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La Iglesia frente al progreso humano (Por

el Coach Alejandro Martínez)

La iglesia, ¿debe apoyar o impedir el progreso humano?

Uno de los temas más discutidos a través de la historia de la Iglesia


es, ¿Cómo deben los cristianos relacionarse con la sociedad? El tema
es complejo, y tiene implicaciones prácticas para la vida cotidiana.
Algunos ponen el énfasis en el lado negativo de la sociedad, que es
pecaminosa, y tienden a alejarse del "mundo". Otros ponen más
énfasis en el lado positivo, y tienden a involucrarse en la sociedad a tal
punto que pierden su identidad cristiana.

Por favor, considere esto: En el mundo hay 51.000 armas nucleares,


16 guerras declaradas, 900 millones de adultos analfabetos, gastamos
36.000 dólares al año en cada soldado y sólo 1.100 dólares al año en
cada estudiante (como puede ver la preparación para la guerra y la
destrucción es mucho mayor que la preparación para la paz, la alegría
y la armonía) y lo más triste es que hay 2.000 millones de personas en
el planeta que no han oído siquiera una vez el nombre de Jesús,
200.000 personas se mueren diariamente y gran cantidad sin Cristo.
Mientras tanto tenemos una iglesia que duerme, que está enclaustrada
en sus cuatro paredes preocupada de detalles que no tienen relevancia
alguna, donde los grandes debates son el corte de pelo de los
hermanos o la pintura que usan las hermanas.

A veces pareciera que la iglesia trabajara como si viviera en el mundo


de hace 100 años.

Si los empresarios administraran sus negocios como algunos pastores


las iglesias estarían en quiebra.

El mundo del Nuevo testamento, de hace nada menos que 20 siglos


tiene poco, por no decir nada, que ver con nuestro mundo actual. En
el terreno de la salud, bueno es que recordemos que en los tiempos
apostólicos una simple fiebre podía matar a una persona. Hoy , un par
de aspirinas que están al alcance de cualquier persona, terminan en
diez minutos con la mas sencilla y un antibiótico, en horas, con la mas
resistente.

Tantas y tantas cosas han cambiado, que cualquier semejanza con el


mundo del Antiguo testamento es pura casualidad. Lo que no ha
cambiado es el ser humano, en su vacío interior, espiritual. En
todo lo demás el cambio es absoluto. Nadie vendería hoy su
primogenitura por un plato de lentejas. En primer lugar porque la
primogenitura a nadie le importa (salvo unas pocas excepciones) y
segundo porque las lentejas no son un plato favorito.

Gran parte de la Iglesia pareciera que no se ha enterado que vivimos


en la era de la información.

En la época actual, las nuevas ideas, los movimientos y los conceptos


nuevos cambian el mundo casi a diario, bien sean tan profundos
como la física cuántica o tan vulgares como la mejor manera de
comercializar una hamburguesa.

Si hay una característica para definir el mundo moderno, ésa es el flujo


masivo, casi inimaginable, de la información... y por consiguiente, del
cambio.

El mundo ha cambiado, la tecnología se ha desarrollado, pero la Iglesia


no ha crecido al mismo nivel.

En los próximos años la evolución tecnológica será aún mayor


y más intensa y provocará numerosos cambios en nuestra
forma de vida.

La iglesia no tiene forma de impedir ese proceso de transformación,


tampoco le corresponde hacerlo. Ni las organizaciones, ni el Estado, ni
el sistema de enseñanza, ni las empresas son capaces de frenarlo. Lo
que debe hacer la Iglesia es enfrentarlo, reconocerlo e intentar
organizar esos cambios en su estructura interna y en sus relaciones
con el mundo.

La Iglesia del tercer milenio deber cambiar para garantizar resultados


en el futuro, las iglesias que no cambien no tendrán futuro. El mejor
momento para reparar un tejado es cuando el sol está estable y brilla
el sol. Las reglas del juego están cambiando.

