , Y D E LA D I F E R E N C I A E N T R E E L L E N G U A J E Y


corazon tan conmovido, que este lenguaje sea el mas propio E S T I L O DE LA P R O S A Y DE LOS V E R S O S .
en su situación. Ir.ntónces puede emplearle : todas las reglas
están sujetas al prudente discernimiento del escritor; todas ó
las mas son generales, y admiten algunas excepciones. CAPITULO PRIMERO.
El modelo mas perfecto que hasta ahora posee la literatura N A T U R A L E Z A , ORÍGEN Y MECANISMO DEL V E R S O .
en esta parte, son las cartas de Cicerón. Están escritas con
elegancia, pero sin que se conozca el estudio. ¿Quien creería que habiéndose compuesto obras de verso
en todas las naciones cultas hace tantos siglos, y habiéndose
hablado tanto acerca de su mecanismo, nadie haya dicho toda-
vía con exactitud, qué cosa es veiso, y en qué se difereucia de
ía prosa? Increíble parece; pero es un hecho. Sin embargo, si
SECCION S E G U N D A . observamos que las obras compuestas en verso están divididas
en porciones simétricas sujetas á una ó mas medidas determi-
COMPOSICIONES EN VERSO. nadas, 7 y que al contrario las que se llaman de prosa, están
distribuidas en porciones no simétricas, ni sujetas á determi-
Estas se llaman obras poéticas, ó simplemente poesías: v nadas medidas; es fácil conocer que lo que se llama versifica-
el que las compone, poeta, palabra griega que significa hace- ción, no es otra cosa que la artificiosa y constante distribu-
dor, esto es, inventor; porque en efecto, aunque en algunas ción de una obra en porciones simétricas de determinadas
posiciones en que el autor se propone instruir á sus lecto-
dimensiones, y un verso cada una de estas mismas porcio-
res sobre objetos de ciencias ó artes. Y aunque tales obras
nes sujetas á ciertos medidas. Son innumerables', pues la mayor parte de los libros nue exis-
i o s versos no son invención de esta o aquella nación parti- ten y existirán pertenecen á esta clase; sin embargo,"si obser-
cular, sino comunes á todas, y tan antiguos casi como el hom- vamos que todos ellos son, ó disertaciones sueltas sobre algún
bre : son hasta cierto punto un efecto mecánico de su organi- punto determinado, ó cuerpos enteros y sistemáticos de doc-
zación, y no han sido inventados por el estudio, El hombre es trina sobre una ciencia ó arte en toda su extensión, ó sobre
poeta y músico por naturaleza. Y así como, sin conocer la teo- alguna de sus partes; y que estos tratados completos son, ó
ría científica de la música, cantó ya en los primeros periodos magistrales y dirigidos á los lectores iniciados ya en la ciencia,
de su existencia, es decir, dió á los sonidos de su,organo vocal o elementales para instrucción de aquellos que no la han salu-
varios tonos que cuadraban con el estado interior de su alma, dado todavía; veremos que las obras didácticas pueden redu-
y expresaban su alegría ó su tristeza, su admiración, su asom- cirse á tres clases principales : -I .* disertaciones, 2.* tratados
bro, etc.; del mismo modo distribuyó sus expresiones, ma- magistrales, 3.* elementos.
quinalmente y sin conocer ninguna teoría métrica, en ciertas
porciones, cuya duración al pronunciarlas correspondiese a la artículo primero.
de las modulaciones musicales de su voz. Las medidas á que
al principio las sujetase, y la manera de combinarlas no se- Disertaciones.
rian, como se deja conocer, las mas armoniosas y felices, ni Comprendemos bajo este nombre, no solo las composicio-
serian tampoco muy variadas; pero el placer debió de irse sin- nes que materialmente tienen este título, sino los tratados
tiendo por grados; y para aumentarle y diversificarle, se fué sueltos sobre objetos de ciencias y artes, ya sean dirigidos á
poniendo ya mas atención, se mejoraron y variaron las medi- todo el público, ya presentados ó leídos á un cuerpo literario
das, y la música y la versificación llegaron á ser un arte, esto con el título de memorias. Tales son las de la Academia de
es, á reducirse á reglas lijas. El canto y el verso anduvieron al ciencias de Paris, la de inscripciones, y otras varias en todas
principio siempre juntos, y ni había músico, que no fuese las naciones cultas de Europa: tales los artículos literarios in-
poeta, ni poeta que no fuese músico, antes por lo común cada sertos en los periódicos, etc., etc.
uno cantaba sus propios versos; pero con el tiempo se dividie- Acerca de estas obras, todo lo que puede prevenirse á los
ron , y las reglas para su respectiva ejecución formaron dos que quieran escribirlas es, que escogida ya la materia y ha-
artes enteramente separadas, aunque bastante análogas en- biéndola meditado y estudiado muy á fondo, que es lo mas
tre sí. esencial, no descuiden el estilo, creyendo que los engalana-
Consistiendo la versificación en distribuir las composiciones mientos y las flores de la elocuencia son incompatibles con la
en ciertos grupos de palabras (ó mas bien de sílabas, porque austera gravedad de la filosofía y de las ciencias. Estas dese-
puede haber algún verso que no contenga mas que una sola chan en efecto todo adorno frivolo, estudiado, pueril y relum-
palabra) sujetosá determinadas medidas, y pudiéndose contar brante; pero admiten muy bien, y aun exigen cierta mode-
el número de las silabas, y medir el tiempo que se emplea en rada elegancia. Sobre todo piden el mas alto grado posible de
su pronunciación; parece que la versificación puede ser de dos claridad y precisión. Y como para que un escrito le tenga, ¿ es
especies, de las cuales la primera consista en que las porcio- necesario que el autor ponga el mayor cuidado en la elección
nes regulares en que está partida la obra, tengan determinado de los pensamientos y de las expresiones, y en la composicion
número de silabas, y la segunda en que sin fijar el número de de las cláusulas, resulla que el que se propone escribir sobre
estas, sea determinado el de los tiempos que han de gastarse algún asunto científico, debe tener muy estudiadas la lengua
en su pronunciación. Así se cree generalmente : se dice que el que haya de emplear y las reglas de la elocuencia, y atender á
griego y el latín adoptaron esta última, y las lenguas modernas ellas sin perderlas nunca de vista. No logrará probablemente
la primera; y se cita como prueba convincente el hecho de que instruir á sus lectores, el que no sepa empeñar su atención ó
en latín y en griego un mismo verso puede llenarse, sin variar
interesarlos en el asunto por el modo mismo de presentarle. mas de dos pirnquios, ni mas de cuatro espondeos, puede es-
Un lenguaje incorrecto y no castizo, un estilo desaliñado y tablecerse j ? o r regla general, que nuestro endecasílabo llano
confuso, unas cláusulas oscuras, embarazosas y mal construi- tiene once sílabas divididas en cinco pies disílabos yambos ó
das, liarían que el tratado mas importante por el fondo se coreos, ó mezclados entre sí y con los espondeos y pirriquios
cayese de las manos. Aun cuando buscamos principalmente la en diversas proporciones al arbitrio del poeta, y ademas una
instrucción, queremos que esta nos sea comunicada de una cesura breve, y que sus tiempos no bajan de 14 ni pasan de 21.
manera agradable, ó que por lo menos no nos fatigue y ofenda. Téngase también por principio general, verdadero é incon-
Si todos los que se meten á escribir sobre asuntos científicos, cuso, que nuestros versos están distribuidos en piés de dos sí-
observaran con cuidado esta regla, tendríamos sin duda ménos labas, ya las dos sean breves (pirriquios), ya largas (espon-
obras didácticas, pero las que hubiese, serian mas útiles, mas deos) , ya breve y larga (yambos), ya larga y breve (coreos),
instructivas y mas leidas. Pero siendo tantos los que toman la con alguna cesura al fin, si el número de sílabas es impar, y
pluma sin saber manejarla, no es extraño que entre los innu- que no los medimos por pies de tres, cuatro ó mas sílabas. Y
merables volúmenes que se han dado y dan diariamente á luz, aunque Luzan se empeñó en hallar dáctilos en nuestros ver-
sean muy contados los que pueden leerse con gusto. sos, sus inútiles tentativas demostraron que no los tienen. Aun
en el verso adónico, en que parece que admitimos el dáctilo,
Mas si muchos escritores didácticos han mirado con despre-
no le hay en realidad. Nuestro adónico es un verso de cinco
cio la parte del estilo, y contentos con enseñar verdades, han
sílabas, que por lo común consta de un coreo, un yambo y
descuidado hacerlas interesantes por la manera misma de pre-
una cesura breve, y no de un dáctilo y un espondeo como el
sentarlas, otros, al contrario, han puesto en esto demasiado
latino. La prueba es demostrativa. En este de Yillégas,
estudio; y llenos de lo que aprendieron en las aulas sobre
tropos, figuras y elegancias, han creído que todo escrito debia Zéfiro blando,
ser una composicion oratoria, y como ellos decian una oracion
aun concediendo que constase de dos piés, y el primero fuese
retórica, y han recargado sus tratados científicos, particular-
dáctilo, el segundo no puede ser espondeo, pues la o de blando
mente las disertaciones académicas, de figuras muy oratorio-
es breve. Así la verdad es que el adónico español (ya que se le
poéticas, como las apostrofes, exclamaciones, prosopopeyas, quiere dar este nombre) consta de dos piés disílabos (coreos,
etc. Este es un e r r o r : las formas que convienen á las compo- yambos ó mixtos) y una cesura breve. Para que se vea compro-
siciones didácticas, son las llamadas de raciocinio, señalada- bada la verdad de estos principios, daré algunos ejemplos.
mente los símiles ilustrativos, y los ejemplos tomados de los El verso de Garcilaso que dice,
hechos y caractéres de los hombres. Todo asunto moral y po-
lítico los admite naturalmente, y siempre que son introduci- El dulce lamentar de dos pastores.
dos con oportunidad, hacen buen efecto. Porque, como dice
debe medirse a s í :
Blair, ademas de dar variedad al escrito y aliviar el ánimo de
la fatiga del raciocinio, convencen mas que los mismos argu- él dül-c<5 la-mcntar-dí dós-pasló-i£s:
mentos, pues sacando la filosofía del campo de las abstraccio-
y consta, como se ve, de un espondeo, un pirriquío, otro es-
nes, hacen en cierto modo sensibles y palpables sus verdades. pondeo, un yambo, tercer espondeo y una cesura breve : sus
tiempos \ 8.
ARTÍCULO II. Este de Rioja :
Tratados magistrales.
al ül-tími5-süspí-r5 dg-mí vi-dá,
Estos piden ante todas cosas u n estilo puro, correcto, pre- se mide como está indicado; consta de un espondeo, un pirri-
ciso, claro y limpio de toda superfluidad, y admiten ménos or- quío, otro espondeo, otro pirriquío, un yambo, y la cesuia, y
nato que los tratados sueltos y disertaciones académicas. Lo que sus tiempos son i 6.
principalmente requieren, es e l orden y encadenamiento en
percibimos ya., de cierta vocal brevísima parecida al scheva de
Haea ahora la prueba el que quiera, y verá que en efecto los hebreos; así como toda vocal va precedida de una lijerísi-
gasta menos tiempo en recitar el segundo que eI p r i m e r o . y ma articulación semejante al vau de los mismos hebreos,-ó al
que el ritmo ó proporcion musical entre los pies es muy g e - digama de los eólicos, ó á la aspiración tenue de los otros grie-
rente en ambos sin embargo de que el numero de s labas es e gos ; y por consiguiente que si la silaba as, por ejemplo, se
mismo - prueba incontestable de que nosotros para aneglar hubiese de escribir, notando con distintos signos la aspiración
S ritmo de nuestros versos, no prescindimos del tiempo que que precede á la voz representada por la vocal a, y la brevísi-
exigen para su recitación; y de consiguiente que para hacer un ma voz que sigue á la articulación representada por la conso-
verso no basta que tenga las seis, ocho, diez u once silaba nante s, habría que escribir la palabra as de esta manera ha sé.
que indica su nombre, sino que es necesario ademasque¡las De esta doctrina, que es ciertísima, se sigue que no solo en el
combinaciones de breves con breves, largas con largas, y cíe griego y el latin, sino en todas las lenguas muertas y vivas,
unas con otras tomadas de dos en dos, en suma los pies es- existentes y posibles (porque el mecanismo de la voz humana
tén arregladas según cierta ley en cada genero d ^ m e t r o . De fué siempre, es y será el mismo en lodos los hombres) la vo-
donde resulta que nuestros versos son exactamente como los cal, á quien siguen dos consonantes simples ó una doble, se
griegos y latinos de la tercera clase, es decir como aquel os en hace larga por esta circunstancia.
que siendo constante el número de los piés y de las silaba,,
3.° Que aunque los griegos y romanos distinguiau el acento
¿o lo es el de los tiempos; que es lo que me propuse demos-
prosódico de la cantidad de las sílabas, nosotros hemos unido
y confundido ambas cosas; y así para nosotros toda sílaba
^ S e me preguntará tal vez porqué en los versos citados.(y h) acentuada es larga por uso.
misnm seria en otro cualquiera que se midiese, son respecti- 4." Que en consecuencia en toda palabra la sílaba ó sílabas
vamente largas y breves las sílabas que he señalado como ta- no acentuadas son breves atendiendo al acento, pero podrán
l e s ^ forman en consecuencia los espondeos, yambos y p i r n - ser largas por posicion. Sin embargo los diptongos en este caso
qu os que he notado. Para responder a esta prgguna sena se consideran como breves.
menester escribir un tratado completo de prosodia castelLana, 5.° Que en castellano, como en griego y en latín, es larga
tratado curioso, útil, y aun necesario, que no tenemos por la sílaba formada por contracción. Asilo son del y al, con-
desgracia. Pero pues esto no me es posible por ahora n se- traidas por de el, á el.
mejante tratado debe entrar en la presente obra, me hmi a e 6.° Que en consecuencia de lo establecido en el segundo
á indicar algunos principios generales, ciertos é incontes- principio, la sílaba breve, puesta antes de dos consonantes
tablcs que pertenecen á la siguiente, queda breve, si no se alarga por
' -I °*En castellano, como en griego y en latin, todo diptongo licencia poética. Y como en este caso la segunda silaba co-
es largo por su naturaleza, y no puede menos de serlo; por- mienza por dos consonantes, y nosotros no empezamos nin-
que sonando las dos vocales distinta aunque rápidamente, son guna por dos mudas ó dos líquidas, ni por liquida y muda,
dos los tiempos que se gastan en pronunciarlas. Hágase a sino por muda y líquida; resulta que estas últimas no forman
prueba, y se notará sensiblemente que se tarda mas en pro- posicion : lo mismo exactamente que entre los latinos y grie-
nunciar la sílaba ais en leíais, que la sílaba a en eia. ^ gos, aunque irntre estos últimos tampoco la forman ciertas
o ° Toda vocal seguida de dos consonantes, de las cuaies ia combinaciones de dos mudas ó dos líquidas con que pedían
primera se junta con ella al deletrear y la segunda con la si- empezar sus sílabas. Pero esta que parece una excepción, es
guiente, es también necesariamente larga por posicion, como la confirmación de la regla, porque en este caso las dos conso-
se dice en Ja prosodia latina y en la griega. La razop de este nantes pertenecen también á la silaba segunda, y no se repar-
hecho, que no ha dado ningún gramático antiguo, se hallara ten entre ella y la primera.
en Destutt-Tracv. Allí se verá que ninguna consonante termina Supuestos pues estos principios incontestables, porque,
sílaba ni puede sonar por sí sola, sino que siempre va acom- como ya he dicho y se ve, están fundados en el mecanismo del
pañada, aunque por la rapidez con que pronunciamos no 10
órgano vocal; fácil es convencerse de que las sílabas que he se-
ñalado como respectivamente largas y breves, lo son en reali-
dad, y que unidas de dos en dos han de formar necesariamente forma verso. Para que no se dude, sustituyase á dulce la pa-
los piés que resultan de la unión de dos largas, dos breves, lar- labra feliz, aunque impropia, y ya tendremos el verso :
ga y breve, y breve y larga, es decir, los puros purísimos es-
pondeos, pirriquios, coreos y yambos de los griegos y latinos. El lamentar feliz de dos pastores.
En efecto, Y porqué? Porque cayendo la cesura despues de la sexta síla-
él dül- | es un pié que consta de dos sílabas; pero ambas ba, esta es acentuada, como lo pide la ley del metro.
son largas por posicion (principio segundo); luego es un es- Si todavía quedase alguna duda en que las dos consonantes
pondeo : que no sean muda y líquida, hacen larga por posicion la vocal
cé lá- | olro cuyas dos sílabas son breves por no acentua- precedente, observe cualquiera de buena fe con cuánta mas
das (principio cuarto); luego es un pirriquio : rapidez pasa por la o de Srár que por la de obstar, sin embargo
mentar- | ambas largas, la primera por posicion y la se- de que ni una ni otra están acentuadas : prueba irrefragable
gunda por acentuada (principios segundo y tercero); luego for- de que ademas del acento hay otra cosa que puede hacer l a r -
man otro espondeo : gas las sílabas. Lo mismo se observará entre la u de circuló y
dS-dos- | la primera breve por no acentuada (en esto se la de circundar. ¿Quién puede negar que para pronunciar com-
distingue la preposición de de la tercera persona del presente pletamente la sílaba en que está la última u se gasta doble tiem-
de subjuntivo del verbo dar, él dé) y la segunda por posicion; po, que para recorrer la de la primera?
luego tenemos un yambo :
pastó- | largas ambas, la primera por posicion y la segun-
da por acento; luego de ellas resulta un espondeo, CAPITULO I I .
rfe | cesura breve por no acentuada.
YEBSIFICACIOTÍ CASTELLANA.
Háganse las mismas observaciones sobre el otro verso y sobre •
todos los que lo sean, y se verá comprobada la doctrina. Lo que caracteriza nuestra versificación y la distingue de la
Se me preguntará todavía, porqué esta reunión de once sí- antigua, es la rima perfecta ó imperfecta. La primera, llamada
labas, El dulce lamentar de dos pastores, forma verso, y no con propiedad rima ó consonancia, consiste en que los ver-
le forma esta otra, El lamentar dulce de dos pastores, sin sos que se corresponden entre sí, acaben con palabras, en las
embargo de que esta puede medirse también de este modo, cuales la vocal acentuada y todas las que se la sigan, sean idén-
ticamente las mismas. Así, son verdaderos consonantes gem-
él lá-méntar-dülcé-dé dos-pásto-rés,
ido, y escarnec-ído, pero no lo son lánguido, y despido; lo
en cuyo caso formaría, \ u n yambo, 2.° un espondeo, 3.° un son teatral, tribu?ia/, y no lo son animar y anima/. La segun-
coreo, -í.° un yambo, 5.° otro espondeo, y 6.° la misma cesura da, llamada asonancia, consiste en que las vocales de las dos
breve, y que en efecto hay ó puede haber muchos versos, cuyos últimas sílabas sean las mismas, á lo ménos en valor; pero las
piés estén distribuidos de este modo. Respondo que esto es por consonantes que las forman, han de ser diferentes, á lo ménos
otra razón, á saber, porque es ley constante en el mecanismo la una. Selva, muerta, cueva, perla, son asonantes. Tenemo?
de nuestra versificación, aunque no es fácil explicar en qué se sin embargo, como en griego y en latín, versos que no se cor-
funda, que si en el verso endecasílabo la pausa de cesura (luego responden entre sí con ninguna especie de consonancia n j
veremos lo que es) cae despues de la sexta sílaba, esta ha de asonancia, y que por eso se llaman sueltos, libres ó blancos.
sét acentuada. De consiguiente el tercer pié en este caso es En todos, sean sueltos ó ligados, se hace al recitarlos una
necesariamente espondeo, ó á lo ménos yambo. Y como esto pequeña pausa que se llama de cesura, la cual no debe con-
no se verifica en la segunda combinación," en la cual el tercer fundiese con las pausas mayores y menores que exige el sen-
pié dulce es un coreo, esta es la razón por que toda ella no tido, como que muchas veces es preciso hacerla donde el sen-
tido no pide ninguna; pero si ambas coinciden, el verso es mas
armonioso. La cesura puede caer en los de once silabas des-
órgano vocal; fácil es convencerse de que las sílabas que he se-
ñalado como respectivamente largas y breves, lo son en reali-
dad, y que unidas de dos en dos han de formar necesariamente forma verso. Para que no se dude, sustituyase á dulce la pa-
los pies que resultan de la unión de dos largas, dos breves, lar- labra feliz, aunque impropia, y ya tendremos el verso :
ga y breve, y breve y larga, es decir, los puros purísimos es-
pondeos, pirriquios, coreos y yambos de los griegos y latinos. El lamentar feliz de dos pastores.
En efecto, Y porqué? Porque cayendo la cesura despues de la sexta síla-
él dül- | es un pié que consta de dos sílabas; pero ambas ba, esta es acentuada, como lo pide la ley del metro.
son largas por posicion (principio segundo); luego es un es- Si todavía quedase alguna duda en que las dos consonantes
pondeo : que no sean muda y líquida, hacen larga por posicion la vocal
cé lá- | otro cuyas dos sílabas son breves por no acentua- precedente, observe cualquiera de buena fe con cuánta mas
das (principio cuarto); luego es un pirriquio : rapidez pasa por la o de Srár que por la de obstar, sin embargo
mentar- | ambas largas, la primera por posicion y la se- de que ni una ni otra están acentuadas : prueba irrefragable
gunda por acentuada (principios segundo y tercero); luego for- de que ademas del acento hay otra cosa que puede hacer l a r -
man otro espondeo : gas las sílabas. Lo mismo se observará entre la u de circuló y
dg-dos- | la primera breve por no acentuada (en esto se la de circundar. ¿Quién puede negar que para pronunciar com-
distingue la preposición de de la tercera persona del presente pletamente la sílaba en que está la última u se gasta doble tiem-
de subjuntivo del verbo dar, él dé) y la segunda por posicion; po, que para recorrer la de la primera?
luego tenemos un yambo :
pastó- | largas ambas, la primera por posicion y la segun-
da por acento; luego de ellas resulta un espondeo, CAPITULO I I .
rfe | cesura breve por no acentuada.
VEBSIFICACIOTÍ CASTELLANA.
Háganse las mismas observaciones sobre el otro verso y sobre •
todos los que lo sean, y se verá comprobada la doctrina. Lo que caracteriza nuestra versificación y la distingue de la
Se me preguntará todavía, porqué esta reunión de once sí- antigua, es la rima perfecta ó imperfecta. La primera, llamada
labas, El dulce lamentar de dos pastores, forma verso, y no con propiedad rima ó consonancia, consiste en que los ver-
le forma esta otra, El lamentar dulce de dos pastores, sin sos que se corresponden entre sí, acaben con palabras, en las
embargo de que esta puede medirse también de este modo, cuales la vocal acentuada y todas las que se la sigan, sean idén-
ticamente las mismas. Así, son verdaderos consonantes gem-
él lá-méntar-dülcé-dé dos-pásto-rSs,
ido, y escarnec-ído, pero no lo son lánguido, y despido; lo
en cuyo caso formaría, \ u n yambo, 2.° un espondeo, 3.° un son teatral, tribu?ict/, y no lo son ani/war y anima/. La segun-
coreo, -í.° un yambo, 5.° otro espondeo, y 6.° la misma cesura da, llamada asonancia, consiste en que las vocales de las dos
breve, y que en efecto hay ó puede haber muchos versos, cuyos últimas sílabas sean las mismas, á lo ménos en valor; pero las
pies estén distribuidos de este modo. Respondo que esto es por consonantes que las forman, han de ser diferentes, á lo ménop
otra razón, á saber, porque es ley constante en el mecanismo la una. Selva, muerta, cueva, perla, son asonantes. Tenemof
de nuestra versiücacion, aunque no es fácil explicar en qué se sin embargo, como en griego y en latín, versos que no se cor-
funda, que si en el verso endecasílabo la pausa de cesura (luego responden entre sí con ninguna especie de consonancia n j
veremos lo que es) cae despues de la sexta sílaba, esta ha de asonancia, y que por eso se llaman sueltos, libres ó blancos.
sét acentuada. De consiguiente el tercer pié en este caso es En todos, sean sueltos ó ligados, se hace al recitarlos una
necesariamente espondeo, ó á lo ménos yambo. Y como esto pequeña pausa que se llama de cesura, la cual no debe con-
n o s e verifica en la segunda combinación," en la cual el tercer fundí r se con las pausas mayores y menores que exige el sen-
pié dulce es un coreo, esta es la razón por que toda ella no tido, como que muchas veces es preciso hacerla donde el sen-
tido no pide ninguna; pero si ambas coinciden, el verso es mas
armonioso. La cesura puede caer en los de once silabas des-
siciones épicas y trágicas, en las elegías, epístolas, sátiras, oc-
pues de la cuarta, de la quinta, de la sexta y de la sétima, á no tavas, en los sonetos, y en las odas, particularmente sagradas,
ser que sean sálicos, porque en estos cae constantemente despues heroicas y filosóficas, mezclado Son los de siete; el octosílabo,
de la quinta. En los de ocho puede caer despues de la tercera, usado en las comedias y en todos los romances menores ; s el de
cuarta, quinta, y sexta; pero es ménos sensible. En los de seis, siete, que es exclusivamente propio de las anacreónticas; el de
ordinariamente despues de la tercera, y alguna rara vez des- seis para las letrillas y endechas; y el de cinco, que mezclado
pues de ta cuarta. con los de siete forma todas las seguidillas. Los de menos si-
En nuestros versos, como en los latinos, se puede hacer uso labas, los de nueve, y los de diez no terminados en silaba
de las licencias ó figuras prosódicas llamadas sinalefa, siné- acentuada, son poco usados. Debe advertirse que los de diez
resis y diéresis; pero no de la hetlipsis. La sinalefa consiste con final acentuada se reputan por de once, porque la pausa
en que cuando una palabra acaba con vocal y la siguiente em- mayor que en ellas se hace al fin del verso equivale a la silaba
pieza también con vocal, se pronuncia la primera tan rápida- breve con que estos acaban; y por la misma razón los de siete
mente que casi se confunde con la segunda, y por eso 110 se acentuados, por de ocho; los de seis, por de siete, y los de
cuenta en el número de las silabas que debe tener el verso, cinco, por de seis. En suma, la final acentuada equivale en la
como si no estuviese escrita. Para el uso de la sinalefa se debe cuenta á dos sílabas, una larga y otra breve. Al contrario, si
tener presente, queaunque todavía escribimos la h, no la aspi- un verso acaba en esdrújulo, se reputa como si^ tuviese una
ramos, y por eso las palabras que empiezan por ella se reputan sílaba ménos que las que materialmente tiene. Así, por ejem-
como si comenzasen por vocal, excepto cuando está seguida del plo uno de doce sílabas, cuya última palabra sea esdrujula,
diptongo ue, como huesle, en hueso. Algunas veces aun habien- se mira como endecasílabo. El uso de estos versos endecasíla-
do esta concurrencia de vocales no se hace sinalefa, se pro- bos esdrújulos ha de ser muy raro. El verso que acaba con si-
nuncian ambas distinta y separadamente, y se cuentan por dos laba acentuada se llama agudo; el que la tiene no acentuada
sílabas; lo cual sucede por lo regular cuando la primera es ni esdrújula, llano.
final de palabra enfática , ó monosílaba, ó está acentuada. La En los versos sueltos es menester cuidar de que no naya
sinalefa es común, frecuente y necesaria. La sinéresis consiste seguidos ni muy inmediatos dos asonantados, y mucho menos
en hacer diptongo dos vocales, que según la pronunciación or- aconsonantados, á no estar la composicion en silva; y en to-
dinaria forman dos sílabas; porque así, al recitar el verso, se dos, sean sueltos ó ligados, es preciso evitar que dentro ríe
pronuncian con una sola emisión de voz, y tan rápidamente un mismo verso haya dos palabras consonantes, y aun aso-
que no forman masque una sílaba: por ejemplo, cruel, leal. nantes, ni sonidos idénticos ó muy parecidos a los del pre-
Esta licencia no debe emplearse sino raras veces. La diéresis ccdcntc
al contrario consiste en pronunciar con bastante separación, Para descender á pormenores mas prolijos sobre la versifi-
de modo que constituyan sílabas distintas, dos vocales que se- cación castellana, seria menester escribir un largo tratado.
gún la pronunciación común forman diptongo, verbi gracia, Basten pues estos principios. El que desee mas noticias puede
viuda. También debe ser rara esla licencia. En general el leer la Poélica de Luzan, la de Masdeu (aunque vale poco y
verso en que no hay ninguna de las tres, es mas armonioso; el aun la de Rengifo; sobre todo lea los buenos poetas, y en ellos
que tuviese las tres juntas, seria detestable; el que reuniese aprenderá prácticamente cuanto corresponde al mecanismo úe
las dos últimas, ó la primera y alguna de las otras, ó muchas los versos.
sinalefas, duro y arrastrado, á no ser que en cualquiera de estos
casos se construya así expresamente para hacerle imitativo. CAPITULO I I I .
Nuestros versos se denominan por el número de sílabas que D I F E R E N C I A S E N T R E E L L E N G U A J E Y ESTILO D E L A PROSA

tienen. Así se llaman endecasílabos los de once, octosílabos Y DEL VERSO.

los de ocho, f heptasilabos ó septisílabos los de siafe, y de


nueve, seis, cinco, cuatro, los que tienen este número. Los Hé aquí uno de los puntos mas delicados y difíciles del arte
mas usados son el endecasílabo, que se emplea en las compo-
siciones épicas y trágicas, en las elegías, epístolas, sátiras, oc-
pues de la cuarta, de la quinta, de la sexta y de la sétima, á no tavas, en los sonetos, y en las odas, particularmente sagradas,
ser que sean sálicos, porque en estos cae constantemente despues heroicas y filosóficas, mezclado Son los de siete; el octosílabo,
de la quinta. En los de ocho puede caer despues de la tercera, usado en las comedias y en todos los romances menores ; s el de
cuarta, quinta, y sexta; pero es ménos sensible. En los de seis, siete, que es exclusivamente propio de las anacreónticas; el de
ordinariamente despues de la tercera, y alguna rara vez des- seis para las letrillas y endechas; y el de cinco, que mezclado
pues de ta cuarta. con los de siete forma todas las seguidillas. Los de menos si-
En nuestros versos, como en los latinos, se puede hacer uso labas, los de nueve, y los de diez no terminados en silaba
de las licencias ó figuras prosódicas llamadas sinalefa, siné- acentuada, son poco usados. Debe advertirse que los de diez
resis y diéresis; pero no de la hetlipsis. La sinalefa consiste con final acentuada se reputan por de once, porque la pausa
en que cuando una palabra acaba con vocal y la siguiente em- mayor que en ellas se hace al fin del verso equivale a la silaba
pieza también con vocal, se pronuncia la primera tan rápida- breve con que estos acaban; y por la misma razón los de siete
mente que casi se confunde con la segunda, y por eso 110 se acentuados, por de ocho; los de seis, por de siete, y los de
cuenta en el número de las silabas que debe tener el verso, cinco, por de seis. En suma, la final acentuada equivale en la
como si no estuviese escrita. Para el uso de la sinalefa se debe cuenta á dos sílabas, una larga y otra breve. Al contrario, si
tener presente, queaunque todavía escribimos la h, no la aspi- un verso acaba en esdrújulo, se reputa como si^ tuviese una
ramos, y por eso las palabras que empiezan por ella se reputan sílaba ménos que las que materialmente tiene. Así, por ejem-
como si comenzasen por vocal, excepto cuando está seguida del plo uno de doce sílabas, cuya última palabra sea esdrujula,
diptongo ue, como hueste, en hueso. Algunas veces aun habien- se mira como endecasílabo. El uso de estos versos endecasíla-
do esta concurrencia de vocales no se hace sinalefa, se pro- bos esdrújulos ha de ser muy raro. El verso que acaba con si-
nuncian ambas distinta y separadamente, y se cuentan por dos laba acentuada se llama agudo; el que la tiene no acentuada
sílabas; lo cual sucede por lo regular cuando la primera es ni esdrújula, llano.
final de palabra enfática , ó monosílaba, ó está acentuada. La En los versos sueltos es menester cuidar de que no naya
sinalefa es común, frecuente y necesaria. La sinéresis consiste seguidos ni muy inmediatos dos asonantados, y mucho menos
en hacer diptongo dos vocales, que según la pronunciación or- aconsonantados, á no estar la composicion en silva; y en to-
dinaria forman dos sílabas; porque así, al recitar el verso, se dos, sean sueltos ó ligados, es preciso evitar que dentro de
pronuncian con una sola emisión de voz, y tan rápidamente un mismo verso haya dos palabras consonantes, y aun aso-
que no forman masque una sílaba: por ejemplo, cruel, leal. nantes, ni sonidos idénticos ó muy parecidos a los del pre-
Esta licencia no debe emplearse sino raras veces. La diéresis ccdcntc
al contrario consiste en pronunciar con bastante separación, Para descender á pormenores mas prolijos sobre la versifi-
de modo que constituyan sílabas distintas, dos vocales que se- cación castellana, seria menester escribir un largo tratado.
gún la pronunciación común forman diptongo, verbi gracia, Basten pues estos principios. El que desee mas noticias puede
viuda. También debe ser rara esta licencia. En general el leer la Poética de Luzan, la de Masdeu (aunque vale poco y
verso en que no hay ninguna de las tres, es mas armonioso; el aun la de Rengifo; sobre todo lea los buenos poetas, y en ellos
que tuviese las tres juntas, seria detestable; el que reuniese aprenderá prácticamente cuanto corresponde al mecanismo de
las dos últimas, ó la primera y alguna de las otras, ó muchas los versos.
sinalefas, duro y arrastrado, á no ser que en cualquiera de estos
casos se construya así expresamente para hacerle imitativo. CAPITULO I I I .
Nuestros versos se denominan por el número de sílabas que D I F E R E N C I A S E N T R E E L L E N G U A J E Y ESTILO D E L A PROSA

tienen. Así se llaman endecasílabos los de once, octosílabos Y DEL YERSO.

los de ocho, f heptasílabos ó septisílabos los de siate, y de lié aquí uno de los puntos mas delicados y difíciles del arte
nueve, seis, cinco, cuatro, los que tienen este número. Los
mas usados son el endecasílabo, que se emplea en las compo-
cuando no toma un tono muy elevado, no admite algunas con-
de hablar, y que hasta ahora no ha sido tratado por ningún
junciones, fórmulas de transición, y aun palabras y frases,
autor con la debida extensión y claridad. Blair, Batteux y nues-
que pueden muy bien entrar, y entran de hecho, en composi-
tro Luzan lian dicho algo, pero muy diminuto y embrollado; y
ciones brillantísimas de prosa. Indicaré brevemente cuáles son
aun el primero perdió aquí su acostumbrada filosofía. Yo pro-
estos privilegios exclusivos de la lengua de las musas.
curaré ser mas exacto, y aclarar esta materia hasta ahora tan
En cuanto á las licencias, ya queda indicado que en los ver-
oscura; pero no podré dar mas que un ensayo. Porque para
sos se pueden escribir ciertas palabras con la antigua ortogra-
ilustrarla completamente, seria necesaria una obra particular,
fía, diciendo derredor, dó, coránica, Ingalaterra. 2.° Del
en la cual se examinasen largos pasajes de nuestros buenos
mismo modo se escribe también, peee por pez, felice, infe-
poetas, y se hiciese ver de cuán diferente manera se hubieran
lice por feliz, infeliz, lo cual es una especie de paragoge; y
expresado en prosa pensamientos, ó absolutamente idénticos,
al contrario se cortan por apócope las palabras, apénas, en-
ó casi los mismos en el fondo.
tonces, diciendo apena, entonce. 3.° También es permitido
Ante todo es menester no confundir dos cosas que son muy al poeta sincopar otras, diciendo espirtu por espíritu, crueza
distintas entre sí, á saber la diferencia entre el verso y la pro- por crudeza• pero son muy raras.
sa, y ia que debe haber entre el lenguaje y estilo de las com- Se puede también juntar el artículo masculino con nombres
posiciones en verso y el de las de prosa. La jácara de ciegos femeninos que empiecen con a, aun cuando en prosa no lo
mas chabacana será siempre una composicion en verso, por tenga autorizado el uso. Así Garcilaso pudo decir (Egloga i ) :
mas que su estilo y lenguaje sean bajos, vulgares y sobrema-
nera prosaicos; y nadie puede confundirla con otra de prosa, Saliendo de las ondas encendido
porque desde ( la primera cláusula ve que está distribuida en Rayaba de los montes el altura
El sol, etc.,
porciones simétricas, que se corresponden según cierta ley, lo
cual solo se verifica en las escritas en verso. Hay mas: cada licencia que Fr. Luis de León extendió hasta los adjetivos, di-
uno de estos se distingue perfectamente de otra reunión de ciendo en la profecía del Tajo :
igual número de sílabas, en la cual no estén combinadas y dis-
Traspasa el alta sierra, •
tribuidas las acentuadas y no acentuadas con aquel mecanismo
que constituye el verso. Ya vimos en efecto que esta combina- De la misma manera se permite suprimirle en casos en que
ción de sílabas : El dulce lamentar de dos pastores, forma la prosa le requiere esencialmente. Así Herrera, en la canción
verso, y se distingue de la misma reunión ele palabras y síla- A D. Juan de Austria, dijo :
bas distribuidas así: El lamentar dulce de dos pastores. A Encélado arrogante
Cualquiera pues conoce al instante que oye ó lee las dos frases, Júpiter poderoso
que la primera es un verso endecasílabo, y la segunda un breve Despeñó airado en Etna cavernoso,
trozo de prosa. Así la gran dificultad no consiste en distinguir
en lugar de en el Etna.
esta del verso, como Blair ha dicho con poca exactitud ; lo di-
La poesía admite ademas ciertas licencias en la construcción
ficil es distinguir el lenguaje y estilo de la poesía del de la
gramatical de los verbos que en prosa no serian tolerables. Ya
prosa, sobre todo cuando esta es noble, grandiosa, elevada y
vimos en Fr. Luis de León,
en cierto modo poética; porque no es muy fácil fijar con pre-
cisión hasta qué punto la prosa puede emplear el lenguaje y Y mis ojos pasmara»,
estilo de la poesía. Sin embargo hay ciertas licencias tan exclu- por se pasmaron. Con igual autoridad pues dijo Rioja en la
sivamente propias de esta, que sin nota de afectación no po-
canción á las ruinas,
drían introducirse en una composicion de prosa por elegante
que fuese. Lo mismo debe decirse de algunos arcaísmos v i ¡ti— Así á Troya figuro,
nismos que se hallan en nuestros poetas, y de ciertas inversio-
por w figuro, esto es, me represento en la imaginación.
nes, galas y voces propias de la poesía. Esta ademas, aun
21.
- 370 — — 371 —
En orden á los arcaísmos, ya se previno también que los
Al blando pié de los pesados rios
que mas frecuentemente pueden usarse, son los que consisten Las prisiones de hielo alegre quita,
en ciertas terminaciones antiguas de los verbos, como¿)ide, Y su antiguo correr les solicita;
vido, viéredes, tuviéredes, decirte-he, darte-han, y en la
acepción anticuada de ciertas voces, como atender por espe- esto es, les proporciona ó restituye.
Reclamar por volver á clamar, ó repetir. En las Ruinas:
rar y pesadumbre por peso. Este último empleó Rioja, di-
ciendo allí mismo : Una voz triste se oye que llorando,
« Cayó Itálica » dice; y lastimosa
Las torres que desprecio al aire fueron, Eco redama, « Itálica», en la hojosa
A su gran pesadumbre se rindieron. Selva, que se le opone, resonando
También introdujo este arcaísmo de significación, pero no «Itálica »,
tan felizmente, en la silva Al verano, diciendo que en este esto es, Eco repite.
La pesadumbre liquida no crece Poner por deponer. En un soneto
Con el furor de los oscuros vientos.
Pon la soberbia, oh Laida!
La perífrasis pesadumbre liquida en lugar del mar, es oscura,
impropia y estudiada, y cualquiera lo conocerá sustituyendo esto es, depon, deja.
la palabra peso. Qué es un peso líquido ó sólido ? Estos dos Proceder por adelantarse, y de aquí figuradamente pros-
epítetos no se hermanan bien con el sustantivo peso, pues perar, aventajarse á otro, ser mas feliz que él. Epístola A
aunque todos los cuerpos son pesados, no se les da la califica- Fabio :
ción de sólidos ó fluidos en razón de esta cualidad, sino por la El oro, la maldad, la tiranía
mayor ó menor cohesion de sus moléculas. Del inicuo procede, y pasa al bueno;
Acerca de los latinismos permitidos en poesía es menester
esto es, el malo prospera, es feliz y preferido al bueno.
prevenir, que no reconocemos por tales las voces latinas ó la-
Otras muchas voces hay que los poetas pueden usar en la
tinizadas que en su nuevo y bárbaro dialecto emplearon los
culteranos, como el insaturable, la superna, el diversorio acepción latina que ya no tienen en el uso común; pero no
que notamos en otra parte. Estas va dijimos que están pros- es fácil dar aquí el catálogo de todas ellas. Lo que sí importa
critas aun en poesía. Hablamos aquí de las acepciones latinas prevenir á los principiantes, es que no abusen de esta liber-
de algunas voces usuales, acepciones que se toleran en verso tad, porque fácilmente darían en el estilo culto. Lean con cui-
y sepan insufribles en prosa. Daré algunos ejemplos tomados dado los buenos poetas, y vean cuáles son aquellas palabras en
de Rioja. que su ejemplo autoriza la acepción latina; y empléenlas en
ella alguna vez, pero no con demasiada frecuencia. Lo mismo
Remitir por aflojar, deponer, mitigar. En la misma silva digo de ciertas voces latinas llamadas poéticas, porque solo en
dice que en el verano
poesía son toleradas, como natura por naturaleza, mensu-
Remite el aire el desabrido ceño. rar por medir, crinado por el que tiene el cabello crespo,
dea y diva por diosa, antro por cueva ó caverna (el de es-
Buena metáfora con personificación, en la cual representado pelunca que se halla en el poema de la pintura por Céspe-
el ano como un hombre que durante el invierno ha estado des, es culto), ignoto por no conocido, albo y albicante por
ceñudo y con el entrecejo arrugado, desarruga su faz, y de- blanco y blanquecino, ostro por púrpura, y otras varias que
pone el ceno luego que llega el verano. Esta voz misma ve- seria prolijo enumerar.
r a n o esta usada aquí en la acepción latina, pues designá" no Ademas de las licencias, arcaísmos, acepciones latinas y vo-
el estío que es su significación castellana, sino la primavera. ces poéticas, hay todavía otras cosas, en las cuales se distingue
Solicitar por facilitar ó proporcionar á otro una cosa. Así el estilo poético del rigurosamente prosaico por elegante que
aice mas abajo, que el sol este sea: \ i n v e r s i o n e s mas atrevidas: 2.° mas frecuente uso
de epítetos, imágenes, comparaciones, perífrasis, prosopo- Sale de la sagrada
peyas, alusiones y tropos. Todos estos adornos los admite la Cipiro la soberana ninfa Flora,
prosa, como ya hemos visto; pero aun en la mas elevada es Testida y adornada
Del color de la aurora
preciso distribuirlos con cierta economía. En verso podemos Con que pinta la tierra, el cielo dora
derramarlos á manos llenas, aunque siempre con oportunidad.
Inversiones. Un poeta puede separar los demostrativos del De la nevada y llana
Frente del levantado monte arroja
sustantivo á que se refieren, y decir, como Herrera en la can- La cabellera cana
ción A la batalla de Lepanto : Del viejo invierno, y moja
El nuevo fruto en esperanza y hoja.
Por aquel de los míseros gemido,
Este lenguaje es hermosísimo en verso, y el que conviene al
y el adjetivo del nombre con el cual concierta, como lo hizo tono de. esta oda; pero quitemos la medida para que resulte
Francisco de la Torre (égloga Tirsi) : prosa, y veremos que en esta, aun suponiéndola muy poética,
Entretejiendo el arboleda umbrosa no sentarían bien tantos epítetos. La soberana ninfa Flora,
Yedra con roble, vid con olmo hermosa. vestida y adornada del color de la aurora, sale de la sagrada
Cipro, arroja de la frente nevada y llana del monte levan-
Herrera dice también : tado la cabellera cana del viejo invierno y moja el nuevo
Quebrantaste al cruel dragón, cortando fruto, etc. ¿Quién aprobaría tantos epítetos en un breve trozo
Las alas de su cuerpo temerosas. de prosa? La misma observación puede hacerse con otros pa-
sajes en verso.
En prosa era indispensable haber dicho, aquel gemido de los Imágenes. Queda dicho en su lugar lo que son, que pue-
miseros, vid hermosa con olmo, las alas temerosas de su
cuerpo. den entrar en toda composicion, y que introducidas con opor-
tunidad contribuyen poderosamente á la energía del estilo ;
Puede separar el artículo del nombre, interpolando entre pero aquí añado que lo que en prosa es un adorno y una es-
ambos un participio, y decir con Herrera (canción A la muerte pecie de mérito arbitrario hasta cierto punto, sobre todo en
del rey D. Sebastian :
obras que no pidan tono muy elevado, es de indispensable
Tu, infanda Libia, necesidad en la poesía mas humilde. Añado mas, y es que la
esencia del lenguaje poético consiste en reducir á imágenes las
Despedazada con aguda lanza" ideas abstractas, siempre que sea posible. Esto pide alguna
Compensarás muriendo el hecho ultraje; explicación. En verso hay que emplear necesariamente mu-
chas palabras que signilican ideas abstractas, como son los
en lugar de el ultraje hecho. Estas y otras atrevidas inver-
pronombres y artículos, los nombres de las cualidades consi-
siones no son permitidas en prosa, y aun en poesía 110 han de
ser tan violentas, que se les paeda aplicar la censura de Bur- deradas en abstracto, verbi gracia, virtud, vicio, bondad,
guillos: hermosura, etc., los verbos que designan operaciones interio-
res del ánimo, verbi gracia, pensar, entender, meditar, que-
En una de fregar cayó caldera, rer. etc., y los adjetivos que expresan cualidades intelectuales
Trasposición se llama esta ligura.
ó morales, verbi gracia, sabio, bueno, justo, etc. Respecto
Epítetos No es posible decir hasta qué punto es permitido pues de las palabras que indican relaciones, como los artículos
en prosa el frecuente uso de ellos, porque en esta parte la y pronombres, las preposiciones y conjunciones, es indispen-
prosa llamada poética se acerca mucho al verso. Sin embargo sable usarlas, y no es posible reducirlas á imágen. Con los nom-
en este son tolerables algunos que en aquella sobrarían. Por bres y adjetivos abstractos no siempre hay necesidad de»ha-
ejemplo, nadie culpará á Francisco de la Torre de que haya di- cerlo; pero los verbos metafísicos convendrá evitarlos en verso
3
cho en una oda: ^ cuanto se pueda, y expresar las operaciones interiores del áni-
/

mo con palabras que representen acciones exteriores y visi-


bles. Así, aunque en prosa se diga muy bien : El varón justo prosa, para que sirvan como de velo á alguna idea que no con-
quiere mas sufrir los infortunios, que adular á los podero- venga exponer muy á las claras, son de continuo uso y de
sosy un poeta hará visibles, por decirlo así, las acciones in- absoluta necesidad en poesía. Porque, siendo indispensable
visibles de sufrir y adular, diciendo con Rioja: en esta omitir toda expresión, que aun sin llegar á ser baja,
sea ya muy común y familiar, es necesario á cada paso recur-
El corazón entero y generoso rir á'circunlocuciones que expresen las ideas, aunque de un
Al caso adverso inclinará la frente, modo mas vago y con ménos concision. Así, en prosa se diría
Antes que la rodilla al poderoso.
*
muy bien con e x p r e s i o n e s exactas y concisas, que el hombre
Lo mismo debe decirse respecto de las ideas que por dema- no fué criado para dedicarse exclusivamente á la milicia,
siado vagas y genéricas son indeterminadas; es preciso con- al comercio ó á las ciencias; mas un poeta, teniendo que
traerlas á objetos particulares. En prosa se dirá, que el hom- comunicar las mismas ideas, huirá de estas expresiones, con-
bre sobrio se contenta con una comida frugal, sin echar de cisas y exactas sí, pero prosaicas, y dirá con Rioja:
ménos manjares exquisitos; pero un poeta circunscribirá
esta idea genérica individualizando algunos de estos platos de- ¿Piensas acaso lú que fué criado
El varón para rayo de la guerra,
licados, y dirá con el mismo Ríoja convidando á un amigo con Para surcar el piélago salado.
su casa: Para medir el orbe de la tierra
Y el cerco donde el sol siempre camina ?
Donde no dejarás la mesa ayuno, Oh! quien asi lo entiende, cuánto yerra!
Cuando te falte en ella el pece raro,
O cuando su pavón nos niegue Juno. Prosopopeyas. Es tan propio del lenguaje poético dar vida
Comparaciones. Nada tengo que añadir á lo dicho ya en y movimiento á los seres inanimados, dirigirles la palabra, y
otra parte; tanto mas, que cuando se hable de los poemas di- aun introducirlos hablando, que á cada paso se encuentran
dácticos, se hará ver que los símiles bien escogidos son uno de ejemplos. Las silvas de Rioja están llenas de estas atrevidas
los principales medios que hay para poetizar las verdades ab- figuras, y algunas son singularmente felices. Baste por muestra
stractas. Así no daré ahora mas que un solo ejemplo. Querien- este pasaje de la que se intitula A la riqueza:
do el Taso hacer sensible u n a verdad, que seria difícil explicar O mal seguro bien! ó cuidadosa
con razones metafísicas, á saber, que los documentos morales Riqueza! ¡y cómo á sombra de alegría
disfrazados y engalanados con los atavíos de la poesía, son mas Y de sosiego engañas!
El que vela eñ tu alcance y se desvía
bien recibidos que si se presentasen con la sequedad y desnu- Del pobre estado y la quietud dichosa;
dez del lenguaje dogmático de los filósofos; hace palpable Ocio y seguridad pretende en vano.
esta reflexión con un hermoso símil, diciendo (Jerusalen,
Ño sin causa los dioses te escondieron
cant. t . , octava n i . ) : En las entrañas de la tierra dura.
Mas ¿qué bailó difícil y encubierto
COSÍ alV egro franciul porgiamo aspersi La sedienta codicia ?
Di so ave licor gli orli del vaso : Turbó la paz segura
Succhi amari ingannato intanto ei beve, Con que en la antigua selva florecieron
E dall' inganno suo vita riceve. Ei abeto y el pino,
Y trujolos al puerto,
Así al niño, si enferma, suele darse Y por campos de mar les dió camino.
Con grato almíbar endulzado el borde
Del vaso que contiene la bebida ¿En qué escrito de prosa, por elevado que sea, puede intro-
Amarga al paladar : se engaña, bebe, ducirse sin afectación tan atrevida prosopopeya, haciendo que
Y de su engaño la salud recibe.
la sedienta codicia vaya á turbar la segura paz, de q u e
Perífrasis. Estas, que generalmente solo son admisibles en gozaban en la antigua selva el abeto y el pino, y los traiga
al puerto, y Ies abra camino por campos de mar? Sin em-
bargo, este es lenguaje propio de la verdadera poesía. sin embargo, por cuanto, por eso, en tanto, en cuanto, etc.
Alusiones. Ya vimos varios ejemplos, y como aquellos se Entre las segundas se comprenden las fórmulas, siendo esto
hallarán otros muchos en varios poetas que, como ya dije, las así, en consecuencia, de consiguiente, por lo mismo, pues
prodigaron con exceso, y con no muy buena elección. Solo ci- que, por esta razón, etc.; y en las terceras una multitud de
tare pues una muy oportuna de Rioja. Hablando contra los hi- palabras que, ó por lo metafísico de las ideas que represen -
pócritas, dice : tan, ó por su misma construcción no deben entrar en un ver-
so. Tales son los sustantivos abstractos derivados de adjetivos
Esos inmundos trágicos, atentos en abte, ible, y los adverbios en mente, sobre todo superlati-
Al aplauso común, cuyas entrañas
Son félidos y oscuros monumentos, vos, y otras voces que aunque tolerables en prosa, serian de-
testables en verso.
aludiendo á los sepulcros blanqueados del Evangelio.
Hay finalmente ciertas expresiones y ciertas maneras de com-
Tropos. Habiendo hablado de ellos tan largamente, hacien-
binarlas que hacen prosaicos los versos; pero no es posible re-
do ver que bien empleados, son los que mas ennoblecen el
ducirlas á clases determinadas. Los inteligentes lo conocen, lo
estilo y le dan energía y viveza; cualquiera conocerá por lo di-
sienten; pero no siempre aciertan á explicarlo. Unos cuantos
cho, que necesariamente han de componer el fondo principal
ejemplos de Balbuena podrán dar alguna idea de este género
del lenguaje poético, debiendo ser este sobre manera vivo y
de prosaísmo. No pasaré de las primeras páginas del Ber-
animado. Asi solo añadiré que la poesía admite metáforas con-
nardo.
tinuadas, que en prosa serian demasiado largas y parecerían
estudiadas. Tal es una de Rioja, cuando para manifestar cómo Pág. 9., octava 1. a
a sola razón natural le recordaba sus obligaciones cristianas, la sangre ardiente
le despertaba del letargo en que había estado y avivaba en sú Que halló su espada y derramó su mano,
pecho la llama de la devocion, dice : Sobre las yerbas, aun se eslá caliente:

Y en la fría región dura y desierta se está, pleonasmo prosaico.


u e aqueste pecho enciende nueva llama
' la luz vuelve á arder que estaba muerta. Pág. 22., octava 3. a
Solo es ruego, señor, si á un noble pecho
debÍd h metáf ra;
enpPore°síaa S ¡¡ÍT °**** ^ ° Amor con sola ceremonia y rito
Puede obligar, conozca ahora el vuestro
Que le deseo servir en mas que muestro
d P é t Í C 0 o t r a cosa
continuado'PT/ pr0
° > cu >'° u s o ®»T Lenguaje de pura y purísima prosa.
E t l ! :a sena nolado de
afectación, y es el em-
tes en u " a r d 1 d e r¡0S
' * * i o a e s > « u d a & , v mon- Pág. 27., octava 1. a
S modernos Así
TélismrrJ, - se dice, Ibero por W Basilio de Manúces, un villano,
Calalan falso, hecho de artificio,
puerto fe Santa M G b r
f a
l l ú uerto
P de Unestéo por el A quien pudo el dinero dar la mano,
i c a por Ia Y subirle, del reino en perjuicio,
ES?p?r p Z ^ T A la plaza que ocupa y no merece.

n i a j e í Z ^ e s m l ? 0 / C U ? n d o d t 0 n ° d e l a o b r a es serio y En quitando la medida, prosa mas que familiar.


muy rara vez ZrtT" ? I t a r . c n t e r a m e " t e ' ó ™ emplear sino I b . , octava 2. a
S n T c e m , n u ° " J u n c , o n e s ' c i e r t í * fórmulas de t r a n -
C

prosa Entre las n r i a b r a S q U e S ° n e x c I u s i ^ e n t e p r o p i a de la Este pues, que por caños y arcaduces _


Tan limpios vino al mundo, y salto enjerto.
man los neríiidns a í m e r a s - s e p u e d e n c o n t a i ' M a s las que for-
m a m o s periodos adversativos y causales, verbigracia, aunque, Peor que prosaico, tabernario.
/

V„ Pág. 29., octava \ . a recitados. En el primer período ninguna composicion tuvo en


Tierno Gaiféros, Melisendra bella, particular el nombre de lírica, porque lo eran todas; pues en
La guerra larga, no quiso ir sin ella. efecto se cantaban al son de la lira ú otro instrumento. En et
A qué mas citas? Todo el poema está salpicado de versos pa- segundo, cuando hubo algunas no destinadas al canto, se d e -
recidos á esta muestra. nominaron líricas en general aquellas que debían ser canta-
das, y en particular se llamaron odas, palabra griega que
literalmente quiere decir canción. Finalmente llego tiempo,
en que la música quedó reservada para las solemnidades reli-
giosas y las representaciones teatrales. Y como despues de esta
L I B R O II. época se compusieron todavía poesías del mismo caracter y
poesías directas tono que las odas rigurosamente tales, es decir, las cantadas,
conservaron aquellas este nombre, sin embargo de que ya no
. Aunque son muchas las comprendidas bajo esta denomina- eran destinadas mas que á la simple recitación o lectura, tales
ción, y atendiendo á sus diversas formas y al género de verso son muchas de los antiguos, y casi todas las de los modernos.
en que se escriben, pueden hacerse de ellas distintas clasifica- No es esto decir, que hoy en dia no haya poesías verdadera-
ciones; sin embargo, considerando el fin que en ellas se pro- mente líricas ó cantadas. En todos los países hay canciones
ponen sus autores, pueden reducirse á tres clases principales. nacionales de muchas especies; pero como en estas se atiende
Porque en todas ellas el poeta se propone principalmente, ó mas á la música que á los versos, las poesías modernas que
conmover las pasiones de sus lectores, ó ilustrar su razón con realmente se cantan, no merecen particular examen, l orque
alguna enseñanza útil, ó exaltar su fantasía con la viva repre- cuando se ha inventado alguna música nueva en cualquier ge-
sentación de alguno ó algunos objetos. Las que tienen por fin nero que sea, lo que se aplaude, estima y # aprende, es a
primario conmoverlas pasiones, se llaman líricas por la ra- música; y es muy indiferente en general que a ella se acomode
zón que luego veremos; las que contienen alguna enseñanza, tal ó cual copla ó letra. Así, aunque nosotros tenemos un
didácticas; las que pintan objetos, descriptivas. Las prime- riquísimo caudal de seguidillas, villancicos, gozos letrillas,
ras hablan al corazon, las segundas al entendimiento, las ter- romances, coplas sueltas para tiranas, jotas, polos, etc., y
ceras á la imaginación. No quiere esto decir que en las dos aunque, así como entre ellas hay muchas, o detestables, o de
últimas no se pueda excitar también algún efecto, ó que de las poco mérito, hay también algunas muy preciosas; sin embargo,
primeras no pueda resultar alguna lección útil, ó que en las siendo composiciones cortas, sueltas, sin autor conocido las
primeras y en las segundas no haya rasgos descriptivos; sino mas, y no pudiéndose dar para su composicion otra regla que
que el tono dominante en las primeras es patético, en las se- la de que á la naturalidad, finura, gracia, etc. de los pensa-
gundas doctrinal, y en las terceras pintoresco. Trataré de to- mientos acompañen expresiones felices , y una versificación la
das separadamente, y concluiré este libro diciendo algo de los mas melodiosa, fluida, suave y sonora que ser pueda; solo Ha-
poemas llamados menores, aunque en realidad están compren- blaré de las poesías líricas destinadas a la simple lectura. \
didos en las tres clases indicadas; y con este motivo hablaré de como ya he indicado que estas conservan el mismo caracter y
nuestros romances. tono, que las que ántes se componían para eer u n t a d a s ; de
esta circunstancia, es decir, de la suposición de que ef poete
canta, aunque realmente no cante, debe i n f e r i r s e cual e, la
CAPITULO PRIMERO. naturaleza, y cuáles son las calidades propias de las poesías de
POESÍAS LÍBICAS
6StcL C-13S6 i
' El hombre canta en el entusiasmo de la admiración , en el
Ya dije que en lo antiguo todos los Tersos se cantaban, y delirio de la alegría, en la embriaguez del amor, entre os pla-
que mas tarde se escribieron algunos para ser simplemente ceres de la vida, en aquella especie de éxtasis que pioduce
/

V„ Pág. 29., octava \ . a recitados. En el primer período ninguna composicion tuvo en


