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Comentario Amoris Laeticia PDF
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Religión Y Credos
En las primeras líneas el Papa escribe que “no todas las discusiones doctrinales,
morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones del magisterio”.
Por lo tanto, para algunas cuestiones “en cada país o región se deben buscar
soluciones más inculturadas, atentas a la tradiciones y a los desafíos locales.
Por eso la humildad del realismo ayuda a no presentar “un ideal teológico del
matrimonio demasiado abstracto, casi artificialmente construido, lejano de la
situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales”.
La reflexión incluye también a las “familias heridas” frente a las cuales el Papa
afirma: “siempre es necesario recordar un principio general: Sepan los pastores
que, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones”. Por lo
tanto, al mismo tiempo que la doctrina debe expresarse con claridad, hay que
evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas
situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a
causa de su condición”.
El Papa habla de guiar a los novios, acompañar a los esposos. Pero añade que no
se les puede abandonar en las crisis, sabiendo que “cada crisis esconde una
buena noticia que hay que saber escuchar afinando el oído del corazón”.
Incluye este capítulo unas reflexiones bajo el título “Sí a la educación sexual”.
El Papa observa que “hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la
complejidad de las diversas situaciones, y es necesario estar atentos al modo en
que las personas viven y sufren a causa de su condición”.
Y continúa: “Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar
su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto
de misericordia. Y añade: “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden
encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o
encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado
discernimiento personal y pastoral”.
El Papa afirma que “los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar
civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas
formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo”. “Su participación
puede expresarse en diferentes servicios eclesiales (…) Ellos no sólo no tienen
que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros
vivos de la Iglesia (…) Esta integración es también necesaria para el cuidado y la
educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más
importantes”.
“Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultar la luz del ideal
más pleno ni proponer menos que lo que Jesús ofrece al ser humano. Hoy, más
importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para
consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas”.
Invito a los fieles que están viviendo situaciones complejas, a que se acerquen con
confianza a conversar con sus pastores o con laicos que viven entregados al
Señor. No siempre encontrarán en ellos una confirmación de sus propias ideas o
deseos, pero seguramente recibirán una luz que les permita comprender mejor lo
que les sucede y podrán descubrir un camino de maduración personal.
E invito a los pastores a escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de
entrar en el corazón del drama de las personas y de comprender su punto de
vista, para ayudarles a vivir mejor y a reconocer su propio lugar en la Iglesia”.
Francisco escribe sobre cómo formar una familia significa ser parte del
sueño de Dios, uniéndose a Él en la construcción de un mundo "donde
nadie se sienta solo".
Como se aprecia en sus páginas, los lectores verán que Francisco, con
un corazón de pastor, entra simple pero profundamente en las
realidades cotidianas de la vida familiar.
3.- Divorciados en nueva unión y comunión
En varios numerales este documento hace gran hincapié en que los hijos
son un don de Dios y una gran alegría para los padres. También cita la
encíclica Humanae Vitae, reiterando que los cónyuges deben ser
conscientes de sus obligaciones en relación con la paternidad
responsable.
ACI Prensa
La casa
Francisco escribe que “la falta de una vivienda digna o adecuada suele
llevar a postergar la formalización de una relación”. Una “familia y un
hogar son dos cosas que se reclaman mutuamente”. Por este motivo,
“tenemos que insistir en los derechos de la familia, y no sólo en los
derechos individuales. La familia es un bien del cual la sociedad no
puede prescindir, pero necesita ser protegida”.
Explotación infantil
La explotación sexual de los niños y niñas constituye “una de las
realidades más escandalosas y perversas de la sociedad actual”. Hay
niños “de la calle” en las sociedades que sufren violencia, la guerra o la
presencia del crimen organizado. “El abuso sexual de los niños se torna
todavía más escandaloso —denuncia Francisco— cuando ocurre en los
lugares donde deben ser protegidos, particular- mente en las familias y
en las escuelas y en las comunidades e instituciones cristianas”.
No debilitar la familia
Debilitar la familia no “favorece a la sociedad”, sino que “perjudica la
maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el
desarrollo ético de las ciudades y de los pueblos”. Francisco indica que
“ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble
entre un varón y una mujer cumple una función social plena”. Mientras
que “las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por
ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión
precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de
la sociedad”.
