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El Hombre Mas Rico De La Argentina -

Eduardo Elsztain

Recientemente nombrado tesorero del Consejo Judío Mundial -2005-,


el presidente de IRSA es el ejecutivo más influyente en el exterior

En los primeros días del año, uno de los mejores regalos que recibió Eduardo Elsztain
para su cumpleaños número 45 se lo dio su amigo y socio Edgar Bronfman. El dueño de
una de las mayores fortunas del mundo le ofreció al empresario argentino el cargo de
tesorero del Consejo Judío Mundial, el poderoso organismo internacional que preside el
propio Bronfman.

Esta designación es sólo una muestra más del grado del reconocimiento e influencia que
tiene Elsztain a nivel internacional y que contrasta con el bajo perfil con el que se
maneja localmente. A pesar de que es el dueño de casi todos los shopping centers
porteños y el principal accionista del Banco Hipotecario, en la Argentina su nivel de
exposición pública es casi nulo, aunque la situación cambia radicalmente cada vez que
cruza las fronteras.

Elsztain es posiblemente el empresario argentino con mayores contactos en el mundo de


los negocios. Desde hace varios años tiene una asistencia perfecta al Foro Económico de
Davos -donde en la última edición tuvo la difícil tarea de defender en una mesa redonda
al país de los ataques de la dura número dos del Fondo Monetario Internacional, Anne
Krueger- y como ningún otro argentino tiene llegada directa a varios de los hombres
más ricos del mundo, que en muchos casos se suman como socios a sus proyectos
locales.

La leyenda que se creó en torno a IRSA, la mayor empresa argentina de inversiones en


bienes raíces, cuenta que Elsztain viajó a Nueva York en 1989 con el objetivo de
convencer a George Soros -un financista de origen húngaro pero nacionalizado
norteamericano que hizo gran parte de su fortuna especulando contra la libra esterlina-
de que invirtiera en la Argentina, sin mayor carta de presentación que un par de
propuestas para comprar tierras y edificios en el mercado local. Sin embargo, la historia
real es un poco menos espectacular. Elsztain llegó a encontrarse cara a cara con Soros
gracias a los contactos que fue desarrollando dentro la colectividad judía en Buenos
Aires, que fueron los que le abrieron las puertas del poderoso empresario.

Con Soros, Elsztain trabajó durante más de diez años, hasta que el millonario del norte
decidió canalizar sus inversiones hacia otros mercados más seguros. Según los hombres
de IRSA, para Soros la Argentina resultó un excelente negocio y con sus inversiones
durante los noventa ganó más de US$ 500 millones. Pese a esto, la relación entre ambos
empresarios no terminó del todo bien y el detonante de la separación fue la decisión del
norteamericano de especular con la compra y venta de bonos de la deuda argentina en el
año 2000, cuando el país estaba a punto de caer en la peor crisis económica de su
historia.

Más allá del espaldarazo que significó contar con el apoyo (y los millones de dólares)
de Soros, la decisión de invertir en el negocio de bienes raíces era casi una imposición
familiar para Elsztain. El abuelo de Eduardo, Isaac, había dado los primeros pasos en
este mercado con la fundación, en 1943, de IRSA, que durante sus primeros años se
consolidó como una de las principales inmobiliarias de Buenos Aires, aunque en los
noventa, cuando Eduardo tomó el control de la empresa, apenas contaba con un capital
de 100.000 pesos.

En el momento en que decidió hacerse cargo de los negocios de la familia, Elsztain


recién había terminado el secundario en el Colegio Nacional Buenos Aires y estaba
cursando los primeros años de la carrera de economía en la UBA. La carrera
universitaria nunca la pudo terminar, pero con ayuda de Soros y su habilidad para
desarrollar nuevos negocios fue construyendo un verdadero imperio inmobiliario, que
hoy incluye a los principales shoppings de Buenos Aires (Alto Palermo, Patio Bullrich,
Paseo Alcorta, Design Center y Abasto), campos ganaderos y agrícolas en todo el país
(agrupados bajo la empresa Cresud), hoteles de lujo (Llao-Llao, Intercontinental y
Sheraton Libertador) y varios edificios emblemáticos, como el Rulero de Retiro, el
Laminar Plaza, de Catalinas, y su última adquisición, la torre de Microsoft, por la que
hace unas semanas pagó 27 millones de dólares.

Para los próximos meses, además, tiene en proyecto inversiones por $ 300 millones que
se destinarán básicamente al inicio de obras para levantar un par de centros comerciales
en el barrio de Caballito y en la ciudad de Neuquén, y la construcción de un complejo
de viviendas y oficinas en la ex Ciudad Deportiva de Boca.
Como tantos otros empresarios argentinos que intentan ganar en escala, Elsztain ahora
también puso la mira en Brasil. Para IRSA, en realidad, se trata de un regreso, ya que a
mediados de los noventa la empresa había incursionado allí, asociada con un grupo local
en los negocios de los shoppings y la administración de edificios de oficina. La vuelta al
mercado brasileño, esta vez, se concretaría con Cresud, la compañía de inversiones
agro-ganaderas del grupo, que ya está en busca de campos en el socio mayor del
Mercosur.

