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Rituales de separación y marcación del cuerpo:


prescripciones del uso del cabello en la
adquisición (y mantenimiento) del estatus policial

Mariana Sirimarco*

Resumen: Los rituales de pasaje y separación han sido largamente abordados por la disciplina
antropológica, interesada por la manera en que los cuerpos son marcados en la adquisición de un
nuevo estatus. En este artículo se propone un ejemplo que reactualiza estos debates a la luz de
una casuística de nuestra propia sociedad: la adquisición del estatus policial. Para ello, el texto se
detiene en el proceso de marcación de los cuerpos de aquellos que se inician en esta profesión, to-
mando como punto central las prescripciones relativas al uso del cabello, con vistas a entenderlas,
más que como degradaciones de un sujeto liminal, como una manipulación institucional tendien-
te a convertir los cuerpos civiles en cuerpos policiales legítimos.
Palabras clave: ritual de separación, cuerpo, cabello, policía.

Abstract: Passage and separation rituals have been extensively discussed by the anthropological
discipline focusing on the way in which bodies are marked in the acquisition of a new status. In
this article I offer an example that updates these debates in view of a casuistry of our own society:
the acquisition of police status. For this end, I consider the process of body marking of those who
are initiated into this profession, taking the prescribed use of hair as my main point, in order to
understand it more than as the degradation of a liminal subject, as an institutional manipulation
tending to turn civilian bodies into legitimate police bodies.
Keywords: separation ritual, body, hair style, police.

Introducción importancia —entre otras cosas— a la


manera en que los cuerpos se marcan

L
os rituales de pasaje y de sepa- cuando se adquiere un nuevo estatus
ración han sido largamente (Van Gennep, 1909; Firth, 1933; Hocart,
abordados por la disciplina an- 1935; Turner, 1980, 1988; Godelier,
tropológica, que ha prestado especial 1986; Herdt, 1987). La temática se enfo-
có en mayor medida desde la literatura
*Doctora en Ciencias Antropológicas (Uni- clásica, así que el análisis de tales ritua-
versidad de Buenos Aires). Investigadora del les se reservó, también en su mayoría, a
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y sociedades etnográficas, donde la im-
Técnicas (conicet) y del Instituto de Ciencias An- pronta de la corporalidad y la marcación
tropológicas de la Universidad de Buenos Aires.
Algunas de las argumentaciones contenidas en
de los cuerpos ha tendido a interpre-
este trabajo se publicaron en Sirimarco (2009). El tarse reforzando el carácter mismo de
presente artículo incorpora nuevos desarrollos. esas sociedades-otras.

27
28 Mariana Sirimarco

Me gustaría aquí proponer un ejem­ El análisis de tal cuestión implica


­plo que escapa a estas directrices y que ciertas particularidades, producto de
reactualiza ciertos debates clásicos a la entender que, para la agencia policial,
luz de una casuística tomada de nues- el ingreso a ella se conceptualiza en
tra propia sociedad. Desde hace tiempo términos de abandono de la vida civil.
investigo el proceso de cons­trucción del Es usual que los instructores reciban a
sujeto policial tal como se desarrolla en los ingresantes aconsejándoles “dejar
las escuelas de ingreso a la carrera poli- la vida civil, esa vida de mierda. Ahora
cial.1 Esto es, el proceso que la institu- tienen que hacer vida de policía”. Ésta
ción activa en aquellos que se inician en y otras consideraciones señalan que, a
sus filas y que tiene por objetivo mol- los ojos policiales, policía y sociedad
dear, sobre un individuo proveniente de civil son términos construidos como
la sociedad civil, al futuro policía (Siri- irreconciliables. De allí mi propuesta
marco, 2001, 2004, 2005, 2006, 2007, de considerar que el sujeto policial, en
2009). ¿Qué características —sentidos, estas etapas iniciales, no puede ser
prácticas, valores— es necesario poner construido más que destruyendo, en
en juego, en estas escuelas de ingreso, los ingresantes, cualquier sustrato de
para que el proceso de socialización del civilidad.
personal policial sea efectivo? Tomando en consideración que,
para la agencia policial, ser policía se
1
Para el presente artículo me he centrado vuelve una identidad excluyente, he
en dos de estas escuelas iniciales: el Curso Pre- sostenido que el paso por estas escue-
paratorio para Agentes de la Escuela de Subofi- las iniciales implica entonces un pe-
ciales y Agentes “Comisario General Alberto
Villar” (Policía Federal Argentina-pfa) y el Cur-
riodo transformativo, un movimiento
so para Cadetes de la Escuela de Policía “Juan de distanciamiento social, donde la
Vucetich” (Policía de la Provincia de Buenos adscripción a la institución no puede
­Aires-ppba). Estas escuelas presentaban, al mo- generarse más que “destruyendo” lo
mento del trabajo de campo (1998-2004), algu-
nas características diferenciales dadas por la
civil. Argumentaba, por ende, que el
pertenencia institucional (Policía Federal ingreso a la institución policial no está
­Argentina/Policía de la Provincia de Buenos lejos de asemejarse a una suerte de
­Aires), las características de mando y subordi- periodo de separación, donde los in-
nación dada por los cuadros (oficiales/suboficia-
les), o los tiempos de formación (no más de seis
gresantes son apartados de su estatus
meses en la Escuela Villar, contra dos años en la civil para ser así introducidos en el
Escuela Vucetich). Sin embargo, presentan asi- nuevo estado que habrá de caracteri-
mismo fuertes similitudes en lo relativo a las zarlos: el policial.
rutinas de instrucción. Esto puede entenderse
claramente, si se tiene en cuenta que se trata
El trabajo de campo llevado a cabo
de espacios de socialización de un personal que pone de manifiesto que, al menos des-
se encuentra, en ese momento, ingresando a la de la perspectiva policial, la continui-
agencia policial y en los últimos peldaños, por dad entre ambos estados (civil-policial)
lo tanto, de la escala jerárquica. Atendiendo a
esta argumentación planteo estos ámbitos for-
es inexistente. No se trata aquí del pa-
mativos como metodológicamente abordables saje de lo civil a lo policial, en una suer-
en un mismo análisis. te de transición de uno a otro dentro de
Rituales de separación y marcación del cuerpo 29