Alquiler de úteros, infibulación, violencia
En el párrafo 54, el Papa habla sobre los derechos de las mujeres, e
indica que es inaceptable “la vergonzosa violencia que a veces se ejerce
sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud
que no constituyen una muestra de fuerza masculina sino una cobarde
degradación”. La “violencia verbal, física y sexual que se ejerce contra
las mujeres en algunos matrimonios contradice la naturaleza misma de
la unión conyugal”. Francisco también se refiere a la infibulación, la
“grave mutilación genital de la mujer en algunas culturas, pero también
en la desigualdad del acceso a puestos de trabajo dignos y a los lugares
donde se toman las decisiones”. Y recuerda la práctica del “alquiler de
vientres o la instrumentalización y mercantilización del cuerpo femenino
en la actual cultura mediática”.
No a la “fábrica” de niños
También se expresa preocupación por la “posibilidad de manipular el
acto generativo”, independientemente de “la relación sexual entre
hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad
y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y
descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o
de las parejas”. “No caigamos —advierte el Papa— en el pecado de
pretender sustituir al Creador”.
Acoger la vida
El quinto capitulo recuerda que la familia es el ámbito “no sólo de la
generación sino de la acogida de la vida”. El Papa escribe que “si un niño
llega al mundo en circunstancias no desea- das, los padres, u otros
miembros de la familia, deben hacer todo lo posible por aceptarlo como
don de Dios”. Las familias numerosas “una alegría para la Iglesia”,
aunque esto no quiere decir olvidar una “sana advertencia” de Juan
Pablo II: “la paternidad responsable no es procreación ilimitada”.
Francisco recuerda que es importante que “el niño se sienta esperado”.
“Se ama a un hijo porque es hijo, no porque es hermoso o porque es de
una o de otra manera; no, ¡porque es hijo! No porque piensa como yo o
encarna mis deseos”. El Papa se dirige a todas las mujeres
embarazadas: “Ese niño merece tu alegría. No permitas que los miedos,
las preocupaciones, los comentarios ajenos o los problemas apaguen
esa felicidad de ser instrumento de Dios para traer una nueva vida al
mundo”.
Sí a las adopciones
La adopción “es un camino para realizar la maternidad y la paternidad
de una manera muy generosa”. El Papa escribe: “es importante insistir
en que la legislación pueda facilitar los trámites de adopción”. La familia
“no debe pensar en sí misma como un recinto llamado a protegerse de
la sociedad”, ni concebirse como asilada de todo lo demás. “Dios ha
confiado a la familia el proyecto de hacer ‘doméstico’ el mundo, para
que todos lleguen a sentir a cada ser humano como un hermano”. Y esto
implica también el compromiso hacia los pobres y quienes sufren. El
pequeño núcleo familiar “no debería aislarse de la familia ampliada,
donde están los padres, los tíos, los primos, e incluso los vecinos. En
esa familia grande puede haber algunos necesitados de ayuda, o al
menos de compañía y de gestos de afecto, o puede haber grandes
sufrimientos que necesitan un consuelo”.
Sí a la “Humanae vitae”
Francisco pide volver a descubrir la encíclica de Pablo VI y la “Familiaris
consortio” de Papa Wojtyla, “para contrarrestar una mentalidad a
menudo hostil a la vida”.
La homosexualidad en familia
La experiencia de tener en su seno personas con tendencias
homosexuales es una experiencia “nada fácil ni para los padres ni para
sus hijos”. El Papa insiste en que “toda persona, independientemente de
su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con
respeto, procurando evitar todo signo de discriminación injusta”. Por
ello, se trata de “asegurar un respetuoso acompañamiento, con el n de
que aquellos que manifiestan una tendencia homosexual puedan contar
con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la
voluntad de Dios en su vida”. Y vuelve a insistir en que no se pueden
comparar las uniones entre homosexuales con los matrimonios.
El “aguijón” de la muerte
El Papa recuerda la importancia de acompañar a las familias afectadas
por un luto, afirmando que “hay que ayudar a descubrir que quienes
hemos perdido un ser querido todavía tenemos una misión que cumplir,
y que no nos hace bien querer prolongar el sufrimiento”.
¿Cómo educar?
La formación moral debería llevarse a cabo “intuitivamente”, para que el
“hijo pueda llegar a descubrir por sí mismo la importancia de
determinados valores, principios y normas, en lugar de imponérselos
como verdades irrefutables”. En el mundo de hoy, “en el que reinan la
ansiedad y la prisa tecnológica, una tarea importantísima de las familias
es educar para la capacidad de esperar. No se trata de prohibir a los
chicos que jueguen con los dispositivos electrónicos, sino de encontrar la
forma de generar en ellos la capacidad de diferenciar las diversas lógicas
y de no aplicar la velocidad digital a todos los ámbitos de la vida”.