Tierno Gaiféros, Meiisendra bella, particular el nombre de lírica, porque lo eran todas; pues en
La guerra larga, no quiso ir sin ella. efecto se cantaban al son de la lira ú otro instrumento. En et
A qué mas citas? Todo el poema está salpic-ado de versos pa- segundo, cuando hubo algunas no destinadas al canto, se d e -
recidos á esta muestra. nominaron líricas en general aquellas que debían ser canta-
das, y en particular se llamaron odas, palabra griega que
literalmente quiere decir canción. Finalmente llego tiempo,
en que la música quedó reservada para las solemnidades reli-
giosas y las representaciones teatrales. Y como despues de esta
L I B R O II. época se compusieron todavía poesías del mismo caracter y
poesías directas tono que las odas rigurosamente tales, es decir, las cantadas,
conservaron aquellas este nombre, sin embargo de que ya no
. Aunque son muchas las comprendidas bajo esta denomina- eran destinadas mas que á la simple recitación o lectura, tales
ción, y atendiendo á sus diversas formas y al género de verso son muchas de los antiguos, y casi todas las de los modernos.
en que se escriben, pueden hacerse de ellas distintas clasifica- No es esto decir, que hoy en dia no haya poesías verdadera-
ciones; sin embargo, considerando el fin que en ellas se pro- mente líricas ó cantadas. En todos los países hay canciones
ponen sus autores, pueden reducirse á tres clases principales. nacionales de muchas especies; pero como en estas se atiende
Porque en todas ellas el poeta se propone principalmente, ó mas á la música que a los versos, las poesías modernas que
conmover las pasiones de sus lectores, ó ilustrar su razón con realmente se cantan, no merecen particular examen, l orque
alguna enseñanza útil, ó exaltar su fantasía con la viva repre- cuando se ha inventado alguna música nueva en cualquier ge-
sentación de alguno ó algunos objetos. Las que tienen por fin nero que sea, lo que se aplaude, estima y # aprende, es a
primario conmoverlas pasiones, se llaman líricas por la ra- música; y es muy indiferente en general que a ella se acomode
zón que luego veremos; las que contienen alguna enseñanza, tal ó cual copla ó letra. Así, aunque nosotros tenemos un
didácticas; las que pintan objetos, descriptivas. Las prime- riquísimo caudal de seguidillas, villancicos, gozos letrillas,
ras hablan al corazon, las segundas al entendimiento, las ter- romances, coplas sueltas para tiranas, jotas, polos, etc., y
ceras á la imaginación. No quiere esto decir que en las dos aunque, así como entre ellas hay muchas, o detestables, o de
últimas no se pueda excitar también algún efecto, ó que de las poco mérito, hay también algunas muy preciosas; sin embargo,
primeras no pueda resultar alguna lección útil, ó que en las siendo composiciones cortas, sueltas, sin autor conocido las
primeras y en las segundas no haya rasgos descriptivos; sino mas, y no pudiéndose dar para su composicion otra regla que
que el tono dominante en las primeras es patético, en las se- la de que á la naturalidad, finura, gracia, etc. de los pensa-
gundas doctrinal, y en las terceras pintoresco. Trataré de to- mientos acompañen expresiones felices , y una versificación la
das separadamente, y concluiré este libro diciendo algo de los mas melodiosa, fluida, suave y sonora que ser pueda; solo Ha-
poemas llamados menores, aunque en realidad están compren- blaré de las poesías líricas destinadas a la simple lectura. \
didos en las tres clases indicadas; y con este motivo hablaré de como ya he indicado que estas conservan el mismo caracter y
nuestros romances. tono, que las que ántes se componían para eer cantadas; de
esta circunstancia, es decir, de la suposición de que el poe a
canta, aunque realmente no cante, debe i n f e r i r s e cual e, la
CAPITULO PRIMERO. naturaleza, y cuáles son las calidades propias de las poesías de
POESÍAS LÍBICAS
6StcL C-13S6 i
' El hombre canta en el entusiasmo de la admiración , en el
Ya dije que en lo antiguo todos los Tersos se cantaban, y delirio de la alegría, en la embriaguez del amor, entre os pla-
que mas tarde se escribieron algunos para ser simplemente ceres de la vida, en aquella especie de éxtasis que pioduce
A la 4. a las que retratan las conmociones vivas, pero lijeras
Ja vista de algún objeto ó el recuerdo de pasadas situaciones; y transitorias, que nos causan los placeres de la mesa, el baile,
y á veces en medio del dolor, buscando en el canto un desa- la música y la reunión de varias personas entregadas á la re-
bogo á sus penas. De aquí resulta que la oda para ser natural creación y al pasatiempo. De esta naturaleza son las mas de
ha de expresar fielmente, ó la admiración , el asombro y el Anacreonte, del cual han tomado el nombre de anacreón-
respeto que nos inspiran los objetos elevados, sublimes, reli- ticas, y algunas de Horacio. Su carácter es la elegancia, la
giosos, e t c . ; ó el gozo de que está inundado nuestro corazon blandura, la jovialidad y cierta finura y delicadeza en los pen-
por algún acontecimiento feliz, ó la pasión amorosa que nos samientos.
cautiva, ó el dulce placer que excita en nosotros la conmocion La 5. a , y mas numerosa, abraza todas aquellas que expre-
de los sentidos en medio de un festin, un baile, ó una reunion san los sentimientos que nos inspiran la vista de algún objeto
de amigos; o el enajenamiento á que, aun estando solos, ncs y nuestras propias reflexiones, sobre los sucesos de la vida,
conduce la contemplación de algún objeto presente, ó la me- las revoluciones de la fortuna, la instabilidad de las cosas h u -
ditación sobre nosotros mismos y sobre sucesos pasados; ó manas, la ceguedad de los hombres acerca de sus verdaderos
finalmente el estado de abatimiento y aflicción en que nos intereses, etc. etc. Estas se llaman odas filosóficas ó morales.
sumergen los pesares. A seis clases pues se reducen todas las La 6. a aquellas en que desahogamos nuestro dolor, cuando
odas, ó por mejor decir, todos los asuntos sobre que pueden algún pesar nos oprime. No tienen nombre particular; pero
escribirse. como los antiguos llamaban elegías á las composiciones lasti-
La \ / contiene las que expresan la admiración y el asombro meras , pudieran llamarse elegiacas. Con este motivo de-
que inspiran ciertos objetos grandiosos. Y como estos pueden bemos observar, que no es el asunto el que distingue las varias
ser divinos ó humanos, se subdivide esta clase en dos espe- especies de poesías, sino el modo de tratarle. Casi todos los
cies. La t.* se llama oda sagrada (ó himno, si está hecho que pueden ser materia de las odas, pueden serlo también de
para cantarse) y en ella se celebran las maravillas del Altísimo otras composiciones; pero estas pertenecen á la clase de las
y los misterios de la religion : la 2. a heroica, y se emplea en
didácticas, cuando no es el corazon el que en ellas se pro-
las alabanzas de los héroes y en cantar hazañas marciales, ó
cura conmover, sino la razón la que se quiere ilustrar. Así en
acciones ilustres, aunque no sean precisamente de guerra.
Estas dos especies deben tener por carácter dominante la ele- los discursos poéticos se trata de asuntos morales, como en las
vación y sublimidad. odas de este nombre; pero en aquellos el poeta se propone
ilustrar al entendimiento, y en estas, agitado por la pasión,
La 2." comprende las que expresan nuestra alegría por quiere principalmente interesar el corazon. Ademas el género
algún acontecimiento feliz, por ejemplo , con motivo de una de verso diversificados composiciones sobre un mismo asunto,
paz, del nacimiento de un príncipe, etc. No tienen nombre aunque la pasión domine en ambas. Por eso una composicion
particular; pero pues en ellas nos congratulamos con la pa- amorosa, por patética que sea, será siempre elegía ó epístola,
tria por su buena suerte y la damos en cierto modo el para- según los casos, si está escrita en dísticos latinos, ó en tercetos
bién, pudieran llamarse gratulatorias. Tales son también las ó versos sueltos castellanos. Para que fuese oda, era menester
que se escriben cuando algún personaje es elevado á un mi-
que estuviese escrita en alguna de las varias especies de versos
nisterio ó á cualquier otra dignidad. Estas requieren elevación
que en una y otra lengua se acomodan mas al canto, y que
y fuego; mas como las emociones de la alegría son mas plá-
cidas y tranquilas que las del asombro, el terror y el respeto por esta razón se llaman líricos.
religioso, deben tener mas de bellas que de sublimes. " Volviendo á las odas, como el efecto de la música es con-
movernos fuertemente, sacarnos del estado ordinario, é inspi-
A la 3. a pertenecen aquellas en que exhalamos, por decirlo rarnos cierta especie de enajenamiento que se llama entu-
asi el fuego de una pasión amorosa; y ya se deja conocer que siasmo.; es necesario que el poeta muestre en las odas aquel
toda.« ellas han de respirar aquellos ardientes afectos que seme- grado de aparente delirio que convenga al asunto, porque
jante pasión inspira, cuando llega á dominarnos. Se llaman claro es que todos no pueden excitar el mismo furor y atur-
eróticas.
dimiento. Pero es menester que en todas el poeta salga algún linacion mas melodiosa deben reinar en toda ella. Expresiones
tanto de sí, hable como agitado por la inspiración üe las lébiles y cacofónicas, versos flojos , arrastrados ó prosaicos,
Musas, y tome un tono mas atrevido que el que conviene á pie en corto número podrian ser disimulables en otras com-
los que no cantan, sino que escriben para la simple lectura. posiciones, en la oda son insufribles, sin que el mérito , que
Por esta razón las odas admiten cierto desprecio de la regula- icaso pueda tener por el fondo de las ideas; baste á compen-
r i d a d , algunas digresiones, y un aparente desorden en las sar los defectos de elocucion y la dureza ó languidez de los
ideas que muestre la agitación interior del que canta. Sin em- versos. iS
bargo es menester cuidar mucho de que este desorden no sea El príncipe de todos los líricos antiguos y modernos es Ho-
mas que aparente, es decir, que el poeta no ha de escribir racio. Píndaro tiene mas elevación, sus versos son singular-
jamas sin plan; pero al tiempo de ejecutarle y de ir enun- mente sonoros y cantables; pero las continuas digresiones y
ciando los pensamientos que ha adoptado para llenarle, puede la demasiada mitología de que sus odas están llenas, la total
omitir aquellas ideas intermedias que la reflexión suplirá, y no falta de afectos, lo poco interesante que son para nosotros sus
ha de indicar las transiciones como en las obras de puro ra- asuntos, el desorden y poca coherencia de los pensamientos,
ciocinio. En esto consiste lo que Boileau llamó bello desorden y la oscuridad y violencia de muchas de sus metáforas, hacen
de las odas; palabras que mal entendidas por algunos, han que se lea con poco gusto, al paso que á Horacio no sabemos
producido infinitas extravagancias. Una oda, diceBlair,wo cómo dejarle de la mano.
ha de ser tan regular en la estructura de sus partes como Antes de concluir este capítulo conviene hacer algunas ad-
un poema épico ó didáctico ; pero en ella, como en toda vertencias.
composicion, debe haber siempre un asunto ; este debe tener 1.a En la poesía lírica de los griegos se pueden distinguir
partes que por su unión le hagan un solo todo : las tran- dos variedades. Algunos poetas, comoPindaro, su competi-
siciones de un pensamiento á otro deben ser finas, pero han dora Corina, y los trágicos en sus coros , que son verdaderas
de conservar el enlace de las ideas; y en lodo el contexto y magníficas odas, dieron á estas mucha extensión, llegando
se ha de ver que el poeta piensa y siente, pero no delira. algunas á trescientos versos; y otros, como Alceo, y señalada-
Por mas autoridades que se quieran alegar para cohones- mente Safo, las redujeron á menor número. Los primeros las
tar la incoherencia real de las ideas, y el verdadero desor- dividieron en largas estrofas de diez, quince, y hasta diez y
den en ta poesía lírica, lo cierto es que toda composicion ocho ó veinte versos, y los segundos en estrofas de dos, t r e s ,
irregular y desordenada es mala, y aun malísima. El bello y á lo mas cuatro versos; y do esta tan desigual extensión y
desorden de la oda es un efecto del arte, como dijo Boi- manera de dividirlas, resultó que las odas de la primera clase
leau; pero es preciso, añade La Mothe, no dar á esta voz tuviesen un carácter muy diverso de las de la segunda. En las
demasiada extensión, porque en tal caso podrían excusarse primeras el poeta empieza por una especie de prólogo ó exor-
todos los extravíos imaginables, y el poeta no tendría otra dio para enunciar el asunto ; ilustra este, acumulando cuanto
obligación que la de expresar con fuerza cuantos pensa- su imaginación le sugiere; discurre por las causas y circuns-
mientos le fuesen ocurriendo, creyéndose dispensado de tancias", los efectos, los contrarios y semejantes, y los demás
examinar su relación; y aunque la obra no tuviese , ni lugares retóricos; amplifica los pensamientos mas interesantes,
principio, ni medio, ni fin, el autor pensaría sin embargo hace á veces digresiones en que refiere sucesos de la fábula o
que era tanto mas sublime, cuanto Juese menos racional. de la historia, y concluye con un breve epílogo. En las segun-
das, al contrario, el poeta entra desde luego en materia,
A,lo que mas debe atenderse en una oda despues.de los
escoge lo mas florido del asunto, y lo enuncia rápidamente sin
afectos, es á la versificación. Como se la supone destinada al
digresiones formales y dilatadas, sin largas amplificaciones, y
canto, es menester que los versos sean lo mas sonoros, armo-
sin epílogo ó recapitulación de ninguna forma. De esta ultima
niosos y musicales que puedan hacerse. Es necesario, por de-
especie, la mas perfecta y mas lírica, son entre los latinos al-
cirlo así, que se estén cantando ellos mismos. Las expresiones
gunas de las pocas odas que nos han quedado de Catulo, y
mas enérgicas y pintorescas, las imágenes mas vivas, la coor-
todas las de Horacio; sin que sepamos si hubo algún otro poeta
que escribiese odas á la manera de Píndaro. Solo quedan de cortos de varias medidas; pero no usan del romancillo nues-
esta cíaselos coros de las tragedias de Séneca, que son de tro asonantado, que les es desconocido.
la misma forma y extensión que los griegos. 4." Como algunos modernos de Jos que en España lian es-
_ ~.»A consecuencia de esta diversidad que se nota entre los crito unas cosas que llaman anacreónticas, han mostrado en
líricos antiguos , hay otra igua\ y correlativa entre los modera ellas mismas que, ó no habían leido á Anacreonte , ó no co-
nos. Los italianos en las llamadas canciones, y los nuestros en nocían cuál es el carácter, tono y estilo de sus odas, se hace
las que á imitación suya escribieron con el mismo título, siguen preciso extender algo mas lo que ya dejo dicho sobre la natu-
la manera de Píndaro, dan mucha extensión á sus composi- raleza de la oda anacreóntica, asuntos que en ella pueden
ciones , las dividen también en largas estrofas que llaman es- tratarse, tono que la conviene, extensión que admite y forma
que debe dársela.
tancias, amplilican los pensamientos principales, y se per-
miten ciertas digresiones. Garcilaso en su Flor de Gnido, y á Ya se ha indicado que la verdadera anacreóntica ha de ser
su imitación Camoens, Fr. Luis de León, Francisco de la una como repentina inspiración, producida por las lijeras
Torre, algún otro de los nuestros, y varios líricos portugueses conmociones que causan en el ánimo los placeres de la mesa
han preferido con mucho acierto la manera de Safo, Alceo y y el baile, ó la sola reunión de varias personas entregadas á la
Horacio; escriben odas cortas, las dividen en estrofas de pocos recreación y al pasatiempo. Y como estas impresiones son n e -
versos, escogen los pensamientos mas interesantes que ofrece cesariamente vivas, cortas y gratas, se infiere lo siguiente :
el asunto, los enuncian con fuego y rapidez, comienzan sin 1.° Los asuntos anacreónticos son relativos á los inocentes pla-
ceres y honestos recreos que la moral mas severa permite alter-
exordio y acaban sin peroración. Parece pues que para distin-
nar con las ocupaciones serias de la vida. 2.° El tono de estas
guir ambas formas, pudiéramos llamar á las canciones, odas
odas es siempre alegre, festivo , jovial, sin que esto impida
pindáricas (y en efecto ya algunos con mucha propiedad han que al paso se puedan mezclar sentencias graves y máximas
dado á sus canciones esta denominación de pindáricas), y á provechosas. 3.« El estilo h a d e ser vivo, lijero, fácil, suelto,
las otras, odashoracianas. Pero déseles ó no este nombre," lo y sin que en ellas se baga otra cosa que florear, por decirlo
que sí importa es distinguir las canciones italianas de las odas asi, los pensamientos. 4-° La composicion total ha de ser muy
latinas, y saber que Garcilaso tiene la gloria de haber sido el corta : en Anacreonte son tres ó cuatro las que pasan de cua-
primero que en la Europa moderna hizo resonar la lira del renta versitos, y muy pocas las que llegan á este número.
poeta venusino, y el mérito de haber sabido distinguir y de- 5.° La forma que las conviene, es la de una breve é ingeniosa
mostrar con un ejemplo , cuan diferente es el carácter de una ficción poética, una especie de cuentecillo , de la cual se de-
canción, como las del Petrarca, y el de una oda, como las de duzca ó resulte un pensamiento Dno, delicado y nuevo. Al-
Horacio. guna vez pueden reducirse á ilustrar un solo pensamiento de
3.* Los latinos escribieron composiciones rigurosamente esta clase por medio de varios símiles ó contrastes. En Ana-
anacreónticas : tales son algunas de Catulo, que malamente creonte , el Amor que habiendo perdido el camino, pide po-
se intitulan epigramas, y varias odas de Horacio; pero no sada al poeta; el Amor picado por una abeja que va llorando
emplearon el mismo metro que Anacreonte. Nosotros hemos a mostrar á Vénus la picadura, son de la primera especie : las
logrado imitar bastante bien el verso anacreóntico en nuestros armas de la hermosura contrapuestas á las que tienen todos
romancillos de verso heptasílabo, y aun octosílabo asonantado; los animales para defenderse, y el nido del amor comparado,
porque en efecto las odas de Anacreonte están , ¿ñas en ver- en cuanto á la fecundidad de la cria, con el de la golondrina,
sos de^siete sílabas, y otras en versos de ocho. Pero como los son de la segunda.
griegos no conocieron la r i m a , los versos de todos sus poetas
y en todas sus comaosiciones son sueltos ó libres, sin ninguna Examínense por estos principios todas las odas que en nues-
especie de asonancia consonancia á no ser puramente casual. tro Parnaso llevan el título de anacreónticas, y se verá cuáles
Los italianos emplean también en sus anacreónticas versos son las que le merecen.
Advierto que las anacreónticas pueden ser alguna vez satíri-
— 386 —
cas porque en efecto es muy propio de la gente alegre y en-
tietenida hacer burla y rechifla de las cosas que lo merecen. mento de su obra un objeto instructivo en sí mismo; pero es
P o r e s o n u e s U a s letrillas satíricas deben referirse al genero con el lin de hacer agradable la instrucción, adornándola con
anacreóntico. Y como el romancillo menor de cinco y ,e.s si- las galas de la poesía. Nunca se propone dar los elementos de
k b a e n q u e suelen escribirse las ¿trillas jocosas, es por sí una ciencia, para que la aprendan los que aun no la saben, ni
mismo cantable, y las anacreóntica» 4eben serlo, pues eran un tratado magistral, para comunicar nuevos descubrimientos
S ro los anti,uoV lo que entre los .ranceses las intituladas y acelerar los progresos del entendimiento humano; sino poe-
clansons de table; creo que aun las anacreonUcas mj sat tizar, si podemos decirlo así, los principios generales del ramo
cas, sino simplemente jocosas, p u c ü e r a n e s c n b s e e ^ o s sobre que escribe. Esta es la verdadera idea de las poesías d i -
de cinco y de seis silabas, pues ya se escriben » ^ dácticas, y de ella deberán deducírselas reglas de su compo-
Pero así en estos como en aquellos convendrá usai alguMvez sicion. Las expondré brevemente, previniendo ántes que, como
del riguroso consonante, como lo hizo Villegas en vana de w el poeta puede tomar por asunto objetos de ciencias y artes, ó
cantilenas. También convendría mezclar con los ^ l l a n o s puntos de moral y de crítica, y en estos puede, ó dar lecciones
de cinco, seis y siete sílabas algunos esdrújulos y agudos para positivas, ó censurar ya los vicios de los hombres, ya el mal
dar mas variedad á estos romancillos que de otra mane.a se gusto de los escritores; las composiciones didácticas pueden
bacen insípidos, cansados y monótonos. Lo que sobre todo ser de tres clases. La primera contiene todas aquellas, en que
deben hacer los poetas líricos españoles es leer y estudiai m u - se trata de alguna ciencia ó arte con mas ó ménos extensión;
cho los italianos, que han sido, son todavía, y acaso serán la segunda aquellas en que se proponen directamente docu-
siempre, los maestros en todo género de composición que ten- mentos morales ó reglas de crítica; y la tercera aquellas en
ga algo de cantable. En ellos aprenderán a combinar de mil que zahiriéndose los extravíos de las costumbres públicas o los
maneras n u e v a s é ingeniosas las estrolillas de nuestros roman- defectos literarios de los autores, se da una como lección indi-
cillos, ya mezclando versos de diferentes medidas, ya a teman- recta. Las primeras se llaman poemas didascálicos, las segun-
do los aconsonantados con los que no lo sean, y los esdrújulos das discursos ó epístolas, porque suelen escribirse bajo una
con los agudos y llanos. de estas dos formas, la de un discurso seguido y doctrinal, o la
de una carta á un sugeto verdadero ó iingido : las terceras
tienen el nombre de sátiras.
CAPITULO I I .
POESIAS DIDÁCTICAS. artículo primero.

Aunque en estas el poeta se p r o p o n e instruir a sus lectores, Poemas didascálicos.


no se crea sin embargo que semejantes composiciones son de
la misma naturaleza que las didácticas de prosa. Porque como
Llamándose asi los tratados escritos en verso sobre objetos
en todas las obras poéticas la instrucción debe estar siempre
de ciencias ó de artes, es claro que la regla fundamental para
subordinada al entretenimiento y placer, en las que ahora exa-
su composicion, será la de que la teoría que el autor presen-
minamos el poeta declara sí su intención de instruir; pero
te, sea verdadera, los preceptos que dé, claros y útiles, y las
esta instrucción lia de estar hermoseada con descripciones,
ilustraciones con que acompañe estos y aquella, oportunas
episodios, ficciones y engalanamientos poéticos, que amenicen
y poéticas.
la aridez del asunto y diviertan la imaginación. Asi sstas poe-
La 2. a es, que observe orden y método no tan rigurosos y
sías no se distinguen de las restantes sino por la materia. En
formales como en un tratado en prosa; pero bastantes para
lugar de divertir y procurar el placer con asuntos patéticos,
ofrecer al lector una instrucción seguida y ordenada.
narraciones ó representaciones de hechos brillantes, ó imita-
La 3. a que amenize las discusiones científicas con episo-
ciones ds caracteres y c ¿lumbres; el poeta escoge por argu-
dios, descripciones, símiles y otros adornos poéticos, porque
— 386 —
cas porque en efecto es muy propio de la gente alegre y en-
tietenida hacer burla y rechifla de las cosas que lo merecen. mento de su obra un objeto instructivo en sí mismo; pero es
P o r e s o n u e s U a s letrillas satíricas'deben referirse al genero con el fin de hacer agradable la instrucción, adornándola con
anacreóntico. Y como el romancillo menor de cinco y ,e.s si- las galas de la poesía. Nunca se propone dar los elementos de
k b a e n q u e suelen escribirse las ¿trillas jocosas, es por sí una ciencia, para que la aprendan los que aun no la saben, ni
mismo cantable, y las anacreóntica» deben serlo, pues eran un tratado magistral, para comunicar nuevos descubrimientos
S ro los anti,uoV lo que entre los .ranceses las intituladas y acelerar los progresos del entendimiento humano; sino poe-
clansons de table; creo que aun las anacreonUcas mj sat tizar, si podemos decirlo así, los principios generales del ramo
cas, sino simplemente jocosas, p u c ü e r a n e s c n b s e e ^ o s sobre que escribe. Esta es la verdadera idea de las poesías d i -
de cinco y de seis silabas, pues ya se escriben » ^ dácticas, y de ella deberán deducírselas reglas de su compo-
Pero así en estos como en aquellos convendrá usai alguMvez sicion. Las expondré brevemente, previniendo ántes que, como
del riguroso consonante, como lo hizo Villegas en vana de w el poeta puede tomar por asunto objetos de ciencias y artes, ó
cantilenas. También convendría mezclar con los ^ l l a n o s puntos de moral y de crítica, y en estos puede, ó dar lecciones
de cinco, seis y siete sílabas algunos esdrújulos y agudos para positivas, ó censurar ya los vicios de los hombres, ya el mal
dar mas variedad á estos romancillos que de otra mane.a se gusto de los escritores; las composiciones didácticas pueden
hacen insípidos, cansados y monótonos. Lo que sobre todo ser de tres clases. La primera contiene todas aquellas, en que
deben hacer los poetas líricos españoles es leer y estudiai m u - se trata de alguna ciencia ó arte con mas ó ménos extensión;
cho los italianos, que han sido, son todavía, y acaso serán la segunda aquellas en que se proponen directamente docu-
siempre, los maestros en todo género de composición que ten- mentos morales ó reglas de crítica; y la tercera aquellas en
ga algo de cantable. En ellos aprenderán a combinar d e m d que zahiriéndose los extravíos de las costumbres públicas o los
maneras n u e v a s é ingeniosas las estrolillas de nuestros roman- defectos literarios de los autores, se da una como lección indi-
cillos, ya mezclando versos de diferentes medidas, ya a teman- recta. Las primeras se llaman poemas didascálicos, las segun-
do los aconsonantados con los que no lo sean, y los esdrújulos das discursos ó epístolas, porque suelen escribirse bajo una
con los agudos y llanos. de estas dos formas, la de un discurso seguido y doctrinal, o la
de una carta á un sugeto verdadero ó lingido : las terceras
tienen el nombre de sátiras.
CAPITULO I I .
POESIAS DIDÁCTICAS. artículo primero.

Aunque en estas el poeta se p r o p o n e instruir a sus lectores, Poemas didascálicos.


no se crea sin embargo que semejantes composiciones son de
la misma naturaleza que las didácticas de prosa. Porque como
Llamándose asi los tratados escritos en verso sobre objetos
en todas las obras poéticas la instrucción debe estar siempre
de ciencias ó de artes, es claro que la regla fundamental para
subordinada al entretenimiento y placer, en las que ahora exa-
su composicion, será la de que la teoría que el autor presen-
minamos el poeta declara sí su intención de instruir; pero
te, sea verdadera, los preceptos que dé, claros y útiles, y las
esta instrucción ha de estar hermoseada con descripciones,
ilustraciones con que acompañe estos y aquella, oportunas
episodios, ficciones y engalanamientos poéticos, que amenicen
y poéticas.
la aridez del asunto y diviertan la imaginación. Asi sslas poe-
La 2. a es, que observe orden y método no tan rigurosos y
sías no se distinguen de las restantes sino por la materia. En
formales como en un tratado en prosa; pero bastantes para
lugar de divertir y procurar el placer con asuntos patéticos,
ofrecer al lector una instrucción seguida y ordenada.
narraciones ó representaciones de hechos brillantes, ó imita-
La 3. a que amenize las discusiones científicas con episo-
ciones ds caracteres y c ¿lumbres; el poeta escoge por argu-
dios, descripciones, símiles y otros adornos poéticos, porque
el tono puramente doctrinal se haría muy pronto empalagoso, naturalidad por medio de la siguiente circunstancia campestre,
sobre todo en una composicion poética, en la cual lo que prin- felizmente introducida para acabar la digresión :
cipalmente buscamos, es el entretenimiento.
La 4.» é importantísima, es que encadene artificiosamente Scilicet et tempus veniet, cum finibus illis
Agrícola, inrurvo terram molitus aratro,
los episodios y digresiones con el asunto principal, y vuelva Exesa invmiet scabrá rubiginvpila;
á él con naturalidad por medio de alguna circunstancia Aut gravibus raslris galeas pulsabit inanes,
felizmente introducida. Grandiaque effossis mirabitur ossa sepulcris.
La 5. a que evite la aridez dogmática, emplee pocos tér- En aquellos parajes algún dia,
minos técnicos, y presente en imágenes, siempre que pueda, Cuando la tierra con el corvo arado
las operaciones intelectuales. Moviere el labrador, ya carcomidas
Por el áspero orin hallará lanzas;
Muchos poemas didácticos tenemos, antiguos y modernos. O los cóncavos yelmos, á los golpes
De los griegos nos quedan los dos de Hesíodo, el primero sobre Hará sonar del ponderoso rastro,
la teogonia, y el segundo sobre las labores del campo; los de Y admirará, al cavar en los sepulcros,
De humanos huesos el tamaño enorme.
Opiano sobre la caza y la pesca, y algún otro. De los latinos
tenemos el de Lucrecio de la naturaleza de las cosas, el de En quinto lugar, las operaciones manuales de la agricultura
Manilio sobre la astronomía, y las Geórgicas de Virgilio, el están realzadas y hermoseadas con descripciones sumamente
modelo mas acabado y perfecto que en este género ha salido poéticas, los objetos mas comunes y bajos están ennoblecidos
de manos de hombres. Por serlo en tan alto grado, y cono- con bellísimas expresiones figuradas, las ideas abstractas están
ciendo que las reglas indicadas parecerán demasiado vagas, presentadas en imágenes las mas pintorescas. Asi, debiendo
oscuras, é inaplicables, si no se comprueban con ejemplos, re- expresarla idea de que el labrador, cuando la tierra esta taita
petiré los mismos que cita Blair, para que se vea cuan magis- de agua, la riega artiücialmente, nos presenta un bellísimo pai-
tralmente fueron observadas por Virgilio. saje, diciendo :
En primer lugar, conociendo muy á fondo la teoría y prác-
Ecce, supercilio clivosi tramitis undam
tica de la agricultura, los principios que establece, las conse- Elic.it; illa, cadens, raucuni per lacia murmur
cuencias que deduce y las reglas que da, son lo mejor que Saxa ciet, sealebrisque arcnlia temperat aroa.
entonces se conocía. Y aun en el dia, relativamente al clima de
De la tendida cuesta en lo mas alto
Italia para la cual escribía, son sustancialmente verdaderas, y Hace brotar el a^uu. que en las piedras
conlormes a las observaciones de los buenos agricultores. Lisas cayendo en espumosas ondas,
En segundo lugar, su poema tiene un plan metódico, y cada En ronco son murmura, y de los campos
Templa la sequedad con sus raudales.
parte de la ciencia rural está tratada con la debida separación
y con cierto orden, que sin tener nada de escolástico, muestra Para dar al labrador la regla, ó el consejo, de que empieze á
bastante bien la cone.xion y dependencia de las ideas.
arar, luego que comienze la primavera, hace una descripción
Ln tercer lugar, la exposición de la doctrina está oportuna-
poética, así de la estación misma, como de la operacion rustica
mente amenizada con episodios, digresiones, descripciones y
del arar, y dice :
otras bellezas poéticas. Tales son la relación de los prodigios
que acompañaron á la muerte de César, las alabanzas de la Ita- Vere novo, gelidus canis cum monlibus humor
lia la hermosa pmtura de la felicidad de la vida del campo, la Liquitur, et zephyro putris se gh ba resolvtl:
üepresso incipiat jam tune mihi taurus aratro
tabula de Ansteo y la triste aventura de Orfeo y Eurídice. lngemere, el sulco attritus splendcscere vomer.
En cuarto lugar, sabe volverá su asunto con mucha destreza
Así que empiece ya la primavera,
aespuesde un episodio ó digresión. Así, habiendo abandonado Y en líquidos arroyos se desate
por algún tiempo á los labradores, para hablar de la guerra La nieve que los montes blanqueaba,
civil y de la batalla de Farsalia, vuelve á ellos con la mayor Y seco de los zéliros al soplo
El negruzco terrón se desmenuce;
Ya entonces a gemir el buey empiece
Arrastrando el arado, y en el surco
A relucir gastándose la reja rarios, su tono debe ser el de una conferencia familiar; el mis-
mo que tomaría el autor, si de viva voz tratase el punto en una
Y para hacerle-entender que si do trabaja, no tendrá que co- .reunión de personas ilustradas ó en conversación con un solo
mer, presenta las ideas bajo estas dos imágenes : amigo. No __ quiere esto decir que el lenguaje sea prosaico; al
Beut magnutn alterius frustra spectabis acervum;
contrario, es menester que aunque en estilo poco figurado y
toncussaque famem in silvis solabere quercu. en versos ménos pomposos que los de otras composiciones, se
vea siempre que es un poeta el que escribe. Horacio nos ha
Ay triste! Con tardío desengaño, dado la regla y el modelo de esta clase de poesías. Él nos dice
El crecido monton de mies ajena
Verás, y vareando las encinas que aunque los versos por su facilidad y sencillez se acerquen
En la floresta, acallarás el hambre. al lenguaje ordinario de prosa (sermoni propriora), es nece-
sario que aun quitándoles la medida, se vea en sus elementos
Hé aquí lo que se llama ser poeta. Ennoblecer los objetos t r i - separados que son parte de una composicion poética;ó,como
viales, revestir de imágenes sensibles las ideas abstractas, p i n - él se explica figuradamente, es preciso que aun despedazado
tar con viveza y fidelidad la naturaleza física y las pasiones y el autor, se vea en sus miembros desunidos que son los de un
costumbres de los hombres; en esto consiste la poesía. poeta, disjecti membra poetce. ¡Ycuán bien supo practicarlo
mismo que enseñaba! ¡Qué verdad en sus observaciones mo-
rales y críticas I ¡Qué facilidad en su versificación ! ¡ Qué ilus-
ARTÍCULO I I . traciones tan bien escogidas! Qué elegante sencillez de estilo!
Discursos y epístolas sobre puntos de moral ó de critica. ¡Qué noble familiaridad en sus epístolas á Augusto y otros al-
tos personajes!
Poco hay que prevenir acerca de estas composiciones, las
cuales, aunque didácticas, no piden plan tan metódico y orden . Lo que principalmente contribuye á dar cierto colorido poé-
tan riguroso como los poemas didascálicos. El poeta no se tico á estas composiciones, son las imágenes y comparaciones
propone en ellas tratar de una ciencia en toda su extensión, oportunamente introducidas. Como nosotros poseemos en este
sino de algun punto determinado, ó hacer acunas observacio- género una composicion la mas acabada y perfecta que haya
nes sueltas; y asi no está sujeto á tanta regularidad como en en ningún Parnaso moderno, y comparable, si alguna vez no las
aquellas Si los que han acusado á Horacio de falta de método excede, con las del mismo Horacio, que es la epístola moral
en su Arte poética, hubieran tenido presente que este título de Rioja sobre las esperanzas de los cortesanos y tas venta-
na sido dado á aquella composicion por los modernos, y que jas de la medianía; copiaré algunas de sus bellísimas c o m -
Horacio no se propuso escribir un arte poética, sino dar á los paraciones é imágenes, las cuales darán á conocer, mejor que
lisones, a quienes la dirige, algunos principios de buen gusto largos preceptos y prolijas discusiones, cómo se deben ameni-
sobre la poesía en general y sobre la dramática en particular; zar y hacer poéticas las moralidades por medio de símiles bien
hubieran visto que, mirada bajo este aspecto, tiene la conve- escogidos. Hablando de la indiferencia con que debemos mirar
niente regularidad. Laque se llama Arle poética de Horacio, la inconstancia de la fortuna, dice :
es en efecto una epístola crítica de la clase de las que ahora Dejémosla pasar como á la fiera
examinamos. Contiene excelentes principios en materia de poe- Corriente del gran Bétis, cuando airado
sía; pero no es una Poética." Dilata hasta los montes su ribera.
Las «pistolas morales y críticas (y lo mismo puede decirse Sacando por consecuencia de varias reflexiones que anteceden,
de los discursos, de los cuales no se diferencian sino por la que debemos apetecer la vida privada, ilustra esta conclusión
torma) no piden tampoco mucha elevación. Reduciéndose por con un bellísimo símil, diciendo así :
10 común a observaciones sueltas sobre asuntos morales ó lite- Busca pues el sosiego dulce y caro,
Como en la oscura noche del fcgeo
Busca el piloto el eminente faro.
Para demostrar las ventajas de la independencia y libertad de
artículo in.
la vida privada, en contraposición á la esclavitud y sujeción de
las cortes, emplea esta hermosa semejanza, cuya segunda parte Sátiras.
dejo citada ya con otro motivo :
Se ba disputado mucho sobre si los griegos conocieron este
Mas precia el ruiseñor su pobre nido
B e pluma y leves pajas, más sus quejas
género de poesías, ó si fué inventado por los romanos..Pero
En el bosque repuesto y escondido; bien examinado el punto, se verá que esta es mera cuestión
Que agradar lisonjero las orejas
de voz. No sabemos si los griegos escribieron sátiras como las
l)e algún principe, insigne, aprisionado de Horacio, es decir, bajo la misma forma y por el mismo to-
En el metal de las doradas rejas. no que este y los otros satíricos latinos emplearon ; pero bajo
otras formas y con otro tono ¿quién puede dudar de que es-
Ponderando la rapidez de la vida, dice : cribieron sátiras? Homero mismo, el mas antiguo poeta suyo
Como los rios que en veloz corrida (á lo ménos de los que han llegado á nosotros) escribió su
Se llevan á la mar, tal soy llevado Margites, poema rigurosamente satírico, y aun en el mismo
Al último suspiro de mi vida. verso exámetro que despues adoptaron los latinos para la sá-
Y mas abajo reúne una porcion de ejemplos (que son como tira. Las llamadas Menipeas de su inventor el cínico Menipo,
otros tantos símiles), para hacernos ver que todo nos advierte escritas parte en prosa y parte en verso, fueron famosas en la
de lo breve y fugaz de nuestra vida, diciendo : antigüedad. La comedia misma ¿qué otra cosa fué en su o r í -
gen, sino una amarga sátira contra las personas, y en su ú l -
Pasáronse las flores del verano, timo estado la censura ó , si se quiere, la sátira de los vicios,
El oloño pasó con sus racimos,
Pasó el invierno con sus nieves cano; extravagancias y ridiculeces de los hombres? Los diálogos de
Luciano ¿qué otra cosa son, sino una sátira finísima de las
Las bojas que en las altas selvas vimos,
Cayeron; y nosotros á porfía creencias supersticiosas, de las prácticas absurdas y los errores
En nuestro engaño inmóviles vivimos. de su tiempo, y de la hipocresía y los vicios de los filósofos ?
Mas sencillo es decir que ni los griegos ni los romanos fueron
Diciendo que el hombre verdaderamente virtuoso no es hipó- los inventores de la sátira, y que esta ha existido, y debe exis-
crita ni hace ostentación de su virtud, ilustra esta idea con tir necesariamente, en todas las naciones civilizadas; porque
la siguiente comparación : está en la naturaleza del hombre observar, censurar y zaherir
¡ Cuán callada que pasa las montañas los vicios, y aun las debilidades de sus semejantes. La censura
El aura, respirando mansamente! séria ó jocosa de lo que nos choca y ofende en las costumbres,
Qué gárrula y sonante por las cañas! ó acciones de aquellos con quienes vivimos, es decir, la pura,
Este es el modo de sazonar las moralidades con las gracias purísima satira, es un resultado necesario de nuestras inclina-
ciones, y tan antigua como las sociedades: lo que ha variado
de la poesía.
y debido variar, es la manera de hacerla. Se ha hecho y se
Advierto que la forma epistolar no es exclusivamente propia
hace todavía en prosa, se ha hecho y se hace todavía en verso,
de este género de poesías morales ó críticas. La misma forma
se ha puesto y se pone en forma dramática: pero de cualquier
puede darse también á otros muchos asuntos, y señalada-
modo que se presente, siempre es la misma en el fondo. Sea
mente á los ar.orosos y lúgubres, como se ve por las Heroi-
de esto lo que fuere, lo que nos importa saber es que en poesía
das de Ovidio, y por sus Tristes. En este caso, como SOD pu-
se llama Mira, cualquier poema directo en que se pensa-
ramente sentimentales, pertenecen por la materia á la llamada
ran los crímenes, los vicios ó las simples ridiculeces de los
poesía lírica, de la cual, como ya dijimos, no se diferencian
hombres; poema que por su objeto, que es la reforma y cor-
sino por el género de verso y alguna mas regularidad; pero
rección de las costumbres públicas y la destrucción de los er-
en el fondo y en el tono patético convienen con ella.
sejaría á todo poeta, que en caso de escribir sátiras piefiriese
rorcs, pertenece á la clase de los didácticos de que estamo« asuntos literarios, porque el arma de lo ridículo empleada
tratando. conti'4 )os extravíos del gusto produce ordinariamente su efec-
La censura puede hacerse en tono serio, en tono jocoso y to ; pero la censura moral raras veces ha corregido los vicios
en un tono medio que participa de ambos. El I c o n v i e n e , dominantes. Un diálogo satírico de Boileau echó por tierra las
cuando se levanta h voz contra crímenes atroces, y se delatan novelas heroico-amorosas de la Calprenede y de Scuderi. la
á la execración pública grandes malvados, caracteres perver- graciosa novela satírica del Quijote sepultó en el olvido los
sos, altos criminales : el 2.° cuando no se quiere mas que ri- libros de caballerías; pero las sátiras de Horacio, Juvenal y
diculizar los caprichos, los lijeros defectos, las debilidades y Persio no corrigieron ni mejoraron las costumbres de Roma.
miserias á que todos estamos mas ó menos sujetos: el 3.® El epigrama, según la acepción que hoy tiene esta palabra
cuando se censuran vicios, que sin ser atroces, son sin embar- en literatura, es una especie de sátira muy corta, pues suele
go de alguna gravedad. Este principio que nadie ha estable- significar la expresión en verso (puede estar también en prosa,
cido bien basta ahora, y que me parece incontestable, decide pero entonces no se llama comunmente epigrama) de un pen-
otra cuestión muy debatida, á saber, la de la preferencia de samiento agudo, satírico y jocoso. Por lo demás, la palabra en
Horacio sobre Juvenal, ó la d e este sobre aquel. Ambos son sí misma no significa, según su valor etimológico, mas que
excelentes modelos; pero cada uno tomó el tono que convenia inscripción. Y en efecto la mayor parte de los epigramas que
al género de sátira que escribía. Horacio escogió por asunto de nos han quedado de los griegos, son verdaderas y sencillas
las suyas las debilidades de la humanidad, no sus vicios enor- inscripciones de estatuas, sepulcros y otros monumentos; las
mes; y así, censura sonriéndose, se burla de los hombres, se cuales nada tienen de satíricas. Mas como algunas lo fueron
divierte él y divierte á sus lectores. Juvenal tomó la pluma, en tiempos posteriores, quedó ya consagrado el titulo de epi-
como él mismo lo dice, para desahogarla indignación de que grama para designar una pequeña composicion en verso
su pecho estaba oprimido á vista de la escandalosa corrupción que tenga algo de aguda, satírica, mordaz- y jocosa. Ordi-
de costumbres de su siglo, de los crímenes horrorosos que en nariamente todo el cliiste consiste en un equívoco ú otro juego
él eran tan frecuentes, de la vergonzosa esclavitud en que ya- de palabras.
cían los romanos, y de las crueldades de los emperadores. Por Los cuentos en verso, como los demasiado libres de Lafon-
consiguiente sus sátiras son acres, vehementes, punzantes. Las taine y de Casti, pueden referirse también á la sátira.
de Horacio pueden llamarse cómicas, las de Juvenal oratorias;
verdaderas invectivas contra los vicios. Persio, aunque apre- CAPITULO III.
ciable por su moralidad y por el nervio y luego de su estilo, es
duro, áspero y oscuro, y afecta una jocosidad que asentaba POESIA DESCRIPTIVA.
mal á su carácter tétrico y á su estoicismo.
En cuanto al estilo de estos poemas, basta prevenir que, Los antiguos no nos han dejado poemas que merezcan en
como se dirigen al mismo objeto que las epístolas y los discur- rigor el título de descriptivos. La descripción entre ellos es un
sos morales, requieren igualmente la facilidad y franqueza de adorno de las demás composiciones, pero no el asunto de una
la conversación, particularmente si la sátira es jocosa. Si fuere obra regular. El único poema antiguo puramente descriptivo
séria, ya puede levantar el tono un poco mas; pero nunca es El escudo de Hércules por Hesíódo, y aun este parece ser
tanto como la oda, la elegía y otras composiciones. Es m e - fragmento de una composicioD épica. Los fenómenos de Arato
nester que su carácter dominante sea el doctrinal, no el son una especie de poema didascàlico sobre la astronomía. Así
patético. las poesías descriptivas propiamente dichas, es decir, poemas
Queda indicado que la sátira puede ser puramente literaria enteros destinados á pintar y describir el universo todo, ó una
para censurar y ridiculizar la pedantería, el mal gusto y los serie particular de fenómenos, ó una colección mas ó ménos
defeclos de un escritor determinado, ó en general los abusos numerosa de objetos naturales, han sido invención de los mo-
ó vicios introducidos en algún ramo de literatura; y yo acon-
sejaría á todo poeta, que en caso de escribir sátiras piefiríese
rorcs, pertenece á la clase de los didácticos de que estamo« asuntos literarios, porque el arma de lo ridículo empleada
tratando. conti'4 )os extravíos del gusto produce ordinariamente su efec-
La censura puede hacerse en tono serio, en tono jocoso y to ; pero la censura moral raras veces lia corregido los vicios
en un tono medio que participa de ambos. El I c o n v i e n e , dominantes. Un diálogo satírico de Boileau echó por tierra las
cuando se levanta h voz contra crímenes atroces, y se delatan novelas heroico-amorosas de la Calprenede y de Scuderi. la
á la execración pública grandes malvados, caracteres perver- graciosa novela satírica del Quijote sepultó en el olvido los
sos, altos criminales : el 2.° cuando no se quiere mas que ri- libros de caballerías; pero las sátiras de Horacio, Juvenal y
diculizar los caprichos, los lijeros defectos, las debilidades y Persio no corrigieron ni mejoraron las costumbres de Roma.
miserias á que todos estamos mas ó menos sujetos: el 3.® El epigrama, según la acepción que hoy tiene esta palabra
cuando se censuran vicios, que sin ser atroces, son sin embar- en literatura, es una especie de sátira muy corta, pues suele
go de alguna gravedad. Este principio que nadie ha estable- signilicar la expresión en verso (puede estar también en prosa,
cido bien hasta ahora, y que me parece incontestable, decide pero entonces no se llama comunmente epigrama) de un pen-
otra cuestión muy debatida, á saber, la de la preferencia de samiento agudo, satírico y jocoso. Por lo demás, la palabra en
Horacio sobre Juvenal, ó la d e este sobre aquel. Ambos son sí misma no significa, según su valor etimológico, mas que
excelentes modelos; pero cada uno tomó el tono que convenia inscripción. Y en efecto la mayor parte de los epigramas que
al género de sátira que escribía. Horacio escogió por asunto de nos han quedado de los griegos, son verdaderas y sencillas
las suyas las debilidades de la humanidad, no sus vicios enor- inscripciones de estatuas, sepulcros y otros monumentos; las
mes; y así, censura sonriéndose, se burla de los hombres, se cuales nada tienen de satíricas. Mas como algunas lo fueron
divierte él y divierte á sus lectores. Juvenal tomó la pluma, en tiempos posteriores, quedó ya consagrado el titulo de epi-
como él mismo lo dice, para desahogarla indignación de que grama para designar una pequeña composicion en verso
su pecho estaba oprimido á vista de la escandalosa corrupción que tenga algo de aguda, satírica, mordaz, y jocosa. Ordi-
de costumbres de su siglo, de los crímenes horrorosos que en nariamente todo el cliiste consiste en un equívoco ú otro juego
él eran tan frecuentes, de la vergonzosa esclavitud en que ya- de palabras.
cían los romanos, y de las crueldades de los emperadores. Por Los cuentos en verso, como los demasiado libres de Lafon-
consiguiente sus sátiras son acres, vehementes, punzantes. Las taine y de Casti, pueden referirse también á la sátira.
de Horacio pueden llamarse cómicas, las de Juvenal oratorias;
verdaderas invectivas contra los vicios. Persio, aunque apre- CAPITULO III.
ciable por su moralidad y por el nervio y luego de su estilo, es
duro, áspero y oscuro, y afecta una jocosidad que asentaba POESIA DESCRIPTIVA.
mal á su carácter tétrico y á su estoicismo.
En cuanto al estilo de estos poemas, basta prevenir que, Los antiguos no nos han dejado poemas que merezcan en
como se dirigen al mismo objeto que las epístolas y los discur- rigor el título de descriptivos. La descripción entre ellos es un
sos morales, requieren igualmente la facilidad y franqueza de adorno de las demás composiciones, pero no el asunto de una
la conversación, particularmente si la sátira es jocosa. Si fuere obra regular. El único poema antiguo puramente descriptivo
séria, ya puede levantar el tono un poco mas; pero nunca es El escudo de Hércules por Ilesíodo, y aun este parece ser
tanto como la oda, la elegía y otras composiciones. Es m e - fragmento de una composicioD épica. Los fenómenos de Arato
nester que su carácter dominante sea el doctrinal, no el son una especie de poema didascàlico sobre la astronomía. Así
patético. las poesías descriptivas propiamente dichas, es decir, poemas
Queda indicado que la sátira puede ser puramente literaria enteros destinados á pintar y describir el universo todo, ó una
para censurar y ridiculizar la pedantería, el mal gusto y los serie particular de fenómenos, ó una colección mas ó ménos
defectos de un escritor determinado, ó en general los abusos numerosa de objetos naturales, han sido invención de los mo-
ó vicios introducidos en algún ramo de literatura; y yo acon-
dernos. Los ingleses y los alemanes son en realidad los que han
c;eado la poesía descriptiva, que despues han perfeccionado biertos de verdura, un bello paisaje, fértil y poblado, que pro-
los franceses. Pues aunque nuestro Gradan había ya compues- mete bienes, paz, abundancia y felicidad : triste y melancólica,
to eí. el siglo xvii. un poema verdaderamente descriptivo so- cuando despojada de sus galas, no ofrece á la vista mas que
bre las estaciones, intitulado Selvas del año, es tan malo, que silenciosas soledades, y no promete ni riquezas ni placeres. •
ni aun en.España es leido. ¿Cómo lo seria pues en Inglaterra, En segundo lugar, el poeta, al describir la naturaleza fí-
para que Thompson se valiese de él ó quisiese imitarle? Pro- sica, debe hacer lo que los épicos y dramáticos hacen respecto
bablemente ni aun noticia tendría de su existencia. Para que de la naturaleza moral, es decir, debe engrandecerla, her-
se conozca lo que es el tal poema, basten los versos siguientes, mosearla y hacerla interesante. La engrandecerá, si de tiem-
trata de la entrada del estío, y dice : po en tiempo hace sentir su sublimidad, sembrando aun en
las descripciones de escenas puramente bellas, las ideas del
Despues que en celeste anfiteatro,
Et ginele del dia espacio, el infinito, el orden, el movimiento y el silencio uni-
Sobre Flegonte toreó valiente versal. La hermoseará, si reúne en un solo cuadro bellezas que
Al luminoso loro, en la naturaleza real se hallan esparcidas y diseminadas en
Vibrando por rejones rayos de oro; varios. La hará interesante, si en las descripciones de los ob-
Aplaudiendo sus suenes
El hermoso espectáculo de estrellas. jetos recuerda ó indica sus relaciones con los seres animados,
1 urba de damas bellas señaladamente con el hombre, insinuando verdades de física
Que á gozar de su talle alegre mora y de moral, ideas útiles, principios de economía rural, senti-
Encima los balcone- de la aurora ;
mientos virtuosos.
Despues que en singular metamorfosi, En tercer lugar, es menester contrastar las pinturas y
(.011 talones de pluma, situaciones. Así, por ejemplo, despues de haber pintado el
1 con eresia de fuego,
A la gran multitud de astros lucientes, exceso del calor, puede el poeta llevarnos á la orilla de aL-un
Gallinas de tos campos celestiales, delicioso arroyuelo ó á un bosque fresco y sombrío : nosotros
Presidió gallo el bo;|uirub¡o Felio le seguiremos con gusto á su opaco retiro, huyendo con él de
Entre los pollos del tindáreo huevo, ele.
los ardores del sol y de la aridez de la tierra. Al contrario, en
También Lope tiene varias composiciones rigurosamente medio de las descripciones de escenas risueñas y placenteras
descriptivas, como La tapada, La mañana de S. Juan, Las puede colocar alguna vez pinturas de objetos terribles, que
fiestas de Valencia y otras, y Lupercio su Descripción de agitándonos en dirección contraria nos hagan pasar rápida-
Aranjuez; pero todos estos son mas bien trozos sueltos, que mente del placer al dolor. Tal seria el cuadro de una batalla
poemas completos. dada en una hermosa llanura. Despues de habérnosla moslra-
Este género nuevo tiene sus reglas peculiares, que indicaré do adornada de todas las galas de la primavera, puede retra-
sumariamente extractándolas de St.-I.amhert, que es quien tarla devastada, cubierta de cadáveres é inundada de sangre,
mejorías ha lijado. y devoradas por el fuego las rústicas alquerías de sus habi-
La poesía descriptiva ha de proponerse primeramente lla- tantes.
mar la atención de los hombres hacia tas grandiosas esce- En cuarto lugar, como una serie no interrumpida de cam-
nas de la naturaleza. Debe pues representarla sublime en la pestres descripciones fatigaría la atención del lector mas ena-
extensión inmensa de los cielos y los mares, en los vastos de- morado del campo, y como despues de haber visto un país,
ciertos,, en el espacio, en las tinieblas, en la multitud innu- queremos ver también sus moradores; es necesario colocar
merable de los seres; y en los grandes fenómenos', como los en los paisajes al hombre de los campos, y hablar de sus
terremotos, los volcanes, las tempestades y las inundaciones. costumbres, labores, penas y placeres.
bella amable y risueña, por decirlo asi, cuando nos presenta En quinto lugar, todas las pinturas han de ser tan verda-
ricas llanuras, amenos valles, praderas floridas, collados cu- deras y animadas, que nos parezca estar viendo el objeto
con nuestros propios ojos. Para esto es preciso que el paeta
sepa escviger aquellas circunstancias, que sean capaces de tras- Ni de Calabria ardiente
mitir a la imaginación de los lectores la impresión misma que Las preciadas merinas,
Ni el oro y los marliles
en el ánimo del poeta hizo la presencia del objeto. . Que el Asia nos envía,
En sexto lugar, las descripciones deben presentar objetos Ni el anchuroso campo
individuales, no indefinidos y en abstracto. Un cerro, por Que riega y fertiliza
ejemplo, un arroyo, un lago se representan con mas viveza a El taciturno Líris
Con sus aguas dormidas.
la imaginación, cuando se nombra algún cerro, arroyo ó lago
conocido, que cuando se describe uno indeterminado. Esta Como todo el arte de la descripción poética consiste en la
observación es común también á los símiles que se toman de elección de las circunstancias, daré algunas reglas particulares
objetos naturales, y á las alusiones. Estas son mas bellas, que puedan guiar al poeta para escogerlas y emplearlas, re-
cuando se particularizan los objetos á que se relieren. Horacio glas que casi literalmente copiaré de Blair.
tuvo presente la regla, cuando al decir que no pide al dios 1.a Las circunstancias que se empleen en cualquiera
Apolo ni mieses, ni gnnados, ni tierras, ni oro, ni marfil, par- descripción, no deben ser vulgares y comunes, sino ente-
ticulariza así estos objetos: ramente nuevas. En esto es cabalmente en lo que se distin-
Quid dedicatum poscit Apollinem
guen los ingenios originales, de los que no son mas que co-
Vates ? quid orat de patera novum piantes. Estos, cuando se ponen á describirla naturaleza, la
Fundens liquorem? Non opimas encuentran ya agotada por los que les han precedido en la
Sardinia segetes feracis; misma carrera, v nada nuevo é interesante ven en el objeto
Ron cestuosa' grata Calabria!
Amienta; non aurum aüt ebur indicum; que van á pintar". Aquellos, al contrario, ven lo que nadie lia
Non rura, qua Liris quieta visto todavía, y tienen el secreto de dar cierta novedad á los
Mordet anua, taciturnas amnis. objetos mas comunes y conocidos.
(Lib. i . oda 31.)
2. a Deben particularizar y circunscribir el objeto, es
¿Qué le pide el poela al dios Apolo decir, no lian de ser vagas, y tales que igualmente convengan
El dia en (piesu eslalua se dedica? á otro ; porque las descripciones genéricas no pueden darnos
¿Qué le demanda, cuando el licor nuevo
De la copa derrama? No le pide ideas claras y precisas de los objetos descritos.
De la feraz Cerdeña 3. a Deben ser uniformes y de un mismo carácter. Asi,
Las cosechas opimas, cuando describimos un objeto grandioso y magnífico, todas
Ni los ricos rebaños jj
De la ardiente Calabria,
deben contribuir á engrandecerle : cuando uno alegre y pla-
Ni de la India el oro y los marliles, centero, todas han de ayudar á hermosearle.
Ni los campos que el Líris taciturno 4. a Las circunstancias de un objeto deben explicarse
Con su mansa corriente va lamiendo, con sencillez y concision, pues cuando exageramos ó ampli-
Esta es la traducción literal de los versos de Horacio; pero ficamos demasiado una cosa, debilitamos la impresión que in-
pues estos son líricos, daré otra con poquísima variación en tentábamos hacer. La brevedad es necesaria sobre todo, como
versos anacreónticos, para que al mismo tiempo se vea, cuan ya se indicó en otra parte, cuando se describen objetos subli-
bien se presta uuestra lengua á la traducción de los clásicos.; mes : las escenas alegres y risueñas permiten alguna mayor
ampliación, porque en su pintura no debe predominar la
¿Qué le pide el poela fuerza.
A Api'lo en este dia. Adviértase que estas reglas relativas á la elección de las cir-
En que una hermosa estatua
Augusto le dedica? cunstancias y al modo de presentarlas, son comunes á todas
¿Qué le demanda, cuando las descripciones poéticas, y hasta cierto grado convienen tam-
El nuevo licor liba? bién á las oratorias é históricas. Pero, como en los poemas
No de Cerdeña fértil
Las cosechas opimas,
esencialmente descriptivos, es donde se encuentran en mayor tiras. Si las castellanas están en cortas letrillas, son composi-
número, las he reservado para este paraje. ciones líricas, y en rigor cantables; pero si están en tercetos,
conservan la denominación genérica de sátiras. Por esta razón,
habiendo hablado largamente de las odas y sátiras, no me ha
CAPITULO IV. parecido necesario hacer artículo separado para las letrillas sa-
D E LOS P O E M A S LLAMADOS M E N O R E S , Y DE NUESTROS ROMANCE3.
tíricas y los romances jocosos, que suelen serlo también, ni
para las elegías.' Los asuntos de estas, como ya dije, son los
Se llaman poemas menores en general ciertas composiciones mismos que los de las odas, y su tono también es patético;
breves, á las cuales han dado los preceptistas los greco-pom- pero no admiten el aparente desorden, ni los raptos de la líri-
posos títulos de epitalamios, genetliacos, epicedios, epini- ca.. El metro que les corresponde en latiri son los dísticos, y
cios, eucarísticos, protrépticos, soté/icos, propémpticos, en castellano los tercetos. Pueden escribirse también en versos
apobaterios y parenelicos : sobre los cuales basta saber que endecasílabos libres, ó ligados en forma de romance; pero yo
todos pertenecen á la clase de las poesías directas, y que sus siempre quisiera tercetos, porque son los que mejor imitan el
particulares denominaciones son relativas al asunto sobre que dístico latino.
se versan, ó al suceso que da lugar á componerlos. Así, cuando Con ocasion de esta palabra romance, debo advertir, que el
un poeta celebra en verso una victoria, escribe un epinicio; si llamado menor, ó de verso octosílabo, puede emplearse en
se lamenta de la desgraciada ó temprana muerte de algún per- composiciones amorosas, festivas, jocosas, burlescas, y aun se-
sonaje, hace un epicedio; si da gracias por algún beneficio re- rias sobre asuntos que no pidan un tono muy elevado ; pero
cibido, compone un poema eucarístico; si felicita á alguno no en composiciones graves, majestuosas y sublimes. Porque,
porque se ha casado, ó porque le ha nacido un hijo, su com- digan cuanto quieran sus defensores, jamas sonarán bien en
posicion será respectivamente un epitalamio ó un genetlía- romancillo octosilábico un himno, una oda heroica, y mucho
co, etc., etc. Pero ya se deja conocer que en todos estos casos, ménos una epopeya. Si esta licencia se autorizase, pronto se
según el modo con que se maneje el asunto, y el género de reducirían á jácaras de ciego las poesías mas nobles y grandio-
verso en que se escriba la composícion; será esta una oda, una sas. ¡Qué bien parecerían la Iliada y la Eneida en coplitas
elegía, una epístola, ó un simple discurso. Así, por ejemplo, de tirana! ¿Y porqué no? me preguntarán los romanceros.
cuando Horacio se lamenta en verso y tono lírico de la muerte Por las siguientes sencillísimas razones, á las cuales nada se
de Quíntilio Varo, su hermosa composicion, Quis desiderio puede oponer :
sit pudor, etc. es una oda; pero cuando Ovidio llora en bellí- ^ . a Habiéndose cantado en romances las hazañas de los con-
simos dísticos la muerte de Tibulo, y exclama : Flebitis indi- trabandistas, ladrones, facinerosos, y ahorcados, este metro se
gnos, Elegeia, solve capillos, etc. su composicion es una ele- ha hecho vulgar, se ha envilecido, no hay ya medio de enno-
gía. Cuando el primero con todo el estro y entusiasmo lírico blecerle; y ningún hombre de gusto quiere que le canten en
celebra las victorias de Druso, y dice : Qualem ministrum jácara las proezas de los verdaderos héroes, las maravillas de
fulminis alitem, etc., su obra es una oda; pero es elegía la naturaleza y las alabanzas del Altísimo.
aquella en que el segundo celebra el triunfo de Tiberio; no 2. a Por lo mismo que en coplas de romance menor se qan-
porque esta no esté también escrita con mucho fuego y entu- tan las tiranas y cachuchas, los caballos y otras tonadas po-
siasmo, sino porque el verso, el tono y el giro mismo de la pulares, se ha hecho de necesidad metro lírico; pero bajo,
composicion no son líricos sino elegiacos. Esto es lo mismo familiar y tabernario.
que ya indiqué hablando de las odas, á saber, que sobre un 3. a La circunstancia de ser los versos parisilábicos, la facili-
mismo asunto, y aun con el mismo tono patético, se pueden dad de hacerlos, y la monotonía de una asonancia que tan sin
escribir diferentes poemilas, que serán odas, epístolas, heroi- trabajo se encuentra, excluyen este género de metro de todas
das ó elegías, según el metro en que se escriban, y la forma aquellas composiciones, en que á lo grandioso de los conceptos
que se dé á toda la composicion. Lo mismo sucede con las sa; debe corresponder una brillante, pomposa y difícil versifica-
esencialmente descriptivos, es donde se encuentran en mayor tiras. Si las castellanas están en cortas letrillas, son composi-
número, las he reservado para este paraje. ciones líricas, y en rigor cantables; pero si están en tercetos,
conservan la denominación genérica de sátiras. Por esta razón,
habiendo hablado largamente de las odas y sátiras, no me ha
CAPITULO IV. parecido necesario hacer artículo separado para las letrillas sa-
D E LOS P O E M A S LLAMADOS M E X O R E S , Y DE NUESTROS ROMANCE3.
tíricas y los romances jocosos, que suelen serlo también, ni
para las elegías.' Los asuntos de estas, como ya dije, son los
Se llaman poemas menores en general ciertas composiciones mismos que los de las odas, y su tono también es patético;
breves, á las cuales han dado los preceptistas los greco-pom- pero no admiten el aparente desorden, ni los raptos de la líri-
posos títulos de epitalamios, genetliacos, epicedios, epini- ca. El metro que les corresponde en latín son los dísticos, y
cios, eucaristicos, protrépticos, soté/icos, propémpticos, en castellano los tercetos. Pueden escribirse también en versos
apobaterios y parenélicos : sobre los cuales basta saber que endecasílabos libres, ó ligados en forma de romance; pero yo
todos pertenecen á la clase de las poesías directas, y que sus siempre quisiera tercetos, porque son los que mejor imitan el
particulares denominaciones son relativas al asunto sobre que dístico latino.
se versan, ó al suceso que da lugar á componerlos. Así, cuando Con ocasion de esta palabra romance, debo advertir, que el
un poeta celebra en verso una victoria, escribe un epinicio; si llamado menor, ó de verso octosílabo, puede emplearse en
se lamenta de la desgraciada ó temprana muerte de algún per- composiciones amorosas, festivas, jocosas, burlescas, y aun se-
sonaje, hace un epicedio; si da gracias por algún beneficio re- rías sobre asuntos que no pidan un tono muy elevado ; pero
cibido, compone un poema eucaristico; si felicita á alguno no en composiciones graves, majestuosas y sublimes. Porque,
porque se ha casado, ó porque le ha nacido un hijo, su com- digan cuanto quieran sus defensores, jamas sonarán bien en
posicion será respectivamente un epitalamio ó un genetlia- romancillo octosilábico un himno, una oda heroica, y mucho
co, etc., etc. Pero ya se deja conocer que en todos estos casos, ménos una epopeya. Si esta licencia se autorizase, pronto se
según el modo con que se maneje el asunto, y el género de reducirían á jácaras de ciego las poesías mas nobles y grandio-
verso en que se escriba la composicion; será esta una oda, una sas. ¡Qué bien parecerían la Iliada y la Eneida en coplitas
elegía, una epístola, ó un simple discurso. Así, por ejemplo, de tirana! ¿Y porqué no? me preguntarán los romanceros.
cuando Horacio se lamenta en verso y tono lírico de la muerte Por las siguientes sencillísimas razones, á las cuales nada se
de Quintilio Varo, su hermosa composicion, Quis desiderio puede oponer :
sit pudor, etc. es una oda; pero cuando Ovidio llora en bellí- 1 . a Habiéndose cantado en romances las hazañas de los con-
simos dísticos la muerte de Tibulo, y exclama : Flebitis indi- trabandistas, ladrones, facinerosos, y ahorcados, este metro se
gnos, Elegeia, solve capillos, etc. su composicion es una ele- ha hecho vulgar, se ha envilecido, no hay ya medio de enno-
gía. Cuando el primero con todo el estro y entusiasmo lírico blecerle; y ningún hombre de gusto quiere que le canten en
celebra las victorias de Druso, y dice : Qualem ministrum jácara las proezas de los verdaderos héroes, las maravillas de
fulminis alitem, etc., su obra es una oda; pero es elegía la naturaleza y las alabanzas del Altísimo.
aquella en que el segundo celebra el triunfo de Tiberio; no 2. a Por lo mismo que en coplas de romance menor se qan-
porque «sta no esté también escrita con mucho fuego y entu- tan las tiranas y cachuchas, los caballos y otras tonadas po-
siasmo, sino porque el verso, el tono y el giro mismo de la pulares, se ha hecho de necesidad metro lírico; pero bajo,
composicion no son líricos sino elegiacos. Esto es lo mismo familiar y tabernario.
que ya indiqué hablando de las odas, á saber, que sobre un 3. a La circunstancia de ser los versos parisilábicos, la facili-
mismo asunto, y aun con el mismo tono patético, se pueden dad de hacerlos, y la monotonía de una asonancia que tan sin
escribir diferentes poemilas, que serán odas, epístolas, beroi- trabajo se encuentra, excluyen este género de metro de todas
das ó elegías, según el metro en que se escriban, y la forma aquellas composiciones, en que á lo grandioso de los conceptos
que se dé á toda la composicion. Lo mismo sucede con las sa; debe corresponder una brillante, pomposa y difícil versifica-
cas, líricas y dramáticas? Pues ¿cómo pretenden los roman-
cion. ¿Qué brillantez, pompa y dificultad pueden caber en una ceros que la epopeya y las odas sublimes se escribat en verso
copla? El endecasílabo suelto (generoso le llamo Bartolomé cómico ?
Argensola), que bien hecbo es el mas difícil de lodos, las oc- 0. a Ningún poeta griego ni latino (y estos son los verdade-
tavas, las estrofas líricas compuestas de endecasílabos y hep- ros maestros) escribió odas, epopeyas, sátiras, epístolas y ele-
tasílabos combinados y aconsonantados de diferentes maneras, gis?,Cn versos yámbicos; todos escribieron las odas en estrofas
los difíciles tercetos en los géneros que los admiten; lie aquí líricas, y la epopeya y demás composiciones nobles en exáme-
los metros nobles castellanos. El romancillo menor no puede tros puros, ó mezclados con el pentámetro en las elegías. En
servir mas que para la comedia y alguna composicion breve de la tragedia admitieron alguna vez el yámbico, por lo de na-
otros géneros. tum rebus agendis; pero con mas frecuencia el anapéstico,
4. a Si una epopeya puede escribirse en coplas de romance que es mas noble, y ademas realzaban unos y otros con las
menor, también podría escribirse en letrillas, en anacreónticas magníficas odas de los coros. Entre nosotros ya no se admiten
y en seguidillas. La razón es la misma; todos estos son metros estas mezclas. La tragedia no se escribe ni debe escribirse en
nacionales. Sin embargo, ¿quién se atreverá á sostener que, verso de comedia, ni esta en los endecasílabos sueltos ó liga-
sin faltar al decoro, puede Aquíles jurar en una letrilla, que dos, que están ya reservados para aquella y otras poesías no-
no combatirá mas por la causa de los griegos, y Enéas referir bles y grandiosas. ¿Cuanto ménos pues podrá convenir á estas
en coplitas de bolero el incendio de Troya y la muerte de el romancillo cómico?
Priamo? Parece esto absurdo? Pues igualmente lo es que los 7. a Los defensores del romance confunden dos cosas muy
asuntos graves se escriban en metros populares, de cualquier distintas, el estilo de la obra y clase de metro en que está es-
clase que sean. Por consiguiente, si no se admiten las segui- crita. Así, concediéndoles cuanto dicen sobre que el romance
dillas y los romancillos de cinco, seis y siete sílabas para la es susceptible de toda la elegancia que exigen las composicio-
alta poesía lírica y para la epopeya, tampoco puede admitirse nes nobles, sobre lo cual habría mucho que hablar; todavía les
el romance octosilábico. responderemos dos cosas: \ . a Argumento que prueba dema-
5. a En el hecho de estar ya destinado á la comedia, no siado, nada prueba. También se pueden escribir trozos elo-
puede servir para las odas sublimes, ni para la epopeya. ¿No cuentísimos de prosa, llenos de fuego, y adornados con todas
dice Horacio que las gracias y bellezas del estilo mas elevado; pero por eso ¿se
escribirán en prosa las epopeyas y las odas? Nadie lo ha d i -
Res gesta; regumque, ducumque, et trislia bella
Qm scribi possenl numero, monstravit Homerus? cho, ni lo dirá. 2. a Dando también por supuesto que un ro-
mance puede ser épico, ó lírico noble, por el fondo, las frases,
¿No añade que las imágenes, las formas oratorias, el lenguaje figurado y cuan-
Musa dedit fidibus divos, puerosque deorum, tas bellezas se le quieran suponer; el metro en que está escrito,
Et pugilem victorem, et equum cerlamine primum, y el uniforme y estrecho período poético á que está ceñido, no
Et juvenum curas, et libera vina referre ? son , ni serán jamas, épicos ó líricos nobles. Y porqué? Por-
que aunque venga á escribirle el mismo Apolo, no le puede
¿No enseña que
quitar ni la medida, ni el corte, ni el rilmo, ni el aire, ni el
Versibus exponi tragicis res cómica non vult, sonsonete de jácaraT ni extender en él v variar los períodos,
Indignatur item privatis, ac prope socco cuanto piden alguna vez las epopeyas y las odas heroicas. No
Digñis, carminibus narrari cama Thiestw?
hay arbitrio humano. El que lee ú oye un romance menor, al
¿Y no manda en consecuencia que instante, á la primera copla, se acuerda involuntariamente de
las tonadas populares alternadas en estroiillas de la misma
Singula qvcequa locum teneant sortita decenter: medida; y en llegando este caso, se acabó la ilusión épica ó
lo cual quiere decir en suma, que distinto ha de ser no solo el lírica. Pondré un ejemplo, traduciendo el principio de la Ilía-
estilo, sino hasta el metro en que se escriban las poesías epi-
- m —