una misma totalidad. Se trata, más El uso del cabello en el pasaje


bien, del abandono irrecuperable de lo de civil  a policía
civil como condición imprescindible
para devenir policía. El periodo educa- Una vez iniciado el periodo de instruc-
tivo policial, antes que una transición, ción, comienza para los ingresantes
conlleva un cambio de paradigma, en una serie de prescripciones que im­
tanto es la ruptura de posturas (civi- primen, sobre sus cuerpos, aquellas
les) pasadas la que posibilita la poste- marcas de identidad que habrán de fi-
rior adquisición del nuevo estado. Sólo jar un determinado modelo corporal.
se puede devenir policía alejándose de Las relativas al uso del cabello son
lo civil. parte central de esta dinámica de cons-
La instauración de la separación, de trucción del cuerpo legítimo que debe
la distancia, resulta así uno de los ejes ser el policial.
principales sobre el que se asienta la Los hombres son obligados a cortar-
dinámica de la formación policial ini- se (y mantener) el pelo según las nor-
cial. Es justamente a partir de la dis- mas de la institución: bien rapado en los
tancia que las escuelas de ingreso costados y apenas más largo en el tope
organizan esta conformación inicial del de la cabeza. La simplicidad de este cor-
sujeto policial, ya que es el alejamiento te es sólo aparente: su exactitud escon-
de todo aquello considerado como “ci- de, en realidad, la observación de un
vil” lo que permite la instauración del conjunto de normativas que sólo el ojo
sujeto policial. El abandono irrecupe- del ingresante, entrenado en tal sen­
rable de la vida pasada se plantea tido, es capaz de desentrañar:
como condición imprescindible para
devenir policía. Aspirante: Al principio cuando entrá-
El alejamiento de lo civil se vive en bamos a la escuela nosotros usába-
el cuerpo: la construcción del sujeto po- mos la cero y la dos.
licial se inicia, de una manera más vi- Mariana: ¿Qué es eso?
sible e inmediata, en la apropiación del A: La cero es la maquinita, la gradúan
registro de lo físico y lo anatómico. El en el nivel cero, el más corto que tiene,
cuerpo físico se vuelve así el insumo para que te quedes pelado. Todo acá
donde se imprimen aquellas series de bien pelado, y acá [se señala el centro
prescripciones que, una vez iniciada la de la cabeza] un dos, que sería un po-
instrucción policial, entrañan las mar- quito más corto de lo que yo lo tengo.
cas de identidad que habrán de fijar M: Ah, como tienen algunos, que tie-
un determinado modelo corporal. Para nen como un casquito.
efectos de este trabajo me detendré en A: No, con el casquito no. Te dejaban
aquellas reglamentaciones institucio- preso por eso, porque está mal corta-
nales que atañen al uso del cabello y do. No se tiene que notar el casquito.
que constituyen, creo yo, un acabado Los primeros días es una cosa horri-
ejemplo de la reglamentación social de ble, no podés salir a la calle de lo feo
lo físico. que te queda el pelo. Después más o
30 Mariana Sirimarco

menos lo vas llevando, vas aprendien- hebillas invisibles. Y si corrías 50 km


do, uno le corta al otro. el pelo nunca se te tenía que mover de
lugar.
El pelo debe estar lo suficientemente
corto como para no tocar el cuello de la No resulta difícil observar, en la ca-
camisa. Su corte tiene que ser tan per­ suística de los rituales de iniciación y
fecto como para no dar la impresión de de separación, similares prácticas de
un “casquito”. Y ambas reglas deben manipulación del cabello. Un amplio
observarse a lo largo de los meses o los corpus etnográfico revela que el corte
años que dure la formación inicial. El de pelo es un elemento recurrente —y
exceso se mide en términos de escasos e hasta podría asegurarse que impres-
imperceptibles centímetros, e incurrir cindible— en la dinámica que estruc-
en la inobservancia o la desidia equi­ tura a dichos rituales. El porqué de
vale al merecimiento de una sanción. esta recurrencia residiría, para Tur-
Lo mismo ocurre con el cabello fa- ner, en el hecho mismo de la liminali-
cial. Barba y bigotes quedan absoluta- dad del neófito. Al simbolizar ese
mente prohibidos para los ingresantes estado entre dos estatus o, mejor dicho,
y el atisbo de la más mínima pelusa se ese estado de nulidad en que se en-
convierte en motivo de sanción. Pasar cuentran, las prácticas de despojo —de
el filo de una hoja de papel por la cara, orden simbólico o hasta fisiológico— le
o bien un pedacito un algodón, eran las son propias. “Se les tiene que demos-
prácticas recurrentes a las que los in- trar que no son más que arcilla o polvo,
gresantes eran sometidos los días de pura materia, cuya forma es moldeada
salida. Si la hoja se trababa, o el algo- por la sociedad” (Turner, 1988:110). En
dón quedaba adherido, la salida del fin este sentido, el corte de pelo se convier-
de semana quedaba perdida. te en una práctica que, a la vez que sim­
Idéntica rigidez en las prescripcio- boliza la separación de los neófitos de
nes del uso del cabello rige para las su posición anterior, imprime en ellos
mujeres. Cadetes y aspirantes mujeres los nuevos parámetros de la posición
deben llevar el pelo rigurosamente re- que habrán de ocupar.
cogido. En el caso de la Escuela Vuce- Tal lectura resulta aplicable a la
tich, la única modalidad reconocida con­dición de los ingresantes a la insti-
era el rodete: tución policial. Si la instancia de for­ma­
c­ ión que atraviesan puede entenderse
Y rodete todo el tiempo. ¿Viste que como un periodo de separación entre la
mu­chas veces uno se hace una trenza persona civil que ya no son y el sujeto
y se la enrosca? No. Tiene que ser ro- policial que habrán de ser, entonces
dete de vieja. Te enseñan a hacer el sus cabellos cortados o sujetos bien
rodete. Y siempre con mucho gel. Gel, pueden funcionar como marcas de
gel, el pelo duro, porque no se te puede identidad de esta liminalidad. El des-
salir ningún pelo. No existe el frizz. Yo pojo del pelo o, mejor dicho, de la posi-
gastaba un pote de gel por semana. O bilidad de elección de cómo llevarlo, es
Rituales de separación y marcación del cuerpo 31

