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Retorica Evolucionada
Retorica Evolucionada
Cristián Santibáñez
Universidad de Houston
1. Introducción.
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Santibáñez, C. 2
Sin saber aun todo lo que puede formar parte de una, a falta de mejor nombre,
“retórica evolucionada”, queda en algo justificado proceder en un empeño como este,
toda vez que tal ángulo, según nos mostrara Viehweg, recuerda que, primero, en derecho
los procesos de fundamentación de premisas (antecedente legal, ley, reglamento) están
limitados por las mismas urgencias de la comunicación diaria (estructuras de diálogos
según patrones culturales, supuestos sociales de todo tipo, dominios semánticos
predominantes en grupos humanos, etc.), a menos que se impongan por la fuerza, la
amenaza o la violencia directa; segundo, que es posible, y deseable para la convivencia
social y el consenso que reglamenta a su vez disensos, describir el proceso de
razonamiento más allá de la fórmula lógica clásica; y tercero, que se puede desarrollar un
programa de estudio que arroje luces sobre la racionalidad mundana3.
A partir de estas básicas coordenadas, las líneas de este trabajo van en la dirección de
desarrollar lo que puede integrar a una retórica evolucionada. Por tal motivo, aquí discuto
algunas consideraciones conceptuales y prácticas que nacen en diferentes propuestas
teóricas y cuyo fondo es la retórica, las teorías de la argumentación y las reflexiones en
torno a la idea de racionalidad.
Así, siguiendo uno de los conceptos que se repite en las perspectivas, programas y
tendencias en retórica, reviso de forma introductoria la noción de tópico en algunas de
sus acepciones, dando cuenta, por cierto, de algunos de sus tipos y características; a
continuación, referencias y relaciones breves haré con el funcionamiento de los dichos,
sentencias, clichés, etc., sobre el entendido de que algunos de éstos son manifestaciones
prácticas y cotidianas de los tópicos; luego, discuto como engarza el tópico, sea en
versión de dicho o no, con la propuesta de la lógica factual de Toulmin (1958), si en tanto
garantía o respaldo argumentativo; acto seguido, discurro sobre la convergencia de los
temas anteriores con la idea de verosimilitud en tanto que, como señala una de sus
posibles acepciones, ella expone el entendimiento razonable de la vida social4.
De más está decir que estos desarrollos son puntos básicos de una investigación
mayor y que, evidentemente, intentan abrir una discusión.
2. Sobre tópico
Esta distinción muestra dos entradas posibles al término: tópico como idea de uso
frecuente, y tópico como método de organización del discurso. Cabe la advertencia
inmediata aquí: esta distinción es la más común y elemental, pues si se sigue a Aristóteles
en su Retórica, el lector se encuentra con tres tipos de tópicos, o como los llama el
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Santibáñez, C. 3
Así, entre los lugares de persona están: nombre, esto es, el orador revisa si es
susceptible de asociarse el nombre de un individuo a algún hecho o cualidad digna de
alabanza o vituperio; y otros como nacimiento, naturaleza, modo de vida, ocupación,
fortuna, talante o calaña7. Para los lugares de cosa el orador tiene que considerar los
actos de los protagonistas del discurso, sus circunstancias y procedimientos; de este
modo, en esta línea tópica los rétores clásicos distinguieron: causa (el orador analiza si el
hecho fue realizado por el deseo de obtener, practicar o conservar el bien, de evitar el
mal, o por las causas contrarias), modo, espacio, circunstancias, comparación, inducción
y deducción.
Para el caso de los tópicos tradicionales la división también se sigue de la distinción
entre tópicos de persona y cosa. Para los primeros, que se constituyen en torno a
atributos, actitudes y acciones de los individuos que pueblan el discurso, se encuentran:
humilitas autorial, el hombre como pequeña mundo, analogías náuticas, el elogio
personal (y en este: el joven y el anciano, sobrepujamiento, sabiduría y valor, la nobleza
del alma, la fama y la hermosura corporal.) Para los tópicos referidos a objetos destacan:
tópicos de la creación literaria (tópica del exordio), tópica de la consolación, tópicos del
espacio, tópicos del tiempo (como por ejemplo el famoso carpe diem), tópicos de
circunstancias (como el mundo al revés, muy usado en creaciones literarias), tópicos de
comparación (recinto predilecto de la metáfora, o más bien, de su análisis clásico.)
