Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La distinción procede del derecho romano, en concreto, del Digesto (1,1,1,2). El derecho privado
es el que se ocupa del provecho o utilidad de los particulares. El derecho público tiende a proteger
intereses colectivos o sociales.
Esta distinción puede utilizarse con dos fines: como criterio de clasificación de materias, de las
diferentes ramas del derecho (derecho privado: civil o mercantil; derecho público: derecho
financiero o administrativo) y con un fin o carga ideológica en favor de determinadas formas de
organización social. Para las ideologías liberales, tiene preferencia el derecho privado. En los
regímenes totalitarios o intervencionistas, prevalece el derecho público.
La distinción entre derecho público y derecho privado ha sido esbozada por autores en distintas
teorías:
1. La teoría de interés: básicamente es reproducir lo que decía el Derecho romano. El
derecho privado se ocupa del interés personal, mientras que el derecho público se ocupa
del interés social o comunitario.
2. La teoría de los sujetos:para esta teoría, el Derecho público, es aquel que se ocupa de las
relaciones jurídicas y de las normas que la regulan en las que interviene el Estado. El
Derecho privado, es el que se ocupa de las relaciones entre particulares.
3. La teoría que diferencia según el tipo de normas. (*Las normas dispositivas son aquellas
que rigen salvo que las partes dispongan otra cosa.). En el Derecho público prevalecen las
normas imperativas o de derecho necesario, o normas cogentes, y las relaciones de
jerarquía. En el privado, prevalecen las normas dispositivas, de derecho voluntario,
permisivas o supletorias, prevaleciendo las normas de libertad y de autonomía.
La dificultad de clasificar todas las ramas jurídicas según los criterios expuestos, ha dado lugar a
dos fenómenos distintos.
1. Ha provocado el surgimiento de la llamada teoría pluralista. Habría un tercer sector que
no sería ni derecho público ni derecho privado, en el que se incluirían las ramas del
derecho de difícil clasificación o encaje. Estas serían la familia, las relaciones
internacionales, las relaciones económicas o las personas jurídicas.
2. Teorías monistas: Una de ellas dice que todo el derecho es derecho público, el origen de
cualquier norma jurídica siempre es público. La otra defiende que todas las normas
jurídicas o todo derecho, es derecho privado, porque el fin de toda norma debe ser la
protección de la persona.
La doctrina concluye que se puede clasificar como derecho privado aquella parte del Derecho en
cuyas normas predomina con carácter inmediato la protección de intereses individuales, sin
perjuicio de que al mismo tiempo se persigan o se protejan con esa norma intereses sociales o
colectivos. Y por el contrario, sería Derecho público aquel sector del derecho en cuyas normas
predomina con carácter inmediato la protección de fines sociales, comunitarios o colectivos, sin
perjuicio de que se atienda a fines individuales.
En este caso, el artículo 4.3 del Código Civil dice que las disposiciones de este código se aplican
con carácter supletorio en las materias reguladas por otras leyes. Como ultimo recurso se debe
acudir al Código Civil cuando otras materias no lo regulan.
Este artículo es consecuencia de la consideración del Derecho Civil, como Derecho Común, es
decir, como heredero del Corpus Iuris Civilis (Digesto). Este era el Derecho común de toda Europa
hasta la época de la Codificación (s.XIX). En España, el cambio es marcado por las Partidas de
Alfonso X. De forma, que el Derecho Civil es el derecho supletorio, al que había que acudir para
llenar las lagunas de los demás textos legales. Este valor supletorio del Código Civil (art 4.3) ha
perdido valor con el transcurso del tiempo. Pierde eficacia en el ámbito de los derechos civiles,
forales o especiales. Las lagunas de estos derechos civiles forales se llenan con los principios
generales propio de cada derecho foral, y sólo en última instancia se recurre al final, como
derecho supletorio de último grado, al Código Civil. Otra causa de esa pérdida, es que las
diferentes ramas del Derecho público, van desarrollando con el tiempo, sus propios principios
generales, de manera que ya no recurren al Derecho Civil.
Antes de nada, se debe distinguir el código de la recopilación. El código es una ley con la que el
legislador pretende regular de forma concreta una rama o sector del derecho, y lo hace siguiendo
un sistema racional en la ordenación de materias con una exposición ordenada de las mismas,
dividiéndolas en libros , estos en títulos, después capítulos, a su vez estos en secciones y
finalmente, en artículos.
En cambio, una recopilación es una colección de leyes preexistentes, procedentes de diferentes
épocas históricas, pero todavía vigentes, y de distinta categoría normativa (leyes, derechos leyes,
costumbres...). Se agrupan siguiendo un determinado criterio que puede variar. Este criterio puede
ser cronológico, de rango normativo o por orden de materias. Se elabora esta recopilación con el
fin de facilitar su consulta y aplicación para los operadores del Derecho.
La valoración actual es que es un Código Civil tardío, no sirve como motor del cambio político,
social y económico de la sociedad española. Resulta, además, desfasado en algunos de sus
contenidos (por ejemplo, en la figura de los censos, y también omite algunas figuras que sí estan
presentes en otros códigos, como las propiedas especiales o ventas especiales).
En cuanto a los méritos, fue elaborado por juristas prácticos (como Alonso Martínez). Se
caracteriza, sin embargo, por su escaso rigor técnico, a diferencia , por ejemplo, del Código Civil
alemán (BGB -1896). Destaca por la sencillez y claridad de su redacción, fácilmente comprensible
por el ciudadano medio. Además, es adaptable a los cambios del tiempo, gracias a su lenguaje y
sencillez, lo que le ha permitido pervivir durante mas de cien años.
Se define al Derecho Civil como el derecho de la persona, es decir, el derecho que se ocupa de
los problemas comunes a cualquier persona (por ejemplo, el nacimiento, el matrimonio, la familia,
el patrimonio y su administración, la muerte y la sucesión mortis causa). Albaladejo y muchos
autores, dicen que el Derecho Civil es el derecho privado general, es decir, aquella parte del
Derecho civil común, una vez que se han separado el Derecho mercantil o el Derecho laboral, y
comprende las siguientes partes: personalidad, familia y relaciones patrimoniales, y dentro de
estas últimas, el derecho de obligaciones, derechos reales y sucesión por causa de muerte.
5. LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
Es la norma suprema del ordenamiento jurídico (a.5 según la Ley Orgánica del Poder Judicial), por
lo tanto tiene eficacia directa en todos sus ámbitos. Determina la derogación de todas las normas
anteriores contrarias a ella, según la disposición derogatoria , apartado 3º. Provoca, a su vez, la
nulidad de las leyes declaradas inconstitucionales por el Tribunal Constitucional (art. 39 Ley
Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTC)).
La influencia y repercusión en el Derecho civil, se ve en el art.12 de la Constitución que fija la
mayoría de edad a los 18 años ( art. 315 Código Civil, ajustándose a la edad de la Constitución).
También tiene la Constitución varios preceptos en cuestión de nacionalidad y extranjería ( art. 11 y
13 de la Constitución). También, al amparo del desarrollo en la constitución de los derechos
fundamentales y libertades públicas (art. 15 y siguientes de la Constitución), tiene su influencia en
el Código Civil y ha dado lugar a la consagración de lo que hoy se llaman “bienes o derechos de la
personalidad”. La Constitución en su art.32 alude al matrimonio, junto con el principio de igualdad
(art.14 de la Constitución) , sin que pueda prevalecer discriminación por razón de sexo, religión,
filiación... En el art. 39 de la Constitución, también se consagra el principio de la protección a la
familia, maternidad e infancia. Y finalmente, el reconocimiento del derecho de propiedad privada
(art. 33.1 Constitución) y de su función social. Y el art. 38 de la Constitución reconoce la libertad
de empresa en el marco de una economía de mercado. Y, por último, el art. 128 de la
Constitución, habla de la subordinación de toda la riqueza del país al interés general.
La Constitución da pautas para distribuir la competencia en materia de legislación civil, entre el
Estado y los territorios forales (CCAA que tienen su propio derecho civil foral). Esto se da en el art.
149.1, 8ª de la Constitución.
6. El Código Civil y la legislación especial
El Código Civil español (1889) contiene un titulo preliminar, cuatro libros, una disposición final (o
derogatoria, en el último artículo, el 1776), trece disposiciones transitorias y cuatro disposiciones
adicionales. El Título preliminar lleva por título o rúbrica, “de las normas jurídicas, su aplicación y
eficacia” (abarca del artículo 1 al 16). Trata de fuentes del derecho. El libro primero tiene como
encabezamiento “de las personas” (del art. 17 al 332). Trata de las nacionalidades, personas
físicas-jurídicas, domicilio. El libro segundo tiene como título “ de los bienes de la propiedad y sus
modificacione” (del art. 333 al 608). Trata de la clasificación de los bienes, propiedad, comunidad,
posesión. El libro tercero tiene como título “de los diferentes modos de adquirir la propiedad” (rt.
609 al 1087). Trata de esos modos de adquirir la propiedad. Regula la ocupación, la donación y
las sucesiones. Finalmente, el libro cuarto tiene como título “de las obligaciones y contratos” (del
art. 1088 al 1976).
La tercera de las disposiciones adicionales (base 27ª – Ley de bases para la elaboración del
Código del 11 de mayo de 1888), prevé un sistema de actuaciones periódicas del Código Civil
cada diez años. Previsión que nunca se ha llevado a cabo, de manera que las actualizaciones del
Código Civil se han ido produciendo conforme a las necesidades de cada momento.
Supuso una gran dificultad para la Codificación española, la existencia de esos derechos civiles
forales (o especiales), como consecuencia de un pasado histórico en el que ciertos territorios de
España habían gozado de autonomía frente a Castilla. Estos territorios eran seis: Cataluña,
Aragón, Baleares, Galicia, parte de Vizcaya y Álava, y Navarra. En el artículo 5 de la Ley de Bases
para la elaboración del Código se declara la subsistencia o pervivencia, de esos derechos civiles
forales. Sin embargo, se prevé en ese mismo artículo, la aplicación en toda España el título
preliminar del Código Civil ( hace referencia a la aplicación y eficacia de las normas) y también, es
de aplicación a toda España, la regulación relativa a las formas del matrimonio.
La singularidad de los derechos civiles forales (o especiales) tienen que ver con el régimen
económico del matrimonio, especialidades en materias de sucesiones o los contratos relacionados
con la explotación del campo. Igualmente el artítculo 6 de la Ley de Bases, prevé la elaboración
de uno o de varios apéndces al Código Civil, en el que se incluyesen las instituciones civiles
forales que se fuese pertinente conservar. Esos apéndices tardarán en ser elaborados. Fue
después de la Guerra Civil, sobre todo con el impulso , a partir del Congreso Nacional de Derecho
Civil de Zaragoza (1946). A partir de este Congreso, se decide elaborar esos apéndices. Cuando
entra en vigor la Constitución, ya estaban elaborados esos seis apéndices. Empezó en 1959,
cuando se elaboró la Compilación de Vizcaya y Álava. En 1960, la de Álava, en 1961 la de
Baleares, en 1963 la de Galicia, en 1967 la de Aragón, y en 1973 la de Navarra.
Según el artículo 149.1 de la Constitución, es competencia exclusiva del Estado una serie de
materias, y entre estas la 8ª sería la legislación civil, sin perjuicio de la conservación, modificación
o desarrollo de los derechos civiles forales, allí donde existan.
Siguiendo este artículo de la Constitución, hay que entender que “en todo caso” es competencia
exclusiva del Estado las siguientes:
1. Las reglas relativas a la aplicación y eficacia de las normas jurídicas.
2. Las relaciones jurídico-civiles relativas a las formas del matrimonio.
3. La ordenación de los registros e instrumentos públicos.
4. La determinación de las bases de las obligaciones contractuales
5. Las normas que resuelven los conflictos de leyes.
6. La determinación de las fuentes del derecho, con sujeción a lo establecido en
los derechos forales.
En esta lección se identificarán las normas, señalarán los caracteres y establecerán su mayor o
menor eficacia jurídica. De esas fuentes se ocupa el artículo 1 del Código Civil. Las fuentes del
derecho se pueden entender en:
1. Sentido material. Son las fuerzas sociales que producen legítimamente
las normas jurídicas, así como el procedimiento que han de seguir para
elaborarlas. Por ejemplo, las leyes nacen de las Cortes, mientras que las
costumbres nacen o proceden de la sociedad.
2. Sentido formal. Consiste en los modos de exteriorización o expresión de
las normas jurídicas. A este sentido formal de la expresión “fuentes del
derecho” es al que se refiere el artículo 1.1 del Código Civil, cuando
afirma que las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la
costumbre y los principios generales del derecho, sin hacer referencia a
la jurisprudencia, que complementa pero que no es fuente del derecho.
