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Edgardo Pérez Morales 45

Mirar, escribir y dibujar: ejercicios de paisaje en


la experiencia viajera naturalista
y en la apertura de caminos durante el siglo
XVIII♣
Edgardo Pérez Morales♦

Resumen

El presente artículo evalúa la percepción de la naturaleza y la construcción


de paisajes a través de un acercamiento a tres ejercicios interrelacionados:
mirar, escribir y dibujar. Las dos primeras prácticas hicieron parte de la ex-
periencia como viajero naturalista de Miguel de Santisteban, quien recorrió
varias partes del Nuevo Reino de Granada entre 1740 y 1741, y dejó como
testimonio de sus jornadas, observaciones y sensaciones un diario de viaje.
Por su parte, tanto mirar como escribir y dibujar fueron prácticas presentes
en dos procesos burocráticos concernientes a la habilitación de un camino
entre Antioquia y el Chocó a fines de la década de 1790. Carlos María Freire
de Andrade, corregidor de Beté y Beberá, y Juan Pablo Pérez de Rublas,
comerciante de la ciudad de Antioquia, produjeron no sólo documentos
escritos sino también dos imágenes, cada una conjugando un mapa y un
paisaje. En esos documentos dieron cuenta de su visión de la naturaleza y de
la realidad paisajística que dominaba la región en cuestión tal como ellos la
percibían según sus propios intereses económicos y convicciones culturales.
Santisteban y Pérez de Rublas, vistos en retrospectiva, compartieron ideas
sobre la naturaleza imbuidas por el naturalismo moderno, la Ilustración y
el ideario reformista borbónico, mientras que Freire de Andrade articuló
tradiciones vernáculas opuestas sobre el mismo tema. Este artículo busca

♣ Artículo recibido el 5 de febrero de 2008 y aprobado el 12 de marzo de 2008.


♦ Magíster en Historia y Estudiante del Doctorado en Historia de la Universidad de Michigan, Estados
Unidos.

Historia y Sociedad No. 14, Medellín, Colombia, junio de 2008, pp. 45-68
Mirar, escribir y dibujar: ejercicios de paisaje en la experiencia
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develar la importancia de mirar, escribir y dibujar en la construcción de


paisajes, al tiempo que analiza la coexistencia de diferentes percepciones de
la naturaleza que constituyeron los insumos para dar vida a dichos paisajes
en el siglo XVIII.

Palabras clave: Miguel de Santisteban, Carlos María Freire de Andrade, Juan


Pablo Pérez de Rublas, paisaje, naturalismo, experiencia viajera, caminos,
Ilustración, reformismo borbónico.

Abstract

This essay evaluates the perception of nature and the construction of lands-
capes through an approach to three interrelated activities: looking, writing
and drawing. The first two practices were part of the experience of Miguel
de Santisteban as a naturalistic traveler, who journeyed through several
locations of the Nuevo Reino de Granada between 1740 and 1741, and
left a diary as a testimony of his trips, observations and sensations. On the
other hand, drawing as well as looking and writing were practices present in
two bureaucratic processes concerning the construction of a road between
Antioquia and Chocó towards the end of the 1790’s. Carlos María Freire de
Andrade, chief magistrate of Beté and Beberá, and Juan Pablo Pérez de Ru-
blas, merchant of the city of Antioquia, produced not only written documents
but also two images, each bringing together a map and a landscape. In these
documents they give an account of their vision of nature and the landscape
that prevailed in the region, as they perceived it according to their economic
interests and cultural convictions. Santisteban and Pérez de Rublas, looked
at in retrospective, shared ideas about nature imbued by modern naturalism,
the Enlightenment and the set of reformist Bourbon ideas, while Freire de
Andrade articulated opposite vernacular traditions about the same subject.
This essay seeks to reveal the importance of looking, writing and drawing in
the construction of landscapes, at the same time as it analyses the coexistence
of different perceptions of nature that constituted the components giving life
to those landscapes in the 18th century.

Key words: Miguel de Santisteban, Carlos María Freire de Andrade, Juan


Pablo Pérez de Rublas, landscape, naturalism, traveling experience, routes,
Enlightenment, Bourbon reformism.

Haciendo uso de la noción de paisaje de Granada, y que se presentan con


como herramienta heurística, abordaré matices diferentes en varios registros
en este artículo tres prácticas fundamen- documentales: la literatura de viajes,
tales que soportaron la construcción de resultado de la experiencia viajera, y
la realidad paisajística durante el siglo los documentos escritos y pictóricos
XVIII en el contexto del Nuevo Reino de los procesos civiles surtidos ante

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los tribunales de la época por asuntos en ocasiones trasladadas al mundo ico-


de apertura de caminos. En los pro- nográfico mediante prácticas pictóricas
cesos burocráticos sobre caminos se que obedecían a protocolos particulares
regulaban las relaciones entre la admi- y heterogéneos. Si bien lo mismo hacían
nistración colonial y los particulares personas que estaban en parte imbui-
en aquellos casos en los cuales era de das por las ideas de la Ilustración, su
común interés el reconocimiento e in- registro en la historiografía es menos
corporación de tierras de frontera y sus notorio, tal vez porque sus testimonios
recursos o posibilidades. sólo existen en forma manuscrita. Estas
dos experiencias (la viajera y la de los
De la experiencia viajera, retomada procesos civiles sobre caminos) me
del naturalista Miguel de Santisteban, permitirán hacer una breve exposición
se rescatará el ejercicio de la visión del sobre lo que he denominado ejercicios
mundo exterior delimitado por unidades del paisaje durante el siglo XVIII: mi-
paisajísticas conocidas como “países” rar, escribir y dibujar. Ejercicios en los
-una práctica no discursiva previa a la cuales mirar es parte de un uso más am-
escritura-, pero que era trasladada a la plio de los sentidos, escribir es algo más
misma mediante el uso de adjetivos o que simplemente describir, y al dibujar
convenciones narrativas, que precisa- se invocan elementos que hacen posible
mente facilitan llevar al mundo de lo articular una posición de autoridad en
escrito una experiencia visual. Al exa- torno a las imágenes producidas.
minar dicha práctica se argumentará que
la construcción del paisaje como algo Antes de entrar en materia, deseo
que se ve y se relata posteriormente por aclarar al lector que el presente trabajo
escrito, estaba mediada por una expe- es un artículo de reflexión que presenta
riencia estética particular, presente en e integra resultados de dos procesos
el siglo XVIII hispanoamericano y en investigativos en los cuales se han
relación directa con los proyectos utó- evaluado fuentes primarias publicadas
picos de prosperidad del pensamiento y manuscritas. Para la primera parte,
reformista e ilustrado. Por otro lado, el han sido fundamentales la perspectiva
contraste de la experiencia viajera con de análisis y las fuentes consultadas
la percepción del entorno y su expresión durante el año 2006 para una tesis de
como paisaje que se puede retomar de Maestría en Estudios de la Cultura en
ciertos documentos, conservados en el la Universidad Andina Simón Bolívar,
Archivo General de la Nación en Bogo-
tá y el Archivo Histórico de Antioquia
en Medellín, facilitará comprender que  Un avance de este trabajo fue presentado como
al margen de los avances y retrocesos ponencia en el III Simposio Internacional Interdis-
ciplinario de Estudios Coloniales de las Américas.
de las prácticas y las ideas ilustradas, Panel: Visión y visualidad en los mundos coloniales,
existían otras visiones del paisaje, rela- Quito, Georgetown University, Colonial Americas
tadas por escrito con fines específicos y Studies Organization, Universidad San Francisco
de Quito, junio 5 al 8 de 2007.

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Sede Ecuador. Para la segunda parte del e interacción de dichos elementos en los
artículo, me he apoyado en mi partici- contextos abordados, este artículo habrá
pación en un proyecto de investigación alcanzado su objetivo.
financiado por la Dirección de Inves-
tigaciones de la Universidad Nacional Mirando y escribiendo:
de Colombia, Sede Medellín, entre los ejercicios de paisaje en la
años 2003 y 2005. La presente reflexión experiencia viajera
incorpora nuevas fuentes, particular-
mente material iconográfico, e inserta Durante el siglo XVIII, tanto en
elementos de análisis cuya integración Europa como en América, se consolidó
con los hallazgos y perspectivas anterio- una particular práctica de viajar con el
res permite una ecuación investigativa expreso objetivo de entrar en contacto
cuyos factores esenciales son natura- con la realidad y conocerla de prime-
leza, paisaje, cultura e historia. Si el ra mano. Las raíces de esta práctica
lector alcanza a percibir la complejidad pueden datarse en el siglo XVI con
personajes como Michel de Montaigne
y los cronistas de Indias, quienes sin

