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La Ilusión

‘’la tecnología nos separa directamente de los acontecimientos del espacio real y
el tiempo real’’. Paul Virilio.

El rápido avance de la tecnología puede que sea una de las mayores victorias del
hombre en su último tiempo, o también uno de los mayores suicidios colectivos (o
genocidios) que promete un futuro apocalíptico, propio de la ciencia ficción donde
lo humano es solo un recuerdo y un evento nostálgico.

Uno de los hijos de la tecnología, es la vitrina espacial o la imagen, que en esta


ambigua visión representa un santo que tiene entre sus características
bondadosas, la invitación para inmortalizar, representando un momento que ya ha
muerto. Menudo milagro cuando se vuela constantemente con alas de Ícaro.

El divino o demoniaco ente de la tecnología, no puede más que consolar a esta


sociedad sin ídolos con ministros que se transforman en extensiones del cuerpo,
mutilando al mismo tiempo las propias virtudes, deformando necesidades y
cegando bajo una ilusión, propio de la naturaleza de la imagen como tal.

Esa ilusión es fruto de la necesidad distorsionada por la tecnología que carece de


sustancia real, y que ha ido estableciendo parámetros, cánones y valores que no
son cuestionables. Beneficio es mucho mejor que la consecuencia, de alguna
manera ese adormecimiento de los sentidos hace creer que por que se usa
mensajería instantánea se comunica realmente, sustituyendo la comunicación
cara a cara. De la misma manera que se consumen un artículo intelectual, no para
aprender, si no para creer ser intelectual y compartir dicho triunfo.

Es un hechizo arcaico el representar y dar una imagen que esté de acuerdo con
las posibles necesidades porque; que es el mortal de comienzo de siglo XXI más
que un individuo que recibe a todo momento detonaciones de informaciones como
productos de cóctel, con filtros que la mayoría de las veces están limitadas y
servidas para que la visión no se fatigue.

Perdiéndose el placer anticuado de aventura y descubrimiento, siendo el hombre


ajeno a su condición de esclavo virtual. Natural desenlace sería volver a un
romanticismo de siglo XXI, donde la inercia se contagia como algo natural y la
visión de escritores con temas distópicos se haga más próxima a la realidad,
haciendo alegoría al típico cliché de que la realidad supera la ficción.

La visión pesimista de esta sociedad corrompida por el abuso del consumismo y la


desnaturalización de los sentidos por parte de la comodidad y demás virtudes que
otorgan los avances tecnológicos, esta de alguna manera en paz con aquellos
individuos que aprovechan estratégicamente la herencia de esta carrera hacia el
avance, y estamos volviendo al inmaculado arte visual, específicamente al hijo
confuso de la ciencia; la fotografía que florece de su realidad y humaniza.

‘’La fotografía es, en un mismo instante, el reconocimiento simultaneo de la


significación de un hecho y la organización rigurosa de las formas percibida
visualmente que expresan y significan ese hecho’’ en propias palabras de Cartier-
Bresson, el azar, el naturalismo y la observación son los elementos básicos del
trabajo fotográfico que busca ser una cuchillada humana y que evoca el deseo de
perpetuidad de un momento, hecho, persona o entorno ya muerto.

La espontanea sensibilidad elabora artesanalmente y sin artificios de por medio,


solo usando la capacidad técnica de encuadrar geométricamente las piezas. De
este modo se compone una interpretación sobre una realidad, propia del
aceleramiento del mundo. El resultado no es solo una foto acertada, si no que
capta un momento preciso.

Finalmente la sensibilidad, la inteligencia y la curiosidad son la santa trinidad en la


que este mundo continua a través de su honestidad: la conquista del espacio y el
tiempo, precisando el deseo o la ilusión más primitivo del individuo, el de perpetuar
en el tiempo después de la muerte siendo un ahora y un pasado.

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