El artículo 1.2 dice que ninguna norma puede contradecir otra norma de
rango superior Todos los ciudadanos, en este sentido, y los poderes
públicos están sujetos al principio de legalidad y al de jerarquía
normativa (de acuerdo con el art. 9.3 de la Constitución española).. El
respeto a esos principios es garantía de la interdicción de la
arbitrariedad y de la tutela judicial efectiva (artículo 24 de la Constitución
española). El poder judicial, por su parte, está sometido al imperio de la
ley. (art. 117.1 de la Constitución española) y de ahí se deriva el deber
de jueces y Tribunales de resolver en todo caso los asuntos de que
conozcan aplicando el sistema de fuentes establecido (art. 1.7
Constitución)
La parte principal de las fuentes del derecho es el estudio de la ley, entendida en su sentido
amplio (abarca ley en sentido estricto y reglamento (norma emanada del poder ejecutivo, que son
el decreto y la orden). La Constitución distingue entre leyes orgánicas y leyes ordinarias (art 81 y
82 de la Constitución) todas ellas competencia de las Cortes (art. 66 de la Constitución). Somete
también la Constitución, la potestad reglamentaria del gobierno al imperio de la ley (art. 97 de la
Constitución).
Los Tratados internacionales (art. 94 y 96 de la Constitución) no son de aplicación directa en
España, en tanto no formen parte del ordenamiento interno, mediante su completa publicación en
el BOE ( art. 1.5 del Código Civil). Con carácter excepcional, el art. 93 de la Constitución, prevé la
celebración de tratados por los que se atribuya a una organización internacional el ejercicio de
competencias derivadas de la Constitución. Prevé la adhesión a la Unión Europea, por eso ésta
puede dictar normas jurídicas que tengan eficacia inmediata o directa en España, como sería el
caso de Reglamentos Comunitarios emanados del Consejo. Finalmente, son requisitos de las
leyes la legitimidad y la publicidad. La legimitad consiste en que corresponde elaborar las leyes
a los órganos estatales con poder normativo, siguiendo el procedimiento previsto y dentro de su
ámbito de competencia. La publicidad (art. 9.3 de la Constitución) es indispensable para que
pueda ser conocida por los destinatarios.
Aparecen recogidas como fuente formal del derecho (art. 1.1 del Código Civil) después de la ley.
La costumbre se diferencia del uso por su carácter vinculante. El uso social es el uso sin efectos
jurídicos, por ejemplo, la propina, forma de vestir, regalos en ciertas fechas. El uso jurídico es, por
el contrario, el uso que se adopta en una relación jurídica, por ejemplo, la forma de hacer ciertos
pagos.
La costumbre nace directamente de la sociedad, al margen del Estado, a través de una conducta
colectiva , repetida o reiterada. Los tres elementos de la costumbre son:
1. Elemento material. Es la repetición de una conducta, es decir, la
realización continuada de una conducta de manera uniforme y
duradera.
2. Elemento moral. Es decir, no puede ser contraria (art. 1.3 de la
Constitución) a la moral u orden público.
3. Elemento espiritual. Es decir, que quienes la cumplan crean que la
misma es obligatoria como norma jurídica (OPINIO IURIS SEU
NECESSITATIS, es decir, la convicción de que es vinculante realizar
determinados actos de una forma determinada). Si este elemento
falta, no hay costumbre, sino uso jurídico. El ordenamiento jurídico
puede recurrir o apelar al uso jurídico con dos propósitos:
1. Regular jurídicamente un determinado punto. A esto se le
llama uso normativo, y sí que es fuente del derecho (art.
1.3, 2º del Código Civil). Según este artículo, estos usos
normativos tendrán la consideración de costumbre (art.
570, 571 del Código Civil, y 590, 1258 in fine, 1287 del
Código Civil)
2. Para interpretar la voluntad de los intervinientes en un
negocio jurídico. A estos usos se les llama usos
interpretativos. Según el art. 1.3 2º del Código Civil no
son fuentes del derecho. Ej. 1287 del Código Civil.
El art. 1.3 del Código Civil exige que la costumbre resulte probada, no obstante el art. 281.2 del
Código Civil, como excepción, establece que no habrá que probar una costumbre si ambas partes
están conformes o de acuerdo, en su existencia y contenido, y no es contraria al orden público.
Los tribunales pueden aplicar de oficio la costumbre, si le consta su existencia por ciencia propia.
Sólo es vinculante como norma jurídica la costumbre extra legem o praeter legem. Según el art.
1.3 del Código Civil, se confirma esta regla cuando dice que la costumbre solo rige en defecto de
ley aplicable. La costumbre interpretativa o secundum legem o propter legem, es simplemente un
criterio de interpretación de la ley. La costumbre contra legem no tiene fuerza vinculante, no es
norma jurídica, porque contradice la jerarquía normativa.
En Navarra y Aragón, el orden de fuentes es diferente a la del Código Civil. En Navarra, la
costumbre ocupa el primer lugar en la prelación de fuentes (según las leyes 2ª y 3ª de su
Compilación). En Aragón, el art. 2.º de su Compilación redacta por ley del 21 de mayo de 1985,
dice que la costumbre tiene un valor jurídico superior a la ley dispositiva, pero inferior a la ley
imperativa.
Los principios generales del derecho más importantes hoy en día son los constitucionales, los
recogidos en la Constitución. Frecuentemente, estos principios generales se plasman de ordinario
en máximas jurídicas. Por ejemplo, Nemo dat quod non habet (nadie puede dar lo que no tiene)
,nadie puede enriquecerse torticeramente (ilegal o injusta) en perjuicio de otro, o el de buena fe.
4. LA JURISPRUDENCIA
Los requisitos de la jurisprudencia (art. 1.6 del Código Civil). En este artículo se dice que
jurisprudencia es la doctrina, que de modo reiterado, establezca el Tribunal Supremo. Esta
doctrina, en lo que al derecho civil se refiere, es establecida por la Sala Primera o Sala de lo Civil.
Es necesario, para que se hable de jurisprudencia, que la doctrina se reitere al menos en dos
sentencias. Bastaría con una sentencia, cuando es dictada por el Pleno de la Sala, convocada
al efecto de resolver una cuestión controvertida dentro de la propia sala.
La jurisprudencia se establece en la parte de las sentencias en las que se estima o desestima el
recurso de casación. Es decir, la jurisprudencia solo está en la ratio decidendi, y no sería parte
de ella la redactada a mayor abundamiento (obiter dicta).
En materia de derecho foral, se habla también de jurisprudencia foral. En los territorios con
derecho civil foral, la creación de la jurisprudencia (art. 73.1, a de la Ley Orgánica del Poder
Judicial del 1 de julio de 1985) corresponde a sus respectivos tribunales superiores de Justicia, en
concreto, a la Sala de lo Civil y Penal. A estos tribunales y a esta sala, se les atribuye la resolución
de los recursos de casación basados en una hipotética infracción de las normas de su derecho
civil foral. Se habla también de jurisprudencia menor para referirse, en general, a las sentencias
de los tribunales en general. Pero en vigor, sólo es jurisprudencia la doctrina del Tribunal
Supremo.
El Código Civil dedica los artículos 3 y 4 a las reglas para la interpretación de las normas. La
interpretación de las normas es una labor esencial al objeto de elegir la norma que es aplicable a
cada caso, y precisar las consecuencias derivadas de tal aplicación. Los criterios de interpretación
de las normas jurídicas se contienen en el art. 3.1 del Código Civil. No es una lista cerrada, sino
formulada ad exemplum. Inicialmente hay que atenerse al sentido propio de sus palabras
(interpretación literal). Esta interpretación literal marca los límites dentro de los cuales debe
llevarse a cabo esa interpretación, de forma que no puede exceder el significado normal o
técnico (según los casos) de las palabras. En segundo lugar el art. 3.1 del Código Civil dice que
debe tenerse en cuenta el contexto, es decir, aplicar las reglas gramaticales, así como la
interpretación sistemática. Esto significa, que aquellas palabras o vocablos, que en una parte
de una ley tienen un significado determinado, han de tener igual sentido en el resto de la normal.
Asimismo, han de tenerse también en cuenta (art. 3.1 del Código Civil) los antecedentes históricos
mediatos o inmediatos, que no es más que la evolución que ha sufrido la materia objeto de
regulación normativa a lo largo de la historia. Y también han de tenerse en cuenta los
antecedentes legislativos de una norma, que básicamente son los documentos en los que se
plasma la tramitación parlamentaria de la norma.
Siguiendo con el análisis del art. 3.1 del Código Civil, añade otro criterio más, que es tener en
cuenta la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas las normas (criterio sociológico).
Sirve como medio de actualización de las normas más antiguas. Finalmente, este artículo,
también dice que hay que atenerse al espíritu y finalidad de las normas a la hora de interpretar.
Esa finalidad de la norma puede tener dos sentidos:
1. Concepción subjetiva. Según la cual, la finalidad de la norma,
coincidiría con la finalidad del legislador. De ahí la importancia que
adquiere en la interpretación de las normas, las exposiciones de
motivos de una ley.
2. Concepción objetiva. Intentando buscar la finalidad o el objetivo de
la norma.
Existen otros criterios interpretativos de las normas al margen del artículo 3.1 del Código Civil, que
también deben manejarse. Por ejemplo, las reglas de la lógica, la equidad (artículo 3.2 del Código
Civil), igualmente los principios generales del derecho (art. 1.4 del Código Civil) y
fundamentalmente los principios constitucionales (art. 5.2 LOPJ).
La interpretación puede tener un mayor o menor valor en su atención a la autoridad de su origen.
La interpretación auténtica procede del propio legislador. Es importante también, la
interpretación de los estudiosos (interpretación doctrinal). Tiene aún mayor peso cuando es
pacífica (la gran mayoría de autores están de acuerdo).
La interpretación puede ser extensiva o restrictiva según que la misma atribuya a las palabras
un sentido o significado más amplio o más estricto del que habitualmente tienen. No se pueden
interpretar de forma extensiva, según el art. 4.2 del Código Civil las normas penales (o
sancionadoras), las excepcionales o las de ámbito temporal. Tampoco pueden ser objeto de
aplicación analógica.
La analogía es un instrumento esencial para la integración del ordenamiento jurídico. Si las leyes
no contemplan todos los supuestos que pueden darse o producirse en la realidad (tienen lagunas),
en cambio el ordenamiento jurídico, en su conjunto, es completo. Es decir, debe dar respuesta a
todas las cuestiones que se plantean. De manera, que el ordenamiento en su conjunto no tenga
lagunas. Por esa razón, el artículo 1.7 del Código Civil, ordena a los jueces y tribunales que
resuelvan todos los casos que lleguen a su mano o conocimiento, aplicando el sistema de fuentes
establecido, e incidiendo en esta cuestión, el art. 6. 1º del Código Civil, en redacción originaria,
señala que el tribunal que rehúse fallar basándose en el silencio, oscuridad o insuficiencia de la
ley incurre en responsabilidad. De manera que, se aplica la analogía cuando existe una laguna
legal. A ella se refiere el artículo 4.1 del Código Civil, destacando su función integradora del
ordenamiento. La analogía, según el art. 4.1 del Código Civil, consiste en aplicar a un supuesto no
regulado por la ley, la solución prevista por la norma para un caso distinto, cuando existe
semejanza o similitud esencial (identidad de razón) , entre un supuesto y otro. Se aplica pues, la
máxima latina “Ubi eadem ratio est, ibi iuris dispositio esse debet” (Hechos de igual naturaleza,
han de tener igual regulación). En consecuencia, para aplicar analógicamente una norma, es
necesario interpretarla, es decir, buscar el o los principios generales en los que se inspira esa
norma. La analogía es un instrumento importante para la aplicación de los principios
generales del derecho. Tanto las normas excepcionales, penales o las de ámbito temporal no
pueden aplicársele la analogía.
Hay dos clases de analogía:
1. Aplicar una norma a un supuesto no previsto (analogía legis).
Esta modalidad está recogida en el art. 4.1 del Código Civil.
2. Analogía que se produce a partir de varias normas (analogía
iuris): No está prevista en el art. 4.1 del Código Civil. La doctrina
la admite con unanimidad. Se opera de modo que se parte de
varias normas, se busca el principio que las inspira y se aplica al
caso no resuelto.
La equidad se define como la propensión a dejarse guiar o a fallar movido por el sentimiento de la
conciencia o del deber, más que por las prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto
terminante de la ley. Frente a la aplicación estricta o automática de la ley, la equidad no es otra
cosa que la justicia del caso, considerada por el juzgado, de manera que es un cauce para el
arbitrio judicial. El artículo 3.2 del Código Civil, que se ocupa de la equidad, considera que la
misma es un criterio interpretativo más, porque dice que habrá de ponderarse en la aplicación de
las normas. El art. 3.2 del Código Civil, acaba diciendo que la decisión de un Tribunal sólo puede
descansar exclusivamente en la equidad cuando la ley expresamente lo permita. Estos casos son
el art. 1154 del Código Civil en lo relativo a la cláusula penal, y el art. 1690 del Código Civil en lo
relativo a la sociedad civil.
