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RECURSO DE APELACION - Competencia del Consejo de Estado / GRADO

JURISDICCIONAL DE CONSULTA - Competencia del Consejo de Estado /


RECURSO DE APELACION - Entidad pública. Grado jurisdiccional de
consulta

La competencia del Consejo de Estado es amplia porque conoce, de una parte,


de los recursos de apelación que presentaron las partes y, de otra, por el grado
jurisdiccional de consulta sobre los puntos que apeló el demandado, toda vez al
recurrir se limitó a solicitar la modificación de la sentencia en cuanto al monto
base de liquidación de los perjuicios materiales y no pidió la revocatoria de la
sentencia que le fue parcialmente desfavorable; “la entidad pública no podrá
restringir la apelación y si lo hace, el ad quem no podrá tener en cuenta esta
circunstancia, porque en todo lo desfavorable para el entidad pública se entiende
que el asunto, así haya sido apelado por ésta, también va al superior en grado de
consulta. Si la administración pudiere apelar con restricciones se estaría
desconociendo el mandato legal de la consulta y su alcance. En otras palabras,
en el proceso contencioso administrativo la apelación interpuesta por la entidad
pública tendrá en todos los casos idéntica extensión a la consulta: que el superior
revise sin limitación alguna todo lo que es desfavorable a dicha entidad”.

ARMA DE DOTACION OFICIAL - Título de imputación / FALLA PRESUNTA


DEL SERVICIO - Arma de dotación. Revaluación. Riesgo excepcional /
ACTIVIDAD PELIGROSA - Carga de la prueba / RIESGO EXCEPCIONAL -
Título de imputación objetiva

En la actualidad, cuando se trata de DAÑOS CAUSADOS CON ARMAS


PELIGROSAS, el título de la falla presunta lo revaluó la jurisprudencia de esta
Sección, enfocándose en el título de riesgo por la actividad peligrosa. Dicho giro
ha tenido su origen en las diferencias y en el manejo que ambos títulos jurídicos
implican, pues la falla presunta supone respecto de la conducta la sola
demostración del hecho dañoso, y quien lo imputa no tiene el deber de acreditar
la anomalía (punto diferenciador con la falla probada), pero sí los otros elementos
para la configuración de la responsabilidad: daño y nexo causal. Por contraste, el
tratamiento de la responsabilidad desde el título objetivo de imputación jurídica,
parte respecto de la conducta de su no evaluación o calificación, “tan sólo de la
peligrosidad (la relación que existe entre el nexo causal de la actividad peligrosa y
el daño)”; dicho título se deriva en el origen del riesgo que asume quien, por
voluntad o deber, se atreve a manejar elementos que en su estructura y/o en su
actividad conllevan peligro. Autores como Carbonier analizan como una verdadera
antinomia el tratamiento entre ambos títulos, derivado de la carga de la prueba:
“mientras la víctima debe probar el desfallecimiento de la conducta en la
responsabilidad subjetiva, basta, en la objetiva, con probar que el daño ha sido
materialmente originalmente por la actividad del demandado”. Es claro entonces,
tal y como sucede en la generalidad de los grupos humanos, que quien se
arriesga a ejercer actividad peligrosa debe asumir las consecuencias en el
desempeño de ésta y a su vez la sociedad jurídica le exige el cuidado excesivo en
el manejo de la actividad o del elemento peligroso, de ahí que cuando se está
ante el título objetivo por riesgo derivado de la actividad peligrosa, quien la ejerce
sólo se exonerará ante el daño, probando la causa extraña, mientras que quien lo
sufre sólo debe probar el hecho dañoso y el daño derivado de ese hecho (nexo de
causalidad).

RIESGO EXCEPCIONAL - Diferente a falla del servicio / FALLA DEL


SERVICIO - Diferente a riesgo excepcional
Bajo este título, ajeno al estudio de la anormalidad o no de la conducta del
Estado, la parte debe acreditar los siguientes elementos: el hecho dañoso (sin
cualificación), el daño y el nexo causal entre los dos primeros elementos; no
bastará, como en el título de falla, que el demandado, por su parte, demuestre
diligencia y cuidado, pues para exonerarse deberá acreditar causa extraña.

NEXO CAUSAL - Concepto / NEXO CAUSAL - Falla del servicio / NEXO


CAUSAL - Riesgo excepcional / TITULO DE IMPUTACION - Nexo causal

Trayendo a colación la doctrina francesa el nexo causal es elemento principal en


la construcción de la responsabilidad, esto es la determinación de que un hecho
es la causa de un daño, pues desde el punto de vista teórico resulta fácil, en
criterio de los autores, diferenciar el tratamiento del nexo de causalidad dentro de
los títulos objetivo y de falla; enuncian que los títulos objetivos admiten la
responsabilidad inmediatamente el daño se relaciona con la actividad del
demandado, con independencia de que se acredite con o sin culpa; mientras que
el título de falla sólo la acoge cuando está relacionada con la culpa, con la
irregularidad o la anormalidad, pero advierten la necesidad de no volverlo un
elemento independiente y autónomo a los dos restantes para configurar la
responsabilidad “es por su naturaleza, un vínculo, una relación entre la culpa y el
perjuicio, una cualidad recíproca”, casi en crítica de la doctrina Alemana que lo ha
convertido en “la clave del problema de la responsabilidad”. Otra parte de la
doctrina califica, en interesante posición, los exonerantes de justificación como
elementos de antijuridicidad del daño.

TEORIA DE LA CAUSALIDAD ADECUADA - Aplicación. Arma de dotación


oficial / ARMA DE DOTACION OFICIAL - Causa extraña. Causal eximente de
responsabilidad de la victima / CULPA DE LA VICTIMA - Exonerante de
responsabilidad. Características

Al aplicar al caso de la muerte de Saúl Medina la teoría de la causalidad


adecuada que abandera Von Kries se genera el siguiente razonamiento: la Policía
estaba en un operativo, los Agentes portaban sus armas de dotación, una de
éstas se disparó y produjo la muerte de Saúl Medina pero el resultado por si
mismo no se derivó del operativo, ni del porte de las armas de dotación oficial,
porque se aprecia que en el desarrollo evolutivo de los hechos, la gresca
(antecedente) fue anterior a la muerte; los golpes, puños y todas las lesiones de
acciones contundentes, etc, las registraron todos y cada uno de los protagonistas
(particulares y agentes). Finalmente Saúl Medina al observar que la Policía se
llevaba a su hijo optó por intentar desarmar a uno de los Agentes del arma de
dotación oficial (se expuso imprudentemente), y estando en forcejeo, sucedió la
percusión del disparo que cegó su vida. De tal suerte que fue la conducta culposa
de la víctima la causa eficiente y determinante de su propia muerte; se revela así
la existencia de una causa extraña que enerva la responsabilidad patrimonial del
Estado. En la realidad de los hechos, se destaca que carece de certeza, ante la
contradicción de los testigos, la percusión de armas en momentos distintos al de
la muerte de Saúl Medina, pues unos dicen que escucharon varios, otros que uno
y los demás declarantes que no oyeron ninguno. Algunos testigos, tanto
particulares como agentes, mencionaron la percusión de disparos al aire; de estos
declarantes unos dijeron que fueron los Agentes de Policía y otros se refirieron a
que los disparos se oían por todas partes sin saber de quién ni de dónde
provenían; ello aunado al hecho de que ninguno de los actores del conflicto, salvo
Saúl Medina, presentó heridas con arma de fuego. Las únicas pruebas que
aluden expresamente a ello son los informes administrativos frente a los cuales la
Sala reitera que ellos relatan simplemente la versión de los hechos por parte de
quien suscribe el informe, o de lo que le narró un tercero; y que por si mismos no
constituyen plena prueba. La culpa de la víctima para que se constituya en
exonerante de responsabilidad, como en este caso, debe contener las siguientes
características; primera: que sea causal a la realización del daño y segunda: que
no sea imputable al demandado, es decir que éste no haya provocado el daño.

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCION TERCERA

Consejera ponente: MARIA ELENA GIRALDO GOMEZ

Bogotá, D. C., diez (10) de agosto de dos mil cinco (2005)

Radicación número: 73001-23-31-000-1997-04725-01(15127)

Actor: MERCEDES HERRERA Y OTROS

Demandado: LA NACION - MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL - POLICIA


NACIONAL -

Referencia: SENTENCIA DE REPARACION DIRECTA

I. Corresponde a la Sala decidir el recurso de apelación interpuesto por


ambas partes contra sentencia proferida, el día 6 de marzo de 1998, por el
Tribunal Administrativo del Tolima, mediante la cual resolvió:

“1. La Nación, Ministerio de Defensa Nacional Policía Nacional, es


administrativamente responsable por los perjuicios causados a los
demandantes con ocasión de la muerte de SAÚL MEDINA CASAS,
producida por los disparos que recibió de manos de unos Agentes de
Policía el 27 de octubre de 1996, en Icononzo (Tolima).

2. Como consecuencia de lo anterior, condénase a la Nación - Ministerio


de Defensa Nacional- Policía Nacional a pagar perjuicios morales, así:

a. Mil gramos (1.000 grs) oro para cada uno de los siguientes
demandantes: Mercedes Herrera (compañera), Fernando Medina
Herrera, Héctor José Medina Herrera, Saúl Medina Herrera, Néstor
Fabián Medina Pineda, Hermes Raúl Medina Soto (hijos) y Ester
Casas de Medina (madre).

b. Quinientos (500 grs.) oro para cada uno de los siguientes


demandantes; Héctor José Casas, Guillermo Casas, Libardo Medina
Casas, Abigail Medina Casas, Adelina Medina Casas, Margarita
Medina Casas, Rosalba Medina Casas y Jaime Medina Casas
(hermanos).

3. Condénase a la Nación - Ministerio de defensa Nacional - Policía


Nacional, a pagar perjuicios materiales consolidados y futuros, por la
suma de cincuenta millones quinientos setenta y ocho mil ochocientos
treinta pesos con setenta centavos ($50’.578.830,70), distribuidos así:
para Mercedes Herrera, treinta y cinco millones cuatrocientos seis mil
novecientos cincuenta y dos pesos ($35’.406.952,oo); para Adrián
Fernando Medina Herrera, ocho millones cuarenta y dos mil cuatrocientos
cincuenta y seis pesos con setenta centavos ($8’.042.456,70); y para
Néstor Fabián Medina Pineda, siete millones ciento veintinueve mil
cuatrocientos veintidós pesos ($7’.129.422,oo).

4. Las sumas de que tratan los ordinales 2° y 3° precedentes devengarán


intereses comerciales durante los seis (6) meses siguientes a la fecha de
ejecutoria de esta sentencia y moratorios de allí en adelante.

5. Esta sentencia deberá ser cumplida en los términos de los arts. 176 a
178 del C. C. A. (fols. 106 a 107 c. ppal).

II. ANTECEDENTES PROCESALES


A. DEMANDA:

La interpusieron, por intermedio de apoderado, en ejercicio de la acción de


reparación directa el día 29 de enero de 1997 y ante el Tribunal Administrativo
del Tolima, los señores Mercedes Herrera, Fernando Medina Herrera; Héctor
José y Nelson Saúl Medina Herrera; María Esther Casas de Medina; Héctor José,
Guillermo y Jorge Casas; Libardo, Abigail, Adelina, Anadelia, Margarita, Rosalba
y Jaime Medina Casas, Ricardo Medina Ospina; Rosa Pineda, quien obra en
nombre propio y en representación de su hijo menor Néstor Fabián Medina
Pineda; Ana Rosa Soto, quien obra en nombre propio y en representación de su
hijo menor Hermes Raúl Medina Soto.

1. PRETENSIONES:

PRIMERA. Declarar administrativa y extracontractualmente responsable a


la NACION (Ministerio de Defensa, Policía Nacional), de los perjuicios
ocasionados a los demandantes con motivo de la muerte causada a SAÚL
MEDINA CASAS, por los disparos que recibió de unos Agentes de Policía,
el día 27 de octubre de 1996 en el casco urbano del municipio de
Icononzo (Tolima).

SEGUNDA. Condenar a la NACION (Ministerio de Defensa, Policía


Nacional), a pagar a cada uno de los demandantes a título de perjuicios
morales, el equivalente en pesos de las siguientes cantidades de oro fino,
según su precio de venta certificado por el Banco de la República a la
fecha de la ejecutoria de la sentencia de segunda instancia:

1. Para Mercedes Herrera, Fernando Medina Herrera, Héctor José Medina


Herrera, Nelson Saúl Medina Herrera, María Esther Casas de Medina,
Rosa Pineda, Néstor Fabián Medina Pineda, Ana Rosa Soto y Hermes
Raúl Medina Soto, mil quinientos (1.500) gramos de oro para cada uno en
su condición de esposa, hijos, madre y compañeras de la víctima.

2. Para Héctor José Casas, Libardo Medina Casas, Abigail Medina Casas,
Adelina Medina Casas, Anadelia Casas, Margarita Medina Casas, Ricardo
Medina Ospina, Rosalba Medina Casas, Guillermo Casas, Jaime Medina
Casas y Jorge Casas, quinientos (500 ) gramos de oro para cada uno de
ellos en su calidad de hermanos de la víctima.

