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RESUMEN

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Religión Y Credos

La exhortación 'Amoris laetitia' se subdivide en nueve capítulos y más de 300


párrafos. Se abre con siete párrafos introductivos que ponen en plena luz la
conciencia de la complejidad del tema y la profundización que requiere.

En las primeras líneas el Papa escribe que “no todas las discusiones doctrinales,
morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones del magisterio”.

Por lo tanto, para algunas cuestiones “en cada país o región se deben buscar
soluciones más inculturadas, atentas a la tradiciones y a los desafíos locales.

El Papa afirma con claridad que es necesario salir de la estéril contraposición


entre la ansiedad de cambio y la aplicación pura y simple de normas abstractas.

Escribe: “los debates que se dan en los medios de comunicación, en las


publicaciones y aún entre ministros de la Iglesia, van desde un deseo
desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión, hasta la actitud de
pretender resolver todo aplicando normativas generales o extrayendo
conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas”.

Capítulo primero: “A la luz de la Palabra”


La Biblia, escribe, “está poblada de familias, de generaciones, de historias de
amor y de crisis familiares”. Y a partir de este dato se puede meditar cómo la
familia no es un ideal abstracto sino un “trabajo ‘artesanal’ que se expresa con
ternura pero que se ha confrontado también con el pecado desde el inicio, cuando
la relación de amor se transforma en dominio.

Entonces la Palabra de Dios “no se muestra como un secuencia de tesis


abstractas, sino como una compañera de viaje también para las familias que están
en crisis o en medio de algún dolor, y les muestra la meta del camino”.

Capítulo segundo: “La realidad y los desafíos de la familia”


Citando la Familiaris Consortio Francisco afirma que es fundamental prestar
atención a la realidad concreta, porque “las exigencias y llamadas del Espíritu
resuenan también en los acontecimientos mismos de la historia”.
El Papa nota que el individualismo exagerado hace difícil hoy la entrega a otra
persona de manera generosa: “Se teme la soledad, se desea un espacio de
protección y de fidelidad, pero al mismo tiempo crece el temor de ser atrapado por
una relación que pueda postergar el logro de las aspiraciones personales”.

Por eso la humildad del realismo ayuda a no presentar “un ideal teológico del
matrimonio demasiado abstracto, casi artificialmente construido, lejano de la
situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales”.

Las familias no se sostienen “solamente insistiendo sobre cuestiones doctrinales,


bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia”.

El Papa insiste que es necesario dar espacio a la formación de la conciencia de


los fieles: “Estamos llamado a formar las conciencias no a pretender sustituirlas”.
Jesús proponía un ideal exigente pero “no perdía jamás la cercana compasión con
las personas más frágiles como la samaritana o la mujer adúltera”.

Capítulo tercero: “La mirada puesta en Jesús: la vocación de la


familia”
El tercer capítulo está dedicado a algunos elementos esenciales de la enseñanza
de la Iglesia acerca del matrimonio y la familia.

La mirada es amplia e incluye también las “situaciones imperfectas”. Y asegura


que fuera del verdadero matrimonio natural también hay elementos positivos
presentes en las formas matrimoniales de otras tradiciones religiosas, aunque
tampoco falten las sombras”.

La reflexión incluye también a las “familias heridas” frente a las cuales el Papa
afirma: “siempre es necesario recordar un principio general: Sepan los pastores
que, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones”. Por lo
tanto, al mismo tiempo que la doctrina debe expresarse con claridad, hay que
evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas
situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a
causa de su condición”.

Capítulo cuatro: “El amor en el matrimonio”


Trata del amor en el matrimonio, y lo ilustra a partir del “himno al amor” de san
Pablo.

Entra en el mundo de las emociones de los conyugues –positivas y negativas- y


en la dimensión erótica del amor. Se trata de una contribución extremamente rica y
preciosa para la vida cristiana de los conyugues, que no tiene hasta ahora
parangón en precedentes documentos papales.

El Papa insiste de manera fuerte y decidida sobre el hecho de que “en la


naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo”.

“Una combinación de alegrías y de fatigas, de tensiones y de reposo, de


sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y de
placeres” es, precisamente, el matrimonio.

El capítulo se concluye con una reflexión muy importante sobre la “transformación


del amor”. “No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda
la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos
a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica
intimidad”.

Capitulo quinto: “El amor que se vuelve fecundo”


Habla de recibir una vida nueva. Del amor de padre y de madre, pero también
primos, parientes e incluso amigos.

Habla de adopción y de la ‘cultura del encuentro’. De la vida en familia incluyendo


tíos, primos, parientes e incluso amigos. Y afirma que sacramento del matrimonio
tiene un profundo carácter social.

Capítulo sexto: “Algunas perspectivas pastorales”


El Papa afronta algunas vías pastorales que orientan para construir familias
sólidas y fecundas según el plan de Dios.

El Papa habla de guiar a los novios, acompañar a los esposos. Pero añade que no
se les puede abandonar en las crisis, sabiendo que “cada crisis esconde una
buena noticia que hay que saber escuchar afinando el oído del corazón”.

Habla también del acompañamiento de las personas abandonadas, separadas y


divorciadas, y subraya la importancia de la reciente reforma de los procedimientos
para el reconocimiento de los casos de nulidad matrimonial.

Se tocan después las situaciones de matrimonios mixtos y de aquellos con


disparidad de culto, y las situaciones de las familias que tienen en su interior
personas con tendencia homosexual, confirmando el respeto en relación a ellos y
el rechazo de toda injusta discriminación y de toda forma de agresión o violencia.
Capítulo séptimo: “Reforzar la educación de los hijos”
Esta todo dedicado a la educación de los hijos: su formación ética, el valor de la
sanción como estímulo, el paciente realismo, la educación sexual, la transmisión
de la fe, y más en general, la vida familiar como contexto educativo.

Francisco afirma claramente que “la obsesión no es educativa, y no se puede


tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo
(…) Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar
todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo
educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que
interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de
maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de
la auténtica autonomía”.

Incluye este capítulo unas reflexiones bajo el título “Sí a la educación sexual”.

Y afirma que debe realizarse “en el cuadro de una educación al amor, a la


recíproca donación”. Y pone en guardia sobre la expresión “sexo seguro”, porque
transmite “una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de la
sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse.

Capítulo octavo: “Acompañar, discernir e integrar la


fragilidad”
Es probablemente el capítulo más delicado. Confirma qué es el matrimonio
cristiano, pero añade que “otras formas de unión contradicen radicalmente este
ideal. Y no deja de valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que
no corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio”.

El Papa observa que “hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la
complejidad de las diversas situaciones, y es necesario estar atentos al modo en
que las personas viven y sufren a causa de su condición”.