Pérez Morales, Edgardo, Naturaleza, paisaje y duda ocupan un importante lugar en
sociedad en la experiencia viajera. Misioneros y esta etapa antecedente. Ahora bien, las
naturalistas en América Andina durante el siglo ideas y prácticas en torno al estímulo
XVIII, Tesis de Maestría en Estudios de la Cultura,
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, de la curiosidad y el escepticismo du-
Quito, 2007. El proyecto de investigación desarro- rante el siglo XVII y la práctica de la
llado entre 2003 y 2005 y dirigido por el profesor ciencia moderna durante la Ilustración,
Orián Jiménez Meneses, fue un estudio que integró
tres variables -las técnicas, las rutas y los caminos-
generaron las condiciones para que
al proceso histórico de configuración territorial emergiera un nuevo tipo de viaje duran-
y sociocultural de la provincia de Antioquia, en te el siglo de las luces. En el caso de la
el occidente del Nuevo Reino de Granada, entre investigación naturalista, la observación
mediados del siglo XVI y mediados del siglo XIX.
Como resultado de tal proyecto (cod. 20201004559) sobre el terreno se consolidó como una
se entregó un informe final a comienzos del año necesidad metodológica, y por ello fue
2005, acompañado de una base de datos de fuentes crucial viajar y apoyarse en la escritura
de archivo y una base de datos cartográfica, y se
publicó una obra colectiva a fines del mismo año.
para tomar datos, asentar referencias y
Jiménez Meneses, Orián, et al., Caminos, rutas y dejar testimonios de lo visto, lo tocado,
técnicas: huellas espaciales y estructuras sociales lo probado y lo experimentado. El viaje
en Antioquia, Medellín, Universidad Nacional de
ilustrado dio sus primeros pasos con
Colombia, 2005. Mi contribución a dicha obra,
titulada “Países, paisajes y caminos. Metáforas personajes como Miguel de Santiste-
culturales y percepciones diversas. 1776-1853”, ban y tuvo entre sus más conspicuos
en pp. 239-278. Deseo agradecer la asesoría del representantes a Charles Marie de La
profesor Guillermo Bustos durante mis estudios de
Maestría y como tutor de tesis, y las orientaciones y Condamine, José Celestino Mutis, José
colaboración del profesor Orián Jiménez Meneses de Bustamante, Hipólito Ruiz y Ló-
y de mis compañeros Juan David Montoya y Juan pez, José Antonio Pavón, Josef López
Sebastián Gómez Gonzáles durante el proyecto de
investigación sobre caminos, rutas y técnicas.
Ruíz y Francisco José de Caldas. Cabe

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anotar que los viajeros no naturalistas no sólo los animales, las plantas y los
de aquella época, incluyendo algunos accidentes geográficos fueron objeto de
misioneros, también tuvieron como observación, descripción e inscripción
obligado punto de referencia el entorno sino también el conjunto de éstos en su
natural recorrido. relación y mutua interacción con los
seres humanos, tal como se podía captar
Los testimonios escritos de estos con el ejercicio de la mirada, es decir, en
viajeros (diarios generales, diarios de paisajes específicos que se ven y luego
observaciones, relaciones y memorias) se describen por escrito. Es por ello que
conocidos hoy como literatura de via- por paisajes se entienden aquí unidades
jes, son sólo parte de una experiencia bilaterales en las cuales se conjugan
más amplia, la experiencia viajera, formas integrantes y dependientes que
pues antes, durante y después del viaje son registro tanto de lo geoecológico y
y de la misma escritura, tenían lugar ambiental como de lo cultural y social.
acciones corporales y mentales en cuya Así, en el paisaje la interacción socie-
ausencia los textos escritos no hubiesen dad-naturaleza es definitoria, y es ello
cobrado existencia. En este contexto, precisamente lo que interesaba a los
naturalistas y a los implicados en los

Gómez De La Serna, Gaspar, Los viajeros de la procesos de apertura de caminos estu-
Ilustración, Madrid, Alianza, 1974; Mörner, Mag- diados en este artículo.
nus, “Los relatos de viajeros europeos como fuentes
de la historia latinoamericana desde el siglo XVIII El primer protagonista de esta
hasta 1870” [1982], en: Mörner, Magnus, Ensayos
sobre historia latinoamericana. Enfoques, concep- reflexión es el naturalista panameño
tos y métodos, Quito, Universidad Andina Simón educado en Lima, don Miguel de Santis-
Bolívar, Corporación Editora Nacional, 1992, pp. teban (ca. 1691-1776), en cuyo caso es
191-240; Balseca, Fernando, Of Languages With-
out Vowels, Rats in the Living Rooms, and Other
Hardships on the Tropics: Cultural Representations
of Eighteenth-Century Travelers and Scientists in ejemplo, por una colección de artefactos de especial
Ecuador, Master of Arts Thesis, Department of relevancia para un arqueólogo o un etnólogo, tal
Liberal Arts, Emory University, 1990; Pratt, Mary como es evidente en el trabajo de Pascal Riviale,
Louise, Ojos imperiales. Literatura de viajes y Los viajeros franceses en busca del Perú Antiguo
transculturación [1992], Buenos Aires, Universidad (1821-1914) [1996], Lima, Instituto Francés de
Nacional de Quilmes, 1997; burke, Peter, “The Phi- Estudios Andinos, Pontificia Universidad Católica
losopher as Traveler: Bernier’s Orient”, en: Elsner, del Perú, 2000.
Jaś y Rubiés, Joan-Pau, Voyages & Visions. Towards
a Cultural History of Travel, Londres, Reaktion  Sauer, Carl O., “La morfología del Paisaje”, en:
Books, 1999, pp. 124-137. University of California publications in Geography,
Vol. 2, No. 2, 1925. Traducción de Guillermo Castro

Ortega Cantero, Nicolás, “La experiencia viajera H. http://www.colorado.edu/geography/giw/sauer-
en la Institución Libre de Enseñanza”, en: Gómez co/LaMorforlogiaDelPaisaje.doc; Duncan, James,
Mendoza, Josefina, et al., Viajeros y paisajes, “Paisaje”, en: Johnston, R. J., Gregory, Derek y
Madrid, Alianza, 1988, pp. 67-88; Pérez Morales, Smith, David M. (Eds.), Diccionario Akal de Geo-
Edgardo, Naturaleza, paisaje y sociedad en la grafía Humana, Madrid, Akal, 2000, pp. 425-426;
experiencia viajera, Op. cit. El testimonio de la Cosgrove, Denis, “Paisaje cultural”, en: Johnston,
experiencia viajera no necesariamente tiene que R. J., Gregory, Derek y Smith, David M. (Eds.),
ser escrito, pues el mismo puede constituirse, por Op. cit., pp. 426-428.

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evidente que la construcción del paisaje sobre las quinas en la Audiencia de


se apoyó en dos ejercicios fundamenta- Quito, al servicio del virreinato, y de
les. En primer lugar, el ejercicio de la hecho tuvo intenso contacto con José
visión, es decir, la percepción sensorial Celestino Mutis, pues Santisteban se
de un espacio geográfico determinado. instaló en la ciudad de Santafé para
En segundo lugar, la apropiación de desempeñarse como funcionario en
ciertas imágenes o convenciones para diversas instancias.
la narración escrita de la experiencia
visual. En este proceso, al ser portador Santisteban había servido como
de una cierta orientación ilustrada, a militar en tierra y mar durante las dos
Santisteban le interesaba sobre todo primeras décadas del siglo XVIII y, por
subrayar la capacidad humana de do- tanto, en su calidad de navegante era
minar y transformar la naturaleza como conciente de la importancia y utilidad
una vía fundamental para alcanzar la de diarios y bitácoras. Su diario fue
prosperidad y la felicidad terrenal. Tal pues una lección de su pasado militar al
idea se consolidaría en el mundo andino tiempo que una posibilidad en su viaje
después de 1760, pero hizo presencia de naturalista. Dicho documento tuvo
temprana en Santisteban. En efecto, una desafortunada reseña del historiador
nacido a fines del siglo XVII, había Hermes Tovar Pinzón en la cual afirma
estudiado geometría, trigonometría, que su utilidad se reduce a ser una cante-
geografía y náutica en la Universidad de ra de datos para las historias locales y la
Lima en la década de 1730, y en 1749 historia económica. Para Tovar Pinzón
logró ser Académico registrado en la este es un documento que únicamente
Real Academia de las Ciencias de París, proporciona “mil leguas de soledad
según relató en su relación de méritos. andina” y “que ofrece muy pocas re-
En la década de 1750 consolidó su vo- flexiones de conjunto y escasas visiones
cación naturalista como investigador capaces de sintetizar los dramas de una
época”. En este artículo, tras una lec-
tura detenida y orientada por un tema

Silva, Renán, “La crítica ilustrada de la realidad en de investigación concreto, presento una
las sociedades andinas” [2002], en: Silva, Renán, La valoración distinta de esta fuente, pues
Ilustración en el virreinato de la Nueva Granada. de hecho su contenido y contexto de
Estudios de historia cultural, Medellín, La Carreta,
2005, pp. 15-45; Silva, Renán, Los ilustrados de
producción invitan a reflexionar acerca
Nueva Granada, 1760-1808. Genealogía de una de los modelos de apropiación de las
comunidad de interpretación, Medellín, Banco de prácticas e ideas ilustradas, al tiempo
la República, Fondo Editorial Universidad eafit,
que presentan testimonios valiosos
2002.
acerca de la percepción de la naturaleza

Robinson, David J., transcripción y estudio preli-
minar, Mil leguas por América. De Lima a Cara-
cas 1740-1741. Diario de viaje de don Miguel de
Santisteban, Bogotá, Banco de la República, 1992 
Tovar Pinzón, Hermes, “Un criollo ilustrado”, en:
(en adelante se citará Mil leguas por América), Boletín cultural y bibliográfico, vol. XXIX, No. 30,
Apéndice II, p. 274. Santafé de Bogotá, 1992, pp. 142-145.