TERCERA. Condenar a LA NACION (Ministerio de Defensa, Policía


Nacional) a pagar a favor de Mercedes Herrera, Fernando Medina Herrera,
Héctor José Medina Herrera, Nelson Saúl Medina Herrera, Néstor Fabián
Medina Pineda y Hermes Raúl Medina Soto, los perjuicios materiales que
sufrieron con motivo de la muerte de su esposo y padre Saúl Medina
Casas, teniendo en cuenta las siguientes bases de liquidación:

1. Un salario de quinientos mil $ 500.000.oo pesos mensuales, o en


subsidio el salario mínimo legal vigente en octubre de 1.996, o sea la suma
de ciento cuarenta y dos mil setecientos cincuenta pesos ($142.750.oo)
mensuales, en ambos casos mas un veinticinco (25%) por ciento de
prestaciones sociales.

2. La vida probable de la víctima, de su esposa y la edad de veinticinco


(25) años de sus hijos demandantes, según la tabla de supervivencia
aprobada para los colombianos en la Superintendencia Bancaria.

3. Actualizada dicha cantidad según la variación porcentual del índice de


precios al consumidor existente entre octubre de 1.996 y el que exista
cuando se produzca el fallo de segunda instancia, o el auto que liquide los
perjuicios materiales.

4. Según las fórmulas de matemáticas, financieras aceptadas por el


Consejo de Estado, teniendo en cuenta la indemnización actualizada o
consolidada y la futura.

CUARTA. La NACION, por medio de los funcionarios a quienes


corresponda la ejecución de la sentencia, dictará dentro de los treinta (30)
días siguientes a la comunicación de la misma, la resolución
correspondiente en la cual se adoptarán las medidas necesarias para su
cumplimiento, y pagará intereses comerciales dentro de los seis (6) meses
siguientes a su ejecutoria y moratorios después de dicho término (fols. 24 a
26 c. ppal).

2. HECHOS:
“1. La señora María Esther Casas tuvo como hijos extramatrimoniales a:
Jorge Casas, nacido el día 16 de Julio de 1.935; Héctor José Casas,
nacido el día 11 de abril de 1.941; Guillermo Casas, nacido el día 6 de
febrero de 1.943 y Anadelia Casas, nacida el día 29 de Julio de 1.944. En
todos los registros civiles de nacimiento aparece el nombre de María
Esther Casas como madre, en algunos de ellos es ella misma la
denunciante.

2. María Esther Casas se casó por los ritos de la iglesia católica con
Héctor José Medina el día 9 de febrero de 1.945. Dentro del anterior
matrimonio nacieron: Adelina, el día 20 de octubre de 1.945; Rosalba, el
día 2 de febrero de 1.947; Abigail, el día 2 de mayo de 1.949; Saúl, el día
16 de febrero de 1.952; Libardo, el día 28 de septiembre de 1.952; Jaime
Medina Casas, el día 12 de septiembre de 1.955 y Margarita Medina
Casas, el día 12 de noviembre de 1.957.

3. El señor Héctor José Medina tuvo como hijo extramatrimonial a Ricardo


Medina Ospina quien nació el día 15 de marzo de 1.979. En el registro
civil de nacimiento aparece el padre firmando como denunciante.

4. Saúl Medina Casas mantenía muy buenas relaciones de cariño, afecto


y ayuda mutua con todos sus hermanos.

5. Saúl Medina Casas se casó con Mercedes Herrera. Dentro del


matrimonio nacieron: Héctor José, el día 23 de Julio de 1.972; Nelson
Saúl, el día 11 de octubre de 1.976 y Fernando Medina Herrera, el día 12
de febrero de 1.986.

6. Saúl Medina Casas vivía con su esposa y sus hijos en la misma casa
en el municipio de Icononzo (Tolima). En ese municipio vivió toda su vida.

7. Saúl Medina Casas como compañera a Rosa Pineda, y de sus


relaciones nació el niño Néstor Fabián Medina Pineda, el día 19 de marzo
de 1.985. En su registro civil de nacimiento aparece el padre firmando al
hacer el reconocimiento.

8. Saúl Medina Casas tuvo como compañera a Ana Rosa Soto, y de sus
relaciones nació el niño Hermes Raúl Medina Soto, el día 17 de abril de
1.987. En su registro civil de nacimiento aparece el padre firmando al
hacer el reconocimiento.

9. El señor Saúl Medina Casas en octubre de 1.996 trabajaba en varias


labores agrícolas en el municipio de Icononzo (Tolima), en esa actividad
ganaba quinientos mil ($500.000.oo) pesos mensuales aproximadamente.
Con el salario que recibía mantenía económicamente su hogar formado
por su esposa y sus hijos, incluidos los nacidos fuera del matrimonio.

10. En la tarde del día 27 de octubre de 1.996 se encontraba Saúl Medina


Casas con sus hijos Héctor José y Nelson Saúl en un establecimiento
público del municipio de Icononzo. De un momento a otro se inició una
riña.

11. Para controlar y disolver la riña llegaron varios Agentes de la Policía


nacional. Los Agentes de la Policía empezaron a pegarle con sus armas a
los Jóvenes Héctor José y Nelson Saúl Medina Herrera. El padre de ellos,
don Saúl Medina salió a defenderlos, pero de todas maneras a su hijo
Héctor José Medina lo hirieron los Agentes de Policía. Saúl Medina alzó a
su hijo y lo fue a llevar al Hospital para que le hicieran las curaciones. En
el trayecto al Hospital los Agentes de Policía Hernando Fajardo Ariza,
Henry Eduardo Ruiz Ortiz, Indolfo Barona Loaíza y Juan Carlos Orozco
alcanzaron a Saúl Medina y le empezaron a dar patadas, le hicieron un
disparo a su cabeza con sus armas de dotación oficial, y cuando cayó le
dieron otros disparos.

12. Los disparos con armas de dotación oficial que le hicieron los Agentes
de la Policía le causaron a Saúl Medina Casas la muerte instantánea.

13. Cuando los residentes en el municipio de Icononzo se dieron cuenta


que Saúl Medina Casas había muerto se aglutinaron en frente de las
Instalaciones de la Policía, y las autoridades de Policía del lugar dijeron
que se trataba de una asonada en contra de ellos.

14. Las graves heridas que llevaron a la muerte a Saúl Medina constituyen
una falla en la prestación del servicio público de Policía, porque fueron
hechas con armas de dotación oficial que fueron disparadas por Agentes
de la Policía Nacional en servicio activo. Los Agentes de Policía que
dispararon en forma irresponsable contra Saúl Medina Casas actuaron de
una manera Imprudente y negligente. El señor Saúl Medina Casas no era
ningún delincuente, ni persona que afectara los derechos de la comunidad
en que vivía, al contrario era un hombre responsable, trabajador, padre de
familia cumplidor de su deber. Ante todo, se debe tener en cuenta que las
armas de los Agentes de Policía deben ser usadas solo cuando sea
estrictamente necesario.

15. El manejo de armas de dotación oficial asignadas a los Agentes de la


Policía Nacional constituye una actividad peligrosa y riesgosa, por lo tanto
los daños ocasionados con ellas producen una responsabilidad presunta
de la entidad demandada.

16. El Decreto 2.137 de 1.983 (Código Nacional de Policía) en su artículo


1 señala que el servicio de Policía que se presta es público y a cargo del
Estado, que se encuentra encaminado a mantener y garantizar el orden
público interno de la Nación. En su artículo 29 consagra que sólo cuando
sea estrictamente necesario, la Policía puede emplear la fuerza.

17. El art. 2 de la Constitución dice: ‘Las autoridades de la República


están instituidas para proteger a todas las personas residentes en
Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y
libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del
Estado y de los particulares’. Es precisamente en desarrollo de este
precepto que el Consejo de Estado elaboró la jurisprudencia que presume
la responsabilidad del servicio cuando es causada por un arma de
dotación oficial.

18. El art. 90 de la Constitución dice: ‘El Estado responderá


patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables,
causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas’. En este
caso hubo un comportamiento irregular de una autoridad. Aclaro que de
acuerdo a este precepto demando es a la Nación y no al funcionario que
causó el daño. Las demandantes en este caso no tienen porqué soportar
este daño antijurídico, por lo tanto deben recibir una indemnización por la
mala actuación de la administración.

19. La falla del servicio ha producido unos daños a los demandantes.

20. La esposa, las compañeras, los hijos y la madre de la víctima sufrieron


moralmente con su muerte, porque lo querían mucho y varios de ellos
vivían juntos en la misma casa, por eso pido lo máximo aceptado por la
Jurisprudencia, o sea mil quinientos (1.500) gramos de oro para cada uno
de ellos. Los hermanos de la víctima también sufrieron moralmente con su
muerte, porque entre ellos existían muy buenas relaciones de cariño,
afecto y ayuda mutua, por eso pido para cada uno de ellos el equivalente
en pesos de quinientos (500) gramos de oro.

21. La esposa y los hijos de Saúl Medina Casas también han sufrido
grandes perjuicios materiales porque el señor los mantenía
económicamente con el salario que recibía.

22. Existe una relación de causalidad entre la falla del servicio y los daños
causados a los demandantes.

23. Se me ha conferido poder para iniciar la acción” (fols. 26 a 29 c. ppal).

La demanda solicitó la remisión de los siguientes medios de prueba: copia del


expediente penal seguido contra los Agentes de Policía Hernando Fajardo Ariza,
Henry Eduardo Ruiz Ortiz, Juan Carlos Orozco e Indolfo Barona Loaiza, por el
homicidio de Saúl Medina Casas; de la diligencia de levantamiento del cadáver
realizada por el Inspector de Policía de Icononzo (Tolima); de la hoja de vida de
los soldados; de la minuta de guardia del Comando de Policía; del informe sobre
los hechos rendido por la Policía y de la investigación disciplinaria seguida
contra los Agentes de Policía, entre otras (fols. 31 a 31 c. ppal).

B. ACTUACIÓN PROCESAL:

1. El Tribunal admitió la demanda el 27 de febrero de 1997 y dispuso notificar


al Ministro de Defensa Nacional y al Procurador (Delegado) ante esa Corporación,
diligencias que surtieron los días 26 de mayo y 29 de febrero siguientes (fols. 35 a
36 y 45 c. ppal).

2. Al contestar la demanda la NACIÓN (Ministerio de Defensa, Policía) indicó


que el título de responsabilidad que se pretende aplicar al caso es el de falla
presunta del servicio, el cual puede ser desvirtuado por la administración
mediante prueba: “Habrá pues que examinar las circunstancias de modo, tiempo,
y lugar en que ocurrieron los hechos, ya que es sabido, constituye una causal
exonerativa de responsabilidad del hecho dañoso no imputable a la
Administración la actuación exclusiva de la víctima, de un tercero o por el
acaecimiento de fuerza mayor o caso fortuito”.

Pidió las siguientes pruebas: que se oficie al Comando de Policía para que envíe
copia del proceso disciplinario y al Juzgado 74 de Instrucción Penal Militar para
que remita copia del proceso penal, relacionados con los hechos (fols. 50 a 51 c.
ppal).

2. El proceso se abrió a pruebas el 10 de julio siguiente; luego se llevó a cabo


audiencia de conciliación que resultó fallida, por falta de ánimo conciliatorio de la
demandada. Y el día 19 de diciembre del mismo año se ordenó correr traslado
para la presentación de alegaciones finales (fols. 53 a 54, 73 a 74 y 75 c. ppal).

a. La DEMANDANTE solicitó se acceda a sus pretensiones; indicó que


la causa del fallecimiento de la víctima obedeció a una protuberante y manifiesta
falla del servicio cuando varios Agentes de Policía, en abuso del cargo y con las
armas de dotación oficial dispararon contra Saúl, conforme se evidencia de las
pruebas. Descalificó el testimonio de Antonio Medina González, quien dijo ser hijo
de la víctima directa y quien afirmó que su padre sí estaba armado y disparaba,
porque según el mismo contenido de la versión, el testigo estaba en otro lugar y
porque cuando se le citó para ratificar el testimonio no fue localizado, ninguna
persona de la región lo conoce, ni siquiera la familia del occiso. Y destacó el dicho
de uno de los Agentes de Policía, quien afirmó que en el forcejeo entre la víctima
directa y la fuerza pública, el arma de un Agente se disparó, causándole el deceso
inmediato. Con la conducta de los Agentes de Policía se vulneraron los artículos
2, 11, 13 y 90 de la Constitución Nacional, configurándose daño antijurídico,
relacionado íntimamente con la conducta irregular del Estado, sin que la
demandada hubiera demostrado exonerante de responsabilidad (fols. 76 a 84 c.
1).

b. La NACIÓN solicitó negar las súplicas de la demanda. Argumentó


que de las pruebas se evidencia que el Agente Indolfo Barona Loaíza resultó
lesionado por uno de los integrantes de familia Medina Herrera y que la víctima y
otros integrantes de dicha familia se oponían al procedimiento de Policía,
impidiendo ser requisados a tal punto que causaron daños al armamento oficial
que portaban los uniformados. Además, la víctima directa resultó herida con arma
de fuego cuando forcejeaba con el Agente Ariza Ortiz. Las declaraciones de cada
uno de los Agentes son coincidentes en que estaban en servicio y acudieron al
lugar porque la ciudadanía reportó una riña y escándalo y que en el operativo
resultaron heridos dos Agentes de Policía por parte de los hermanos Medina
Herrera y que la víctima directa hirió con un freno de caballo al Agente Henry
Ariza Ortiz, con quien la víctima forcejeó pretendiendo desarmarlo, y en esta
acción se escuchó un disparo cayendo herido el particular y añadió “el Agente
Ariza Ortiz aceptó haber disparado su arma de dotación oficial hacia el aire y el
Agente Ramírez también, además de manifestar que fueron varios los disparos y
que ninguno de ellos podría precisar quién le disparó a Saúl Medina Casas ni
cómo fue herido debido a las circunstancias que se presentaban en este
momento”. Destacó la declaración de Antonio Medina González, sobre que su
padre (la víctima) tenía un revólver calibre 38 largo e hizo disparos en la esquina
del Hospital “le pegaron varios tiros y no se como sería... el único que hizo
disparos fue él. No sé quién le disparó, como él se encontraba haciendo disparos
no se sabe quién le disparó”. Y agregó:

“De las pruebas allegadas al proceso ha quedado plenamente


demostrada la materialidad del hecho como es el acta de levantamiento
y registro de defunción de Saúl Medina Casas.

