Está en la página 1de 6

Eutanasia o la intolerancia a la última libertad humana

“De todo lo que un hombre puede pedir a los dioses,


la eutanasia es lo mejor” Posidipo de Apela.

Introducción
La muerte ha acompañado a la vida desde que esta surgió hace millones de años, y ha
sido objeto de pensamiento del ser humano desde que el homo sapiens apareció. Ha
sido fuente de inspiración, de profunda desgracia e incluso de culto. A pesar del hecho
de que convivimos tan íntimamente con ella, continúa siendo tabú, y es que es difícil
terminar de asimilar algo que puede producir tanto sufrimiento.
Y es que la cultura, la religión, las experiencias personales e incluso la vida emocional
de cada sociedad e individuo determinan las concepciones sobre cada aspecto de la
vida. Sin embargo, existe una encrucijada donde es necesario afrontar la muerte, y
esta encrucijada es la eutanasia.
En su etimología griega, la palabra eutanasia se puede traducir como “buen morir”. Una
muerte sin dolor, suave, y, sobre todo, una muerte digna.
En contraparte, tenemos a la distanasia, palabra que define los esfuerzos medicamente
inútiles para prolongar la vida y retrasar al máximo lo inevitable, ¿con qué motivo? ¿por
el acto de luchar contra la desesperanza? ¿anhelar un milagro de cualquier dios? En el
fondo, el ser humano tiene una vena egoísta en su alma.
Quiero señalar que en el presente ensayo tomó la perspectiva de México, aunque sólo
como una mera referencia. Hago énfasis a la cuestión de la eutanasia respecto al ser
humano como sociedad, y pretendo favorecer la reflexión y aceptación que le debemos
a la eutanasia.
Otro punto que pretendo aclarar es la falta de una perspectiva jurídica. Considero que,
con la adecuada asimilación y aceptación de ciertas cuestiones, en este caso la
eutanasia, el paso natural es otorgar la despenalización/legalización, debido a que
socialmente se deja de condenar o tener en mal concepto dicha cuestión.
Aproximaciones culturales de la eutanasia
Son muchas las culturas antiguas que han tenido una visión positiva de la eutanasia;
los griegos consideraban que una mala vida no es digna de ser vivida, y que, de ser
necesario, se podía terminar con la vida del enfermo si este así lo deseaba. Los
chichimecas y los mexicas nómadas perforaban el cuello de los enfermos de gravedad
y los ancianos, con un previo acuerdo entre el grupo y el enfermo, y esto se
consideraba un sacrificio de lo más honorable, en pos del bienestar de la comunidad.
Algo parecido sucedía con el pueblo celta, que brindaba ayuda para terminar con
miembros de salud delicada, donde los hijos debían perpetuar el acto en los padres si
fuese necesario.
Es interesante cómo la religión ha influido y continúa influyendo (en menor medida) en
el pensamiento occidental, incluyendo la noción de la eutanasia. Es a partir de la
irrupción del pensamiento cristiano que se condena de manera formal a la eutanasia,
manteniéndose esta prohibición hasta el siglo XIX, donde se muestra una progresiva
apertura a dicha práctica. Francis Bacon (1623) da importancia al buen morir e insta a
los médicos a que hagan lo propio ayudando a las personas a fenecer.

Concepción cultural de la vida y muerte


En occidente se ha mantenido a la muerte como un tabú, algo malo y temido, y que se
debe evitar a toda costa. En las culturas orientales ocurre todo lo contrario; la muerte es
visto como algo natural de la vida, un proceso que fluye y continúa con la existencia.
En el México prehispánico, no existía una ruptura entre la vida y la muerte. La muerte
se consideraba un ciclo sucesivo a la vida, una pequeña pausa, para después renacer.
Así, la sociedad concilió su pensamiento con la noción de la muerte, integrándola a su
mitología y su vida cotidiana. Y es gracias a esta tradición que heredamos de nuestros
antepasados que México representa un caso único en cuanto a la noción de muerte,
somos capaces de poder convivir con ella sin la restricción típica del pensamiento
occidental.
A raíz de esta tradición mexica y la influencia europea en el Virreinato surge el día de
muertos, la cual es la mayor muestra de aceptación de la muerte que se puede
manifestar: bajar a la muerte del peldaño intocable donde se alza y poder ser capaz de
verla a los ojos, de convivir con ella, recordarla e, incluso, mofarse de ella.

