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Indice
Introducción Pag. 3
1 Una catequesis creativa, kerigmática, Pag. 5
mistagógica y bella al servicio de la miisón
2 El Papa Francisco habla a los Catequistas Pag. 9
3 La catequesis a la luz de Aparecida Pag. 21
4 Catequesis en clave misionera Pag. 59
5 Actitudes del catequista Pag. 91
6 La catequesis de la propuesta Pag. 94
7 La catequesis es siempre misionera Pag. 102
9 Predicación en la Misa de Apertura del III Congreso Pag. 106
Nacional de Catequesis
En medio de este andar Aparecida nos confirma en el camino y pasamos del Estado
de Asamblea al Estado de misión. Se desarrolló entonces en Buenos Aires un camino
que buscó llevar adelante la opción misionera desde la perspectiva paradigmática y
programática.
En el orden paradigmático, se puso el “bautismo en clave misionera como
parte de una camino para repensar toda la vida sacramental de nuestra
arquidiócesis, Se inició la “misión bautismal”. Este proyecto apuntó a poner la
pastoral bautismal en clave misionera. Se apuntó a repensar la preparación pre-
bautismal, a generar vínculos con los que se acercan, a facilitar horarios de
bautismos, anunciar e invitar a recibir el bautismo a aquellos que no lo recibieron y,
fundamentalmente, hacernos cargo de “los hijos que engendra la Iglesia”, con una
pastoral post-bautismal. El proyecto de “Pastoral Digital” se pensó como una
herramienta y aporte más a este desafío.
En lo programático se concretaron gestos misioneros periódicos y
permanentes para los tiempos fuertes con campañas misioneras y se establecieron
lugares de misión permanente (carpas misioneras). Las comunidades se renovaron
con la experiencia de “salir” y estar en la calle para hacer presente a un Dios que es
ternura y a una Iglesia que quiere abrazar a todos. La dimensión misionera e instaló
en el lenguaje y en las perspectiva de las acciones aunque todavía nos falta bastante
camino para recorrer en torno a la conversión pastoral, para que la clave misionera
se vea plasmado en toda la pastoral ordinaria.
El Año de la Fe se vivió como tiempo preparatorio para una Misión
Arquidiocesana en el 2014. El Consejo Presbiteral y el Consejo de Pastoral elaboraron
propuestas generales en orden a que cada comunidad con su peculiaridad específica
se aboque a la realización de un camino misionero orgánico. La invitación a realizar
Asambleas Parroquiales y organizar los Consejos Pastorales Parroquiales busca que las
comunidades tomen mayor conciencia de este llamado misionero y se desarrolle la
participación y el compromiso de los laicos.
Junto a este proceso, es bueno también iniciar un camino en el cual podamos
poner la “Catequesis en clave misionera”. Esto no significa: “otra cosa nueva” u
“otra cosa más”, sino ir haciendo el camino habitual pero incorporando otra mirada
para el planteo que vamos haciendo habitualmente en nuestra catequesis y con
Estas palabras quieren ser el eco agradecido a las bellas y simples catequesis
que nos entregara el Papa, tanto en el Congreso Internacional sobre Catequesis,
como en las páginas que nos ha dedicado en su última Exhortación Apostólica
Evangelii Gaudium. En ambas enseñanzas, queda claro que en el contexto del estado
de misión, promovido por la Iglesia hoy -con nuevos métodos y renovado ardor-, la
centralidad de la catequesis en el proceso evangelizador obliga a azuzar el ingenio y
actualizar todos sus recursos, para llegar a los múltiples niveles de la realidad del
hombre contemporáneo.
Cuando Francisco enseña que los catequistas deben caminar con Cristo hacia las
periferias, nos recuerda que la realidad que se nos presenta es compleja y
desafiante. No obstante, la catequesis tiene sus recursos y ha demostrado en la vida
de la Iglesia que supo abordar los contextos sociales más adversos y las circunstancias
por demás difíciles, para llegar al corazón mismo del hombre y la mujer. En ese
sentido, nos alienta diciendo: «Y si ustedes van a las periferias, allí lo encontrarán.
Dios es siempre fiel, es creativo. Por favor, no se entiende un catequista que no sea
creativo. Y la creatividad es como la columna vertebral del catequista. Dios es
creativo, no está encerrado, y por eso nunca es rígido. Dios no es rígido. Nos acoge,
sale a nuestro encuentro, nos comprende. Para ser fieles, para ser creativos, hay que
saber cambiar. Saber cambiar. ¿Y para qué tengo que cambiar? Para adecuarme a las
circunstancias en las que tengo que anunciar el Evangelio» 1.
La creatividad le es propia al arte superior de la catequesis, donde revela su
capacidad de adecuación, porque su oficio es el de proponer con fidelidad y
pedagogía el bello mensaje del Evangelio a las generaciones de todos los tiempos. La
imagen corporal de la columna vertebral nos recuerda la centralidad que debe
ocupar su condición artesanal, para que la imaginación y la inteligencia de cada
catequista no descansen, hasta encontrar el modo más creativo y efectivo, para
proponer el mensaje de la salvación a todas las culturas y hasta llegar a los rincones
de todas las realidades humanas.
Otro aspecto iluminador de su mensaje, más reciente, lo encontramos en la
Exhortación Apostólica ya mencionada. En el tercer capítulo, medular por cierto, el
Papa retoma el mensaje central del anuncio evangélico y propone tres modalidades
esenciales que debe tener en cuenta la catequesis hoy: kerigmática, mistagógica y
bella.
El kerigma (anuncio, proclamación) es la verdad de verdades de nuestra
religión revelada. Lo primero que dice el Papa es que «el kerygma es trinitario. Es el
fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo,
1
Discurso del Papa Francisco a los participantes al Congreso Internacional sobre Catequesis, Roma, 27
de septiembre de 2013.
N
o tenemos derecho a quedarnos acariciándonos el alma. A quedarnos
encerrados en nuestra cosita... chiquitita. No tenemos derecho a estar
tranquilos y a querernos a nosotros mismos. ¡Cómo me quiero!. No, no
tenemos derecho. Tenemos que salir a contar que, desde hace dos mil años,
hubo un hombre que quiso reeditar el paraíso terrenal, y vino para eso. Para
rearmonizar las cosas. Y se lo tenemos que decir a "Doña Rosa", a la que vimos
en el balcón. Se lo tenemos que decir a los chicos, se lo tenemos que decir a
aquellos que pierden toda ilusión y a aquellos para los que todo es "pálida",
todo es música de tango, todo es cambalache. Se lo tenemos que decir a la
señora gorda finoli, que cree que estirándose la piel va a ganar la vida eterna.
Se lo tenemos que decir a todos aquellos jóvenes que, como el que vimos en
el balcón, nos denuncian que ahora todos nos quieren meter en el mismo
molde. No dijo la letra del tango pero la podría haber dicho: "dale que va, que
todo es igual".
Tenemos que salir a hablarle a esta gente de la ciudad a quien vimos en los
balcones. Tenemos que salir de nuestra cáscara y decirles que Jesús vive, y
que Jesús vive para él, para ella, y decírselo con alegría... aunque uno a
veces parezca un poco loco. El mensaje del Evangelio es locura, dice San
Pablo. El tiempo de la vida no nos va a alcanzar para entregarnos y anunciar
esto que Jesús está restaurando la vida. Tenemos que ir a sembrar esperanza,
tenemos que salir a la calle. Tenemos que salir a buscar.
¿Y nosotros nos vamos a quedar en casa?. ¿Nos vamos a quedar en la
parroquia, encerrados?. ¿Nos vamos a quedar en el chimenterío parroquial, o
del colegio, en las internas eclesiales?. ¡Cuando toda esta gente nos está
esperando! ¡la gente de nuestra ciudad!. Una ciudad que tiene reservas
religiosas, que tiene reservas culturales, una ciudad preciosa, hermosa, pero
que está muy tentada por Satanás. No podemos quedarnos nosotros solos, no
podemos quedarnos en la parroquia y en el colegio. ¡Catequista, a la calle!. A
catequizar, a buscar, a golpear puertas. A golpear corazones.
