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HOMINIZACIÓN.
Para entender la historia del ser humano sobre la Tierra, es necesario considerar una perspectiva
evolutiva, ya que no siempre la Tierra fue igual a como la conocemos, ni los seres humanos
habitaron en el planeta desde que este se formó. Las plantas y los animales que había hace
millones de años no son tal como las conocemos hoy, muchas especies han desaparecido, así
como se han desarrollado otras, enfrentando la necesidad de adaptarse al medio para seguir
sobreviviendo. De esta manera, desde la formación del oxígeno y, con ello de los primeros seres
vivos unicelulares,
pasando luego a los seres multicelulares, como los anfibios, los reptiles y los mamíferos, hasta la
aparición y el desarrollo del ser humano, la gran constante han sido los cambios.
La Tierra se formó hace unos cinco mil millones de años, y el ser humano solo apareció hace unos
5 millones de años. Gran parte del pasado de la Tierra, por lo tanto, transcurrió sin presencia
humana; sin embargo, remontarse a 5 millones de años, o incluso a un millón de años, nos resulta
muy lejano y distante. A pesar de esta dificultad, cobra sentido intentar conocer cómo fueron los
orígenes de nuestros primeros antepasados al comprender que mucho de lo que ellos lograron en
millones de años, aún hoy forma parte de la especie humana. En el estudio del pasado de la Tierra
se distingue el tiempo geológico del tiempo histórico, siendo la aparición del ser humano lo que
los diferencia.
Prehistoria o Paleohistoria
Tradicionalmente se llamó Prehistoria al período de evolución del ser humano hasta la invención
de
la escritura, donde habría comenzado “la Historia”. Esta visión fue superada hace bastante tiempo,
basándose en la idea de que todo lo realizado por el ser humano a lo largo del tiempo es histórico,
más allá de los vestigios que haya dejado para la posteridad. Es por eso que actualmente se evita
la denominación de Prehistoria, y se prefiere hablar de Paleohistoria –“historia antigua”– o
directamente se nombra el período del que se quiere hablar: Neolítico, Paleolítico.
La Paleohistoria es el largo período de la historia de la humanidad que antecedió a la invención de
la escritura; comenzó alrededor de cinco millones de años atrás con la aparición del primer
homínido y llegó a su fin alrededor del año 3200 a.C., fecha del primer registro escrito de la
civilización de Sumer en Mesopotamia. La evolución biológica y cultural de los seres humanos
cubre gran parte de la Prehistoria.
Paleolítico es una palabra que se compone de dos términos: “paleo”, que significa “antiguo”, y
“lítico” que viene del griego lithos que quiere decir “piedra”, es decir “piedra antigua”. Su nombre
se debe a la gran cantidad de utensilios fabricados con piedras que se han encontrado en
excavaciones y corresponde al período que va desde la aparición de las primeras herramientas
de piedra, hace aproximadamente 2,5 millones de años, hasta el desarrollo de la agricultura por
parte del Homo sapiens sapiens.
Durante el Paleolítico los humanos vivían en bandas y clanes, es decir, grupos de familias de entre
25 y 100 personas. Las bandas estaban formadas por parientes sanguíneos, mientras que los
clanes correspondían a parientes culturales, es decir, grupos que inventaban un antepasado
común. Bandas y clanes no se quedaban en un solo lugar, sino que se trasladaban para ir
recogiendo restos de animales muertos, recolectando vegetales o cazando, es decir, eran
nómadas. En ese momento, las labores cotidianas comenzaron a dividirse según el sexo y la
edad. Así, por ejemplo, los hombres salían del campamento en búsqueda de presas (carne),
mientras mujeres, niños y ancianos practicaban la recolección.
En el período Paleolítico fue clave el manejo del fuego (por el Homo erectus) y el desarrollo de
técnicas para producirlo y conservarlo. El fuego permitía calentar el ambiente, por lo que estaba
al centro del espacio de reunión de clanes y bandas. También servía para la caza, cuando esta
comenzó a ser más común, hace unos 500.000 años. Los cazadores preparaban emboscadas a sus
presas, encendían fuego para ahuyentarlas y las perseguían, llevándolas directamente a lugares
donde fuese más fácil atraparlas, como los pantanos o barrancos. Después de cada caza exitosa,
ocupaban no solo la carne para alimentarse, sino también las pieles para vestirse y cubrir las
tiendas, los dientes y colmillos de los animales se usaban para confeccionar adornos o, en el caso
de los grandes colmillos de los mamuts, para la construcción de chozas. Fabricaban cuchillos y
bifaces para cortar la carne y las pieles, raspadores para curtir las pieles y hacer vestidos, agujas
para coser y arpones para pescar.