Ahora bien en cuanto a la responsabilidad por el delito de homicidio en la


persona de Saúl Medina Casas, ésta recae en el personal de la Policía
Nacional que atendió un llamado por la riña que protagonizaran sus dos
(2) hijos; siendo ellos entre otros, los Agentes sindicados, pero no
debemos olvidar también que esta conducta se encuentra consagrada
en las causales de justificación (art. 26 del C. P. M.) ya que los policiales
actuaron en debida forma pues los hermanos Medina Herrera y su padre
Saúl Medina Casas quienes estaban iracundos y agresivos por el sólo
hecho del requerimiento que hicieron los policiales para efectuarles una
requisa, lo que en ningún momento constituye abuso de autoridad ni
exceso en el ejercicio de sus funciones, sin olvidar que el servicio de
Policía fue solicitado por una riña fomentada por los hermanos Medina
Herrera con otro muchacho, empleando machete y cuchillo, llegando
incluso a lesionar a los Agentes de Policía”.

Indicó la existencia de la culpa exclusiva de la víctima como exonerante de


responsabilidad, derivada de la conducta de la víctima y de sus hijos, quienes
trataban de impedir la requisa, lesionaron a los agentes, quienes sólo cumplían
con sus funciones inherentes al cargo (fols. 85 a 87 c. ppal).

c. El MINISTERIO PÚBLICO, a través del Procurador Judicial 27 ante


el Tribunal Administrativo del Tolima, manifestó que se debería acceder a las
súplicas de la demanda, por tres razones fundamentales: porque se trataba de
una riña entre particulares y con la intervención de la Policía Nacional en gran
número, podría haberse manejado dicha situación sin armas, tal como lo prevé el
decreto 2.137 de 1983, que establece que la Policía sólo puede utilizar la fuerza
cuando sea estrictamente necesario; porque no es cierto, que los señores Medina
portaban armas, la única arma, si se puede considerar así, era el freno de caballo
que llevaba consigo don Saúl, como lo narran los testigos; porque resulta claro el
manejo inadecuado de las armas que les fueron entregadas a los señores
Agentes de la Policía, para la protección de los ciudadanos, puesto que no era
necesario accionarlas frente a una persona de edad que trasladaba a su hijo al
Hospital y les rogaba a los Policías que no le siguieran que no estaban armados y
que además el número de personas que los acompañaban era reducido y
además, la riña ya había terminado (fols. 88 a 91 c. ppal).

C. SENTENCIA APELADA:

Accedió a las pretensiones procesales; aplicó el título de falla presunta al concluir


que la entidad demandada “no ha desvirtuado la presunción de falla del servicio”,
toda vez que la muerte de Saúl Medina Casas se produjo como consecuencia de
un disparo de arma de fuego de dotación que le propinaron Agentes de la Policía
Nacional. Los testigos narran los sucesos anteriores y concomitantes al hecho y
algunos, como Luis Alfonso Manrique Prada asevera que en efecto hubo
confrontación física entre la víctima y los hijos con la Policía, que fueron los
Agentes de Policía quienes dispararon sobre la humanidad de Saúl, otros
coinciden en que los hermanos Medina y el padre de éstos no estaban armados.
Concluyó que por tratarse de un caso en que la muerte se produjo a raíz de un
disparo hecho por la Policía con arma de dotación oficial, se presume la falla del
servicio, que permite endilgar responsabilidad a la administración por el daño
ocasionado, a menos que ésta desvirtúe la presunción. En relación con este
último punto, destacó, lo siguiente:

. En el informe de los hechos por parte del Comandante de Policía se


informó que los Agentes fueron atacados con arma de fuego, que presentaban
lesiones, que la víctima portaba una arma de fuego, con la cual disparó al
personal uniformado pero advirtió que la incautación del arma que llevaba consigo
la víctima fue imposible porque hubo asonada contra el personal de la institución y
en la minuta de guardia se dijo que los nueve Agentes que acudieron a controlar
la riña fueron atacados con arma de fuego y presentaban algunas lesiones. Sin
embargo, se especificó que esas heridas causadas a los Agentes provinieron de
elementos contundentes como un freno de caballo y un garrote pero no con arma
de fuego. De esos hechos concluyó “resulta poco menos que difícil creer que
entre 9 personas, provistas todas ellas de sus armas de dotación oficial, no
hubieran podido quitarle un arma de fuego a otras tres,... como difícil también
resulta creer que, si fueron atacados con esa arma, ninguno hubiera resultado con
herida de bala”.

. En relación con el testimonio de Antonio Medina consideró que al no ser


testigo presencial de los hechos, mal puede afirmar que fue su padre (víctima
directa) quien disparó. Además, que los demás testimonios dan cuenta que Saúl
sólo tenía un freno de caballo. Y aún cuando en algunas pruebas se hace
referencia a que los hijos de la víctima portaban cuchillo y machete, los Agentes
no presentaban heridas de arma blanca. En consecuencia, no se desvirtuó la
presunción de falla, por lo tanto la administración debe responder.

. En relación con los daños morales y materiales padecidos por los


demandantes los encontró acreditados, mediante prueba testimonial. Advirtió que
ante la falta de prueba idónea para establecer el matrimonio de Saúl con
Mercedes Herrera, los testigos dan fe de la relación familiar padres-hijos y los
otros testigos de que la víctima directa veía económicamente por su madre.

. Sobre Jorge y Anadelia Casas, quienes concurrieron en calidad de


hermanos maternos de la víctima, no se aportó registro de nacimiento que
acredite ese parentesco, ni se trajeron otras pruebas que permitan darles ese
tratamiento, por lo tanto indicó que la sentencia no les favorecería. Tampoco lo
será para Ricardo Medina Ospina, quien se presentó como supuesto hermano
paterno de la víctima, pero ese vínculo ni la calidad de damnificado se probaron:
Tampoco se accedió a las pretensiones a favor de Rosa Pineda y Ana Rosa Soto,
quienes se presentaron como compañeras permanentes de Saúl, porque no se
probó la pena o el dolor que les causó la muerte o que fueran dependientes
económicamente de él. Sobre Hermes Raúl Medina Soto, hijo de Saúl y Ana Rosa
Soto, no se probó que dependiera económicamente de Medina Casas, por tanto
sólo se reconocerá perjuicios morales.
. Sobre Héctor José y Guillermo Casas, quienes figuran como hermanos
maternos de la víctima indicó “se advierte que su poder lo otorgaron con los
apellidos Medina Casas, pero tanto en la nota de presentación personal, como en
sus registros civiles y en la demanda figuran con su único apellido, esto es, Casas
y no hay elemento de juicio que lleve a pensar que se trata de personas
diferentes, de manera que esto se tendrá como un simple error mecanográfico
que para nada habrá de incidir en el fallo fina a su favor”.

. Para efecto de la liquidación de los perjuicios materiales, respecto de los


ingresos de Saúl Medina, los testigos coinciden en afirmar que ganaba entre
$400.000 y $500.000 mensuales, lo cual para el Tribunal resulta razonable porque
las actividades productivas que desempeñó en eran las de ganadería, pastaje,
cultivo de la finca y de venta de productos lácteos y por lo tanto promedió el
ingreso en $450.000.oo, que repartió en 50% para Mercedes Herrera y el otro
50% por partes iguales, entre los demás beneficiarios (fols. 92 a 107 c. ppal).

D. RECURSO DE APELACIÓN:

La DEMANDANTE solicitó la revocatoria parcial del fallo de primera instancia, en


lo desfavorable, para, en su lugar, se condene a la Nación a indemnizar todos los
perjuicios causados; destacó que por otra parte pide la confirmatoria de las otras y
la respectiva actualización. Manifestó el desacuerdo con el argumento de la
ilegitimidad activa que constituyó la base para negar algunas de las súplicas de la
demanda con respecto de algunos actores, toda vez que si bien el A Quo no tuvo
en cuenta los registros civiles para probar la relación padres - hijos (fl. 100), con
otras pruebas se demostró esa filiación y por ende procede la condena; adjuntó
copia auténtica de los registros civiles de nacimiento de Nelson Saúl, Adrián
Fernando y Héctor José Medina Herrera que demuestran la calidad de hijos de
Saúl Medina Casas y Mercedes Herrera.

Dijo que en cuanto a los hermanos maternos de la víctima, Jorge y Anadelia


Casas, en la demanda se solicitó en el acápite “documentales mediante oficio”
que se librara comunicación al Registrador Municipal del Estado Civil de Icononzo
para que enviara copia auténtica de los registros de nacimiento de aquellos, sin
que se haya habido respuesta. Anexó copia auténtica de los registros civiles de
nacimiento: de Anadelia Casas, con serial de registro número 25076343 de la
Notaria Municipal del Estado Civil de Icononzo, quien fue registrada por su señora
Madre María Esther Casas y, copia auténtica de la Partida de Bautismo de
Anadelia Casas expedida por la Diócesis del Espinal donde consta que la madre
es María Esther Casas, prueba idónea si se tiene en cuenta que Jorge nació el 6
de febrero de 1935; y de Héctor José y Guillermo Casas, hermanos maternos de
Saúl.

En relación con José Ricardo Medina Ospina, hermano paterno de Saúl Medina
Casas, en la demanda se solicitó librar oficio al Registrador Municipal de
Icononzo, para que enviara al proceso copia auténtica del registro civil de
nacimiento pero tampoco se allegó, motivo por el cual adjuntó la copia de dicho
registro, en el cual consta que José Ricardo nació el 15 de marzo de 1979 y figura
reconocido por su padre Héctor José Medina Casas (padre del muerto).

En lo que se refiere a la falta de prueba de la aflicción y de la dependencia


económica de quienes se presentaron como compañeras permanentes de Saúl,
aseguró que el A Quo incurrió en error porque tales condiciones se evidencian del
hecho que cada una de ellas tuvo un hijo de la víctima; por tanto solicitó tenerlas
como damnificadas, pues es claro que Saúl Medina no podía vivir con las tres
mujeres en un mismo techo, así que tal aflicción debe presumirse.

Finalmente, critica la negativa del Tribunal a reconocer condena a favor del menor
hijo de Saúl, Hermes Raúl Medina Soto, pues la víctima siempre respondió
económicamente por todos sus hijos y si se les reconoció a los demás hijos
menores perjuicios por este concepto resultaría injusto desamparar a éste por el
hecho de no vivir en la misma casa con su padre. Para sustentar normativamente
el planteamiento citó el artículo 44 de la Constitución Política que consagra los
derechos fundamentales de los niños y señala que la familia, la sociedad y el
Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su
desarrollo integral y la mejor manera de garantizar su desarrollo, en este caso, es
proporcionarle una justa indemnización de perjuicios materiales (fols. 108, 119 a
129 c. 2).

La DEMANDADA solicitó únicamente modificar la sentencia, porque consideró


que el parámetro base tomado por el A Quo para la liquidación de los perjuicios
materiales, equivalente al salario promedio mensual que devengaba el occiso
($450.000,oo), no fue debidamente probado “ya que no existe una prueba
documental como un extracto de una cuenta corriente, o de ahorro, o en su
defecto un libro de contabilidad de las actividades agrícolas que realizaba Medina
Casas entro otros, la venta de productos lácteos etc, en el cual al menos se
especifique los débitos y haberes diarios de tales actividades. Así mismo se
desconoció los parámetros establecidos por esa Honorable Sección con respecto
al monto a descontar por concepto de subsistencia congrua de la víctima; el cual
debe ser del 50% y no del 25% tal como jurisprudencialmente se ha
establecido...” (fols. 109, 208 a 215 c. ppal).

E. ACTUACIÓN EN SEGUNDA INSTANCIA.

Los recursos de apelación se admitieron mediante autos de 28 de julio y el 25 de


agosto de 1998. Posteriormente, los documentos que allegó el demandante con el
recurso de apelación se tuvieron como pruebas, en auto de 9 de noviembre
siguiente; estos documentos son: Registros civiles de nacimiento de Nelson Saúl,
Adrián Fernando y Héctor José Medina Herrera, de Héctor José Casas y José
Ricardo Medina Ospina; partidas de bautismo de Anadelia, Jorge, Guillermo y
Héctor José Casas y de José Ricardo Medina Ospina (fols. 125 a 136 c. ppal).

El traslado para alegaciones finales se ordenó por auto de 26 de noviembre


siguiente (fols. 117, 138, 140 y 142 c. ppal). El Ministerio Público guardó silencio.
La demandante insistió en el reconocimiento a la indemnización, que se negó en
primera instancia; reiteró los argumentos del recurso de apelación y solicitó se
tengan en cuenta los registros civiles de nacimiento y partidas de bautismo de los
demandantes (fols. 144 y 145 c. ppal). Y el demandado reiteró el desacuerdo con
el parámetro base utilizado para liquidar los perjuicios materiales y por no descontar
de la misma, el monto de manutención propia (fols. 147 a 149 c. ppal).