Estoy consciente que el cambio no es fácil, lo digo porque como


comunicador conozco de cerca cómo ha costado dar paso al
desarrollo de nuevas tecnologías y no me refiero solo al ámbito
cristiano.
La Iglesia frente al progreso humano (II parte), por
el Coach Alejandro Martínez

En los próximos años la evolución tecnológica será mayor y


más intensa y provocará numerosos cambios en nuestra forma
de vida.

La iglesia no tiene forma de impedir ese proceso de transformación ni


tampoco le corresponde, porque el progreso es idea de Dios. Nadie
puede detenerlo, ni las organizaciones, ni el Estado, ni el sistema de
enseñanza, ni las empresas son capaces de frenarlo. Lo que debe
hacer la Iglesia es enfrentarlo, reconocerlo e intentar organizar esos
cambios en su estructura interna y en sus relaciones con el mundo.

La Iglesia del tercer milenio deber cambiar para garantizar resultados


en el futuro, las iglesias que no cambien no tendrán futuro. El mejor
momento para reparar un tejado es cuando el sol está estable y brilla
el sol. Las reglas del juego están cambiando.

Estoy consciente que el cambio no es fácil, lo digo porque como


comunicador conozco de cerca cómo ha costado dar paso al
desarrollo de nuevas tecnologías y no me refiero solo al
ambito cristiano.

Todos sabemos que el hombre de la antigüedad era parco en


palabras, creía que la palabra era algo vivo (no estaba
desencaminado en cierta manera) y utilizaba con gran maestría las
imágenes verbales y las figuras del lenguaje. Sería por esto, sin
duda, que la gente reaccionó con más lentitud de la que se cree y era
de esperar ante la oportunidad de usar la letra impresa. (nadie crea
que lo primero que imprimió Gutenberg fue la Biblia, ni que la gente
se lanzó con ilusión ante el invento, Gutenberg se pasó años
frustrado, imprimiendo almanaques...)

Tampoco la radio fue aplaudida y vitoreada cuando apareció. Todo


lo contrario, muchos predicadores se desgañitaron hablando desde
los púlpitos contra el diabólico invento, al que le encontraron toda
clase de parentesco con textos apocalípticos... es más, ni siquiera el
mundo comercial creyó que el invento servía para algo más que para
comunicarse en la guerra.

No digamos lo que sufrió la televisión antes de ser generalmente


aceptada. Desde el año 1884, en que empezó la aventura, hasta el
año 1929, en que se transmitió el primer combate de box o aquella
media hora diaria de la BBC ha tenido que recorrer un largo y costoso
camino. Sin embargo, hoy día nadie duda de este medio de
comunicación masiva, y el mundo no funcionaría sin ella.

Actualmente no falta quien se ha esforzado ya en identificar Internet


con el 666 y a calificarla de invento diabólico. La historia se repite!

Claro que existe un mal uso en algunos medios de comunicación y


que existe una publicidad mala y dañina! Sin duda que la máxima de
mucha publicidades es que "el fin justifica los medios", pero ante
tanto malo, ¿no será hora de que nosotros expongamos lo que
consideramos mejor?.

Desde muchos medios se censura el hecho de que vivimos en una


sociedad consumista. Y mal que nos duela, esa es una realidad.

se critica el bombardeo constante de mensajes publicitarios


subliminales y el lavado de cerebro que con ellos se nos hace. Es
verdad.

Pero la vida es demasiado breve para pasarnos criticando aquello que


no nos gusta o que creemos que está mal.

Los cristianos somos llamados a no dejarnos cautivar por estos


medios. te invito a cambiar la Historia. Tú Puedes, aunque
cual Moisés te quejes de no estar capacitado para enfrentar
esta lucha, que no es una lucha cualquiera, es una guerra
confrontacional en contra de las tinieblas, sin embargo debo
recordarte que nuestro capitán general es Jesús, el fundó la Iglesia,
el da el crecimiento y él la edifica, en segundo lugar Dios ha dotado al
hombre de capacidades y aptitudes inigualables, me atrevería a decir
increíbles.