parte de ese proceso de mortificación Los comportamientos rituales so-


del yo que señala —según Goffman bre el pelo, sostiene el autor, guardan
(1998)— el ingreso a ciertas institucio- íntima relación con el estatus sexual
nes. La cabeza afeitada del aspirante del individuo. Y es precisamente por
es tanto una encarnación de su ruptu- esto, “porque el comportamiento en re-
ra con el ámbito civil (de pelo no regla- lación al pelo comprende un conjunto
mentado), como su inserción dentro de ampliamente asumido de simbolizacio-
un sistema institucional disciplinado, nes sexuales, que éste juega una parte
del que el control del cabello se vuelve tan importante en los rituales de tipo
una expresión. rites de passage, que suponen la trans-
Pensado como una bisagra entre lo ferencia formal de un individuo de un
público y lo privado, entre los gustos status sexual a otro” (Leach, 1958: 157).
personales y el constreñimiento de la Si la hipótesis de Leach no se en-
sociedad, el pelo se ha considerado como tiende como una explicación, por más
una modalidad de exposición y comu­ que el autor así lo plantee, sino como
nicación privilegiada (Synnott, 1987), una suerte de indicación, la ligazón
en virtud tal vez de su clara visibilidad que anudaría la cabellera a la sexua­
y de su fácil manipulación (Hallpike, lidad bien podría considerarse, en el
1969; Hershman, 1974). con­texto analizado, como un elemento
Ciertas explicaciones se han inten- provechoso de análisis. No para ex-
tado, desde el campo etnográfico, para traer de él argumentaciones mono­
acercarse al porqué de la presencia de causales ni universales, sino para
estos rituales relativos a la cabellera en simplemente pensar el simbolismo que
los ámbitos mencionados. Leach (1958), encierran, en el ámbito de estos perio-
en un artículo pionero en la temática, dos de ingreso a la carrera policial, las
postula, siguiendo ciertos planteos psi- prescripciones sobre el uso del cabello.
coanalíticos, que el pelo de la cabeza El pelo corto, parcialmente afeitado o
simboliza los órganos genitales, de don- tirantemente sujeto —sostiene Leach—
de se sigue que su corte o su afeitado sería el equivalente simbólico de una
simbolizan la castración. Así, en esta sexualidad restringida. Tal vez esta
equi­valencia entre cabello y sexuali- for­mulación no esté tan alejada de lo
dad, el pelo largo representaría una que sucede con los cadetes y los aspi-
sexualidad irrestricta, mientras que el rantes, si pensamos que la asexuali-
pelo corto, parcialmente afeitado o ti- dad es, para Turner (1988), uno de los
rantemente sujeto equivaldría a una atributos de la liminalidad.
sexualidad restringida. El pelo comple-
tamente afeitado, a su vez, debería (1995), esta vez en relación a los órganos genita-
considerarse como índice de celibato.2 les y el cabello facial. Al postular una oposición
simétrica entre la cara y los genitales, de la que
la primera es la contraparte pública de los se-
2
Esta acepción la retoma Turner (1995) en gundos, la barba funcionaría como una máscara
su análisis de los Kayapo. Una formulación si- de lo sexual, una alusión abiertamente expues-
milar puede encontrarse asimismo en Taussig ta de aquello que se mantiene oculto.
32 Mariana Sirimarco