Esta pequeña lista se ha ido ampliando en la medida en que se han desarrollado otras
disciplinas como la semiótica, la sociología, la propia literatura, la lingüística, etc., y
campos de estudio como el análisis del discurso, la pragmática, la lingüística cognitiva,
etc., que no han escatimado en usar sinónimos para referirse al mismo concepto: topoi,
topos, tipo, lugar. De hecho, desde una entrada de diccionario especializado en retórica se
lee lo siguiente respecto de las distinciones anteriores y de la convergencia disciplinaria y
campos de estudio aquí apuntados:
3
Santibáñez, C. 4
Definición en la que vemos que se mantienen las distinciones expuestas más arriba en
relación con lugares recurrentes. Sin embargo, más me llama la atención en ella que: 1)
se ratifica un hecho, al parecer, ineludible en la reflexión, 2) se agrega un dato importante
a nuestra discusión, y 3) se expone una condición innegable; en el mismo orden lo
referido es: 1) los tópicos son una referencia y un ejercicio de recuperación, 2) los tópicos
no son los argumentos, y 3) los tópicos arrastran como condición de composición -y de
uso, muchas veces- la característica de contradictorios y paradójicos.
Respecto de lo que se ratifica, bien vale ahora resumir la posición de Viehweg. El
tópico es recuperado en Viehweg por el procedimiento de la tópica jurídica. La tópica
jurídica de Viehweg es la tópica de Aristóteles, es decir, es la combinación de la
dialéctica y la retórica. En esta combinación, los tópicos son usados en su sentido
aristotélico, es decir, como elementos o puntos de partida de una argumentación retórica
(entimema) anclados ya en la endoxa, esto es, son referencia, lugar. Pero, siguiendo a su
vez a Cicerón, Viehweg no sólo toma la parte especulativa de una definición de tópico
(Aristóteles), sino que recupera su carácter inmediato, práctico, en tanto técnica a
disposición del orador, en tanto estrategia de, como en Aristóteles, lugares para la
argumentación determinados por el problema al que el orador se refiere. Este es el punto
central de Viehweg preocupado por el derecho, y el punto central de la definición de
tópica como ejercicio de recuperación de lugares o metodología del pensamiento. Sobre
la base de que no hay, en los campos varios en que se da la argumentación -incluidos los
de la justicia- verdades necesarias, la tópica aporta un conjunto de argumentos en
continua disputa que orientan la estructuración de un conjunto de criterios, reglas y
enunciados para la ulterior construcción dialógica o retórica de las verdades prácticas.
En efecto, siguiendo a toda la tradición retórica, la sola mención de la existencia de
lugares comunes que guían nuestros más elementales movimientos discursivos, prácticos
y abstractos, permite pensar a los tópicos como la prueba de que todo es discutible allí
donde no se imponen por sí mismas verdades necesarias. De este modo, lo que le importa
a Viehweg es considerar a la tópica como una técnica de pensamiento caracterizada por
orientarse al problema, en este caso legal8. Todo caso legal admite más de una solución,
como todo problema más de una respuesta. En otras palabras, lo que viene a decirnos
Viehweg, es que si hay en la jurisprudencia un procedimiento que tenga sentido, es aquel
que se orienta por una filosofía que trabaja con una herramienta que observa el problema,
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Santibáñez, C. 5
más que la solución vía deducción o reducción. La búsqueda de premisas regidas por los
tópicos es anterior al procedimiento deductivo que permite una conclusión, sin la primera
no existe el segundo9.
También en cuanto a “tópicos como referencia y ejercicio de recuperación” valen los
alcances de otras posiciones, aun generales, que comentan el concepto. En sociología,
como lo he señalado en otras partes10, el tópico es entendido como el lugar de consenso al
que llega un grupo como resolución de una discusión, como entendimiento básico, a
través de los recursos dispuestos por el lenguaje en su posibilidad de reflejo social.
En Perelman & Olbrechts-Tyteca se ve el mismo sentido, cuando nos advierten que
el lugar-tópico es el estado de lo preferible en cuanto presunción, y en su función
pragmática, en cuanto insumo para la argumentación, pues toda presunción aparece como
el campo de lo preferible, de lo más probable y, por extensión, de lo que puede triunfar en
una disputa11.
Lo mismo acontece en la perspectiva de Eco (1995), quien concibe que la creación de
personajes, situaciones y atmósferas en obras literarias, está limitada de antemano por la
preexistencia de un topos al cual se refiere tal personaje, situación o atmósfera, porque es
la única posibilidad de éstos de ser experimentados vívidamente.
Burke (1969), por su parte, comentando la noción de tópico en Aristóteles ligada a la
idea de persuasión e identificación con las presunciones asumidas, señala:
Esto es, en la lectura de Burke, los tópicos derivan de su poder persuasivo. Sin
embargo, ello dependerá del acierto o pertinencia con que los use un hablante. Más
importante aun que reconocer la idea de tópico como lugar, el propio Burke también
avisa sobre los tópicos como fórmula, técnica o procedimiento táctico. Sintetizando
nuevamente a Aristóteles, comenta sobre esta doble cara de los tópicos, y nos entrega una
lista de algunos de los procedimientos de éstos:
Aristotle also considers another kind of “topic”, got by the manipulation of tactical
procedures, by following certain rules of thumb for inventing, developing, or
transforming an expression, by pun-logic, even by specious and sophistical arguments.
