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M. Grossi.

(Continuación…)

1.2- Treinta años después: la evolución del debate sobre el 68’italiano.

Luego de haber analizado el Sesenta y ocho en las distintas historias de la


Italia republicana es importante observar como evolucionó el debate
historiográfico en las principales revistas de historia contemporánea y en la
producción de las primeras obras monográficas.
Al cumplirse los veinte años del sesenta y ocho este ocupó un amplio
espacio en las revistas; Giampasquale Santomassino, en su balance36,
expresaba como inmediatamente, “la producción en el centenario se
califica como composición de materiales y preconstitución de los primeros
fragmentos interpretativos”, donde “falta principalmente un intento de
reconstrucción e interpretación general y además también las
investigaciones efectuadas de las cuales han aparecido los primeros frutos
editados, tienen el carácter de clasificación de los movimientos y de
primera reconstrucción cronológica de los hechos”37
El autor expresa sus dudas en relación a la objeción del acontecimiento
como muy cercano en el tiempo, más bien identifica las razones de las
lagunas en la “brusca y definitiva caída de todos los paradigmas culturales
con los que el Sesenta y ocho fue visto e interpretado”, que parecen haber
dejado “espacios aún no llenados”38 y comportarían el rechazo a “elaborar”
aquello que es significado como “un luto y una derrota”39
Según Santomassino, la atención ha sido puesta principalmente en los
hechos de la vida cotidiana, elección de por sí útil en cuanto que
precisamente en ese terreno el Sesenta y ocho ha incidido más a fondo,
teniendo en cuenta que el carácter de la revuelta juvenil no puede ser
comprendido sin la hipocresía y las contradicciones de la mentalidad
dominante de aquellos años.
Por lo tanto el debate historiográfico permanecía aún abierto, al punto que
el autor concluye el artículo sosteniendo: “el Sesenta y ocho ha sido un
acontecimiento único e irrepetible, en sí definitivamente concluido; pero
¿Ha sido un paréntesis divergente más halladle cual se ha recompuesto el
viejo equilibrio o fe parte de un proceso nuevo, que a parte de allí y esta
aún en curso, marcando una nueva época?40
También la revista Passato e Presente publicó un artículo que recopila las
reflexiones de los distintos historiadores participantes del congreso