da en romancillo ; y cuidado que voy á hacer la traducción


cuan elegante y poética es posible, sin faltar á la fidelidad; capaz de destruir la fuerza del hábito y deshacer estas asocia-
para que no se diga que haciendo lns versos duros, arrastrados ciones de ideas formadas desde la niñez en las cabezas de sus
y prosaicos, y el estilo humilde, degrado de intento y ridicu- lectores? Y si esto no es posible, ¿cómo quieren que el roman-
lizo el romance. Traduzco pues así el piimer período d é l a cillo deje de ser jácara, aunque vinieran á escribirle Garcilaso,
litada, realzando no poco la sencillez del original. Herrera, León y Rioja? ¿Porqué estos no los escribieron, y
Cauta, Musa, la venganza los demás grandes poetas no los emplearon en composiciones
Dé Aquí tés, el de Peleo, nobles? porque sabían que nadie puede ennoblecer en ningu-
Venganza que tan funesta na materia lo que una vez envileció la opinion. »No hay que
Al campo fué de los griegos, dudarlo : siempre que se leen ú oyen romances, por elegantes
Y de muchos campeones
Lanzó en el oscuro Averno que sean, el oido y el ánimo del lector se templan, por decirlo
Las fuertes almas, y pasto así, al tono de los cantados; y entonces, vuelvo á repetirlo,
Ilizo de voraces perros, el aire de jácara no se le pueden quitar cuantas bellezas se les
Y de carnívoras aves, supongan. No insistiré mas en esto, porque me parece evi-
Sus cadáveres sangrientos;
Y así del potente Jove dente.
Quedó cumplido el decreto: 8. a Ademas de lo dicho, que es común á todas las composi-
Desde que, habii ndo reñido, ciones elevadas, hay respecto de la epopeya otras razones
En bandos se dividieron,
Aquíles el valeroso, igualmente poderosas para no escribirlas en romance menor,
Y el hijo claro de Aireo, -f . a Nadie puede negar que entre nuestros metros el endecasí-
Cualquiera que entienda el original, verá que no le he paro- labo es el que mas se acerca al exámetro de los griegos y la-
diado ni envilecido, sino que al contrario, para levantar un tinos : y pues, por confesion de todos, este es el mas á propó-
poco el tono y hacer mas poético el estilo, he dado los epítetos sito para las composiciones épicas, el mas grandioso, noble y
de oscuro al Averno, de voraces á los perros, de carnívoras magníüco de cuantos se conocen, y el heroico por excelencia,
á las aves, de sangrientos á los cadáveres, de potente á Jove es evidente que el octosílabo no puede disputar al endecasílabo
y de claro al hijo de Atreo; porque ó van embebidos en la pa- la palma para las epopeyas, ni entrar siquiera en competencia
labra griega, ó son oportunos y enérgicos. Los versos son, co- con él. 2. a Siendo necesario que en los poemas épicos conti-
mo se ve, bastante rotundos y sonoros, y el corte es imitado núe en cada canto la asonancia de la primera copla, y debien-
de nuestros mejores romances heróicomoriscos. Pues bien; do ser bastante largos los libros ó cantos en que se divida la
aun así, y aunque se hicieran mucho mejores ¿quién no ve obra; resultaría, escribiéndolos en romancillo, que por largo
que apenas un espaíiol ha leído una ó dos coplas de versos oc- rato estaría sonando al oido el cencerreo de una misma termi-
tosílabos y con asonancia en e, o, se le vienen á la memoria, nación asonante, lo cual por sí solo es capaz de ofender y casi
sin que pueda remediarlo, las cachuchas y los caballos, y despedazarlos oidos mas bátavos y córneos. Por ejemplo, si se
esta zumbando en su oído lo de, tradujera la litada en romance menor, como algunos libros
tienen hasta 800 y aun 900 exámetros, y en castellano serian
Caballo del alma mia, menester para traducir cada uno tres octosílabos á lo ménos;
Caballo mió carelo. tendríamos que el libro segundo constaría de 2400 versos cas-
Y lo mismo seria si la asonancia fuese cualquier otra, e, a, por tellanos, y el quinto de 2700. Y como en esta larga serie se
ejemplo : entonces le saltaría el debería continuar la misma asonancia de a, a; e, e; o, o; e, a;
e, o; i, a; o, a; ó la que fuese; al acabar el canto estaña cual-
Santo Cristo de la luz, quiera, no digo cansado, sino aburrido; y por poco amante
Señor de cielos y tierra.
que fuese de la variedad, tiraría el libro y renegaría de su
Ahora bien, ¿quién es el poeta, qué poder hay en el mundo, suerte.
Nótese que esta observación sin réplica milita igualmente
aquellas composiciones, en que los autores no hablan ja-
contra el romance endecasílabo. En este el verso es heroico; mas con el lector, sino que hablan entre sí los personajes
pero la copla le reduce a un período poético demasiado uni- en cuya boca se pone la composicion entera. Y aunque los
f o r m é , y el martilleo de la asonancia le hace cansado y empa- diálogos en prosa son de esta clase, como no son estos de los
lagoso, cuando una misma linal se prolonga por espacio de que ahora tratamos, sino.de los escritos ordinariamente en
\ 500 versos ó mas. Así para obras largas no es bueno.,Por eso verso; pasaré á explicar su naturaleza, distinguir sus varias
los príncipes de nuestro Parnaso Garcilaso, Herrera, I.eon, e s p e c i e s , e x p o n e r las reglas que deben observarse en su
Rioja y los Argensolas, y aun los buenos versificadores, como composicion.
Lope, ó no los usaron jamas, ó es raro entre ellos el que hizo Ya he indicado también que estas poesías se llaman d r a m á -
muy contados y cortos romances endecasílabos. Los romances ticas, porque en ellas las personas de quienes se trata, obran
mayores y menores son el metro favorito de los copleros y los ó están en acción, que es lo que literalmente significa el adje-
poetas canijos, que no pudiendo hacer buenas octavas, sonoros tivo, dramático, dramática, aplicado á los sustantivos, poe-
tercetos, armoniosas liras y magníficos versos sueltos, se aco- ma, poesía; y esto es lo que distingue de las otras á esta clase
gen á los fáciles romances de ocho y once sílabas, lis verdad de composiciones. En las directas hemos visto, que el poeta
que la Academia exigió romance endecasílabo para el rasgo expresa los aféelos de que está conmovido, ó explica puntos
épico sobre la conquista de Granada; pero ademas de que ella instructivos, ó pinta objetos; pero no trata de las acciones de
misma con mejor acuerdo señaló la octava para el otro sobre los hombres, sino acaso por incidente. En las mixtas veremos
las naves de Cortés, este ejemplo solo prueba que la Academia luego que trata sí de acciones, pero refiriéndolas él, á lo mé-
cedió una vez al capricho de la moda romancera. nos en parte. En las dramáticas es donde las hace ejecutar por
Concluiré lo perteneciente á las poesías directas, advirtiendo los personajes mismos.
que el soneto (composicion que hemos imitado de los italianos, Y como las acciones humanas, aunque innumerables, pue-
y que bien desempeñada no es tan despreciable como algunos den reducirse á dos clases generales, atendida su naturaleza y
han asegurado) se comprende en el epigrama, tomada esta voz la especie de personas que las ejecutan; porque, ó son accio-
en la acepción general de composicion corta destinada á ilus- nes atrevidas y extraordinarias ejecutadas por altos personajes,
trar un pensamiento notable, de cualquier género que sea. Así ó acciones fáciles y ordinarias en que intervienen personas de
los sonetos serán respectivamente heroicos, amorosos, filosó- las clases subalternas de la sociedad ; las poesías dramáticas
ficos, serios, jocosos, burlescos, satíricos, etc., según la clase pueden reducirse igualmente á dos especies principales. Las
del pensamiento que en ellos se ilustra ó amplifica, y el to- primeras presentan acciones grandiosas ejecutadas por perso-
no y estilo en que se enuncia. También nuestros madrigales najes de alto carácter, y se llaman tragedias, por la razón que
son una especie de epigrama. La balada y el rondel pertene- luego veremos : las segundas presentan acciones de la vida co-
cen á la poesía lírica: son u n a especie de oditas. mún y ordinaria en que intervienen personas de las clases in-
Creo que las personas de gusto rae permitirán que no les feriores, y se llaman comedias, palabra cuya verdadera eti-
hable de los símbolos heroicos y los emblemas, de los acrós- mología explicaré mas adelante.
ticos, grifos, logogrifos y anagramas, ni de los acertijos ó
enigmas. Porque todas estas composiciones, aunque pertene- CAPITULO PRIMERO.
cen á las poesías directas, son miserables fruslerías, en que TRAGEDIA.
jamas se ocupará un verdadero poeta.
Las fiestas de Baco dieron ocasion á los griegos, para inven-
tar este género de composicion poética, que despues imitaron
LIBRO I los latinos, y hoy cultivan todas las naciones civilizadas. El
h mno, ú oda sagrada, que los cantores entonaban al rededor
POESÍA DRAMÁTICA. del ara, miéntras se sacrificaba al Dios un macho de cabrío, se
Ya queda indicado que se llaman dramáticas en general
aquellas composiciones, en que los autores no hablan ja-
contra el romance endecasílabo. En este el verso es heroico; mas con el lector, sino que hablan entre sí los personajes
pero la copla le reduce a un período poético demasiado uni- en cuya boca se pone la composicion entera. Y aunque los
f o r m é , y el martilleo de la asonancia le hace cansado y empa- diálogos en prosa son de esta clase, como no son estos de los
lagoso, cuando una misma linal se prolonga por espacio de que ahora tratamos, sino.de los escritos ordinariamente en
1500 versos ó mas. Así para obras largas no es bueno.,Por eso verso; pasaré á explicar su naturaleza, distinguir sus varias
los príncipes de nuestro Parnaso Garcilaso, Herrera, León, e s p e c i e s , e x p o n e r las reglas que deben observarse en su
llioja y los Argensolas, y aun los buenos versificadores, como composicion.
Lope, ó no los usaron jamas, ó es raro entre ellos el que hizo Ya he indicado también que estas poesías se llaman d r a m á -
muy contados y cortos romances endecasílabos. Los romances ticas, porque en ellas las personas de quienes se trata, obran
mayores y menores son el metro favorito de los copleros y los ó están en acción, que es lo que literalmente significa el adje-
poetas canijos, que no pudiendo hacer buenas octavas, sonoros tivo, dramático, dramática, aplicado á los sustantivos, poe-
tercetos, armoniosas liras y magníficos versos sueltos, se aco- ma, poesía; y esto es lo que distingue de las otras á esta clase
gen á los fáciles romances de ocho y once sílabas, lis verdad de composiciones. En las directas hemos visto, que el poeta
que la Academia exigió romance endecasílabo para el rasgo expresa los afectos de que está conmovido, ó explica puntos
épico sobre la conquista de Granada; pero ademas de que ella instructivos, ó pinta objetos; pero no trata de las acciones de
misma con mejor acuerdo señaló la octava para el otro sobre los hombres, sino acaso por incidente. En las mixtas veremos
las naves de Cortés, este ejemplo solo prueba que la Academia luego que trata sí de acciones, pero refiriéndolas él, á lo mé-
cedió una vez al capricho de la moda romancera. nos en parte. En las dramáticas es donde las liace ejecutar por
Concluiré lo perteneciente á las poesías directas, advirtiendo los personajes mismos.
que el soneto (composicion que hemos imitado de los italianos, Y como las acciones humanas, aunque innumerables, pue-
y que bien desempeñada no es tan despreciable como algunos den reducirse á dos clases generales, atendida su naturaleza y
han asegurado) se comprende en el epigrama, tomada esta voz la especie de personas que las ejecutan; porque, ó son accio-
en la acepción general de composicion corta destinada á ilus- nes atrevidas y extraordinarias ejecutadas por altos personajes,
trar un pensamiento notable, de cualquier género que sea. Así ó acciones fáciles y ordinarias en que intervienen personas de
los sonetos serán respectivamente heroicos, amorosos, filosó- las clases subalternas de la sociedad ; las poesías dramáticas
ficos, serios, jocosos, burlescos, satíricos, etc., según la clase pueden reducirse igualmente á dos especies principales. Las
del pensamiento que en ellos se ilustra ó amplifica, y el to- primeras presentan acciones grandiosas ejecutadas por perso-
no y estilo en que se enuncia. También nuestros madrigales najes de alto carácter, y se llaman tragedias, por la razón que
son una especie de epigrama. La balada y el rondel pertene- luego veremos : las segundas presentan acciones de la vida co-
cen á la poesía lírica: son u n a especie de oditas. mún y ordinaria en que intervienen personas de las clases in-
Creo que las personas de gusto rae permitirán que no les feriores, y se llaman comedias, palabra cuya verdadera eti-
hable de los símbolos heroicos y los emblemas, de los acrós- mología explicaré mas adelante.
ticos, grifos, logogrifos y anagramas, ni de los acertijos ó
enigmas. Porque todas estas composiciones, aunque pertene- CAPITULO P R I M E R O .
cen á las poesías directas, son miserables fruslerías, en que TRAGEDIA.
jamas se ocupará un verdadero poeta.
Las fiestas de Baco dieron ocasion á los griegos, para inven-
tar este género de composicion poética, que despues imitaron
LIBRO I los latinos, y boy cultivan todas las naciones civilizadas. El
h mno, ú oda sagrada, que los cantores entonaban al rededor
POESÍA DRAMÁTICA. del ara, miéntras se sacrificaba al Dios un macho de cabrío, se
Ya queda indicado que se llaman dramáticas en general
llamó por esta circunstancia canción del macho, en griego
iragodia, palabra que lijeramente alterada pasó á la lengua
ARTICDLO PRIMERO.
latina y de esta á las modernas. Para dar mayor extensión y
variedad á aquella ceremonia, introdujo Téspis ; Inicia la mitad Acción de una tragedia.
del siglo vi. antes de la era vulgar, la novedad de presentar
una persona la cual en las pausas que hacian los cantores en- En primer lugar, es necesario que sea extraordinaria é in-
tre las diferentes partes del himno, recitase en verso una bre- teresante. Porque siendo imposible que el espectador entre en
ve historia de algún suceso de la fábula. Esta novedad agradó, aquella ilusión momentánea que hemos dicho, si su atención
y poco despues Esquilo introdujo ya dos ó mas actores que no está fuertemente empeñada; es evidente que esto no se ve-
rificara, si se le pone á la vista un suceso común, ordinario é
representaban en los intervalos del coro alguna acción célebre,
incapaz de interesar. Y como los sucesos ménos comunes,
fabulosa ó histórica ; cubrió sus roslros con una máscara que
porque no ocurren con frecuencia, son las grandes revolucio-
imitaba el del personaje cuyas veces hacian; los vistió con tra- nes de los imperios, y las terribles calamidades en que algunas
jes adecuados, y los presentó sobre un tablado ó teatro, ador- yeces caen, o a las cuales se ven expuestos, aquellos persona-
nado con decoraciones análogas á la historia que debian re- jes que por su elevación parece estaban ménos sujetos á ellas;
presentar. Vino despues Sófocles, mejoró y perfeccionó esta de aquí es que ordinariamente se toman para asunto de las
invención, y la tragedia en pocos años pasó desde los mas i n - tragedias estos grandes é inesperados reveses que á veces al-
formes principios á un estado de regularidad y belleza, á que canzan o amenazan á aquellas personas, que en el curso ordi-
muy poco han podido añadir los mayores ingenios modernos. nario de la vida están ménos expuestas á los caprichos de la
Resultando de esta breve noticia sobre el "origen de la tra- suerte. Es necesario prevenir que la accion de una tragedia
gedia que esta es la representación de una acción extraor- puede ser, ó enteramente fingida, ó verdadera en el fondo,
dinaria y grande, en que intervinieron altos personajes, pero realzada con algunas circunstancias fabulosas que la ha-
tmüada con la posible verosimilitud; se infiere que la tra- gan mas interesante.
gedia mas perfecta seria aquella, que presentándonos una ac- En segundo lugar, es claro que la accion ha de ser u n a ;
ción de esta clase, la imitase con tal propiedad que desde el porque si hay muchas absolutamente distintas é inconexas, la
principio hasta el fin nos pareciese que aquel gran suceso es- atención del espectador se divide, y el Ínteres se debilita. La
taba pasando realmente á nuestra vista. Ya que esta absoluta unidad de la accion principal no excluye sin embargo la varie-
y completa ilusión es imposible, porque jamas el espectador dad y multitud de incidentes ó acciones secundarias y subal-
puede creer que está en el lugar de la acción, sabiendo que ternas, necesarias para que la principal se verifique. Al con-
esta en el de su residencia, ni el siglo en que aquella se su- trario, para que la atención del espectador se sostenga durante
pone viendo que se refiere á tiempos muv remotos; y porque toda la representación, es menester que la accion principal se
cuando entra en el teatro, sabe que va á ver, no el hecho mis- componga de varias otras subordinadas, y que encuentre en su
mo que es el argumento de la tragedia, sino su imitación, no progreso ciertos obstáculos que la retarden y hagan dudoso el
a Jos personajes reales que en él intervinieron, sino á los ac- éxito final; pero es preciso no complicarla demasiado, y no
tores que van a hacer sus veces; es necesario á lo ménos que amontonar tantos sucesos que oscurezcan y confundan el he-
Ja imitación se acerque tanto á la verdad, que el espectador se cho capital. Estas acciones particulares, necesarias para pro-
olvide por algunos instantes de que es fingido lo que está vien- longar y concluir la principal, se llaman incidentes ó lances;
oo De este principio, que á primera vista parece demasiad® y por su definición se puede juzgar con seguridad de si son ó
vago, se deducen sin embargo las reglas de la tragedia, las no oportunos los que se encuentran en cualquier tragedia. Si
! ? / ° V e a l l T a S a - , a a c c i o n ' á l o s caractéres, al plan, á las no son necesarios para el progreso y conclusion final de la ac-
unidades de lugar y tiempo, y al estilo. ción, si al contrario esta pudo y debió verificarse sin alguno
de aquellos incidentes; este, que en términos del arte suele
llamarse entonces episodio, es como una rueda inútil en una
máquina, que léjos de aumentar su movimiento, le retarda y
debilita. d u d a . Nada de eso; los desengaños que reciben, y las nuevas
En tercer lugar, para que la acción sea interesante, lo ha de situaciones en que se encuentran, pueden hacerles mudar de
ser el personaje principal, no solo por su elevada clase, sino opinion sobre algún punto, ú obrar diferentemente; pero
por sus cualidades personales. Y como nadie se interesa en la nunca deben perder el carácter dominante que una vez les ha
suerte de los malos, se sigue que el héroe ó protagonista ha dado el poeta. Así, por ejemplo, en una tragedia de Dido, esta
de ser virtuoso, honrado y estimable. Esto 110 excluye que por desgraciada reina puede al principio no creer los primeros
error, por imprudencia, ó por efecto de una violenta pasión, avisos que recibe de que Eneas trata de abandonarla; pero
cometa alguna falta que le precipite en grandes peligros, ó le cuando ve por sus propíos ojos que los bájele? tróvanos se
acarree una suerte linal desventurada. Y aun Aristóteles esta- aprestan para partir, 110 puede ya dudar de una perfidia que
blece por regla general que el héroe de una tragedia tenga su amor la hacia mirar como imposible. Desengañada ya, pro-
este carácter mixto; es decir, que con cierto fondo de virtud rumpirá en amargas quejas contra Enéas, le echará en cara su
y honradez que le haga interesante, se deje alucinar por un ingratitud, le llamará pérfido, duro, cruel, etc.; pero cuando
error, ó arrastrar por una pasión funesta que le haga desgra- le vea insensible á estos denuestos, mudará de tono, descen-
ciado. Sin embargo, esto debe entenderse de las tragedias, en derá á las súplicas mas tiernas, y empleará las expresiones
que el héroe es al lin víctima de la desgracia. Pero en las de mas amorosas para enternecerle, etc., etc. Esto es obrar según
éxito feliz me parece que, al contrarié, cuanto'mas virtuoso las circunstancias, no es mudar de carácter : es ser siempre
sea el personaje, cuanto mayores sean las calamidades mo- enamorada.
mentáneas en que cayere, y cuanto ménos las hubiere mere-
cido, tanto mayor será la compasion, miéntras le creemos artículo in.

desgraciado, y mayores el placer y la sorpresa, cuando al lin


le veamos triunfante de la fortuna y de los malvados que m a - Plan de una tragedia.
quinaban su ruin£. Suponiendo que la acción escogida sea interesante y una,
aunque compuesta de varios lances subalternos; que los ca-
artículo ii. ractéres de los personajes sean diferentes unos de otros, y
estén bien dibujados, y sostenidos, y que el del héroe princi-
Caracteres de los personajes.
pal nos haga interesar en su favor; es necesario sobre todo,
Para que la atención se sostenga, es indispensable que á la que las diferentes partes de que se componga la acción total,
variedad de los incidentes ó lances de que se componga la vayan pasando y ejecutándose sucesivamente con la mayor
acción, acompañe la de caractéres en los parsonajes que in- verosimilitud posible. Para esto se requiere que en el plan de
tervengan en ella. Si no tiene cada uno su carácter particular, la tragedia, ó sea en su distribución en actos y escenas, no
si no se observa entre ellos ninguna diferencia, si todos tienen haya nada que pueda destruir la ilusión de los espectadores.
las mismas opiniones y los mismos intereses, en suma, si todos Como este es punto muy capital, y el principio establecido
parecen vaciados en una misma turquesa; la monotonía en su nada enseñaría enunciado con esta generalidad, descenderé á
modo de hablar y en su conducta haría insípida la acción mas algunas observaciones particulares que faciliten su aplicación.
bien escogida. Pero no basta variar los caractéres; es menester La división de una tragedia en actos, y la regla de que estos
dibujarlos bien, y sobre todo sostenerlos. Esto quiere decir que hayan de ser precisamente cinco ó tres, son absolutamente
durante la acción el ambicioso sea siempre ambicioso, el cruel arbitrarias. La naturaleza de esta composicion no exige que la
siempre cruel, el artificioso, el astuto, el pérfido, el iracun- representación se suspenda algunas veces, y mucho, ménos
do, etc siempre tales: servetur ad imurn. No se entienda que estas suspensiones sean dos ó cuatro. Al contrario, la ilu-
sin embargo, que esta constancia de carácter exige que los sión seria mayor y la imitación mas perfecta, si la representa-
personajes no varíen nunca de opinion, ni muden de con- ción no se interrumpiese nunca. Sin embargo, como esto
sujetaría demasiado al poeta, y le obligaría á precipitar y
los especladores. El terror, la compasion y demás pasiones
atrepellar los lances; y como en la acción mas sencilla hay que deba excitar el drama, han de estar siempre en alternado
siempre algunos incidentes que debieron pasar fuera del lugar movimiento según lo exijan las situaciones. Los incidentes
de la escena, y piden para ejecutarse mas tiempo del que inútiles, las conversaciones superfluas y las vanas declama-
puede emplearse en su representación; vemos desde los pri- ciones destruyen el ínteres, entibian el corazon del espectador,
meros ensayos del teatro griego, que á veces todos los autores y distraen su atención. Las últimas escenas, continúa el mismo
desaparecen, y por consiguiente queda suspendida la repre- crítico, son el lugar de la catástrofe, ó en términos mas co-
sentación en algunos intervalos, que el coro llenaba con sus munes, del desenredo ó desenlace, en el cual es donde el
cantos. Estas pausas en las tragedias griegas no estaban sujetas poeta ha de mostrar todo su iugenio.
á determinado número, ni dividían toda la composicion en La primera regla para esta parte difícil, es que el desenlace
tres ó en cinco porciones iguales: los latinos fueron los que venga ya insensiblemente preparado de antemano, y que
las limitaron á cinco, y de extensión casi igual. Los modernos se verifique por medios probables y naturales. Por tanto
han seguido por lo común su ejemplo; pero también las han deben condenarse los desenlaces fundados en disfraces, en-
reducido á tres. Cada una pues de estas porciones, á la cual cuentros nocturnos, equivocaciones de una persona por otra,
sigue una pausa ó suspensión, es lo que se llama un aclo. y demás accidentes, sino imposibles, poco verosímiles; y
Y como ya está generalmente recibido que estos sean tres ó sobre todo los hechos por máquina, esto es, por medio de
cinco, puede distribuirse ed uno de estos dos números. Sin seres sobrenaturales. La segunda regla de la catástrofe es, que
, embargo, esta ley no es tan rigurosa, que si la tragedia fuese sea sencilla, dependa de pocos sucesos, y comprenda pocas
buena en todo lo demás, se haya de condenar al poeta que la personas. La tercera y principal es, que en ella se lleven al
dividiese en dos o en cuatro actos (mas de cinco ya serian de- mas alto grado posible las pasiones que debe excitar. Por
masiados), ó que la redujese á uno solo. Pero cualquiera que consiguiente en ella, mas que en cualquiera otra parte, se
sea el número de pausas, el poeta debe cuidar de que estas consideran como defectos gravísimos los discursos largos, los
caigan en el lugar que las corresponde, donde hay una pausa razonamientos frios y las muy estudiadas sutilezas. Aquí, mas
natural en la acción, y donde puede suponerse que ha pasado que en todo el resto, es donde el poeta debe ser sencillo,
lo que deba suplir la imaginación y no haya de representarse grave y patético, y no hablar otro lenguaje que el de la n a t u -
en el teatro. raleza. Los desenredos fundados en la llamada anagnórisis ó
Prescindiendo del número de actos, lo esencial en toda tra- reconocimiento, esto es, en descubrir que una persona es otra
gedia es, que en la primera ó primeras escenas se haga una de la que se había creído durante el curso del drama, son bas-
exposición clara del asunto, la cual suministre todas las noti- tante felices, si se manejan con destreza. No es esencial á la
cias necesarias para la inteligencia de lo que sigue. En ella tragedia, como algunos han creído, que la catástrofe sea infe-
pues se han de dar á conocer los principales personajes, ha- liz. Siempre que en toda ella haya suficiente agitación, y se
ciendo entender sus diferentes miras é intereses, todo lo que hayan excitado en los espectadores conmociones tiernas á vista
ha preparado la acción, y en qué estado se hallaban las cosas de las desgracias ó los peligros de las personas virtuosas; a u n -
• al tiempo de comenzarse esta. En el curso de la tragedia y que al fin triunfen estas y queden felices, no por eso, como
hasta las últimas escenas, debe ir ejecutándose la acción y dice Blait, se faltará al espíritu'trágico. Así sucede en la Ala-
aumentándose el enredo, de modo que las pasiones del espec- lia de Racine, y en otras varias; y yo he observado que gene-
tador se manlengan siempre despiertas y el Ínteres vaya cre- ralmente agradan mas las tragedias de esta clase, que las que
ciendo por grados. Por esta razón, dice BÍait, el poeia no debe teniendo éxito infeliz dejan en el corazon cierta aflicción y a n -
introducir mas personas que las necesarias para que la acción gustia, viendo sucumbir al personaje en cuyo favor nos había-
se verifique, ha de colocar á los personajes en situaciones in- mos interesado.
teresantes, no ha de poner escenas de conversación superflua, Haya uno ó muchos actos, cada uno de estos consta siempre
la acción debe ir caminando siempre á su fin, y á proporcion de varias escenas. Asi se llama la salida de uno ó mas perso-
que camina, han de ir creciendo la suspensión y el ínteres de
najes de los que en la precedente estaban en el teatro, ó la inverosimilitudes muy groseras; y
entrada de otro nuevo. Las escenas deben estar bien enlaza- una acción que ademas de ser grandiosa m e n a n t e y ;pate
das unas con otras, cosa que pide mucha atención y no poca tica, se ejecute toda en un solo paraje de corla
destreza de parte del poeta. Para conservar este enlace se dan es el queJ puede ligurar el teatro, y no dure ^ J
varias reglas, que pueden reducirse á las dos siguientes : La horas poco mas ó menos que dura la representación esta le
4 . ' es que no quede vacio el teatro durante cada acto, ni un cibido entre los modernos que en los entreactos pueda mudar se
solo momento; es decir, que jamas deben salir juntas todas la escena á un lugar poco distante como de un s iIon a o t r o , y
las personas que ha habido en una escena, y presentarse en la suponerse también que han pasado algunas l o asen. aquel
inmediata otras diferentes. Como esto causa una interrupción intervalo. Por tanto podrá el poeto usar de
total en la representación, hace que realmente se linalize aquel tando á las unidades de tiempo y lugar, p a r a introdu i s ua
acto, porque este se acaba, siempre que el teatro queda deso- ciones mas patéticas, si eslas no pueden r e a l i z a r l e sino que
cupado. Sin embargo esta regla no se ha de entender tan lite- brantando aquellas. Sin embargo es menester lomarse esta
ralmente, que si alguna vez la acción misma está pidiendo que licencia con mucha economía y en la menor parte¡ posmie,
se retiren todos los personajes de una escena, deje de hacerse. porque las frecuentes mudanzas de lugar y la gnrtmta suposi-
La 2." es que no salga al teatro ni se alísenle de él persona ción de que en algunos minutos han pasado largos periodos
alguna, sin que veamos la razón para lo uno y para lo de tiempo, son impropiedades que destruyen la verosimilitud
otro. ÍSo hay cosa mas contraria al arte, que hacer entrar un Sobre todo, se debe tener presente que solo en los entreactos
actor, sin que veamos otra causa para ello que la voluntad del se puede permitir alguna libertad en orden a las unidades de
poeta, ó hacerle salir sin otro motivo que el de no tener ya lugar y tiempo; pero que en el discurso de cada acto deben
mas arengas que poner en su boca. La perfección del drama estas observarse con todor rigor; es decir, que durante el acto
exige que en lo posible la imitación se acerque á la misma debe continuar la misma escena, y no lia de pasar mas tiempo
realidad; y para esto es indispensable, que cuando vemos salir que el que se gasta en representarle. Esta es la doctrina común
ó entrar una persona, veamos también á dónde va y á qué, de de los críticos; y yo añado, que si en orden al tiempo la sus-
dónde viene y con qué objeto. pensión de los entreactos permite algún ensanche, la unidad
de lugar convendrá observarla en cuanto se pueda, y seria
artícclo iv. bueno que se pudiera siempre. Cuanto mas se acerque una
tragedia á la realidad sin tocar en ella, tanto mas-completa
Unidades de lugar y tiempo.
será la impresión que hará en nosotros; y la probabilidad
La rigurosa y exacta verosimilitud en la representación exige es tan esencial en los dramas, que sin ella no hay ilusión ni
que jamas se mude la escena, esto es, pide que la acción con- placer.
tinúe hasta el fin en el lugar en que se supone que comenzó ;
porque como el espectador no se mueve de su asiento, es i m - articulo v.
posible que llegue á figurarse que se halla trasladado á otro
paraje ó lugar, líxige también, I 0 6 I a acción dure el mismo Estilo y lenguaje.
tiempo que se gasta en representarla. Y en efecto, la tragedia
Elegida una acción verdaderamente trágica, escogidos y
que sin violencia observase religiosamente estas dos circuns-
caracterizados los personajes, y arreglado ya el plan de la tra-
tancias, que en términos del arte se llaman unidades de lu-
gedia, lo importante, lo difícil, es hacer que cada personaje
gar y tiempo; si en lo demás no tuviese defecto alguno, seria
obre y hable como naturalmente debió obrar y hablar supuesto
la mas perfecta, porque seria la que mas se acercase á la fiel
el carácter que el poeta le ha dado, y según exigen su clase,
imitaciot,. No obstante, como los griegos, los cuales por el
su edad y la situación en que se halla. Este es el punto capital.
modo con que se representaban sus tragedias, tuvieron que
Y como hacer á los personajes obrar conforme á su carácter,
observar estrictamente la unidad de lugar, incurren á veces en
Ínteres, situación, etc., aunque difícil, no lo es tanto como
poner en su boca el lenguaje propio de la pasión de que e n -
tonces los suponemos agitados; me detendré algo en esta parte, extravagantes, estudiadas apostrofes y antítesis compasadas,
extractando las juiciosas observaciones de Blairy comprobán- que algunos trágicos ponen en boca de sus personajes en las
dolas con sus mismos ejemplos. situaciones mas patéticas. Cuando (en una tragedia inglesa) una
Pintar las pasiones tan verdadera y naturalmente que hieran esposa que se- ve olvidada y abandonada por su marido en el
Jos ci-razones de los oyentes con una cabal simpatía, es, dice momento de su mayor aflicción, pide á las lluvias que la den
aquel critico, una prerogativa del ingenio dada á pocos. Para sus gotas, y á las fuentes que la den sus arroyos, para que ja-
esto se requiere en el autor una ardiente sensibilidad, y que mas la falten lágrimas; cuando (en nuestro Tetrarca de Jera-
por un momento se haga la persona misma apropiándose to- salen) Heródes agitado por los zelos, el temor, negros presen-
dos sus afectos; porque es imposible hablar con propiedad el timientos y funestas predicciones, dice :
lenguaje de una pasión sin sentirla. Así á la falta de esta con-
mocion verdadera debe atribuirse la de la propiedad en expre- Ya pues
Que serán mudos testigos
sar Jas pasiones; falta en que á veces incurren escritores trá- De mis lágrimas y voces
gicos de mucho mérito. Por ejemplo, cuando Addisson (en su Estos mares y estos riscos;
t a / o n ) hace decir á Porcio, en el momento en que Lucía Salgan, Mariene hermosa,
declara que aunque le ama, no se casará con él en el estado Afectos del pecho mió,
En lágrimas á las ondas,
presente de su p a í s : Y á las peñas en suspiros;

Atónito te miro, vemos que no son las personas doloridas las que hablan, sino
Cual el que de improviso es castigado el poeta, que no acertando á penetrarse de los afectos que
Por un rayo del cielo; quiere expresar, sustituye al verdadero lenguaje de las pasio-
Que respirar no puede, y que pasmado
Muestra en sus ojos el espanlo horrible, etc.; nes pensamientos forzados y estudiados adornos.
( Traductor castellano.) Si observamos lo que diariamente pasa á nuestra vista en
la vida real, veremos que el lenguaje de los que hablan con-
se ve claramente que no puso en su boca el lenguaje propio de movidos de alguna pasión, es llano y sencillo ; que abunda
su situación Porque ¿habrá habido en el mundo, pregunta de aquellas figuras que retratan la agitación interior, como las
con razón Blair persona alguna que, asombrada de repente y exclamaciones, interrogaciones, y aun apostrofes á objetos in-
abrumada de do or, se haya esplicado de este modo? Esta es
teresantes, pero no á las lluvias ni á las fuentes ; que desecha
una descripción buena para hecha por otro. Uno que hubiera
todas las que son de mero ornato ó puro raciocinio, porque
presenciado la entrevista de Lucía y Porcio, y quisiese descri-
bí! la, podría en efecto decir : las pasiones no raciocinan hasta que comienzan á entibiarse;
que los pensamientos que sugieren , son naturales v obvios ;
Atónito miróla, y que no se explican en discursos largos ó declamatorios, sino
Cual el que de improviso, etc.; en razonamientos breves, cortados é interrumpidos, corres-
pondientes á las violentas conmociones del ánimo.
pero la persona interesada habla en semejante ocasíon de una
manera diferente. Desahoga sus sentimientos, implora la com- Por la misma razón, aunque las sentencias filosóficas pue-
pasión, ruega, suplica, insta; pero no piensa en describir su den alguna vez ser naturales, porque en efecto á todos los
propia persona y sus ojeadas, y ménos en mostrarnos por un hombres que padecen alguna desgracia ó la están viendo en
, J™ • q U 6 , S e P a r e c e n - E s t a manera de dar á conocer la pasión •otros, se les ocurren naturalmente sérias reflexiones sobre !as
que a uno Je agita, es en la poesía lo que en la pintura un le- mudanzas de la fortuna, miserias de la vida, etc., etc,; sin
trero, que saliendo de la boca de una figura dijese, que esta embargo es menester no amontonarlas ni repetirlas a menudo,
era la de una persona dolorida. porque el tono constantemente sentencioso no es el tono na-
tural de las pasiones, que á lo mas admiten alguna breve sen-
Lo mismo que de los símiles, debe decirse de las hipérboles
tencia sugerida por el objeto mismo.
El estilo y el tono de la tragedia lian de ser elevados, nobles y tomar el argumento, si no es enteramente inventado, de la
y majestuosos .y la versificación fácil, fluida y variada; pero historia de su país ó de la de otro cualquiera, y de aquel p e -
sin la constante y uniforme sonoridad de la lírica, y con solo ríodo , de tiempo que mas le agradare, por remoto que s e a ;
aquel grado de armonía que sea compatible con la soltura y pero en la comedia es al contrario. La razón es clara. Los
viveza que exige la libertad del diálogo. El verso endecasílabo hombres de todos los países y de todas las edades se parecen
suelto es en castellano el mas acomodado , porque prestándose unos á otros en los grandes vicios , en las grandes rirtudes y
al corle que exige una conversación, está libre de la monotonía en las prandes pasiones, y dan por lo mismo igual asunto á la
de toda especie de rima. El asonantado de romance endecasí- tragedia; pero los usos y costumbres, los caprichos déla moda,
labo puede también emplearse; pero los rigurosamente acon- las extravagancias y ridiculeces, y las modificaciones particula-
sonantados, como tercetos, octavas y sonetos, no deben en- res de los caractéres generales, cosas todas que son el asunto
trar jamas en una composicion de esta clase; mucho menos de la comedia, varían de un siglo á otro , no son las mismas
estrofas líricas, y versos que no sean de once sílabas. en todas las naciones, y nunca pueden ser tan bien percibidas
por los extranjeros como por los naturales. Lloramos por los
infortunios de los héroes griegos y romanos, y aun por los de
CAPITULO I I . personajes fabulosos, tan amargamente, como por los de nues-
tros compatriotas; pero solamente nos divierte la censura de
COMEDIA. SOS R E G L A S . aquellos defectos y aquellas extravagancias que estamos viendo
en nuestro tiempo y en nuestro país. Por eso el poeta cómico,
Poco hay ya que decir sobre este género de composiciones, cuyo oficio es corregir á los hombres de sus faltas y ridiculeces,
porque muchas de las reglas dadas parala tragedia son comu- debe presentar en la escena las dominantes en su siglo y en su
nes á la comedia. En ambas es necesario que baya unidad de nación. Su encargo no es divertir con un cuento del siglo pa-
acción, que se observen en cuanto sea posible las de lugar y sado, ó con un enredo inglés ó francés, sino satirizar los vi-
tiempo; que las escenas estén bien enlazadas entre sí; que no cios reinantes en su tiempo y en la nación para la cual escribe.
quede el teatro enteramente desocupado hasta el fin del acto ; Estose entiende de la comedia satírica; pero en la sentimental,
que siempre se vea porqué los personajes entran ó salen , de de que luego hablaré, el lugar y cl tiempo son tan arbitrarios
dónde vienen y á dónde van; que la exposición , nudo y des- como en la tragedia, d é l a cuaí'no se distingue realmente,
enlace se manejen con naturalidad ; y que en el modo con que sino por lo ménos elevado de los personajes y ménos gran-
obren y hablen los personajes, se observe la mas rigurosa ve- dioso de la acción.
rosimilitud. Y aun respecto de la comedia, es mas importante La 2. a es, que aunque se suele dividir la comedia en dos
y necesaria que en las tragedias la observancia de las reglas especies, comedia de carácter y comedia de enredo, lo mas
generales de la dramática, porque siendo dirigidas á que la acertado es mezclar las dos; es decir, que siempre ha de haber
imitación se acerque en lo posible á la realidad, y siéndonos una acción que nos interese y excite nuestra curiosidad , y el
mas familiares las acciones cómicas que las trágicas; conoce- enredo suficiente para hacernos desear ó temer alguna cosa,
mos mas fácilmente lo que en ellas es ó no verosímil, y nos y que al mismo tiempo proporcione situaciones, en que se
ofende mas lo que no lo es. Sentados pues estos principios pinten é imiten akunos caractéres particulares. El poeta có-
generales de toda composicion dramática, solo resta indicar mico no ha de perder de vista que este es su objeto principal.
respecto de la comedia algunas observaciones particulares, que Así, aunque debe animar la acción lo bastante , para que la
extractaré de Blair. comedia no sea una serie de puras conversaciones; no debe £
La I . ' % que en ella el poeta debe poner siempre la es- olvidar que la acciop es en ella ménos esencial y de ménos
cena en su país y en su tiempo, al paso que en las tragedias importancia que en la tragedia, porque en esta lo que-llama
los asuntos no están limitados á tiempo ni país alguno. En la atención, lo que vamos á ver, es lo que los hombres h a -
estas el poeta puede poner la escena en la región que quiera, cen ó padecen; en aquella deseamos oir lo que dicen, y co-

iír.- *¡£uti
El estilo y el tono de la tragedia lian de ser elevados, nobles y tomar el argumento, si no es enteramente inventado, de la
y majestuosos .y la versificación fácil, fluida y variada; pero historia de su país ó de la de otro cualquiera, y de aquel p e -
sin la constante y uniforme sonoridad de la lírica, y con solo ríodo , de tiempo que mas le agradare, por remoto que sea;
aquel grado de armonía que sea compatible con la soltura y pero en la comedia es al contrario. La razón es clara. Los
viveza que exige la libertad del diálogo. El verso endecasílabo hombres de todos los países y de todas las edades se parecen
suelto es en castellano el mas acomodado , porque prestándose unos á otros en los grandes vicios , en las grandes rirtudes y
al corle que exige una conversación, está libre de la monotonía en las prandes pasiones, y dan por lo mismo igual asunto á la
de toda especie de rima. El asonantado de romance endecasí- tragedia; pero los usos y costumbres, los caprichos déla moda,
labo puede también emplearse; pero los rigurosamente acon- las extravagancias y ridiculeces, y las modificaciones particula-
sonantados, como tercetos, octavas y sonetos, no deben en- res de los caractéres generales, cosas todas que son el asunto
trar jamas en una composicion de esta clase; mucho menos de la comedia, varían de un siglo á otro , no son las mismas
estrofas líricas, y versos que no sean de once sílabas. en todas las naciones, y nunca pueden ser tan bien percibidas
por los extranjeros como por los naturales. Lloramos por los
infortunios de los héroes griegos y romanos, y aun por los de
CAPITULO I I . personajes fabulosos, tan amargamente, como por los de nues-
tros compatriotas; pero solamente nos divierte la censura de
COMEDIA, s u s REGLAS- aquellos defectos y aquellas extravagancias que estamos viendo
en nuestro tiempo y en nuestro país. Por eso el poeta cómico,
P o c o hay ya que decir sobre este género de composiciones,
cuyo oficio es corregir á los hombres de sus faltas y ridiculeces,
porque muchas de las reglas dadas parala tragedia son comu- debe presentar en la escena las dominantes en su siglo y en su
nes á la comedia. En ambas es necesario que baya unidad de nación. Su encargo no es divertir con un cuento del siglo pa-
acción, que se observen en cuanto sea posible las de lugar y sado, ó con un enredo inglés ó francés, sino satirizar los vi-
tiempo; que las escenas estén bien enlazadas entre sí; que no cios reinantes en su tiempo y en la nación para la cual escribe.
quede el teatro enteramente desocupado hasta el lin del acto ; Estose entiende de la comedia satírica; pero en la sentimental,
que siempre se vea porqué los personajes entran ó salen , de de que luego hablaré, el lugar y cl tiempo son tan arbitrarios
dónde vienen y á dónde van; que la exposición , nudo y des- como en la tragedia, d é l a cual'no se distingue realmente,
enlace se manejen con naturalidad ; y que en el modo con que sino por lo ménos elevado de los personajes y ménos gran-
obren y hablen los personajes, se observe la mas rigurosa ve- dioso de la acción.
rosimilitud. Y aun respecto de la comedia, es mas importante La 2. a es, que aunque se suele dividir la comedia en dos
y necesaria que en las tragedias la observancia de las reglas especies, comedia de carácter y comedia de enredo, lo mas
generales de la dramática, porque siendo dirigidas á que la acertado es mezclar las dos; es decir, que siempre ha de haber
imitación se acerque en lo posible á la realidad, y siéndonos una acción que nos interese y excite nuestra curiosidad , y el
mas familiares las acciones cómicas que las trágicas; conoce- enredo suficiente para hacernos desear ó temer alguna cosa,
mos mas fácilmente lo que en ellas es ó no verosímil, y nos y que al mismo tiempo proporcione situaciones, en que se
ofende mas lo que no lo es. Sentados pues estos principios pinten é imiten algúiíbs caractéres particulares. El poeta có-
generales de toda composicion dramática, solo resta indicar mico no ha de perder de vista que este es su objeto principal.
respecto de la comedia algunas observaciones particulares, que Así, aunque debe animar la acción lo bastante , para que la
extractaré de Blair. comedia no sea una serie de puras conversaciones; no debe £
La 1.' <;s que en ella el poeta debe poner siempre la es- olvidar que la acciop es en ella ménos esencial y de ménos
cena en su país y en su tiempo, al paso que en las tragedias importancia que en la tragedia, porque en esta lo que-llama
los asuntos no están limitados á tiempo ni país alguno. En la atención, lo que vamos á ver, es lo que los hombres h a -
estas el poeta puede poner la escena en la región que quiera, cen ó padecen; en aquella deseamos oir lo que dicen, y co-

iír.- *¡£uti
nocersus genios, sus costumbres, la singularidad'de su carác- pero también se escribe en prosa. Y ciertamente, si la prosa
ter. De aquí se infiere que el hacer muy complicado el enredo, puede emplearse en alguna composicion poética, debe ser
es una falta, y que las intrincadas tramas de nuestros antiguos precisamente en aquella que imita la conversación familiar en
comediones fundadas en disfraces . equivocación de una p e r - situaciones de la vida ordinaria. ¿ Cuán impropio no será pues,
sona por o t r a , velos, cuartos á oscuras, papeies caídos etc., si se escribe en verso, el uso de los sonetos, las octavas, las
aunque las costumbres de aquellos tiempos las hacían en parte estancias y liras, y mucho mas la mezcla que de varias de estas
verosímiles,"serian hoy censuradas con razón. En efecto, el clases se halla en nuestras comedias antiguas ? Y en la parte
demasiado enredo impide que se saque de la comedia toda la del estilo, ¿qué diremos de sus intempestivos soliloquios, de
utilidad que debería sacarse, porque hace que la atención de sus conceptos alambicados, de sus extravagantes hipérboles,
los espectadores, en lugar de lijarse en los caractéres, se ocupe de sus impropias metáforas, y otros adornos de mal gusto?
únicamente en lo maravilloso y complicado de los lances, y La comedia de que hasta ahora he tratado, á saber, la que
la comedia viene á parar en novela. presenta en la escena caractéres viciosos , extravagantes ó r i -
La 3. a es que en la expresión de los caractéres evite el dículos, para que los hombres, observando en el retrato que
poeta una exageración tal, que dejen ya de ser naturales. de ellos se hace su deformidad ó incongruencia, procuren
Debe siempre realzarlos y abultarlos un poco, por decirlo así; corregirse de semejantes defectos; es la verdadera y legítima
pero nunca tanto que sean monstruosos v gigantescos. Tra- comedia : y si nunca se hubieran escrito otras, nada tendría
tándose de ridiculizar, es á la verdad muy difícil atinar con el que añadir. Pero como ya desde tiempos antiguos se escribie-
punto preciso ; pero por mas que sean permitidos algunos gra- ron algunas que sin retratar caractéres defectuosos entretenían
dos de exageración, la naturaleza y el buen gusto prescriben agradablemente á los espectadores, imitando una aventura
ciertos limites, que no se pueden traspasar sin faltar á la ve- amorosa, un rasgo de virtud, ú otro acontecimiento intere-
rosimilitud , tan necesaria en la comedia. Por la misma razón, sante de la vida doméstica; y modernamente se han escrito
aunque en ella los caractéres deben distinguirse bien unos de varias de esta clase que no han sido mal recibidas, y unos lla-
otros,.y pueden contrastarse, cuando la acción misma lo pida; man lloronas, otros sentimentales, otros dramas y otros tra-
seria conocida afectación introducirlos siempre apareados. gedias urbanas; diré en orden á ellas, qui si están bien es-
Este perpetuo contraste de caractéres, dice Blair, es semejante critas , si observan escrupulosamente las reglas generales de la
al empleo de la antítesis; la cual da cierta brillantez al estilo dramática, si la acción es interesante, si de ella puede resultar
pero es un artificio muy descubiertamente retórico. En toda alguna lección útil para el arreglo y mejora de las costumbres,
composicion la perfección del arte está en ocultarle. si conmueven y enternecen el corazon, y ejercitan la sensibili-
La es relativa al estilo. El de la comedia debe ser puro dad ; no hay inconveniente en que se presenten en la escena.
y elegante; pero sin levantarse apénas del tono ordinario Mas insistiré en que no son comedias ni tragedias propiamente
ele una conversación familiar entre personas bien educa- dichas, sino una clase media, que bien desempeñada puede
das ; asi como tampoco debe descenderá un lenquaje cono- ser agradable y útil; pero que no tiene derecho á hacerse
cidamente trivial, bajo y chabacano. Esta es'una de las dueña del teatro con exclusión de la verdadera comedia, esto
mayores dificultades de una comedia, á saber, el escribirla en es, la que trata de ridiculizar y divertir. En español muchas
el estilo y por el tono que le son propios, y al mismo tiempo de las antiguas por el fondo de la acción deben reducirse á
en esto consiste su principal mérito. Aunaue el plan sea re- esta clase, aunque por la intempestiva intervención del gracioso
gular y los caracteres estén bien dibujados, si el dialogo no es presentan una mezcla absurda de patético y de burlesco, de
tacú y natural, .si el lenguaje no es puro v correcto en el mavor serio y de jocoso, que el buen gusto no puede aprobar. En
grado, y si los chistes y sales no son de buen gusto; pu¿de estos últimos tiempos se han traducido varias, la mayor parte
estar seguro el autor, de que si su comedia no es silbada, poco apreciables (1).
tampoco decies repetita placebit. Si la comedia se escribe en
verso, este debe ser el octosílabo asonantado ó de romance; I . A q u í c a l e la m i s m a observación que la que j a hicimos con referencia 4 la e t i m o -
logía de l a voz baHIogla. L a s opiniones están discordes sobre l a derivación de la pa-
Sobre la etimología de la voz comedia, aunque comun- Antes de concluir lo perteneciente á la dramática, debo pre-
mente se cree que se deriva de la griega come, lugar pequeño, venir, para que se puedan entender los términos griegos em-
en cuyo caso significaría canción de lugar ó aldea; debo pleados por los autores, que lo que con nombres mas cono-
prevenir que su verdadera derivación, según la analogía de la cidos be llamado exposición, nudo, enredo ó trama, y des-
lengua, no es de come, sino de cornos. Esta voz significa, \ .°lo enlace , es lo que ellos llaman prótasis, epítasis, ó catástasis,
que nosotros llamamos ronda de los mozos de ;;n lugar, es y catástrofe (palabra que ya he empleado, por ser mas usual
decir, ana cuadrilla de los que por la noche van á dar mú- que las otras tres), y que el pasaje de un personaje de un
sica á sus novias, y que muchas veces, áfavor de la oscuridad 'estado de fortuna á o t r o , se llama peripecia. El reconoci-
y Ungiendo la voz, dicen ó cantan cosas satíricas contra algunas miento de que una persona es distinta de la que se liabia
personas; y 2." estas mismas canciones ó sátiras demasiado creido, he dicho ya también que se llama anagnórisis.
libres y mordaces. Según esta etimología, que es la verdadera, Concluyo ya este libro con la regla mas importante, y es ,
se ve claramente porqué los griegos dieron á las composi- que en toda composicion dramática se respete la moral,
ciones en verso, en las cuales se zaherían y satirizaban, pri- y que de ningún modo se pinte el vicio con halagüeños
mero personas determinadas y despues los vicios en general, colores, ni se cohonesten ó defiendan las acciones crimi-
el nombre de comodia, que los latinos escribieron comoedia. nales. Sobre esto, véase el suplemento.
y nosotros comedia; y se ve también que esta tuvo su origen,
no en los cantares satíricos de los vendimiadores, sino en las
cantinelas nocturnas de los mozos que iban de ronda.
Omito hablar de las composiciones dramáticas llamadas L I B R O IV.
óperas, porque en lo general están sujetas á las mismas re-
glas que la tragedia, la comedia y el drama respectivamente, P O E S Í A S MIXTAS.
según que son .venas, bujas ó de medio carácter. Solo debo
Ya lie dicho que se llaman así aquellas en que unas veces
advertir que estando destinadas al canto, y exigiendo grande
habla el poeta, y otras los personajes de que trata; y que si
aparato teatral en su representación, el uso permite á los auto-
bien en las directas puede también introducir hablando alguna
res que para las sérias tomen sus argumentos de la antigua mi-
persona verdadera ó fingida, no las constituye esto en la clase
tología y de las leyendas caballerescas, é introduzcan la má-
de mixtas, porque es accidental, y lo común es que hable el
quina que mejor les cuadre; y se les disimula que sean ménos
poeta solo. Tratando pues ahora de las rigurosamente mixtas,
rígidos en la observancia de las unidades, y aun en el arreglo
las dividiré en tres clases. La primera y mas importante es de
y disposición del d r a m a ; pero nunca tanto que este sea mons-
las que se llaman epopeyas ó por mis épicos; la segunda de
truoso y absurdo. Lo que sí se les exige e s , que los versos,
las llamadas églogas, bucólicas ó poesías pastorales; la ter-
sobre todo en las arias, sean sobre manera armoniosos y can-
cera de las fábulas ó apólogos.
tables. Los italianos , inventores de esta diversión, son los
maestros y modelos, y sobre todos Metastasio.
CAPITULO PRIMERO.

labra comedia. E l c o r e (*»>»]), griego qne DOS cila Hermosilla solo significa lugar, POESÍA ÉPICA.
aldea. Iwy luego « t í * que q u i e r e decir yo cauto, y de e s a s ios r o c e s , el compuesto
««¡¿»¿¡a, esto e s — c o m e d i a . Desentendiéndome de las ridiculas disputas de algunos crí-
Y para lijar con exactitud la etimologia real y verdadera d e la voz comedia, seria ticos, que con vanas sutilezas y sistemas absurdos han llegado
m e n e s t e r a v e r i g u a r á cual d e los tres periodos que el arte tuvo e n la G r e c i a , hubo d e
aplicarse el nombre, pues 110 es probable que l e tomara e n el primero, mas q u e noso- á oscurecer de tal modo la naturaleza del poema épico , que
t r o s lo demos arbitrariamente per supuesto, cuando hay mil pruebas d e que entonces apénas se puede determinar por sus principios cuáles son los
s o l o reinó la sátira dialogística y grosera, qoe ciertamente no s e acercó ni con mil le-
g u a s á lo que nosotros entendemos hoy por comedia, que e n lo mismo que entendieron que merecen este título; diré sencillamente con Blair que un
l o s griegos en el tercer periodo. poema épico es la relación en verso de una empresa ilustre¡
N o e s cueslion esta d e mucho importe, y por lo m i s m o m e j o r es abandonar!».
Sobre la etimología de la voz comedia, aunque comun- Antes de concluir lo perteneciente á la dramática, debo pre-
mente se cree que se deriva de la griega come, lugar pequeño, venir, para que se puedan entender los términos griegos em-
en cuyo caso significaria canción de lugar ó aldea; debo pleados por los autores, que lo que con nombres mas cono-
prevenir que su verdadera derivación, según la analogía de la cidos be llamado exposición, nudo, enredo ó trama, y des-
lengua, no es de come, sino de cornos. Esta voz significa, I .°lo enlace , es lo que ellos llaman prólasis, epítash, ó catástasis,
que nosotros llamamos ronda de los mozos de ;;n lugar, es y catástrofe (palabra que ya he empleado, por ser mas usual
decir, ana cuadrilla de los que por la noche van á dar mú- que las otras tres), y que el pasaje de un personaje de un
sica á sus novias, y que muchas veces, áfavor de la oscuridad 'estado de fortuna á o t r o , se llama peripecia. El reconoci-
y fingiendo la voz, dicen ó cantan cosas satíricas contra algunas miento de que una persona es distinta de la que se liabia
personas; y 2." estas mismas canciones ó sátiras demasiado creído, he dicho ya también que se llama anagnórisis.
libres y mordaces. Según esta etimología, que es la verdadera, Concluyo ya este libro con la regla mas importante, y es ,
se ve claramente porqué los griegos dieron á las composi- que en toda composicion dramática se respete la moral,
ciones en verso, en las cuales se zaherían y satirizaban, pri- y que de ningún modo se pinte el vicio con halagüeños
mero personas determinadas y despues los vicios en general, colores, ni se cohonesten ó defiendan las acciones crimi-
el nombre de comodia, que los latinos escribieron comoedia. nales. Sobre esto, véase el suplemento.
y nosotros comedia; y se ve también que esta tuvo su origen,
no en los cantares satíricos de los vendimiadores, sino en las
cantinelas nocturnas de los mozos que iban de ronda.
Omito hablar de las composiciones dramáticas llamadas L I B R O IV.
óperas, porque en lo general están sujetas á las mismas re-
glas que la tragedia, la comedia y el drama respectivamente, P O E S Í A S MIXTAS.
según que son .venas, bujasó de medio carácter. Solo debo
Ya lie dicho que se llaman así aquellas en que unas veces
advertir que estando destinadas al canto, y exigiendo grande
habla el poeta, y otras los personajes de que trata; y que si
aparato teatral en su representación, el uso permite á los auto-
bien en las directas puede también introducir hablando alguna
res que para las sérias tomen sus argumentos de la antigua mi-
persona verdadera ó fingida, no las constituye esto en la clase
tología y de las leyendas caballerescas, é introduzcan la má-
de mixtas, porque es accidental, y lo común es que hable el
quina que mejor les cuadre; y se les disimula que sean ménos
poeta solo. Tratando pues ahora de las rigurosamente mixtas,
rígidos en la observancia de las unidades, y aun en el arreglo
las dividiré en tres clases. La primera y mas importante es de
y disposición del d r a m a ; pero nunca tanto que este sea mons-
las que se llaman epopeyas ó poim is épicos; la segunda de
truoso y absurdo. Lo que sí se les exige e s , que los versos,
las llamadas églogas, bucólicas ó poesías pastorales; la ter-
sobre todo en las arias, sean sobre manera armoniosos y can-
cera de las fábulas ó apólogos.
tables. Los italianos , inventores de esta diversión, son los
maestros y modelos, y sobre todos Metastasio.
CAPITULO PRIMERO.