Durante esta etapa, el hecho más significativo fue el surgimiento de un comportamiento
cooperativo en las actividades de caza, la elaboración de utensilios y un lenguaje rudimentario.
Las últimas etapas del Paleolítico se asocian a la aparición de la especie Homo sapiens, que logró
perfeccionar las técnicas para trabajar la piedra, desarrollar la capacidad creativa, el pensamiento
y la comunicación simbólica.
La evolución biológica y el desarrollo cultural desde los primeros homínidos hasta la configuración
del ser humano moderno (Homo sapiens sapiens), se caracterizó por la interacción con el medio
natural a través de grandes saltos cualitativos. Uno de los hechos más significativos de este
proceso evolutivo fue la expansión y poblamiento del planeta por el hombre moderno, así como
su capacidad de adaptación a distintos climas. Las glaciaciones y la necesidad de procurarse el
alimento obligaron a las bandas de cazadores a desplazarse hacia tierras lejanas; fue así como el
planeta se fue poblando lentamente y hace unos diez mil años, llegaron grupos nómadas desde
Asia a América, principalmente a través de la ruta de Beringia.
Los hombres y las mujeres del Paleolítico tenían la creencia en el más allá, que se manifestaba en
los ritos funerarios. Los entierros de los muertos iban acompañados de ofrendas, como flores,
instrumentos de piedra o hueso, collares de concha de caracoles, almohadas de piedra,
aplicaciones de pintura roja sobre el cuerpo, y pequeñas figurillas de piedra y arcilla. También
creían en fuerzas sobrenaturales que les ayudaban en la caza, protegían a los niños o hacían que
las mujeres tuvieran
más hijos. Para que esas divinidades les fuesen favorables crearon santuarios los lugares más
profundos de las cuevas, en los que celebraban ritos y presentaban ofrendas.
Las paredes de las cuevas eran decoradas con dibujos, de este modo las pinturas rupestres
pintadas en roca han permitido conocer aspectos de la vida en esta época. Se pintaban motivos
rituales destinados a favorecer la caza, la pesca y la fertilidad. Los materiales que se utilizaban para
pintar eran elaborados con polvo de carbón de la hoguera y de otros minerales y tinturas
vegetales. Los aplicaban directamente sobre la roca mezclados con grasa animal, sangre o resina,
utilizando las manos o pinceles hechos con pelos de algún animal.
Se cree que los encargados de pintar eran los hechiceros o chamanes, quienes, se suponía que se
comunicaban con el mundo de los espíritus. Se pintaban animales que les servían de alimento, en
muchos casos, atravesados con flechas y sangrando. Otras veces, pintaban manos humanas
superpuestas, reflejando un notable sentido artístico. Las pinturas rupestres más famosas son las
de la cueva de Altamira, en España, y las de la cueva de Lascaux, en Francia.
En algunos yacimientos de finales de este período se han encontrado estatuillas femeninas
talladas en piedra, marfil o hueso. En ellas se exageraba el volumen de las partes del cuerpo
relacionadas con la maternidad: pechos, caderas, vientre. Se les conoce como las “Venus
prehistóricas” y se supone que estaban relacionadas con la fertilidad. Las esculturas y los grabados
se encontraban generalmente a la entrada de la cueva, mientras que los grandes murales pintados
se hacían en la parte más oscura y profunda.
Al igual que Paleolítico, Neolítico es una palabra compuesta de dos términos: “neo”, que significa
“nuevo”, y “lítico”, “piedra”. Este nombre da cuenta de una etapa de la cultura humana donde las
herramientas de piedra se perfeccionaron y presentaron una estructura pulimentada. Sin
embargo, esta nueva piedra no es la única ni la más importante característica del Neolítico.
