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Economía circular

Aquellos nueve primeros espectadores aplaudieron al final cuando


aparecieron en la pantalla los créditos. Y sucede lo mismo en cada pase. Y
del aplauso a la acción consecuente. En el documental se cuenta el caso de
una empresa fabricante de sobres, Pochéco, instalada en el norte de
Francia. Desde que se estrenó Mañana, sus pedidos se han doblado, lo que
ha permitido ya crear tres nuevos empleos. Pochéco fabrica sobres desde
hace 20 años y lo hace reduciendo cada vez más su impacto
medioambiental, garantizando los puestos de trabajo y a la vez aumentando
su rentabilidad. ¿La cuadratura del círculo? No: la economía circular. En vez
de buscar la satisfacción del accionista Pochéco prioriza contentar al cliente,
al trabajador y al medio ambiente. Su propietario, Emmanuel Druon, acaba
de publicar un libro donde expone sus tesis ecolonomistas. Para él ecología y
economía pueden y deber ir de la mano.

Los protagonistas del documental se reúnen además con economistas de alto vuelo
como Jeremy Rifkin, o un ex relator de Naciones Unidas, Olivier de Schutter. Ambos
dicen lo mismo: nuestro modelo de producción de bienes y alimentos es insostenible,
causa contaminación, desigualdad y agota la tierra.
La solución es desarrollar una economía a escala más local, más humana y
autosuficiente en energía. Mañana enfoca reflectores en las monedas alternativas que
permiten evitar la especulación y mantener la riqueza en el circuito local de una
ciudad, para evitar que se fugue a los paraísos fiscales.

Queríamos mostrar que todo está conectado, que no se pueden tratar los problemas por
separado. La agricultura occidental, por ejemplo, es totalmen- te dependiente del petróleo.
Cambiar el mundo agrícola signi ca cambiar también el modelo energético. Pero la transición
energética cuesta cara, por eso hay que abordarla desde un punto de vista económico.

Desgraciadamente la economía actual genera desigualdades y es responsable en grado sumo


de la destrucción del planeta. Es necesario regularla democráticamente. Pero, para que una
economía funcione, tiene que apoyarse en ciudadanos informados, que hayan sido educados
para ser libres y responsable

Nuestra intención no era dar una respuesta absoluta al hundimiento, sino contar una nueva
historia. Contribuir, aunque fuera modestamente, a la emergencia de una nueva cultura, de
nuevas representaciones del mundo. Primero tenemos que cambiar de mentalidad y, en cada
época, eso ha sido responsabilidad de los artistas (entre otros), con libros, películas, cuadros,
canciones... que describan estos cambios.

ML: Puestas una detrás de otra, las iniciativas como la permacultura, las monedas locales, las
energías renovables, dibujan un mundo posible. Lo que resulta desmoralizante es que sólo se
trata de iniciativas aisladas, aunque, al mismo tiempo, sólo piden que las juntemos. Ya hay un
mundo que funciona, que existe, en donde todo es posible. Ya hay soluciones disponibles en
todos los campos, ¡esto tiene que ser inspirador!

CD: Los escépticos actuales verán como de aquí a veinte o treinta años, cuando los recursos
sean cada vez más escasos, los refugiados climáticos serán muchos más que hoy, los
rendimientos agrícolas caerán en picado, ya no habrá otra vía posible que el cambio. Todas
estas iniciativas siguen el curso de la Historia, no tenemos elección. Son las primicias de una
nueva civilización y de una nueva cultura. Todos los interlocutores nos han hablado de
resiliencia.

¿Qué hacer el día en que todo se vaya a la mierda? ¿Cómo seguir comiendo? ¿Cómo
producir energía? ¿Qué hacer para que sobreviva un mínimo de economía? Estas cuestiones
preocupan a personas que no se conocen de nada y que viven en diez países diferentes.
Todas nos dicen lo mismo. Es uno de los ejes más potentes de la película: la diversidad, el
deseo de autonomía, la creación de comunidades humanas para pasar a la acción.

En su tercera parte “Mañana” analiza, siguiendo su línea de razonamiento, la


posibilidad de crear monedas y formas de financiación independientes que
funcionen de forma paralela a las tradicionales del mundo neoliberal y que
permitan sufragar económicamente los cambios, reduciendo así el poder que
tienen ciertos organismos monetarios sobre las naciones, la sociedad y los
negocios locales. La propia financiación de la película es una muestra. Pero, para
cambiar el mundo, Dion y Laurent se plantean que también es necesario
cambiarnos a nosotros mismos, a nuestra forma de verlo y concebirlo. Y por ello,
en la cuarta sección, abordan la educación, cómo introducir nuevos modelos en
las escuelas que fomenten un comportamiento social y personal no basado en la
dominación sino en la cooperación. Finalmente, en su sección final, “Mañana”
culmina su ascenso examinando la forma práctica de lograr que los cambios se
implementen. Son conscientes que solo desde las posiciones de poder
gubernamental, tanto local, estatal como transnacional, es posible generarlos a
gran escala. A diferencia de lo que venden los eslóganes de las elecciones,
definen el modelo democrático actual como un sistema que rechaza el cambio y
que otorga muy poco poder al pueblo. Por tanto, es necesario que la ciudadanía
recupere su capacidad de participación y de implicación en la toma de decisiones
políticas. Con Dion, Laurent y su equipo se realiza un último viaje por el mundo
para ver diferentes muestras de política ciudadana, alternativas existentes de
democracia directa que resultan más participativas, como en Islandia o en partes
de la India. Aquí es donde interviene la implicación, porque es necesaria la
movilización para poder recuperar nuestra

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