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Juegos para desarrollar la automotivación

1. Familia de animales

Se reparten entrelos estudiantes papeles con nombres de animales repetidos. Deben recorrer
el espacio buscando a los de su mismo grupo, pero lo hacen imitando con la voz y gestos al
animal que les tocó hasta que todos estén juntos.

2. Formas

Se trata de formar figuras (letra, números, animales, palabras, etc.) en equipo de


estudiantes. Puede ser de pie, sentados, apilados, inclusp en el piso y si se tiene una vista
aérea s epueden tomar fotografías.

3. Visita al Zoo

Se trata de descubrir un animal por medio de pistas. Se pueden dar muchas pistas pero la
puntuación baja en la medida en la que se usen más pistas para acertar de qué animal se
trata. Se parte de otorgar 10 puntos cuando se adivina en la primera pista y van decreciendo
los puntos.

4. Abracadabra

Se colocan varios pequeños objetos en una mesa y los compañeros observan durante dos
minutos, se voltean y pronuncia la frase "Abracadabra, desaparece" Un niño (mago) ya ha
retirado uno de los objetos, gana el que que se cuenta primero del objeto que falta.

5. Carrera de las hojas

Cada niño tiene una hoja que participará en una carrera mediante soplidos a la misma.

6. EL detalle cambiado

Dos jugadores miran con atención el atuendo de los demás jugadores, después salen del
lugar. Los jugadores observados cambian o no algún detalle de su atuendo. Quienes
salieron tratan de adivinar los cambios, gana el que acierte a más.

7. Caliente o frío

Divididos en pequeños grupos, los estudiantes eligen a un represnetante para ser el buscador
del tesoro", abandona la zona de juego mientras que el resto del equipo elige un objeto que
será el buscado y tocado. Cuando regresa el buscador, deberán indicarle mediante aplausos
en dónde se encuentra el objeto, mientras más altos los aplausos es que el objeto está cerca y
si son bajos es que está lejos. El proceso se repite con los otros equios una vez hallado el
objeto.
8. Cuerpos expresivos

Se distribuyen papeles con nombre de animales, macho y hembra. Los estudiantes habrán
de actuar ocn su cuerpo como el animal que les tocó y encontrar a su pareja. Una vez crean
que la encontraron deben sujetarse del brazo y en silencio, esperar a todos a que
tengan pareja, después dicen qué animal representaban.

La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a
corazón.

Howard Hendricks

En la clase de Self Sciencie, programa de New Learning Center, se pasa lista preguntando
del 1 al 10. Cuando un alumno responde menos de 5, los compañeros o el profesor pueden
preguntar "¿quieres compartir con nosotros cómo te encuentras?". Aunque nadie está
obligado a contestar, existe la posibilidad de que cada alumno exprese sus sentimientos y que
entre todos se busquen soluciones creativas (Goleman, 1995).

Las preocupaciones de los alumnos, que suelen girar en torno a sus relaciones personales,
dan pie a que se trabajen objetivos propios de un programa de Educación Emocional.
Los temas que se tratan se enmarcan en 5 pilares:

1. Autoconciencia emocional: Conocimiento de uno mismo


2. Regulación de las emociones
3. Motivación: El impulso de las emociones
4. Empatía: Comprensión de las emociones de otros
5. Habilidades sociales: Dirigir las relaciones

Las tres primeras dimensiones pertenecen a la esfera de lo intrapersonal y las dos últimas al
territorio compartido con los demás.

En 1990 los psicólogos Peter Salovey y John Mayer crearon un modelo de inteligencia,
llamado Inteligencia Emocional, que incluía las dos últimas inteligencias de la Teoría de las
inteligencias múltiples de Gardner dentro de estas cinco áreas.

El término inteligencia emocional se popularizó, sin embargo, en 1995 a través del libro, con
el mismo nombre, del periodista y psicólogo Daniel Goleman. Las aportaciones que
realizó este autor, gracias a los avances en neurociencia y a los trabajos de los psicólogos
citados -entre otros muchos-, revolucionó la idea de que el éxito de las personas depende del
nivel de desarrollo de las habilidades personales que posean y no tanto de su cociente
intelectual.
Goleman define la Inteligencia Emocional como “la capacidad de reconocer nuestros
propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en
nosotros mismos y en nuestras relaciones” (Goleman, 1995).

