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LAS SIETE CARACTERÍSTICAS DEL SERVIDOR

A) Ve más allá que todos los demás.

B) No mira para atrás.

C) Anuncia buenas noticias.

D) Comparte su visión con los demás.

E) Lo más importante: define el objetivo.

F) Anima y motiva a cada uno.

G) Encuentra la estrategia común para alcanzar la meta.

El elemento definitivo que identifica y concentra la esencia de un verdadero líder es su


visión. Para ilustrar lo que significa la visión, podemos tomar el ejemplo de cuando el
marinero, desde el mástil central del barco, extendiendo su mano hacia el horizonte,
conmueve el ánimo de la tripulación con un grito emocionado: "¡Tierra a la vista!". Ha visto
lo que nadie podía ver y anima a todos para alcanzar el objetivo.

A) Ve más allá que todos los demás.


El líder posee un radar de alta frecuencia para percibir la realidad y tiene capacidad de
soñar lo inimaginable. Puede ver lo que nadie ha descubierto todavía. Esto lo coloca por
encima del común denominador de la gente. Sabe descifrar causas, prever consecuencias.
Distingue claramente lo esencial de lo accidental. Es un buen receptor de toda la
información. Ha desarrollado un sistema integral de la realidad. Tiene jerarquía de valores.
En una palabra, pertenece a esa raza de hombres que no está emparentada con la
mediocridad.
Saúl el benjaminita (1 Sam. 10, 23) destacaba sobre todos los demás. Por esta razón podía
ver mucho más lejos que cualquier otro. Por eso fue capaz de surcar rutas inéditas e
internarse por caminos vírgenes para iniciar la etapa de la monarquía en Israel.
Pablo, que era también de la tribu de Benjamín, en el camino de Damasco tuvo una visión
donde escuchó lo que nadie: sus compañeros "oía la voz, pero no veían a nadie". (Hechos
9, 7). Sólo Pablo fue capaz de ver lo que otros no percibieron. Esto quiere reafirmar lo
esencial: Pablo percibe lo que otros no ven.

B) No mira para atrás.


Al marinero no le interesa mirar para atrás para contemplar la estela que el barco va
surcando en el océano. Una vez que ha dejado una playa, leva las anchas que le atan
mentalmente, para hacer volar su imaginación y su ilusión, hacia el nuevo destino que lo
espera.
Para un líder con visión, el pasado es solo un maestro que enseña a mirar el futuro,
aprovechando la experiencia de lo que ha vivido.
Pablo, como líder, no mira hacia atrás. Tiene su vista siempre hacia adelante: "Yo,
hermanos... una cosa hago, olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante".
(Fil. 3, 13).

C) Anuncia buenas noticias.


La función del marinero que sube al mástil, es anunciar buenas noticias. No le corresponde
amedrentar a la tripulación con un grito le los llene de terror: "¡Tormenta a la vista!". Su
principal responsabilidad es la de anunciar que se acercan al objetivo perseguido.
El responsable de un proyecto no debe encender la sirena de alarma cuando se suspende
la energía eléctrica, sino encender un fósforo. Busca y encuentra soluciones.
Pablo no solo sabe resolver sofismas (2 Cor. 10, 4) o prever dificultades (Hechos 27, 10),
sino que comunica una Buena Noticia: "allí se pusieron a anunciar la Buena Nueva "
(Hechos 14, 7).

D) Comparte su visión a los demás: hace ver de cerca a los demás lo que él vió de
lejos.
En el momento en que el marinero afirma la proximidad de la tierra, todos le creen y suben
a la cubierta del barco con la certeza de que de un momento a otro aparecerán las cumbres
de las montañas. El líder es sujeto de crédito. Si lo dice él, los demás saben que debe
existir una razón, factor invisible o sorpresa que avalan su aseveración. El primero cree lo
que anuncia. Su corazón ha palpitado antes de hacer palpitar a los demás. Vive lo que cree.
Para ser verdadero líder no basta tener visión o ver lo que otros no ven, sino hacer ver a los
demás lo que él antes ha percibido. El líder no es un guía de ciegos. Su misión es hacer ver
de cerca lo que él ha visto de lejos.
Jesús delineó perfectamente esta misión para Pablo cuando le dijo: "Yo te envío para que
les abras los ojos". (Hechos 26, 17-18).