Y continúa: “Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar
su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto
de misericordia. Y añade: “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden
encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o
encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado
discernimiento personal y pastoral”.
El Papa afirma que “los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar
civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas
formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo”. “Su participación
puede expresarse en diferentes servicios eclesiales (…) Ellos no sólo no tienen
que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros
vivos de la Iglesia (…) Esta integración es también necesaria para el cuidado y la
educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más
importantes”.

“Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultar la luz del ideal
más pleno ni proponer menos que lo que Jesús ofrece al ser humano. Hoy, más
importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para
consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas”.

Invito a los fieles que están viviendo situaciones complejas, a que se acerquen con
confianza a conversar con sus pastores o con laicos que viven entregados al
Señor. No siempre encontrarán en ellos una confirmación de sus propias ideas o
deseos, pero seguramente recibirán una luz que les permita comprender mejor lo
que les sucede y podrán descubrir un camino de maduración personal.

E invito a los pastores a escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de
entrar en el corazón del drama de las personas y de comprender su punto de
vista, para ayudarles a vivir mejor y a reconocer su propio lugar en la Iglesia”.

“A veces ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido


concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio”.

Capítulo noveno: “Espiritualidad conyugal y familiar”


El último capítulo está dedicado a la espiritualidad conyugal y familiar, “hecha de
miles de gestos reales y concretos”.

Todo, “los momentos de gozo, el descanso o la fiesta, y aun la sexualidad, se


experimentan como una participación en la vida plena de su Resurrección”.

“Toda la vida de la familia es un “pastoreo” misericordioso. Cada uno, con cuidado,


pinta y escribe en la vida del otro”, escribe el Papa. Es una honda “experiencia
espiritual contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo
en él”.
9 claves para leer la
exhortación Amoris
Laetitia del Papa sobre
el amor en la familia
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Imagen referencial / Foto: Petrik Bohumil (ACI Prensa)


ROMA, 08 Abr. 16 / 09:56 am (ACI).- Este viernes la Santa Sede publicó
la exhortación apostólica Amoris laetitia (AL), “La alegría del amor:
Sobre el amor en la familia”, fruto de los Sínodos celebrados en 2014 y
2015; y que entre otras cosas, reafirma que el matrimonio es la unión
entre un hombre y una mujer, y llama a sacerdotes y agentes pastorales
a acompañar a los fieles en situación irregular para sepan y sientan que
son parte de la Iglesia.

Debido a que es un documento extenso, con cerca de 270 páginas, a


continuación les presentamos nueve claves que la Santa Sede ha
brindado para ayudar a su lectura y comprensión.

1.- ¿Qué novedad trae la exhortación Amoris laetitia?

La novedad de esta exhortación es la actitud de acompañamiento. El


Papa Francisco, al igual que sus predecesores, reconoce la complejidad
de la vida familiar moderna, pero acentúa mucho más la necesidad de
que la Iglesia y sus ministros estén cerca de las personas sin importar la
situación en que se encuentren o lo alejados que se puedan sentir de la
Iglesia. Amoris laetitia no es un texto teórico desconectado de los
problemas reales de la gente.

El documento también recuerda la belleza de la vida familiar, a pesar de


todos los problemas que conlleva.

Francisco escribe sobre cómo formar una familia significa ser parte del
sueño de Dios, uniéndose a Él en la construcción de un mundo "donde
nadie se sienta solo".

2. ¿Es un documento para todos los católicos o solo para los


expertos?

Amoris laetitia es una lectura esencial para obispos, sacerdotes y


agentes de la pastoral familiar. Sin embargo, el Papa Francisco señala en
la introducción que nadie debería precipitarse en su lectura y
recomienda que las personas deben prestar atención a lo que
corresponde más a sus necesidades. Por ejemplo, a las parejas casadas
les interesará especialmente el Capítulo IV sobre el amor en el
matrimonio, la fecundidad y la educación de los hijos.

Como se aprecia en sus páginas, los lectores verán que Francisco, con
un corazón de pastor, entra simple pero profundamente en las
realidades cotidianas de la vida familiar.
3.- Divorciados en nueva unión y comunión

El Sínodo apuró que las discusiones sobre ganadores y perdedores no


eran productivas. Lo que era productivo, en cambio, era dirigir una
mirada profunda a la vida familiar, al matrimonio y al Pueblo de Dios que
se esfuerza por vivir su vocación en tiempos difíciles y complejos.

El Capítulo VIII, "Acompañar, discernir e integrar la fragilidad", analiza


en profundidad cómo las reglas generales no se aplican estrictamente a
cada situación en particular. Y por eso es necesario tener en cuenta la
complejidad de cada situación.

El Papa reconoce que todos deben sentirse desafiados por el Capítulo


VIII que, ciertamente, llama a los pastores y a los que trabajan en el
apostolado de la familia a escuchar con sensibilidad a cualquier persona
que se sienta herida y a ayudarla a experimentar el amor incondicional
de Dios.

4.- Una palabra recurrente es "discernimiento" ¿Qué significa el


discernimiento para el Papa Francisco?

El discernimiento es un esfuerzo constante para abrirse a la Palabra de


Dios que ilumina la realidad concreta de la vida cotidiana. El
discernimiento nos lleva a ser dóciles al Espíritu.

El Papa Francisco pide a los pastores y a los fieles que disciernan


cuidadosamente cada situación concreta, pues no hay recetas fáciles, ni
“talla única”, ni excepciones rápidas y simples.

Sin embargo, el discernimiento no debe separarse de las exigencias de


verdad y caridad del Evangelio ni de las enseñanzas y de la tradición de
la Iglesia. Hace falta humildad y una búsqueda sincera de la voluntad de
Dios.

5.- ¿Qué ofrece la Amoris laetitia a los católicos divorciados


vueltos a casar?

Les da la garantía de que la Iglesia se preocupa por ellos y por su


situación concreta; quiere que sepan y sientan que son parte de la
Iglesia y que no están excomulgados. Aunque todavía no puedan
participar plenamente en la vida sacramental de la Iglesia, les anima a
tomar parte activa en la vida de la comunidad.

Un concepto clave de AL es la integración. Los pastores tienen que hacer


todo lo posible para ayudar a las personas en estas situaciones a
involucrarse en la vida de la comunidad.
Además señala que cualquier persona en una llamada situación
"irregular" debería recibir una atención especial. "Ayudar a sanar las
heridas de los padres y ayudarlos espiritualmente es un bien también
para los hijos, quienes necesitan el rostro familiar de la Iglesia que los
apoye en esta experiencia traumática" (AL 246).

6.- Uniones homosexuales

La enseñanza de la Iglesia sigue siendo clara: el matrimonio es entre un


hombre y una mujer, y las uniones homosexuales no se pueden
equiparar al matrimonio cristiano.

El documento centra la atención en el matrimonio y la familia, pero


también se dirige a las personas que no están casadas, como los padres
y madres solteros, las viudas y viudos, los hombres y mujeres solteros,
pues todos tienen lazos familiares.