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en esta época. En dicha percepción, me- Este objeto de descubrimiento e


diada por los intereses del naturalista, interés, además, fue calificado con el
por ejemplo, el uso de los sentidos era adjetivo “agradable”, lo cual indica que
apreciado especialmente y coordinado a la experiencia sensorial se sumaba la
según protocolos específicos. De no ser idea de que la observación del entorno,
por este tipo de diarios, esto sería muy incluyendo naturaleza y obras humanas,
difícil de dimensionar. Así, la traslación podía generar placer, goce y entreteni-
de lo observado a la esfera cognoscitiva miento, es decir, una experiencia estéti-
no implicaba sólo observar sino escribir ca concreta que incluía lo visto y lo que
lo observado y la reflexión acerca de lo se pensaba de lo visto en términos de lo
observado. Santisteban lo hizo en su potencialmente agradable. De hecho,
diario de viaje que redactó entre 1740 y antes en su viaje, cuando observó el
1741, sobre la marcha del recorrido que paisaje de la ría de Guayaquil con “las
lo llevó, pasando por las Audiencias de arboledas de sus márgenes, campañas, y
Quito y Santafé, desde la sierra perua- caserías, como en el seno que forma en
na hasta la ciudad de Caracas para de la ciudad”, Santisteban había estimado
allí partir a Europa. En el valle del río que aquel espacio tenía mucho que ofre-
Magdalena, en su camino a la villa de cer para quien lo percibiera a través de
Honda, anotó unas líneas que pueden los ojos, pues de no ser por el “estío” y
ayudar a comprender este proceso: los mosquitos, haría que los habitantes
de Guayaquil no tuvieran “que apetecer
Esta espaciosa verde campaña
más delicias naturales para los ojos, ni
representa a la vista un agrada-
ble objeto al descubrirse, porque otras comodidades para la vida”11.
sembrada toda de artificiosos Ahora bien, en términos generales
nidos, que hacen una especie de
la percepción de la naturaleza y la
hormigas que hay en ella, levan-
tan sus fábricas desde la superfi- construcción perceptiva de los paisajes
cie a una estatura de seis y ocho fueron operaciones que distanciaron y
pies, y del grueso de un hombre, diferenciaron a los viajeros del siglo
sin que por la exterior fachada, XVIII con respecto al resto de las so-
que es lisa y del color pardo de ciedades de su época. Esto no sólo es
la tierra, se perciba el interior evidente a través del examen detallado
mecanismo con que sucesivamen- de la experiencia viajera sino que para
te va creciendo y representando algunos naturalistas como Francisco
un ejercito no acampado, sino José de Caldas era una realidad indis-
puesto en batalla10.
cutible. Así lo constató en su percepción
de los volcanes andinos que rodean a
Riobamba, pues

Robinson, David J., “Estudio preliminar”, en: Mil
leguas por América, pp. 63-70.
10
Ibíd., p. 149. Énfasis agregado. 11
Ibíd., p. 99.

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Chimborazo, Carguairazo, Tun- frondosos árboles que guarnecen


guragua [sic] y el Altar, que le sus orillas, despiden una alegre
rodean, son otros tantos colosos sombra para desahogo de la
formidables que la amenazan a respiración fatigada por el calor
cada momento. Cuando el físi- del mediodía en la prisión de una
co, el geógrafo hallan en estas estrecha cámara y otras por donde
montañas objetos admirables que dilata sus raudales de una a tres
contemplar, y en ellas los encan- millas, formando varias islas de
tos de su espíritu, el desgraciado verdes arboledas con sus giros,
morador de Riobamba no ve sino a cuyos bellos objetos se añaden
a sus tiranos12. para la diversión el paseo por
las sementeras y frutales de los
Hasta este punto, se puede sospe- sitios que se destinan para hacer
char cómo en el paso del ejercicio de la noche […]13.
la visión al ejercicio de la escritura, era
necesario recurrir a un repertorio espe- En ese sentido, los relatos de via-
cífico que diera cuenta de la percepción jeros naturalistas recurrieron a unas
del paisaje. La navegación fluvial por convenciones, particularmente el uso
el Magdalena mereció de la pluma de de adjetivos, para generar un lenguaje
Santisteban un párrafo que es sintético que no era sólo analítico sino también
en ese sentido, y sirve para introducir visual y que por ende permitía trasvasar
con claridad el tema de las convencio- sus experiencias visibles al mundo de lo
nes narrativas que formaban parte de escrito y lo legible. De esta manera se
dicho repertorio: destaca sobre todo la figura de un paisa-
je constituido por una naturaleza que no
Habiendo en el espacio de los produce miedo y por los usos sociales de
20 días que duró esta peregrina- la misma que denotan prosperidad. De
ción gozado muchas delicias de ahí que generara satisfacción estética,
este río mezcladas con no pocas
la cual se narraba con una adjetivación
incomodidades, siendo entre
aquellas de singular agrado la abundante para señalar la belleza, la
navegación, unas veces por los amenidad, la frondosidad y la fertili-
estrechos canales que forma el dad, que eran cualidades necesarias
río y eligen tanto para hacer más para que se presentara en la experiencia
fácil la subida contra la corriente perceptiva la alegría, el entretenimiento
como para defensa del sol cuan- en lo delicioso y la admiración. De
do declina, porque hiriendo sus esta forma, en la experiencia viajera de
oblicuos rayos en los altos y Santisteban puede captarse cómo ante
ciertos espacios de la naturaleza que
bien podrían verse, sentirse, recordarse
12
De Caldas, Francisco José, “Viaje al corazón
de Barnuevo. Mayo 1804”, en: Obras completas
de Francisco José de Caldas, Bogotá, Universi-
dad Nacional de Colombia, 1966, p. 460. Énfasis 13
Mil leguas por América, Op. cit., pp. 178-179.
agregado. Énfasis agregado.

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y describirse con temor, miedo o pre- una esfera que combina la idea de un
vención, dichas sensibilidades dieron público “tradicional” de caminantes que
paso a la contemplación admirativa, a necesitan información empírica para
la interacción espontánea con el medio tener éxito en sus viajes, y la idea de un
y a un recuerdo agradable: público de naturalistas que puede hacer
uso de la información y observaciones
Como a dos leguas, corre el
camino sobre el pequeño río de registradas en el diario con el fin de
Zárate que poco después se hace construir, constatar o refutar conoci-
navegable; en la distancia de una mientos sobre el mundo natural. De
legua lo pasamos 23 veces por hecho, una copia manuscrita del diario
vados de cascajo y arena. Todo perteneció al naturalista Charles Marie
el camino es delicioso por los de La Condamine15.
bosques claros y sombríos que se
interponen. En este sitio en que La anotación sobre el camino a ori-
hicimos noche, y se aparta a la llas del río Zárate, hecha en la última
izquierda del camino real como etapa del viaje, después de haber pasado
media milla y no se registran por la ciudad de Barquisimeto, en la ac-
desde él por la alta arboleda en
tual Venezuela, puede complementarse
que está metida, pero puede el
caminante quedarse en otras casas con una en la cual la espontaneidad de la
que están más a la mano. Jamás naturaleza, es decir, la belleza de la crea-
en otra selva ví mayor copia de ción divina, era opacada por la acción
papagayos ni de más vistosas dirigida del hombre para trasformarla
plumas, como también de una mediante la práctica de la agricultura.
especie de aves de color pardo, En ese sentido, días antes, había anota-
poco menos que una polla, que do el naturalista y viejo navegante que
llaman guacharacas que son de estaba alrededor de los cincuenta años
muy buen gusto14.
de edad:
Vale la pena notar que en este pa- Todo este camino es poblado de
saje del diario de viaje es evidente la caserías de campo de pequeñas
idea de un público lector, entre el cual haciendas de caña, trigo y maíz.
dicha obra podría circular y revestir […] El domingo 14, porque ama-
utilidad. Ahora bien, parece ser que neció lloviendo y continuó hasta el
en ese sentido Santisteban se ubica en mediodía, nos detuvimos en esta
casa [de Juan Félix Bastidas] donde
nos franqueó el dueño, la asistencia
14
Ibíd., p. 251. Énfasis agregado. Sobre los pájaros
coloridos en el arte religioso del mundo Andino,
que como antiguo corregidor de canas y canchis 15
Sobre los diversos públicos lectores puede con-
en Cuzco, Santisteban debió conocer, puede verse sultarse a Altuna, Elena, El discurso colonialista
Gisbert, Teresa, El paraíso de los pájaros parlantes. de los caminantes. Siglos XVII-XVIII, Berkeley,
La imagen del otro en la cultura andina [1999], La Centro de estudios literarios “Antonio Cornejo
Paz, Plural, 2001. Polar”, Latinoamericana Editores, 2002.