The materials of the opinion will be embodied in such devices, but their characterization
as “topics” is got by abstracting some formal or procedural element as their
distinguishing mark. Aristotle here includes such “places” as: ways of turning and
adversary’s words against himself, and transforming an argument by apposites (“if war
did it, repair it by peace”). Some other terms of this sort are: recalling what an adversary
advocated in one situation when recommending a policy for a new situation (“you wanted
it then, you should want it now”); using definitions to advantage (Socrates using his
previous mention of his daimonion as evidence that he was no an atheist); dividing up an
assertion (“there were three motives for the offense; two were impossible, not even the
accusers have asserted the third”)… (57)
En esta considerción de Burke que comenta a Aristóteles, los tópicos son una táctica
de manipulación, que siguiendo algunas reglas de procedimiento, desarrollan o
transforman una expresión, como en el caso de aplicar en contra de un hablante las
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Santibáñez, C. 6
mismas palabras –o contenido de ellas- que emite, que en el campo de los así llamados
argumentos sofísticos se conoce como falacia Tu quoque. En estas últimas observaciones
de Burke vemos, nuevamente, la idea de los tópicos como “lugares” de procedimientos,
fórmulas o técnicas del pensamiento para reformular contenidos. Estas técnicas son
“lugares” en el sentido de que son de fácil reconocimiento, y todo hablante las ocuparía,
tarde o temprano, en alguna situación de disputa o argumentación.
Por otro lado, la vinculación que hace Burke de los tópicos con la persuasión, permite
hacer la referencia al hecho de que “los tópicos no son los argumentos”; ella, la
persuasión o convicción12, involucra muchas cosas más, desde gestos, pasando por los
ruidos, hasta incluir el papel de los silencios. Los tópicos son un insumo más en esta
actividad “natural” de persuadir.
En efecto, si se concibe, como lo hago aquí, que un argumento es, por un lado, una
secuencia de razones o pretensiones encadenas que entre ellas establecen la fuerza de una
proposición, y que además, por otro lado y de forma general, es un tipo de interacción
humana en la que se formulan y debaten tramos de razonamiento, esto es, argumentos13,
entonces los tópicos son una parte, y no más esencial que las otras, de los tramos de
razonamiento14.
Por otra parte, la identificación de tópicos como lugares es un acto reflexivo de
categorización, es un acto típico de, a falta de mejor nombre también, metalenguaje,
puesto que el tópico funciona cotidianamente de forma indirecta, sobreentendida,
camuflado, embellecido, a veces oscuramente. Cuando reconocemos que en un texto o
discurso se maneja el lugar “no encuentro palabras”, donde el orador o escritor no
escatima en medios para presentar “lo inútil que es su empresa por describir un hecho,
situación o persona” para congraciarse o difamar, asistimos, seguramente, a una larga
espiral de frases, adjetivos, sustantivos para sostener tal tópico, pero el argumento en
cuestión está compuesto por todas aquellas frases, adjetivos, sustantivos encadenados, y
en cuya estructuración se observarán partes que tienen más peso que otras en tales
encadenamientos. Tómense los tópicos tradicionales de puer senilis “el muchacho sabio
como un viejo”, o “el anciano con la gracia de la juventud” y revísese sus usos en
ambiente conceptuales15 distintos y, probablemente, veremos encarnaciones disímiles en
sus términos, semejantes en sus temas, pero decididamente acoplados en interacciones
mayores.
También se puede sostener que “los tópicos no son argumentos” asumiendo la
perspectiva de van Eemeren & Grootendorst (2002) cuando exponen:
“...ni los argumentos ni los puntos de vista se caracterizan en primer término por su
forma y contenido” y los tópicos, precisamente, son los rótulos del contenido, expresan lo
sustantivo del intercambio verbal con objetivo argumentativo, pero pueden ocurrir
también con objetivo de orden, u otro carácter pragmático. No importando aun la
distinción entre argumento y punto de vista, valga señalar que el perfil del argumento en
la perspectiva de estos investigadores asume distintos papeles según como evolucione un
debate o el contexto de argumentación cuyo proceso dialéctico de cambios continuos de
posiciones en una disputa así lo requiera.
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Santibáñez, C. 7
Pero basta también citar a Aristóteles para parar todo intento de pensar que los
tópicos son los argumentos, cuando señala en Retórica 1396b: “Le llamo elementos de
los entimemas y líneas de razonamiento a la misma cosa”.
“Los tópicos arrastran como condición de composición -y de uso, muchas veces- la
característica de contradictorios y paradójicos”, es el tercer patrón que logro detectar, en
términos generales, respecto de los tópicos. Por ejemplo en: “el anciano con la gracia de
la juventud”, tópico recurrente cuando se trata de alabar, honesta o cínicamente, a
nuestros mayores, vemos que sus términos, metafóricos por lo pronto, exhiben
contradicción: ¿cómo se puede ser viejo con características de juventud? Bueno, se
puede, pero en el lenguaje, en su acontecer retórico. Esta contradicción, en particular,
consiste en predicar de un sujeto una propiedad que no contradice otra predicada o
inherente, sino que cae resueltamente fuera del ámbito de las predicables respecto de ese
sujeto16.