III. CONSIDERACIONES:

Corresponde a la Sala decidir el recurso de apelación interpuesto por ambas


partes contra la sentencia proferida el día 6 de marzo de 1998, por el Tribunal
Administrativo del Tolima, mediante la cual se accedió parcialmente a las
pretensiones de la demanda.
A. CUESTIONES PREVIAS:

La competencia del Consejo de Estado es amplia porque conoce, de una parte, de


los recursos de apelación que presentaron las partes y, de otra, por el grado
jurisdiccional de consulta sobre los puntos que apeló el demandado, toda vez al
recurrir se limitó a solicitar la modificación de la sentencia en cuanto al monto base
de liquidación de los perjuicios materiales y no pidió la revocatoria de la sentencia
que le fue parcialmente desfavorable; “la entidad pública no podrá restringir la
apelación y si lo hace, el ad quem no podrá tener en cuenta esta circunstancia,
porque en todo lo desfavorable para el entidad pública se entiende que el asunto,
así haya sido apelado por ésta, también va al superior en grado de consulta. Si la
administración pudiere apelar con restricciones se estaría desconociendo el
mandato legal de la consulta y su alcance. En otras palabras, en el proceso
contencioso administrativo la apelación interpuesta por la entidad pública tendrá en
todos los casos idéntica extensión a la consulta: que el superior revise sin limitación
alguna todo lo que es desfavorable a dicha entidad”1.

En cuanto los medios de prueba, además de los que se recaudaron dentro de


este juicio, se cuenta con los trasladados de los procesos penal y disciplinario,
que pueden valorarse porque ambas partes solicitaron la remisión de esos
expedientes, que se adelantaron por la muerte del señor Saúl Medina (fols. 31 a
31 y 50 a 51 c. ppal).

. Por su parte, el A QUO mediante oficios de 21 de julio de 1997 solicitó: al


Procurador Delegado para la Policía Nacional, la remisión de copia auténtica y
completa de la investigación disciplinaria adelantada contra los Agentes de
Policía Fajardo Ariza, Orozco, Barona Loaíza y Ruiz Ortiz, por los hechos
ocurridos el 27 de octubre de 1996, en Icononzo (Tolima), que concluyeron con la
muerte de Saúl Medina Casas, por disparo que recibió de arma de dotación oficial
(fol. 63 c. ppal); al Director de Unidad de Fiscalías y, al Juez 74 de I. P. M., copia
auténtica del expediente penal que cursa contra los mismos Agentes y por el
mismo hecho (fols. 35 y 62 c. ppal, 191 vto y 194 c. 2); al Departamento de
Policía del Tolima, para el envío de copia auténtica de la investigación
disciplinaria, de la hoja de vida de los agentes, del libro de minuta de guardia y

1BETANCUR Jaramillo. Carlos. Derecho Procesal Administrativo. Señal Editora. 5ª ed. Medellín.
1999. Pág. 434.
del informativo que sobre los hechos rindió el Comandante de Policía (fol. 37 c.
ppal).

. Y las entidades públicas requeridas, en cumplimiento de la solicitud del


Tribunal remitieron, la siguiente documentación: El 6 de agosto de 1997, el
Departamento de Policía del Tolima envió fotocopias auténticas del informativo
disciplinario 038, adelantado en contra de averiguación de responsables, por
presunta violación del decreto 2584/93, hechos de ocurrencia 27.10.96, en la
población de Icononzo (fol. 25 c. 2). Y el 8 de agosto de 1997, el Juzgado 74 de
Instrucción Penal Militar remitió copias auténticas del sumario 1.774 que por los
delitos de homicidio y lesiones personales se sigue contra los Agentes Henry
Eduardo Ariza Ortiz y otros, por hechos de ocurrencia en Icononzo, el 27 de
octubre de 1996, en el que perdió la vida Saúl Medina Casas (fol. 174 c. 2).

Finalmente, la Sala considera pertinente advertir que dentro del análisis de los
documentos que reposan en el expediente, las INDAGATORIAS y las
DENUNCIAS PENALES no son medio de prueba, toda vez que se trata de
versiones que provienen del propio declarante, de tal suerte que el mérito de las
mismas recaerá en cuanto coincidan con el contenido del acervo probatorio y
sean apoyo de los hechos probados mediante los medios de demostración que sí
cuenten con el beneficio de encontrarse en estado de valoración.

B. RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL Y CASO CONCRETO:


1. Falla presunta y riesgo excepcional. Diferencias:

Retomando el contenido de la demanda, EL HECHO DAÑOSO, muerte de Saúl


Medina, se imputa fácticamente a la Nación (Policía Nacional) a disparos de
Agentes de Policía con armas de dotación oficial; también reprocha la demanda
que luego de que la víctima directa cayó de un disparo en la cabeza, aquellos le
dieron otros; y jurídicamente se le imputan tales hechos bajo el título jurídico de
falla: por falla probada por el manejo irresponsable, imprudente y negligente de
las armas de dotación, que quebranta el Código Nacional de Policía (arts. 1° y 29)
y los mandatos constitucionales 2 y 90; y por falla “presunta” por derivarse la
muerte del ejercicio de actividad riesgosa y peligrosa, que implica el manejo de
las armas de dotación.
La SALA revocará la sentencia de primera instancia porque la imputabilidad del
daño no recae en la Nación, sino en la propia víctima. El A Quo se apoyó
exclusivamente en el nexo instrumental derivado del manejo de armas de
dotación y en el hecho de la potencialidad de causar mayor daño con un arma de
fuego comparativamente con un arma de las llamadas contundentes (freno de
caballo y garrote) y no examinó la conducta de la propia víctima en la producción
de su propio daño.

Entrando en materia, en la actualidad, cuando se trata de DAÑOS CAUSADOS


CON ARMAS PELIGROSAS, el título de la falla presunta lo revaluó la
jurisprudencia de esta Sección, enfocándose en el título de riesgo por la actividad
peligrosa. Dicho giro ha tenido su origen en las diferencias y en el manejo que
ambos títulos jurídicos implican, pues la falla presunta supone respecto de la
conducta la sola demostración del hecho dañoso, y quien lo imputa no tiene el
deber de acreditar la anomalía (punto diferenciador con la falla probada), pero sí
los otros elementos para la configuración de la responsabilidad: daño y nexo
causal.

Por contraste, el tratamiento de la responsabilidad desde el título objetivo de


imputación jurídica, parte respecto de la conducta de su no evaluación o
calificación, “tan sólo de la peligrosidad (la relación que existe entre el nexo
causal de la actividad peligrosa y el daño)”2; dicho título se deriva en el origen del
riesgo que asume quien, por voluntad o deber, se atreve a manejar elementos
que en su estructura y/o en su actividad conllevan peligro.

Autores como Carbonier analizan como una verdadera antinomia el tratamiento


entre ambos títulos, derivado de la carga de la prueba: “mientras la víctima debe
probar el desfallecimiento de la conducta en la responsabilidad subjetiva, basta,
en la objetiva, con probar que el daño ha sido materialmente originalmente por la
actividad del demandado”.

Es claro entonces, tal y como sucede en la generalidad de los grupos humanos,


que quien se arriesga a ejercer actividad peligrosa debe asumir las consecuencias
en el desempeño de ésta y a su vez la sociedad jurídica le exige el cuidado
excesivo en el manejo de la actividad o del elemento peligroso, de ahí que cuando

2DE CUPIS. Adriano. El daño. Ed. Bosch. Reimpresión por Imprenta Universitaria de Bogotá.
1996. Pág. 716.
se está ante el título objetivo por riesgo derivado de la actividad peligrosa,
quien la ejerce sólo se exonerará ante el daño, probando la causa extraña,
mientras que quien lo sufre sólo debe probar el hecho dañoso y el daño derivado
de ese hecho (nexo de causalidad).

Por demás resulta interesante el siguiente aparte de la doctrina Italiana 3 en la cual


se explica que en realidad dentro del título de responsabilidad objetiva nada se
presume, sólo que la posibilidad liberatoria del imputado se encuentra restringida
a la causa extraña; y la carga de la prueba varía en comparación con los títulos en
los cuales se parte del análisis de la conducta:

“El método más correcto para examinar cada una de las fattispecie de
responsabilidad, en las cuales se plantea el problema de la presunción, es el
de afrontar el asunto separando los elementos, a fin de meritar la distribución
de la carga de la prueba entre los sujetos de la relación. Este método, por lo
general utilizado en la ratio decidendi de las sentencias, lleva a la conclusión
de que el fundamento de la responsabilidad es el producto final de una
síntesis desarrollada sobre elementos de hecho y no la premisa del
razonamiento fundada en el dogma ‘ninguna responsabilidad sin culpa’.

Aquí, no hay presunción alguna de la imputación de responsabilidad, porque


el dañado no está exonerado de producir alguna prueba; en todo caso, el
juicio de responsabilidad se funda en la falta de prueba liberatoria del
dañante. Se trata de normas que prevén un reparto de la carga probatoria,
de cuyo éxito depende el perfeccionamiento de la fattispecie, del mismo
modo como se delinea la responsabilidad en el incumplimiento de la
obligación dentro del ámbito del artículo 1.218 del Código Civil Italiano”

2. Antecedentes históricos. pruebas:


a. BAJO EL TÍTULO DE FALLA PROBADA:

VINCULACIÓN de LOS AGENTES A LA INSTITUCIÓN DE LA POLICÍA como la


condición de encontrarse en prestación activa del servicio para el día de los
hechos, con:

 las certificaciones que la Policía Nacional le remitió al Tribunal


(documento público, fol. 105, 109 c. 2);
 las ACTAS DE POSESIÓN y las HOJAS DE VIDA, que prueban como
cierto que Henry Eduardo Ariza Ortiz, Juan Carlos Ramírez Orozco e

3 MASSIMO Franzoni. La actividad peligrosa. En BUERES Alberto y De Carlucci Aída.


Responsabilidad por daños en el tercer milenio. Adeledo Perrot. Buenos Aires. 1997. Pág. 123.
Indolfo Barona Loaíza, son Agentes vinculados a la Policía Nacional
(documentos públicos, fols. 100 a 104, 106, 110 C. 2); y
 la BITÁCORA DE TURNOS, que narra que esos Agentes prestaron
servicio en la Estación de Policía de Icononzo Tolima, los días 26 y 27 de
octubre de 1996, con armas de dotación galil.

DESPLIEGUE DEL OPERATIVO, como se evidencia:

 de la BITÁCORA DE GUARDIA y
 del LIBRO DE POBLACIÓN, que relatan que para el día de los hechos, a las
17:45 horas salieron “0-1-8 unidades” comandadas por el Sargento Segundo
Fajardo Ariza Hernando, con el fin de atender una riña presentada en el
perímetro urbano de esta localidad s/n.

Es más el contenido de esas pruebas documentales públicas (bitácoras, libro


de población, certificaciones sobre vinculación y ejercicio activo del servicio)
encuentra identidad con los INFORMES ADMINISTRATIVOS SOBRE LOS
HECHOS, rendidos los días 27 y 28 de octubre de 1996; en ellos el Comandante
Octavo del Distrito de Policía de Melgar informó al Comandante del Departamento
de Policía del Tolima el procedimiento realizado, el día de los hechos, en el
operativo adelantado en el Negocio Restaurante “María Camila”, cuando
ciudadanos de la localidad informaron que en ese establecimiento se presentaban
riña y escándalo (documento público, fols. 10 y 11 c. 2). Y el Comandante de la
Estación Rural de Icononzo indicó al también Comandante de Policía del Tolima
que “siendo aproximadamente las 17:45 horas salieron de la Estación Rural de
Icononzo 18 unidades, a atender un requerimiento de la ciudadanía riña y
escándalo que se presentaba en el negocio restaurante María Camila, ubicado en la
carrera 6 No. 6-47 en Icononzo, de propiedad del señor Ramiro Arias Aranda. Al
momento de llegar el personal uniformado a atender el requerimiento de la
ciudadanía donde tres sujetos se encontraban fomentando riña y escándalo,
agrediendo a una persona...” (fol. 12 c. 2). Y en el OFICIO REMISORIO que el
Comandante de Policía de dicho Municipio envió a la Fiscalía Seccional de Melgar,
mediante el cual puso a disposición a José Héctor y Nelson Saúl Medina
informando que el día de los hechos, en las horas de la tarde, esas personas
protagonizaron una riña y escándalo en el perímetro urbano de este municipio
(documento público, fol. 13 c. 2).
A PARTIR DE LA COMUNIDAD PROBATORIA, con los dichos de los diferentes
testigos, tanto particulares como Agentes de Policía, quienes coinciden en su
mayoría en relatar la situación de la riña entre civiles, se demuestra la posterior
llegada de la Policía y la muerte de Saúl Medina. En efecto:

 atestiguaron ante la autoridad de Policía el día de los hechos, los


señores: ANTONIO MEDINA GONZÁLEZ, VILMA BEATRIZ RODRÍGUEZ
RIAÑO y RAMIRO ARIAS ARANDA, los días 29 de agosto, 1, 2, 12 de
septiembre y 6 de octubre de 1997;

 ante la autoridad penal JOSÉ OLIMPO CUBILLOS GARCÍA, ARNULFO


MARTÍNEZ DÍAZ, JULIO GUTIÉRREZ CHÁVEZ, JUAN JOSÉ BARRIOS
BURGOS, MANUEL VICENTE DICELIS LÓPEZ, LUIS ALFONSO GODOY
RODRÍGUEZ Y ROGELIO ANTONIO BAZURTO GARCÍA.