Cabe recordar, en este sentido, que rebatir su hipótesis y demostrar que la


hombres y mujeres deben evitar todo cabellera no guarda simbología con
contacto en el contexto de las escuelas la sexualidad, sino, más bien, con la
mencionadas: pertenencia o no a la sociedad. Cayen-
do en un universalismo similar al que
A: Vos fijate que acá, por ejemplo, no pretende impugnar, este autor sostie-
nos dejan ni mirar de lejos a la Com- ne que el pelo largo resulta asociado al
pañía Femenina. Acá no podemos ha- estar fuera de ella, mientras que su
blar. corte simboliza reentrar en la socie-
M: ¿No pueden hablar con las chicas? dad. Según esta argumentación, el
A: No podemos nada. No hay mucho pelo corto o cubierto es signo así de
para hablar, tampoco. A mí me dije- control social, de estar bajo la discipli-
ron de entrada “no se puede hablar na de una vida institucional, en estre-
con las mujeres”. cha relación con la existencia de votos
M: ¿Y por qué? de obediencia.3 El pelo largo, por el
A: ¿Por qué? Por el tema de que se pue­ contrario, resulta un símbolo “de es-
den formar parejas, cosas así que tar, de alguna manera, fuera de la so-
pue­den perjudicar al Femenino más ciedad, de tener poco que ver con ella, o
que al Masculino. Y no te permiten de ser menos dócil al control social”
hablar, tener otra circunstancia, na­da. (Hallpike, 1969: 261).
Por miedo a que se pongan de novios, Es indudable que esta formulación
quede embarazada[…] resulta pensable para el contexto ana-
lizado, en tanto se trata del ingreso a
“Vaya a tocar lo que mira” era el reto una institución que obliga a sus miem-
(en su doble sentido de reprimenda y bros a una vida de fuerte disciplina y
desafío) con que los superiores amo- de suma obediencia. El mantenimien-
nestaban a aquel cadete o aspirante to del pelo corto y del rodete perfecto
que osaba mirar a sus compañeras. podrían leerse entonces según esta cla-
Esta prohibición de que hombres y ve de lectura: como índices corporales
mujeres entren en contacto —así no de la pertenencia a la institución poli-
sea más que verbal— recuerda mucho cial. Pero, más aún, como rituales mis-
a lo planteado por Turner acerca de la mos de separación. En este sentido, la
continencia sexual que debe regir du-
rante el periodo liminal. En esta pos­
tura, la obligación de llevar el pelo 3
La argumentación de Hallpike, señalan
algunos autores, no invalida la tesis de Leach,
rapado o sujeto, bien puede resultar sino que es subsumida por ésta, en la medida
un plausible simbolismo de esa conti- que “el control de la sexualidad es tanto el sím-
nencia sexual que los aspirantes y ca- bolo como la llave hacia el control social” (Ma-
detes tienen que respetar. geo, 1994: 422). En este sentido, se trata siem-
pre de un individuo, tomado como ser social o
En una crítica a las formulaciones sexual, que se encuentra bajo el control de la so-
de Leach, Hallpike (1969) reúne gran ciedad, control que se simboliza mediante el tra-
cantidad de material etnográfico para tamiento restrictivo del pelo (Hershman, 1974).
Rituales de separación y marcación del cuerpo 33

utilización de “la cero y la dos” encar- social de apropiarse de los cuerpos de


na, más que simboliza, la renuncia a sus miembros y de designarlos con
un (uso del) pelo “civil” y la adopción atributos particulares.
de un peinado policialmente legítimo:4 Ya Mauss (1979 [1936]) advertía,
en un artículo fundador, acerca de la
M: Che, y ahora que estás adentro de naturaleza social del cuerpo. Todo cuer­
la Policía, ¿cómo sentís la reacción po físico es, necesariamente, un cuerpo
de la gente? social, en tanto que éste no puede ma-
A: O sea, se dan cuenta al toque que nifestarse sino a través de prescripcio-
sos poli. nes culturales. Desde la manera de
M: ¿Sí? ¿Cómo se dan cuenta? lle­var el pelo hasta la forma de la na-
A: Por el corte de cabello, aunque es- riz, los mandatos sociales construyen,
tés de civil. en mayor o menor medida, la “fisicali-
M: Ah, o sea que te reconocían. dad” de los rasgos corporales. En el
A: Sí, vas a bailar, y te decían: “eh, vos contexto policial analizado, las altera-
sos poli”. ciones del cuerpo y su superficie rese-
ñadas hasta el momento no son sino
El cuerpo se transforma así en el las modalidades en que los cuerpos fí-
escenario mismo de esa separación. sicos son apropiados y transformados
Que el pelo sea universalmente utili- en cuerpos sociales. Esto es, en cuerpos
zado para la expresión de significados reconocidos (avalados) colectivamente
­culturales, no hace sino poner de mani- (Turner, 1995).
fiesto la importancia de la regla­men­ Valga como ejemplo lo que les suce-
tación social de la propia “fisicalidad” y, día a aquellos cadetes de la Escuela
por ende, la necesidad de cada grupo Vucetich que se afeitaban completa-
mente la cabeza, intentando evadir un
corte demasiado denunciante de la
4
Señala Bourdieu (2000) que en los ritua­
les de iniciación masculina, donde se corta el pelo
pertenencia institucional. A éstos, una
del muchacho por primera vez, este corte primi- vez que el pelo les había crecido lo sufi-
genio cobra especial importancia. En tanto que ciente, el peluquero los rapaba comple-
la cabellera se considera un atributo femenino, tamente en la nuca, pero les dejaba el
resulta uno de los vínculos simbólicos que rela-
cionan al muchacho con el mundo materno. Es
pelo considerablemente más largo
al padre a quien le corresponde efectuar este arriba. El “casquito”, al revés de lo que
corte inaugural y efectivizar, así, la entrada de contaban los aspirantes de la Escuela
su hijo al mundo masculino. El corte es pues bi- Villar, tenía que ser evidente. La mar-
valente, y la separación del niño es tanto del
pelo como del mundo materno-femenino. En
ca institucional —la “marca de la go-
este sentido, el corte de pelo de los cadetes y as- rra”— no podía evitarse.
pirantes bien puede simbolizar también la se- Tal minuciosidad en la normali­
paración de ese mundo civil (entendido como zación de los cuerpos, en su doble sen-
femenino) y la entrada a una institución policial
(caracterizada como masculina). Para un mayor
tido de reglados y estandarizados, no
desarrollo de esta línea de análisis, véase Siri- habría de sorprender, si acordamos
marco (2009). con Douglas en que el control corporal
34 Mariana Sirimarco