7.- ¿Amoris laetitia critica los pontificados anteriores en temas


de familia?

Una rápida ojeada a las notas al pie de página muestra la profusión de


citas de San Juan Pablo II en Amoris laetitia, en especial la
encíclicaFamiliaris consortio. El Papa Francisco también cita Deus Caritas
est deBenedicto XVI.

Además, este documento ofrece esperanza en abundancia. No es una


lista de reglas o de condenas sino un llamamiento a la aceptación y al
acompañamiento, a la participación y a la integración.

"El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y


difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con
corazón sincero"(AL 296).

8.- Fecundidad en el matrimonio

En varios numerales este documento hace gran hincapié en que los hijos
son un don de Dios y una gran alegría para los padres. También cita la
encíclica Humanae Vitae, reiterando que los cónyuges deben ser
conscientes de sus obligaciones en relación con la paternidad
responsable.

En último término, la decisión sobre el espaciamiento de los nacimientos


"presupone un diálogo consensual entre los esposos" (AL 222).

En este sentido, AL cita el Concilio Vaticano II subrayando la importancia


de la formación de la conciencia, en la que se siente a solas con Dios.
Además impulsa los métodos naturales de regulación de los
nacimientos.

9. ¿Cuál es el mayor desafío de Amoris laetitia?

El mayor reto es que se lea sin prisas y se ponga en práctica. El texto


formula propuestas a la Iglesia y a sus pastores para que acompañen a
la familia, la integren, permanezcan cerca de cualquier persona que
haya sufrido los efectos del amor herido. Por encima de todo, desafía a
ser comprensivos frente a situaciones complejas y dolorosas.

El Papa Francisco quiere que nos acerquemos a los frágiles con


compasión, y no con juicios, para "entrar en contacto con la existencia
concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura”.

También te puede interesar:

Publican la esperada exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia


del Papa Francisco https://t.co/q4jR90kJCT

— ACI Prensa (@aciprensa) 8 de abril de 2016

ACI Prensa

Etiquetas: Familia, Divorciados, Papa Francisco, Matrimonio y


familia,Divorciados en nueva unión, Sínodo de la Familia, Exhortación
Apostólica Amoris Laetitia, #AmorisLaetitia
Amoris Laetitia en 30
puntos
La exhortación post-sinodal de Francisco es la “carta” para las próximas
décadas

Por: ForumLibertas.com | Fuente: http://www.forumlibertas.com/

Nueve capítulos en un documento de 264 páginas, largo y complejo:


“Amoris Laetitia”, la alegría del amor, es la exhortación con la que Papa
Francisco cierra el recorrido de dos Sínodos dedicados a la familia. El
primer capítulo ofrece un marco de citas bíblicas, el segundo traza una
visión sobre la situación, el tercero habla sobre la vocación de la familia.
Dos capítulos, el cuarto y el quinto, están dedicados específicamente al
tema del amor conyugal. El sexto habla de las perspectivas pastorales,
el séptimo sobre la educación de los hijos. En cambio, el octavo, que
será seguramente el más discutido, contiene las indicaciones para la
integración de los divorciados que se han vuelto a casar.

El amor, símbolo de las realidades íntimas de Dios


En el primer capítulo, el Papa recuerda que “la Biblia está poblada de
familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares”. La
“pareja que ama y genera la vida es la verdadera “escultura” viviente —
no aquella de piedra u oro que el Decálogo prohíbe—, capaz de
manifestar al Dios creador y salvador. Por eso el amor fecundo llega a
ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios”.

Individualismo y disminución demográfica


En el segundo capitulo se afronta el tema de los “desafíos” de las
familias. Existe el peligro “que representa un individualismo exasperado”
que hace que prevalezca, “en ciertos casos, la idea de un sujeto que se
construye según sus propios deseos asumidos con carácter absoluto”.
Francisco da la alarma sobre la disminución demográfica, debido “a una
mentalidad antinatalista y promovido por las políticas mundiales de
salud reproductiva”, y recuerda que “la Iglesia rechaza con todas sus
fuerzas las intervenciones coercitivas del Estado en favor de la
anticoncepción, la esterilización e incluso del aborto”. Todas ellas
medidas “inaceptables incluso en lugares con alta tasa de natalidad”,
pero animadas por los políticos incluso en los países en donde nacen
pocos niños.

La casa
Francisco escribe que “la falta de una vivienda digna o adecuada suele
llevar a postergar la formalización de una relación”. Una “familia y un
hogar son dos cosas que se reclaman mutuamente”. Por este motivo,
“tenemos que insistir en los derechos de la familia, y no sólo en los
derechos individuales. La familia es un bien del cual la sociedad no
puede prescindir, pero necesita ser protegida”.

Explotación infantil
La explotación sexual de los niños y niñas constituye “una de las
realidades más escandalosas y perversas de la sociedad actual”. Hay
niños “de la calle” en las sociedades que sufren violencia, la guerra o la
presencia del crimen organizado. “El abuso sexual de los niños se torna
todavía más escandaloso —denuncia Francisco— cuando ocurre en los
lugares donde deben ser protegidos, particular- mente en las familias y
en las escuelas y en las comunidades e instituciones cristianas”.

Miseria, eutanasia y otras plagas


Entre las “graves amenazas” para las familias en todo el mundo, el Papa
cita la eutanasia y el suicidio asistido. Y después reflexiona sobre la
situación de las “familias sumidas en la miseria, castigadas de tantas
mane- ras, donde los límites de la vida se viven de forma lacerante”.
También se refiere a la “plaga” de la drogodependencia, “que hace sufrir
a muchas familias, y no pocas veces termina destruyéndolas. Algo
semejante ocurre con el alcoholismo, el juego y otras adicciones”.

No debilitar la familia
Debilitar la familia no “favorece a la sociedad”, sino que “perjudica la
maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el
desarrollo ético de las ciudades y de los pueblos”. Francisco indica que
“ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble
entre un varón y una mujer cumple una función social plena”. Mientras
que “las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por
ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión
precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de
la sociedad”.
Alquiler de úteros, infibulación, violencia
En el párrafo 54, el Papa habla sobre los derechos de las mujeres, e
indica que es inaceptable “la vergonzosa violencia que a veces se ejerce
sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud
que no constituyen una muestra de fuerza masculina sino una cobarde
degradación”. La “violencia verbal, física y sexual que se ejerce contra
las mujeres en algunos matrimonios contradice la naturaleza misma de
la unión conyugal”. Francisco también se refiere a la infibulación, la
“grave mutilación genital de la mujer en algunas culturas, pero también
en la desigualdad del acceso a puestos de trabajo dignos y a los lugares
donde se toman las decisiones”. Y recuerda la práctica del “alquiler de
vientres o la instrumentalización y mercantilización del cuerpo femenino
en la actual cultura mediática”.