Todos son contestes sobre la pelea que protagonizaron los señores Medina; unos
manifestaron, en su mayoría, que al ver la trifulca prefirieron esconderse; otros
dijeron que los hijos Medina amenazaban con arma blanca a un muchacho y que
observaron la llegada de la Policía al lugar del enfrentamiento entre particulares. Es
más, otros declarantes como ARNULFO MARTÍNEZ DÍAZ, MANUEL VICENTE
DICELIS LÓPEZ y LUIS ALFONSO GODOY RODRÍGUEZ - no presenciales de la
muerte - relataron que vieron la riña entre particulares y el arribo de la Policía
(fols. 14, 136 y vto, 135 y vto c.2, 39 a 40, 46 a 47, 48 a 49 c. 3).

Eso en cuanto al dicho de los particulares que coincide con el de los distintos
Agentes de Policía, declaraciones que se rindieron dentro del juicio penal, los
días 30 de octubre de 1996, 14 a 16 de abril de 1997; la coincidencia recae,
sobretodo, en la aseveración de que encontrándose en servicio activo y estando
disponibles en la Estación, personas de la comunidad los requirieron para que
fueran a controlar una riña en un restaurante, donde unos señores usaban
machete y cuchillo y que ante el llamado acudieron y se encontraron con los
Medina, quienes rehusaron ser requisados y desencadenaron enfrentamiento con
la autoridad policial. Así lo relatan los Agentes INDOLFO BARONA LOAÍZA,
JACOBO ARGÜELLO, GONZALO GUERRA partícipes en el operativo. El Agente
JAMES MARÍN, quien ejercía como centinela y aunque no tomó parte en el
operativo sí recordó el llamado de la comunidad para que acudieran a controlar la
riña e indicó que esa fue la causa para iniciar el operativo. Y ese punto quedó
plasmado en las distintas denuncias penales que hicieron los AGENTES
INDOLFO LOAÍZA, HENRY EDUARDO ARIZA, contra los hermanos Medina, por
el presunto delito de violencia contra empleado oficial, lesiones personales y
asonada (fols. 168 a 169 vto, 148 a 150, 165 a 166, 129 a 130, 131 a 131, 133 a
134, 127 a 128, 144 a 147 vto, 172 a 173 c. 2).

Es más, dentro de la INVESTIGACIÓN PENAL, la Fiscalía luego de oír en


indagatoria a los hermanos Medina Herrera, por auto de 15 de noviembre de 1996
con base en el recaudo probatorio y ante el hecho que los hermanos Medina
fueron gravemente lesionados al parecer por los Agentes de Policía que
atendieron el caso, ordenó compulsar copias con destino al Comandante de
Policía del Tolima, para que investigara las posibles faltas disciplinarias, en que
pudieron incurrir los Agentes que conocieron de los hechos (documento público,
fol. 170 c. 2). Y esta se abrió mediante auto de 2 de diciembre de 1996 (fol. 7 c.
2).

Finalmente los testigos tienen un dicho unívoco en cuanto a que no presenciaron


el momento del impacto; basta leer el contenido de las declaraciones de
ANTONIO MEDINA GONZÁLEZ, VILMA RODRÍGUEZ, ARNULFO MARTÍNEZ
DÍAZ, MANUEL VICENTE DICELIS LÓPEZ, LUIS ALFONSO GODOY
RODRÍGUEZ, JOSÉ OLIMPO CUBILLOS y JUAN JOSÉ BARRIOS (fols. 14, 136
y vto c. 2; 39 a 40, 46 a 47, 48 a 49, 37 a 38 y 45 a 45 vto c. 3), sólo LUIS
ALFONSO MANRIQUE, en declaración dentro de este juicio, el día 2 de
septiembre de 1997, dijo haber estado departiendo con los Medina momentos
antes del suceso, y por ello da cuenta de que el disparo fue percutido por un
Policía. No obstante, para la SALA ese testimonio lejos de dar certeza está lleno
de contradicciones, como pasa explicarse:

. Porque al inicio del relato dijo haber estado acompañando a la víctima


directa durante todo el episodio que terminó con la muerte de ésta y con la captura
de Héctor y Nelson, y a diferencia de la percepción de los demás testigos, dice que
la Policía le pegó a Héctor (hijo de Saúl), al parecer con la culata de la carabina y
que cuando lo llevaban al Hospital, a la altura del Banco la Policía, los seguían; el
testigo no refirió, a pesar de la cercanía temporal y espacial que dice tenía con los
Medina, sobre la riña entre particulares protagonizada por los Medina ni del
enfrentamiento con la Policía y menos la oposición a la requisa por parte de los
Medina.
. Porque el testigo narró los hechos en forma deshilada manipulando su
dicho, con lo cual da a entender la carencia de móvil para que la Policía estuviera
en el lugar de los hechos: “y fue cuando él me refiero a Saúl, a causa de un tiro
disparado por la Policía, no supe quién de los Policías, no sé por qué era esa
pelea, don Saúl lo único que llevaba era un freno de caballo, ninguno de ellos
tenía armas, la Policía si era la que estaba armada”.

. Porque luego y cuando el Magistrado sustanciador le preguntó sobre el


autor del disparo, dijo, deduciendo, que le consta que fue la Policía, al expresar que
los Agentes de la Policía eran los que estaban armados. Al respecto se observa
mayor duda cuando el testigo al ser requerido a describor las características del
Policía dijo que no distingue cuál de todos fue y que no los recuerda; y luego: “pues
vi a un Policía que levantó el arma y se escondió detrás de la puerta de la casa de
don Germán Almario, en ese entonces no sé ahora de quién sea, pero lo que si fue
es que cuando ese Policía levantó el arma en posición de disparar hacia el lado
donde estaban los Medina sonó un tiro y cae Don Saúl y los Policías entonces
salieron por la calle 7 hacia el lado del Comando solos”, cuando lo cierto es que
capturaron a los dos hermanos Medina, como lo narran la mayoría de los testigos y
lo soportan documentalmente las actas de captura y de lectura de derechos para
los detenidos (fols. 43 a 44 c. 3). Los anteriores medios de prueba, dan cuenta a la
SALA que no se probó la falla imputada en la demanda, conceptuada por el
Agente del Ministerio Público en primera instancia y declarada por el
Tribunal.

 EN PRIMER LUGAR:

En el desarrollo cronológico de los hechos probados se observa que por el


llamado de la Comunidad, la Policía acudió al lugar de los sucesos a fin de asumir
el control de la situación de riña entre particulares, en la cual estaban implicados
los hermanos Medina, como claramente lo corrobora el testimonio de quien
estaba siendo amenazado por dichos señores. En efecto: El día 28 de julio de
1996, mediante oficio 249, el Comandante de la Estación de Policía Icononzo dejó
a disposición del Fiscal Coordinador de Fiscalías Seccionales de Melgar -Tolima-
a José Héctor Medina Herrera y Nelson Saúl Medina Herrera quienes
protagonizaron riña y escándalo en el municipio de Icononzo en las horas de la
tarde. Con el anterior informe se anexó la siguiente declaración:
De RAMIRO ARIAS ARANDA, quien indicó que en el momento de los
hechos venían tres muchachos, uno sin arma, otro con puñal y el otro
con una peinilla y manifestó “el del puñal lo cogió contra la pared y lo
amenazaba con cuchillo y el otro con peinilla, yo al ver eso que lo
acuellaron les dije que no y enseguida el del puñal se me fue detrás, salí
hacia la calle y le di la vuelta y me entré a la casa; mi esposa me cogió y
me detuvo para que no saliera, luego dí orden para que cerraran las
puertas del restaurante de mi propiedad, y en ese momento toda la
gente que estaba tomando ahí, se entró, no me dí cuenta que fue lo que
pasó”; que la riña fue protagonizada por dos hijos del finado Saúl
Medina, a quien no vio durante la riña; afirmó que desconoce lo sucedido
pues cuando llegó la Policía ya se encontraba encerrado (fol. 16 c. 2).
Este testigo también declaró dentro del juicio penal, el 16 de abril de
1997, coincidiendo en su dicho con el testimonio anterior (fols. 135 y vto
c. 2).

 EN SEGUNDO LUGAR:

La comunidad probatoria no indica el indebido uso de las armas de dotación, pues


en definitiva el único disparo que impactó en la humanidad de Saúl Medina,
desafortunadamente de carácter mortal, no se percutió, en realidad, en desarrollo
de una maniobra irregular de los Agentes de Policía; ocurrió, por el contrario,
cuando éstos trataban de poner fin a la perturbación de la tranquilidad, que los
hermanos Medina estaban causando.

Además, la afirmación definida de la demanda de que la víctima recibió varios


disparos, incluso luego de haber caído herido (ver hecho 11) no se probó; es más
tal aseveración está desfasada de la realidad, toda vez que la necropsia y el acta
de levantamiento del cadáver evidencian que el señor Saúl Medina sólo recibió un
impacto de arma de fuego.

Por lo tanto ante la improsperidad del título de falla, la SALA procede a aplicar en
el análisis de la responsabilidad el título objetivo por riesgo derivado de la
actividad peligrosa ante la potencialidad para causar daño tanto desde el punto de
vista del instrumento (arma de fuego) como de la actividad (manejo y
manipulación de armas de dotación).
b. TÍTULO JURÍDICO DE RIESGO:

Bajo este título, ajeno al estudio de la anormalidad o no de la conducta del


Estado, la parte debe acreditar los siguientes elementos: el hecho dañoso (sin
cualificación), el daño y el nexo causal entre los dos primeros elementos; no
bastará, como en el título de falla, que el demandado, por su parte, demuestre
diligencia y cuidado, pues para exonerarse deberá acreditar causa extraña.

 EL HECHO DAÑOSO:

Se demostró con el registro de defunción de la muerte de Saúl Medina, que


ocurrió el día 27 de octubre de 1996. En forma más concreta, el ACTA DE
LEVANTAMIENTO hace referencia a que Saúl murió en forma violenta por arma
de fuego; describió la siguiente herida: orificio de entrada en cara derecha con
compromiso de hueso molar, mandibular y con estallido de los huesos. Y en el
ACTA DE NECROPSIA se determinó que la causa fisiológica de la muerte fue la
insuficiencia respiratoria aguda y el shock hipovolémico secundario a estallido en
hemicara derecha secundario a trauma explosivo contundente. Y coincide con el
acta de levantamiento al describir la herida en la cara proveniente arma de fuego
por proyectil de alta velocidad, causante de fractura de cavidad oral fractura
múltiple de maxilar inferior y superior, molar derecho estallido dentario y tejidos
blandos (lengua, faringe); y precisó que encontró proyectil de arma de fuego
(documentos públicos, fols. 23 c. ppal, 43 y 43 vto, 58 y 59 c. 2).

Ahora bien, los hechos de imputación por los cuales se atribuye a la Nación
(Policía Nacional) objetivamente responsabilidad, se derivan de la circunstancia
modal de que Saúl Medina murió en desarrollo del operativo policial que en esos
momentos desplegaba dicha autoridad. Y en efecto, así lo corroboran, los
documentos públicos como la bitácora de guarda, el libro de población, que
coinciden con los informes administrativos de los hechos, las órdenes de captura
libradas contra los hermanos Medina y los testimonios, tanto de los particulares
ajenos al operativo como de los Agentes de Policía, que coinciden en esa parte
con los informes administrativos que sobre los hechos presentaron los
comandantes respectivos a sus superiores.
Esos documentos públicos y los testimonios dan franca certeza sobre el
operativo que la Policía desarrollaba para intentar disolver la riña que los Medina
iniciaron al perseguir y amenazar con arma blanca a otra persona y sobre la
muerte del particular Saúl Medina dentro del desarrollo del mismo, al haber
impactado en él un disparo por arma de fuego.

 DAÑO:
La demanda deriva del hecho de la muerte del señor Saúl Medina: daño
moral por la pérdida de afecto a raíz de la muerte de Saúl por la madre,
hermanos, cónyuge, compañeras permanentes y por los hijos de la víctima
directa; y daño material por el menoscabo patrimonial padecido por la
compañera permanente y por los hijos de Saúl, quien los “mantenía
económicamente con el salario que recibía”. Para acreditar parentesco
allegaron prueba documental pública que da fe de la calidad y del grado de
parentesco de varios de los demandantes con la víctima directa:

De padres y hermanos de la víctima. Con los registros civiles que


informar que el día 9 de febrero de 1945 contrajeron matrimonio
Héctor José Medina Ávila y María Esther Casas (documento público,
fol. 8 c. ppal); que de ese matrimonio nacieron: Adelina, el día 20 de
octubre de 1945; Rosalba, el día 2 de febrero de 1947; Abigail, el día
2 de mayo de 1949; Saúl, el día 16 de febrero de 1952; José Libardo,
el 28 de septiembre de 1952; Jaime, el día 12 de septiembre de
1955 y Margarita Medina Casas, el día 12 de noviembre de 1957
(documentos públicos, fols. 9 a 15 c. ppal).

Hermanos de la víctima por parte de madre: Con los registros civiles


que indican que: el día 16 de julio de 1935 nació Jorge Casas; el día
29 de julio de 1939 nació Ana Delia Casas (documentos eclesiásticos,
fols. 131 y 132 c. ppal y frente a esta última documento público, fol.
133); que el día 11 de abril de 1941 nació Héctor José Casas y el 6 de
febrero de 1943 nació Guillermo Casas, hijos de María Ester Casas
(documentos públicos, fols. 6 y 7 c. ppal, 17 a 20 c. 3 y documentos
eclesiásticos de bautismo, fols. 127 a 128, 129 a 130 c. ppal).