LECCIÓN 3ª: EFICACIA DE LAS NORMAS JURÍDICAS
Los ciudadanos no tienen el deber de conocer todo el Derecho. Sin embargo, tal deber, sí que les
incumbe a las personas que están al servicio de las Acciones Públicas, a jueces y Tribunales. Por
eso, todos los jueces y Tribunales, responderán por culpa de los daños ocasionados por su
ignorancia del derecho, ignorancia que será inexcusable en aquella parte del mismo inherente a
su función. (art. 16, 411, 417.4 de la LOPJ del 1 de julio de 1985). En consecuencia, los tribunales
deben conocer el derecho y aplicar las normas pertinentes para la resolución del caso, aunque
esas normas no sean alegadas por las partes.
De este principio se deriva la máxima “Da mihi factum, dabo tibi ius” (Dame los hechos, que yo (el
Tribunal) aplicaré el derecho), según el art. 1.7 del Código Civil y art. 218, 1ª de la Ley de
Enjuiciamiento Civil del 7 de enero de 2000). Semejante deber de conocimiento del derecho, no
afecta a la costumbre y al derecho extranjero, que deben ser alegados y probados por las
partes (art. 1.3 y 12.6 del Código Civil). A estos efectos del derecho extranjero, el Derecho de la
Unión Europea no es considerado derecho extranjero. Este principio (iura novit curia) tiene que
ponerse en relación con el llamado principio de congruencia, según el cual, el juez debe tener
en cuenta lo pedido por las partes en el suplico de la demanda, es decir, el resultado perseguido
por ellas, como también debe tener en cuenta, los hechos y causas de pedir alegados por las
mismas.
3. EL FRAUDE DE LEY
Se regula en el art. 6.4 del Código Civil. El derecho, por su carácter coactivo, tiene que imponerse,
no sólo frente a los ataques o transgresiones directas, sino también, tiene que imponerse frente a
los ataques o transgresiones que se realizan de manera indirecta o encubierta. Para reaccionar
frente a estos ataques indirectos, se aplica la figura del fraude de ley. Se ocupa de actos
realizados al amparo de una ley [“norma de cobertura”] , pero que persigan un resultado
contrario al ordenamiento o prohibido por él. Se trata pues, de buscar artificialmente la protección
de una norma [“norma de cobertura”], prevista inicialmente para un caso de diferente, con objeto
de burlar otra norma jurídica [“norma defraudada”], que sería la verdaderamente aplicable al caso
concreto. La existencia, en este punto, tanto nacional como internacionalmente, de varios
ordenamientos jurídicos, hace más sencillo el fraude de ley. A este respecto, en el art. 12.4 del
Código Civil, se dice que es un caso claro de fraude de ley, la utilización de las normas de
conflicto con el fin de eludir la aplicación de una ley imperativa española.
La sanción en estos casos de fraude de ley, es someter esos actos o conductas, a la aplicación de
la norma que se trata de eludir, cualesquiera que sean las consecuencias de tal aplicación. Un
ejemplo de fraude de ley sería, el cambiar de nacionalidad de país que no a otro que sí admite el
divorcio, y así, eludir la ausencia de este en la legislación propia.
El derecho, reacciona frente a los incumplimientos poniendo sanciones. Entre estas sanciones, la
sanción máxima en el ámbito del derecho privado y en particular en el derecho civil, es la nulidad
de lo actuado contra las normas. Es una sanción, que se aplica con carácter general o supletorio,
para asegurar el cumplimiento de las normas imperativas o prohibitivas (art. 6.3 del Código Civil).
Salvo que la norma infringida (imperativa o prohibitiva) establezca un efecto distinto para el caso
de contravención. Los actos nulos de pleno derecho no producen ningún efecto jurídico desde un
principio. La sentencia o la resolución de un Tribunal, que constata esa nulidad de pleno derecho
de un acto, tiene carácter declarativo, porque la nulidad existe desde un principio, y esa
declaración sólo persigue eliminar o destruir cualquier apariencia de validez. La nulidad puede ser,
por su importancia, apreciada de oficio por los Tribunales. Esta sanción de nulidad del acto a ley
imperativa o prohibitiva, es compatible con la imposición de otras sanciones. Por ejemplo, penales
o multas administrativas.
Según el art. 2.1 del Código Civil, las leyes entran en vigor a los 20 días de su completa
publicación en el Boletín Oficial del Estado, si en ellas no se dispone otra cosa. Se prevé pues,
una vacatio legis de veinte días, y ha entrado en vigor simultánea de la ley en todo el territorio
nacional y para todos sus destinatarios. Para así dar tiempo suficiente a los destinatarios para
conocer la ley y acomodar su conducta a ella. La ley puede prever plazos mayores o menores
para su entrada en vigor (en vacatio legis). Por ejemplo, la Disposición final 21ª de la Ley de
Enjuiciamiento Civil. Entra en vigor el 7 de enero del 2000 y se publica el 8 de enero de 2001.
Es posible también, que la ley entre en vigor el mismo día de su publicación en el BOE (en las
leyes que regulen materias económicas). Un ejemplo es el Real Decreto-legislativo 7/2015 del 30
de octubre por el que se aprueba el texto refundido de la ley del suelo y Rehabilitación Urbana.
Entra en vigor y se publican el mismo día (31 de octubre del 2015). También es posible que una
ley o que diferentes partes de una misma ley, entren en vigor en momentos distintos. Por ejemplo,
la Disposición Final 35ª de la Ley Concursal de 9 de julio de 2003.
Este artículo 2.1 del Código Civil, se aplica a las leyes estatales y también a las leyes autonómicas
, cuyas respectivas Comunidades Autónomas no hayan previsto otra cosa para su propio derecho.
Con lo que se refiere a la pérdida de vigencia, pierden vigencia las leyes cuando transcurre el
plazo expresamente previsto para ello, o bien, cuando desaparece la circunstancia para la que se
dictaron. En cambio, no pierden su vigencia, por el simple transcurso del tiempo (salvo el caso
visto, el caso previsto de vigencia), ni tampoco pierden vigencia por el simple desuso o por la
costumbre o práctica habitual (como decía el antiguo art. 5 del Código Civil, en su redacción
original).
Una ley puede ser también derogada por otra ley posterior. Para que ello se produzca, es
imprescindible que esta segunda ley sea de rango igual o superior a la primera, y además, que
esté dictada por un órgano normativo con competencia para producir esa derogación. Existen dos
tipos de derogación:
1. Derogación expresa. En este caso tendrá, la derogación, el alcance
que expresemanete se determine (art. 2.2 del Código Civil).
2. Derogación tácita. Se produce en todo aquello en que la nueva ley sea
incompatible con la anterior. Se produce, por lo tanto, la “ley posterior
derogat anterior”. Será necesaria una interpretación de ambos textos
legales. La última parte del art. 2.2 del Código Civil, dice que por la
simple derogación de una ley, no recobran vigencia las que esta, a su
vez, hubiera derogado.
6. EL DERECHO TRANSITORIO
Estando vigente una ley, ésta se aplica a los supuestos de hecho que se produzcan desde
entonces. La cuestión surge respecto a aquellos supuestos de hecho, que comenzaron a
producirse o incluso, que se produjeron totalmente bajo la vigencia de la anterior ley, y cuyos
efectos jurídicos, no se han agotado o completado totalmente. Para solventar estas cuestiones, se
aplica el derecho transitorio, el cual debe oscilar (tener en cuenta) tanto la seguridad jurídica como
tener presente la necesidad de cambio que viene expresado por la nueva ley. En este caso, las
tesis más conocidas en cuanto derecho transitorio, oscilan, por una parte entre el respeto a los
derechos adquiridos y por otra, aplicar a los efectos de un supuesto de hecho, la ley vigente en
cada momento (TEMPUS REGIT FACTUM). Según el art. 2.3 del Código Civil, las leyes no tienen
efecto retroactivo si no disponen lo contrario. Por lo tanto, la regla general es la irretroactividad
de las leyes. No obstante, el art. 9.3 de la Constitución, establece un límite a esa posible
retroactividad. Dice que son siempre irretroactivas las disposiciones o leyes sancionadoras no
favorables o restrictivas de derechos individuales (a estos derechos, el Tribunal Constitucional
entiende que se refiere a derechos fundamentales y libertades públicas.
Según los resultados en cuanto a la retroactividad, cabe hablar de tres tipos:
1. Retroactividad de grado máximo. La nueva ley se aplica a todos los
efectos jurídicos, incluso los producidos al amparo de la ley anterior
de un supuesto de hecho.
2. Retroactividad de grado medio. Ésta determina que la nueva ley se
aplica a algunos de los efectos de un supuesto de hecho realizado al
amparo de la ley anterior. Por ejemplo, sólo a los efectos producidos
pero no consumados.
3. Retroactividad de grado mínimo. Es aquella en que la nueva ley se
aplica sólo a los efectos que se produzcan tras su entrada en vigor.
Aunque el artículo 2.3 del Código Civil, exige una disposición expresa para exceptuar el principio
de irretroactividad. La doctrina admite la posibilidad de una retroactividad tácita (por lo menos de
grado mínimo) derivada de la interpretación de la ley. Hay ciertas norma o leyes, que por su
contenido naturaleza o finalidad, tienen que aplicarse con un cierto grado (aunque sea mínimo) de
retroactividad. Estas normas serían: las leyes interpretativas, las complementarias de leyes
anteriores, procedimentales o aquellas que pretenden establecer un régimen uniforme sobre
determinada materia.
Existen dos tipos de normas o disposiciones transitorias:
1. El tipo más sencillo, son aquellas normas que se limitan a establecer cuál
de las dos leyes (antigua o nueva) es aplicable a cada caso.
2. El legislador, al elaborar las disposiciones transitorias, realiza unas más
elaboradas, lo que se conoce como disposiciones transitorias específicas
(ad hoc), con una propia regulación de transición para los supuestos en ella
contemplados
1. LA RELACIÓN JURÍDICA:
1.1. CONCEPTO
La relación jurídica es una relación social, como elemento material o de hecho, a la que el derecho
asocia una consecuencia jurídica (elemento formal). Son los efectos jurídicos de las relaciones
humanas.
El origen de la relación jurídica es siempre un hecho jurídico (ej. el aluvión al que se refiere el
artículo 366 del Código Civil). Si en ese hecho jurídico interviene la voluntad humana, se llama
acto jurídico (ej. la ocupación según el artículo 610 del Código Civil). O bien, a veces, el ser
humano puede determinar el contenido de ese acto jurídico, en cuyo caso se llama negocio
jurídico (ej. el matrimonio, contrato). La relación jurídica es siempre una relación entre personas.
Hay dos vertientes:
1. Entiende que la relación jurídica es siempre una relación entre
personas, entre sujetos de derecho. Ésta fue defendida por Savigny
en Alemania, y en España por la doctrina mayoritaria (Albaradejo,
Castán).
2. Otros autores (Ihering, Enneccerus y en España, De Buen) señalan
que sí es posible una relación jurídica entre una persona y una cosa.
Esto se daría, por ejemplo, en los derechos reales.
1.2. ESTRUCTURA
Se llama institución jurídica, al conjunto de normas jurídicas que regula un cierto tipo de relación
jurídica (ej. el matrimonio, la compraventa, la permuta...), de manera que la suma de instituciones
jurídicas civiles es lo que forma el Derecho Civil.
2. EL DERECHO SUBJETIVO
2.1. CONCEPTO
Se dice que Derecho subjetivo es el concepto opuesto o correlativo, al deber en una relación
jurídica. De forma, que el Derecho subjetivo, se define como el poder, concedido por el
ordenamiento jurídico a la persona, para la autosatisfacción de intereses dignos de protección.
2.2. CONCEPTOS AFINES: FUNCIÓN JURÍDICA. FACULTADES. EXPECTATIVA
DE DERECHO
A veces, el ordenamiento jurídico otorga un poder a la persona, no para que ella autosatisfaga sus
intereses, sino para que cumpla un deber. De tal forma, que esto es lo que se llama función
jurídica, es decir, un poder concedido por el ordenamiento a una persona, para que esta cumpla
un deber o deberes, que le impone el mismo ordenamiento. Es decir, la persona tiene un poder
para cumplir un deber. Los ejemplos más típicos de función jurídica, se dan en el ámbito del
derecho de familia, y son, por ejemplo, la patria potestad y las instituciones o cargos tutelares.