Una forma de los tópicos no metalingüística que fluye con facilidad en la contienda
verbal habitual y cotidiana, es el refrán, proverbio, cliché o dicho17. En muchos de estos,
la contradicción, en paradoja u oxímoron, es sustancial a su expresión, como en:
“Ahogarse en un vaso de agua”. La mayoría de estos, también, expresa un tópico de la
cultura a la que pertenecen, pero muchos asimismo se repiten en culturas diferentes. Sin
embargo, claro es, no todo dicho, proverbio o refrán es tópico, y un grupo de ellos
representan sólo un tópico, son variaciones del mismo lugar común. Por ejemplo, la
tópica de la consolación, que originariamente está relacionada con el pésame, se refleja
en dichos populares como: “Peor es na’, dijo el diablo con la monja a la rastra”, o “A
falta de pan, buenas son las tortas”, o “Más vale pájaro en mano, que cien volando”, o
“Más se perdió en la guerra”, que se usan para consolar a quien le ha tocado “bailar con
la fea”. U otro ejemplo, para el caso del lugar común carpe diem, entendido aquí como
instrucción para el “aprovechamiento” de la oportunidad del momento dada una carencia,
y no sólo restringido al paso rápido de la juventud como se entiende en su uso en la
literatura, se refleja, por lo menos en el caldo cultural de lo popular en Chile, en dichos
como: “A caballo regalado no se le miran los dientes”, o en su variante cínica, pero muy
cierta y repetida, como nos ejemplifica Juan Rivano, en un dicho como: “Y nosotros
¿cómo vamos?”, utilizado este último por un orador (¡que incluye a todo un grupo!)
después de observar (o “pegarse la cachá’”) que de una situación se puede sacar ventaja:
“¡¡Aprovechar, aprovechar, que el mundo se va acabar!!”, y más allá, si se tiene la
oportunidad “Se pasa gato por liebre”, antes que a uno “le ganen el !Quien vive!”, ya que
más vale “Entrar el perno en caliente”18.
Utilizaré un argumento de autoridad para que quede más claro el punto que defiendo
aquí. Aristóteles explicando el tópico o línea de razonamiento “de los más y de lo
menos”, señala utilizando dichos en 1397b: “Otra es la que se deriva de lo más y de lo
menos. Por ejemplo: “si ni siquiera los dioses lo saben todo, menos aún los hombres”,
esto es, si no es aplicable a quien más aplicable es, es evidente que tampoco lo será a
quien lo es menos. Igual que lo de “les pega a sus vecinos quien también le pega a su
padre”.
En general, los dichos, proverbios y otros enunciados sentenciosos, motivan
argumentos, sintetizan posiciones, se usan porque economizan tiempo para lograr un
consenso o, definitivamente, para provocar una distancia respecto de la audiencia.
Goodwin y Wenzel (1979) consideran que los enunciados sentenciosos, como
proverbios, dichos, máximas y clichés, tienen una función claramente retórica, que son
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Santibáñez, C. 8
usados en una disputa sobre temas de conducta cotidiana, y enfatizan que su poder reposa
en una “verdad” basada en el sentido común o experiencia práctica del saber popular
repetido incesantemente a través del tiempo. En una definición aun general, exponen
sobre proverbios en particular lo que sigue:
Proverbs are thus a part of the folk wisdom that makes communal life possible.
People can reason together only to the extent that they share rules for reasoning.
The utility of proverbs as vehicles of conventional wisdom depends on the rhetorical
effectiveness of both their form and function. Two somewhat paradoxical observations
illustrate that point. The first concerns the contextual flexibility of proverbs: On the
surface, in their form of expression, many proverbs appear to be entirely context-bound
(and, indeed, some do apply to quite limited cases); yet most function in a nearly limitless
range of application, well beyond the concrete terms in which they are (metaphorically)
expressed. Thus, “A stitch in time saves nine” and “An ounce of prevention is worth a
pound of cure” no doubt originated in the contemplation of specific experiences, and each
calls to mind specific images; but either can function in countless circumstances. Each
proverb is successful, no only because it gives good general advice, but also because it
does so in a way that affords intellectual pleasure. The proverb moves the mind from the
concrete image evoked by its familiar terms, through apprehension of the implicit
metaphor, to a novel application to the problematic situation. (290-91)
8
Santibáñez, C. 9
Creo que un modelo21 como el que nos suministra Toulmin (1958), a propósito de
argumentaciones cotidianas, acierta en distinguir las partes de un argumento tal como
éste en sus operaciones de hecho, en su lógica factual, ocurren22.