constituye una expresión del control porte idóneo para portar el signo del
social: “cuanto más valor conceda un grupo, donde el pelo tirantemente re-
grupo a las restricciones sociales, cogido en un rodete, por ejemplo, pue-
­mayor valor asignará también a los de interpretarse como una marca que
símbolos relativos al control corporal” con-signa al ingresante a la institución
(Douglas, 1988:17). En una institu- policial (Galimberti, 2003).
ción como la policial, cimentada sobre De lo que se trata es de la cons-
valores como la disciplina y la obe- ­­­tru­cción de un cuerpo legítimo, de un
diencia, cabe esperar entonces una cuer­po atravesado por mandatos insti-
firme ­fisc­alización de sus miembros y tucionales, que es tanto el símbolo como
sus cuerpos. El cuerpo policial —cuer- la señal de esa pertenencia. Tal cuerpo
po individual de los policías a la vez legítimo no debe entenderse necesaria-
que cuerpo social de la institución— mente como un cuerpo individual y
debe ser así un cuerpo uniforme, disci- real, sino como un cuerpo institucional,
plinado y dócil. esto es, como metáforas que ligan los
Pero debe ser, sobre todo, un cuer- cuerpos de los sujetos con el cuerpo polí-
po alejado de lo civil. Es decir, un cuerpo tico (Hoberman, 1988). Postular esto
que ya no pueda reconocer en sí aque- significa reconocer tanto la flexibilidad
llas marcas de antaño. Un cuerpo que de las normas como la posibilidad de los
materialice y vivencie la dinámica de individuos de no observarlas o adecuar-
separación a la que se lo impone: se a ellas. Así, lo central no se dirime en
el plano real de su escrupuloso cumpli-
Al punto que cuando vos te encontrás miento, sino en el plano simbólico al
en el baño, con tus compañeras, tenés que esas normas aluden. Lo importante
el rodete tan estirado, que había chi- es la existencia misma de esos límites,
cas que tenían unos rulos impresio- el hecho mismo de su instauración, en
nantes, y vos te encontrás en el baño, tanto apuntan a un de­terminado cuer-
a la hora de bañarte, ¡y no reconocés po ideal(izado) e institucionalmente
a tus compañeras! Te mirás en el es- avalado.
pejo y decís: “ay, ¡mirá el pelo que te- Más que degradaciones de un su­
nés!”. En serio, no te reconocés de jeto liminal, o separación de una vida
otra manera. ­c ivil, considero entonces que estas
pres­cripciones a las que se somete a
“No te reconocés de otra manera”. El los ingresantes constituyen, sin dejar
cuerpo, despojado de sus antiguas de significar todo eso, o además de sig-
marcas, o signado por otras nuevas, se nificarlo, una manipulación institucio-
reconfigura siguiendo otros paráme- nal del cuerpo tendiente a construir un
tros, a veces difíciles de asimilar. En la cuerpo policial legítimo. O, lo que es lo
construcción del sujeto policial, el cuer- mismo, a apropiar los cuerpos de los
po se transforma en el escenario mis- ingresantes, para convertir esos cuer-
mo de esa construcción. Marcarlo es pos civiles en los cuerpos físicos insti-
de-signarlo, transformarlo en el so­ tucionalmente deseados.
Rituales de separación y marcación del cuerpo 35

El uso del cabello en el acatadas por los miembros efectivos de


cuerpo legítimo policial la institución policial. Desconocer es-
tas últimas implica desdibujar esas
Muchas críticas se le han hecho a los primeras prescripciones y oscurecer
planteos de Leach y Hallpike respecto gran parte de su sentido.
al significado que atribuyeron a la ca- Una vez superada la etapa de for-
bellera en el contexto de ciertos ritua- mación inicial, el pelo afeitado de los
les. Una de ellas se relaciona con la ingresantes da lugar a un uso del pelo
rígida correlación establecida entre el no tan corto pero igual de reglado. El
pelo, por un lado, y la sexualidad o la cabello siempre corto en los hombres y
sociedad, por el otro. Independiente- rigurosamente recogido en trenzas, ro-
mente de los valores que cada uno de detes o colas de caballo en las mujeres,
ellos le atribuya al pelo, lo que ambos sin ninguna mecha que pueda caerles
hacen, señala Hershman, es asumir sobre la cara, es la constante del perso-
una conexión metafórica entre el com- nal policial. Un reglamento de 1947
portamiento relativo a éste y un cierto nos permite asomarnos a esa fiscaliza-
estado, donde el pelo funciona como un ción minuciosa que implica el uso del
dispositivo semántico en cuyos térmi- cabello:
nos se expresan otras relaciones. Así,
se parte de considerar que tal metá­ El personal de oficiales, suboficiales y
fora “siempre funcionará para brindar agentes debe usar el cabello cortado
los mismos patrones de relación, cual- de mayor o menor y la barba afeitada.
quiera sea la cultura” (Hershman, Puede llevar el bigote largo o a la
1974: 295). Atacar el universalismo de americana en toda la extensión del
semejante ecuación implica afirmar labio, o todo afeitado. Queda prohibi-
que el pelo no significa nada per se, do a todo el personal el uso de la pati-
sino que reviste una infinidad de signi- lla larga; ésta debe usarse con una
ficados potenciales, dependientes de longitud máxima de 2cm.5
un contexto de actuación determinado.
En este sentido, se hace necesario Posiblemente haya contextos labo-
contextualizar los argumentos es­ rales donde la rigidez de tales normas
grimidos en el apartado anterior. Es se flexibilice, o permitan minimizar el
cierto que algunos de los sentidos atri- apego a ellas. Sin embargo, basta ingre-
buidos al pelo durante los periodos de sar a un ámbito de socialización menos
ingreso responden a una dinámica que re­lajado, o caer bajo la égida de algún
tiene que ver con lo liminal de esa eta- supe­rior más estricto, para que la alea-
pa y no resultan, por ello, ­extrapolables toriedad de tal apego se revele como
a la totalidad de la carrera policial. sancionable. Una comisario de la ppba
Pero también es cierto que dichas pres- no hacía sino entrar a una dependen-
cripciones se inscriben en el contexto
de otras reglamentaciones generales 5
Reglamento de uniformes, Talleres gráficos
acerca del uso del pelo, compartidas y de la Policía Federal, art.8, Buenos Aires, 1947.
36 Mariana Sirimarco