El pensamiento único de la ideología “gender”


Unas cuantas líneas del documento están dedicadas al “gender”,
ideología que “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y
de mujer”, presenta “una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el
fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos
educativos y directrices legislativas que promueven una identidad
personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la
diversidad biológica entre hombre y mujer”. Francisco dice que es
“inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden
responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren
imponerse como un pensamiento único que determine incluso la
educación de los niños”.

No a la “fábrica” de niños
También se expresa preocupación por la “posibilidad de manipular el
acto generativo”, independientemente de “la relación sexual entre
hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad
y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y
descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o
de las parejas”. “No caigamos —advierte el Papa— en el pecado de
pretender sustituir al Creador”.

Educar a los hijos, “derecho primario” de los padres


En el tercer capítulo de la exhortación, Francisco recuerda el magisterio
de sus predecesores y explica que el sacramento del matrimonio “no es
una convención social”, sino un “don para la santificación y la salvación
de los esposos”, una verdadera “vocación”. Por lo tanto, “la decisión de
casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento
vocacional”. El amor conyugal está abierto a la fecundidad. Y “la
educación integral de los hijos” es “obligación gravísima, a la vez que
derecho primario de los padres”, y que “nadie debería pretender
quitarles”.

Instrucciones sobre el amor


En el cuarto capitulo, uno de los más innovadores, el Papa propone una
paráfrasis del Himno a la caridad de San Pablo, sacando de él
indicaciones concretas para los esposos. Los invita a la “paciencia”
recíproca, sin pretender que “las relaciones sean celestiales o que las
personas sean perfectas”, y sin colocarse siempre a uno mismo “en el
centro”. Los invita a ser benévolos y a “donarse sobreabuntemente sin
medir, sin reclamar pagos, por el solo gusto de dar y de servir”. Los
invita a no ser envidiosos, a no enorgullecerse o “agrandarse”, porque
“quien ama, evita hablar demasiado de sí mismo”, a no volverse
“arrogantes e insoportables”, a ser humildes y a “volverse amables”, a
no destacar “defectos y errores ajenos”. Los invita a nunca acabar el día
“sin hacer la paz en familia”, a personar sin rencores, a hablar bien
recíprocamente, tratando de “mostrar el lado bueno del cónyuge más
allá de sus debilidades y errores”, a tener confianza en el otro sin
controlarlo, dejando “espacios de autonomía”. E invita también a
“contemplar” al cónyuge, recordando que “las alegrías más intensas de
la vida brotan cuando se puede provocar la felicidad de los demás”.

Mensaje a los jóvenes


El Papa dice a los jóvenes que debido a la “seriedad” del “compromiso
público de amor”, el matrimonio “no puede ser una decisión
apresurada”, pero tampoco hay que dejarla pasar “indefinidamente”.
Comprometerse con otra persona exclusiva y definitivamente “siempre
tiene una cuota de riesgo y de osada apuesta”. Hay que “darse tiempo”
y saber escuchar al cónyuge, dejar que hable antes de “comenzar a dar
opiniones o consejos”. “Muchas discusiones en la pareja no son por
cuestiones muy graves”. A veces se trata de cosas pequeñas, “poco
trascendentes, pero lo que altera los ánimos es el modo de decirlas o la
actitud que se asume en el diálogo”.

Sexualidad, “regalo maravilloso”


Deseos, sentimientos, emociones, “ocupan un lugar importante en el
matrimonio”. Francisco, citando a Benedicto XVI, explica que la
enseñanza oficial de la Iglesia “no ha rechazado el eros como tal, sino
que declaró guerra a su desviación”, que lo “deshumaniza”. Dios mismo
“creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus criaturas”.
Juan Pablo II rechazó la idea de que la enseñanza de la Iglesia implique
“una negación del valor del sexo humano”, o que simplemente lo tolere
“por la necesidad misma de la procreación”. La necesidad sexual de los
esposos no es “objeto de desprecio”. Pero, “no podemos ignorar que
muchas veces la sexualidad se despersonaliza y también se llena de
patologías”, convirtiéndose “cada vez más ocasión e instrumento de
afirmación del propio yo y de satisfacción egoísta de los propios deseos
e instintos”. Por ello, el Papa insiste en que “un acto conyugal impuesto
al cónyuge sin considerar su situación actual y sus legítimos deseos, no
es un verdadero acto de amor”. Debe ser rechazada, por lo tanto, “toda
forma de sometimiento sexual”.

Acoger la vida
El quinto capitulo recuerda que la familia es el ámbito “no sólo de la
generación sino de la acogida de la vida”. El Papa escribe que “si un niño
llega al mundo en circunstancias no desea- das, los padres, u otros
miembros de la familia, deben hacer todo lo posible por aceptarlo como
don de Dios”. Las familias numerosas “una alegría para la Iglesia”,
aunque esto no quiere decir olvidar una “sana advertencia” de Juan
Pablo II: “la paternidad responsable no es procreación ilimitada”.
Francisco recuerda que es importante que “el niño se sienta esperado”.
“Se ama a un hijo porque es hijo, no porque es hermoso o porque es de
una o de otra manera; no, ¡porque es hijo! No porque piensa como yo o
encarna mis deseos”. El Papa se dirige a todas las mujeres
embarazadas: “Ese niño merece tu alegría. No permitas que los miedos,
las preocupaciones, los comentarios ajenos o los problemas apaguen
esa felicidad de ser instrumento de Dios para traer una nueva vida al
mundo”.

La presencia de una madre…


En el documento se dice que es “plenamente legítimo” y “deseable” que
las mujeres estudien, trabajen, desarrollen las propias capacidades y los
propios objetivos. Pero, al mismo tiempo, “no podemos ignorar la
necesidad que tienen los niños de la presencia materna, especialmente
en los primeros meses de vida”. La disminución de la presencia materna,
“con sus cualidades femeninas es un riesgo grave para nuestra tierra”.
“Valoro el feminismo —comenta Bergoglio— cuando no pretende la
uniformidad ni la negación de la maternidad”.

… y los padres ausentes


El problema de nuestros días parece ser la “ausencia” de los padres. A
veces el padre está “tan concentrado en sí mismo y en su trabajo, y a
veces en sus propias realizaciones individuales, que olvida incluso a la
familia. Y deja solos a los pequeños y a los jóvenes”. La presencia
paterna “se ve afectada también por el tiempo cada vez mayor que se
dedica a los medios de comunicación y a la tecnología de la distracción”.
Pero pedir que el padre esté presente “no es lo mismo que decir
controlador. Porque los padres demasiado controladores anulan a los
hijos”.