Durante el Neolítico, que comenzó hace unos 12.000 años, tras el fin de la última glaciación, el ser
humano desarrolló trascendentales avances en el dominio de un entorno que se volvía más cálido.
El cambio más importante ocurrido fue el descubrimiento de la agricultura, es decir, el
comprender que alimentos como el trigo, recolectado en los campos donde crecía en forma
natural, eran también semillas que podían almacenarse y plantarse. Tras ese descubrimiento, el
ser humano se convirtió en agricultor y comenzó a asentarse en poblados, es decir se hizo
sedentario, dejando de ir de un lugar a otro, sin establecer una residencia fija. Los grupos talaron
bosques, rellenaron pantanos y cortaron matorrales para dedicar la tierra al cultivo, de manera
que el paisaje que habitaba el ser humano se vio cada vez más transformado.
Además de cultivar cereales y otros vegetales, en esta época el ser humano comenzó a domesticar
animales, como ganado y aves. Del ganado pudo obtener tanto carne como leche, cueros o lana,
sin la imperiosa necesidad de ir de caza. Este acceso más permanente a los alimentos permitió a
los seres humanos guardar para las temporadas de escasez y gozar de un tiempo libre para
dedicarse a actividades diferentes como búsqueda de alimentos, fabricación de utensilios de
arcilla y confección de vestimentas hechas con lana animal o fibras vegetales. Tuvieron una
especial importancia el comienzo del trabajo de los metales y la extensión del comercio a largas
distancias.
Todo este proceso de cambios en la forma del asentamiento humano puede resumirse en un gran
fenómeno: una mayor racionalización o control de la alimentación. Se rompió con el
inmediatismo de la vida humana, las comunidades ahora podían planificar su alimentación
anualmente, las cantidades, los mejores productos e intercambiar sus cosechas. La mayor
disponibilidad de granos y vegetales posibilitó también alimentar animales, con lo que nació la
domesticación de animales o ganadería.
Es muy importante tener en cuenta que todos estos cambios técnicos y culturales no se dieron
simultáneamente en todas partes. Mientras el Cercano Oriente fue la zona pionera en el
desarrollo de la agricultura diez mil años antes de Cristo, regiones como Sudamérica o Asia Pacífico
recién desarrollaron esa tecnología ocho mil años después. Este proceso fue paulatino, lo que
significó que coexistieran aldeas, poblados y ciudades dentro de la misma región y entre distintas
regiones, situación, por lo demás, que es posible observar hasta hoy en algunos lugares del
planeta.
Paralelamente, las sociedades neolíticas descubrieron otras materias primas, como la arcilla, que
al ser cocida se transformaba en cerámica, endureciéndose definitivamente para conservar la
forma que le diera el artesano. Se desarrolló también la textilería, ya que se podían obtener, de
manera más o menos constante, gran cantidad de fibras, como lana o algodón, para ser hilados y
trabajados en telares simples.
En el Neolítico se llevaron a cabo las transformaciones fundamentales y básicas en la forma de
organización social. El ser humano se distanciaba cada vez más del resto de los animales. El trabajo
agrícola permitió a las comunidades humanas neolíticas disponer de mayor tiempo y recursos para
dedicarlos a otras actividades. Ya no había que estar permanentemente a la búsqueda de la presa
o del fruto. Nació así la división del trabajo: no todos harían lo mismo. Si bien antes de la
agricultura ya había una división de las labores –hombres cazando, mujeres criando–, era muy
básica y no involucraba una gran cantidad de tareas. En el Neolítico en cambio, existían actividades
diversas, como la agricultura, la ganadería, la alfarería, la metalurgia, la contabilidad, la defensa y
la religión.
Por primera vez, el hombre dejó de estar obligado a la caza o la recolección para su alimentación;
ahora era posible el intercambio de aquello que se producía, para la obtención de alimento. Así,
junto con generarse las bases del comercio surgió la idea de propiedad privada, pues el
sedentarismo permitió que los grupos identificaran como propios aquellos terrenos y bienes que
obtenían con su trabajo, cambiando la visión de que las cosas son para ser utilizadas, no para ser
poseídas.