Además de la función jurídica, hay que hablar del concepto de facultad. El poder, en sentido
global, que es el derecho subjetivo, se descompone en una serie de posibilidades de actuación del
mismo a las que se llama facultades. Donde se da esto, es en el derecho de propiedad, que se
define como el más amplio poder de dominación que el ordenamiento permite tener sobre una
cosa. El dueño tiene el derecho subjetivo de propiedad y se compone de una serie de facultades,
como la capacidad de disponer de una cosa, de gravado, de aprovechar sus frutos, etc.
Otro concepto similar es la expectativa de derecho. Ésta es una simple posibilidad de llegar a
adquirir un derecho subjetivo. Lacrux dice que una expectativa de derecho es “la vocación más o
menos insegura, verosímil o condicionada, a una titularidad, es decir, a un derecho subjetivo,
futura.
2. Objeto. El objeto del derecho subjetivo es la materia o realidad social, sobre la que recae el
poder concedido al sujeto. Puede ser el comportamiento que ha de realizar el deudor
(=PRESTACIÓN) en los derechos de crédito u obligación. En los derechos reales, el objeto
es la cosa o también, ciertas manifestaciones esenciales de la persona (derechos de la
personallidad, como el derecho al honor, a la intimidad, a la imagen...).
3. Contenido. Es el poder del sujeto sobre el objeto, es lo que corresponde al titular. Está
integrado por un conjunto de facultades.
2.4.
Esta distinción procede de la distinción romana entre actio in rem/actio in personam. Los derechos
absolutos son los que tienen eficacia y son oponibles o ejercitables frente a cualquiera (ERGA
OMNES). El caso más típico de derechos absolutos es el de los derechos reales.
Los derechos relativos son aquellos derechos ejercitables sólo frente a una o varias personas
concretas. Estos serían los derechos de crédito u obligación (artículo 1257.1 del Código Civil).
Derechos transmisibles/intransmisibles
Los derechos transmisibles son aquellos que pueden ser dispuestos o transmitidos por el sujeto y
adquiridos por otra persona, que se convierte en nuevo titular del mismo. Es la regla que sean
transmisibles. Pueden ser transmisibles inter vivos o mortis causa.
Los derechos intransmisibles son aquellos no susceptibles de transmisión. Por ejemplo, los
derechos de la personalidad. También son intransmisibles, aunque sean reales, los derechos de
uso y habitación (art. 525 del Código Civil).También son intransmisibles las llamadas obligaciones
personalísimas o INTUITU PERSONAE (establecen en consideración a circunstancias personales
del deudor (art. 1161 del Código Civil)). Los derechos intransmitibles también son llamados
derechos personalísimos. La intransmitibilidad es la regla en las funciones jurídicas, lo normal es
que sean instransmitibles, como la patria potestad o la tutela.
Derechos personales/patrimoniales
Los derechos personales son los que amparan manifestaciones personales del sujeto (persona)
en cuanto tal, lo que incluiría los derechos de la personalidad (derecho al honor, imagen...), y
también, las manifestaciones de la persona en cuanto miembro de la comunidad familiar
(derechos personales, derivados, del matrimonio). Estos derechos personales son inherentes a la
persona e intransmisibles. Satisfacen necesidades personales del sujeto, y no son valorables en
dinero. A veces, con poco rigor, se llama derechos personales a los derechos de obligación,
utilizándose como sinónimo.
Los derechos patrimoniales son aquellos que tienen un contenido económico y satisfacen
intereses materiales del sujeto. El conjunto de derechos patrimoniales de un sujeto es su
patrimonio. Los derechos patrimoniales, en contraposición, son transmisibles.
Hay derechos subjetivos que podrían incluirse en ambas categorías. Por ejemplo, el derecho de
autor (tienen tanto un componente económico como un componente moral). Este supuesto de
hibridez se vería también en la deuda de alimentos (artículo 142 y siguientes del Código Civil). Es
una deuda económica que va unida a una relación conyugal o parental.
2. Derechos corporativos. Son los que tiene el sujeto como miembro de una persona
jurídica. Por ejemplo, el derecho al voto, a los dividendos...
3. Derechos de crédito. Son los que facultan a una persona, llamada acreedor, para exigir
de otra persona, llamada deudor, una determinada prestación.
4. Derechos reales. Son aquellos que otorgan al titular, el poder sobre una cosa. En esta
categoría se incluyen, asimismo, los derechos sobre bienes incorporales, como la
propiedad intelectual o industrial.
3. EL DEBER JURÍDICO
La norma impone una conducta con una determinada sanción. De manera que, la persona a quien
afecta tal norma recibe una sujeción o necesidad normativa. Esa sujeción o necesidad normativa
es lo que se llama deber jurídico. Según Albaladejo, el deber jurídico se puede definir como la
necesidad de observar cierto comportamiento impuesta por las normas reguladoras de la relación
jurídica. La necesidad de cumplir la obligación por parte del deudor ante el acreedor es el deber
jurídico.
2. Modos derivativos. Los modos derivativos se basan en un derecho precedente, del que
derivan por transmisión (por ejemplo, se transmite una finca o un crédito), o bien, por
constitución (el titular del derecho subjetivo, separa alguna facultad que compone ese
derecho subjetivo para crear un nuevo derecho en favor de otra persona). Por ejemplo, el
dueño de una finca establece o constituye sobre ella un usufructo.
Desde otro punto de vista, la adquisición puede ser simple o particular cuando se limita a un
derecho subjetivo. De ésta, se distingue la adquisición universal, que produce un patrimonio, como
un todo, mediante un solo acto (UNO ACTU), sin necesidad de que se transmita, uno a uno, cada
uno de los derechos subjetivos que componen ese patrimonio. El único supuesto de adquisición
universal que contempla nuestro derecho, es el caso de la sucesión mortis causa en favor del
heredero.
El ejercicio del derecho subjetivo comprende, en principio, toda la extensión a que el mismo
alcance. Se aplica una máxima romana: QUI SUO IURE UTITUR, NEMINEM LAEDIT (Quien usa
de su derecho no daña a nadie). Sin embargo, este principio debe compaginarse con la exigencia
de buena fé en el ejercicio de los derechos (artículo 7.1 del Código Civil). Los límites del derecho
subjetivo marcan la extensión y el alcance del mismo. Se pueden distinguir:
2. Impuestos por una norma jurídica. Por ejemplo, las servidumbres legales
5.1. PLANTEAMIENTO
Se recoge como principio general en el artículo 7.1 del Código Civil (conforme a la redacción de
1974). Proclama que los derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe.
Supone un enlace entre la ética y el derecho. La jurisprudencia entiende que esta buena fe es
objetiva y no subjetiva.
5.2. BUENA FE
-Concepto
El artículo 7.2 del Código Civil (en la redacción actual, 1974), proscribe el abuso del derecho y el
ejercicio antisocial del mismo. Constituyen un límite intrínseco del derecho subjetivo. En el
segundo párrafo de este arículo es donde elabora la conceptualización del concepto. El abuso del
derecho puede entenderse en dos sentidos:
2. Objetivo. Sería el ejercicio anormal de un derecho (es decir, de forma contraria a los fines
económico-sociales del mismo).
El abuso del derecho puede apreciarse, indistintamente, tanto en sentido subjetivo u objetivo.
-Creación jurisprudencial
El Tribunal Supremo, inicialmente, había señalado que quien usa de su derecho a nadie daña. Se
mostraba contrario a la idea del abuso del derecho. La situación cambia en 1942, con una
sentencia del Tribunal Supremo del 13 de junio, en la que señala que no se puede ejercitar un
derecho de forma abusiva. Dos años más tarde, dicta el mismo Tribunal Supremo una sentencia
el 14 de febrero, en la que ya perfila o enumera los requisitos del abuso del derecho:
2. Daño para tercero. Material o moral que el tercero no esté obligado a sufrirlo como
consecuencia del ejercicio lícito del derecho por el que se le causó.
3. Que sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio del derecho. Se aprecia
conforme a tres criterios alternativos:
El artículo 11.2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (de 1 de julio de 1985) dice que los
Tribunales y Juzgados rechazarán fundadamente las peticiones, incidentes o excepciones que se
formulen con manifiesto abuso del derecho o que entrañen o impliquen fraude de ley o procesal.
-Efectos
LECCIÓN 5ª
1. LA PERSONA Y LA PERSONALIDAD
2.1. NACIMIENTO
En el Derecho romano eran necesarios tres status para gozar de personalidad: status libertatis,
status civitatis, status familiae. Es decir, debía ser libre, ciudadano y padre de familia.
En el Derecho moderno se identifica el ser humano con la persona. Sin embargo, no todas las
legislaciones ni todos los autores están conformes en cuanto al momento exacto del comienzo de
la personalidad. A tal efecto, se han elaborado varias teorías:
2. Teoría de la viabilidad. Ésta exige, no sólo el nacimiento, sino que la criatura sea viable,
sin vicio orgánico o funcional alguno, que le impida llevar una vida independiente.
3. Teoría del nacimiento. Es la teoría más aceptada modernamente. Una vez producido el
entero desprendimiento del seno materno, se adquiere la personalidad. Por lo tanto, se
debe haber nacido con vida, con independencia de la aptitud para prolongarla (viabilidad).
El artículo 29 del Código Civil, en su primera parte, establece que el nacimiento determina la
personalidad. Durante más de un siglo, desde que se aprobó en 1889, el artículo 30 del Código
Civil, exigía, para atribuir personalidad a la criatura, que tuviese figura humana y que viviese un
mínimo de 24 horas enteramente desprendido del claustro materno. Con lo cual acogía la teoría
de la viabilidad. La disposición final 3ª de la Ley del Registro Civil, de 21 de julio de 2011, da una
nueva redacción a ese artículo 30 del Código Civil, que entró en vigor al día siguiente de su
publicación en el BOE. El artículo 30 del Código Civil dice que la personalidad se adquiere en el
momento del nacimiento con vida, una vez producido el entero desprendimiento del seno materno.
Es persona si tiene capacidad jurídica y capacidad jurídica.
La cuestión es determinar cuál de los nacidos tiene los derechos inherentes a la primogenitura.
Antiguamente, se sostuvo que el último en nacer había sido el primer concebido, de tal forma, que
era el mayor. Se recurre a que primogénito da idea de primer concebido. Esta cuestión la resuelve
el artículo 31 del Código Civil, señalando que la prioridad del nacimiento en el caso de partos
dobles, da al primer nacido los derechos que la ley reconoce al primogénito. De tal forma, que el
primer nacido, el mayor, antes es persona y antes tiene personalidad, y es por tanto, el
primogénito. Por lo que, el primer nacido es el primogénito tanto a efectos legales como también
voluntarios. Por ejemplo, alguien lega una finca al mayor de sus hijos, al primogénito, al que nace
antes.
Por analogía, la solución se aplica de igual forma en casos de partos múltiples.
Dada la importancia del nacimiento, en aras de buscar la seguridad jurídica, se precisa una
pruebla clara y preconstituida. Esta es el Registro Civil, que se regula por una ley del 21 de julio
de 2011, que antes había sido regulada por una ley del 8 de junio de 1957. A tenor de la Ley de
Registro Civil (21 de julio de 2011) , la inscripción del nacimiento da fe del hecho del mismo, de la
fecha, hora y lugar en que ocurre, la identidad de la criatura, su sexo y, si se conoce, su filiación
(artículo 44.2 de la Ley de Registro Civil). La inscripción se practica en virtud de declaración
realizada en el formulario oficial, firmada por el o los declarantes, acompañada de parte facultativo
(art. 44.3 de la Ley de Registro Civil).
La inscripción del nacimiento determina la apertura de un registro individual para la criatura, a
quien se le asigna un código de identidad personal. Una vez aplicada la inscripción de nacimiento,
el encargado del Registro expide un certificado literal que servirá como prueba del nacimiento
(.art. 44.9 de la Ley de Registro Civil).
Están obligados a promover o instar la declaración del nacimiento, pero sin orden de prioridad, las
siguientes personas:
1. La dirección de hospitales, clínicas o establecimientos sanitarios en que se produce el
nacimiento.
2. El personal médico o sanitario que atendió el parto, si éste tiene lugar fuera de tales
establecimientos.
3. Los progenitores, salvo la madre, en el caso de que renuncie al hijo en el momento del
parto. En cuyo caso promovería la declaración, la institución pública que en la Comunidad
Autónoma tenga asignada la protección de menores.
4. Los parientes más próximos.
5. Cualquier persona mayor de 18 años que estuviera presente en el parto, al tiempo del
alumbramiento (artículo 45 de la Ley de Registro Civil).
3. EL CONCEBIDO
Es el ser humano concebido y no nacido, es decir, el nasciturus, qui in utero ist (está en el útero).
Aunque sea el nacimiento el que determina la personalidad, lo cierto es que el Derecho protege al
nasciturus, desde el Derecho romano, como spes homini (esperanza de hombre).