cia y marcar, en un tono de broma que por Rodríguez y Zappietro en la Histo-


no escondía el reproche (y con el que, por ria de la Policía Federal Argentina
lo demás, nadie se confundía), aque­llas (1999:152):
faltas en que caían sus subordinados.
Cierta vez, mirando a un oficial cuya El 24 de septiembre de 1879 se recor-
barba se dejaba adivinar, más que ver, dó al personal el cumplimiento de la
lo interpeló preguntándole si se había disposición del 10 de febrero anterior,
quedado sin luz, ya que no había podi- relativa al uso obligatorio por los vigi-
do afeitarse. lantes, de pera y bigote, como así lle-
El cabello corto y la barba afeitada var el pelo cortado y el uniforme sin
se transforman así en una suerte de alteraciones.
máxima de la fisonomía policial, a la Al respecto existe la anécdota de que
que muy pocos logran escapar. En ese [el Jefe de la Policía, Coronel] Gar-
rostro lampiño, los bigotes revisten mendia impuso el uso de pera y bigo-
una importancia particular. Su uso no te, sancionando a quien no lo usara,
es prerrogativa de todos, sino privile- para fomentar el ingreso en el Cuerpo
gio del que ha superado cierta jerar- de Vigilantes, pues existían vacantes
quía o de aquel que, previo permiso del por no ser atractivos los sueldos.
superior si su jerarquía aun no lo habi- En esa época el uso de barba y bigotes
lita, tiene necesidad de camuflar algu- era casi exclusivo de las clases pu-
na cicatriz de aspecto poco agradable. dientes, que exigían al personal a su
Como bien llama la atención Mer- ser­v icio (empleados y domésticos,
leau-Ponty (1957), el cuerpo es un es- etc.) que se afeitaran los mismos. En
pacio expresivo. Puede funcionar como otras ocupaciones también se estilaba
un registro donde el poder inscribe sus hacerlo, pues el mantenimiento de
signos y motivos, “vistiendo” sus figu- aquella práctica era oneroso y de-
ras sobre la superficie de la piel (Balan- mandaba muchos cuidados.
dier, 1994). El uso del bigote funciona A raíz de la orden aludida el personal
así como una marca de jerarquización; de vigilancia adquirió prestigio pues
esto es, como un índice que revela la se presentaba con el aditamento ca-
posesión de la autoridad. La fisonomía racterístico de las personas de clase
se revela entonces como un soporte pudiente. Se cubrieron en gran parte
pertinente para inscribir (para in-cor- las vacantes pero no hubo aumentos
porar) dichas relaciones jerárquicas. de sueldos.
El poder jerárquico se vuelve, en tal
sentido, ostensible, capaz de imponer- Más allá de revelarse como un astu-
se, de un solo vistazo, a la mirada de to señuelo, la reglamentación obligato-
los otros. ria de pera y bigote de 1879 pone de
Esta capacidad del pelo facial de manifiesto la manipulación institucio-
revestir un significado de prestigio se nal de que puede ser objeto el pelo y su
evidencia en una temprana disposi- capacidad para funcionar, cuando se lo
ción de la agencia policial, rescatada somete a una grilla de prescripciones y
Rituales de separación y marcación del cuerpo 37

prerrogativas, como índice de prestigio cida que al personal asignado a las De-
o superioridad. legaciones Departamentales de
Para acercarse a un significado ten- Investigación (ex Brigadas de Investi-
tativo de tales prescripciones, con­ gación, ppba)6 le está permitido el uso
sidero provechoso prestar atención a de barba, de pelo largo o hasta de tin-
aquellos que logran escapar a ellas. turas. Es decir, de todo aquello que los
Detener la mirada no sólo en las reglas ayude a adoptar “apariencias civiles”
sino también en sus “excepciones” pue- para, dada la particularidad de su tra-
de resultar un ejercicio útil, pues per- bajo, llevar a cabo su labor sin ser reco-
mite identificar los motivos por los que nocidos como personal policial:
determinados efectivos policiales se
encuentran eximidos de seguir los A mí el primer día [de trabajo, después
usos institucionales del cabello. La del egreso de la Escuela Vucetich] me
excepción no debe entenderse enton­ ponen en la Guardia [Interna]7 y me de­
ces como una evasión de la norma, sino ­jan solo porque hay un servicio de ca-
como la consideración de razones que lle. Se van todos los oficiales, yo libros
resultan más atendibles que las de la re­ más o menos sabía hacer, porque en
gla. No se trata pues de una supresión la Guardia de la Escuela hacía un li-
de su sentido, sino de su suspensión en bro y sabía cómo era. Se fueron todos
virtud de la consideración de otros a la cancha, quedé solo. Comisaría
nuevos. chica, no pasaba nada. Por allá, del
Así, lo que caracteriza a la excep- lado de los calabozos me sale un ne-
ción, señala Agamben, es el estar por gro, con el pelo por acá [se señala pa-
fuera de la norma (tal es su sentido eti- sados los hombros], musculoso, todo
mológico), pero no el estar excluida de tachas, tipo heavy metal, yo pensé que
ella. El caso de excepción mantiene una se me había escapado un preso. Dice:
conexión con la norma, y si ésta se apli- “Qué tal, Cabo Primero L.”. Trabajaba
ca a la excepción es porque lo hace, jus- ahí. Nos pusimos a charlar.
tamente, retirándose de ella. No es
entonces la excepción “la que se sus-
trae a la regla, sino que es la regla la 6
El servicio de Brigadas tiene por objeto “la
que, suspendiéndose, da lugar a la ex- vigilancia general y especial del radio jurisdic-
cepción y, sólo de este modo, se consti- cional de la dependencia, con fines de prevención
tuye como regla, manteniéndose en y represión, que llevará a cabo el personal desig-
relación con aquella” (Agamben, 2003: nado y vistiendo las ropas que las circunstan-
cias aconsejen”; Manual del Oficial de Guardia,
31). En este sentido, tomar nota de Buenos Aires, Editorial Policial, Policía Federal
aquellos que cuentan con el aval para Argentina, 1980, p. 24.
“escapar” a tal malla institucional, no 7
La Guardia Interna es, generalmente, el
hace sino poner al descubierto los cri- primer destino del oficial. Las funciones de esta
sección comprenden el control y manejo de los
terios mismos de su existencia. detenidos en el sector de los calabozos, su ficha-
Si bien no existe una explicitación do, y el traslado de los mismos ya sea dentro de
formal al respecto, es práctica estable- la dependencia como a otro lugar asignado.
38 Mariana Sirimarco