Para financiar todos estos proyectos, el lugar que tenía Soros dentro del esquema de
negocios del grupo IRSA fue ocupado por otros tres de los empresarios más ricos del
mundo: Sam Zell -uno de los cinco mayores propietarios de inmuebles de los Estados
Unidos-, Michael Steinhardt -dueño de uno de los principales fondos de inversión- y el
propio Bronfman, que hizo su fortuna con la venta de la fabricante de bebidas Seagram
y los estudios Universal.

Como en el caso de Soros, las relaciones personales jugaron un papel clave en la


elección de los nuevos socios de IRSA. De hecho, a Bronfman, Elsztain lo conoció hace
unos años en un bar-mitzva en Israel donde le comentó de las perspectivas de inversión
que ofrecía el mercado argentino. Ese día Bronfman le dio su tarjeta y le pidió que lo
llamara en tres días. Pocas semanas después el millonario norteamericano ya se había
sumado como accionista de IRSA.

Círculo íntimo
Como muchos empresarios, Elsztain decidió rodearse de familiares dentro de sus
compañías. Su hermano y mano derecha Alejandro Elsztain ocupa la gerencia general
de sus principales negocios (IRSA, Cresud), mientras que otro de sus hermanos, Daniel,
está a cargo de los centros comerciales y su primo Fernando maneja los negocios
inmobiliarios.

Sin embargo, Eduardo también tiene un lugar reservado para sus amigos de la infancia,
que a pesar de los años juegan papeles claves dentro de sus negocios. Clarisa Lifsic de
Estol preside el Banco Hipotecario -¿hoy en manos del estado?-, mientras que Saúl
Zang es el abogado de todas las empresas del grupo. El trío de amigos/colaboradores de
Elsztain se completaba con Marcelo Mindlin, a quien conoce desde hace más de 20 años
y que fue vicepresidente de IRSA desde 1991 hasta que, a fines de 2003, decidió
apartarse del grupo para concentrarse en el desarrollo del fondo de inversiones Dolphin.

En la última semana Midlin saltó a las tapas de los diarios con la compra de Edenor,
dentro de una estrategia de inversión que incluye el crecimiento de Dolphin en el sector
de los servicios públicos. Elsztain, en cambio, siempre prefirió mantener el foco de sus
negocios en los rubros que más conoce -inmuebles, finanzas y shoppings-, y esta
diferencia de criterios fue la que desencadenó la separación de los dos amigos de la
adolescencia.

Los que están cerca de Elsztain reconocen que, como en todo divorcio, la salida de
Mindlin no estuvo exenta de algunos reproches, pero aseguran que los empresarios
mantienen hoy una buena relación personal y profesional y que, de hecho, en los
últimos meses, Mindlin invitó al número uno de IRSA para participar junto a Dolphin
en varios negocios como las compras de Transener y Edenor.
El bajo perfil que cultiva Elsztain en los negocios se acentúa a la hora de hablar de su
vida privada. Desde 1991 está casado con la psicóloga Mariana Carmona, que no sólo se
dedica a la crianza de sus cuatro hijos sino también al manejo del Museo de los Niños
que funciona dentro del shopping del Abasto.

A pesar de que es dueño de gran parte de Puerto Madero y de barrios privados de lujo
como la estancia Abril, Elsztain le sigue siendo fiel al barrio de Belgrano, donde nació y
vivió toda su vida, y a la hora de irse de vacaciones elige la Patagonia. Por esta razón,
hace unos meses concretó la compra de una estancia de 100 hectáreas en la península
Quetrihué -sobre el Lago Nahuel Huapi- que comienza en Villa La Angostura y en cuyo
extremo se encuentra el Bosque de Arrayanes. Según los rumores del mercado, por el
campo habría pagado cerca de US$ 10 millones.

A la par de los negocios que cierra con IRSA y Cresud, Elsztain también lleva adelante
una mucha más silenciosa tarea filantrópica. De su bolsillo financia a varias
instituciones judías, como colegios, sinagogas y comedores, incluyendo el templo al que
concurre habitualmente en el barrio de Belgrano. Además, preside la filial argentina de
la prestigiosa fundación internacional Hiller. Esta entidad fue creada en 1917 en los
Estados Unidos y se dedica a ayudar económicamente a jóvenes de la colectividad judía
para que puedan completar sus estudios universitarios.