Ha habido diversas teorías para explicar la naturaleza jurídica de la protección que se brinda al
nasciturus:
1. Teoría de la personalidad de la concepción
2. Teoría de la ficción jurídica.
3. Teoría del derecho subjetivo sin sujeto o con sujeto transitoriamente indeterminado.
4. Teoría de la capacidad limitada del concebido
La teoría que ha acabado por imponerse fue la que denunció Federico de Castro, que dice que
frente al nasciturus se produce una “situación de pendencia”. Esta situación está basada en
consideraciones de equidad, y sin conceder al nasciturus personalidad (sólo la da el nacimiento;
artículo 30 del Código Civil), se afirma que el derecho que sea favorable al nasciturus está en una
situación de pendencia. De tal manera que, si el nasciturus llega a nacer con los requisitos del
artículo 30 del Código Civil, entonces se produce la adquisición del derecho, teniéndole por nacido
desde la concepción. Si el nasciturus no llega a nacer, o no lo hace con las condiciones del
artículo 30 del Código Civil, se dice que el derecho no sufre alteración porque no lo llega a adquirir
el concebido que no ha nacido.
Por lo tanto, esa protección otorgada al nasciturus tiene dos caracteres:
1. Protección condicional. Sólo se da si el concebido (nasciturus) nace con los requisitos
del artículo 30 del Código Civil.
2. Protección relativa. Sólo se extiende a lo favorable, es decir, sólo se refiere a la
adquisición de un derecho o a una situación ventajosa para el nasciturus. Aunque esa
situación ventajosa fuera acompañada de un gravamen o carga. Por ejemplo, se le deja la
propiedad de un terreno hipotecado o sujeto a una servidumbre.
Es el ser humano aún no concebido pero que posiblemente puede serlo en lo venidero (por
ejemplo, el hijo de tu hijo, que hoy tiene 7 años). Si el nasciturus no tiene personalidad, tampoco la
tendrá, obviamente, el concepturus (artículo 30 del Código Civil) ni goza de la protección del
nasciturus (artículo 29.2 del Código Civil). Sin embargo, en cuanto es posible su futura existencia
y personalidad, sí que cabe atribuirle derechos, en cuanto sea susceptible de determinación
(identificable). Por ejemplo, el hijo de mi hijo.
Se ha planteado en la sucesión mortis causa, admitida por la doctrina (Albaladejo, Roca Sastre
Lacruz) y la jurisprudencia, la posibilidad de instituir sucesor a un concepturus (heredero o
legatario) siempre que sea identificable. También se ha planteado, en materia de donación,
dictando la doctrina que es posible en un contrato siendo necesaria oferta y aceptación, pero es
polémico. Albaladejo dice que se prodía formular la donación de forma condicional. También cabe
proteger al concepturus en los contratos a favor de tercero (artículo 1237.2 del Código Civil). Por
ejemplo, en un contrato de seguro o de renta vitalicia (artículo 1802 del Código Civil).
4.1 . MUERTE
Siguiendo la tradición jurídica, el artículo 32 del Código Civil dispone que la personalidad civil se
extingue por la muerte de las personas. De manera que, es la única causa de extinción que
reconoce. La muerte, además de extinguir la personalidad o la capacidad jurídica, extingue las
relaciones de carácter personal del sujeto, y también la extinción de los derechos que sean
vitalicios. En efecto, los derechos personales (personalísimos) se extinguen por la muerte del
titular:
1. Los derechos de la personalidad, es decir, el derecho al honor, el derecho a la intimidad
personal o familiar, derecho a la imagen..., sin perjuicio de que sus herederos puedan
ejercitar acciones en defensa o reparación de esos derechos del difunto. Así lo reconoce el
artículo 4 de la Ley Orgánica del 5 de mayo de 1982 de protección del derecho al honor,
intimidad e imagen.
2. Los derechos de obligación establecidos INTUITU PERSONAE, referidos a cualidades o
circunstancias personales del deudor (artículo 1161 del Código Civil).
3. En principio, los derechos de familia también se extinguen por la muerte de su titular (por
ejemplo, la patria potestad o la tutela).
Por el contrario, una vez extintos los derechos personalísimos, los derechos patrimoniales no se
extinguen por la muerte, sino que se transmiten mortis causa a sus sucesores.
Como se ha visto, según el artículo 32 del Código Civil, la muerte es la única causa de extinción
de la personalidad civil, pero el Derecho prevé un supuesto semejante a ella: la declaración de
fallecimiento, que supone una presunción de muerte y le asigna los mismos efectos prácticos de
ésta.
Al igual que el nacimiento, la muerte necesita una prueba clara y preconstituida a fin de preservar
la seguridad jurídica, y esta prueba, al igual que el nacimiento, es el Registro Civil (Ley de 21 de
julio de 2011). La inscripción hace fe de la muerte de una persona y de la fecha, hora y lugar del
mismo (artículo 62.1 de la Ley de Registro Civil). En la inscripción debe figurar la identidad del
fallecido. La inscripción de defunción se realiza mediante declaración expresada en el documento
oficial, acompañada del certificado médico de defunción (artículo 62.2 de la Ley de Registro Civil).
El encargado del Registro Civil, una vez practicada la inscripción de defunción, expedirá una
licencia permitiendo el encierro o la incineración en el plazo que reglamentariamente se
determine. La inscripción de defunción cierra el registro individual, y el código personal no se le
puede atribuir a otra persona (artículo 62.3 y 62.4 de la Ley de Registro Civil).
Las personas obligadas a promover la inscripción de defunción, sin orden de prioridad, son:
1. La dirección del hospital o establecimiento donde se produce.
2. Los parientes del difunto, sin concreción del grado de parentesco.
3. El personal médico que la haya certificado.
4. Cualquier persona que tenga conocimiento del fallecimiento de otro, debe ponerlo en
conocimiento de la autoridad competente para que esta autoridad promueva la inscripción
(artículo 63 de la Ley del Registro Civil).
5. EL PROBLEMA DE LA PREMORIENCIA
En el caso de que varias personas fallezcan en un mismo suceso puede crear problemas para
determinar quién ha muerto antes. El legislador ha resuelto estas cuestiones poniendo fin a toda
controversia en el artícula 33 del Código Civil: “Si se duda entre dos o más personas llamadas a
sucederse, quién de ellas ha muerto antes, quien sostenga la muerte anterior de uno u otro debe
probarlo. A falta de prueba se presumen muertas al mismo tiempo y no tiene lugar la transmisión
de derechos de uno a otro”. Este artículo consagra la llamada teoría de la comoriencia, es decir,
la presunción de fallecimiento simultáneo de esas personas. Se puede demostrar la muerte
anterior de cualquiera de ellas usando cualquier medio de prueba. Se rechaza la tesis de
premoriencia, quedando la de comoriencia.
Realmente esta teoría de la comoriencia, más que una presunción, es una ficción, porque es casi
imposible la muerte simultánea de dos o más personas. Es una traducción, a este ámbito, de la
teoría de la carga de la prueba. Según la cual el que alega la adquisición de un derecho, basado
en un determinado hecho, debe probar este hecho.
LECCIÓN 6ª
La capacidad jurídica es lo mismo que personalidad, siendo esto, la aptitud para ser titular de
relaciones jurídicas (de derechos subjetivos y deberes jurídicos). La persona física tiene
capacidad jurídica (o personalidad) desde el nacimiento (artículos 29.1 y 30 del Código Civil) hasta
la muerte (artículo 32 del Código Civil). Esta capacidad jurídica es igual para todos, no admite
gradaciones, lo que la distinguirá de la capacidad de obrar.
La capacidad de obrar tiene su sustrato en las condiciones naturales del sujeto. Sin embargo, el
principio de justicia debe compaginarse con el de seguridad jurídica. Es más fácil hacer depender
la adquisición de la capacidad de obrar a circunstancias objetivas externamente recognoscibles. El
Código la sitúa a los 18 años de edad.
En consecuencia, pueden distinguirse los siguientes grados de capacidad de obrar:
En el Derecho Romano la condición jurídica de persona venía determinada por tres status
(libertatis, civitatis, familiae), es decir, ser libre, ciudadano y sui iuris. Savigny criticó la teoría de los
status, y no la consideraba aplicable a los sistemas jurídicos modernos. Como consecuencia de su
influencia, la doctrina alemana no habla del estado civil, al igual que muchos autores españoles.
Estudian la capacidad de obrar y sus grados o circunstancias que la modifican.
Según Albaladejo, “estado civil” son situaciones de especial carácter, permanencia o relevancia, o
de cualidades que por estar en ellas tiene la persona. Así, por ejemplo, la cualidad de español de
origen (artículo 17.1, 1) del Código Civil) que ostenta el hijo de padre o madre españoles.
En nuestro derecho se reconocen los siguientes estados civiles, que determinan los grados de la
capacidad de obrar:
1. La edad y la incapacitación.
3. Afiliación (vínculo jurídico de una persona con progenitores y viceversa). Repercute en una
serie de derechos y deberes. Sin embargo, las diferentes clases de afiliación (matrimonial,
extramatrimonial o adoptiva) carecen de diferencias en capacidad y consideración jurídica
(artículo 14 de la Constitución y artículo 108.2 del Código Civil).
4. Nacionalidad y la vecindad civil que determinan la legislación aplicable a cada persona,
según los artículos 9.1 y 14.1 del Código Civil.
2. Orden público. Las normas reguladoras del estado civil son normas imperativas o de
derech cogente, es decir, son indisponibles por los interesados. En todos los procesos o
pleitos sobre el estado civil, es siempre parte el Ministerio Fiscal (artículo 3.6 del Estatuto
Orgánico del Ministerio Fiscal, de 30 de diciembre de 1981).
3. Eficacia erga omnes. El artículo 222.3, 2º párrafo de la Ley de Enjuiciamiento Civil, señala
que las sentencias sobre el estado civil producirán efectos frente a todos a partir de su
inscripción en el Registro Civil.
1. Título de adquisición. Es el hecho o causa que lo fundamenta, así, el ser hijo de español
otorga la nacionalidad española del hijo. El matrimonio fundamenta el estado civil de
casado.
2. Título de legitimación. Es la constancia o acreditación del estado civil, sin tener que probar
en cada caso el título de acreditación. El título de legitimación principal, primario o
preferente, es el Registro Civil, y el título de legitimación secundario o complementario, es
lo que se llama “posesión de estado”:
3. Título probatorio. Es el documento o documentos con los que se puede probar el estado
civil. Por ejemplo, la sentencia firme o el acta de matrimonio.
3. MINOR AETAS. Se extendía desde los 14 hasta los 25 a los hombres y desde los 12 hasta
los 25 para mujeres. Se ostentaba la capacidad de obrar restringida y sumisión a la
CURATELA.
En la actualidad, todos los códigos modernos, fijan una edad teniendo en cuenta el normal
desenvolvimiento mental de una persona estándar o promedio. Esta edad, en España, la fija el
artículo 315 del Código Civil en los 18 años. Este artículo coincide con el artículo 12 de la
Constitución. A partir de los 18 se alcanza la capacidad de obrar plena. Antes del Código Civil, esa
mayoría de edad se fijaba a los 25 años. En el Código Civil se reduce a 23 años. Por decreto de
13 de diciembre de 1943 se reduce a 21 años. Por último, mediante el decreto-ley del 16 de
noviembre de 1978, se sitúa en los actuales 18 años.
Se sigue el sistema de cómputo civil (artículo 5 del Código Civil), contándose de fecha a fecha.
Hay una singularidad en el artículo 315 del Código Civil, incluyéndose completo, el día de
nacimiento.
La mayoría de edad, a pesar de lo que diga el artículo 314 del Código Civil, no es una clase de
emancipación, son estados civiles distintos. Aunque, es cierto que ambos extinguen la patria
potestad.
La capacidad de obrar del mayor de edad es plena, según el articulo 322 del Código Civil. Sin
embargo, como hemos visto, ciertos actos jurídicos necesitan algo más (un “plus” de capacidad),
como la adopción (artículo 175 del Código Civil), siendo necesario un mínimo de 25 años de edad.
La Ley de Protección del Menor, de 15 de enero de 1996, en su artículo 2.2, se prevé que todas
las limitaciones de la capacidad de obrar de los menores han de ser interpretadas
restrictivamente. De lo que se concluye la admisión implícita de un cierto grado (limitado) de
capacidad de obrar del menor.
5.1. Concepto
La emancipación otorga al sujeto una capacidad de obrar restringida o intermedia. Actúa por sí
mismo en el mundo jurídico, pero para cierto tipo de actos necesita su complemento de capacidad
(“asentimiento”, “consentimiento”, “autorización”…) para la validez de ese acto ([padres: anteriores
titulares de la patria potestad o un Curador]), si estos el acto es anulable (a.293 del CC). La
emancipación provoca la extinción de la patria potestad (a.169.2 del CC) o de la tutela (a. 276,4
del CC). La emancipación del menor sometida a tutela: se llama “beneficio de la mayoría de
edad”.