La lectura recurrente al modelo de Toulmin asigna a la categoría Garantía el papel de
tópico. Así lo hace por ejemplo Conley (1994), Marafioti (1998), Plantin (2001), Rivano
(1999)
Para discutir esta posición comentaré lo que ha propuesto Rivano (1999: 37-38)
analizando un texto argumentativo. El texto en cuestión es:
Desde hace dos años que nuestros Vigilantes Privados reciben la misma remuneración,
en consecuencia que el IPC anual fue del orden del 17%. Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento de su cuota mensual en $1.000 (mil pesos), lo que además nos respaldará para
exigirles aun más en sus funciones. (139)
Argumento principal:
Como explica el propio Rivano, la garantía aquí proviene de la “lógica” del apoyo
que la sustenta, esto es, del funcionamiento del mecanismo salarial, y consumo en
general, en que los sueldos y precios aumentan proporcionalmente según el índice de
precio del consumidor. (Nótese no obstante que el apoyo aquí no está formulado del todo
“factualmente”, puesto que habría que citar el número del código o ley en cuestión que
rige el comportamiento de los precios en economías de mercado, en que el apoyo sería
algo como: “como dice el artículo xxx en derecho económico”.) El argumento que
Rivano nos muestra deja absolutamente clara la operación de las categorías del modelo
de Toulmin. Mayores comentarios no se necesitan, remito al propio texto de Rivano
(1999) donde queda todo explicado.
El argumento secundario desprendido del texto analizado es el siguiente:
Argumento secundario:
(“el aumento de su cuota mensual... nos respaldará para exigirles aún más en sus
funciones”)
9
Santibáñez, C. 10
“Tejado de vidrio”
10
Santibáñez, C. 11
Según trascendió, Rodríguez le dijo que necesitaba hablar en persona con él y Calvo
le respondió que fuera a verlo a su oficina. El sujeto dejó pasar varios días y el martes se
habría presentado en el despacho del ministro.
El sujeto grabó la conversación con una cámara oculta sin que el juez se enterara,
video que fue difundido por ChileVision. En él se ve al magistrado –quien ya había
reconocido por teléfono tener “tejado de vidrio”- manifestándole a Rodríguez que “esto
se trata de mi vida privada, ¿cómo no voy a estar asustado?, si yo te hice una promesa. A
mí me interesa el delito, no la vida moral de ninguno, porque yo no tengo moral para
juzgar la vida moral de los demás. Por favor, ¿con qué moral puedo juzgar la vida oral de
los demás si mi vida moral es mala?
Argumento:
Y es que en general el acusador quiere ser mejor que el acusado, de modo que es eso
lo que se debe refutar. Pero es totalmente absurdo que uno eche en cara a otros lo que él
mismo hace o haría o exhorte a hacer lo que él mismo no hace ni haría.
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Santibáñez, C. 12
12
Santibáñez, C. 13
NOTAS:
1El título en alemán es Topik und Jurisprudenz, 1° edición en 1953 (Munich: Beck); la edición en español es
de 1964 a cargo de Luis Díez-Picaso (Madrid: Taurus) García Amado (1988) nos entrega una introducción
acabada sobre la perspectiva asumida por Viehweg; también en Alexy (1989) y Atienza (1993) hay síntesis
de la perspectiva de su Viehweg.
2 García Amado (1988) comentando lo central de la posición de Viehweg, así como sus alcances, respecto de
las implicancias de una posición retórica y tópica del derecho, señala con certeza impecable lo siguiente:
“Puesto que la decisión jurídica que soluciona casos litigiosos no se sigue como mera deducción a partir de
ningún tipo de sistema axiomático, ya que ante cada concreto problema predomina, frente a cualquier posible
sistema legal, la aporía fundamental de qué sea lo justo aquí y ahora, y puesto que el contenido semántico de
los textos legales no está fijado de antemano y de una vez por todas, ni son los conceptos jurídicos en ellos
contenidos entidades con sustancia propia, la clave para la racionalidad de la decisión no habrá de buscarse
simplemente en la conclusión que pone fin al razonamiento, sino en el propio proceso razonador; y ya que las
premisas de este razonamiento no vienen dadas como perfectamente seguras por ningún sistema previo, su
conveniencia será mostrada por su expresa fundamentación argumentativa en el proceso que conduce a la
decisión. Tanto como los contenidos, cuenta para la racionalidad de la decisión final la índole del mecanismo
argumentativo y procedimental que lleva a ella y la fundamenta. Cuando es precisamente el contenido de la
decisión lo que es objeto de disputa, el respaldo máximo que aquélla puede pretender radica en la aceptación
por los litigantes o por el medio general, sentado que no existe una fuente que imponga por sí sola contenidos
para la decisión. Y la única manera de que tal reconocimiento pueda tener lugar de modo que pueda llamarse
racional es arbitrando un procedimiento argumentativo en el que las partes expresen con libertad argumentos