labra comedia. E l C O M E (X¿>¡«]), griego qne DOS cila Hermosilla solo significa lugar, POESÍA ÉPICA.
aldea, luí)' luego « t í * que q u i e r e decir yo cauto, y de e s a s ios r o c e s , el compuesto
««¡¿»¿ta, esto e s — c o m e d i a . Desentendiéndome de las ridiculas disputas de algunos crí-
V para lijar con exactitud la etimologia real y verdadera d e la voz comedia, seria ticos, que con vanas sutilezas y sistemas absurdos han llegado
m e n e s t e r a v e r i g u a r á cual d e los tres periodos que el arte tuvo e n la G r e c i a , hubo d e
aplicarse el nombre, pues 110 es probable que l e tomara e n el primero, mas q u e noso- á oscurecer de tal modo la naturaleza del poema épico , que
t r o s lo demos arbitrariamente per supuesto, cuando hay mil pruebas d e que entonces apénas se puede determinar por sus principios cuáles son los
s o l o reinó la sátira dialogística y grosera, que ciertamente no s e acercó ni con mil le-
g u a s á lo que nosotros entendemos hoy por comedia, que e n lo mismo que entendieron que merecen este título; diré sencillamente con Blair que un
l o s griegos en el tercer periodo. poema épico es la relación en verso de una empresa ilustre¡
N o e s cuestión esta d e mucho importe, y por lo m i s m o m e j o r es abandonar!».
— m —

difícil y memorable. De esta definición se deduce que las re-


con la acción principal. 3. a Han de ponernos á la vista objetos
glas para la composicion de esta clase de poesías lian de ser
diferentes de los que anteceden y siguen, porque su utilidad,
relativas, - I á la acción, 2.° á los personajes que en ella in-
y la razón por la cual se permiten, es la de dar variedad al
tervinieron, 3.° al artificio con que el poeta debe disponerla,
poema, y evitar que los lectores se fastidien, viendo siempre
es decir, al plan, y 4.° al modo de contarla,
escenas t de la misma clase. 4. a Como los episodios son un
adorno, han de estar trabajados con mucho esmero. La des-
artículo primero.
pedida de Héctor y Andrómaca en la Ilia da reúne estas cua-
Acción de un -poema épico. lidades en el mas alto grado. La antigüedad profana no pre-
senta cosa igual en su línea.
A cuatro pueden reducirse las calidades que una acción ha La grandeza consiste en que la empresa que se celebra,
de tener, para que pueda ser materia de la epopeya. Debe ser tenga el esplendor suficiente para justificar la importan-
una, grandiosa, interesante y de extensión proporcionada. cia que la da el poeta y el tono elevado y majestuoso con
La importancia de la unidad de plan en todas las composi- que la canta. A esto contribuirá mucho que no sea de fecha
ciones literarias, queda ya suficientemente recomendada en muy reciente. La antigüedad, como dice lilair, es favorable á
sus respectivos lugares; pero añadiré aquí con Aristóteles, que aquellas ideas elevadas y augustas que debe excitar la poesía
es indispensable y esencial en la poesía épica, y una de las épica; contribuye á engrandecer en nuestra imaginación tanto
reglas mas importantes. En efecto, en la relación de aventu- las personas como los acontecimientos; y lo que es aun mas
ras heroicas jamas interesará ni empeñará la atención del lec- importante, concede al poeta la libertad de adornar su asunto
tor una serie de hechos inconexos: es preciso que dependan por medio de la ficción. Por eso la historia antigua, y mejor
unos de otros y conspiren á la consecución de alguu lin. Por las confusas tradiciones de tiempos remotos, en que siempre
eso las diferentes acciones ó empresas de varios personajes y hay algo ó mucho de fabuloso, son el campo mas á propósito
la historia de uno solo durante toda su existencia, no pueden para las composiciones épicas cuyo fundamento es el heroísmo,
ser asuntos de una epopeya. Para esta no basta aquella espe- y en las cuales se trata principalmente de excitar la admira-
cie de unidad que dijimos podia darse á las historias genera- ción. El poeta debe tomar de los tiempos heroicos (cada na-
les de las naciones y á las vidas de los varones ilustres, hacien- ción tiene los suyos) los nombres y los caractéres de los per-
do sentir el influjo que todos y cada uno de los hechos tuvie- sonajes, y el fondo de una acción que no sea enteramente des-
ron en su suerte final; aquí se requiere, no solo que el héroe conocida ni fabulosa; pero por la distancia del siglo en que
principal sea uno, sino que lo sea también la empresa que se pasó, puede tomarse bastante libertad en orden á las circuns-
celebra. Esta unidad de acción no excluye las particulares de tancias, para inventar y fingir todas aquellas que pueden real-
que consta la principal, y ni aun los llamados episodios, es zarla y engrandecerla. Esta libertad se coarta enteramente, si
decir, ciertos incidentes casuales conexos con aquella; pero no el asunto es tomado de una historia moderna que los lectores
tanto, que sin ellos no hubiera podido verificarse, lin esta tengan muy conocida, porque entonces es preciso que el poeta
parte la epopeya tiene alguna mas libertad que la tragedia y se ciña escrupulosamente á la verdad histórica. Y si se aparta
la comedia, en las cuales, como ya dijimos, toda acción subal- de ella é introduce ficciones de su invención, esta mezcla de la
terna, no necesaria para la ejecución de la principal, debe historia y la fábula hace muy mal efecto, tratándose de hechos
omitirse. No sucede así con el poema épico. En este pueden auténticos y conocidos.
introducirse algunas de esta clase, aunque no en excesivo nú-
mero, observando las reglas siguientes : \ . a Los episodios han No basta que la empresa que se escoja para asunto de un
de venir naturalmente en el paraje en que se coloquen, y han poema épico, 1 sea grande; es menester quesea interesante.
de tener con el asunto la suficiente conexion, para que no pa- Hay hazañas que, aunque heroicas, pueden no interesar á los
rezcan pegados á él por la sola voluntad del poeta. 2. a Han de lectores, para quienes se escribe el poema, ó que en sí mismas
ser breves; y tanto mas, cuanto mas lijera sea su conexion son estériles en acciones brillantes, y no ofrecen bastante v a -
riedad de sucesos para mantener despierta la atención del qua
las leyere. Por eso es menester elegir un asunto, que por su ceros, y los personajes alegóricos, como la discordia, la en-
naturaleza interese á la nación en cuya lengua se ha de escri- vidia, etc.
bir el poema, ó de tal celebridad que pueda excitar la curio- En cuanto al héroe, basta saber que la práctica constante de
sidad de todos los siglos y de todas las naciones; y ademas es todos los poetas épicos ha sido la de escoger un personaje
necesario que encierre en sí tal multitud de incidentes y situa- principal, para que sea como el alma de la empresa. Esta
ciones , que la atención del lector no se enfrie y el placer no práctica está fundada en razón, y ofrece grandes ventajas. La
se amortigüe. Para esto es indispensable que el poeta cuide de unidad de la acción se hace así mas sensible, porque hay una
amenizarle, y no reliera siempre acciones de guerra; y sobre persona, á la cual como á centro se refiere todo el poema ; y
todo que nos presente de tiempo en tiempo escenas tiernas y esto mismo contribuye también á interesarnos mas en la em-
patéticas de amor, amistad y otros objetos agradables, rasgos presa, porque vemos que no es efecto del acaso, sino de un
de virtud y situaciones que exciten en nosotros afectos favora- plan formado de antemano y ejecutado con tesón y constan-
bles á la causa de la humanidad. cia. Por esta misma razón se ve que el héroe, aunque 110 sea
La acción referida en un poema épico no tiene límites tan un modelo cabal de virtud, ha de ser honrado, valiente y ma-
estrechos como las imitadas en las tragedias, porque 110 de- gnánimo; en suma, tal que excite la admiración y el amor, y
pende, como en estas, de pasiones violentas y de corta dura- no el odio y el desprecio.
ción, sino de inclinaciones habituales y duraderas. Así suele Los personajes secundarios han de ser también generalmente
ser de extensión algo considerable; pero no se puede lijar con buenos, porque nadie toma ínteres por los malvados y facine-
precisión el tiempo que ha de durar, ni las de los poemas épi- rosos; pero puede introducirse alguno quesea positivamente
cos mas célebres son iguales todas en duración. La de ja ¡liada malo, para que resalte mas el mérito de las personas virtuosas.
no dura mas que cincuenta y siete dias, poco mas ó ménos; Sin embargo, en este caso ha de cuidarse, I d e que sea ene-
la de la Odisea, computada desde la toma de Troya hasta la migo del héroe, es decir, uno de los que se oponen á sus de-
paz de Itaca, se extiende á ocho años y medio, y la de la Enei- signios y maquinan para que se malogre la empresa; y 2.° de
da, contada desde la salida de Enéas de las costas de Troya que su maldad misma tenga algo de heroica, y nazca de moti-
hasta la muerte de Turno, es de cerca de ocho años. Sin em- vos en cierto modo generosos. Traiciones dictadas por miras
bargo, si en los dos últimos poemas no contamos sino desde ambiciosas, venganzas inspiradas por ofensas en el honor, son
que el héroe aparece por la primera vez, su duración es mu- crímenes que pueden entrar en el nudo de una epopeya; pero
cho mas corta. En este caso la Odisea comprende cincuenta y vicios odiosos, viles y bajos serian en ella insufribles.
ocho dias solamente, y la Eneida un año y algunos meses. Lo que principalmente hay que observar en los personajes
Esto supuesto, lo único que puede prescribirse en este punto, secundarios, es el diversificarlos y dar á cada uno un caracter
es que el poeta no tome la historia de muy léjos, ó como dice particular, una fisonomía, por decirlo así, que le distinga de
Horacio, que un poema sobre la guerra de Troya no empieze todos los demás. Aun en los que son una misma clase, por
por el nacimiento de Helena. ejemplo, valientes, sabios, prudentes, etc., es necesario que
cada uno tenga aquella especie de valor, sabiduría, pruden-
cia, etc. que debe resultar de la mezcla de estas calidades con
artículo 11.
otras disposiciones de su ánimo. Aquí es donde mas se descu-
Personajes y sus caractéres. bre el talento de un poeta, en dibujar semejantes caractéres
individuales; y en esta parte ninguno ha igualado á Homero.
Los actores en un poema épico pueden ser de dos clases; También es preciso cuidar de no introducir un personaje
hombres y seres sobrenaturales. Entre los primeros se distin- secundario tan perfecto, tan virtuoso, y tan amable, que oscu-
guen el héroe ó personaje principal y los secundarios, y entre. rezca al principal, de modo que contra la intención del poeta
los segundos se cuentan Dios, los espíritus angélicos (buenos tomemos mas partido por él, que por el héroe de la acción.
y malos), las divinidades del paganismo, los magos ó hechi- En esto me parece que Homero no anduvo muy acertado. Pinto
/

en Héctor un héroe tan acabado, que aunque no queramos, le cuerpo mismo con las fábulas de la mitología. Ambos pues
preferimos á Aquíles. Esposo tierno, padre cariñoso, hijo obe- adoptaron, con mucha propiedad estas leyendas populares.
diente, buen patricio, hombre religioso, magnánimo, gene- Pero seria absurdo inferir de aquí, que los poetas posteriores
roso, valiente, reconoce la injusticia déla causa que defiende, que han escrito sobre asuntos del todo diferentes, estén obliga-
acusa á Páris de ser la causa de la guerra, propone que esta se dos á emplear la máquina. También es de notar que según la
decida en un combate singular entre aquel y Menelao, dicta antigua mitología, los dioses se elevaban muy poco sobre la
condiciones equitativas para la paz; y si esta 110 se verifica y esfera de los hombres, y tenían entre ellos hijos y parientes;
la tregua se rompe, no es por culpa suya; él hace todo lo y supuesta esta creencia era entonces muy verosímil que toma-
posible para evitar la efusión de sangre. Ademas, aquella sen parle en sus altercados, cosa que en otros tiempos es abso-
Andrómaca, aquel hijo y aquella despedida le hacen tan i n - lutamente absurda é improbable.
teresante ! Mas aunque la máquina fundada en la mitología del paga-
En orden á los-seres sobrenaturales, ya sean los que reco- nismo no sea necesaria en todo poema épico, y al contrario
noce por tales la religión verdadera, como Dios, los ángeles, sea inadmisible en asuntos posteriores á los siglos gentílicos;
los santos ya glorificados, los espíritus infernales; ya los que no por eso es cierta la opinion de algunos, que miran toda
en parte ha fingido la creencia popular, es decir, los hechiceros máquina como incompatible con la verosimilitud propia de la
y encantadores; ya las falsas divinidades del paganismo, ya per- epopeya. La que esta exige, no es tan rigurosa como la que
sonajes alegóricos; están divididos los críticos. Unos miran la piden las composiciones dramáticas. En la tragedia y la come-
intervención de algunos seres sobrenaturales como absoluta- día la menor inverosimilitud nos choca y nos disguta, porque
mente necesaria en todo poema épico, y niegan este título á ambas son una representación déla vida real, y por lo mismo
aquel cuyos actores sean todos hombres. Otros al contrario, es imposible que admitamos como verdadero lo que no es con-
cuentan en este número todo poema en que se cante una forme á la manera de obrar y conducirse que es natural al
acción heroica, bien enlazada en sus incidentes, variada en los hombre; pero en la epopeya, en la cual las acciones se nos
caractéres, y referida con la elevación y dignidad convenientes, cuentan y no se ejecutan á nuestra vista, estamos mas dispues-
aunque los actores sean todos seres humanos. La decisión de tos á la indulgencia. Al leer un poema épico, nos trasportamos
los primeros está fundada en la práctica de Homero y Virgilio, con la imaginación á una época remota, eu que lo maravilloso
y de los modernos que en esta parte los han imitado servil- y sobrenatural era recibido como verdadero, adoptamos sin
mente ; los segundos parece que tienen en su favor á la razón. repugnancia la creencia popular de aquellos tiempos, y supo-
Verdad es, dice Blair, que Homero y Virgilio hermosearon sus nemos por un instante que nosotros somos uno de los contem-
poemas con los cuentos de la tradición y las leyendas populares poráneos del héroe, para quienes las ficciones del poeta eran
de su país, conforme á las cuales los grandes hechos de los otras tantas verdades. Así le permitimos que engrandezca el
tiempos heroicos estaban mezclados con las fábulas de sus di- asunto por medio de aquellos objetos majestuosos y augustos,
vinidades; pero ¿se sigue de aquí que en otros países y en que la religión del país, teatro de la acción, permite introdu-
otros tiempos, donde no existe una superstición autorizada por cir en él; y no nos ofende que haga intervenir en su historia el
la creencia popular, deban emplearse en la poesía épica fic- cieloVía tierra, el infierno, seres invisibles y el universo en-
ciones anticuadas y cuentos de viejas? Los dos padres de la tero. Pero al mismo tiempo es menester, que el poeta por su
epopeya hicieron lo que debían, supuesta la elección de su parte sea moderado y prudente en el uso de la máquina. El
asunto, y ni aun podían tratarle de otra manera. Ll tiempo de autor de una epopeya no tiene absoluta libertad para adoptar
la guerra de Troya rayaba con los fabulosos, en que se creia el sistema de fábulas que mas le agrade, es preciso que este se
haber vivido entre los hombres los dioses y semidioses de la funde en la fe religiosa ó en la supersticiosa credulidad del
Grecia; varios de los campeones de aquella guerra pasaban por país y tiempo, en que supone haber pasadu las cosas que
hijos de dioses, y de consiguiente los cuentos que la tradición cuenta; y solo de este modo podrá dar cierto aire de proba-
habia extendido acerca de ellos y sus hazañas, formaban un bilidad á sucesos que hoy son ya mirados como imposibles
Andromaca y Heleno, la pasión amorosa de Dido, la amistad
Así el poder sobrenatural de las hadas y de los encantadore? de Niso y Enríalo, en la Eneida, y otras bellezas de esta e se
solo puede emplearse refiriendo empresas de los w g t o m e d o s ,
en que la eomun ignorancia hacia creer en semejantes absur- l r n s , S r P ; f i r S ; h é ^ , 0 ^ , o s h a inmortalizado j s
dos. Ademas debe cuidar el poeta de no hacer intervenn a cada
paso la máquina que haya adoptado, cualquiera que ella sea, n de a L t o ?! a r m ° t a P ° S t e r Í d a d ' laS a b s u r d a s
Z l «n • . ° - En suma, mi opinion sobre este punto es
y de no oscurecer las acciones humanas con una nube de lie- ? ao ffSffEP r d e 6 m p l e a r S e COn ,as
clones, las cuales, por solo el hecho de presentarse muy a me- P6r
rarla^otalmenfp rfp lá ° q u e Seria ^ ^ l e v -
nudo y en gran número, se harían ya increíbles a los ojos ep peya
tragedía. ° ' COm° y a lo ha sidú de
mismos del hombre mas crédulo y supersticioso.
Con respecto á los personajes alegóricos, cales como la artículo iii.
Fama, la Discordia, la Envidia, el Amor, etc., esta reconocido
que son la peor máquina de todas. A veces pueden ser admi- Plan.
sibles en la descripción, y servir para hermosearla; pero jamas
Es regla de Aristóteles admitida por todos, y muy cierta oue
se les debe dar parte en la acción del poema. Porque siendo
ficciones conocidas, y meros nombres de ideas abstractas, a los n Z t ™ P r a é p Í C ° h a d e t e n e r Principio medio y
cuales la mas exaltada imaginación no puede dar existencia in lo cual quiere decir en otros términos, que ha de ser en-
real como á personas verdaderas, si se introducen mezclados tera y completa. Y esto mismo determina su plan pues daro
con los actores humanos, resulta una confusion intolerable y es que el poeta ha de comenzar su narración Sor doSde l e-
absurda de sombras y realidades. cion empieza, la ha de seguir en todo su progreso y ha de
acabar cuando la acción finaliza. Antes de empezar a b a r r í
Estas observaciones me hacen creer que bien pesado todo, y cion es practica recibida que el poeta haga una breve índ ea-
siendo tan difícil, digamos mejor, tan imposible, mezclar sin 86 llama
impropiedad lo divino con lo humano, lo maravilloso con lo Z l e t n l T J m™
d e Z Z ^ A r f ' °
* ^ ^»a mAe n ^t e ,
s e
invoque la asistencil
probable, la mentira con la verdad; el que hoy escribiese un
CUalqU,e ra d Vimdad pidiénd0,a
poema épico, haria mejor en no emplear máquina ninguna, si v le d i i r ñ m . ' I, ' ' I u e , e ¡"spire
y ie diga como y por que medios se verificó aquel gran suceso
el asunto fuese posterior al establecimiento del cristianismo.
Puede y debe inventar y fingir circunstancias, a c c i o n e s secun- m l Í T n . 9 5 C a U S a S q u e P , u s i e r o n a l h é r o e ^ sTuacion dé
a
darías, incidentes, episodios y situaciones que den variedad a lo«rn v lf ? p r e s a ' c u a l ,a divinidad 1 u e opuso á su
la acción principal, que la engrandezcan y hagan mas intere- Í Z n ^ h í T - 1 ' 1 1 0 e n . t a m a ñ 0 , s P e ! W etc., á lo cual se da
sante; pero jamas cosa que en rigor no haya podido suceder el nombre de invocación. Sobre estas fórmulas de la intro-
naturalmente. Y yo creo que si el poema eslá escrito con la ducción, dice juiciosamente Blair, que el poeta puede variar-
elevación y majestad dignas de la epopeya, si los versos son tas, que es una simpleza sujetar á reglas estas fruslerías, y
que lo importante es proponer el asunto con claridad y sin
armoniosos, si el lenguaje es verdaderamente poético, si la aiectacion ni pompa; porque según el precepto de Horacio, la
acción es grandiosa y magnífica, si está amenizada con descrip-
ciones oportunas y bien hechas y con pinturas animadas de mucho''0'0" n ° t 0 m a r UD t 0 n m u y e J e v a d 0 n i
° ' Prometer
caractéres y costumbres, si está sembrada de escenas tiernas y Supuesta pues esta sencilla introducción hecha en la forma
patéticas de aquellas que hablan al corazon de todos los hom- que al poeta mas le agradare y que mejor convenga al asunto
bres; no puede dejar de gustar, aunque no haya máquina de y al uso que haya de hacer de la máquina, pues claro es que sí
ningf~.aclase. En los poemas mismos que la tienen, estaparte en ei cuerpo del poema no ha de emplear las divinidades gen-
es siempre,' a lo ménos para mí, fría é insípida : lo que gene- tílicas, sena absurdo que en la invocación implorase su auxi-
ralmente arrebata, es lo puramente humano, si está bien tra- lio, y que preguntase cuáles fueron las que favorecieron ó con-
tado. La despedida de Héctor, Príamo á los piés de Aquiles, trariaron la empresa; lo esencial es oue abra la escena en el
en la Ilíada; la muerte de Príamo, la entrevista de Enéascon
punto crítico en que la acción empieza, y que dando a conocer blecimento de Tilíses en su trono, abraza en rigor todo lo que
su origen y la serie de sucesos anteriores que la prepararon y le sucedió desde que salió de Troya, hasta que vuelto á Itaca
produjeron, no tome las cosas de muy alto. Si la acción duro quedó en plena y pacífica posesion de su casa y de sus bienes;
Joco tiempo, ó si no fué el resultado de una larga serie de he- Homero abre la escena en el momento en que los dioses, com-
chos anteriores, el poeta puede empezar refiriendo desde luego padecidos de sus trabajos y queriendo poner fin á su largo
él mismo el último acaso ó suceso que dio ocasion a ella, ASI padecer, mandan á Calipso que le detenia en su isla, que le
lo hizo Homero en la Jliada. Como la venganza que Aquiles deje salir de ella. Sale en efecto, llega á la de los feacios; es-
tomó del insulto que le hizo Agamenón, no fue la consecuencia tos le conducen con seguridad á ítaca, y allí en pocos días
de muchos sucesos anteriores, sino el resultado casual de la mata á los importunos pretendientes de su mujer, y recobra
disputa que ambos tuvieron sobre la entrega de una cautiva a su autoridad y patrimonio. Mas siendo necesario que á los lec-
su padre, sacerdote de Apolo; Homero empezó su narración tores se les diga todo lo que le habia sucedido desde su salida
por la venida de este al campo de los griegos con el objeto de de Troya basta llegar á la isla de Calipso, el poeta propor-
rescatar su bija. De su demanda, la repulsa de Agamenón, la ciona hábilmente la ocasion de que él mismo lo cuente al rey
peste que Apolo suscitó en el ejército para vengar el ultraje de los feacios que deseaba saber sus aventuras. El mismo plan
hecho á su sacerdote, la declaración de Calcas de que la peste dió Virgilio á su Eneida, porque las circunstancias eran las
no cesaría hasta que se hubiese entregado la cautiva a su pa- mismas.
dre, la propuesta de Aquíles de que así se hiciese, la resisten- Abierto ya el poema é instruido el lector en todos los ante-
cia de Agamenón, y la disputa en que ambos se empenaron cedentes, cuya parte corresponde á lo que se llama principio
con este"motivo, en la cual amenazó Asamenon a Aquíles de de la acción, se sigue su medio, es decir, toda la serie de he-
que le quitaría su esclava favorita, si á él se le obligaba a en- chos é incidentes que aceleraron ó retardaron su progreso, y
tregar la suya : resultó que altamente ofendido Aquíles de este prepararon su desenlace ó éxito. Esta segunda parte se llama,
insulto, juró no combatir mas por la causa de un jefe que asi como en las tragedias, nudo, enredo ó trama, y es siempre la
le ultrajaba, y se retiró á sus naves con sus tropas. Luego, ha- parte principal y mas extensa del poema, y la que de consi-
biendo Agamenón realizado su amenaza, rogó Aquíles a su guiente pide mas atención, talento y habilidad. Pero como no
madre Tétis que para vengarle alcanzase de Júpiter, que en hay reglas en el mundo capaces de dar talento poético al que
tanto que él no combatiese, los troyanos fueran vencedores y no le ha recibido de la naturaleza, todo lo que puede prescri-
encerrasen dentro de su campo á los griegos, para que estos y birse, es que los obstáculos que formen el nudo ó enredo del
su jefe reconocieran su culpa y le diesen satisfacción del agra- poema, sean tales que el lector tema que la empresa se ma-
vio; Tétis lo pidió así á Júpiter, y este lo prometió. Esto es logre atendidos los obstáculos que se presentan, que tiemble
todo lo que precedió á la acción propia del poema, que es la por el héroe viendo los peligros que le amenazan, y que las
venganza de Aquíles, no su cólera, como malamente se ha dificultades que este tenga que superar, vayan creciendo por
dicbo por no haber entendido la fuerza de la palabra griega. grados, hasta que habiéndonos tenido por algún tiempo sus-
Y como esto fué negocio de pocos dias, Homero hizo una breve pensos y agitados, se vaya allanando el camino, y desenredando
narración de estos antecedentes en el libro primero, y desde el el nudo de una manera natural y probable, á no intervenir la
segundo comenzó ya la de la acción misma, y la siguió sin máquina.
interrupción hasta su fin. Mas cuando la acción es larga, y los Acerca del desenlace se disputa sobre si la naturaleza del
sucesos que la prepararon muchos, conviene al contrario que poema épico requiere que este tenga siempre éxito feliz. Los
el poeta comienze el poema en el momento en que ya están mas de los críticos sostienen que sí, y parece que la razón está
cerca los últimos y mas importantes acontecimientos, y que en de su parte. En efecto, el éxito infeliz.se opone al fin primario
paraje oportuno ponga en boca de alguno de los personajes de esta clase de poemas, que es excitar la admiración. Un
una relación rápida de todos los hechos anteriores. Asi lo hizo héroe que se empeña en una grande empresa, y que despues
Homero en la Odisea. Como la acción de esta, que es el resta- de haber luchado con todos los obstáculos que ella presenta,
- 434 —
sucumbe al cabo y no logra el fin que se había propuesto; po de los poemas épicos serios; pero no de los burlescos, como la
drá ser objeto de nuestra compasion, pero nunca podremos Batracomiomaquia falsamente atribuida á Homero; ni de los
admirarle. O los obstáculos que tenia que vencer para salir con alegóricos, como el de Casti, ni de las parodias, como la de la
su empresa, eran insuperables, ó no. Si lo eran, es un teme- Eneida por Scarron.
rario. digno mas bien de vituperio que de admiración-, si no lo
eran, y sin embargo no pudo ó no supo vencerlos, no nos da CAPITULO I I .
ciertamente muy alta idea de su valor ó de su sabiduría, y no
tiene mucho derecho á que le admiremos. La compasion es el POESÍA BDCÓLICA.
afecto que debe excitar la tragedia; pero en un poema épico
seria ridículo venir á parar en un éxito desgraciado, despues Así se llama la que tiene por objeto presentar escenas rús-
de la continua turbación en que hemos estado durante todo el ticas que hagan amable la vida del campo. Y como en estas
poema. Conforme á esto la práctica general de los buenos composiciones unas veces habla el poeta y otras los interlocu-
poetas épicos está por la conclusión feliz, y solo á nuestro Lope tores que introduce, pertenecen indudablemente á las poesías
se le ocurrió escribir tina epopeya trágica. mixtas que estamos examinando. Sobre su origen se ha dispu-
tado, como sobre tantas otras cosas, sin entenderse y sin fijar
ARTÍCULO IV.
con exactitud el estado de la cuestión. Algunos creen que la
poesía pastoril es la mas antigua de todas, porque los hombres
Narración. vivieron dispersos en los campos y fueron pastores, ántes de
Supuesto lo dicho en otra parte acerca de la narración his- reunirse en grandes sociedades y entregarse á otras ocupaciones
tórica, cuyas reglas generales relativas á la claridad, rapidez, áistintas de la pastoría. Otros la creen al contrario la mas mo-
probabilidad y ornato, son también aplicables á la épica: lo derna de todas, porque en efecto las composiciones bucólicas
que acerca de esta puede añadirse, se reduce á que esté enri- mas antiguas que tenemos, son las de Teócríto, compuestas en
quecida con todas las bellezas de la poesía. No hay en efecto íiempo de los Tolomeos, es decir, cuando la Grecia poseía ya
composicion ninguna que requiera mas fuerza, elevación, dig- poemas épicos, tragedias, comedias, odas de todas clases, ele-
nidad y fuego que el poema épico. En él, como en región pro- gías, fábulas, etc. Es fácil conciliar estas dos opiniones, conce-
pia buscamos, dice Blair, cuanto hay de mas sublime en la des- liendo á los primeros, que los antiguos pastores cantaron en
cripción, de mas tierno en los afectos, y de mas grandioso y afecto algunos versos, y cuando celebraban sus amores corres-
animado en la expresión. Por tanto, aunque el plan de un au- pondidos, ya cuando lloraban desprecios de sus queridas, ya
tor no tenga el menor defecto, y la historia esté bien manejada, ;uando se desafiaban unos á otros sobre cuál cantaba mejor; y
sin embargo, si el estilo es débil, si la locucion no es constan- sosteniendo con Jos segundos, que no habiendo llegado á nos-
temente poética, y si los versos son flojos, duros ó prosaicos, Dtros ninguno de estos rudos ensayos de Ja primitiva poesía
el poema no pasará á la posteridad. Es de notar también que pastoril, puede y debe considerarse Teócríto como el padre de
los adornos que admite y requiere la poesía épica, deben ser la que hoy conocemos con este título.
todos graves, nobles y serios, y al mismo tiempo naturales. En Mas cualquiera que haya sido su origen, lo que no admite
ella no tiene cabida nada de bajo, licencioso, burlesco ni afec- disputa, es que estas composiciones bien desempeñadas son
tado. Ademas los objetos que presente, han de ser todos d e - sumamente agradables, porque, como dice Blair, recuerdan á
corosos ; y en consecuencia se deben evitar las descripciones de nuestra imaginación aquellas gratas escenas campestres que
cosas asquerosas. Por eso censuran los críticos la fábula de las ueron la delicia de nuestra infancia y juventud, y á las cualts
Harpías en el libro m , de la Eneida; y creo que en esta, en la la mayor parte de los hombres vuelve con gusto los ojos en
litada®y en la Odisea hubieran hecho mejor sus autores en edad mas avanzada. La vida del campo lleva consigo la idea de
omitir algunos otros pormenores desagradables. Todo esto y paz, de felicidad y de inocencia, y su pintura no puede ménos
lo dicho acerca de la verosimilitud en los hechos, se entiende ae arrastrar el corazon hácia unos objetos, que aun solamente
- 434 —

sucumbe al cabo y no logra elfinque se habia propuesto; po de los poemas épicos serios; pero no de los burlescos, como la
drá ser objeto de nuestra compasion, pero nunca podremos Batracomiomaquia falsamente atribuida á Homero; ni de los
admirarle. O los obstáculos que tenia que vencer para salir con alegóricos, como el de Casti, ni de las parodias, como la de la
su empresa, eran insuperables, ó no. Si lo eran, es un t e m e - Eneida por Scarron.
rario. digno mas bien de vituperio que de admiración-, si no lo
eran, y sin embargo no pudo ó no supo vencerlos, no nos da CAPITULO II.
ciertamente muy alta idea de su valor ó de su sabiduría, y no
tiene mucho derecho á que le admiremos. La compasion es el POESÍA BUCÓLICA.
afecto que debe excitar la tragedia; pero en un poema épico
seria ridículo venir á parar en un éxito desgraciado, despues Así se llama la que tiene por objeto presentar escenas riis-
de la continua turbación en que hemos estado durante todo el licas que hagan amable ta vida del campo. Y como en estas
poema. Conforme á esto la práctica general de los buenos composiciones unas veces habla el poeta y otras los interlocu-
poetas épicos está por la conclusión feliz, y solo á nuestro Lope tores que introduce, pertenecen indudablemente á las poesías
se le ocurrió escribir tina epopeya trágica. mixtas que estamos examinando. Sobre su origen se ha dispu-
tado, como sobre tantas otras cosas, sin entenderse y sin fijar
ARTÍCULO IV.
con exactitud el estado de la cuestión. Algunos creen que la
poesía pastoril es la mas antigua de todas, porque los hombres
Narración. vivieron dispersos en los campos y fueron pastores, antes de
Supuesto lo dicho en otra parte acerca de la narración his- reunirse en grandes sociedades y entregarse á otras ocupaciones
tórica, cuyas reglas generales relativas á la claridad, rapidez, distintas de la pastoría. Otros la creen al contrario la mas mo-
probabilidad y ornato, son también aplicables á la épica: lo derna de todas, porque en efecto las composiciones bucólicas
que acerca de esta puede añadirse, se reduce á que esté e n r i - mas antiguas que tenemos, son las de Teócríto, compuestas en
quecida con todas las bellezas de la poesía. No hay en efecto íiempo de los Tolomeos, es decir, cuando la Grecia poseía ya
composicion ninguna que requiera mas fuerza, elevación, dig- poemas épicos, tragedias, comedias, odas de todas clases, e l e -
nidad y fuego que el poema épico. En él, como en región pro- gías, fábulas, etc. lis fácil conciliar estas dos opiniones, conce-
pia buscamos, dice Blair, cuanto hay de mas sublime en la des- diendo á los primeros, que los antiguos pastores cantaron en
cripción, de mas tierno en los afectos, y de mas grandioso y afecto algunos versos, y cuando celebraban sus amores corres-
animado en la expresión. Por tanto, aunque el plan de un au- pondidos, ya cuando lloraban desprecios de sus queridas, ya
tor lio tenga el menor defecto, y la historia esté bien manejada, ;uando se desafiaban unos á otros sobre cuál cantaba mejor; y
sin embargo, si el estilo es débil, si la locucion no es constan- sosteniendo con los segundos, que no habiendo llegado á nos-
temente poética, y si los versos son flojos, duros ó prosaicos, Dtros ninguno de estos rudos ensayos de la primitiva poesía
el poema no pasará á la posteridad. Es de notar también que pastoril, puede y debe considerarse Teócríto como el padre de
los adornos que admite y requiere la poesía épica, deben ser la que hoy conocemos con este título.
todos graves, nobles y serios, y al mismo tiempo naturales. En Mas cualquiera que haya sido su origen, lo que no admite
ella no tiene cabida nada de bajo, licencioso, burlesco ni afec- aisputa, es que estas composiciones bien desempeñadas son
tado. Ademas los objetes que presente, han de ser todos d e - sumamente agradables, porque, como dice Blair, recuerdan á
corosos ; y en consecuencia se deben evitar las descripciones de nuestra imaginación aquellas gratas escenas campestres que
cosas asquerosas. Por eso censuran los críticos la fábula de las ueron la delicia de nuestra infancia y juventud, y á las cualts
Harpías en el libro m , de la Eneida; y creo que en esta, en la la mayor parte de los hombres vuelve con gusto los ojos en
litada®y en la Odisea hubieran hecho mejor sus autores en edad mas avanzada. La vida del campo lleva consigo la idea de
omitir algunos otros pormenores desagradables. Todo esto y paz, de felicidad y de inocencia, y su pintura no puede ménos
lo dicho acerca de la verosimilitud en los hechos, se entiende ae arrastrar el corazon hácia unos objetos, que aun solamente
t a n t a frecuencia ocurren en este género de poesías. Es preciso
p u e s q u e diversifique la faz de la naturaleza presentando n u e -
vas imágenes, y q u e salga d e aquellas p i n t u r a s trilladas, q u e
si a u n q u e originales en los p r i m e r o s poetas, p o r q u e las copiaron
rece v » "f T Tos™ E s =
directamente de la naturaleza, son ya triviales é insípidas á
fuerza de h a b e r sido imitadas y repetidas tantas veces.
Debe también acomodar la escena al asunto de la c o m p o s i -
g a r i o s cion, es decir, q u e según este sea alegre ó melancólico, h a de
m o s t r a r la naturaleza bajo un aspecto risueño ó tétrico q u e
venga bien con la situación moral de los personajes que h a de
p r e s e n t a r . Así Virgilio en la Égloga n , q u e contiene las quejas
de un a m a n t e desdeñado, da con m u c h a propiedad un aspecto
sombrío á la escena diciendo :

amgggg
Tanlum ínter densas, umbrosa cacumina, fagos
Assidue veniebat: ibi hcec incondita solus
Montibus, et silvis studio jactabat inani.
Solo, siempre que el sol amanecía,
debe r e u n i r una composicion bucólica, si h a de tener Entrando de unas hayas la espesura,
d í o m é r i t o . P a r a allanar p u e s el camino á los p o e t a » ! ^ e d i - Con los montes á solas razonaba,
t a r l e s e n cuanto es posible, u n a e m p r e s a ardua por si misma, Y en rudo verso en vano así cantaba.
extractaré de Blair a c u n a s observaciones re ativas a la « Fr. Luis de León.
á los caractéres de los personajes o interlocutores y a los a & un
tos d e q u e deben t r a t a r estas poesías. Carácter de los interlocutores.
Lugar de la escena.
No basta q u e las personas q u e se introduzcan en las églogas

¿«rsSSásSrs?
h a b i t e n en el c a m p o , es necesario q u e sean rústicos d e p r o f e -
sión, y q u e se expliquen como tales; p o r q u e en ellas no b u s -
camos conversaciones de cortesanos, sino d e gentes criadas e n
el c a m p o , ocupadas constantemente en negocios rústicos, y
cuyo sencillo lenguaje é inocentes costumbres f o r m e n c o n -

g^ÉSHS^sl
traste con la afectada civilidad y artificiosa finura d e los h a b i -
tantes de la ciudad. Ya h e dicho q u e una d e las mayores difi-
cultades q u e ofrecen estas poesías, consiste en guardar cierto
medio entre la nimia rusticidad y el excesivo refinamiento.
Los pastores p u e s q u e se introduzcan hablando, deben e x p l i -
carse sin la m e n o r a f e c t a c i ó n ; p e r o al mismo tiempo es p r e -
ciso q u e n o sean t o n t o s , insípidos, pesados ni groseros. Se les
p u e d e s u p o n e r b u e n talento natural, razón clara y d e s p e j a d a ,
y aun afectar tiernos y delicados; p e r o es menester que n o
dC
El S h a de procurar principalmente la v a r i e d a d , no solo sutilicen ni hagan reflexiones demasiado generales y raciocinios
e n las descripciones formales que h a g a de los lugares campes- m u y abstractos, q u e n o salgan de aquel círculo de ideas q u e
re sino también en las alusiones á objetos rústicos q u e con p u e d e n h a b e r adquirido viviendo siempre en el campo, y q u e
n o hablen de sus a m o r e s con estudiados conceptos ajenos de
la menos diversificada en su giro, es p o r lo c o m ú n la bucólica.
su educación y carácter. En las poesías pastordes de los italia- Por eso dice Blair, y con razón, q u e desde las p r i m e r a s líneas
n o s , bellísimas generalmente, se encuentran algunos c o n c e p - de una égloga podemos adivinar lo q u e se ha de seguir. Ya es
tos de esta clase que las afean y deslucen. Tal es el q u e l a s o un pastor q u e sentado á la orilla de un arroyo se lamenta d e
p o n e en boca de Aminta, cuando al desenredar de un arlioi ei la ausencia ó crueldad de su zagala; ó ya tenemos dos q u e
cabello d e su pastora, le hace decir (acto n i . , escena i . ) : compiten sobre quién canta mejor, repitiendo versos alterna-
dos de poca ó ninguna sustancia, hasta q u e un tercero hace de
Già di nodi si bei non era degno
Cosi rubido tronco : or ¿che vantaggio juez y recompensa al uno con un cayado muy bonito y al otro
Hanno i servi d'amor, se lor commune con un vaso de encina. La constante repetición d e estos l u -
È colle piante il precioso laccio? _ gares comunes, tomados de Teócrito y d e Virgilio, es en g r a n
Pianta crudeli potesti quel bel crine
O/fender tu, ch'a te feo tanto onore? parte la causa d e la m o n o t o n í a q u e se observa en las composi-
ciones pastoriles.
. . . . ¿Cuándo tan bellos nudos
Un tan áspero tronco ha merecido ? P u e d e dudarse sin embargo, a ñ a d e el mismo crítico, si esta
¿Pues qué ventaja llevan los amantes falta de variedad debe atribuirse á la esterilidad d e la materia,
Que sirven al amor, si ya comunes mas bien q u e á la poca habilidad d e los poetas q u e tan servil-
Son con las plantas sus preciosos lazos ?
Planta cruel! ¿Pudiste unos cabellos m e n t e han imitado á los antiguos. En efecto, ¿ q u é razón hay
De oro ofender que tal honor te hacían ? _ p a r a no d a r m a s extensión á la poesía bucólica? En esta n o
Jáuregut. tienen cabida pasiones violentas y terribles, sino aquellas s o -
l a m e n t e q u e sean compatibles con la inocencia, la sencillez y
Pensamientos t a n alambicados (digamos m e j o r , tan falsos),
la v i r t u d ; p e r o dentro de estos l ímites tienen aun mucho
añade Blair citando este pasaje, n o p u e d e n venir bien en los
campo el ingenio d e un cuidadoso observador de la naturaleza.
bosques, ctiyos habitantes cuando hablan, describen o refieren,
Escenas variadas de tranquilidad ó agitación ; rasgos de a m i s -
ó cuando e s p r e s a n sus afectos, lo hacen con sencillez, y sin
t a d , a m o r conyugal, piedad lilial y a m o r p a t e r n o ; zelos, com-
o t r a s alusiones q u e las q u e naturalmente les ofrecen los objetos
petencias y rivalidades de a m a n t e s ; prosperidades ó desventu-
rústicos con q u e están familiarizados. Esta sencillez no excluye
ras inopinadas de las familias, p u e d e n d a r lugar á muchos i n -
sin embargo aquel grado de finura y delicadeza en los afectos,
cidentes agradables y tiernos. Y si á las descripciones se juntase
q u e siendo inspirado p o r la naturaleza, p u e d e hallarse en u n
m a s n a r r a c i ó n , serian estos poemas m u c h o m a s interesantes
rústico tan bien como en el cortesano m a s instruido. Ya lo h e -
de lo q u e han sido hasta a q u í . Esto se ve prácticamente en los
mos visto en el Malo me Galalea petit, de Virgilio ; acción
Idilios d e Gésner, q u e ha sabido d a r variedad é Ínteres á las
q u e s u p o n e cierta delicadeza de sentimientos, p e r o m u y n a t u -
composiciones pastoriles y cierto aire d e novedad que hace á
ral en la zagala m a s inocente y sencilla.
las suyas m u y agradables.
Acerca de este título de idilios debo advertir, que esta voz
Asuntos de las églogas. en lo antiguo n o designó exclusivamente las poesías bucólicas.
Todas las composiciones d e Teócrito llevan este título, y sin
Supuesto q u e el poeta sopa p o n e r en boca d e sus p e r s o n a j e s embargo hay entre ellas varias q u e nada tienen de pastoril. Los
el lenguaje q u e les conviene, es necesario q u e escoja asuntos griegos no quisieron significar con el título de idilio m a s q u e
propios para sus églogas, parte la mas difícil tal vez en la p o e - Müpoemita corto, de cualquier género q u e fuese. Los m o d e r -
sía pastoril ; p o r q u e debiendo toda composicion poética o f r e - nos son los que han limitado esta palabra á la poesía bucólica,
cer un asunto capaz de interesar á los lectores, la vida r u r a l y algunos distinguen e n t r e la égloga y el idilio? l l a m a n d o
presenta p o r desgracia muy pocos de esta clase. Es d e m a s i a d o égloga á toda composicion pastoril en q u e el poeta, ó no habla
u n i f o r m e , y los habitantes del campo no suelen e x p e r i m e n t a r n u n c a en su propia p e r s o n a , ó a u n q u e hable alguna vez, i n -
accidentes ó reveses q u e exciten la curiosidad y la sorpresa. De troduce u n o ó mas personajes, en cuya boca p o n e la mayor
aquí es q u e d e todas las poesías, la m a s débil en el asunto y
parte de la composicion; é idilio á aquella en la cual habla en verso, aunque al principio se escribieron en prosa, y por-
él siempre, ya describiendo u n a escena rural, ya contando que en ellos habla unas veces el poeta, y otras los personajes
aventuras de personajes rústicos, cuyos discursos refiere alguna de que trata, pertenecen á las poesías mixtas que estamos exa-
vez por dialogismo. Sin embargo los límites entre estas dos minando, y se llaman particularmente fábulas, sin embargo
formas no están todavía tan bien señalados, que puedan cons- de que este título conviene á toda historia fingida. Habiendo
tituir dos clasee de poesías absolutamente distintas; ni los a u - observado algunos antiguos, como Ksopo entre los griegos, y
tores mismos que admiten esta distinción, estad de acuerdo Pilpav entre los indios, que varios de los cuentos populares,
entre sí. La cuestión por otra parte no es de mucha importan- bajo el velo de una ingeniosa ficción, encerraban instrucciones
cia. Con tal que una composicion pastoril sea buena, es muy útiles y consejos sabios, de que los hombres podian aprove-
indiferente que se llame égloga ó idilio. charse para el arreglo de su conducta y la mejora de sus cos-
tumbres, se dedicaron á componer otros que pudiesen contri-
La forma que s í e s necesario distinguir, es la que los italia-
b u i r á divulgar entre el pueblo verdades importantes, máximas
nos dieron en el siglo x v i . á estas poesías poniéndolas en
saludables, principios de moral y desengaños oportunos.
drama ó en forma de rigurosa c o m e d i a , es decir, imitando
Conocían que las moralidades propuestas directamente y con
u n a acción cuyos personajes son tomados de entre la gente del
la sequedad de preceptos, son por lo común mal recibidas, y
campo. Las mas célebres son la Aminta del Taso, y El Pastor
por eso prefirieron presentar la instrucción envuelta en alguna
Fido de Guarini.
ficción ingeniosa y alegórica, que enireteniendo agradable-
mente al lector, le hiciese recibir indirectamente, y casi sin
CAPITULO III. advertirlo, la enseñanza útil que querían darle. A este fin pues
inventaron ciertas historietas, cuyos actores fuesen, ya h o m -
F Á B U L A S . SUS R E G L A S . bres. ya animales, ya seres inanimados, y de cuyo contexto
resultase la moralidad que querían inculcar. Estas ingeniosas
H e dicho, tratando de las novelas, que los cuentos eran tan fábulas fueron bien recibidas; y mas ó ménos felizmente des-
antiguos como la sociedad, y que inventados en el seno de las empeñadas en los siglos posteriores, continúan aun hoy siendo
familias particulares, diversificados de mil maneras, compues- u n a de las composiciones poéticas, que si están bien escritas,
tos bajo diferentes formas, extendidos de boca en boca, y tras- si la invención tiene novedad é ínteres, si la instrucción que
mitidos de padres á hijos formaron por muchos siglos, junta- ofrecen, resulta de la acción misma y es importante; se leen
mente con los cánticos sagrados y marciales, toda la literatura con placer y utilidad por todos los hombres de gusto, y son
de los antiguos pueblos; hasta que los mas civilizados é ins- muy oportunas para la primera educación de los niños. Por-
truidos fueron sucesivamente creando, perfeccionando y dis- que bajo la forma de un cuento, parecido á los que oyeron en
tinguiendo todos los géneros de composiciones literarias que la infancia á sus nodrizas, madres ó ayas, les pueden inspirar
hoy conocemos, tanto en prosa como en verso. He dicho tam- insensiblemente principios virtuosos y máximas morales, que
bién, que cuando este se apoderó exclusivamente de varias de algún dia les sean útiles en el curso de la vida y en el trato con
las antiguas ficciones ó invenciones fabulosas, los cuentos en los hombres.
prosa formaron una clase aparte, que con varias alteraciones Las reglas relativas á estas composiciones se derivan de su
en la forma, los asuntos y el objeto, ha sido siempre cultivada, naturaleza y del fin con que se escriben, y quedan enunciadas
y ha llegado hasta nosotros bajo el título de novelas ó cuentos. sumariamente en lo que se ha dicho sobre su origen y carácter.
Ahora debo añadir que las novelas y los cuentos son siempre Así, bastará extender un poco mas lo mismo que ya he indi-
unas historias ficticias mas ó ménos extensas, de empresas cado.
amorosas, hechos heroicos y maravillosos, sucesos,,.trágicos, La acción, la cual como en toda composicion dra-
acontecimientos semejantes á los de la vida común, y aun mática ó mixta, debe ser rigurosamente una, ha de ser
aventuras puramente cómicas; p e r o que ademas hay otro gé- ademas interesante, entretenida y bien imaginada. Sin'
nero do pequeños cuentos que p o r escribirse ya generalmente
2o.
parte de la composicion; é idilio á aquella en la cual habla en verso, aunque al principio se escribieron en prosa, y por-
él siempre, ya describiendo una escena rural, ya contando que en ellos habla unas veces el poeta, y otras los personajes
aventuras de personajes rústicos, cuyos discursos refiere alguna de que trata, pertenecen á las poesías mixtas que estamos exa-
vez por dialogismo. Sin embargo los límites entre estas dos minando, y se llaman particularmente fábulas, sin embargo
formas no están todavía tan bien señalados, que puedan cons- de que este título conviene á toda historia fingida. Habiendo
tituir dos clasee de poesías absolutamente distintas; ni los a u - observado algunos antiguos, como Ksopo entre los griegos, y
tores mismos que admiten esta distinción, estád de acuerdo Pilpav entre los indios, que varios de los cuentos populares,
entre sí. La cuestión por otra parte no es de mucha importan- bajo el velo de una ingeniosa ficción, encerraban instrucciones
cia. Con tal que una composicion pastoril sea buena, es muy útiles y consejos sabios, de que los hombres podían aprove-
indiferente que se llame égloga ó idilio. charse para el arreglo de su conducta y la mejora de sus cos-
tumbres, se dedicaron á componer otros que pudiesen contri-
La forma que síes necesario distinguir, es la que los italia-
b u i r á divulgar entre el pueblo verdades importantes, máximas
nos dieron en el siglo x v i . á estas poesías poniéndolas en
saludables, principios de moral y desengaños oportunos.
drama ó en forma de rigurosa comedia, es decir, imitando
Conocían que las moralidades propuestas directamente y con
u n a acción cuyos personajes son tomados de entre la gente del
la sequedad de preceptos, son por lo común mal recibidas, y
campo. Las mas célebres son la Aminta del Taso, y El Pastor
por eso prefirieron presentar la instrucción envuelta en alguna
Fido de Guarini.
ficción ingeniosa y alegórica, que enireteniendo agradable-
mente al lector, le hiciese recibir indirectamente, y casi sin
CAPITULO III. advertirlo, la enseñanza útil que querían darle. A este fin pues
inventaron ciertas historietas, cuyos actores fuesen, ya h o m -
F Á B U L A S . SUS R E G L A S . bres, ya animales, ya seres inanimados, y de cuyo contexto
resultase la moralidad que querían inculcar. Estas ingeniosas
H e dicho, tratando de las novelas, que los cuentos eran tan fábulas fueron bien recibidas; y mas ó ménos felizmente des-
antiguos como la sociedad, y que inventados en el seno de las empeñadas en los siglos posteriores, continúan aun boy siendo
familias particulares, diversificados de mil maneras, compues- una de las composiciones poéticas, que si están bien escritas,
tos bajo diferentes formas, extendidos de boca en boca, y tras- si la invención tiene novedad é ínteres, si la instrucción que
mitidos de padres á hijos formaron por muchos siglos, junta- ofrecen, resulta de la acción misma y es importante; se leen
mente con los cánticos sagrados y marciales, toda la literatura con placer y utilidad por todos los hombres de gusto, y son
de los antiguos pueblos; hasta que los mas civilizados é ins- muy oportunas para la primera educación de los niños. Por-
truidos fueron sucesivamente creando, perfeccionando y dis- que bajo la forma de un cuento, parecido á los que oyeron en
tinguiendo todos los géneros de composiciones literarias que la infancia á sus nodrizas, madres ó ayas, les pueden inspirar
hoy conocemos, tanto en prosa como en verso. He dicho tam- insensiblemente principios virtuosos y máximas morales, que
bién, que cuando este se apoderó exclusivamente de varias de algún dia les sean útiles en el curso de la vida y en el trato con
las antiguas ficciones ó invenciones fabulosas, los cuentos en los hombres.
prosa formaron una clase aparte, que con varias alteraciones Las reglas relativas á estas composiciones se derivan de su
en la forma, los asuntos y el objeto, ha sido siempre cultivada, naturaleza y del fin con que se escriben, y quedan enunciadas
y ha llegado hasta nosotros bajo el título de novelas ó cuentos. sumariamente en lo que se ha dicho sobre su origen y carácter.
Ahora debo añadir que las novelas y los cuentos son siempre Así, bastará extender un poco mas lo mismo que ya he indi-
unas historias ficticias mas ó ménos extensas, de empresas cado.
amorosas, hechos heroicos y maravillosos, sucesos,,.trágicos, La acción, la cual como en toda composicion dra-
acontecimientos semejantes á los de la vida común, y aun mática ó mixta, debe ser rigurosamente una, ha de ser
aventuras puramente cómicas; pero que ademas hay otro gé- ademas interesante, entretenida y bien imaginada. Sin<
nero do pequeños cuentos que p o r escribirse ya generalmente
2o.
mam*—

estos requisitos la fábula será insípida y f r i a , y no producirá

d A P É N D I C E P R I M E R O .
f ? A E Ü T f » en ella intervengan, sean toares
6 animales, se les ha de dar un carácter que osdisjmga
D E LA N A T U R A L E Z A , VERDAD É I N V A R I A B I L I D A D D E LAS REGLAS,
entre si, y que convenga con la idea que de ellos se tiene
T D E LA NECESIDAD DE SABERLAS Y OBSERVARLAS E N TODA
formada de antemano. Así el lobo ha de ser ladrón cruel
y sanguinario, la zorra astuta, el mono imitador, etc. etc. hste COMPOSICION.
carácter se ha de sostener durante la acción , y nada han de
hacer ó decir los personajes que no sea propio del que se íes Cuando al principio de esta obra di la definición del arte
Je hablar, dije que las que se llaman reglas en las a r t e s , no
^d^Ta moralidad ha de resultar de la acción misma, y han sido establecidas en esta ó en aquella época por tal ó cual
no ha de ser deducida con violencia; y adnnas ha de ser individuo de la especie h u m a n a , en cuyo caso podían ser fal-
pura : lo cual quiere decir, que el poeta nunca ha de emplear sas y estar sujetas á caprichosas variaciones; sino que son
la fábula para cohonestar usos ó costumbres inmorales, sos- principios eternos y de eterna verdad, fundados en la natura-
tener errores peligrosos, ó propagar maximas perjudiciales. leza misma de aquellas cosas que son objeto de las arles, y de
4 0 El estilo ha de ser la naturalidad misma, sin el consiguiente tan inmutables como la naturaleza. Añadí que no
menor resabio de afectación ni agudezas epigramáticas , debiendo entonces detenerme á probar esta aserción, lo haría
y al mismo tiempo no ha de tener nada de bajo o chaba- en paraje mas oportuno; y ya estoy en el caso de cumplir esta
cano. . f -i palabra.
5.° La versificación por consiguiente ha de ser Jacú y Fácil me seria demostrar lo que allí senté y acabo de r e p e -
fluida, y con aquel grado de armonía que corresponda al tir, recorriendo una por una todas las artes, y haciendo ver
asunto y pidan los objetos mismos. que las reglas de la arquitectura, por ejemplo, están fundadas
6.° La narración en las fábulas ha de ser singularmente en las eternas verdades de la geometría, las de la pintura en
breve. Por esta razón en ellas mas que en cualquier otro g é - las de la óptica y perspectiva, y así respectivamente; pero me
nero , se ha de omitir toda circunstancia inútil. limitaré á las del arte de hablar. Y no serán menester por cierto
Advierto que las fábulas suelen llamarse apologos, cuando largos discursos para probar, que se deducen de la naturaleza
los interlocutores son , ó animales irracionales, o seres inani- misma de las potencias intelectuales y morales del h o m b r e ;
m a d o s , ó de una y otra clase; fábulas racionales o para bo- que por tanto son y no pueden dejar de ser verdaderas, y que
las, cuando todos son hombres, y mixtas cuando en la histo- no son de ninguna manera arbitrarias : tres proposiciones que
rieta alternan hombres y brutos, ó seres insensibles. van á quedar demostradas, con solo recapitular muy sumaria-
También debo advertir que la voz fábula tiene en literatura mente los principios establecidos en todo el curso de esta obra,
otra acepción, que es la de argumento ó asunto de las com- fie dicho, I q u e los pensamientos de toda composicion han
posiciones poéticas, porque en efecto, las palabras latinas ja- de ser, en el sentido que se explicó en su respectivo lugar,
bula y fabella significan, según su valor etimológico, aquello ferdaderos, claros, nuevos, naturales, sólidos y acomodados a
de que se trata , de que se habla. En este sentido se toma en la naturaleza del asunto : 2.° que las formas bajo las cuales se
las Poéticas, cuando se dice que en las composiciones drama- presenten han de ser las que convengan á las ideas que contie-
ticas la fábula puede ser simple ó implexa. nen, á la situación moral del que habla, y al objeto que este
se propone : 3.° que las expresiones han de ser puras, correc-
tas. oropias, precisas, exactas, concisas, claras, naturales,
energicas, decentes y melodiosas: 4.° que las traslaciones de
significado sean oportunas y bien escogidas, atendidas todas
las circunstancias que largamente se indicaron: 5.° que las
mam*—

estos requisitos la fábula será insípida y fria, y no producirá

d A P É N D I C E P R I M E R O .
f ? A E Ü T f » en ella intervengan, sean tmbres
6 animales, se les ha de dar un carácter que osdisjinga
D E LA N A T U R A L E Z A , VERDAD É I N V A R I A B I L I D A D D E LAS REGLAS,
entre si, y que convenga con la idea que de ellos se tiene
T D E LA NECESIDAD DE SABERLAS Y OBSERVARLAS E N TODA
formada de antemano. Así el lobo ha de ser ladrón cruel
y sanguinario, la zorra astuta, el mono imitador, etc. etc. Este COMPOSICION.
carácter se ha de sostener durante la acc.on , y nada han de
hacer ó decir los personajes que no sea propio del que se íes Cuando al principio de esta obra di la definición del arte
Ae hablar, dije que las que se llaman reglas en las a r t e s , no
^d^Ta moralidad ha de resultar de la acción misma, y han sido establecidas en esta ó en aquella época por tal ó cual
no ha de ser deducida con violencia; y ademas ha de ser individuo de la especie h u m a n a , en cuyo caso podían ser fal-
pura : lo cual quiere decir, que el poeta nunca ha de emplear sas y estar sujetas á caprichosas variaciones; sino que son
la fábula para cohonestar usos ó costumbres inmorales, sos- principios eternos y de eterna verdad, fundados en la natura-
tener errores peligrosos, ó propagar maximas perjudiciales. leza misma de aquellas cosas que son objeto de las arles, y de
4 0 El estilo ha de ser la naturalidad misma, sin el consiguiente tan inmutables como la naturaleza. Añadí que no
menor resabio de afectación ni agudezas epigramáticas , debiendo entonces detenerme á probar esta aserción, lo haría
y al mismo tiempo no ha de tener nada de bajo o chaba- en paraje mas oportuno; y ya estoy en el caso de cumplir esta
cano. . f -i palabra.
5.° La versificación por consiguiente ha de ser Jacú y Fácil me seria demostrar lo que allí senté y acabo de r e p e -
fluida, y con aquel grado de armonía que corresponda al tir, recorriendo una por una todas las artes, y haciendo ver
asunto y pidan los objetos mismos. que las reglas de la arquitectura, por ejemplo, están fundadas
6.° La narración en las fábulas ha de ser singularmente en las eternas verdades de la geometría, las de la pintura en
breve. Por esta razón en ellas mas que en cualquier otro g é - las de la óptica y perspectiva, y así respectivamente; pero me
nero , se ha de omitir toda circunstancia inútil. limitaré á las del arle de hablar. Y no serán menester por cierto
Advierto que las fábulas suelen llamarse apologos, cuando largos discursos para probar, que se deducen de la naturaleza
los interlocutores son , ó animales irracionales, o seres inani- misma de las potencias intelectuales y morales del h o m b r e ;
m a d o s , ó de una y otra clase; fábulas racionales o para bo- que por tanto son y no pueden dejar de ser verdaderas, y que
las, cuando todos son hombres, y mixtas cuando en la histo- no son de ninguna manera arbitrarias : tres proposiciones que
rieta alternan hombres y brutos, ó seres insensibles. van á quedar demostradas, con solo recapitular muy sumaria-
También debo advertir que la voz fábula tiene en literatura mente los principios establecidos en todo el curso de esta obra,
otra acepción, que es la de argumento ó asunto de las com- fie dicho, I q u e los pensamientos de toda composicion han
posiciones poéticas, porque en efecto, las palabras latinas Ja- áe ser, en el sentido que se explicó en su respectivo lugar,
bula y fabella significan, según su valor etimológico, aquello rerdaderos, claros, nuevos, naturales, sólidos y acomodados a
de que se trata , de que se habla. En este sentido se toma en la naturaleza del asunto : 2.° que las formas bajo las cuales se
las Poéticas, cuando se dice que en las composiciones drama- presenten han de ser las que convengan á las ideas que contie-
ticas la fábula puede ser simple ó implexa. nen, á la situación moral del que habla, y al objeto que este
se propone : 3.° que las expresiones han de ser puras, correc-
tas. oropias, precisas, exactas, concisas, claras, naturales,
energicas, decentes y melodiosas: 4.° que las traslaciones de
significado sean oportunas y bien escogidas, atendidas todas
las circunstancias que largamente se indicaron: 5.° que las
cláusulas tengan variedad en su extensión y forma y estén que el tono de los discursos y epístolas sea el de u n a conferen-
construidas con claridad, unidad, energía, elegancia, y la com- cia entre dos amigos instruidos, y el lenguaje y estilo poéticos,
petente numerosidad y armonía : 6 . ° que los discursos ó razo- aunque no pomposos: y que las ideas abstractas estén presen-
namientos públicos deben empezar por lo general con algunos tadas en imágenes, é ilustradas con oportunas comparaciones:
pensamientos que preparen al auditorio, para que escuche con 45.* que las sátiras estén escritas con la facilidad y franqueza
gusto al orador y adopte la opinion que se le va á proponer ; de la conversación, particularmente si son jocosas, porque en
que luego se ha de fijar la cuestión con toda claridad y exacti- las sérias se puede levantar algo mas el t o n o , aunque nunca
t u d ; que despuesse lia de probar lo propuesto , excitando en tanto como en otras composiciones: 1 6 . ° q u e en las poesías
el ánimo de los oyentes aquellos alectos que deben decidirlos descriptivas se llame la atención del lector hácia las grandiosas
á adoptar el partido que se les p r o p o n e ; y que se concluya re- escenas de la naturaleza, y se pinten con los mas vivos colores
capitulando brevemente las razones mas poderosas que se h: n los variados y magníficos cuadros que presenta, engrandecién-
alegado, y añadiendo algunas reflexiones para acabar de per- dolos, hermoseándolos, haciéndolos interesantes," contrastán-
suadir al oyente : 7." que al aplicar estas reglas generales, se dolos, interrumpiéndolos de tiempo en tiempo con hechos y
tenga en cuenta lo que exigen la clase del asunto y el lugar en sucesos que nos recuerden el hombre, escogiendo bien las cir-
q u e se perora, según que este es u n t r i b u n a l , un pulpito ó la cunstancias, é individualizando los objetos: -17.°que en las
sala de una junta gubernativa : 8.° que las historias verdade- tragedias la acción sea extraordinaria y una, aunque compuesta
ras, suponiendo que sus autores tengan las calidades que pide de otras subordinadas; el personaje principal interesante por
su profesión, exigen unidad de p l a n , narración clara, rápida sus cualidades personales; los caractéres variados, verdaderos
y a n i m a d a , estilo elegante y tono de dignidad : 9." que en la y sostenidos; el tiempo y lugar unos, en cuanto sea posible;
ficticia se enseñen bajo ingeniosas ficciones verdades útiles y la exposición clara, el enredo ingenioso, pero no muy compli-
una moral pura, que el argumento sea interesante, los sucesos cado; el desenlace natural, y el lenguaje y estilo el que con-
verosímiles, los caractéres variados y retratados con fidelidad, venga á los personajes, atendidas todas las circunstancias de
que esté amenizada con oportunos episodios y escenas patéti- edad, clase y situación: i 8.° que en las comedias, observando
cas, y que el estilo sea en alto grado elegante y e n c a n t a d o r : las reglas que las son comunes con las tragedias, la acción so-
-10.° que en las composiciones didácticas las disertaciones suel- bre excitar la curiosidad del espectador, ha de proporcionar
tas piden estilo adornado, pero no demasiadamente pulido ni situaciones en que se imiten, sin exagerarlos demasiado, algu-
patético; las obras magistrales precisión, claridad y sencillez, nos caractéres, porque este es su principal objeto; que el e s -
y los elementos explicaciones mas prolijas é individuales: 11.» tilo, aunque fácil y sencillo, tenga cierto grado de elegancia, y
que en las epistolares la naturalidad, sencillez y familiaridad que el lenguaje, aunque familiar, no sea bajo ni chabacano :
que exigen, no excluyen ni las agudezas y sentencias, ni cierto •19.° que la acción de un poema épico, debiendo ser en el
cuidado y aliño en la locucion ; pero sí adornos brillantes, fondo verdadera y acaecida en tiempos algo r e m o t o s , y aun,
cláusulas muy numerosas y musicales, y largos p e r í o d o s : \ 2 . " si ser puede, en paises lejanos, para que tenga en ella cabida
que las poesías líricas sean inspiradas por aquella situación y la ficción, lia de tener principio, medio y fin ; y ademas ha de
aquellos objetos, que hagan verosímiles y naturales los raptos ser una, grandiosa, interesante y de duración proporcionada;
y el entusiasmo que la caracterizan, y que sean las mas sonoras que el héroe principal, aunque no sea un modelo cabal de
y cantables que ser p u e d a : 13.° q u e en los poemas didascáli- virtud, ha de ser honrado, valiente y magnánimo, que los per-
cos la teoría que se presente, sea verdadera, y los preceptos sonajes secundarios han de ser también generalmente buenos,
claros y útiles; que en su exposición se observe cierto orden y y que si se introduce alguno que no lo sea, ha de ser de los
m é t o d o ; que se ilustren las reglas con descripciones, símiles y que obran contra el héroe ó se oponen á su empresa*, que en
otros a d o r n o s ; que el poeta, encadenando hábilífiente con el sus caractéres haya variedad y tal distinción que no se puedan
asunto principal los episodios que admita, vuelva á él con na- confundir unos con otros; que aunque en rigor pueden intro-
turalidad, y que en el lenguaje evite la aridez dogmática: \ 4 0 ducirse agentes sobrenaturales, cuando los hechos sean de los
- U6 - — hkl —