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de su familia y todo el regalo que dería, usada en contraste con la palabra


produce este ameno valle16. monte, hacía referencia a un “pedazo
de tierra muy fértil, que se puede segar,
En efecto, la productividad del valle,
queda claro, era obra de la acción de y suele estar en el mismo prado que se
pequeños hacendados como Bastidas, pasta […]”19.
mientras que la amenidad del mismo
no era más que el fruto de que en él, el Estos ejercicios de construcción de
entorno ambiental hubiera sido trans- paisaje que no sólo lo escribieron sino
formado por medio de la agricultura y que antes de construirlo por escrito lo
la construcción. Igual valoración se per- habían mirado y vivido de una particular
cibe en el relato acerca de una cumbre manera, están por ende anclados en la
montañosa llamada Portachuela de la conjunción de múltiples elementos, en
cual se bajaba por un camino hasta salir parte similares a aquellos que comentaré
a “unas bellas, fértiles lomas que esta- en la segunda parte de este artículo. Por
ban sembradas de trigo, maíz, cebada, ejemplo, al mirar la naturaleza, eran las
que llaman la quebrada de bailadores”17. ideas y sensibilidades con respecto a
Al usar además distintas categorías ésta las que determinaban si la misma
o nomenclaturas para referirse a los debería causar admiración, tranquilidad
espacios trabajados por el hombre en y la certeza de un futuro mejor median-
contraste con aquellas áreas de cober- te su dominio por parte del hombre, o
turas vegetales naturales, la distinción por el contrario, intimidación e intran-
terminaba de tomar suficiente cuerpo: quilidad. Así era como se configuraba
un determinado paisaje, el cual debía
El miércoles 3 después del me- escribirse, más que simplemente des-
diodía, que todo este tiempo fue cribirse, puesto que eran la selección
necesario para encontrar mulas
de las palabras y el orden del relato
de carga y sillas para nuestras
personas y equipaje, partimos
los que permitían plasmar y transmitir
de la bodega de Yaguachi, y en tanto los componentes tangibles como
el sitio de Chirijo, anduvimos las sensaciones del paisaje. En el caso
tres leguas de monte y algunas de quienes comulgaban con las ideas
pequeñas praderías de una u otra de la Ilustración y defendían el orden
casa de campo18. monárquico, no se podía dejar de lado
el lugar del paisaje en una visión del
Al indagar en el diccionario de la
época, se constata que la noción pra-
19
Diccionario de la Lengua castellana en el que
se explica el verdadero sentido de las voces, su
naturaleza y calidad, con las phrases o modos de
16
Mil leguas por América, Op.cit., p. 237. Énfasis hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas con-
agregado. venientes al uso de la lengua [1726-1739], Edición
17
Ibíd., p. 225. Énfasis agregado. facsímil bajo el título Diccionario de Autoridades,
Tres volúmenes, Madrid, Gredos, 2002, vol. III, t.
18
Ibíd., p. 101. Énfasis agregado. quinto [1737], p. 344.

Historia y Sociedad No. 14, Medellín, Colombia, junio de 2008, pp. 45-68
Edgardo Pérez Morales 55

mundo guiada por la reflexión racional y del documento, estos testimonios des-
la convicción sobre la relevancia de una mitifican la valoración pragmática del
sociedad políticamente pacífica. entorno de Santisteban y otros viajeros,
y le devuelve parte de su densidad espe-
Es por ello que la inserción de hom- cífica, pues la misma no se reduce a la
bres, mujeres y niños en dicha realidad desacralización, la cognición mediante
fue a menudo un componente más para la experimentación y la valoración de
dar cuenta de entornos medioambien- la agricultura y el comercio21. Así pues,
tales en donde las relaciones entre la anotó el antiguo corregidor de indios
sociedad y la naturaleza determinaban que cerca al sitio de Carboncito,
la amenidad sentida y descrita por
Santisteban. Así fue cuando dejando la […] está el pueblo del Retiro de
ciudad de La Plata, donde a la tarde de este día vi-
nieron algunas mujeres, unas de
[…] después de mediodía nos nuestros arrieros y otras con sus
fuimos a pie al puente y en pasar maridos, a fin de buscar algunos
a la otrabanda nuestros equipajes géneros creyéndonos mercantes,
se hizo tarde y resolvimos hacer con cuya concurrencia se hizo ale-
noche en un sitio donde el río, la gre la tarde porque la amenidad
frondosa amenidad de sus vegas, del sitio, la sombra de los copo-
la precisión del paso y concu- sos árboles y la dispensación del
rrencia de los niños de uno y otro ayuno por falta de comestibles nos
sexo que en lo profundo y rápido dio libertad para una merienda,
de su corriente traveseaban, ya donde la abundancia de carnes[,]
intentado llegar al otro lado y dulces y de tortas, hizo el regalo a
ya dejándose a la discreción de aquellas gentes que sólo con esta
su curso, nos fueron objetos de casualidad las consiguen22.
agradable entretenimiento20.
El ejercicio de la escritura en estos
Algunos días después, avanzando términos estaba estrechamente ligado
por el cálido valle del Magdalena en a la idea de que el hombre, por medio
busca de la villa de Honda, se detalló
un episodio similar en el diario. Di-
cha entrada vuelve a comprobar esa
21
Sobre estos elementos definitorios de las ideas
y prácticas modernas e ilustradas con respecto a la
determinante relación entre sociedad naturaleza, ver Pratt, Mary Louise, Op. cit., pp.
y naturaleza, al tiempo que evidencia 37-194; Estrella, Eduardo, “Ciencia ilustrada y
una vez más el uso a discreción de un saber popular en el conocimiento de la quina en
el siglo XVIII”, en: Cueto, Marcos (Ed.), Saberes
corpus de adjetivos para trasladar la andinos. Ciencia y tecnología en Bolivia, Ecuador
experiencia vista del paisaje al relato y Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1995,
escrito. Junto con el anterior extracto pp. 37-57; Trabulse, Elías, Ciencia y tecnología en
el Nuevo Mundo [1994], México, Fondo de Cultura
Económica, 1996.
20
Mil leguas por América, Op. cit., p. 145. Énfasis 22
Mil leguas por América, Op. cit., p. 148. Énfasis
agregado. agregado.

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Mirar, escribir y dibujar: ejercicios de paisaje en la experiencia
56 viajera naturalista y en la apertura de caminos durante el siglo XVIII

de sus propias fuerzas e ingenio, era estar social, el incremento del comercio
capaz de alcanzar la felicidad en la y la agricultura y, por ende, generar los
tierra. Esta innovación de la Ilustra- cimientos para la felicidad en la tierra
ción se apuntalaba sobre todo en dos y la tranquilidad política.
perspectivas fundamentales: una nueva
representación de la naturaleza, cuyos Mirando, dibujando y
elementos fundamentales se menciona- escribiendo: ejercicios de
rán en la siguiente sección, y una nueva paisaje en la apertura de
concepción del trabajo en la cual esta caminos
actividad humana ya no era vista como
un castigo divino sino como una función Ante los tribunales y diversas ins-
sumamente útil que obligaba a toda la tancias de la administración colonial,
sociedad. De hecho, las alabanzas de funcionarios y particulares presentaban
la dedicación a la agricultura y otros testimonios orales y escritos sobre el
oficios son la cara opuesta de la condena reconocimiento de variados territo-
vehemente de la inacción y la ociosidad, rios, la apertura o potencial apertura
presentes no sólo entre la gente común de caminos en dichos territorios, y las
sino entre las familias nobles, según ventajas o desventajas que tales empre-
creían algunos ilustrados23. sas podrían tener para la Corona o los
vasallos. Como telón de fondo, existía
Los campos eran entonces escena- un común interés por la incorporación
rios paisajísticos percibidos en el viaje de las fronteras y sus recursos a la
y narrados por escrito recurriendo a esfera del dominio de las autoridades
diversas perspectivas y empleando un coloniales y de las actividades comer-
cuerpo de adjetivos muy definido. Toda ciales de los vecinos de los principales
esta elaboración era en gran medida centros urbanos. En algunos casos, el
posible debido a las relaciones entre el lenguaje común para reflexionar sobre
ser humano y el entorno tal como los estos temas lo aportaba una nueva co-
viajeros las concebían y las valoraban, rriente de apreciaciones culturales que,
lo cual es bastante similar en Santiste- amparada en las ideas y prácticas de la
ban y en uno de los protagonistas de la Ilustración, veía con muy buenos ojos
siguiente sección de este trabajo, don el dominio de la naturaleza por parte
Juan Pablo Pérez de Rublas. Ambos del hombre, tal como se expuso en la
compartían la idea de un acercamiento primera parte de este trabajo. Así suce-
pragmático al mundo natural, el cual día en torno a la frontera occidental de
tenía distintos objetivos específicos pero la provincia de Antioquia, es decir, su
un objetivo común: conocer, dominar y espacio de contacto y separación con las
explotar la naturaleza en pro del bien- provincias de Nóvita y Citará, porción
fundamental de la frontera minera del
Pacífico dominada por la Gobernación
23
Silva, Renán, Los ilustrados de la Nueva Grana-
da, 1760-1808, Op. cit., pp. 451-466. de Popayán.