y contraargumentos. Distingue Viehweg entre argumentación primaria y secundaria. La secundaria consistiría
en la pura inferencia lógica de la decisión, una vez que se han sentado todas las premisas necesarias. De esta
argumentación se ocupa la lógica. Pero previamente acontece la argumentación primaria, que constituye el
ámbito en que esas premisas han de quedar fijadas. Este ya no sería campo de la lógica, sino de una teoría
retórica evolucionada. La retórica sería competente para constituirse en teoría de la argumentación jurídica,
por cuanto que esta argumentación transcurre en la forma de un diálogo, de un intercambio comunicativo, y
la retórica, según Viehweg, se pregunta precisamente por lo que ha de ser el recíproco comportamiento
correcto de los dialogantes. Opina que con los planteamientos de la retórica es posible dar cuenta de cuáles
son las reglas que los partícipes en la argumentación han de respetar para que su diálogo y los resultados de él
dimanantes puedan considerarse verdaderamente fundamentados y ser objeto de reconocimiento, es decir,
para que la argumentación y sus resultados sean racionales. Existirían ciertos postulados de toda discusión
racional, entre los que destacan determinadas obligaciones comunicativas que los dialogantes han de asumir,
de modo que no cabe de hablar de una fundamentación suficiente cuando no se respetan esos principios
argumentativos” (322-24)
3La idea o concepto de “racionalidad mundana” fue utilizado por Melvin Pollner en la década de 1980 en los
ambientes de la academia americana vinculados a la etnometodología de Goffman, a la sociología cotidiana
de Sacks, a la metodología de análisis de la conversación de Cicourel. Ver para estos temas, Cicourel (1973),
Goffman (1981), Pollner (1987), Sacks (1992), entre otros.
4 La frase “entendimiento razonable” nace de las lecturas al propio Toulmin quien durante mucho tiempo, a
través de sus publicaciones, ha ido ilustrando la manera en que, en primero lugar, la idea de racionalidad
matemática se impuso en la ciencia y luego en las relaciones cotidianas, y cómo, en segundo lugar, es
necesario reemplazarla por la comprensión social de lo racional; para el caso, distingue entonces entre
racionalidad, relacionada con procedimientos axiomáticos de argumentación, y racionabilidad, relacionada
con procedimientos sustantivos de argumentación, esto es, si se prefiere, entre lo que se concibe como
“verdad inmutable” y “sentido aceptable”. De sus textos, en español encontramos sus dos últimos libros,
Cosmópolis y Regreso a la razón, pero su propuesta la encontramos en texto como The Return to Cosmology.
Postmodern Science and the Theology of Nature, y, definitivamente, su The uses of argument es una
discusión con alcances filosóficos, epistemológicos y metodológicos que testifica los comienzos de una vida
académica consagrada a derribar los mitos en torno a la racionalidad a secas.
5Señala al respecto Aristóteles en Retórica 1358a: “... digo que los razonamientos dialécticos y retóricos son
aquellos acerca de los cuales expresamos las líneas de argumentación (y éstas son las que se refieren en
común a cuestiones relacionadas con la justicia, con la naturaleza, con la política y con muchas otras que se
diferencian en especie, como por ejemplo la línea de argumentación de lo más y lo menos...)” En la edición
de Alberto Bernabé que he consultado, éste después de la primera vez que Aristóteles usa la frase “líneas de
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Santibáñez, C. 14
razonamiento” en este trozo, coloca una nota pie de página que dice lo siguiente: “Traduzco “líneas de
argumentación” la palabra griega topoi, ya que en español “tópico” y “lugares comunes” –como se suelen
traducir- tienen un sentido peyorativo que el griego no posee”
6 Para estudios generales sobre retórica, sus periodos y principales exponentes, ver, entre muchos, Albadalejo
(1989), Alburquerque (1995), Azaustre & Casas (1997), Conley (1994), Kennedy (1980), Murphy (1988)
Para las fuentes originales, consultar la escuela sofista (Protágoras, Gorgias, Isócrates), las réplicas de Platón
en su El sofista o Fedro, la sistematización de Aristóteles en Retórica o en Ética a Nicómaco, la escuela
latina con El orador o Los oficios de Cicerón, y los trabajos de Antonio de Nebrija o Alfonso García
Matamoros en el acápite peninsular.
7No es el interés aquí detallar, con sus definiciones respectivas y ejemplos que los aclaren, todos los tópicos
que la retórica clásica distingue; por ahora interesa el esqueleto de la propuesta. Remito a Albadalejo, y a
Azaustre & Casas para el efecto. Para el caso en que interese ver cómo podrían funcionar éstos en “las partes
del arte” (inventio, dispositio, elocutio, memoria y pronuntiatio) o cómo aparecen en “las partes de la
oración” (exordio, narración, división, confirmación, confutación y conclusión), ver Alburquerque.