P
or la sabiduría que te da el trato semanal con la gente, que en el
hombre sigue latiendo un deseo y necesidad de Dios. Ante la soberbia e
invasiva prepotencia de los nuevos Goliat, que desde algunos medios de
comunicación y no menos despachos oficiales, reactualizan prejuicios e
ideologismos autistas, se hace necesario hoy más que nunca la serena
N
UESTRA IGLESIA EN BUENOS AIRES está necesitada de esa AUDACIA y FERVOR,
que es obra del Espíritu Santo, y que nos lleva a anunciar, a gritar a
Jesucristo con toda nuestra vida. Es necesario mucha audacia y valentía
para seguir caminando hoy en medio de tanta perplejidad. Sabemos que
existe la tentación de quedarnos atrapados por el miedo paralizador que a
veces se maquilla de repliegue y cálculo realista y, en otros casos, de
rutinaria repetición. Pero siempre esconde la vocación cobarde y conformista
de una cultura minimista acostumbrada sólo a la seguridad del andar
orillando. ¡Audacia apostólica implicará búsqueda, creatividad, navegar mar
adentro!
Al darte gracias por todo tu camino de catequista, le pido al Señor Eucaristía
que renueve tu ardor y fervor apostólico para que no te acostumbres jamás a
los rostros de tantos niños que no conocen a Jesús, a los rostros de tantos
jóvenes que deambulan por la vida sin sentido, a los rostros de multitudes de
excluidos que, con sus familias y ancianos, luchan para ser comunidad, cuyo
paso cotidiano por nuestra ciudad nos duele e interpela.
Más que nunca necesitamos tu mirada cercana de catequista para contemplar,
conmoverte y detenerte cuantas veces sea necesario para darle a nuestro
caminar el ritmo sanante de projimidad. Y podrás así hacer la experiencia de
la verdadera compasión, la de Jesús, que lejos de paralizar, moviliza, lo
impulsa a salir con más fuerza, con más audacia, a anunciar, a curar, a liberar
(Cf Lc. 4, 16-22). Más que nunca necesitamos de tu corazón delicado de
catequista que te permite aportar, desde tu experiencia del acompañamiento,
la sabiduría de la vida y de los procesos donde campea la prudencia, la
capacidad de comprensión, el arte de esperar, el sentido de pertenencia,
T
ODA GRAN CIUDAD TIENE MUCHAS RIQUEZAS, muchas posibilidades, pero
también son muchos los peligros. Uno de ellos es el de la exclusión. A veces me
pregunto si como Iglesia diocesana no somos cómplices de una cultura de
la exclusión en la que ya no hay lugar para el anciano, el niño molesta, no hay
tiempo para detenerse al borde del camino. La tentación es grande, sobre
todo porque se apoya en los nuevos dogmas modernos como la eficiencia y el
pragmatismo. Por ello, hace falta mucha audacia para ir contra la corriente,
para no renunciar a la utopía posible de que sea precisamente la inclusión, la
que marque el estilo y ritmo de nuestro paso.
Dios los ha llamado a ser sus catequistas. En esta Iglesia de Buenos Aires que
está transitando tiempos del Espíritu, sean parte y protagonistas de la
asamblea diocesana, no para manijear, ni imponer, sino para hacer juntos la
apasionante experiencia del discernir con otros, de dejar que sea Dios quien
escriba la historia.
Buenos Aires, agosto de 2004
N
O RESISTIRÍA A LOS EMBATES DEL TIEMPO UNA FE CATÓLICA
reducida a bagaje, a elenco de normas y prohibiciones, a prácticas de devoción
fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a
una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios
doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los
bautizados. Nuestra mayor amenaza "es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la
Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe
se va desgastando y degenerando en mezquindad"[1]. A todos nos toca "recomenzar
desde Cristo"[2], reconociendo que "no se comienza a ser cristiano por una decisión
ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona,
que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva"[3].
(Aparecida, 11-12)
Permítanme que insista sobre esto con ustedes quienes, por ser catequistas, por
acompañar el proceso de crecimiento de la fe, por estar comprometidos en la
enseñanza, puede el "tentador" hacerles creer que su ámbito de acción se reduce a lo
intraeclesial, y los lleve a estar demasiado en torno al templo y al atrio. Eso suele
acontecer... Cuando nuestras palabras, nuestro horizonte, tienen la perspectiva del
encierro y del pequeño mundo, no ha de asombrarnos que nuestra catequesis pierda
la fuerza del Kerigma y se trasforme en enseñanza insípida de doctrina, en
transmisión frustrante de normas morales, en experiencia agotadora de estar
sembrando inutilmente. Por eso, "recomenzar desde Cristo" es concretamente imitar
al Maestro Bueno, al único que tiene Palabra de Vida Eterna y salir una y mil veces a
los caminos, en busca de la persona en sus más diversas situaciones.
Buenos Aires, Agosto de 2006
A
L AGRADECERTE TODO LO QUE HACÉS POR LA CATEQUESIS, le pido de corazón
al Señor que te rejuvenezca con su gracia, ya que la renovación de la pastoral y
de la catequesis no dependerá "de grandes programas y estructuras, sino de
hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos
Un pueblo que necesita de testigos antes que maestros. Hagan que la catequesis sea
transversalmente kerygmática, para que el proceso y maduración de la fe tengan la
frescura del encuentro con Aquél que, a través de la Iniciación Cristiana, te consolida
como discípulo misionero.
Buenos Aires, 21 de agosto de 2007
N
OS QUEDAMOS ENCERRADOS EN LAS INTERNAS PARROQUIALES cuando prima la
psicología de la tumba, con los años nos convertimos en momias. Jesús no
quiere cristianos momias, quiere nuestra identidad en la calle. Es necesario, no
encerrarse en las parroquias, que, a veces, parecen una tumba o un sarcófago y sólo
falta que le coloquemos flores y un cartel que diga: ´aquí yace la comunidad
cristiana´. Necesitamos, entonces, que Jesús nos pegue un grito y nos diga:
Catequista salí afuera, Iglesia de Buenos Aires salí afuera. El problema de la Iglesia
de Buenos Aires es que no toca timbres y los catequistas deben salir a "timbrear" en
la ciudad; "timbrear" vidas y corazones, a jetear, sin vergüenza, aunque nos digan
que estamos de la chaveta". Que la Virgen ayude a los cristianos de Buenos Aires a
tocar timbres, a poner la cara y a que le diga a Jesús que nos pegue un grito, para
anunciar a Jesucristo.
Buenos Aires, marzo de 2008
A
VECES NOS DEFENDEMOS PONIENDO DISTANCIAS DE EXQUISITEZ, como los
escribas y los fariseos: "hasta que no esté purificada la vida no la recibo" Y se
lavaban mil veces antes de comer las manos y abluciones… pero Jesús se los
echa en cara porque su corazón estaba lejos de lo que Dios quería. Ese Dios que
manda a su hijo que se mezcle con nosotros, con lo peorcito de nosotros.
Esos eran los amigos de Jesús: lo peorcito. Pero la vida la tomaba como venía.
Dejaba que cada hombre y cada mujer protagonizara su vida y Él la acompañaba con
cariño, con ternura, con doctrina, con consejos. No la imponía. La vida no se impone,
la vida se siembra y se riega, no se impone. Cada uno es protagonista de la suya. Y
eso Dios lo respeta. Acompañemos la vida como Dios lo hace.
El otro hijo (de la parábola del padre misericordioso) reedita la postura de estos
criticones, los escribas y fariseos, "yo soy puro, yo estuve siempre en la Iglesia, soy
de la Acción Católica, de Caritas o de catequesis…te doy gracias, Señor, porque no
soy como toda esta gente, no soy como esta gentuza" Y el hijo cierra su corazón y
prefiere protagonizar un purismo hipócrita a dejarse conmover por la ternura que le
enseñó su Padre. No sabe acompañar la vida. Probablemente este hombre lo más que
La catequesis
Introducción
El presente trabajo tiene la finalidad de hacer una lectura del Documento de
Aparecida desde la Catequesis. Descubriendo sobre todo cuáles son las luces que
puede aportar a esta tarea tan importante en la Iglesia.
De entrada muchos podrían tener la sensación, especialmente quienes trabajamos en
la catequesis que el tema no fue suficientemente considerado, pero seguramente
esta sensación la tendrán quienes trabajan en otros campos; en cuanto a la
catequesis en sentido específico son pocos los números a lo largo del documento que
se refieren a ésta (cfr. nn. 268 al 300) y en otro número en el 99a, se señala desde
un punto de vista positivo la labor que la catequesis ha tenido en el esfuerzo por
llevar al encuentro con Jesucristo a los habitantes de este Continente. Sin embargo
después de hacer un recorrido serio sobre las grandes luces que presenta el
Documento se queda uno con la sensación de que todo él tiene un sabor catequístico,
de tal manera que desde el tema de la misma, la catequesis está presente
“Discípulos y Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida”.