AMORIS LAETICIA – DE LA A A LA Z
ACOMPAÑAMIENTO
Es una de las claves de la exhortación: acompañar a los novios en el camino hacia el sacramento, acompañar
en los primeros años de la vida matrimonial y acompañar después de rupturas y divorcios; “acompañar,
discernir e integrar la fragilidad”; acompañar con “verdad, paciencia y misericordia”… Acompañar, asesorar,
ayudar, alentar… Es un mensaje no solo para los sacerdotes y agentes de pastoral, sino para toda la
comunidad cristiana. “Hoy, la pastoral familiar debe ser fundamentalmente misionera, en salida, en cercanía,
en lugar de reducirse a ser una fábrica de cursos a los que pocos asisten”.
BIBLIA
El papa Francisco dedica el primero de los nueve capítulos de la exhortación a rescatar de la Biblia los
ejemplos de familias, generaciones, historias de amor y crisis familiares, desde la escena de Adán y Eva hasta
la última página del Apocalipsis, con las bodas de la Esposa y el Cordero. En este punto, aparece otra “B”
muy señalada por algunos analistas: Borges, Jorge Luis, escritor de referencia para Bergoglio, a quien cita en
el punto 8 del documento.
CRISIS
Aparte de otras muchas referencias, hay un epígrafe completo dedicado a la crisis (231-238), que aborda
desde la etapa del noviazgo hasta la llegada de los hijos, los problemas laborales o, en general, las
insatisfacciones. Se leen frases tan sugerentes como estas: “Hay que ayudar a descubrir que una crisis
superada no lleva a una relación con menor intensidad, sino a mejorar, asentar y madurar el vino de la unión”;
“No se convive para ser cada vez menos felices, sino para aprender a ser felices de un modo nuevo”; “Cada
crisis implica un aprendizaje que permite incrementar la intensidad de la vida compartida, o al
menos encontrar un nuevo sentido a la experiencia matrimonial”…
“A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la
Iglesia, que ‘no están excomulgadas’ y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión
eclesial” (p. 243). “Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio” (p.
297). “Ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada ‘irregular’ viven
en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante” (p. 301). “Es posible que, en medio de
una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se
pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad,
recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia” (p. 305)
¿Y la comunión? La repuesta se da en la nota al pie nº 351: “En ciertos casos, podría ser también la ayuda de
los sacramentos. (…) la Eucaristía ‘no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un
alimento para los débiles'”.
FORMACIÓN
Formación, en este caso, de los agentes de pastoral, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas,
seminaristas, laicos, catequistas, asociaciones y, en fin, todo aquel miembro de la comunidad cristiana que
recibe el mandato de acompañar a la familia. El Papa habla de ello en el capítulo sexto y recomienda
que “una buena capacitación pastoral” que complementa la dirección espiritual, los “inestimables recursos
espirituales de la Iglesia” y la “Reconciliación sacramental”.
“Dios ama el gozo de sus hijos y “Dios mismo creó la sexualidad”, escribe el papa Francisco, así que no se
trata de no hablar del tema; al contrario: “La educación de la emotividad y del instinto es necesaria”, pero
matiza: “A veces es indispensable ponerse algún límite”: ojo con el exceso, el descontrol, “la obsesión por un
solo tipo de placeres”… “De ninguna manera podemos entender la dimensión erótica del amor como un mal
permitido o como un peso a tolerar por el bien de la familia, sino como don de Dios que embellece el
encuentro de los esposos”.
HOMOSEXUALES
Otra cuestión que también ocupó muchas horas de debate y sobre la que costó llegar a un acuerdo durante el
Sínodo. Francisco reitera que “toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser
respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar ‘todo signo de discriminación injusta'”, e
insiste también en que no se puede equiparar la unión de personas del mismo sexo con el matrimonio. En
definitiva, ningún cambio sobre lo dicho en otras ocasiones.
IDEOLOGÍA DE GÉNERO
Es uno de los muchos desafíos enunciados tanto en los Sínodos como en la exhortación, a los que la familia
se enfrenta hoy en día: “Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa
es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el
pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes”.
JUBILEO DE LA MISERICORDIA
Providencialmente, la exhortación apostólica postsinodal llega en el Jubileo o Año Santo de la Misericordia,
convocado por el propio Francisco. Él espera que este documento aliente “a todos para que sean signos de
misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y
gozo”. La palabra ‘misericordia’ aparece 40 veces en el texto.