8 Atienza (1993) que trabaja en torno a la argumentación jurídica y discute la posición de Viehweg, señala lo
siguiente respecto del razonamiento legal, tópico, ejemplo (antecedente) e imperfección del sistema jurídico:
“...el proceso de razonamiento jurídico obedece a un esquema básico que es el del razonamiento mediante
ejemplos. Se trata de un razonamiento de caso a caso, de lo particular a lo particular, que Levi describe así en
sus primeras páginas: "Es un proceso que consta de tres pasos, caracterizados por la doctrina del precedente,
en el curso del cual una proposición descriptiva del primer caso es convertida en una regla de derecho y
aplicada luego a otra situación similar. Los pasos son los siguientes: primero se descubren semejanzas entre
los casos; luego la regla de derecho implícita en el primero se hace expresa; por último, se la aplica al
segundo. Se trata de un método de razonamiento necesario para el derecho, pero que posee características que
en otras circunstancias podrían ser consideradas como imperfecciones". Dichas características consisten en
que no se parte de reglas fijas, sino de reglas que cambian de un caso a otro y son reformuladas en cada uno
de ellos; las categorías usadas en el proceso jurídico tienen que permanecer ambiguas para permitir el ingreso
de nuevas ideas; ello puede parecer una imperfección, pero permite que las ideas de la comunidad y de las
ciencias sociales, correctas o no, a medida que ganan aceptación en aquella, controlan las decisiones". (50-1)
9 Para una discusión detallada de la posición de Viehweg, ver García Amado, 1988.
10 Ver mi texto Teorías de la argumentación. Ejemplos y análisis, 2002.
11 Aquí vale exponer lo que nos enseña Juan Rivano (1998) respecto del sentido primordial de la retórica
como juego de probabilidad: “La probabilidad suministra el material con que el retórico construye sus
entimemas y de donde extrae sus ejemplos. No hay retórica de lo incontrovertible. Cierto, la retórica ama
expresiones como "incontrovertible"; pero, las aplica precisamente a lo controvertible... El dominio de lo
probable es siempre en mayor o menor medida el dominio de lo debatible. A un ejemplo, un contraejemplo; a
un entimema un contraentimema. De allí el otro elemento a que el retórico recurre para persuadir: el
lenguaje... Si (como retóricos) empleamos figuras para ayudarnos, nos sirven aquí las que representan el
lenguaje como medio de comunicación, como vehículo de un mensaje, como atavío del pensamiento o
receptáculo del significado. (47)
12 La distinción entre persuasión y convicción no importa aquí, por ahora. Si se quiere ver algunos
comentarios sobre la misma, ver, entre otros, van Eemeren & Grootendorst (2002), Marafioti (1998), Rivano
(1999), Plantin (2001)
13Para la distinción entre estas dos posibles definiciones de argumento, ver Toulmin, Rieke & Janik, 1979:
13-20.
14 Otra posición en la teoría de la argumentación que utiliza el tópico como fondo de la propuesta, y que
entrega sólidos alcances sobre los mismos, es la de Anscombre y Ducrot (1994), quienes, de hecho,
denominan su posición como retórica integrada o, directamente, teoría de los topoi. En ésta los autores
sostienen que los tópicos poseen tres propiedades: la universalidad, la generalidad y la gradualidad. Respecto
de la primera, se sostiene que el topos es presentado como aceptado por una comunidad lingüística más o
menos vasta; en tanto general, el topos, en el marco de una disputa argumental, es presentado como válido no
sólo en la situación a la que se lo aplica, sino en una infinidad de situaciones análogas (similar a la noción de
ejemplo en la tópica jurídica); y por gradualidad, se le atribuye a los topos, el hecho de que relacionan dos
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predicados graduales, en el sentido de escalas argumentativas, vía conectores. Para más detalles, ver
Anscombre & Ducrot (1994), García Negroni (1998), Santibáñez (2002)
15 La noción de “ámbito conceptual” es usada en muchos campos de investigación de la lingüística. En la
relación tópico-argumentación la encuentro en Marafioti (1998) quien comenta: “Denominados también topoi
o topos, constituyen la parte que dentro de la retórica clásica proporciona "ámbitos conceptuales" que pueden
abarcar diversos conocimientos y servir al orador como fuente de premisas para ser utilizadas. Aristóteles
distinguía entre lugares comunes, que no dependen de ninguna ciencia, y lugares específicos propios de un
ámbito restringido del saber o de un género oratorio particular. La agrupación de lugares según afinidades de
distinto tipo recibe el nombre de tópica”. (50) Donde vemos que el tópico es fuente, recurso, caldo de
premisas, es decir, una parte del argumento. También vale la aclaración de tópica. Por lo pronto, observo
confusión cuando Marafioti luego señala: “El carácter institucional de la argumentación está dado por el
reconocimiento por parte del interlocutor de la fuerza ilocutoria y por el reconocimiento de mecanismos que
hacen posible la argumentación denominados desde la retórica aristotélica como topoi”... (54), dado que si
los tópicos son parte de los argumentos, no depende todo de ellos que ocurra la argumentación o el
argumento.
