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LA ORACIÓN DE HABACUC

SALUDO: Muy buenos días hermanos, ¡muy feliz sábado! La verdad es que me
siento muy contenta de estar compartiendo con ustedes en esta mañana de
sábado. El día de hoy vamos a meditar en una de las oraciones más bellas de la
Biblia: la oración de Habacuc, y la historia detrás del profeta que la escribió.

INTRODUCCIÓN: Existen algunas temporadas en nuestra vida cristiana en


las que nos preguntamos dónde está Dios. Como una espesa niebla rasante que
se despliega interminablemente a lo largo del suelo, estos momentos son
oscuros y difíciles de atravesar. Dios parece —al menos para nosotros—
notoriamente ausente. Clamamos a él y nos preguntamos si nos escucha
siquiera; rogamos y suplicamos su ayuda, pero nada en nuestras circunstancias
cambia.
Aunque sabemos en nuestra mente que Dios está siempre presente, muchas
veces sentimos lo contrario. En especial, cuando estamos atravesando una
prueba o cuando todo lo que vemos a nuestro alrededor es quebranto y pecado,
pareciera como si Dios no estuviera haciendo nada. Nuestro corazón resuena
junto a los hijos de Coré, «¿por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestro
sufrimiento y opresión?» (Sal 44:24).
En la Escritura, encontramos otra parte en donde el escritor se pregunta dónde
está Dios: el libro de Habacuc.

DESARROLLO:
Habacuc, fue uno de los profetas menores del antiguo testamento. No es mucho
lo que se conoce de Habacuc, salvo que fue contemporáneo de los profetas
Jeremías y Sofonías y que vivió en una época muy difícil del pueblo de Dios.
La situación era la siguiente: los babilonios habían conquistado Nínive (capital
de Asiria) convirtiéndose, tras la conquista de esta y otras ciudades, en la
potencia mundial de esa época, mientras tanto en Judá había muerto el rey
Josías, rey que hizo el bien a los ojos de Jehová, y en su lugar reinaba el rey
Joacim, su hijo, quien era corrupto y ambicioso. Judá una vez más había vuelto
a la idolatría, las condiciones espirituales del pueblo eran insostenibles, el juicio
era inminente.
En este contexto es que se escribe el libro de Habacuc. Injusticia, idolatría y
confusión. Por lo general, la mayoría de los libros proféticos registran mensajes
y advertencias de parte de Dios para su pueblo, pero Habacuc tiene un enfoque
diferente, es el profeta quien se presenta ante Dios debido a la situación que se
vive en el pueblo. Leamos como inicia este libro:
Habacuc 1:2 y 3
¿Hasta cuando Jehová, gritaré sin que tu escuches y clamaré a causa de la
violencia sin que tu me salves? ¿Por qué me haces ver iniquidad y haces que
vea tanta maldad? Ante mí solo hay destrucción y violencia, pleito y contienda
se levantan.
EI profeta Habacuc me parece el más “humano” de los profetas menores. Habla
con Dios, cree en él, siente su presencia, conoce su poder, pero sigue teniendo
preguntas (como la que leímos anteriormente) que lo incomodan
profundamente porque no consigue respuestas.
Y Dios respondió su pregunta, pero no de la manera que Habacuc esperaba.
Habacuc 1:6
Porque yo levanto a los Caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la
anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas.
Dios le dijo que él se ocuparía del pecado y de la idolatría; y lo haría al enviar
a Babilonia a exigir su justicia. Dios no sólo juzgaría a Judá, sino que también
a sus enemigos.
Pero esto crea un problema aún mayor para Habacuc, que se formula ahora una
nueva pregunta ¡Como puede Dios permitir tal cosa ya que, a su entender, los
Babilonios son mas malvados que el mismo pueblo de Judá! Dios nuevamente
le responde a Habacuc exhortándolo a tener paciencia y fe y le declara que los
malvados babilonios recibirán también el juicio divino.
Podría parecer que el mal está ganando el día, pero vendrá un momento en que
la gloria de Dios cubrirá la tierra
«porque así como las aguas cubren los mares, así también se llenará la tierra
del conocimiento de la gloria del Señor» (2:14).
Éste es un buen recordatorio para aquellos de nosotros que vemos el mal a
nuestro alrededor en el mundo y en nuestras propias vidas, preguntándonos
cuándo Dios se moverá. Como dijo nuestro Salvador:
«yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo
afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo» (Jn 16:33).

