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Universidad Pedagógica Nacional

Departamento de Lenguas
Contexto y Cultura de la Lengua Latina
Jorge Iván López Bernal y Laura Ximena Orjuela Maldonado

Quintiliano, pensamiento adelantado a su época

La educación juega un papel de suma importancia para cualquier sociedad, pues es de ahí de
donde se determinará la calidad de los individuos y su cultura. A lo largo de este texto, se
expondrá la vida y obra de Marco Fabio Quintiliano, considerado uno de los más importantes
pedagogos de todos los tiempos. Se tendrán en cuenta los contextos histórico, cultural y social
de su época, determinando la influencia que estos ejercieron en su trabajo.

A su vez, se realizará un análisis de su obra “Institutio Oratoria”, la cual es considerada como


uno de los tratados sobre retórica más importantes del mundo antiguo, pero ¿es esta obra
simplemente un tratado sobre retórica, o abarca mucho más que eso?

Antes que nada, es preciso realizar la presentación del autor y aspectos relevantes de su
biografía. Soriano Guillermo (2006), en su trabajo, indica que Marco Fabio Quintiliano, fue un
célebre escritor, retórico y pedagogo, nacido en Calagurris Nassica, alrededor del año 25 d.C.
Además, Soriano Guillermo se apoya en autores como Alfonso Ortega Carmona, para afirmar
que su familia, generación tras generación, enfocó su trabajo a la retórica y la elocuencia, pero
que, sin embargo, los mayores aportes a estos campos se dieron durante la generación de
Quintiliano.

Según Soriano Guillermo “En su institución oratoria hallamos varios recuerdos de infancia y
juventud referidos a maestros de retórica o declamatores a los que conoció o de los que oyó
hablar en Roma. Esas referencias remiten a una educación recibida más en la capital que en
Hispania”. De lo anterior se puede inferir que su educación tuvo lugar tanto en su ciudad natal,
como en Roma, manteniendo un traslado constante entre ambas ciudades.

“Conseguido que hube el descanso de mis tareas literarias, empleadas por el espacio de
veinte años en instruir la juventud, pidiéndome algunos amistosamente que trabajase algo
sobre la oratoria, por largo tiempo lo reusé, por saber que autores de grande reputación en
ambas lenguas dejaron a la posteridad mucho trabajado a este propósito, y con el mayor
esmero” (libro I, capítulo I, acápite I)

De este fragmento se pueden establecer dos etapas. La primera, corresponde al periodo en


que ejerció la docencia, mismo periodo en que se evidenció el final de la dinastía Julio-Claudia,
siendo Nerón Claudio Cesar Augusto el último emperador de la misma. Y la segunda, el inicio
de las guerras civiles de los años 68 y 69 concluyendo en la instalación de una nueva dinastía,
la dinastía Flavia. Ciertos historiadores tales como Suetonio, Tácito y Dión Casio, coincidían
en que el periodo de mando de Nerón representó un deterioro general del Imperio Romano,
debido a toda clase de problemáticas a nivel social, político y cultural (Soriano G, 2006)

Es durante este período en que Quintiliano inicia el desarrollo de su obra más significativa e
importante, “Institutio Oratoria”. Además, es importante resaltar que Quintiliano fue un
precursor de gran importancia en este período debido a sus aportes en el proceso de
regeneracionismo, el cual consistió en la retoma de valores e ideales perdidos durante el
gobierno de Nerón (Soriano G, 2006)

La obra “Institutio Oratoria” está dividida en varios libros, en los que principalmente trata sobre
los aspectos de la retórica y la formación del orador. En su obra, Quintiliano nos ofrece su
perspectiva de la Humanitas, es decir, las facultades y la naturaleza humana, las cuales, para
él, son contempladas como la formación del espíritu a través de las artes. Frente a esta
postura, es evidente la influencia de autores como Cicerón en el trabajo de Quintiliano.

“Lo primero de todo el maestro revístase de la naturaleza de padre, considerando que les
sucede en el oficio de los que le han entregado a sus hijos. No tenga vicio ninguno, ni lo
consienta en sus discípulos. Sea serio, pero no desapacible; afable, sin chocarrería: para que
lo primero no lo haga odioso, y lo segundo despreciable. Hable a menudo de la virtud y
honestidad; pues cuantos más documentos dé, tanto más ahorrará el castigo”. (libro II, capítulo
II, acápite I).