36
G. Santomassino, “Vent’anni dopo. Il 68’ di carta” en Passato e Presente, VI (Set-Dic 1988), Nº 18,
Págs. 87-97
37
G. Santomassino, op. cit, Pág. 88. Sotomassino se refiere a la obra de Alberto Stramaccioni, Il
Sessantotto e la sinistra. MOvimenti e culture. L’esperienza umbra. 1966-72, Perugia, Protagon, 1988
38
G. Santomassino, op. cit. Pág. 90
39
P. Ortoleva, “La sfinge 68’”, en AAVV, Cinque lezioni sul 68’, Turín, Dossier Rossosculola, 1987.
40
G. Santomassino, op. cit., Pág. 97
organizado por el Departamento de Historia de la Universidad de Turín
desarrollado en noviembre de 1988.
En el transcurso del debate se les pregunta a los historiadores cual es la
actitud de la opinión pública al enfrentarse a la historia de aquellos años y
se les pide una reflexión sobre el modo en que los mass media han tratado
el veinte aniversario.
Nicola Tranfaglia expresa sus dudas e marca una correlación entre la
renovación evocativa del Sesenta y ocho y el momento político actual.- Los
más media no hablaban del Sesenta y ocho como evento central de la
protesta estudiantil, sino más bien como el inicio de una revuelta contra el
“sistema” que había terminado en los “años de plomo” del terrorismo, y por
lo tanto mostraban “una pérdida de memoria respecto de las distintas fases
de la crisis italiana que se desenvuelve desde el Sesenta y ocho hasta fines
de los 70’ que no puede ser ni casual ni involuntaria”.41
Francesco Barbagallo hace notar como diez años antes, en el 78’, se
observaba a los acontecimientos desde una perspectiva historiográfica, en
el sentido de distinguir entre acontecimientos y la correlación de forma
problemática de de los acontecimientos mismos, para ofrecerlos con juicios
articulados. En cambio, a veinte años de distancia, la clave interpretativa
oscila entre una espectacularización del acontecimiento y se sus aspectos
más aparentemente notables y un achatamiento del resultado global del
fenómeno, o sea el resultado del terrorismo. Este tipo de aproximación,
según Barbagallo, resulta característico de una tendencia “a la compresión
del pasado sobre el presente” y de “una escasa voluntad de reflejar
efectivamente los procesos que han conducido a la situación política, social
y cultural actual”.42
Giovanni De Luna distingue dos fases: la primera concerniente a los
primeros meses del 88’ (de enero a marzo), dominada por la lógica de la
cultura de los aniversarios inducida por el mercado y caracterizada por la
“espectacularización” y la “superficialidad de los enfoques”. La segunda de
marzo-abril en adelante momento en el cual las rememoraciones comienzan
a ser más meditadas.43
También Giangiacomo Migone adscribe al pensamiento de De Luna,
afirmando que las entrevistas a los leaders del movimiento estudiantil
fueron llevadas a cabo de “manera intimista, invitandolos a rememorar sus
experiencias muy detalladamente, en su conjunto separadas no sólo del
sentido político de lo que hacían, sino sobre todo de los objetivos que
querían alcanzar en 1968”44, por lo tanto la primea remoción fundamental
en los medios y los ensayos fue en relación a las causas de la rebelión.
41
N. Tranfaglia en F. Barbagallo & L. Passerini y otros (discusión con),” Il sessantotto: una storia
difficile”, en Passato e Presente, VII (Enero-Abril 1989), Nº 19, Págs. 13-30
42
F. Barbagallo, op. cit., Pág. 14
43
G. De Luna, op. cit., Pág. 15
44
G. Magone, op. cit., Pág. 15
Gianpasquale Sotomassino sostiene “la completa cancelación de todo
elemento de crítica cultural a la sociedad de masas”, que había sido uno los
constituyentes culturales del universo del Sesenta y ocho. Además, y esto
sorprende en un sentido positivo, el historiador nota “una postura de los
jóvenes y en particular de los estudiantes universitarios”, para los cuales,
“el 68’es vivido y observado, luego de veinte años, como un mito positivo,
en cierto sentido, como algo que se contrapone de manera bastante clara al
hastío del presente”.45
Ma. Luisa Passerini, en relación a los jóvenes estudiantes, objeta que “junto
a los jóvenes que ven al Sesenta y ocho como un mito positivo que aunque
muy importante son una minoría, la gran mayoría de los estudiantes y los
jóvenes no han demostrado en este veintenario un vivo interés por aquel
período, considerado por ellos como hiperpolítico y dogmático y
confusamente asociado –precisamente con el acompañamiento de los
medios- con todo aquello que ha sucedido en los años Setenta”46
Sintetizando las intervenciones se puede destacar como por entonces el 68’
fue reconstituido más bien desde los hechos factuales y acontesimentales, a
la vez que estaba ausente una análisis preciso de las causas
desencadenantes de la protesta y una óptica de conjunto que constituyera
una explicación atendible acerca de las dimensiones mundiales de la
protesta.
Guido Verucci, en su artículo “1968, el mundo católico italiano y la
Iglesia”47, se preocupa por recorrer la relación entre Iglesia, mundo católico
y el Sesenta y ocho, individualizando entre los motivos de la ruptura, la
sustancial crisis provocada por los procesos de escolarización en la cultura
y en la sociedad: procesos que han llevado a la aparición a nivel de masas
conocimientos e ideales divergentes y contrastantes con los religiosos
tradicionales, y han producido una disminución de la influencia y el pesos
social de los valores y doctrinas religiosas. Verucci señala al Concilio
vaticano II como un pasaje importante para las expectativas de los católicos
, en tanto que este “en sus conclusiones y elaboraciones, representó un
compromiso entre distintas tendencias, yuxtapuso conceptos y
orientaciones nuevas a las viejas y no modificó profundamente el viejo
45
G. Santomassino, en F. Barbagallo & L. Passerini y otros (discusión con), op. cit., Pág. 17
46
L. Passerini, op.cit. Pág. 18
47
G. Verucci, “Il 1968, il mondo católico e la Chiesa”, en Pasatto e Presente, VII (Mayo-Dic. 1989), Nº
20-21
modelo del catolicismo formado en la Contrarreforma, el intransgentismo
decimonónico y el absolutismo papal”, y el pontificado de Pablo VI “se
cuidó de anudar estrechamente la obra del concilio con el patrimonio
doctrinal y organizativo tradicional, atenuándolo de su carga renovadora”.48
Según el autor, en aquellos años Pablo VI, procedió a una reafirmación
clara de las posiciones de la Iglesia en el plano doctrinal, ético, disciplinar
y social, en tal sentido fueron: la encíclica Sacerdotalis coelibatus, dels 24
de junio de 1967, que reafirmaba todas las razones del celibato sacerdotal y
la concepción sacra del sacerdocio mismo; la encíclica Humanae vital, del
25 de julio de 1968, que reafirmaba la doctrina tradicional de la Iglesia
sobre el problema de la regulación de la natalidad; finalmente los discursos
de agosto de 1968 en Bogotá, en los cuales se retomaban algunos temas de
la Populorum progressio del año anterior, pero disminuyendo el tono de la
denuncia d los problemas sociales y aumentando en cambio la denuncia y
condena a las tendencias a la violencia y la revolución, que se manifestaban
también en nombre del cristianismo por parte de la teología de la
Liberación. En conclusión se confirma el acontecimiento del 68’ como un
alejamiento de la jerarquía de la institución eclesiástica y la sociedad laica,
los jóvenes en primer lugar. El Sesenta y ocho dejó un indicio de la
imposibilidad de una reproporción dogmática de la Iglesia, “sobre todo en
la capacidad, notablemente reducida, de incidir en el mundo católico y
especialmente en la sociedad, no teniendo ya más los espacios que la
institución eclesiástica creía poder tener en los años de la posguerra”.49
En algunos artículos de Marco Grispigni sobre “Italia Contemporánea”
editados entre fines de los ochenta y principio de los noventa 50, el autor
toma nota del congreso realizado en Brescia en 198951 para hacer un primer
análisis sobre la historiografía del Sesenta y ocho. Grispigni remarca el
hecho de que “permanece abierta la capacidad de la discusión de cómo
periodizar el 68’” y se pregunta si “es este un año de viraje, que marca de
manera clara un antes y un después, o bien es un punto alto
(excepcionalmente alto) al interior de un ciclo político”. Y por lo tanto, “el
mismo carácter planetario es un atributo de un año específico o por el
contrario el análisis pormenorizado de las distintas realidades nacionales
nos incorpora problemas no contemporáneos a los hechos?”52