Es decir, tenemos la seguridad de que la Catequesis está presente a lo largo de todo
el documento y sus grandes intuiciones han de ser una luz que nos ayude a todos los
agentes de pastoral a revalorizar el papel tan importantísimo que la catequesis tiene
para la formación de Discípulos Misioneros en nuestro Continente, renovando esta
práctica pastoral devolviéndole su verdadera dimensión en el proceso de Iniciación
Este volver a las fuentes nos ayudará a clarificar mejor las acciones propiamente
catequísticas y los elementos que le dan su identidad, así estaremos en posibilidad
de ubicarla en la lectura que hagamos de Aparecida.
El catecismo con todas sus riquezas vino a significar “una enseñanza para instruir a
los paganos que quieren ser cristianos”, sin embargo no hay que olvidar que éstos
nacieron en la época de la Reforma protestante y católica, de hecho es famoso el
Catecismo de Trento, el cual llevó a una dogmatización de la fe, una
intelectualización de la misma, de tal forma que la catequesis será la instrucción que
reciben los niños bautizados en orden a la Comunión Eucarística.
Durante el siglo pasado hubo movimientos y esfuerzos por renovar la práctica cate-
quística y hacer de ésta algo más vivencial y experiencial; entre los esfuerzos no
puede dejarse pasar de largo, el interés que tuvo hacia la catequesis San Pío X, pero
más adelante el movimiento de Munich y el llamado kerigmático, los cuales por otro
lado van configurando a la Catequesis en su dimensión permanente como la forma
ordinaria de alimentar la fe.
Es innegable que el Concilio Vaticano II vino a ser el evento más importante para la
Iglesia del s. XX y el efecto que provocó hacia adelante, estamos a más de 40 años en
que este Concilio presentó sus grandes líneas que llevarían a la Iglesia a un proceso
de renovación interior y exterior. Algunos han definido este Concilio como el gran
reformador de la Iglesia por sus grandes novedades que hoy siguen siendo vigentes.
En el caso de la catequesis el impacto del Vaticano II sobre ella ha sido y sigue siendo
muy grande. Simplemente podríamos decir que el Concilio significó el fin oficial del
período llamado del “catecismo”. Y aunque el Concilio no afrontó de manera directa
y explícita el tema de la catequesis, sin embargo, si se ocupó de forma decisiva de
algunos puntos relacionados esencialmente con ella, como la Palabra de Dios, la fe,
la Iglesia, la relación iglesia-mundo, que influirán en su renovación.
Dei Verbum, nos presentó una visión teológica renovada de la revelación y de la fe;
Ad Gentes de la evangelización; Lumen Gentium, Sacrosanctum Concilium, Gaudium
et Spes, de la Iglesia; y en los nuevos horizontes antropológicos y culturales abiertos
con las relaciones renovadas con la cultura moderna, las confesiones no católicas, las
religiones no cristianas..., tenemos a Gaudium et Spes, Dignitatis Humanae, Unitatis
Redintegratio, Nostra Aetate, Ad Gentes, etc.
Todos estos estímulos no podían no incidir profundamente en el ámbito de la
actividad catequética.
En el logro de este proceso que comenzó en el Vaticano II, son de gran valor las
aportaciones de algunos documentos y manifestaciones que, a nivel de la Iglesia
universal, representan hoy en día u cierto “corpus” pastoral de gran importancia.
Del magisterio de Juan Pablo II, son de destacarse por su gran valor para la
catequesis: Redemptoris Hominis (1979); Dives in Misericordia (1986); Christifideles
Laici (1988); Redemptoris Missio (1990); la entrega el 11 de octubre de 1992 con la
Constitución apostólica Fidei Depositum, del Catecismo de la Iglesia Católica, y muy
recientemente la entrega en octubre de 1997 del Directorio General para la
Catequesis.
Junto a estos documentos de valor universal tenemos otros de valor más local, pero
no menos significativos, como son los documentos de Medellín y Puebla en la Iglesia
Latinoamericana, que añaden otros elementos válidos para la catequesis de hoy.
Sin detenernos en lo que podrían ser las sombras encabezadas por la espada, la
evangelización tiene sus grandes luces y en ella la catequesis ocupó un puesto de
gran relieve. Sabemos también por otro lado que las situaciones de nuestros pueblos
en América fueron distintas de lugar a lugar, el trato hacia los indígenas no siempre
fue el mismo y en algunos lugares fue más fuerte el exterminio y la destrucción y en
otros prevaleció más el mestizaje. Las condiciones de nuestros pueblos hacen que la
actitud hacia las grandes culturas sea una y hacia los pueblos nómadas y
seminómadas sea otra.
Entre las guerras de independencia y el Concilio Vaticano II, los catecismos pasaron
por periodos de lucha, de quienes estaban a favor de los movimientos de
Independencia contra los que querían la permanencia bajo el régimen de la Corona
Española, esto como consecuencia de un pluralismo ideológico y religioso. La invasión
de otros grupos religiosos, especialmente de corte protestante le dio a la catequesis
latinoamericana nuevamente un carácter apologético.
El Primer Concilio Plenario de América Latina, convocado por León XIII en 1899, tuvo
como preocupación principal el tema de la catequesis, animando una catequesis con
fórmulas tradicionales para evitar confusión.
No hay que olvidar que Medellín tampoco fue un “hongo en el bosque”, ya que desde
su presentación, ella misma quiso respirar del espíritu renovador que trajo el
Concilio Vaticano II, de ahí el mismo título programático de la II Conferencia “La
Iglesia en la actual transformación de América Latina a la Luz del Concilio”. El tema
de Medellín de por sí sugerente quiso ser a través de su propia reflexión una Luz para
las Iglesias del Continente Latinoamericano, las cuales necesitaban de una
renovación desde lo profundo de su Ser para estar en verdadera sintonía con todo el
Pueblo de Dios que peregrina en estas tierras.
Podríamos decir de manera muy general que las opciones de Puebla fueron más
reflexivas, analíticas y programáticas, enmarcadas en lo que fue su tema general “La
Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”; el tema corresponde
muy bien al ambiente surgido a partir del Sínodo de 1974 y Evangelii Nuntiandi y en
el campo específico de la Catequesis al Sínodo de 1977 y las conclusiones que del
Sínodo ya se conocían.
Como una primera consecuencia del tema central de la III Conferencia para la
catequesis, es precisamente colocarla dentro del amplio proceso de evangelización,
como ya lo había hecho Evangelii Nuntiandi. Además la define como parte del
proceso de conversión y crecimiento permanente y progresivo de la fe, en donde se
incluyen, conocimiento, celebración y confesión de la fe en la vida, esto encuadrado
y comprendido en el amplio programa del Documento que son la verdad sobre Cristo,
la Iglesia y el Hombre, respaldando de hecho la necesidad de una catequesis más
antropológica.
Al igual que para los otros documentos, el tema de la catequesis no puede leerse
aisladamente y fuera del contexto de toda la Conferencia, en el caso de Puebla el
En cuanto al método se sigue por el camino marcado por Medellín y Gaudium et Spes,
que bien entendido se puede interpretar como: análisis de la situación (ver), criterios
teológicos (juzgar) y proyectos pastorales (actuar). La catequesis en muchas Iglesias
de nuestro Continente se ha utilizado este método para lograr los propósitos de la
transmisión de la fe, que es la conversión de los hombres y asumir el compromiso por
el Reino de Dios a partir de nuestras realidades para poderlas transformar a partir de
los criterios evangélicos.
Con estos dos conceptos al centro podemos entender la propuesta general de esta
Conferencia que fue “Nueva Evangelización, Promoción humana y Cultura cristiana”
poniendo al centro a Jesucristo, iluminado con el texto de Hebreos 13, 8 “Jesucristo
es el mismo ayer, hoy y siempre”.
Desde Gaudium et Spes y la doctrina en general del Concilio Vaticano II, se hizo claro
que la Misión de la Iglesia desde su Naturaleza y su Ser, sólo encuentra su realización
plena en la Evangelización, de ahí el lema tan común que versa “La Iglesia existe
para evangelizar”. Como portadora de una buena noticia para los hombres y mujeres
de “hoy” ésta tiene que estar atenta a los “signos de los tiempos”, para dar con su
voz una respuesta de esperanza que lleve a todos a un encuentro con la única verdad
Así que los “gozos y esperanzas” de los hombres y mujeres de nuestro Continente
tienen que ser parte del método pastoral; dicho de otra manera antes de emprender
nuestra Misión evangelizadora como Iglesia en América Latina y El Caribe teniendo
como uno de sus medios privilegiados a la Catequesis, tenemos que preguntarnos
quiénes son nuestros Interlocutores, sus gozos y esperanzas, para que se les pueda
llevar el alegre Mensaje del Evangelio y pueda llenar sus corazones de la esperanza
cristiana que implica la transformación de sus vidas y realidades.