Surgieron nuevas necesidades de organización y administración, política, defensiva, que fueron
transformando paulatinamente las comunidades igualitarias en sociedades, donde el acceso a
recursos no era igual para todos. Así surgieron las primeras diferenciaciones y jerarquizaciones
sociales. Aquel grupo que lograba criar más animales o guardar más alimentos a la larga tendría
más poder, permitiéndose sostener fuerzas armadas y dominara otros grupos de la sociedad. Si
antes la dominación de un grupo nómade sobre otro se debía exclusivamente a la fuerza física,
ahora la superioridad la determinaba el ingenio creativo y la posesión de recursos. Es así como
surgió la función de un líder que guiaba a un grupo de personas, generalmente este líder era un
monarca con fundamento divino.
Junto con estos cambios, aumentó notablemente la población humana. Al asegurar las fuentes de
alimentación y enriquecer la dieta, se produjo un aumento de la población y una mayor
esperanza de vida. Los asentamientos se convierten en ciudades, las tiendas en chozas.
En los años finales del Neolítico los seres humanos comenzaron a construir monumentos con
grandes bloques de piedra, llamados megalitos. Los principales monumentos megalíticos eran los
menhires, los dólmenes y los crómlechs. Los menhires eran grandes piedras alargadas, hincadas
verticalmente en el suelo. Posiblemente su construcción tenía relación con el culto al Sol. Los
dólmenes eran construcciones formadas por grandes piedras verticales que formaban un muro y
que se cubrían con varias losas horizontales de gran tamaño; eran grandes sepulturas colectivas.
Los crómlechs eran grandes recintos circulares formados por la agrupación de menhires;
probablemente eran santuarios.
La sedentarización y ruralización de la cultura humana fue de la mano con los adelantos técnicos.
Luego de la piedra pulida, el ser humano fue utilizando nuevos materiales para los instrumentos
agrícolas, armas de guerra y de caza. Es así como el ser humano logró trabajar los metales, ya
desde mediados del Neolítico, siendo el cobre el primero de ellos, debido a su abundancia y fácil
procesamiento. El uso del metal aumentó la producción en muchas áreas: agrícola, bélica,
ornamental, artesanal, dando paso a procesos productivos más tecnificados y especializados. Así
como la revolución agrícola o del Neolítico se caracterizó por la creación de herramientas de
piedra pulida, el desarrollo de la minería, que permitió la obtención de minerales, y de la
metalurgia, que posibilitó la elaboración de herramientas de metal, fueron logros muy
significativos.
Mezclando el cobre con el estaño, los metalúrgicos obtuvieron el bronce, material de mayor
durabilidad. Sin embargo, sería el hierro, hacia el 1.500 a.C., el que marcaría el hito más
importante en la historia de la metalurgia. De mayor dureza y resistencia, el hierro sustituyó al
bronce en la elaboración de las armas, la indumentaria bélica, como cascos y corazas, y en los
instrumentos agrícolas. Esto fue clave en el surgimiento de sociedades con mayor poder bélico,
como los asirios. En todo caso aún se desconoce la cultura que trabajó por primera vez este metal,
si fue en el Cercano Oriente, en India o en China. En América el uso de los metales fue tardío y no
estuvo ligado a la fabricación de herramientas o armas sino a los objetos simbólicos y
ornamentales.
El uso de técnicas especializadas en la producción de metales y de herramientas, facilitaron el
trabajo agrícola y permitieron la fabricación de armas más elaboradas, lo que sería un elemento
clave para diferenciar el poder de las sociedades.
Actividades
Hominización
Cultura
Simbólico
Rupestre
Textilería
Metalurgia
III. Responda las siguientes preguntas. (15 puntos)
a) Sintetice el período paleolítico y neolítico, de acuerdo a sus principales características, y señale las
principales diferencias entre ambas etapas.
b) Sintetice los principales cambio o transformaciones que sufrió la especie humana en el proceso de
hominización. ¿Fueron exclusivamente físicos? Fundamente su respuesta.
c) Analice cual es la relación que se puede establecer entre el desarrollo de la agricultura, la división
social del trabajo y el desarrollo de otras dimensiones de la vida humana como por ejemplo la
religión. Fundamente su respuesta con los contenidos de la guía.