Historia y Sociedad No. 14, Medellín, Colombia, junio de 2008, pp. 45-68
Edgardo Pérez Morales 57

En dicha región se configuró una go- Las ilusiones de esta empresa del
bernación independiente, la del Chocó, Chocó, que podían pasar de generación
como parte de una serie de reformas en generación, como en los casos de
administrativas a inicios de siglo24. El José López de Carvajal y su hijo Pa-
contacto entre el Chocó y Antioquia, blo de Carvajal, y de José Manuel de
aunque de vieja data como lo muestran Montoya y su hijo José de Montoya27,
los trabajos citados de Colmenares y eran compartidas por la administración
Jiménez, y otros trabajos sobre la con- borbónica y los particulares. Ahora
quista europea, la resistencia indígena y bien, los particulares, en lo funda-
la evangelización25, continuaba siendo mental comerciantes y buscadores de
bastante precario a finales del siglo concesiones de caminos o de tierras,
XVIII. Con todo, seguía en la mente comparecían ante los funcionarios con
de varias personas como una potencial una pretensión fundamental: la de pre-
fuente de riquezas. Allí se contemplaban sentar y hacer reconocer y legitimar su
no únicamente la explotación aurífera, conocimiento sobre los territorios en
sino también las oportunidades de ob- cuestión, y por ende su plena autoridad
tener mercedes de tierras y las posibili- para hablar sobre ellos, comentarlos,
dades comerciales que implicaba salir valorarlos, describirlos y dibujarlos.
de Antioquia por la vía del río Atrato y Todo sobre la base, hay que repetirlo,
conseguir de tal manera una conexión de un conocimiento que ellos tenían o
con el mar Caribe26. pretendían tener, y del cuál carecían los
funcionarios. Al transformar dicho co-
nocimiento en autoridad, los interesados
24
Colmenares, Germán, Historia económica y pretendían delimitar los términos de la
social de Colombia II: Popayán, una sociedad negociación burocrática, de manera que
esclavista, 1680-1800 [1979], Bogotá, Tercer
Mundo Editores, 1997; Jiménez, Orián, El Chocó: lo dicho sobre esas ocultas fronteras
un paraíso del demonio. Nóvita, Citará y El Baudó, en términos de distancias, topografía,
siglo XVIII, Medellín, Editorial Universidad de hidrografía, recursos y condiciones
Antioquia, 2004.
climáticas, tuviera un reconocimiento
25
Williams, Caroline A., “Resistance and Rebellion sólo contrastable mediante mecanismos
on the Spanish Frontier: Native Responses to Colo-
como la visita al terreno o su represen-
nization in the Colombian Chocó, 1670-1690”, en:
Hispanic American Historical Review, 79:3, Duke tación en dibujos como planos o mapas.
University Press, agosto 1999, pp. 397-424; Mon- De esta manera, tales aspectos eran el
toya Guzmán, Juan David, Indios contra españoles:
campo enunciativo legítimo de los parti-
frontera, guerra y etnogénesis en las provincias
del Chocó, siglos XVI y XVII, Tesis de Maestría en
Historia, Universidad Nacional de Colombia, Sede
Medellín, 2005. citará AGN). Mejoras materiales, t. 6, ff. 403-418;
t. 17, ff. 790-867 y 980-1029.
26
Gómez González, Juan Sebastián, “Proyectos
fallidos, proyectos conclusos. Caminos en dirección 27
Gómez González, Juan Sebastián, Op. cit., pp.
a los países del Chocó. Siglo XVIII”, en: Jiménez 212-213; Archivo Histórico de Antioquia, Mede-
Meneses, Orián, et al., Op. cit., pp. 195-218; Archi- llín (En adelante se citará AHA). Caminos, t. 71,
vo General de la Nación -Bogotá- (En adelante se doc. 1972.

Historia y Sociedad No. 14, Medellín, Colombia, junio de 2008, pp. 45-68
Mirar, escribir y dibujar: ejercicios de paisaje en la experiencia
58 viajera naturalista y en la apertura de caminos durante el siglo XVIII

culares, mientras que el campo enuncia- tierras a cambio de comprometerse a la


tivo legítimo de las autoridades era el de apertura de un buen camino30. Bajo las
los intereses monárquicos, virreinales o órdenes de Buelta Lorenzana, Montoya
provinciales, que en la segunda mitad transitó nuevamente la ruta y llegó hasta
del siglo XVIII tenían como horizonte la tierras chocoanas, para posteriormente
eficacia administrativa, fiscal y militar presentarse ante el gobernador y dar
promovida por la Corona. testimonio de su recorrido y de las di-
Uno de los gobernadores de la época, ficultades implícitas en la empresa de
Cayetano Buelta Lorenzana, escribió en abrir por allí un camino, insistiendo en
1777 que los caminos de Antioquia se su autorizado conocimiento del terreno
encontraban en su mayoría y pretendiendo ayudas económicas para
sostener sus labores, al aseverar que:
cerrados de montes y embara-
zados con los árboles, que los […] desde el río de Penderisco
vientos han derribado haciéndolos hasta las cabeceras del de Nendó,
mucho más intransitables y siendo que es la mitad del camino tiene
por lo muy pendiente y áspero
uno de los puntos más esenciales
de las cordilleras de las tres
para la felicidad y opulencia de las
serranías, que se pasan, cuyos
Provincias, el que los caminos de
nombres son la primera, Soroma;
unas a otras, estén corrientes sin la segunda, el alto de Sobretunal,
riesgos, ni embarazos, en cuanto y la tercera el Palmar, bastante
sea posible […]28. dificultad en abrir camino para el
tránsito de caballerías de carga,
Precisamente, Buelta Lorenzana
a no invertirse en su apertura
transó con José de Montoya, un resi-
dente en el valle de Urrao, cerca de la
ciudad de Antioquia, para que por aquel
paraje, buscando las cabeceras el río
30
“[…] hallándose dicho Montoya actualmente
en esta ciudad comparecerá ante Su Señoría para
Nendó y su desembocadura en el río tratar sobre el descubrimiento de dicho camino
Arquía, estableciera conexión con el y siempre que quiera obligarse a ejecutarlo se le
puerto de Beberá y el río Atrato, en el darán los auxilios que necesitaren para ello y se
le atenderá a proporción del mérito que hiciere y
Chocó. Montoya aseguraba haber tran- utilidades, que se reconozcan a él y a los que le
sitado previamente esta ruta, y de hecho acompañaren con alguna merced de tierras según
tres años antes, tras haberlo acordado que por leyes reales se prescriben para los nuevos
descubrimientos […]”. AGN, Mejoras materiales,
con el gobernador Francisco Silvestre, t. 17, f. 984v. Por leyes reales, se hacía referencia
la había recorrido.29 Su intención era seguramente a una Real instrucción dictada en
obtener para sí y su familia mercedes de 1754, en la cual se especificaban las dimensiones
de las mercedes de tierras realengas que se podían
otorgar. La misma se modificó en 1780. Jaramillo
Velásquez, Roberto Luis, “La colonización antio-
28
AGN, Mejoras materiales, t. 17, f. 984v. queña”, en: Melo, Jorge Orlando (Dir.), Historia
de Antioquia, Medellín, Suramericana de Seguros,
29
AHA, Caminos, t. 71, doc. 1972, ff. 423v-425r. 1988, pp. 178-179.

Historia y Sociedad No. 14, Medellín, Colombia, junio de 2008, pp. 45-68
Edgardo Pérez Morales 59

algunos pesos […]31. los días que faltaba por dilatarse


los cargueros, que habían salido
Años después, en 1789, José Martín a traerlo, lo pasábamos con sólo
de Vargas, yerno de Montoya, pedía una frutas como llevo dicho, y con
legua de tierra en Urrao argumentando este sumo trabajo, riesgo, y
sobre principios similares, pero de una costo, hemos abierto el camino,
manera mucho más elaborada, que traficable en la conformidad, que
en la actualidad se halla, desma-
[…] en esta satisfacción, y cum- lezado, y descumbrado, para que
plimiento de lo prometido pron- el sol lo registre, y bien abierto,
tamente fuimos, a prevenir todo que todos entran y salen cuando
lo necesario, para ponernos en quieren […]32.
camino, para el ofrecido descu-
brimiento, y apertura de él, yo Como es evidente, en estos testi-
con mis tres hijos, mi suegro, monios también tomaba lugar una ad-
mi cuñado, con dos peones car- jetivación importante, similar en parte
gueros de los bastimentos, y a aquella realizada por los naturalistas,
demás y fuimos trochando, y analizada en la sección anterior de este
abriendo sendas, y subiéndonos artículo. Ahora bien, por tener el objeti-
en los árboles, para divisar las
vo específico de mostrar las dificultades
cordilleras, abras y cañadas,
que fueran más favorables para propias de los terrenos recorridos y
tantear, y seguir dichas trochas, y su naturaleza, dicha adjetivación era
de esta suerte conseguimos llegar negativa y buscaba resaltar las infinitas
a la dicha provincia del Chocó, trabas que el medio podía depararle al
pasando muchísimos trabajos, hombre, al contrario de los naturalis-
y riesgos que Vuestra Señoría tas, que más bien buscaban resaltar las
puede considerar en un monte tan potencialidades del hombre frente a la
fragoso, lleno de malezas, y abro- naturaleza. Los interesados en la aper-
jos, y capotales, que en partes nos tura de caminos buscaban así destacar el
hundíamos hasta la cintura y en
valor de los expedicionarios y la nece-
otras caminando en cuatro pies
al bajar, y subir las lomas, asegu- sidad de su autorizada y experimentada
rándonos de las raíces, y yerbas intervención. “Áspero”, “fragoso”, o
que podíamos, y mojados de día de “mal temperamento” son algunos
y de noche, porque no cesaba de ejemplos en el campo de lo escrito,
llover, que ni aún candela po- donde también figuran referencias a lo
díamos hacer de noche, pasando selvático, a menudo calificado de des-
muchos días con las frutas que értico33, como amenaza al hombre y a
hallábamos en el monte, por que
se acababa el bastimento, y en
AHA, Tierras, t. 178, doc. 4567, ff. 503r-504v.
32

Énfasis agregado.