La FE
Dios -en su infinito amor- se acerca al profeta y le responde con una frase que
cambió su vida, modificó la visión del mundo y de la religión del apóstol Pablo
y transformó la vida de Martín Lutero:
Habacuc 2:4
“Aquel cuya alma no es recta se enorgullece, más el justo por su fe vivirá”

Ilustración:
UN ALPINISTA TOMÓ LA DECISIÓN DE ESCALAR UNA MONTAÑA.
QUERÍA LA GLORIA SÓLO PARA SÍ Y POR ESO TRATÓ DE ESCALAR
SOLO, SIN NINGÚN COMPAÑ ERO, LO QUE NO SERÍA NATURAL EN
EL CASO DE UNA ESCALADA DE ESA DIFICULTAD.
Comenzó a escalar. Pero a medida que avanzaba, lo sorprendió la noche. Sin
haberse preparado para acampar, decidió continuar esa misma noche, hasta
alcanzar la cumbre. A la altura en que se encontraba ya estaba muy oscuro y no
podía ver a un palmo de la nariz. No se veía absolutamente nada. No había luna
y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por una “pared” a sólo
cien metros de la cumbre, ¡resbaló y cayó! Cayó a una velocidad increib́ le, sólo
podía ver las manchas que pasaban cada vez más rápidas en la oscuridad. Teniá
la terrible sensación de ser succionado por la fuerza de la gravedad. Mientras
seguía cayendo, en esos segundos de angustia, pasaron por su mente todos los
momentos felices y tristes que había vivido. De pronto sintió un tirón tan fuerte
que casi lo partió por la mitad. Se detuvo de una sola vez. Como todo alpinista
de experiencia, había clavado estacas de seguridad con ganchos a una cuerda
larga que se ató en la cintura.
En ese momento de silencio, suspendido en el aire y en completa oscuridad, no
tenía otra salida que la de gritar:
– ¡Dios mío, ayúdame!
De repente, una voz grave y profunda le respondió desde el cielo:
– ¿Qué deseas, hijo mío?
– ¡Dios mío, por favor sálvame!
– ¿Realmente crees que puedo salvarte?
– ¡Estoy seguro, Dios mío!
– Entonces, corta la cuerda que te sostiene.
Hubo un momento de silencio y reflexión. El hombre se aferró aún más a la
cuerda, y pensó que si hacía lo que Dios le había indicado moriría. El equipo de
rescate cuenta que al día siguiente encontró un alpinista congelado, muerto,
fuertemente agarrado con las dos manos a una cuerda, a sólo dos metros del
suelo.

(¿Y tu ? ¿Cuán confiado estás en tu cuerda? ¿Por qué no la sueltas? Dios


también te pide que cortes la cuerda y le entregues todo. Confía en él, pues es
capaz de hacer mucho más de lo que te imaginas. Pero espera que hagas eso no
sólo con palabras, sino con una decisión, una actitud. Es esto lo que enseña la
Biblia y lo que Dios espera de ti. )

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TRES NIVELES DE FE
El pastor Erton Kolher, el actual presidente de la división sudamericana publico
en una revista adventista del 2017, que la fe mas profunda que puede alcanzar
un ser humano, la que vence las pruebas más difíciles, necesita madurar al pasar
por tres niveles:
LA ORACIÓN DE HABACUC
Habacuc respondió en oración en el capítulo 3, describió el carácter de Dios, su
misericordia, su gloria, su poder y su santidad, lo que el hizo en el pasado y su
fidelidad hacia su pueblo. Y también fue honesto respecto a como se sentía:
Habacuc 3:16
Oí y se conmovieron mis entrañas, al oir la voz temblaron mis labios, pudrición
entró en mis huesos y dentro de mi me estremecí…
Estaba lleno de miedo y de ansiedad, tanto que todo su cuerpo temblaba. Pero
aun así…
Aunque…

CIERRE
El libro de Habacuc termina con mi pasaje favorito, «aunque la higuera no
florezca, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los
campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado
alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en
Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza
de una gacela y me hace caminar por las alturas» (3:17-19).
Este pasaje es mi favorito porque me recuerda que mi fe en Dios no descansa
en lo que él provee o no provee, en si es que dirige mi vida de la forma en la
que yo deseo o si me rescata de las dificultades de mi vida. Al contrario, me
recuerda que mi gozo no depende de lo que tengo. Mi gozo se encuentra en
Dios, que es mi salvación y mi fuerza. Cualesquiera sean las circunstancias, los
miedos o las ansiedades que tenga, cualquiera sea la oscuridad que acecha en el
horizonte, cualquier cosa que esté sucediendo en el mundo a mi alrededor, Dios
es mi salvación y mi gozo. Este pasaje no sólo es un recordatorio de verdad,
sino que también es mi oración para que ésta sea la condición de mi corazón.
Habacuc puso su confianza y su esperanza en el Dios que fue fiel a su pueblo
en el pasado y confió en sus promesas para el futuro. Jesús vino como la
respuesta a esas promesas. Él es la respuesta al sufrimiento, a la injusticia y a la
maldad del mundo. Él es aquel a quien apuntan todas las historias de redención
y de libertad en el Antiguo testamento. A este lado de la cruz, podemos confiar
en el plan perfecto de Dios y también podemos «esperar en silencio». Podemos
regocijarnos incluso en medio de nuestras ansiedades (vs. 16). Cristo ha venido
y está con nosotros en los días más oscuros. Él vendrá de nuevo y hará todas las
cosas nuevas.

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