El seguir este camino justifica el por qué de una Conferencia Regional o de un Sínodo
más particular, y aunque el Magisterio es Universal, para toda la Iglesia, la realidad
es que los cristianos en el mundo procedemos de diferentes razas, culturas,
ambientes y es desde esa realidad como se ha de llevar
el Mensaje de Salvación; el objetivo de la V Conferencia deja ver con toda claridad
que la intención es reflexionar sobre los Discípulos Misioneros de esta parte de la
Iglesia, “para que nuestros pueblos en Él tengan vida”, por supuesto que al referirse
a “nuestros pueblos” se refiere a cada uno de los habitantes de esta parte del
Mundo.
Antes de pasar a reconocer algunas de las realidades por las que atraviesa la
catequesis en nuestras Iglesias; como se ha insistido, la visión de la realidad que
presenta el documento conclusivo de Aparecida de manera general, también son esas
realidades que la catequesis ha de contemplar, para que su acción responda a esas
realidades y así sea plenamente inculturada, haciendo que el encuentro con
Jesucristo responda a sus anhelos de esperanza y de vida.
Esta descripción lleva a la reflexión de la particular preocupación que hay por los
diferentes cambios culturales que dificultan la transmisión de la fe por parte de la
familia y la sociedad, esta dificultad se ve reflejada en el gran número de fieles que
abandonan la Iglesia. Por supuesto que esta realidad ha de ser tomada en serio por
parte de los catequistas y animadores de la catequesis, ya que como misión, la
catequesis es un medio para transmitir la fe.
La segunda parte del Documento conclusivo de Aparecida nos lleva a mirar a los
discípulos misioneros de Jesucristo a partir precisamente de esta concienciación; es
el momento de iluminar nuestra identidad desde la mirada del mismo Cristo que nos
invita a seguirlo y a estar con Él para ser sus portadores ante un Continente
necesitado de una Buena Noticia.
Esta parte es la más extensa del documento, abarca cuatro capítulos del 3 al 6, el
primero de estos nos presenta de manera positiva una iluminación sobre las
diferentes realidades contempladas en la primera parte, que le llama “buenas
noticias”, son una especie de iluminación teológica y espiritualidad, éstas son: la
dignidad humana, la vida, la familia, la de la actividad humana, la del destino
universal de los bienes y la de la riqueza de la Iglesia latinoamericana.
A lo largo del capítulo se recuerda que los discípulos misioneros están llamados a la
santidad, lo cual implica dar nuestro sí para iniciar el camino de seguimiento dejando
que el Espíritu Santo nos vaya identificando con Jesús camino, verdad y vida (cfr. nn.
136-137).
No hay que olvidar y lo recuerda este capítulo al final, que para vivir la doble
dimensión de nuestra identidad cristiana necesitamos dejarnos guiar y conducir por
el Espíritu Santo fuente de vida y de gracia, el cual se hace presente de manera
particular en los sacramentos de la iniciación cristiana.
Al respecto el Directorio general para la Catequesis subraya como dos tareas también
principales de la Catequesis, la educación para la vida comunitaria y la acción
misionera (cfr. n. 86), que aquí quedan muy claras en su unidad. Es más el
documento indica que no hay discipulado sin comunión y la pertenencia a una
comunidad concreta es una “dimensión constitutiva” de la vida cristiana (cfr. n.
156), la cual implica un compromiso de discípulo misionero en la Iglesia y para la
misión de la Iglesia, esta experiencia se ha de vivir en la diócesis, la parroquia, en las
comunidades eclesiales de base, en la comunión entre las Iglesias particulares dentro
de las Conferencias Episcopales, incluyendo de esta manera la unión de todas las
diócesis del mundo con el Papa (cfr. nn. 164-183).
Así se pasa al capítulo VI que consideramos medular en este camino de los discípulos
misioneros, es aquí donde la catequesis y los catequistas han de encontrar una mayor
ubicación; el objetivo de este capítulo es el de ofrecer las líneas para la formación
de los discípulos misioneros, el punto de partida tiene que ser la espiritualidad para
dar paso al itinerario formativo.
Se pasa a explicar en qué consiste este proceso formativo, el cual requiere una
decidida y clara opción por la formación al estilo de Jesús (cfr. 276-277). El proceso
formativo presenta cinco ejes los cuales se implican mutuamente, de tal forma que
cada uno se presenta y manifiesta en cada uno a su vez, este “itinerario” aunque es
general para todos los discípulos misioneros, el sabor que tiene el proceso es
totalmente catequético, de inspiración catecumenal, por lo cual ha de ser asumido
por todo ministro de la catequesis. Las etapas son las siguientes: El encuentro con
Jesucristo; la Conversión; el Discipulado; la Comunión y la Misión. No se puede negar
que este proceso tiene que reflejarse a través de la acción catequística.
Después de dar los criterios generales del proceso formativo de los discípulos
misioneros, se pasa al punto central que toca de lleno a la catequesis y es lo que
titula como “Iniciación a la vida cristiana y catequesis permanente”. Sin temor a
exagerar este punto se convierte en el eje de todo el documento, en cuanto que
ubica a la Iniciación Cristiana en toda su amplitud como el camino que ha de recorrer
todo discípulo misionero, tanto si éste es visto como agente o como interlocutor del
acto catequético.
El Directorio General de la Catequesis para explicar qué debemos entender por Cate-
quesis, lo hace encuadrando este ministerio en el marco de la Misión evangelizadora
de la Iglesia. Reconociendo que esta acción se origina en el mandato Misionero de
Cristo de “Vayan por todo el mundo...” (Mt 28, 16-20). De ahí que ésta se define
como una acción al servicio de la Evangelización, portadora de la Palabra de Dios. Al
mismo tiempo la Catequesis tiene que guardar una estrecha y permanente relación
con las otras acciones evangelizadoras y con todo el Proceso Evangelizados en
concreto señalando su relación con el Primer anuncio, la Iniciación Cristiana su
campo propio y la Formación Permanente de la fe, añadiendo la relación que guarda
Esta relación que guarda con las diferentes etapas y momentos de la evangelización
queda expresada muy bien por Juan Pablo II, al decir en Catechesi Tradendae en el
n. 18,
Esta visión nos sirve como marco para comprender la visión que nos ofrece Aparecida
sobre la catequesis, la cual aquí es entendida como Iniciación Cristina: en ella insiste
en el papel de la familia; pero es consciente de que ésta no se ha hecho
adecuadamente; de tal forma que se necesita buscar nuevas formas que ayude a
valorar la vida cristiana de los bautizados alejados de la fe, precisamente por la
carencia de una adecuada Iniciación Cristiana.
El documento insiste en que esta iniciación cristiana debe incluir el kerigma o primer
anuncio de la fe, ya que es la manera práctica de poner en contacto con Jesucristo e
iniciar en el discipulado. Este énfasis que da el documento nos refleja claramente
cómo la Iniciación Cristiana tiene que estar en sintonía con todo el proceso
evangelizador que tiene su origen en la también llamada acción misionera, pero que
no termina nunca, ya que continúa en la catequesis permanente.
En los criterios generales de esta formación se señala que debe ser integral,
kerygmática y permanente (cfr. n. 279ss.) la cual implica la dimensión humana
comunitaria, espiritual, intelectual y pastoral-misionera. Cuando explicita la
formación intelectual manifiesta que se da a través de un especial conocimiento
bíblico teológico, juntamente con las ciencias humanas darán la competencia en
vista a los servicios eclesiales y para la adecuada presencia en el mundo secular
(cfr. n. 280c).
Indica que los laicos para que cumplan su misión en la formación de comunidades
y en la construcción del Reino de Dios, requieren una formación para que puedan
acompañar espiritual y pastoralmente a otros (cfr. n. 282). En el campo
específico Aparecida insiste en la necesidad de contar con cursos y escuelas de
formación permanente para catequistas (cfr. n. 299).
f) Es necesaria una catequesis que ayude a adquirir una identidad católica que pro-
mueva una adhesión personal y comunitaria a Cristo (cfr. n. 297); en esto se
encuentra la clave de la catequesis; hoy se insiste que su finalidad es
precisamente poner a uno en contacto con una persona y esa es Jesucristo (cfr.
DGC n. 80).
Por otro lado como ya se recordó párrafos arriba, esta Iniciación Cristiana tiene
que incluir el kerygma (cfr. n. 288 y 279), el cual dicho por Aparecida ha de ser
el hilo conductor de todo el proceso formativo de los discípulos misioneros “Solo
desde el Kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por
eso, la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones” (n. 278a).