AGN, Mejoras materiales, t. 17, ff. 990v-991r.


31 33
Pérez Morales, Edgardo, “La naturaleza como
Énfasis agregado. percepción cultural. Montes y selvas en el Nuevo

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Mirar, escribir y dibujar: ejercicios de paisaje en la experiencia
60 viajera naturalista y en la apertura de caminos durante el siglo XVIII

sus obras, tal como lo pensaba Buelta En el caso aquí abordado, años
Lorenzana. Transmitir estas ideas, con después de los intentos de la familia
todo, no se redujo a lo escrito en algu- Montoya, que llegaron a feliz término
nas ocasiones. Después de observar según ellos aseguraron, surgió el inte-
el terreno, de “divisar” como decía el rés de otras personas en la misma ruta.
yerno de Montoya, de verlo y vivirlo, Esta vez se presentaban como objetivos
se articulaba una posición de autoridad mejorar el camino, fortalecer los tratos
que también permitía relatarlo en voz comerciales y evangelizar y reducir a
alta ante los funcionarios, lo cual a su pueblos a los indígenas del área. Se
vez se convertía en testimonio escrito trata de las pretensiones de Carlos María
por obra y gracia de escribanos y ama- Freire de Andrade, minero esclavista
nuenses34. Dicha posición de autoridad, de Citará, corregidor de los pueblos de
igualmente, permitía dibujar o repre- Beté y Beberá, y de José Giraldo y su
sentar iconográficamente en una pieza patrón Juan Pablo Pérez de Rublas, re-
de papel y ante cualquier instancia, a la sidentes en el valle de Urrao el primero
usanza común en los pleitos civiles de y en la ciudad de Antioquia el segundo.
tierras de la época colonial, los terrenos Pérez de Rublas era un prestante miem-
en cuestión35. bro de la élite provincial, pues aparte
de ser un acaudalado comerciante solía
desempeñarse en algunos cargos de la
administración local de Antioquia, don-
de fue regidor decano del cabildo36.
Reino de Granada, siglo XVIII”, en: Fronteras de
la Historia. Revista de historia colonial latinoame- Como parte de sus peticiones y
ricana, Vol. 11, Bogotá, Instituto Colombiano de argumentaciones, Freire de Andrade
Antropología e Historia, 2006, pp. 53-81. y Pérez de Rublas usaron dos repre-
34
Véase por ejemplo la relación escrita el 1 de sentaciones visuales de las montañas,
julio de 1778 ante el gobernador del provincia de
Antioquia, usando los testimonios orales de Mon-
toya y su yerno: AGN, Mejoras materiales, t. 17,
ff. 988v- 992v.
36
Pérez Morales, Edgardo, “La sombra de la mu-
chedumbre: vida urbana y reformismo borbónico
35
Representaciones paisajísticas en forma de cro- en la ciudad de Antioquia”, en: Historia y Sociedad,
quis, bosquejos o mapas se convertían en parte de No. 10, Medellín, Universidad Nacional de Colom-
los procesos por pleitos de tierras, y eran presenta- bia, 2004, pp. 183-199. La inscripción funeraria
dos ante las autoridades como piezas de evidencia, sobre madera tallada y policromada de su tumba, en
fundamentadas en una similar pretensión de auto- la iglesia de Santa Bárbara de la ciudad de Santafé
ridad, la cual no pocas veces era cuestionada por de Antioquia, es testimonio de su éxito económico
alguno de los interesados en el asunto. Múltiples y prestigio social: “Aquí yace Don Juan Pablo Pérez
evidencias se encuentran en el AGN, Mapoteca 4; de Arrubla [sic] Natural de Ustes en el Reino de Na-
AHA, Planoteca. Ver además Gruzinski, Serge, varra Caballero agraciado de la Real y distinguida
La colonización de lo imaginario. Sociedades in- orden española de Carlos III, Regidor Decano del
dígenas y occidentalización en el México Español. Ilustre Ayuntamiento de esta Ciudad: Benefactor
Siglos XVI-XVIII [1988], México, Fondo de Cultura que fue de esta Santa Iglesia que fue de ex-Jesuitas,
Económica, 1991, pp. 48-53, y Trabulse, Elías. concluyéndola y paramentándola a sus expensas,
Op. cit., pp. 63-71. falleció a 23, de enero del año de 1805”.

Historia y Sociedad No. 14, Medellín, Colombia, junio de 2008, pp. 45-68
Edgardo Pérez Morales 61

selvas, ríos y caminos de la vertiente Freire de Andrade, y de la misma se ha


occidental de la cordillera occidental, hecho una descripción interesante:
entre el Chocó y Antioquia. En ese
El autor fue capaz, con tinta y
sentido, ambas imágenes compilaban
acuarela, de representar un paisa-
de manera particular dos de los usos je y un mapa: la selva, y los des-
fundamentales de la imagen a lo largo montes, con tonalidades de verde,
de la historia: proporcionar información y con azul oscuro las cordilleras
y ser un medio de persuasión37. Para de Urrao, vertientes al Cauca.
proporcionar información, mostraban Está manifiesto un volumen ocre,
accidentes geográficos concretos, co- para mostrar otra cordillera. Con
berturas vegetales, poblaciones y rutas azul aguado mostró los ríos, y usó
seguidas por caminos, configurando el rojo para los caminos38.
un paisaje particular. Y como medio Descripción muy acertada, pero a la
de persuasión, el objetivo buscado por cual habría que agregarle la posibilidad
quienes las encargaron y usaron ante la de considerar el azul oscuro de la parte
administración provincial y virreinal superior no sólo como representación de
era probar su autoridad cognitiva sobre la vertiente oriental de la cordillera, sino
la región y relacionar la configuración como el uso incipiente de la perspectiva
paisajística dibujada con una percepción aérea para representar el alejamiento
concreta de la realidad. y altura de las cumbres cordilleranas,
La primera imagen (Figura 1), de máxime si se tiene en cuenta que la
autor desconocido, fue aportada por representación está orientada con un
punto de vista situado de occidente a
oriente39.
37
Burke, Peter, Visto y no visto. El uso de la imagen
como documento histórico, [2001], Barcelona, Crí- 38
Jaramillo Velásquez, Roberto Luis, Tres siglos
tica, 2005. Para el análisis de las dos piezas icono- sobre papel. Cartografía histórica de Antioquia,
gráficas he adoptado en parte la propuesta de Didier Medellín, Banco de la República, cindec-Univer-
Prioul, particularmente en sus indicaciones sobre la sidad Nacional de Colombia, s.f., p. 8.
doble contextualización del documento: restringida,
en lo que tiene que ver con su red inmediata de de- 39
“[…] la llamada perspectiva aérea, fue descubier-
pendencia, y ampliada en lo que toca al documento ta y así bautizada por Leonardo da Vinci y se trata
como arquetipo de un momento determinado de la en realidad de una gradiente de tonalidad cromática
historia. Esta doble contextualización es en realidad en función de la distancia […]”,Gubern, Román,
el último paso de un proceso en tres etapas bastante La mirada opulenta. Exploración de la iconosfera
similar a las tres fases del análisis iconográfico e contemporánea, Barcelona, Gustavo Gili, 1987, p.
iconológico de Erwin Panofsky. Prioul, Didier, 21. En su análisis de la cartografía colonial de la
“Cómo analizar un documento iconográfico”, en: Nueva España entre 1530 y 1619, Gruzinski afirma
Létourneau, Joselyn, La caja de herramientas del que “la aparición del paisaje -la mayoría de las veces
joven investigador. Guía de iniciación al trabajo en forma de perfiles montañosos plantados de árbo-
intelectual, [1989/2006], Medellín, La Carreta, les que extrañamente sugieren aguadas de Durero- o
2007, pp. 95-110. Para una síntesis sobre el méto- incluso la sugerencia de horizontes lejanos azulados
do de Panofsky y las diversas corrientes críticas y y degradados, delatan la influencia del grabado y
complementarias al mismo, ver Burke, Peter, op. de la pintura europeos y aun más de los numerosos
cit., pp. 43-57 y 215-241. frescos que adornaban las iglesias y los conventos”.

