La “objetividad” cognoscitiva de la ciencia social y de la política social
Ensayo publicado en la revista Archiv für Sozialwissenshaft und Sozialpolitik, 1904
Respecto de la investigación, el concepto típico-ideal pretende guiar el juicio de imputación:
no es una “hipótesis”, pero quiere señalar una orientación a la formación de hipótesis. No constituye una exposición de la realidad, pero quiere proporcionar medios de expresión unívocos para representarla. Consiste, pues, en la “idea” de la organización moderna de la sociedad, históricamente dada, fundada en el intercambio, idea elaborada por nosotros siguiendo los mismos principios lógicos con que se ha construido, por ejemplo, la idea de la “economía urbana” de la Edad Media como concepto “genético”. En este caso, no se forma el concepto de “economía urbana” como un promedio de los principios económicos existentes de hecho en la totalidad de las ciudades observadas, sino, antes bien, como un tipo ideal. Se los obtiene mediante el realce unilateral de uno o de varios puntos de vista y la reunión de una multitud de fenómenos singulares, difusos y discretos, que se presentan en mayor medida en unas partes que en otras o que aparecen de manera esporádica, fenómenos que encajan en aquellos puntos de vista, escogidos naturalmente, en un cuadro conceptual en sí unitario. Este, en su pureza conceptual es inhallable empíricamente en la realidad: es una utopía que plantea a la labor historiográfica la tarea de comprobar, en cada caso singular, en qué medida la realidad se acerca o se aleja de ese cuadro ideal, y, por lo tanto, en qué medida el carácter económico de las relaciones imperantes en determinada ciudad puede calificarse como “economía urbana” en el sentido conceptual. (…) Quien sostenga el punto de vista que el conocimiento de la realidad histórica puede o debe ser una copia “sin supuestos” de hechos objetivos, negará a estas construcciones todo valor. (…) la formación de tipos ideales abstractos entra en consideración, no como meta, sino como medio. Cualquier observación atenta de los elementos conceptuales de la exposición histórica muestra, sin embargo, que el historiador, en cuanto se propone ir más allá de la mera comprobación de conexiones concretas para establecer la significación cultural de un proceso individual, por sencillo que fuere, con el propósito de de caracterizarlo labora y debe laborar con conceptos que por regla general solo son determinables de manera precisa y unívoca como tipos ideales. ¿O bien, acaso, conceptos como “individualismo”, “imperialismo”, “mercantilismo”, son “convencionales”, y las innúmeras formaciones conceptuales de índole semejante, por medio de las cuales procuramos dominar conceptual y comprensivamente la realidad, pueden ser determinadas, de acuerdo con su contenido, por la descripción sin supuestos de un fenómeno concreto cualquiera o mediante la reunión abstractiva de aquello que es común a varios fenómenos concretos? Centenares de términos usados por los historiadores contienen tales cuadros conceptuales indeterminados, que brotan de una necesidad de expresión que se impone inconscientemente (…) Constituye [el tipo ideal] un cuadro conceptual que no es la realidad histórica, al menos no la “verdadera”, y que mucho menos está destinado a servir como esquema bajo el cual debiera subsumirse la realidad como espécimen, sino que, en cambio, tiene el significado de un concepto límite puramente ideal, respecto del cual la realidad es medida y comparada a fin de esclarecer determinados elementos significativos de su contenido empírico.
Fragmento extraído de Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu, 2006.