En este sentido ya se señalaron párrafos arriba cuáles son a partir del DGC, las
distintas tareas que la catequesis ha de realizar (cfr. nn. 84-87).
El documento con sus demás aportaciones, como catequistas nos hace valorar otros
Conclusión
Como en cualquier estudio, cuando uno se pone a reflexionar surgen muchas ideas;
sin embargo el espacio siempre nos queda pequeño, pero siempre queda al lector y a
uno mismo continuar estudiando y reflexionando para sacar y aprovechar desde el
campo de la catequesis, las grandes luces que podemos recibir del Documento
conclusivo de la V Conferencia, en vistas a seguir con el proceso de Renovación de la
Catequesis que responda a los nuevos desafíos y retos que nos presenta la realidad
latinoamericana.
SENAC
Relación entre Primer Anuncio,
Iniciación Cristiana y Catequesis Permanente
Introducción
En la reunión de los Obispos miembros de la Comisión de Catequesis y Pastoral Bíblica
del 9 de agosto de 2010, se creó el Iº Seminario Nacional de Catequesis (SENAC) con
la finalidad de generar aportes al pensamiento del III Congreso Catequístico Nacional,
para contribuir de este modo a la renovación y fortalecimiento de la Catequesis en la
Argentina.
Quedó bien claro en aquella reunión del 9 de agosto que el Seminario y el Congreso,
distintos por su naturaleza, finalidad y metodología, están profundamente unidos por
la autoridad episcopal de la cual emanan y por el ministerio eclesial al cual sirven: la
Catequesis en nuestro país.
Capítulo 4: Imaginar escenarios futuros deseados y posibles desde las personas que
aman la catequesis.
Sin pretender abarcar toda la realidad y dar respuestas a todos los interrogantes, los
siguientes capítulos pretenden ayudar a seguir desarrollando un pensamiento
contemplativo, discernido, propuesto e imaginativo de la Catequesis en nuestro país,
abriéndonos a nuevos horizontes.
Capítulo 1: Contemplar
“¿Él les dijo: ‘¿Qué comentaban por el camino?’ Ellos se detuvieron, con el semblante
triste” (Lc. 24, 17)
1. “Creemos que la Palabra de Dios es eficaz por sí misma. Por eso la anunciamos con
optimismo y alegría. Es una Palabra de comprensión, de esperanza y de misericordia.
Cuanto más manifestemos la alegría de la fe, más dispuestos estarán los hombres a
creer en el gran amor que Dios les tiene. Con esta mentalidad queremos salir al
encuentro de todos los hombres, los que están lejos y los que están cerca. Desde el
amor misericordioso de Dios Padre queremos asumir la cultura propia de nuestro
Pueblo Argentino.” 1
5. Se requiere, pues, una Catequesis que, asumiendo tal riqueza religiosa, sea
capaz de percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables, ayudándola a
superar los riesgos de fanatismo, de superstición, de sincretismo y de ignorancia
religiosa. Bien orientada, esta religiosidad popular puede ser, cada vez más, para
nuestro pueblo, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo.”2
La Catequesis en foco
8. Luego de estas primeras constataciones derivadas del “contemplar” en el
ámbito local, pasamos a observar algunas luces y sombras en un contexto
latinoamericano. “La Iglesia Católica en América Latina y El Caribe, a pesar de las
deficiencias y ambigüedades de algunos de sus miembros, ha dado testimonio de
Cristo, anunciado su Evangelio y brindado su servicio de caridad particularmente a
los más pobres…”7
11. Pese a los logros mencionados, nos preocupa observar que la adhesión al
mensaje de la fe es decreciente y nos hacemos eco de la descripción que hacen
nuestros Pastores en Aparecida: “En la evangelización, en la Catequesis y, en
general, en la pastoral, persisten lenguajes poco significativos para la cultura actual,
y en particular, para los jóvenes. Muchas veces, los lenguajes utilizados parecieran
no tener en cuenta la mutación de los códigos existencialmente relevantes en las
sociedades influenciadas por la postmodernidad y marcadas por un amplio pluralismo
social y cultural.”10
13. Contemplar las luces y sombras de la Catequesis nos ayuda a focalizar en las
propuestas catequísticas existentes en nuestro país. La más extendida tiene un
fuerte matiz escolarizante y pone por finalidad principal la preparación para los
sacramentos, atendiendo sobre todo a las dimensiones cognoscitiva y normativa de la
fe. Sigue el ritmo del año escolar, con tiempos de trabajo y de pausa, de inicio y de
finalización muy similares a los que se establecen en la escuela. Uno de sus rasgos
más visibles es la uniformidad: todos reciben los sacramentos en las fechas
establecidas y, salvo algunas excepciones, no se acompañan los procesos personales y
diversos.
16. Desde hace más de veinte años, en nuestro país hablamos de itinerarios
catequísticos. A la hora de diseñarlos lo hacíamos al modo de los tradicionales
programas. La centralidad que hoy se pone no tanto en el contenido doctrinal, sino
en el encuentro con la Persona de Cristo, nos hace vislumbrar una paulatina
importancia dada a estos procesos y a su utilización en la Catequesis.
19. Las fronteras entre la Iglesia y los no creyentes son cada vez más móviles y
este hecho exige claridad, pero también disponibilidad para el diálogo y los procesos
no lineales de búsqueda e integración. El proceso de la Catequesis es siempre un
proceso de acogida y de aceptación de las diversas identidades culturales y sociales,
y también del sentir y vivir diversamente la búsqueda del sentido de la fe.”12
20. Estas reflexiones nos hacen volver la mirada sobre el contenido del anuncio.
“Transmitiendo con claridad y vigor la relación entre la fe en Dios y el
reconocimiento de la dignidad del hombre, que nos propone el Concilio y nos
testimonia la obra de los primeros misioneros, se podrá impulsar una acción
evangelizadora coherente… Esta relación no debe ser simplemente proclamada como
una verdad más. Debe impregnar toda la Catequesis…”13 ”El Reino de Dios está
presente de alguna manera también en los interrogantes y aspiraciones
profundamente humanas, en el esfuerzo por reconocer la dignidad de todo el hombre
y en el afán por construir un mundo más justo y más fraterno.”14
21. El discernimiento comunitario y pastoral tiene que ver más con la búsqueda de
aquello que agrada a Dios que con una opinión mayoritaria. Por eso, lo que cada
hermano ve y propone no es una opinión más, sino una propuesta desde la
experiencia de Dios y desde las urgencias del Reino. El Espíritu Santo es capaz de unir
las mentes y los corazones en una respuesta común.
La Catequesis es misionera
23. Ante una primera mirada podríamos rechazar la relación entre los términos de
este binomio “Primer Anuncio - Catequesis Permanente.” Desde una lógica
secuencial, el Primer Anuncio iría al comienzo… Sin embargo, “nos planteamos, la
redefinición de caminos posibles para los que llegan a un proceso catequístico sin fe
o con una fe pequeña, olvidada, casi ‘adormecida’. La pluralidad y la diversidad de
ofertas de todo tipo, ponen a la persona en situación de reconfirmar y de validar sus
opciones cristianas. Por eso, hoy es preciso hablar de un Primer Anuncio, siempre
necesario e impostergable en el inicio de un proceso catequístico y de una Catequesis
siempre misionera, que sale a buscarnos en las distintas etapas de nuestra vida, en
las diversas ‘edades de nuestra fe’ y en nuestros distintos lugares de encuentro
teológico con Dios.
24. Una ‘Catequesis misionera’ es una Catequesis de la propuesta que busca, atrae y
propone siempre. No se trata de un discurso doctrinario estampado desde afuera y
por la fuerza de la repetición, sino de un camino de experiencias siempre nuevas,
que marcan profundamente la vida de las personas. Una Catequesis que se
resignifica, muchas veces en Primer Anuncio, para que éste se diferencie y, a la vez,
se integre en todo el proceso catequístico, otorgándole una fuerza renovadora y
catecumenal. En la Catequesis Misionera todo anuncio transparenta el Primer
Anuncio. Él es como una luz siempre viva en el Ministerio de la Palabra: en la
conversión primera, en la Iniciación Cristiana y en la Catequesis Permanente.
26. La complejidad y la novedad del tiempo actual nos llevan a pensar una
27. “El Espíritu Santo que nos anima es el mismo que impulsó a Jesús. Él nos hace
participar de la vida y de la misión del Salvador. Sin Él la evangelización es
imposible”17 Como Iglesia sabemos que nada ocurre en ella sin que el Espíritu
intervenga y que todo en la experiencia cristiana sucede por su inspiración y su
presencia. Desde Él partimos, conscientes de que el Espíritu Santo está en el origen
de nuestra vocación y misión de catequistas. Él derrama muchos y abundantes dones
en la Iglesia. “En efecto es siempre Él quien actúa, ya sea cuando vivifica la Iglesia y
la impulsa a anunciar a Cristo, ya sea cuando siembra y desarrolla sus dones en todos
los hombres y pueblos, guiando a la Iglesia a descubrirlos, promoverlos y recibirlos
mediante el diálogo.”18 Él es el protagonista de toda la misión eclesial.