Se hace evidente que para Quintiliano las cualidades del maestro juegan un papel importante
en el proceso de aprendizaje, ya que de ahí deriva la relación maestro-estudiante, la cual se
debe enfocar en la confianza, los valores y el conocimiento, que permita una agradable
interacción, para llegar a una correcta formación.
A lo largo de su obra, además de su tratado sobre retórica, se puede notar una perspectiva
pedagógica revolucionaria, pues hasta ese entonces no se había tratado sobre pedagogía
como lo hizo él. Quintiliano propone que la educación debe considerar la individualidad, esto
quiere decir que la práctica didáctica sea adaptada a las aptitudes y capacidades individuales
de los estudiantes.

Según Woolfolk, A (2010), es importante tener en cuenta cada una de las habilidades o
conocimientos previos que el individuo posea, siendo estos relevantes para complementar su
proceso de aprendizaje. En este planteamiento es posible establecer una similitud con la
perspectiva que tenía Quintiliano varios siglos atrás.

“Ni estoy tan ignorante de lo que son las edades, que juzgue que se debe apremiar y pedir un
trabajo formal en los primeros años. De esto debemos guardarnos mucho, para que no
aborrezca el estudio el que aún no puede tenerle afición, y le tenga después el odio que una
vez le llegó a cobrar. Esto ha de ser como cosa de juego: Ruéguesele al niño, alábesele, y a
las veces alégrese de lo que sabe. Enséñese a veces a otro, aunque él lo repugne, para que
tenga emulación; otras vaya a competencia con él, y hágasele creer que las más veces que él
lleva la victoria: Estimúlesele también con aquellos premios que son propios de la edad” (libro
I, capítulo I, acápite IV).

Podemos darnos cuenta de la perspectiva que Quintiliano tiene frente a la educación en los
primeros años. Para él, durante esta etapa no se debe esperar que al niño se le imponga una
educación rígida y poco dinámica, sino que, en su lugar, el niño debe ser estimulado durante
su proceso por medio de diferentes estrategias didácticas, pues según esta perspectiva, éste
posee unas necesidades y capacidades específicas que deben ser tratadas, para que así, no
llegue a aborrecer el estudio.

A su vez, no se plantea la importancia de la cantidad de conocimientos impartidos, sino que,


para él, lo más importante es que el educador tenga la capacidad de conseguir que el
estudiante aprenda a aprender y que además sea consciente de las técnicas que faciliten que
el propio estudiante sea quien adquiera por sí mismo su conocimiento, sus valores y su
conducta.

Frente a esta postura, es importante señalar la relevancia de la perspectiva pedagógica de


Quintiliano, la cual podría compararse hoy en día con la corriente pedagógica constructivista,
la cual busca que el estudiante sea el principal agente en su proceso de aprendizaje,
relacionando conceptos nuevos con conceptos previos para que, a partir de ahí, construya su
conocimiento y, a su vez, su conducta. Del mismo modo, según esta perspectiva, el maestro
ejerce la función de generador de problemáticas al estudiante, de modo que se generen
situaciones en las cuales se deba tomar una postura y defenderla racionalmente. No obstante,
también es evidente la teoría conductista, plasmada en la relación de estímulos-respuesta. Sin
embargo, Quintiliano solo considera esta postura para estudiantes en los primeros (Woolfolk
A, 2010).

Por este motivo, es evidente el impacto de los planteamientos de Marco Fabio Quintiliano
frente a la concepción pedagógica que se tiene actualmente, demostrando que este hombre
tenía una visión muy adelantada para su época.

A continuación, presentaremos un pequeño fragmento del libro segundo de la obra y se


realizará una comparación entre la traducción realizada por los señores Ignacio Rodríguez y
Pedro Sandier, y nuestra propia versión.

Marco Fabio Ignacio Rodríguez y Laura Orjuela y


Quintiliano Pedro Sandier Jorge López
Quod est maxime ridiculum. Cosa por cierto ridícula. Lo cual es lo más
ridículo.

 En la traducción realizada por los señores Rodríguez y Sandier, se ve claramente la


adición de palabras que no están contempladas en el texto original de Quintiliano. Estas
palabras son: “Cosa” y “por cierto”.
 Adicionalmente se omitió el superlativo “lo más”, contemplado en la palabra latina
“maxime”.
Referencias

Quintiliano, M. (1887). Instituciones Oratorias. Madrid: Biblioteca clásica.

Barrios, M. (1999). Marco Fabio Quintiliano: Análisis psicopedagógico de su obra “Institutio


Oratoria”. Estudios Clásicos.

Soriano, G. (2006). Quintiliano y su tiempo: La Institutio Oratoria como reflejo de una época.
Universidad de la Rioja.

Soriano, G. (2006). Marco Fabio Quintiliano: la educación del ciudadano romano. Universidad
de la Rioja.

Woolfolk, A. (2010). Psicología Educativa. Decimoprimera edición. Universidad del estado de


Ohio.

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