tiempos fabulosos, heroicos ó caballerescos, será mejor no ha- bien estudiada y observada, analizarlos, explicarlos y enseñar
cer uso de estas máquinas en todos los que sean de épocas pos- el modo de aplicarlos á la práctica. Así en nuestro caso, las re-
teriores-, que supuesta una sencilla introducción, se narren glas cuya coleccion forma el arte de hablar, es decir, las que
los hechos, ya seguidamente por el poeta, ya poniendo la r e - realmente merecen el nombre de reglas, no las quisquillas de
lación de una parte de ellos en boca de alguno de los actores; los retóricos escolásticos, están como envueltas en la esencia
y que su estilo tenga cuanta elevación, dignidad, belleza, ma- misma de la racionalidad del h o m b r e , y en la de la facultad
jestad y fuego sea posible, como que un poema épico es la pri- que tiene de comunicar sus pensamientos por medio del h a -
mera y mas importante de todas las composiciones literarias, b l a ; pero no fueron conocidas teóricamente, ni aplicadas sino
y por decirlo así, el último esfuerzo del ingenio H u m a n o : por instinto y raras veces, y con mezcla de muchas imperfec-
20.° que en las poesías pastoriles la escena se coloque siempre ciones, durante una larguísima serie de años. Los progresos
en el campo; que las descripciones y alusiones, aunque üaas que los hombres fueron haciendo en todos los otros ramos, les
y otros sean relativas á objetos muy conocidos y comunes, facilitaron estudiar sus propias facultades intelectuales, y ob-
tengan sin embargo cierta novedad; que los interlocutores servar el efecto que sus alocuciones producían en aquellos á
sean rústicos de profesión , y se expliquen como tales, pero quienes hablaban, según que estaban hechas de esta ó aquella
sin nimia rusticidad y grosería; y que el asunto ó argumento, m a n e r a ; y poco á poco llegaron á lijar las reglas que debemos
sin salir de los campos, ofrezca situaciones interesantes y a l - tener presentes, para que nuestros discursos produzcan, ó á
gunas escenas t i e r n a s : 2 1 . ° finalmente, que en las fábulas ó lo ménos sean capaces de producir, el efecto que deseamos.
apólogos el cuento sea entretenido y bien imaginado, que el Esta teoría general, mas ó ménos completa, estuvo al princi-
carácter que se atribuya á los actores sea conforme á la idea pio en la cabeza de algunos pocos sabios, y fué comunicada de
que de ellos se tiene, que la moralidad resulte de la acción unos á otros tradicionalmente, y mas ó ménos bien aplicada
misma, que la narración sea sencilla y breve, y que el estilo por algunos escritores en tales ó cuales países. En algunos se
tenga el mayor grado posible de naturalidad. redactaron por ella, mas ó ménos b i e n , unos como códigos
que contuviesen y explicasen estas reglas, y se comprobó su
Pregunto pues a h o r a ; en toda esta serie de principios y en
verdad por la experiencia, es decir, haciendo ver que aquellas
el gran número de consecuencias y aplicaciones prácticas que
composiciones en las cuales se hallaban observadas, habían
de ellos he deducido, ¿hay nada que sea arbitrario ó falso, ó
producido y producían en los lectores ú oyentes el efecto que
haya sido establecido por la sola autoridad de Aristóteles, Ho-
se habían propuesto sus autores. Por ejemplo, se vio que la
racio ú otro de los que se llaman legisladores del Parnaso?
¡liada de Homero agradaba constantemente á cuantos la leían,
¿No son verdaderas todas las reglas que he dado? ¿No están
•jorque los pensamientos son verdaderos y naturales, porque
sacadas de principios eternos é incontestables? ¿No están estos
fas expresiones son propias, claras y enérgicas, porque los ca-
fundados en la naturaleza misma de nuestro entendimiento y
ractéres de los personajes están bien pintados y sostenidos,
de nuestra voluntad? ¿No será siempre cierto, por ejemplo,
porque la acción es una, etc., etc.; y se la citó por consiguiente
que los pensamientos de una composicion deben ser verdade-
como un modelo, ó como un testigo irrecusable de la bondad
ros, claros, sólidos; sus formas acomodadas á su naturaleza y
de las reglas generales del estilo y de las particulares de la
á la situación del que habla, y las expresiones propias, preci-
epopeya ; pero unas y otras son anteriores á Homero y á todo
sas, enérgicas y naturales? ¿Y lo es acaso, porque lo haya di-
el género h u m a n o , é independientes de las composiciones de
cho Quintiliano ú otro retórico, ó porque es conforme á la na-
aquel y de cualquier otro escritor. Y así los que han dicho que
turaleza misma del habla? Los hombres, cuando han formado
las reglas han sido sacadas de los escritos de Homero, han di-
las colecciones de reglas que llamamos artes, no las han in-
cho un solemnísimo disparate. Las reglas, verbi gracia, de que
ventado en rigor, es decir, en el sentido de que ellos sean sus
los pensamientos de cualquiera composición sean claros, y de
autores, como lo es de una máquina su inventor; lo que han
que lo sean también las expresiones, no son tales reglas por-
hecho, ha sido deducir de los objetos mismos de que tratan
que Homero las haya practicado; al revés: Homero es buen
las artes, los principios teóricos que envuelve su naturaleza
- 4i9 -

escritor, porque las observó. Ellas nacen de nuestra misma tinuada lectura de todas las composiciones literarias que han
naturaleza, no son preceptos caprichosos ni prácticas arbitra- producido y producen constantemente el efecto á que las des-
rias de ningún individuo de la especie humana : son las deci- tinaron sus autores. La tercera, el estudio de algunas de las
siones de la sana razón, decisiones que ban sido mas o menos obras didácticas, en que se hallan recopiladas y mas ó ménos
conocidas en tales ó cuales períodos de la sociedad, y en tales bien ilustradas; y la cuarta, el oirías de viva voz.^Él primer
ó cuales países. Esta es la verdadera idea de lo que se llama medio bastaría, si fuese posible que un hombre solo hiciese
reglas en literatura; y para establecerlas me be detenido tanto, por sí mismo, y sin haber leido jamas libro ninguno, todas las
porque generalmente este punto no está bien analizado ni ex- observaciones necesarias, para estar siempre seguro de que se
plicado en ninguna obra de las q u e tratan de la materia ; v explicaba del mejor modo posible, contentando al entendi-
también porque bien entendido lo que son estas reglas, q u e - miento, al corazon, y hasta al oido de sus oyentes ó lectores.
dan resueltas varias cuestiones que se están debatiendo hace Pero ¿dónde está ni puede hallarse un individuo de la especie
mas de dos mil años, porque no h a n sido bien representadas. h u m a n a , que por sí solo y durante su corta vida, pueda adi-
t .a Cuando hablamos ó escribimos, ¿debemos observar esas vinar y formar una teoría, que los esfuerzos hechos por infini-
llamadas reglas, ó no? Ya se ve que con solo proponerla en es- tos hombres y por espacio de sesenta siglos, acaso no lian
tos términos queda resuelta, y p a r a siempre. Porque siendo completado todavía? Ademas, cuando esto fuera posible, ¿á
las reglas las decisiones de la sana razón, preguntar si d e b e - qué lin un hombre sensato se habia de privar de los inmensos
mos observarlas, es lo mismo que preguntar, si cuando habla- auxilios, que le ofrecen para este estudio los descubrimientos
mos y escribimos, debemos hablar y escribir como racionales hechos ya por todas las generaciones que le han precedido?
ó como locos; y nadie sostendrá q u e debemps delirar. ¿Ni cómo querría tomarse el trabajo de inventar por sí solo,
2. a Para observarlas, es necesario saberlas? Dicho se esta. coordinar y perfeccionar u n a ciencia tan vasta y tan difícil ?
Si no se saben, aun cuando alguna vez las observemos por ins- ¿Hay ni puede haber un hombre cuerdo, que renunciando á
tinto y como por casualidad, muchas otras faltaremos á ellas cuanto el género humano ha adelantado hasta hoy en m a t e -
sin advertirlo; y aquí la experiencia de lodos los siglos y de máticas, se empeñe en construir por su mano el inmenso edi-
todos los países comprueba la necesidad de conocer estas r e - ficio de esta ciencia? El segundo medio seria suDciente, si
glas. El hombre ignorante y rústico hará por imitación y m a - puede haber un hombre que lea todos los buenos libros que
quinalmente dos ó tres cláusulas completamente buenas, ó agi- existen, aunque no sea mas que en materias literarias, omi-
tado de alguna pasión pronunciará una breve arenga enérgica; tiendo las puramente científicas, y que por sola su lectura lle-
pero no hay ninguno, ni le ha habido, ni le habrá, que siendo gue á saber toda la teoría del arte de hablar. Pero digo lo mis-
absolutamente indocto, haga una larga composicion completa- mo, ¿quién es el hombre que puede leer con la atención que
mente buena, no digo en verso, pero ni aun en prosa. Si dicen en este caso se r e q u e r í a , todos los oradores, historiadores y
que s í , que m e citen uno. poetas, antiguos y modernos, y formarse por sola esta lectura
una idea cabal del arte? Resta* pues el tercer medio y el
3 . a Suponiendo que es necesario observarlas, y para obser-
cuarto. Cualquiera de ellos basta; pero el mas breve, sencillo
varlas conocerlas bien, ¿es necesario estudiarlas? Claro es que
y provechoso es el de estudiar las reglas en los libros, porque
no se puede conocer, sino muy imperfectamente una cosa, y
el de la tradición puramente oral está sujeto á que uno padezca
mas si es difícil, de la cual no se haya hecho un estudio serio.
mil equivocaciones y olvidos, y desde que existen libros que las
4. a Y ¿dónde ó cómo se han de estudiar estas reglas? Res-
contienen, seria ridículo renunciar á ellos y recurrir á \a viva
puesta : hay cuatro maneras de estudiarlas, ó p o r mejor decir,
voz solamente. Esta, cuando es la de un buen m a e s t r o , facili-
cuatro escuelas en donde se pueden aprender. La primera es
tará mucho la inteligencia de aquellos; pero por sí sola nunca
la naturaleza, ó lo que es lo mismo, la sola observacion'atenta
será tan útil como las colecciones impresas, pues aun cuando
del modo con que obran nuestras facultades intelectuales, y
* el preceptor haya estudiado las mejores, será difícil que al
del efecto que todas las maneras imaginables de explicarnos
explicarlas lo tenga todo presente. Así lo mejor es reunir las
producen en nuestros semejantes. La segunda, la atenta y con-
cuatro cosas, observación de la naturaleza, estudio del arte en pudo llegar al ápice de la perfección sino después de una lar-
los libros que le contienen, explicación de un inteligente, y guísima serie de ensayos, toscos y rudos al principio, y poco á
lectura continua de los clásicos. poco mas aliñados y perfectos. En fin al cabo de siglos apare-
Pero Homero por sí solo, sin maestro, sin tratados didácti- ció un hombre extraordinario, que aprovechándose de todo lo
cos, sin haber leido ningún arte poética, compuso la ¡liada, adelantado hasta su tiempo, y tomando de sus predecesores lo
es decir, la mejor epopeya que existe. Luego no es necesario <[ue habia de mas bien imaginado en cada uno de ellos, d i ó ,
estudiar las reglas, ni en los libros que de ellas tratan, ni con por decirlo así, los últimos toques á los cuadros que aquellos
ningún preceptor que las explique, flé aquí otro error y otra dejaron sin acabar. Esta es la verdadera idea que debemos for-
preocupación en que todos están, no sé porqué. Todos, sin marnos de Homero, y no le es poco gloriosa; pero creer que
tomarse el trabajo de examinar si el hecho es cierto, dan por él solo condujo el arte desde sus primeros rudimentos hasta
sentado que Homero no tuvo quien le enseñase, que no apren- el mas acabado modelo, es creer un absurdo, un hecho física-
dió de nadie las reglas de la poética , que él las adivinó, y que mente imposible.
no habiendo hasta entonces poesía en el m u n d o , él l a c r e ó , En segundo lugar, queda también la confusa noticia de que
escribiendo como por encantamiento el mas perfecto de todos mucho ántes de Homero existia ya en Esmima una especie de
los poemas. Inexplicable fenómeno seria este en la historia del escuela ó academia de poesía muy célebre, en la cual estudió
entendimiento h u m a n o , si fuese cierto, pero no lo es. Prime- ó se formó el que ahora llamamos padre de la poesía, porque
r a m e n t e , á pesar de las escasas noticias literarias que tenemos n o han llegado á nosotros las obras de los muchos que le a n -
de aquellos remotísimos siglos, sabemos por algunos cortos tecedieron en tan noble como difícil profesión. Es probable, y
fragmentos que se han conservado en escritores posteriores y si se quiere constante, que en esta escuela no se daria ningún
por otras indicaciones, qup ántes de Homero se habían escrito tratado didáctico escrito; pero es indudable que en ella se es-
ya en la Grecia infinitas composiciones en verso, no solo d i - tudiaría la poesía, como en los talleres de los pintores y escul-
rectas, como himnos, odas, inscripciones ó epigramas, poemi- tores se estudiaban la pintura y escultura. Quiero decir, que
tas didascálicos, y hasta jocosos y satíricos, sino poemas épicos en ella el maestro ó director enseñaría de palabra las reglas,
bastante largos, de los cuales él se aprovechó para la compo- liaría observaciones prácticas sobre todas las composiciones de
sicion de los suyos; y si existiesen todavía, veríamos quizá que algún mérito que hubiesen parecido hasta entonces, y m a n d a -
de ellos había copiado ó imitado lo mejor de su ¡liada y su ría á sus discípulos ejercitarse en imitaciones, que serian mas
Odisea. Sabemos en efecto por testimonios irrecusables que ó ménos buenas, sesun el mas ó menos talento, y la mayor ó
en su tiempo corrían con estimación una ¡liada y un Dár- menor aplicación del discípulo. Así es como en la antigüedad
dano, compuestos por un tal Corinno ; otra ¡liada de Dáres se enseñaron las ciencias y las artes t o d a s ; y nadie ha habido
q u e existia aun en tiempo de Eliano; los poemas de Orebanto hasta ahora que las haya aprendido por sí solo, enteras, de un
Trecenio y de Melesandro, el primero sobre los Lapitas, y el golpe, y como por ensalmo. Creemos hoy que como los anti-
segundo sobre los Centauros; los de Femio y Deinodoco, fa- guos no tenían universidades como las nuestras, cada uno
mosos poetas, de quienes hace honorífica mención el mismo aprendió por sí lo poco ó mucho que llegó á saber, y que nadie
H o m e r o ; los de Museo, de quien habla también Virgilio; los se lo enseñó; y es muy al contrario. Desde .aquel que en cada
de P a m f o , Tamíris y Orfeo, y quizá los de Lino, escritos en ramo logró dar el primer paso, debido en muchos á ja casuali-
caractéres pelnsgicos, y anteriores por consiguiente á la llegada dad , el segundo aprendió de él esto poco, y añadió quizá ya
de Cadmo á Beocia é introducción del alfabeto fenicio. El solo alguna cosa-, el tercero hizo lo misino respecto del segundo, y
hecho pues innegable de que antes de Homero habían flore- así sucesivamente, hasta que llegaron al punto de perfección
cido ya tantos poetas célebres, prueba que, si bien supo aven- en que las vemos en ciertas épocas afortunadas. Ni puede ser
tajarse á todos y logró oscurecerlos, no fué el que por sí solo de otra manera. Suponer que el primer hombre que, maqui-
creó y perfeccionó hasta el último y mas alto grado una profe- nalmente y por solo el instinto, hizo una especie de himno re-
sión tan difícil como es la poesía. Esta, como las demás, no ligioso en una de las sencillas solemnidades de su tribu errante
ó salvaje, ó recitó una informe, aunque fogosa odita, en elogio ¿Puede ser físicamente posible, que un hombre sin estudios,
de algún guerrero (porque estos, como nota Blair debieron sin maestros, sin libros, hubiese observado en dos poemas épi-
ser los primeros ensavos poéticos), fuese ya capaz de escribir cos, de veinte y cuatro cantos cada uno, todas las reglas gene-
la litada; es lo mismo que decir que el primero que exca- rales y particulares, que despues se han reconocido como n e -
vando un tronco de un árbol, se metió en el hueco, y se dejo cesarias en la ejecución de tan difícil obra? Graciosa cosa seria
llevar por la corriente de un rio, pudo ya construir el navio que Homero hubiese compuesto dos poemas épicos admira-
Trinidad-, que el primero que con unas ramas formo una p e - bles, sin saber lo que hacia y porqué lo hacia.'como el l Ula-
queña choza p a r a defenderse de la intemperie, fue ya capaz de no caballero de Moliere hablaba prosa sin saberlo. Busquese
edificar el convento del Escorial etc. etc., porque lo mismo se el hombre de mayor talento, y si se quiere muy instruido en
vería en todas las artes y ciencias. En- todas ellas, cuando en- otros ramos, un Newton, pero que no haya leido poetas ni es-
contramos ya una producción absolutamente perfecta, o que tudiado el arte de ninguna manera, y hágasele que escriba un
se acerque mucho á serlo, debemos suponer, que fue precedi- poema de cualquier clase que sea, ¿saldrá, no ya perfecto,
da por otras infinitas, que poco á poco fueron preparando pero ni aun tolerable? Y q u é ? ¿los hombres del tiempo de Ho-
•aquel último estado de perfección. Ni es dado al hombre pro- mero estaban organizados de otra manera que nosotros? Y si
ceder de otra manera. no lo estaban, ¿ pudo ser entonces hacedero lo que ahora es
imposible de toda imposibilidad? Concluyamos pues de todo lo
En tercer lugar, por los mismos poemas de Homero vemos, dicho, que eran ya conocidas en tiempo de Homero todas las
que en su tiempo estaba ya perfeccionada la prosodia de los reglas del arte de hablar, y quizá mejor que ahora; que él hizo
griegos; que la cantidad y tonos de todas las silabas estaban de ellas un estudio muy prolijo, sino en aulas como las nues-
tan "rigurosamente determinados, que no era permitido al tras, y en Retóricas y Poéticas como las que despues se escri-
poeta alterarlos en manera ninguna, sino en algunos casos lijos bieron, á lo ménos en escuelas de otra forma, aprendiéndolas
en que el uso le autorizaba á tomarse ciertas licencias, no siem- de viva voz de alguno ó algunos poetas de su tiempo, y leyen-
pre, ni en todas las voces y sílabas, como generalmente se do, quizá hasta saberlas de memoria, las composiciones mas
cree, sino en señaladas ocasiones, palabras, y silabas.Y siendo célebres y mas bien acabadas d é l o s siglos anteriores.¡S'opudo
indudablemente los poetas los que fijan la prosodia en todas ser de otra manera : las obras maestras de las artes no pueden
las lenguas, y estando ya en aquel tiempo formada la de la ser hechas por acaso. De consiguiente cuando encontramos al-
griega, ¿cuántos poetas debió de haber ántes de Homero?¿que guna de esta clase, aunque no sepamos cómo, por qué medios,
estudio "debió de hacerse de todas las combinaciones posibles en qué escuela y con qué maestros se formó el artista que la
de largas y breves, para determinar todos los piés métricos, y hizo, podemos afirmar, con la misma evidencia que si lo h u -
asignar á cada verso los que mejor le convenían, según el fina biésemos visto, que habia hecho un estudio profundísimo de
que era destinado? Y pues en solo el mecanismo de los versos su a r t e , sino en libros escritos, á lo ménos bajo la dirección
se habia hecho ya un estudio tan prolijo, y se habían estable- de un buen maestro y oyendo su viva voz. Así, por ejemplo,
cido leyes tan terminantes, precisas y circunstanciadas, ¿que aun cuando nada supiésemos de Fídias, ni tuviésemos la m e -
deberemos pensar de las cualidades mas importantes de las nor idea de la historia de la escultura, deberíamos decir con
composiciones, cuales son su fondo, su estilo, su lenguaje, su toda seguridad al ver su Júpiter Olímpico ó su Minerva, que el
plan y la ejecución de este en todas sus partes ? ¡ Cuanto se ha-, autor de tales estatuas sabia perfectísimamente su arte, y cono-
bria dicho, disputado y reflexionado sobre cado uno de estos cía hasta las mas menudas reglas; que estas existían ántes d e
puntos! ¡Qué observaciones tan profundas y delicadas estarían él, y formaban un cuerpo de doctrina, que verbalmente t r a s -
ya hechas yrecogidassi no en un código formal (aunque no mitían los escultores ya ejercitados á los jóvenes que venian á
podemos afirmar que no le hubiese, habiéndose perdido tan- aprenderlas en su taller; y que su gran mérito consiste, n o
tos otros escritos), á lo ménos en la tradición que verbalmente en haberlas adivinado ó inventado por sí solo todas (alguna
se trasmitirían unos á o t r o s los poetas! Y ¡qué estudio tan pro- observación nueva aiíadiria tal vez á las antiguas), sino en h a -
lijo no haría Homero de su arte ántes de ponerse á escribir!
ber sabido aplicar con el mayor acierto las que otros muchos claro que no lo serán las que no tengan aquellos requisitos;
habían conocido y practicado y a , antes de que él hubiese na- que es lo mismo que decir, aquellas en que por ignorancia,
cido siquiera. No insistiré mas sobre una cosa tan evidente. descuido ó capricho hayan sido desatendidas las reglas. 2. a Ob-
Otra cuestión. Y estudiando y llegando a saber las reglas, servadas estas, la obra no tendrá defectos, será regular; pero
¿escribirá uno bien? S í ; si tiene talento y la debida instruc- podrá no tener primores extraordinarios : estos son fruto del
ción en la materia. Sin esta se evitarán, observando las reglas, talento particular del artista. ftLis breve : observando las re-
defectos en el lenguaje y estilo; pero la obra en el fondo no glas, se evitarán los defectos, lo cual es ya acercarse muchísi-
tendrá mérito alguno, y podrá estar llena de disparates: como mo á la perfección; y se llegará á esta, si á la puntual obser-
si uno que nada supiese de Economía política, escribiese so- vancia de los preceptos se unen la instrucción y el talento ne-
bre esta materia. Y este era el error de los antiguos sofistas, cesarios para crear bellezas extraordinarias.
creer que con solo las reglas del arte de hablar podían escribir Esto es lo mismo que Horacio dijo con su acostumbrado jui-
bien sobre todo género de asuntos. No s e ñ o r : es necesario sa- cio en aquellos tan sabidos versos de su arte poética : natura
ber perfectamente la materia de que se quiere hablar, y des- fieret laudabile carmen, an arte, e t c . ; y ellos solos bastan
pues las reglas del arte. Estas son todavía mas inútiles sin el para decidir la cuestión.
talento que se requiere para entenderlas y aplicarlas. Así no
las hay en el mundo para que un estúpido ó un boto pueda
componer una tragedia como la Ifigénia de Racine. Pregun-
tar si un h o m b r e , sin el talento necesario y con solo saber de
memoria las reglas, puede hacer u n a buena composicion lite- APÉNDICE SEGUNDO.
raria, es preguntar si un hombre sin piés puede bailar como
DE LO Q U E EN MATERIAS L I T E R A R I A S S E LLAMA BÍTEU GUSTO,
Véstris, porque haya leido en los libros todas las reglas del
mal gusto.
baile. Tres cosas son las que forman un buen escritor: \ . a ta-
lento propio para el género en que escribe, porque no todos
tienen el que cada uno requiere : 2 . a la instrucción que exige Esta es otra cuestión n o ménos debatida y famosa que la
la materia sobre que lia de escribir : 3 . a gran conocimiento de anterior, v que también está sin decidir, porque no se ha fijado
las reglas y cuidado en observarlas puntualmente. Cualquiera bien el punto controvertido. Este es sin duda bastante m e t a -
d e estas tres cosas que faite, no será perfecta la obra. Con el ta- físico; pero puede sin embargo ilustrarse suficientemente, si
lento solo, sin la debida instrucción y sin reglas, se harán los, se acierta í determinar con exactitud el valor de los términos
á veces sublimes pero siempre monstruosos, dramas de S h a - H ue se emplean. Procuraré hacerlo.
kespeare. Con el talento y la instrucción, pero sin saber las Todos saben que la palabra gvslo significa en su acepción
reglas ó sin querer observarlas, que es lo mismo que si no se • teral v primitiva uno de los cinco sentidos corporales, por el
supiesen, se hacen las comedias famosas y la Jerusalen de ;ual percibimos y di-tinguimos las varias impresiones que h a -
Lope, el Bernardo de Balbuena, etc. etc. Con las tres cosas cen ciertos cuerpos sobre nuestra lengua, listas percepciones
reunidas, talento, instrucción y observancia de las reglas se se llaman sabores; y la facultad de sentirlas, y por consi-
hacen la litada, la Eneida, las Comedias de Moliere, las Tra- guiente la de distinguirlas unas de -\tras, es propiamente lo
gedias de Racine, y en otros géneros las Odas de Horacio y la que se llama gusto físico y material; Empleada pues esta pa-
Epístola moral de Rioja. En suma, bien analizada esta gran labra para designar la capacidad que tenemos para percibir,
cuestión sobre la necesidad de saber y observar las reglas de conocer y apreciar aquellas cosas que al oir ó leer las compo-
las composiciones literarias, está reducida á estas sencillas y siciones literarias, hacen en nosotros una impresión agradable
evidentes proposiciones : 1 , a Debiendo entenderse por obser- ó desagradable; es claro que significará aquella mayor ó menor
vancia de las reglas en las artes el cuidado de dar á las obras aptitud que tiene cada individuo de la especie h u m a n a , para
aquellas cualidades, sin las cuales n o pueden ser perfectas, es distinguir lo que realmente es b u e n o , de lo que acaso lo p a -
ber sabido aplicar con el mayor acierto las que otros muchos claro que no lo serán las que no tengan aquellos requisitos;
habian conocido y practicado y a , antes de que él hubiese na- que es lo mismo que decir, aquellas en que por ignorancia,
cido siquiera. No insistiré mas sobre una cosa tan evidente. descuido ó capricho hayan sido desatendidas las reglas. 2. a Ob-
Otra cuestión. Y estudiando y llegando a saber las reglas, servadas estas, la obra no tendrá defectos, será regular; pero
¿escribirá uno bien? S í ; si tiene talento y la debida instruc- podrá no tener primores extraordinarios : estos son fruto del
ción en la materia. Sin esta se evitarán, observando las reglas, talento particular del artista. Mas breve : observando las re-
defectos en el lenguaje y estilo; pero la obra en el fondo no glas, se evitarán los defectos, lo cual es ya acercarse muchísi-
tendrá mérito alguno, y podrá estar llena de disparates: como mo á la perfección; y se llegará á esta, si á la puntual obser-
si uno que nada supiese de Economía política, escribiese so- vancia de los preceptos se unen la instrucción y el talento ne-
bre esta materia. Y este era el error de los antiguos sofistas, cesarios para crear bellezas extraordinarias.
creer que con solo las reglas del arte de baldar podían escribir Esto es lo mismo que Horacio dijo con su acostumbrado jui-
bien sobre todo género de asuntos. No s e ñ o r : es necesario sa- cio en aquellos tan sabidos versos de su arte poética : natura
ber perfectamente la materia de que se quiere hablar, y des- fierel laidabile carmen, an arte, e t c . ; y ellos solos bastan
pues las reglas del arte. Estas son todavía mas inútiles sin el para decidir la cuestión.
talento que se requiere para entenderlas y aplicarlas. Así no
las hay en el mundo para que un estúpido ó un boto pueda
componer una tragedia como la Ifigénia de Racine. Pregun-
tar si un h o m b r e , sin el talento necesario y con solo saber de
memoria las reglas, puede hacer u n a buena composicion lite- APÉNDICE SEGUNDO.
raria, es preguntar si un hombre sin piés puede bailar como
Véstris, porque haya leído en los libros todas las reglas del DE LO Q U E EN MATERIAS L I T E R A R I A S S E LLAMA bí¡e¡l gusto,
baile. Tres cosas son las que forman un buen escritor: \ . a ta- mal gusto.
lento propio para el género en que escribe, porque no todos
tienen el que cada uno requiere : 2 . a la instrucción que exige Esta es otra cuestión n o ménos debatida y lamosa que la
la materia sobre que ha de escribir : 3 . a gran conocimiento de anterior, v que también está sin decidir, porque no se ha fijado
las reglas y cuidado en observarlas puntualmente. Cualquiera bien el punto controvertido. Este es sin duda bastante m e t a -
d e estas tres cosas que falte, no será perfecta la obra. Con el ta- físico; pero puede sin embargo ilustrarse suficientemente, si
lento solo, sin la debida instrucción y sin reglas, se harán los, se acierta í determinar con exactitud el valor de los términos
á veces sublimes pero siempre monstruosos, dramas de S h a - H ue se emplean. Procuraré hacerlo.
kespeare. Con el talento y la instrucción, pero sin saber las Todos saben que la palabra gvsto significa en su acepción
reglas ó sin querer observarlas, que es lo mismo que si no se • teral v primitiva uno de los cinco sentidos corporales, por el
supiesen, se hacen las comedias famosas y la Jerusalen de ;ual percibimos y di-tinguimos las varias impresiones que h a -
Lope, el Bernardo de Balbuena, etc. etc. Con las tres cosas cen ciertos cuerpos sobre nuestra lengua, listas percepciones
reunidas, talento, instrucción y observancia de las reglas se se llaman sabores; y la facultad de sentirlas, y por consi-
hacen la litada, la Eneida, las Comedias de Moliere, las Tra- guiente la de distinguirlas unas de -\tras, es propiamente lo
gedias de Racine, y en otros géneros las Odas de Horacio y la que se llama gusto físico y material; Empleada pues esta pa-
Epístola moral de Rioja. En suma, bien analizada esta gran labra para designar la capacidad que tenemos para percibir,
cuestión sobre la necesidad de saber y observar las reglas de conocer y apreciar aquellas cosas que al oir ó leer las compo-
las composiciones literarias, está reducida á estas sencillas y siciones literarias, hacen en nosotros una impresión agradable
evidentes proposiciones : t , a Debiendo entenderse por obser- ó desagradable; es claro que significará aquella mayor ó menor
vancia de las reglas en las artes el cuidado de dar á las obras aptitud que tiene cada individuo de la especie h u m a n a , para
aquellas cualidades, sin las cuales n o pueden ser perfectas, es distinguir lo que realmente es b u e n o , de lo que acaso lo p a -
r e c e , pero no lo es; lo completamente bello, de lo que no lo
es tanto, ó es positivamente deforme. Hasta aquí todo es sen- que se hayan hecho ó puedan hacerse, y anteriores á todas
cillo y claro, y todos están de acuerdo; pero luego se pasa á ellas. Así aun cuando todavía no se hubiese escrito epopeya
otras dos cuestiones mas complicadas y oscuras, y que no n i n g u n a , siempre seria buena cualquiera que en lo sucesivo se
todos resuelven del mismo modo. escribiera, si la acción fuese u n a , grandiosa é interesante, y
•1.a ¿Hay en las composiciones literarias cosas que sean en el héroe principal digno de admiración; si su carácter y los
sí mismas buenas ó bellas, independientemente del aprecio que de los otros personajes fuesen buenos poéticamente, constantes
merecen al que las lee y del juicio que de ellas f o r m a ? y variados etc. e t c . ; y si el estilo, el lenguaje y la versificación
2. a La aptitud para distinguir lo bueno de lo m a l o , lo feo tuviesen las cualidades, que tan largamente quedan e n u m e -
de lo hermoso en materias literarias. ¿ es una facultad pura- radas y explicadas. ¿ Se cree acaso q u e , aun cuando por im-
mente mecánica debida á la sola sensibilidad, ó es una facili- posible todo ^el género humano se empeñase en alabar u n a
dad que resulta del talento é instrucción del que hace ó exa- composicion épica , cuyos pensamientos fuesen respectivamente
mina las composiciones? falsos, oscuros y fútiles; las expresiones bárbaras, incorrectas,
En cuanto á la p r i m e r a , si se determina bien lo que se impropias, vagas, débiles, chabacanas y duras; las cláusulas
entiende por bueno y bello , malo y deforme en laso bras del embarazosas, intrincadas y anfibológicas; las metáforas alam-
ingenio , no puede haber dificultad en resolverla aürrr.ativa- bicadas, incoherentes y mal sostenidas; el plan defectuoso,
mente. Se llama pues bueno y bello todo cuanto, yo en las la acción m ú l t i p l a , el héroe vil y despreciable, los caracléres
ideas, ya en la manera de'ordenarlas, presentarlas y expre- mal dibujados, l a versificación lánguida y arrastrada, etc. etc.;
sarlas, es conforme á la naturaleza del habla, á la de nuestras seria por eso hermoso semejante monstruo? Nadie sostendrá
potencias intelectuales, y á la de aquellas cosas de que se tal disparate. Concluyamos pues con toda seguridad, que las
trata ; y malo ó feo todo lo que no es conforme á estas tres buenas ó malas cualidades de las composiciones literarias son
cosas. Así, por ejemplo, si los pensamientos de una obra son independientes del juicio que de ellas hayan formado ó formen
verdaderos absoluta ó relativamente según lo exija su natura- uno ó muchos individuos; que serán necesariamente buenas
leza , claros en aquel grado que permita la materia, naturales, las que sean conformes al modelo ideal que hemos delineado,
fáciles, obvios hasta el punto que lo consientan las ideas de y m a l a s , mas ó m é n o s , las que mas ó ménos se alejen de este
que consten, nuevos en todo ó en parte, acomodados á la ca- tipo p r i m o r d i a l , cualquiera que sea la opinion de los h o m -
lidad de los objetos de que se habla, y al tono que pide el b r e s ; porque esta puede ser equivocada por mil causas acci-
género de la composicion, y sólidos en las sérias; son buenos dentales. Así hemos visto que en algunas épocas todos aplau-
y bonísimos : y lo serian , aunque tal ó cual individuo, tal dían producciones disparatadas y detestables; pero estos
número de ellos, y aun todo el género humano dijese que no. aplausos no las hicieron buenas, porque no está en manos
Aquí hay un error parecido al que hemos indicado, hablando de nadie mudar la naturaleza de las cosas. Y esta es la razón
de las reglas. De estas se dice que son b u e n a s , porque son por que las pocas obras que se han acercado á la perfección,
conformes á la práctica de los buenos escritores, debiéndose han agradado, agradan y agradarán siempre y en todos los
decir que estos merecen el título de buenos porque ias obser- países á cuantos, siendo jueces competentes, n o han t e n i d o ,
varon lielmente. Del mismo modo se dice que tal composicion, tengan ó tuvieren el gusto estragado por alguna causa acci-
verbi gracia la Eneida, es buena y hermosa, porque en lodos dental.
los países cultos y en todos los "siglos que han trascurrido La segunda cuestión es mas fácil de resolver, si se distinguen
desde que se compuso han convenido los inteligentes en que dos cosas, que ordinariamente se c o n f u n d e n , cuando se ven-
lo e s ; pero lo que debe decirse es, que los peritos en el arle tija ;_ á saber, la facultad de recibir placer ó incomodidad . al
la han calificado de buena,porque la han hallado conforme á oír ó leer las composiciones literarias, y la aptitud para dis-
los principios f u n d a d o s en las bases que quedan indicadas; tinguir en ellas lo que con razón nos agrada ó incomoda, por-
los cuales son eternos é independientes de las composiciones q u e realmente es en sí mismo bello ó d e f o r m e , de aquello que
produjo en nuestro ánimo uno de estos dos e f e c t o s , porque
mos examinar luego, si aquel objeto está ó no bien imitado y
nuestro órgano intelectual esta acaso viciado. En efecto, su-
fallar con seguridad que lo está ó no lo e s t á , el sentimiento
cede con estos sabores intelectuales, si podemos llamarlos asi,
p u r o no b a s t a ; se necesitan el talento y la instrucción que in<5
l o q u e con los materiales y'-físicos ; á saber que cuando el
dispensablemente exigen este exámen y este juicio. Lo mism©
órgano que los p e r c i b e , no está en su estado natural tiene
sucede con las obras de escultura y arquitectura, y hasta co@
por amargo lo dulce, y lo salado p o r soso Hecha esta distin-
las de lo¿ olidos. Al que no es inteligente en la materia le pa«>
ción , es fácil conocer, que recibir placer o disgusto al oír o leer
recen bien ó m a l , y en consecuencia las aprueba ó reprueba.,
u n a composicion, es debido á la sensibilidad que nos ha d a d o
t a r v e z con muy errada decisión; pero solo el hábil profesor y
el Autor de la naturaleza, es el resultado necesario de nuestra
el aficionado inteligente pueden decidir con fundamento y
organización; pero el distinguir en el objeto agradable o d e -
sin equivocarse, que son buenas ó malas, y apreciarlas ó des-
sagradable lo que produjo estas respectivas impresiones, y e
preciarlas con conocimiento de causa.
poder decidir si son debidas á las cualidades reales de aquel
Resumiendo ya lo dicho acerca de las dos cuestiones p r o -
ó á nuestra particular disposición , esto es indudablemente
puestas, resulta : -1.° que las bellezas y fealdades, por decirlo
obra del talento y producto de la competente instrucción. P o r
así, de las composiciones literarias ( y lo mismo deberá decirse
e j e m p l o , el hombre mas ignorante recibirá cierto deleite ai
respecto de las otras artes) son absolutas é independientes del
leer una traducción de la Eneida, porque Dios nos ba hecho
juicio que de ellas se f o r m e , porque en suma no son otra cosa
de tal naturaleza que toda relación de sucesos nuevos para no-
que su conformidad ó discordancia con la naturaleza, la cual
sotros , y todo lo que es mas ó ménos extraordinario y mara-
es independiente de nuestros juicios : 2.° que el sentirlas con-
villoso, nos agrada; pero semejante lector no podra darse
fusamente , equivocándolas tal vez, pertenece á la pura sensi-
razón á sí mismo de las cualidades de aquel escrito , ni decidir
bilidad; pero que el conocerlas, analizarlas, distinguirlas y
con segundad si lo que á él le a g r a d ó , es realmente bello en
declararlas buenas ó m a l a s , con no equivocado j u i c i o , es d e j a
sí mismo. Esto está reservado al h o m b r e instruido, que cono-
competencia exclusiva del talento unido con la no pequeña
ciendo á fondo los requisitos generales que ba de tener toda
instrucción que para semejante exámen y decisión se requiere.
composicion literaria, y los particulares que exigen las épicas,
Si alguno repusiese que el talento mismo y la instrucción son
para que con justicia se las p u e d a dar el nombre de b u e n a s ;
en cierto modo producto de la disposición del sugeto, y hasta
está en estado de conocer, analizar, apreciar y admirar las
cierto punto se deben á la naturaleza; no tendré dificultad en
bellezas de todo género que se encuentran en el poema de
confesarlo, con tal que por esta palabra se entienda la n a t u r a -
Virgilio. Lo mismo sucede en todas las artes. Por un electo de
leza m e j o r a d a , rectificada , perfeccionada é ilustrada por el
nuestra organización ciertas combinaciones de sonidos que pro-
estudio y el ejercicio, y no la naturaleza sin cultivo, cual se
ducen las vibraciones de algunos c u e r p o s , son gratas al o í d o ,
halla en nosotros anteriormente á la educación literaria. El
y otras le ofenden. Hasta aquí o b r a la pura sensibilidad; pero
hombre qne no haya salido de este e s t a d o , podrá decir que tal
señalar luego en una composicion de música lo que se con-
composicion le parece bien ó m a l ; pero no podrá estar seguro
forma con las leyes de la a r m o n í a , y lo que es contrario a
de que en realidad es ó no buena en su línea : para esto es
ellas, es efecto del talento, p r o p i o de un profesor muy ejer-
menester conocer el arte por principios. Así el que no le ha
citado é inteligente en este r a m o . Ver representada en un
estudiado, se equivoca muy frecuentemente en sus p a r e c e r e s ;
lienzo la figura de un hombre é imitado hasta el color de su
pero el que tenga toda la instrucción necesaria, no se e n g a -
vestido y de sus carnes, causa placer á todo individuo de la
ñará nunca en el juicio que forme de la totalidad ; de la obra.
especie h u m a n a que no sea e n t e r a m e n t e estúpido ; porque el
Podrá no observar algún pequeño defecto ó no percibir alguna
v e r repetidos en un cuadro con toda la ilusión de la perspec-
delicadísima belleza, porque estos juicios parciales dependen
tiva objetos materiales, p r o d u c e cierto deleite en nuestro
de los grados de su capacidad é instrucción; pero jamas dara
á n i m o , ya por el solo principio d e Ja novedad, ya por la admi-
por b u e n a la que sea mala, ni por defectuosa y ridicula la
ración que excita aquel f e n ó m e n o , ignorando la causa que le
perfecta y admirable. Ningún buen pintor, ó aficionado i n t e -
produce. Hasta aquí obra nuestra sensibilidad; pero si q u e r e -
coge y lleva en sus brazos y Dido acaricia en su regazo , y sin
ligente, dirá que son obras maestras las pinturas de Orbaneja embargo de allí á pocos dias sale en un brioso caballo á matar
y mamarracbos las de Rafael. jabalíes; que Yénus pide á Vulcano una armadura p a r a E n é a s ,
Ilustradas y resueltas estas dos cuestiones, fácil será definir no porque este la necesite, sino para que el poeta pueda imi-
lo que se entiende p o r buen gusto y mal gusto en materias tar á Homero y adular á Augusto, y algún otro descuidillo si
literarias. P o r q u e , si las perfecciones y defectos de las com- le h a y ; este crítico, d e c i m o s , puede afirmar con seguridad
posiciones son cosas reales, constantes é independientes del que Virgilio tuyo en poesía gusto, no solo bueno sino p u r í -
juicio que de ellas se f o r m a , y si para que este sen f u n d a d o , simo , fino, delicado, á pesar de que en su poema se observe
cierto y seguro, es necesario que el juez reúna al talento n a - alguna manchita de aquellas quas aul incuria füdit, aut hu-
tural la instrucción adquirida que exija aquel género de obras mana parum cavit natura ; el mismo crítico será un aíipio-
-ubre cuj-.i mérito ha de fallar; es evidente que considerado el nado de buen gusto á juicio de los inteligentes."^'! - : ; n a el
gu j , . . en la persona del autor, porque en efecto este es el buen gusto al componer y al juzgar, consiste en dislinuur i:
-..••¡r- » j u j z de cada composicion, y 2.° en las de los lectores bueno de lo malo ; en adoptar y apreciar lo priim,,
" oy< es; tendrá buen gusto el escritor que distinguiendo char y reprobar lo último. Y como estas operaciones i¡L-'puécíea
bien lo falso de lo verdadero, lo fútil de lo sólido, lo aparente ser obra sino del talento competentemente ilustrado, es evi-
de lo real, lo necesario de lo superfluo , en suma , para no dente que el tener buen gusto, es exclusivamente efecto de la
repetir lo que tantas veces se ha dicho, lo bueno bajo todos instrucción, pues la disposición natural del sugeto no contri-
aspectos de lo que no sea por algún lado, adopte lo primero y buye á ello, sino como contribuye á todas las demás habili-
deseche lo segundo. Y le tendrá igualmente el que oiga ó lea dades del h o m b r e , en cuanto un estúpido no puede ser ni
la composicion, si distinguiendo también lo que merece ser autor, ni crítico, ni nada mas que un poste.
aprobado, de lo que fuere digno de reprobación, alaba lo pri-
mero y reprueba lo segundo. Así el crítico instruido que exa-
m i n a n d o cuidadosamente la Eneida, reconoce que los pen-
samientos, las expresiones, su coordinacion, y hasta el
mecanismo de los versos, tienen todas las cualidades que los
constituyen b u e n o s ; que las formas oratorias están empleadas
o p o r t u n a m e n t e , ya se considere la naturaleza del pensamiento
á que se ha dado aquel g i r o , ya la situación del personaje en
cuya boca se p o n e ; que la acción principal es una de las que
p o r todas sus circunstancias pueden ser asunto de una epo-
peya , que las particulares de que consta, están bien imagina-
das y enlazadas entre s í ; q u e los episodios tienen la debida
conexion y son o p o r t u n o s ; que el plan es juicioso y arreglado;
que la narración es viva, a n i m a d a , rápida y pintoresca; que está
amenizada con descripciones y digresiones no muy largas ó inco-
herentes, y engalanada con todas las riquezas de la mas elevada
poesía etc. etc.; y al mismo tiempo observa que los caractéres
t o d o s , méuos el de Dido , no están perfectamente dibujados,
ni son muy variados; que el del héroe no es tan interesante
como debía serlo; que la máquina está empleada alguna vez sin
necesidad; que (i) Ascanio en el libro i. es un niño que,Venus

i . Esta critica n o l a h e Ieitlo e n libro ninguno, n i se la b e oido í n a d i e ; pero me