Psicoanálisis y la muerte
En “De Guerra y de Muerte” (1915) Freud declara que el ser humano es consciente que
en algún momento de su vida tiene que morir, y sabe que esto algo natural e inevitable,
pero tiene una tendencia dominante a hacer a un lado su propio deceso. El hombre
sabe de su fatal destino, pero trata de desconocerlo, de eliminar a la muerte de la vida.
En teoría psicoanalítica, Freud propuso las pulsiones como los factores que definen el
comportamiento de un organismo para satisfacer una necesidad, catalogándolos en
pulsiones de vida y pulsiones de muerte.
Las pulsiones de vida nos obligan a estar en constante movimiento buscando satisfacer
necesidades que surgen mediante el principio del placer, y la meta última de este
movimiento es lograr el equilibrio, estar satisfecho porque no hay más necesidades que
cubrir. Visto desde esa perspectiva, el fin de la vida es la muerte.
Freud menciona además las pulsiones de la muerte, que son el “complemento“ de las
pulsiones de vida. Se basa en que todas las personas tienen un deseo inconsciente de
morir, y es más fuerte esta pulsión en personas que a lo largo de su vida han
experimentado más dolor que placer, la muerte promete la liberación del conflicto y el
sufrimiento constante que han marcado su existencia

El suicidio como alternativa


Aunque se podría considerar al suicidio como una vía mucho más sencilla a la
eutanasia, no lo considero una opción válida. Es conveniente remitirse a los datos duros
del suicidio; según datos recopilados por la Organización Mundial de la Salud (OMS),
cada año cerca de 1 millón de personas cometen suicidio, siendo las personas de entre
19 y 25 años los casos más comunes.
Con base en lo anterior, podemos decir con seguridad que las personas que más
cometen suicidio son los jóvenes, que además presentan problemáticas emocionales,
sociales o financieras. Debido a la edad, son raros los casos donde la causa tenga
razones orgánicas.
Considerando los diversos programas de ayuda y prevención del suicidio, y el hecho de
que solucionar los problemas de índole emocional es más sencillo que tratar con una
enfermedad crónico-degenerativa o terminal, el suicidio es una cuestión completamente
diferente a la eutanasia.
Como conclusión respecto al suicidio (y no pretendo emitir ningún juicio), considero que
es el último recurso para personas que no pueden lidiar correctamente con sus
complicaciones emocionales, sea cual sea la causa que haya detonado estas
cuestiones, por ejemplo, acoso escolar, despido del trabajo, problemas financieros,
depresión, etc.
El hecho de que la eutanasia tenga validez al interrumpir la vida porque es
médicamente inútil tratar de salvarla, y el suicidio pueda interpretarse como una suerte
de capricho de una persona que no puede afrontar la vida con la templanza suficiente,
marca toda la diferencia entre uno y otro.

El rol de los médicos


Hipócrates rechazó tajantemente la eutanasia y prohibió a sus discípulos ponerla en
práctica en su juramento hipocrático, además de cualquier ayuda para cometer suicidio,
creando con esto la primera actitud de rechazo hacia la eutanasia, aun cuando no había
ninguna posibilidad de salvar al desahuciado.
Es conveniente recalcar que todos los médicos modernos lo consideran una máxima
respecto al ejercicio y enseñanza de su profesión.
He de confesar mi total desconocimiento acerca de la postura ante la eutanasia de los
docentes y las personas responsables de la formación de los futuros médicos (sin
embargo, es útil considerar el radicalismo en el pensamiento de algunos docentes), y
resulta muy probable que se siga manteniendo este rechazo a la eutanasia.
Consultando periódicos y revistas confirmé que la postura de los médicos continúa
siendo de rechazo. Aunque la apertura es mayor, continúa siendo un tema peliagudo
Algo importante a considerar son los avances de la ciencia enfocados a la medicina,
ahora más que nunca se han hecho grandes descubrimientos y aportaciones al
diagnóstico y tratamiento de enfermedades. La tecnología contribuye enormemente a
esta causa, haciendo que los procedimientos sean más eficaces y con menos riesgos.

Economía y sociedad, relación costo-beneficio


En este mundo siempre hay más de una perspectiva a tomar en cuenta, y estimo
relevante la perspectiva económica que todos estos avances representan.
Alguien tuvo que financiar estas investigaciones, pero el egoísmo es tan grande y la
codicia tan influyente que estas mismas personas esperan recuperar su inversión y
obtener más capital con la aplicación práctica de estos descubrimientos. Qué le vamos
a hacer, la sociedad está marcada por el individualismo.
Y es en el consumidor donde cae la responsabilidad de pagar por estos logros.
Aumento de precios y menor accesibilidad son los efectos secundarios del progreso. Es
más importante la remuneración económica que el bienestar de la propia especie.
Desviando ligeramente la cuestión, qué tan viable resultaría -en términos de recursos
materiales, capitales y/o humanos- prolongar la vida de un moribundo. Un enfermo
terminal, un anciano o una persona con intenso dolor físico necesita una gran
disponibilidad de todos ellos.
Acelerar la muerte de estas personas, sin lugar a duda, podría traducirse como una
manera de optimizar estos recursos.

Familia y vejez
Los drásticos cambios que ha experimentado el núcleo familiar han hecho que cuidar
de un miembro que necesita constante atención o ayuda se vuelva muy difícil, ya sea
que los miembros de la familia tengan otras responsabilidades, como asistir a la
escuela o al trabajo, o que el cuidar del enfermo resulte en un desgaste emocional y
físico significativo, por lo que algunas familias han recurrido a particulares que ayuden
con dicha tarea, lo cual no es viable para una buena parte de las familias.
Hay que considerar que en México se espera que dentro de 20 años incremente de
manera importante el nivel de adultos mayores. A nivel mundial se espera que el
número de personas mayores a 60 años pase de 605 millones a 2000 millones antes
del año 2050, lo cual hará que aumenten las cuestiones de salud a tratar, con la
consecuente necesidad de recursos destinados a ello.
Los pacientes geriátricos, personas mayores de 75 años, altamente dependientes,
presentan pluripatología o deterioro en las capacidades cognitivas. En estos casos, y
con el deseo expreso del paciente, se puede y se debe hacer válida la eutanasia.