16 Un estudio completo sobre paradoja y contradicción lo ofrece Romo, 1995.
17 Aristóteles trata la sentencia, ejemplificando con dichos y proverbios (1393a-1395b), como una parte del
entimema, y el entimema se construye con las líneas de razonamiento sobre lo verosímil, o sea, con los
tópicos en tanto creencia generalizada. El Estagirita en Retórica en 1394a al comienzo del capítulo XXI del
Libro II señala: “En cuanto al empleo de sentencia, en cuanto hayamos dicho qué es una sentencia podría
resultar más claro a propósito de qué asuntos, cuándo y ante quiénes es apropiado recurrir a ellas en los
discursos. Efectivamente, la sentencia es un enunciado, pero no referido a lo específico (por ejemplo cómo es
Ifícrates), sino a lo general, y no a propósito de cualquier cosa, como por ejemplo que lo recto es lo contrario
de lo curvo, sino a propósito de aquellas en las que intervienen conductas y pueden elegirse o evitarse en la
práctica. En consecuencia, como los entimemas son una especie de razonamiento sobre este tipo de asuntos,
las conclusiones y los principios de los entimemas, considerados aparte del propio razonamiento, son
sentencias...” Para una recopilación de los dichos chilenos, ver Juan Rivano, 2002; para el caso
angloamericano, ver Stevenson, 1948.
18 Me sirvo, en general, del texto de Juan Rivano ya citado para extraer dichos y refranes populares chilenos.
19 Respecto de dichos y la sabiduría popular que proyectan, la flexibilidad de uso en contextos, las
orientaciones para la conducta, el placer intelectual que provocan, y la competencia entre proverbios
antagónicos, véanse los siguientes comentarios de Juan Rivano (1998): “Los sicilianos (y de Sicilia era aquel
famoso Empédocles) dicen: "los viejos son buenos maridos"; pero dicen también "los asnos y los maridos se
compran jóvenes". Dicen "generoso es quien da lo que no tiene”; pero dicen también "quien no tiene no da".
Dicen "la nada es nada"; pero dicen también "cien nadas matan al asno". Dicen "ninguna alianza con el
vecino"; y "los vecinos son medio parientes"; dicen "pan que no hace uno no aprovecha; y dicen también
"pan no sudado, dulce y azucarado"... De modo que hay que andarse con cuidado al emplear máximas,
porque el adversario puede devolver el golpe con la máxima opuesta. Y a veces no cuesta inventarse esta
última si no existe”. (61)
20 Como anotan los propios Goodwin y Wenzel, otras formas en que los proverbios actúan como signo de un
argumento son: los Casos paralelos, como “De tal palo tal astilla”, que actualiza el tópico “dos cosas
esencialmente similares deben ser tratadas como iguales”; la Analogía, en que dos cosas son tomadas en
relación de proporción geométrica (a propósito del carácter metafórico de los mismos dichos o proverbios),
como en “Fish see the bait, but not the Hook; men see the profit, but not the peril” (algo como: “El pez ve el
anzuelo, pero no el gancho; el hombre ve la ganancia, pero no el riesgo”), que aplica, si es el caso, a conducta
moral o comportamiento práctico.
21Otra propuesta metodológica para ver el funcionamiento de tópicos, es la de Emilio Rivano (1999), quien
analiza los tópicos como pares o ejes de relación por causalidad: “...Por ejemplo el tópico MISERIA
SIMPATÍA, nombra el proceso común de despertar a un cuadro de miseria un sentimiento de simpatía en
quien percibe el cuadro. El cuadro nos conduce a la simpatía”. (44)
22El modelo de Toulmin tiene seis categorías o rotulados lingüísticos para describir un argumento: Apoyo,
Garantía, Dato, Conclusión, Condición de refutación o Excepción y Cualificador modal o atenuante; algunos
de estos, obviamente, con función similar a las categorías aristotélicas. Las categorías son casilleros
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Obras citadas
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Santibáñez, C. 18
----------. The Return to Cosmology. Postmodern Science and the Theology of Nature. Berkeley
and Los Angeles: University of California Press, 1985.
----------. Cosmópolis. El trasfondo de la modernidad. Barcelona: Ediciones Península, 2001.
----------. Regreso a la razón. El debate entre la racionalidad y la experiencia y la práctica
personales en el mundo contemporáneo. Barcelona: Ediciones Península, 2003.
Toulmin, S., Rieke, R. & Janik, A. An introduction to reasoning. New York: Macmillan
Publishing Co., Inc, 1979.
Viehweg, Th. Tópica y jurisprudencia. Madrid: Editorial Taurus, 1964.
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