Hermano de la víctima por parte de padre: Con los registros civiles se


probó que el día 15 de marzo de 1979 nació José Ricardo Medina
Ospina, hijo de Héctor José Medina Ávila y Gladys Ospina López
(documento público, fols. 126 y 20 c. ppal y 21 c. 3).

Hijos de la víctima Saúl Medina Casas: Con los registros civiles se


estableció que el día 23 de julio de 1972 nació Héctor José; el día 11
de octubre de 1976, nació Nelson Saúl; el día 12 de febrero de 1986
nació Adrián Fernando, hijos de Saúl Medina y Mercedes Herrera
(documento público aportado en original, fols. 17 a 19, 134 a 136 c.
ppal); que el día 19 de marzo de 1985 nació Néstor Fabián Medina
Pineda, hijo de Saúl Medina y Rosa Pineda (documento público, fol. 21
c. ppal) y que el día 17 de abril de 1987 nació Hermes Raúl Medina
Soto hijo de Saúl Medina Casas y Ana Rosa Soto (documento público,
fol. 22 c. ppal).

Con esos medios de prueba también se infiere el dolor moral que padecen
esos actores con la muerte de Saúl Medina, toda vez que el parentesco en esos
grados de parentesco es indicador del afecto.

Para acreditar el daño material, se practicaron testimonios de los cuales se


evidencia que Saúl Medina era un hombre económicamente productivo; los
señores JOSÉ CUBILLOS y ARNULFO MARTÍNEZ aseguraron que el señor
Medina tenía una finca que dedicaba a la ganadería y al cultivo de café. Por otra
parte se estableció que al momento de la muerte de Saúl Medina (27 de octubre
de 1996), tres de sus cinco hijos eran menores de edad y por lo tanto de acuerdo
con el Código Civil el padre debe alimentos a sus descendientes menores de
edad (arts. 411 y 422 inc. 2). Sobre los dos hijos mayores HÉCTOR JOSÉ y
NELSON SAÚL no se acreditó impedimento corporal o mental, inhabilitante que
permita predicar la obligación del padre a proveerles alimentos en tiempo superior
al de la mayoría de edad. Y sobre las personas que se afirmaron, en la demanda,
como compañeras permanentes, sólo MERCEDES HERRERA acreditó dicha
calidad, a partir de los testimonios de JOSÉ OLIMPO CUBILLOS y ARNULFO
MARTÍNEZ, quienes dijeron en este juicio que dicha señora vivía con Saúl Medina
hacía 25 años y de que de esa unión nacieron tres hijos y que Saúl los mantenía
económicamente (fols. 37 a 38 y 39 a 40 c. 2).

 NEXO DE CAUSALIDAD:
Trayendo a colación la doctrina francesa4 el nexo causal es elemento
principal en la construcción de la responsabilidad, esto es la determinación de que
un hecho es la causa de un daño, pues desde el punto de vista teórico resulta
fácil, en criterio de los autores, diferenciar el tratamiento del nexo de causalidad
dentro de los títulos objetivo y de falla; enuncian que los títulos objetivos admiten
la responsabilidad inmediatamente el daño se relaciona con la actividad del
demandado, con independencia de que se acredite con o sin culpa; mientras que
el título de falla sólo la acoge cuando está relacionada con la culpa, con la
irregularidad o la anormalidad, pero advierten la necesidad de no volverlo un
elemento independiente y autónomo a los dos restantes para configurar la
responsabilidad “es por su naturaleza, un vínculo, una relación entre la culpa y el
perjuicio, una cualidad recíproca”, casi en crítica de la doctrina Alemana que lo ha
convertido en “la clave del problema de la responsabilidad”. Otra parte de la
doctrina califica, en interesante posición, los exonerantes de justificación como
elementos de antijuridicidad del daño, así lo refiere Gesualdi5:

“cabe precisar que compartimos el criterio objetivo en el campo del


derecho civil, al igual que otros autores, como Alterini, Mosset Iturraspe,
Goldenberg y Vásquez Ferreira... Sin duda la antijuridicidad es
independiente de la culpabilidad. La involuntariedad hace desaparecer a
la culpabilidad, en tanto la antijuridicidad desaparece ante una causal de
justificación... Debe ponerse de manifiesto que la presencia de una
causa de justificación excluye la antijuridicidad, lo que lleva de la mano a
sostener que en principio no existe una obligación de resarcir el daño
ocasionado. Mosset Iturraspe divide esos eximentes en dos grandes
grupos, en el primero, caben aquellas en las que la razón de su licitud
radica en la ‘ausencia de interés’ sobre el bien jurídico que resulta
lesionado o puesto en peligro; y en el segundo se ubican todas las que
basan su licitud en la ‘primacía del interés’ sobre otro, con el cual entra
en conflicto. Ejemplo del primer grupo es el asentimiento o conformidad
del sujeto pasivo, y del segundo grupo, el estado de necesidad, la
legítima defensa, la obediencia debida, etc”.

EN EL CASO, es innegable que la muerte de Saúl Medina sucedió


DURANTE el operativo que realizaron los Agentes de Policía para dirimir el
conflicto entre particulares y que la normalidad de lo que era un operativo de
requisa se terminó ante la renuencia violenta de los civiles para dejar hacerlo.

4 MAZEAUD y TUNC. Tratado Teórico Práctico de la Responsabilidad Civil Delictual y Contractual.


Ed. Jurídicas Europa América. Buenos Aires. 1963. Tomo 2-II. Págs. 6 a 8.
5 DORA MARIANA. Artículo publicado responsabilidad por daños en el tercer milenio. Bueres y

Kemelmajer. Abeledo Perrot. B. A. Págs. 143 a 151.


. Se probó que SAÚL MURIÓ POR UN DISPARO PROPINADO POR ARMA
DE FUEGO, a alta velocidad, cuyo proyectil fue extraído del cadáver; no existe
dictamen de balística. En el ACTA DE NECROPSIA se indicó que se encontró
proyectil de arma de fuego (fols. 58 y 59 c. 2). Y el día 10 de enero de 1997, el
Inspector Municipal de Policía de Icononzo le envió a la Juez 74 Instrucción Penal
Militar el proyectil que encontró al practicar la necropsia del cadáver (documento
público, fol. 114 c. 2). En cuanto al punto de las supuestas vainillas entregadas
por la comunidad, sólo responsan los siguientes medios probatorios: El día 31 de
octubre de 1996, según da cuenta el secretario de la Inspección Municipal de
Policía, la ciudadanía hizo entrega de dos vainillas posiblemente de carabina
(documento público, fol. 45 c. 2). El Juzgado 74 de Instrucción Penal Militar
cuando abrió la investigación, en auto de 16 de diciembre de 1996, advirtió que
aún cuando en constancia de la Inspección Municipal de Policía se dice haber
recibido dos vainillas posiblemente de carabinas, éstas no se entregaron al
juzgado ni se relacionaron en el oficio remisorio y por lo tanto, ordenó solicitar, al
Fiscal 43 de Melgar, la remisión de las vainillas que le fueron enviadas por el
Juzgado 2° Promiscuo Municipal y al Hospital de Sumapaz, el envío del proyectil
relacionado en el protocolo de necropsia, o informe dónde se encuentra
(documento público, fols. 64 y 65 c. 2).

. Se probaron el OPERATIVO y las ARMAS QUE PORTABAN LOS


AGENTES fusiles galil y carabinas, pues en la bitácora de turnos se hizo
referencia a la entrega de los Galil, y en los testimonios de los Agentes y en las
bitácoras de guardia y población, dan cuenta del porte de las carabinas durante el
turno, y la posterior devolución de las mismas, algunas destrozadas a
consecuencia de la riña que sostuvieron con los hermanos Medina. En la
BITÁCORA DE TURNOS se observa que los Agentes Fajardo, Ruiz Ortiz,
Ramírez Orozco, Barona Loaíza Indolfo prestaron servicio en la Estación de
Policía los días 26 y 27 de octubre de 1996, con armas de dotación galil. Y en la
BITÁCORA DE GUARDIA y en el LIBRO DE POBLACIÓN se le que para el día
de los hechos se registró el regreso de ese personal con la dotación de fúsil Galil;
que los Agentes Guerra Gonzalo, Argüello Acelas y Germán Rodríguez devuelven
las carabinas asignadas y los Agentes Ariza Henry e Indolfo Barona, devolvieron
las que les asignaron pero con la “caja partida”. El Agente Ramírez Juan Carlos
devolvió la carabina, con la novedad de que le falta el guardamano (documento
público, fols. 84 a 86 c. 2 , 1 a 8 y 13 c. 3).
. Se probó el ENFRENTAMIENTO CUERPO VS. CUERPO, ARMAS DE
FUEGO VS. ARMAS CONTUNDENTES ENTRE LOS AGENTES Y LOS
SEÑORES MEDINA, luego del cual resultaron heridos varios Agentes con
elementos contundentes (freno de caballo y garrote), destruidas varias carabinas,
capturados los hermanos Medina y muerto el padre de éstos mediante disparo de
arma de fuego (Reconocimientos médicos tanto de los hermanos Medina como de
los Policías):

Heridas padecidas por los capturados en el operativo: En el primer


reconocimiento médico, 1° de noviembre de 1996, el Hospital Pasteur de
Melgar certificó para la Fiscalía, que efectuó reconocimiento a los hermanos
Medina Herrera. A Héctor José le detectó herida semilunar en dorso de nariz
no suturada pero en proceso de cicatrización; laceración y hematoma de
pabellón auricular izquierdo y retroauricular y acusa dolor ocular y se lee:
“Elemento causal: contundente (escopeta)” y se le incapacitó por 12 días
contados desde la lesión y se le requiere para segundo reconocimiento y
determinarle secuelas. A Nelson Saúl se le detectó hematoma, edema de
maxilar inferior rama ascendente lado izquierdo. “Elemento contundente:
puño”, incapacidad por 10 días y se hace el mismo requerimiento que para
Héctor (fols. 174 c. 2). En el segundo reconocimiento médico, de fecha
23 de julio de 1997, el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses
(Seccional Tolima) dictaminó que ninguno de los hermanos lesionados
presenta secuelas (fols. 187 y 188 c. 2).

Y las heridas padecidas por los Agentes de Policía como consecuencia


del operativo, se relacionarán más adelante (fols. 189, 160, 175, 136, 137 c.
2).

Así mismo, todos y cada uno de los protagonistas de la gresca declararon sobre
la forma de agresión entre los grupos de agentes y particulares y viceversa:
puños, garrote, culatas de carabina y hasta un freno de caballo se utilizaron entre
los grupos.

El material probatorio es representativo, como se verá, de que el señor Saúl


Medina falleció con ocasión del desarrollo de un operativo policial y con un
instrumento del Estado, arma de dotación oficial y que fue su conducta culposa la
causa única y eficiente en la producción de su propio daño y que, por tanto, la
actividad estatal no determinante en la producción del daño .

En efecto:

En su mayoría los testigos no fueron presenciales del hecho de la muerte de Saúl


Medina; sólo dos declarantes, ambos igual de dudosos en sus dichos, se
expresaron sobre situaciones que los demás declarantes no mencionaron. El
primero de ellos el señor ANTONIO MEDINA GONZÁLEZ, quien rindió testimonio
el día de los hechos ante la autoridad de Policía, dijo ser hijo de Saúl y saber que la
víctima tenía un revólver calibre 38 largo, que estuvo haciendo disparos y en la
esquina del hospital, en las canchas de tejo, le pegaron varios tiros, aunque
advirtió desconocer la forma cómo le fueron propinados y al autor de los mismos,
porque él se encontraba en otro lugar ingiriendo cerveza con unos amigos; “el único
que hizo disparos fue él y en ese momento resultó muerto mi padre” e indicó que en
el momento de los hechos la víctima se encontraba en compañía de unos amigos
de los cuales desconoce el nombre. Y recabó “él [la víctima] tenía el revólver en
ese momento y el único que hizo los disparos fue él cuando la Policía se
encontraba atendiendo un caso de una riña que se presentó en el perímetro urbano
de este municipio” (fol. 14 c. 2). Y el segundo de los testigos, ALFONSO
MANRIQUE (antes criticado y desechado por la Sala, por inconsistente y
deshilvanado), manifestó: “y fue cuando él me refiero a Saúl, a causa de un tiro
disparado por la Policía, no supe quién de los Policías, no sé por qué era esa
pelea, don Saúl lo único que llevaba era un freno de caballo, ninguno de ellos
tenía armas, la Policía si era la que estaba armada”. Y aseguró que ante la
inexistencia de arma de fuego que portaba Saúl, concluyó que debió ser la Policía
porque estos sí estaban armados; más adelante en su dicho dijo, acomodando la
versión, que vio a un Policía percutir el arma pero que no recuerda la descripción
física del mismo (fols. 43 a 44 c. 3).

Para la Sala el testimonio de MEDINA GONZÁLEZ también debe desecharse


porque en su relato dijo que fueron varios los disparos que recibió Saúl, hecho
que se desvirtuó con las actas de levantamiento de cadáver y de necropsia, en las
cuales consta que Saúl Medina sólo recibió un disparo y no presentó otra lesión.
La situación relativa a que en los informes administrativos se diga que Saúl
Medina portaba una arma de fuego, es una circunstancia que no está probada; la
Sala al estudiar los informes ha dicho que ellos sólo describen hechos que hace la
persona que lo suscribe o que otros le narran, sin que constituyan medio pleno
de prueba. Por otra parte y de regreso a la crítica del testimonio de MEDINA
GONZÁLEZ, se advierte que su contenido es contrario al de los demás
declarantes, que sólo refieren a que Saúl portaba un freno de caballo y que no
tenía arma de fuego.