5.2. Clases
5.3. Efectos
Se dice también que la emancipación es una especie o suerte de mayoría de edad anticipada, la
emancipación confiere capacidad de obrar, pero todavía no plena de forma que para ciertos actos
necesita el emancipado el complemento de capacidad que le otorgaran los anteriores titulares de
la Patria Potestad o un Jurado. (Art. 286, 1º y 2º).
Art. 323 del CC: El menor emancipado no puede por si solo realizar una serie de actos:
1) Tomar dinero a préstamo. 2) Gravar o enajenar bienes inmuebles, establecimientos mercantiles
o industriales u objetos de extraordinario valor: sin el consentimiento de los padres o en su caso
de un Curador. (El Art.324 introduce una regla especial para enajenar o gravar los bienes
indicados en el Art. 323:
•El Art. 324 dice que si dichos bienes son comunes o gananciales y el otro cónyuge (del
emancipado) es mayor de edad, basta para el consentimiento de los actos el acuerdo de ambos
cónyuges.
•Si el cónyuge no es mayor de edad se precisa el consentimiento de ambos esposos, y además,
el de los padres, o curadores, de uno y otro.
LECCIÓN 7ª
4. Actos personalísimos del incapacitado. Son actos que los realiza personalmente el
sujeto o no los puede realizar nadie en su nombre. El incapacitado podrá realizar esos
actos si tiene capacidad mental para ello. Estos actos son el matrimonio, el testamento y
el reconocimiento de hijo extramatrimonial.
1. En el matrimonio la aptitud mental es un requisito esencial, cuya falta dará
lugar a la inexistencia del matrimonio por ausencia o falta de consentimiento (según el
artículo 73.1 del Código Civil, aunque en lugar de inexistencia lo llama nulidad). Cuando
una persona sufre una alteración sensorial, intelectual o psíquica (según el artículo 56.2
del Código Civil), se requerirá un dictamen médico sobre su aptitud para prestar el
consentimiento.
2. El segundo de los actos personalísimos es el testamento. El artículo 663 del
Código Civil, exige aptitud mental para otorgarlo. Según el artículo 665 del Código Civil,
dice que si en la sentencia de incapacitación no se precisa si la persona puede otorgar o
no testamento, el notario pedirá el informe médico de dos facultativos que se pronuncien
sobre la aptitud de la persona para otorgarla.
3. El reconocimiento de un hijo extramatrimonial. En este caso el artículo 121
del Código Civil, se exige al incapacitado la aprobación judicial.
1. Porque el juez niega la autorización para que siga el internamiento. Es por tanto, una
cesación por decisión judicial.
Esta cuestión se regula por una ley de 18 de noviembre de 2003. Esta ley parte de la previsión del
artículo 49 de la Constitución, que trata de la protección de los disminuidos psiquícos, físicos y
sensoriales y del hecho de la frecuente supervivencia de estas personas a sus progenitores.
Se debe tratar el concepto de persona con discapacidad de esta ley. El artículo 2.2 de esta ley,
distingue la discapacidad psíquica, de la física o sensorial. Señala que se considerará
discapacitado a los efectos de esta ley a:
1.1. Patrimonio separado. Es aquella parte del patrimonio de una persona, en este caso,
de un discapacitado, que es tratada por la ley como independiente para ciertos efectos. El
patrimonio separado se define en el artículo 1.1 de esta ley como la aportación a título
gratuito de bienes y derechos al patrimonio del discapacitado, con mecanismos para
garantizar su conservación y rendimiento, a fin de garantizar las necesidades vitales del
discapacitado. El patrimonio separado lo puede constituir el propio discapacitado (si tiene
capacidad de obrar suficiente) o bien, sus padres, tutores o guardadores de hecho. Puede,
asimismo, constituir este patrimonio separado, un tercero que desee constituir este
patrimonio, pudiendo exigir su constitución a las anteriores personas. Si estas se niegan,
pedirá la constitución de ese patrimonio al juez. La constitución del patrimonio se realizará
en escritura pública o bien, por resolución judicial (según el artículo 3 de esta ley).
1.2. Autotela. Se modifican mediante esta ley ciertos artículos del Código Civil,
introduciendo la autotutela. Esto significa que el propio tutelado puede designar tutor y
adoptar previsiones y disposiciones sobre la tutela. El artículo 9 de esta ley, modifica los
artículos 223, 234 y 239 del Código Civil.
1.3. El contrato de alimentos. Esta ley introduce en el Código Civil la normativa del
contrato de alimentos, en los artículos 1791 a 1797 del Código Civil. El contrato de
alimentos trata de los alimentos convencionales frente al deber legal de alimentos (del
artículo 142 y siguientes del Código Civil). Por ese contrato, el alimentante (quien da) se
compromete a proporcionar al alimentista, alimentos, manutención, vivienda y asistencia
de todo tipo, con carácter vitalicio, a cambio de un capital que se recibe en bienes o en
derechos. No es preciso, para este contrato de alimentos, que el alimentista sea
discapacitado. Sin embargo, es uno de los medios que se pueden utilizar para proteger al
discapacitado.
2. Derecho sucesorio mortis causa.
Lección 8ª
El Código civil regula la prodigalidad como un supuesto de incapacitación parcial. Sin embargo, no
da del CC un concepto de pródigo. El concepto gramatical de pródigo es: “El malirroto, disipador,
el que malgasta o derrocha su hacienda en gastos vanos o inútiles, sin medida orden ni razón”.
Las Partidas de Alfonso X (5, 11, Ley 5); caracteriza al Pródigo como “desgastador de sus bienes”.
Para la jurisprudencia los elementos que constituyen la prodigalidad son:
(a) Conducta desordenada y ligera, (no meramente desacertada) en la gestión de su patrimonio.
(b) Conducta sea habitual.
(c) Que ponga injustificadamente en peligro la conservación del patrimonio.
• De estos tres elementos se deduce el concepto de prodigalidad.
El Concepto: “Es la persona que por su conducta desordenada pone en peligro la conservación de
su patrimonio”. — (No es necesario para que alguien sea pródigo que los actos sean inmorales,
es decir; gastos en vida ocios o disipada). STS 19 de Junio de 1915: Estimó pródigo a quién
destino su patrimonio a obras de caridad o de beneficencia y se arruinó.
En el Derecho Romano se equiparaba la figura del furiosus o exagerado mental, y se le sometía a
Curatela, aunque era más limitada que la del loco. Necesitaba la asistencia del curador para
realizar actos disposición o celebrar contratos por los que asumía obligaciones. En el Derecho
germánico: se incapacita al pródigo; pues es un peligro para la comunidad y para él mismo. Las
legislaciones anglosajonas no recogen tal figura. En el Derecho Español hasta 1983 (Ley 24, 10,
1983) Reforma el CC en esta materia: “La prodigalidad era una institución de protección de la
legítima. Sólo podía ser pedida por los legitimarios. (Que son el cónyuge, o sus hijos y
descendientes, o los padres y descendientes).
• HOY, tras esa reforma del CC de 1983 la prodigalidad es una institución de protección de la
familia. Sólo cuando alguien tenga familiares y en la medida en que los tenga, puede ser
considerado pródigo. (Examen)
Desde el punto de vista de la persona y de la capacidad del pródigo: “la prodigalidad es un estado
civil de incapacitación parcial que otorga al pródigo una capacidad de obrar restringida o
intermedia”.
La Prodigalidad es un caso o supuesto de incapacitación que se constituye o se declara por
sentencia constitutiva después del oportuno procedimiento (Art. 199 CC) y no por las causas del
(Art. 200 CC), sino que la causa de la prodigalidad: es por la conducta habitual dilapidadora. Al
Declarado Pródigo, no se le priva de la capacidad de obrar, sin embargo; para ciertos actos (los
que determina la sentencia Art. 760, 3 LEC). Para esos actos, necesita el pródigo el complemento
de capacidad que le concede el CURADOR. — Si carece de ese complemento, el acto es
anulable (Art. 293 CC).
• Los Sujetos activos: para la declaración de la Prodigalidad, es decir; legitimados activos para
presentar la demanda o promover la declaración de prodigalidad son los alimentistas presentes o
potenciales: En el Art. 757, 5 de la LEC: “Podrán adquirir la declaración de prodigalidad, el
cónyuge, los descendientes o ascendientes del presunto pródigo que perciban alimentos del
mismo o se encuentren en situación de reclamárselos”. — Este Art. 757,5 sigue diciendo: “Si estas
personas fueren menores o incapacitados, deberán pedir la prodigalidad sus representantes
legales” — y añade— “si no la pidieren los representantes legales, lo hará el Ministerio Fiscal”.
• El Sujeto pasivo: es el propio pródigo (legitimación pasiva en proceso) al que acudirá con su
propia defensa y representación. Si no lo hace le representará el Ministerio Fiscal, salvo que haya
sido el Ministerio Fiscal quién planteó la demanda, en cuyo caso, se le nombrará al presunto
pródigo un defensor judicial. Todo esto según el Art. 758 de la LEC.
3. Proceso y sentencia
Solo puede la prodigalidad ser constituida por sentencia, según el (Art. 199 del CC). Es un
Proceso Verbal (Art. 753 LEC) y además un procedimiento declarativo especial. (Art. 756 y ss.
LEC). Como es un proceso referido al Estado Civil, siempre será parte el Ministerio Fiscal. (Art.
3.6º del Estatuto Orgánico del 30/12/1981 y del Art. 749 LEC).
La sentencia que declara la prodigalidad como afecta al estado civil de la persona se inscribe en el
Registro Civil, si esa persona, es titular registrado de bienes inmuebles puede inscribirse esa
sentencia en el Registro de la Propiedad. (Art. 2.4 LH). Si el pródigo fuera comerciante, la
sentencia también se inscribirá en el Registro Mercantil.
4. Efectos de cesación
El efecto esencial de la constitución del estado civil de pródigo (por sentencia) es la incapacitación
parcial. El Art. 760, 3 LEC, expresa que la sentencia determinará los actos que el pródigo no
puede efectuar sin el “consentimiento” del curador tales actos: los fija la sentencia. Se restringe la
capacidad del pródigo en la esfera patrimonial inter vivos.
Queda intacta la capacidad del pródigo en la esfera personal, en la esfera familiar pura y en la
patrimonial mortis causa. — En la esfera patrimonial familiar la sentencia puede restringirle la
capacidad para ciertos actos, bien directamente (Ej. se le prohibe disponer de los bienes
gananciales) o indirectamente: se le prohibe disponer de los bienes, sin distinguir entre bienes
privativos y bienes gananciales (o comunes). La administración y disposición de los bienes
gananciales se realiza conjuntamente por ambos cónyuges (Art. 1375 del CC). — Si uno de los
cónyuges es pródigo su consentimiento puede ser suplido por autorización judicial (Art. 1376 y
1377 CC).
• La sentencia de prodigalidad es constitutiva. Tiene efectos ex nunc, o lo que es lo mismo NO
tiene efectos retroactivos. Lo que tiene importancia para la validez de los actos del pródigo:
1) Actos anteriores a la demanda de prodigalidad: La incapacitación no les alcanza, y son por
lo tanto válidos. — Art. 297 CC: “los actos del declarado pródigo anteriores a la demanda
no podrán ser atacados por esta causa”.
2) Actos realizados entre la demanda y la sentencia de prodigalidad: Los actos realizados en
este periodo tienen el mismo régimen, que los realizados después de la sentencia. Según
se deduce a sensu contrario del Art. 297 CC.
3) Actos posteriores a la sentencia: Los actos que el pródigo no puede realizar por sí mismo,
si los hace o los realiza sin el complemento de capacidad del curador, son actos anulables.
Según el Art. 293 del CC.
La cesación de la prodigalidad solo puede producirse (como incapacitación parcial) sólo puede por
una nueva sentencia, luego del oportuno proceso. — Los dos motivos por los que puede cesar la
situación de prodigalidad son:
(a) La desaparición de todos los alimentistas (es decir el pródigo se queda sin familia).
(b) Cesa la prodigalidad, cuando el pródigo cambia de conducta. Cuando deja de ser irreflexivo o
desordenado. (Es decir, sienta la cabeza).
Lección 9ª
1. El domicilio. La residencia
A) EL Domicilio Real: El Art. 40 del CC (en su primer párrafo CC) dice que el domicilio de la
persona natural (=física) es el lugar de residencia habitual. — Este es el domicilio real; Se
compone de dos elementos:
1) El corpus: El elemento material que es el hecho de la residencia.
2) El elemento espiritual: (El ANIMUS PERPETUO COMMORANDI) que es la intención de
residir en el de modo permanente.