Sí a las adopciones
La adopción “es un camino para realizar la maternidad y la paternidad
de una manera muy generosa”. El Papa escribe: “es importante insistir
en que la legislación pueda facilitar los trámites de adopción”. La familia
“no debe pensar en sí misma como un recinto llamado a protegerse de
la sociedad”, ni concebirse como asilada de todo lo demás. “Dios ha
confiado a la familia el proyecto de hacer ‘doméstico’ el mundo, para
que todos lleguen a sentir a cada ser humano como un hermano”. Y esto
implica también el compromiso hacia los pobres y quienes sufren. El
pequeño núcleo familiar “no debería aislarse de la familia ampliada,
donde están los padres, los tíos, los primos, e incluso los vecinos. En
esa familia grande puede haber algunos necesitados de ayuda, o al
menos de compañía y de gestos de afecto, o puede haber grandes
sufrimientos que necesitan un consuelo”.

Hacer que los ancianos se sientan en casa


“Debemos despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de
hospitalidad, que hagan sentir al anciano parte viva de su comunidad”.
Francisco observó que “la atención a los ancianos “habla de la calidad de
una civilización”. El documento contiene también una invitación a no
considerar como “competidores” o “invasores” a los suegros, a las
suegras ni a los demás parientes del cónyuge.

Familias “sujetos activos” de la pastoral


El sexto capítulo de la exhortación está dedicado a las perspectivas
pastorales. Francisco pide “un esfuerzo evangelizador y catequístico
dirigido a la familia”, además de una “conversión misionera” de toda la
Iglesia, para que no se quede “en un anuncio meramente teórico y
desvinculado de los problemas reales de las personas”. La pastoral
familiar “debe hacer experimentar que el Evangelio de la familia
responde a las expectativas más profundas de la persona humana”. Se
insiste también en la necesidad de una mayor formación
interdisciplinaria y no solo doctrinal de los seminaristas, para ocuparse
de los complejos problemas de las familias de hoy.

La preparación para el matrimonio


El Papa insiste mucho en la exigencia de preparar mejor a los novios
para el matrimonio, con una mayor participación de toda la comunidad.
Cada Iglesia local debe elegir cómo hacerlo. “Se trata de una suerte de
“iniciación” al sacramento del matrimonio que les aporte los elementos
necesarios para poder recibirlo con las mejores disposiciones y
comenzar con cierta solidez la vida familiar”. Pero no hay que olvidar
“los valiosos recursos de la pastoral popular”, como, por ejemplo, el día
de San Valentín, que “que en algunos países es mejor aprovechado por
los comerciantes que por la creatividad de los pastores”. El recorrido de
preparación también debe dar la posibilidad de “reconocer
incompatibilidades o riesgos. De este modo se puede llegar a advertir
que no es razonable apostar por esa relación, para no exponerse a un
fracaso previsible que tendrá consecuencias muy dolorosas”.

“Demasiado concentrados en los preparativos”


“La preparación La preparación próxima al matrimonio tiende a
concentrarse en las invitaciones, los vestidos, la fiesta y los
innumerables detalles que consumen tanto el presupuesto como las
energías y la alegría. Los novios llegan agobiados y agotados al
matrimonio”. “Queridos novios: “Tengan la valentía de ser diferentes, no
se dejen devorar por la sociedad del consumo y de la apariencia”.
Además, el matrimonio debe ser asumido como “un camino de
maduración”, sin tener expectativas demasiado elevadas sobre la vida
conyugal.

Sí a la “Humanae vitae”
Francisco pide volver a descubrir la encíclica de Pablo VI y la “Familiaris
consortio” de Papa Wojtyla, “para contrarrestar una mentalidad a
menudo hostil a la vida”.

Consejos a los jóvenes esposos


El Papa sugiere algunos “rituales cotidianos”. “Es bueno darse siempre
un beso por la mañana, bendecirse to- das las noches, esperar al otro y
recibirlo cuando llega, tener alguna salida juntos, compartir tareas
domésticas”. Y también es bueno interrumpir “la rutina con la esta, no
perder la capacidad de celebrar en familia, de alegrarse y de festejar las
experiencias lindas”.

Las crisis se arreglan


Con la “ayuda adecuada y con la acción de reconciliación de la gracia, un
gran porcentaje de crisis matrimoniales se superan de manera
satisfactoria”. “Saber perdonar y sentirse perdonados es una experiencia
fundamental en la vida familiar”. Y por ello es necesaria “la generosa
colaboración de familiares y amigos, y a veces incluso de ayuda externa
y profesional”.

Nunca usar a los hijos como “rehenes”


Francisco pide a los padres separados “¡nunca, nunca, nunca tomar al
hijo como rehén!”. Si se separaron “por muchas dificultades y motivos,
la vida les ha dado esta prueba, pero que no sean los hijos quienes
carguen el peso de esta separación, que no sean usados como rehenes
contra el otro cónyuge”. Los hijos deben crecer “escuchando que la
mamá habla bien del papá, aunque no estén juntos, y que el papá habla
bien de la mamá”. El Papa afirma que el divorcio es “un mal”, y define
“alarmante” el aumento de los divorcios.

La homosexualidad en familia
La experiencia de tener en su seno personas con tendencias
homosexuales es una experiencia “nada fácil ni para los padres ni para
sus hijos”. El Papa insiste en que “toda persona, independientemente de
su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con
respeto, procurando evitar todo signo de discriminación injusta”. Por
ello, se trata de “asegurar un respetuoso acompañamiento, con el n de
que aquellos que manifiestan una tendencia homosexual puedan contar
con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la
voluntad de Dios en su vida”. Y vuelve a insistir en que no se pueden
comparar las uniones entre homosexuales con los matrimonios.

El “aguijón” de la muerte
El Papa recuerda la importancia de acompañar a las familias afectadas
por un luto, afirmando que “hay que ayudar a descubrir que quienes
hemos perdido un ser querido todavía tenemos una misión que cumplir,
y que no nos hace bien querer prolongar el sufrimiento”.

¿Quién guía a nuestros hijos?


En el séptimo capítulo se habla sobre la educación de los hijos. Francisco
invita a preguntarse “quiénes se ocupan de darles diversión”, quiénes
“entran en sus habitaciones a través de las pantallas”, a quiénes los
confiamos “en su tiempo libre”. Siempre hay que vigilar. Los padres
deben prepararlos para afrontar “riesgos, por ejemplo, de agresiones, de
abuso o de drogadicción”. Pero, si un padre “está obsesionado por saber
dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará
dominar su espacio”, no lo educará ni lo “preparará para afrontar los
desafíos”. Por el contrario, hay que poner en marcha “procesos de
maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de
cultivo de la auténtica autonomía”.

¿Cómo educar?
La formación moral debería llevarse a cabo “intuitivamente”, para que el
“hijo pueda llegar a descubrir por sí mismo la importancia de
determinados valores, principios y normas, en lugar de imponérselos
como verdades irrefutables”. En el mundo de hoy, “en el que reinan la
ansiedad y la prisa tecnológica, una tarea importantísima de las familias
es educar para la capacidad de esperar. No se trata de prohibir a los
chicos que jueguen con los dispositivos electrónicos, sino de encontrar la
forma de generar en ellos la capacidad de diferenciar las diversas lógicas
y de no aplicar la velocidad digital a todos los ámbitos de la vida”.