Dice el Papa que “el que ama es capaz de decir palabras de aliento”, y pone como ejemplo algunas palabras
que Jesús decía a las personas: “¡Ánimo hijo!, “¡Qué grande es tu fe!”, “¡Levántate!”, “Vete en paz”, “No
tengáis miedo”. “En la familia –sigue Francisco– hay que aprender este lenguaje amable de Jesús”.
MATRIMONIOS MIXTOS
Los matrimonios entre católicos y otros bautizados son abordados como una “situación compleja” que merece
una atención específica, por ejemplo, ante el sacramento de la Eucaristía, algo que solo debe compartirse de
manera “excepcional” y según las disposiciones establecidas. En todo caso, son un “lugar privilegiado” para
el diálogo interreligioso.
NULIDADES
Amoris laetitia recoge la preocupación de Francisco por acelerar y simplificar los procedimientos de nulidad
matrimonial (“La lentitud de los procesos irrita y cansa a la gente”) y recuerda los motus proprios que él firmó y
que deben aplicarse en este sentido.
ORACIÓN
Entre otros muchos consejos prácticos que el Papa deja en la exhortación, recomienda la oración como
“medio privilegiado para expresar y fortalecer esta fe pascual”: buscar unos minutos al día para estar unidos
ante el Señor, decirle qué cosas nos preocupan, pedir por las necesidades familiares, darle gracias por las
cosas buenas, etc. “Con palabras sencillas, ese momento de oración puede hacer muchísimo bien a la
familia”.
“El amor siempre da vida. Por eso, el amor conyugal no se agota dentro de la pareja”, sino que un hijo es
“reflejo viviente de su amor”. En el capítulo quinto se habla no solo de procreación, nueva vida, fecundidad,
embarazo, maternidad o familias numerosas; sino que se presentan la adopción y la acogida como una opción
para los matrimonios que no pueden tener hijos. Y todavía más: toda familia, con hijos o sin ellos, “está
llamada a dejar su huella en la sociedad donde está inserta”.
RECURSOS PRÁCTICOS
Recursos prácticos de gran utilidad son los que poseen los matrimonios con experiencia y que pueden servir
tanto en los primeros años de convivencia: programar momentos para estar juntos, momentos para estar con
los hijos, diversas maneras de celebrar cosas importantes, espacios de espiritualidad compartida, aprender a
comunicarse mejor, etc. Hay más recursos prácticos entre los puntos 223-230.
SAGRADA FAMILIA
“Jesús, María y José / en vosotros contemplamos / el esplendor del verdadero amor, / a vosotros, confiados,
nos dirigimos…”. Es la oración que cierra la exhortación. En otro lugar, Francisco cita a Pablo VI: “Enseñe
Nazaret lo que es la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e
inviolable; enseñe lo dulce e insustituible que es su pedagogía; enseñe lo fundamental e insuperable de su
sociología”.
Son varios los tipos de familia que no responden al ideal del matrimonio cristiano, y ante estas nuevas
realidad crecientes, el Papa opina que “en estas situaciones podrán ser valorados aquellos signos de
amor que de algún modo reflejan el amor de Dios”. “Es preciso afrontar todas estas situaciones de manera
constructiva, tratando de transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la
familia a la luz del Evangelio. Se trata de acogerlas y acompañarlas con paciencia y delicadeza”.
VOCACIÓN DE FAMILIA
El matrimonio es una vocación que lanza a las parejas “hacia adelante, con la firme y realista decisión de
atravesar juntos todas las pruebas y momentos difíciles”. Francisco agradece a las familias que son capaces
de realizar esta vocación y que, “lejos de considerarse perfectas”, “siguen adelante, aunque caigan muchas
veces a lo largo del camino”. Y, más allá de los problemas reconocidos, alienta a seguir proponiendo este
camino, presentando las razones y las motivaciones, “de manera que las personas estén mejor dispuestas a
responder a la gracia que Dios les ofrece”.
“Se rechaza como contraria al amor una actitud expresada como zeloi (celos, envidia). Significa queen el
amor no hay lugar para sentir malestar por el bien de otro”. Es una de las características del amor verdadero,
la ausencia de envidia; junto a ella, la paciencia, la actitud de servicio, la amabilidad, el desprendimiento, el
perdón… Todas ellas, expresadas en el himno de la caridad de san Pablo, transcrito en el punto 90 de la
exhortación.
Y una coda…
… la última frase de la exhortación, que no puede ser más alentadora: “Caminemos familias, sigamos
caminando. Lo que se nos promete es siempre más. No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco
renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido”.