Historia y Sociedad No. 14, Medellín, Colombia, junio de 2008, pp. 45-68
Mirar, escribir y dibujar: ejercicios de paisaje en la experiencia
62 viajera naturalista y en la apertura de caminos durante el siglo XVIII

Ahora bien, ¿en qué consiste el ejer- mente haciéndolo transitable para los
cicio pictórico del paisaje en este caso? animales de carga, era librar a los car-
Si se tienen en cuenta las diferencias gueros humanos de los suplicios de las
sustanciales entre dos tipos de expre- enormes distancias. No extraña pues el
sión, la verbal y la icónica, señalando uso de la perspectiva aérea para señalar
que la primera denomina, adjetivando la lejanía de las cumbres de la cordillera
como lo hacían los naturalistas, y la se- con respecto al río Atrato. Librar a los
gunda reproduce, habría que distinguir cargueros de semejantes suplicios era
las funciones de cada una. Mientras librar al género humano de una bestia-
que la primera facilita una relación con lización indebida:
las cosas en ausencia de las mismas, la
[…] en cuya distancia dilató
segunda completa y amplía esta relación
el Ilustrísimo actual obispo de
en “el plano del simulacro”, reforzan- Popayán cincuenta y una horas
do la conexión entre la percepción de […] trasladándose con todo su
las formas y la expresión conceptual equipaje a hombros de cristianos.
de las mismas40. De tal manera que el El deseo y anhelo de libertar
ejercicio pictórico de paisaje buscaba, a éstos de semejante trabajo,
mediante el uso dominante del verde y propio de las bestias, me animó
la representación de los árboles agrupa- a emprender la abertura del
dos en montes y selvas, dar a conocer camino con conocimiento de él;
por medio de la vista un espacio en el y no ocultándoseme las ventajas
del mejor servicio del rey, y del
cual la naturaleza podía retar al hombre,
público y sobre todo el beneficio
debilitarlo, impedir sus acciones, y aun a esta provincia, y más a la de
transformarlo en su esencia humana. Antioquia […]42.
Tales nociones eran parte de una valo-
ración negativa de los espacios arbóreos Es por ello que Freire de Andrade
muy difundida en la época, aunque pretendía establecer una cadena firme
contra la misma ya se pronunciaban y duradera de intervención humana, de
ciertas voces .
41
cuyos eslabones -el camino, pastizales
para los animales de carga, “tambos o
En su informe presentado junto con casas de campo para la comodidad de
el documento pictórico ante las autori- los pasajeros, y que pueden resguardar
dades, Freire de Andrade señalaba que sus víveres y efectos”, y barquetas y
uno de los principales motivos para hombres dispuestos para su servicio en
abrir el camino e intervenirlo técnica- los ríos-, el solicitante daba muestras
en su documento pictórico y esperaba
sacar provecho cobrando para sí mismo
Gruzinski, Serge, Op. cit., pp. 50-51. contribuciones a cada persona y fardo
40
Gubern, Román, Op. cit., p. 52.
41
Pérez Morales, Edgardo, “La naturaleza como 42
AGN, Mejoras materiales, t. 17, f. 793r y v.
percepción cultural…”, Op. cit., pp. 58-65. Énfasis agregado.

Historia y Sociedad No. 14, Medellín, Colombia, junio de 2008, pp. 45-68
Edgardo Pérez Morales 63

de carga que por allí transitara. En que luego convertían en leguaje escri-
otras palabras, su fin era convertirse en to, generando una retórica en la cual
concesionario del camino43. Se mostró encajaban sus ideas de lo que era el
un paisaje agreste, retador, abrumador, paisaje.
pero al tiempo se insinuó la posibilidad
de transformarlo o, por lo menos, do- Ahora bien, junto a las intenciones
minarlo, con la intención específica de del minero de Citará, las del comercio
sacar provecho económico de dicha do- de Antioquia, en cabeza del mencionado
minación y, de paso, ampliar el ámbito Pérez de Rublas y su subordinado Gi-
de la acción administrativa monárquica. raldo, pretendían también consolidarse
El ejercicio de paisaje en este caso en la misma ruta, habilitando un camino
recorrió el mismo camino de los natu- del cual buscaban beneficios distintos
ralistas, pero a la inversa: Santisteban de aquellos de Freire de Andrade o de
observó unos paisajes en los cuales los los Montoya. Para el efecto, Pérez de
elementos antrópicos eran sustanciales Rublas también presentó un documento
y cuya presencia era la prueba de un pictórico (Figura 2), de autor desconoci-
exitoso proceso civilizatorio, y procedió do, cuyo examen ampliado y restringido
a trasladar a la esfera de lo escrito tal en sus contextos muestra sus diferencias
éxito mediante una adjetivación que con el anterior y, al tiempo, su inserción
tenía como piedra de toque la felicidad en una trama común y su especificidad
humana. Por su parte, Freire de Andrade como ejercicio de paisaje, tal como se
ordenó al dibujante mostrar el reto que argumenta en este trabajo. Como en el
se abría para su capacidad civilizatoria. anterior (Figura 1) el autor de este do-
De esta forma se lograba la particular cumento (Figura 2) también fue capaz
transición entre lo visto, lo escrito y de representar un paisaje y un mapa; en
lo dibujado, pues “si el paisaje físico este caso al evaluar presencias y ausen-
es imagen que puede leerse, el paisaje cias, se destaca una selección distinta
pintado es la imagen de una imagen”44. de elementos naturales y una selección
Leían y veían con nociones e intereses similar de elementos antrópicos45. Por
un lado, la imponente presencia de los
árboles y la indicación de algunos des-
montes en medio de ellos no apareció
43
Ibíd., f. 794r y v. Sobre los hombres cargueros
ver Torres T., Luis Fernando, “Los hombres acé-
aquí, pero sí el poderío de las montañas,
milas: cargueros de la provincia de Antioquia en el que en la anterior representación se in-
siglo XVIII”, en: Memorias II Foro de Estudiantes vocaba en la parte superior de la imagen
de Historia, Medellín, Universidad Nacional de
apoyada con una posible perspectiva
Colombia, Sede Medellín, 2003, pp. 187-205, y
Ramírez Giraldo, Diego Andrés, “Civilizar la tie-
rra, humanizar las “bestias” y liberar los sentidos:
hacia una historia social de los caminos durante el
45
Retomo estas caracterizaciones de las indicacio-
siglo XVIII”, en: Jiménez Meneses, Orián, et al., nes sobre el análisis del contenido documental de
eds., Op. cit., pp. 227-233. los mapas aportadas por Boudreau, Claude, “Cómo
analizar y comentar un mapa antiguo”, en: Létour-
44
Burke, Peter, Op. cit., p. 53. neau, Joselyn, Op. cit., pp. 119-131.

Historia y Sociedad No. 14, Medellín, Colombia, junio de 2008, pp. 45-68
Mirar, escribir y dibujar: ejercicios de paisaje en la experiencia
64 viajera naturalista y en la apertura de caminos durante el siglo XVIII

aérea. En este caso, dicho poderío está bre de 1798, que en el recorrido había
presente en forma de líneas de relieve “buenos terrenos”, “tierra firme” y “tie-
debajo de las cuales los volúmenes se rra de pan”47, y al descuidar cualquier
logran con el uso saturado y gradiente representación de la cobertura vegetal
del verde oscuro y negro, recurriendo en el documento pictórico así se cons-
con éxito, particularmente en el lado tató después. Se puede intuir entonces
derecho del dibujo, a uno de los índices que lo que para Freire de Andrade era
que permiten percibir, mediante la vis- un fin, para los comerciantes de Antio-
ta, la profundidad y el relieve: “Si una quia era un medio. ¿Para qué? No para
cosa parece estar encima de otra, puede establecer comercio con el Chocó y fa-
indicar que está en el mismo plano, pero cilitar la vida de los Reales de minas de
a mayor distancia”46. Por otro lado, nue- aquella frontera, como hasta entonces
vamente aparecen los tambos, el camino era concebida la función del comercio
y el sitio de San José de Urrao. para la región48, sino para fortalecer sus
propias actividades económicas vincu-
La presencia de la representación lando a Antioquia, a través del Chocó,
de una cobertura vegetal cuya realidad con Cartagena y el Caribe, dominios
ambiental era valorada negativamente
indiscutibles de los intercambios que
en el uso del dibujo de 1798, cumple
eran de su mayor y personal interés. En
también una función retórica en el uso
las bocas del Atrato, el mapa presentaba
del de 1799, pero esta vez en forma
una sencilla pero elocuente noción con
de ausencia. Los comerciantes no te-
el trazo de dos palabras: “El Mar”.
nían centrados sus intereses en torno
a la explotación del camino en calidad Una vez presentado el argumento de
de concesionarios o acaparadores de que la naturaleza no era un problema
tierras y, por ende, no necesitaban ar- mayor haciendo un ejercicio pictórico
gumentar las dificultades para abrirlo del paisaje, había que aclarar el hecho
ni demostrar que allí la naturaleza era de que el camino era un medio para el
un reto apocalíptico. En efecto, en sus fin superior del comercio. Para ello,
argumentaciones escritas, Giraldo ma- Pérez de Rublas recurrió a argumentos
nifestó la necesidad de abrir el camino, propios de la época y de muchos secto-
de construir algunos tambos y de sem- res de las administraciones monárquica,
brar algunos cultivos, pero sin informar virreinal y provincial, que en medio de
sobre ninguna dificultad mayor y sin las ideas y prácticas de la Ilustración
maximizar los efectos de la naturaleza y
las condiciones del camino sobre aque-
llos que quisieran transitarlo. De hecho 47
AGN, Mejoras materiales, t. 17, ff. 801r-802v.
insistió, en su informe presentado ante 48
Particularmente por las autoridades virreinales,
el gobernador de Antioquia en diciem- tal como se constata al leer algunos informes im-
portantes. Cf., Colmenares, Germán, Relaciones e
informes de los gobernantes de la Nueva Granada,
tres tomos, Bogotá, Biblioteca Banco Popular,
46
Gubern, Román, Op. cit., p. 21. 1989, t. I, pp. 286-290 y p. 458; t. II, pp. 70-72.