Como está claro, la religión ocupa un papel fundamental en la vida de Elsztain. Sus
colaboradores aseguran que siempre fue una persona muy interesada por los temas
espirituales, pero que en los últimos años fue

profundizando su acercamiento a la religión e involucrándose más en las actividades del


movimiento ortodoxo judío Jabad Lubavitch. De hecho, siempre cumplió con la
tradición de respetar el sabat y dejar de trabajar los viernes en el momento en que
aparece la primera estrella. Pero más allá de este hecho que le ganó las simpatías de sus
secretarias y colaboradores que pueden calcular sin margen de error la hora y los
minutos exactos en los que termina la semana laboral de su jefe, ahora hay otro detalle
que da cuenta de la religiosidad de Elsztain. Desde hace un par de meses, el empresario
decidió observar otro de los preceptos del rito judío y comenzó a usar a toda hora y en
todo lugar la tradicional kipá.

Quién es

Belgrano ante todo


Eduardo Elsztain nació en Buenos Aires el 26 de enero de 1960. Está casado, desde
1991, con la psicóloga Mariana Carmona, con quien ha tenido cuatro hijos. Ex alumno
del Colegio Nacional Buenos Aires, estudió economía en la UBA, aunque nunca llegó a
recibirse. Es dueño de gran parte de Puerto Madero y de lujosos barrios privados, pese a
lo cual prefiere residir en Belgrano.

Hombre de negocios
Su abuelo fue el fundador de IRSA, en 1943, por entonces una importante inmobiliaria
que, con el tiempo, se convirtió en la mayor empresa argentina de inversiones en bienes
raíces. Considerado uno de los mayores terratientes de la Argentina, es dueño de los
principales shoppings de Buenos Aires y también el principal accionista del Banco
Hipotecario.

El libro “La mafia judía en la Argentina”, del empresario y escritor sanjuanino Fabián
Spollansky, fue un verdadero suceso en la Feria del Libro. Fue editado el año pasado y
ha tenido un importante avance en las ventas. Se trata de una investigación sólida, bien
documentada. Su autor es un judío comprometido con su comunidad y con la lucha
antimafia a escala mundial, a tal punto que los seguidores del famoso fiscal Ingroia de
Sicilia (asesinado por la mafia) lo han contactado y le han hecho reportaje para la
revista Antimafia Dos Mil como destacada figura de la lucha mundial para enfrentar el
flagelo de las onorata societá y de cuantas como ella existan en diferentes lugares del
mundo.

Pero hay algo más. Con una valentía inusual en estos tiempos, Fabián Spollansky fue a
la asamblea del Banco Hipotecario SA, bastión del gang liderado por Sergio Eduardo
Elsztain. Spollansky y otros dos accionistas reunían solamente 4.200 votos (1400
acciones), mientras que Elztain y los suyos pasaban los 2.250.000.000 votos. Pero
Spollansky habló en la asamblea que reparte 1.850.000 pesos de premio para la inepta
de la ex presidenta del BHSA, y mas de 10.000.000 de pesos para los directores y
desnudó la verdad de lo que fue una horrenda privatización y una cadena de negocios
que vinculan a la mafia judía de Elsztain, Mindlin y compañía (Zang, Bergel y Viñes,
Esteban Paolantonio, Clarisa Lifsic de Estol, y tantos otros), con el menemismo y con el
kirchnerismo del capitalismo de amigos o capitalismo diferente.

Sergio Eduardo Elsztain se va del país. Va a esconderse en Estados Unidos, la patria de


su “paisano” Bernard Madoff, el delincuente financiero que ya está preso en Estados
Unidos. Esa ha sido una de las hazañas de Fabián Spollansky, echarlo del país por lo
menos corporalmente, porque sus negocios grandes están en la Argentina y en América
Latina: es uno de los mas grandes acopiadores de soja y cereal.

Spollansky es un luchador incansable en defensa del judaísmo, contra los mafiosos que
perjudican su comunidad y son fuente de antisemititismo dando argumentos a los
reaccionarios y a los neonazis. El escritor y empresario sanjuanino sostiene que la
colectividad judía tiene que liberarse de los mafiosos que han crecido en su interior, y
de la secta Jabad Lubavitch, conducida por un amigo de Elsztain, el rabino Grumblat,
secta que constituye la estructura de fundamentación ideológica de los Madoff y los
Elsztain.

Spollansky está preparando la impugnación de la Asamblea del Banco Hipotecario


porque, habiendo dado pérdidas, no ha trepidado en repartirle 1,850 millón de pesos a
Clarisa Lifsic de Estol (pantalla de Elsztain), y 10 millones y tal vez mas a miembros
del directorio.

Hay que nacionalizar el Banco Hipotecario para terminar con otra de las
manifestaciones del saqueo y la depredación que vienen del menemismo y han sido
continuadas por el kirchnerismo.

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