p a r e c e fundada. (A'O/Ü del autor.)
< Las dos tragedias d e D. Augustin d e Montiano y Luyando,
intituladas Virginia y Ataúlfo, publicadas en los años d e 1 7 5 0
y -1751, de las cuales existe una buena traducción francesa,
SUPLEMENTO. n u n c a se han visto representadas. En ellas confirmó su l a b o -
rioso a u t o r aquella sabida verdad, de q u e pueden hallarse o b -
servados en un d r a m a todos los preceptos, sin q u e por eso
deje de ser intolerable á vista del p ú b l i c o ; y q u e p a r a acer-
carse á la perfección en este género no basta q u e el escritor
Estando ya esta obra á p n n t o de i ^ P ^ i r s e l l e ^ á mis sea h o m b r e muy docto, si le falta el requisito d e ser u n e m i -
nente poeta. » "
manos un e c m p l a r de las poesías del c e l e b r e D ^ . e ndro Fe
n-inde/ d e Moratin publicadas últimamente en París, en cayo « D. Nicolás Fernández d e Moratin, estimado generalmente
S o t o ex ^ a e í L t o r con la maestría é inteligencia de ^ como u n o de nuestros mejores líricos modernos, n o alcanzó a
1 2 I es capaz, los principios y las reglas q u e h a e - n d o c n d e s e m p e ñ a r el fin q u e se propuso en su comedia intitulada
la composición d e sus comedias. Cons.derando p u e s qu Í te La petimetra. Esta o b r a , impresa en el año de 1762, carece
teoría d e tan difícil arte n o p u e d e ser e x p u e s a p o r m e j o r de fuerza cómica, de propiedad y corrección de estilo; y mez-
maestro q u e el a u t o r de La comedia nueva , hab«nd.> te,da clados los defectos d e nuestras antiguas comedias con la r e g u -
vía en España m u y pocos ejemplares de e » f , c J laridad violenta á q u e su a u t o r quiso reducirla, resulto u n a
o b r a s - b e creído q u e baria un señalado servicio al puDiico imitación d e carácter ambiguo, y poco á propósito para soste-
ñadiendo á la mia'el citado prólogo en el cua se vtn W » nerse en el teatro, si alguna vez se hubiera i n t e n t a d o r e p r e -
bien el gusto nacional en materia de teatro.contra l a g «justas sentarla. La Lucrecia, tragedia q u e publicó el mismo autor en
acusaciones de los extranjeros, y se c e n s u r a al paso el nuevo el año siguiente, es o b r a de mayor m é r i t o ; a u n q u e la elección
culteranismo introducido en n u e s t r a poesía p r « e J , tore del a r g u m e n t o parece poco feliz, el progreso de la fabula e n -
galo-sentimentales, q u e en estos últimos anos h a n invadido torpecido con episodios inútiles, y el estilo m u y distantes a
veces de la sublimidad q u e pide este género. »
« Estos dos b e n e m é r i t o s autores f u e r o n los p r i m e r o s q u e s e
f i a b a n , al ^ « r f
atrevieron á p r o c u r a r la r e f o r m a de nuestro teatro, escribiendo
década del siglo anterior, en el estado l a s t i m o * en q u e W
piezas originales compuestas con regularidad y d e c o r o ; y a u n -
pinta el autor d e La comedia nuera Los esfuerzos q u e b a h a n
que n o consiguieron toda la perfección á q u e aspiraban, su es-
hecho de m u c h o tiempo a t r a s los » g r a t o s m a s e ^ i i m a W « g
tudio y su zeío fueron laudables. »
sucesivamente florecieron, n a d a lograron adelantar e n benencm
« Durante el reinado de Carlos III pudo conseguir permiso
de nuestra escena. Los autores q u e la abastecian r e p ^ n d o l o
el m a r q u e s de Grimaldi, m i n i s t r o de Estado, p a r a abrir teatros
extravíos de n u e s t r o s antiguos dramáticos, e r a n incapace de
en los Sitios, y allí se representaron p o r espacio d e algunos
igualar sus a c i e r t o s : los cómicos pagaban a p e c o ^ j d aquellas
años tragedias v comedias traducidas, en q u e se vio, j u n t a -
desatinadas composiciones, y el I » ! i m , ° J ^ s o s de? teatro í m e n t e con el mérito de las composiciones, la propiedad de la
Nada hacia el gobierno p a r a r e f o r m a r los abusos de t e a n o y escena y de los trajes, y u n a declamación, si no excelente, libre
promover un r a m o de la literatura, q u e t a n t o influye en a á lo ménos d e los vicios extravagantes q u e eran peculiares d e
S u r a social y en la corrección de las eos u m b r e s O no se los actores de Madrid y de las provincias. » ,
enseñaba esta p a r t e principalísima de la poética en las. e cue a « El gran conde de A r a n d a , presidente d e Castilla, empleo
públicas, ó solo se adquirían en ellas ^ r t j g
al mismo tiempo la acreditada habilidad de los h e r m a n o s
rales, leídos d e prisa, no e x p l i c a d o s , . . . exornados m c o n t r a i
Velázquez, en pintar decoraciones p a r a los dos teatros d e el
dos j a m a s a los ejemplos prácticos ó p a r a decirlo d e una vez,
Príncipe y de la Cruz; a u m e n t ó y mejoró la orquesta, estable-
n o e n t e n d i d o s d e los discípulos n i del m a e s t r o . »
ció u n a policía interior y exterior q u e mantuviese el o r d e n y
que habian adquirido, y enriqueciéndose cada dia con nuevos
decencia en el concurso, y reprimió la turbulenta parcialidad
disparates, solia suceder que cuando en la Cruz se represen-
de los apasionados de ambas compañías. Favoreció también
taba El misántropo ó La Atalía, en el Príncipe palmoteaba
con su trato y amistad (ya que otra recompensa no podia dar-
el vulgo á Ildefonso Coque haciendo El negro mas prodigioso
les) á los escritores mas distinguidos de aquella época, y les
ó El mágico africano. Nunca se habia visto mas monstruosa
exhortaba á componer piezas dramáticas, cuya representación
confusion de vejeces y novedades, de aciertos y locuras. Las
eficazmente promovía, á pesar de la repugnancia de los cómi-
Musas de Lope, Montalvan, Calderón, Moreto, Rojas, Solis,
cos, poco dispuestos á recibir todo lo que no fuese irregular y
Zamora y Cañizáres : las de Bazo, Regnard; Laviano, Cor-
absurdo. »
neille; M o n c i n , Metastasio; Cornelia, Moliere; Valladares,
« Entonces se repitieron en Madrid las traducciones que se Racine; Zabala, Goldoni; Nifo y Voltaire, todas alternaban en
habían hecho para los Sitios, y ademas se escribieron algunas discorde u n i ó n , y de estos contrarios elementos se componía
tragedias originales, en que sobresalieron el citado Moratin, el repertorio de ambos teatros. Así han seguido y así conti-
Cadahalso, Ayala y Huerta. Ensayos plausibles de lo que h u - nuarán, hasta que entre los medios que pide su reforma, se
biera podido adelantarse, si sus autores hubiesen merecido al acuerde la autoridad del primero que debe adoptarse, eli-
gobierno mas generosa protección. En la comedia nada se hizo, giendo el caudal de las piezas que han de darse al público en
p o r mas que el público y los que habitualmente componían los teatros de todo el reino, sin omitir el requisito de hacer
para el teatro, vieron indicado en las piezas traducidas que se que se obedezca irrevocablemente lo que determine. »
representaban, cuál era el camino que debía seguirse, para
« El delincuente honrado, tragicomedia escrita p o r D . Gas-
obtener el acierto en este difícil género de la dramática. »
par de Jovellános hácia el año de -1770, corrió manuscrita con
« D. Ramón de la Cruz fué el único, de quien puede decirse estimación; y aunque demasiado distante del carácter de la
que se acercó en aquel tiempo á conocer la índole de la buena buena comedia, se admiró en ella la expresión de los afectos,
c o m e d i a ; porque dedicándose particularmente á la compo- el buen lenguaje y la excelente prosa de su diálogo. Impresa
sicion de piezas en un acto, llamadas saínetes, supo sustituir en Barcelona sin anuencia del autor, no se vió representada en
en ellas al desaliño y rudeza villanesca de nuestros antiguos los teatros públicos hasta mucho tiempo despues. »
entremeses, la imitación exacta y graciosa de las modernas
« En el dicho año de 1 7 7 0 , al cumplir los diez y ocho de
costumbres del pueblo. Perdió de vista el On moral que debiera
su edad, público D. Tomas de Iriarte, bajo el anagrama de
h a b e r dado á sus pequeñas fabulas; prestó al vicio, y aun á
D. Tirso I m a r e t a , la comedia intitulada Hacer que hacemos,
los delitos, un colorido tan halagüeño, que hizo aparecer
la cual desagradó á los inteligentes por su falta de ínteres y de
como donaires y travesuras aquellas acciones que desaprueban
caractéres : los cómicos al leerla, creyeron con mucha razón
el p u d o r y la virtud, y castigan con severidad las leyes. Nunca
que no podría sostenerse en el teatro. »
s u p o inventar una combinación dramática de justa grandeza,
« La Villa de Madrid, que celebró con regocijos públicos el
u n Ínteres bien sostenido, un nudo, un desenlace n a t u r a l :
nacimiento de los infantes gemelos y la paz con Inglaterra,
s u s figuras nunca forman un grupo dispuesto con a r t e ; pero
hizo r e p r e s e n t a r e n el año de 1784 dos piezas dramáticas que,
examinadas separadamente, cuasi todas están imitadas de la
apénas vistas, desaparecieron para siempre de nuestra escena.
naturaleza con admirable íidSlidad. Esta prenda, que no es
Los menestrales, comedia de D. Cándido María Triguéros,
c o m ú n , unida á la de ün diálogo animado, gracioso y fácil
erudito, moralista, poligloto, anticuario, economista, botá-
( m a s que correcto), dió á sus obras cómicas todo el aplauso
nico, orador, poeta lírico, épico, didáctico, trágico y cómico,
q u e efectivamente merecían. »
(obra escrita á pesar de Apolo) mereció las zumbas de Iriarte
« Cesó en su presidencia el conde de Aranda, en su minis- y la desaprobación del público. Las bodas de Camacho,
terio el marques de Grimaldi; y siendo inveterado estilo entre comedia pastoral de D. Juan Meléndez Valdes. llena de e x c e -
nosotros, que el sucesor destruya cuanto hizo de bueno el que lentes imitaciones de Longo, Anacreonte, Virgilio, Taso y Gés-
le precedió, los teatros de los Sitios se cerraron, y los de Ma- ner, escrita en suaves versos, con pura dicción castellana,
drid siguieron mezclando á su antiguo caudal las traducciones
presentó mal unidos en una fábula desanimada y lenta, p e r -
sonajes, caractéres y estilos, que no se pueden aprox.mai, sin imitadores sin n ú m e r o , que por espacio de dos siglos conser-
que la armonía general de la compos.cion se destruya. Las varon la escena española en el último grado de corrupción. No
ideas y afectos eróticos de Basilio y Quiteña, la expresión lio, era lícito t que un hombre de buenos estudios se ocupase en
rida y elegante en q u e los hizo hablar el autor, se avienen mal añadir nuevas autoridades al error. No debia ya paliarse el
con los raptos enfáticos del Ingenioso hidalgo : figura exage- m a l ; era menester extinguirle. »
rada v grotesca, á quien solo la demencia hace verisímil, y « Consideró Moratin que la comedia debe reunir las dos
que siempre p i e r d e , cuando otra pluma que la de Benengeli cualidades de utilidad y deleite, persuadido de que seria c u l -
se atreve á repetirla. Las avecillas, las flores, los zéhros, las pable el poeta dramático que no se propusiera otro fin en sus
descripciones bucólicas (que nos acuerdan la imaginaria exis- composiciones, que el de entretener dos horas al pueblo sin
tencia del siglo de oro) no se ajustan con la locuacidad popular enseñarle n a d a , reduciendo todo el Ínteres de una pieza de
de Sancho, sus r e f r a n e s , sus malicias, su hambre escuderd teatro al que puede producir una sinfonía ; y que teniendo en
que despierta la vista de los dulces zaques, el olor de las ollas su mano los medios que ofrece el arte para conmover y per-
de Camacho, y el de los pollos guisados, los cabritos y los suadir, renunciase á la eficacia de todos ellos, y se negara vo-
cochinillos. Quiso Meléndez acomodar en un drama los d i a - luntariamente á cuanto puede y debe esperarse de tales obras
logos de el Aminta con los de el Quijote, y resulto una obra en beneficio de la ilustración y la moral. Los autores de las
de quínola, insoportable en los teatros públicos, y muy inte- comedias, dijo Nasarre, conociendo la utilidad de ellas, se
rior á lo que hicieron, en tan opuestos géneros, el l a s o y t e r - deben revestir de una autoridad pública para instruir a
sus conciudadanos; persuadiéndose de que la patria les
VintGS )) .
confía tácitamente el oficio de filósofos y de censores de la
' « No sin mucha diGcultad consiguió el mencionado Iriarte
multitud ignorante, corrompida ó ridicula. Los preceptos
dar á la escena en el ano de -I7S8 la comedia de El señorito
de la filosofía puestos en los libros, son áridos y cuasi
mimado, la c u a l , muy bien representada por la compañía de
muertos, y mueven flacamente el ánimo, pero presentados
Martínez, obtuvo los aplausos del público en atención a su
en los espectáculos animados, le conmueven vivamente. El
objeto m o r a l , su p l a n , sus caractéres, y la facilidad y pureza
tono dominante de sus máximas ofende ó cansa. El có-
de su versificación y estilo. Tal vez mereció la censura de los
mico excita alternativamente mil pasiones en el alma;
que notaron en ella falta de movimiento dramático, de lijereza
hácelas servir de iniroductores de la filosofía : sus lecciones
y ajearía cómica; p e r o fácilmente se disimularon estos d e f e c -
nada tienen que no sea agradable, y están muy apartadas
tos, en gracia de las muchas cualidades que la lucieron esti-
del sobrecejo magistral, que hace aborrecible la enseñanza,
mable en la representación y e n la lectura. Si lia de citarse la
y aumenta la natural indocilidad de los hombres. »
primera comedia original que se ha visto en los teatros de
« Sentado el principio de que toda composicion cómica
E s p a ñ a , escrita s e g ú n las reglas mas esenciales que han dic-
debe proponerse un objeto de enseñanza, desempeñado con
tado la filosofía y la buena crítica, esta es. »
los atractivos del placer, concibió Moratin que la comedia po-
« D. Leandro Fernández de Moratin, que ya tenia com-
día definirse así : imitación en diálogo (escrito en prosa ó
puesta por aquel t i e m p o la comedia de El viejo y la nxna,
verso) de un suceso, ocurrido en un lugar y en pocas horas,
luchando con los obstáculos que á cada paso dilataban su pu-
entre personas particulares ; por medio de! cual y de la
blicación; m e d i t a b a la difícil empresa de hacer desaparecer
oportuna expresión de afectos y caractéres, resultan pues-
los vicios inveterados que mantenían nuestra poesía teatral en
tos en ridículo los vicios y errores comunes en la sociedad,
un estado -vergonzoso de rudeza y extravagancia. No bastaban
y recomendadas por consiguiente la verdad y la virtud. »
para esto la erudición y la censura; se necesitaban repetidos
« Imitación, no copia; porque el poeta observador de la
ejemplos : convenia escribir piezas dramáticas según el arte :
naturaleza, escoge en ella lo que únicamente conviene á su
no era ya soportable contemporizar con las libertades de Lope,
propósito, lo distribuye, lo embellece, y de muchas partes v e r -
ni con las m a r a ñ a s de Calderón. Uno y otro habian producido
daderas compone un todo que es mera ficción; verisímil, pero
prie communia dicere. No es fácil hablar en prosa como
n o c i e r t o ; semejante al original, pero idéntico n u n c a . Copia- hablaron Melibea y A r e ú s a , el Lazarillo, el picaro G u z m a n ,
das por un taquígrafo cuantas palabras se digan d u r a n t e un M o n i p o d i o ? D o r o t e a , la Trifaldi, Teresa y S a n c h o , No es fácil
a ñ o , en la familia m a s abundante de personajes ridiculos, no embellecer sin exageración el diálogo familiar, c u a n d o se h a n
resultará de su copia una comedia. En esta, como en las d e - de expresar en él ideas y pasiones c o m u n e s ; ni variarle acomo-
mas artes d e i m i t a c i ó n , la naturaleza presenta los originales; dándole á las diferentes personas q u e se introducen , ni evitar
el artífice los elige, los h e r m o s e a , y los c o m b i n a . que degenere en trivial é i n s í p i d o , por acercarle demasiado á
la verdad q u e imita. »
Hocamet, hoc spernat, promissi carminis auctor, « Estos mismos obstáculos hay q u e vencer, si la comedia se
et qum
Desperat tractata nitescere posse, relinquit. » escribe en verso. i\i las quintillas, ni las décimas, ni las estro-
fas líricas, ni el s o n e t o , ni los endecasílabos p u e d e n conve-
« En diálogo; p o r q u e á diferencia de los demás géneros de n i r l a ; solo el r o m a n c e octosílabo y las redondillas se acercan
la poesía en q u e el a u t o r siente, imagina, reflexiona, describe á la sencillez q u e debe caracterizarla; y aun m u c h o mas el pri-
ó r e f i e r e ; en la d r a m á t i c a , q u e produce poemas activos, se m e r o q u e las segundas. La facilidad, la energía, la gracia, la
oculta del todo y pone en la escena figuras q u e , o b r a n d o en pureza del lenguaje, la t e m p l a d a a r m o n í a que debe resultar
razón de sus p a s i o n e s , opiniones é intereses, hacen creíble al d e la elección de las p a l a b r a s , d e la dimensión variada de los
espectador (hasta d o n d e la ilusión a l c a n z a ) , q u e está suce- períodos, de la contraposición d e las terminaciones a s o n a n t e s ;
diendo cuanto allí se le presenta! La perspectiva, los t r a j e s , el todo será necesario p a r a llevar á su perfección este género de
a p a r a t o e s c é n i c o , las actitudes, el m o v i m i e n t o , el gesto, la p o e s í a , q u e parece q u e n o lo es. Ni espere a c e r t a r el que n o
voz d e las p e r s o n a s ; todo contribuye eficazmente á completar haya debido á la naturaleza lina organización f e l i z , al estudio
este engaño delicioso : resulta necesaria del esfuerzo d e m u - y al trato social un extenso conocimiento de nuestra bellísima
chas artes. l e n g u a , enriquecido con la continua lección d e nuestros m e -
« En prosa ó verso. La tragedia pinta a los liombres no jores dramáticos a n t i g u o s ; los cuales, á vueltas d e su incorrec-
como son en r e a l i d a d , sino como la imaginación s u p o n e q u e ción y sus defectos, nos ofrecen los únicos excelentes modelos
p u d i e r o n ó debieron ser : p o r eso busca s u s originales en n a - q u e deben imitarse cuando la b u e n a crítica sabe elegirlo?. »
ciones y siglos r e m o t o s . Este r e c u r s o , q u e la es indispensable, « Un suceso ocurrido en un lugar y en pocas horas. Boi-
la facilita el p o d e r d a r á sus acciones y personajes todo el leau en su excelente poética r e d u j o á dos versos los tres pre-
Ínteres, toda la s u b l i m i d a d , t o d a la belleza ideal q u e pide ceptos d e u n i d a d :
aquel género d r a m á t i c o ; y como en ella todo ha de ser g r a n d e , Una acción sola, en un lugar y un dia,
heroico y patético en grado e m i n e n t e , mal p o d r í a conseguirlo, Conserve hasta su fin lleno el teatro.
si careciese de los encantos del estilo s u b l i m e , y d e la p o m p a
y a r m o n í a d e la versificación. » Esto mismo recomendaba el a u t o r del Quijote setenta años
antes q u e el poeta f r a n c é s ; los b u e n o s literatos españoles coe-
« La comedia p i n t a á los h o m b r e s como s o n , imita las cos-
táneos de Cervantes tenían ya conocimiento d e estas reglas.
t u m b r e nacionales y existentes, los vicios y errores c o m u n e s ,
Lope las citó j u n t a m e n t e con otras m u c h a s , manifestando q u e
los incidentes d e la vida doméstica : y de estos acaecimientos,
si no las s e g u í a , no era ciertamente porque las i g n o r a s e ; pues
d e estos i n d i v i d u o s , y de estos privados i n t e r e s e s , f o n n a una
no solo habló de ellas el Pinciano en su Filosofía antigua poé-
f á b u l a verisímil, instructiva y agradable. No huye, como la tra-
tica, impresa en t 5 9 6 , sino q u e Bartolomé de Torres Naharro
gedia , el cotejo de sus imitaciones con los originales q u e tuvo
(ciento y veinte años á n t e s q u e naciera Boileau) las habia p r a c -
p r e s e n t e s ; al contrario, le provoca y le exige, puesto q u e de la
ticado eiv alguna de sus comedias. »
semejanza q u e las d a , resultan sus mayores aciertos! 1 I m i t a n d o
p u e s tan d e cerca á la naturaleza, no es d e a d m i r a r q u e h a - « El Pinciano d i j o , h a b l a n d o á este propósito en la citada
blen en prosa los personajes cómicos; pero no se crea q u e esto o b r a : Toda la acción se finja ser hecha dentro de tres dias...
p u e d e añadir facilidades á la composicion. Difficile est pro-
cuanto menor el plazo fuere, tendrá mas de perfección.. rido recomendarle; si la composicion se dispone con tal inte-
Y de aquí puede colegirse cuáles son los poemas do nai ligencia, que resulte conveniente, verisímil y teatral. Para ser
un niño, y crece, y tiene barbas, y se casa, y tiene hijos la fábula conveniente, deberá existir una inmediata conexion
nietos; lo cual en la fábula épica, aunque no tiene termim entre la máxima que se establece,"y el suceso q u e r í a de com-
es ridiculo-,"¿qué será en las activas que le tienen ta probarla. Para hacerla verisímil, no basta que sea posible; ha
breve?... Aquella fábula será mas artificiosa, que mi de componerse de circunstancias tan naturales, tan fáciles de
deleitare y mas enseñare, con mas simplicidad... En vai ocurrir, que á todos seduzca la ilusión de la semejanza. Para
se aplican muchos modos para una acción... Si una so. hacerla teatral, deberá ser la exposición breve, el progreso
basta para enseñar y deleitar en un poema, ¿para que continuo, el éxito dudoso, la solucion (resulta necesaria de los
aplicarán muchas? » , . antecedentes) inopinada y r á p i d a ; pero no violenta, ni mara-
villosa, ni trivial. »
« Creyó en efecto Moratin, que si en la fabula cómica
« Entre personajes particulares. Como el poeta cómico
amontonan muchos episodios, ó n o se la reduce a una acci<
se propone por objeto la instrucción común, ofreciendo á vista
única, la atención se distrae, el objeto principal desaparee
del público pinturas verisímiles de lo que sucede ordinaria-
los incidentes se atrepellan, las situaciones no se preparai
mente en la vida civil, para apoyar con el ejemplo la doctrina
los caracteres no se desenvuelven, los afectos no se motivai
y las máximas que trata de imprimir en el ánimo de los oyen-
todo es faticosa confusion. Un solo Ínteres, una sola acción, t
t e s ; debe apartarse de todos los extremos de sublimidad, de
solo e n r e d o , un solo desenlace; eso p i d e , si ha de ser buen
h o r r o r , de maravilla y de bajeza. Busque en la clase media de
toda composicion teatral. Las dos unidades de lugar y tiemp
la sociedad los argumentos, los personajes, los caractéres, las
muy esenciales á la perfección dramática, deben acompanai
pasiones y el estilo en que debe expresarlas. No usurpe á la
la de acción que la es indispensable; y si parece difícil
tragedia sus grandes intereses, su perturbación terrible, sus
práctica de estas reglas, no por eso habrá de inferirse que s
furores heroicos. No trate de pintar en privados individuos
absurdas ó imposibles. No se cite el ejemplo de grandes poel
delitos atroces, que por fortuna no son comunes, ni aunque
que las abandonaron, puesto que si las hubieran seguido, s
io fuesen, pertenecerían á la buena comedia, que censura rien-
aciertos serian mayores. Ni se alegue, que si en la represen!
do. No siga el gusto depravado de las novelas, amontonando
cion de una pieza cómica ó trágica es necesario que exista (ps
accidentes prodigiosos, para excitar el Ínteres por medio de
salvar las impropiedades que el arte no puede vencer) u
ficciones absurdas de lo que no ha sucedido j a m a s , ni es po-
tácita convención de parte del auditorio, nada importa q
sible que nunca suceda. No se deleite en hermosear con m a -
esta convención se dilate y aumente sin conocidos imites,
tices lisonjeros las costumbres de un populacho soez, sus er-
tal doctrina llegara á establecerse, presto caerían los que
rores, su miseria, su destemplanza, su insolente abandono.
siguieran en el cáos dramático de Shakespeare, y las represe
Las leyes protectoras y represivas verificarán la enmienda que
taciones del teatro se reducirían á las mantas y los corde-
pide tanta c o r r u p c i ó n ; el poeta ni debe adularla, ni puede
con que decoraba los suyos Lope de Rueda. Existe en ele»
corregirla. »
la tácita convención: pero aplicable solamente a disculpar ,
defectos que son inherente? al a r t e , no los que voluntar « La oportuna expresión de afectos y caractéres se hace
mente comete el poeta. Ya se ha visto con repetidos ejempli tan indispensable en la comedia, que sin ellos queda imper-
que la observancia de las unidades de acción, tiempo y lug fectísima la imitación ; y si en todos los hombres existe una
es posible y es conveniente : nada hay que decir en contrar fisonomía y un genio que los particulariza y los distingue, mal
:
sino que la ejecución es diGcultosa : y ¿quién lia creído fc erta á imitarlos el que los iguala en la escena, v á lodos los
ahora que sea fácil escribir una excelente c o m e d i a ? » . ace sentir, discurrir y obrar de una manera idéntica. Este
M e c t o , que abunda en las comedias de nuestro antiguo tea-
« Sujeta ía fábula cómica á los preceptos que van indic? ' y es muy frecuente en las modernas de otras naciones,
hallará comprobada el espectador, en su o r i g e n , progrr J %
disimula ni con los rasgos delicados del ingenio, ni con
£(
desenlace, la verdad moral ó intelectual que el poeta ha
la abundancia de chistes epigramáticos, ni con la pureza del
lenguaje, ni con la cultura del estilo, ni con la fluidez sonora « itecomenaadas por consiguiente la verdad y virtud en
de los versos; si no hay oportuna expresión de afectos y c a - la fábula cómica, mediante la censura de los vicios del e n t e n -
racteres, todo es perdido. El arte de escogerlos y de combi- dimiento y del corazon, desempeñará el poeta el objeto de
narlos, v el de p r e p a r a r l a s situaciones, para que naturalmente utilidad general que debió proponerse. Enseña la verdad,
se desenvuelvan, ofrece no pequeñas dificultades a un poeta cuando apoyada su doctrina en los conocimientos de la física,
cómico, i) en el exacto raciocinio de la filosofía que preside á las ciencias,
« Resucitan puestos en ridículo los vicios y errores co- en los sucesos que eterniza la historia, en la crítica y buen
munes en la sociedad, mediante la disposición de la fabula gusto de la literatura y de las artes, rectifica los errores adqui-
y la expresión de los caracteres. En cuanto á estos, conviene ridos en la enseñanza de malos estudios, ó en el ejemplo de
que algunos sean ridículos; pero todos n o , porque sin esta personas preocupadas ó estúpidas; y el pueblo, á quien habi-
contraposición no aparecería l a deformidad en toda su luz, ni tualmente rodea espesa nube de ignorancia, halla en el teatro
existiría la necesaria degradación en las figuras que tocadas la única escuela abierta para é l , donde se le desengaña sin
con diferente fuerza, deben quedar subalternas á la que se pre- castigarle, y se le ilustra, cuando se le divierte.»
senta como principal. Los defectos meramente físicos, involun- « En la comedia se recomienda la virtud haciéndola amable,
tarios y de imposible enmienda, no deben ser objeto primario como efectivamente lo es; pintando en otros hombres pasiones
de la burla cómica; si bien muchas veces se introducen como generosas ó tiernas, que haciéndolos superiores á todo otro Ín-
medios auxiliares, para completar la pintura del vicio que se teres menos laudable, los determinan á proceder, en las varias
trata de corregir. Ninguna ridiculez corporal debe exponerse combinaciones de la vida, según los principios de la justicia,
en el teatro á la irrisión pública, si otra moral no la acompa- u°. la prudencia, de la humanidad y del honor lo piden. Cuan-
ñ a . Los vicios y errores que pinta la comedia, deben ser co- tos vicios risibles infestan la sociedad, otros tantos descubre la
munes, porque no siéndolo, ninguna utilidad produciría su c o n i d i a para inducirnos á conocerlos y evitarlos; al mismo
imitación. Una extravagancia, que rara vez se verifique en al- tiempo que nos acuerda las obligaciones que debemos desem-
gún individuo, no puede servir para enseñanza de la multitud peñar en el trato del m u n d o , para evitar los peligros que á
que podría exclamar indignada contra el p o e t a : Erraste el cada paso nos presenta ; para merecer por una conducta irre-
objeto de corrección que te proponías: nadie de nosotros prensible la estimación y el amor de los b u e n o s ; para hallar
adolece del vicio que pintas, ni conocemos á ninguno que en el testimonio de nuestra conciencia el mas poderoso c o n -
le tenga. » suelo, la mas segura protección, contra los accidentes de la
« Debe pues ceñirse la buena comedia á presentar aquellos fortuna ó la injusticia de los hombres. »
frecuentes extravíos, que nacen de la índole y particular dis- • Tales fueron los principios generales que Moratin creyó
posición de los hombres, de la absoluta ignorancia, de los er- convenir al teatro cómico; pero debía pasar mas adelante el
rores adquiridos en la educación ó en el trato, de la multitud que tomaba sobre sí el empeño de reformar el nuestro. Su
de las leyes contradictorias, feroces, inútiles ó absurdas, del propia observación le dio á conocer, que si el arte es suficiente
abuso de la autoridad doméstica, y de las falsas máximas que para evilar el error, no basta él solo para producir los acier-
la dirigen; de las preocupaciones vulgares ó religiosas ó polí- tos : estos nacen de otro origen : no los aprende el poeta, los
ticas, del espíritu de corporacion, de clase ó paisanaje ; de la halla en s í : no los adquiere á fuerza de instrucción, la natu-
costumbre, de la pereza, del orgullo, del ejemplo, del Ínteres raleza se los da. Expliquen, los que hayan llegado á saberlo,
personal, de un conjunto de circunstancias, de afectos y de cuál sea l a causa de que» en unos individuos sí y en otros n o ,
opiniones, que producen efectivamente vicios y desórdenes ca- se hallen facultades tan liferentes que hacen imposible á estos
paces de t u r b a r la armonía, la decencia, el placer social, y lo que aquellos encuentran fácil y genial: baste la persuasión
causar perjudiciales consecuencias al interés privado y al p ú - de que efectivamente reside en determinados sugetos una p e -
blico. » culiar aptitud mental, que les hace percibir lo que para otros
muchos, dotados á lo que parece de la misma disposición o r -
— m —
fantásticos, el enredo complicado y los incidentes imposibles
gánica, permanece ignorado y oculto. Este sentido, este p a r - de que ee componen sus fábulas, escritas, á lo que ellos dicen,
ticular instinto (si algún nombre ha de dársele) es el que ha con estilo oriental, ditiràmbico, erizado de metáforas, equívo-
producido basta ahora los eminentes profesores en las artes (Je cos y sutilezas, redundante, hinchado, tenebroso, ampullás
imitación. A él se deben la Vénus de Médicis y el Apolo de et sexquìpedalia verba. Tal es la pintura que hacen de él ; y
Belveder: Velázquez, guindo p o r é l , supo pintar el aire; por confundiendo las épocas en razón de su mucha ignorancia,
él Moliere halló el verdadero carácter de la comedia; por el han atribuido y atribuyen á los españoles que boy viven, el
Rossini, en sus inesperadas combinaciones armónicas, añade mismo depravado gusto que reinaba dos siglos há. Nos echan
á la música nuevos encantos. Si esta facultad creadora existió en cara nuestra decidida inclinación á los Autos sacramentales,
en Moratin para dar á sus composiciones dramaticas aquella y el placer con que vemos imitados en acción dramática los
facilidad difícil, aquella fuerza de expresión, aquel espíritu de misterios de la religión ; olvidándose de que hace ya setenta
vida, aquella constante apariencia de verdad (sin la cual naila años que no se representan tales fábulas en ninguno de los tea-
es tolerable en la escena), la posteridad justa sabrá decidirlo.» tros de España. Nos citan una comedia de San Amaro, cuya
« En el éxito que tuvieron sus obras cómicas, representadas acción dura doscientos años, y un auto que acaba con el
y leidas, vio logrado el fin que se propuso al componerlas. Dio Ite missa est ; y no añaden que no hay un solo español ni
en ellas el ejemplo práctico de que la observancia de las reglas extranjero que haya visto jamas en nuestra escena la r e p r e -
asegura el acierto, si el talento las acompaña, y que el arte sentación de tal comedia ni de tal auto. »
dramática, como todas las demás, resulta de principios certí- « ¿Qué d i ñ a n , si juzgásemos el teatro francés por sus anti-
simos é inalterables, sin cuyo conocimiento los mejores inge- guas moralidades y sus misterios? ¿ó, si para apreciar el ta-
nios se precipitan v se malogran. Quiso imitar el atrevimienro lento cómico de Moliere, les citáramos el saco de Scapin, la
laudable de Comedie y de Moliere, que haciéndose superior, s transformación de Mr. Jourdain en Mamaoucln, los cuernos
á las ideas comunes de su siglo , crearon la tragedia y la co- de Sganarelle, el aguavá de Truffaldin, la materia copiosa y
media en Francia. No pactó con los errores vulgares; no a s - laudable de Lucinda, las deposiciones de Argante y las jerin-
piró á una celebridad fácil de a d q u i r i r ; quiso dar a su nación gas de Porceaugnac? ¿Qué d i r i a n , si callando los aciertos de
modelos dignos de ser imitados por los que sigan despues tan Goldoni, de Albergati, de Metastasio, de Monti, del terrible Al-
arduo camino; y si no bastó su talento á igualar deseos tan fieri, nos acordásemos únicamente d é l o s voluntarios desatinos
generosos, merece á lo ménos la gloria de haberlo intentado. con que infestó el conde Gozzi los teatros de su nación? ¿Si
Cuando haya en España b u e n o s estudios, cuando el teatro me- no halláramos otros ejemplares que citar que el de Arlequín
rezca la atención del gobierno, cuando se propague el amor a traqado por la ballena, Arlequín que nace de un huevo, el
las letras en razón del premio v el honor que l o g r e n , cuando Príncipe Taer convertido en piedra ó la Dama serpiente t
cese de ser delito el saber, entonces (y solo entonces) llevaran Piezas no ignoradas como la de San Amaro, no sepultadas en
otros adelante la importante r e f o r m a que él empezó.» el polvo de las bibliotecas como nuestros autos, sino repetidas
« Quiso también desmentir de una manera victoriosa las frecuentemente en las principales ciudades de Italia, en donde
equivocaciones en que han incurrido no pocos extranjeros, que los que hoy viven, han podido verlas no pocas veces. »
h a n escrito acerca de nuestro teatro, creyendo h a l l a r e n el ca- b Pero no solo dan por supuesto que la escena española
rácter nacional las causas de su corrupción, acumulando erro- permanece en un extravagante desarreglo, sino que se adelan-
res sobre este s u p u e s t o , copiándose unos á otros, y obstinán- tan á negarnos hasta la posibilidad de la enmienda. Como la
dose en decidir magistralmcnte sobre el mérito científico de comedia tiene por objeto las acciones de personas injerlores
u n a nación, sin conocer la historia de su literatura, s.us cos- y humildes, no siendo esto conforme con el caracter altivo
tumbres, ni su l e n g u a ; sin q u e r e r preguntar jamas lo que de los españoles, puede asegurarse con verdad que la come-
ignoran, á los únicos que les pudieran instruir. » dia nunca tuvo cabida en España. Ningún español lia po-
dido sujetar su talento á la unidad de. lugar. No quieren los
« Cuando hablan del teatro e s p a ñ o l , exageran su irregula-
ridad, el espíritu caballeresco que le d o m i n a , los caracteres
Españoles salir del teatro conmovidos de ningún afecto de pañol, que tiene por muy nacionales las comedias de Moratin,
desprecio, de o dio ú de amor: les parecería:ve,rgonmn per- lia visto en ellas la pintura fiel de nuestros usos y costumbres,
der en una representación su naturalWiifw de nuestros actuales vicios y errores. Ha visto que un español
la galantería de los españoles ha sido heredada de los mo- ha sabido sujetar su carácter altivo á tratar acciones domésti-
ros, les ha quedado á aquellos un cierto cas, reducirlas á las temidas reglas de unidad, y aun algo mas
de que no han participado las demás naciones. EstM.ce ei que esto. Ha visto que no hay en sus fábulas personas h e r o i -
abate Quadrio en su Historia poética. La me*da debujo- cas, ni mezcla de bufonesco y serio, de trágico y cómico, de
nesco y serio, de trágico y cómico, de caballeresco y popular. Ha visto que en su representación se
lar, aqrada extremadamente a los españoles h ? ta observa- apasionan los espectadores, lloran ó rien, según el autor quiso
d o n es del P. Caymo, autor de la obra intitulada El vago ita- que lo hiciesen, y que no les es posible conservar aquella in-
liano. La verdadera comedia no ha sido conocida «««« movilidad de estatuas, con que el bueno del abate Quadrio nos
los españoles. que no saben reir sin gravedadm I oleran caracteriza. Ha visto por último, en las citadas piezas, la obser-
en el teatro personas vulgares, sino acompañadas con los vancia mas rigurosa del arte, unida, á muchos de los primores
héroes. Este rasgo de crítica es del abate Bettinelh. En la co- que se admiran en nuestro antiguo teatro; y no se dice que
media aprecian siempre los españoles los enredos de Laiae- nadie haya percibido en ellas hasta ahora ningún sabor, ni res-
ron, Rojas, Moreto y otros autores del mismo genero; y quemo africano, oriental ni francés. »
durará este aprecio, mientras sus fábulas tengan una rela- « En las poesías sueltas que acompañan á esta coleccion
ción general con las costumbres. Si en España no se apli- dramática, se reconocen las máximas que seguia el autor, s e -
can á pintar los caracteres y ridiculeces de la sociedad, gún la diferencia de los géneros, de los argumentos, de la ver-
que tanto nos agrada en Moliere, consiste en que de algu- sificación y del estilo en que las escribía : los originales que
nos siglos á esta parte, la sociedad no ha dejado de ser en procuraba imitar, y su cuidado nunca desmentido, de sujetar
España lo que ántes era. Esto escribía Mr. La Harpe en el los ímpetus de la fantasía á las leyes del raciocinio y del buen
año de 1797. » , . gusto, Supo sustraerse á la corrupción que nació y se propagó
« ?Para qué citar mas? El público español, aplaudiendo las en su tiempo : á la nueva especie de culteranismo, en que
comedias de Moratin, responde á tan atropelladas censuras. cayeron muchos de los que cultivaron la p o e s í a , con mas ó
En España se llama comedia nacional la que pinta costumbres ménos inspiración; estableciéndose una escuela de error, que
españolas, y el gusto dominante en la Península (como en todo ha sido funestísima al progreso de las letras humanas. »
lo restante de Europa) es el de ver copiados en el teatro los o Hubo una época en que algunos jóvenes, mal instruidos
originales que se encuentran á cada paso en el trato común, t i en sus primeros estudios, sin conocimiento de la antigua lite-
desarreglo no es nacional, no lo lia sido nunca en ninguna ratura, ignorantes de su propio idioma, negándose al estudio
p a r t e ; á no suponer que exista una nación de estúpidos, en de nuestros versificadores y prosistas (que despreciaron sin
quienes no produce deleite la imitación de la verdad. El desar- leerlos), creyeron hallar en las obras extranjeras toda la ins-
reglo es meramente accidental y transeúnte en todas partes; trucción que necesitaban, para satisfacer su impaciente deseo
con mas ó ménos duración. Decir que en España se aprecian de ser autores. Hiciéronse poetas, y alteraron la sintáxis y
las comedias antiguas, porque las costumbres no se han m u - propiedad de su lengua, creyéndola pobre, porque ni la cono-
dado, es hablar con tanto desacuerdo, como si se tratara de un cían ni la quisieron a p r e n d e r ; sustituyeron á la frase y giro
país remoto y cuasi desconocido. Precisamente por haberse poético que la es peculiar, locuciones peregrinas é inadmisi-
mudado las costumbres, por no parecerse ya los españolesque bles; quitaron á las palabras su acepción legítima, ó las dieron
hoy viven, á los que existieron dos siglos há, las comedias es- la que tienen en otros idiomas ; inventaron á su placer, 'sin
critas en aquel tiempo han decaído de la estimación que t u - necesidad ni acierto, voces extravagantes que nada significan;
vieron, y desaparecerán del todo á proporcion del numero de formando un lenguaje oscuro y bárbaro, compuesto de arcaís-
piezas modernas que vaya adquiriendo el teatro. El publico es- mos, de galicismos y de neologismo ridículo. Esta novedad
halló imitadores, y el daño se propagó con funesta celeridad. sirvan d e ejemplos en los géneros a q u e respectivamente p e r -
P o r ellos dijo Capmany : Estos bastardos españoles confun- tenecen copiaré algunas de las q u e se han impreso por l a p r i -
den la esterilidad de su cabeza con la de su lengua, senten- m e r a vez en la citada edición de París, y serán o d a s sagradas
ciando que no hay tal ó tal voz, porque no la hallan. Y compuestas p a r a cantarse, verdaderos h i m n o s o c á n t i c o s ; u n a
¿cómo la han de hallar, si no la buscan, ni la saben bus- oda de la misma especie no hecha para cantarse, akunas, o n £
car? Y ¿dónde la han de buscar, si no leen nuestros libros? n a l e s pertenecientes á diversos generos, otras t r a d u c i d a s ú e
Y ¿cómo los han de leer, si los desprecian ? Y no teniendo Horacio, epístolas filosóficas, sátiras, sonetos u n a inscripción
hecho caudal de su inagotable tesoro, ¿cómo han de tener s e p u l c r a l , epigramas, u n idilio y u n a elegía (\).
&
á mano las voces de que necesitan ? »
« A la ignorancia de la lengua se añadió la del a r t e de c o m -
p o n e r . Falta de plan poético, pobreza de ideas, r e d u n d a n c i a
de palabras, apostrofes sin n ú m e r o , destemplado uso de me- CÁNTICOS,
t á f o r a s inconexas ó a b s u r d a s , desatinada elección d e adjeti-
vos (I), confusión de estilos, y c o n s t a n t e e r r o r de creer sencillo
lo q u e es trivial, gracioso lo q u e es pueril, sublime lo gigan-
Los padres del Limbo.
tesco, enérgico lo tenebroso y e n i g m á t i c o . A esto a ñ a d i e r o n
u n a afectación intolerable d e t e r n u r a , d e filantropía y de filo- Coro.
s o f i s m o , que deja en claro el artificio pedantesco, y prueba
q u e tales autores carecieron i g u a l m e n t e de sensibilidad q u e d e Oh 1 cuánto padece de afanes cercada,
doctrina. » Merced al engaño de fiero enemigo,
« Si en las obras sueltas d e Moratin n o se advierten e x t r a - En largo castigo la prole de Adán.
víos de igual n a t u r a l e z a ; n o por eso p u d o lisonjearse de h a b e r Oh! vuelva á nosotros la luz deseada,
llegado á la perfección, q u e s i e m p r e huye del anhelo con q u e Y dé sus promesas el cielo cumplidas,
los h o m b r e s la solicitan : n a d a h a y perfecto. Nunca aspiró á la Que ya repetidas en sombras están.
gloria de poeta lírico; pero c o m p u s o algunas obras en este Voz 1.»
género, para desahogo d e su i m a g i n a c i ó n y sus afectos, ó p a r a
c o r r e s p o n d e r agradecido á los q u e estimaban en algo las p r o - ¿Cuándo, Señor, la esclavitud y el llanto
ducciones de su p l u m a . Siguió e n este ramo de la poesía los Cesará de Israel? Plegando el día
mejores ejemplos de la a n t i g u a y m o d e r n a l i t e r a t u r a ; cultivó En q u e aparezca el vencedor, el Santo,
su lengua con aplicación i n f a t i g a b l e ; evitó los errores q u e veia El q u e r o m p a la b á r b a r a cadena
d i f u n d i r s e y a u m e n t a r s e d i a r i a m e n t e , a p l a u d i d o s por la igno- Que en servidumbre i m p í a
rancia y la falsa critica, y sostenidos por la autoridad q u e con- Lleva tu pueblo. El h o m b r e inobediente
tribuyó eficazmente á p r o p a g a r l o s ; pero ni desconoció la dis- Perdió d e Edén la habitación serena :
tancia á q u e se hallaba del a c i e r t o , ni fué tan g r a n d e su amor Espada refulgente
propio q u e le hiciese olvidar, c u á n difícil es adquirir en el Par- Vibró en sus puertas serafín airado,
naso dos coronas. » Y á la inocencia sucedió el pecado.
Así habla la modestia del a u t o r ; p e r o yo debo a ñ a d i r q u e sus
4. A todas esas con,posiciones, de mucho m ò t o * d n d i » W ™ s riM do
poesías sueltas son, cada una en su clase, tan apreciables como nosotros otras muchas de nuestros '^j<'res poe as p .r,|ue n ^ M « <t
las comedias, y todas modelos acabados en m a t e r i a d e estilo y Leandro Moratin no debía figurar. cm.mmo.Mo « < < ^ obras á»
que el autor ha sabido examinar y dwingu.r «ra » » » £», j , n il a m .
de lenguaje. Por esta razón p u e s , y para q u e al misino tiempo la naturaleza de la „resini-, ni puede d a m >» " u ' f a n fugar i n a stinguido
poco el numero de los maestros, cuando son de los que ocupan iu„ai wu a
1 E n eso para muy á menudo Martínez d e la Rosa. en nuestro Parnaso.
halló imitadores, y el daño se propagó con funesta celeridad. sirvan d e ejemplos en los géneros a q u e respectivamente p e r -
P o r ellos dijo Capmany : Estos bastardos españoles confun- tenecen copiaré algunas de las q u e se han impreso por l a p n -
den la esterilidad de su cabeza con la de su lengua, senten- mera vez en la citada edición de París, y serán odas sagradas
ciando que no hay tal ó tal voz, porque no la hallan. Y compuestas p a r a cantarse, verdaderos himnos o c á n t i c o s ; u n a
¿cómo la han de 'hallar, si no la buscan, ni la saben bus- oda de la misma especie no hecha para cantarse,
car? Y ¿dónde la han de buscar, si no leen nuestros libros? n a l e s pertenecientes á diversos generos, otras t r a d u c i d a s ú e
Y ¿cómo los han de leer, si los desprecian ? Y no teniendo Horacio, epístolas filosóficas, sátiras, sonetos u n a inscripción
hecho caudal de su inagotable tesoro, ¿cómo han de tener s e p u l c r a l , epigramas, u n idilio y u n a elegía (\).
&
á mano las voces de que necesitan ? »
« A la ignorancia de la lengua se añadió la del a r t e de c o m -
p o n e r . Falta de plan poético, pobreza de ideas, r e d u n d a n c i a
de palabras, apostrofes sin n ú m e r o , destemplado uso de me- CÁNTICOS.
t á f o r a s inconexas ó a b s u r d a s , desatinada elección d e a d j e t i -
vos (I), confusión de estilos, y c o n s t a n t e e r r o r de creer sencillo •i.0
lo q u e es trivial, gracioso lo q u e es pueril, sublime lo gigan-
Los padres del Limbo.
tesco, enérgico lo tenebroso y e n i g m á t i c o . A esto a ñ a d i e r o n
u n a afectación intolerable d e t e r n u r a , d e filantropía y de filo- Coro.
s o f i s m o , que deja en claro el artificio pedantesco, y prueba
q u e lales autores carecieron i g u a l m e n t e de sensibilidad q u e d e O h ! cuánto padece de afanes cercada,
doctrina. » Merced al engaño de fiero enemigo,
« Si en las obras sueltas d e Moratin n o se advierten e x t r a - En largo castigo la prole de Adán.
víos de igual n a t u r a l e z a ; n o por eso p u d o lisonjearse de h a b e r Oh! vuelva á nosotros la luz deseada,
llegado á la perfección, q u e s i e m p r e huye del anhelo con q u e Y dé sus promesas el cielo cumplidas,
los h o m b r e s la solicitan : n a d a h a y perfecto. Nunca aspiró á la Que ya repetidas en sombras están.
gloria de poeta lírico; pero c o m p u s o algunas obras en este Voz i.»
género, para desahogo d e su i m a g i n a c i ó n y sus afectos, ó p a r a
c o r r e s p o n d e r agradecido á los q u e eslimaban en algo las p r o - ¿Cuándo, Señor, la esclavitud y el llanto
ducciones de su p l u m a . Siguió e n este ramo de la poesía los Cesará de Israel? I.legando el día
mejores ejemplos de la a n l i g u a y m o d e r n a l i t e r a t u r a ; cultivó En q u e aparezca el vencedor, el Santo,
su lengua con aplicación i n f a t i g a b l e ; evitó los errores q u e veia El q u e r o m p a la b á r b a r a cadena
d i f u n d i r s e y a u m e n t a r s e d i a r i a m e n t e , a p l a u d i d o s por la igno- Que en servidumbre i m p í a
rancia y la falsa critica, y sostenidos por la autoridad q u e con- Lleva tu pueblo. El h o m b r e inobediente
tribuyó d i c a z m e n t e á p r o p a g a r l o s ; pero ni desconoció la dis- Perdió d e Edén la habitación serena :
tancia á q u e se hallaba del a c i e r t o , ni fué tan g r a n d e su amor Espada refulgente
propio q u e le hiciese olvidar, c u a n difícil es adquirir en el Par- Vibró en sus puertas serafín airado,
naso dos coronas. » Y á la inocencia sucedió el pecado.
Así habla la modestia del a u t o r ; p e r o yo debo a ñ a d i r q u e sus
poesías sueltas son, cada una en su clase, tan apreciables como 4. A todas esas con,posiciones, de mucho m6 ito R
nosotros oirás muchas de nuestros mejores poe as p.. n|«e o o» ¿ ¡
las comedias, y todas modelos acabados en m a t e r i a d e estilo y Leandro Moratin no debía figurar,®«..... rn^eto «««• obras ÜÍ
de lenguaje. Por esta razón p u e s , y para q u e al misino tiempo que el autor ha sabido esanimar y dwingu.r «ra » » » £», j , n il a m .
la naturaleza
poco el numerode de
la „resini-, ni puede
los maestros, d ason
cuando m >» " u ' f a n fugar
de los que ocupan i n a stinguido
iu„ai wu a
1 E n eso para muy á menudo Martínez d e la Rosa. en nuestro Parnaso.
Mas no de tus piedades
Pudo la culpa humana Adonde el astro de la luz preside,
El raudal extinguir, que es infinito, Y mas allá del sol; acompañado
Y tu, Señor, el mimen poderoso De la turba de justos n u m e r o s a ,
Q»e goza en perdonar. Tu soberana Que los caminos de virtud siguieron,
Diestra sepulta montes y ciudades, - ' Y del primer pecado
En abismo profundo Sufren la pena en cárcel pavorosa.
De universal diluvio proceloso, • '
Que de los hombres castigó el delito; Coro.
Pero diste á la tierra Adán segundo, Huyan los años en rápido vuelo,
Grato admitiste su obediente zelo - Goze la tierra durable consuelo,
Y sus ofrendas puras, Mire á los hombres piadoso el Señor.
Y el iris de la paz brilló en el cieio.
Si en el Egipto ardiente Voz 3.'
Padece servidumbre Ven prometido
La estirpe de Jacob, tú Ja aseguras Jefe temido,
t n Ja fuga que intenta portentosa, Ven y triunfante
1 u disipas Ja fiera muchedumbre Lleva delante
Que la persigue en vano. Paz y victoria:
Abre su centro el mar, y en espumosa Llene tu gloria
Tumba sepulta al pertinaz tirano, De dicha el m u n d o .
Sus carros y caballos precipita : Llega, segundo
Das a tu puel»Io , sin lidiar, victoria, Legislador.
x al estruendo del tímpano sonante
Himnos te canta de alabanza y gloria. Coro.
Huyan los años con rápido vuelo,
Voz 2 * Goze la tierra durable consuelo,
Mire á los hombres piadoso el Señor
Mucho, Señor, hiciste,
Y prometiste mas. Debe la tierra
Ver un caudillo, en venturoso día, 2.o
Que los furores de discordia y guerra
Calme , y en alegría La Anunciación.
De amor y dulce paz domine eterno. Voz
Las puertas del Averno
Cederán á su voz omnipotente : ¿ Qué nuncio divino
Quebrantará las bóvedas oscuras, Desciende veloz,
Huyendo el monstruo que se esconde en ellas, Moviendo las plumas
De vario color?
Abrasada la frente
Con rayo vengador. Id poderoso, Voz 2.'
El g r a n d e , el hijo de David, las puras
El bello semblante
Auros rompiendo, llevará sus huellas
En risa b a ñ ó :
- 182 —
! , La honesta Virgen, ruborosa y m u d a ,
Que inspira alegría,
Se postra absorta al paraninfo hermoso
Disipa temor.
Ve tanto b i e n , y merecerle duda.
Voz I.* É l , con acento grave y amoroso,
El rubio cabello No temas, n o , la dice,
Al hombro esparció: De las hijas de Adán la mas felice.
Diadema le ciñe Llena de gracia estás : esta contigo
De extremo valor. Él Dios que adoras inefable, eterno,
Y el fruto santo que de tí se e s p e r a ,
Voz 2/ Se ha de llamar J E S O S . Dijo, y la esfera
Que en luces arde y arreboles de o r o ,
Ropajes sutiles
Adorno le s o n , Vuelve á romper con ímpetu s o n o r o ,
Y en ellos duplica Y se estremece el enemigo infierno.
Sus luces el sol.
Voz 4.«
Voz I.'
Oh! i instante dichoso
¡ Feliz habitante De amor y consuclo,
De la alta región! Que la tierra al cielo,
Voz 2.* Para siempre unió!
1 Alado ministro Y al Dios poderoso,
Del sumo Hacedor! Que truena indignado,
Piadoso, h u m a n a d o ,
Voz I.*
Sumiso le vió.
¡ En hora bendita
La tierra te vio! Coro.
a
Voz 2. Virgen, m a d r e , casta esposa,
Su dicha pendiente Sola tú la venturosa,
Está de tu voz. La escogida sola fuiste,
Que en tu seno recibiste
Voz 1 y 2.' El tesoro celestial.
Que tú solo anuncias
Sola tú con tierna planta,
Favores de Dios.
Oprimiste la garganta
Voz 3* De la sierpe aborrecida.
Que en la h u m a n a , frágil vida
Lleva á la santa Nazaret su vuelo Esparció dolor mortal.
El ángel del Señor, y resplandece,
La estancia de M A U Í A :
De fragantes aromas enriquece
El aire en t o r n o , y suena melodía
Igual á la del cielo.
S u e n e , y el fuego que su centro oculta,
Haga los montes vacilar, cayendo
ODAS, Los alcázares a l t o s ;
O ya sus alas sacudiendo negras,
i.»
El austro aliento venenoso esparza,
Y á las naciones populosas lleve
Con motivo de la fiesta secular celebrada en Lendinara
Desolación horrible;
(Estado veneciano) á honor de la Virgen nuestra Señora,
Ella invocada, de el sublime asiento,
el año de 1795. Desde donde á sus piés ve las estrellas,
Ya los felices campos que corona Quietud impone al m u n d o , y los estragos
P r o f u n d o el P ó , y el Afesis f e c u n d a , Cesan , y huye la muerte.
Oigo sonar con voces de alegría, Oh I celebradla y el dichoso d i a ,
Que repiten los ecos. Que nos detuvo perezoso el tiempo,
Llena de pueblo, Lendinara humilde; De f e , de gratitud, ejemplo sea
Hoy los altares religiosa adorna A los futuros siglos.
De la tierna Doncella, á cuya planta Y si no es dado que mi lengua alterne
Yace el dragón temido. En ritmo ausonio y sus elogios c a n t e ;
Mármoles y oro que su templo visten, Ella comprende, aunque de voz carezca,
Fúlgidos brillan , y á los corvos techos, El idioma del alma.
Que el pincel abultó de formas bellas, Sí, tú me inspira y en amor divino
Sube el incienso en humo. Arda por tí mi corazon, y anhele
Al venerado simulacro en torno Solo adorarte, como los eternos
Votos ofrecen, dulce melodía Espíritus te adoran :
Hiere los aires, y en acordes himnos Que nada estorba para serte grato,
Alto númen adoran. Virgen hermosa, que en hispano verso
Madre piadosa que el lamento humano Rudo, sin arte, humilde te celebre,
Calma, y el brazo vengador suspende, Si religión le dicta.
Cuando al castigo se levanta y tiembla En él te invoca, de esperanza llena,
De su amago el Olimpo. Mi madre España : que á tu culto santo,
Ella su pueblo cariñosa guarda : Hasta el vencido antípoda remoto,
Ella disipa los acerbos males Aras dedica y templos.
Que al mundo cercan, y á su imperio prontos
Los elementos ceden.
Basta su voz á conturbar los senos 2.a
Donde, cercado de tiniebla eterna,
Reina el tirano aborrecido, origen A D. Gaspar de Jovellános (I).
De la primera culpa.
Id en las alas del raudo záfiro,
Basta su voz á serenar del hondo
Humildes versos, de las floridas
M a r , que los vientos rápidos agitan,
Vegas que diáfano fecunda el Arlas,
Las crespas olas, y romper las n u b e s ,
Donde retumba el trueno.
m e t r o latino llamado Asclepiadeo. [Ñola del aulor.)
O ya la tierra con rumor confuso
A donde lento mi patrio rio
Que vuela inspirada
Ve los alcázares de Mantua excelsa.
De puro candor.
Id, y al ilustre Jovino, tanto
Oh! llegue á su oido
De vos amigo, caro á las Musas,
La súplica n u e s t r a :
Para mí siempre mimen benévolo,
Prodigue su diestra
Id, rudos versos, y veneradle;
En tí su favor.
Que nunca, ó rápidas las horas vuelen.
O en larga ausencia viva remoto, Dilate tu vida
Olvida méritos suyos lnarco. En prósperos a ñ o s ;
No, que mil veces su nombre presta Ni sienta los daños
Voz á mi cítara, materia al verso, Del tiempo c r u e l :
Y al numen tímido llama celeste. Cual árbol robusto
Yo le celebro, y al son armónico Que dura creciendo,
Toda enmudece la selva umbría, El aura moviendo
Por donde el Tajo plácidas ondas Las flores en él.
Vierte, del árbol sacro á Minerva
La sien ceñida," flores y pámpanos. Amante y esposo,
Tal vez sus ninfas, girando en torno, Ocupe tu lado
Sonora espuma cándida rompen, Aquel fortunado
Mancebo gentil.
Del cuello apartan las hebras húmidas,
Coronen su frente
Y el pecho alzando de formas bellas,
Laureles de gloria :
Conmigo al ínclito varón aplauden;
Fatigue á la historia
Dando á los aires coros alegres,
Mil años y mil.
Que el eco en grutas repite cóncavas.
Cercada te mires
De prole f e c u n d a :
En ella se funda
3.»
La dicha de amor.
EN N O M B R E D E UNAS NIÑ'AS. En ella hermanarse
Verás forialeza,
A los dias de la duquesa de Wervieh Cordura, belleza,
Admite b e n i g n a , Virtud y valor.
Duquesa excelente, Que al nombre heredado
Ofrenda q u e ausente De ilustres abuelos,
Tus siervas te dan. Conceden los cielos
Hoy alzan humildes Honor inmortal.
Sus ojos al cielo : Conceden, que al m u n d o
Su amor y su zelo Viviendo famosos,
No vanos s e r á n . Tu hijos dichosos
La voz inocente Le adquieran igual.
Al numen a g r a d a ; Por ellos un dia
m
— m —
Parten ellos veloces,
Intrépida España,
Y al rumor que traían,
Sabrá en la campaña
De su letargo vuelve
Lidiar y vencer.
El niño de Ericina.
Y alzando, «tendida,
Cruzados pendones, Mas, ay 1 que desde entonces
De osadas naciones , Perdió su paz tranquila,
Do;.;arel poder. Y nunca el duce sueño
Sus párpados visita.

4.a
Traducciones de Horacio.
Traducción de Grecourt[\).

El niño ceguezuelo •1.a


Adormecióse un dia
Deja tu Chipre amada,
En el recinto oscuro
Vénus, reina de Páfos y de Gnido,
De los bosques del Ida.
Que Glicera adornada
Vénus temor concibe, Estancia ha prevenido,
Al ver que no volvía Y te invoca con humos que ha esparcido.
De tan largo reposo, Trae al muchacho ardiente
Que al de la muerte imiat. Y las gracias, la ropa desceñida,
Y á Mercurio elocuente,
Y en lágrimas hermosas
Y de ninfas seguida
Bañando las mejillas,
La juventud, sin tí no apetecida.
Al Padre omnipotente
Su dolor comunica. 2.»
Jove que tanta pena No pretendas saber (que es imposible)
Mitigar determina, Cuál fin el cielo á tí y á mí destina,
A los dioses consulta Leucónoe, ni los números caldeos
Que en el Olimpo habitan. Consultes, no; que en dulce paz cualquiera
Suerte podrás sufrir. O ya el Tonante
Y viendo que en opuestas
Muchos inviernos á tu vida otorgue,
Opiniones vacilan,
O ya postrero fuese el que boy quebranta
Al medio ménos tardo
En los peñascos las tirrenas ondas,
Su decisión inclina.
Tú si prudente fueres, no rehuyas
Manda que al bosque umbroso, Los brindis y el placer, iieduce á breve
Donde el amor dormía, Término tu esperanza. La edad nuestra,
Vayan los zelos tristes Miéntras hablamos, envidiosa corre.
Y en torno de él asistan. Ay 1 goza del presente, y nunca fies,
®W Grédula, del futuro incierto dia.
I . H é aquí una verdadera anacreóntica. [Nota del autor.) IV
IFT V
Ni aproximando el pino
3/ A playa mal segura,
Por evitar la tempestad oscura.
¿Qué, al fin las riquezas
De la Arabia envidias, El que la medianía
Iccio, y á los reyes, Preciosa amó, del techo quebrantado
No vencidos antes, Y pobre se desvía;
De Sabá, preparas Como del envidiado
Guerra luctuosa, Alcázar, de oro y pórfidos labrado.
Y al medo terrible
Muchas veces el viento
Pesadas cadenas?
Arboles altos r o m p e : levantadas
¿Cuál servirte puede
Torres, con mas violento
Bárbara cautiva. Golpe caen a r r u i n a d a s :
Que llore á tus manos Hiere el rayo las cumbres elevadas.
Su esposo difunto?
¿Cuál en regio alcázar No en la dicha confía
Llenará tus copas, El varón fuerte, en la aflicción espera
Ungido el cabello Mas favorable día :
De aromas suaves, Jove la estación liera
Mancebo m i n i s t r o ; Del hielo vuelve en grata primavera.
Enseñado solo
A tirar saetas Si mal sucede ahora,
Séricas, doblando No siempre mal será. Tal vez no excusa,
El arco p a t e r n o ? Con cítara sonora,
¿Quién ya d u d a r í a Febo a n i m a r la Musa;
Poder los arroyos Tal vez el arco por los bosques usa.
Subir á las cumbres, En la desgracia sabe
Y el rápido 'l ibre Mostrar al riesgo el corazon valiente;
Volver á su f u e n t e ; Y si el viento tu nave
Si tú de Panecio Sopla serenamente,
Las preciadas obras La hinchada vela cogerás prudente.
Y las que p r o d u j o
Socrática escuela 5. a
(No á costa de leve
Afán adquiridas), El que inocente
Dar quieres en cambio La vida pasa
De arneses iberos? No necesita
¡Tú que prometiste Morisca lanza,
Virtudes mayores 1 Fusco, ni corvos
Arcos, n i aljaba
4.»
Rumbo mejor, Licino,
Seguirás no engolfándote en la altura,
O á las regiones
Que Ilidaspe baña, 6. a
O por las sirles
Ay! ¡cómo fugitivos se deslizan,
Muy abrasadas,
Postumo, caro Postumo, los años 1
O por el yermo
Ni la santa virtud el paso estorba
Cáucaso vaya.
De la vejez rugosa que se acerca,
Ni de la dura, inevitable muerte.
Yo la sabina
Y aunque á su templo des tres hecatombes
Selva cruzaba,
En cada aurora, sacrificio y ruego
Cantando amores
Pluton desprecia, á tu lamento sordo.
A mi adorada
Él al triforme Gerion y á Tirio
Lálage, libre
Guarda, y los ciñe con esligias ondas,
De afan el a l m a ,
Que han de pasar cuantos la tierra habitan,
Por muy remoto Pobres y reyes. Y es en vano el crudo
Sitio, sin armas; Trance evitar de Marte sanguinoso,
Y un lobo fiero
Y las olas que en Adria el viento rompe
Me ve y se aparta. Con sordo estruendo ; y vano, en el maligno
Monstruo igual suyo Otoño el cuerpo defender del Austro ;
No tiene Daunia
Que al fin las torpes aguas del oscuro
En montes llenos Corito hemos de ver, y las infames
De encinas altas, Bélides, y de Sisifo infelice
Ni los desiertos El tormento sin fin que le castiga.
De Mauritania, Tu habitación, tus campos, tu amorosa
Donde leones Consorte dejarás. Ay ! y de cuantos
Y tigres braman. Árboles hoy cultivas, para breve
Tiempo gozarlos, el ciprés funesto
Ponme en los yertos Solo te ha de seguir. Otro mas digno
Campos, dó el aura Sucesor brindará del que guardaste
No goza estiva Con cien candados cécubo oloroso,
Ninguna p l a n t a ; Bañando el suelo de licor, que nunca
Lado del mundo, Otro igual los pontífices gustaron,
Región helada En áureas tazas d e opulenta cena.
Que infestan vientos
Y nubes pardas; 7.a
O en la que al rayo
Del sol cercana, ¿De cuál varón ó semidiós el canto
De habitaciones Previenes, alma Clio,
Carece y a g u a s ; En corva lira ó flauta resonante?
Lálage siempre De cuál deidad? á cuyo nombre santo
Será mi a m a d a : Eco responda alegre, en el umbrío
Dulce, si rie, Helicona, ó el Pindó, ó en la altura
Dulce, si canta. Del Hemo helada, en que se vió vagante
Selva seguir del Tracio la dulzura; Fahncio, el gran Camilo, victorioso
Que el curso detenia Adalid, á quien dieron sus abuelos
De los torrentes rápidos, usando Hacienda escasa, y parco la molesta
Maternas artes, y al sonoro acento Pobreza toleró. Crece frondoso
De sus cuerdas, los árboles movía, Con una y otra edad árbol robusto,
Y el ímpetu veloz paró del viento. Así la fama crece de Marcelo;
Y vemos ya en el cielo
¿A quién primero ensalzaré cantando,
Brillar de Julio la divina estrella:
Sino al gran padre, que la estirpe h u m a n a
Cual suele entre menores
Y la celeste rige, el mar, la tierra,
Lumbres Dictina aparecerse bella.
Y al variar contino
Del tiempo, anima cuanto el orbe encierra? Jove Saturnio; tú de los mortales
Él es primero y solo, igual no tiene Amparo y padre, á quien cedió el destino
Su esencia soberana; La protección de Augusto;
Si bien segunda en el honor divino, Tú reina, y él á tí segundo sea.
Inmediato lugar Palas obtiene. O ya sobre los Partos desleales,
Ni á tí, Baco, en batallas animoso Que amenazan el término latino,
Callaré, ni á la virgen cazadora, Adquiera triunfo justo,
Ni á Febo luminoso, O en las últimas playas de oriente
Diestro en herir con flecha voladora. Indos y Seres humillados v e a ;
É l , inferior á t í , dé soberano
También los triunfos cantaré de Alcides, Leyes al mundo. T ú , de Olimpo ardiente
Y á los hijos de Leda, celebrado E n grave carro oprime las alturas;
Ginete el uno, y en dudosas lides Y el ravo vengador tu fuerte mano
El otro v e n c e d o r ; cuya luz clara, "Vibre, las selvas abrasando impuras.
Luego que al navegante resplandece,
Precipita del risco levantado 8. a .
La espuma resonante,
El raudo viento pára, Llevando por el mar el fementido
La negra tempestad desaparece, Pastor á Elena en sus idalias naves,
Y á su influjo, del mar, en breve instante, Nereo de los aires la violenta
Calma el furor terrible. Furia contuvo apénas, y anunciando
Hados terribles : « En mal h o r a , » exclama,
Dudo si aplauda al fundador Quirino a Llevas á tu ciudad, á la que un dia
Despues de aquellos, del prudente Numa « Ha de buscar con numerosas huestes
El gobierno apacible. a Grecia; obstinada en deshacer tus bodas,
Las haces justicieras de Tarquino, « Y de tus padres el antiguo imperio.
O de Catón la muerte generosa, « i Cuánto al caballo y caballero espera
Los Escauros y Régulo constante; a Sudor y afán! Obi cuánto á la dardania
O si de Emilio cante, a Gente vas á causar estrago y luto!
Pródigo de la vida, a Ya, ya previene Pálas iracunda
La palma sobre Aníbal obtenida. a El almete y el égida sonante,
Curio, la cabellera mal compuesta: a Y el carro v o l a d o r ; y aunque soberbio
— 496 - — 497 —

• Con el lavor de Venus, la olorosa De su señor, mis siervos


« Melena trences, y en acorde lira, Pero vivo contento
« Grato a las damas, cantes amoroso "v De que jamas faltaron
« Verso, nunca será que las agudas En mí virtud y n u m e n afluente:
« Flechas de Creta y las herradas lanzas, Soy p o b r e ; pero el rico á m í se inclina.
« Funestas á tu amor, huyendo evites; Ni pido mas á la bondad divina,
i Ni el militar estrépito, ni al duro Ni para que mis fondos acreciente,
« Ayax, lijero en el alcance. Tarde Importuno al amigo generoso:
« Será tal vez (pero ha de ser) que en polvo Harto soy venturoso
« Tu cabello gentil todo se cubra. Con mis campos sabinos.
« Ayl ¿ n o miras al hijo de Laértes, Una y otra despues arrebatadas
« Y Néstor el de Pilos, á los tuyos Huyen las horas, y de igual manera
« Uno y otro fatal ? ¿No ves que osados Las nuevas lunas á morir caminan.
a Ya te persiguen, Teucro en Salamina Tú cercano á la muerte,
« Príncipe, y el que vence las batallas De mármol edificas levantadas
« Y diestro auriga á su placer gobierna Fábricas, olvidado de la tumba;
« Los caballos, lidiando, Esteneleo? Y estrecho en la ribera
« Tiempo será que á Meríon conozcas De Bayas, donde el piélago retumba,
« Y á Diomédes, mas fuerte que su padre. Buscas en él cimiento.
« ¿Le ves, que ardiendo en cólera, te busca, Qué mucho 1 si los términos vecinos
« Te sigue y a ? Tú, como el ciervo suele, Alteras avariento,
« Si al lobo advierte en la vecina cumbre, Usurpando á tus subditos la t i e r r a :
« El pasto abandonar; asi cobarde Por ásperos caminos
« Y sin aliento, evitarás su golpe : Tímidos huyen la mujer y esposo,
i Y no, no fueron tales las promesas Ambos al seno puestos
a Que á tu señora hiciste. La indignada Sus dioses, y sus hijos mal compuestos.
« Gente que lleva Aquilea, el funesto Pues no, no tiene el hombre poderoso
« Hado de Troya y sus matronas puede Palacio mas seguro,
« Un tiempo dilatar; pero cumplidos Que la mansión del Aqueronte avara :
« Breves inviernos, las soberbias torres Ella le espera habitador futuro.
« Arderá de Ilion la llama argiva. » Para qué anhelas mas? ¿Si al que mendiga
Hambriento y desvalido,
Y al sucesor del trono igual prepara
9.a I.a tierra sepultura. -
Ni el audaz Prometeo el aura pura
No de mi casa en altos artesones
Volvió á gozar, con dádivas vencido
Brilla el marfil ni el oro;
El que guarda las puertas del Averno.
Ni columnas que corta en sus regiones
El aprisiona á Tántalo, y la estirpe
Apartadas el moro, De Tántalo famosa :
Sostienen trabes áticas. Ni intruso El de quien sufre angustia dolorosa,
Sucesor, el alcázar opulento (Invocado tal vez ó aborrecido)
De Pérgamo ocupé. Nunca labraron El llanto acalla en el horror eterno.
P ú r p u r a s de Laconia, para el uso
ODA I. Y n o que lento y vágorOso bates
Lejos de m í tu desmayado vuelo,
Be un pajarito. Y esparces en el suelo
La niebla del balsámico rocío,
Yo vi sobre un tomillo
Con que el dolor serenas
Quejarse un pajarillo,
Y el vivo afan de las acerbas penas.
"Viendo su nido amado,
Duélete ¡ oh s u e ñ o ! al contemplar las mias :
De quien era caudillo,
Suspende ¡ ay Dios ! suspende
De un labrador robado
Por un momento el velador cuidado,
Víle muy congojado
Y en él tu velo vaporoso tiende.
Por tal atrevimiento
¿No bastan, di, para penar los días ?
Dar mil quejas al viento,
Mi espíritu rendido
Para que al cielo santo
A tanta agitación, mi triste pecho
Lleve su tierno llanto,
De palpitar cansado,
Lleve su triste acento.
Y en ansia y fuego el corazon deshecho
Ya con triste armonía
Tu celestial venida
Esforzando el intento,
Imploran ¡ ay 1 á restaurar mi vida.
Md quejas r e p e l í a ;
Para obligarte, en vano
Ya cansado callaba;
Mezclarme quise al alborozo insano
Y al nuevo sentimiento Del ruidoso feslin, y la ancha copa
Ya sonoro volvía : Henchí tres veces de espumoso vino.
Ya circular volaba, Tres veces la apuré sediento y ciego •
Ya rastrero corría, Pero en mi yerta boca
Ya pues d e r a m a en rama Se heló la risa, y se tornó en gemido.
Al rustico seguía, Y el ardiente licor que entró en mi seno,
Y saltando en la grama En vez d e d a r á mi dolor reposo,
Parece q u e decia : Raudal fue impetuoso
Dame, rústico fiero, De hiél ingrata y ponzoñosa lleno.
Mi dulce compañía : Fácil un tiempo mi clamor oías,
Y que le respondía Y blandamente en derredor volabas;
El rústico ; no quiero. Y halagüeño doblabas
D. E S T E V A S M A N U E L DE VILLEGAS. La gloria de mis dias,
Que tú en la noche á redoblar venias.
¡Oh ilusiones de bien 1 ¿ d o n d e h a b é i s ido?
ODA II.
¿Tal vez á no tornar? Tal vez sí ahora,
Al sueño. ¡ Olí sueño I has de venir, vendrá contigo
A atormentarme airada :
T ú , mudo esposo de la noche umbría Del bien perdido la doliente i d e a :
j Oh padre del sosiego, Mas ven, sueño, á mi voz, aunque asi sea.
4
Sueño consolador! ¿porqué te niegas Ven, que ya las dos osas
A mi lloroso ruego? Al ocaso avecinan
¿Porqué á mis sienes con piedad no llegas? Su refulgente carro, y presurosas
Las centellantes plévadas se inclinan. Entre los brazos cierras,
La luna fatigada Trabajos inmortales
Se relira hacia el m a r . y ya la aurora A tí y á tus vasallos n a t u r a l e s :
Precipita la hora A los que en Constantina
Que a n u n c i a en el oriente Rompen el fértil suelo, á los que baña
Su trémulo esplendor. ¡Ay! vendrá el dia, El Ebro, á la vecina
Vendrá, y mis ojos de velar cansados, Sansueña, á I.usitaña,
Su luz 110 sostendrán ni su halegria, A toda la espaciosa y triste España.
¡ Ríndete á compasion, sueno precioso Ya dende Cádiz llama
Tu néctar delicioso El injuriado Conde á la venganza
Mi triste frente halague, Atento, y no á la fama,
Y blando, y dulce, y regalado vágue... La bárbara pujanza,
¿Me escuchas? ¡oh favor! ya desmayados En quien para tu daño no hay tardanza.
Mis sentidos fallecen, Oye que al cielo toca
Mis miembros se entorpecen, Con temeroso son la trompa fiera,
Mis párpados se agravan, Que en Africa convoca
Las penas mismas su inclemencia fiera El moro á la bandera,
Con tu presencia acaban : Que al aire desplegada va ligera.
1 Quien de ellas libre al despertar se viera! La lanza ya blandea
D. MANUEL JOSÉ QUINTANA. El Arabe cruel, y hiere al viento,
Llamando á la pelea :
Innumerable cuento
ODA III.
De escuadras juntas veo en un momento.
t-,zfecia del Tajo. Cubre la gente el suelo,
Debajo de las velas desparece
Folgaba el rey Rodrigo La mar, la voz al cielo
Con la hermosa Caba en la ribera Confusa incierta crece,
Del Tajo sin testigo; El polvo roba el dia y lo oscurece.
El pecho sacó f u e r a ¡ Ay ¡ que ya presurosos
El rio, y le habló de esta manera : Suben las largas naves! ¡ ay! que tienden
En mal punto te goces, Los brazos vigorosos
Injusto f o r z a d o r ; que ya el sonido, A los r e m o s , y encienden
Y las amargas voces, Las mares espumosas por do hienden!
Y ya siento el bramido El Eolo derecho
De Marte, de f u r o r y ardor ceñido. Hinche la vela en p o p a , y larga entrada
Aquesa tu alegría Por el Hercúleo estrecho
I Que llantos a c a r r e a ! aquesa hermosa, Con la punta acerada
Que vio el sol en mal dia, El gran padre Neptuno da á la armada.
Al Godo, ¡ a y ! ¡cuan llorosa! *•- ¡Ay triste! ¿y aun te tiene
Al soberano cetro, ¡ a y ! ¡cuan costosa! El mal dulce regazo? ¿ni llamado
Llamas, dolores, guerras, Al mal que sobreviene
Muertes, asolamientos, fieros males ¡No acorres? ¿ocupado
No ves ya el puerto de Hércules sagrado? Derribó con los brazos suyos graves
Acude, acorre, v u e l a , Los cedros mas escelsos de la cima :
Traspasa la alta sierra, o c u p a el llano, Y el árbol que mas yerto se levanta
No perdones la espuela, Bebiendo agenas aguas, y atrevido
No riés paz á la m a n o , Pisando el b a n d o nuestro y defendido.
Menea fulminando el h i e r r o insano. Temblaron los pequeños confundidos
Ay ¡ cuanto de fatiga Del impio furor suyo : alzó la frente
I Ay! cuanto de sudor e s t á presente Contra t í , Señor Dios, y con semblante
Al que viste lori.ua, Y con pecho arrogante
Al infante valiente, . Y los armados brazos estendidos
A hombres y á caballos juntamentei Movió el airado cuello aquel potente.
Y t ú , Betis divino, Cercó su corazor. de ardiente saña
De sangre agena y tuya amancillado Contra las dos Hesperias que el mar baña,
Darás al mar vecino, P o r q u e en tí contiadas le resisten ,
¡ Cuanto yelmo q u e b r a d o l Y de armas de tu fe y amor se visten.
j Cuanto cuerpo de nobles destrozado! Dijo aquel insolente y desdeñoso : —
El furibundo Marte ¿No conocen mis iras estas tierras
Cinco luces las haces d e s o r d e n a , Y de mis padres los ilustres hechos?
Igual á cada parte : ¿O valieron sus pechos
La sesta ¡ ay! te c o n d e n a , Contra ellos con el [ingaro medroso
O cara p a t r i a , á b á r b a r a cadena. Y de Dalmacia y Rodas en las guerras?
¿Quien los pudo librar? ¿quien de sus manos
D. FRAy Luis DE LEO».
Pudo salvar los de Austria y los Germanos?
¿»Podrá su Dios, podrá por suerte ahora
ODA IV. Guardallos de mi diestra vencedora?
Su Roma temerosa y humillada
A la batalla de Lepanto.
Los cánticos en lágrimas convierte :
Cantemos al Señor q u e en la llanura Ella y sus hijos tristes mi ira esperan
Venció 'leí ancho mar al Trace Cero. Cuando vencidos m u e r a n .
T ú , Dios de las b a t a l l a s , t ú eres diestra Francia está con discordias quebrantada,
Salud y gloria nuestra : Y en España amenaza horrible muerte.
Tú rompiste las fuerzas y la dura Quien h o n r a de la Luna las banderas
Frente de Faraón feroz guerrero. Y aquellas en la guerra gentes lieras
Sus escogidos Príncipes cubrieron Ocupadas están en mi defensa;
Los abismos del m a r , y descendieron Y a u n q u e n o , ¿quien hacerme puede ofensa?
Cual piedra en el p r o f u n d o , y tu ira luego Los poderosos pueblos me obede-cen
.Los tragó como arista seca el fuego. Y el cuello con su daño al yugo inclinan,
El soberbio tirano conliado Y me dan p o r salvarse ya la mano :
En el grande aparato d e sus naves, Y su valor es vano;
Que de los nuestros la cerviz cautiva, Que sus luces cayendo se oscurecen,
Y las manos aviva Sus fuertes á la muerte ya caminan,
AL ministerio injusto de su estado, Sus vírgenes están en cautiverio,
Su gloria lia vuelto al cetro de mi imperio. Y la gloria manchar y la luz de ellas.
Del Kilo a Eufrates fértil é Istro frió Ocuparon del piélago los senos
Cuanto el sol alto m i r a , todo es mió. — Puesta en silencio y en temor la tierra,
T ú , Señor, qué no sufres que tu gloria Y cesaron los nuestros valerosos,
Usurpe quien su fuerza osado estima Y callaron dudosos,
Prevaleciendo en vanidad y en i r a , Hasta que al fiero ardor de Sarracenos.
Este soberbio mira El Señor eligiendo nueva g u e r r a ,
Que tus aras afea en su victoria. Se opuso el Joven de Austria generoso
IS'o dejes que los tuyos así oprima, Con el claro Español y belicoso.
Y en sus cuerpos cruel las fieras cebe, Que Dios no sufre ya en Babel cautiva
Y en su esparcida sangre el odio pruebe : Que su Sion querida siempre viva.
Que hechos ya su oprobio, dice ¿donde Cual león á la presa apercibido
El Dios de estos está? ¿de quien se esconde? Sin recelo los impíos esperaban
Por la debida gloria de tu nombre, A los que t ú , Señor, eres escudo,
Por la justa venganza de tu gente, Que el corazon desnudo
Por aquel de los míseros gemido De pavor, y de fe y amor vestido,
Vuelve el brazo tendido Con celestial aliento confiaban.
Contra este que aborrece ya ser hombre, Sus manos á la guerra compusiste,
Y las honras que celas tú consiente. Y sus brazos fortísimos pusiste
Y tres y cuatro veces el castigo Como el arco acerado, y con la espada
Esfuerza con vigor á tu enemigo, Vibraste en su favor la diestra armada.
Y la injuria á tu nombre cometida Turbáronse los grandes, los robustos
Sea el hierro contrario de su vida. Rindiéronse temblando y desmayaron :
Levantó la cabeza el poderoso Y tú entregaste, Dios, como la rueda,
Que tanto odio te tiene: en nuestro estrago Como la arista queda
Juntó el consejo, y contra nos pensaron Al ímpetu del viento, á estos injustos
Los que en él se hallaron. Que mil huyendo de uno se pasmaron.
Venid, dijeron, y en el mar ondoso Cual fuego abrasa selvas cuya llama
Hagamos de su sangre un grande lago, En las espesas cumbres se derrama,
Destruyamos á estos d é l a gente, Tal en tu ira y tempestad seguiste,
Y el nombre de su Cristo juntamente, Y su faz de ignominia convertiste.
Y dividiendo de ellos los despojos, Quebrantaste al cruel dragón, cortando
Hártense en muerte suya nuestros ojos. Las alas de su cuerpo temerosas
Vinieron de Asia y portentosa Egipto Y sus brazos terribles no vencidos,
Los Arabes y leves Africanos, Que con hondos gemidos
T los que Grecia junta mal con ellos Se retira á su cueva, do silvando
Con los erguidos cuellos, Tiembla con sus culebras venenosas
Con gran poder y número infinito; Lleno de miedo torpe en sus entrañas,
Y prometer osaron con sus manos De tu león temiendo las hazañas,
Encender nuestros fines v dar muerte Que saliendo de España dió un rugido
A nuestra juventud con hierro fuerte, Que le dejó asombrado y aturdido.
Nuestros niños prender y las doncellas, Hoy se vieron los ojos humillados
Del sublime varón y su grandeza; Tú que sigues la Luna,
Y tu solo Señor fuiste exaltado: Asia adúltera, en vicios sumergida?
Que tu dia es llegado, i Quien mostrará un liviano sentimiento?
Señor de los ejércitos armados, ¿Quien rogará por tí? Que á Dios enciende
Sobre la alta cerviz y su dureza, Tu ¡ra y la arrogancia que te ofende,
Sobre derechos cedros y estendidos, Y tus viejos delitos y mudanza }
Sobre empinados montes y crecidos, Han vuelto contra tí á pedir venganza.
Sobre torres y muros, y las naves Los que vieron tus brazos quebrantados,
De Tiro que á los tuyos fueron graves. Y de tus pinos ir el mar desnudo
Babilonia y Egipto amedrentada, Que sus ondas turbaron y llanura,
Temerá el fuego y la hasta violenta, Viendo tu muerte oscura
Y el humo subirá á la luz del cielo : Dirán de tus estragos espantados :
Y faltos de consuelo ¿Quien contra la espantosa tanto pudo?
Con rostro oscuro y soledad turbada El Señor que mostró su fuerte mano
Tus enemigos llorarán su afrenta. P o r la fé de su Príncipe Cristiano
Mas t ú , Grecia, concorde á la esperanza Y p o r el nombre santo de su gloria,
Egipcia, y gloria de su conGanza, A su España concede esta victoria.
Triste! que á ella pareces no temiendo Bendita, Señor, sea tu grandeza,
A Dios y á tu remedio no atendiendo. Que despues de los daños padecidos,
Porque ingrata tus hijas adornaste Despues de nuestras culpas y castigo,
En adulterio infame á una impia gente Rompiste al enemigo
Que deseaba profanar tus frutos, De la antigua soberbia la dureza.
Y con ojos enjutos Adórente, Señor, los escogidos, _
Sus odiosos pasos imitaste, Confiese cuanto cierra el ancho cielo
Su aborrecida vida y mal presente; Tu n o m b r e , oh nuestro Dios, nuestro consuelo,
Dios vengará sus iras en tu muerte, Y la cerviz rebelde condenada
Que llega á tu cerviz con diestra fuerte Perezca en bravas llamas abrasada.
La aguda espada s u y a : ¿quien, cuitada, D. FERNANDO DE HERRERA.
Reprimirá su mano desatada?
Mas t ú , fuerza del m a r , tú, escelsa Tiro,
ODA V.
Que en tus naves estabas gloriosa
Y el término espantabas de la tierra, A la verdad.
Y si hacias guerra
De temor la cubrías con suspiro; Ven, mueve el labio mió,
¿Como acabaste fiera y orgullosa? Angélica verdad, prole dichosa
¿Quien puso á tu cabeza daño tanto? Del alto cielo, y con tu luz gloriosa
Dios para convertir tu gloria en llanto Mi espíritu ilumina.
Y derribar tus ínclitos y fuertes, Huya el error impío,
Te hizo perecer con tantas muertes. Huya á tu voz divina,
Llorad, naves del m a r , que es destruida Cual se despeña la tiniebla oscura
Vuestra vana soberbia y pensamiento. Del albo dia ante la llama pura.
¿Quien ya t e n d r á de tí lástima alguna, No desdeñes mi r u e g o ;
Que hasta aqui siempre cariñosa oiste,
En mi constante seno
Tú, que mi mimen soberano fuiste,
Un templo te be erigido,
Y encanto delicioso: Do de tu n ú m e n lleno
Que deslumhrado y ciego
Te adoro, alma verdad, libre si oscuro,
Se lanza presuroso
Mas de vil m i e d o ; y de ambición seguro.
Del pestilente vicio en la ancha via
Por tí cuanto en su instable
El mortal triste, á quien tu luz no guia,
Inmensidad el universo ostenta,
Mas aquel que clemente
O el Altísimo en gloria se presenta
Miras con blanda faz, en tu belleza
Como posible e x i s t e :
Absorto alzarse á tu inefable alteza
Que en su mente inefable
Ansia con feliz vuelo :
Tú el prototipo fuiste,
Y hollando osadamente
A cuya norma celestial redujo
Cuanto el mísero suelo
Cuanto despues su inanidad produjo.
Mentido bien solícito atesora,
Y eterna precediendo
Su ilusión rie, y tu deidad adora. Del tiempo el vuelo rápido, inconstante,
Tu deidad que tremenda Mientras se pierde el orbe en incesante
La mente turba del feroz tirano, Deleznable ruina,
Y hace que el grito que su orgullo insano Por tí propia existiendo,
Arranca al oprimido, Ante tu luz divina
Despavorida atienda Al sistema faláz el velo alzado
Su oreja entre el lueido Y el error ves cual niebla disipado.
Estrépito en que el aula le adormece, Y centro irresistible
Y un vil incienso por do quier le ofrece. Del h u m a n a l deseo, cuanto hallara
Mientras con amorosa Sagaz en la ancha tierra, y en la clara
Plácida diestra de los tristes ojos Región del alto cielo
Limpias el llanto, y calmas los enojos Su tesón invencible,
Del infeliz opreso, Todo al ferviente anhelo
Aliviando oliciosa Lo debe, ó p u r a luz, con que la mente
El rudo indigno peso Te busca inquieta, y tus encantos siente.
Que oprimir puede la inocente planta : En ellos embebido
Que á Dios su ánimo libre se levanta. A Siracusa el griego á saco entrada
Ven pues, ohl deidad bella! No v e ; y herido de la atroz espada
Fácil desciende del escelso cielo Da su vida gloriosa :
Do te acogiste abandonando el suelo Y el gran Newton subido
Con vicios mil manchado; A la mansión lumbrosa
Y cual radiante estrella Cual genio alado tras los astros vuela;
Conduce al engañado Y al m u n d o absorto la atracción revela.
Mortal; tu luz su espíritu ilumine; ¡Oh augusta, firme amiga
Y el orbe entero á tu fulgor se incline. De la escelsa virtud! Tú al sabio oscuro
Yo en tu gloria embebido Que adora de tu faz el lampo puro,
Siempre te aclamaré con frente o s a d a ; Cariñosa sostienes
Y á tu culto la lengua consagrada, En la ilustre fatiga;
Y ¡oh Ser eterno! en tu bondad confio.
Sus venerandas sienes
Asi dijera el sabio;
De inmortal lauro ciñes; y su gloria _
Y el tósigo letal tranquilo apura.
Durar haces del tiempo en la memoria.
Inmóvil le contempla en su amargura
O si el triste nublado
Fedon : Cebes y Crito
De la persecución, hórrido t r u e n a ,
Con desmayado labio
Tú le confortas, y su faz serena
Gimen . al vil Melito
Escucha el alarido
Critóbulo maldice ciego de i r a ,
Del vulgo fascinado,
Y él en los brazos de Platón espira :
Contra sí embravecido;
Cual la encendida frente
O á la infame venganza que maquina
Hunde escondido en nubes nacaradas
En las tinieblas su fatal r u i n a .
En las sonantes o n d a s , recamadas
Asi en plácida trente
De sus rubios ardores,
Pudo el divino Sócrates mostrarse
El Sol resplandeciente:
Al frenético pueblo, y entregarse
En pálidos fulgores
A sus perseguidores,
Fallece el d i a , y su enlutado velo
Que la copa inclemente
La noche tiende por el ancho cielo.
Le ornaste tú de flores,
Y en su inocente diestra la pusiste, D. JOAN MELENDEZ VALDES.

