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INSTITUCIÓN EDUCATIVA

“ANDRÉS AVELINO CÁCERES DORREGARAY”


KM 50 - CHULUCANAS

Lenguas en contacto

Distribución geográfica de las lenguas


Se calcula que en el mundo hay unas cuatro o cinco mil lenguas, mientras que tan sólo hay unos
doscientos Estados. A ello hay que añadir que algunas lenguas, entre ellas el castellano, por ejemplo, se
habla en España y en una veintena de países, principalmente de América: Argentina, Chile, Uruguay,
Paraguay, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela, México…; el inglés se habla en muchos países de los
cinco continentes: Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Israel, Kenia…; y el
francés se habla en muchos países, principalmente de Europa y de África: Francia, Suiza, Bélgica,
Senegal, Camerún, Costa de Marfil…

El bilingüismo
En algunos de los países en que conviven dos o más lenguas, cada una de estas ocupa un área
geográfica distinta; así ocurre, por ejemplo, en Suiza, donde básicamente hay tres zonas lingüísticas: una
en la que se habla el francés, otra en la que se habla alemán y otra en la que se habla italiano. En otros
países, en cambio, en una misma zona se hablan dos o más lenguas; así sucede en Paraguay, donde
conviven el guaraní y el castellano, o en el área de Bruselas (Bélgica), en la que conviven el francés y el
flamenco. Sólo en casos como estos se produce una situación de bilingüismo. Hay, por tanto, bilingüismo o
multilingüismo cuando en una misma área geográfica conviven dos o más lenguas.
Lógicamente, en una comunidad bilingüe puede haber hablantes que sólo hablen una de las dos lenguas,
cualquiera que sea, y otros hablantes que sean bilingües. Por lo general, la mayor parte de los hablantes
de áreas bilingües son también bilingües y viven esa situación con total normalidad.

Conflicto lingüístico
En algunas comunidades bilingües las dos lenguas tienen la misma consideración social, de modo que se
utiliza indistintamente una u otra en los medios de comunicación, en la enseñanza y la administración de
justicia, en el comercio, y, en general, en cualquier situación de carácter formal. Esta no es, sin embargo,
la situación más habitual.
Cuando dos lenguas conviven, una de ellas suele convertirse en lengua dominante y la otra, a la que se
llama lengua minorizada, va quedando relegada a un ámbito familiar o se ve como lengua propia de una
minoría. Incluso es posible que, con el paso del tiempo, la lengua minorizada vaya siendo sustituida por la
lengua dominante y acabe por desaparecer.
Esta es una situación que se ha dado en numerosas ocasiones. Así, por ejemplo, de las lenguas que se
hablaban en la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos, tras la dominación de Roma, sólo
pervivió el vasco; las demás desaparecieron bajo el peso del latín.

Diglosia
Cuando en una zona bilingüe la mayoría de los hablantes prefiere utilizar una lengua u otra según las
circunstancias de la comunicación, hablamos de diglosia. Hay diglosia siempre que entre las lenguas no
existe una situación de equilibrio, lo cual se manifiesta, por ejemplo, en que se prefiere una lengua para el uso
familiar y otra para la enseñanza o para usos más formales. También hay diglosia cuando el uso de una de las
lenguas implica menor consideración social. Esta última situación, por ejemplo, es la que puede llevar a
algunos hispanos de Estados Unidos a preferir el uso del inglés al del español: el español está en Estados
Unidos en una situación diglósica frente al inglés.

Lengua oficial
En países en los que se hablan varias lenguas, es frecuente que una de ellas adquiera preponderancia
sobre las demás y se convierta en vehículo de intercambio entre todos los ciudadanos.
En un país como Estados Unidos hay censadas nada menos que 176 lenguas, muchas de ellas con
menos de cien hablantes; la comunicación en esa situación de diversidad lingüística sólo es posible si
todos o la inmensa mayoría de los hablantes comparten una lengua, en este caso el inglés. Y lo mismo
ocurre en Francia, donde además del francés, que se tiene como lengua común, se habla, según los
territorios, alemán, bretón, vasco, catalán, luxemburgués, italiano…
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A veces, una lengua se impone sobre otras simplemente por el uso. Los hablantes sienten que el
empleo de esa lengua les resulta ventajoso y la van adoptando como vehículo de intercambio habitual.
Los emigrantes, por ejemplo, se esfuerzan por aprender y utilizar la lengua del país de destino como
medio de acelerar su integración. De la misma manera, las tribus autóctonas de América fueron
asimilando el uso del español o del inglés, a la vez que iban prescindiendo de sus propias lenguas.
La situación de predominio de una lengua puede verse impulsada o refrenada por la decisión de convertir
a esa lengua, generalmente mayoritaria, en lengua oficial. El hecho de que una de las lenguas de un
Estado se convierta en lengua oficial significa que los poderes públicos apoyan y promueven su uso, lo
cual se manifiesta en la promulgación de las leyes, en los actos administrativos, en la enseñanza y en otras
muchas actividades públicas.

La normativización
Para que una lengua pueda funcionar como vehículo de comunicación, es fundamental que haya una
norma unificadora que establezca unas pautas ortográficas y gramaticales que regulen su uso. El
desarrollo de la norma permite a los hablantes identificar qué usos de la lengua son correctos y cuáles no.
Con frecuencia, la minorización supone que una lengua se vaya fragmentando en diversas variedades,
con la consiguiente falta de uniformidad en su uso. Este hecho acaba dificultando la comunicación entre los
hablantes y contribuye a la desaparición de la lengua. Por eso, una lengua debe basarse en un proceso de
normativización que fije los usos que se consideran correctos.
La normativización se realiza desde instituciones de prestigio que cuentan con el reconocimiento de todos
los hablantes.
En el caso del castellano esa institución es la Real Academia Española(y las Academias a ella asociadas),
aunque la labor de normativización del castellano comenzó ya en la Edad Media con Alfonso X el Sabio,
muchos siglos antes de la fundación de la Real Academia.

Fenómenos de contacto entre lenguas


Siempre que hay dos lenguas en contacto, se producen entre una y otra distintos trasvases que afectan sobre
todo al vocabulario –los préstamos lingüísticos– y en ocasiones también a las estructuras. Así, el castellano ha
tomado a lo largo del tiempo algunos términos del gallego (choza), del catalán (capicúa, cantimplora, pincel) y
del vasco (chatarra, zamarra); y, paralelamente, en gallego, en catalán y en vasco hay numerosos
castellanismos. Esta situación, lejos de ser perjudicial, contribuye a enriquecer la lengua.
No obstante, los intercambios dan origen a veces a estructuras extrañas a una de las lenguas. Así ocurre,
por ejemplo, con algunos préstamos que el castellano adopta del francés o del inglés, cuyas terminaciones
crean plurales anómalos (clubs, clips, robots,…). En estos casos hablamos de interferencias entre las
lenguas que están en contacto.
Una consecuencia extrema del contacto entre lenguas es la creación de códigos mixtos, como el
spanglish, híbrido de español e inglés que emplean algunos hablantes hispanos de Estados Unidos.

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