• EL Domicilio Real , por tanto: es la residencia normal, y presumible para un futuro próximo.
B) El Domicilio legal es el impuesto por una norma jurídica. Se refiere el Art. 40, 1 CC y, en su
caso, el que determine la LEC. — La actual Ley de Enjuiciamiento Civil (7/01/2000): No contiene
ningún caso de domicilio legal, a diferencia de la anterior LEC (1881) que sí recogía varios. — La
jurisprudencia sostuvo siempre que si el afectado residía habitualmente en otro lugar, prevalecía el
domicilio real sobre el legal. —Lo que si Señala la LEC actual (7/01/2000) es que el domicilio del
demandado como determinante de la competencia territorial del juzgado de 1ª Instancia (Art. 50 y
ss. LEC actual). Otro caso de “Domicilio legal” es el de residenciado en el Art. 40.2: El domicilio
de los diplomáticos residentes por razón de su cargo en el extranjero, que gocen del derecho de
extraterritorialidad, será el último que hubieren tenido en territorio español. (Es una ficción legal)
C) El domicilio convencional (o electivo) es el que eligen las personas para localizar (vulgarmente,
“domiciliar”) ciertas actuaciones jurídicas, por ejemplo, la consumación de un contrato (artículo
1171.1º del Código Civil) o la llamada “sumisión (artículos 54 y siguientes de la Ley de
Enjuiciamiento Civil) para la determinación de la competencia territorial. La trascendencia jurídica
del domicilio es muy importante. Así, el artículo 40.1 del Código Civil, se tiene para el ejercicio de
los derechos y el cumplimiento de las obligaciones. También tiene importancia para la
determinación de la competencia territorial, según el artículo 50 y siguientes de la Ley de
Enjuiciamiento Civil. El domicilio no afecta a la capacidad de obrar de la persona, ni es un estado
civil. Sin embargo, su prolongación en ciertos territorios, con determinados requisitos, puede
provocar un cambio de vecindad civil (artículo 14.5 del Código Civil).
-Puede darse también el caso de pluralidad de domicilios. Siendo posible que una persona tenga
simultáneamente varios domicilios. Por ejemplo, pareja en la que cada cónyuge vive en una
ciudad – tiene un domicilio- y se juntan en el de uno de ellos los fines de semana o en vacaciones.
O la persona que vive en una ciudad 6 meses y los otros 6 en otra diferente.
-En segundo lugar, se puede dar la ausencia de domicilio, por ejemplo, el vagabundo, artista
circense que vive en su carromato o marino que no tiene otro hábitat que su barco.
En estos casos, para todas las cuestiones con trascendencia jurídica se tendrá en cuenta su
residencia.
1. Residencia habitual., que es el domicilio, según el artículo 40.1 del Código Civil.
2. La residencia que no es habitual pero tiene cierta permanencia. Serían las estancias que
no llegan a la habitualidad definitoria del domicilio, sea por su carácter accidental (por
ejemplo, la estancia en un hospital para una operación), o bien, por su carácter ocasional
(por ejemplo, para la preparación de exámenes). O además, por su carácter de temporada,
por ejemplo, de verano. A este tipo de residencia es a la que se llama residencia
propiamente dicha.
3. Residencia de simple paso o tránsito, que ni siquiera tiene permanencia. Por ejemplo, el
hotel en una ciudad en la que pernocta un cantante de gira. A este tercer tipo, se le
denomina residencia o paradero.
El Código Civil no reglamenta la residencia, pero algunas veces sí que se refiere a ella. Por
ejemplo, los artículos 181 y 183 del Código Civil.
2. La ausencia
El sentido material de “ausencia” coincide con su significado etimológico (AB ESSE – no estar
presente). En cambio, en sentido técnico o en sentido jurídico, se une la incertidumbre sobre la
existencia de una persona, por el tiempo transcurrido y la falta de noticias. Es la situación en que
se encuentra una persona cuyo paradero y existencia se desconoce en el ámbito social en la que
se desenvuelve normalmente. Lo que se expresa con la fórmula clásica de Ignorantia ubi sit et an
sit.
El profesor Serrano define a la ausencia como el estado civil de quien se duda si vive, bien porque
se ignora su paradero durante cierto tiempo, o bien, porque desapareció en circunstancia de
peligro para la vida.sin haberse tenido de ella más noticias. Como crítica o análisis de esta
definición, muchos autores concluyen que la ausencia no es un estado civil, porque no modifica su
capacidad de obrar, como se deduce del artículo 188 ,2 del Código Civil. El Código Civil regula la
ausencia en el artículo 181 y siguientes del Título VIII, Libro I del Código Civil. Estos artículos
fueron redactados nuevamente por una ley de 8 de septiembre de 1939, para adaptarlo a las
circunstancias de ese momento histórico, con multitud de desaparecidos en la contienda, a los
que se hubo de declarar ausentes o fallecidos. La Ley de Enjuiciamiento Civil, de 2000, acorta los
plazos para la declaración de fallecimiento. Finalmente, la Ley de la Jurisdicción Voluntaria de 2
de julio de 2015 introduce un tercer tipo de supuesto para la declaración de fallecimiento, en la
que no es necesaria el transcurso de ningún plazo.
El Código Civil distingue tres situaciones que van de una menor a mayor incertidumbre UBI SIT
ET AN SIT:
En principio, no hay dudas sobre su existencia, pero sí sobre su paradero. Una persona
desaparecida de su domicilio o del lugar de su última residencia, sin haberse tenido en ello más
noticias, sin tener representación legal (por ser menor o incapacitado) o representación voluntaria,
el Secretario Judicial puede, a instancia (o petición) de parte interesada o del Ministerio Fiscal,
nombrar un defenor, que ampare y represente al desaparecido en juicio o negocios que no
admitan demora sin perjuicio grave (y no se cumplen los plazos para declararlo ausente).
Los cuatro caracteres según De Castro, en relación a este concepto son:
1. Es un remedio del abandono de sus bienes. Ese abandono se produce, no sólo por la
desaparición, sino por la falta de representante legal o voluntaria. Porque de haberlo,
defiende en su nombre y representación, a la persona y a los bienes del desaparecido.
3. Estas medidas provisionales no significan que exista “duda oficial” sobre la vida del
desaparecido. Esta nota es relativa a la ausencia legal.
2. Necesidad de actuar en juicio o en negocios que no admitan demora sin perjuicio grave.
Esta necesidad no se produce si el juicio o negocio son atendidos por el representante
legal o voluntario.
Una vez que se cumplen los presupuestos, al desaparecido se le nombra un defensor. Este
defensor no es el defensor judicial del artículo 299 y siguientes del Código Civil, que se nombra
para menores o incapacitados. La función del defensor pertinente se limita a actuar en nombre del
desaparecido en ejercicios o negocios urgentes.
A quíén se nombra defensor aparecen enumeradas en el artículo 181,2 del Código Civil, y se
nombran según este orden de prioridad:
Puede el Secretario Judicial tomar a su prudente arbitrio, las medidas necesarias para la
conservación del patrimonio del desaparecido (artículo 181, 3 del Código Civil). También puede, el
Secretario Judicial, adoptar a instancia de parte interesada, con audiencia del Ministerio Fiscal, o
incluso de oficio, medidas de averiguación, investigación y protección de la persona del
desaparecido y de sus bienes.
Las medidas provisionales pueden tener – no necesariamente – efectos familiares, por la razón de
que el desaparecido no puede desarrollar o ejercer funciones de derecho de familia. Así, la patria
potestad es ejercida conjuntamente por ambos padres (artículo 154 del Código Civil). La ejercerá
uno solo de ellos, si el otro está desaparecido, según el artículo 156, 4º del Código Civil. Si el
desaparecido era el único progenitor que ostentaba la patria potestad (por ejemplo, era viudo, o
era el único progenitor que figuraba en la filiación extramatrimonial, o el otro cónyuge ha sido
privado de la patria potestad). En estos casos se le puede nombrar al hijo un tutor. También, en
cuanto a los efectos familiares, la administración y disposición de los bienes gananciales
[corresponde conjuntamente a ambos cónyuges, según el artículo 1375 del Código Civil], en el
caso de desaparación de un cónyuge esa administración y disposición puede serle atribuida
judicialmente al otro cónyuge (artículos 1388 y 1389 del Código Civil).
Se da en tres supuestos:
1. Por su reaparición.
2. Por darse las otras situaciones de ausencia, que son la ausencia legal o la declaración de
fallecimiento.
3. Por la constancia de la muerte del desaparecido.
4.1. Concepto
Los requisitos para que se produzca la ausencia declarada o legal (declaración de ausencia) son:
1. La desaparición de la persona de su domicilio o última residencia (artículo 183, primer
inciso, del Código Civil).
2. Transcurro de un período de tiempo. Éste puede ser de un año, contando desde sus
últimas noticias, o en su defecto, desde su desaparición si el ausente no ha dejado
nombrado un apoderado con facultades de administración de todos sus bienes (según el
artículo 183,1 del Código Civil). El plazo asciende a tres años desde las últimas noticias o
desde la desaparición, si ha dejado nombrado a tal apoderado con facultades de
administración de todos sus bienes (según el artículo 183, 2 del Código Civil). Este artículo
precisa que aún habiéndolo nombrado, si el mandatario (apoderado) muere tras haber sido
nombrado, o renuncia justificadamente o caduca el mandato y ha pasado ya un año desde
la desaparición o desde las últimas noticias, se entiende cumplido el requisito del plazo.
4.3. Sujetos activos
4. Hermanos mayores de edad que hayan convivido familiarmente con el ausente, y con
preferencia del mayor sobre el menor.
5. Representante dativo, es decir, persona solvente y de buenos antecedentes que el
Secretario Judicial designe a su prudente arbitrio, previa audiencia del Ministerio Fiscal. En
relación con este representante, el artículo 185,2 del Código Civil, dice que a este
representante dativo se le aplicarán las reglas sobre capacidad especial, excusas y causas
de remoción propias de la tutela.
En principio, el representante no tiene atribuciones sobre la familia del ausente. Sin embargo, la
familia del ausente tiene que continuar su vida personal, jurídica y patrimonial, incluso con la no
presencia del ausente. De manera que, sí tiene ciertos, aunque limitados, efectos familiares:
1. En las relaciones personales del matrimonio, el cónyuge del ausente puede pedir la
separación o el divorcio (siguiendo los artículos 81 y 86 del Código Civil).
2. En las relaciones patrimoniales del matrimonio, el cónyuge presente tiene, por resolución
judicial, la administración y disposición de los bienes gananciales (según el artículo 1387
del Código Civil). El cónyuge presente, también puede pedir, que se declare por resolución
judicial, la disolución del régimen de gananciales (según el artículo 1393, 1º del Código
Civil), pasando al régimen de separación de bienes (artículo 189 del Código Civil).
3. En las relaciones de filiación, los hijos del ausente no se presumen matrimoniales (según
el artículo 116 y concordantes del Código Civil). El cónyuge presente es el que pasa a
ostentar la patria potestad, según el artículo 156, 4º del Código Civil.
Los derechos eventuales que se produzcan en el matrimonio del ausente (lo que el artículo 186
del Código Civil denomina “frutos, rentas y aprovechamientos”) pasan a engrosar dicho
patrimonio. Es distinto el caso de derechos que pueda adquirir el ausente, por ejemplo, mediante
donación. Estos derechos, para ser adquiridos, necesitan un sujeto. En el caso del ausente, existe
incertidumbre sobre su existencia. Al respecto, resuelve la cuestión, el artículo 190 del Código
Civil, que dice que para reclamar un derecho en nombre de la persona constituida en ausencia, es
preciso demostrar que estaba viva en el instante en que era necesaria su existencia para adquirir
ese derecho. Los autores subrayan que entra (la letra del artículo 190 del Código Civil) en
flagrante contradicción con el artículo 195,1 del Código Civil, que establece una presunción de
vida del ausente. Se presume, en este caso, que el ausente ha vivido hasta el momento en que
deba reputársele fallecido.
5.1. Concepto
En los supuestos del artículo 194,2 y 194,3 del Código Civil, sólo está legitimado activamente el
Ministerio Fiscal. Por otra parte, esta declaración de fallecimiento es totalmente independiente de
la declaración de ausencia, de tal forma que puede declararse el fallecimiento tras la declaración
de ausencia, o bien, sin haberse antes producido la declaración de ausencia.
La declaración de fallecimiento produce, en principio, los mismos efectos que la muerte de la
persona, es decir, la extinción de la personalidad (artículo 32 del Código Civil). Sin embargo, como
matización, la declaración de fallecimiento no puede sustraerse a la idea de provisionalidad. En
consecuencia, sus efectos no son tan absolutos y definitivos como los de la muerte dado que
siempre existe la posibilidad de que el declarado fallecido reaparezca.