31. La Catequesis Misionera trabaja en relación con la pastoral social. Allí donde
están los alejados, los pobres, los desamparados; allí es el lugar de la Catequesis
34. El Papa Juan Pablo II insistía en generar una “cultura de la vida”, que no significa
desechar la cultura presente, sino encontrar en ella las “semillas del Verbo”, es decir
el Misterio Pascual implícitamente presente en las variadas dinámicas culturales ya
existentes. Todas las expresiones culturales dicen algo del misterio cristiano y
debemos contribuir a que quienes participan de las mismas lo descubran. En esto
consiste hoy el trabajo de los discípulos misioneros. En la medida en que se va
explicitando la presencia teologal implícita (pasando del de la Iniciación Cristiana a
un Itinerario Catequístico Permanente), comienzan a disiparse las anticulturales
tinieblas del pecado en el propio sujeto y en el contexto. Encendiendo la luz, se ve
mejor. A la luz de la fe la cultura y las personas que participan en ella se
transfiguran.
La Iniciación Cristiana
35. Comenzamos preguntándonos ¿qué entendemos por Iniciación Cristiana? “La
Iniciación Cristiana, de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica es ante todo,
don de Dios mediante la gracia de Jesucristo y por mediación de la Iglesia. Es
inserción de la persona en el misterio de Cristo, muerto y resucitado por medio de la
fe y de los sacramentos. Este nuevo nacimiento, esta nueva vida en la que el ser
humano es engendrado, esta participación en el Misterio Pascual de Cristo y en su la
naturaleza divina, es el núcleo y el corazón mismo de la Iniciación Cristiana.”19
40. En este proceso, además del tiempo de estudio y reflexión, hay “etapas” o
paso por los que el catecúmeno avanza como si atravesara una puerta o ascendiera
por escalones. La primera etapa tiene lugar cuando, realizada la conversión inicial, el
candidato quiere ser cristiano y es aceptado por la Iglesia como catecúmeno. La
segunda etapa tiene lugar cuando, más madura la fe y concluido el catecumenado, el
candidato es admitido a una preparación sacramental más intensa. La tercera etapa
se da cuando, terminada la preparación espiritual, el candidato recibe los
sacramentos de la Iniciación Cristiana.
41. Por lo tanto, son tres las etapas, pasos o puertas, que han de considerarse
como as más importantes o densas de la iniciación. Estas tres etapas están señaladas
por tres ritos litúrgicos: la primera, por el rito de admisión al catecumenado; la
segunda, por la elección, y la tercera, por la celebración de los sacramentos. Las
etapas conducen a “tiempos” de información y maduración o están preparados por
ellos.
42. El primer tiempo, que exige estudio por parte del candidato y evangelización por
parte de la Iglesia, se da en el “precatecumenado” y concluye con el ingreso al
La Catequesis Permanente
43. La Catequesis Permanente acompaña las distintas etapas de la vida de las
personas en su proceso de crecimiento y maduración en la fe. De hecho el DGC,
refiriéndose a la Evangelización, expresa hacia el final del N° 48 “…inicia en la fe
cristiana, mediante la Catequesis y los sacramentos de iniciación, a los que se
convierten a Jesucristo, o a los que reemprenden el camino de su seguimiento,
incorporando a unos y reconduciendo a otros a la comunidad cristiana. Alimenta
constantemente el don de la comunión en los fieles mediante la Educación
Permanente de la Fe (homilía, otras formas del Ministerio de la Palabra, los
sacramentos y el ejercicio de la caridad)
44. Hay razones de diversa índole que legitiman las expresiones “Educación
Permanente de la Fe” o “Catequesis Permanente”, a condición de que no se
relativice el carácter prioritario, fundante, estructurante y específico de la
Catequesis en cuanto iniciación básica. La expresión “Educación Permanente de la
Fe” se generalizó en la actividad catequética, a partir del Concilio Vaticano II, para
indicar solamente un segundo grado de Catequesis, posterior a la Catequesis de
Iniciación, y no como la totalidad de la acción catequizadora. Los Obispos en
Aparecida optan por la expresión “Catequesis Permanente” y se refieren a itinerarios
catequísticos permanentes, en las comunidades cristianas, que se extiendan desde la
infancia hasta la ancianidad.
Capítulo 3: Proponer
“Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba. Él entró y se quedó
con ellos.” (Lc. 24, 30)
50. En esta Catequesis, proponemos una fe que no se asume por simple tradición,
sino una fe por la que se opta con fuerza, con entrega, con pasión, con ternura, con
creatividad…, según el estilo de cada persona, siempre única, irrepetible y singular.
La encarnación de los valores del Evangelio se produce en un ambiente en el que
circulan esos mismos valores. Los que compartimos el mismo Pan tenemos una sola
fe, un solo Señor y un solo Bautismo. En la comunidad cristiana la experiencia de fe
es personal, pero a través del testimonio y del compromiso fraterno se comparte y
enriquece a todos.
52. Proponemos este perfil para la comunidad en la que se realiza esta Catequesis
renovada. Se trata de una comunidad testigo, comunidad de comunidades, que no se
limita a la jurisdicción geográfica, generosa en el don de la persona de Jesús,
poseedora de una red de vínculos institucionales útiles para la evangelización.
54. “La Iglesia tiene la urgente tarea de priorizar el diálogo y el testimonio para
acercarse a la gran cantidad de bautizados no convertidos y a los no cristianos que
van en aumento en el actual contexto socio cultural. La Iglesia existe para
evangelizar, pero dado el nuevo contexto cultural marcado fuertemente por el
pluralismo religioso, donde existen muchos valores pero también disvalores como el
agnosticismo y la evasión de las grandes preguntas existenciales, la Iglesia debe
acentuar su ser dialogante, alegre y propositivo. De este modo, quienes se sienten
alejados de su mensaje, podrán descubrir que la Iglesia, (pastores, fieles e
instituciones) les despierta preguntas olvidadas acerca del sentido de la vida, los
abre a nuevos horizontes, y les da un testimonio convincente de fraternidad y
solidaridad. Y al ser auténticamente dialogante, no sólo propone y anuncia, sino que
además escucha, aprende, se enriquece.”26
55. Al mismo tiempo, surge inevitable la pregunta: ¿cuáles son y dónde están
aquellas comunidades cristianas en las cuales se viven hoy los valores y las opciones
que subyacen a un auténtico proceso catequístico? Para esto proponemos el
surgimiento de nuevas formas de comunidad, pequeñas, de talla humana. Para hacer
en la Iglesia la experiencia mistagógica de la presencia de Jesús en medio de todos y
para hacer que ella sea una auténtica fraternidad, donde la igualdad y la común
dignidad de todos los miembros (LG 32) superen la distinción de cargos y ministerios.
De este modo, prevalecerá el acontecimiento y la convocatoria por medio de la fe y
el aspecto institucional no sofocará ni dañará el despliegue auténtico de la comunión
y de la misión. Una espiritualidad de comunión, gestada y fecundada en la vida, la
Palabra, la fiesta, la oración y la misión. Fruto del Espíritu y expresión de la unidad y
del amor trinitarios.
56. Proponemos una “Iglesia que demuestra que efectivamente todo lo humano le
in-teresa, que los católicos se preocupan de verdad de que sus hermanos sean
felices. En el fondo, es la exigencia por el testimonio coherente que dan los
discípulos ya maduros, con acento en la diaconía. De otro modo, no habrá posibilidad
de que las personas alejadas se interesen siquiera en escuchar sobre Jesús y su
Evangelio.”27
58. Un catequista testigo, que acompaña los procesos de otros, que está dispuesto a
compartir su experiencia creyente, que se convierte en testimonio creíble para
aquellos a quienes acompaña en su despertar a la fe. Con el testimonio que sostiene
la pro-puesta ayuda a mostrar y a hacer ver lo que ya existe, lo que está contenido
en las personas, en los acontecimientos, en la vida, pero que aún no se conoce,
porque no se ha descubierto.