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Edgardo Pérez Morales 65

y de la régimen Borbónico, valoraban que atrae el comercio, dispo-


particularmente dicha actividad como niendo por vara fundamental
agente de civilización, negocio del bien la pronta y segura circulación
común y de los intereses generales y de sus intereses en toda clase
de mercadurías. Esta provincia
estrategia para alcanzar la felicidad en
señor gobernador, como sitiada
la tierra49. El comerciante no sólo fue a causa del difícil y costoso
un pálido reflejo de dicha realidad, pues transporte de los efectos que le
su inserción concreta en tales redes de conducen de las otras provincias
valoraciones y representaciones se con- sufre a mas de los perjuicios de
cretaba en prácticas como la lectura del un comercio siempre pasivo el de
Papel Periódico de la ciudad de Santafé recargado en sus precios por los
de Bogotá, publicación semanal en la crecidos costos que se invierten
cual se difundieron precisamente las para introducir las mercadurías
ideas y contenidos de dichas corrientes a los lugares de su demarcación:
Estaba reservado a los tiempos
y de la cual Pérez de Rublas era sus-
del ilustrado gobierno esta fe-
criptor50. Lo mismo es evidente en su licidad común pues aunque por
argumentación escrita sobre la necesi- algunos de sus predecesores se
dad de abrir el camino y establecer por proyectó este nuevo giro, después
allí rutas comerciales: de algunos costos abandonaron
la empresa por falta de informes
Desde la más remota antigüedad
seguros; pero mirando vuestra
(hasta estos tiempos de la Mayor
señoría esta empresa como objeto
ilustración) se ha entendido que
primario de su ministerio trata de
no se puede prometer a un Rei-
realizarla hasta ponerla en perfec-
no, una Provincia, una ciudad,
ta circulación; Estas ilustres me-
subsistencia más sólida que la
morias perpetuaran el nombre de
vuestra señoría en esta provincia;
Silva, Renán, Los ilustrados de Nueva Granada,
49 mayormente cuando reconozcan
1760-1808, Op. cit. las ventajas que han logrado,
que son efectivas respecto a los
50
Papel periódico de la ciudad de Santafé de Bogo-
tá [1791-1797], edición facsimilar en seis tomos y
demás caminos, por ser este sin
un tomo de índices, Bogotá, Banco de la República, contradicción el mas seguro, mas
1978, tomo I, No. 20, junio 24 de 1791, p. 171. pronto y menos costoso51.
De 103 suscriptores en aquel año cuya dedicación
se conoce sólo nueve eran comerciantes, aunque Una parte sustancial de las ideas y
en el caso de Pérez de Rublas más vale la pena prácticas ilustradas estaba anclada en
señalar que era un lector “de provincia” de dicha
publicación, comprometida en que su difusión no se una nueva representación de la natura-
restringiera a la ciudad de Santafé sino que llegara a leza, en la cual el temor y la dimensión
muchas localidades del virreinato del Nuevo Reino espiritual de la misma, divina y demo-
de Granada. Silva, Renán, Prensa y Revolución a
finales del siglo XVIII. Contribución a un análisis
de la formación de la ideología de Independencia
nacional [1988], Medellín, La Carreta, 2004, pp. 51
AGN, Mejoras materiales, t. 17, ff. 823v. Énfasis
27-41. agregados.

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Mirar, escribir y dibujar: ejercicios de paisaje en la experiencia
66 viajera naturalista y en la apertura de caminos durante el siglo XVIII

níaca, habían sido reemplazados por mundo social y natural por su propio
la experimentación, el conocimiento esfuerzo y sin la mediación de la tradi-
y la explotación racional52. Esto ayuda ción oral o de la autoridad escolástica.
a terminar de comprender la dinámica Al tiempo que miraba el mundo exterior
específica de la ausencia de una vas- en el Nuevo Reino de Granada, San-
ta cobertura vegetal en un ejercicio tisteban lo concebía en su mente y lo
pictórico de paisaje y su presencia en vivía en su disposición y ánimo como
el otro. Muy cercano entonces a las una realidad paisajística de alegría y
valoraciones de Santisteban, Pérez de prosperidad en el mundo terrenal. Por
Rublas expuso en su imagen y en sus ende, debía trasladar tal concepción a su
palabras la importancia de la acción diario mediante mecanismos de escritu-
humana, representada en la práctica del ra que superaran la mera descripción. El
comercio como ruta hacia la felicidad. paisaje se escribía, más que se describía,
Su paisaje próspero era uno en el cual pues relatarlo por escrito no podía ser un
la naturaleza había dado paso al hombre ejercicio objetivo, sino uno mediado por
comerciante que con su dedicación no la subjetividad de la experiencia previa
sólo se aseguraba réditos para sí mis- de observación y las convicciones que
mo sino que, al tiempo, contribuía al guiaban la elección de las nociones
bienestar y la felicidad general de los y adjetivos que debían plasmarlo de
pobladores del virreinato, tal como lo manera escrita para un futuro público
hacían los hacendados y cultivadores lector, y para el uso personal del mismo
prósperos descritos por Santisteban. naturalista.

Conclusiones Por su parte, dibujar fue una de las


estrategias que escogieron Carlos María
El ejercicio de mirar, como también Freire de Andrade y Juan Pablo Pérez
lo fueron tocar o saborear, hizo parte de Rublas. Mediante la construcción de
fundamental de la experiencia viajera paisajes ellos buscaban representar una
naturalista durante el siglo XVIII. Al realidad natural en sus cabildeos por la
ejercitar los sentidos durante sus viajes, apertura y concesión de un camino en-
hombres como Miguel de Santisteban tre Antioquia y el Chocó. Al hacerlo se
contaban con el repertorio y la orien- aseguraron de articular una posición de
tación de su formación previa y se ha- autoridad, determinada por la garantía
bían trazado objetivos concretos antes de su conocimiento acerca del terreno
de partir. Su intención era distinguir, y, como en el caso de Santisteban, por
evaluar, conocer y experimentar sobre ser conscientes de las verdaderas di-
el terreno, accediendo a la realidad del mensiones, potencialidades o peligros
de la naturaleza. Ahora bien, en este
sentido sus paisajes sobre papel fueron
52
Pérez Morales, Edgardo, Naturaleza, paisaje epítomes de dos concepciones distintas,
y sociedad en la experiencia viajera, Op. cit., pp. lo cual se deduce de las imágenes pero
36-52.

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Edgardo Pérez Morales 67

también de sus relatos escritos. Ambos realidad concebida desde dos intereses
registros, como los diarios naturalistas, económicos específicos, tal como es
están plagados de ausencias y presen- evidente en los testimonios escritos.
cias, de adjetivos y nociones cuyo uso
no se dejó al azar. Freire de Andrade, Estas experiencias en torno a las
quien quería obtener el privilegio de concepciones del mundo natural que se
la administración y cobro de impues- descubren en los ejercicios de paisaje
tos en el camino, enarbolaba la idea en ellas articulados, dan cuenta de tres
de una naturaleza intimidante sobre procesos importantes. En primer lugar,
la cual la acción humana era urgente de los pasos iniciales de la experiencia
para prevenir sus efectos devastadores viajera naturalista e ilustrada, que en
sobre aquellos que quisieran descender algunos casos poco dependieron de la
la cordillera en busca del río Atrato. difusión desde el centro europeo hacia la
Pérez de Rublas, quien quería que el periferia del Nuevo Mundo. En segundo
camino se habilitara para establecer lugar, de la coexistencia de ideas sobre
una salida comercial expedita hacia el la naturaleza imbuidas por la Ilustración
mar, no concebía que la naturaleza per y el ideario reformista borbónico, con
se fuera un obstáculo mayor para el tradiciones vernáculas opuestas. Final-
tránsito entre Antioquia, Chocó y el mar mente, de la relevante conjunción entre
Caribe. Él buscó, en cambio, recalcar las acciones de mirar, escribir y dibujar
las potencialidades sociales y políticas como elementos constitutivos y mutua-
de una visión más desprevenida de la mente influyentes en la construcción de
naturaleza y un estímulo al comercio paisajes, construcción que comenzaba
por aquella ruta. Representar o ignorar antes de dar vida al relato escrito o pic-
las densas coberturas vegetales de la tórico y cuyos componentes principales
región en cuestión no fue obstáculo para dependían tanto de los intereses futuros
que ambos paisajes dibujados, aunque como de los antecedentes culturales de
distintos, dieran cuenta de una misma sus autores o de quienes dirigieron su
producción.

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68 viajera naturalista y en la aperturahttp://webmail.unalmed.edu.co/attach/Figura_1-Edgardo.bmp
de caminos durante el siglo XVIII
Figura_1-Edgardo.bmp (Imagen BMP, 1991x1559 pixels) - Escala (38%)

Figura 1. “Mapa(Imagen
Figura_2-Edgardo.bmp del camino de Urrao
BMP, 1998x1469 que
pixels) comunicará
- Escala (40%) las provincias de Antioquia
http://webmail.unalmed.edu.co/attach/Figura_2-Edgardo.bmp
y El Chocó”, Archivo General de la Nación -Bogotá-, Mapoteca 4, 499A, 1798.

1 de 1 27/03/2008 02:24 p.m.

Figura 2. “Plano, aunque mal formado, de la montaña que hay desde el sitio de Urrao, hasta orillas del río
de Arquía, y sus parages”, Archivo General de la Nación, Bogotá, Mapoteca 4, 500A, 1799.

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