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III
Si hemos de juzgar los cambios en la riqueza, el poder y la cultura en el equilibrio
global, debemos, por tanto, definir lo que se entiende por equilibrio mundial, o mejor,
por desequilibrio –como prevaleció el planeta en el período de 1750 a 1970. Con
una sola excepción –la población– hubo un gran predominio de la región del
Atlántico norte, al principio confinada a las partes más relevantes de Europa pero
que en el transcurso del siglo XX se inclinó hacia las antiguas colonizaciones de
emigrantes europeos a Norteamérica, específicamente los Estados Unidos. Europa
y las regiones colonizadas por emigrantes europeos nunca fueron más que una
minoría de la población global, digamos el veinte por ciento en 1750, y tal vez el
treinta o 35 por ciento hacia 1913. Desde entonces, ha caído hasta llegar alrededor
del quince por ciento.
En cualquier otro sentido, el predominio del Atlántico norte fue absoluto.
Cualesquiera que hubiesen sido las circunstancias, la economía mundial se
transformó gracias a las tecnologías y al sistema capitalista occidentales. Pero aquí
debe hacerse una distinción entre el original predominio europeo y la más reciente
fase norteamericana. En el siglo XIX la dinámica global venía del capitalismo
europeo pues los Estados Unidos eran mayormente una economía independiente:
hasta el siglo XX su impacto sobre América Latina, por ejemplo, era menor
comparado con el de Gran Bretaña. Los territorios del mundo estaban ocupados y
divididos entre los poderes europeos occidentales del Atlántico Norte y el Imperio
ruso. En términos militares la situación no era del todo desequilibrada, pero ninguna
potencia que no contase con los recursos técnicos y de organización occidentales
podría haberse enfrentado a otra que sí los tuviese. En lo que se refiere al campo
intelectual, excepto el religioso, las ideas que cambiaron la política y la cultura en el
mundo llegaron de Europa.
REFERENCIAS