64. Esta opción respecto del método catequístico, como fruto de la reflexión, ha
de estar presente no sólo durante la realización del ministerio catequístico, sino a lo
largo de toda la formación del catequista. Por eso, ella se sitúa bajo el signo de la
creatividad y no de una mera asimilación de pautas externas. Ha de tratarse de una
formación muy cercana a la práctica: hay que partir de ella para volver a ella. Al
catequista le sería muy difícil improvisar, en su acción catequística, un estilo y una
sensibilidad en los que no hubiera sido iniciado durante su formación.
Capítulo 4: Imaginar
“En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén.”(Lc. 24,
33)
67. En este último capítulo nos hemos permitido un espacio de mayor libertad,
que nos permite asumir la actitud del que “mueve el timón” con un cierto rumbo
inestable. Se trata de una actitud más perceptiva que proyectiva. Vemos el futuro,
68. Entre los dones que trae el futuro eclesial que viene imaginamos: la
experiencia visible de una santa fraternidad; la alegre existencia de distintos modos
de ser Iglesia y la confianza de los miembros de la Iglesia en el protagonismo de Dios.
Nos damos cuenta que es preciso superar la tensión eclesiológica del adentro y del
afuera, porque los catequistas no estamos afuera, sino en medio de este contexto
cultural. Con nuestras certezas y sin perder la identidad, experimentamos la
auténtica necesidad de dialogar con la cultura de hoy.
70. Hasta hace unas décadas atrás podíamos referirnos, en nuestras miradas
pastorales, a la familia; a los adultos, a los jóvenes. Hoy, si bien estas expresiones
globales siguen siendo usadas, terminan resultando engañosas y ponen, en una
especie de trampa, al planteo pastoral que pretende homogeneizar las situaciones,
características, opciones, búsquedas y dilemas de los grupos a los cuales se dirige.
74. El prolongado cambio epocal viene planteando, desde hace ya muchos años,
una trama tan compleja y variada de situaciones que se hace difícil su
reconocimiento y categorización. Por eso, cada vez más, los agrupamientos, según
79. El mar orilla la costa y le habla secretamente. Éste es el lugar del llamado. En
la costa del mar de Galilea estaban Simón y su hermano Andrés y Santiago y su
hermano Juan, cuando Jesús los llamó convocándolos a ser pescadores de hombres En
la orilla del corazón, donde Dios habla, allí se produce la cercanía más íntima. Allí se
escucha el llamado de Dios y allí resuena también la respuesta del que acepta ser su
discípulo. Este diálogo de interioridades se hace posible también en la comunidad
eclesial virtual. A pesar de la inmensidad del espacio, el discípulo puede escuchar a
su Maestro y puede pronunciar la opción libre de seguirlo. En la comunidad eclesial
virtual las interioridades están entrelazadas por la fuerza de la comunión que supera
todas las distancias físicas.”31
80. Imaginamos el futuro que viene como una excelente oportunidad para llevar
el Evangelio a mucha gente, aprovechando todo lo que nos ofrece el mundo de hoy
para acercar la Palabra a todos. Cuando nos preguntamos ¿qué Catequesis para el
futuro?, imaginamos una Catequesis que haga mejores personas, trabajando mucho el
tema de las actitudes y valores del Evangelio.
81. También imaginamos una Catequesis del “insieme” o del “todos juntos”.
82. Por eso, imaginamos una Catequesis de catequistas que se dejan catequizar,
una Catequesis de catequistas, catequizandos y catecúmenos deslumbrados por la
novedad del Evangelio que siempre se manifiesta más profunda y ampliamente a lo
largo de toda la vida. Será imposible no dejarse asombrar y atraer por la fuerza de
tanto amor.
• LA NOVEDAD QUE DIOS QUIERE: a lo largo de los años vamos acumulando cansancio
y estamos paralizados como catequistas:
Tenemos miedo a las sorpresas de Dios…no nos cerremos a la novedad que Dios
quiere traer a nuestras vidas.” Homilía 30.03.13
No es fácil buscar la novedad, estar abierta porque a veces nuestro métodos fueron
buenos pero ¡cuidado! Los tiempos son otros. También nuestras preocupaciones nos
hacen egoístas:
“Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienen a que nos encerremos
en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura y es ahí donde está la muerte. No
busquemos ahí donde está la muerte a Aquel que vive”. Homilía 30.03.13
“Acepta entonces que Jesús resucitado entre en tu vida, recíbelo como amigo con
confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado alejado de Él, da un pequeño
paso: te recibirá con los brazos abiertos. Si eres indiferente acepta arriesgar; no
quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, CONFÍA EN ÉL
ten la seguridad que Él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la
fuerza para vivir como Él quiere“ Homilía 30.03.13. Hacer memoria una actitud para
renovarnos y cobrar fuerzas para continuar en nuestra vocación catequística es hacer
memoria.
“Recordad de cómo os habló estando todavía en Galilea…y recordaron sus Palabras”
(Lc.24, 6.8) esta es la invitación a hacer memoria del encuentro con Jesús, de sus
Palabras, sus gestos, su vida. Es recordar con amor la experiencia realizada con el
Maestro, es lo que hace que las mujeres superen todo temor y que lleven la
Proclamación de la Resurrección a los apóstoles. Hacer memoria de lo que Dios ha
hecho por mí, por nosotros, hacer memoria del camino recorrido, y esto abre el
corazón de par en par a la esperanza para el futuro. Hacer memoria de lo que Dios ha
hecho en nuestras vidas” Homilía 30.03.13
• VIVIR EN INTIMIDAD CON CRISTO: para ser testigo de alguien debo conocerlo, la
mejor manera de conocer a Jesús es encontrarme con Él. Dedicarle tiempo, donde
puedo entregar mi ser y mi quehacer en un tiempo y en un espacio concreto.
Significa aprende a estar con Él, a pararse a dialogar con Él, sintiendo que su
presencia es la más verdadera, la más buena, la más importante de todas…Adorar al
Señor quiere decir darle el lugar que le corresponde, adorar al Señor quiere decir
afirmar, creer – pero no solamente de palabra que únicamente Él guía
verdaderamente nuestra vida, adorar al Señor quiere decir que estamos convencidos
ante Él de que es el único Dios, el Dios de nuestra vida, el Dios de nuestra historia.
Homilía 14.04.2013
Estas actitudes de descubrir lo que Dios quiere, confiar, hacer memoria, ser
paciente, sentirnos llamados, anunciar el Evangelio con palabras y hechos, vivir en
intimidad con Cristo, adorarlo son experiencias de vida que ayudarán al catequista
superar los desalientos y recrear su vocación.
Estas actitudes son tomadas de algunas homilías del Santo Padre. Todas son un
material valiosísimo, su lenguaje es sencillo. Da gusto leerlo pues es claro y
contundente. Él nos muestra como seguir a Jesús y a la vez convocar a otros.
Como apoyo de este análisis, él evoca la actitud de Jesús mismo y de los primeros
evangelizadores. Jesús ha anunciado el Reino de Dios por la sola fuerza de la Palabra
y por signos milagrosos limitados. No recurrió a la presión del Estado, al llamado a la
fuerza de la ley o a la opinión mayoritaria del gentío para obligar a convertirse en
discípulo suyo. “El propuso, sin imponer nada, pero no sin dejar de deplorar la
dureza del corazón”. El discípulo no está por encima de su maestro. Los tiempos
actuales pueden ser la ocasión de medir la extensión de los cambios en materia de
transmisión religiosa e invitar a “re-interpretar o actualizar el anuncio en función de
lo que ella fue originariamente, un llamado sin presión política y social”.
“Esta nueva nota social es tal vez una posibilidad para la fe cristiana: Dios no se
impone, se lo busca y se lo desea; la discreción de Dios, manifestada en la
trayectoria de Jesús y de alguna manera verificada en el retiro silencioso del
Espíritu, puede suscitar, a partir de la moderación de la comunidad y del pudor de su
anuncio, otra seducción que la del consenso superficial o social, alejada de toda
presión del poder y de la fascinación del poder. Cuando Dios se oculta es cuando El
se hace cercano”.
Cuando una comunidad está más preocupada por sus estructuras y su supervivencia
que por sus individuos, ella corre el riesgo de perder su vigor profético y la fuerza de
convicción de su mensaje. Por el contrario, los discípulos del Cristo están llamados a
renovarse sin cesar en el amor recíproco para que el mundo pueda creer: actores y
servidores de la propuesta. Catequesis y comunidad.
¿Cuáles son y serán los lugares donde podrá nacer una catequesis de la propuesta?