Y en néctar la cicúta convertiste.


Mártir él generoso LETRILLA.
De tu escelsa deidad asi decia,
El tósigo mirando : vendrá un día Poderoso caballero
Que útil al m u n d o sea Es Don dinero.
Mi suplicio afrentoso; M a d r e , yo al oro me humillo
Y la verdad se vea Él es mi amante y mi a m a d o ;
Con el gran Dios de todos acatada, Pues de puro enamorado
La vil superstición por tierra hollada. De continuo anda amarillo :
Del punto que propuse Que pues doblon ó sencillo,
Impávido anunciarla, el error fiero Hace todo cuanto q u i e r o ;
Alzar contra mi pecho su impío acero Poderoso caballero
Vi con diestra ominosa : Es Don dinero.
A m o r i r me dispuse, Nace en las Indias h o n r a d o
En la empresa gloriosa: Donde el mundo le a c o m p a ñ a ,
Dócil, mas firme abrazo las cadenas Viene á morir en España,
Con que hoy me oprime la engañada Atenas. Y es en Génova enterrado :
Si Anito me persigue. Y pues quien le trae al lado
Le perdono, y al crédulo Areopago; Es hermoso aunque sea liero,
Y muriendo, á la patria satisfago Poderoso caballero
El feudo que la debo. Es Don dinero.
Hoy mi virtud consigue Es galan y es como un o r o ,
Su p r e z ; el cáliz bebo Tiene quebrado el color,
Con que me brinda el fanatismo impío;
Persona de gran valor, Pero pues da calidad
Tan cristiano como moro : Al noble y al pordiosero,
Pues que dá y quita el decoro Poderoso caballero
Y quebranta cualquier f u e r o ; Es Don dinero.
Poderoso caballero Mas valen en cualquier tierra,
Es Don dinero. Mirad si es harto sagaz,
Son sus padres principales, Sus escudos en la paz,
Y es de nobles descendiente, Que rodelas en la guerra :
Porque en las venas de o r i e n t e , Y pues al pobre le e n t i e r r a ,
Todas li S sangres son reales: Y hace propio al forastero,
Y pues es quien hace iguales Poderoso caballero
A Duque y al ganadero; Es Don dinero.
Poderoso caballero D. FRANCISCO DE QCEVEDO.
Es Don dinero.
¿ Mas á quien no maravilla, LETRILLA.
Ver en su gloria sin tasa
Que es lo menos de su casa Truécanse los tiempos,
Doña Blanca de Castilla? Múdanse las horas,
Pero pues da al bajo silla Unas de placeres,
Y al cobarde hace g u e r r e r o , De pesares otras.
Poderoso caballero Y en la primavera
Es Don dinero. De las mas hermosas
Sus escudos de armas nobles Noche son los años,
Son siempre tan principales, La niñez aurora.
Que sin sus escudos reales El árbol florido,
No hay escudos de armas dobles : Que el cierzo despoja,
Y pues á los mismos robles Si enero le agravia,
Da codicia su m i n e r o , Mayo le corona.
Poderoso caballero La callada f u e n t e ,
Es Don dinero. Que m u r m u r a á solas,
Por importar en los tratos, En verano r i e ,
Y dar tan buenos consejos Y en invierno llora.
En las casas de los viejos Si en prisiones duermen
Gatos le guardan de galos; Las aves s o n o r a s ,
Y pues él rompe recatos Libertad del dia
Y ablanda al juez severo, Por los ayes gozan.
Poderoso caballero Si los vientos b r a m a n ,
Es Don dinero. Y la mar se e n o j a ,
Y es tanta su magestad, Cuando el alba naoe
Aunque son sus duelos h a r t o s , Descansan las olas.
Que con haberle hecho cuartos Si de nieve mira
No pierde su autoridad: Cubierta su choza
Diz no está la gracia'
El p a s t o r , que en ella
Para ser poeta
Guarda ovejas pocas;
Cual yo deseaba.
Cuando vuelve mayo
Lleno de inquietudes
Que sus pajas d o r a ,
Salgóme de casa
Los copos de nieve
Por ver á un amigo
De plata son copas.
Crítico de m a r c a ,
La viuda montaña
Que de todo entiende
Sus nevadas tocas
Por las galas trueca Y de todo p a r l a ,
De lirios y rosas. Y de todo sabe
Criticar con gracia.
Y el sol á quien prenden
Encuéntrale al p u n t o ,
Sus pasos las s o m b r a s ,
Y er. breves palabras
Mas galan despierta
Le digo la pena
Por campos de aljófar.
Que á mí me a q u e j a b a :
Para todos sale
Y así que me enseñe
Desterrando á t o d a s ,
Una buena traza
Que las sombras huyen
Para ser poeta
De su luz medrosas.
Cual yo deseaba.
Silvia, tus cabellos,
Mi erudito a m i g o ,
Y mejillas r o j a s ,
Viendo mi demanda
Si el tiempo las pinta
Me m i r a , y arquéa
Él mismo las borra.
Sus cejas pobladas,
DEL P R I N C I P E DE ESQUILACHE. Frunce las narices,
Estrega las palmas,
LETRILLA Y tomando un polvo
Dá una gran risada.
ABOSO D E INVOCAR A LAS MUSAS E N CUALQUIER Instóle de nuevo,
ASUNTO. Y él de nuevo clava
Sus vivaces ojos
No acuerdo que dia
En mi mustia cara;
De la otra semana ,
Pero en íin movido
Estando yo solo
De mis doctas ancias,
Queuito en mi estancia,
Con gentil talante
De ser gran poeta
De esta suerte me habla :
Me vino la gana.
a Nunca jamás pongas
Versos bien los hago
a Tu pluma en la c a r t a ,
Yo de todas castas,
a Sin que invoques ántes.
Sin que un pie á ninguno
a Las manos plegadas,
Sobre, ni haga f a l t a ,
« El potente influjo
Porque con los dedos
« De las Divas sacras :
Los cuento con p a u s a ;
a Bien como el famoso
Pero en hacer versos
Cual yo deseaba
« Iléroe de la Mancha
Pues nunca en mi vida
« Que á su Dulcméa
Daré una plumada,
« Fielmente invocaba
Sin que antes invoque
« Antes que llegase
Con voces bien altas
« A entrar en batalla.
A todo el P a r n a s o ,
« Una , dos, mil veces
Aunque no mas haya
(i I n s t a , pide, clama,
De escribir las coplas
« Y jainlis desistas
De la zarabanda.
a De tales plegarias,
« Hasta que á tu lado, F. VICENTE MARTÍNEZ COLOMER.
« O á corta distancia,
« Sobre augusto trono
« De nubes sentada
(i Veas á la diosa EPÍSTOLAS FILOSÓFICAS.
« Que te sopla ufana.
« Entonce en el hondo
« Centro de tu alma 4.a
« Verás que se enciende
« La eléctrica llama : A un Ministro; sobre la utilidad de la historia.
« Verás que tus venas
« Túrgidas se ensanchan , Ya el invierno de nubes coronado
« Que se abrasa el p e c h o , Detuvo en hielos su corriente al rio :
« Que arden las e n t r a ñ a s , Brama el Bóreas. Felices
« Se encarniza el ojo, Campos, adiós, y t ú , valle sombrío
« Y la fez se inflama. A los placeres del amor sagrado,
« Hete aquí el momento Vénus hoy te abandona y los Amores,
« En que sin tardanza Y el sol cercano al Capricornio frió,
« Tomarás la p l u m a , De la noche los términos dilata.
« Y á vista cerrada No toleremos, no, que voladora
« Galoparla deja Así pase la edad, si los mejores
a Por do tenga g a n a ; Instantes que arrebata,
« Déjala seguro Negamos del estudio á las tareas.
« De alcanzar la palma. » Por él, mi dulce amigo,
Dijo; y estregando La razón conducida,
Otra vez las palmas, Recibe del saber altas ideas.
Me nn ra y se rie En la carrera incierta de la vida
Y dice : esto basta. . Dirigir puede al hombre, y enemigo
Esta leccioncita Del ocio torpe y la ignorancia oscura,
Me cayó en tal gracia, O le presta consuelo
Que á mi Üel amigo En la adversa ocasion, ó le asegura
Di lirme palabra El favor de la suerte :
De ser tal poeta Justa obediencia y justo imperio enseña.
Cual yo deseaba
« Iléroe de la Mancha
Pues nunca en mi vida
« Que á su Dulcméa
Daré una plumada,
« Fielmente invocaba
Sin que antes invoque
« Antes que llegase
Con voces bien altas
« A entrar en batalla.
A todo el P a r n a s o ,
« Una , dos, mil veces
Aunque no mas haya
(i I n s t a , pide, clama,
De escribir las coplas
« Y jainlis desistas
De la zarabanda.
a De tales plegarias,
« Hasta que á tu lado, F. VICENTE MARTÍNEZ COLOMER.
« O á corta distancia,
« Sobre augusto trono
« De nubes sentada
(i Veas á la diosa EPÍSTOLAS FILOSÓFICAS.
« Que te sopla ufana.
« Entonce en el hondo
« Centro de tu alma
« Verás que se enciende
« La eléctrica llama : A un Ministro; sobre la utilidad de la historia.
« Verás que tus venas
« Túrgidas se ensanchan , Ya el invierno de nubes coronado
« Que se abrasa el p e c h o , Detuvo en hielos su corriente al rio :
« Que arden las e n t r a ñ a s , Brama el Bóreas. Felices
« Se encarniza el ojo, Campos, adiós, y t ú , valle sombrío
« Y la fez se inflama. A los placeres del amor sagrado,
« Hete aquí el momento Vénus hoy te abandona y los Amores,
« En que sin tardanza Y el sol cercano al Capricornio frió,
« Tomarás la p l u m a , De la noche los términos dilata.
« Y á vista cerrada No toleremos, no, que voladora
« Galoparla deja Así pase la edad, si los mejores
a Por do tenga g a n a ; Instantes que arrebata,
« Déjala seguro Negamos del estudio á las tareas.
« De alcanzar la palma. » Por él, mi dulce amigo,
Dijo; y estregando La razón conducida,
Otra vez las palmas, Recibe del saber altas ideas.
Me nn ra y se rie En la carrera incierta de la vida
Y dice : esto basta. . Dirigir puede al hombre, y enemigo
Esta leccioncita Del ocio torpe y la ignorancia oscura,
Me cayó en tal gracia, O le presta consuelo
Que á mi Üel amigo En la adversa ocasion, ó le asegura
Di lirme palabra El favor de la suerte :
De ser tal poeta Justa obediencia y justo imperio enseña.
— 518 — — 519 -
Si á tí benigno el cielo El yugo sacudir, Palmira ilustre,
Miró al nacer, y lioy colma de favores; Yace desierta ahora.
Pues no á las letras proteger desdeña Sus arcos y obeliscos suntuosos
Tu mano generosa, Montes son ya de trastornadas piedras,
Ellas su auxilio deben ofrecerte. Sus muros son ruinas.
Que no siempre de flores Hundió del tiempo la invisible mano
La senda peligrosa Entre arbustos estériles y hiedras,
De la fortuna encontrarás c u b i e r t a ; Los pórticos del foro,
Ni el timón abandona el marinero, _ En columnas de Paro sostenidos,
Por mas que el viento igual, propicio espire. Basas robustas y techumbres de oro,
Donde el arte expresó formas divinas...
Docta la historia, ejemplo verdadero Memorias de dolor! Allí apacienta
A tu razón presente, Su ganado el zagal, y absorto admira
De lo que habrá de ser, en lo que ha sido. Cómo repite el eco sus acentos,
Mira en ella los pueblos mas famosos Por las concavidades retumbando.
Que redimen sus fastos del olvido, De tal desolación la causa mira,
Si políticos ya, si belicosos, No tanto en los opuestos elementos
A tanta gloria, á tal poder llegaron; Embravecidos, cuando
Si en ellos se admiraron Al austro oscuro el aquilón compite,
Justicia, humanidad, costumbres puras, Y Jove, en alto carro conducido,
Si f u é de la virtud asilo el t r o n o ; Fulmina á los alcázares centellas;
Si la ignorancia, las venganzas duras, O cuando en las cavernas oprimido
El ocio corruptor, el abandono, Del centro de la tierra, el fuego brama
Dieron causa á su estrago. Con rumor espantoso,
Ya no existís, naciones poderosas, Y en su reventacion muda los montes,
Vuestra gloria acabó. Tiro opulenta, Ciudades a r r u i n a ,
Persépolis, y t ú , Gera Cartago, Hierve el mar proceloso,
Enemiga del pueblo de Q u i n n o , Y arde en sus ondas la violenta llama.
Ya no existís. Dudoso el caminante Que-el hombre, el h o m b r e mismo,
En hórrido desierto Si á la maldad declina,
Os busca, y el bramido Desconociendo términos, excede
De las fieras le aparta. La corriente A las iras del cielo y del abismo.
Sigue al Eufrates que tronando suena,
Y el lugar desconoce Triunfó insolente la i m p i e d a d , faltaron
Donde la asiría Babilonia estuvo Las leyes, el p u d o r , y los robustos
Que al héroe macedón miró triunfante Imperios de la tierra
Hoy cenagosos lagos, corrompido Debilitó cobarde tiranía :
Vapor, caliente arena, Las delicias funestas enervaron
Aspera selva, inculta, engendradora El amor de la patria, el ardimiento,
De monstruos ponzoñosos La disciplina militar, y el dia
Encuentra solo; y la ciudad que pudo Llogó terrible de discordia y guerra,
Del vencedor r o m a n o Que al orgullo mortal previno el hado,
Para ejemplo á los siglos espantoso, Verás entonces que el que sabe, impera,
Y como desatado Y en medio de las dichas preparando
Suele el torrente de la yerta cumbre. El ánimo robusto
Bajar al valle, y resonando lleva, Contra la adversidad, ó la modera,
Roto el margen con ímpetu violento, O la resiste intrépido. Que el mando
Arboles, chozas y peñascos duros, Es delicioso, si templado y justo
Rápido quebrantando y espumoso La unión social mantiene,
De los puentes la grave pesadumbre, Los intereses públicos procura,
Y la riqueza de los campos quita, La ley se cumple, y ceden las pasiones.
Y soberbio en el mar se precipita ; Que el poder, no en violencia se asegura,
Así, bárbaras gentes, descendiendo Ni el horror del suplicio le sostiene,
Del norte helado en multitud inmensa Ni armados escuadrones;
Contra la invicta Roma, estrago horrendo, Pues donde amor faltó, la fuerza es vana.
Muerte y esclavitud la destinaron,
Y al orbe que oprimió, dieron venganza. Tú lo sabes, señor, y en tus acciones
Ejemplo das. Tú la virtud oscura,
Así, en edad distinta,
Tú la inocencia amparas. Si olvidado
Osado el trace, sin hallar defensa,
El mérito se vió, tú le coronas;
Excediendo el suceso á la esperanza,
Las letras á tu sombra florecieron,
Trastornó los imperios del oriente,
El zelo aplaudes, el error perdonas,
El trono de los Césares, la augusta
Ciudad de Constantino. Y el premio á tus aciertos recibiste
Grecia humilló su frente : En placer interior que el alma siente.
El Aráxes y el Tigris proceloso, Oh 1 pues tan altos dones mereciste
Con el Jordán divino Al Númen bienhechor, que generoso
Que al mar niega el tributo, Igualó con tus prendas tu f o r t u n a ;
Las Arabias y Egipto fabuloso, Roba instantes al tiempo presuroso,
En servidumbre dura Ilustrando la mente
Cayeron y opi esion. Gimió vencida Con nuevas luces, si te falta alguna.
La tierra, que llenó de espanto y luto
De sus vagos ejércitos impíos
La furia poderosa.
2.a
Mas como suele en los despojos frios
A. D. Gaspar de Jovellános.
Que al sepulcro voraz lleva la muerte,
Buscar alivios á la frágil vida Sí, la pura amistad, que en dulce nudo
La física estudiosa; Nuestras almas unió, durable existe,
Tú así, en la edad pasada examinando Jovino ilustre; y ni la ausencia larga,
De tantos pueblos la voluble suerte, Nil a distancia, ni interpuestos montes,
Las causas de su gloria y su rüina, Y proceloso mar que suena ronco,
Propio escarmiento harás la culpa ajena, De mi memoria apartarán tu idea.
Experiencia el aviso,
Y natural talento la doctrina. Duro silencio á mi cariño impuso
El son de Marte, que suspende ahora Cayó la gran ciudad que las naciones
La paz, la dulce paz. Sé que en oscura, Mas belicosas dominó, y con ella
Deliciosa quietud, contento vives : Acabó el nombre y el valor l a t i n o ;
Siempre animado de incansable zelo Y la que osada, desde el Nilo al Bélis,
Por el público bien, de las virtudes Sus águilas llevó, prole de Marte,
Y del talento protector y amigo. Adornando de bárbaros trofeos
El Capitolio, conduciendo atados
Estos que formo de primor desnudos, Al carro de marfil reyes adustos.
No castigados de tu docta lima, Entre el sonido de torcidas trompas
Fáciles versos, la verdad te anuncien Y el ronco aplauso de los anchos foros,
De mi constante f e ; y el cielo en tanto La que dió leyes á la tierra; horrible
Vúelvame presto la ocasion de verle, Noche la cubre, pereció. Ni esperes
Y renovar en familiar discurso En la que existe descendencia oscura,
Cuanto á mi vista presentó del orbe T o r p e , abatida, del honor primero,
La varia escena. De mi patria orilla De la antigua virtud hallar señales.
A las que el Sena turbulento baña,
Tenido en s a n g r e ; del audaz britano Estos desmoronados edificios,
Dueño del m a r , al aterido belga; Informes masas que el arado r o m p e
Del Rliin profundo, á las nevadas cumbres Circos un tiempo, alcázares, teatros,
Del Apenino, y la que en h u m o ardiente Termas, soberbios arcos y sepulcros,
Cubre y ceniza á Ñapóles canora; Donde (fama es común) tal vez se escucha
Pueblos, naciones visité distintas, En el silencio de la sombra triste
Util ciencia adquirí, que nunca enseña Lamento funeral, la gloría acuerdan
Docta lección en retirada estancia; Del pueblo ilustre de Quirino, y solo
Que allí no ves la diferencia suma Esto conserva á las futuras gentes,
Que el clima, el culto, la opinion, las artes, La señora del m u n d o , ínclita Roma.
Las leyes causan. Hallarásla solo, ¿Esto y no mas, de su poder temido,
Si al hombre estudias en el hombre mismo. De sus artes quedó? ¡Que no pudieron
Ni su v i r t u d , ni su saber, ni unida
Ya el crudo invierno que aumentó las ondas T a n t a opulencia, mitigar del hado
Del Tibre, en sus orillas me detiene, La ley t r e m e n d a ó dilatar el golpe!
De Roma habitador. ¡ Fuéseme dado Ay! si todo es mortal, si al tiempo ceden,
Vagar por ella, y de su gloria antigua Como la débil flor, los fuertes muros,
Contigo examinar los admirables • Si los bronces y pórlidos q u e b r a n t a ,
Restos que el tiempo, á cuya fuerza nada Y los destruye y los sepulta en polvo;
Resiste, quiso perdonar! Alumno ¿ P a r a quién guarda su tesoro intacto
Tú de las Musas y las artes bellas, El avaro infeliz? ¿á quién promete
Oráculo veraz de la alma historia, Nombre inmortal la adulación traidora,
I Cuánta doctrina al afluente labio Que la violencia ensalza y los delitos?
Dieras, y cuántas, inllamado el n u m e n , ¿ Porqué á la tumba presurosa corre
Imágenes sublimes hallarías La h u m a n a estirpe, vengativa, a i r a d a ,
En los destrozos del mayor imperio! Envidiosa... De q u é ? si cuanto existe,
Hasta que horrible tempestad le cerca,
Y cuanto el hombre ve, todo es rüinas. Braman las o n d a s , y aquilón sañudo
El frágil leño en remolinos h u n d e ,
Todo : que á no volver huyen las horas O yerto escollo de coral le rompe.
Precipitadas, y á su fin conducen
De los altos imperios de la tierra La paz del corazon, única y sola
El caduco esplendor. Solo el oculto Delicia del mortal, no la consigue
N u m e n , que anima el universo, eterno Sin que el f u r o r de su ambición r e p r i m a ,
Vive, y él solo es poderoso y grande. Sin que del vicio la coyunda logre
Intrépido r o m p e r . Ni hallarle espere
En la estrechez de sórdida pobreza,
Que las pálidas fiebres acompañan,
3." La desesperación y los delitos;
Ni los metales, que á mi rey tributa
A, D. Simón Rodríguez Laso, rector del Colegio Lima opulenta, poseyendo. El vulgo
de S. Clemente de Bolonia. V a n o , sin l u z , de la fortuna adora
El ídolo engañoso, la prudente
Laso „ e l instante que llamamos vida, Moderación es la virtud del sabio.
¿Es poco breve, d i , que el hombre deba
Su fin apresurar? O los que al m u n d o Feliz aquel que en áurea medianía
Naturaleza dio males crueles, Ambos estremos evitando, abraza
¿Tan pocos fueron, que el error disculpe Ignorada quietud. Ni el bien ajeno
Con que aspiramos á crecer la s u m a ? Su paz turbó . ni de insolente orgullo
Las iras teme, ni el favor procura :
Ves afanarse en modos m i l , buscando Suena en su labio la verdad, detesta
Riquezas, f a m a , autoridad y honores, Al vicio, a u n q u e del orbe el cetro e m p u ñ e
La h u m a n a multitud ciega y perdida? Y envilecida multitud le adore :
Oye el lamento universal. Ninguno Libre, inocente, oscuro, alegre vive;
Verás que á la deidad con atrevidos A nadie superior, de nadie esclavo.
Votos no canse, y otra suerte envidie.
Todos, desde la choza, mal cubierta Pero ¿cuál frenesí la mente ocupa
De rudos troncos, al robusto alcázar Del h o m b r e , y llena su existencia breve
De los tiranos, donde truena el b r o n c e , De angustias y dolor? T ú , si en las horas
Infelices se llaman. Ay I y acaso De largo estudio el corazon humano
Todos lo son : que de un afecto en o t r o , Supiste conocer, ó en los famosos
De una esperanza, y o t r a , y m i l , creídos, Palacios, donde la opulencia h a b i t a ,
Hallan, huyendo el b i e n , fatiga y m u e r t e . La astucia y c o r r u p c i ó n ; ¿hallaste alguno
Así buscando el navegante asturo De los que el aura del favor sustenta,
La playa austral, que en vano solicita, Y martiriza áspera sed de imperio,
Si v e , muriendo el sol, nube distante, Que un placer guste, que una vez descanse?
Allá dirige las hinchadas lonas. ¡Y cómo burla su esperanza, y postra
Su error conoce al fin; pero distingue La suerte su ambición! Los sube en a l t o ,
Monte de hielo entre la niebla oscura, Par% que al suelo con mayor ruina
Y á esperar vuelve, y otra vez se e n g a ñ a :
Se precipiten. Como en noche oscura Y libres c o m o , yo r u m o r suave
Centella artificial los aires r o m p e ; Que en tornozumbe del panal hibleoj,
La plebe admira el esplendor mentido Y leves auras espirando olores;
De su rápida l u z ; r e t u m b a , y muere. Esto á mi corazón le basta... Y cuando
Llegue el silencio de la noche e t e r n a ,
¿Ves adornado con diamantes y o r o ,
Descansaré, sombra feliz, si algunas
De vestiduras séricas cubierto
Lágrimas tristes mi sepulcro bañan.
Y púrpuras del s u r , que arrastra y pisa,
Al poderoso audaz? ¿La numerosa
Turba no ves que le saluda humilde,
Ocupando los pórticos sonoros
De la fábrica i n m e n s a , que olvidado EPÍSTOLAS SATÍRICAS.
De morir, ya decrépito, levanta?
1.a
Ay 1 no le envidies; que en su pecho anidan
Tristes afanes La brillante p o m p a , El Filosofastro.
Esclavitud magnífica, los humos
De adulación servil, las militares Ayer Don Ermeguncio, aquel pedante
Puntas que en torno á defenderle asisten, Locuaz, declamador, á verme vino
Ni los tesoros que avariento oculta, En punto de las diez. Si de él te acuerdas,
Ni cien provincias á su ley sujetas Sabrás que no tan solo es i m p o r t u n o ,
Alivio le darán. Y en vano el sueño Presumido, e m b r o l l o n , sino que á tantas
Invoca en pavorosa y luenga noche; Gracias añade la de ser goloso,
Busca reposo en vano, y por las altas Mas que el perro de Filis. No te puedo
Bóvedas de marlil vuela el suspiro. Decir con cuántas indirectas frases,
Y tropos elegantes y floridos,
Oh! tú del Arlas vagaroso, humilde Me pidió de almorzar. Cedí al encanto
Orilla, rica d é l a mies de Céres, De su elocuencia, y vieras conducida
De pámpanos y olivos! Verde prado Del rústico gallego que me sirve,
Que pasta mudo el ganadillo errante, Ancha bandeja con tazón chinesco
Aspero m o n t e , opaca selva y fria; .Rebosando de hirviente chocolate
¿Cuándo será que habitador dichoso \Ración cumplida para tres prelados
De c ó m o d o , r u r a l , pequeño albergue, Benedictinos), y en cristal luciente,
Templo de la amistad y de las Musas, Agua que serenó barro de A n d ú j a r ;
Al cielo grato y á los hombres, vea Tierno y sabroso pan, mucha abundancií
En deliciosa paz los años mios De leves tortas y bizcochos d u r o s ,
Volar fugaces? Parca m e s a , ameno Que toda absorben la pocion suave
J a r d í n , de frutos abundante y (lores, De soconusco, y su dureza pierden.
Que yo cultivaré, sonoras aguas No con tanta placer el lobo hambriento
Que de la altura al valle se deslicen, Mira la enferma r e s , que en solitario
Y lentas formen trasparente lago Bosque perdió el pastor, como el ayune
A los cisnes de Vénus , escondida Huésped el don que le presento opimc*
Gruta de musgo y de laurel cubierta,
Aves canoras, revolando alegres, Antes de comenzar el gran destrozo,
Se precipiten. Como en noche oscura Y libres c o m o , yo r u m o r suave
Centella artificial ¡os aires r o m p e ; Que en tornozumbe del panal hibleoj,
La plebe admira el esplendor mentido Y leves auras espirando olores;
De su rápida l u z ; r e t u m b a , y muere. Esto á mi corazón le basta... Y cuando
Llegue el silencio de la noche e t e r n a ,
¿Ves adornado con diamantes y o r o ,
Descansaré, sombra feliz, si algunas
De vestiduras séricas cubierto
Lágrimas tristes mi sepulcro bañan.
Y púrpuras del s u r , que arrastra y pisa,
Al poderoso audaz? ¿La numerosa
Turba no ves que le saluda humilde,
Ocupando los pórticos sonoros
De la fábrica i n m e n s a , que olvidado EPÍSTOLAS SATÍRICAS.
De morir, ya decrépito, levanta?
•1.a
Ay 1 no le envidies; que en su pecho anidan
Tristes afanes La brillante p o m p a , El Filosofastro.
Esclavitud magnífica, los humos
De adulación servil, las militares Ayer Don Ermeguncio, aquel pedante
Puntas que en torno á defenderle asisten, Locuaz, declamador, á verme vino
Ni los tesoros que avariento oculta, En punto de las diez. Si de él te acuerdas,
Ni cien provincias á su ley sujetas Sabrás que no tan solo es i m p o r l u n o ,
Alivio le darán. Y en vano el sueño Presumido, e m b r o l l o n , sino que á tantas
Invoca en pavorosa y luenga noche; Gracias añade la de ser goloso,
Busca reposo en vano, y por las alias Mas que el perro de Filis. No te puedo
Bóvedas de marlil vuela el suspiro. Decir con cuántas indirectas frases,
Y tropos elegantes y floridos,
Oh! tú del Arlas vagaroso, humilde Me pidió de almorzar. Cedí al encanto
Orilla, rica d é l a mies de Céres, De su elocuencia, y vieras conducida
De pámpanos y olivos! Verde prado Del rústico gallego que me sirve,
Que pasta mudo el ganadillo errante, Ancha bandeja con tazón chinesco
Aspero m o n t e , opaca selva y fria; .Rebosando de hirviente chocolate
¿Cuándo será que habitador dichoso \Ración cumplida para tres prelados
De c ó m o d o , r u r a l , pequeño albergue, Benediciinos), y en cristal luciente,
Templo de la amistad y de las Musas, Agua que serenó barro de A n d ú j a r ;
Al cielo grato y á los hombres, vea Tierno y sabroso pan, mucha abundancií
En deliciosa paz los años mios De leves lortas y bizcochos d u r o s ,
Volar fugaces? Parca m e s a , ameno Que toda absorben la pocion suave
J a r d í n , de frutos abundante y flores, De soconusco, y su dureza pierden.
Que yo cultivaré, sonoras aguas No con tanta placer el lobo hambriento
Que de la altura al valle se deslicen, Mira la enferma r e s , que en solitario
Y lentas formen trasparente lago Bosque perdió el pastor, como el ayune
A los cisnes de V e n u s . escondida Huésped el don que le presento opimc*
Gruta de musgo y de laurel cubierta,
Aves canoras, revolando alegres, Antes de comenzar el gran destrozo,
-0
Altos elogios hizo del fragante
Aroma que la taza despedía, Infame delator, amigo falso,
Del esponjoso p a n , de los dorados Que ya no ejerza autoridad censoria
Bollos, del p l a t o , del mantel, del a g u a ; En la Puerta del sol, y allí gobierne
Y empieza á devorar. Mas no presumas Los Estados del m u n d o ; las costumbres,
Que p o r eso calló; diserta y c o m e , L o s ' i t o s y las leyes mude y quite.
Engulle y grita, fatigando á un tiempo
Próculo, que se viste, y calza, y come
Estómago y pulmón. Qué cosas dijo!
De calumniar y de mentir, publica
I Cuánta doctrina acumuló, citando,
Centones de moral. Nevio, que puso
Vengan al caso ó n o , godos, y etruscos!
Pleito á su madre y la encerró por loca,
Al fin, en ronca voz : « O h ! edad n e f a n d a ,
Dice que ya la autoridad paterna
« Vicios abominables! oh costumbres!
Ni apoyos tiene ni vigor, y nace
Oh corrupción! o exclama; y de camino
La corrupción de aquí. Zenon, que trata
Dos tortas se tragó. « Que á tanto llegue
De no pagar á su pupila el dote,
« Nuestra depravación, y un placer solo
Habiéndola comido el patrimonio
« Tantos afanes y dolor produzca
Que en su mano rapaz la ley le entrega,
a A la oprimida humanidad I Por este
Dice que no hay justicia, y se conduele
« Sorbo llenamos de miseria y luto
De que la probidad es nombre vano.
« La América infeliz, por él E u r o p a ,
Rufino que vendió por precio infame
« La culta E u r o p a , en el oriente usurpa
Las gracias de su esposa, solicita
« Vastas regiones: porque puso en ellas
lina insignia de honor. Camilo apunta
« Naturaleza el cinamomo ardiente :
Cien onzas, mil, á la mayor de espadas,
« Y para que mas grato el gusto adule
En ilustres garitos disipando
« Este licor, en duros eslabones
La sangre de sus pueblos infelices;
« Hace gemir al atezado pueblo,
Y habla de patriotismo.... Claudio, ¿odos
« Que en África compró, simple y desnudo,
Predican ya virtud, como el hambriento
g O h ! qué abominación ! » Dijo, y llorando
Don Ermeguncio, cuando sorbe y llora..,
Lágrimas de dolor, se echó de un golpe
Dichoso aquel que la practica y calla 1
Cuanto en el hondo cangilón quedaba.

Claudio, si tú no lloras, pues la risa


Llanto causa t a m b i é n , de mármol eres . 2/
Que es mucha erudición, zelo muy p u r o ,
Los pedantes.
Mucho prurito de censura estoica
El de mi huésped; y este zelo, y esta Buscando alivio á mi salud endeble,
Comezon docta, es general locura Me vine á guarecer en la aspereza
Del filosofador siglo presente. De estos peñascos del ardor estivo.
Mas difíciles somos y atrevidos Que hoy enciende á Madrid. Quietud, silencio,
Que nuestros padres, mas innovadores, Paz en el alma, soledad quería,
Pero mejores no. Mucha doctrina, Frescura y sombras. Encerré con llave
Poca virtud. No hay picaron tramposo, Los doctos libros, que el talento ilustran,
V e n a l , entremetido, disoluto, Y el vigor al estómago destruyen.
Holgar quise y vivir: y apénas llego
A las orillas que fecunda el Arlas,
Mucha constancia y dirección prudente,
Coronada la sien de humildes juncos,
El acercarse de Minerva al templo.
Inesperada pesadumbre altera
La vida es breve : el límite se ignora
Mis honrados propósitos. ¿A dónde
Que debió á su Hacedor la siempre vana,
Sabré ocultarme, si habitando ahora
Robusta en producir naturaleza.
Rústico albergue defendido en torno .
Las artes que la imitan, aspirando
De precipicios y fragosas cumbres,
A conseguir la perfección, desisten
Aquí me induce á traducir mi estrella?
A su vista confusas y cobardes
Del atrevido intento. En primor solo,
Pero en vano será : como sucede
Una sola verdad, á sus alumnos
Una vez y otras muchas al cuitado
Cuesta prolijo a f a n ; y aquel que logra
Que no tiene comercio, hacienda, casa,
Adelantarse en la dii'cil vía,
Ni olicio, ni pensión, ni renta, y vive
A los que siguen con incierta planta
Tranquilo; en tanto que la numerosa
El mismo generoso intento, adquiere
T u r b a , á quien debe el aire que respira,
Ilustre honor que en las edades vive.
Se afana en perseguirle. El escribano
Sabio le llama el mundo, porque en una
Le cita, el alguacil le acecha y busca,
Ciencia alcanzó lo que anhelaron muchos
Manda Marquina que sus deudas pague,
No porque en ella al término llegase:
Y no las paga : al soberano acuden, Que inaccesible de los hombres h u y e .
Manda que pague, y su pobreza extrema Solo el pedante vocinglero, hinchado
Privilegio le da seguro y cierto De vanidad y ponzoñosa envidia,
De no pagar jamas. Yo así, fiado Todo lo sabe. En el café gobierna
De la ignorancia que padezco y lloro, Los imperios del orbe, y mientras bebe
Venerando el precepto que me impone Diez copas de licor, sorprende, asalta,
Mi generoso protector, m e eximo Gana de Gibraltar el puerto y m u r o .
De obedecerle. Si entender pudiese Cónsultád'.e, señor, veréis qué pronto
Lengua que no a p r e n d í , traduciría Cubriendo el mar de naves españolas,
En culta frase de León y Herrera, Sin fatiga, sin gasto, á Irlanda ocupa,
Los garabatos que del norte frió Y los tesoros de Jamaica os pone
Vienen al Tajo mendigando ahora En la calle mayor. ¿Queréis oírle
Glosa y comentador. O si aspirase Por tres horas no mas? Latín, tudesco,
A conseguir, sin merecerle, el nombre Arabe, griego, mejicano y chino,
De poligloto y helenista insigne; ' v Cuantos idiomas hay, cuantos pudiera
Amigos tengo, y con ajenas plumas Haber, los sabe. Erudición, historia,
Me presentara intrépido y soberbio, Náutica, esgrima, metalurgia y eyes,
Y la alquilada erudición pudiera En todo es superior, único y solo. ^
Valerme aplauso entre la plebe osada Poco estima á Mozart: nota con ceno
De los pedantes, cuya ciencia es solo Que Cimarosa en tal ó tal motivo
Mentir doctrina, aparentar estudios. No estuvo muy feliz. Habla y decide
En materia de escorzos y contrastes,
Nunca, señor, de la impostura el arte Tonos de luz, degradación de Untas,
Supe adquirir. Mucho talento anuncia, Pliegues y grupos. Convulsión padece
Con el silabizar de Garcilaso,
¡Tan delicado tímpano es el suyo! « n u y e n , y huyendo, amigo Andrés, no tornan.
Las faltas ve de propiedad y estilo, « ¿Qué nube de esperanzas y deseos
En que se deslizó la mal tajada « Te halaga e n d e r r e d o r ? Ay! teme, teme
Péñola de Cervantes.... Vive, insigne « Letargoso placer, velar cargoso
Honor y gloria de la edad presente, « Y rugosa inquietud que á par te cercan.
Para instrucción común : esplendorosa « Entra, amigo, en tí mismo, ó si te place,
Lampara, no te apagues. Yo, que admiro « Huye dentro de t í : consulta un rato
La vasta enciclopédica doctrina, « La sensatez en lóbrego silencio,
Que ostentas en banquetes clamorosos, « Y hondamente exclamante ella te aleje
No te la sé envidiar; y si consigo « De la deshermandad desamistada,
Que alguna vez mi rudo verso escuche « Que los cuidados cárdenos profusa.
Aquel que alivia el grave peso á Carlos « Presto será que el pestilente soplo
En la dominación de tanto imperio, « Del ejemplo mortal de un mundo infecto,
A mas no aspira mi talento humilde. « Arideciendo el alma infructuosa,
« Sin esperanza la semilla ahogue
« Que n a t u r a plantó : ni el freno triste,
« Ni el helado compás de la prudencia,
3/ « Su vividor hervir liarán que cese.
« Todo al tiempo s u c u m b e : el cedro añoso,
La moderna jerigonza. « La dócil caña, en gratitud riendo
« Dulce; como de leve niebla umbría
Quieres casarte, Andrés? ¿O te propones
« El insensato orgullo. Infortunado
A mi dictamen acceder sumiso?
« Clima aridece ya con sus heladas
Tan dócil es tu a m o r ? ¿ O tan dudoso
« Crujientes pesadumbres y fraguras,
El mérito será de tu futura
« El numen i n v e r n a l : llegan las horas
Doña Gregoria, que el quererla mucho.
« De hielo y luto, y se empavesa el cielo.
O no quererla, de mi voz depende ?
« Salud, lúgubres días, horrorosos
En lin, si mi opinion saber deseas,
« Aquilones, salud ; que ya se cubre
Te la d i r é , pero el asunto es grave
« Selvosa soledad de nieve fría,
Y toca en la moral filosofía,
« Y el alto sol mirándola se embebe.
No se diga de m í , que en delicadas
« Abrego silbador, cierzo bramante,
Materias uso de pedestre estilo
« Ya la tormenta excitan borrascosa:
Y frase popular. T ú , que las noches
« Soplan el soplo de venganza, y nubes
Pasas leyendo la moderna solfa
« Oscuras en los vientos cabalgando,
De nuestros cisnes, y por ella olvidas
« Bañan y abisman los tranquilos surcas.
De Lope y Laso la dicción, escucha;
« Empero ley primaveral que vuelve,
Que en la misiva que á copiarte empiezo,
« Dócil se presta al oreante soplo
Mi dictámen le doy, no te conjuro.
« Del aura m a t i n a l : cuanto es só el cielo,
« Sí, tus abriles, bonancibles años, « Todo anuncia p l a c e r : la etérea playa
« Que meció cuna en menear dormido, « Velada en esplendor, colma la selva
« Del bostezante sueñecito umbrátil, « De profusión fragante, los soplillos
« Del favonio y el beé de las simplillas
a Corderas, que yerbilla pastan verde,
« Crecen, y llegan, y los tragan, y huyen.
a Oh coronilla! á tí también te veo,
« Ay ! amigo hermanal I cauto desoye,
« Y la sien de la espiga, a u n q u e levante
« Luengos transportes y cobarde miedo.
a El abrojo su frente ignominiosa.
« Que á la infantina juventud apena.
t Las fuentes, los arroyos salladores,
« Se alejan ya los intomables dias, *
« Sierpes de nácar, con albores g i r a n ;
<• Tremolando el terror. Ocia, si es d a d o ;
« Forman torcidas calles, y jugando
« No quieras zozobrar en el arrollo,
« Con las (lores, se van. Canta el pardillo
« Con los reveses reluchando indócil.
« Y ledo mira al sol, vuela y se posa,
« ¿Ves la rueda insociable de fortuna
« O al vislumbrar de la modesta luna,
« Resaltar vacilante, en rechinido
« Le responde la eco solitaria.
« Y agudo retiñir? ¿y cómo torva
« La estación estival en pos se sigue,
« La insaciabilidad del oro insomne,
« Y el agosto abrasado aboga las flores
« La avaricia clavó dentro del pecho?
« Con ardor descollante. Palidece
« Ves la envidia voraz? ¿ves la perüdia,
« El musgoso verdor, oigo quejarse
« Riendo muertes, profusar protervias,
« En seco son el vértigo del polvo;
<• Y el puñal del desprecio, la ponzoña
« Y lo que por do quier bañado en vida
« De Ja doblez, los hielos del olvido,
« El zéliro halagaba, extinto yace,
« Que la a'ma fuente del sentir cegaron»
a El sol en su hosquedad desjuga el suelo,
« Heme en fin j u n t o á t í : que va te tiendo
« Y miéntras amiga la espigosa Céres
« Un brazo de salud. Ay! no disocies
« Con la pecha del trigo desuraña
« A la fiel confianza de tu frente.
« Al cultor fatigado, los umbrosos
« Con el destino escuda la dureza,
a Frescores el poslrer aliento rien.
« Y flecha tu interior con las memorias.
a Luego con sus guirnaldas pampanosas
« No el díscolo Ínteres soplando estéril,
a Octubre empampanado, en calma frente,
« Impida de tu pecho al golfo umbrío,'
« La alegría otoñal nos da q u e vuelva :
« Que en claridad lumbrosa se desnuble.
a A la esperanza la corona el goce,
« El hombre es solo quien guarnece al hombre,
« Y la balanza justa al sol voluble
« Mi buen Andrés. No marques en oprobio
« Ya le aprisiona en sus palacios frescos.
o Tu vivir breve : al sexual cariño
« Zefirillo tal vez enamorado
« El brutal apelido rinda el cetro,
« De alguna poma, bale el ala, y llega,
« Y cubre con tu mano tu deshonra.
« Y la besa, y la deja, y t o r n a , y mece
« Que en cuanto vieres navegar los astros,
« Las hojitas, y bulle, y gira, y pára,
« Veras, ay I ay! av I ay! que es llanto el gozo:
« Y huye, y torna á m e c e r . . . . Dejad que ciña
« Que las pasiones para siempre vaccn.
« La temulenta sien, ¡oh ninfas blondas!
a Yacen, sí, yacen; á la lumba lleva
« Mil veces Evohé... cien copas pido,
« El frió de el no s e r : entre orfandades
« Y en pos, y á par, y cabe m í colmádlas,
o Pasea en espectáculo profundo
« Y otras ciento me dad Así na ( tura, a La muerte el carro, y propiciar no puede
a Las leyes exorables acalando, « Mas el mortal que suspirar deseos. »
« Próvida el perenal destino sigue,"
« Engranando los seres con los seres; Me has entendido Andrés? Sí reconoces
« Que unos de otros en pos, en rauda marcha, Que de tan inhumana jerigonza
Nada se entiende, y te quedaste á oscuras; l Qué la cuesta en libres versos
Quema tus libros y renuncia al pacto, Maldecir y m u r m u r a r ,
Y hasta que aprecies el hablar castizo Sátiras dictando alegres,
De tus abuelos, solteron te q u e d a ; Llenas de pimienta y sal?
Y que Doña Gregoria determine
Lo que la esté mejor. Si mi discurso, ¿Acaso la edad presente
Enfático, dogmático, trifauce T a n corta materia da?
Te ha parecido bien, y en él admiras Tán leves son nuestros vicios?
Repetido el primor de tus modelos, Tán pocas locuras hay?
No te detengas; cásate esta noche, Si la m a n d a r a n fingir,
Y larga sucesión te den las Furias. Y con astucia falaz
Aplaudir los desaciertos,
Los delitos a d o r a r ;

Yo el primero disculpara
ROMANCES JOCOSOS. Su silencio pertinaz;
Que es mejor, cuando el asunto
Mas vale callar. Obliga á mentir, callar.

¿Qué será que habiendo sido P e r o si queréis que solo


La Musa que tanto honráis» Dicte sátira mordaz,
En obedeceros pronta, ¿No es decirla claramente,
Con sumisa voluntad; Musa, dínos la verdad?

Hoy tan perezosa esté, ¿ P u e s p o r q u é de la ocasion


Que no me quiere inspirar No se debe aprovechar,
Los versos que me pedís, Y d a r una felpa á tanto
Si cuando pedís, mandáis? Literato charlatan?

Tantos eruditos hueros,


¿Acasado pudo el deseo
Cuyo talento venal
De complaceros faltar,
Nos da en menudos las ciencias
O acabaron los calores
Que no supieron jamas.
Con su vena perenal?
Tanto insípido hablador,
¿O fatigada tal vez,
Tanto traductor audaz,
De traducir y firmar,
Novelistas indecentes,
Tiempo la falta y humor
Políticos de desván.
Para ser original ?
Disertadores eternos
Y en tanto, á mí se me acusa
De virtud y de moral,
De indolente y holgazan :
Que p o r no tenerla en casa,
Ella se abanica y ríe,
La v e n d e n á los demás.
Yo m e apuro, y vos instáis.
Nada se entiende, y te quedaste á oscuras; ¿ Qué la cuesta en libres versos
Quema tus libros y renuncia al pacto, Maldecir y m u r m u r a r ,
Y hasta que aprecies el hablar castizo Sátiras dictando alegres,
De tus abuelos, solteron te q u e d a ; Llenas de pimienta y sal?
Y que Doña Gregoria determine
Lo que la esté mejor. Si mi discurso, ¿Acaso la edad presente
Enfático, dogmático, trifauce Tán corta materia da?
Te ha parecido bien, y en él admiras Tán leves son nuestros vicios?
Repetido el primor de tus modelos, Tán pocas locuras hay?
No te detengas; cásate esta noche, Si la m a n d a r a n Cngir,
Y larga sucesión te den las Furias. Y con astucia falaz
Aplaudir los desaciertos,
Los delitos a d o r a r ;

Yo el primero disculpara
ROMANCES JOCOSOS. Su silencio pertinaz;
Que es mejor, cuando el asunto
Mas vale callar. Obliga á mentir, callar.

¿Qué será que habiendo sido P e r o si queréis que solo


La Musa que tanto honráis» Dicte sátira mordaz,
En obedeceros pronta, ¿No es decirla claramente,
Con sumisa voluntad; Musa, dínos la verdad?

Hoy tan perezosa esté, ¿ P u e s p o r q u é de la ocasion


Que no me quiere inspirar No se debe aprovechar,
Los versos que me pedís, Y d a r una felpa á tanto
Si cuando pedís, mandáis? Literato charlatan?

Tantos eruditos hueros,


¿Acasado pudo el deseo
Cuyo talento venal
De complaceros faltar,
Nos da en menudos las ciencias
O acabaron los calores
Que no supieron jamas.
Con su vena perenal?
Tanto insípido hablador,
¿O fatigada tal vez,
Tanto traductor audaz,
De traducir y firmar,
Novelistas indecentes,
Tiempo la falta y humor
Políticos de desván.
Para ser original ?
Disertadores eternos
Y en tanto, á mí se me acusa
De virtud y de moral,
De indolente y holgazan :
Que p o r no tenerla en casa,
Ella se abanica y ríe,
La v e n d e n á los demás.
Yo m e apuro, y vos instáis.
[
1 1

Pero, señor, si la Musa


¿Y porqué tantos copleros, t
Se llega á determinar,
Que en su discorde cantar "¡i
Se anima y os obedece,
Ranas parecen, que habitan Y tras todos ellos d a ;
Cenagoso charquetal,
Y en justa sátira y docta
Ha de tolerar mi Musa Los tonos quiere imitar,
Que metriliquen en paz, Del siempre festivo Horacio,
Y se metan á escribir O el cáustico J u v e n a l ;
Hor no querer estudiar?
¿No será de tanto m o n s t r u o
¿Ella no fué la que un dia Las cóleras provocar,
Dió lección tan magistral, Y exponer á mil estragos
(Haciendo el ancho teatro Su decoro virginal?
Piilpito de la verdad)
¿ No veis que yace el Parnaso
Que á todo autorcillo astroso En triste c a u t i v i d a d ,
Llenó de terrible a f a n ; Y en él bárbaras catervas
Creyendo cercano el punto Atrincheradas están ?
De su exterminio final ? No, señor : pues siempre ha sido
Para vos fina y leal
Oh 1 estúpidos, escribid,
Mí pobre Musa, y os debe
Imprimid, r e p r e s e n t a d ;
Lo que no os puede p a g a r ,
Que el siglo de la ignorancia
Largos años d u r a r á . No la mandéis que de tanto
Necio se burle j a m a s ,
Y miéntras al rudo vulgo
Ni les riña en castellano,
Embobéis y corrompáis,
Porque no la e n t e n d e r á n .
Con farsas, que Apolo al verlas,
Padece gota c o r a l ; Sátiras no : q u e producen
Odio y encono m o r t a l ;
Ni faltará quien os dé Y entre les t o n t o s , padece
Para vestir y mascar, Martirio la i n g e n u i d a d .
Ni habrá un cristiano que os d i g a :
Vencejos n o chilléis mas.