El peligro del “autismo tecnológico”


Los medios electrónicos a veces “alejan en lugar de acercar, como
cuando en la hora de la comida cada uno está concentrado en su
teléfono móvil, o como cuando uno de los cónyuges se queda dormido
esperando al otro, que pasa horas entretenido con algún dispositivo
electrónico”. No hay que ignorar “los riesgos de las nuevas formas de
comunicación para los niños y adolescentes, que a veces los convierten
en abúlicos, desconectados del mundo real. Este ‘autismo tecnológico’
los expone más fácilmente a los manejos de quienes buscan entrar en
su intimidad con intereses egoístas”. La exhortación dice sí a la
educación sexual, que tenga “un sano pudor”, y también a una
educación que acostumbre a los niños a comprender que también los
hombres pueden (y deben) hacer las tareas domésticas. Para concluir,
es indispensable que “los hijos vean de una manera concreta que para
sus padres la oración es realmente importante”.

Descarga la Exhortación Amoris Laetitia aquí


‘Para una lectura de
la Amoris laetitia…’
Reflexión de P. Jesús Villagrasa, LC, rector del Ateneo
Pontificio Regina Apostolorum, sobre la exhortación
apostólica post-sinodal
10 ABRIL 2016REDACCIONIGLESIA Y RELIGIÓN

(ZENIT – Roma).- Ya está. Papa Francisco ha puesto en nuestras


manos la exhortación apostólica Amoris laetitia (AL), “La alegría del
amor: Sobre el amor en la familia”, que recoge el fruto de los
Sínodos celebrados en 2014 y 2015.

Una viñeta del humor de Chiri en el semanario Alfa y Omega se está


verificando: “¿Lo veis? El Papa nos da la razón? – dice un señor; “¡De
eso nada! Reafirma nuestra posición” – dice el interlocutor. “Pero si
el Papa aún no ha empezado a hablar” – comenta sorprendido un
prelado vaticano. “Da igual… Estamos entrenando”. Los debates y
contrastes en la prensa parecen ajenos a que el Papa haya dicho algo
o no. Por eso, en este momento, quizás lo más importante sea
disponernos y orientarnos a una lectura atenta de esta
exhortación… antes de empezar a comentar los contenidos. De
hecho Papa Francisco nos ofrece alguna orientaciones en los siete
primeros números de AL.

Intención del autor… Lo primero que busca el lector e intérprete de


un texto es la intención del autor, para conocerla y respetarla, antes
de juzgar el contenido. En nuestro caso esta intención es explícita:
no quiere pronunciarse para resolver cuestiones debatidas por
teólogos: “no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales
deben ser resueltas con intervenciones magisteriales” (AL 3). Sí
quiere librar a los pastores y a los files de posiciones extremas
inaceptables, como son “un deseo desenfrenado de cambiar todo sin
suficiente reflexión o fundamentación” y la pretensión de “resolver
todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones
excesivas de algunas reflexiones teológicas” (AL 2). Mal leerá el
texto quien, atrincherado en alguna de estas posiciones, busque
frases de la exhortación para lanzarlas como armas arrojadizas al
contrincante. Ya dijo en su momento Hans Urs von Balthasar que
para algunos teólogos el Evangelio se había convertido en una
cantera de la cual extraer piedras para arrojar en los debates
teológicos. Si eso pasa con el Evangelio… Papa Francisco ha querido
recoger “los aportes de los dos recientes Sínodos sobre la familia,
agregando otras consideraciones que puedan orientar la reflexión,
el diálogo o la praxis pastoral y, a la vez, ofrezcan aliento, estímulo y
ayuda a las familias en su entrega y en sus dificultades” (AL 4). La
mirada del lector no debe dirigirse a las posiciones de teólogos y
pastoralistas, sino a los matrimonios, a la vida de las familias que se
esfuerzan por vivir su vocación en un difícil y complejo contexto
social y eclesial.

… y división del texto: Los comentaristas medievales de textos


antiguos solían anteponer a su comentario una división del texto en
partes y secciones ordinariamente ausente en el texto comentado.
Era la forma más segura para captar la intención del autor y
suponía un conocimiento profundo de todo el texto. El Papa nos
ahorra esta fatiga y, al mismo tiempo, nos previene de la “tentación
universal” de ir directamente a las orientaciones pastorales que
iluminen las decisiones que habría que tomar en situaciones
problemáticas muy complejos que son tal vez las que más interesan
a los medios de comunicación y a muchas personas, familias y
pastores. Antes de llegar a esos temas (tratados en el capítulo 8) hay
que realizar un camino con etapas (capítulos) que tienen finalidades
muy precisas y que el Papa expone en el n. 6: “En el desarrollo del
texto, comenzaré con una apertura inspirada en las Sagradas
Escrituras, que otorgue un tono adecuado [cap. 1]. A partir de allí,
consideraré la situación actual de las familias en orden a mantener
los pies en la tierra [cap. 2]. Después recordaré algunas cuestiones
elementales de la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la
familia [cap. 3], para dar lugar así a los dos capítulos centrales,
dedicados al amor [cap. 5-6]. A continuación destacaré algunos
caminos pastorales que nos orienten a construir hogares sólidos y
fecundos según el plan de Dios [cap. 6], y dedicaré un capítulo a la
educación de los hijos [cap. 7]. Luego me detendré en una invitación
a la misericordia y al discernimiento pastoral ante situaciones que
no responden plenamente a lo que el Señor nos propone [cap. 8], y
por último plantearé breves líneas de espiritualidad familiar [cap.
9]”.

¿Cómo leer la exhortación? “No recomiendo una lectura general


apresurada” (7), que es la tentación de quien hojea el texto en busca
de novedades. Los fieles tenemos a nuestra disposición el fruto
maduro de una reflexión amplia y rica realizada por dos sínodos y
presentada a la consideración del Santo Padre. Expresión de aprecio
teórico y práctico por este texto pontificio, será seguir estos
consejos: primero, profundizar “pacientemente parte por parte” (7),
haciéndolo objeto de calmado estudio y honda reflexión. Segundo,
hacer de este texto un vademecum para la vida, donde cada uno
busque “lo que pueda necesitar en cada circunstancia concreta” (7).

Continuidad. Como ya pasó con los textos conciliares, quizás haya


quien diga que el texto no recoge el espíritu de unos sínodos
presuntamente más ‘progresistas’ o que no es fiel a la tradición…
Con la perspectiva de la experiencia de años pasados podemos
parafrasear lo que el cardenal Ratzinger decía del Concilio. La mejor
herencia del Sínodo es este texto, rectamente interpretado en la
continuidad con el magisterio precedente. Papa Francisco parece
querer subrayarlo por la profusión de citas las relaciones sinodales
y de sus dos predecesores: San Juan Pablo II y su Familiaris
consortio y Benedicto XVI y su encíclica Deus Caritas est, entre otros
documentos.