Según una tríada clásica en catequesis, traer a la memoria un plan, un proyecto
catequístico a escala diocesana, regional, de un país, consiste en presentar
iniciativas a tomar en los ámbitos de la parroquia, de la familia y de la escuela. Yo se
que inmediatamente, este tríptico indispone a algunos, con todo derecho. Las
propuestas vividas en los movimientos de apostolado, en los medios y las nuevas
tecnologías, en los movimientos de juventud constituyen otros tantos lugares a tomar
en consideración. Aún en el caso en que no se hiciera mención aquí más que de la
parroquia, es pues mucho más ampliamente que sería necesario orientar (localizar,
situar) el anuncio, la escucha y el acompañamiento.
He aquí pues adelantadas las seis tareas de la catequesis (como recordatorio, en este
texto, se trata de hacer valer las diferentes facetas de la fe que, según su lógica
interna, merece ser conocida (1), celebrada (2), vivida (3), traducida en oración (4),
compartida (5) y anunciada (6). Por consiguiente, aparece la exigencia de una triple
evolución de la vida comunitaria:
- de una comunidad en la que los catequistas están con frecuencia poco presentes en
los lugares de concertaciones pastorales a una comunidad que los llama a convertirse
en los aguijones de los consejos pastorales, recordando que la misión teológica de la
parroquia consiste en ser signo del Reino.
d) La parroquia, ¿tiene ella aún suficiente vitalidad como para colocarse en actitud
de apertura del nuevo mandato misionero, de los nuevos proyectos catequísticos?
Parroquia y catequesis ¿están inexorablemente llevadas hacia una decadencia,
incluso hacia una ruina inevitable? El teólogo alemán Norbert Mette, apoyándose en
Henri Derroitte
Director del Instituto Lumen Vitae (Bruselas
Nos dice Enzo Biemmi “El modelo de Iniciación Cristiana de nuestras parroquias esta
centrado en los niños y esta pensado para la preparación para recibir los Sacramentos
de Iniciación Cristiana; estas características son reducciones del modelo catecumenal
que esta destinado a adultos y orientado a iniciar en la vida cristiana”.
Estas transiciones suponen una fe por la que se opta con fuerza, con entrega, con
pasión, con ternura, con creatividad.
Será una catequesis que parte del encuentro con Jesús, con centralidad en la Palabra
de Dios, una catequesis de iniciación a la vida cristiana con estilo catecumenal, una
catequesis dinámica, circular, progresiva en los procesos formativos; una catequesis
que resguarde la unidad de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana, que atienda a
una pluralidad de destinatarios en edades y situaciones, una catequesis comunitaria.
Una catequesis misionera reclama una comunidad misionera, una comunidad que
crea espacios de encuentro con Jesús, que engendra vida, es abierta y acogedora,
acepta la diversidad como experiencia enriquecedora, es participativa y propositiva;
son comunidades pequeñas donde se vive una auténtica fraternidad, donde la
igualdad y la común dignidad de todos sus miembros superan la distinción de cargos y
ministerios para que el aspecto institucional no sofoque ni dañe el despliegue
auténtico de la comunión y la misión.
La formación del catequista misionero será una formación integradora que otorgue
una competencia bíblica teológica para que pueda hablar de la fe de forma correcta
y coherente, de manera dinámica y significativa, con claridad y simplicidad; una
competencia cultural que le permita conocer el contexto socio cultural de a quienes
va dirigido el mensaje de salvación, esto exige que el catequista este inserto en la
vida cotidiana, presente como Jesús con los discípulos de Emaús; una competencia
pedagógica que le permita ser maestro, animador, facilitador, testigo y mediador
entre Dios y los hombres, capaz de proponer experiencias de oración, de fraternidad,
de celebración, de compromiso; y por ultimo una competencia espiritual. La
formación deberá seguir un modelo de laboratorio, una formación muy cercana a la
práctica, para partir de ella y volver a ella.
La catequesis del futuro será una catequesis que constituya itinerarios significativos,
que no desemboquen necesariamente en la recepción de un Sacramento, sino que
ilumine y de respuesta a las diversas situaciones humanas.
Proceso Comunitario
Movimiento de la Palabra de Dios
1 Corintios 1,3-9:
“Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor
Jesucristo.
No dejo de dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que Él les ha concedido en
Cristo Jesús.
En efecto, ustedes han sido colmados en Él con toda clase de riquezas, las de la
palabra y las del conocimiento, en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó
en ustedes.
Por eso, mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta
ningún don de la gracia.
Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la
Venida de nuestro Señor Jesucristo.
Porque Dios es fiel, y Él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro
Señor”.
Mt 11,25-30:
El yugo del amor es el peso menos pesado. Es peso, porque nos fuerza, porque pone
sobre nosotros los pesos de los otros, porque nos responsabiliza y compromete y, a
veces, como a San Ignacio de Antioquía, nos tritura. Pero es el peso más ligero,
porque nos regala una energía inmensa, porque es lo único que la muerte no puede
matar, porque nos hace plenos y saca de nosotros lo mejor de nosotros mismos. El
que ama es capaz de trascenderse desde sus propios límites.
San Agustín en sus Confesiones decía: “Nada tan pesado como el amor, pero nada tan
ligero como el amor. Mi amor es mi peso, pero es también mi estímulo, mi alimento,
mi gozo, mi fiesta, mi perfume y mi fuerza. Luz, voz, fragancia, alimento y deleite
de mi hombre interior”.
Hoy, igual que ayer y que siempre, Jesús nos llama a cargar su yugo. Qué hermoso
poder jugar con las palabras y decirnos que cargar su yugo es dejarse subyugar por él
y su evangelio de gracia. El catequista es un subyugado por Jesús porque cuando el
yugo es el amor, el único que puede cargarlo es el enamorado. No es cuestión de
cargar con nada, sino de hacerse cargo del amor de Dios para realizarlo en y con los
hermanos, con todos los hombres. Para el que ama todas las obligaciones están de
más y si falta el amor, todas las leyes son escasas.
Que estas palabras de Jesús nos marquen un camino en estos días y en nuestra misión
como catequistas. Y digo en estos días porque si vinimos a buscar el método, la
estrategia o la fórmula salvadora para nuestra acción, nos volveremos frustrados, y
para nuestra misión como catequistas porque nos habremos llenado la cabeza de
ideas y no el corazón del amor de Dios que es el único que nos da el tono justo para
realizar desde la fecundidad nuestro ser catequistas. Tenemos que ser no solamente
eficaces sino sobre todo fecundos. Y la fecundidad está marcada por el ritmo
oscilante de muerte y vida, de entrega y resurrección, de apertura y revelación. Y
para aceptar esto tenemos que tener la sencillez de aquellos que sienten que “les
falta algo”, que están necesitados de algo más… y eso que falta es Jesús.
Una segunda palabra: Conocer. Para Jesús, Dios no es solamente "el Padre de Israel,
el Padre de los hombres", sino "mi Padre". "Suyo" en sentido totalmente literal. Se
atreve a llamarlo con el apelativo más íntimo y cercano con que jamás hombre
alguno se hubiera atrevido a dirigirse a Dios: Abba, papito, y lo hace porque sólo Él lo
conoce como Padre, y se sabe de ese mismo modo conocido. Por un lado Jesús nos
manifiesta que Dios es origen primero y trascendente de todo y que es al mismo
tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos (Catecismo de la Iglesia
Católica, 239).
Conozcamos desde la sabiduría que da la cercanía del amor. Aunque hablara todas
las lenguas de los hombres y tuviera toda la sabiduría, decía Pablo, sino no tengo
amor no me sirve para nada. Conozcamos no por información sino por encuentro.
Conozcamos no por sabiduría erudita sino por la apropiación que da el amor.
Conozcamos no por acumulación de datos sino por el encuentro y la confianza que
nos permite entrar en el corazón de Dios para así querer saber más y más del Padre
revelado en Jesús.
Conozcamos la vida de nuestros catecúmenos para poder hacer de cada historia una
historia de salvación. El catequista no enseña cosas, ayuda a entrar en esa comunión
que hace descubrir lo sagrado de la propia vida en la que Dios habita. Conozcamos
desde el amor que se adapta a las posibilidades reales, que no nos destruye ni anula
sino que nos hace más plenamente humanos, más felices. Conozcamos como Dios,
que tiene paciencia con nuestras limitaciones, que nos dice: la vida que te regalo no
es ajena a la tuya, te encaja perfectamente, encaja con lo que necesitás y te hace
falta para ser pleno, para ser feliz.
Una cuarta palabra: Aliviar. El amor alivia, el amor no se enseña desde un discurso
racional ni se impone desde un imperativo; se vive y se trasmite. Si la fe, al decir del
Papa Benedicto se da por atracción, por seducción: hacer discípulos de evangelio es
algo muy sencillo, tan sencillo como amar. Y por eso es sólo para gente sencilla, para