E) Lo más importante: define el objetivo.


El marinero, con su mano extendida y voz segura, afirma que el objetivo es alcanzable.
La factibilidad de una visión depende tanto cuanto el líder sea capaz de definir la meta. La
vaguedad crea confusión y dispersión.
Pablo es uno de estos hombres que tiene una brújula por dentro. Posee objetivos claros,
que no son negociables: "El Señor me envió a evangelizar y no a bautizar, y ¡ay de mí si no
evangelizara!". (1 Cor. 1, 17); 9, 16).
El centro de su mensaje no es complicado. El evangelio de la gracia (Hechos 20, 21), es
decir, la gratuidad de la salvación.

F) Anima y motiva a cada uno.


El marinero, como todo líder, contagia con su entusiasmo a los demás y los involucra. Es
como un generador de energía donde todo el mundo carga sus baterías. Su don es hacer
que cada uno dé lo mejor de sí mismo. Esta es la magia del líder.
En medio de la tormenta del mar, después de muchos días que no había aparecido el sol ni
las estrellas, cuando se estaba perdiendo toda esperanza de salvación, aparece el carácter
líder:
"(Pablo dijo:) os exhorto a que tengáis buen ánimo; os aconsejo que toméis alimento, pues
os conviene para vuestra propia salvación. Ninguno de vosotros perderá un solo cabello de
vuestra cabeza... Entonces todos los demás se animaron." (Hechos 27, 20-36).
El líder motiva no sólo cuando presenta el objetivo, sino cuando lo logra meter en el corazón
de las personas, para que ellos mismos vayan adelante. Este milagro se da cuando el líder
es capaz de revelar el por qué se hacen las cosas. Los hombres no son máquinas que
trabajen con el automatismo de un robot. Necesitan una motivación, la cual se encuentra
siempre dentro de ellos mismos. El líder sabe promover la autoestima para tener la
seguridad que dentro de cada vaso de barro se encuentra un gran tesoro. (2 Cor. 4, 7).
Si el objetivo es definido y concreto, la motivación debe ser trascendente. Se trata de un
catalizador que potencia al máximo las fuerzas y hace que la persona toque la frontera de
sus límites.

G) Encuentra la estrategia común para alcanzar la meta.


El objetivo a la vista es el motor que desencadena una estrategia de trabajo: se aflojan las
ataduras de los timones, el capitán toma completo control de la nave, se pliegan las velas y
se sueltan las cuatro anclas desde la popa y se dejan caer al mar... El capitán no
necesariamente es quien tiene el timón en sus manos, pero sí el que sincroniza y conjunta
(sinergia) toda la actividad, para que desemboque en un sólo propósito: atracar felizmente
el barco en el muelle.
Un buen líder no es el que mueve a los demás, sino el que hace que los demás se muevan,
como Pablo desde la cárcel: "La mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por
mis cadenas, tienen mayor intrepidez en anunciar sin temor la Palabra ". (Fil. 1, 14).
El líder es aquel que establece una estrategia para conseguir el objetivo final, haciendo
converger todas las fuerzas en un sólo polo de atracción. Sus sueños se cristalizan en
planes de trabajo y estructuras, que permiten alcanzar los objetivos. Un soñador sin
estructuras, es un quijote ambulante que pelea contra molinos de viento y al que sólo le
sigue un ignorante barrigón.
La visión lleva a la acción y la acción profundiza la visión. Pablo no comprendió todo desde
un principio con claridad meridiana, ni tampoco comenzó haciendo las cosas de manera
perfecta.
Si todo líder goza de simpatía y autoridad moral para ser creído y seguido por los demás, el
líder cristiano tiene una razón de más y un punto de llegada para arrastrar a otros en pos de
sí: "Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo" (1 Cor. 11, 1).
Él también tiene a otro, el Líder de los líderes, el Pastor de los pastores (1 Pe 5,4); y por
tanto, a quien los otros siguen no es a él mismo, sino a quien a su vez él sigue.

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