48
G. Verucci, op. cit., Pág. 109
49
G. Verucci, op. cit., Pág. 122
50
Respectivamente “Generazione, politica e violenza, il 68 a Roma”, en Italia Contemporanea, Junio
1989, Nº 175; “Il 68’ un ciclo ‘incompleto’ di protesta”, en Italia Contemporanea, Diciembre 1990, Nº
181; “L’evento 1968 (a quando il 68’ nella storia?)”, en Italia Contemporanea, Junio 1991, Nº 183; “Gli
anni Della azione colletiva 1960-77, ricognizioni su studi e fonti”, en Italia Contemporanea, Diciembre
1992, Nº 189.
51
Actas publicadas en los Annali Della Fonzazione Luigi Micheletti, Il Sessantotto: l’evento e la storia
compilado por Pier Paolo Poggio, Brescia, 1990.
52
M. Grspigni. “L’evento 1968 (a quanto il 68’ nella storia?),. En Italia Contemporanea, Junio de 1991,
Nº 183, Pág. 339
Según Grispigni, las pocas obras historiográficas que sobrepasan los límites
cronológicos del bienio 1968-69, son los libros de Sydney Tarrow, Paul
Ginsborg, Marco Revelli y algunas intervenciones de Nicola Tranfaglia 53;
otros indagan en la relación entre dimensión generacional y política en los
movimientos a partir del Sesenta y ocho, como Pepino Ortoleva, que
intenta elaborar categorías interpretativas valiéndose del trabajo de
antropólogos como Turner o estudiosos de la sociología política.54
También Luisa Passerini afronta el problema de la memoria y de su uso en
la reconstrucción de las experiencias de los movimientos.55
El resto de la producción ofrece estímulos interesantes, pero el Sesenta y
ocho raramente se sale de los confines del acontecimiento para colocarse al
interior de un “ciclo político”. Grispigni apunta sobre todo al contraste
entre la riqueza de producción de materiales inherentes al Sesenta y ocho
(aún con sus límites historiográficos) y el “vacío” historiográfico sobre los
años Setenta en el cual nada parece haber existido por fuera del terrorismo.
La cumplirse los treinta años Humberto Gentiloni Silveri puso a punto la
producción historiográfica sobre el Sesenta y ocho56, remarcando un doble
dificultad que convierte en “anómalo” el estudio: “por un lado la escansión
temporal con la irresuelta cuestión de las periodizaciones posibles, por otro
la dificultosa definición del sujeto a analizar; un movimiento que involucra
sectores diversos de la sociedad, atraviesa simultáneamente, o casi,
distintos países y continentes y se manifiesta de modos y lenguajes no
homogéneos”57
Pepino Ortoleva republicó su ensayo sobre “Los movimientos del 68’ en
Europa y América”, con distintas modificaciones, cortando una parte
consistente de documentos, reescribiendo el capítulo 6 sobre la “”política
de las comunicaciones” y sobre todo agregando dos párrafos al capítulo
final (Capítulo 9:”El éxodo y los éxodos”) ya que el autor, si en la primera
edición estaba convencido de la “brevedad” del acontecimiento del 68’y
por tanto de esta manera era aislado y absolutizado, en la reedición se
coloca el problema de de la “continuidad y la discontinuidad ente el 68’ y
los años 70’”