Desde otro punto de vista, resultan dicientes e indicadoras las lesiones que
presentaron los Agentes de Policía para concluir que Saúl Medina no portaba
arma de fuego; esas lesiones se diagnosticaron en reconocimientos médicos a
los que se sometieron luego del incidente; los galenos aluden a lesiones
causadas con arma contundente y no a heridas con arma de fuego.

Por lesión por acción contundente6 se entiende a la que proviene de cuatro


causas principales: el choque, la caída, el golpe, el aplastamiento y la
mordedura; esta última causa sólo para algunos estudiosos de la medicina
forense. En forma específica, las lesiones por golpes pueden provenir de armas
naturales como el puño, el pie, un cabezazo, los dientes, las uñas etc; de armas
improvisadas como piedras, garrote, bastón martillo o de armas preparadas como
porra, bastón plomado, martillo etc, Nótese que la primera valoración médico
legal la efectuó el Hospital Local de Sumapaz, el 30 de octubre de 1995, y que la
segunda valoración médico legal sólo se le practicó al Agente con heridas
mayores, señor Henry Eduardo Ariza, el 25 de julio de 1997. En esos
reconocimientos se lee:

 HENRY EDUARDO ARIZA ORTIZ, presenta herida en región superciliar


derecha, suturada de más o menos 1.5 cms de largo, escoriación del
dorso de la nariz, edema en pómulo derecho, equimosis en pliegue del
codo izquierdo cara latero-externa, escoriaciones y edema de antebrazo
izquierdo cara posterior 1/3 medio, equimosis en región dorsal derecha a
la altura de la onceava costilla; lesiones ocasionadas todas al parecer
con objeto contundente, incapacidad médico legal de 12 días. Se le
requiere en segundo reconocimiento médico legal para determinar
secuelas (fol. 178 c. 2). En el segundo reconocimiento médico el Instituto
de Medicina Legal, del día 25 de julio de 1997, se dictaminó que no
presenta secuelas (fol. 189 c. 2).

6 Medicina Legal Judicial. C. SIMONIN. Ed. Jims Barcelona.


 INDOLFO BARONA LOAÍZA, con herida en cuero cabelludo suturada a
la altura del occipital, de más o menos 5 cms de longitud. Lesión al
parecer con objeto contundente. Sin secuelas. Incapacidad legal de
quince días (fol. 160 c. 2).
 LUIS JACOBO ARGÜELLO ACELA, presenta edema de tabique nasal,
escoriación de antebrazo derecho 1/3 medio, equimosis de muslo
derecho 1/3 inferior, lesiones todas ocasionadas al parecer con objeto
contundente, incapacidad de 12 días sin secuelas (fol. 175 c. 2).
 JUAN CARLOS RAMÍREZ OROZCO, presenta equimosis de dorso a la
altura del homoplato; distensión del ligamiento colateral externo de rodilla
derecha; lesiones ocasionadas al parecer la primera, con objeto
contundente, y la segunda con mecanismo de peso sobre el área
afectada. Incapacidad de 15 días, sin secuelas (fol. 136 c. 2).
 JAMES LEONARDO MARÍN GUTIÉRREZ, con ligera escoriación en
antebrazo derecho, escoriación en rodilla derecha, lesiones ocasionadas
al parecer la del antebrazo con objeto “rasgante” y la de la rodilla con
material abrasivo (pavimento). Incapacidad de 10 días, sin secuelas
(fol. 137 c. 2).

Valorando conjuntamente las pruebas, documentales, informes técnicos y


declaraciones, LOS TESTIMONIOS DE LOS CIVILES pierden toda credibilidad
toda vez que resultan acomodaticios respecto a las circunstancias modales de
ocurrencia del hecho demandado, con las cuales pretende el actor que se
estructure la responsabilidad del Estado bajo el título objetivo.

Esos dos testimonios, contradictorios entre sí y poco creíbles, junto con aquellos
otros y de civiles que narran los hechos anteriores a la muerte de Saúl Medina,
evidencian que fue tal la confusión durante el operativo, que nadie sabe qué pasó
en el momento en que el señor Medina fue muerto por disparo de arma de fuego.
Son entonces los TESTIMONIOS DE LOS AGENTES DE POLICÍA los que
reconstruyen el momento en que en Saúl Medina murió por disparo de arma de
dotación oficial, percutido a partir del desenvolvimiento de una causa extraña,
imputable exclusivamente a la propia víctima.

Los testimonios de los policiales se recepcionaron dentro del juicio penal:


 INDOLFO BARONA LOAÍZA, rindió declaración ante la Fiscalía 43
Seccional Delegada Ante los Juzgados Penales del Circuito de Melgar, el
30 de octubre de 1996. Sobre los hechos recordó que a las 5:45 de la tarde,
estando disponibles en la Estación, acudieron dos muchachos a informar
sobre una riña en el restaurante María Camila, que unos señores usaban
machete y cuchillo. Se desplazaron él y otros Agentes al lugar de los
hechos, donde fueron informados que quienes causaban el desorden,
estaban armados, procedieron a requisarlos pero José Héctor Medina
volteó y le pegó un puño en la cara al testigo, el padre del agresor (víctima)
se abalanzó contra el Agente Ariza causándole herida en la cara, con un
freno de caballo. José Héctor Medina se abalanzó contra el testigo y lo
despojó de la carabina y la rompió en la caja de madera, luego llegaron los
demás agentes, la gente se aglomeró en asonada contra los agentes, se
escucharon varios tiros pero era difícil determinar de qué lugar venían
debido a la aglomeración de la gente; los revoltosos salieron una cuadra
más adelante por el Banco Cafetero, junto con otros que ya cargaban palos
y machetes y se escuchaban tiros y luego narró:

“inmediatamente llegamos a la esquina, los Medina y otros más


se devolvieron a enfrentarnos, inmediatamente el señor José
Héctor Medina Herrera, se me abalanzó con un garrote de
madera, lesionándome en la cabeza aprovechando que yo estaba
encartado con los pedazos de la carabina, salió corretiándome,
viendo que yo ya tenía con qué defenderme y estaba bañado en
sangre me tuve que refugiar en la casa de la señora Yanet
Suárez... escuché varios disparos, en el momento que salí de
la residencia vi al señor Saúl Medina Casas, tirado en el piso
y gritaba asesinos lo mataron, Policía asesinos inmediatamente
se aglomeró la gente donde se encontraba el señor Saúl
Medina...en ese momento llegó el señor Antonio Medina
González, quien dijo ser el hijo de Saúl Medina Casas, a dar
declaración...”.

Indicó que fue herido por José Héctor Medina, con un garrote, que le
produjo una herida en la cabeza. Sobre los motivos de oposición a la
requisa indicó que según la hija del dueño del negocio donde sucedieron
los hechos, los dos hermanos Medina, quienes se encontraban ebrios, no
se dejaron requisar porque estaban armados y acababan de salir del
ejército. El testigo recordó que como arma de dotación sólo cargaba la
carabina al igual que sus compañeros y dijo no haberle visto arma a la
víctima directa y desconocer si disparó o no pero advirtió que quien sí
disparó fue Nelson Saúl Medina, y que por versión de otras personas
supo que el arma era una pistola (fols. 144 a 147 vto c. 2). Dos días
antes, el 28 anterior había instaurado DENUNCIA PENAL, ante el Juzgado
Segundo Promiscuo Municipal de Icononzo, contra los Medina por el delito
de violencia contra empleado oficial, lesiones personales y asonada. Como
hecho coincidente con algunos de los dichos de los demás testigos Agentes
y con su declaración ante la Fiscalía, aseveró que uno de los denunciados
sacó una pistola y comenzó a disparar contra la patrulla. Insistió en que
ninguna arma se logró decomisar por la aglomeración de gente y la actitud
agresiva de ésta contra los Agentes (fols. 168 a 169 vto. c. 2).

 HENRY EDUARDO ARIZA ORTIZ, rindió testimonio ante la Fiscalía el


día 30 de octubre de 1996 coincide con el declarante anterior sobre la hora
y el motivo del desplazamiento hacia el lugar donde se presentaba la riña;
sobre el operativo de requisa y la oposición a éste por quienes causaban el
desorden, la pelea con el Agente Barona y el destrozo de la caja de madera
de la carabina del testigo por parte de los Medina, indicó que recibió un golpe
en la cara, que el Fiscal a cargo describió: herida en la parte de arriba de la
ceja izquierda, en el tabique, en la parte da abajo del labio “y según
manifiesta la gente dicen que fue el señor Saúl Medina Casas, con el freno y
el arreo de un caballo, de inmediato cuando el Agente Barona se
encontraba forcejeando con uno de ellos, procedí a prestarle la
colaboración y fue cuando uno de ellos me pegó con un perrero en el
brazo derecho en la parte de encima y debajo y en la espalda y fue
cuando me destrozaron la caja de madera de la carabina” ( ) “y después
de nosotros salir de la multitud de la gente porque pretendían desarmarnos”.

Relató que la gente se aglomeró y exigía que golpearan a los agentes; luego
todos los Agentes lograron salir de la multitud que pretendía desarmarlos; a
una cuadra del Banco Cafetero, los señores Medina se abalanzaron
nuevamente contra ellos “estando ahí en el momento de retener a los que
estaban en el escándalo, ya entre oscuro y claro se escucharon varios
disparos, de inmediato procedimos a aplicar toda la medida de seguridad, y
entonces la mayoría de la gente se nos vino encima y los antes mencionados
agrediéndonos con palos, machetes y riendas de caballos, e inmediatamente
conducimos a las instalaciones policiales a los hermanos Medina”.
Dijo no haberse dado cuenta de qué lugar salían los disparos, ni quién ni
quiénes los hacían porque estaba oscuro; luego en la Estación se presentó
un muchacho de nombre Antonio Medina, quien dijo ser hijo de Saúl Medina
y se le tomó versión por escrito; manifestó que Saúl era el único que se
había enfrentado a la Policía porque tenía un revólver; que sólo se enteró
de la muerte de una persona cuando estaba de vuelta en el cuartel y la gente
decía que había sido por un impacto de bala, sin saber de dónde procedía ni
de quién; que para ese día portaban el armamento de dotación carabina y
fusil. Por su parte, uno de los revoltosos estaba armado e hizo un disparo al
aire, decían que eran militares y que no tenían por qué requisarlos, además
estaban tomados (fols. 148 a 150 c. 2).

Ante el Juzgado Promiscuo Municipal de Icononzo, este Agente, dos días


antes de aquella declaración, presentó el día 28 de octubre de 1996
DENUNCIA PENAL contra los Medina por el presunto delito contra empleado
oficial, lesiones personales y asonada. En el relato coincide con los hechos
que narró dentro del juicio penal por la muerte de Saúl Medina, estos es los
momentos previos y concomitantes a la muerte de éste; dijo:

“...comenzaban a incitar a la gente para que nos pegaran, ellos [los


Medina] salieron hacia el lado del banco y nosotros tratando de
cogerlos porque se abalanzaron contra nosotros y bajamos por la calle
del banco ellos pegándonos, le quitaron la carabina al Agente Barona
se la volvieron pedazos, el Agente Marín le rompieron el uniforme, le
dieron contra el piso, la carabina de Ramírez Orozco Juan Carlos
también estaba sin guardamanos, la carabina de dotación está partida
en dos pedazos, esto fue cuando yo me encontraba forcejeando con
el señor Saúl Medina Casas, él me cogió debajo habían otras dos
personas pegándome pero no se quienes, yo cuando estaba
debajo del señor Medina Casas se escucharon varios disparos
que no se dónde provinieron porque era demasiada gente en
contra de nosotros, ya se encontraba más oscuro que claro, lo vi
que cayó al piso ahí fue donde yo me pude safar y me uní a la
patrulla conduciendo a los hermanos Medina, a las instalaciones del
cuartel yo en ese momento del susto no pude darme cuenta...”.

Cuando se le interrogó sobre la autoría del disparo que le causó la muerte a


Saúl Medina respondió que no sabía nada, porque la víctima se encontraba
forcejeando con el Agente denunciante, cuando Saúl Medina intentaba
quitarle la carabina y ésta se partió en dos pedazos “se escucharon varios
disparos y el señor Saúl Medina Casas se desgonzó” (fols. 165 a 166 c.
2).
 LUIS JACOBO ARGÜELLO. Dijo que para el día de los hechos se
encontraba disponible en las instalaciones de la Estación, cuando les
informaron que había un problema en el restaurante María Camila y fueron,
en total 7 Agentes e incluido él, a verificar la información y recordó “al llegar
procedimos a efectuar una requisa, en el momento de efectuar la requisa, los
que se encontraban en el problema que eran Saúl Medina Casas, dos hijos
de este señor no se como se llamarán, no se dejaron requisar de la patrulla,
empezaron a tratarnos mal y a atacarnos con unos perreros o palos que
cargan con el freno de un caballo. Posteriormente, se fueron dirigiendo hacia
la esquina del Banco Cafetero, en esos momentos fue herido en la frente el
Agente Ariza Ortiz Henry Eduardo por Saúl Medina con el freno del caballo,
se siguió el problema por la calle del Banco hacia abajo, donde también
resultó herido el Agente Barona Loaíza nosotros nuevamente prestamos la
colaboración a los Agentes heridos...”. La Sala observa que las páginas en
las cuales se contiene el testimonio están incompletas. Finaliza con el
siguiente relato: “En el momento en que Ramírez le presta apoyo a Marín,
Saúl Medina le tira a Ariza Ortiz a desarmarlo y ahí es donde empieza lo
del forcejeo y se dispara la carabina y en esos momentos le presté la
colaboración al Agente Ramírez donde fueron esposados los dos hijos de
Saúl Medina y procedimos a conducirlos a la estación” e indicó que no vio
que Saúl Medina portara arma (fols. 129 a 130 c. 2).