El aprendizaje de estas capacidades se inicia en el hogar y durante los 3 y 4 años de vida se


desarrolla a una velocidad vertiginosa, siendo fundamental cuidar cada una de estas
competencias para que no haya daños en los centros de aprendizaje del cerebro emocional y
neocortical.

El niño aprenderá las principales lecciones emocionales de sus figuras de apego. Por
ejemplo, a reconocer señales afectivas de proximidad o de rechazo, a inhibir ciertas
emociones frente a otras, a mostrar confianza o recelo ante las novedades, a responder con
amabilidad o agresividad, a controlar sus impulsos o a ser caprichoso, etc.

Con ello, lo que un niño muestra al mundo de sí mismo es un reflejo de lo que ha


aprendido en sus relaciones con los demás, pero será en la escuela donde tendrá que
demostrar si cumple con los parámetros exigidos a nivel social.

Esta evaluación es doble: se le evaluará a nivel académico y a nivel personal dentro y fuera
del aula.

En el primer caso, los profesores están obligados a evaluar a sus alumnos en función de los
resultados que obtengan durante el curso. Muchas veces, estas evaluaciones no miden
la capacidad de "aprehender" (ser activo en el proceso de aprender, apropiarse del
conocimiento haciendo que tenga un sentido, obtener un aprendizaje significativo...)
porque no se suelen tener en cuenta -y no se trabajan- las variables que intervienen en
el rendimiento académico:
 Confianza: Sensación de p oder
tener éxito en lo que se haga.
 Curiosidad: Interés y motivación por descubrir cosas nuevas.
 Intencionalidad: Deseo de lograr algo.
 Autocontrol: Capacidad de regular las propias conductas para conseguir algo.
 Relación: Capacidad de relacionarse con los demás, de comprender a otros y de ser
comprendido.
 Comunicación: Capacidad de intercambiar ideas gracias a la confianza de poder
hacerlo.
 Cooperación: Armonizar las necesidades propias con las ajenas.

Según varios informes realizados en el campo de la Educación, la mayor parte de los alumnos
que presentan bajo rendimiento escolar carecen de algunas de estas capacidades propias
de la inteligencia emocional (Fernández-Berrocal y cols, 2004).
Gracias a la neurociencia se sabe que la capacidad de regular las emociones influye
directamente en el equilibrio psicológico y éste en el modo de afrontar las tareas que se
tienen que realizar, la capacidad de concentración y de asimilación de conceptos, la manera
de estar en el aula, etc. Por más que a veces se quiera obviar esta información,
el bienestar que sienten los niños afecta a su rendimiento académico final.

Por otro lado, las características personales (aspectos físicos, cognitivos, emocionales y
sociales) de cada niño crea un mapa emocional en los otros que les inducirá a predecir los
resultados que pueda obtener (Efecto Pigmalión en los docentes y los padres) y a ser
admitido o rechazado en el grupo de iguales.

Este modelo implica una gran responsabilidad. Por un lado, los padres y docentes deben ser
los encargados de estimular las competencias emocionales en los niños desde una temprana
edad. Para ello, su ejemplo y modo de enseñar es determinante para aumentar la
motivación por aprender y ayudarles a construir un futuro próspero en lo profesional y en lo
personal. Por otro lado, entender este paradigma hace imposible seguir viendo el mundo de
una manera lineal donde los resultados se entienden como consecuencia de una
mayor inteligencia, títulos, méritos o posición social.

Esto es así porque la educación emocional nos muestra un mundo donde puede existir la
igualdad de oportunidades, donde no cuenta lo que tienes sino quien eres y es en el hogar
y en el aula donde se puede ayudar a que los niños aprendan valores como la solidaridad, la
colaboración, el respeto a las diferencias, el trabajo en equipo, etc. que ayuden a cambiar su
vida y la de su entorno.

Los profesores pueden incorporar en sus clases, ya sean de matemáticas, inglés o


geografía, dinámicas que favorezcan estos valores a través de ejercicios en los que se
desarrollen de una manera natural las competencias emocionales.

La manera de ver el mundo a través de las gafas de la Educación Emocional abre a los
educadores la oportunidad de APRENDER sobre sí mismos, mejorar sus cualidades como
maestros y personas, mientras a la vez ENSEÑAN a sus hijos y alumnos a SER.

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