53
Sydney Tarrow, Democracia e disodine. Movimenti di protesta e politica in Italia. 1965-75, Roma-Bari,
Laterza, 1990; Paul Ginsborg, Storia d’Italia dal dopoguerra ad oggi, Turín, Einaudi1,1989; Marco
Revelli, Lavorare in Fiat, Milán, Garzanti, 1989, Nicola Tranfaglia, “La crisi italiana e il problema
storico del terrorismo, en Mauro Galleni (comp.) Rapporto sul terrorismo, Milán, Rizzoli, 1981; para los
principios interpretativos sobre el ciclo político y un intento de relectura de las fuentes conviene recordar
el volumen, Il Sessantotto. La stagione dei movimenti (1960-1979), compilado por la redacción de
“Materiali per una nuova sinistra”, Roma, Edizioni Asóciate, 1988.
54
P. Ortoleva, I movimentidel 68’in Europa e in America, Roma, Editori Riuniti, 1988 donde el autor
retoma el concepto de Victor Turner de “liminalidad”, reelaborado e historizado.
55
L. Passerini, Autorretratto di gruppo, Florencia, Giunti, 1988
56
U. Gentiloni Silveri, “Trentt’anni dopo: il sesssantotto nei volumi del 1998” en Viaggi di Erodoto, XII,
(1998/99), Nº 36, Pág. 4-10
57
U. Gentiloni Silveri, op. cit. Pág 4

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