Seguid, y lluevan abates,


2.°
Moros, pillos de arrabal,
Arrieros, trongas y diablos A Geroncio.
Con su rabillo detras.
Cosas pretenden de m í
Y si el público se hastía Bien opuestas en v e r d a d ;
De ver tanta necedad, Mi médico, mis amigos,
Váyase á dormir tres horas Y los que me quieren m a l .
A los Canos del Peral.
Dice el doctor : « Señor m í o , La estimación g e n e r a l ;
« si usted lia de pelechar, Aplauso y envidia excita
« Conviene m u d a r de vida, Cuanto llega á publicar.
« Que la que lleva es fatal, Le m u r m u r a n ; pero nadie
a Débiles los nervios, débil Camina por donde él va :
« Estómago y vientre está; Nadie acierta con aquella
« ¿ Pues qué piensa que resulte Difícil facilidad;
« De t a n t a debilidad ? Y sí él quisiera escribir
« Si c o m e , no hay digestión, Tres cuadernillos no m a s ,
« Si a y u n a , crece su m a l , ¿ La caterva de pedantes
« A la obstrucción sigue el flato, Adonde fuera á p a r a r ?
« Y al tiritón el sudar : Qué se hiciera tanto insulso
« Vida n u e v a , que si en esta Compilador g a n a p a n ,
« Dura dos meses no m a s , Que de francés en gabacho
« Las tres facultades juntas Traducen el pliego á real *
« No le h a n de saber curar. Tanto h a b l a d o r , que á su arbitrio
« No t r a d u z c a , no i n t e r p r e t e , Méritos rebaja y d a ,
« No escriba versos jamas ; Tiranizando las tiendas
a Frailes y Musas le tienen De Pérez y Mayoral ?
a Hecho un trasgo de h o s p i t a l ; No señor, quien ha t e n i d o
« Y esos papeles y l i b r o s , La culpa de este d e s m á n ,
« Que tan mal humor le d a n , 1 ? Si escuchara un buen c o n s e j o ,
« Tírelos al pozo, y vayan Lo pudiera remediar.
« Plauto y Moreto detrás. Tomasen la providencia
« Salga de Madrid, no esté De meterle en un zaguan ,
« Metido en su mechinal, Con su candil, su t i n t e r o ,
« Ni espere á que le derrita Pluma y p a p e l , y c e r r a r ;
« El a r d o r canicular : I Y allí con ración escasa
i La distracción, la alegría De queso, agua fresca y p a n ,
« Rústica le curarán ; Escribiese cada dia
fi Mucho b u r r o , muchos bañnos, Lo que fuera regular.
a Y m u c h o no trabajar. » Emporcaste un pliego? Lindo :
s, Almuerza y vuelve al telar :
íi
si Come, si llenante c u a t r o ,
En tanto que esta sentencia
Cena, si acaba te ya.
F u l m i n a la Facultad,
Quieres tocino? Veamos
Mis amigos me las mullen
Si está corregido el p l a n .
En j u n t a particular.
Quieres pesetas? pues daca
Dicen ; « Oh I si Moratin
El drama sentimental.
« No fuese tan h a r a g a n ,
Por cada escena dos d u r o s
i Si d e su modorra eterna
« Quisiera resucitar 1 Y un panecillo te dan ,
« Él h a sabido adquirir Por cada pequeña pieza
« Qué lia d e saber? » « P o b r e d i a b l o !
« Un vale-dinero, y mas.
Exclama Don Bonifaz:
« Y de este m o d o , en uu a n o ,
a Si yo quisiera decir
« Pudiéramos a u m e n t a r
« Lo q u e . . . . Pero bueno está, o
a De los cómicos hambrientos
a Oiga! p u e s q u é ha s i d o ? Vaya,
« El e x p r i m i d o caudal. »
a Díganos u s t e d . » « No t a l ,
« No. Yo le e s t i m o , y no quiero
Esto dicen mis amigos
« Que p o r mí le falle el p a n .
( Reniego d e su a m i s t a d ) ;
« Yo soy m u y sensible : soy
Mi s u e g r o , si le t u v i e r a ,
« Filósofo , y tengo ya
No dijera cosa igual.
a Escritos catorce tomos
Esto d i c e n , y en un corro
« Que t r a t a n d e h u m a n i d a d ,
Siete varas m a s a l l á ,
« B e n e f i c e n c i a , suaves
Don Mauricio, Don S e n e n ,
a Vínculos de afecto y p a z ;
Don Cristóbal, Don B e i t r a n ,
« Todo a l m í b a r e s , y todo
Y otros quince literatos
« Deliquios d e a m o r social;
Que infestan l a t c a p i t a l ;
a Pero es cierto q u e . . . si ustedes
P r e s u m i d o s , ya se e n t i e n d e ,
a Me p r o m e t i e r a n callar,
Doctos, á n o p o d e r mas :
« Yo les c o n t a r a . » « S í , diga
Dicen : « Moratin c a y ó ,
« Usted , n a d i e lo sabrá :
« Bien le p u e d e n olear,
a Diga usted, D « Pues bien : el caso
« No chista ni se r e b u l l e ,
a Es q u e ese cisne i n m o r t a l ,
« Ya nos ha dejado en paz.
« Ese d r a m á t i c o insigne,
o Su Barón n o vale n a d a :
« Ni es a u t o r , ni lo será,
« L\o hay e n r e d o a l l í , ni s a l ,
a No sabe escribir, n o sabe
« Ni c a r a c t é r e s , ni versos,
« Siquiera d e l e t r e a r :
« Ni l e n g u a j e , n i . . . » « Es v e r d a d , o
« I m p r i m e lo q u e n o es s u y o ,
« Dice Don Tiburcio : « ayer
« T o d o es h u r t a d o , y . . . Qué m a s ?
« Me aseguró Don Cleofás,
a Sus c o m e d i a s c e l e b r a d a s ,
« En casa d e la condesa
a Que t a n t a g u e r r a nos d a n ,
« Viuda de Madag.iscar,
a Son o b r a d e un religioso
« Que es traducción m u y mal hecha
a De a q u í d e la Soledad.
« De un d r a m a antiguo a l e m a n . . . »
« Dióselas p a r a l e e r l a s ,
o Sí, t r a d u c c i ó n , t r a d u c c i ó n , »
a ( N u n c a el fraile hiciera t a l )
Chillan lodos á la par,
« No se las quiso volver,
« T r a d u c c i ó n . . . Pues él ¿ p o r dónde
« Murióse el f r a i l e , y a n d a r . . .
« lia de s a b e r i n v e n t a r ?
a Digo m e e x p l i c o ? » « En efecto , »
« No seiior, es traducción.
Grita la t u r b a m o r d a z ,
« Si él no t i e n e h a b i l i d a d ;
a Son del f r a i l e . R a t e r í a ,
« Si él n o s a b l e , si él no La sido
« H u r t o , r o b o , claro está, o
a De nuestro corro j a m a s ;
e Si nunca n o s ha traido
• Sus piezas á e x a m i n a r ; G e r o n c i o , m i r a si p u e d e ,
— m —

Haber confusion igual :


Ni sé qué h a c e r , ni confío
En lo que hiciere, acertar. ROMANCE \ .
Si he de seguir los consejos
Que mi curador me d a , Destierro de abenzulema.
Si he de vivir, no conviene
Que pida á mis nervios mas. Aquel rayo d e la guerra,
Confundir á tanto necio Alferez mayor del Reino,
Vocinglero pertinaz, Tan galán como valiente,
Que en la cartilla del gusto Y tan noble como (¡ero;
No pasó del Críslus, á ; De los mozos envidiado,
Componer obras que piden Y admirado de los viejos,
Estudio, tranquilidad, Y de los niños y el vulgo
Robustez, y el corazon Señalado con el d e d o ;
Libre de todo pesar; El querido de las d a m a s
No es empresa para mí. Por cortesano y discreto,
T ú , Geroncio, tú me da Hijo hasta allí regalado
Consejo. ¿ Cómo supiste De la fortuna y el l i e m p o ;
I m p o n e r , aturrullar, El que vistió las mezquitas
Y adquirir fama de docto, De venturosos trofeos,
Sin hacer nada jamas? El que pobló las mazmorras
T ú , maldito de las Musas, De cristianos caballeros;
Que llene de gravedad, El que dos veces a r m a d o
De todo lo que no entiendes, Mas de valor q u e de acero
Te pones á disertar; A su patria libertó
¿ Cómo sin abrir un libro, De los peligros c e r c o s ;
P o r esas calles te v a s , El gallardo Abenzulema
Haciéndote el corifeo Sale á cumplir el destierro
De los grajos del l u g a r ; A que le condena el Rey;
Y con ellos t r a g a s , brindas, O el amor, que es lo mas cierto.
Y engordas como un b a j á , Servia á una Mora el Moro
Y duermes tranquilo, Por quien el Rey anda muerto,
Sospecha tu necedad? En todo estremo hermosa
Dime si podré adquirir Y discreta en t o d o estremo.
Ese don particular, Dióle unas flores la dama
Dáme una lección siquiera Que para él flores f u é r o n ,
De impostor y charlatán; Y para el celoso Rey
Y verás cómo al instante Yerbas de mortal veneno.
Hago con todos la paz, Pues de la yerba tocado
Y olvido lo que a p r e n d í , Le manda desterrar luego,
Para lucir y medrar. Culpando su lealtad,
Para disculpar sus celos.
Sale pues el f u e r t e Moro
Aguas de olor le vertiéron.
Sobre su caballo overo, La bellísima Balaja,
Que á Guadalquivir el agua í Que llorosa en su aposenío
Le bebió y le pació el lieno. Las sinrazones del Rey
Con un hermoso jaez, Le pagaban sus cabellos,
Rica labor de Marruecos, Como tanto estruendo oyó
Las piezas de filigrana, A un balcón salió corriendo,
La mochila de oro y negro. Y enmudecida le dijo,
Tan gallardo iba el caballo Dando voces con silencio :
Que en grave y airoso huello Vete en paz, que no vas solo,
Con ambas manos medía Y en tu ausencia ten consuelo;
Lo que hay de la cincha al suelo. Que quien te echa de Jaén
Sobre la marlota negra No te echará de mi pecho.
Un blanco albornoz se ha puesto, El con el mirar r e s p o n d e :
Por vestirse los colores Yo me voy, y no te d e j o ; \
De su inocencia y su duelo. De los agravios del Rey
Bordó mil hierros de lazos Para tu firmeza apelo.
Por el capellar, y en medio En esto pasó la calle,
En arábigo u n a l e t r a , Los ojos atrás volviendo
Que dice : lisios son mis yerros Cien mil veces, y de Andújar
Bonete lleva t u r q u í Tomó el camino derecho.
Derribado al lado izquierdo, D. Lois DE GÓNGORA.
Y sobre él tres plumas presas
De un precioso c a m a f e o . . .
No quiso salir sin plumas, ROMANCE II.
Porque vuelen sus deseos, El árbol caído.
Si quien le q u i t a la tierra
También no le quita el viento. ¿Alamo hermoso, tu p o m p a
No lleva mas de un alfange Donde está? ¿do de tus ramas
Que le dio el Rey de Toledo, La grata sombra, el susurro
Porque para un enemigo, De tus hojas plateadas?
Él le basta y su derecho. ¿ Donde tus vástagos bellos.
De esta suerte sale el Moro Y la brillantez lozana
Con animoso d e n u e d o , De tantos frescos pimpollos
En medio de los Alcaides Que en derredor derramabas?
De Arjona y del Marmolejo. Feliz naciste á la orilla
Caballeros le a c o m p a ñ a n , De este arrovuelo, tu planta
Besó humilde, y de su aljófar
Y le sigue todo el pueblo,
Rico feudo te pagaba.
Y las damas por do pasa
Creciendo con é l , al cielo
Se asoman llorando á verlo.
Se alzó tu corona u f a n a ;
Lágrimas vierten ahora
Rev del valle en tí las aves
De sus tristes ojos bellos
Las que desde sus balcones
Sus blandos nidos labraran.
Por asilo te tomaron De tus hojas, cuando el ala
De su a m o r ; y cuando el alba Del céfiro las bullia,
Abre las puertas al dia Y el sentido enagenaba,
Entre arreboles y nácar, Tu ufanía, el verdor tierno
Aclamándola gozosas De tu corteza entallada
En mil canciones llamaban De mil símbolos sencillos,
A partir en tí sus fuegos Todo en un punto acabara :
Las inocentes Zagalas; Y hollado, horroroso, yerto.
Que en torno tu inmensa copa Solo eres ya en tu desgracia
Con bulliciosa algazara Blanco infeliz de la piedra
Yió aun de la larde el lucero Que dura mano d i s p a r a :
En juegos y alegres danzas. Estorbo y baldón del prado,
Cuando en los floridos meses Que cual ominosa carga
Se abre al placer reanimada Tu largo ramage abruma,
Naturaleza, y los pechos El mirarte solo espanta.
En sus delicias inflama, Tu encuentro el ganado evita,
Tú fuiste el centro dichoso, Sobre tí las aves pasan
Do de toda la comarca Azoradas, los pastores
Los amantes se citaron Huyen con medrosa p l a n t a :
A sus celestiales hablas.
Siéndoles siniestro agüero
Los viste penar, los viste
Aun ver cabe tí parada
Gemir entre ardientes ansias;
La fugitiva cordera,
Y envolviste sus suspiros
Que p o r perdida lloraban.
En sombras al pudor gratas.
Solo en su horfandad doliente
El segador anhelante La tórtola solitaria
En tí en la siesta abrasada Te busca, y piadoso alivio
Llamó al sueño, que en sus brazos La suya en tu suerte halla.
Calmó su congoja a m a r g a : En tí llora, y en su arrullo
Y con tu vital frescura Se queda como elevada;
Tornó á herir la mies dorada Y el eco sus ansias vuelve
Reanimado, y ya tenieudo De la vecina m o n t a ñ a :
Su fatiga por liviana.
El eco que lastimero
Despues con tus secas hojas Por el valle las propaga,
Al crudo Enero la llama Do solo orfandad y muerte
Te tocó del rayo, y yaces Suenan las flébiles auras.
Triste ejemplo de su saña.
Mientra el pecho palpitante
Cual con segur por el tronco Parece que una voz clama
Roto, la pomposa gala De tu t r o n c o : [ q u é es la vida,
De tus ramas en voluble Si los árboles acaban I
Pirámide al cielo alzadas,
El animado murmullo ftÍELENDEZ.
Y en el túmulo deshojan
ROMANCE III. Laureles, rosas y olivas:
Los que del Turia y del Ebro
En la muerte de la duquesa de Frías. Beben; los que T o r m e s c r i a ;
Por los (pie Tajo y llenares
Donde el regio Manzanares Levantan su frente altiva;
Con sesgo raudal camina Los del laurífero Bétis,
Y alcázares y tugurios Dauro y Genil, prole antigua
E n su breve espejo imita, Del árabe ardiente, alumnos
Amor y amistad, la venda De su fuego y su osadía.
Ilota, la antorcha estinguida, Todos funerales himnos
Junto á un sepulcro abrazados Entonan : todos su lira
Flores y llanto prodigan. De helécho fúnebre enraman
Allí entre el silencio eterno Y tristes ayes le inspiran.
De mustias sombras se eclipsa, 1 Murió! resuenan de Mantua
Astro de virtud y gracias, . Las enlutadas colinas:
El sol h e r m o s o d e FRÍAS. ¡Murió! repiten las cumbres
Brillante fuego del j:enio, De Guadarrama y Fuenfria.
Bondad nunca desmentida, Todo es alliccion : no hay alma
Tierno pecho que un suspiro Sin quebranto : no hay megillas
Del infeliz conmovía : Que las lágrimas no bañen;
Dulce candor, dulce h a b l a , No hay corazon que no gima.
Encantadora sonrisa, Mas ¡ ay I que entre tantas p e n a s ,
Ardientes ojos, do puso Cual cedro á humildes aristas,
Venus todas sus delicias . Hay una que á todas vence
A un soplo del cierzo helado Y á enmudecer las obliga.
Entregaste, acerbo d i a , Miral al húerfano esposo
Y tristes yertos despojos Que ya solo tiene vida
Son ya de la parca esquiva. Para el dolor : sobre el mármol
A tí, beldad malograda, Solloza m a s q u e respira.
Lamenta la humilde umbría Y llama cruel al cielo,
Do el lloro de la indigencia Y á la suerte llama i m p í a :
Enjugaste compasiva: Del llanto acerbo testigos
A tí los sacros vergeles, Arboles, fuentes y ninfas.
Que llipocrene fertiliza, Rola en el polvo y sin cuerdas
A cuyos cisnes canoros Yace el a r p a , do solia
Inspirabas en su orilla. De la amenazada patria
Por tí el Támesis nubloso Celebrar las nobles iras.
i e! fausto Sena suspiran, Las que ciñe en otro tiempo
Y á los rios de tu patria r a i m a s de h o n o r merecidas,
Tu cuna y sepulcro envidian. llora despechado arroja
Vienen los vates de España, Y entre la arena las pisa.
De ciprés la sien ceñida,
« Emblemas de inútil gloria, « Y crecerán, y con ellos
« ¿Qué valéis, gimiento grita, « Del pecho amante la herida.
« Si ul bien por quien yo os amaba « Este valle solitario
« No ha de verla ni aplaudirla? « Que los pesares habitan,
« Sagrados vates de Iberia, « O el julio ardiente le a b r u m e ,
« Cantad mi prenda perdida : « O el hielo agudo le oprima,
« Vuestro antiguo compañero « Sera mi asilo postrero,
« Ya muriendo os lo suplica. « Donde sombra fugitiva,
« Si os unió conmigo el dulce « Se oculte en la infausta losa
« Lazo de amistad sencilla, « El bello sol de mis dias.
« Y al triunfo de vuestros cantos « En tanto del liero olvido
« Alesre yo sonreía; « Libradla y por siempre viva
« Si noble rival la cumbre « En la memoria del bombre
Pisé de Helicón florida, « Quien no morirá en la mia. »
" Desconocido á fas sierpes ¡ Esposo infeliz 1 Si es cierto
« De la ponzoñosa envidia; Que en las almas doloridas
« Si la sombra de Batilo, Sublime y firme esperanza
« Del gran Batilo, que anima. Justos dolores mitiga,
« Febo del Parnaso Ibero, Calma el llanto, y á ese helado
« Vuestras canciones y liras, Sepulcro, que la delicia
« Consolé, de dos naciones, De tu juventud lozana
« Reparando la injusticia Guarda en míseras ruinas,
« Cuando salvé del olvido Pregunta si esconde entero
« Sus venerables cenizas; Todo el bien que fué tu dicha,
« Por los lauros que á su gloria Y sí de la avara muerte
« Debeis; por la llama activa Nada reservó la ¡ra.
« Del genio que en vuestros pechos Los bellos ojos, las rosas
8
Sublime furor incita; Del semblante, la armonía
« Dad á mi querida esposa De las formas, con que al m u n d o ,
« Nombre y fama esclarecida, Beldad efímera, hechizas,
« Sagrados vates de Iberia, Todo es ya polvo. No alcanza
« En cantos que eternos vivan. Ni saber, ni fuerza invicta,
« Yo, triste y mudo habitante Ni la hermosura, ni el cetro
« De esta funeral campiña, A evitar la ley precisa.
« Consonaré á vuestras voces Esos himnos que á su gloria
« Solo con lágrimas pias : Vates célebres dedican,
« Que no el elevado acento Caerán con ellos al seno
« Concede al dolor Polimnia, Donde los siglos se abisman.
« Ni roba al laúd sus sones Hasta el nombre que celebran
« La mano desfallecida. Morirá; la piedra misma
« Tal vez en los nuevos troncos En que tu dolor grabaste
« Grabaré su dulce cifra, Volverá el tiempo en cenizas.
— 555 —
Solo para las virtudes _
No hay muerte. Del cielo hijas
Dan vida eterna en el cielo SONETOS.
Al alma que las cultiva.
Alza pues los tristes ojos,
Alza á la patria escogida,
Última patria (pie al bueno Las Musas.
La Providencia destina.
¿No la ves hollando el orbe Sabia Polimnia en razonar sonoro,
Con firme pie? ¿No la miras Verdades dicta, disipando errores;
Ceñir de beneficencia Mide Urania los cercos superiores
Las rosas nunca marchitas? De los planetas y el luciente coro.
¿No ves como Leda abraza
Une en la historia al Ínteres decoro
Al hijo que lloró un d i a ,
Clio, y Euterpe canta los pastores;
Sin temer ya que la muerte
Mudanzas de la suerte y sus rigores
Le arrebate á sus caricias?
Melpòmene feroz bañada en lloro;
La bondad v la inocencia
E n celeste lazo unidas Caliope victorias : danzas guia
Te esperan : la tumba es p u e r t a , Terpsícore gentil. Eralo en rosas
Y la santa virtud guia. Cubre las flechas del Amor y el arco;
Convierte el fiero quebranto
En esperanza benigna, Pinta vicios ridículos Taita,
Que el ábrego del sepulcro En fábulas que a n i m a , deleitosas;
Lleva al puerto de la vida. Y esta le inspira al español INAUCO.
Allí se ignoran las penas,
Allí no mienten las dichas,
Ni el aura de los placeres
2.»
Con denso aroma fastidia.
Cuanto el mundo llama bienes,"
A la Capilla del Pilar de Zaragoza.
Que el necio mortal codicia,
Es nada : Virtud y polvo Estos que levantó de mármol duro
Son del vivirlas reliquias. Sacros aliares la ciudad famosa .
Ese triste monumento A quien del Ebro la corriente undosa
Con honda atención m e d i t a , Baña los campos y el soberbio m u r o ,
Y hallarás el dulce alivio
De tu mal ; gime y confia. Serán asombro en el girar futuro
Que del sepulcro en el margen De los siglos; basílica dichosa,
Muere la ilusión mentida, j)onde el Señor en majestad reposa.
Y allí, Verdad bienhechora, i el culto admite reverente y puro.
Comienza tu monarquía. Don que la fe dictó, y erige eterno
D. ALBERTO LISTA. Religiosa nación á la divina
Madre que adora en simulacro santo.
— 555 —
Solo para las virtudes _
No hay muerte. Del ciclo hijas
Dan vida eterna en el cielo SONETOS.
Al alma que las cultiva.
Alza pues los tristes ojos,
Alza á la patria escogida,
\
Última patria que al bueno Las Musas.
La Providencia destina.
¿No la ves bollando el orhe Sabia Polimnia en razonar sonoro,
Con firme pie? ¿No la miras Verdades dicta, disipando errores;
Ceñir de beneficencia Mide Urania los cercos superiores
Las rosas nunca marchitas? De los planetas y el luciente coro.
¿No ves como Leda abraza
Une en la historia al Ínteres decoro
Al hijo que lloró un d i a ,
Clio, y Euterpe canta los pastores;
Sin temer ya que la muerte
Mudanzas de la suerte y sus rigores
Le arrebate á sus caricias?
Melpòmene feroz bañada en lloro;
La bondad \ la inocencia
E n celeste lazo unidas Caliope victorias : danzas guia
Te esperan : la tumba es p u e r t a , Terpsícore gemil. Eralo en rosas
Y la santa virtud guia. Cubre las flechas del Amor y el arco;
Convierte el fiero quebranto
En esperanza benigna, Pinta vicios ridículos Taita,
Que el ábrego del sepulcro En fábulas que a n i m a , deleitosas;
Lleva al puerto de la vida. Y esta le inspira al español INARCO.
Allí se ignoran las penas,
Allí no mienten las dichas,
Ni el aura de los placeres
2.»
Con denso aroma fastidia.
Cuanto el mundo llama bienes,"
A la Capilla del Pilar de Zaragoza.
Que el necio mortal codicia,
Es nada : Virtud y polvo Estos que levantó de mármol duro
Son del vivirlas reliquias. Sacros abares la ciudad famosa .
Ese triste monumento A quien del Ebro la corriente undosa
Con honda atención m e d i t a , Baña los campos y el soberbio m u r o ,
Y hallarás el dulce alivio
De tu mal ; gime y confia. Serán asombro en el girar futuro
Que del sepulcro en el margen De los siglos; basílica dichosa,
Muere la ilusión mentida, j)onde el Señor en majestad reposa.
Y allí, Verdad bienhechora, i el culto admite reverente y puro.
Comienza tu monarquía. Don que la fe dictó, y erige eterno
D. ALBERTO LISTA. Religiosa nación á la divina
Madre que adora en simulacro santo.
Con singular esmero
P o r él vencido el odio del Averno, P a r a alojar á Roepan P r i m e r o ,
C l o n a i n m o r t a l el cielo la destina : Sus sentidos alli se recreaban,
Que tan alta p i e d a d merece t a n t o . Las paredes y techos a d o r n a b a n ,
Entre mil ratonescas golosinas,
Salchichones, p e m i l e s y cecinas,
Saltaban de placer ¡oh q u é embeleso 1
INSCRIPCION De p e m i l en p e m i l , de queso en q u e s o . f
E n esta situación tan lisonjera
Para el sepulcro de D. Francisco Gregorio de Sála». Llega la despensera :
Oyen el ruido, c o r r e n , se agazapan,
En esta v e n e r a d a t u m b a , h u m i l d e , P i e r d e n el t i n o ; m a s al lin se escapan
l a c e S a l i d o : el á n i m a celeste, Atropelladamente
Roto el n u d o m o r t a l , descansa y goza Por cierto pasadizo abierto á diente.
Eterno g a l a r d ó n . Vivió en la tierra « | Esto tenemos I dijo el campesino :
Pastor sencillo d e ambición r e m o t o , Reniego ya del queso, del tocino,
A el t r a t o fácil y á la honesta r i s a , Y de quien busca gustos
Y del p u d o r y la inocencia amigo. Entre los sobresaltos y los sustos I »
Ni envidia c o n o c i ó , ni orgullo insano Volvióse á su c a m p a ñ a en el i n s t a n t e ;
Su c o r a z o n , como su l e n g u a , p u r o . Y estimó mucho m a s de alli adelante,
Amaba la v i r t u d , amó las selvas. Sin zozobra, t e m o r ni pesadumbres,
Diole su p l e c t r o , y de olorosas flores Su casita de tierra y sus legumbres.
Guirnalda le c i ñ ó , la q u e preside
SAMAN IEGO.
Al canto p a s t o r i l , divina Euterpe.
2 a
-
Los gatos escrupulosos.

I Qué dolor I p o r un descuido


FÁBULAS. Micifuf y Zapiron
Se comieron un capón,
1.a En un asador metido.
Los Ratones. Despues de haberse lamido,
Trataron en conferencia
Un ratón c o r t e s a n o Si obrarían con prudencia
C o c i d o con un modo muy urbano E n comerse el a s a d o r ;
A un r a t ó n c a m p e s i n o : ¿ L e c o m i e r o n ? No, s e ñ o r ;
Diole g o r d o tocino, E r a caso de conciencia.
Queso fresco d e H o l a n d a ; SAMANIEGO.
Y una d e s p e n s a l l e n a Y
Era su a l o j a m i e n t o • 3.»
Pues no p u d i e r a h a b e r un aposento El Perro y el Cocodrilo.
J a n m a g n í f i c a m e n t e preparado,
Aunque f u e s e e n Ratopolis bufado Bebiendo un perro en el Nilo,
Al mismo tiempo corría :
Nunca supo temerlo.
a Bebe quieto, » le decía
No dudéis en prestarme;
Un taimado cocodrilo.
Que belmente prometo
Díjole el perro prudente :
Pagaros con ganancias
j Dañoso es bebtr y a n d a r ;
Por el nombre que tengo. »
¿Pero es sano el aguardar
La codiciosa hormiga
A que m e claves el diente? »
Respondió con denuedo,
¡Olí qué docto perro viejo!
Ocultando á la espalda
Yo venero su sentir
Las llaves del granero :
En esto de no seguir
« ¡ Yo prestar lo que gano
Del enemigo el consejo.
SA.MANIEGO*
Con un trabajo inmenso 1
Dime, pues, holgazana,
¿Qué has hecho en el buen t i e m p o ? . . . a
í.» « Yo, dijo la cigarra,
A todo pasagero
La Cigarra y la Hormiga.
Cantaba alegremente
Sin cesar ni un m o m e n t o . » —
Cantando la cigarra
a Ola! ¿con que cantabas,
Pasó el verano entero,
Cuando yo andaba al remo?
Sin guardar provisiones
Pues ahora que yo canto,
Allá para el invierno :
Baila, pese á tu cuerpo.
Los frios la obligaron
SAMA NIEGO.
A guardar el silencio,
Y á acogerse al abrigo 5.»
De su estrecho aposento.
Vióse desproveída Zos dos conejos.
Del preciso sustento,
Por entre unas matas
Sin mosca, sin gusano,
Seguido de perros,
Sin trigo, sin centeno.
No diré corría,
Habitaba la hormiga
Volaba un conejo :
Alli tabique en medio,
De su madriguera
Y con mil espresiones
Salió un compañero,
De atención y respeto
Y le dijo : « tente,
La dijo : « doña hormiga,
Amigo, ¿qué es esto? » —
Pues q u e en vuestros graneros
v ¡ Qué ha de s e r ! r e s p o n d e ,
Sobran las provisiones
Sin aliento llego...
Para vuestro alimento,
Dos picaros galgos
Prestad alguna cosa
Jle vienen siguiendo. » —
Con que viva este invierno
« Sí (replica el otro)
Esta triste cigarra,
Por alli los veo...
Que alegre en otro tiempo
Pero no son galgos o —
Nunca conoció el daño,
a ¿ Pues qué son ? » — « Podencos » —
La mona, llegué á d u d a r ;
¿Qué podencos, dices? Mas ya que el cerdo me alaba,
Sí, como mi abuelo : Muy mal debo de bailar. »
Galgos y muy galgos: Guarde para su regalo
Bien visto lo tengo. » — Esta sentencia un autor :
« Son podencos, vaya; Si el sabio no aprueba, malo;
Que no entiendes de eso » — Si el necio aplaude, peor.
« Son galgos, te digo » — IRIARTE.
« Digo que podencos. »
En esta disputa 7.a

Llegan los perros,


El Gozque y el Macho de Noria.
Pillan descuidados
A mis dos conejos. Bien habrá visto el lector
Los que por cuestiones En hostería ó convento
De poco momento Un artificioso invento
Dejan lo que importa, Para andar el asador :
Llévense este ejemplo. Bueda de madera es
IRIARTB. Con escalones, y un perro
Metido en aquel encierro
6.» Le da vueltas con los pies.
El Oso, la Mona y el Cerdo. Parece que cierto can,
Que la máquina movía,
Un oso con que la vida Empezó á decir un dia :
Ganaba un piamontes, « Bien t r a b a j o ; y ¿qué me dáu?
La no muy bien aprendida Cómo sudo! ¡ay, infeliz!
Danza ensayaba en dos pies. Y a! cabo por grande esceso
Queriendo hacer de persona Me arrojarán algún hueso
Dijo á una mona : « ¿qué tal? » Que sobre de esa perdiz.
Era perita la mona, Con mucha incomodidad
Y respondióle : « muy mal. » Aqui la vida se pasa :
« Yo creo, respondió el oso, Me iré, no solo de casa,
Que me haces poco favor : Mas también de la ciudad. »
¿Pues qué mi aire no es garboso? Apenas le dieron suelta,
¿No hago el paso con primor? Huyendo con disimulo
Estaba el cerdo presente, Llegó al campo, en donde un mulo
Y dijo : « Bravo! bien va! A una noria daba vuelta :
Bailarín mas escelente Y no le hubo visto bien,
No se ha visto ni verá. » Cuando dijo : o ¿quién va allá?
Echó el oso, al oir esto, Parece que por acá
Sus cuentas allá entre sí, Asamos carne también. » —
Y con ademan modesto « No aso carne ; que agua saco; »
Hubo de esclamar asi : (El macho le respondió):
« Cuando me desaorobaba
« Eso también lo liaré yo, Coronando, su mano unió á la mia.
(Saltó el can) aunque estoy flaco. Vosotros, mis amores,
Como esa rueda es mayor, Sois el fruto precioso
Algo mas trabajaré : Del dulce nudo y bendición del cielo,
¿Tanto p e s a ? . . . Pues ¿y q u é ? De mil suaves ardores
¿No ando la de mi asador? Galardón venturoso,
Me habrán de dar, sobre todo, De nuestras ansias plácido consuelo
Mas ración, tendré mas gloria... » Renuevos que el desvelo
Entonces el de la noria De mi cariño cria
Le interrumpió de este modo : Para gozarme con su pompa un día.
« Que se vuelva le aconsejo Crecereis, y m i mano
A voltear su asador; Os cubrirá oficiosa,
Que esta empresa es superior Cual tiernas plantas de la escarcha cruda.
A las fuerzas de un gozquejo. » El cielo soberano
I Miren el mulo bellaco, Con bendición gloriosa
Y que bien le replicó! Hará que el fruto á la esperanza a c u d a ;
Lo mismo he leido yo Y deleitosa ayuda
En un tal Horacio Flaco; En la vejez cansada
Que á un autor da por gran yerro A m í sereis y á vuestra madre amada.
Cargar con lo que despues Entonces nuestra frente
No podrá llevar; esto es, El tiempo habrá surcado
Que no ande la noria el perro. De tristes rugas, el vigor p e r d i d o ;
Tal el astro luciente
IRIARTE. Se acerca sosegado
Al occidente en llamas encendido.
Pero habremos vivido;
EGLOGA. Y hombres os gozaremos;
Y en vosotros de nuevo viviremos.
AMIHTA. El ganado que ahora
A Aminta y Lisis en union dichosa Mi blando imperio siente,
Amor unido habia, El vuetro sentirá; y en estos prados
El casto amor de la inocencia hermano. Os topará la aurora
Lisi cual fresca p u r p u r a n t e rosa, Tañendo alegremente
Que abre su cáliz virginal del dia Mi flauta y caramillo concertados.
Al suave aliento, por Aminta ardía : Los tonos regalados
Y él celebraba ufano Que ora á cantar me atrevo
En tierno acento su zagala bella. Mará mas dulces" vuestro aliento n u e v a
El fugaz eco plácido llevaba En humilde pobreza,
Su constante ternura Mas en paz y ocio blando,
A su querida, cuando lejos de ella Luego mi Lisi y yo reposaremos.
Su càndido ganado apacentaba. Sobre vuestra terneza
Eran dos niños por común ventura Nuestra suerte librando,
A vuestra fausta sombra nos pondremos. Mientra el mas pequeñuelo se desquita
Plácidos gozaremos / Con mil juegos graciosos.
Su celestial frescura; Sonar queriendo con la tierna boca
Y os colmarán los cielos de ventura. La dulce flauta que su padre toca.
Porque el hijo piadoso Y de Aminta en los brazos cariñosos
Es de ellos alegría, _ Llegando á la alquería,
Y habitará la dicha su cabaua : Caen las sombras, y fallece el dia.
Pasto el valle abundoso MELEJSDEZ.,

Siempre á su aprisco c r i a : _
Ni el lobo fiero á sus corderas d a l i a : OTRA.
Nunca el año le engaña;
Y en su trono propicio EL ZAGAL D E L T O R M E S .
Acoge Dios su humilde sacrificio.
A sus dulces desvelos Fértiles prados, cristalina fuente,
Ríe blanda su esposa, Bullicioso arróyuelo, que saltando
Corona de su amor y su v e n t u r a ; . i; De su puro raudal placido vagas
Y de hermosos hijuelos Entre espadañas y oloroso trébol;
Cual oliva viciosa p ii| Y t ú , álamo copado, en cuya sombra
Le cerca, y en servirle se apresura . Las zagalejas del ardiente estio
De inefable ternura i1/ Las horas pasan en feliz reposo,
Inundado su seno, Adiós q u e d a d ; vuestro zagal os d e j a ;
Cien nietos le acarician de años lleno. -^jjL Que allí del Ebro á los lejanos valles
¡Oh mis hijos amados! Fiero le arrastra su cruel destino,
Sed buenos, y el rocío Su destino cruel, no su deseo.
Vendrá del cielo en lluvia nacarada Ya mas, | oh Tórmes 1 tu corriente pura
Sobre vuestros sembrados : Sus ojos no verán : no sus corderas
Os dará leche el rio, T e gustarán, ni los viciosos pastos
De tus riberas gozarán felices:
Y miel la añosa encina regalada :
No mas de Otea las alegres sombras,
Vuestra frente nevada
No mas las risas y sencillos juegos,
Lucirá largos di as Pláticas gratas y canciones tiernas
Ay 1 ¡oiga el cielo las plegarias miasl De la dulce amistad. Aquí han corrido,
Con delicado acento Cual estas lentas cristalinas aguas
Así Aminta cantaba, Riendo giran con iguales pasos,
Bañado el rostro en delicioso llanto, De mi florida edad los claros dias.
Y el feliz pecho en celestial contento; De las dehesas del templado estremo
Y con planta amorosa Vine estraño zagal á estas riberas,
A sus dulces hijuelos se acercaba. Cuando mi barba del naciente bozo
Llegó do estaban, y cesó su c a n t o ; - Apenas se c u b r í a ; y en las ramas
Que con burla donosa De los menores árboles los nidos
Uno el cayado juguetón le quita Pudo alcanzar mi ternezuela mano
Y el balante ganado ufano rige, De los dulces pintados colorines.
Que al redil conocido se dirige;
Y de olorosas frutas coronado
Aquí á sonar mi caramillo alegre El otoño feliz, las maravillas
Me ensenó a m o r : y el inocente pecho Cantar de Dios con labio balbuciente,
Palpitando sentí la vez primera. En tierno gozo palpitando el pecho,
Aquí le vi t e m e r ; y á la esperanza Y sonando otra voz muy mas canora
Crédulo dilatarse, cual fragantes Que de humilde pastor mi dulce flautí j
A los soplillos del favonio tienden j Delicia celestial, ante quien bajo
Sus tiernas galas las pintadas flores, Es cuanto precia el cortesano iluso
Cuando en mayo benigno el sol les n e . De oro, de mando ó deleznable gloria!
Con planta incierta discurriendo ocioso No allí á nublar tan inocente gozo
En inocencia y paz, libre y seguro El pálido temor, no los cuidados
Cantar m e oísteis, y volver mis trinos Solícitos vinieran, ó la envidia
Parlero el monte en agradable juego. Sesga mirando, su cruel ponzoña
Llevar m e visteis mi feliz ganado Pudo sembrar en nuestros llanos pechos.
Del valle al soto, y desde el soto al rio Todo fué gozo y paz : todo süave
Bañado en gozo cuando el sol hería Santa amistad y llena bienandanza.
Mi leda faz con su naciente llama, En plácida igualdad muy mas seguros
En dulce caramillo y voz süave Que los altos señores, nunca el dia
Su lumbre celebraba y mi ventura. Nos ravó triste, ni la blanca luna
Mis ovejillas del caliente aprisco Salió á bañar con su argentada lumbre
Saltando h u í a n con balido alegre, Nuestra llorosa faz, cual allá cuentan
Seguidas de sus candidos hijuelos, Que en las ciudades y soberbias cortes
Al conocido valle, do seguras La noche entera en miseros cuidados
Se d e r r a m a b a n , y ladrando en torno Los ciudadanos desvelados lloran.
Mi perro liel con ellas retozaba. ¡Tanto bien acabó! Como deshace
Otros zagales á los mismos pastos Del año la beldad crudo granizo
Sus corderos solícitos traían, Que airada lanza tempestosa n u b e ;
A par brindados de la yerba y flores. Y la dorada mies, del manso viento
Y juntos bajo el álamo que cubre Antes movida en bulliciosas olas,
Con sombra amiga y susurrantes hojas Ya entre sus largos surcos desgranada
La clara fuente, en pastoriles juegos Del triste labrador la vista ofende :
Nos viera el sol en su dorado giro Así á dar fin á mi apenada vida
Perder contentos las ardientes horas, A tan lejanos términos me lleva
Que en torno d e él fugaces revolaban. Ay ! ¿para qué? De mis fugaces anos
Yiónos la n o c h e y el brillante coro A mas nunca tornar desparecieron
De sus luceros repetir los juegos Los mas serenos ya; y acaso a hundirse
Entre las s o m b r a s del callado bosque. Los que me esperan de dolor conmigo
Y á m í e m b a r g a d o en contemplar el giro Corren infaustos en la tumba fría.
De tanta luz, ó la voluble rueda Pasó cual sombra mi niñez amable,
Con que del a ñ o la beldad graciosa Y á par con ella sus alegres juegos.
Ornan del c r u d o enero el torvo ceño, Relámpago fugaz en pos siguióla
Del mayo alegre las divinas flores, La ardiente juventud; danzas, amores,
Las ricas mieses del ardiente estío,
Cantares, risas, doloridas ansias,
Dulces zozobras, veladores celos, Con vuestro humilde dueño en las orillas:
Paces, conciertos agradables, todo Id, ovejillas, i d ; id, ovejillas.
Despareció también, y el sol me viera, MELENDEZ,
Entre rosas abriendo á la galana
Primavera las puertas celestiales,
Seis lustros ya sus bienhechores rayos
Mirar contento con serenos ojos. IDILIO.
IY ora habré de dejar estas riberas
Donde vivo feliz! y estos oteros! LICIO.
Este valle! este rió en libre planta
Cantando veces tantas de mí hollados En el campo venturoso
No veré mas! y mis amibos líeles! Donde con clara corriente
Guadalaviar hermoso
Y mis amigos! ¡oh dolor! con ellos
Dejando el suelo ai undoso
Aquí me gozo y canto : aquí esperaba
Da tributo al mar potente;
El trance incierto de mis breves dias,
Calatea desdeñosa
Y que cerrasen mis nublados ojos
Del dolor que á Licio daña,
Con oliciosa mano : ¿á qué otros bienes?
Iba alegre y bulliciosa
Otras riquezas y cansados puestos?
Por la ribera arenosa
¿A qué buscar en términos distantes
Que el mar con sus ondas b a ñ a :
La dicha que me guardan estas vegas,
Entre la arena cogiendo
Y estas praderas y enramadas sombras? Conchas y piedras pintadas,
Mi choza humilde á mi llaneza basta, Muchos cantares diciendo
Y este escaso ganado á mi deseo. Con el son del ronco estruendo
Téngase allá la pálida codicia De las ondas alteradas.
Su inútil oro, y la ambición sus honras; Junto al agua se ponia,
Que igual alumbra el sol al alto pino Y las ondas aguardaba,
Y al tierno arbusto que á sus plantas nace Y en verlas llegar huía :
Mas ya partir es luerza : bosque hojoso, Pero á veces 110 podía,
Floridos llanos, cristalino formes, Y el blanco pie se mojaba.
Quedad por siempre adiós; dulces amigos, Licio, al cual en sufrimiento
Adiós quedad, adiós; y tú indeleble Amador ninguno iguala,
# Conserva, árbol pomposo, la memoria Suspendió allí su tormento,
Que impresa dejo en tu robusto tronco, Mientras miraba el contento
Y estas letras en lágrimas bañadas. De su pulida zagala.
Aquí Batilo fue feliz; sus hados Mas cotejando su mal
Le conducen del l.bro á la corriente : Con el gozo que ella había,
Pastores de este suelo afortunados, El fatigado zagal
Nunca olvidéis vuestro zagal ausente. Con voz amarga y mortal
Id, ovejillas, id : y tan dichosas De esta manera decia :
Sed del gran rio en los lejanos valles, Ninfa hermosa, no te vea
Cual del plácido Tormes lo habéis sido Jugar con el mar horrendo,
Cantares, risas, doloridas ansias,
Dulces zozobras, veladores celos, Con vuestro humilde dueño en las orillas:
Paces, conciertos agradables, todo Id, ovejillas, i d ; id, ovejillas.
Despareció también, y el sol me viera, MELENDEZ,
Entre rosas abriendo á la galana
Primavera las puertas celestiales,
Seis lustros ya sus bienhechores rayos
Mirar contento con serenos ojos. IDILIO.
IY ora habré de dejar estas riberas
Donde vivo feliz! y estos oterosI LICIO.
Esle valle! este rió en libre planta
Cantando veces tantas de mí hollados En el campo venturoso
No veré mas! y mis amibos líeles! Donde con clara corriente
Guadalaviar hermoso
Y mis amigos! ¡oh dolor! con ellos
Dejando el suelo ai undoso
Aquí me gozo y canto : aquí esperaba
Da tributo al mar potente;
El trance incierto de mis breves dias,
Calatea desdeñosa
Y que cerrasen mis nublados ojos Del dolor que á Licio daña,
Con oficiosa mano : ¿á qué otros bienes? Iba alegre y bulliciosa
Otras riquezas y cansados puestos? Por la ribera arenosa
¿A qué buscar en términos distantes Que el mar con sus ondas b a ñ a :
La dicha que me guardan estas vegas,
Entre la arena cogiendo
Y estas praderas y enramadas sombras? Conchas y piedras pintadas,
Mi choza humilde á mi llaneza basta, Muchos cantares diciendo
Y este escaso ganado á mi deseo. Con el son del ronco estruendo
Téngase allá la pálida codicia De las ondas alteradas.
Su inútil oro, y la ambición sus honras; Junto al agua se ponia,
Que igual alumbra el sol al alto pino Y las ondas aguardaba,
Y al tierno arbusto que á sus plantas nace Y en verlas llegar huía :
Mas ya partir es luerza : bosque hojoso, Pero á veces 110 podía,
Floridos llanos, cristalino formes, Y el blanco pie se mojaba.
Quedad por siempre adiós; dulces amigos, Licio, al cual en sufrimiento
Adiós quedad, adiós; y tú indeleble Amador ninguno iguala,
# Conserva, árbol pomposo, la memoria Suspendió allí su tormento,
Que impresa dejo en tu robusto tronco, Mientras miraba el contento
Y estas letras en lágrimas bañadas. De su pulida zagala.
Aquí Batilo fue feliz; sus hados Mas cotejando su mal
Le conducen del l.bro á la corriente : Con el gozo que ella había,
Pastores de este suelo afortunados, El fatigado zagal
Nunca olvidéis vuestro zagal ausente. Con voz amarga y mortal
Id, ovejillas, id : y tan dichosas De esta manera decia :
Sed del gran rio en los lejanos valles, Ninfa hermosa, no te vea
Cual del plácido Tormes lo habéis sido Jugar con el mar horrendo,
Y aunque mas placer te sea Ningún peligro le espanta.
Huye del mar, Galatea, J . Guarte pues de un gran c u i d a d o ,
Como estás de Licio Luyendo. Que el vengativo Cupido
Deja ahora de jugar, Viéndose menospreciado,
Que me es dolor importuno, Lo que no hace de g r a d o ,
No me hagas mas penar, Suele hacerlo de ofendido.
Que en verte cerca del mar Ven conmigo al bosque ameno,
Tengo celos de Neptuno. Y al apacible sombrío
Causa mi triste cuidado, De olorosas flores lleno,
Que á mi pensamiento crea, Do en el dia mas sereno
Porque ya está averiguado, No es enojoso el estio.
Que si no es tu enamorado, Si el agua te es placentera,
Lo será cuando te vea. Hay allí fuente tan bella,
Y está cierto; porque amor Que para ser la primera
Sabe desde que me hirió, Entre todas, solo espera
Que para pena mayor Que tú te laves en ella.
Me falta un competidor En aqueste raso suelo
Mas poderoso que yo. A guardar tu hermosa cara
Deja la seca ribera, No basta sombrero ó velo,
Do está el alga infructuosa, Que estando al abierto cielo
Guarda que no salga afuera El sol morena te para.
Alguna marina fiera No escuchas dulces concentos
Euroscada y escamosa. Sino el espantoso estruendo
Huye ya, y mira que siento Con que los bravosos vientos
Por tí dolores sobrados, Con soberbios movimientos
Porque con doble tormento Van las aguas revolviendo.
Celos me da tu contento, ^ 1 Y tras la fortuna fiera.
Y tu peligro cuidados. Son las vistas mas süaves
En verte regocijada Ver llegar á la ribera
Celos me hacen acordar La destrozada madera
De Europa, ninfa preciada, De las anegadas naves.
Del toro blanco engañada, Ven á la dulce floresta,
En la ribera del m a r . Do natura no fué escasa,
Y el ordinario cuidado Donde haciendo alegre fiesta
Hace que piense contino La mas calorosa siesta.
De aquel desdeñoso Alnado, Con mas deleite se pasa.
Orilla el mar arrastrado, Huye los soberbios m a r e s :
Visto aquel monstruo marino. Ven verás como cantamos
Mas no veo en tí temor Tan deleitosos cantares,
De congoja y pena t a n t a , Que ios mas duros pesares
Que bien sé por mi dolor Suspendemos y engañamos;
Que á quien no teme al amor Y aunque quien pasa dolores,
Bastará p a r a q u e á tf
Amor le f u e r z a á cantarlos, No te venga en apetito.
Yo h a r é q u e los pastores Licio mucho mas le hablara,
No digan cantos de amores Y tenia mas q u e hablalle,
P o r q u e huelgues de escucha, os. Si ella n o se lo e s t o r b á r a ,
Que con desdeñosa cara
Allí, por bosques y p r a d o s ,
Al triste dice q u e calle.
Podrás leer todas h o r a s ,
Volvió á sus juegos la f i e r a ,
E n mil robles señalados
Los n o m b r e s m a s celebrados V. á sus llantos el p a s t o r ,
De las ninfas y pastoras. Y de la misma manera
Ella q u e d a en la ribera,
Mas será te cosa triste
Y él en su mismo dolor.
V e r tu n o m b r e allí p i n t a d o ,
E n saber q u e escrita fuiste GASPAR Gir. POLO.
P o r el que siempre tuviste
p e tu m e m o r i a b o r r a d o . _
OTRO.
Y a u n q u e mucho estés a i r a d a ,
No creo yo q u e te asombre LA AUSENCIA.
Tanto el verte allí pintada, Del cárdeno cielo
Como el ver q u e eres a m a d a
Las sombras ahuyenta
Del q u e allí escribió tu n o m b r e ,
Rosada la a u r o r a
TV'o ser querida y a m a r ,
Riendo á la t i e r r a :
F u e r a triste desplacer;
Y Filis llagada
¿ Mas q u é tormento o pesar
Del mal de la a u s e n c i a ,
T e p u e d e , n i n f a , causar
De Otea los valles
Ser querida y no q u e r e r ? _
En lágrimas riega.
Mas desprecia cuanto quieras
Tierna clavellina,
A tu pastor, Galatea :
Cuando apenas c u e n t a
Solo q u e en estas riberas
Diez y siete abriles
Cerca d e las ondas lieras
Inocente y bella,
Con mis ojos no te vea.
En soledad triste
¿ Qué pasatiempo mejor
Su zagal la deja
Orilla el m a r puede hallarse
Que del claro T o r m e s
Que escuchar al ruiseñor,
Se pasó al Eresma.
Coger la olorosa flor,
Ún mayoral rico
Y en clara fuente lavarse / Allá diz q u e intenta
Pluguiera á Dios q u e gozaras Guardarlo , y q u e Pilis
De nuestro campo y ribera, Por siempre lo pierda.
Y p o r q u e m a s lo preciáras,
Quien á ageno g u s i ?
Ojalá tú lo p r o b a r a s
Sujetó su estrella,
Antes q u e yo lo dijera.
Engáñase necio
P o r q u e cuanto alabo aquí Si libre se piensa.
De su crédito lo q u i t o ,
Tues el c o n t e n t a r m e á mt
La vejez helada
Con rigor condena Ya dulce fruto de sus castos fuegos,
Las lozanas flores Así blondos y hermosos,
De la primavera Cual entre las zagalas bulliciosos,
La infelice Filis Sin venda ni arco en infantiles juegos,
Se imagina eternas Porque esquivas sus llamas no rezelen,
Las horas, que tardan Sueltos los amorcitos vagar suelen
De su bien las nuevas. Cuando las danzas del abril florido.
En ellos y en su Lisi embebecido
¡Ay! dice; y al cielo
Del pasto alegre de vicioso prado
Los ojos eleva,
Aminta revolvía
Sus ojos cubiertos
A su feliz cabana su ganado;
De horror y tristeza.
Y el sol laso entre nieblas se perdía',
¡ Ay! ¡cuánto me aguarda
Cuando asomar por el opuesto ejido
De duelos y quejas!
Los vio el p a d r e feliz: ¡oh que alegría
En solo pensarlo
Con su vista sintió I ¡ cómo su pecho
Mi pecho se hiela. En plácida zozobra palpitaba,
Tórtola viuda,
Cual nieve al sol en blando amor deshecho I
Solitaria yedra,
En lágrimas bañado los miraba,
Sin mi olmo frondoso
Y luego al cielo en gratitud ferviente;
Que en pie me sostenga.
Y así cantó con labio balbuciente.
¿ Qué haré, cuitaJilla?
¿ O dó iré que pueda AMISTA.
Vivir sin su arrimo,
Tan niña y tan tierna? ¡Oh mis lindos amores?
! Felices vosotras, i Mitad del alma mía!
Mis mansas corderas, ¡ De vuestra madre bella fiel traslado 1
Que ni celos hieren, Creced, tempranas flores,
Ni agravios aquejan! De gloria y alegría
! Con cuánta alogria Colmando á vuestro padre afortunado .
Mis ojos os vieran Y cual risa del prado
Pacer de este prado Es el fresco rocío.
Golosas la yerba! Dulce júbilo sed del pecho mío.
! 0 á la mano amiga ¡ Ah con qué gozo veo
Que sal os presenta Plácidos ir girando
Veniros, y hacerme En lenta paz mis años bonanzosos,
Lalando mil fiestas! Cuando en feliz recreo
De mi cuello colgando
! Y tú,fielcachorro,
Inocentes reís; ó bulliciosos
Qué sal'os y vueltas
En juegos mil donosos
No dieras, siguiendo
Triscáis por la floresta
De mi bien las huellas,
Tras los cabritos en alegre fiestaI
Cuando él por hablarme
Can laudóme letras El colorín pintado
Que en la ramilla hojosa
Se mece, y blando sus cuidados t r i n a ; i
El vuelo delicado De dulces a m o r e s ,
Con que la mariposa Saliera al Otea!
De flor en flor besándolas c a m i n a ; Hoy todo ha m u d a d o :
La alondra que vecina Del calor la fuerza
Al cielo se levanta, Los valles agosta,
Todo os es nuevo, y vuestro pecho encanta, Las fuentes deseca.
En vuestra faz la rosa ¡ A este pecho triste
Ríe el gozo inocente, Con mayor violencia
Y en los vivaces ojos la alegria Abrasa de olvido
Vuestra boca graciosa La ardiente saeta!
Y la alba tersa frente Aquí donde lloro,
Son un retrato de la Lisi mia. Aquí en esta vega
La blanda melodía Nos vimos y amamos
De vuestra voz remeda Por la vez primera.
La suya, pero en mucho atras se queda. Todo fue en un p u n t o ,
¡ Y el candor soberano Cual súbito vuela
De su pecho divino 1 La llama del r a y o ,
¡Y su piedad con todos oficiosa! Y el árbol humea.
Yo vi su blanca mauo Corderitas mias,
Del misero Felino ¿ Quién i ay! m e dijera
Socorrer la indigencia rigurosa. Que viento serian
Clori en su congojosa Sus locas finezas?
Suerte llorar la viera, Juramentos tantos
De su amarga borfandad fiel compañera.
Y ahincadas promesas,
Sola estás; mas el cielo
Si hay fe entre los hombres,
Si te roba, esclamaba,
¿ Porqué se me niegan?
La cara madre, te dará una amiga;
I Amor! t ú m e escuchas,
Y á la triste en su duelo
Y tú los o y e r a s :
Sollozando alentaba.
Sea tuyo el castigo,
Clori la abraza en su cruel fatiga;
Cual tuya es la ofensa.
Y sus ansias mitiga
1 Oh! nunca tuviese
En su seno clemente
Yo vuestra inocencia;
Yo al verlo me inundaba en lloro ardiente. N u n c a , ó corderitas,
De entonces mas perdido Le escuchára necia,
La adoré, y ciego amante
Cual de áspid huyendo
Sus pisadas seguí por selva y prado.
Su voz lisonjera,
Así en el ancho ejido
Sus ayes falaces,
Con balido anhelante
Sus bla." a as endechas;
Corre á su madre el recental nevado.
Y en llanto mis ojos
Oyó en fin mí c u i d a d o ;
Cegar no se vieran,
Y m i feliz porfia
Ni en hondos suspiros
Doliente la lengua.
Quien en h o m b r e s Ca,
Haz c u e n t a q u e siembra
EPIGRAMAS.
En las d u r a s r o c a s ,
O en /a ardiente a r e n a :
Que en vez d e ventura 1.°
Recoge vergüenza,
Y en vez de alegrías Irrevocable destino de un autor silbado.
Cuidados y penas.
L l o r a d , ojos m i o s , Cayó a silbidos mi Filomena.
Pues f u e culpa vuestra — Solemne t u n d a llevaste ayer.
Jugar bulliciosos, — Cuando se i m p r i m a , verán q u e es b u e n a .
Mirar sin cautela. — Y q u é cristiano la h a d e l e e r ?
V o l a d , mis s u s p i r o s ,
Sentidas q u e r e l l a s , 2.°
V o l a d , do mi aleve
A un escritor desventurado, cuyo libro nadie quiso
Riendo os espera.
comprar.
Sigaos mi pecho
Ardiente c e n t e l l a ,
En u n cartelon leí.
Que al suyo de b r o n c e
Que tu obrilla baladí
Derrita cual c e r a .
La vende ¡Savamorcuende...
Y vosotros, hijos No has de decir que la v e n d e ,
De mi pasión ciega, Sino q u e la tiene allí.
Finos s e n t i m i e n t o s ,
Sencillas t e r n e z a s ,
P a r t i d d e mi l a b i o ,
3.°
Volad á la oreja A Geroncio.
Del q u e os llamó dulces
Mas q u e miel h i b l e a . P o b r e Geroncio, á m i ver
Decid e mis a n s i a s , Tu locura es singular :
Decidle cual q u e d a ¿ Quién te mete á censurar
De p e n a d a y triste Lo q u e no sabes l e e r ?
Su lie! zagaleja.
Humildes r o g a d l e , 4."
Rogadle q u e v u e l v a ;
Si aleve no gusta A PEDANCIO.
Que mísera m u e r a .
Autor de una obra en que le ayudaban varios amigos,
Decidle....; mas nada
Si oiros desdeña P e d a n c i o , á los botarates
Le d i g á i s ; y nada Que te ayudan en tus o b r a s ,
Si d e m í se a c u e r d a . ISo los mimes ni los trates :
Tú te bastas y te sobras
P a r a escribir disparate?.
5.° Yo vi del polvo levantarse a u d a c e s ,
A dominar y perecer, tiranos;
Al mismo. Atrepellarse efímeras las leyes,
Tu crítica majadera Y llamarse virtudes los delitos.
fie Jos dramas que escribí, Vi las fraternas armas nuestros muros
Pedancio, poco me altera; Bañar en sangre n u e s t r a , combatirse
Mas pesadumbre tuviera, Vencido y vencedor, hijos de España,
Si te gustaran a tí. Y el trono desplomándose al vendido
Impetu popular. De las arenas,
Que el mar sacude en la fenicia Gádes,
A las que el Tajo lusitano envuelve
En oro y conchas; uno y otro imperio,
ELEGÍA,
I r á s , desorden esparciendo y l u t o ,
A las Musas (1). Comunicarse el funeral estrago.
Así, cuando en Sicilia el Etna ronco
Esta corona , adorno de mi f r e n t e , Revienta incendios, su bifronte cima
Esta sonante lira y flautas de o r o , Cubre el Vesubio sr¿ humo denso y llamas,
Y máscaras alegres, que algún dia Turba el Averno sus calladas o n d a s ;
Me disteis, sacras Musas; de mis manos
Y allá del Tibre en la ribera etrusca,
Trémulas recibid, y el canto acabe;
Se estremece la cúpula soberbia,
Que fuera osado intento repetirle.
Que da sepulcro al sucesor de Cristo.
He visto ya cómo la edad lijera ,
Apresurando á no volver las b o r a s ,
Quién pudo en tanto horror mover el plectro?
Robó con ellas su vigor al n u m e n .
Quién dar al verso acordes armonías,
Sé que negáis vuestro favor divino
Oyendo resonar gritos de muerte ?
A Ja cansada senectud, y en vano
Tronó la tempestad : bramó iracundo
Fuera implorarle; pero en t a n t o , bellas
El h u r a c a n , y arrebató á los campos
Ninfas, del verde Pindó habitadoras,
Sus frutos, su matiz; la rica pompa
No m e negiíeis que os agradezca humilde
Destrozó de los árboles sombríos :
Los bienes que os debí. Si pude un d i a ,
Todas huyeron tímidas las aves
No indigno sucesor de nombre ilustre,
Del blando n i d o , en el espanto m u d a s :
Dilatarle famoso; á vos fué dado
No mas trinos de a m o r . Así agitaron
Llevar al fin mi atrevimiento. Solo
Los tardos años mi existencia; y pudo
Pudo bastar vuestro amoroso anhelo,
Solo en región extraña, el oprimido
A prestarme constancia en los afanes
Ánimo hallar dulce descanso y vida.
Que turbaron mi p a z , cuando insolente
"Vano saber, enconos y venganzas,
Codicia y ambición, la patria mia Breve s e r á , que ya la tumba aguarda,
Abandonaron á civil discordia. . sus mármoles abre á recibirme;
Ya los voy á ocupar... Si no es eterno
El rigor de los h a d o s , y reservan
A mi patria infeliz mayor ventura;
5 F r a u c t í ? í f 9 f h e S C r ^ Í 6 , J T 0 6 " a m¡Sma , 0 i n d i c a ' «1 aator se retiró
U PCSlC d£ BarCel01 1 maS de 13 d a Dénsela presto . v mi postrer suspiro
^ar S SÍrÍ ^ "" «** ~"
Será p o r ella... P r e v e n i d e n t a n t o
Flébiles tonos, en'azád coronas
De c i p r é s f u n e r a l , M u s a s c e l e s t e s ;
Y d o n d e á las d e l m a r s u s a g u a s m e z c l a TABLA.
El G a r o n a o p u l e n t o , e n s i l e n c i o s o
Bosque d e lauros y m e n u d o s mirtos A la Reina, nuestra Señora p, _ .
O c u l t á d e n t r e flores m i s c e n i z a s . Prologo ' • Fa
8- »
Advertencias del autor. • ' • . . . . . . . . \ ' .

A R T E DE H A B L A R .

Su definición. - Plan general de esta obra w

PARTE PRIMERA.
Reglas comunes á todas las composiciones 51
LIDRO l.o De los pensamientos. ib
CAP. l.o De su verdad
2." De su claridad 'I ^
FIN 3." De su novedad .'
De su naturalidad l¡
5." De su solidez ..*.'. co
6.° De su conveniencia con él'tóno'de la obra! '. '. .' ! 72
LIDRO 2.0 De las varias formas bajo las cuales pueden ser nre-
seniados los pensamientos 73
CAP. L.o De las formas propias para dar á conocer los objetos.' 80
AKT. l . o De la descripción y sus varias especies ib
Seres abstractos 8¿
Objetos materiales inanimados 82
Sucesos futuros 83
Una época del tiempo .'.!!!.'!! 84
Edificios, sitios, paisajes 86
El exterior de una persona verdadera 87
Pintura de persona fingida 91
Cualidades morales de un individuo 92
Cualidades de una clase entera 93
AET. 2.0 De la enumeración 95
Enumeración simple . . . . . . .' ib.
Enumeración con distribución 97
CA?. 2.0 De las formas propias del que raciocina 98
Anlílesis 99
Concesion .".'...' 101
Epifonema !'.!.' 103
Expolicion . * [ 105
Gradación ó climax . . . . . . . lio
Paradoja m
Símil ó comparación 112
Sentencia 120
Prolépsis, revocación, reyeccion y transición. . . 121
Será p o r e l l a . . . P r e v e n i d e n t a n t o
Flébiles tonos, en'azád coronas
De c i p r é s f u n e r a l , M u s a s c e l e s t e s ;
Y d o n d e á las del m a r s u s a g u a s mezcla TABLA.
El G a r o n a o p u l e n t o , e n s i l e n c i o s o
Bosque d e lauros y m e n u d o s mirtos A la Reina, nuestra Señora p, _ .
O c u l t á d e n t r e flores m i s c e n i z a s . Prologo ' • Fa
8- »
Advertencias del autor. . . . . . . . . . . \ ' .

A R T E DE H A B L A R .

Su definición. - Plan general de esta obra w

PARTE PRIMERA.
Reglas comunes á todas las composiciones 51
LIBRO 1.0 De los pensamientos. ib
CAP. L.o De su verdad
2." De su claridad 'I ^
FIN 3." De su novedad .'
4.° De su naturalidad l¡
5." De su solidez ..*.'. co
6.° De su conveniencia con él'tóno'de'la obra! .' '. '. ! ! 72
LIDRO 2.0 De las varias formas bajo las cuales pueden ser pre-
sentados los pensamientos 73
CAP. 1.0 De las formas propias para dar á conocer los objetos.' 80
ABT. l.o De la descripción y sus varias especies ib
Seres abstractos 8¿
Objetos materiales inanimados 82
Sucesos futuros 83
Una época del tiempo .'.!!!.'!! 84
Edificios, sitios, paisajes 86
El exterior de una persona verdadera 87
Pintura de persona fingida 91
Cualidades morales de un individuo 92
Cualidades de una clase entera 93
AET. 2.0 De la enumeración 95
Enumeración simple . . . . . . .' ib.
Enumeración con distribución 97
CA?. 2.0 De las formas propias del que raciocina 98
Antítesis 99
Concesion .".'...' 101
Epifouema !'.!.' 103
Expolicion . * ' 105
Gradación ó climax lio
Paradoja m
Símil ó comparación 112
Sentencia 120
Prolépsis, revocación, reyeccion y transición. . . 121
CAP. 3.o De las formas propias para expresar las pasiones. . .
Apostrofe Expresiones groseras 20®
Conminación Expresiones torpes 207
Corrección 9.o Melodía ó suavidad ib.
Deprecación lO.o Conformidad de las expresiones con el tono g e n e -
Exclamación ral de la obra 209
Hipérbole . . . . CAP. 2.o Raglas peculiares de las expresiones de sentido figu-
Histerología rado . . 211
Optación AUT. 1 .O Nociones preliminares 212
Permisión 2.° Origen de los tropos 215
Prosopopeya 3.o Especies de los tropos 220
Reticencia Sinécdoque 221
Imposible Metonimia 224
Inierrogacion Metáfora 226
CAP. I.® De las formas que sirven para presentar los pensa- 4.o Ventajas de los tropos 232
mientos con cierto disfraz ó disimulo 5.o Reglas para usarlos 236
Alegoría Reglas comunes á todas las traslaciones ib.
Alusión Regla peculiar de los sinécdoques y metonimias. . 239
Dialogismo Reglas particulares de las metáforas 240
Dubiiacion Primera.. ib.
Extenuación Segunda 241
Parresia ó licencia Tercera 242
Perífrasis Cuarta 243
Preiericion Quinta 246
Ironía : sus varias especies Sexta 249
Antífrasis Séptima 250
Asteísmo Octava 252
Carientismo
LIBRO 4.o De la composicion 6 coordinacion de las cláusulas. . 254
Cleuasmo
Diasirmo CAP. 1.° Reglas relativas á la extensión y forma de las c l á u -
Sarcasmo sulas 255
Mimesis Cláusulas cortas y largas ib-
Cláusulas simples y compuestas ib.
LIBRO 3.o De las expresiones
CAP. 2.o Reglas generales para la composicion de las cláusulas,
CAP. L.o Reglas generales para la elección de las expresiones. cualesquiera q u e sean su extensión y su forma. 258
ART. 1.0 P u r e z a ART. 1.0Claridad
Pureza en los términos 2.oUnidad 262
Pureza en las construcciones 3.oEnergía 26o
271
Neologismo 4.oElegancia .••••.•••
ART. 2.o Corrección . . . . ! . . . ' . . Elegancias q u e consisten e n omitir o no ciertas
3.o Propiedad, precisión y exactitud. . . . ' ! ' . ' . * . palabras ••
4.o Concisión. . . . Elegancias q u e consisten en repetir alguna palabra. 2 i 2
5.o Claridad Elegancias q u e consisten en reunir palabras aná-
logas por el sonido, los accidentes gramaticales,
T é r m i n o s técnicos .*.*!..'!..!!!
Voces cultas | ó la significación ^76
2
5.o Armonía. ?°
Palabras equívocas
6.o Naturalidad ..!.'!.'"' Armonía general de las cláusulas «>•
7.o Energía Armonía imitativa , ; • • : •
Epítetos "' APÉNDICE. D e lo que se llama en las composiciones literarias
estilo y tono; y de su diferencia 289
Imágenes .'.'
8.o Decencia ' ' Estilo ; ¿o
E x p r e s i o n e s indecentes p o r e x c i t a r i d e a s ' d e s a - Tono ¿j!"
g r a d a b l e s ó asquerosas Diferencias entre ambos . . . . ají
— 586 — - 587 —
ABT. L.° Disertaciones
PARTE SEGUNDA. 3.0 Tratados magistrales . . .
3.° Elementos
Reglas particulares de cada uno de los géneros que hay de com- 4.° Varias formas de las obras didácticas. . . .
29i
posiciones literarias CAP 3.e Composiciones epistolares
SECCION PRIMERA
SECCION SEGUNDA.
Composiciones en prosa
Composiciones en verso 56
LIBRO 1.» Composiciones oratorias.
LIBRO l . o Del verso, su naturaleza, origen y mecanismo; de la
CAP. I. 0 Reglas generales de la oratoria 295 versificación castellana, y de la diferencia eníre el
ART. L.° Del exordio lenguaje y estilo de la prosa y el de los ver-os. . . 357
2.° De la piopo-icii 297
CAP. l . o Naturaleza, origen, y mecanismo del verso ib.
3.o De la contirmacion 300
2.0 Versificación casiellana 365
núm. I. 0 De los argumentos 301 3.° Diferencias entre el lenguaje y estilo de la prosa y
Sus especies ib. del verso 367
Diversos lines con que se emplean 302
Modo de hallarlos 30i LIBRO 2.o Poesías directas , . 378
Reglas para su elección ib. CAP. I. 0 Poesías líricas ib.
Reglas relativas al orden con que deben colo- 2.° Poesías didácticas 38¿
carse 305 ART. I . 0 Poemas didascálicos 387
2.o De las costumbres 306 2.0 Di>cursos y epístolas 390
3.o De las pasiones 307 3.° Sátiras 393
ART. 4.° De la peroración 309 CAP. 3.O Poesía descriptiva 395
CAP. 2.° Reglas particulares d e las composiciones oratorias. . 310 4.° Poemas llamados menores 400
ART. I . 0 Oratoria forense ib.
LIBRO 3.0 Poesía dramática 406
2.o Oratoria política 314
3.° Oraio.ia sagrada 318 CAP. I. 0 Tragedia 407
4.o Genero demostrativo de los antiguos 324 ART. l.o Acción de una tragedia 409
a. 0 Caractéres de los personajes 410
LIBRO 2.o Composiciones históricas, didácticas y epistolares. . 327 3.o Plan 411
CAP. L.o Obras históricas ib. 4.0 Unidades de lugar v tiempo «4
ART. l.o Historia verdadera. . ib. 5.o Estilo y lenguaie. . , 415
ném. I. 0 Cualidades de un historiador 328 CAP. 2.o Comedia. Sus reglas 418
Instrucción ib.
LIBRO 4.0 Poesías mixtas 423
Fidelidad 330
Discernimiento 333 CAP. I. 0 Poesía épica ib.
Moralidad ART. 1.° Acción de un poema épico 424
2.0 De las composiciones históricas consideradas en 2.0 Personajes y sus caracteres 426
si mismas ib. 3.0 Plan 431
Plan ib. 4.0 Narración 434
Narración 335 AP. 2.0 Poesía bucólica 435
Retratos 337 Lugar de Id escena 436
Arengas 338 Carácter de los interlocutores 437
Ri-flexiones Asuntos de las églogas 438
AR¥. Historia ficticia 3.o Fáliulas. Sus reglas 440
HÚM. l.o Asumos sobre q u e se han escrito historias fic- táxDiCB l.o De la naturaleza, verdad é invariabilidaa a e las
ticias, y sus varias formas 342 reglas, y de la necesidad de saberlas y obser-
2.0 Reglas de la historia ficticia 345 varlas en toda composicioa . . . . . .
CAP. 2.0 Obras didácticas. 348
APÉHD CE 2.O De lo que en materias literarias se llama buen
41)3
gusto, malgasto

Suplemento
Cánticos *,,
Oda * *
Epístolas filosóficas j»'
Epístolas satíricas £.7
R o m a n c e s jocosos
Romances
55
Sonetos. j;
Inscripción •'56
ib
Fábulas -
562
Egloga
E p i g m a
£ ? - . : ; : ; ; : : : : : : : : : : : : : : S2

c" i *

Sceaus (Scaa). — lmp. M. y P.-E. Charaire.

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