La muerte se inscribe como tal en el Registro Civil, siempre que se pruebe con tal certeza que
excluya cualquier duda racional. En cualquier otro caso, debe procederse a la declaración de
fallecimiento.
5.2. Requisitos
Estos requisitos varían en los tres supuestos previstos en los artículos 193 y 194 del Código Civil:
LECCIÓN 10ª
3. Intervención del Ministerio Fiscal en esta materia, como por ejemplo en expedientes y
recursos.
2. Adquisición (originaria/derivativa)
2.1. Originaria
La originaria es aquella adquisición que se produce en el momento del nacimiento, sin declaración
ni más trámites ni requisitos. La adquisición derivativa es aquella que se produce en un momento
posterior al nacimiento, e implica un cambio de nacionalidad. El artículo 11.2 de la Constitución,
precisa que ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad. El artículo 17.1
establece los supuestos de nacionalidad española de origen (IURE SANGUINIS – por filiación ;
IURE SOLI – por nacimiento en España). Existen otros casos de adquisición originaria: por ficción
legal (adquisición originaria de la nacionalidad española), siguiendo los artículos 19 y 17,2 del
Código Civil.
1 – IURE SANGUINIS. Adquisición originaria por filiación. Es el supuesto del artículo 17,1,
apartado a) del Código Civil. Éste indica que son españoles de origen los nacidos los nacidos de
padre o madre española. Están en condición de igualdad el padre y la madre (en aplicación del
artículo 14 de la Constitución). La filiación de este artículo se refiere a la filiación por naturaleza,
dando igual que sea matrimonial o extramatrimonial (por aplicación del artículo 14 de la
Constitución y del artículo 108 del Código Civil).
No se incluye en el artículo 17,1, a), la filiación adoptiva. Este supuesto lo recoge el artículo 19 del
Código Civil.
No importa el lugar de nacimiento, si se produce en España o en el extranjero. Esta atribución de
la nacionalidad española se produce automáticamente, siempre que se determine legalmente la
filiación al nacido menor de 18 años. Si esa determinación de la filiación tiene lugar o se produce
después de cumplidos los 18 años, en este caso no adquiere automáticamente la nacionalidad
española, pero puede optar por ella, con la ficción legal de que es español de origen (artículo 17,2
del Código Civil).
2 – IURE SOLI. Adquisición originaria de la nacionalidad española por nacimiento en España. Son
los tres supuestos recogidos en el artículo 17,1, apartados b), c), d), del Código Civil:
1. Artículo 17,1, b). Son españoles de origen los nacidos en España de padres extranjeros, si
al menos uno de ellos hubiera nacido también en España. Se trata de la segunda
generación de extranjeros nacida en España. La finalidad es evitar la perpetuación
(indefinida) de estirpes extranjeras en nuestro país. Es suficiente con que uno de los
progenitores haya nacido en España, y no sería necesario, que el progenitor nacido en
España, estuviese domiciliado en nuestro país al tiempo del nacimiento. Este artículo
precisa que no se aplica esta norma al personal diplomático extranjero. Se exceptúan los
hijos de funcionario diplomático o consular, acreditado en España.
2. Artículo 17,1, c). Los nacidos en España de padres extranjeros, si ambos carecieran de
nacionalidad o si la legislación de ninguno de ellos atribuye al hijo una nacionalidad, sería
el caso de los apátridas a cuyos hijos nacidos en España se les atribuye la nacionalidad
española por VIS ATRACTIVA, evitando que se perpetúen situaciones de apatridia.
También en el supuesto, insólito, de que la legislación extranjera no atribuya su
nacionalidad al hijo de extranjero nacido en España. Se busca evitar una situación de
apatridia.
3. Artículo 17,1, d). Los nacidos en España, cuya filiación no resulte determinante. Es
también de la VIS ATRACTIVA del ius soli, cuando no se puede determinar la filiación por
ningún otro criterio. Evita también, que se produzcan situaciones de apatridia en los casos
de niños abandonados o hijos de padres desconocidos. En relación con esto, el mismo
artículo introduce una presunción para solucionar en la práctica complicados problemas de
pruebas (?) . Se presumen nacidos en España, los menores cuyo primer lugar conocido
de estancia sea territorio español.
2. Si el adoptado (se entiende que extranjero) es mayor de 18 años, puede optar por la
nacionalidad española de origen (según el artículo 19,2 del Código Civil).
3. La opción por el hijo de padre o madre españoles, o por el nacido en España, cuando la
filiación o el nacimiento se determinen después de que haya cumplido los 18 años (artículo
17,2 del Código Civil).
2.2. Derivativa
1. Por adopción (artículo 19 del Código Civil). El artículo 19,1 del Código Civil, señala que el
extranjero menor de 18 años adoptado por español, adquiere desde la adopción la
nacionalidad española de origen. Si el adoptado (extranjero) es mayor de 18 años, tiene la
opción del artículo 19,2 del Código Civil. Si se extingue la adopción (tanto la de un menor
como la de un mayor de edad), no tiene influencia en la nacionalidad adquirida. En este
sentido, el artículo 180, 3 del Códgo Civil, dice que la extinción de la adopción no es causa
de pérdida de la nacionalidad ni de la vecindad civil adquiridas. Cuando la legislación del
país de origen prevea la conservación de la nacionalidad, la legislación española respetará
el mantenimiento de tal nacionalidad (artículo 19,3 del Código Civil).
2. Por opción, en los cuatro supuestos que contempla (artículo 20 del Código Civil). Es una
facultad, que tiene el extranjero, que cumpla ciertos requisitos para adquirir la nacionalidad
española, mediante una declaración de voluntad. Los cuatro supuestos son:
2.1. Las personas que estén o hayan estado sujetas a la patria potestad de un
español.
2.2. Las personas cuyo padre o madre hubieran sido originariamente español y
nacido en España. Se da la posibilidad de ser españoles a los hijos de emigrantes, que
habían perdido la nacionalidad española al adoptar la del país de acogida. En este
supuesto, no está sometido a límite alguno de edad.
2.3. La persona cuya filiación, o cuyo nacimiento en España, se determinen después
de haber cumplido los 18 años de edad. Tienen un plazo de dos años desde esa
determinación.
2.4. El adoptado extranjero, que lo fue después de haber cumplido 18 años. El plazo
para optar es de dos años desde la adopción.
En estos dos útlimos supuestos, se da lugar a una nacionalidad española de origen, por
ficción legal. Según la declaración de opción (artículo 20,2 del Código Civil) la formula:
a) El propio interesado, si está emancipado o es mayor de edad, o, si habiendo estado
incapacitado recupera la plena capacidad. Esta opción caduca a los 20 años de edad, salvo que la
persona no estuviera emancipada, conforme a su ley nacional, a los 18 años. En cuyo caso,
terminaría el plazo dos años después de la emancipación.
3. Por naturalización (carta de naturaleza – artículo 21 del Código Civil - y por residencia –
artículo 22 del Código Civil).
3. Conservación
La persona española de origen o que adquiera la nacionalidad española con carácter derivativo, la
conserva sin necesidad de ningún acto expreso. Es decir, la nacionalidad española no se pierde
por la actitud o conducta pasiva del sujeto, aunque otro Derecho extranjero le conceda la suya. El
artículo 11.2 de la Constitución española, proclama que la nacionalidad se adquiere, conserva y
pierde, de acuerdo con lo establecido en la Ley.
En este caso, el artículo 24 del Código Civil recoge dos supuestos de conservación en dos casos
de pérdida voluntaria de la nacionalidad española:
1. VOLUNTARIA
El artículo 24 del Código Civil contiene cuatro supuestos de pérdida voluntaria de la nacionalidad
española:
En estos dos casos se produce la pérdida una vez que transcurren tres años a contar desde esa
adquisición o, en su caso, desde la emancipación. No se produce la pérdida si es la nacionalidad
de uno de los países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal. Incluso,
en estos dos supuestos, es posible según se ha visto, conservar la nacionalidad española.
4. Renuncia expresa a la nacionalidad española, siempre que se tenga otra, para evitar las
situaciones de apatridia.
Sólo se le puede privar de la nacionalidad española, como sanción o castigo, a un español (no de
origen), con carácter sobrevenido, como recoge el artículo 11.2 de la Constitución o el artículo 25
del Código Civil - “Los españoles que no lo sean de origen perderán la nacionalidad por las
siguientes causas:”. Las causas son las siguientes:
1. Cuando esa persona utilice exclusivamente, durante tres años, la nacionalidad extranjera a
la que hubiera declarado renunciar para adquirir la nacionalidad española, en los casos en
los que se exige esta renuncia. Es decir, la adquisición de la nacionalidad española por
opción y por naturalización (incluye la carta de naturaleza y la residencia), según se
deduce del artículo 23 del Código Civil.
2. Cuando la persona entre voluntariamente al servicio de las armas o ejerza algún cargo
público en un Estado extranjero, contra la expresa prohibición del Gobierno español. En
este supuesto, se necesita, en primer lugar, una prohibición expresa del Gobierno tanto
para el servicio de las armas, como para el ejercicio de un cargo público. En segundo
lugar, por cargo público, la jurisprudencia entiende cargo político o de alta administración
del Estado. En tercer lugar, se produciría la pérdida de la nacionalidad, tanto si se inicia
como si se continúa contra la prohibición expresa. Si esto ocurre, se produce en ambos
casos automáticamente (ipso iure) la pérdida o privación de la nacionalidad española.
5. Recuperación
El Código Civil (artículo 26) prevé la recuperación de la nacionalidad española de origen, como de
la nacionalidad española derivativa perdidas.
A. Si se perdió de forma voluntaria, se podrá recuperar existiendo tres requisitos:
1. Se ha de ser residente legal en España. Este requisito puede ser dispensado por el
Ministerio de Justicia si concurren circunstancias excepcionales. Sin embargo, no se exige
a los emigrantes ni a los hijos de emigrantes.
B. Si se perdió de forma forzosa, además de estos tres requisitos, se exige un requisito adicional.
Este requisito es la habilitación concecida discrecionalmente por el Gobierno.
6. Doble nacionalidad
Se puede distinguir, en primer lugar, una doble nacionalidad convencional, es decir, proveniente
de los Tratados; y en segundo lugar, una doble nacionalidad automática prevista en los artículos
del Código Civil, como el 19.3, en el caso de adopción de un extranjero menor de 18 años y
adoptado por un español. Si la legislación de su país de origen prevé la conservación de su
nacionalidad (a pesar de la adopción por un extranjero), el Derecho español reconoce la doble
nacionalidad.
7. Prueba de la nacionalidad
1. La sentencia firme en proceso civil como acción de estado civil, que produce con carácter
definitivo efectos erga omnes.
2. Por la inscripciones en el Registro Civil. En este sentido, el artículo 69 de la Ley del
Registro Civil establece una presunción iuris tantum (es aquella que se puede destruir a
través de prueba en contrario *IURIS ET DE IURE- esta no se puede destruir) de
nacionalidad española, para el nacido en territorio español de padres también nacidos en
España.
3. La tenencia del Documento Nacional de Identidad. Salvo prueba en contrario, acredita la
nacionalidad española del titular (Real Decreto de 17 de julio de 1985).
LECCIÓN 11ª
1. La vecindad civil
1.1. Concepto
Es la pertenencia al territorio que determina la legislación civil propia. Esto mismo será lo que
establezca el artículo 14,1 del Código Civil al señalar que la sujeción al Derecho civil común o a
uno de los derechos civiles forales o especiales, se determina por la vecindad civil. Al igual que la
nacionalidad, la vecindad civil es un estado civil de pertenencia un territorio que fija o establece
cuál es la legislación civil aplicable al caso.
1. La vecindad civil
La pertenencia al territorio que determina la legislación civil propia es la vecindad civil.
Establece el art. 14.1 del CC, la sujeción al derecho civil común o a uno de los derechos
civiles forales o especiales, se determina por la vecindad civil.
1.1 concepto
estado civil de pertenencia a un territorio que fija o establece la legislación civil
aplicable.
- Ambos padres o el de ellos que sea titular de la patria potestad, pueden atribuir al hijo
la vecindad civil de cualquiera de ellos, en el plazo de caducidad de 6 meses siguientes
al nacimiento o a la adopción.
La vecindad civil del extranjero que recupera la nacionalidad española será (señala el art. 15.3), la
que ostenta al perder esta nacionalidad. Si la nacionalidad española se obtiene por carta de
naturaleza, el real decreto que la concede también precisa o fija la vecindad civil de la persona,
teniendo en cuenta la preferencia del interesado.
Como cláusula de cierre, el art. 14.6 del CC concluye (cuando no se pueda fijar la vecindad civil
según los criterios vistos) , hay que concluir que la vecindad civil es la del lugar de nacimiento.