Si el novel oficial que brinda este En el juego de esta actuación se es-


relato confunde al Cabo Primero L. con conde la relación de contrastación que
un preso es porque no reconoce, en sus liga lo civil y lo policial. Si las prescrip-
índices corporales, a un sujeto policial. ciones acerca del uso del pelo permiten
Lo mismo puede decirse del reconoci- construir a un sujeto institucional, en-
miento de los efectivos de Delegacio- tonces dichas marcas lo construyen
nes, a partir de su pelo teñido o con diferenciándolo de la sociedad civil.
claritos. En el contexto policial gene- Esto es, “vistiendo” su cuerpo con sig-
ral, esos cuerpos sobresalen por su dis- nos que, a la vez que lo señalan como
cordancia: son cuerpos que resaltan por un cuerpo policial, lo distinguen de un
no ajustarse a los parámetros corpo­ “cuerpo civil”. O, mejor dicho, de lo que
rales esperados. Lo que se “lee” en ellos construyen como tal cuerpo.
ellos, es la ausencia (tal vez imposta- El pelo largo o la barba se convierten,
da) de los signos que marcan, en la fi- más que en un índice de adscrip­­ción a la
sonomía, al sujeto policial. sociedad civil, en una perce­p­ción ins­
Si el personal de una Delegación titucional sobre ella. Producto, tal vez,
está exento de estas marcas corporales de aprender a percibir el cuerpo de esos
que inscriben en los cuerpos la perte- otros no-policiales en función de los
nencia a la institución es porque justa- propios esquemas de percepción del
mente la pertenencia a ella es lo que cuerpo legítimo. El cuerpo percibido de
deben tratar de camuflar. La índole de los otros —diferenciado del cuerpo
su trabajo requiere la actuación de una real, que no tiene porqué tener pelo
“civilidad” que debe comenzar por ma- largo, por ejemplo— lo sería así en tan-
nifestarse en sus cuerpos. En el de­ to posibilidad de percepción de esos
sem­peño de esta actuación, el juego esquemas institucionalmente adquiri-
con­siste no tanto en “parecer” un ciu- dos. Y es que el cuerpo, como plantea
dadano civil, sino más bien en no pare- Crossley (1995), no se percibe de ma-
cer policía. El “prototipo” de persona nera neutral, sino en relación con los
civil que el personal de Brigadas repre- esquemas culturales que se han ad­
senta —tupidas barbas, pelos largos, quirido.
pelos teñidos— no constituye, después Anteriormente mencionaba el he-
de todo, un patrón tan recurrente en la cho de que el personal femenino deba
sociedad civil. Sí constituye, sin em- llevar el cabello rigurosamente recogi-
bargo, el modelo de todo aquello que do en trenzas, rodetes o colas de caba-
el personal policial no puede ser. Así, llo. La alusión a la rigurosidad no es
la actuación se revela no como aquello excesiva. “Átese el pelo, no puede andar
que se pretende ser, sino como aque­ con las mechas así”, era la reprimenda
llo que se afirma que no se es. La diná- que la comisario —a la que aludía an-
mica del disfraz, por decirlo de algún teriormente— solía dirigir a aquellas
modo, no intenta el juego de una rea­ oficiales a las que cierta mínima hebra
lidad ajena, sino el ocultamiento de de pelo se le escapaba del peinado, pa­
la propia. ra ir a darle sobre la cara. El pelo suel-
Rituales de separación y marcación del cuerpo 39

to de las mujeres parecía generar, en la de esa pregunta pueda comprenderse


superioridad, la más extraña de las a la luz de esta clave.
irritaciones. Si el pelo suelto puede considerar-
Si el cabello es un elemento poli­ se un símbolo del atractivo femenino,
sémico, capaz de revestir diversos un índice que alude a su feminidad,
­sen­tidos, tal vez no sea desacertado entonces la prescripción de atarlo co-
pos­tular que las prescripciones que so- bra relación, en el contexto policial, no
bre el uso del pelo alcanzan a las mu­ ya con el juego de la sexualidad, como
jeres, puedan albergar significados planteaba Leach, sino con lo genérico.
dis­tintos a las normativas previstas Al obligar a las mujeres a atar sus ca-
para los hombres. Después de todo, ni bellos, lo que hace la fuerza policial es
cadetes ni aspirantes femeninos son silenciar los signos de feminidad de
obligadas a raparse ni a utilizar, a lo sus cuerpos. Si el pelo puede ser visto
larg­o de la carrera policial, el cabello como un artefacto a partir del cual
corto. No importa si lo tienen larguísi- ­expresar significados (Synnott, 1987),
mo o teñido, la obligación pasa, para es claro que resulta, en el ámbito po­
ellas, por tenerlo escrupulosamente licial, un índice a partir del cual se
atado. pueden desanudar también sentidos
En una institución marcadamente genéricos.
androcéntrica, donde el espacio dado a Basta pensar, si no, en las cadetes
las mujeres es escaso y diferencial,8 el de la Vucetich que en el baño, “se asom-
pelo contenido y aprisionado en tren- bran” por las cabelleras desconocidas
zas o rodetes tal vez pueda leerse como de las compañeras. O en lo que puede
un dictum institucional de masculini- su­ceder si alguna, con dolores mens-
dad, destinado a coartar los registros truales, no se siente en condiciones de
femeninos y sus símbolos. Un oficial hacer ejercicios físicos: “el tema estoy
me contaba que el primer día que vie- indispuesta, no puedo hacer actividad
ron a sus compañeras de la Vucetich física, no existe. No vayas ni a decir que
“de civil, sin esos rodetes, sin esa ropa, no podés hacer actividad física. ¿Qué
y arregladas”, no podían dejar de pre- son los ovarios? ¡No tenés!”. Esta anula-
guntarse “dónde habían estado seme- ción de las características femeninas
jantes mujeres”. Quizás la formulación discurre además por otros carriles:

C: A mí me dejaron presa una vez por


8
La proporción de mujeres en la institución llevar la máquina de depilar.
policial es notablemente más baja que la de los
M: ¿No podés depilarte?
hombres. Según datos recientes, el personal fe-
menino de la ppba, por ejemplo, alcanza sólo el C: No. Después, maquinitas de afeitar
15% de la totalidad de efectivos de la fuerza. Su nos dejaron llevar porque le decía-
papel en ella es asimismo diferencial: la regla- mos: “¿qué hacemos?”. Quince días y
mentación policial establecía, al menos durante
ya te crecieron los pelos. Se supone
el periodo que tomó el trabajo de campo, que las
mujeres no podían alcanzar el mismo grado que voy a estar 15 días encerrada en
máximo que los hombres. la Escuela, voy a salir de pollera.
40 Mariana Sirimarco

M: ¿Y tenías que salir de pollera con encadena múltiples significados. Du-


todos los pelos? rante la etapa de instrucción, puede
C: Sí, ¡las veces que tuve que salir así! decirse que liminal, el cabello no sólo
resalta en los ingresantes su estado
Estas prescripciones pueden leerse transitorio. Más aun: lo incorpora a una
entonces como un intento institucional nueva modalidad de concebir el propio
de limitar aquellos índices sociales del cuerpo. Superada esta etapa, el cabello
cuerpo y sus significados o lo que es lo sigue funcionando como índice de per-
mismo, de “anularlos” en su sentido. El tenencia institucional. En este senti-
cuerpo femenino —es decir, las carac- do, no se trata tan sólo de adquirir una
terísticas corporales que, en la anato- nueva fisonomía, sino de aprender
mía de las mujeres, trazan el recorrido una nue­va sin­gularidad corporal, en
de la feminidad— es silenciado. El la medida que se porta un estilo de ca-
cuerpo de la mujer tiene que ser, al me- bello (permanente), significa instalar-
nos en términos operativos, como el del se en él, es hacerlo partícipe del propio
hombre. O, mejor dicho, ambas anato- cuerpo (Merleau-Ponty, 1957).
mías, la del hombre y la de la mujer, Todo lo analizado hasta ahora no
deben conformar cuerpos policiales. hace sino resaltar que todas estas
prescripciones relativas al uso del ca-
A modo de conclusión bello funcionan como uno de los tantos
planos en que se expresa esa dinámica
Si algo ha quedado claro hasta ahora, de adscripción de contrastación, que la
es que el cuerpo no es una entidad neu­ fuerza policial mantiene con respecto a
tral. Es, por el contrario, un espacio de la sociedad civil. En la rigidez que con-
orden claramente visible, sometido a lleva su uso puede verse un correlato
preceptos que es menester cumplir y a de la disciplina institucional, donde se
limitaciones que es preciso no rebasar niega cualquier espacio de variación al
(Brown, 1993). Si es cierto que cada gru­­ orden riguroso (Galimberti, 2003).
po socializa el cuerpo que necesita, el Pero tales reglamentaciones pueden
uso del cabello no hace sino poner de verse, sobre todo, como una herra-
manifiesto esta verdad al revelar las mienta que permite separar la propia
pautas que construyen el cuerpo del persona del mundo circundante. Entre
policía —uniforme, prolijo, disciplina- el pelo corto y austero del policía y lo
do— en exacta correlación con el “cuer- que ellos entienden que es la modali-
po institucional”. dad de uso “civil” (cabello largo, barba,
En el contexto de la fuerza policial, cabello teñido, cabello suelto), el pelo
las prescripciones acerca del uso del sirve de rígida barrera: a través de él,
ca­bello no son más que uno de los códi- el sujeto policial y la sociedad civil se
gos, sin duda polisémico, con que los distinguen.
cuerpos son marcados como un te­ Los ejemplos de campo recogidos a
rritorio institucional. Vehiculizador de lo largo de este trabajo parecen abre-
sentidos altamente eficaz, su uso des- var en esta línea, al reforzar el sentido
Rituales de separación y marcación del cuerpo 41

de aquello que sugería al comienzo de deleuze, Gilles (2002), Clases de Deleuze


este artículo: que sólo se puede devenir (1971-1987), Buenos Aires, edición au-
policía alejándose de lo civil. El pelo ra­ tónoma.
pado del ingresante que forma un “cas- douglas, Mary (1988), Símbolos naturales.
quito”, o el cabello rigurosamente corto Exploraciones en cosmología, Madrid,
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partir de una simple adscripción al g alimberti , Umberto (2003), Il corpo,
grupo al que pertenecen. Se constitu- Milán, Feltrinelli.
yen como tales a partir, también, del godelier, Maurice (1986), La producción
grupo del que se diferencian. El pelo en de grandes hombres. Poder y domina-
forma de “casquito” no es el corte de los ción masculina entre los Baruya de
jóvenes (largo, dependiente mayor- Nueva Guinea, Madrid, Akal.
mente de las modas), así como el ca­ goffman, Erving (1998), Internados. Ensa-
bello recogido de las mujeres no es una yos sobre la situación social de los en-
ca­bellera femenina suelta. El uso del ca­ fermos mentales, Buenos Aires,
­ ello, en síntesis, no es sino otro de los
b Amorrortu.
carriles mediante el cual se instaura hallpike, C.R. (1969), “Social hair”, Man,
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