Cuestión de perspectiva
Habrá quien argumente que la eutanasia resulta muy radical e inhumano. En este caso,
lo mejor es pedirle que se imagine cómo sería vivir como alguien con poca calidad de
vida y que presente un padecimiento grave e incurable.
Podrás pedirle a cualquier persona que se imagine como seria vivir bajo estas
condiciones, y es probable que responda que sería horrible vivir así, pero encontrará
algún argumento para refutar la práctica de la eutanasia. El problema radica en que es
muy difícil encontrar a alguien con tal nivel de empatía y por lo tanto podrás pasar tu
vida entera sin encontrar a alguien con tal nivel de empatía.
En el hipotético caso de que exista una persona capaz de sentir en su propia carne el
dolor punzante de la artritis, el sentir como el frío se abre paso por el tejido blando hasta
los huesos, el no poder hacer cosas tan sencillas como subir escaleras, el sentir la
angustia de no poder reconocer tu propia casa, reconocer los rostros que antes eran
tan familiares, y la constante sensación de no poder controlar tu propia mente.
Aún con una persona que pueda lograr tal hazaña, sólo podría experimentar un instante
en la vida del paciente, y no se puede comparar con el convivir a diario con esas
afecciones. Debido a esto no es conveniente considerar juicios ajenos a los del
paciente, ya que no vivimos en su realidad.

Una alternativa a la eutanasia


Existe la posibilidad de que el enfermo no desee la muerte y es entendible. En estos
casos los cuidados paliativos son la mejor opción. Se aplican a pacientes que presentan
un cuadro clínico irreversible y que traen consigo sufrimiento físico o psíquico al
paciente, pero que no está calificado como terminal.
Los cuidados paliativos son los cuidados últimos que se le dan a una persona para
hacer que su transición hacia la muerte sea lo más cómoda y suave como sea posible.
Tanto en el aspecto físico como en el aspecto anímico, y se pueden dar en el
diagnóstico o posterior tratamiento del padecimiento. Además, brinda apoyo a los
familiares del enfermo a afrontar la pérdida.
La atención para pacientes terminales comienza después de que se suspende el
tratamiento de la enfermedad y cuando es claro que la persona no va a sobrevivir a ella.
Esta manera de afrontar la muerte resulta idónea, ayuda al enfermo a asimilar su
condición, lo que reduce enormemente su propio sufrimiento y mejora su calidad de
vida, dando bienestar y tranquilidad al enfermo y sus acompañantes

Conclusión
El derecho a la vida es un hecho, de ahí la prohibición a que ésta sea arrebatada
arbitrariamente por un tercero, aún cuando se cuente con la disposición del interesado.
A mi propio pensar, el presente ensayo trata los temas más relevantes acerca de la
prohibición de la eutanasia. No toqué la cuestión religiosa debido a que no le atribuyo
ninguna validez en el sentido práctico, tampoco el tema de los valores o el aspecto
jurídico porque soy creyente de que, con la aceptación de un tópico, el paso natural sea
despenalizarlo.
Así, incluí los que a mi parecer son los aspectos más relevantes acerca de la eutanasia
y el por qué debe ser legalizada. Dejé de lado a los países que ya han legalizado la
eutanasia, como Canadá, los Países Bajos o Colombia, porque el tema principal de
este ensayo trata acerca de su prohibición.
Sé que existe una concepción de que la práctica de la eutanasia equivale a cometer
homicidio, pero esto resulta risible. No hay tal, la eutanasia es la mayor expresión de
piedad, de empatía y dignidad. No sólo por el hecho de que brindas ayuda a una
persona, también por el hecho de considerar a la muerte como una opción totalmente
válida y honorable a continuar la existencia con una escasa calidad de vida.
Sin embargo, la eutanasia no se puede tomar a la ligera. Se deben considerar las
opiniones médicas con la máxima relevancia, siempre que estas sean emitidas desde la
racionalidad, analizando concienzudamente el estado de salud y las perspectivas de
tratamiento del enfermo, evitando por completo el ensañamiento terapéutico.
Resulta lamentable lo que nos enseña la experiencia de los países que han legalizado
la eutanasia. Donde esta práctica se ha degenerado a situaciones en las que no hay
evidencia médica de que sea necesaria, sino que es un capricho de personas que no
tienen deseos de continuar viviendo. Por otro lado, se presentan casos donde ya no es
el paciente quien la pide, sino que la hace la familia o los propios profesionales de la
salud, al considerar ellos que el paciente está en una condición de vida no digna,

También podría gustarte