Una provocación: En la presentación a la prensa de la exhortación


apostólica se ha subrayado que el lenguaje de Papa Francisco es
claro, sencillo, concreto. No lo dudo. Pero me gustaría que el lector
se dejara provocar por unas reflexiones de Etienne Gilson en su
obra “El filósofo y la teología”, ante la constatación de que rara vez
los filósofos se animaban a leer unas encíclicas pontificias que les
resultaban difíciles. Estoy convencido de que las cautelas de Gilson
siguen siendo válidas y que estos textos requieren una lectura
reflexiva muy atenta, para captar el valor de cada frase en el
contexto global de la exhortación, el valor de algunos silencios, y
como diría Gilson, la precisión de algunas imprecisiones. Aunque los
motivos de la dificultad de la lectura sean otros, este texto de Gilson
resulta pertinente: “La dificultad no proviene de que estén escritas
en un latín de cancillería florido de elegancias humanísticas, sino
más bien de que no siempre se deja captar fácilmente el sentido de
la doctrina. Entonces se aborda el problema de traducirlas, y, al
intentarlo, se acaba por comprender al menos la razón de ser de su
estilo. No se puede reemplazar las palabras de este latín pontificio
por otras tomadas de una cualquiera de las grandes lenguas
literarias modernas, y menos aún desarticular estas frases para
articularlas de otra forma, sin darse cuenta inmediatamente de que,
por cuidadosamente que se haga, el original pierde su fuerza a lo
largo de la operación, y no sólo su fuerza, sino también precisión,
que aún no es lo más grave, pues la verdadera dificultad,
conocidísima por los que intentan la prueba, está en respetar
exactamente lo que podría llamarse, sin caer en paradoja alguna, la
precisión de sus imprecisiones. La precisión sabiamente calculada
de sus imprecisiones voluntarias. Cuántas veces no se piensa,
después de madura reflexión, que se sabe lo que, respecto a tal
punto preciso, quiere decir la encíclica, pero no lo dice exactamente,
y sin duda tiene sus razones para detener en determinados
umbrales la determinación más precisa de un pensamiento
preocupado por permanecer siempre abierto, presto a acoger las
posibles novedades”. Gilson concluye pidiendo a los filósofos
cristianos que, además de hacer cursos de teología, se animen a
frecuentar alguna universidad pontificia en la que les enseñen a
leer los documentos pontificios. Como rector de una universidad
pontificia ciertamente renuevo esa invitación, aunque más
modestamente me limito a invitar a los pastores y a los fieles – a
ellos va dirigida Amoris laetitia – a leer con calma y profundidad
este esperadísimo texto sobre una cuestión vital para las personas,
las familias, la sociedad y la Iglesia: “el amor en la familia”

AMORIS LAETICIA – DE LA A A LA Z
ACOMPAÑAMIENTO
Es una de las claves de la exhortación: acompañar a los novios en el camino hacia el sacramento, acompañar
en los primeros años de la vida matrimonial y acompañar después de rupturas y divorcios; “acompañar,
discernir e integrar la fragilidad”; acompañar con “verdad, paciencia y misericordia”… Acompañar, asesorar,
ayudar, alentar… Es un mensaje no solo para los sacerdotes y agentes de pastoral, sino para toda la
comunidad cristiana. “Hoy, la pastoral familiar debe ser fundamentalmente misionera, en salida, en cercanía,
en lugar de reducirse a ser una fábrica de cursos a los que pocos asisten”.

BIBLIA

El papa Francisco dedica el primero de los nueve capítulos de la exhortación a rescatar de la Biblia los
ejemplos de familias, generaciones, historias de amor y crisis familiares, desde la escena de Adán y Eva hasta
la última página del Apocalipsis, con las bodas de la Esposa y el Cordero. En este punto, aparece otra “B”
muy señalada por algunos analistas: Borges, Jorge Luis, escritor de referencia para Bergoglio, a quien cita en
el punto 8 del documento.

CRISIS
Aparte de otras muchas referencias, hay un epígrafe completo dedicado a la crisis (231-238), que aborda
desde la etapa del noviazgo hasta la llegada de los hijos, los problemas laborales o, en general, las
insatisfacciones. Se leen frases tan sugerentes como estas: “Hay que ayudar a descubrir que una crisis
superada no lleva a una relación con menor intensidad, sino a mejorar, asentar y madurar el vino de la unión”;
“No se convive para ser cada vez menos felices, sino para aprender a ser felices de un modo nuevo”; “Cada
crisis implica un aprendizaje que permite incrementar la intensidad de la vida compartida, o al
menos encontrar un nuevo sentido a la experiencia matrimonial”…

DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR


Es el titular estrella de la exhortación. El tema del que más se habló antes y durante el Sínodo, que copó
debates y análisis. Por fin llega Amoris laetitia, y aconsejamos leer entero el capítulo octavo para no dejase
llevar por interpretaciones rápidas en uno u otro sentido. Aquí entresacamos cuatro frases a modo de
introducción al tema, nada fácil, sobre la solución del Papa, basada en otra “D”:discernimiento.

“A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la
Iglesia, que ‘no están excomulgadas’ y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión
eclesial” (p. 243). “Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio” (p.
297). “Ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada ‘irregular’ viven
en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante” (p. 301). “Es posible que, en medio de
una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se
pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad,
recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia” (p. 305)

¿Y la comunión? La repuesta se da en la nota al pie nº 351: “En ciertos casos, podría ser también la ayuda de
los sacramentos. (…) la Eucaristía ‘no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un
alimento para los débiles'”.

EDUCACIÓN DE LOS HIJOS


El capítulo séptimo se titula precisamente así: ‘Fortalecer la educación de los hijos’. Son 30 puntos en total
que hablan de la formación ética y moral, de la vida familiar como contexto educativo, de cómo transmitir la
fe… y también de educación sexual.

FORMACIÓN
Formación, en este caso, de los agentes de pastoral, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas,
seminaristas, laicos, catequistas, asociaciones y, en fin, todo aquel miembro de la comunidad cristiana que
recibe el mandato de acompañar a la familia. El Papa habla de ello en el capítulo sexto y recomienda
que “una buena capacitación pastoral” que complementa la dirección espiritual, los “inestimables recursos
espirituales de la Iglesia” y la “Reconciliación sacramental”.