El hombre aprendió que no podía detener las fuerzas de la


naturaleza, pero si podía intentar dentro de lo posible, dominarlas y
sacar provecho de ellas.

Las aguas turbulentas se han convertido en pantanos que facilitan el


riego y producen energía eléctrica. Las zonas afectadas por los
fuertes vientos se han aprovechado para producir energía
eólica. Surcamos los espacios con naves que pesan toneladas, a
pesar de que muchos agoreros profetizaron la imposibilidad de que
algo más pesado que el aire pudiera volar. Hemos bajado a lo
profundo de los mares, pese a que muchos científicos de su época se
empeñaran en decir que la presión hacía totalmente inviable bajar
más allá de unos cuantos metros.
La Biblia dice que la tierra será llena de la gloria de Dios como las
aguas cubren la mar, pienso en esto y veo la difícil tarea que se nos
ha encomendado, para algunos un sueño, para otros un imposible.

Después de todo ¿A quién le gusta fracasar? ¿A quién le gusta no


lograr lo que se ha propuesto? ¿A quién le gusta ser criticado y
señalado? A nadie ¿verdad? Por lo tanto, en un afán de evitar esos
desagrados, en muchas ocasiones (mejor dicho, en demasiadas
ocasiones) preferimos vivir una vida plana, rutinaria y aburrida y lo
peor de todo el tiempo pasa y cada día gente muere sin Cristo.

Inicia este desafío con fuerza y convencimiento, sabiendo que


probablemente tengas que enfrentarte al escepticismo, la falta
de visión, la envidia y el pesimismo. Muchos quieren que Dios
haga grandes cosas con sus vidas, pero son muy pocos los que están
dispuestos a hacer los cambios y esfuerzos necesarios para lograrlo.
Ciertas personas se preocupan más por descalificar a otros que por
trabajar en su propio desarrollo interior. Atrévete a cambiar.

En el campo de los negocios, el conocimiento de los paradigmas es


fundamental. En 1979, el 90% de la facturación de relojes en el
mercado mundial correspondía a los suizos. Un día un técnico de una
de las mayores empresas fabricantes de relojes de Suiza presentó a
su jefe un nuevo modelo que acababa de inventar; el reloj electrónico
de cuarzo. El Jefe lo miró y dijo que aquello no era un reloj, porque
no tenía cuerda, ni muelles, ni rubíes. A los japoneses y los
norteamericanos el reloj electrónico les llamó la atención y lo
lanzaron al mercado. Los Suizos , del 90% de la facturación, pasaron
a tener solo el 15%. En apenas tres años, 50.000 trabajadores
perdieron su empleo en la industria relojera suiza. Vea la paradoja: el
reloj de cuarzo lo descubrió un suizo.

El problema es que cuando el paradigma cambia, el conocimiento


anterior deja de tener validez: toda la técnica aprendida durante años
para la confección de relojes mecánicos no servía de mucho en la
fabricación de los nuevos relojes. Por eso es tan difícil cambiar.

Cuando se cambia de paradigma las posibilidades aumentan. El


problema estriba en que la gente vive dentro de paradigmas sin
conocer su existencia. Es como el caso del pez en el agua, sólo es
consciente de que vive en el agua cuando sale de ella. Así es gran
parte de la Iglesia, vive como el pez en el agua, dentro de su acuario
de cristal, llena de tradiciones sin darse cuenta de ello. Atrévete a
cambiar. No importa si eres culto o no, si eres pobre o no, si eres
inteligente o no, si tienes dinero o no, si tienes salud o no. Sea quién
seas tú, estés donde estés, tienes dentro una bomba atómica de
fuerza irresistible. Cuando descubras el lugar de la mecha,
¡BUUUUUUUMMMMMMMM!, conseguirás hacer explotar tu bomba y tu
vida se modificará de manera increíble. En Dios somos más que
vencedores, en cualquier dirección que recorras a Dios, nunca
tropezarás con sus límites.

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