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Desde antes de ser concebidos como seres vivientes, Dios a través de su Hijo,
el Cordero Santo y Eterno, puso en el espíritu de la nueva criatura que se iba
a formar, el Don del Amor, Don que lo otorga Dios.
Es por eso que los ateos atacan constantemente al cristiano, sin embargo, los
cristianos oramos por ellos, porque es un Mandamiento de Jesucristo cuando
dijo ¡Oren por sus enemigos!.
Cristo nos ensenó a amarnos los unos a los otros, pero, los hijos del diablo
nos perturban para que hagamos lo contrario. Los del mundo no entienden
cómo se puede amar y perdonar a una persona que te haya hecho mal, pero
Cristo nos enseña a que debemos orar por esas personas.
En ocasiones los cristianos no tenemos nada material, en nuestra pobreza
humana, para ofrecerle a nuestros semejantes, ¡y!, ¿por qué no le ofrecemos
el Amor de Cristo, que es más que cualquier otra cosa?. Pues, por nuestro
orgullo, por nuestra arrogancia, por nuestras envidias y rencores;
simplemente, por no dejar entrar a Cristo en nuestros corazones.