GOZO Y DIMENSIÓN ERÓTICA DEL AMOR

“Dios ama el gozo de sus hijos y “Dios mismo creó la sexualidad”, escribe el papa Francisco, así que no se
trata de no hablar del tema; al contrario: “La educación de la emotividad y del instinto es necesaria”, pero
matiza: “A veces es indispensable ponerse algún límite”: ojo con el exceso, el descontrol, “la obsesión por un
solo tipo de placeres”… “De ninguna manera podemos entender la dimensión erótica del amor como un mal
permitido o como un peso a tolerar por el bien de la familia, sino como don de Dios que embellece el
encuentro de los esposos”.

HOMOSEXUALES
Otra cuestión que también ocupó muchas horas de debate y sobre la que costó llegar a un acuerdo durante el
Sínodo. Francisco reitera que “toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser
respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar ‘todo signo de discriminación injusta'”, e
insiste también en que no se puede equiparar la unión de personas del mismo sexo con el matrimonio. En
definitiva, ningún cambio sobre lo dicho en otras ocasiones.

IDEOLOGÍA DE GÉNERO

Es uno de los muchos desafíos enunciados tanto en los Sínodos como en la exhortación, a los que la familia
se enfrenta hoy en día: “Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa
es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el
pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes”.

JUBILEO DE LA MISERICORDIA
Providencialmente, la exhortación apostólica postsinodal llega en el Jubileo o Año Santo de la Misericordia,
convocado por el propio Francisco. Él espera que este documento aliente “a todos para que sean signos de
misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y
gozo”. La palabra ‘misericordia’ aparece 40 veces en el texto.

LENGUAJE AMABLE DE JESÚS

Dice el Papa que “el que ama es capaz de decir palabras de aliento”, y pone como ejemplo algunas palabras
que Jesús decía a las personas: “¡Ánimo hijo!, “¡Qué grande es tu fe!”, “¡Levántate!”, “Vete en paz”, “No
tengáis miedo”. “En la familia –sigue Francisco– hay que aprender este lenguaje amable de Jesús”.
MATRIMONIOS MIXTOS
Los matrimonios entre católicos y otros bautizados son abordados como una “situación compleja” que merece
una atención específica, por ejemplo, ante el sacramento de la Eucaristía, algo que solo debe compartirse de
manera “excepcional” y según las disposiciones establecidas. En todo caso, son un “lugar privilegiado” para
el diálogo interreligioso.

NULIDADES

Amoris laetitia recoge la preocupación de Francisco por acelerar y simplificar los procedimientos de nulidad
matrimonial (“La lentitud de los procesos irrita y cansa a la gente”) y recuerda los motus proprios que él firmó y
que deben aplicarse en este sentido.

ORACIÓN
Entre otros muchos consejos prácticos que el Papa deja en la exhortación, recomienda la oración como
“medio privilegiado para expresar y fortalecer esta fe pascual”: buscar unos minutos al día para estar unidos
ante el Señor, decirle qué cosas nos preocupan, pedir por las necesidades familiares, darle gracias por las
cosas buenas, etc. “Con palabras sencillas, ese momento de oración puede hacer muchísimo bien a la
familia”.

PROCREACIÓN Y OTRAS FORMAS DE FECUNDIDAD

“El amor siempre da vida. Por eso, el amor conyugal no se agota dentro de la pareja”, sino que un hijo es
“reflejo viviente de su amor”. En el capítulo quinto se habla no solo de procreación, nueva vida, fecundidad,
embarazo, maternidad o familias numerosas; sino que se presentan la adopción y la acogida como una opción
para los matrimonios que no pueden tener hijos. Y todavía más: toda familia, con hijos o sin ellos, “está
llamada a dejar su huella en la sociedad donde está inserta”.

RECURSOS PRÁCTICOS
Recursos prácticos de gran utilidad son los que poseen los matrimonios con experiencia y que pueden servir
tanto en los primeros años de convivencia: programar momentos para estar juntos, momentos para estar con
los hijos, diversas maneras de celebrar cosas importantes, espacios de espiritualidad compartida, aprender a
comunicarse mejor, etc. Hay más recursos prácticos entre los puntos 223-230.

SAGRADA FAMILIA

“Jesús, María y José / en vosotros contemplamos / el esplendor del verdadero amor, / a vosotros, confiados,
nos dirigimos…”. Es la oración que cierra la exhortación. En otro lugar, Francisco cita a Pablo VI: “Enseñe
Nazaret lo que es la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e
inviolable; enseñe lo dulce e insustituible que es su pedagogía; enseñe lo fundamental e insuperable de su
sociología”.

TTRABAJO Y OTRAS “COERCIONES ECONÓMICAS”


Dice el Papa que el trabajo hace posible, entre otras cosas, el sostenimiento de la familia “y también su
estabilidad y su fecundidad”, y por eso lamenta que “desocupación y la precariedad laboral se transformen en
sufrimiento”, así como las largas jornadas laborales. En otro párrafo habla de la necesidad de una
vivienda que permita formar un hogar, o del necesario acceso a un servicio de salud. En definitiva, el Pontífice
critica las “coerciones económicas” a las que se ve sometida la familia y reclama medidas políticas que
favorezcan la planificación y sostenimiento de los proyectos familiares.

UNIONES DE HECHO, MATRIMONIOS CIVILES Y PAREJAS QUE


CONVIVEN

Son varios los tipos de familia que no responden al ideal del matrimonio cristiano, y ante estas nuevas
realidad crecientes, el Papa opina que “en estas situaciones podrán ser valorados aquellos signos de
amor que de algún modo reflejan el amor de Dios”. “Es preciso afrontar todas estas situaciones de manera
constructiva, tratando de transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la
familia a la luz del Evangelio. Se trata de acogerlas y acompañarlas con paciencia y delicadeza”.

VOCACIÓN DE FAMILIA
El matrimonio es una vocación que lanza a las parejas “hacia adelante, con la firme y realista decisión de
atravesar juntos todas las pruebas y momentos difíciles”. Francisco agradece a las familias que son capaces
de realizar esta vocación y que, “lejos de considerarse perfectas”, “siguen adelante, aunque caigan muchas
veces a lo largo del camino”. Y, más allá de los problemas reconocidos, alienta a seguir proponiendo este
camino, presentando las razones y las motivaciones, “de manera que las personas estén mejor dispuestas a
responder a la gracia que Dios les ofrece”.

ZELOI (CELOS, ENVIDIA)

“Se rechaza como contraria al amor una actitud expresada como zeloi (celos, envidia). Significa queen el
amor no hay lugar para sentir malestar por el bien de otro”. Es una de las características del amor verdadero,
la ausencia de envidia; junto a ella, la paciencia, la actitud de servicio, la amabilidad, el desprendimiento, el
perdón… Todas ellas, expresadas en el himno de la caridad de san Pablo, transcrito en el punto 90 de la
exhortación.

Y una coda…
… la última frase de la exhortación, que no puede ser más alentadora: “Caminemos familias, sigamos
caminando. Lo que se nos promete es siempre más. No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco
renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido”.

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