 GONZALO GUERRA AMAYA: aseguró que se desempeñaba como


secretario de la Estación de Policía y recordó que el día de los hechos
recibió el reporte de una riña, razón por la cual junto con él salieron Ariza,
Ramírez Orozco, Barona. Cuando llegaron requisaron a unas dos o tres
personas y algunos de los presentes nos indicaron quiénes estaban
causando el desorden y se opusieron cuando los fueron a requisar, con el
argumento de pertenecer al Ejército “lanzándosenos sobre la patrulla y en
esos momentos llegó el señor Saúl Medina, lanzándose sobre el Agente
Ariza Ortiz, con un freno de caballo, con el cual resultó herido en la cabeza,
que no lo mató fue por el sobrero ya que lo tenía puesto y se lo dañó, eso fue
lo que lo favoreció, inmediatamente yo cogí al Agente Ariza para llevarlo al
Hospital, ya que estaba botando bastante sangre, en ese momento llegó el
personal de refuerzo, posteriormente los tres sujetos de la pelea salieron
con destino hacia el lado del Banco Cafetero y como había tanta gente, la
patrulla seguimos detrás de ellos para ver si se lograba la conducción ya que
había un Policía herido y como era Domingo, al ver el problema mucha gente
se aglomeró, y por la calle del banco hacia abajo una patrulla iba detrás de
los tres sujetos, yo me quedé como en la mitad de la cuadra controlando que
no bajara más público...”. Dijo no haber observado los acontecimientos
posteriores porque se quedó reteniendo al público y los demás voltearon,
sólo escuchó un disparo y al poco tiempo sus Agentes compañeros traían a
los dos hermanos Medina detenidos (fols. 131 a 131 vto c. 2).

 HERNANDO FAJARDO ARIZA, Comandante de la patrulla en el


momento de los hechos, recordó que para verificar la información de la riña
se desplazaron junto con él, los Agentes Guerra Amaya, Ramírez Orozco,
Barona Loaíza y Ariza Ortiz y enseguida los Agentes Marín Gutiérrez,
Guzmán Ramírez, Rodríguez Uribe y Argüello Acelas. Requisaron al
personal que se encontraba en el sitio, pero al hacer lo mismo con Saúl
Medina y sus hijos se opusieron; el padre agredió al Agente Ariza Ortiz con
un freno de caballo, causándole heridas en la cara, en la ceja derecha y en
tabique y al Agente Indolfo Barona Loaíza, heridas en el cráneo con un
garrote, al igual que causaron daños a las carabinas que portaban dichos
Agentes heridos. Y luego relató,

“los sujetos siguieron por el lado del Banco Cafetero hacia abajo o sea
por la vía que conduce al matadero en enfrentamiento con la patrulla
policial, con este actuar de los tres civiles, y aprovechando que era
domingo, la gente estaba embriagada y aglomerada hicieron asonada
contra la Policía, en la esquina del matadero; el Agente Ramírez
Orozco le entrega la carabina al Agente Marín Gutiérrez, a la cual le
faltaba el guardamanos, y Orozco coge unas esposas que le tira el
Agente Guzmán para esposar a uno de los capturados Medina Herrera,
el señor Saúl se abalanza sobre Marín para despojarle el armamento y
sobre el Agente Ramírez para impedir que le esposara al hijo; el
Agente Ramírez se quita de encima al señor Saúl Medina Casas y ya
éste trata de desarmar a Ariza, hay un forcejeo entre los dos, se
escucharon varios disparos de distintas partes, inclusive en el
forcejeo se escuchó uno, y posteriormente el señor Saúl Medina
Casas cae herido, no se si fue el arma que portaba el Agente Ariza al
tratar de desarmarlo o alguna otra persona que disparó, la gente que
se encontraba en el lugar se llevó al señor Saúl para el Hospital herido
y nosotros nos trajimos a Héctor y Nelson Saúl Medina Herrera para las
instalaciones del cuartel...”

Indicó que vio disparar a Saúl el cual portaba a más del freno de caballo un
arma que disparaba y que cree era una pistola; que no lo puede asegurar
porque ya anochecía y que el hecho de que los demás Agentes informen que
no vieron que Saúl portaba arma, no significa que no la tuviera y percutiera.
Planteó que el disparo mortal pudo provenir incluso de algún enemigo
porque el occiso tenía varios antecedentes (fols. 133 a 134 c. 2). Al igual que
sus compañeros, presentó DENUNCIA PENAL contra los Medina, el día 28
de octubre de 1996, ante el Juzgado Promiscuo de Icononzo y por los
delitos de violencia contra empleado oficial y asonada. Coincidió en su dicho
con la declaración anterior que rindió ante la Fiscalía y sobre los hechos en
los cuales Saúl Medina cayó; se lee:

“...Ramírez esposó a uno de los hermanos Medina Herrera, yo lo


estaba apoyando en ese momento cuando nos gritaron, tengan
cuidado que el señor Medina Casas está armado y está disparando, yo
escuché varios disparos, este señor Saúl se abalanzó sobre el
Agente creo que fue el Agente Ariza Ortiz Henry Eduardo, para
despojarle el arma de dotación, en ese forcejeo escuché un
disparo, y posteriormente cayó el señor Saúl Medina Casas herido
y cuando la gente que estaba en asonada lo recogió y se lo llevó al
Hospital...” (fols. 172 a 173 c. 2).

Al ser interrogado sobre el autor del disparo que acertó en la humanidad de


Saúl Medina indicó que no supo quien fue, porque en ese momento se
encontraba ocupado ayudando al Agente Ramírez Orozco. Coincidió los
demás Agentes Policiales en la imposibilidad de incautación de armas,
porque ante la aglomeración de la gente éstas fueron ocultadas (fols. 172 a
173 c. 2).

No obstante, para la Sala resulta muy diciente, de un lado, cómo a pesar que
esos testigos refieren a que alguno de los revoltosos, Saúl o Néstor Saúl,
portaban arma de fuego y que alguno de ellos la percutió, los Agentes no
presentaron lesión por arma de fuego y, de otro lado, por qué los testigos
civiles, salvo Medina González (testimonio desestimado), dan cuenta que Saúl no
portaba arma de fuego sino el freno de un caballo.

El hecho de que no se hubiese probado que Saúl Medina portara arma de fuego
tampoco tiene la virtualidad de impedir configurar “el hecho culposo y exclusivo de
la víctima”, toda vez que no se trata de medir por esa circunstancia la
proporcionalidad y coetaneidad de la defensa (legítima). Pero desde otro punto de
vista, la situación probada de que Saúl Medina forcejeó con uno de los agentes y
de que en su intento por desarmarlo la carabina se percutió, representa la
exonerante de la culpa exclusiva y eficiente de la propia víctima, en su muerte.
Se recaba que esa carabina tenía averiada la caja de madera, para ese momento,
y de ahí que resulten razonables las distintas menciones de los testigos sobre:
haber escuchado varios tiros e inmediatamente Saúl Medina se desgonzó; o que
una vez se escuchó el disparo Saúl cayó herido; o que ante el forcejeo entre Saúl
Medina y el Agente se disparó la carabina; e incluso, que los mismos Agentes, al
igual que los testigos civiles, duden o no aseguren en forma fehaciente en qué
momento cayó herido Saúl Medina. Y es tal la situación que ninguno de los
testigos creíbles relata en su dicho que la Policía percutió el arma en forma
directa. Es más, aunque las indagatorias no tienen la calidad de prueba, las que
rindieron los hermanos Medina en la investigación penal que se les inició, por
denuncia de los policiales, sirven de apoyo a los hechos probados; según ellos
existió forcejeo antes de la percusión del disparo; ante la pregunta ¿de cuál fue la
persona que le disparó a su papá?, respondieron:

 NELSON SAÚL MEDINA dijo que a su papá “se le fueron como tres o
cuatro Policías, oí el fogonazo y vi que cayó pero yo pensé que le
habían pegado un puño” (fol. 145 c. 2). Y

 HÉCTOR JOSÉ MEDINA expresó: “y fue cuando otro Policía me pegó


el culatazo en el hombro izquierdo, entonces yo le mandé un golpe al
que me había pegado y ahí me cogieron me colocaron la esposa en la
otra mano.... mi papá se dio cuenta y mi hermano que me estaban
pegando entonces mi papá les gritaba ‘suéltenlo que él está herido y
hay que llevarlo al hospital’ entonces cuando voltié a mirar vi que él
cayó, mi papá Saúl Medina, como estaban haciendo tiros no
pensé que lo hubieran matado, yo pensé que lo habían golpeado,
que lo habían tirado al piso porque como había bastantes Policías
atajándolo....” (fol. 154 c. 2).

Ahora: al aplicar al caso de la muerte de Saúl Medina la teoría de la causalidad


adecuada que abandera Von Kries7 se genera el siguiente razonamiento: la

7 “...un acontecimiento no puede ser considerado como causa de un daño por el sólo hecho de
que se haya comprobado que, sin ese acontecimiento, el perjuicio no se habría realizado. Entre
todos los acontecimientos que concurren a la realización de un daño, que son condiciones de él,
todos no son ‘su causa’ desde el punto de vista de la responsabilidad; no todos le obligan a su
autor a reparación. Sólo pueden ser considerados como causas de un perjuicio los
Policía estaba en un operativo, los Agentes portaban sus armas de dotación, una
de éstas se disparó y produjo la muerte de Saúl Medina pero el resultado por si
mismo no se derivó del operativo, ni del porte de las armas de dotación oficial,
porque se aprecia que en el desarrollo evolutivo de los hechos, la gresca
(antecedente) fue anterior a la muerte; los golpes, puños y todas las lesiones de
acciones contundentes, etc, las registraron todos y cada uno de los protagonistas
(particulares y agentes). Finalmente Saúl Medina al observar que la Policía se
llevaba a su hijo optó por intentar desarmar a uno de los Agentes del arma de
dotación oficial (se expuso imprudentemente), y estando en forcejeo, sucedió
la percusión del disparo que cegó su vida. De tal suerte que fue la conducta
culposa de la víctima la causa eficiente y determinante de su propia muerte; se
revela así la existencia de una causa extraña que enerva la responsabilidad
patrimonial del Estado.

En la realidad de los hechos, se destaca que carece de certeza, ante la


contradicción de los testigos, la percusión de armas en momentos distintos al de
la muerte de Saúl Medina, pues unos dicen que escucharon varios, otros que uno
y los demás declarantes que no oyeron ninguno. Algunos testigos, tanto
particulares como agentes, mencionaron la percusión de disparos al aire; de estos
declarantes unos dijeron que fueron los Agentes de Policía y otros se refirieron a
que los disparos se oían por todas partes sin saber de quién ni de dónde
provenían; ello aunado al hecho de que ninguno de los actores del conflicto,
salvo Saúl Medina, presentó heridas con arma de fuego. Las únicas pruebas
que aluden expresamente a ello son los informes administrativos frente a los
cuales la Sala reitera que ellos relatan simplemente la versión de los hechos por
parte de quien suscribe el informe, o de lo que le narró un tercero; y que por si
mismos no constituyen plena prueba.

La culpa de la víctima para que se constituya en exonerante de responsabilidad,


como en este caso, debe contener las siguientes características; primera: que
sea causal a la realización del daño y segunda: que no sea imputable al
demandado, es decir que éste no haya provocado el daño.

acontecimientos que deberían producirlo normalmente: se precisa que la relación entre el


acontecimiento y el daño que resulte de él sea ‘adecuada’, y no simplemente ‘fortuita’. En otros
términos, el que haya cometido una culpa debe reparar todo el perjuicio que era propio que
produjera según el curso natural de las cosas y que ha producido efectivamente”. MAZEAUD y
TUNC. Tratado Teórico Práctico de la Responsabilidad Civil Delictual y Contractual. Ed. Jurídicas
Europa América. Buenos Aires. 1963. Tomo 2-II. Págs. 18 y 19.
En conclusión se evidencia que no se demostró falla en el servicio; que aunque se
probó que la ocurrencia del hecho se vinculó a un instrumento de la Policía
Nacional (arma de fuego) y durante un operativo , también se probó que la
imputabilidad del daño se debió a causa extraña, en este caso la culpa exclusiva
de la propia víctima, hecho que el Tribunal no analizó. Por lo tanto la sentencia
apelada se revocará.

C. COSTAS:

No se condenará en costas en aplicación del artículo 55 de la ley 446 de 1998,


modificatorio del artículo 171 del C. C. A., porque no se demostró temeridad.

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso


Administrativo, Sección tercera, administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la ley,

F A L L A:

REVÓCASE la sentencia proferida el día 6 de marzo de 1998, por el Tribunal


Administrativo del Tolima y en su lugar se dispone:

PRIMERO. DENIÉGANSE las súplicas de la demanda.

SEGUNDO. Sin condena en costas.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, CÚMPLASE, PUBLÍQUESE Y DEVUÉLVASE AL


TRIBUNAL DE ORIGEN.

Ruth Stella Correa Palacio


Presidente

María Elena Giraldo Gómez Alier Eduardo Hernández Enríquez

German Rodríguez Villamizar Ramiro Saavedra Becerra

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